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EL CISNE

EL CISNE NEGRO NEGRO Y Y CISNE


CISNE
Si bien el término “cisne negro”VERDE
VERDE
nos puede remontar a algún posible cuento de
fantasía escrito por los hermanos Grimm, este término también se utiliza en
las finanzas. Fue creado en el 2007 por Nassim Nicholas Taleb, profesor de
finanzas, escritor y ex comerciante de Wall Street, justo antes de la debacle
financiera del 2008. En los círculos financieros, este término nos remite a
imágenes de una catástrofe económica provocada por un evento poco común, que
la gente debería haber visto venir, si tan solo hubieran estado más atentos y
con los ojos más abiertos.

La teoría del “cisne negro” entonces, describe eventos extremadamente raros


que tienen un impacto enorme, normalmente negativo en la economía global. Un
claro ejemplo de un “cisne negro” que se recordará en las generaciones
modernas, es la actual crisis producida por el coronavirus y sus efectos
financieros y sociales a nivel mundial.

En la actual coyuntura, en los principales círculos financieros y de


inversionistas a nivel global, se viene advirtiendo, cada vez con más fuerza,
de la existencia de un “cisne verde”. Este término, acuñado en un documento
del Bank for International Settlements (BIS) de Europa este año, advierte
sobre la próxima crisis financiera global, generada por el cambio climático y
los “extremadamente perturbadores eventos” que se podían desencadenar en el
sector financiero.

“El cambio climático es un cisne de un color diferente: uno verde” y los


cisnes verdes son riesgos que hemos creado los propios seres humanos y que
nos afectarán a nosotros mismos y a nuestras próximas generaciones, al producir
emisiones que calientan la tierra y contaminar nuestro aire, agua, suelo y
océanos, destruyendo nuestros ecosistemas y desestabilizando nuestro clima.

Este “cisne verde” es, a diferencia del “cisne negro”, crucialmente diferente
porque el cambio climático tiene un impacto predecible y comprobado. Esto
significa que tenemos cierto nivel de oportunidad para prevenirlos y
afrontarlos, pero esta ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente
mientras no cambiemos la forma en que está diseñado el sistema.

Generar un sistema más resiliente y adaptable a los nuevos riesgos que nos
traen los efectos del cambio climático, es una necesidad para poder estar
preparados. No solo deben tomarse en cuenta los riesgos físicos derivados de
las proyecciones del cambio climático (como aumentos de temperaturas,
inundaciones, huaicos, lluvias, sequías o huracanes cada vez más severos y
más constantes), sino también deberán tomarse en cuenta en este nuevo diseño,
los riesgos llamados “de transición” a una nueva economía: los riesgos
relacionados a la obsolescencia de ciertas tecnologías actuales (como
inversiones en producción de carbón y petróleo por ejemplo); los riesgos
relacionados a nuevas regulaciones sobre cambio climático (como la
incorporación de riesgos frente al cambio climático y acciones de mitigación
y adaptación en los instrumentos de certificación ambiental); los riesgos
referidos a la inclusión del “carbon pricing” por parte de los emisores; y
los riesgos referidos a los impuestos a las emisiones de CO2.

El reto: debemos migrar hacia un sistema financiero más sostenible. Buscar


generar un impacto positivo en las inversiones. Incorporar los riesgos ante
el cambio climático dentro de las variables ambiental, social y de gobierno
corporativo para tomar decisiones y promover que las empresas informen sobre
sus riesgos físicos y de transición a una nueva economía baja en carbono y
resiliente al cambio climático. Debemos buscar un sistema diseñado para servir
al planeta, a las personas y la prosperidad de todos.

DANIELA CASTRO ZEPEDA

EL CISNE NEGRO Y CISNE VERDE

10/ FEBRERO/2023

6AC

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