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Docente:
Abogada. María Soledad Vela Cheroni, Magíster.
Titulaciones Semestre
DERECHO PRIMERO
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Resultado de aprendizaje de la asignatura.
(1) Haremos un recorrido por las corrientes clásicas de la historia y filosofía del
derecho.
(2) Nos centraremos en el estudio del derecho desde la edad media hasta la actual,
implementando una perspectiva histórica, critica, pre y poscolonial.
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Tema 1. Conceptos preliminares y antecedentes del derecho.
Por tales razones, para poder entender con claridad qué es la historia, hay que seguir
tres pasos fundamentales:
Distinguir
Reflexionar
Conocer
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Distinguir entre acontecimientos históricos y acontecimientos del
pasado para poder precisar el objeto de la historia. Lo importante es
establecer que a la historia sólo le interesan los acontecimientos que
han adquirido cierta perdurabilidad.
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1.2 La función social y las categorías del derecho.
Hay normas morales y normas del trato social que se interrelacionan con las
normas jurídicas, pero no son tales.
Tenemos varios aspectos de las normas de trato social que las diferencian de
normas morales como lo son:
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Hay que tener en cuenta también las categorías jurídicas fundamentales, que son las
ideas más generales en las que se puede reducir el concepto de derecho.
Estas se entienden: como las categorías o nociones irreductibles, en cuya ausencia
resultaría imposible entender un orden jurídico cualquiera.
Hay que dejar en claro, que una cosa son los conceptos jurídicos fundamentales o
categoría jurídicas, y otra cosa, los conceptos históricos o contingentes, porque estos
últimos no están presenten en todo ordenamiento jurídico positivo, lo que sí acontece
con aquellos, ya que son parte constitutiva del sistema jurídico.
La teoría fundamental del derecho tiene por tarea la explicación de los conceptos
jurídicos fundamentales, y se ubica, como una rama de la Filosofía del Derecho, a la
par de la otra de sus ramas, que está representada por la Axiología Jurídica.
Entre estos tenemos:
Desde las más antiguas organizaciones sociales, tenemos algunas referencias que
nos permiten afirmar, sin lugar a dudas, que, en toda organización social, el derecho
está presente, ya sea como el factor de cohesión para el desarrollo de la civilización
o el método para regirla.
Las primeras ciudades y los grandes reinos de la antigüedad tanto en Egipto, como
en la antigua Mesopotamia, los reinos crecieron con el orden que impone el derecho,
por ello el derecho y la justicia nacen con las primeras civilizaciones.
Sin ese orden y respeto a un líder, un grupo gobernante o un grupo de sabios, no se podría
entender, ni la convivencia humana, ni el desarrollo de las ciencias, ni la creación de la
agricultura, la cerámica y toda la civilización, ese respeto, permitió el desarrollo del hombre,
constituyendo las primeras evidencias de organización social y, por lo tanto, son también, el
origen del d erecho.
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Podemos afirmar que, dentro de las primeras culturas en desarrollarse con un orden
y forma de gobierno, aparece la zona de Egipto. La civilización egipcia puede
remontarse hoy, dentro de una larga secuencia evolutiva, hasta el año 5000 a.C. e
incluso más antiguas en el valle del Nilo y en las orillas del lago Fayum, así como de
un poblado paleolítico que data de hace unos 300.000 años; en ese recorrido histórico
arqueológico de la civilización de los faraones, se han encontrado pruebas de
comunidades de cazadores - recolectores y el fundamento de una civilización
sumamente desarrollada con un orden increíble, que les permitió vivir con suma
facilidad.
Claro que vivir en grupo como nómadas requería orden, también vivir en forma
permanente en un solo lugar al formarse las primeras ciudades, requería regular
nuevos fenómenos de convivencia que no se conocían; además de que al crearse
procesos productivos, establecer viviendas y fijar límites, nacieron las primeras
transacciones de inmuebles, el trueque, comercio, la producción de cereales, la
ganadería, las afectaciones de los animales en los predios vecinos, los robos, la
creación de un cuerpo administrativo para vigilar, juzgar, castigar y otras actividades
propias de un pequeño Estado. Por lo que fue necesario crear un soporte o marco
jurídico en el que se previnieran esos fenómenos sociales, que fueron nuevos y
complicados al inicio, siendo así que solamente creando un orden fue posible la
convivencia.
No podemos afirmar que existían derechos humanos, pero resulta lógico suponer que
no solo la fuerza mantenía la cohesión del grupo, también un grado de respeto a los
miembros de la sociedad, ya que de otra manera se hubieran desintegrado.
Veamos ahora las legislaciones más antiguas que conocemos. Estas provienen de
Asia, en especial de Mesopotamia y corresponden a las culturas acadia y sumeria.
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Codex Ur-Nammu: El primer texto legislativo que ha llegado hasta nosotros es un
fragmento del Codex Ur-Nammu, que contiene, además de la introducción, unas 29
leyes legibles relativas casi todas al derecho penal, aunque también se legisla sobre
divorcio, sobre prácticas de brujería y se establece el principio de la compensación
pecuniaria para los delitos de lesiones corporales y otros relativos a daños en la
agricultura.
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Código de Hamurabi: Ahora bien, el texto legislativo más destacado y completo del
mundo mesopotámico es el famoso Código de Hammurabi, descubierto en Susa
(1901 - 1902) por el arqueólogo Mecqenem y que actualmente se encuentra en el
museo del Louvre en París; código que, según las últimas investigaciones fue
promulgado en 1753, a. C. Este cuerpo jurídico, que más que un código es una
recopilación de leyes y costumbres anteriores, se atribuye a Hammurabi, sexto rey de
la primera dinastía babilónica, quien logró expandir su supremacía sobre varios
pueblos vecinos, fundando un sólido imperio que perduró hasta la época helenística
(500 a. C.), así como establecer un verdadero Estado laico en el cual el rey asumió
todos los poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) y donde prevaleció el poder
temporal sobre el religioso.
Consta de 284 artículos, muchos de ellos dedicados a los delitos y las penas que
resultan muy crueles vistas con los ojos de hoy (40 delitos ameritaban la pena de
muerte y los castigos corporales de todo tipo eran públicos y cruentos e incluían toda
clase de mutilaciones).
Los delitos más sancionados eran los que se cometían contra el Estado, cosa lógica
tratándose de un imperio que utilizó como método de disuasión para la conservación
de la convivencia social, la intimidación y el terror.
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Tema 2: El derecho en la Edad Media.
Hablar de la Edad Media es hablar del período entre los dos periodos considerados
entre los más relevantes de la historia: las civilizaciones de Grecia y Roma y la
civilización de la Europa Moderna.; por lo que podemos definir que la Edad Media
abarcó un lapso desde el siglo V hasta el siglo XV de la era cristiana,
aproximadamente.
Los germanos invasores se instalaron dentro de las antiguas fronteras del imperio
romano y en zonas que nunca habían sido ocupadas por Roma, como Alemania.
Estos fueron evolucionando y dieron origen a las monarquías medievales
europeas.
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Lex Barbarorum,
Lex Visigotum (Código de Eurico),
Ley Lombarda
Lex Alamanorum (Ley de los Alamanes)
Al mismo tiempo se fueron recopilando las leyes romanas entre las cuales el
más famoso fue el Código de Alarico, el cual rigió en muchas partes de Europa.
Este sistema de convivencia paralela obligó a los juristas a establecer la
Professio Juris, mediante la cual se obligaba a cada persona a declarar
explícitamente, así como probar con toda claridad cuál era la ley suya por la cual
debía regirse. Este sistema subsistió hasta el establecimiento del régimen feudal
en Europa. Por lo tanto a la hora de dictar justicia el juez debía consultar los textos
romanos, si el individuo era ciudadano de Roma, o determinar las costumbres de
los pueblos germánicos. También, de ser el caso, debía consultar las
disposiciones o mandatos de los reyes bárbaros, de esta forma se aplicaba la
norma expresa que existiera.
A partir del año 1200 se inicia en Bologna la necesidad de fijar todas las leyes y
costumbres por escrito debido al renacimiento del estudio del derecho, lo que
llevaba a ese país a multitudes a estudiar con los grandes jurisconsultos de la
época, lo que le valió a Bologna el nombre de: Antorcha del erecho. En
las cortes italianas empiezan a aparecer personajes en los tribunales
llamados: Doctos en las Leyes.
A partir del siglo XII el derecho penetra en las escuelas lo que favoreció el
renacimiento de una legislación fuerte y la unificación en jurisprudencia escrita
de todas las costumbres dispersas.
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2.2 Surgimiento del Estado / Nación.
El rey ya no tiene freno para sus poderes y nacen las monarquías absolutas en el
Siglo XV.
.
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Paralelamente, durante los siglos XVII y XVIII se pone en boga una idea nueva llamada
derecho natural la cual se impone al derecho positivo de cada nación, cuyos principios
los descubre el hombre por medio de la razón„ procurando el derecho positivo
amoldarse al natural. Esta nueva corriente es fundada por Hugo Groccio y sirvió para
limpiar a los Estados de las anarquías medievales (cargas feudales, desigualdad
jurídica, restricciones a las libertades de comercio y de pensamiento, crueldades del
derecho penal y penitenciario y los procedimientos inquisitivos).
Luego de que Europa recibe el Código Justiniano y recibe al derecho natural, se vio la
necesidad de codificar todo en textos concretos iniciando con esto el movimiento
codificador apareciendo en varios países. El más importante de todos fue el Código de
Napoleón en Francia, que viene a marcar la pauta de todos los códigos de los países
modernos, diferente a todos los demás y el que se usa como modelo para todo el
mundo, excepto en los países de habla inglesa.
El derecho romano es piedra angular de nuestro derecho actual, con excepción de las
regiones en donde se aplica el derecho musulmán e hindú, el derecho clásico chino,
los derechos consuetudinarios. El derecho romano es el conjunto de principios de
derecho que rigió la sociedad romana en las diversas épocas de su historia, hasta la
muerte del emperador Justiniano.
Su utilidad es tanto histórica y práctica, ya que, a través de él, podemos llegar a
elaborar análisis a fondo como abogados llegando a conocer la ciencia y el arte del
derecho.
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La Monarquía, La Republica, El Imperio.
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2. La segunda en el tiempo fue la República, entendiéndose por tal el sistema de
gobierno, no vitalicio, que se renueva periódicamente por la consulta al pueblo.
La sociedad romana, en tiempos de la República, sufrió una profunda
transformación en todos los órdenes. De una pequeña ciudad junto al Tíber,
Roma pasó en cuatro siglos, a convertirse en el centro de un Imperio que
abarcaba territorialmente todo el mundo antiguo, desde las costas del Atlántico
hasta el Mar Negro, y desde el desierto de Sahara y Arabia hasta las Islas
Británicas.
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3. La tercera fue el Principado, instaurada por Octavio, sobrino e hijo adoptivo de Julio
César, quien tuvo la habilidad de crear una especie de imperio democrático para
salvar en parte las instituciones republicanas, aunque permitiendo el control político,
cada momento más acentuado, en manos de un ciudadano, que sin dejar de ser tal,
era el primero entre todos ellos: el príncipe (princeps inter cives).
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4. Hay una cuarta forma de gobierno que tuvieron los
romanos fue la del imperio absoluto o dominato, que tuvo
su momento culminante durante el reinado de Diocleciano,
quien trató sin lograrlo, a través de una profunda reforma
constitucional, de impedir la decadencia del imperio Romano
de Occidente.
Muchas fueron las causas que determinaron el hundimiento del Imperio romano
de occidente todas, aunque quizás algunas solo en forma incipiente, se encontraban
ya vinculadas al régimen imperial en los dos primeros siglos de su vida.
a) El peligro militar consecuencia de las luchas por el poder, que había nacido
desde la época republicana con la instauración del culto a la personalidad y la
organización de un ejército regular;
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Conceptos fundamentales del Derecho Romano.
El término ius:
Designaba para los romanos el derecho en sentido objetivo, es decir, la norma (lexius-
regula) y en sentido subjetivo la facultas, entendida esta como el poder jurídico que
pertenencia, en concreto, a un sujeto de derecho en un momento determinado, que iba
inseparablemente unida a la idea de actio (acción) y que consistía en el poder de
acudir a los tribunales en demanda de justicia, de tal manera que no había facultas sin
su actio respectiva.
De ahí que el derecho romano clásico se presente más como un sistema de acciones
que de derechos subjetivos.
La justicia (iustitia):
Fue definida por Ulpiano, jurisconsulto del periodo clásico como: la constante
voluntad de dar a cada cual lo suyo y no fue entendida por los romanos como un
elevado valor abstracto, sino como el criterio práctico conforme el cual se lograba una
sana ordenación en el seno de la comunidad que permitía resolver el concreto y
específico problema presentado ante el tribunal.
Era el que se refería a la organización del Estado, llamado por los romanos SPQR
(Senatus populusque romanus), esto es, el Senado y el pueblo romano. Cicerón lo
definía como el relativo a la ciudad y al imperio, y Ulpiano, como el que corresponde a
las cosas del pueblo romano.
Fue entendido por Ulpiano como el que se refería a la utilidad de los particulares
(privus), aunque de la concepción romana no se infiriese que el derecho público no
interesaba a los particulares, o que el privado no atañera también a la comunidad.
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El derecho civil (ius civile):
Fue el creado en la antigua Roma, para que se rigiesen por él los ciudadanos
romanos. Posteriormente, en la práctica jurídica, los magistrados encargados de
aplicar el derecho —especialmente los pretores y ediles— estuvieron provistos de una
facultad (ius edicendi) para dictar recursos procesales a los cuales regular su labor.
También llamado derecho general, regía, en forma abstracta, para una serie ilimitada
de casos contenidos por el mismo. No obstante, como la realidad siempre es más rica
de lo que puede serlo la previsión humana, en ciertas ocasiones era necesario alterar
el sentido del derecho común, porque así convenía al bien general, de lo cual nace el
derecho singular (ius singulare). Por ejemplo, mientras que generalmente era posible
celebrar donaciones con apego a lo establecido por las normas, esto se prohibía entre
consortes con el fin de evitar que uno se aproveche del otro.
El Ius Commune o derecho común es una síntesis entre los derechos romano y
canónico. Vamos a ver en esta clase como el Ius Commune fue fundamental durante
varios siglos del sistema jurídico de la Europa continental. Se incluye el estudio del
derecho elaborado por la Iglesia, desde sus orígenes hasta el momento de su
penetración en el mundo jurídico europeo.
También veremos el proceso recopilador de los decretos y decretales emitidos por los
concilios y por los papas, que, junto a otras fuentes seculares, culminaría con la
elaboración del Corpus Iuris Canonici.
En Historia del Derecho se nos describe el desarrollo del derecho canónico, que se
consolida durante la Edad Media.
En esta época el derecho canónico no cuenta solo con la organización y jerarquía de la
Iglesia, los sacramentos y las herejías, sino que abarca varios aspectos de la vida
secular como:
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Los derechos reales, al regular la condición de los bienes de la Iglesia, así como todo tipo de
actos civiles relativos al derecho privado que tienen relación con ella, como donaciones,
testamentos, legados, contratos sobre tierras, creación de fundaciones pías, etcétera.
El derecho familiar, regulando el abandono de niños, la legitimación de los hijos naturales, los
alimentos, y otros.
Interviene en actos profanos, otorgándoles ritos, como en el caso de la coronación de los
reyes en las naciones europeas.
Desarrolla el derecho procesal, a través del establecimiento del procedimiento judicial que se
debía llevar a cabo ante los tribunales eclesiásticos que contaban con su fuero propio.
Por otra parte, como consecuencia del desmembramiento del Imperio romano de
occidente y del relativo aislamiento en que quedan los reinos germánicos que lo
sustituyen, surgen los llamados derechos canónicos nacionales, emanados de los
concilios nacionales o provinciales, que, aunque cuentan con un tronco común, van a
variar en cuanto a su legislación secundaria.
Esto hace que surjan ramas de dicho tronco común que van a ser los derechos
canónicos hispánico, itálico, gálico, oriental y africano.
En las fuentes del derecho canónico, debemos distinguir entre fuentes formales, y
las históricas.
Fuente formales:
Las dogmáticas
La doctrinal, representada por la elaboración teológica de la
Patrística
La jurídica, a través de los cánones o decretos y las
decretales, que proliferan en esta época.
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Fuentes materiales:
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En cuanto a las causas de su difusión, estas fueron, tanto políticas, como jurídicas
y sociales.
3. La tercera causa fue la inserción de los estudiantes en las Cortes de los reyes
europeos. Estos estudiantes hacían entrar en la corte, en la legislación, en el
foro y en las universidades el derecho común que era el que conocían por
haberlo estudiado.
En efecto, esta penetración chocó con los derechos tradicionales de los países
receptores y con el derecho real, entendido como algo proveniente directamente del
rey. Así, se produjeron conflictos o luchas entre el derecho viejo, el tradicional de
cada país, con el derecho nuevo, derecho común, y entre este último y el derecho real.
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Bibliografía.
Obligatoria:
Bernal Gómez, Beatriz, (2010). ―Historia del Derecho”, Nostra Ediciones S.A,
México, CDMX. (Cap. 1-2-4 y 7)
Complementaria:
Laurousse, S.A. (2011). “El Pequeño Larousse Ilustrado”. México, D.F.: Ediciones
Larousse, S. A. de C.V.
Ruz Saldívar, C, (2014). “La organización social, el origen del derecho”. Revista de
Claseshistoria, USA.
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DERECHO EN LINEA
HISTORIA Y FILOSOFÍA DEL DERECHO
3 créditos
Docente:
Titulaciones Semestre
DERECHO PRIMERO
1
Resultado de aprendizaje de la asignatura.
(1) Haremos un recorrido por las corrientes clásicas de la historia y filosofía del
Derecho.
(2) Nos centraremos en el estudio del derecho desde la edad media hasta la actual,
implementando una perspectiva histórica, critica, pre y postcolonial.
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Tema 1. La revolución americana y el derecho indiano.
1.1 La colonización.
"Uno de los Pontífices pasados (...) hizo donación de estas islas y tierra firme del
mar Océano a los dichos Rey y Reina y sus sucesores en estos reinos, con todo lo
que en ella hay, según se contiene en ciertas escrituras que sobre ello pasaron,
según se ha dicho, que podréis ver si quisieseis.
Así que Sus Majestades son reyes y señores de estas islas y tierra firme por virtud
de la dicha donación (...) Por ende, como mejor podemos, os rogamos y
requerimos que entendáis bien esto que os hemos dicho (...) Si así lo hicieseis,
haréis bien (...)
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Desde el punto de vista de los colonizadores la argumentación era impecable. Se
les sometía siguiendo la voluntad del único dios verdadero, expresada a través del
otorgamiento de aquellas tierras por el Papa a los reyes de España y ejecutada en
su nombre por sus representantes, las tropas y los predicadores.
Los Reyes Católicos proclamaron sus derechos sobre las nuevas tierras, pero tras la
intervención arbitral del Papa (Bula Inter Caetera en 1493), ambas Coronas
llegaron finalmente a un acuerdo.
" Los indios bárbaros antes de que los españoles llegasen a ellos eran los
verdaderos dueños en lo público y privado.
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La intervención europea en la América central y del sur tuvo graves efectos sobre la
población indígena, ya fuera a causa de las servidumbres o de las transmisiones de
enfermedades además de las muertes violentas que se produjeron durante la
conquista, o las posteriores con el fin de aplacar las revueltas, en América del Norte
los efectos fueron todavía más devastadores, produciéndose un genocidio que
afectó a la mayoría de las poblaciones indígenas, al mismo tiempo que se recluía a
los pocos supervivientes en reservas.
Los dos momentos más importantes en el proceso de conquista fueron la invasión
del imperio azteca o mexica, en el actual México, por Hernán Cortes entre 1519 y
1521, y la del imperio incaico del Perú por Francisco Pizarro en 1532-
1533.
El objetivo de los colonizadores españoles fue des de un principio la explotación
económica del territorio conquistado y la cristianización de los indios. El sistema de
colonización utilizado en los primeros momentos del Imperio español fue la
encomienda. La encomienda fue establecida como un derecho otorgado por el Rey
(desde 1523) en favor de los españoles colonizadores (encomenderos). El español
cobraba los tributos que los indígenas, como súbditos del Rey, debían pagar a la
corona y, a cambio, debía cuidar del bienestar de los indígenas en lo espiritual y en
lo terrenal, asegurando su mantenimiento y su protección, así como su
adoctrinamiento cristiano.
Sin embargo, este sistema legitimaba los abusos y la esclavitud, en formas de
trabajo forzoso o no libre, al reemplazarse, en muchos casos, el pago en especie del
tributo por trabajo en favor del encomendero. Estos abusos dieron lugar a
múltiples protestas que llevaron a la aprobación de las leyes nuevas (1542). Estas
leyes recordaron solemnemente la prohibición de esclavizar a los indios y abolieron
las encomiendas, que dejaron de ser hereditarias y debían desaparecer a la muerte
de los encomenderos actuales.
El derecho indiano es aquel derecho que rigió en las I ndias Occidentales durante el
período de dominación de la corona española. Nace con las llamadas
Capitulaciones de Santa Fe, donde se establecieron las bases jurídicas que habían
de gobernar el mundo colonial.
La colonia, fue gobernada con este derecho que estuvo vigente durante más de
tres siglos en la América Latina, hasta que se produjeron los movimientos
independentistas americanos en los albores del siglo XIX.
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Es un derecho asistemático: La legislación indiana posee una aparente falta de
sistematización, es decir, carece de unidad, son normas dispersas sin una
sistemática (ajeno a la teorización). Se trató de poner un poco en orden con la
famosa "Recopilación de leyes de Indias" del año 1680.
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¿Qué es? Segunda definición: ¿Qué comprendían?
Conjunto de reglas jurídicas Orden jurídico especial creado Derecho Indiano
aplicables en Indias, osea, por la corona española Derecho Castellano
América, Asia y Oceanía durante su dominación Derecho Indígena
denominados por España.
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Proceso de creación o formación de legislación para el Nuevo Mundo
(Améri ca).
5. El siglo XVIII. Hubo una serie de reformas estructurales en los ámbitos político,
económico, militar, hacendario y educativo, en pos del mayor rendimiento de los
territorios americanos.
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Tema 2: La configuración del modo de producción colonial y su
institucionalización normativa.
Siguiendo las clases del profesor Hugo Rosati A. sobre la América española
colonial, del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile,
dividimos la economía colonial en cuatro ejes que aquí resumimos:
2.1 El trabajo.
"La mano de obra constituyó el mayor problema de las Indias", sostiene Manuel
Lucena Salmoral.
En el transcurso de la era colonial los españoles sometieron a sus súbditos
americanos a distintas formas de trabajo. Al mismo tiempo, la esclavitud fue una
fuerza laboral muy importante durante este período. En el contexto del proceso de
conquista se esclavizó al nativo, capturado en "guerra justa", para que trabajara en
la extracción de metales preciosos y proporcionara alimento a los conquistadores.
Las presiones ejercidas por sectores de la Iglesia y la disminución de la población
indígena, determinaron que la corona permitiese el ingreso de negros africanos
para que sustituyeran a la mano de obra aborigen.
Los esclavos negros fueron empleados fundamentalmente en los sistemas de
plantación y, en menor medida, en los lavaderos de oro. También fueron requeridos
para el servicio doméstico donde, además, les otorgaban prestigio social a sus
amos. En los dos primeros siglos coloniales la encomienda reguló la fuerza de
trabajo y la distribución de la mano de obra.
"La encomienda era una vieja institución de carácter feudal, que establecía
servidumbre a los señores a cambio de protección para los siervos. Se estableció
entregando una comunidad de indios a un español (benemérito) a cambio de los
servicios prestados por éste", "el beneficiario (encomendero) cobra y disfruta el
tributo de sus indios, en dinero, en especie (alimentos, tejidos, etc.) o en trabajo
(construcción de casas, cultivo de tierras o cualquier otro servicio); a cambio de ello,
debe amparar y proteger a los indios encomendados e instruirles en la religión
católica, por sí o por medio de una persona seglar o eclesiástica (doctrinero) que él
mantendrá". Por lo tanto, la encomienda no implicaba la propiedad sobre los
nativos; era una concesión no heredable.
Al quedar vacante (sin poseedor) ésta volvía al monarca, quien podía retener a los
indígenas bajo administración real o entregarlos a otro encomendero.
Especialmente desde finales del siglo XVI, estos sistemas laborales predominaron
en gran parte de la América española. Mientras en las haciendas laboraban peones,
jornaleros y capataces, en las minas obreros libres
ofrecían sus servicios. En las ciudades, por su parte,
se constituyó una mano de obra libre calificada,
compuesta por plateros, carpinteros, carreteros y
gremios de artesanos en general. Las categorías
laborales coloniales, esclavismo, encomienda,
repartimiento operaron de manera muy diversa de
acuerdo a costumbres y regiones muy variadas. Por
ello, las generalizaciones no dan necesariamente
cuenta de muchas situaciones locales.
2.2 La minería.
2.3 El comercio.
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Reino del Brasil: el actual Brasil fue colonia portuguesa desde
1500 hasta 1808, cuando se convirtió en Reino de Brasil al
establecer el Rey Juan VI de Portugal la capital del Reino Unido de
Portugal, Brasil y Algarve en Rio de Janeiro.
En España, la llegada de la dinastía de los Bor bones en el siglo XVIII trajo consigo
importantes reformas. Para los territorios americanos, las reformas borbónicas
pretendían, a través de intendencias, mejorar la eficiencia en la recaudación de
tributos de las colonias. Estas reformas perjudicaron los intereses de los grupos de
poder criollos, quienes vieron disminuidos su influencia y sus cargos en las colonias.
Por su parte, los mestizos e indígenas también fueron perjudicados por el
incremento de impuestos y tributos. Especialmente perjudicado se vio el Virreinato
del Perú, y en concreto la ciudad de Lima, ya que muchos beneficios económicos se
trasladaron hacia la capital del creado Virreinato del Río de la Plata, Buenos Aires.
Todo ello dio lugar a varias revueltas en las colonias entre 1700 y 1789, entre las
que cabe mencionar la rebelión indígena de Tupac Amaru II en el Virreinato del
Perú, la rebelión de los comuneros en el Virreinato de Nueva Granada, y la
Inconfidencia minera en Brasil.
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La Revolución Francesa de 1789 proclamó la libertad, la igualdad y el
Derecho a resistir a la opresión o abuso de autoridad.
Estas ideas fueron asimiladas por muchos criollos, que vivieron la Revolución
en Francia en primera persona (el mejor ejemplo lo encontramos en el
carismático venezolano Francisco de Miranda) y quienes posteriormente las
expandieron por América.
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El secuestro y abdicación de los reyes españoles da lugar a un vacío de poder y
una revolución liberal en América y España. La revolución liberal española y los
movimientos liberales de Hispanoamérica comienzan de formas políticas variadas,
de acuerdo con las condiciones que imperaban en cada región, pero todos
convergen en la soberanía popular y el Estado liberal. Una postura historiográfica
dice que las repúblicas hispanoamericanas tienen sus raíces en la independencia
de las colonias británicas de América del Norte en 1776, la Revolución francesa o la
Revolución haitiana.
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El conflicto militar dio paso a la aparición de la figura de los libertadores, entre los
que destacaron Hidalgo y Morelos en México, el argentino José de San Martín en
Argentina, Chile y Perú y el venezolano Simón Bolívar en América del Sur.
La independencia de los nuevos Estados de América se consolidó en la década de
1820, con el Trienio Liberal, derivando en la creación en México del Ejército
Trigarante en 1821 y terminando en América del Sur con la destrucción del último
ejército virreinal en la batalla de Ayacucho en 1824, suceso al que se suele recurrir
como el fin de las grandes campañas de las guerras de independencia en América
del Sur. Aunque el periodo estricto de lucha militar iría desde la batalla de
Chacaltaya (1809) o el combate de Cotagaita (1810), en el actual Bolivia, hasta la
batalla de Tampico (1829), en México.
Los últimos bastiones españoles son el Castillo San Felipe en Puerto Cabello hasta
1823; en San Juan de Ulúa, Veracruz hasta 1825. Por último, en enero de 1826,
caen los reductos españoles del Callao y Chiloé. Solo permanecen como últimos
dominios españoles las islas de Cuba y Puerto Rico, que resisten como bases de la
reconquista tras los frustrados planes colombo-mexicanos de expedición conjunta
para la liberación de Cuba (1820-1827).24 El último capítulo de la guerra terminó
con la tentativa de reconquista de España contra sus antiguas posesiones
mexicanas en 1829, cuando la expedición de Isidro Barradas llegó a Tampico y fue
derrotada por el Ejército Mexicano. Sin embargo, los gobiernos independientes
tuvieron que enfrentar las guerrillas realistas, por ejemplo, entre 1823 y 1827 en
Venezuela; entre 1822 y 1826 en Pasto, Colombia; hasta 1832 en el sur de Chile,
apoyados por mapuches y pehuenches; y hasta la década de 1830, la guerrilla de
Iquicha en Perú.
21
Bibliografía.
Obligatoria:
Eduardo Galeano (1971). Las venas abiertas de América Latina. Siglo XXI. Pp.
27-83López Guardiola, Samantha, derecho romano 1, Tercer Milenio, 3,
2012.
Complementaria:
Bernal Gómez, Beatriz (2010). “Historia del Derecho”. Nostra Ediciones S.A,
México. En el CAPITULO. 9.
Canal, González Calleja (2012). “Guerras civiles: Una clave para entender la
Europa de los siglos XIX y XX”. pp. 26-27
22
Videos:
Historia de América Latina (2015). “Crisis del orden colonial”. Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=ZLL2Nv HjSE g .
Docente:
Titulaciones Semestre
DERECHO PRIMERO
1
Resultado de aprendizaje de la asignatura.
(1) Haremos un recorrido por las corrientes clásicas de la historia y filosofía del
derecho.
(2) Nos centraremos en el estudio del derecho desde la edad media hasta la actual,
implementando una perspectiva histórica, critica, pre y postcolonial.
2. La independencia en Ecuador.
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Tema 1. Procesos constitucionales en Europa y América Latina.
3
En cualquier caso, los textos constitucionales son tributarios del perfil formal del
constitucionalismo liberal: es el caso, por ejemplo, de la Constitución de Venezuela
cuyos primeros tres artículos parecen reproducir muchos preceptos de la
Declaración francesa de los derechos y de las libertades. No obstante, en otros
casos, las Constituciones acogen soluciones diversas debido a la fuerza atractiva
de la tradición española o del constitucionalismo norteamericano: así se evidencia,
por ejemplo, en materia de libertad religiosa donde algunos Estados reconocen el
pluralismo religioso (México), mientras otros constitucionalizan los caracteres de la
religión católica apostólica y romana como única religión del Estado (art. 3 de la
Constitución peruana, art. 2 de la Constitución de Argentina, y art. 3 de la
Constitución de Chile).
Sin embargo, si bien no hay duda de que América Latina ha participado plenamente
«del pensamiento filosófico y político del mundo moderno y civilizado, mediante el
orden constitucional», es igualmente cierto que ello se produjo sobre la base de un
original proceso, en el sentido de que las soluciones constitucionales introducidas
en la fase de independencia contenían significativos elementos de diferenciación
respecto a la experiencia contemporánea europea. Esto ha permitido sostener que
«Europa es la matriz, pero América Latina es una realidad propia».
4
unidireccional, en el sentido de que ha tenido lugar el cambio de una forma de
Estado autoritario a un ordenamiento democrático; por lo que concierne al proceso
de desarrollo de la transición, la característica más destacada ha sido su aspecto
pacífico. Finalmente, se han generado Constituciones pactadas, en el sentido de
que, en algunos casos, las figuras destacadas del viejo régimen han participado en
la elaboración de las nuevas Constituciones, siendo investidas al menos en un
primer momento, de responsabilidades de gobierno; mientras, en otros casos, el
proceso de negociación ha involucrado a las fuerzas de la oposición y a los
miembros destacados de la guerrilla.
5
De ahí la propuesta de reservar tal competencia a los órganos de naturaleza
política: como el Senado, el jurie constitutionnaire identificado por Sieyes, o el Jefe
del Estado.
6
Tema 2. La independencia en Ecuador.
7
2.2 Constituyentes y constitucionalismo.
Las Constituciones de 1945 y, sobre todo, las de 1979 y 1998 son las que más se
acercaron a los debates económicos, por las implicaciones de sus normas en torno
a los roles del Estado y de la empresa privada en la economía contemporánea. De
igual modo cabe preguntarse si las diversas constituciones ecuatorianas tienen
proyectos económicos específicos para el país, esto es, si postulan algún “modelo
económico”.
El examen de las constituciones nos lleva a una conclusión muy clara: ninguna de
las 18 constituciones republicanas postuló un “modelo” específico de economía y la
única que lo hizo fue la Constitución de 1998. Aunque la Constitución de 1979
enfoca el desarrollo “en el sistema de economía de mercado” (Art. 45), ello no
implicó adhesión alguna a un “modelo”; en cambio, la Constitución de 1998
explícitamente habla de la “economía social de mercado” (Art. 244) y fija las
responsabilidades que en ella competen al Estado.
1- Las constituciones reflejan la economía existente y por ello lo que han procurado
es mantener las condiciones y principios bajo los cuales aquélla debiera
continuar desarrollándose;
8
2.3 Siglo XIX: El Constitucionalismo de la República oligárquico-
terrateniente.
Esta situación no es simplemente fruto de una constatación histórica, sino que las
constituciones nacionales la consagraron largamente, utilizando la diferencia
económica como fundamento para la dominación política.
Para ser ciudadano dicha Constitución exigió no solo cierta edad, además de
saber leer y escribir, sino estas calidades económicas: tener una propiedad de
300 pesos “o ejercer alguna profesión o industria útil, sin 6 sujeción a otro como
sirviente doméstico o jornalero”, fórmula que se conservó en las sucesivas
Constituciones de 1835, 1843, 1845, 1851 y 1852, porque solo a partir de la
Constitución de 1861 desaparecen los requisitos económicos para ser
ciudadano (ciudadanía censitaria), aunque se conserva el de “saber leer y
escribir” que excluyó a los analfabetos de la vida política nacional hasta 1979,
pues fue esta Constitución la que otorgó el voto a los analfabetos.
9
Y súmese a todo ello que los requisitos económicos persistieron para ser
Presidente, Vicepresidente o Diputado. De acuerdo con la Constitución de 1830,
para ser Presidente se requería tener una propiedad de 30.000 pesos (una vaca
costaba 4 pesos y una casa- finca cerca de 100 pesos), que bajó a 8.000 (y
renta anual) en las Constituciones de 1835 y 1843, a 6.000 (o renta) en las de
1845, 1851 y 1852, a gozar de una renta anual de 500 pesos según la
Constitución de 1861, una propiedad de 4.000 pesos o renta anual de 500 de
acuerdo con la de 1869 e igual renta según la de 1878.
10
2.4 El siglo XX.
Como para cerrar el ciclo, fue bajo la presidencia del liberal Alfredo Baquerizo
Moreno (1916- 1920) cuando se adoptó la jornada laboral de 8 horas diarias y se
abolió la “prisión por deudas” que tradicionalmente había acompañado al
concertaje.
11
La Revolución Liberal Ecuatoriana de 1895.
Las Constituciones del siglo XIX también garantizaron, como un asunto fundamental
e inamovible, el Derecho de propiedad. Permanentemente se prohibió la
confiscación, pero desde 1830 se aceptó la expropiación por causa de “utilidad
pública”, previa indemnización al propietario.
El Constitucionalismo Juliano.
Con la Revolución Juliana de 1925, se inició una larga fase de modernización del
Ecuador, en la que progresivamente fue superado el régimen oligárquico-
terrateniente.
Las doce Constituciones del siglo XIX histórico se movieron en el marco del
republicanismo tradicional, la proclamación de derechos y garantías individuales de
primera generación (derechos civiles y políticos) y, en materia económica, la
inexistencia de un Estado “intervencionista”, pues lo que siempre se garantizó fue
tanto la propiedad privada como la libertad para ejercer cualquier actividad
empresarial.
El país no se recuperó del derrumbe del cacao hasta la década de los 50, cuando
las exportaciones de banano incluso lograron sobrepasar los niveles del antiguo
esplendor cacaotero. Entre 1931 y 1948 hubo 20 gobiernos. En los años 30
apareció el fenómeno del “populismo” encarnado en la figura de José María Velasco
Ibarra y a fines de los años 40 en Concentración de Fuerzas Populares (CFP),
primer partido “populista”.
Fue la reacción nacional contra el gobierno de Carlos Alberto Arroyo del Río (1940-
1944), quien suscribió el Protocolo, la que se expresó en “La Gloriosa” Revolución
de mayo de 1944 que derrocó al presidente. Entonces se reunió una asamblea
constituyente dominada por políticos de izquierda, que expidió la Constitución de
1945.
Esta Carta Magna fue considerada un “tratado de sociología” por José María
Velasco Ibarra durante su segunda presidencia (1944-1947) y también una ley
suprema que maniataba su acción gubernamental. Velasco desconoció esa
Constitución y reunió una nueva constituyente que expidió la Constitución de 1946,
con la que aseguró su presidencialismo.
13
Después de esa larga etapa de vorágine nacional que duró prácticamente tres
décadas, en 1948 se inició una fase de estabilidad gubernamental que duró hasta
1960.
En aquellos años se sucedieron dos dictaduras militares. Pero fue la que presidió el
general Guillermo Rodríguez Lara (1972-1976) la que consolidó el desarrollismo
despegado en los 60. Gracias al manejo estatal de la riqueza petrolera y a la
ideología nacionalista y reformista que inspiró a los militares, la economía
ecuatoriana fue conducida bajo un modelo estatal-nacional-desarrollista que,
definitivamente extendió el régimen capitalista.
El Estado actuó, como nunca antes en la historia nacional, como principal agente
promotor de la economía, contando con recursos también inéditos en la historia, y
creció, también como nunca antes, la empresa privada, un amplio mercado interno
e incluso la inversión extranjera.
Entonces, ¿qué tenía la Constitución de 1979 para provocar tanta resistencia de los
poderosos grupos económicos del país?
Pero, la piedra de toque fue, en aquella época, la definición de los cuatro sectores
de la economía, que la Constitución consagró así: público, privado, mixto y
comunitario o de autogestión (Art. 46). A diferencia de la sutil “flexibilización”
introducida por la Constitución de 1967, la de 1979 retomó el ámbito estatal,
consagrando como “áreas de explotación reservadas al Estado”: todos los recursos
del subsuelo; los servicios de agua potable, fuerza eléctrica y comunicaciones; las
“empresas estratégicas”, añadiendo: “El Estado ejerce sus actividades en las ramas
empresariales o actividades económicas que, por su trascendencia o magnitud,
puedan tener decisoria influencia económica o política y se haga necesario
orientarlas hacia el interés social” y declarando, además, que el Est ado, solo
“excepcionalmente” podía delegar a la iniciativa privada las actividades económicas
reservadas al sector público.
15
Según los altos grupos del poder económico, acostumbrados a verse a sí mismos
como los únicos capaces de generar el desarrollo, tradicionalmente defensores de
la propiedad privada absoluta y creyentes fervorosos de la “iniciativa privada”, la
Constitución instauraba el “estatismo” en Ecuador.
Por eso su resistencia no solo duró al momento del referendo y luego durante el
gobierno de Roldós y particularmente del de Hurtado, a quien las cámaras de la
producción confrontaron permanentemente y de quien recelaron por su supuesto
“filocomunismo”, sino que se prolongó durante toda la era constitucional, hasta que
una asamblea constituyente, reunida bajo inspiración del nuevo espíritu “neoliberal”
que ya rondaba aquellos tiempos, dictó la Constitución de 1998, con la que han
demostrado estar complacidos.
El presidente Hurtado ya tuvo que adoptar las primeras fórmulas de “liberac ión”
económica, Pero en medio de los nuevos contextos, fue el gobierno del presidente
León Febres Cordero (1984-1988) quien alteró los valores y conceptos sobre el
Estado, ya que este gobernante, proveniente de la empresa privada, apoyado por el
alto empresariado y definido abiertamente por el “mercado libre”, orientó sus
acciones y políticas en orden a desmontar el otrora activo papel del Estado, para
imponer un nuevo rumbo en el cual la empresa privada debía erigirse en el motor
natural de la economía y en el gestor del crecimiento y del progreso del país. A
pesar del paréntesis “reformista” del gobierno de Rodrigo Borja (1988-1992), el
presidente Sixto Durán Ballén (1992-1996), que en materia económica fue un
continuador de Febres Cordero, afirmó el “retiro” del Estado, promovió
definitivamente las “privatizaciones” y consolidó el modelo empresarial inaugurado
en 1984, en una época definitivamente marcada por el derrumbe del socialismo, el
auge de la “globalización”, la expansión de la ideología “neoliberal”, de los principios
del “Consenso de W ashington” y la hegemonía internacional de los Estados Unidos.
16
2.6 La Constitución de 1988.
En ese cuadro “empresarial” que sirve como telón de fondo histórico, se reunió una
nueva asamblea constituyente que dictó la Constitución de 1998.
De otra parte, la Constitución trata sobre unión libre, igualdad de género, atención a
los “grupos vulnerables”, la participación democrática, la consulta popular, rendición
de cuentas, revocatoria del mandato, iniciativa legal, etc., avanzando así en
derechos, y garantías tanto individuales como políticos, junto con el reconocimiento
del amplio espectro de derechos sociales y laborales.
17
propiedad pública, privada, mixta y comunitaria o de autogestión (Art. 245 y 246),
abandona el concepto de “áreas de explotación reservadas al Estado” que hiciera la
Constitución de 1979, con lo que introdujo abiertamente las ideas “privatizadoras”
sobre los recursos del subsuelo, los servicios de agua potable, fuerza eléctrica,
comunicaciones y empresas estratégicas.
Se dirá que la Constitución, en todo caso, señala que son de propiedad “inalienable
e imprescriptible” del Estado los recursos naturales no renovables y, en general, los
productos del subsuelo y de las áreas cubiertas por el mar territorial (Art. 247), pero
en una redacción jurídicamente sutil se añade que tales bienes “serán explotados
en función de los intereses nacionales” y que su exploración y explotación “podrán
ser llevadas a cabo por empresas públicas, mixtas o privadas” de acuerdo con la
ley; que será facultad exclusiva del Estado la “concesión” del uso de frecuencias
electromagnéticas, y que incluso el aprovechamiento y uso de las aguas
corresponderá al Estado “o a quienes obtengan estos derechos, de acuerdo con la
ley”.
Pero hay otro aspecto que merece considerarse y es el relativo a los cambios en la
organización administrativa y territorial. Por primera vez en la historia constitucional
se introduce los conceptos de “autonomía”, “desconcentración” y
“descentralización”, así como el de regímenes especiales por consideraciones
demográficas y ambientales (véase el Título XI de la Constitución, desde el art. 224
hasta el art. 241).
18
Esto altera el tradicional centralismo estatal, pero, además, la usual organización de
la economía pública, pues la transferencia de competencias a los gobiernos
seccionales tiene que hacerse con igual transferencia de recursos y, además, las
autonomías generarán sus propios recursos y participarán de las rentas estatales.
A partir de estos nuevos conceptos nada raro ha sido que distintos gobiernos
seccionales demanden competencias, descentralizaciones y hasta autonomías, en
una época en la que el centralismo estatal sin duda es indefendible e insostenible.
Varios han demostrado responsabilidad y eficacia en asumir tales competencias al
servicio de los habitantes locales y regionales en las provincias o cantones.
Pero también los nuevos conceptos, en el marco de las luchas políticas, han servido
para que se infiltren demandas por “descentralización” y “autonomías”, que
movilizan interesas privados y hasta personales de los caciques lugareños, o
también intereses oligárquicos regionalistas, con afanes por construir dominios
basados en supuestas identidades históricas y hasta por establecer “ciudades-
Estado”.
19
Tema 3. El nuevo constitucionalismo latinoamericano: la
constitución de Montecristi.
Por eso, en el debate sobre la asamblea constituyente, son estos sectores los que
han tratado de privilegiar exclusivamente la reforma política, argumentando que
corre peligro la “estabilidad” económica lograda en el último lustro, la dolarización y
la modernización del país en armonía con los principios del mercado libre mundial y
del respeto a la empresa privada.
20
Tras la Independencia, el país partía de situaciones socioeconómicas parecidas a
las de cualquier otra nación latinoamericana. Durante el siglo XIX histórico no hubo
intervencionismo económico estatal, el sistema funcionó al servicio de las elites del
poder y rigieron los principios del mercado libre, incluso con garantías y
proteccionismos para los sectores privados. Además, la propiedad privada no fue
cuestionada, sino preservada por todas las Constituciones. Tampoco hubo
cuestionamientos a las actividades que desempeñaban hacendados, comerciantes,
banqueros e incipientes industriales.
Y, sin embargo, al comenzar el siglo XX, el país era uno de los más atrasados en el
continente. Sin duda hay múltiples explicaciones investigadas y tratadas por los
científicos sociales que dan cuenta de ese retraso y pobreza del Ecuador. Pero a
veces se descuida que, desde la perspectiva económica, el agente del cambio, en
ausencia de un Estado intervencionista, era esa oligarquía dominante que hemos
descrito. Pero sus valores, su actitud rentista y, sobre todo, el mantenimiento de
relaciones económicas absolutamente inequitativas e injustas sobre la mayoritaria
población de trabajadores, campesinos e indios, estranguló el mercado interno,
impidió la industrialización del Ecuador, lo condenó al rango de país primario-
exportador y dividió la sociedad entre una minoría rica y una amplia población
pobre, atrasada y miserable.
La época del gran auge cacaotero que se extendió entre 1880 y 1920, generó una
riqueza abundante, capaz de modernizar al Ecuador. Pero ella se concentró en los
“gran cacao”, una elite de hacendados, comerciantes, banqueros y manufactureros
costeños, cuyo poder incluso contrastaba con el de sus pares serranos.
21
El modelo estatal-desarrollista ha acompañado la afirmación del capitalismo
ecuatoriano, por la carencia de lo que sociólogos e historiadores llaman una
burguesía dinamizadora y pujante en el país. Pero ni bajo el auge bananero ni en la
época del espectacular auge petrolero que, sin embargo, en algo mejoró la
situación social general, se lograron revertir los términos de las profundas
diferenciaciones entre ricos y pobres.
Pero en Ecuador este enfoque es difícil de ser aceptado por los grupos de poder
económico. La nueva constituyente, por tanto, es solo un espacio a ganar para que
la nueva Constitución fije los parámetros en el que la economía ha de desarrollarse,
estableciendo responsabilidades estatales y sociales para el sector privado,
reconociendo que en el país hay una verdadera heterogeneidad económica,
regional y social, pero también ajustando el Estado a las necesidades del progreso
nacional. Un Estado regulador, como existe en otras naciones con bienestar
humano (Europa, Canadá), que también se inserta en las condiciones que exige
hoy un mercado mundial abierto.
22
Bibliografía.
Obligatoria:
Complementaria:
Vid. H. FIZ ZAMUDIO (2003), “Ensayos sobre el Derecho de amparo”, México, 428
ss.
23
Videos:
24
DERECHO EN LINEA
HISTORIA Y FILOSOFÍA DEL DERECHO
3 créditos
Docente:
Titulaciones Semestre
DERECHO PRIMERO
1 11
Resultado de aprendizaje de la asignatura.
2 2
Tema 1. Iusnaturalismo vs Positivismo Jurídico.
De eso, a entender que dichas “luces” le permitirían conocer, no sólo las leyes
físicas, sino también la naturaleza humana, así como las normas que debían dictar
los legisladores para una justa convivencia social no había más que un paso. Y el
hombre lo dio. Así surgió la corriente filosófico-jurídica del iusnaturalismo
racionalista, basado en el derecho natural “iusnaturalismo”, y en la razón del hombre
“racionalismo” que conocemos como modernidad.
Dicho en otras palabras, este paso dio origen, a partir de la obra de René Descartes
al “hombre moderno” que se caracterizaría por un escepticismo crítico que fue el
germen del método racionalista.
Cabe ahora preguntarse cuáles fueron las raíces históricas de esa nueva línea de
pensamiento filosófico y cuál su aplicación al derecho. Pues bien, el iusnaturalismo
tuvo sus raíces en la teología y su origen, tal como lo entendemos hoy en día, en la
Segunda Escolástica Española que se desarrolló en los siglos xvi y xvii en la
Universidad de Salamanca. Esto no quiere decir que no se hablara con anterioridad
de “derecho natural”. Por el contrario, este estuvo ya presente en la antigüedad
grecolatina y continuó desarrollándose a todo lo largo de la historia de la filosofía
del derecho hasta finales del siglo XIX.
Su máximo exponente fue uno de los grandes doctores de la Iglesia: Santo Tomás
de Aquino; de ahí que a la doctrina que propugna la superioridad del derecho
natural sobre el Derecho legislado o positivo se le denomine también “tomismo”, en
contraposición a la visión de la ciencia jurídica que aparecería más tarde y que vería
al derecho encasillado simplemente en la ley, en un sistema de normas positivas que
daría lugar a la corriente filosófico-jurídica positivista.
3 11
a la vida y a la libertad.
Por ello, el iusnaturalismo plantea la universalidad de los derechos por encima de los
4 2
dictámenes del Estado, ya que, si el origen de los mismos es natural, entonces no
está mediado por instancias humanas.
3. Asume que todas las personas actuarán con rectitud: Esa disposición a
actuar desde el bien es la que regulará el hacer humano, más allá de las
disposiciones o leyes creadas por el hombre.
5 11
1.2 Características del positivismo jurídico.
Por su parte, el derecho es bilateral, ya que interpela al individuo en relación con un otro
(otro individuo, las instituciones, la sociedad, etc.).
La moral es autónoma en tanto tiene que ver con una concepción personal que, a
su vez, depende del raciocinio. El derecho, implica una serie de normas que deben
ser cumplidas más allá de las creencias propias y que son administradas por un
legislador, que es un tercero con una valoración objetiva de las leyes.
6 2
Los planteamientos formales del iuspositivismo tienen su origen en el siglo XIX en
Europa, específicamente en la Escuela Histórica alemana, una doctrina jurídica que
afirmaba que el derecho está vinculado al origen de los pueblos. A esto se le suma la
corriente positivista que promovía la separación entre ciencia y metafísica.
Iusnaturalismo Iuspositivismo
7 11
Tema 2. Teoría Crítica del derecho.
Dos factores que están en la base de un reflexionar crítico sobre derechos humanos.
8 10
producción y su función (perpetuación y cambio) en la generación de valores
económicos y culturales, la naturalización de la división social del trabajo y la
separación/escisión entre orden económico y orden político-cultural (Estado, políticas
públicas).
En efecto, „los derechos‟ (que, en cuanto tales, solo pueden reclamarse ante
circuitos judiciales) no pueden ser a la vez „naturales‟, y por ello universales,
(propios de todos los individuos de la especie) si a la vez se siguen de situados
conflictos sociales y no son reconocidos y, con suerte, legalizados, tras estos
conflictos.
9 9
Una de las tesis que Bobbio afirmó sostener siempre. Si los derechos se siguen
de luchas sociales y ciudadanas, entonces el “progreso” también lo hace. Así,
fuentes de derechos humanos son también la dominación, la violencia y la guerra.
Por esto, los dominados, violados y aplastados tienen mucho que decir sobre ellos.
Y dirán mucho más que la Declaración Universal de 1948 y los Pactos que,
provenientes de ella, la confirmaron en la década de los setentas. El carácter
enteramente socio-histórico (no solamente histórico) y político de estos derechos lo
confirmó la existencia de dos Pactos, no de uno solo.
Los derechos humanos no pueden pensarse con propiedad si se los liga con una
“concepción individualista” de la sociedad. El concepto de derecho es relacional.
Supone interacciones entre seres humanos. Bobbio desea enfrentar una concepción
orgánica de la sociedad, como la propuesta por Aristóteles, con una individualista,
moderna, como la que parece sostener John Locke.
Pero esta última expresa una ideología de las sociedades europeas emergentes
desde el seno del feudalismo, o sea desde la dominación irreversible del clero y los
reyes. Se materializará en la fórmula de un contrato social realizado por individuos
previos a él. La sociedad (civilizada) surgirá de un contrato voluntario entre
individuos „naturales‟ previos. El contrato „purificará‟ las violencias sociales como
„justas‟ por consentidas y necesarias.
10 10
4. Una concepción socio-histórica y político-cultural de derechos humanos
hace parte de una Teoría Crítica respecto de ellos.
1 9
1
2.2 Derechos humanos y globalización neo-liberal: Los cuatro
planos de la lucha por los derechos y los cuatro malestares
culturales.
Desde 1948 hasta la actualidad, nos hemos ido acostumbrando a denominar como
“derechos humanos” a los diferentes procesos sociales, políticos y culturales que
han tendido a positivar institucionalmente tanto las exigencias de protección
ciudadana contra la hegemonía del Estado sobre nuestras vidas cotidianas, como
las demandas políticas de intervención del mismo Estado, con el objetivo de
obstaculizar el despliegue irrestricto del mercado en las relaciones sociales y sus
consecuencias, sean éstas intencionales o no.
Esa doble actitud ante el Estado conduce a lo que podemos denominar el malestar
de la dualidad. Aunque esta tendencia supone, por un lado, un fuerte componente
de ambigüedad, dado que por un lado nos pone ante la reivindicación de una esfera
autónoma libre de interferencias, y, por otro, ante la exigencia de interferencia con
el objetivo de obstaculizar el despliegue sin restricciones de las consecuencias
perversas del mercado capitalista: destrucción del medio ambiente, desempleo,
privatización del patrimonio histórico artístico, indefensión ante las enfermedades.
Por otro, nos pone ante la riqueza del concepto que “convencionalmente” hemos ido
denominando a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, como derechos humanos.
Este “malestar de la dualidad” puede ser planteado desde otra perspectiva. Como
12 10
defiende Jürgen Habermas si hablamos de derechos humanos nos estamos
remitiendo a meras instancias ideales y morales de justificación y legitimación de
las acciones individuales y de las políticas públicas, lo cual es absolutamente
rechazable para el filósofo de Frankfurt; pero si lo hacemos de derechos humanos
nos estamos refiriendo al conjunto de normas constitucionales, válidas positivamente,
que controlan las hipotéticas desviaciones despóticas del poder, mientras que, al
mismo tiempo, aseguran una obediencia basada en la ley y no en meras instancias
morales o metafísicas.
Si el derecho tiene como única función establecer y garantizar marcos de acción sin
referencia a deberes y responsabilidades ¿cómo obligar a las instituciones a
intervenir contra los horrores que produce el proceso de acumulación, hoy global,
del capital? ¿Cómo exigir a las grandes corporaciones privadas a que renuncien a
su actitud depredadora del conocimiento tradicional de las comunidades populares?
¿Cómo garantizar la reproducción del ecosistema y la diversidad socio-biológica de
la humanidad?
1 9
3
El problema reside en que al rechazar los fundamentos morales de los derechos y
aceptar únicamente los derechos positivados constitucionalmente, Habermas como
Bobbio cuando defendía que lo importante para los derechos no era su justificación,
sino su mera aplicación está aceptando implícitamente una fundamentación moral
que no llevan al debate, sino que se invisibiliza al ser aceptada como algo natural e
inmodificable. Y esa fundamentación moral es la del liberalismo, ideología dualista
que separa los derechos humanos en dos esferas irreconciliables y defiende la
imposibilidad de garantizar jurídica e institucionalmente los derechos sociales,
económicos y culturales.
Los ciudadanos deben compartir una serie de rasgos comunes que les permitan
auto entenderse como partícipes de la voluntad general. Esos rasgos comunes hacen
posible hablar de la igualdad ante la ley y presentarla como si de un “hecho” se
14 10
tratara: todos somos iguales ante la ley. Por tanto, cualquier diferencia “real”
entre las personas o grupos sólo entra en el debate jurídico siempre y cuando no
provoque algún tipo de discriminación ante la ley.
Gran parte del debate teórico de clase (Marx), de etnia o de género se ha centrado
en la denuncia de lo que podemos llamar “el malestar de la emancipación”: la
conquista de la igualdad de derechos no parece haberse apoyado ni parece haber
impulsado el reconocimiento de, y el respeto por, las diferencias. El afán
homogeneizador ha primado sobre el de la pluralidad y diversidad. La problemática
hunde sus raíces en la figura clásica del “contrato” como fundamento de la relación
social. Paradójicamente, la idea de contrato, que parece tener una clara raíz
económica o mercantil se sitúa en la separación, fundamental para el liberalismo
político, entre política y economía.
El argumento ideológico que se usa una y otra vez es que no se debe “contaminar”
el debate filosófico jurídico con cuestiones como las sexuales, étnicas o raciales.
Todas estas cuestiones están embebidas en el principio universal de igualdad
formal que constituye el sujeto “generalizado”. Cualquier argumentación que parta
de las características concretas y de las inserciones contextuales específicas de los
sujetos “concretos” es rápidamente tildada de comunitarismo, obviando el engarce
que dicho categoría o esquema tiene con la realidad norteamericana para la cual
fue creada.
17 17
Reconocer pública y jurídicamente las diferencias tiene el objetivo de erradicar lo
sexual, lo étnico o lo racial del debate político, ya que todos tendrían la posibilidad
de plantear sus expectativas e intereses sin tener en cuenta, ahora sí, sus
diferencias. No estaríamos ante una política de discriminación inversa, con toda la
connotación adversa que tiene la palabra discriminación; sino ante políticas de
inversión de la discriminación y los privilegios tradicionalmente ostentados por los
grupos que han dominado la construcción social de la realidad que vivimos.
En este nivel se constata lo que podemos denominar “el malestar del desarrollo”: el
progreso en las técnicas y la abundancia para unos, no sólo no ha redundado en
beneficio de las inmensas mayorías populares que pueblan nuestro mundo, sino
que precisamente parecen alimentarse de la explotación y empobrecimiento de las
cuatro quintas partes de la humanidad. Danilo Zolo intentó dar salida a este
malestar afirmando que mientras la ciudadanía provocaba desigualdades, pero al
mismo tiempo libertad; el mercado, provocando asimismo desigualdades, creaba
riqueza.
18 18
A mayor cantidad de recursos disponible, mayor importancia concedida a estos
derechos, y a menor cantidad de recursos, mayor indiferencia y desdén hacia los
mismos (entendiendo por recursos no sólo los económicos, sino también los
sociales y culturales con los que enfrentarse a lo que más adelante llamaremos las
diferentes caras de la opresión).
Está claro que el común denominador que distingue las diferentes posiciones ante
los derechos es el acceso a los recursos. Lo que nos lleva a una reflexión sobre la
igualdad y la necesidad de abstracción que toda tarea jurídica requiere. El Derecho
no reconoce necesidades, sino formas de satisfacción de esas necesidades en
función del conjunto de valores que predominen en la sociedad de que se trate. Al
no formalizar necesidades sino formas de satisfacción de las necesidades, el
Derecho ostenta un fuerte carácter de abstracción.
19 17
tengamos el marco adecuado, no para seguir gozando de privilegios formales, sino
para crear las condiciones que permitan gozar de mayores cotas de libertad y
riqueza sin la contrapartida de la desigualdad.
Por esta razón, debemos añadir un cuarto plano a los dos anteriores: el plano
político.
En este nivel se trata de comprender las relaciones entre los conceptos de igualdad
y de libertad. La lucha por la igualdad vista, por ahora, como socialización de la
política.
En ese espacio moral individual todos somos semejantes y todos nos vemos
envueltos en un solo tipo de relación, la de individuos morales y racionales, sin
cuerpo, sin comunidad, sin contexto. Este espacio de la semejanza garantiza que
los individuos morales y racionales puedan dialogar “idealmente” en la pura
abstracción del lenguaje, relegando al terreno de lo irracional toda reivindicación de
desemejanza, de diversidad, de pluralidad o de diferencia.
Para evitar la entrada de ese contexto irracional en la acción individual, hay que
garantizar política y jurídicamente un espacio moral-racional ideal que permita la
acción aislada y apolítica de individuos dirigidos por sus propios e intocables
intereses. La paradoja está servida: individuos que se definen como “no situados”,
dependiendo de la “situación” en la que viven. Rechazo de la política como garantía
del espacio moral individual. ¿Cómo si no proteger la libertad como autonomía?
20 18
Esta última pregunta nos conduce inevitablemente a la segunda interpretación del
concepto de libertad. Más que de autonomías e independencias, hablar de libertad
supone hacerlo de política, o, lo que es lo mismo, de construcción de espacios
sociales en los que los individuos y los grupos puedan llevar adelante sus luchas
por su propia concepción de la dignidad humana.
Ejercer la libertad supone, pues, ir más allá de la lucha por la igualdad. Como afirma
Amartya Sen, la libertad, entendida desde esta segunda interpretación, tiene, a su
vez, dos facetas: una “constitutiva”, en la que prima la construcción “política” de
condiciones que permitan a la ciudadanía ejercer su lucha por la dignidad humana,
o, en palabras de Sen, de “abordar el mundo con coraje y libertad”: evitar
privaciones como la inanición, la desnutrición, la morbilidad evitable o prematura; y
otra “instrumental”, en la que la libertad, en este caso las libertades políticas,
puedan servir como instrumento de progreso e igualación económicos. La faceta
constitutiva de la libertad nunca debe quedar eclipsada por la instrumental, dado
que desde aquella se posibilita que “...los individuos (se vean) como seres que
participan activamente en la configuración de su propio destino, no como meros
receptores pasivos de los frutos de ingeniosos programas de desarrollo”.
La lucha por los derechos humanos exige la imbricación de los cuatro niveles
que hemos mencionado. Evitar los malestares de la dualidad, de la emancipación,
del desarrollo y del individualismo sólo será posible a medida que vayamos
construyendo un espacio social ampliado en el que la lucha contra la discriminación
tenga en cuenta, por un lado, la progresiva eliminación de las situaciones de
desigualdad y, por otro, convierta las diferencias en un recurso público a proteger.
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Bibliografía.
Obligatoria:
Manuel Gandara (2019). “Los Derechos Humanos en el siglo XXI. Una mirada
desde el pensamiento crítico”. Clacso. CAP.1
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