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El Currículum supone la concreción de los fines sociales y culturales de la educación del país, es
el reflejo del modelo educativo actual, y por ende, tiene que ver con la instrumentación
concreta que hace el Ministerio de Educación del sistema socio político del país. Desde esta
perspectiva, el aprendizaje de los alumnos se organiza en función de un proyecto cultural, que
se realiza bajo determinadas condiciones políticas, administrativas e institucionales que lo
modelan y crean a la vez, un currículum paralelo u oculto.
El currículum cambia en cada período o etapa del proceso histórico. No existe un conocimiento
escolar entendido como una esencia, como un contenido válido de una vez para siempre. En
cada momento histórico se enseñan determinadas cosas y no otras, se enfatizan ciertos
elementos del saber, ciertas disciplinas por ejemplo, o ciertos temas en el interior de ciertas
disciplinas. No puede decirse que existe un ajuste automático entre lo que sucede en la
sociedad y lo que se enseña en las escuelas. En especial en los sistemas educativos “maduros”
que han alcanzado una cierta expansión y complejidad, muchas veces se siguen transmitiendo
contenidos (actitudes, conocimientos, informaciones, modos de hacer las cosas, etc.) que ya
no tienen vigencia fuera del sistema educativo y que sirven y tienen un valor exclusivamente
escolar. Esto quiere decir, que determinados saberes, una vez que se han institucionalizado,
que han adquirido un lugar en el programa oficial de la escuela, tienden a permanecer más allá
de las condiciones sociales que justificaron su inclusión.
Algunos ejemplos históricos de cómo “lo que se enseña en las instituciones escolares” tiene un
sentido fuera de la escuela, es decir, en la sociedad como un todo, son:
Otro ejemplo es el Capitalismo como civilización, un nuevo modo de vida, de un nuevo modelo
de comportamiento y de un nuevo modelo de relación entre los hombres. Sobre la base de
estas transformaciones van apareciendo nuevos modos de relación entre los hombres, cuyas
principales características son:
a) La división del trabajo se vuelve más compleja, se desdoblan y multiplican las funciones
sociales vitales; el guerrero, el sacerdote, el campesino dan lugar al despliegue de nuevas
funciones y funcionarios sociales y a sus estructuras correspondientes.
b) Aparecen nuevos vínculos de interdependencia entre los hombres; lo que unos hacen y
producen va dependiendo cada vez más de lo que hacen y producen otros.
c) Los comportamientos ya no pueden obedecer a visiones unilaterales, sino que tienen que
tomar en cuenta las acciones de los otros.
d) Por lo tanto, los comportamientos se vuelven más predecibles y por lo tanto más
calculables.
Cuando un individuo cambia el modo de producir, pasa del campo a la ciudad, por ejemplo,
vive una experiencia que transforma su modo ser. La vida en las ciudades es educativa en sí
misma. La experiencia del trabajo en la fábrica capitalista también no puede menos que hacer
sentir sus efectos en la psiquis humana.
En los albores del desarrollo del Estado nación de la Argentina moderna Alberdi y Sarmiento
expresan dos estrategias típicas para impulsar el progreso social. Mientras que Sarmiento
confiaba en la capacidad del sistema de educación popular para desarrollar la "civilización", es
decir, el conjunto de visiones del mundo (conocimientos, actitudes, valores, etc.) y los
comportamientos propios del modo de vida industrial y urbano, Alberdi confiaba en el poder
educativo de la experiencia. En otras palabras, Alberdi privilegiaba el desarrollo del trabajo
moderno como un nuevo sistema de relaciones sociales que terminaría por transformar las
mentalidades y las prácticas en el sentido del progreso.
CATEGORÍAS INTERPRETATIVAS
En las sociedades divididas en clases, como las sociedades capitalistas la acción pedagógica es
doblemente arbitraria: tanto en su contenido como en los modos de inculcación. El concepto
clave aquí es el de arbitrariedad. En primer lugar, porque lo que la escuela se propone enseñar
con su currículum no es una “cultura universal y necesaria”. Los conocimientos constitutivos
del programa escolar no se deducen de "la naturaleza de las cosas”, no son “únicos” ni
“obvios”. Por el contrario, son un subconjunto de la cultura total acumulada y disponible en la
sociedad. Son el resultado de una selección. En otras palabras, podrían enseñarse otras cosas,
es decir, otros conocimientos, otros valores, otras concepciones del mundo, etc. El programa
escolar oficial se corresponde, de manera mediata y compleja con los intereses materiales y
simbólicos de los grupos sociales dominantes. El concepto de arbitrariedad supone introducir
una distinción entre los saberes disponibles: unos son los saberes legítimos y dominantes y
otros son saberes subordinados. Esta dominación, en las sociedades modernas, socialmente
diversificadas (según criterios de nivel socioeconómico, etnia, cultura, regiones, religiones,
etc.) no tiene una manifestación simple, sino que adquiere una existencia extremadamente
compleja.
Se supone que los niños van a la escuela, entre otras cosas, a aprender. O sea que la escuela
debe producir personas educadas, en el sentido clásico e integral que tenía este adjetivo. Una
persona bien educada es, al mismo tiempo alguien que sabe (que posee conocimientos,
capacidades para expresarse,comunicarse y resolver problemas) y al mismo tiempo ha
desarrollado criterios éticos, estéticos que le permiten distinguir lo que está bien de lo que
está mal, lo bello y lo feo, etc.
Más allá de las complejidades y tecnicismos, la escuela como institución pública, entre otras
cosas, se orienta por un currículum,es decir,una definición formal de aquellos saberes
(ordenados, jerarquizados, etc.) que tiene como función incorporar y desarrollar en cada uno
de los educandos.
Hay ciertos saberes que son básicos porque se deben aprender primero que otros por dos
razones: sirven para resolver problemas elementales (“educación para la vida”) y porque son la
condición ineludible para aprender otros saberes en un proceso que, en verdad, dura toda la
vida. Estos saberes básicos cambian con el tiempo. Por eso no pueden definirse sin tomar en
cuenta cuáles son los principales desafíos de los tiempos que vivimos.
1. Habilidad para comunicarse efectivamente en forma oral y escrita, lo que supone capacidad
para expresar a los demás sentimientos,demandas,intereses,etc. y de comprender los
mensajes de los otros. Se trata de tomar al lenguaje como un recurso comunicacional y
expresivo.
4. Estudio de las ciencias humanas y sociales desde una perspectiva integradora donde la
estructura de las instituciones, la cultura y las relaciones sociales se comprenden situándolas
en el tiempo y en el espacio físico.
6. Familiarización suficiente con las computadoras y con las tecnologías relacionadas con la
búsqueda y utilización de la información.
8. Habilidad para definir problemas y para encontrar soluciones creativas haciendo uso de todo
el conocimiento y la información producida por las diferentes tradiciones disciplinarias.
9. Dominio de un lenguaje extranjero y de su cultura. Desarrollo de una actitud de
conservación y enriquecimiento de la cultura propia y de apertura y valorización de lo diverso y
universal.
Es importante que todos los sujetos que producen el hecho educativo (en la escuela y fuera de
ella) coincidan al menos en algunos ejes y criterios básicos que definen “lo que hay que
aprender” en la educación general básica obligatoria. Esta conciencia común es la base para el
desarrollo de conductas responsables por parte de funcionarios, administradores, maestros,
padres de familia, alumnos, etc. Si cada uno hace lo suyo en la medida de sus posibilidades y
recursos, estará en mejores condiciones para controlar y exigir el cumplimiento de su papel
por parte de los otros.