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Romanos 5:1-2 1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesús el Cristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta
gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Aún así seguimos pensando que tenemos méritos propios para ser
justificados, que por nuestro buen comportamiento, o nuestra
actitud, o porque predicamos el evangelio y proclamamos que
Jesús es el Cristo, pero debemos recordar a Himeneo y Alejandro,
a Demas y aún a Judas, quienes teniendo el evangelio se
condenaron, el mejor ejemplo que lo único que puede
garantizarnos esa justificación: Romanos 4.5 más al que no obra, sino cree
en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
La solución: la imputación
Si Dios no hiciera nada más, sería injusto. ¿Qué es lo que Dios
hace para que su veredicto no sea injusto? Tenemos una pista en
un texto que hemos considerado ya. Romanos 5:1 dice que por la
justificación tenemos paz con Dios por medio de Jesús el Cristo.
La clave de la justificación es Jesús. Pablo amplía esta idea en 2
Corintios 5:21: 21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Ro. 4:1-8, 1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
2 Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con
Dios. 3 Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.
4 Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; 5 mas al que
no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. 6 Como
también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin
obras, 7 diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,
Y cuyos pecados son cubiertos. 8 Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de
pecado.
Ro. 5:12-21; 12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el
pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. 13
Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de
pecado. 14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no
pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. 15
Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno
murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios
por la gracia de un hombre, Jesucristo. 16 Y con el don no sucede como en el caso de aquel
uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para
condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. 17
Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por
uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 18
Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la
misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. 20
Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó,
sobreabundó la gracia; 21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la
gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
1 Co. 1:30; 30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por
Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
Fil. 3:7-9). 7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida
por amor de Cristo. 8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido
todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no teniendo mi
propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios
por la fe;
Hay que leer los textos en sus contextos. Santiago no está lidiando
con el mismo problema que Pablo. Por un lado, Pablo argumenta
con personas que piensan que tienen que aportar algo para efectuar
su justificación.
Por otro lado, Santiago está discutiendo con personas que piensan
que se salvan por una profesión de fe meramente de palabras.
Gá. 3:6-14) 6 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.
8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio
de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las
naciones. 9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham. 10
Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues
escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en
el libro de la ley, para hacerlas. 11 Y que por la ley ninguno se justifica para con
Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12 y la ley no es de fe, sino que
dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13 Cristo nos redimió de la
maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero), 14 para que en Cristo Jesús la bendición de
Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del
Espíritu.
Ro. 5:1-5; 1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo; 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta
gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de
Dios. 3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones,
sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la
prueba, esperanza; 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Ro. 8:28-30 28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan
a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 29 Porque a los
que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a
los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
¡Gloria a Dios!