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Estados Unidos ya está en la recta final para elegir a un nuevo presidente el próximo 6 de
noviembre . Los medios llevan, sin embargo, m...
Estados Unidos ya está en la recta final para elegir a un nuevo presidente el próximo 6 de
noviembre. Los medios llevan, sin embargo, meses hablando de primarias y de sondeos, en un
proceso que parece interminable. Pero ¿cuáles son las claves de este proceso?
Que en Estados Unidos el presidente es una figura clave no es ningún misterio. Tener esto
presente es, sin embargo, fundamental para comprender su sistema electoral. El presidente de
los Estados Unidos ejerce el poder ejecutivo y tiene amplias competencias como Jefe de
Estado y como Jefe de Gobierno. Este es uno de los principales puntos que diferencia a EE.UU.
de la mayor parte de los sistemas políticos europeos, donde estas funciones son a menudo
ejercidas por dos personas distintas. Como contrapeso, el sistema electoral estadounidense
establece un límite claro de dos mandatos consecutivos para evitar una acumulación excesiva
de poder.
Hay otro punto fundamental para comprender el sistema electoral de Estados Unidos:
su organización política federal. Como su propio nombre bien indica, Estados Unidos está
formado por una cincuentena de Estados que tienen su propia autonomía política. Cuentan así
con un gobierno, bajo la figura del gobernador, y una cámara legislativa que también son
elegidos democráticamente. Así, cada estado tiene libertad para decidir la forma de designar a
sus propias instancias de poder, por lo que, en realidad, en Estados Unidos hay una multitud
de sistemas electorales diferentes.
De hecho, como veremos además en otro post, el día 6 de noviembre no se elegirá solo al
presidente, sino también muchas de estas otras instancias, así como parte del Senado y toda la
Cámara de Representantes. Nos centraremos, por tanto, en el sistema de elección del
presidente.
Estas son, sin duda, las dos características principales del sistema electoral presidencial en
Estados Unidos. Así, el presidente es elegido de forma indirecta de forma similar a los
sistemas parlamentarios, aunque con un colegio de electores que es designado de forma
exclusiva para cumplir esa única tarea.
Este colegio está formado por un total de 538 electores, que son elegidos en los diferentes
distritos. Al igual que ocurriría en un parlamento que elige al jefe de Gobierno, gana aquel
candidato que tenga una mayoría absoluta, en este caso al menos 270 electores. Si dos
candidatos presidenciales reciben la misma cantidad de votos electorales, la Cámara de
Representantes decidirá quién se convierte en presidente y el Senado quién será el
vicepresidente.
En la composición de este colegio de electores es fundamental el reparto de “escaños” según
un sistema mayoritario. Así, cada Estado tiene un número concreto de compromisarios según
la cantidad de diputados que ese estado tenga en el Congreso (ver mapa abajo). El Distrito de
Columbia tiene además derecho a 3 electores. El vencedor de un estado se lleva todos los
electores correspondientes a ese estado, lo que hace que el reparto sea muy poco
proporcional y que incluso pueda darse la paradoja, como veremos, de que el candidato con
más votos no es elegido presidente. Este sistema ha afianzado además un sistema bipartidista,
en el que los partidos Democráta y Republicano controlan la vida política del país.
Este sistema hace que el acceso a la presidencia sea más flexible y que no sean las altas
estructuras del partido quienes tomen la decisión por designación. Así, cualquier persona
ciudadana y nacida en Estados Unidos mayor de 35 años puede ser candidato. Una vez elegido
en las primarias, el candidato elige a su vicepresidente, un tandem que se conoce
como ticket y que se presenta como un equipo a la presidenciales.
Número de electores por estado y aquellos que cambiaron de partido en las elecciones de 2008.
/ Wikipedia
El sistema mayoritario hace que ganar ciertos estados sea especialmente interesante. Así,
California, Nueva York o Texas se encuentran entre los más suculentos por su gran número de
electores. Sin embargo, estos estados tienen unos perfiles de voto ya definidos y lo normal es
que siempre gane el mismo partido.
Hay otros estados, sin embargo, donde el color suele cambiar según el candidato. Esos son los
llamados“battleground states” o estados reñidos, porque son los que pueden determinar la
victoria de uno u otro partido. Algunos de los principales estados también llamados morados,
por el color que resulta de mezclar el azul democráta y el rojo republicano, son Ohio,
Pennsylvania, Florida, Wisconsin, Iowa, Michigan o Colorado.
El sistema electoral de Estados Unidos fue diseñado a finales del siglo XVIII, con el nacimiento
de la República Federal. Aunque ha habido algunos cambios desde entonces, como la
limitación en el número de mandatos o la extensión del voto a mujeres y población negra, sus
principios básicos siguen vigentes. El sistema fue pensado para evitar lo que James Madison,
uno de los padres de la Constitución, llamaba la “tiranía de la mayoría”.
Sin embargo las polémicas han sido muchas. Una de las principales controversias, ya
comentada, es la que se refiere a la posibilidad de que el candidato que gane más votos no
consiga alcanzar la presidencia, debido al reparto no proporcional de compromisarios. Esto ha
ocurrido cuatro veces en la historia de Estados Unidos:
en 1824, cuando John Quincy Adams fue elegido presidente, aunque Andrew Jackson
obtuvo más votos;
en 1888, cuando Benjamin Harrison fue elegido presidente, aunque Grover Cleveland,
presidente saliente, obtuvo más votos populares;
y las polémicas elecciones del año 2000, en las que George W. Bush fue elegido
presidente bajo sospechas de manipulación de votos. Al Gore, vicepresidente saliente,
obtuvo unos poco más votos.
Otra de las críticas es el bipartidismo que este sistema tiene como consecuencia. En este
sentido, los únicos dos partidos que tienen posibilidades de alcanzar la presidencia son el
Republicano y el Democráta. Aunque existen candidatos independientes, la mayor parte de las
veces ni siquiera son conocidos entre los votantes. Sin embargo, como hemos visto con las
primarias, el acceso a la candidatura es más flexible que en jerarquías de partido más rígidas,
como las europeas, por lo que los partidos suelen ser formaciones “paraguas” que recogen
cierta tendencia política, pero donde las líneas concretas de cada candidato pueden variar de
forma importante.
El elemento fundamental para ser elegido suele ser la capacidad financiera del candidato para
promocionarse entre sus electores. Como veremos en otro artículo, los candidatos pueden
hacer campañar para recaudar aportaciones ciudadanas, lo que ha sido criticado por aumentar
el clientelismo.
Sin duda, todo el sistema político de Estados Unidos tiene elementos positivos y negativos,
aunque su sistema electoral parece no haber conectado con la ciudadanía, ya que suele
registrar tasas de participación en torno al 50%, muy por debajo de la mayoría de los países
europeos. La necesidad de registro de los votantes para ejercer su derecho yel cansancio
provocado por unas elecciones muy largas y muy mediáticas llevan a casi la mitad de la
población a no acercarse a las urnas, a pesar de ser convocadas expresamente en un día
laboral (un martes) como incentivo.
http://www.infronteras.com/2012/10/como-funciona-el-sistema-electoral-en.html