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Una de las tensiones más conocidas en la Biblia es la aparente contradicción entre Pablo y

Santiago.

Pablo: Somos justificados por la fe, aparte de las obras de la ley (Ro. 3:28).

Santiago: Una persona no es justificada solo por la fe (Stg. 2:24).

Si has leído la Biblia, es probable que hayas considerado este problema. Los cristianos a lo
largo de los siglos se han hecho la pregunta, e incluso podríamos decir que la controversia
central de la Reforma protestante dependía, al menos en parte, en cómo entender la diferencia
entre Pablo y Santiago.

Entonces, ¿qué está pasando aquí? Si estamos comprometidos con la autoridad y la inspiración
de las Escrituras, nuestra respuesta predeterminada será que estos dos apóstoles no pueden
contradecirse. ¿Pero qué están diciendo entonces? Si somos intelectualmente honestos,
¿deberíamos admitir una contradicción?

¿Qué tipo de fe?

Si leemos Santiago 2:24 aislado de su contexto, podríamos tener un problema real, porque si


Santiago quiere decir lo mismo que Pablo con la palabra “fe” en Romanos 3:28 o Efesios 2:8-9,
entonces Santiago estaría contradiciendo rotundamente la doctrina de la justificación solo por la
fe. Sin embargo, una de las reglas fundamentales de la interpretación bíblica es que cada texto
debe interpretarse en su contexto. Para entender correctamente lo que Santiago quiere decir con
“solo por la fe”, debemos leerlo en su contexto.

La controversia central de la Reforma protestante dependía, al menos en parte, de cómo


entender la diferencia entre Pablo y Santiago.
 

En Santiago 2:14, el apóstol apunta a una fe que “no tiene obras”. Luego pregunta: “¿Puede esa
fe salvarlo?”. Explica además lo que quiere decir con “esa fe” en el versículo 19. Es el tipo de
“fe” que tienen los demonios. Es decir, es un mero asentimiento intelectual. Los demonios
creen que “Dios es uno”. Creen que el shemá de Deuteronomio 6:4 es verdadero. Saben que el
Dios de Israel es el único Dios verdadero y que juzgará al mundo. Como resultado de esto,
tiemblan. No solo creen la verdad, sino que tienen una respuesta emocional adecuada a la
verdad. Pero esta no es una fe que justifica.

Abraham: un ejemplo

Santiago continúa explicando el tipo de fe que justifica señalando el ejemplo de Abraham. Y


este ejemplo es quizá donde podemos ver más claramente los diferentes énfasis de Santiago y
Pablo y su acuerdo fundamental sobre la naturaleza de la fe justificadora.

Tanto Pablo como Santiago citan el mismo versículo: “Abraham creyó a Dios, y le fue contado
como justicia” (Gn. 15:6). Pero es crucial notar el tiempo en la vida de Abraham que cada autor
está considerando. En Santiago 2, estamos parados en Génesis 22, cuando Abraham se estaba
preparando para sacrificar a su hijo Isaac al Señor. Cualquiera que sea la aprensión que esta
historia pueda producir en nosotros, el sacrificio de Isaac es el acto fundamental de obediencia
en la vida de Abraham.

El sacrificio de Isaac es el acto fundamental de obediencia en la vida de Abraham.


 

Pero Génesis 22 sucedió varias décadas después de Génesis 15. Abraham tenía unos 75 años
cuando Dios lo llamó por primera vez (Gn. 12:4), y Génesis 15 probablemente fue solo unos
años después de Génesis 12. Isaac no nació durante décadas, cuando Abraham tenía 100 años
(Gn. 21:4). E Isaac probablemente estaba cerca de su adolescencia cuando Abraham lo trajo a
la montaña para ser sacrificado. De hecho, una tradición judía dice que Isaac tenía 37 años en
Génesis 22. Al menos sabemos que Isaac debía tener la edad suficiente para llevar un fardo de
madera para el sacrificio a la cima de la montaña (Goodman, p. 130-131).

Cuando juntamos todo esto, vemos que la obediencia de Abraham en Génesis 22 tuvo lugar
después de décadas de creer y esperar en las promesas de Dios. Santiago señala esta obediencia
cuando dice que la Escritura se cumplió (Stg. 2:23). Cuando la fe se entiende correctamente,
Abraham fue justificado solo por la fe. Sin embargo, su estado justificado no se quedó así. Creo
que ese es el sentido de Santiago 2:21, por lo que el rol de las obras en la justificación es
diferente del de la fe. Abraham fue justificado, se le otorgó el estatus de “justo”, cuando creyó
las promesas del pacto de Dios. Punto final. Sin embargo, ese estado justo tuvo que
demostrarse por sus obras fieles.

Santiago insiste en que el tipo de fe que realmente justifica se ve en los resultados de la


transformación. Es una fe que va más allá de creer lo que es verdad e incluso tener una reacción
emocional adecuada. Es una fe que descansa en las promesas de Dios y actúa en esas promesas.
Es una fe que en última instancia es inseparable de las buenas obras.

¿Diferente a Pablo?

Santiago argumenta que cualquier supuesta fe que no resulte en buenas obras no es una fe
salvadora en lo absoluto. ¿Es esto realmente diferente de lo que dice Pablo en lugares como
Romanos 3-4, Gálatas 2-3, y Efesios 2?

A diferencia de Santiago, que estaba argumentando en contra de una visión equivocada de la fe,
Pablo luchó contra una visión equivocada de las obras. Independientemente de cómo se definan
las “obras de la ley”, parece que algunos argumentaban que ciertas obras tenían que hacerse
para que Dios declarara a alguien justo. Pablo respondió enfáticamente que la justificación es
solo por fe, aparte de las obras de la ley. Pero esto no significa que ignoró la necesidad de las
buenas obras fieles.

Considera lo que dice Pablo en Romanos 4, donde también cita Génesis 15:6. A diferencia de
Santiago, que mira desde Génesis 22 a la fe de Abraham en Génesis 15, Pablo mira hacia
adelante desde Génesis 15 al resto de la vida de Abraham. Y mientras mira hacia adelante
desde ese momento en que Abraham fue justificado por la fe auténtica, ¿cuál fue el resultado?

Cuando se entiende en su contexto adecuado, está claro que Santiago no contradice a


Pablo; por el contrario, se complementan bastante bien.
 
Más adelante en el capítulo, Pablo escribe que Abraham “se fortaleció en fe, dando gloria a
Dios, estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era
también para cumplirlo” (Ro. 4:20-21). Su fe se hizo más fuerte a medida que aumentaba su
convicción en la confianza de Dios para cumplir sus promesas. Esto ciertamente suena como un
aumento en la santidad y las buenas obras. Y como lo confirma el resto de Romanos (sin
mencionar las otras cartas de Pablo), ciertamente se esperaba obediencia cristiana para aquellos
que están verdaderamente justificados (ver Ro. 6:1-14).

Cuando Santiago dice que no estamos justificados por la “fe sola”, claramente no se refiere al
tipo de fe justificadora a la que Pablo nos señala en Romanos 3-4; cuando Pablo dice que
estamos justificados aparte de las “obras de la ley”, claramente no se refiere al tipo de buenas
obras fieles que Santiago tiene en mente.

Cuando se entiende en su contexto adecuado, está claro que Santiago no contradice a Pablo; por
el contrario, se complementan bastante bien.

¿De qué sirve, hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede
esa fe salvarle? Si un hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario, y
uno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais lo necesario
para su cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta.
Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré
mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y
tiemblan. Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh hombre vano, que la fe sin obras es estéril? ¿No
fue justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció a Isaac su hijo sobre el
altar? Ya ves que la fe actuaba juntamente con sus obras, y como resultado de las obras, la fe
fue perfeccionada; y se cumplió la Escritura que dice: Y Abraham creyo a Dios y le fue
contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis que el hombre es justificado
por las obras y no sólo por la fe. Y de la misma manera, ¿no fue la ramera Rahab también
justificada por las obras cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque
así como el cuerpo sin el  espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta
Romanos 3:27-4:5
¿Dónde está, pues, la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿La de las obras? No, sino por
la ley de la fe. Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de
la ley. ¿O es Dios el Dios de los judíos solamente? ¿No es también el Dios de los gentiles? Sí,
también de los gentiles, porque en verdad Dios es uno, el cual justificará en virtud de la fe a los
circuncisos y por medio de la fe a los incircuncisos. ¿Anulamos entonces la ley por medio de la
fe? ¡De ningún modo! Al contrario, confirmamos la ley. ¿Qué diremos, entonces, que halló
Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene
de qué jactarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Y creyo Abraham a
Dios, y le fue contado por justicia. Ahora bien, al que trabaja, el salario no se le cuenta como
favor, sino como deuda; mas al que no trabaja, pero cree en aquel que justifica al impío, su fe
se le cuenta por justicia

LA PALABRA DE DIOS NO SE CONTRADICE A SÍ MISMA

Nosotros creemos que la Biblia está inspirada por Dios (2da a Timoteo 3:16). Es la mismísima
palabra de Dios, escrita. Por tanto, creemos que la Biblia es verdadera y coherente, no nos
enseña cosas que sean falsas, no se contradice a sí misma. Creemos esto porque el propio
Jesucristo se ha hecho real para nosotros y ha demostrado ser el fidedigno Hijo de Dios. Él nos
ha enseñado que las Escrituras no pueden ser quebrantadas (Juan 19:35). Él nombró apóstoles
para que enseñaran a la iglesia, y prometió guiarlos a toda la verdad (Juan 16:13). Él nos ha
dado su Espíritu para que sean abiertos nuestros ojos y veamos la realidad por lo que es (1ra a
los Corintios 2:14-15). Así, nosotros hemos venido a recibir su Palabra como la mismísima
Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 2:13), libre de error y contradicción, porque Dios es
verdadero y no un Dios de confusión.

LA AMBIGÜEDAD DE LAS PALABRAS

Pero esto no quiere decir para nosotros que no existan problemas en la Biblia. Somos finitos.
Somos pecadores. Somos culturalmente prejuiciosos. Y el lenguaje, en sí, puede confundirnos
cuando diferentes palabras llevan el mismo significado, y cuando las mismas palabras llevan
diferentes significados. Tomen la sencilla palabra inglesa “rock” Puede significar una piedra, o
un estilo de música, o algo que tú haces en un sillón (mecerse), o el nombre de un hombre. O
tomen la palabra Griega zelos que puede ser “celoso” en un mal sentido, o “celo” con un buen
sentido. Así que si alguien te dice, “Yo pienso que debemos luchar por vencer todo el zelos en
nuestras vidas,” antes de estar de acuerdo o en desacuerdo, ¿Qué debieras preguntarle?
Deberías pedirle que definiera el término zelos.  O considera a un inglés diciendo,
“juguemos football ésta tarde,” a lo que respondes, “No, me gustaría jugar soccer”. Que
pérdida de tiempo pasar la tarde discutiendo acerca de que deberían jugar, cuando las palabras
“football” para un inglés, y “soccer” para un americano significan lo mismo.
De modo que, la misma palabra puede tener diferentes significados. Y palabras diferentes,
pueden tener el mismo significado. Esto es cierto en la Biblia, tanto como en otros libros y
conversaciones. Jonathan Edwards llegó al final de uno de sus boletines diarios después de
argumentar que la frase “deber moral” era una redundancia, ya que “todo deber, absolutamente,
es un deber moral”. Y la última oración es un suspiro de resignación hacia el mundo de las
palabras: “¡Oh, en que gran medida está siendo el mundo oscurecido, nublado, distraído,
despedazado, por esos mortales enemigos de la clase humana llamados Palabras!” (Miscelánea
# 4). Por supuesto, eso es una exageración, y si bien en ocasiones las palabras son irritantes,
también son un precioso medio de comunicación.

Pero en ocasiones, cuando tratamos de resolver problemas en la Biblia nos sentimos como
Edwards. La inspiración de la palabra de Dios es como la encarnación del Hijo de Dios.
Cuando el Hijo de Dios se volvió un ser humano, se volvió vulnerable al abuso y a la muerte.
Cuando la palabra de Dios se convirtió en lenguaje humano, se volvió vulnerable a la
ambigüedad y al malentendimiento.

UNA CONTRADICCIÓN APARENTE ENTRE PABLO Y SANTIAGO

Toda esa introducción es simplemente para preparar el terreno a la aparente contradicción


existente entre Pablo y Santiago sobre la doctrina de la justificación por fe.

La semana pasada expuse los argumentos de Romanos 4:1-5 para la verdad de que somos
justificados sólo por fe, y no por obras. Ya lo puedes ver, por ejemplo, en Romanos 3:28:
“concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley”; y más
específicamente en Romanos 4:5: “mas al que no trabaja, pero cree en aquel que justifica al
impío, su fe se le cuenta por justicia”. De modo que el veredicto de Dios de no culpable y la
imputación de su propia justicia a nosotros, en Cristo Jesús, en el comienzo de nuestra vida
cristiana, es sólo por fe, sin nada más que nos recomiende a Dios. Confiamos en su gracia
gratuita para que nos perdone y nos absuelva, y nos considere como justos debido a la obra de
Cristo. Así es como comenzamos en la vida cristiana -justificados sólo por fe.

Ahora, ustedes han escuchado los versículos de Santiago que parecen contradecir esto.
Veámoslo de nuevo. Santiago 2:21, “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre
cuando ofreció a Isaac su hijo sobre el altar?”. Y Santiago 2:24, “Vosotros veis que el hombre
es justificado por las obras y no sólo por la fe”. De modo que pueden ver que Santiago no solo
dice que una persona es justificada por las obras, sino que también niega que la justificación
sea sólo mediante la fe. Al menos utiliza palabras que, enfrentándolas aisladas, parecen
significar algo muy diferente a lo que dice Pablo.

¿REFUTA SANTIAGO A PABLO, O A UN ABUSO DE LA ENSEÑANZA DE PABLO?

Entonces la pregunta clave aquí es: ¿Es el propósito de Santiago refutar la doctrina de Pablo de
que la justificación es sólo por fe, lo que significaría que hay una contradicción masiva en la
Biblia? ¿O es el propósito de Santiago refutar un abuso de la enseñanza de Pablo y enviar un
correctivo a las iglesias a las que estaba escribiendo? Quiero tratar de mostrarles que aquí
Santiago no está contradiciendo a Pablo, sino enseñando algo compatible con la enseñanza de
Pablo y corrigiendo un mal uso de la enseñanza de Pablo.

Pablo estaba bien conciente de que su enseñanza de que la justificación es sólo por fe estaba
siendo tergiversada y mal utilizada por aquellos que decían, “Bien, si mientras todavía somos
impíos somos justificados sólo por fe, y esto magnifica la gracia de Dios, entonces sigamos
pecando, porque de todas formas somos salvos y la gracia de Dios obtendrá más gloria”. Esto
lo pueden ver, por ejemplo, en Romanos 3:8: “¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y
como algunos afirman que nosotros decimos): Hagamos el mal para que venga el bien?” Así
que Pablo sabe que está siendo calumniado: ‘Pablo enseña que mientras más mal haces más
bien viene de Dios, porque la gracia de Dios se glorifica al justificar al impío’.
O consideren Romanos 5:20. Pablo dice: “la ley se introdujo para que abundara la transgresión,
pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Pablo sabe que algunos están diciendo,
‘Bien, si la gracia abunda donde se incrementa el pecado, ¿Qué diremos?’ Romanos 6:1, “¿Qué
diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde?” Eso es lo que
estaban diciendo, “¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde?”.

Ahora bien, Pablo tiene respuestas a esta clase de tergiversación y abuso superficial de su
enseñanza. Implícitamente tiene respuestas en todas sus cartas para demostrar como las buenas
obras y el amor, necesariamente fluyen de la verdadera fe justificadora. Por ejemplo, en Gálatas
5:13 Pablo dice: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la
libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros”. De modo que
somos asombrosamente liberados de los mandamientos de Dios como una vía de justificación.
Pero entonces ¿Sitúa Pablo a las obras del amor en la cima de esa libertad, como un nivel de
deber legal? Tienes un buen comienzo a través de la justificación que es sólo por fe. ¿Pero
existe ahora otra vía, aparte de la fe, para hacer lo que se debe hacer y convertirse en una
persona amorosa?

LA FE OBRA POR MEDIO DEL AMOR

No. Examinen Gálatas 5:6, un texto crucial para ver a Pablo y a Santiago en armonía el uno con
el otro. “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino la fe
que obra por amor”. Y cuando Pablo trató con el abuso de su doctrina de que la justificación es
sólo por fe, dijo: No son las obras adicionales, como la circuncisión, las que ganarán el favor de
Dios. ¿Entonces qué? Es la “fe que obra por el amor”. Noten muy cuidadosamente lo que dice.
¿Qué cuenta para Dios? La “fe”. ¿Pero cuál fe? La “fe que obra por el amor”. No dice que lo
que cuenta para Dios es la “fe”, más el nivel de obras de amor adicionales a la fe. Pablo dice
que lo que cuenta para Dios es la clase de fe que por su naturaleza produce amor. Pero es la fe
la que nos da nuestra buena posición ante Dios. El amor que viene de ella, sólo muestra que la
misma es, de hecho, una fe justificadora, real, y viva.

Ahora bien, eso es, a mi entender, lo que Santiago estaba intentando hacer llegar a sus iglesias.
La fe sin amor es absolutamente inútil; y cualquiera que venga y diga ‘Nosotros somos
justificados sólo por fe; por tanto, no hace falta ser una persona amorosa para ir al cielo’, no
está diciendo la verdad.

Veamos como Santiago corrige esta tergiversación de la enseñanza de Pablo. Es aquí donde
tienen que tener cuidado con las palabras -¿Qué quiere decir Santiago con las palabras que usa?
Aun cuando sus palabras pueden parecer estar en conflicto con Pablo, ¿es esa su intención?

La preocupación de Santiago tiene que ver con una clase de fe falsa que no produce amor. Esta
fe no puede justificar a nadie. Versículo 14: “¿De qué sirve, hermanos míos, si alguno dice que
tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarle?”. Allí pueden ver cuál es su
preocupación. ¿Podría esa fe salvarte? Una fe así no va a salvar. ¿En qué clase de obras está
interesado Santiago? En la misma que Pablo -las obras de amor. Versículos 15-16: “Si un
hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario, y uno de vosotros les dice:
Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve?”.
Entonces lo que preocupa a Santiago es que las personas tengan una verdadera fe salvadora, no
una fe falsa. Y la diferencia es que la fe verdadera produce un comportamiento amoroso.
Él tiene tres formas de describir está falsa fe. Primera en el versículo 17, dice que es muerta:
“Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta”. Es una fe muerta. Si la fe no
obra por “el amor” como Pablo dijo, está muerta. Segunda forma, en el versículo 19 dice: “Tú
crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan”. Existe una fe que
hasta los demonios tienen, específicamente, la creencia en la doctrina correcta. La fe que
justifica y obra por el amor no es simplemente creer en las doctrinas correctas como “Dios es
uno”. Los demonios pueden ser ortodoxos a nivel intelectual. Ellos creen. Pero ello no les
salva. Entonces hay una fe muerta y una fe de los demonios. Tercera, dice en el versículo 20:
“Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh hombre vano, que la fe sin obras es estéril [literalmente,
muerta]?”. Así que existe una fe que es inútil, inactiva, inefectiva, vana, y vacía.

Entonces tenemos tres formas, en este pasaje, en las que Santiago habla acerca de la fe para
demostrar que la fe que él dice que no puede justificar, es una fe con la que Pablo está
totalmente de acuerdo que no puede justificar –la fe muerta, la fe de los demonios, y la fe
inútil- la fe que no tiene vida vital que obra por el amor.
ABRAHAM COMO EJEMPLO PARA AMBOS, PABLO Y SANTIAGO

Ahora bien, “¿Cómo expone Santiago sus argumentos a partir de la vida de Abraham –que fue
lo mismo que vimos hacer a Pablo en Romanos 4? Bien, lo hace así: toma dos sucesos en la
vida de Abraham. El primero, (en Santiago 2:22) es de Génesis 15:6 Dios le promete a
Abraham un gran ejército de descendientes aunque su esposa está estéril. El versículo 23 cita la
fe de Abraham según Génesis 15:6: “Y Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia”.
Eso es exactamente lo que Pablo hace con ese suceso y con ese versículo (Romanos 4:3). Una
cosa es contada por justicia: la fe. Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.

La fe, no las obras, le fue contada por justicia.

Pero luego Santiago se percata de que en Génesis 22:1 “Dios probó a Abraham”, mandándole a
que ofreciera a su hijo Isaac en holocausto. ¿Qué estaba probando Dios? Él estaba probando su
fe. ¿Qué estaba buscando?, estaba buscando una clase de obediencia, u obras que mostrasen
que la fe de Abraham no era una fe muerta, o como la de los demonios, o inútil. Así que el tema
en Santiago 2:21 (donde Abraham ofrece a Isaac) no es el primer acto de justificación que pone
a Abraham a bien delante de Dios. El tema es la prueba: ¿Era la fe de Abraham la clase de fe
viva que produce “obediencia a la fe” o la clase muerta que no causa efecto alguno en la vida?

LA “JUSTIFICACIÓN POR OBRAS” DEFINIDA POR PABLO Y POR SANTIAGO

Así que cuando Santiago dice en el versículo 21 que Abraham fue “justificado por las obras”,
tiene en mente un significado que difiere al de Pablo, cuando Pablo niega que el hombre sea
justificado por obras (Romanos 3:28; 4:2; 4:5). Santiago está respondiendo la pregunta: ¿El
reconocimiento en curso, y final, de la justicia de Abraham depende de las obras como la
evidencia necesaria de una fe verdadera y viva? La respuesta de Santiago a esa pregunta es: sí.
Y la respuesta de Pablo también es sí, en Gálatas 5:6 (lo único que cuenta es “la fe que obra por
el amor”). Si le preguntas a Santiago y a Pablo, “¿Cómo un impío se pone a bien para con Dios
y recibe la justicia de Dios, que es en Cristo, como un regalo?” Ambos, Santiago y Pablo,
responderían con las palabras de Santiago 2:23: ‘Cree en Dios (cree en Cristo) y esa fe le será
contada por justicia’.
Pero si les preguntas, “¿La justificación, como una buena posición, en curso y final, ante Dios,
depende de las obras del amor?” Pablo va a decir, ‘No, si por obras te refieres a actos hechos
para mostrar que merece la bendición permanente de Dios (El punto de Romanos 4:4)’. Y
Santiago va a decir, ‘Sí, si por obras te refieres al fruto y a la evidencia de la fe, como la
obediencia de Abraham en el monte de la tierra de Moriah’. Y Pablo va a decir, ‘Yo estoy de
acuerdo con Santiago, basándome en sus definiciones’, Y Santiago va a decir, ‘Yo estoy de
acuerdo con Pablo, basándome en sus definiciones’.

Así que cuando Pablo renuncia a la “justificación por obras” renuncia a la opinión de que
cualquier cosa que hagamos junto con la fe nos es contada por justicia. Solamente la fe obtiene
el veredicto, inocente, cuando nos convertimos en cristianos. No son aceptadas obras de
ninguna clase en el momento de la justificación inicial. Pero cuando Santiago afirma
“justificación por obras”, quiere decir que las obras son absolutamente necesarias en la vida en
curso de un cristiano, para confirmar y probar la veracidad de la fe que justifica.

Para Pablo, “justificación por obras” (que rechaza) significa ‘ganar una buena posición ante
Dios mediante los méritos de las obras’. Para Santiago, “justificación por obras” (que acepta)
significa ‘mantener una buena posición ante Dios, sólo por fe, con la necesaria evidencia de la
fe; es decir, las obras de amor’.

Para expresarlo aun de otra manera: Cuando Pablo enseña en Romanos 4:5 que somos
justificados sólo por fe, quiere decir que lo único que nos une a Cristo por justicia es la
dependencia en Cristo. Cuando Santiago dice en Santiago2:24 que no somos justificados sólo
por fe él se refiere a que la fe que justifica no permanece sola. Estas dos posiciones no son
contradictorias. Sólo la fe nos une a Cristo por justicia, y la fe nos une a Cristo por justicia no
permanece sola, lleva el fruto del amor, debe hacerlo así o es una fe muerta, como la del
demonio, inútil; y no justifica.

La gloria de Cristo en el evangelio no es solo que somos justificados cuando dependemos


enteramente de Cristo, sino también que depender enteramente de Cristo es el poder que nos
hace personas nuevas y amorosas. Dependiendo enteramente de Cristo es como somos
justificados y santificados. Pablo dio una nota. Y Santiago dio la otra. Ambas son verdaderas, y
juntas traen a Cristo la debida gloria a su nombre.

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