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SALA 1 CAMARA DEL TRABAJO -SEC.

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Protocolo de Sentencias
Nº Resolución: 133
Año: 2019 Tomo: 3 Folio: 703-719

EXPEDIENTE SAC: 3177754 - VIDELA, RAMON FERMIN C/ FEDERACION PATRONAL ART S.A. Y OTRO - ORDINARIO -

ENFERMEDAD ACCIDENTE (LEY DE RIESGOS)

PROTOCOLO DE SENTENCIAS. NÚMERO: 133 DEL 03/05/2019

SENTENCIA NÚMERO: 133.

En la ciudad d e Córdoba, a los tres días del mes de mayo del año dos mil diecinueve, se

constituye el Tribunal Unipersonal de esta Sala Primera de la Cámara del Trabajo a cargo del

Sr. Vocal Ricardo Agustín Giletta a los fines del dictado de sentencia en audiencia pública en

estos autos caratulados “VIDELA RAMÓN FERMÍN C/ FEDERACIÓN PATRONAL

ART S.A. Y OTRO – ORDINARIO – ACCIDENTE (LEY DE RIESGOS) – expte.

3177754”, de los que resulta: 1) Que a fs. 1/8 comparece Ramón Fermín Videla, DNI

7.996.806, promoviendo formal demanda en contra de Federación Patronal Seguros ART

S.A., persiguiendo ser indemnizado por incapacidad derivada de enfermedad profesional en el

marco de la ley 24.557.- Manifiesta que ingresó a trabajar en la empresa Perkins SA,

actualmente denominada Pertrak SA, el 9 de junio de 1968 como operario, prestando

servicios de lunes a viernes en turnos variables de 8 hs 45 minutos, percibiendo una

remuneración promedio en el último año de $ 5000 mensuales.- Enuncia la ‘triple identidad’

que exige el sistema de riesgos del trabajo para configuración del tipo jurídico de enfermedad

profesional, relativa en el caso al ‘síndrome del túnel carpiano’, asociado a posiciones

forzadas y gestos repetitivos de miembros superiores.- Dice padecer la patología señalada,

con un 23% de incapacidad, reproduciendo el cuadro respectivo del Dec. 658/96.- Explica que

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durante los cuarenta años de actividad desempeñó diversas funciones.- Que en la línea de

montaje tenía a su cargo el armado de motores de diversos pesos, de 80 a 175 kilogramos; que

inicialmente el sistema en la línea era a base de rodillos, por donde se empujaban los block de

motor para ir agregándole las piezas; que luego el sistema se reemplazó por uno de rieles,

pero que en todo momento el manejo de los block, ya sea empujarlo por los rodillos o tirarlo

en carros, así como el traslado de piezas para acopio o guiar el guinche, era realizado

manualmente. Que al principio estuvo en el puesto denominado lavadora; que el block se

retira desde la base con un guinche, dirigido manualmente; que luego se lo sumerge

automáticamente en el agua y es retirado muy caliente, ya que el agua está a 80°; que desde

allí se lo trasladaba a la línea de rodillos a unos dos metros de distancia, para ingresarlo a un

volquete; que para ello había que girarlo manualmente 180 grados para que caiga el agua; que

luego se lo giraba y sopeteaba oprimiendo un gatillo con resistencia; que posteriormente se lo

traslada por la línea de rodillos hasta el primer puesto de la línea de armado, donde se le

taponan la salidas de aceite y luego se martilla con un martillo de dos kilogramos. Que cada

block lleva dos tapones y que para ello el operario debe ubicarlo manualmente, haciéndolo

rotar a la posición adecuada. Que el proceso sigue sobre la línea para colocar los espárragos y

otros tapones. Que también se le hacía el marcado de número en forma manual, con martillo y

maza; que para todas estas tareas el block debía ser rotado en varias posiciones. Que la

grabación del número se hacía sobre distintas caras, para lo que había que moverlo en

distintas direcciones, todo ello con gran despliegue de fuerza y movimientos

antiergonómicos.- Que en la línea de montaje el motor corre por un carro sobre elevado que

circula por un sistema de rieles, y lo lleva hasta cada puesto de trabajo. Que el operario se

vale de una manivela para hacerlo girar y ubicarlo de acuerdo a la posición necesaria, lo que

requería de gran esfuerzo. Que se colocaba la tapa de cilindros que venía en un carrito aéreo;

que para colocarla había que empujarla y luego se abulonaba manualmente; que luego se

hacía un torque neumático que al finalizar producía un fuerte sacudón. Que en otro de los

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puestos se colocaba un balancín con torque y seguidamente el operario procedía a rotar el

cigüeñal con ayuda de una manija para regular las válvulas con una llave, lo que requería

movimientos repetitivos y exigentes de mano y muñecas. Que al colocar la tapa frontal

también se hacía fuerza manual; que luego de torque neumático se colocaba la polea

manualmente por sobre la parte superior del cigüeñal; que tras ello se aplicaba un golpe de

maza y un torque neumático para ajustar el bulón. Que tras ello se colocaba el alternador, que

demandaba tres torques para ajuste, todo con consecuentes exigencias de muñecas y manos.-

Relata haber estado también en la línea de ‘terminado’, donde se colocaba el volante de

motor, Que para ello se retiraban en primer lugar los materiales accesorios del motor (volante,

placa soporte) y se hacia un torque manual de prueba de todos los bulones y tuercas, tras lo

cual se colocaba el soporte definitivo. Que en la colocación del cubrevolantes y burro de

arranque también también tenían que torquear bulones y tuercas, despachándose unos ciento

cinco motores por turno.- Relata que en los últimos tiempo fue designado inspector,

controlando la calidad del mecanizado de piezas, para lo cual debía revisar la pieza completa,

haciéndola girar con barretas y otros elementos. Que las tareas explicitadas suponían

movimientos reiterados, repetitivos y antiergonómicos, con movimientos de aprehensión y

extensión de la mano o supinación, pronosupinación, aducción, flexión y pronación de la

mano y muñeca, con movimientos repetitivos y sostenidos de flexores y extensores de la

mano, todos agentes de riesgo previstos en el Dec. 658/97 en el marco de la LRT, que

derivaran en la patología por la que ahora reclama.- Relata que tras haber cursado denuncia a

la ART mediante telegrama el día 7 de octubre de 2010, ésta lo citó a reconocimiento médico

para el 20 de octubre de 2011, y que tras ello nunca se expidió sobre las patologías

pretendidas, habiéndose operado por lo tanto la aceptación tácita de la pretensión en los

términos del art. 6 del Dec. 717/96. Afirma que esta aceptación tácita impone soslayar el

procedimiento por ante la Comisión Médica previsto para tales supuestos por Resolución

45/97 de la SRT, que por en su entidad no puede modificar los efectos de un Decreto.- Plantea

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subsidiariamente la inconstitucionalidad de los arts. 8 ap. 3, 21, 22,46 y ccdtes de la LRT y

del Dec. 717/96, en cuanto imponen la competencia de las Comisiones Médicas y la Justicia

Federal para tratar una materia no delegada por las provincias a la Nación.- Pide igualmente

se aplique al caso el criterio del Tribunal Superior de Justicia desarrollado en la causa

“Saquilán Omar c / Berkley ART” en relación a la consideración de un valor ajustado para el

cálculo de la prestación respectiva.- Considerando un IBM de $ 5413,00 y la edad del actor

(63 años), reclama como indemnización la suma de $ 65.697,00.- A fs.10 acompaña

certificado médico expedido por el Dr. Jorge Iscaro con diagnóstico de síndrome del túnel

carpiano bilateral, que con los factores de ponderación respectivos implican una incapacidad

del 23% de la t.o.- Pide intereses y costas.- 2) Que a fs. 13 comparece la demandada

Federación Patronal Seguros SA, solicitando la citación como tercero obligada de Liderar

ART S.A. por ser quien tenía cobertura a la fecha de primera manifestación invalidante, que

identifica con la de denuncia del siniestro.- 3) Proveída favorablemente la citación, a fs.41 se

lleva a cabo la audiencia de conciliación, compareciendo la tercero citada, cuya denominación

correcta es Aseguradora de Riesgos del Trabajo Liderar S.A.- No mediando avenimiento,

demandada y tercero proceden a contestar la demanda, solicitando su rechazo con costas, por

los motivos que exponen en sus respectivos memoriales.- Federación Patronal, por intermedio

de su apoderado Dr. Joaquín Manzanares, niega la existencia de cobertura a la fecha de

denuncia.- Plantea defensa de falta de acción por cuanto –sostiene- no se agotaron las vías

específicamente previstas por la LRT para la determinación de incapacidades y su

calificación, y además porque la demanda no contiene un relato suficiente de los agentes de

riesgos a cuya exposición se vio sometido el actor.- Niega los términos de la relación laboral

denunciada, categoría profesional, jornada, remuneraciones y tareas cumplidas; niega la

existencia de la enfermedad denunciada y el porcentaje de incapacidad; niega que exista

relación causal en las tareas cumplidas para la empleadora y niega la calificación de

enfermedad profesional.- Se opone a los planteos de inconstitucionalidad deducidos.-Explica

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que el contrato con Pertrak SA se extendió entre el 1 de mayo de 2010 y el 31 de julio de

2011.- A su turno, Liderar hace lo propio por intermedio de su apoderado Dr. Marcelo Cabral,

solicitando el rechazo de la demanda, con costas.- Reconoce la existencia de contrato de

seguro con la empleadora del actor, pero no en la fecha en que éste dice haber cursado la

denuncia de siniestro, es decir el 7 de octubre de 2010, en que todavía estaba vigente la

contratación con Federación Patronal, quien mantuvo cobertura hasta el 31 de julio de 2011.-

Niega igualmente los extremos del vínculo de trabajo denunciado, existencia de la patología y

su calificación, pidiendo se aplique al caso la ley 24.432 en el supuesto de que pudiere

prosperar la demanda.- 4) Que abierta la causa a prueba, ofrecieron las que hacen a su derecho

el actor y la demandada.- 4) Elevadas las actuaciones a esta Sala, recepcionada la audiencia

de vista de causa y los alegatos, quedan los presentes en estado de dictar sentencia en

audiencia pública.- El Tribunal se planteó las siguientes cuestiones a resolver: PRIMERA

CUESTIÓN: Es procedente el reclamo indemnizatorio formulado por el actor, y en su caso,

quién debe asumir su pago? – SEGUNDA CUESTIÓN: Qué resolución corresponde dictar en

definitiva.- A LA PRIMERA CUESTIÓN PLANTEADA EL SR. VOCAL RICARDO

AGUSTÍN GILETTA DIJO: Previo ingresar en el análisis de la materia litigiosa, debo

señalar que conforme el art. 2° de la Resolución de la Superintendencia de Seguros de la

Nación N° 359 de fecha 14 de abril de 2018, el organismo de control revocó la autorización

para operar a Aseguradora de Riesgos del Trabajo Liderar SA, decisión que –conforme surge

de la resolución citada- implica su disolución automática y liquidación forzosa según los

artículos 49 y 51 de la Ley N° 20.091 (cf. artículo 3°). Posteriormente, la Superintendencia de

Riesgos del Trabajo dictó resolución Nro. 18/2018 el 5 de noviembre de 2018, por la que

dispuso revocar a dicha aseguradora la autorización para operar en el marco del art 2 de la ley

24.557, mencionándose en sus considerandos que la revocatoria decidida por la

Superintendencia de Seguros de la Nación “ha sido recurrido judicialmente (…), recayendo

sobre el mismo el efecto suspensivo previsto en el artículo 83 de la Ley N° 20.091 hasta tanto

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se expida la CÁMARA NACIONAL DE APELACIONES EN LO COMERCIAL de la Ciudad

Autónoma de BUENOS AIRES. Que en consecuencia, la Aseguradora actualmente continua

siendo la obligada al otorgamiento de las prestaciones, ya sean dinerarias como en especie,

como así también de la prevención de los riesgos del trabajo y todas las obligaciones que

hacen el cumplimiento de su objeto y que están previstas en las Ley de Riesgos del Trabajo,

hasta tanto se expida la CÁMARA NACIONAL DE APELACIONES EN LO COMERCIAL”.-

La existencia de la vía recursiva ha sido verificada por el suscripto en el sitio web del Poder

Judicial de la Nación, pestaña de la Cámara Nacional en lo Comercial, no constando a la

fecha resolución firme.- El efecto suspensivo de la impugnación apelativa enerva la

intervención del Fondo de Reserva de la LRT e implica la continuidad de la aptitud procesal

de ART Liderar SA, ya que el art. 49 primer párrafo de la ley 20.091 dispone que “la

revocación firme de la autorización importa la disolución automática, y el asegurador debe

proceder a su inmediata liquidación”, lo que –contrario sensu- implica que no estando firme

la decisión no tiene inicio al proceso liquidatorio, que en el sistema de la ley 20.091 es

equiparable en sus efectos a la quiebra (art. 51). Ello se compatibiliza con la previsión del art.

83 de la misma ley que otorga efecto suspensivo a la apelación con la sola excepción de los

arts. 31 y 43, que no hacen mención a la revocatoria de la autorización para funcionar y

consecuente liquidación.- Por lo tanto, corresponde continuar el trámite en relación a la

Aseguradora referida.-La acción que ahora habrá de resolverse versa sobre incapacidad

derivada de una patología que el actor califica como enfermedad profesional en el marco de la

ley 24.557, habiendo cuestionado la constitucionalidad de los artículos de dicho ordenamiento

que imponen sustanciar la impugnación del dictamen de la Comisión Médica por ante la

Comisión Médica Central o la Justicia Federal.- Precisamente por no haber seguido esa vía,

demandada y tercero citada plantean defensa de falta de acción.- El tema hace tiempo que ha

sido zanjado en forma pacífica por nuestra Jurisprudencia, fundamentalmente a partir de los

precedentes ‘Castillo c/ Cerámica Alberdi’ y ‘Obregón c/ Liberty’ de la Corte Suprema de

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Justicia de la Nación. Recordemos que en “Castillo, Ángel S. c/Cerámica Alberdi SA” (CSJN,

07/09/04, Fallos 327:3610) la Corte dijo (considerando 5°) que “no es constitucionalmente

aceptable que la Nación pueda, al reglamentar materias que son como principio propias del

derecho común, ejercer una potestad distinta de la que específicamente le confiere el citado

art. 75, inc. 12 CN. Lo contrario implicaría tanto como reconocer que las pautas limitativas

que fija la Constitución Nacional cuando se trata de derecho común, referentes a la no

alteración de las jurisdicciones locales y a la aplicación de esas leyes por los tribunales de

provincias si las cosas o las personas cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones, pueden ser

obviadas por la sola voluntad del legislador” y luego en el Considerando 6º) señala: “Que, en

tal orden de ideas, la Ley de Riesgos del Trabajo no satisface los mentados requerimientos.

En primer lugar, la norma no contiene disposición expresa alguna que declare federal el

régimen de reparaciones sub lite (doctrina de Fallos: 248:781, 783, considerando 3°)” para

luego afirmar (considerando 7º): “La Ley de Riesgos del Trabajo, de tal manera, ha

producido dos consecuencias incompatibles con la Constitución Nacional: impedir que la

justicia provincial cumpla la misión que le es propia, y desnaturalizar la del juez federal al

convertirlo en magistrado "de fuero común" (Fallos: 113:263, 269)”. Si bien en este caso la

cuestión central versó sobre la competencia de la Justicia Federal impuesta como revisora por

la LRT, la Corte se había encargado de señalar que las Comisiones Médicas eran organismos

federales, dando por entendido que cabía igual descalificación en su cotejo con las

jurisdicciones naturales provinciales. Y ello fue plasmado de manera expresa en el caso

“Obregón, Francisco Víctor c/ Liberty ART” del 17 de abril de 2012, donde el Máximo

Tribunal sostuvo “Que la solución del litigio en los términos indicados importó, asimismo,

una inequívoca desatención de la doctrina constitucional afirmada por esta Corte en

“Castillo, Ángel Santos c/ Cerámica Alberdi S.A.” (Fallos: 327:3610 - 2004). En efecto, si

bien ese precedente no se pronunció sobre la validez intrínseca del varias veces mentado

trámite, fue del todo explícito en cuanto a que la habilitación de los estrados provinciales a

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que su aplicación dé lugar no puede quedar condicionada o supeditada al previo

cumplimiento de una vía administrativa ante “organismos de orden federal”, como lo son las

comisiones médicas previstas en los arts. 21 y 22 de la LRT (Castillo, cit., pág. 3620 y su

cita)”. Por lo tanto, las normas que establecen que conflictos derivados de cuestiones

laborales ordinarias con personas jurídicas no federales deban ser sustanciados y decididos en

cualquiera de sus instancias por organismos federales administrativos (en este caso creados

por la Ley 24.241 –arts. 51 y 21 de la L.R.T- dependientes del P.E.N.), alteran claramente las

disposiciones del art. 75 inc. 12 de la CN. Entiendo que, en todo caso la recurrencia a la

Comisión Médica es opcional para el trabajador, quien por razones que evalúe de mayor

practicidad o celeridad, o por mero desconocimiento de la cuestión federal involucrada, puede

requerir la decisión del organismo de referencia como de hecho ocurre en incontables casos.

Sobre el asunto se ha expedido el Tribunal Superior de Justicia in re “Montero José Luis c/

Consolidar ART – Incapacidad – Apelación – Rec. de Casación” (Sent. 95, 04/07/2007)

donde se consideró que las decisiones de la Comisión Médica “constituyen un dictamen

despojado de validez de cosa juzgada administrativa al que corresponde atribuirle el

carácter de opinión médica anticipada..”, de modo que ninguna acción crea o deja de crear

con su opinión, que será una prueba más en el proceso. La acción en cabeza del trabajador

nace a partir de la existencia del daño y puede ejercerse desde el momento en que toma

efectivo conocimiento de su incapacidad definitiva y calificación, y debe ser ejercitada en los

fueros correspondientes conforme la distribución de competencias prevista en la CN y la

asignación que en razón de materia y territorio formulen los ordenamientos procesales

provinciales. Y ello es así por cuanto el “fijar la naturaleza profesional” del accidente o

enfermedad, como establecer el “carácter y grado de incapacidad” que la LRT establece como

incumbencias de las Comisiones Médicas, constituyen cuestiones de “hecho, prueba e

interpretación jurídica”, que resultan propias de las normas procesales locales y por ende,

reservadas a los Tribunales Provinciales. No podía la ley asignar el conocimiento y decisión

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de esas cuestiones a ningún organismo federal, y al haberlo hecho sin dudas violentó lo

normado por los arts. 5, 75 inc.12, 109, 116 y 121 de la CN. En conclusión y en lo relativo a

este punto corresponde declarar la inconstitucionalidad de las normas de la LRT y

disposiciones complementarias que hacen a la ‘federalización’ de las reclamaciones con

sustento en la Ley 24.557 (arts. 46 parr 1°; 8, 9, 21, 22 y 49, disposición 3º del mismo plexo

normativo), y arts. 10 a 37 –ambos inclusive-, del Decreto 717/96 y normas reglamentarias.-

Dicho ello, avanzaré en la cuestión sometida a controversia.- Los hechos. En la presente

causa el actor persigue ser indemnizado por incapacidad derivada de síndrome del túnel

carpiano, enfermedad profesional listada en el Dec. 658/96, asociada a los agentes dañosos “

Trabajos que requieren de movimientos repetidos o mantenidos de los tendones extensores y

flexores de la mano y los dedos. Trabajos que requieren de movimientos repetidos o

mantenidos de extensión de la muñeca o de aprehensión de la mano, o bien de un apoyo

prolongado del carpo o de una presión mantenida o repetida sobre el talón de la mano”.

Analizaremos en primer lugar si se ha verificado la existencia de esta patología, para luego

decidir su calificación, y en caso de corresponder indemnización, si alguna de las accionadas

habrá de asumir la cobertura reparatoria.- La enfermedad.El actor denuncia haber cursado

denuncia de la enfermedad mediante telegrama del 7 de octubre de 2010, recibiendo como

respuesta una citación de Federación Patronal a control médico para el 20 de octubre de 2011,

al que concurrió, y que tras ello no recibió ninguna respuesta, lo que implicaría –sostiene- la

aceptación tácita de la pretensión en los términos del art.6 del Dec. 717/96.- Este punto

merece alguna aclaración, ya que en realidad el telegrama de denuncia no fue librado el 7 de

octubre de 2010 sino del 2011, tal como surge de la pieza postal acompañada en forma

coincidente por accionante y demandada (fs. 43 y 48).- Federación Patronal alegó haber

brindado respuesta a ese requerimiento, citando al actor a controles médicos a los que no

habría asistido, por lo que declinó la responsabilidad.- La citación para el 20 de octubre a

revisión médica se encuentra reconocida por el actor en su demanda y es coincidente con la

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carta documento que en fotocopia agregó Federación Patronal a fs. 53; pero no consta en su

texto ni se alegó al contestar la demanda, que la aseguradora hubiere hecho uso del plazo de

prórroga para expedirse previsto en el art. 6 del Dec. 717/96. La norma, en su texto vigente a

la fecha de los hechos, imponía a la ART el deber de pronunciarse expresamente dentro de los

diez días de recibido el requerimiento del trabajador, plazo en el cual podía suspender el

término por veinte días más (actualmente diez), comunicando su decisión a empleado y

empleador dentro del lapso inicial. Disponía la regla que vencido ese plazo, se produce la

aceptación tácita de la pretensión, concepto que se entiende comprensivo de la cobertura,

existencia del accidente o enfermedad, su calificación y secuelas invalidantes, criterio que he

aplicado de manera reiterada, en coincidencia con abundante jurisprudencia: Sala 6ª de la

Cámara del Trabajo, autos “Paz Ramón c/ La Caja”, sentencia del 14/6/2004; el mismo

Tribunal en “Heredia Eduardo c/ Prevención ART -expte.116682/37”, Sent. del 5/8/2010; esta

Sala 1ª, Voto del Dr. Víctor Buté, en “Saquilán Omar c/ Berkley ART” Sent. del 4-3-2011;

Sala 10ª Voto del Dr. Daniel Brain en “Chacón Natalia Lorena c/ Galeno ART S.A. –

ordinario - accidente in itínere - expte. 210983/37”, Sent. 67 del 29 de julio de 2014; Sala 7ª

voto Dr. José Luis Rugani en “193432 - Suárez, Karina Alejandra c/ La Caja ART S.A. –

Ordinario – accidente – ley de riesgos”, Sent. 177 del 14/5/2014; “Bustos, José Fabián c/

MAPFRE Argentina ART SA - Ordinario – Incapacidad - expediente n.° 1151536”, Sent.

153 del 11-8-17, CTrab. San Francisco; Tribunal Superior de Justicia en “Acuña Ramón

Felipe c/ La Caja ART S.A. y otra – demanda”, sent N° 24 del 12/3/2008. En similar sentido

se ha expedido la Sala I de la Cámara Federal de la Seguridad Social en Sent.80395 del

30/11/98 in re “Martínez José Antonio c/Provincia ART SA”, citado en la obra “Riesgos del

Trabajo Manual Práctico, de Luis Enrique Ramírez, edit. IB de F 2010 pág. 213; y Primera

Cámara del Trabajo de Mendoza en “Muñoz Mario Ernesto c/ Mapfre Argentina ART S.A. –

accidente” (Sent. del 13-10-2016).- En el sub lite, reitero, no se ha invocado ni probado que se

hubiere comunicado a Videla ni a la empleadora el uso del plazo adicional para expedirse, la

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ausencia del actor al control médico, ni tampoco se acreditó el posterior rechazo por falta de

presentación a controles médicos. En efecto, la Carta Documento reproducida en copia a fs.

52, que contiene un texto relativo a la desestimación de la denuncia, carece de eficacia

probatoria al tratarse de una copia simple no validada a través de medios idóneos, señalando

además que no resulta visible el matasellos del Correo con la fecha de imposición.- Por lo

tanto, en relación a Federación Patronal, se ha operado la aceptación tácita de la pretensión,

que de todos modos no resulta oponible a la tercero citada, ART Liderar, en tanto ella no fue

destinataria de intimación alguna.- A fs. 176/184 se encuentra agregada la pericia médica

producida por el Dr. Mario Natalio Morero.- El profesional, sobre la base del detalle de tareas

del actor y sometido que fue al correspondiente examen clínico de muñecas, releva como

sintomatología actual la presencia de dolor principalmente en muñeca izquierda y sensación

de hormigueo en palma mano izquierda; dolor leve en la presión digital del carpiano

izquierdo, con fuerza normal y sin limitaciones funcionales; signo de Tinnel dudoso en mano

izquierda; leve hipotrofia muscular de la eminencia tenar izquierda.- En informe

electromiográfico consta sufrimiento del nervio mediano derecho, pero que –informa el

perito- no coincide con el cuadro clínico de ese momento.- El profesional concluye que el

trabajador padece de síndrome del túnel carpiano, de carácter crónico y con leve sufrimiento

del nervio mediano distal en su paso por el canal del carpo (Rango M5-S4).- La incapacidad

fijada es del 3% de la t.o. y se ajusta a los parámetros que el Baremo del Dec. 659/96 contiene

en el capítulo de ‘Lesiones de los Nervios Periféricos – Miembro Superior’ (M5: contracción

contra resistencia importante; S4: 20 % de incapacidad sensitiva).- El perito describe además

la mecánica de producción del daño y formula un completo análisis en torno a lo que debe

entenderse por movimientos ‘repetitivos’ (fs. 162 vta), donde desecha fundadamente los

enunciados que exigen un cierto número de repeticiones en un intervalo de tiempo

determinado, considerando que ello depende de las características de la actividad.- Adiciona a

la incapacidad fijada, como factor de ponderación, el 2% por edad, que eleva el total al

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3,06%.- La pericia a mi criterio se encuentra fundada suficientemente, y no ha merecido

además impugnaciones de las partes ni informes disidentes de los peritos de control, por lo

que forma convicción suficiente sobre lo informado y prevalece por sobre la incapacidad

tácitamente aceptada por Federación Patronal, en tanto se trata de una prueba concreta que

desplaza una presunción.- Debo señalar no obstante, en orden a la incapacidad final, que

según constancias del S.A.C, que han sido necesariamente consultadas por el Tribunal en

función del informe del Registro de Accidentes y Enfermedades Profesionales de fs. 191 y el

Historial de Siniestros en base al CUIL informado por la SRT a fs. 79, el actor ha sido

indemnizado por Consolidar ART en la causa cuya actual numeración es 3137457, en la que

se arribara a acuerdo homologado por el Juzgado de Conciliación de 5ª Nominación mediante

Resolución Nro. 618 del 12/10/2011, por patologías de hombro, columna cervical y codo,

productoras de una incapacidad del 22,92%; y en el expediente Nro. 3178374 por Prevención

ART S.A., conforme acuerdo homologado por Auto Nro. 542 del 5/9/14 dictado por el

Juzgado de Conciliación de 6ª Nominación, donde se conciliara un 6,8% de incapacidad por

patología lumbar.- De manera pues que la capacidad residual o restante en los términos del

Dec. 659/96 es del 70,28.- Aplicando la incapacidad fijada en autos sobre esa residual, el

porcentaje resultante es del 2,15%.- La calificación. Como se dijo anteriormente, esta

enfermedad está asociada, dentro del listado del Dec. 658/96, a agentes de riesgo específicos,

lo que de todas manera no excluye la posibilidad de ser reparada en caso de no verificarse la

exposición a éstos, en el marco de la apertura del art 6 de la LRT dispuesta por el Dec.

1278/00.- Las demandadas han negado en su responde las tareas que el actor dijo haber

cumplido; pero no obstante su condición de aseguradoras con sucesión temporal de Pertrak

SA, empleadora del actor, no contradijeron el relato de Videla explicando cuáles eran

entonces las funciones que éste llevaba a cabo, sin que por lo tanto pueda considerarse que

existe a su respecto una verdadera controversia, que no es otra cosa que una ‘contra versión’

de los hechos.- Esta omisión, que impide la formación de la litis en términos plenos,

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constituye una presunción favorable al relato del trabajador, que de todos modos ha sido

corroborado con la prueba testimonial rendida en el debate.- JOSÉ OMAR BORIS,

actualmente jubilado, dijo haber trabajado en Perkins y su continuadora, Pertrak, y haber sido

compañero del actor durante muchos años. Aclaró que él estuvo entre 1982 y 2017, en

despacho de motores y almacén, y también en línea. Declaró que el actor estuvo en la línea de

armado, terminado e inspección. Que en la línea de armado estaba en el primer puesto, donde

tenía que lavar los bloques de motor y cigüeñales, que estaban en una tarima en el piso, y ahí

lo enganchaba para lavarlo, y lo trasladaba a la máquina lavadora, donde se sumergía

automáticamente; que de todos modos había que correrlo manualmente luego para

sopletearlo; que después luego lo volvía a llevar con el guinche hasta un carrito sobre la línea;

ahí empezaba a armar; que el cigüeñal también venía con un guinche; que el carrito habrá

estado a un metro más o menos; que se hacía en ese lugar el atornillado y torque, todo a

mano; que luego algunas piezas se torqueaban con herramientas neumáticas para el ajuste

final. Que había distintos tamaños de bloques. Que los bulones estaban más o menos a la

altura del ombligo y había que hacer fuerza con todo el cuerpo; casi todos estaban a la misma

altura. Que los guinches eran eléctricos o hidráulicos; que a veces eran manuales; que a la

pieza se la podía acomodar manualmente; que el bloque más grande podía tener unos 250

kilos y el más chico unos 120 kilos; que cada operación de éstas podía durar unos diez o

quince minutos; que también lo vio en el área de terminado, colocando volantes del motor;

que para enganchar el volante y cubre volante, de unos sesenta kilos, que se pasaba

manualmente por debajo del bloque, a un metro de altura más o menos; que venía uno atrás de

otro y eso se hacía eso toda la jornada; que a la actividad anterior también la hacía durante

toda la jornada; que cuando el dicente entró no había elementos de protección para la

columna, y después de unos diez años sí les daban faja, cree que a los de línea les dieron.-

Que la pieza iba pasando de un puesto a otro con una cadena móvil permanente, pero que una

parte del block, para el sopleteado, se colocaba sobre rodillos; había que empujar el block

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para que ruede.- Que también el actor hizo inspección del acabado final del motor; que esto lo

hizo al final de su actividad, varios años; que el motor se controlaba parte en la línea y al final

se los ponía en unas bases y ahí se veía, puede haber sido unos tres o cuatro años; que Videla

se fue antes que el dicente, puede haber sido tipo 2011 y no está seguro qué tarea hacía en ese

momento.- Que la inspección se hacía por arriba, abajo; que tenía que controlar el torque de

los bulones si era correcto; que para ello a la pieza se lo podía levantar con el puente grúa.-

NORMANDO MARIO ACOSTA, jubilado, también dijo haber sido empleado de Perkins y

compañero de Videla. Relató que él estuvo cuarenta y cuatro años en la empresa, en distintas

áreas; que Videla ya estaba cuando el dicente entró. Que Videla estuvo en armado, terminado,

árboles de levas y le parece que también en cigüeñales.- Que en la línea de armado se

levantaba los blocks con un guinche cadena manual y luego neumático; que estima que

durante treinta años fueron manuales, luego pusieron eléctricos pero no andaban; había que

levantar el block desde una tarima y se colocaba en una tarima de rodillo, se lo empujaba; que

por ahí los rulemanes de los rodillos no andaban bien y había que empujar; que había varios

tipos de blocks, le parece que el más pesado puede haber sido de unos 300 kilos y los más

chicos de unos 150 kilos; que en algunas épocas se hacían hasta 120 motores, y en otras

épocas menos; se hacía el lavado en una máquina y luego se lo ponía en el volquete para

sopletearlo; que se hacía con una pistola de aire y químicos; que después pasaba a otros

rodillos donde se le colocaban tapones manuales a presión, con una maza; también se lo

numeraba con martillo, números y letras que se armaban una a una, y se marcaba con una

maza; que los bulones se ponían manualmente y se ajustaban con una torqueadora, pero al

ajuste final o torque lo hacían manualmente, con un criquet que hacía un ruido que indicaba el

ajuste final; que no se hacía roscando sino palanqueando; que cada pieza tendría siete

bulones; que también ponían los espárragos en tapa de cilindros, que son unos veinticinco en

el bloque grande, donde va puesta la tapa de cilindros y se ajustaba con la torqueadora.- Que

luego había una cadena que normalmente, pero que a veces se demoraba un poco y entonces

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había que empujar para engancharla más adelante, que eso era habitual. Que en ese caso había

que empujarlo y era bastante pesado.- Que en terminado se hacía todo a mano, se sacaban los

motores de arranque, de unos diez kilos, que venían en un carro y los colocaban en el motor.

Se insertaba en los espárragos, que estaba un poco arriba del ombligo y luego se colocaban

arandelas Growing y tuercas, y se ajustaba a llave manual, solamente uno se podía hacer

maquinado. Que antes se ponía el cubrevolante de motor, que se alzaba con un guinche; que

había que trabajar sentado atrás del motor para maniobrarlo, poniendo los brazos en todas las

formas, y luego había que hacer todo el abulonado por dentro.- Que a la pieza la tenía que ir

acompañando manualmente; que quedaba puesto en la punta y había que golpear con una

maza para que entre y luego se abulonaba a mano, y el ajuste final con un torque.- También se

ponía una chapa debajo, había que agacharse. Cada operario haría dos o tres operaciones, iba

en cadena, colgado y pasaba a otro puesto. Que el promedio era el que mencionó antes. Que

también lo vio en control de calidad de armado o inspector, mucho tiempo, pero iba rotando.

Que cuando mermó el armado, lo mandaron a la sección árbol de levas, después del 2000.

Que lo vio trabajar allí, donde se mecanizaba el árbol de levas, que es de hierro y de unos

cinco o siete kilos el más chico; que la pieza viene en un carro y la pone en una máquina y

luego la saca y la pone en otra máquina, a unos dos o tres metros una de otra; que se

completan las piezas y se hacen los ajuste manuales y torque final neumático.- Que le parece

que Videla se fue en el 2014, y estaba en árbol de levas, y antes anduvo por todos lados. Que

inspección hizo cuando estaba en motores; pero después volvía a la línea y al final pasó a

árbol de levas, donde el dicente no veía mucho porque nunca estuvo trabajando allí.- La

descripción de los testigos pone en evidencia que el accionante realizó tareas que exigían un

constante despliegue manual, con realización de esfuerzos y movilidad permanente,

trasladando y acomodando piezas, colocando y ajustando bulones y tuercas manualmente,

aunque el ajuste final se hiciera con un sistema neumático; agregando Acosta que también se

marcaban con maza los números de las piezas, manualmente.- Claramente en mi opinión, esta

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descripción coincide con el agente de riesgo señalado en el Dec. 658/96 como asociado a esta

patología, al que estuvo expuesto el trabajador durante más de cuarenta años, por lo que la

enfermedad debe ser considerada profesional listada.- La objeción formulada por la accionada

en su alegato a fs. 206 vta/ 207 respecto de que esos movimientos (ajuste de tornillos, tuercas

y bulones) no pueden ser considerados movimientos repetitivos por cuanto el actor fue

cambiando de puestos de trabajo, no se condice con los testimonios, que señalaron que en

todas las labores cumplidas Videla realizaba esta operación, existiendo un plazo suficiente de

exposición (cuarenta años) para justificar la calificación.- En todo caso, recordemos, la

aceptación tácita de la pretensión por parte de Federación Patronal, imponía sobre sus

espaldas la prueba del carácter de inculpable de la patología y no a la inversa.- La ‘

constancia de visita’ de la accionada a Pertrak SA de fs. 90/91 (también invocada en los

alegatos), en la que se informa que relevado el puesto de trabajo del actor ‘no surgen

recomendaciones’, es totalmente inoficiosa a los fines probatorios. No sólo porque se trata de

un documento interno de la aseguradora, agregado en fotocopia simple y no reconocido en el

proceso por los firmantes, sino también porque no consta cuál fue el puesto relevado ni

obviamente puede involucrar los cuarenta años previos en que se desarrolló la relación.- La

obligada al pago de la reparación. Definida la existencia del derecho reparatorio, debemos

determinar quién resulta obligada al pago de la reparación.- El art. 47 inc. 1 de la ley 24.557

dispone que “Las prestaciones serán abonadas, otorgadas o contratadas a favor del

damnificado o sus derechohabientes, según el caso, por la ART a la que se hayan efectuado o

debido efectuarse las cotizaciones a la fecha de la primera manifestación invalidante”. Es

decir, que lo que define la aseguradora obligada es la vigencia del contrato de afiliación al

momento en que se verifique la primera manifestación invalidante (en adelante PMI) de la

patología. Es el criterio escogido por la norma tendiente a clarificar ante el trabajador la figura

del obligado, sin que se vea necesitado a recurrir a indagaciones sobre el origen del proceso

de deterioro de su salud, que en todo caso podrá ser objeto de invocación por la aseguradora

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para el ejercicio de las acciones de reintegro que pudieren corresponder (art. 47 inc. 1º

segundo párrafo).- Lamentablemente la PMI no está expresamente definida en la normativa y

suele ser incorrectamente identificada con la primera manifestación clínica de la enfermedad.

La primera manifestación invalidante es la primera vez que el trabajador se vio impedido de

prestar servicios como consecuencia del siniestro o enfermedad profesional. Es lo que surge

del art. 13 inc. 1º de la LRT relativo a la incapacidad temporaria, que dispone: “A partir del

día siguiente a la primera manifestación invalidante y mientras dure el período de

Incapacidad Laboral Temporaria (ILT), el damnificado percibirá una prestación de pago

mensual, de cuantía igual al valor mensual del ingreso base.” Si bien el importe de la ILT se

ha modificado (ya que el trabajador tiene derecho actualmente a percibir durante la ILT una

indemnización mensual equivalente al salario de la actividad), lo relevante de la norma para

nuestro caso es que aclara que la primera manifestación invalidante es la que habilita el pago

de la ILT, y ésta existe a partir del día en que el trabajador no puede prestar servicios como

consecuencia del siniestro o enfermedad. Pero ocurre que en el caso de autos el actor no alegó

cuándo ocurrió la PMI.- Los elementos aportados a la litis no aportan sino confusión al

respecto. Es que el actor en su demanda denuncia que cursó la denuncia a Federación Patronal

en octubre de 2010 cuando en realidad, según dijimos supra, era octubre del 2011 tal como

surge de su telegrama de fs. 43, donde en otro yerro, invoca como fecha de la PMI el 3 de

noviembrede 2011 de acuerdo al certificado médico del Dr. Jorge Íscaro. Digo que claramente

se trata de un error porque esa fecha era FUTURA (el telegrama es del 7/10/11) y el

certificado médico del Dr. Jorge Iscaro (fs. 10) es del 3 de mayode 2011. La cuestión a

dilucidar respecto de la fecha es relevante no solamente porque a partir de ese momento se

calcula el ingreso base mensual (IBM) sino porque en los tiempos en análisis medió cambio

de aseguradora. En efecto, tal como lo informa el Perito Contador Juan Esteban Juncos a fs.

121/151, a partir del 1 de agosto de 2011 Pertrak SA contó con cobertura de ART LIDERAR,

lo que es coincidente con lo informado por la SRT a fs. 116, del que surge que entre el 1 de

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mayo de 2010 y el 31 de julio de 2011 existió contrato con Federación Patronal, y a partir del

1 de agosto de 2011, contrato con Liderar.- Entiendo que en el caso resulta dirimente la

conducta asumida por la demandada frente a la denuncia prejudicial. Es que, tal como

señalamos anteriormente, del intercambio epistolar tenido por cierto, no surge que esta

aseguradora hubiere rechazado la pretensión por ausencia de cobertura vigente, sino que por

el contrario, cursada la reclamación citó al trabajador a control médico, consignando en esa

citación como fecha de la PMI el 31 de julio de 2011, que opera sin dudas a modo de

confesión de su parte.- Ello, sumado a la aceptación tácita de la pretensión ya referida frente a

la ausencia de prueba de rechazo de su parte, impone considerar que la PMI se produjo en la

fecha indicada y consecuentemente durante la cobertura de Federación Patronal Seguros SA,

por lo que debe desestimarse la calidad de obligada al pago de ART Liderar.- Los argumentos

brindados por el apoderado de la demandada en sus alegatos (fs. 205 vta) respecto de que en

la Carta Documento de la aseguradora se consignó como fecha de PMI el 31-7-2011 ‘ya que

no podía consignar una fecha posterior por haber cesado al momento de la denuncia el

contrato con el empleador’ no sólo no integraron la materia litigiosa sino que carece de

justificativo razonable. En efecto, esta explicación no fue introducida en el responde, y

además claramente no es cierto que hubiere tenido que ‘inventar’ una PMI para citar al

reconocimiento médico al trabajador. Lejos de ello, pudo citarlo a revisión médica, hacer uso

del plazo de prórroga para expedirse y en el marco del art. 31 inc. 1-b) de la LRT requerir a la

empleadora el historial médico laboral de Videla para verificar se existía alguna PMI previa a

la intimación, para luego, dentro del plazo máximo, expedirse al respecto, conducta que no

siguió sino que reconoció a modo de confesión la PMI del 30-7-2011 y nunca rechazó la

pretensión.- El monto indemnizatorio. Para el cálculo de la indemnización que deberá

abonar la demandada al actor, la ley –en su texto anterior a la reforma por ley 27.348, que no

resulta aplicable al sub lite en función de su art. 20- plantea la recurrencia a un módulo

denominado ‘ingreso base mensual’, que no es sino un promedio de las remuneraciones

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percibidas por el trabajador durante los doce meses anteriores a la primera manifestación

invalidante (arts. 14 y 12 LRT), que en el caso de autos hemos fijado en el 31 de julio de

2009.- No obran en autos elementos para efectuar esa cuantificación, por lo que debería

diferirse a la etapa ejecutoria, adicionándose los intereses respectivos.- Pero la actora ha

cuestionado en su demanda el quantum indemnizatorio resultante, peticionando se aplique la

tasa activa de operaciones de descuento de documentos comerciales y el criterio del Tribunal

Superior de Justicia en la causa ‘Saquilán Omar c/ Berkley International’.- En relación a ese

precedente, el Alto Cuerpo mandó a considerar el cálculo del ingreso base a partir de la

determinación de la incapacidad y no de la PMI atento el largo tiempo transcurrido entre una

y otra fecha, lo que operaba con un efecto degradatorio del valor real de dicho módulo por la

inflación operada en ese lapso y la inexistencia de un mecanismo de recomposición (como

ahora prevé la ley 27.348 a través del ajuste de esos salarios a través del coeficiente RIPTE).-

La resolución 104/98 de la SRT en su artículo segundo dispone: “Estipúlase que el pago de

las prestaciones dinerarias de pago único en concepto de Incapacidad Laboral Permanente

Definitiva, deberá realizarse dentro de un plazo no superior a QUINCE (15) días, contados

desde la fecha en que la A.R.T. fue notificada de la homologación o dictamen donde se

determina el porcentaje de incapacidad” y posteriormente la Resolución 414/99 dictada por

la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), estableció en su art. 2 que "la mora en el

cumplimiento de la obligación de otorgar las prestaciones dinerarias contempladas en la ley

24.557 (Adla, LV-E, 5865) se producirá de pleno derecho transcurridos treinta (30) días

corridos de la fecha en que la prestación debió ser abonada o el capital depositado, y por el

mero transcurso del plazo indicado". Se trata de normas que no resultan de aplicación al caso,

toda vez que están articuladas para el procedimiento previsto en el procedimiento por ante las

Comisiones Médicas, que en el sub lite no existió.- Mal podría equipararse a esos fines la

pericia médica judicial, en tanto implicaría un cómputo tardío del interés y la convalidación

de un deterioro progresivo y notorio del valor del ingreso base (y por ende de la reparación)

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por el sólo transcurso del tiempo frente al proceso inflacionario que integra las máximas de

experiencias. Además, he sostenido de manera reiterada que la SRT carece de facultades para

determinar cuestiones relativas a los intereses de las obligaciones del sistema, en la medida

que éstos conforman actualmente una parte sustancial del crédito en función de su finalidad

de resguardo frente al citado proceso inflacionario.- La ley 27.348 ha establecido una nueva

regla en materia de intereses y de ajustes dinerarios tendientes a impedir la licuación del

crédito, que si bien no resulta de aplicación al caso de autos en función de tratarse de un

accidente anterior a su entrada en vigencia (art. 20) evidencia la finalidad reparatoria del

sistema (actualiza el ingreso base con tasa activa hasta la fecha de determinación de la

indemnización y con la misma tasa desde allí hasta el pago) y la competencia del legislador al

respecto. En ese sentido, aunque en materia previsional, se ha expedido recientemente la

Corte en “Blanco Luis Orlando c/ANSeS s/ reajustes varios” (sent. Del 18/12/2018), habiendo

sentado claramente la ausencia de competencia administrativa para determinar las pautas de

ajuste de las obligaciones sustanciales.- Pero antes de la ley 27.348, ni la ley 24.557 ni sus

modificatorias y complementarias regularon específicamente el tema.- Desde el dictadode la

ley 23.928 que prohibió la actualización monetaria, la finalidad del instituto estuvo orientada

–a través de la elaboración judicial- a preservar el crédito de su depreciación, y compensar al

acreedor por la rentabilidad que no pudo obtener por no disponer de su dinero, aunando así las

calidades de compensatorios y moratorios, por encima de su específica denominación.- Ese

rol es claramente el previsto en el art. 1748 del Código Civil y Comercial, que dispone que los

intereses por daños se deben desde que éste se produjo, regla que si bien tampoco resulta

aplicable al caso por su vigencia temporal, define una pauta clara en orden la finalidad del

sistema legal en materia de reparación. En la causa “Carletti Oscar c/ Empresa General

Urquiza – ordinario – daños y perjuicios” de la Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia

(Sent. Nro. 4 del 2.2.2012), analizando el tema se sostuvo que “los intereses que integran la

reparación de un daño causado extracontractualmente -por regla- son los denominados

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moratorios, y tienen por primordial objeto resarcir la falta de cumplimiento oportuno de la

obligación de indemnizar. Así lo han apuntado juristas de prestigio afirmando que: ‘los

intereses indemnizatorios o resarcitorios son también moratorios pues al responsable se le

impone la obligación de reparar el daño causado a partir del momento mismo de su

producción, operando la mora automáticamente desde ese instante” (PIZARRO, Ramón D.,

Los intereses en la responsabilidad extracontractual, Sup. Esp. Intereses 02/07/2004, 75 -

Responsabilidad Civil Doctrinas Esenciales 01/01/2007, 1553; íb. ZAVALA DE GONZALEZ,

Matilde - MORENO, Graciela Melania, Los intereses en la responsabilidad civil, JA, 1985-

IV-71, entre otros). El fundamento de ello radica en el principio rector de la responsabilidad

civil cual es el de la reparación plena e integral, en cuya virtud la víctima debe ser resarcida

de ‘todo’ daño causado, de la manera más completa posible (art. 1083 CC). Sobre el tópico,

la Sala Penal de este Alto Cuerpo ha sostenido antes que ahora que: ‘En la responsabilidad

civil rige el principio de reparación plena o integral para lo cual los intereses al ser

accesorios de la obligación principal (reparación del daño) constituyen su expresión más

concreta, pues tienden a preservar la integridad de la indemnización a que tiene derecho la

víctima (arts. 106 y 1078 C.C.)’. Claro está que en nuestro caso no nos encontramos con una

demanda de reparación civil sino tarifada y especial de la ley 24.557, pero es de mi

entendimiento que el criterio así como las reglas relativas a intereses de las indemnizaciones

por daños en general, atraviesan transversalmente los distintos sistemas reparatorios, entre

ellos el de la ley 24.557.- Por tal motivo, he sostenido en la totalidad de pronunciamientos

anteriores dictados en materia específica de esta ley, que las indemnizaciones devengan

intereses desde la fecha en que se determina su cuantía dineraria, esto es, la de la PMI, ya que

cualquier otra posterior que se empleare supondría su cálculo sobre un capital depreciado.- Y

también he recurrido habitualmente a la tasa aplicada por el Tribunal Superior de Justicia a

partir del precedente ‘Hernández c/ Matricería Austral’, del 2% mensual con más tasa pasiva

promedio que publica el BCRA. Sin embargo, en un caso recientemente resuelto por el

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suscripto, “D’Antona Alfonsina c/ FST S.A. Teleperfomance y otro – ordinario – haberes –

expte. 3127171” (Sent. del 10/5/2018), se advirtió que la tasa en cuestión no preservaba de

manera suficiente el quantum del crédito en su valor real y se decidió la aplicación de otro

mecanismo.- Veamos el caso de autos. Recurriendo a la tasa ‘Hernández’, los intereses

calculados a través de la aplicación de específica del sitio web del Poder Judicial de la

Provincia, ascienden a la fecha al 429,88%.- Este porcentaje no supone de ninguna manera la

preservación del valor actual de la prestación. Es que –pese al innegable atraso de la

evolución de los salarios frente al proceso inflacionario en la actualidad-, las remuneraciones

promedio en el país desde julio de 2011 hasta octubre de 2018 (último coeficiente RIPTE

publicado) se incrementaron en un 802,6%, a lo que cabría adicionar el 12,27% negociado

colectivamente por la UOM para la Rama Automotor del CCT 260/75 para el período

febrero/abril de 2019, con lo que la sumatoria final sería del 814,87%.- El objetivo de

resguardo del crédito buscado por los Tribunales a través de tasas de interés que compensen la

inflación y la pérdida de rentabilidad dineraria, claramente no está logrado en este caso. - La

CSJN en “YPF c/Provincia de Corrientes y otro” ( JA 1992-I-p.569), señaló que “...(se) ha

podido constatar recientemente que los resultados más disparatados pueden resultar de la

aplicación de índices, por lo que observó que si bien éstos pueden ser utilizados a fin de

obtener un resultado que se acerque, en la mayor medida posible, a una realidad económica

dada, cuando ello determina resultados injustos o incluso absurdos frente a la realidad, ella

debe privar sobre abstractas y genéricas fórmulas matemáticas..”, criterio que se impone

tanto cuando el resultado final peca por exceso como por defecto, y ha sido recientemente

reiterado por el máximo tribunal nacional en “Bonet, Patricia Gabriela c/ Experta

Aseguradora de Riesgos del Trabajo Sociedad Anónima y otros s/ accidente acción civil”,

(sent. 26 de febrero de 2019).- Recordemos que la recurrencia a intereses para compensar la

inflación fue un mecanismo utilizado por los jueces frente a la vigencia de la prohibición

indexatoria dispuesta por los arts. 7 y 10 de la ley 23.928.- Antes de dicha regla, las

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obligaciones laborales se actualizaban monetariamente hasta su efectivo pago (art. 276 LCT)

a través de los índices del Costo de Vida o variación del precios al consumidor publicados por

el INDEC, y el interés moratorio fijado en esos momentos por los jueces en el marco del art.

622 CC representaba una fórmula tendiente a compensar al acreedor la rentabilidad frustrada

de su capital percibido fuera de tiempo, pero no la recomposición del capital originario.- Esa

fue la concepción de la Corte en el citado caso “YPF c/ Provincia de Corrientes” al definir

que “Estos intereses constituyen la consecuencia inmediata y necesaria del incumplimiento

de la obligación, pues tienen por objeto aplicar el capital adeudado a una inversión que

genere renta pendiente, vale decir los intereses que aquél ha dejado de percibir...”, criterio

luego reiterado en “López c/Explotación Pesquera de la Patagonia” (Sent. del 10-6-92, JA

1992-II-10).- Pero frente a la prohibición de ajuste monetario y el incremento del costo de

vida en paralelo, los tribunales recurrieron, en base a la previsión del art. 622 del anterior

Código Civil, a la fijación de intereses alejados de aquella concepción tradicional de elemento

accesorio a la obligación dineraria principal, para atarla a la preservación de su entidad o su

‘valor real’ frente al proceso inflacionario constante.- Bajo la argumentación de que la

inconstitucionalidad es la “última ratio” del orden jurídico, se optó por mantener incólumes

los artículos 7 y 10 de la ley 23.928 y recurrir a tasas de interés que compensaran la

depreciación progresiva de la moneda. Esta mecánica, que no era por cierto nueva en nuestra

jurisprudencia, implicó reconocer de manera categórica la insuficiencia de la ley para tutelar

el derecho de propiedad de los acreedores. En ese marco y con asociación a la realidad

económica de cada momento, el Tribunal Superior de Justicia fue marcando pautas de

seguimiento generalizado en nuestra doctrina judicial: en “Bustos R. c/ Cor- Acero” del 14-8-

92 decidió aplicar la tasa del 1% más tasa pasiva promedio del BCRA; luego, ante el

aquietamiento del proceso inflacionario, decidió restringirla al 0,5% mensual más tasa pasiva

en la causa “Zapata, Angelita E. c/ Ros, Alex y otro - Dda. Rec, Casación - Revisión", para

–finalmente- a partir del ya citado precedente “Hernández Juan Carlos c/ Matricería Austral”,

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aplicar a partir del 7 de enero de 2002, la tasa pasiva promedio del BCRA incrementada en un

2% mensual, en atención a las cambiantes condiciones de la economía y el avance del proceso

inflacionario, resaltando el necesario carácter provisorio de la decisión, que sujetó a nuevas

revisiones según las circunstancias futuras. Dijo en este último pronunciamiento, con

referencia al criterio anterior que se modificaba, que “las circunstancias actuales exigen

revisarlo pues resulta un hecho notorio la alteración de la situación económica y el proceso

de desvalorización monetaria reiniciado a partir del dictado de la Ley 25.561. Ese

ordenamiento de ‘Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario’ (B.O. 7/1/2002),

deroga el art. 1° de la Ley 23.928 y faculta al Poder Ejecutivo a establecer el sistema que

determinará la relación de cambio entre el peso y las divisas extranjeras (art. 2 íb.). Sin

embargo, no modifica el art. 7°, Ley 23.928 que prohíbe actualizar monetariamente, aplicar

indexación por precios, variación de costos ó repotenciación de deudas cualquiera fuere su

causa. Sin embargo, el propio decreto que reglamenta esa ley (N° 214/02) admite el menor

poder cancelatorio de la moneda de curso legal frente a la divisa que antes fue su marco de

conversión. Ello porque prevé un coeficiente de estabilización en los supuestos que allí se

establecen. Frente a lo expuesto y congruentes con la postura asumida inveteradamente por

este Cuerpo, es menester conseguir esa recomposición por vía indirecta. Esta decisión

importa ‘mantener la estricta igualdad de la prestación debida conforme las circunstancias

del caso’ (C.S.J.N. "Vieytes de Fernández -Suc.- v. Provincia de Bs. As.", Fallos 295:973).

Además, no desatiende que la generalizada crisis actual afecta la capacidad de pago de los

deudores y que la incertidumbre económica, agravada por profusas medidas legislativas en

materia monetaria intentando atender las cambiantes condiciones del mercado financiero,

perjudican el acceso al crédito.”- Todo lo que he expuesto en este punto se orienta a resaltar

que en definitiva, los intereses judiciales, desde la ley 23.928, estuvieron claramente

asociados a la recomposición del crédito en su aspecto sustantivo y no meramente

complementario o accesorio: se buscó por vía de la tasa de interés compensar la licuación de

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la deuda por inflación. El nuevo Código Civil y Comercial nada dijo en torno a la

repotenciación de deudas y por ende ratificó el criterio ‘no indexatorio’ vigente.- Así, nos

encontramos ante una situación en la que, como refiriera el Tribunal Superior de Justicia en el

precedente Hernández, frente a un resultado disvalioso en el caso concreto, se presenta la

necesidad imperiosa de reformular el mecanismo, en tanto los intereses no reflejarán ninguna

rentabilidad financiera frustrada y ni siquiera el valor actual de la prestación histórica, ello so

pena de consolidar una inequidad manifiesta.- La situación obliga analizar entonces si las

disposiciones de la ley 23.298 son compatibles con las garantías constitucionales en las

particulares circunstancias del caso.- La Corte, en épocas en que el art. 276 LCT contenía un

mecanismo de ajuste entonces considerando injusto (variación salarial del peón industrial),

sostuvo que la recurrencia a tasas de interés por los tribunales no hacía sino poner de

manifiesto la insuficiencia del ordenamiento jurídico para preservar los créditos laborales,

cuando dijo que “...en numerosos pronunciamientos los diversos tribunales han debido

actualizar los créditos conjugando para ello el monto de la condena con la tasa de interés, en

resguardo, precisamente, de lo dispuesto en las normas constitucionales ya mencionadas.

Ello comporta, implícitamente, reconocer la pugna entre el actual art. 276 LCT y los

derechos que consagra la Ley Fundamental.” (Valdéz Julio H. c/ Cintioni Alberto, Sent. del

3-5-79, JA-1979-IV-pág.476).- Lo dicho es consecuencia de que “la calidad del dinero se

determina por su poder adquisitivo, o lo que es lo mismo por su valor corriente. El deudor de

una obligación cuyo cumplimiento está diferido en el tiempo, no entrega moneda de la misma

‘calidad’ cuando sólo atiende a su valor nominal, en épocas de progresiva desvalorización

monetaria, como la presente, en que el fenómeno adquiere caracteres de pública notoriedad.

En consecuencia, es insostenible afirmar la recepción del principio nominalista en el Código

Civil argentino, y por consiguiente aceptar su aplicación en el cumplimiento de las

obligaciones de dar sumas de dinero con el carácter de un precepto legal” (Luis Mosset de

Espanés, Nora Lloveras, María Emilia Lloveras de Resk y Norma Juanes, “El principio

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nominalista frente a la inflación”, ponencia presentada en las VI Jornadas Nacionales de

Derecho Civil de la Academia Nacional de Derecho y Ccias. Sociales de Córdoba).- También

en el caso ‘Valdéz’ citado supra, dijo la Corte que “...El principio de razonabilidad exige que

deba cuidarse especialmente que las normas legales mantengan coherencia con las reglas

constitucionales durante el lapso que dure su vigencia en el tiempo, de suerte que su

aplicación concreta no resulte contradictoria con lo establecido en la Ley Fundamental. En

este orden de ideas puede señalarse que como sostuvo esta Corte en anteriores

pronunciamientos el legislador tiene la facultad de establecer el criterio que estime adecuado

a la realidad para proceder a la actualización de los créditos laborales, pero las cambiantes

circunstancias pueden hacer que la solución legal –no ostensiblemente incorrecta, tal vez, en

su inicio- se torne irrazonable y la norma que la consagra devengue así indefendible desde el

punto de vista constitucional...”. Creemos que el caso presenta elementos para revisar el

criterio de ajuste, que ha perdido razonabilidad, y que dentro del marco de limitaciones e

imperfecciones que pueda tener todo sistema indexatorio, se impone la ineludible recurrencia

a un mecanismo de actualización del capital a un valor actual.- Es que no puede soslayarse en

el caso la muy clara afectación de garantías constitucionales que implican los arts. 7 y 10 de la

ley 23.928 (t.o. art.4 ley 25.561). El Derecho de Propiedad garantizado por el art. 17 CN sería

abiertamente vulnerado, ya que por el mero transcurso del tiempo se produciría la

disminución del crédito en términos reales hasta valores impredecibles si lo proyectamos

hasta un pago de fecha incierta. Pero además, se encuentra también afectado el art. 16 CN que

garantiza la igualdad ante la ley, ya que la prohibición de actualización monetaria otorga un

claro privilegio al deudor, que por el paso del tiempo y su propia mora terminaría cancelando

sus deudas –en términos de valores reales- con sumas que nada tendrían que ver con las

cantidades adeudadas en términos de poder adquisitivo. Es decir, convalidando su

enriquecimiento sin causa, ya que el concepto no sólo admite el incremento del “activo” sin

justificación sino también la disminución del “pasivo” sin motivo justo. En ese sentido se ha

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sostenido que “...el imperativo de justicia que evocaba la CSJN en el precedente Valdez

c/Cintioni al eliminar los efectos nocivos de la desvalorización de la moneda a consecuencia

de la demora en la percepción de los créditos laborales de naturaleza alimentaria, debe ser

corregido mediante la repotenciación de las deudas. Esa adecuación no hace más que

reestablecer un equilibrio y no por ello las convierte más onerosas... Si bien es cierto que

para la denominada ley de convertibilidad la prohibición de indexar créditos por cualquier

medio se presentaba como un instrumento accesorio de la estabilidad monetaria que se

procuraba con el anclaje del peso nacional al dólar, la posibilidad de un nuevo proceso

inflacionario ante el nuevo panorama de la economía, nos lleva a la reflexión acerca de la

legitimidad constitucional de la prohibición de indexar los créditos que surge de la normativa

de los arts. 7 y 10 de la ley 23.928 y del art. 5 del Dec. 214/02...” (Freindeberg, “Ante la

perspectiva de un proceso inflacionario ¿Es constitucionalmente válida la prohibición de

indexar los créditos laborales?, D.T., año 2002 Nro. IV pag. 698 y sgtes, ó DT 2002-A-698).-

El ajuste por actualización monetaria no implica un incremento de la deuda sino solamente su

mantenimiento con la mayor coherencia posible, a valor real, no pudiendo estar atada sobre el

particular la suerte del acreedor a la mayor o menor premura con que se satisfaga su crédito (a

menor tiempo, menor depreciación, a mayor tiempo a la inversa).- La CSJN, en la sentencia

del caso “Camusso de Marino c/ Perkins” del 30-12-1974, sostuvo en aquel entonces en orden

a la actualización monetaria que “No existe modificación de la obligación sino determinación

del quantum en que ella se traduce cuando ha existido variación en el valor de la moneda; en

consecuencia, el desmedro patrimonial que para el deudor moroso deriva de aquella

alteración no reviste entidad tal que permita entender configurada lesión esencial a su

derecho de propiedad, y sólo le priva de un beneficio producto de su incumplimiento. En todo

caso, el derecho de propiedad afectado sería el del acreedor a quien se le pagaría -si no se

aplicara la actualización- con una moneda desvalorizada cuyo poder adquisitivo sería

inferior al que tenía cuando nació el crédito”.- Señalo que ya desde los inicios de la

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convertibilidad, existieron pronunciamientos locales que declararon la inconstitucionalidad de

los arts. 7 y 10 de la ley 23.298. La Sala 10ª de la Cámara del Trabajo, en la causa

“Rodríguez, Pedro E. c/ Carlos A. Meana y otro - Demanda" (sentencia del 22.03.2002),

entendió que "El artículo 10 de la Ley 23928, modificado por el Art. 4 de la ley 25.561,desde

que mantiene derogada -a partir del 1° de abril de 1991- todas las normas legales o

reglamentarias que establecen o autorizan la indexación por precios, actualización

monetaria, variación de costos o cualquier otra forma de repotenciación de las deudas,

impuestos, precios o tarifas de los bienes, obras o servicios es razonable en su aplicación con

la vigencia de la ley de convertibilidad, ley 23.928. Derogada la misma en lo vinculado con

la paridad cambiaria y generado un aumento del costo de la vida, según parámetros que

serán utilizados entre otros aspectos para el pago de las obligaciones de los deudores del

sistema financiero, aparece como irrazonable que el trabajador, sujeto constitucionalmente

protegido, se encuentre desguarnecido frente al envilecimiento del dinero por una mera

prohibición legal, que a todas luces aparece como irrazonable y violatoria del derecho de

propiedad y de justamente garantizar lo que pretendía la ley de convertibilidad y sus

decretos...” La Sala 6ª de la Cámara de Trabajo tuvo igual criterio en los autos “Ortega María

C. c/ Armando Osvaldo Boretto – demanda” (Sent. Nro 89 del 1-10-02) al sostener que “...La

prohibición de actualizar créditos tuvo su razón de ser dentro del sistema de convertibilidad

establecido por la ley 23928 y la legislación complementaria porque procuraba, justamente ,

un régimen de estabilidad de precios mediante la fijación por ley del valor del dólar

estadounidenses. Este mismo tribunal, en las primera épocas de su vigencia, dijo que era

preferible perder un poco en procura de lograr la tan ansiada estabilidad luego del proceso

hiperinflacionario, y ello, efectivamente ocurrió. Pero a partir de las nuevas medidas la

situación ha cambiado; ya no han un dólar de igual precio que el peso, sino que su fijación

aparece librada al mercado; los precios mayoristas y minoristas no han sufrido meras

alteraciones estacionales, sino que han experimentado un aumento generalizado y estimado

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en porcentajes elevados. Es evidente entonces que el poder adquisitivo de nuestra moneda ha

sufrido una importante disminución y no parece razonable que no sea tenida en cuenta. Si el

deudor no puede pretender liberarse cumpliendo otra prestación que la debida (art. 740 CC)

y siendo claro que el dinero no tiene valor en sí mismo sino como instrumento de cambio y

para la adquisición de bienes, no puede decirse que paga lo que debe quien entrega una

suma de dinero nominalmente correcta, pero inferior en términos de poder adquisitivo,

porque el acreedor no recibirá lo que se le debía sino menos. De aceptarse tal tesitura se

produce una clara afectación del derecho de propiedad consagrada en el art. 17 CN ya que

se priva al acreedor de parte de la prestación a que tenía derecho, disminuyendo así su

patrimonio. Pero además se da también la violación del principio de igualdad ante la ley

(art. 16 CN), ya que recibirá un trato distinto el acreedor, que sería obligado a recibir menos

de lo que le corresponde, con el consiguiente perjuicio patrimonial, mientras el deudor

resultaría beneficiado, pues podría liberarse entregando menos de lo que realmente debe...”.

En “Liste C/Monforte Luis Alberto” (Juz. 27ª Nom. Civil y Com. de Córdoba, publicación

Comercio y Justicia del 19-9-02, pág.9) se sostuvo que “...no puede sostenerse la prohibición

de ajuste por depreciación de la moneda cuando las condiciones de estabilidad han

cambiado drásticamente, siendo público y notorio la devaluación del signo monetario y por

consiguiente el aumento de los precios al consumidor... Sería muy perjudicial para el

acreedor y por el contrario muy beneficioso para el deudor que el pago se prolongue en el

tiempo, produciéndose de esa manera y sin lugar a dudas una licuación de la

deuda...produciéndose el traspaso ilegítimo, incausado, de una buena parte del poder de

adquisición del acreedor al deudor, que se beneficiaría inequitativamente y en desmedro de

la Justicia conmutativa que debe gobernar el cumplimiento de una obligación...”.- A nivel

nacional, la Sala VI de la CNAT en autos “Alcaraz Aparicio Miguel c/ Impo Munro -

despido”, sostuvo que “En el sistema establecido en la Ley 25.561, la prohibición de indexar

determina que al momento de la ejecución de la sentencia, el acreedor laboral vea reducido,

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por la inflación creciente, el poder adquisitivo de su indemnización. El capital del crédito

laboral, entonces, se reduce en inversa proporción al índice de indexación y al incremento

del precio del dólar estadounidense, que es la variable que rige el alza de los costos de la

economía argentina.- Por lo tanto, el sistema instrumentado por la Ley 25.561, de ser

aplicado en el presente caso, determinaría que el actor vea reducida sustancialmente su

indemnización y sus créditos laborales, siendo acreedor al momento de la ejecución de

sentencia, de una suma inferior a la reclamada en la demanda (…) De ello se deduce que si,

en eones inflacionarios, una norma obstaculiza la adecuación de la condena formal a la

realidad del mercado, debe ser declarada inconstitucional en el caso concreto al impedir la

relación entre vida digna y propiedad, vinculación resaltada con sentido prospectivo en el

Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales art.11...”.- En la causa

“Ferreyra Diego c/ Monetti Stella” (Ttrab.La Plata Nro. 1; 19-7-02, Supl. Especial Derecho

del Trabajo “ La Emergencia Económica en el Derecho del Trabajo”, octubre 2002, p. 100) se

sostuvo que “el art 4 de la ley 25.561 en cuanto contiene una total prohibición de

actualización monetaria o indexación por incremento de precios agravia el derecho de

propiedad del potencial acreedor laboral, que podría ver disminuido su crédito ante la

utilización de una moneda depreciada, frente a una inflación palmaria, provocadora de una

disminución de su poder adquisitivo concreto, actual y real...”. En igual sentido se decidió en

“Peña Gabriela c/ Trefilio Jorge” (Tribunal de Trabajo Nro. 1 de Morón, sent. del 2-5-02,

publicado en Suplemento Emergencia Económica en el Der. del Trabajo, DT, octubre 2002,

p.103): “resultan inconstitucionales los arts. 7 y 10 de la ley de convertibilidad...en cuanto

prohíben indexar los créditos –en el caso, de naturaleza laboral- toda vez que frente a un

proceso de devaluación de la moneda y de inflación, percibir un crédito en una moneda

depreciada en su poder adquisitivo vulneraría el derecho de propiedad del acreedor y los

principios de afianzar la justicia y la garantía de una retribución justa...·”. Traigo

nuevamente a colación el reciente caso “Blanco c/ANSeS” (sent. Del 18/12/2018) donde dijo

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la Corte que “es precisamente en tiempos de crisis económica cuando la actualidad de los

derechos sociales cobra su máximo significado. En tales etapas críticas, deben profundizarse

las respuestas institucionales en favor de los grupos más débiles y postergados, pues son las

democracias avanzadas y maduras las que refuerzan la capacidad de los individuos y

atienden las situaciones de vulnerabilidad en momentos coyunturales adversos”. Sin dudas la

reflexión alcanza en general no sólo a la clase pasiva, históricamente postergada en materia de

ingresos, sino también a los trabajadores que han visto demorados durante años la percepción

de sus créditos por motivos que de ninguna manera le son atribuibles, máxime tratándose de

prestaciones vinculadas a los daños a la salud.- Sobre la preponderancia de las normas

constitucionales por sobre la legislación parlamentaria me he pronunciado con anterioridad en

la causa “Márquez Pepellín Leonel Oscar y otro c/ García José Hipólito y otro – ordinario -

accidente – ley de riesgos – expte. 319029” (sent. del 20 de diciembre de 2016), declarando la

inconstitucionalidad del articulado que veda el ajuste monetario, por la vulneración de las

garantías constitucionales que hemos aludido, y entiendo que así debe decidirse también en

este caso.- La Corte Suprema de Justicia ha convalidado reiteradamente la posibilidad de

declaración oficiosa de inconstitucionalidad (ver “Banco Comercial Finanzas S.A. -en

liquidación Banco Central de la República Argentina- s/ quiebra”, Sent. del 19/08/2004) al

sostener que "es elemental en nuestra organización constitucional, la atribución que tienen y

el deber en que se hallan los tribunales de justicia, de examinar las leyes en los casos

concretos que se traen a su decisión, comparándolas con el texto de la Constitución para

averiguar si guardan o no conformidad con ésta, y abstenerse de aplicarlas, si las encuentran

en oposición con ella" (Fallos: 311:2478, entre muchos otros). Que, asimismo, cabe recordar

que si bien es exacto que los tribunales judiciales no pueden efectuar declaraciones de

inconstitucionalidad de las leyes en abstracto, es decir, fuera de una causa concreta en la

cual deba o pueda efectuarse la aplicación de las normas supuestamente en pugna con la

Constitución, no se sigue de ello la necesidad de petición expresa de la parte interesada, pues

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como el control de constitucionalidad versa sobre una cuestión de derecho y no de hecho, la

potestad de los jueces de suplir el derecho que las partes no invocan o invocan erradamente

—trasuntado en el antiguo adagio iura novit curia— incluye el deber de mantener la

supremacía de la Constitución (art. 31 de la Carta Magna) aplicando, en caso de colisión de

normas, la de mayor rango, vale decir, la constitucional, desechando la de rango inferior”.

En el sub lite, pese a la ausencia de invocación por el reclamante (quien de todos modos

solicitó la aplicación de una tasa de ajuste diferente a ‘Hernández’) la lesión patrimonial se

verifica palmaria, en tanto la base de cálculo en su valor histórico y su consecuente

repercusión en la fórmula del art 12 LRT en función del art. 14, con sus respectivos intereses

a las tasas usuales, resultaría muy inferior en cotejo con la evolución salarial, incluso sin

adicionar interés alguno. - Por lo tanto, entendiendo que en el especial caso de autos debe

primar la garantía del art. 17 CN por sobre los arts. 7 y 10 de la ley 23.928, corresponde

utilizar el mecanismo de ajuste a través de la recurrencia al valor actual del salario de la

categoría de inicio del CCT 260/75 de UOM Rama Automotor, con sus respectivos

adicionales convencionales, y en caso de haberse prestado horas suplementarias y/o feriados,

se estará al promedio de éstos (en cantidad y no en valor) en el último año trabajado, para

volcarlos al valor actual del salario, esto es, a abril de 2019, e incrementadas en la doceava

parte de aguinaldo (que es incluido dentro del valor del IMB sistémico).- No utilizaré la

variación del costo de vida o índices de precios al consumidor, toda vez que son conocidos los

desajustes verificados en su estimación en buena parte de su período de elaboración, lo que

impediría arribar a un resultado cierto.- Los intereses que se adicionarán hasta la fecha serán

exclusivamente los tendientes a compensar la rentabilidad frustrada del capital. Si bien podría

pensarse que la tasa pasiva es la más adecuada para ello, en tanto es la que pagan los Bancos

por los variables depósitos realizados por sus clientes, lo real es que en la actualidad contiene

un alto componente asociado a la volatilidad del signo monetario y la inflación. Es que “en

una economía inflacionaria, las tasas de interés no son ‘puras’, es decir, su función no

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consiste exclusivamente en retribuir por el uso del dinero, sino que una parte de la tasa

absorbe la inflación” (Rossi Jorge O. “Intereses Moratorios y obligaciones de valor”, Micro

Juris, 158-17, MJD11961), y precisamente el componente inflacionario es el que hemos

intentado salvaguardar con el valor actual del salario.- Por lo tanto, adicionaré un interés del

15% anual desde la mora y hasta la fecha, tasa usual hasta la vigencia de la ley 23.928 en que

las deudas se actualizaban monetariamente.- Los intereses se capitalizarán a partir del dictado

de la resolución determinativa de montos, y de allí en más, una vez recompuesto el crédito, se

aplicará la tasa usual del 2% más tasa pasiva promedio que publica el BCRA hasta su pago

efectivo, sin perjuicio de que la misma pudiere revisarse en función de la variabilidad de las

circunstancias económicas, tal como lo sostuviera el TSJ en el precedente “Hernández”.- A

LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA EL SR. VOCAL RICARDO AGUSTÍN

GILETTA DIJO: En base a las conclusiones precedentes, corresponde hacer lugar

parcialmente a la demanda promovida por Ramón Fermín Videla, en concepto de

indemnización por incapacidad laboral permanente del 2,15% por la enfermedad profesional

‘síndrome del túnel carpiano izquierdo’, condenando en consecuencia a Federación Patronal

Seguros SA a abonar por dicho rubro la cuantía que por capital e intereses se determinará en

la etapa previa a la de ejecución de sentencia con sus respectivos intereses, conforme las

pautas dadas al tratar la cuestión primera.- El plazo de pago será de quince días desde la

notificación de la resolución determinativa de montos, que si bien es superior al recursivo, se

justifica en la circunstancia de que recién vencido este último la demandada conocerá en

términos acabados que el importe está firme y que deberá por ende realizar la transferencia a

la cuenta que abrirá el Tribunal para tal efecto.- Se desestimará la calidad de obligada

atribuida a Aseguradora de Riesgos del Trabajo Liderar SA.- Costas: Las costas serán a cargo

de Federación Patronal, con excepción de los honorarios y aportes de la ley 6468 de los

letrados de Liderar, que serán por su orden, atento que el error contenido en la demanda en

relación a la fecha de denuncia (año 2010 en lugar de 2011) pudo generar una confusión que

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razonablemente derivó en la citación como tercero obligado.- Por todo ello, se RESUELVE:

I) Hacer lugar parcialmente a la demanda promovida por Ramón Fermín Videla, en concepto

de indemnización por incapacidad laboral permanente del 2,15% por la enfermedad

profesional ‘síndrome del túnel carpiano izquierdo’, condenando en consecuencia a

Federación Patronal Seguros SA a abonar por dicho rubro la cuantía que por capital e

intereses se determinará en la etapa previa a la de ejecución de sentencia con sus respectivos

intereses, conforme las pautas dadas al tratar la cuestión primera.- II) Desestimar la calidad de

obligada de Aseguradora de Riesgos del Trabajo Liderar SA.- III) Costas a cargo de la

condenada, con excepción de los honorarios y aportes previsionales de los letrados de

Aseguradora de Riesgos del Trabajo Liderar SA, que serán por su orden.- Diferir la

regulación de honorarios de letrados y peritos hasta que exista base para ello.- Protocolícese.-

GILETTA, Ricardo Agustin

VOCAL DE CAMARA

BELIGOY, Lilian Graciela

SECRETARIO/A LETRADO DE CAMARA

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