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ALUMNO: LIC. IRVIN FUENTES FUENTES.

ASESOR ACADÉMICO: LIC. CONSUELO VICTORIA


ESPINOSA COELLO.

MATERIA: DERECHO MERCANTIL II.

TEMA: TÍTULOS Y OPERACIONES DE CRÉDITO:


PAGARÉ, LETRA DE CAMBIO, AVAL, CHEQUE.

ACTIVIDAD: PAGARÉ.

LICENCIATURA EN DERECHO

CUATRIMESTRE: QUINTO CUATRIMESTRE.

FECHA DE ELABORACIÓN: 17 DE SEPTIEMBRE DEL


2022.
7. Pagaré.

Primeramente, el pagaré constituye una forma evolucionada y simplificada de la


letra de cambio; al igual, por razón tal, este documento ha venido a desplazar en la
vida del comercio a dicha letra de cambio, por lo que es bueno afirmar que en la
actualidad se ha ubicado como el más importante de los títulos de crédito en cuanto
documentos de deuda, ante su empleo continuo en el mundo cambiario, bursátil,
asegurador, afianzador y, en general, comercial de todo tipo, sin olvidar que también
se lo emplea como forma de documentación de obligaciones puramente civiles.

7.1. Concepto.

A decir, la doctrina y la Ley consideran innecesario el empleo de un concepto, pero


que en verdad existen diferencias entre su predecesora, letra de cambio; de modo
tal, como pagaré podemos entender, de manera sencilla y simple, como la promesa
de pago de una suma determinada de dinero, mediante el título de crédito
denominado en la misma forma, sus atributos y características son importantes.

7.2. Elementos esenciales.

Así pues, atenta a la descripción del pagaré, en rigor son dos las únicas figuras
indispensables para su validez: el suscriptor u obligado al pago, y el beneficiario o
tenedor (artículo 170-III y VI). Sin embargo, aquí también pueden figurar avalistas
de dicho suscriptor y de los ulteriores endosantes.

De igual manera, mención especial merece la firma del suscriptor como requisito
indispensable para la validez de este documento (artículo 170-VI), en la medida en
que, como ocurre con tanta frecuencia en la vida del comercio, el suscriptor sea una
persona moral, en principio se requiere un poder expreso para suscribir títulos de
crédito en nombre de otro. En el mismo orden de ideas, podría pensarse que la
suscripción en nombre de una persona moral requerirá no solo la firma del
representante, sino también la anotación de su carácter, a fin de que el primero y
los demás tomadores queden plenamente enterados de la calidad con la que actúa
dicho representante.
Jurisprudencia: Y, sin embargo, no es así. La Primera Sala de la SCJ ha sentado la
tesis de jurisprudencia 54/2001, de 4 de julio de 2001, con la que resolvió tesis
contradictorias sustentadas por ciertos tribunales colegiados, en la siguiente forma:
“Pagaré. No es necesario que quien lo suscribió a nombre de persona moral, anote
el carácter o calidad con que la representa. De una interpretación sistemática de lo
dispuesto en los artículos 14 y 170 de la Ley General de Títulos y Operaciones de
Crédito, se advierte que… entre los requisitos o elementos esenciales que debe
reunir un documento para que se considere como título ejecutivo… se encuentra el
de la firma del suscriptor, o de la persona que firme a su ruego o en su nombre, …
la cual quedará satisfecha con solo estampar la firma de quien suscribe el
documento, … por tanto, resulta innecesario exigir que se señale en seguida de ese
signo inequívoco, el carácter de la persona que suscribe el documento en
representación de la persona moral, pues si ello se omite, no trae como
consecuencia que se niegue eficacia jurídica al título de crédito, toda vez que ya se
encuentra la firma”.

Por lo que se refiere al vocablo suscriptor, que nuestra ley emplea para referirse al
obligado principal en el pagaré, la Primera Sala de la SCJN aprobó la tesis de
jurisprudencia 43/98, el 8 de julio de 1998, derivada de la contradicción de tesis
93/97, y publicada en las páginas 166 y siguientes del SJFG, novena época, tomo
VIII, agosto de 1998, del tenor siguiente: “Atendiendo al sentido literal del requisito
previsto en el artículo 170, fracción VI de la Ley General de Títulos y Operaciones
de Crédito, basta que en un pagaré la persona que reconoce deber a otra y se obliga
incondicionalmente a pagarle una cantidad determinada, estampe su firma, … para
estimar satisfecho dicho requisito, pues precisamente, a través de la firma se
expresa la voluntad de cumplir con la obligación consignada en dicho documento;
de ahí que resulte irrelevante que se señale enseguida de ese signo inequívoco que
tiene el carácter de ´suscriptor´, pues si ello se omite, no puede dar lugar a que se
considere que no puede producir sus efectos legales”.

7.3. Semejanzas y diferencias entre el pagaré y la letra de cambio.


Tanto, la letra de cambio como el pagaré resultan de la forma simplificada prevista
para el título de crédito estudiadas con anterioridad, por cuanto primordialmente
debe incluir en su texto la mención de ser precisamente un pagaré, de modo que tal
vocablo, empleado simplemente como verbo en futuro no bastaría, por sí solo, para
atribuir calidad cambiaria a este documento, máxime que el texto legal exige que,
además, contenga la promesa incondicional de pago; en cambio, la letra encierra
una orden de pago.

En cuanto a esta promesa incondicional de pago, la doctrina mexicana se ha


mostrado unánime en el sentido de que no hace falta emplear el vocablo
“incondicional” u otro semejante, pues basta con que a la promesa no se le fije
condición alguna”.

Además, en este documento no existen las figuras del girador, girado, del
recomendatario, ni del personaje que puede pagar por intervención. En el pagaré,
por el contrario, es plenamente válida la cláusula de intereses, prohibida en la letra
de cambio (artículo 174).

La SCJN estima que todo el mundo debe conocer la jerga bancaria, a lo cual, en la
realidad, no tiene fundamentos, independientemente de que, además, se trata de
expresiones normalmente empleadas solo entre entidades bancarias, sin olvidar
que las propias instituciones financieras las aplican en los contratos con sus
clientes, pero parece excesivo el pretender que uno o más endosatarios del pagaré
con tal mención sean conocedores del verdadero alcance de dicho acrónimo.
Finalmente, y solo por lo que hace referencia a la presentación, conviene tener en
cuenta que mientras la letra de cambio suele emplearse exclusivamente con
formatos impresos, el pagaré adopta la misma presentación, pero no menos
frecuente es el empleo de redacciones mecanografiadas y ocasionalmente incluso
manuscritas. En todos estos casos es plenamente válido como títulos de crédito, a
condición de que se satisfagan las demás formalidades legales, como la época y el
lugar del pago, la fecha y lugar de suscripción y la firma del suscriptor o la de quien
intervenga a su ruego o en su nombre (artículo 170), en la inteligencia de que, si no
aparece la fecha de vencimiento, será pagadero a la vista, y si no se indica el lugar
de pago, se tendrá como tal el domicilio del suscriptor.

7.4. Modalidades de aplicación del pagaré.

Mención especial debe hacerse al indebido empleo de este documento como simple
garantía de pago, pues con ello se desvirtúa su verdadero carácter; tal vez hay que
convenir en que la práctica del comercio, e incluso de numerosas operaciones
civiles, no se detiene en minucias legales, pero, a pesar de tal forma de operar, el
pagaré debe seguir desempeñando su verdadero papel, que no es precisamente el
prendario, pues en rigor concede a su tenedor el derecho de exigir el importe
respectivo, sin atender al presunto carácter de mera garantía que se le atribuye.

Algunas autoridades administrativas han venido imprimiendo ciertas modalidades al


pagaré, ciertamente sin modificar su estructura, implican aspectos que se apartan
de las reglas legales. Así, la Comisión Nacional de Valores (hoy CNBV) expidió,
hace varios años, las circulares 10-118, de 20 de abril de 1991, y 10-148, de 20 de
septiembre de 1991, para regular la emisión y operación de ciertos pagarés
susceptibles de oferta pública, conocidos como papel comercial, en algunos casos
por valor predeterminado, permanentemente depositados en INDEVAL, con plazos
máximos determinados por dicha autoridad, o bien indexados al tipo de cambio del
dólar estadounidense, y en todos los casos con el requisito de su previa inscripción
en la Sección de Valores del Registro Nacional de Valores e Intermediarios de la
propia Comisión, así como en la BMV.

Pagaré domiciliado: La domiciliación supone la referencia a una persona en cuyo


domicilio debe presentarse el documento, en este caso para su pago. Pues bien, a
falta de domiciliatario, el pago debe exigirse al suscriptor mismo, pero en el lugar
señalado como domicilio, mismo en el que habrá de levantarse el protesto por falta
de pago. Debemos entender, sin embargo, que la omisión de tal protesto solo
acarrea la caducidad de las acciones en contra del endosante y del suscriptor, pero
todo ello solo cuando la persona que haya de hacer el pago no sea el suscriptor
mismo. Por tanto, cuando no se haga mención de un domicilio, tampoco hará falta
de pago, a menos que existan endosantes (artículo 173).
Pagaré bancario: Corresponde aquí mencionar la más frecuente operación con
pagarés como forma de apertura de crédito de firma, que los clientes bancarios
emplean frente a acreedores, confiados estos en la solvencia y seriedad de la firma
bancaria. Estos pagarés son de suma importancia, ya que propician la celebración
de prácticamente todo tipo de operaciones apoyadas en el crédito bancario, sin
desconocer, ni mucho menos, otras formas de pago también bancarias, como las
cartas y la tarjeta de crédito, que, como es bien sabido, se emplea mediante la
suscripción, por parte del usuario, de pagarés que el banco emisor de la tarjeta
honra merced al contrato de apertura de crédito previamente celebrado entre
ambos.

Pagaré hipotecario: Es un esquema bancario con arreglo al cual el banco acreedor


asume el papel de beneficiario de uno o varios pagares, negociables o no, en los
que se inserta su origen, frecuentemente constituido por un crédito refaccionario, de
habilitación o avío o simplemente hipotecario, todos los cuales no configuran
operaciones exclusivamente bancarias, a pesar de la frecuencia de las mismas. En
todos ellos, como es bien sabido, entre los bienes que constituyen garantía de pago
suelen figurar inmuebles, o bien unidades industriales, casi invariablemente
mencionados en los pagarés, cuya transmisión implica, la transferencia también de
una parte alícuota de la garantía inmobiliaria (artículo 325).

7.5. El pagaré no negociable como título documentario de ciertos contratos de


crédito.

Los pagarés con los que, hemos mencionado, suelen documentarse ciertos
contratos de crédito, en principio son negociables, pero nada impide que se estipule
su negociabilidad, sin que por ello se vea desvirtuada su naturaleza cambiaria. Así,
los pagarés previstos con motivo de los contratos de arrendamiento financiero
(artículo 26, LGOAAC, hoy derogado), al paso que, en cambio, los pagarés que se
suscriban con motivo del contrato de factoraje “con recurso”, es decir, con la
obligación solidaria del cliente, deben ser no negociables (artículo 45-G, LGOAAC,
hoy ya derogados por este ordenamiento).

7.6. El pagará internacional.


Los intentos de regulación de un pagaré internacional han ido aparejados con los
desplegados para la letra de cambio, por lo que aquí debe hacerse un reenvío, bajo
el rubro la letra de cambio internacional.

7.7. ¿Cómo se redacta un pagaré?

para la validez de este documento, deben existir dos personajes como son, el
suscriptor y el beneficiario, tenedor o tomador; igualmente, existe la posibilidad de
que aparezcan otros personajes como son los avalistas, que pueden actuar a favor
del referido suscriptor y de los posteriores endosantes. Por lo tanto, se hará mención
de los requisitos formales de este título, estos son:

 El empleo del vocablo “pagaré”, dentro del texto del documento. Ello significa
que no basta con emplear el sustantivo solo en el encabezado del
documento, sino también en su redacción.
 La promesa incondicional de pagar una suma determinada de dinero. Aquí
podrían repetirse las consideraciones hechas a propósito de la letra de
cambio, pero también las que se hicieron con anterioridad, de modo especial
en lo que hace a la posibilidad, hoy generalmente admitida, de suscribir este
título en moneda extranjera, así como en unidades de inversión. En cuanto a
la incondicionalidad de la promesa, igualmente es aplicable lo dicho a
propósito de la letra de cambio, en el sentido de que cualquier condición
anularía el documento en cuanto título de crédito, que solo conservaría el
carácter de documento mercantil, si bien el cumplimiento de la condición
obligaría al suscriptor en la forma convenida.
 El nombre del tomador o beneficiario. En efecto, al igual que la letra de
cambio, este pagaré no puede emitirse al portador, por lo que su circulación
solo puede operar mediante endoso.
 La fecha de vencimiento, consignada mediante la indicación de un día fijo, o
bien con referencia al transcurso del plazo. Sobre este particular, también es
necesario hacer remisión a lo expresado a propósito de la letra de cambio.
 La fecha y el lugar en que se suscribe el documento. En cuanto a la mención
de la fecha, reviste trascendental importancia en caso de que como
igualmente se indicó a propósito de la letra de cambio, el pagaré se suscriba
con vencimiento a tiempo de vista o a tiempo fecha. En cuanto al lugar de
suscripción, es fácil entender que sus efectos son principalmente procesales,
a menos que se estipule con cláusula de domiciliación, prevista en el artículo
173.
 La firma del suscriptor o de la persona que firme a su ruego o en su nombre.
Aquí es necesario, una vez más, hacer remisión a lo dicho a propósito de la
letra de cambio, en cuanto a la lógica necesidad de que intervenga un
fedatario público cuando la firma se otorgue por un tercero, ante la
consideración de que dicha firma a ruego o en nombre del suscriptor
constituye, en verdad, un mandato otorgado por el virtual suscriptor.

Ante la extraordinaria importancia que ha adquirido el pagaré, y no solo en la vida


del comercio, pues también se le emplea para documentar obligaciones
patrimoniales de carácter puramente civil, apenas si hace falta encarecer la
importancia que reviste su correcta redacción, que en la práctica del comercio suele
complicarse mediante el empleo de cláusulas adicionales, que en ocasiones ponen
en tela de duda su validez. Así, por ejemplo, es usual la cláusula de interés, en cuyo
favor podría aducirse que el artículo 174 no menciona, como aplicable al pagaré, al
artículo 78, que prohíbe tal cláusula en la letra de cambio. Sin embargo, frente a ello
podría aducirse que la estipulación de intereses menoscaba, en mayor o menor
grado, la determinación precisa de la suma a cargo del suscriptor, que de ese modo
ya no se ajustaría a la exigencia en el sentido de que la promesa de pago debe
ajustarse a una suma determinada de dinero.

En cambio, parece que no debía suscitar reparo la consideración en el sentido de


que es tan ilegal como reprobable el empleo, por lo demás frecuente en la práctica
negocial, de este título como simple garantía de pago, pues con ello se
desnaturaliza su verdadero carácter en cuanto portador de una incondicional
promesa de pago, y se convierte en una mera garantía, por tanto, sujeta a la
eventualidad de que el obligado, y tal vez un tercero, no dé cumplimiento a su
obligación principal.
Para finalizar, en la práctica bancaria es usual el empleo de pagarés no negociables,
a cuyo efecto conviene hacer remisión a lo antes mencionado. En tales condiciones,
es igualmente aceptable la cláusula en cuya virtud se estipule la limitada
negociabilidad del pagaré, como forma de evitar que se transmita libremente, o bien
para obtener que se conozca por anticipado al posible o posibles adquirentes.

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