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niño autista?
El término autismo se utiliza alegremente, pero no todo cabe
bajo este paraguas. En realidad, para poder hablar de autismo, un
niño o niña habría de cumplir una serie de criterios bastante bien
descritos.
, el término autismo nació para describir una dinámica relacional, una
forma de relacionarse las personas con trastornos mentales graves y, en
particular, con psicosis. Quería designar un repliegue excesivo sobre sí
mismos, un retraimiento extremo de las relaciones con los demás y con
el mundo exterior de algunas de tales personas: sería algo así como la
comunicación de que no quiero comunicarme.
Más tarde, en los años 30 del siglo xx, un psiquiatra austrohúngaro, Leo
Kanner, describió a unos niños dominados por ese “síntoma” y describió
lo que luego se ha llamado el “autismo infantil” de Kanner. Después, las
tendencias biologistas, magnificadoras y estigmatizadoras de la
psiquiatría biocomercial han llevado a que, cada vez más, tanto los
profesionales como la población en general tiendan a identificar el
autismo –una forma de intentar no relacionarse, o de relacionarse lo
menos posible, por miedo o por falta de habilidades sociales– con
ese trastorno, o “enfermedad”, concreto. Y hoy, a ampliar su uso todavía
más con el término de TEA o Trastornos de (un supuesto) Espectro del
Autismo. Pero no todo cabe bajo ese paraguas.