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LA GRAN MURALLA CHINA Y EL MURO DE BERLÍN

Meng Jiangü Hace muchos años el gran Dragón de piedra amenazaba al


imperio chino con conquistarlo. Para evitar esta tragedia el emperador Shi
Huang ordenó construir la muralla más grande e impresionante
jamás construida.
La muralla (o más bien un conjunto de fortificaciones) se construyó y
reconstruyó para evitar la invasión de tribus del norte, que, no obstante,
acabaron por entrar.
No hay cifras registradas, pero los historiadores calculan que en la
Gran Muralla China trabajaron más de un millón de personas. Participaron
obreros, soldados y prisioneros. Se estima que murieron más de
400.000 personas durante la construcción.

La dinastía Ming tardó 200 años para construir su muro. Todo este
tiempo se dedicaron a la construcción de las grandes y pavimentadas paredes
con torres. Estas paredes servían como carreteras de tropas en el terreno
accidentado.
Berlín estaba políticamente dividida desde el término de la II Guerra
Mundial, pero la gente podía ir de un sector a otro libremente. Eso cambió
el 13 de agosto de 1961, con la construcción del Muro de Berlín.
Los alemanes comunistas del este construyeron el muro para detener las
migraciones multitudinarias a Berlín Occidental. El muro logró ese
acometido, pero también se convirtió en un símbolo perdurable de la Guerra
Fría, dado que la gente arriesgaba la vida para cruzarlo, ya fuera
escalándolo o con ayuda de túneles. Los alemanes lo derrumbaron en 1989
El éxodo masivo había llevado al Estado germano oriental al borde de la
ruina económica. Para poner freno a la sangría, sus gobernantes hallaron
una solución: el Muro de Berlín. La propaganda oficial lo justificó, sin
embargo, con otros argumentos: "La preservación de la paz exige poner coto
a las prácticas de los revanchistas germano-occidentales”.
Berlín fue durante décadas epicentro de la lucha entre dos sistemas. Las
potencias vencedoras de la II Guerra Mundial la dividieron en cuatro
sectores: la parte oriental quedó bajo control soviético y la occidental
en manos de estadounidenses, británicos y franceses. Todos los intentos de
los dirigentes comunistas de extender su influencia a toda la urbe
fracasaron debido a la decidida resistencia de los aliados occidentales.

El presidente estadounidense John F. Kennedy llamó a Berlín Occidental una


"isla de libertad en un mar comunista”. Pero también él tuvo que resignarse
a ver como se erigía el Muro de Berlín, al igual que más de tres millones
de berlineses de ambos lados de la construcción, de 155 kilómetros de
longitud.

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