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Till Death Jennifer L Armentrout
Till Death Jennifer L Armentrout
por lo cual no tiene costo alguno. Es una traducción hecha por fans para fans.
Anette-Marie Catt
Anna LittleCatNorth
Antonietta Mariela
Carilo Rosewin
Lili-ana
Mariela
Yessiskrt
Sinopsis Capítulo 16
Prólogo Capítulo 17
Capítulo 1 Capítulo 18
Capítulo 2 Capítulo 19
Capítulo 3 Capítulo 20
Capítulo 4 Capítulo 21
Capítulo 5 Capítulo 22
Capítulo 6 Capítulo 23
Capítulo 7 Capítulo 24
Capítulo 8 Capítulo 25
Capítulo 9 Capítulo 26
Capítulo 10 Capítulo 27
Capítulo 11 Capítulo 28
Capítulo 12 Capítulo 29
Capítulo 13 Capítulo 30
Capítulo 14 Epílogo
Capítulo 15
Ha pasado diez años desde que Sasha Keaton dejó su ciudad natal en West
Virginia... desde que escapó del retorcido asesino serial conocido como el Novio.
Regresar para ayudar a manejar la posada familiar significa estar completa de
nuevo, excepto por una pieza perdida. La pieza que cae en su lugar cuando Sasha
es amenazada y el agente del FBI Cole Landis jura protegerla de la manera en que
no pudo hacerlo una década atrás.
Pero alguien está mirando. Esperando. Y el primer error de Sasha puede ser su
último.
Traducido por Carilo
Había reglas.
Reglas que no deben ser rotas, pero sucedió esta vez y maldición, ocurriría de
nuevo. No importaba que todo estuviera bajo control hasta este punto. No
importaba que las reglas hubieran sido seguidas y necesitaban ser seguidas.
Ella regresaba.
Una ensangrentada y sucia cuerda rodeaba los tobillos y las muñecas. Cuando
lentamente levantó la barbilla y sus pestañas se abrieron, el grito de asombro vino
de lo profundo de un pozo de terror sin fin. Estaba en sus amplios ojos vidriosos.
Ella sabía. Oh sí, sabía que no saldría de aquí. Sabía que la luz del sol que vio
cuando entró en su auto la mañana en que salió a trabajar era el último rayo luz
que vería. Sabía que era la última vez que respiraba aire fresco.
La tenue luz artificial era su ahora hogar. El almizclado y terroso olor estaría
con ella hasta el último aliento que tomará, y ese olor le tapará los poros y se
aferrará a su cabello.
Unas pisadas sonaron arriba. Un segundo después, una débil risa resonó,
atrayendo la mirada de la mujer hacia el techo. Intentó aullar, gritar, pero los
sonidos se apagaron. Aquellos patéticos sonidos se detuvieron cuando la tenue luz
brilló en la afilada hoja.
—No es tu culpa.
—Si ella no hubiese regresado, tal vez esto nunca te hubiera pasado. Es su
culpa. —Hubo una pausa mientras la mirada de la mujer volaba hasta el final del
cuchillo—. Ella me jodió y la joderé de la manera más desagradable.
Esta vez iba a terminar como siempre debería. Ella iba a morir, pero primero
pagaría. Pagaría por todo.
Traducido por Mariela
Tomé un paso hacia la posada donde crecí y que no había visto en años. Era de
la forma en que la recordaba. El viento agitaba los columpios vacíos. Los helechos
espinosos que colgaban de la primavera tardía a principios del otoño habían
desaparecido. La tablilla estaba pintada de un blanco fresco. Persianas un intricado
verde bosque y. . .
La sensación era como una caricia lisa, demasiado pesada por el centro de mi
espalda. Mi nuca ardía como si él estuviera posicionado detrás de mí…
Me concentré en los setos verdes de nuevo. Eran tan espesos que alguien podía
estar escondido detrás de ellos, mirando y esperando para…
—No —susurré al techo. Me apoyé contra la pared y alisé mis manos por mi
rostro—. Esto no es un error.
Bajando mis brazos a la pared, forcé mis ojos a abrirse mientras inhalé una
respiración profunda. Por supuesto que tendría una… fuerte reacción al regresar a
casa, al volver aquí después de que todo lo que había pasado.
Esas tres palabras habían estado ciclando una y otra vez desde el momento en
que tomé la decisión de volver a casa. Casi no podía creer que estaba sentada aquí,
que había hecho lo que dije que nunca haría.
Cuando era niña, había estado convencida de que la posada estaba embrujada.
¿Cómo podría no estarlo? La mansión de estilo georgiano y la casa de carruaje
adyacente eran más viejos que la suciedad, usada como parte del Ferrocarril
Subterráneo y se rumoreaba que habían sido ocupados por soldados heridos y
moribundos después de la sangrienta Batalla de Antietam.
Suelos crujían durante toda la noche. Los lugares fríos permanecían en las
habitaciones. La vieja y oscura escalerilla de los sirvientes me había asustado como
ninguna otra cosa. Las sombras siempre parecían deslizarse a lo largo de las
paredes tapizadas. Si los fantasmas fueran reales, entonces esta posada, el Scarlet
Wench, debería estar llena de ellos. Y como una mujer madura de veintinueve
años, todavía estaba convencida de que estaba embrujada.
Lo que vagaba por esos estrechos pasillos en los niveles superiores, de puntillas
por los suelos pulidos y se escondía en las escaleras oscuras era la antigua Sasha
Keeton de hace diez años, antes... antes de que el Novio1 llegara a la ciudad donde
nada sucedía y lo destruyó todo.
Juré que nunca volvería a esta ciudad, pero como decía la abuela Libby todo el
tiempo, nunca digas nunca.
Tal vez no habría sido tan fuerte si no hubiera escuchado las noticias en la
radio justo cuando estaba dejando las interestatales, la noticia de una mujer
desaparecida de Frederick. Atrapé lo último de su nombre, Banks. Ella era
enfermera en el Memorial Hospital. Su marido la había visto por última vez la
mañana en que salió a trabajar.
1
The groom en inglés que sería el Novio en el momento de la boda.
Mi teléfono móvil sonó, sacudiéndome fuera de mis pensamientos.
Inclinándome, alcancé dentro de la bolsa hobo sobredimensionada y cavé hasta que
mis dedos se curvaron alrededor de la delgada superficie. Lo saqué, los labios
temblando cuando vi al que llamaba.
Me estremecí un poco. —Estoy arriba. Salí del auto y empecé a caminar, pero
yo… —No quería decir las palabras, admitir lo nerviosa que estaba.
Hubo una pausa. —Sasha, cariño, yo... —la voz de mamá se desvaneció, y solo
pude preguntarme qué iba a decir—. Me alegro de que finalmente estés en casa.
Casa.
***
Me quede anonadada.
Esto era significativo; viendo esto era importante, porque ahora sabía que había
dejado fuera demasiado.
Contando hasta diez, aclaré mi garganta y asentí. Estaba lista para ver a mi
mamá. Podía hacer esto sin comenzar a llorar como un enfadado y hambriento
bebé.
Una vez que estaba segura de que no iba a tener un colapso épico, tuve a mis
pies moviéndose. El olor de carne asada me llevó a la parte trasera de la casa. Una
puerta corrediza solo medio cerrada. Alcanzándola, de repente me transporté al
pasado, y en segundos me vi corriendo a través de esta misma puerta a los brazos
de mi padre esperándome el primer día de jardín de niños, la acuarela que había
hecho moviéndose en mi mano extendida. Recuerdo haberme arrastrado por esa
puerta el primer día que mi corazón fue aplastado, mi rostro cubierto por suciedad
y lágrimas porque Kenny Roberts me empujo en el lodo en el patio de juegos. Me
puede ver de quince años, sabiendo que mi papá nunca estaría esperándome
nuevamente.
Y me vi llevar al chico que había conocido en Econ 101 a través de esta misma
puerta para encontrarme con mamá, y mi corazón se paró inestablemente,
sacándome de la corriente de recuerdos.
Olvidando el temor que había sentido todo el tiempo tan largo como el infierno
hasta aquí y lo que había escuchado en la radio, me sentí como si tuviera cinco
años de nuevo.
Anne Keeton salió detrás del mostrador, y tropecé en la prisa por llega a ella.
Había pasado un año desde que la había visto. La navidad pasada, ella viajó a
Atlanta, porque sabía que no estaba lista para volver a casa en ese entonces. Solo
había pasado un año, pero mamá había cambiado tanto como la posada.
Su cabello a la altura de sus hombros era más plateado que rubio. Líneas más
profundas se habían forjado en la piel alrededor de sus ojos marrones, y líneas finas
se habían formado alrededor de los finos labios. Mamá siempre había sido
curvilínea; después de todo, fue de allí donde conseguí mis caderas y pechos, y el
vientre, y de acuerdo, los muslos, pero ella era unos diez kilos más ligera.
—Cariño —dijo mamá, su voz gruesa—. Bebé estoy tan feliz de verte. Tan feliz
de que estés aquí.
Mi mamá solo tenía cincuenta y cinco años, pero la edad no importa cuando se
trataba de mortalidad. Nada por hacer cuando llegaba la muerte. Lo sabía mejor
que nadie. Mi papá había muerto joven, y hace diez años, a los diecinueve, casi…
casi había dado mi último suspiro después de que todo lo demás me hubiera sido
quitado.
Traducido por Mariela
Mamá trajo dos tazas de café y se sentó enfrente de mí. La habitación ahora
olía a cafetería, y no estaba pensando en la forma en como enloquecí antes.
—Lo que hueles son dos rostizados. —Tomo un sorbo de café—. Y ha habido
algunos cambios. Los huéspedes tienen que notificarnos si van a cenar aquí y luego
cocinar la cena basada en esa solicitud. Se reduce el trabajo y no estamos
desperdiciando tanta comida. —Hizo una pausa—. James viene solo tres veces a la
semana ahora. Martes, jueves y sábado. —Bajó su taza a la mesa—. Todavía
estamos bastante seguros con los negocios, pero con los nuevos hoteles surgiendo
por aquí cada año, tengo que ser cuidadosa en que estamos gastando dinero.
¿Recuerdas que te conté sobre Ángela Reidy?
Las mismas razones por las que habían sido difíciles para mí.
—Has estado haciendo todo esto tu misma, mamá. —Coloqué la taza sobre la
mesa y crucé mi pierna sobre mi rodilla—. Eso es mucho.
—Es... manejable. —Sonrió mamá, pero no alcanzó sus ojos de color whisky.
Ojos idénticos a los míos—. Pero ahora estás en casa. No lo haré sola.
—No lo digas. —Se estiró mamá para alcanzarme a través de la pequeña mesa
y envolvió su mano sobre la mía—. Tuviste un muy buen trabajo…
Me reí.
—Tenías una vida en Atlanta —continuó, y levanté una ceja. Mi tiempo fue
básicamente el tiempo de Mr. Berg—. Y tu vida aquí no era una a la cual fuera fácil
regresar.
—Este pueblo y todos los recuerdos no fueron fáciles para ti, y lo sé, cariño. Lo
sé. —Volvió a sonreír, pero fue frágil—. Así que entiendo el gran asunto que fue
para ti. Lo que tenías que superar solo para tomar la decisión de hacer esto, y lo
estás haciendo por mí. No menosprecies lo que estás haciendo ahora mismo.
Sí, estaba haciendo esto por ella, pero lo estaba... también lo estaba haciendo
por mí.
—Puede que cambies de opinión después de recordar cuántos pasos tiene que
subir. —Lavó la taza—. Solo tenemos tres huéspedes en este momento, dos de ellos
de salida el domingo, y luego otros, una pareja de recién casados, que se están
retirando el martes.
Secándose las manos en una toalla de cocina, mamá recitó lo que se esperaba
para la semana siguiente, y me encantó que pudiera recordar eso.
—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte ahora mismo? —le pregunté cuando
terminó.
Negó con la cabeza. —Dos de las tres reservas cenarán aquí. Los asados
todavía tienen algún tiempo en ellos. Las papas ya están hervidas y cortadas, listas
para salir. Si quieres ayudar a servir la cena, todavía tenemos unas dos horas.
Sin tener idea, parpadeé y sacudí mi cabeza mientras me retorcía hacia ella. —
Creo que uno de los huéspedes está afuera.
—Por supuesto, uno de ellos podría haber pasado por mi lado —dijo, y el
crujido de la puerta del horno abriéndose llenó la cocina—. Eso se ha sabido que
sucede.
Inhale suavemente. ¿Pensaba que yo era frágil? ¿Que una mujer desaparecida
en un estado cercano haría que cambie mi forma de pensar? Justo después de todo
lo que yo había estado así de frágil. Me habría quebrado nuevamente, pero ya no
era ella.
—Lo que está pasando con esa mujer es terrible, pero sabes lo que dicen. La
mayoría de los casos de desapariciones son causadas por alguien a quien ellas
conocen —dijo—. Probablemente el marido.
Excepto cuando me pasó a mí, no fue alguien que conocía. Fue un extraño,
alguien quien nunca había visto venir hasta que fue muy tarde.
***
Horas más tarde, después que ayudé a servir la cena a la bonita pareja mayor
quedándose en el tercer piso y la familia del tres quienes eran de Kentucky y
visitando familiares, me paro en medio de mi nuevo apartamento.
El servicio de cena fue bien, pero fue extraño hacer algo que se siente como tu
segunda naturaleza incluso si no lo has hechos en años. En una forma bizarra, era
muy parecido a ser una asistente ejecutiva. Justo como con el Sr. Berg. Tuve que
anticipar cosas que podrían necesitarse. Esto era simplemente cosas diferentes.
Como cuando los comensales necesitaron rellenar sus bebidas o retirar un plato.
Pero no pienso mientras despejé las mesas y levanté los platos antes de
colocarlos en el lavavajillas mientras mamá completó el cerrar el servicio. Mi mente
bendecidamente vacía hasta el momento en que me dirijo arriba.
El ático fue convertido en dos medios apartamentos. Papá había fallecido antes
que el tercero fuera completado, y permanecía sin tocar detrás de las puertas
cerradas, separando ambos departamentos. No estaba segura si el tercero estará
terminado alguna vez, y si fuera así, cuál será su propósito. No era como si yo fuera
a necesitar el espacio en algún momento cercano.
O alguna vez.
La zona del área de estar compartía espacio con una cocina de estilo abierto
que solo tenía una nevera, microondas y fregadero. Todo lo que necesitaba eran
taburetes para la isla. Mi sofá era una gruesa belleza acolchada, fue enviado desde
Atlanta, junto con lo necesario. Las suaves y cálidas cobijas color gris claro, hechas
para acurrucarte, ya estaban cubriendo a lo largo del respaldo del sofá.
Eran bien pasada la media noche para el momento en que entré en el baño para
lavar mi rostro. Mi mirada fija en la cuenca del lavabo mientras frotaba en
limpiador, me encorvé y me salpique agua tibia en mis mejillas. Sin poder mirar
tomé un toalla que vi antes. Me di manos de jazz mental cuando mis dedos rozaron
la esponjosa tela. Secando el rostro, me enderecé y abrí los ojos mientras bajaba la
toalla.
Me miré a mí misma.
Debido a que habían sido años desde que lo había hecho, y me había vuelto tan
buena en no mirarme que yo era una demente en el maquillaje sin espejo, incluso el
delineador de ojos. El delineador del parpado superior.
Mis ojos marrones no eran oscuros como los de mi papá. Eran más cálidos y
ligeros, como los de mi mamá. Mi cabello rubio estaba hacia arriba en un nudo
alto, y estuvo allí todo el día, pero cuando estaba abajo, caía al centro de mi
espalda. Mi rostro encajaría en la clásica forma de corazón si no fuera por la
cuadrada mandíbula.
Las esquinas de mis labios se alzaron, y la sonrisa fue débil y triste, y un poco
vacía. Había sombras débiles debajo de mis ojos y un destello cauteloso que nunca
parecía desvanecerse, sin importar cuantos años hayan pasado o haber llegado a un
acuerdo con los términos.
Dar el gran paso en la relación con el chico que conocí en Econ 101.
De todo lo que me lamento no haber experimentado antes… antes de que el
Novio me encontrara, probablemente fue eso, porque él había tomado mis primeros
y los había torcido en algo repugnante y cruel.
Presionando mis labios, miré hacia abajo. Los dedos rosados salieron de los
deshilachados bordes de mis pantalones vaqueros. Coloqué las manos en las
caderas llenas y luego las deslicé hacia arriba a donde mi cintura se estrecha
ligeramente. ¿Qué aspecto tenía desnuda?
Incluso con los hombres con los que había intimado en años recientes,
realmente no me revisé. De hecho, pensándolo bien, nunca tuve un desnudo
completo con nadie.
—Sí —murmura, pero no se va. Sus labios rozan mi mejilla y encuentra mi boca con
una precisión infalible. Me besa suavemente y se queda, arrastrándolo hasta que estoy tan
cerca de pedirle que se olvide de su grupo de estudio. Pero luego se aleja y recoge mi olvidada
mochila. La desliza sobre mi hombro, sacando mi cabello de debajo de la correa—. ¿Me
llamas más tarde?
Sonrío, porque él es el que tiene el trabajo peligroso cuando no está en clase. —Tú
también. —Muevo mis dedos y me doy la vuelta, porque si no lo hago, él no lo hará y
estaríamos de pie afuera de la biblioteca de la universidad a la mitad de la noche besándonos.
Avanzo medio camino por el césped cuando grita—: Llámame, nena. Estaré esperando.
Sonriendo, le digo adiós con la mano y me apresuro por el jardín, tomando el camino
detrás del edificio de ciencias que conduce al estacionamiento. Es tarde, el sol se ha puesto y
gruesas nubes bloquean las estrellas. El estacionamiento esta apenas iluminado, porque tres de
cada cinco lámparas están fundidas, y la escuela no las ha reemplazado. Solo hay unos
cuantos autos en el lote, y mientras camino por los cortos escalones de concreto veo el mío,
estacionado donde lo dejé.
Mis pasos se ralentizan mientras cruzo el pavimento agrietado. Una furgoneta oscura de
trabajo está estacionada junto al lado del conductor de mi Volkswagen. No estaba ahí antes, y
un escalofrío de inquietud me atraviesa.
Me muerdo el labio cuando me acerco, con los ojos entrecerrados en el oscuro interior de
la furgoneta. No sé ve nadie en la parte delantera. Un horrible pensamiento emerge. ¿Qué si
alguien está escondido detrás? Inmediatamente lo descarto, porque incluso con todo lo que ha
estado pasando recientemente con el Novio, estoy siendo paranoica. Es solo una furgoneta, y
todo el mundo está en el borde.
—No seas estúpida —me digo mientras camino entre la furgoneta y mi auto.
Deteniéndome en la puerta, paso mi mochila hacia el frente y desabrocho el bolsillo frontal
para buscar mis llaves.
Entonces oigo algo. Un suave movimiento de metal contra metal, una puerta que se abre
detrás de mí y todo se ralentiza. Mis dedos se cierran sobre las llaves cuando giro a los lados.
Un extraño olor me rodea, y abro la boca para respirar, pero ya he tomado el último aliento
antes de que lo sepa. Una mano áspera me aprieta. El miedo sacude mi espina dorsal
mientras me hago hacia atrás. Otro brazo rodea mi cintura, sujetándome el brazo derecho. El
extraño olor amargo está en todas partes, obstruyendo mi nariz y garganta, y abro mi boca
para gritar mientras mi corazón se apodera de mi pecho. Levanto mis piernas para luchar,
pero es demasiado tarde.
Demasiado tarde.
Las pesadillas serán comunes; al menos eso fue lo que me dijo mi terapista.
Probablemente las tendré por el resto de mi vida mientras mi subconsciente siga
intentando sacar todo. Las tenía al menos tres veces a la semana, pero había sido
un súper largo tiempo desde que soñé en esa noche.
No había forma en que volviera a dormirme, así que miré al techo mientras las
horas pasaban y el amanecer se deslizó a través de la pequeña ventana al otro lado
de la cama. Para entonces, la pesadilla era solamente eso.
Dudando ganarle a mamá bajo las escaleras antes que ella, tomé una ducha
rápida, en su mayoría seco mi cabello, y luego lo torcí en un nudo arriba. Agarré un
suéter negro suelto, ya que enero era mucho más frío de lo que era Atlanta
normalmente, lo emparejaba con un pantalón de cuadros que no eran la cosa más
halagadora en mis muslos, pero eran seguramente bastante cómodos.
Maldición.
Parpadeé, porque no podía creer lo que estaba viendo, pero mi vista estaba
bien. El estómago se revolvió y se agrió, di un paso hacia el auto. El cristal crujió
debajo de mis pies.
—No puedo creer que esto haya sucedido. Nunca hemos tenido un robo o nada
de eso. —La ira se reflejó en el rostro de mi madre, enrojeciendo sus mejillas—. Es
increíble.
Mamá había estado contra la espera, pero yo quería preparar el desayuno para
que los huéspedes no tuvieran que esperar y terminaran dejando críticas malísimas
en el Yelp. Las críticas de mierda probablemente iban a pasar de todos modos,
porque la pareja con el niño pelirrojo ya habían visto el auto dañado y ahora
estaban preocupados por lo que les pertenecía. No es que pudiera culparlos por eso,
pero era raro que solo mi auto haya sido dañado y ninguno de los tres vehículos
muchos mejores.
Porque en serio, si alguien iba a irrumpir en un auto, ¿por qué demonios ellos
escogieron el Honda Accord sobre el Lexus y el Cadillac?
—Mamá… —Negué con la cabeza mientras crucé mis brazos sobre mi pecho,
sabiendo que no íbamos a necesitar esperar por mucho tiempo. La estación de
policía estaba por la misma calle. Como literalmente por la misma calle—. Lo
siento tanto. Los huéspedes no necesitan ver esto y preocuparse por sus propios
autos…
—¿Por qué habrías pensado eso? —Pasó un brazo alrededor de mis hombros—.
No tenemos problemas de robo o vandalismo aquí. En otras partes del pueblo, sí,
pero nada como esto ha pasado antes.
Era una maldita buena cosa que no haya recogido la piedra y lanzado, porque
divisé un auto blanco y azul viniendo por el camino. Probablemente no se vería
bien si el oficial de policía me atrapara arrojando una roca al auto.
Voy a morir.
—Solo puedo esperar. Me encantaría verte felizmente casada antes de que esté
a seis metros bajo tierra —continuó ella.
Calor crepitó dentro de mis mejillas mientras estaba boquiabierta con ella.
¿Estaba bebiendo en las mañanas?
2
La cochera sobre la que se habla es una cochera para carruajes por ser una casa muy antigua.
—Oh. —Decepción sonó en la voz de mi mamá—. Él es muy atractivo, pero
un poco joven. Bueno, supongo que puedes salir con un chico más joven. Quiero
decir, eso está de moda, ¿no es así? Él…
La sorpresa flotó sobre el rostro del policía mientras se acercaba. Sus pasos se
hicieron más lentos cuando mi corazón se sacudió en mi pecho. El policía… se
parecía mucho al chico de la clase de economía, el chico al cual hacía referencia mi
mamá solo unos minutos antes.
El mismo cabello castaño claro zumbaba cerca del cráneo en los lados de la
cabeza y al estilo en un desvanecimiento recortado. Hombros anchos, hombros
desbocados. Incluso con el uniforme y el chaleco azul oscuro, sabía que había un
pecho definido escondido debajo. La misma estructura exacta, hasta la cintura
cónica y muslos musculosos.
La similitud fue más allá del cuerpo. Aquellos ojos, oh Dios mío, esos pálidos
ojos azules eran una explosión del pasado y la mandíbula cuadrada era solamente
un poco más suave.
Pero no era él. Este policía era demasiado joven, y Cole había sido dos años
mayor que yo cuando nos conocimos al final del primer año. Ahora debía tener
treinta y dos años, y este tipo apenas llegaba a los veinticinco.
—Esa sería yo. —Se paró mamá hacia enfrente, sonriendo mientras dejaba ir
su chaqueta de punto—. Yo fui quien llamó esta mañana, pero el auto pertenece a
mi hija, Sasha.
—Estaré allí —gritó mamá y luego se volvió a mí—. Lo siento, pero tengo que
ocuparme de esto. Hizo una pausa, guiñando un ojo al oficial Bradshaw. Cerré los
ojos brevemente y comencé a contar de nuevo—. Aunque estoy segura de que la
televisión no está conectada —agrega mi madre en voz baja.
El oficial Bradshaw se rio, y nuevamente, me golpeó esa extraña sensación de
familiaridad. Se rio como Cole. Una risa profunda y sexi. —Está bien.
—Sí, no puedes pasar por alto eso. Incluso en la oscuridad, estoy seguro de que
el fucsia se destacaría —comentó él secamente mientras miraba por encima de mi
hombro.
Mientras el oficial Bradshaw caminaba por el frente del auto y por el otro lado,
abrí el bolso, esperando que nadie me hubiera robado el maquillaje. Si tuviera que
hacer un viaje a Ulta para reponer mis pertenencias, saldría con al menos doscientos
dólares más de maquillaje de lo que fue robado.
—¡Mi MacBook está aquí! Con mi maquillaje. Los dejé en el auto. —Aturdida
toqué la computadora portátil solo para asegurarme de que estaba allí. Luego toqué
la bolsa de maquillaje.
El oficial Bradshaw se dirigió hacia mí. —¿Algo más fue dejado en el auto?
—Hay daño pero nada fue robado, especialmente bienes valiosos, entonces es
un caso normal de vandalismo. —Sus pálidos ojos azules se encontraron con los
míos—. Acaba de llegar ayer, ¿cierto?
Tocando mis cejas, lentamente niego con mi cabeza cuando mi boca funcionó.
—Yo… solo mi amiga Miranda, um, Miranda Locke, no creo que ella le haya
dicho a alguien. —Mordí mi labio mientras sostenía el bolso cerca de mi pecho—.
Mi mamá se lo hubiera dicho al personal.
Mis labios se separaron. —¿A propósito? —Eso sonaba estúpido. Por supuesto
que quería decir a propósito—. Quiero decir, ¿cómo que alguien vino aquí y lo hizo
por ser mío?
—Eso es posible. —Levantó el dedo cuando un código salió su radio y luego
presionó un botón en la radio—. Esta es la unidad 59. Estaré en 10-8 de Scarlet
Wench en unos minutos. —Su mirada atravesó la mía—. No hay forma de decir
esto, pero tienes una historia en esta ciudad.
—Entiendo lo que dices y no creo que tengas una razón para sentirte
incómoda, porque como dijiste, lo que sucedió no fue tu culpa. —El oficial
Bradshaw trajo algunos puntos por esa declaración—. Honestamente no creo que
tenga nada que ver con lo que ocurrió entonces, pero es algo que tenemos que tener
en consideración. Solo el tipo de cosa para mantenerlo en el fondo de la mente, ¿de
acuerdo?
No. Eso ni siquiera tenía sentido. Nada de lo que había ocurrido hace una
década fue mi culpa. O la culpa de cualquiera de las víctimas, así que ¿por qué
alguien tendría un problema con que yo regrese a casa?
—Lo más probable es que este fue solo un caso de vandalismo al azar —dijo—.
Probablemente algunos chicos aburridos con nada mejor que hacer con su tiempo y
todo lo demás es una conciencia.
Asentí distraídamente.
—Pero si tiene algún otro problema o piensa en algo relacionado con esto, por
favor llámenos y pregunte por mí —dijo él—. Voy a presentar un informe de
vandalismo, así que asegúrese de que su seguro se entere. ¿Está bien?
Me las arreglé para hacer todo esto sin terminar con vidrios sobresaliendo de
lugares más sensibles, así que lo consideré como una victoria.
Ángela era varios años más joven y una platicadora adorable. Inmediatamente
comprendí porque mamá pensaba que era volátil. Hablaba de una cosa, se detenía
en medio de la frase y cambiaba de tema. Ella habló acerca de cómo estaba
tomando clases nocturnas en el colegio comunitario cercano en Hagerstown.
Quería convertirse en profesora, centrándose en preescolar. Ángela tenía un novio
llamado Ethan. Han estado juntos por tres años.
No tenía sentido para mí, pero sabía que las cosas más locas eran posibles.
—¿De verdad? —Duda coloreo el tono de la joven chica mientras siguió con el
suavizante de telas—. ¿Has extrañado recoger después de que las personas salen y
hacer la lavandería?
Ángela me estudió por un momento y luego sonreí. —Eso tiene sentido. Algo
así como me siento sobre enseñar a los pequeños. —Volvió a cerrar la tapa del
suavizante y luego se estiró para colocar la botella en el estante de arriba. Después
de encender la lavadora, Ángela prácticamente brincoteó su camino hacia donde yo
estaba. Ella cogió una toalla—. Ha de haber sido muy difícil regresar después de lo
que te pasó. No creo que yo podría.
Cerrando mis ojos, tomé un lento respiro y después forcé una sonrisa. —Está
bien.
—No, no lo está. Hablé sin pensar. Mi mamá siempre me está diciendo que me
voy a meter en un mundo de problemas. Ethan dice lo mismo —dice rápidamente
Ángela—. Y ella tiene razón. Lo siento tanto. Fue totalmente inapropiado de mi
parte.
—Oh Dios mío, me diste un ataque al corazón. —Dejé caer la pluma sobre el
escritorio y salí de mi silla. Estirándome sobre el escritorio golpeé el brazo de
Miranda—. Seriamente.
—¡Esa es la única razón por la cual no te estoy apuñalando con la pluma ahora
mismo! —Salí corriendo de detrás del escritorio, arrojé mis brazos alrededor de los
hombros de Miranda y casi derribé a la mujer más delgada y más alta—. Oh Dios
mío ha sido demasiado tiempo.
Miranda era una mujer maravillosa con la piel oscura y tenía la personalidad
para hacer juego con su belleza. Siempre había estado ahí para mí, incluso cuando
salí rápidamente de este pueblo y no quería nada que ver con nadie, Miranda había
rechazado ser sacada del camino.
Dejando caer mis manos a mi lado, me hice hacia atrás y me apoyé contra el
escritorio. —Solo he sido una amiga asquerosa. Cuando me fui de aquí, ni siquiera
te dije.
—Claro que no. —Plantó sus manos sobre sus caderas—. Los amigos no se
rinden entre ellos, especialmente después de que han pasado por un evento
traumático como el infierno en su vida. Y ¿esos amigos que se rindieron? Que se
jodan. Ellos debieron saber que estabas pasando por cosas y estar ahí para ti.
Debieron haber hecho lo que yo hice. Darte un par de meses y después tener sus
traseros en el avión e ir a donde tú estabas.
Después de que fui… después de que fui dada de alta en el hospital, era un
desastre, un desastre físico y emocional. Mentalmente comprobado por semanas.
Obviamente nadie me culpó. Cuando mi cabeza finalmente se reconstruyo, decidí
que no podía quedarme aquí. No cuando las pocas veces que había salido en
público, las personas miraban. Susurraban. Se apiadaban de mí. Y luego estaban los
medios de comunicación.
—Me alegro de que mi madre te haya dicho dónde estaba hace tantos años —
dije con una débil sonrisa—. Y me alegra que hayas metido tu trasero en ese avión
y me hayas encontrado.
—Es porque no tengo novio, así que paso mi tiempo libre en un gimnasio en
vez de en la cama.
—¿Te gusta? —Le dio unas palmaditas en sus trenzas—. Tuve que conducir
más de una hora para encontrar a alguien que sabía qué diablos estaban haciendo.
No como si confiaba en alguien más en esta ciudad para tocar mi cabello. Eso fue
lo único bueno de que vivieras en Atlanta. Las opciones de salón eran ilimitadas
cada vez que te visitaba.
James estaba en la cocina, haciendo alboroto con dos pollos rostizados que
tenía en el horno. El limón y las hierbas olían a algo maravilloso, pero cuando
Miranda lo dijo James le murmuró algo inaudible.
Los ojos de Miranda se abrieron más, pero yo sonreí. —Podemos hacer eso —
le dije, yendo hacia la puerta trasera que lleva a la antigua cocina.
Cuando abrí la puerta del porche, las llaves de la pizarra de corcho resonaron.
—Él es un tipo amigable.
Mientras caminábamos por el porche vacío, le conté lo que pasó con mi auto.
A pesar de que era enero, era inusualmente cálido para el área, cerca de los 12
grados centígrados. Con el sol tan brillante, sería cómodo por al menos otra hora
más o menos, así que decidimos sentarnos en la mesa de cristal y las sillas
Adirondack.
—Debo haberle dicho a alguien —dijo ella, cruzando su pierna—. Pero no fue
como una persona al azar. Fue a Jason.
—¿Jason? Oh Dios mío, ¿aún sigue por aquí? —Jason King fue a la universidad
con nosotras. Los tres nos conocimos durante orientación y habíamos compartido
varias clases el año y medio que yo asistí. Jason era un buen, chico divertido de lo
que recuerdo. De mi edad. Listillo de una forma linda, de la forma del chico de al
lado. Un genio en matemáticas y estadísticas, que yo podría respetar.
Y lo había visto después de que yo salí del hospital. Había sido el único que
superó a los periodistas y a mi madre. La última vez que hablamos me abrazó
mientras me sentaba en mi cama, me abrazaba mientras sollozaba, y lo último que
me dijo era que estaba a salvo ahora.
Asintiendo, Miranda me miró por encima del borde del vaso. —Sí. Como yo.
Sabes como es. Si no sales de esta maldita ciudad a los veintiuno, no te vas.
—No creo que eso sea cierto —respondí, estirándome y tomando mi vaso—.
Puedes salir cuando quieras.
—Lo sé. Lo sé. —Suspiré. Jason intentó ponerse en contacto conmigo antes de
irme, pero las llamadas cesaron cuando cambié mi número.
Jason no fue la única persona a quien le hice eso. Cole fue al hospital. Él me
llamó y vino a la posada.
—Le dije que estabas regresando. Estaba muy emocionado por eso. Quiere
verte cuando estés lista. —Miranda hizo una pausa—. Espero que estés bien con
eso. Él era tu amigo.
—Estoy bien con eso. —Y una vez que lo dije, descubrí que lo estaba—. Todos
debemos juntarnos esta semana para cenar o algo así.
—¡Oh! Eso será perfecto. —Bebió de su té—. Mis tardes, fines de semana y
veranos están libres.
Miranda había estado enseñando en nuestra antigua preparatoria por dos años.
Le tomó todo ese tiempo encontrar una posición permanente de tiempo completo.
Irónicamente, ahora era compañera del maestro de gimnasia por él cual se nos
había caído la baba todos esos años atrás. De acuerdo con Miranda, el entrenador
Donnie Currie seguía siendo caliente como el infierno.
—Gracias por tu permiso. —Arqueé una ceja cuando Miranda me miró con los
ojos entrecerrados—. El oficial que vino esta mañana, él se veía… Miranda, él se
parecía mucho a él.
—¿Él? —susurró mientras sus labios se abrían—. Como en el… ¿el Novio?
—De vuelta al oficial. ¿Él se parecía a Cole? ¿No era Cole un policía? —
Miranda volvió a concentrarse.
—Él era un ayudante, pero obviamente no era Cole. El oficial era demasiado
joven, pero había un extraño parecido. Al menos para mí. Mamá no dijo nada,
pero tal vez no lo vio. —Me moví en la silla, sabiendo que probablemente no
debería preguntarme por lo que estaba preparándome—. ¿Tú sabes… sabes si él
sigue por aquí?
—No tengo su número. Cuando cambié el mío, perdí todos los contactos —
admití, un poquito avergonzada por ese pequeño hecho—. E incluso si lo tuviera,
no le llamaría.
—Cobarde.
—Tú puedes solo revisar en Facebook y ver si tiene alguna cuenta. —Hizo una
pausa, sus labios se alzaron en las esquinas—. Has revisado si tiene una cuenta, ¿o
no?
Miranda esperó.
—Está bien. Bien. Lo que sea. Lo hice hace tiempo. Nunca pude encontrarlo.
Miranda se quedó un poco más, yéndose cuando la hora del servicio de cena
iba a comenzar. Solo tenía el tiempo suficiente para cambiarme en unos pantalones
de mezclilla. Las sandalias y el suéter permanecieron, y tomé unos minutos extras
para aplacar mi cabello, pasar un cepillo a través de mis ondas y ponerme algo de
labial.
Todos los huéspedes estaban asistiendo a la cena, así que nosotros nos
mantuvimos constantemente en movimiento. Cuando el último huésped se llenó,
eran cerca de las ocho, y en todo lo que podía pensar era poner mi rostro en mi
cama. Con la esperanza de dormir más de cuatro horas.
Con todos los platos fuera de las mesas y los manteles reemplazados, yo estaba
reemplazando las velas en la mesa con unas sin encender cuando mi mamá regresó
al comedor.
—Sí —respondí con una suave risa. Mamá. Siempre siendo mamá—. Agarré
algo del pollo. Algo temerosa por mi vida cuando James me atrapó.
—Él es un poco áspero alrededor de los bordes. Recuerda eso. —Tomando dos
pequeñas velas de mí, ella las puso en el candelabro de cristal—. Pero es un maldito
buen cocinero y amo cuando…
Cuando ella no continuó, miré hacia ella viéndola reemplazar la última vela en
la mesa cerca de la chimenea. La expresión de mi mamá era extraña. Como si ella
fuera atrapada entre morir y hacer un baile de felicidad. Y la había visto hacer un
baile de felicidad. Rodillas arriba. Brazos afuera. Eso era algo más.
Su mirada estaba fija en algo más allá de mi hombro cuando ella dijo: —Oh
Dios mío…
Sus cejas se juntaron, me giré y todo, todo, se detuvo. El mundo entero se fue a
un punto muerto. Mi corazón trastabilló, posiblemente incluso se detuvo. De
verdad. Levanté mi mano, presionando la palma en el centro de mi pecho.
Hay una buena oportunidad de que este alucinando. Tal vez me alcé sobre el
brazo de la silla, caí y me golpeé la cabeza en la chimenea de piedras de río. Eso
parecía más posible que Cole estuviera realmente de pie en frente de mí.
Él realmente estaba ahí, y era increíble, y oh mi dulce Jesús, los años habían
sido de forma extraordinaria en él.
Sus bíceps estiraba el gastado algodón de la camisa de franela roja que llevaba.
Las mangas estaban enrolladas hasta los codos, revelando fuertes antebrazos. La
franela estaba desabrochada y por debajo estaba una camiseta blanca. Su cintura
era recortada y no había ningún atajo a la imaginación para saber que debajo de la
camisa llana no había nada más que plano.
Mi mundo se detuvo por segunda vez. Su voz. Oh Dios mío, su voz se había
profundizado y era más áspera, más rasposa, pero era su voz.
—Bueno, esto es una sorpresa —dijo ella, anunciando lo obvio— ¿No es así,
Sasha?
Asentí lentamente mientras Cole me miraba fijamente con esos pálidos ojos.
Mi garganta se secó. Realmente necesitaba decir algo, pero estaba pensando en mi
pesadilla de la noche anterior, de la última vez que lo vi.
Inhalando una afilada respiración, entendí lo que estaba diciendo. Él pensó que
si sabía que él venía, yo no estaría aquí, y lo que era triste, yo no podría decir si eso
era cierto o no. Darme cuenta de eso me sacó del estupor. —¿Cómo supiste que
estaba de regreso?
Solos y juntos por primera vez en una década, nos miramos él uno al otro. La
última vez que nos vimos, él me besó. Me llamó nena y dijo que estaría esperando
por mí. Nunca lo llamé. Nunca llegué a casa para hacerlo.
Fue Cole quien habló primero. —Derek me dijo que estabas en casa.
¿Derek? Tomé un momento para recordar quien era. —¿El policía de esta
mañana?
—¿Y él te llamo sobre… sobre mí? —pregunté, cruzando los brazos sobre mi
cintura. Fue ese momento cuando recordé que estaba vistiendo un suéter que me
aumentaba cerca de diez kilos. Agradable. Al menos me cepillé mi cabello antes.
Dejé salir una exhalación temblorosa y luego pase la punta de mi lengua sobre
mi labio inferior. —Está bien. Quiero decir, sí. Tengo tiempo. —Le hice una seña
hacia el área abierta con una mano temblorosa—. Podemos sentarnos ahí.
Está bien. Realmente necesitaba no estar preocupada por nada de eso, porque
ese era un extremo caso de poner al carruaje antes del caballo.
Cole revisó el área de estar. —Este lugar realmente ha cambiado. —Su mirada
se centró en mí—. No he estado aquí desde… bueno, desde que te fuiste.
—Yo tampoco. —Mentalmente maldije. Por supuesto no he estado aquí. Él
sabía eso. Yo estaba agotada. Sentada frente a frente era casi demasiado abrumador.
Parte de mí quería levantarse y correr. La otra mitad estaba curiosa… y
emocionada. Mi estómago se sumergió de nuevo.
Demasiado excitado.
En realidad sonaba como si dijera eso, y me pareció extraño pensar que había
desaparecido de él. No podría culparlo si abrigaba resentimiento. No había hecho
nada malo y yo… bueno, yo era un desastre.
Vaya.
Guau.
El gas creo llamas ondulantes detrás del cristal mientras intenté averiguar en
cómo responderle. Suponiendo que no sería genial para mí admitir que intenté
acecharlo en Facebook una o veinte veces sin éxito durante los años, decidí que era
momento de cambiar de tema. —Así que, ¿es policía como tú? —Miré a Cole,
encontrando que me estaba mirando intensamente. No estaba segura si él habría
retirado su mirada de mí por más de unos segundos—. ¿O ya no eres un policía?
Mi sonrisa no fue forzada mientras se extendió por mi rostro. —Eso era lo que
querías. Felicidades.
—De vuelta a ti. —Deslizó una mano con dedos largos a través del brazo del
sofá—. Finalmente estás haciendo lo que siempre planeaste.
—Te ves increíble —dijo él, y luego rio mientras mis ojos se abrieron—. ¿Eso
fue incomodo? No me importa. Es la verdad. Eres tan hermosa… no, más hermosa
de lo que recordaba.
Su sonrisa de respuesta fue lenta, y maldita sea, hizo que mi pecho picara de la
manera más deliciosas. —Yo tampoco.
—Eso está bien. —Y lo dije en serio, pero un segundo después, me quedé sin
saber qué decir. Hablar con Cole nunca había sido difícil, no en el pasado, pero
ahora encontré mis palabras rígidas y cautelosas. Simplemente no sabía que decir o
hacer.
Cole no pareció darse cuenta. —¿Está todo bien con tu auto? Derek me dijo
que tus ventanas fuero quebradas.
—Suena como unos pocos chicos con mucho tiempo en sus manos —contestó
él.
Oh Dios, aquí estaba nuevamente. Esa pregunta. La pregunta que todos lo que
me conocían siempre terminan preguntando, y escucharla de Cole era lo que había
evitado estos últimos diez años. Que era obviamente porque él estaba aquí. Mi
columna vertebral se puso rígida. —Sí, estoy bien.
—He pensado sobre esa noche. —Su voz cargaba un gran peso—. Mucho.
—Cole…
—Debí haberte encaminado a tu auto esa noche —continuó, su mirada
inquebrantable—. El malditamente mayor arrepentimiento de mi vida allí.
Oh Dios.
—No debes sentirte así —dije apretando mis manos—. Lo que pasó no fue…
—No fue culpa mía. No hice lo que él hizo. Lo sé. —Exhaló pesadamente—.
Eso no cambia el hecho que debí haberte encaminado a tu maldito auto. Todos
sabíamos lo que estaba pasando y…
Cole rompió el contacto visual entonces y su voz fue baja cuando dijo—: Sí.
—Está bien. —Los ojos de Cole vinieron a mí—. Pero tengo una pregunta más
para ti.
—¿Qué piensas? —persistió cuando todo lo que hice fue mirarlo fijamente.
Un lado de sus labios se alzó. —Tengo que admitir, no me sorprende oír eso.
Cole me estudió de la manera intensa que era familiar pero diferente ahora. —
Está bien.
Confundida, hice lo que sentía como lo había estado haciendo desde que lo vi
en el comedor. Simplemente me quedé boquiabierta.
Se dirigió hacia mí, deteniéndose justo antes de que sus rodillas tocaran las
mías. Nuestras miradas se engancharon y mi aliento quedó atrapado. —Te voy a
dejar mi número. —Levantó las caderas hacia un lado y sacó su cartera. Una tarjeta
de presentación apareció—. Este es mi teléfono celular personal y este es el celular
del trabajo. Cambias de forma de pensar, me llamas. En cualquier momento.
—Bien —Cole se levantó y luego estaba justo allí, con las manos plantadas en
los brazos de la silla, enjaulándome. Bajó la cabeza y un momento después, sentí el
roce de sus labios contra la curva de mi mejilla, el tacto suave y rápido. —Me
alegro que hayas regresado —dijo y cerré los ojos ante la oleada de desordenadas y
húmedas emociones—. Llámame, Sasha. Estaré esperando.
Traducido por Carilo
—¿Le dijiste a Cole que no? —Miranda sonó como si acababa de decirle que el
Fantasma de la Navidad Pasada me visitó el sábado por la noche—. ¿Estás
completamente fuera de tu maldita mente?
Había muchas probabilidades de que lo estuviera, porque casi dos días después
una parte de mí se preguntaba si imaginé la repentina aparición de Cole.
Excepto la tarjeta de visita, que observaba obsesivamente cada vez que estaba
en mi apartamento, demostraba que estuvo aquí.
—Pero este es Cole —continuó ella mientras tomaba el sucio trapo del suelo y
lo envolvió—. Eras todo acerca de Cole, Sasha.
—Eso fue hace diez años —señalé mientras me seguía hacia el pasillo.
Deteniéndome, cerré la puerta detrás de nosotras—. Eso fue hace mucho tiempo.
—¿Así que? Dame una buena razón por la que no puedes salir a cenar con él.
—El desafío en lo que consideré su voz de profesor, que era un combo
impresionante con su suéter negro recatado y pantalones ajustados.
Puso el blanco los ojos oscuros. —¿Y Cole invitándote a salir a cenar para
ponerte al día significa una relación contigo?
Le lancé una mirada mientras iba por el pasillo. —Sabes a lo que me refiero.
—Sí, ya sé a qué te refieres. —Entramos en la lavandería—. ¿Pero sabes qué?
Tienes razón. No has vuelto a casa para encontrar a un tipo, aunque ese tipo esté
muy caliente y te dijera que pensaba que eras hermosa —dijo mientras yo metía la
ropa en la lavadora y tomaba el detergente—. Viniste a casa para empezar a vivir tu
vida.
—Y eso es increíble. Sé que verlo va a ser difícil para ti —dijo Miranda—. Pero
tienes que intensificar tu juego. No puedes volver a casa y vivir a la sombra del
pasado.
—Además del hecho de que llegué a casa, como hace unos días, lo estoy
intentando.
Miranda plantó las manos en las caderas. —Lo sé, pero creo que intentarlo con
más fuerza significaría que tomarías a la oferta de Cole... y ¿por qué estás haciendo
esto ahora mismo? Verte lavar me hace sentir que debo ayudar o algo así.
Arreglé el dobladillo del suéter al que había cambiado antes de que Miranda
apareciera. —¿Parezco que no voy a pasarlo bien?
—Te ves un poco pálida. —Sonrió ella débilmente—. Como si tuvieras que
sentarte.
—No es solo verlo. Quiero decir, estoy un poco nerviosa. —Me acerqué a la
silla cerca del escritorio y me senté—. No he estado en un restaurante en este
pueblo en mucho tiempo. Ni siquiera he salido en público.
—Le dije antes que nadie ni siquiera le prestarían atención —anunció mamá—.
Que no tiene nada de qué preocuparse.
Miré hacia arriba para ver a mamá bajando por la escalera principal, su mano
arrastrándose a lo largo de la barandilla. —Sé que no tengo nada de qué
preocuparme y estoy siendo irracional, pero déjame tener mi irracionalidad.
Miranda arqueó una ceja en dirección a mamá. —¿Qué sobre que eso no tiene
sentido?
—No tengo ningún problema con eso. Estoy conduciendo. —Sonrió Miranda
—. Además, el lugar esta como a una milla, si eso, bajando la calle, así ambas
podemos beber y tropezar nuestro camino de regreso aquí.
—Suena como un plan —digo mientras busco dentro del cajón y saqué mi
bolsa. Revisé mi teléfono, asegurándome de que tuviera una buena duración de
batería—. También es bueno si quiero irme y puedes...
—Primero, no vas a querer irte hasta que hayas terminado el grueso y jugoso
rib eye que sirven y ordenado su pastel de lava de chocolate —dijo Miranda, y mi
estómago gruñó anticipadamente—. En segundo lugar, si quieres salir de allí
temprano, me voy a ir contigo.
Oh Dios mío.
Los ojos de Miranda brillaron. —Así que, ¿estaba muy caliente entonces?
—Oh sí. Estoy medio tentada de conseguir esa tarjeta y llamarlo yo misma —
dijo mamá—. Deberías haber visto cuán maduro, Miranda. Ese muchacho es ahora
un hombre.
Oh Dios mío.
Miranda se río en voz alta. —Realmente necesito ver cómo luce ahora.
Suavizando una mano sobre su cabello, mamá asintió. —Oh, sí, tienes que
verlo. Llevaba esta camisa de franela, y aunque eso no es un atractivo artículo de
ropa para la mayoría de los hombres…
—Ya sé que has salido —dijo Miranda, y hubo una larga pausa antes de
continuar—: pero también sé que nunca permitiste realmente que esas relaciones
fueran a ninguna parte seria.
Lo pensé tanto que me estaba volviendo un poco loca, pero ver a Cole me
desorientó. Verdaderamente, pensar en él no era algo nuevo, pero la idea de hablar
con él, verlo de nuevo, era un sueño imposible, una pequeña fantasía tonta que me
entretenía a altas horas de la noche cuando no podía dormir.
Me recosté en el asiento. —Y... parte de mí, una parte muy grande, quiere
cenar con él.
Él me aterrorizaba.
***
—Abrió hace unos tres años —dijo Miranda, mirando el menú—. Ha durado
más tiempo que la mayoría de los restaurantes sin cadena.
—¿Vienes aquí a menudo? —pregunté mientras el hombre miraba hacia la
mesa. Nuestras miradas conectaron. Sus ojos se abrieron de par en par cuando
extendió la mano y ajustó su corbata roja. Atrapada mirándolos fijamente, aparte la
mirada.
Ella negó con la cabeza mientras le daba vuelta al menú. —No realmente, pero
ahora que estás de vuelta y vives tan cerca, planeo hacer que nos encontremos aquí
por lo menos una vez a la semana después del trabajo.
Oh hombre, ese era Jason. Siempre todo tipo de torpe, incluso cuando me
confortó mientras lloraba la última vez.
—Lo que sea. Debería tener un abrazo cada vez que me veas.
Negó con la cabeza mientras cruzaba las manos sobre la mesa. Mi mirada cayó
y vi un destello de una banda de oro. ¿Estaba casado? Sus ojos castaños se
asomaron por mi rostro. —Casi no puedo creer que estés aquí sentada. Guau. Ha
pasado mucho tiempo.
—Lo ha sido. —Me moje el labio, decidiendo que necesitaba superar la parte
difícil—. Solo quiero decir que siento la forma... por la forma en que dejé las cosas
después de todo lo que pasó. Eras mi amigo. Trataste de estar a mi lado y yo...
—No creo que sea necesario, pero acepto. —Miró a su izquierda Jason cuando
apareció nuestra camarera. Después de ordenar una botella de vino blanco, se
volvió hacia mí—. Así que Miranda me estaba diciendo que tuviste algunos
problemas con tu auto. Si tienes alguna pregunta una vez que el ajustador llegue,
llámame. Puedo ayudarte.
—Haré eso. —Hice una pausa cuando la camarera apareció con el vino y tomó
nuestras órdenes—. Así que, veo una banda de boda. ¿Cuándo te casaste?
Fruncí el ceño.
—Está bien. —Se encogió de hombros Jason, pero me preguntaba si eso era
cierto. Era un chico tranquilo y amable en la universidad. No demasiado sensible,
pero era alguien que me imaginaba que estaba en “a largo plazo” cuando se casó—.
De todas formas —dijo, aclarándose la garganta—. ¿Qué pasa contigo? ¿Hay
alguien que hayas dejado en Atlanta?
—Sí. La invitó a cenar. Ella dijo que no. —Miranda levantó su copa de vino
hacia mí—. Le dije que debía reevaluar esa decisión.
¿Qué pasó con su comprensión si no quería salir con Cole? Supuse que eso no
duró más que su primer sorbo de vino.
—Huh. —Se recostó Jason, cruzando los brazos—. No sabía que Cole seguía
por aquí. No lo he visto en años.
Abrí la boca, pero ¿qué podía decirle? Tenía razón. Cenar con Cole no podía
dañar a nadie. Solo había que comprobar el miedo irracional, que era más fácil
decirlo que hacerlo.
Una sombra cayó sobre nuestra mesa, y levanté la vista. El hombre de la otra
mesa, el de la corbata roja, estaba allí. De cerca, fijé su edad como mediana edad.
Su rostro estaba perdiendo su definición, suavizándose en la mandíbula, y su
cabello castaño adelgazando en la punta. Su mirada, ligeramente encabezada, dio
vueltas alrededor de nuestra mesa y asintió con la cabeza a Jason. —Hola, señor
King y señora Locke. —Su mirada se posó en mí—. ¿Señorita Keeton? —preguntó,
con el tono alto de mi apellido.
Miré a Miranda, que me miró por encima del borde de la copa de vino. No hay
ayuda. —¿Sí?
—Hola. —No tenía ni idea de quién era Mark Hughes, pero era el alcalde, así
que pensé que debería sonreír, y lo hice.
—Bueno, eres una especie de celebridad en este lugar. Al menos para los
medios de comunicación lo eres. —El alcalde Hughes cuadro sus hombros mientras
repetía lo que dijo para asegurarse de que lo escuche correctamente—. Después de
todo, eres esta historia sensacional de supervivencia de la vida real y estoy seguro
que una vez que algunos se den cuenta de que está aquí, les gustaría sacar provecho
de eso. —Hubo una pausa—. Quizá a usted le gustaría sacar provecho de eso.
Miranda inclinó la cabeza hacia un lado, bajando la copa; parecía que casi la
había dejado caer.
—Alcalde Hughes —dijo Jason, poniendo una mano sobre la mesa—. Sasha no
está...
Las mejillas huecas del alcalde Hughes se sonrojaron. —Lo siento si la ofendí.
Encontré su mirada, porque sí, me ofendió, y en este momento no me sentía
muy indulgente. No cuando mi estómago estaba gruñendo.
Él bajó la voz mientras miraba a su alrededor. —No quiero que el pasado sea
arrastrado, señorita Keeton. Creo que usted lo apreciaría.
Miranda levantó el dedo medio cuando él nos dio la espalda, pero chirrió
alegremente. —¡Usted también!
—¿Qué pasó esta mañana? —Sentada hacia adelante, dejé caer mis codos sobre
la mesa—. Venga. Tienes que terminar lo que estás diciendo.
—No lo sé. —Jason arqueó las cejas al pasar el dedo por el tallo de su copa—.
Miranda podría golpearme.
—De todos modos, podría golpearte —le contestó ella con un movimiento de
cabeza.
Suspirando, él la miró mientras ella frunció los labios. —De todos modos, va a
oír hablar de ello —dijo—. Lo sabes.
—Pero eso no significa que deba oírlo ahorita. —Miranda tomó su copa y
terminó el contenido. Colocando la copa sobre la mesa, se encontró con mi mirada.
El miedo se deslizó por mi espina dorsal—. Especialmente después de todo eso.
—En realidad —dije lentamente, cada vez más irritada—, quiero oír sobre eso.
—Bueno, hubo una actualización, y solo me enteré porque los muchachos, los
soldados, siempre toman café en el Grind. Todavía no ha sido público.
Probablemente lo harán esta noche o mañana, pero le dije a Miranda cuando
tuvimos un almuerzo hoy. Pensé que necesitabas oírlo antes de que llegara la
noticia. —Los ojos castaños de Jason se encontraron con los míos, y el temor
aumentó, desplegándose en mi estómago como una maleza nociva—. La
encontraron... Su cuerpo, esta mañana temprano.
—Ahora mismo piensan que fue alguien que ella conocía. Quiero decir, eso es
lo que normalmente es —continuó Jason, pero el brillo irónico de sus ojos me
advirtió que había más.
—Es probable que sea solo una coincidencia —dijo Miranda suavemente.
Soy lenta para despertarme. Se siente como que he estado dormida por días y toma
tiempo forzar abrir los ojos. La habitación está oscura, tan oscura que no puedo ver nada. Ni
siquiera un centímetro frente a mi rostro. Mi garganta se siente terrible, como papel de lija, y
mi cabeza está palpitando. La confusión se arremolina dentro de mí. Estoy fría, demasiado
fría. Hay una corriente de aire rodando sobre mi piel, mi piel desnuda. ¿Dónde estoy?
Comienzo a levantarme, pero mis brazos y piernas no se mueven.
Mi corazón golpea mientras lo intento de nuevo, dándome cuenta de que algo está
manteniéndome abajo… abajo sobre un colchón. Me golpea entonces. ¡Lo recuerdo! Caminar
hacia mi auto. Ver la furgoneta. Escuchar la puerta abrirse…
El pánico explota dentro de mí, sujetándose a mi pecho y garganta. Lucho contra las
ataduras. Algo metálico, el marco de la cama, tintinea. El dolor picha a lo largo de mis
muñecas y tobillos, pero no me importa. Tengo que salir de aquí. Tengo que encontrar una
forma de…
Dejo de respirar mientras miro dentro de la nada que me rodea. Mis oídos pican mientras
escucho el suave movimiento. La cama se sacude y tambalea. Mis ojos se amplían y mi
corazón late más rápido de lo que alguna vez lo ha hecho.
Una mano toca mi mejilla, y yo chillo ante el contacto, alejándome, pero sin ir a
ninguna parte. Oh no. No, no, no.
El miedo se sumerge profundo con sus garras, apoderándose de mí, y solo una palabra
jadeada sale de mí. —Por favor.
Él está muerto.
Nunca vi el rostro del Novio en todo el tiempo que estuve con él. Estaba
completamente oscuro en la habitación o me vendaba los ojos. Solo vi cómo lucía
cuando me estaba recuperando en el hospital y los agentes federales trajeron una
foto para que la viera. Evité todos los medios alrededor de él y yo, y solo vi su
rostro una vez, pero su imagen estaba cementada en mi memoria.
Así que cuando soñaba con mi tiempo con el Novio, a veces tenía un rostro a
pesar que nunca lo vi mientras estaba con él.
Cerrando mis ojos, presioné mis labios juntos. Había solo unas pocas frases que
odiaba más que esa. Como si alguien saliera a tirar la basura a lo largo de la
carretera. Esas eran mujeres inocentes… seis mujeres inocentes que eran hermanas
e hijas, amigas y amantes. No eran algo, incluso muertas, que simplemente podría
ser tirado como una bolsa vacía de comida rápida.
Pero lo que le pasó a esta mujer no fue a causa del Novio. Él estaba muerto,
debido a que yo no lo estaba. Saber eso también significaba que era una
coincidencia que el cuerpo de esta pobre mujer fuera encontrado en el mismo lugar
preferido por el Novio.
Abrí los ojos y dejé escapar un suspiro tembloroso. Levantándome del sofá,
caminé hacia la ventana con vistas al jardín delantero. Aparté la cortina y presioné
mi frente contra la fría ventana.
El encuentro con el alcalde Hughes se repetía mientras miraba hacia fuera
sobre los terrenos oscuros. ¿Realmente pensó que hablaría públicamente sobre lo
que pasó con el Novio? No podía entender cómo alguien siquiera pensaría que esa
era una posibilidad…
Mi corazón corría mientras escaneaba los jardines de más abajo. ¿Qué había
visto? No estaba segura. La sombra parecía del tamaño de una persona, pero fue
tan rápido que no lo podía asegurar. No podía estar segura de qué había visto una
cosa.
—No —susurré a la sala. Regresar aquí había sido la cosa correcta para hacer;
la única cosa.
Caminado más allá del sofá, recogí el control remoto y apagué el televisor.
Entré en el dormitorio y encendí la lámpara de la mesita de noche. Sentándome en
el borde de la cama, recogí la pequeña tarjeta rectangular.
Había dos tipos de muerte. La muerte real, como el tipo que sufrió esta pobre
mujer, donde el cuerpo, alma y todo se habían ido. Entonces estaba el segundo tipo
de muerte, donde el alma era arrebatada, pero el cuerpo continuaba encendido,
yendo día a día, solo existiendo en una cáscara de lo que una vez fue.
No por las lesiones y todo… todo el daño. Morí por todo lo demás, y solo
había estado existiendo desde entonces. Ese conocimiento no era nada nuevo.
Salir de aquí no me había arreglado. Todo lo que había hecho era darme
tiempo para lidiar. No necesariamente para curarme cien por ciento, pero sí para…
lidiar. Mi terapeuta lo había señalado cerca de cien o quinientas veces. En fin, este
conocimiento no era nuevo.
Regresar aquí era casi como empezar de nuevo. Hacer lo que había deseado
hacer. Iba a ayudar a mamá con la posada y entonces eventualmente tomaría el
control, como siempre lo planeé. Estaba reabriendo ese capítulo de mi vida.
Mi vida antes del Novio había incluido a Cole. No tenía idea de a dónde había
estado dirigiéndose nuestra relación, pero algo estaba ahí, algo increíble. Tal vez
estado juntos, encontrando nuestro propio felices para siempre. Tal vez nos
habríamos separado y encontrado a alguien más. Y tal vez nada de eso importaba
ahora, y si recogía esa tarjeta y lo llamaba, tendríamos una cena y nunca
hablaríamos de nuevo. Pero si lo llamaba, finalmente estaría reabriendo ese
capítulo de mi vida.
Y tal vez si hacia eso, no vería al Novio en inofensivas sombras en el jardín o la
terraza. Tal vez no sentiría incorpóreos ojos sobre mí. Tal vez las pesadillas se
detendrían. Tal vez finalmente comenzaría a vivir.
***
—¿Hay algo más que pueda hacer antes de salir? —preguntó Ángela mientras
rebotaba dentro de la cocina.
—Un ensayo —dijo ella, sonriendo mientras colocaba un rizo rubio detrás de
su oído—. Terminé anoche, pero probablemente debería revisarlo otra vez.
Ahora mismo preferiría hacer un ensayo que lo que estaba haciendo. Recogí el
marcador. Había escogido el azul bebé. —Bueno, buena suerte. No es que la
necesites.
—No realmente —dijo ella, metiendo sus manos dentro del bolsillo central de
su suéter rosado—. Solo quería preguntarte si estás bien.
Quería fingir que no sabía a lo que estaba haciendo referencia, pero no era una
fan de hacerme lucir como una idiota. Para esta tarde, el descubrimiento del cuerpo
de la mujer realmente había golpeado al público. Fue difundido en el periódico de
la mañana. Mamá apagó la televisión durante la trasmisión de las noticias locales
del mediodía cuando entré a la cocina para empezar. La apagó incluso cuando le
dije que estaba bien.
—No pienses en mí. Estoy bien. Piensa en esa mujer y su familia —dije,
colocando el marcador abajo—. Pero aprecio a dónde vas con esto.
Levantó su mirada. —Lo sé. Es solo que… tiene que ser difícil considerando
todo por lo que pasaste. Sé que es una enorme coincidencia, pero aun así. Solo
hay… algo mal sobre eso.
Mis cejas se fruncieron. —Puedo pensar en muchas cosas malas sobre eso.
—Yo también —dijo, cambiando su peso de un pie al otro—. Pero para alguien
que utilizara mismo lugar que… —Tragó duro mientras abría su bolsa—. Solo hay
algo épicamente desastroso sobre eso.
—Escuché en las noticias esta tarde que ella y la familia de su esposo son de la
zona tri-estatal. Tenían que conocer la zona —explicó.
La pantalla de mi laptop se volvió negra. —Tal vez fue un conocido de ella que
no es de esta zona.
Su sonrisa no fue forzada esta vez. —Gracias. —Dio un paso atrás—. Bueno,
tengo que irme… maldición. —Frunciendo el ceño, retiró la mano de su bolso. Sus
ojos rodaron—. Olvidé mis llaves.
Recordando lo que mi mamá dijo, sonreí mientras ella saltaba por la cocina y
entraba en el cuarto de atrás, regresando unos segundos después con sus llaves en
mano y una expresión de logro en su rostro. —¡Las encontré!
Una hora más tarde, mamá asomó su cabeza dentro de la cocina. —Tienes una
visita.
—Hola —dijo en esa profunda y áspera voz que enviaba el tipo correcto de
escalofríos bajando por mi costado.
Sobre su hombro, mamá abrió su boca y ojos ampliamente mientras levantaba
sus pulgares.
Querido señor.
Ella cerró la puerta a medias mientras Cole entraba a la cocina. —Hola —dije,
cerrando la laptop. Un centenar de mariposas se agitaron en mi estómago y en mi
pecho… un centenar de mariposas carnívoras por la sensación de ellas.
—Sé que la última vez que me fui, te di mi número, lo que fácilmente puede ser
asumido como el significado de que te estaba dejando que me contactes, pero…
—¿En serio? —La media sonrisa apareció, reemplazado por el rápido parpadeo
de sorpresa, y mi estómago cayó de una forma agradable.
—No tengo horas de trabajo normales, pero estuve en la corte esta mañana y
entonces me estaba dirigiendo de regreso a casa. —Miró hacia la puerta—. Así que,
¿ibas a ponerte en contacto conmigo esta noche porque…?
Oh. Oh guau. Eso era rápido. Los nervios me golpearon. —Yo… creo que
estará bien. Solo tengo que asegurarme de que mamá está de acuerdo con
marcharme…
Oh maldición.
***
Ella quería creer que todo estaría bien, esa pobre señora Banks fue solo una víctima de
violencia al azar. Todos querían creer eso, pero ella estaba nerviosa.
No escondía eso.
¿Podía sentirlo? ¿La acre y violenta venganza, retribución justa, persistiendo afuera de la
posada, esperando por el momento perfecto para atacar? Ella había apartado la cortina, la luz
en el apartamento delineando su forma. Lo había sentido. Por supuesto que lo había hecho.
Las personas necesitaban estar más atentas a sus alrededores. ¿No habían suficientes
especiales 20/20 destacando la importancia de la vigilancia y la seguridad personal?
Aparentemente esta pequeñita pensaba que era invisible. Todos lo pensaban.
Una bocina sonó en la distancia, y ella siguió sin levantar la vista, no parecía escuchar
los pasos solo a unos pocos metros de distancia. Tan cerca, el aroma de champú de manzana
flotaba en el aire mientras el viento jugaba con las hebras rubias de su cabello.
Esta… esta iba a ser realmente especial pero requería un poco más de paciencia. No esta
noche. Pero pronto.
Eso es lo que le dije a Miranda cuando hablé con ella la tarde del martes. Eso
fue también lo que le decía a mamá cada vez que traía el tema, lo que fue alrededor
de un millón de veces. Y cuando Jason se detuvo el miércoles durante el almuerzo,
trayendo un plato de galletas que un empleado hizo y el cual, obviamente, estaba
tratando de descargar sobre nosotros, le dije lo mismo.
Ángela sacó una galleta con chispas de chocolate del plato mientras caminaba
más allá de la isla, llevando el brazo lleno de toallas para cocina limpias. —Suena
como una cita para mí.
Jason miró a Ángela empujar las toallas en el cajón. Cuando ella dio la vuelta,
él velozmente me enfrentó. —Creo que es una buena idea.
—Es una idea genial. —Ángela casi nos saltó para pasarnos, agarrando otra
galleta—. Estas son deliciosas. Gracias, Jason.
—Nada.
—Tenía otra razón para venir por aquí, que no tenía nada que ver con galletas
o comprobar a Ángela.
—Deberían llegar aquí más rápido o hacer que consigas la valoración. Deberías
dejarme lidiar con tus cosas. Apuesto que puedo conseguir que obtengas mejores
tarifas y mejor servicio.
—Una galleta es la última cosa que necesita mi culo —le dije mientras agarraba
una lapicera y una nota adhesiva del mostrador. Garabateé mi dirección de email y
se la entregué.
Jason rio entre dientes. —¿Entonces cómo saldrás hacia casa de Cole?
—No hay problema. —Comenzó Jason a voltear pero se detuvo. Sus hombros
se tensaron—. Estoy feliz de que hayas regresado, Sasha.
Sonrió, pero algo sobre eso no se sentía bien, no parecía real, y sabía justo allí,
que no me creía.
***
Alistarme para mi cena con Cole se sintió como si estuviera alistándome para
una cita. La mitad de mis ropas estaban esparcidas a lo largo de mi cama. Me había
cambiado no menos que tres veces, finalmente poniéndome un par de cuestionables
pantalones vaqueros de mezclilla oscura con los que no estaba segura si podía
sentarme cómodamente, y un suéter negro de lana que requería una camisola
debajo. Combiné el atuendo con mis altas botas grises hasta las rodillas, las cuales
eran absolutamente mis favoritas.
Sonriendo por esa idea, desbloqué la puerta y trepé dentro, dejando caer mi
bolso en el asiento junto a mí. Encendí el auto y la duda me agarró con cortantes y
pesadas garras, enterrándose y bloqueando cada músculo.
—Bueno...
—¡Sasha! —gritó—. Será mejor que estés de camino a su casa o en serio, voy a
patear tu culo.
Hubo una pausa. —Oh, cariño, creo que lo haces, pero solo tú puedes
responder eso.
Exhalé pesadamente mientras miraba fuera del parabrisas, viendo los tintes
azules del cielo profundizándose. —Creo que lo estoy haciendo.
—Sí.
—¿Quieres verlo?
No dudé. —Sí.
Sabía que lo haría, y también sabía que habría una gran oportunidad de que
Cole no sería tan flexible esta vez. El hecho de que él fue tan flexible sobre la forma
en que lo dejé la última vez, aún me deslumbraba. —Me arrepentiría.
Lo hacía. Solo estaba siendo una gran rara. —De acuerdo. Me voy.
—Bien —respondió ella—. Esto es bueno. Confía en mí. No quieres mirar atrás
a este momento y arrepentirte de no haber ido con él.
Algo en la forma en que habló dijo que ella tenía una experiencia personal con
esa clase de arrepentimiento. —¿Estás bien?
Tan pronto como colgué el teléfono, entré al camino, así no podría darme más
tiempo a mí misma para enloquecer. Cole no se había quedado por mucho tiempo
ayer, pero me dio su dirección antes de irse.
Tomando la interestatal, tomó más de quince minutos llegar al otro lado del
condado, y las direcciones por las salidas me tomaron más de cinco minutos por el
camino y dentro de una subdivisión que lucía nueva, con vista al río Potomac.
Apreté el volante mientras me movía con lentitud por la calle, mirando a las
casas. Dijo que era las séptima desde la entrada, sobre la izquierda. Había un gran
espacio verde entre cada casa, al menos un acre y quizás más. Entornando los ojos,
emití un bajo chillido cuando localicé la que tenía que ser su casa.
Cole tenía una casa estilo rancho que se situaba a una distancia decente del
camino. Enfocándome en cada respiración, entré al camino para autos que llevaba
a una cochera para dos autos y apagué el motor. No podía sentarme aquí fuera, en
el auto, por una eternidad como lo hice cuando llegué a la ciudad. Saqué mí, con
suerte, culo adelgazado del asiento frontal.
—No muy mal. —Miré alrededor, curiosa. Todo al frente era un concepto
abierto. Una gran sala corría hacia la cocina—. Solo me tomó como de veinte
minutos.
—Gracias. La tengo desde hace dos años. —Dejó caer la toalla cerca de la
estufa, de donde estaba viniendo una esencia mayormente sabrosa—. Es más
espacio del que realmente necesito, pero logré un infierno de trato por ello.
—Gracias a Dios. Tuve que preguntarle a mi madre qué clase de vino escoger.
—Sacó la botella.
Por alguna razón, imaginarme a este hombre adulto llamando a su mamá para
pedirle un consejo sobre qué clase de vino comprar alivió los nudos de tensión
brotando sobre mi cuerpo. Fue dulce de su parte. —No soy exigente cuando se trata
de vino.
Para el futuro.
Notando que estaba manifestando alguna rara clase de fijación por sus brazos,
tomé un sorbo del vino, dando la bienvenida al ardor. —Gracias por hacer esto;
cocinar la cena y todo.
Él asintió. —Hasta que trato de soasar algo con el sartén y termino quemando
la jodida casa entera.
—Entonces, ¿qué tal si lo hacemos una por una? —Levantó sus cejas—. Me
dices una cosa y yo te diré una cosa.
—Sí —susurré. Nuestra primera cita había sido después de clases, y fuimos a
un pequeño café. Nos sentamos allí por horas, y terminé perdiendo mi clase de la
tarde.
—Podemos hacerlo de nuevo —dijo, sus intensos ojos azules pálidos enfocados
mientras levantaba la boca de la botella a sus labios—. ¿O no?
—Podemos. —Miré su garganta trabajar con otro trago—. Fui al Florida State
y me gradué con un título en negocios.
—No he estado allí —dijo, inclinando su cabeza hacia atrás—. Déjame ver. He
vivido aquí. Realmente no tengo planes de vivir en otro sitio.
—No lo hay. —Se detuvo cuando sonó un timbre y se deslizó fuera de la silla—
. Trabajo en Baltimore.
—¿Puedo ayudar? —Salté fuera del banquillo.
—Claro. —Me enseñó donde estaban los platos y cubiertos, y los saqué—. Mis
horarios son dispersos. Raramente estoy en casa cuando hay un caso, pero no salgo
a las calles.
Reí. —Funciona para mí. —Puse los platos sobre la isla—. Así que, ¿a qué te
refieres con que no trabajas en las calles?
—Ja. —Nos sentamos y recogí mi cuchillo. Corté una pieza de carne asada y al
momento en que golpeó mi lengua, mis papilas gustativas explotaron. Era una
perfecta mezcla de especias y ternura—. Guau. Está muy bueno.
—En cualquier momento que quieras que cocine para ti, nena. Soy tu sirviente.
Cortando más de la carne asada, sumé dos más dos sobre su trabajo. —Cuando
dices crímenes violentos, te refieres a cosas como las que pasaron aquí. —Tragué,
enfocándome en mi plato—. ¿Esa clase de crímenes?
—A veces, pero es muy raramente. Hay más unidades especializadas dentro del
FBI que serían llamados por casos donde creen que hay una conexión.
Sí, lo quería. Quería regresar a jugar nuestro juego. Quería esos dichosos
momentos donde no estaba pensando sobre el Novio y todo lo que dejé atrás
cuando hui de este lugar. Pero no podía regresar y no estaba segura de que él
pudiera pretenderlo.
Cole volteó lentamente, una mano sobre la puerta del refrigerador y la otra,
vacía. —Bueno, estaba esperando que compartiéramos otro trago, hablar un poco
más.
—Eso no es a lo que me refiero. —Doblando mis brazos a través de mi pecho,
deseé que mi corazón se ralentizara—. ¿Por qué estás bien con esto? Nunca
respondí tus llamadas. No te permití verme. Dejé la ciudad sin decirte una palabra.
¿Por qué siquiera quieres verme ahora?
Cole caminó hacia donde yo estaba parada, deteniéndose a un pie de mí. Había
olvidado cuan alto era, y tuve que levantar mi barbilla para encontrar su mirada. —
No sé si querrás oír la respuesta a tu pregunta.
Me golpeó entonces, algo que realmente no había considerado, pero que tenía
sentido por completo. Eso explicaría por qué apareció tan pronto como escucho
que estaba de regreso en la ciudad. Eso explicaría lo que vi en su mirada. Mi
estómago se hundió. —Tú... Tú me tienes lástima, ¿verdad? ¿Es de lo que se trata
esta noche? Sientes pena por mí.
Un rubor rosa trepó por mi cuello y salpicó mis mejillas. Esa mirada se arrastró
en esos hermosos ojos. La misma que había visto antes. No podía lidiar con ella.
Me empujé fuera de la encimera, y entonces me apresuré alrededor de ella,
agarrando mi bolsa. —Gracias por la cena —dije, sin encontrar su mirada—.
Estuvo increíble…
—¿Qué? —Ladró una corta risa Cole—. No quería tener esta cena contigo
porque siento pena por ti. ¿Es de lo que crees que se trata esta noche? —Empujó su
mano a través de su desordenado cabello—. ¿En serio?
Sus manos se cerraron en puños a sus lados. —No sé por qué crees que te traje
a cenar porque…
—¿Por qué eso no tendría sentido? Sabes lo que pasó. Dios, tú más que nadie
sabe lo que pasó —dije, mi mano apretándose sobre mi bolsa—. No podemos
sentarnos y cenar, pretendiendo como si no hubieran sido diez años entre nosotros.
Sus ojos resplandecieron. —No estoy pretendiendo eso.
—Sé lo que pasó y seguro como el infierno, no estoy pretendiendo que lo que te
pasó no sucedió —dijo, con labios estrechos—. Joder, Sasha. Fue todo en lo que
pensé por años. Por años. Pero no es en lo que pienso cuando te veo de pie en
frente de mí. No es lo que…
Sabía que cuando llegara a casa, cuando tuviera algunos minutos para
realmente pensar sobre lo que había pasado, iba a querer golpearme a mí misma en
la garganta, pero la respuesta de huir estaba a alta velocidad.
—Sasha.
—Sasha, por favor, detente. —Estaba a solo unos pasos detrás de mí—.
Demonios, no corras de mí de nuevo.
No corras de mí de nuevo.
Dios, esas palabras herían, porque eran ciertas. Eso era lo que estaba haciendo,
y parecía que no podía detenerme. Agarrando la manija de la camioneta, abrí la
puerta. La luz de techo se encendió, e inmediatamente me golpeó. Pasmada,
retrocedí de la camioneta abierta, dejando caer mi bolso. El olor. Oh Dios, mi
estómago se revolvió inmediatamente. El olor era crudo y metálico. Podrido. Hubo
un fuerte sonido zumbante. Moscas. Entreví pelo café y blanco junto con rojo antes
de voltear de prisa.
—Tú no…
Presionando mis manos sobre mi rostro, conté hasta que el impulso de vomitar
por todos los pisos de madera de Cole pasó. No importaba lo que hiciera o lo que
tratara de enfocar, lo que vi en esa camioneta aparecía en mi mente, con todos los
detalles sangrientos.
Él encendió las luces entonces, y tomó varios momentos para que mis ojos se
ajustaran al brillo, y cuando lo hicieron… pensé que conocía el miedo. Creí que no
podía estar más aterrorizada de lo que estaba.
Me había equivocado.
Las salpicaduras de sangre roja por todo el piso de madera se habían secado,
muy probablemente filtrándose a través de los subpisos. Había cortes en el piso,
nicks que no entendía entonces. Sangre más fresca; mi sangre, estaba en la cama. Y
los muros, Oh Dios, todavía podía ver esos muros. La sangre seca atravesaba la
sección sobre la cama, y supe que alguien había perdido la vida ahí mismo, pero era
lo que colgaba de las paredes a través de la cama a la que normalmente fui
encadenada.
Seis de ellos.
Algo colgaba de ellos por un fino trozo de alambre. Algo que ni siquiera podía
comenzar a procesar. Algo que me había llevado años aceptar.
Un dedo colgaba de cada vestido.
Y supe entonces que iba a morir en esa habitación, como tantas otras. Grité y
grité hasta que mi voz ronca se apagó, hasta que…
—Bebe esto.
Bajando las manos, levanté la vista a tiempo para ver a Cole colocar un vaso de
agua efervescente en la mesa de al lado del sofá. Había desaparecido por el pasillo
por unos momentos y regresó con el vaso. Mi mano tembló cuando alcancé y cogí
el frío cristal. —Gracias.
—Mi amiga Miranda lo sabía. Igual que Ángela. Es una joven mujer que
trabaja como ama de llaves en la posada. —Hice una pausa. —Y Jason lo sabía. Se
detuvo en el almuerzo. Pero ninguno de ellos habría hecho eso.
—Lo conozco —dijo el policía—. Buen hombre. Consigue café cada mañana
en el Grind.
Mis ojos se encontraron con Cole. —No sé quién pudo haber hecho eso o por
qué.
—Cole mencionó que tu auto fue vandalizado el viernes mientras estaba fuera
de Scarling Wench —dijo el agente—. ¿Has tenido algún problema con alguien
recientemente?
El policía no tuvo mucho que añadir después de eso. ¿Qué ley se había roto
esta noche? Sin un sospechoso o ninguna idea de quién podría haber hecho eso, no
estaba segura si esto era un caso de vandalismo o acoso o algo más siniestro. Otra
llamada llegó, un accidente de vehículo en la interestatal, y sonaba mucho más
urgente de lo que estaba sucediendo aquí.
—¿Puedo hablar con usted muy rápido? —le dijo el policía a Cole.
No tenía ni idea de cuánto tiempo estuve ahí, pero oí que la puerta principal se
abría de nuevo. Volviéndome, vi como Cole caminaba por la entrada mientras las
luces intermitentes se iban.
Asintiendo, me incliné contra el fregadero y cruce los brazos. —No sé por qué
los llamaste.
Un sabor extraño cubrió los lados de mi boca. —Ni siquiera… no sé qué decir
ahora mismo.
Asentí.
Era bueno oírlo, pero también había una buena posibilidad de que nunca
volviera a entrar en esa camioneta sin importar lo que se le hiciera. Lo miré,
dejando escapar una respiración áspera. —No tenías que hacer eso.
—Pero lo hice.
—Será como yo. Nunca podrá volver a entrar en esa camioneta. No es que ella
pueda salir y comprar un nuevo auto —razoné, poniendo la botella de agua a un
lado—. Y no quiero que se preocupe.
—No estoy tratando de asustarte. Espero que te hayas dado cuenta, pero algo
no está bien aquí, y creo que lo sabes. —Terminó Cole su botella de agua y la tiró a
la basura. Me miró, y la ira estaba grabada en su llamativo rostro—. Tu auto fue
vandalizado la primera noche que estuviste de vuelta en la ciudad y alguien puso a
ese ciervo en la camioneta con algún tipo de intención. Eso no es algo que hace un
chico aburrido.
—Si eso fuera algo que un chico aburrido hace, alguien necesita ver a un
psicólogo infantil —comenté.
—Sí, pero pude irme. Tuve que esconderme de lo que pasó y de esta ciudad.
Ella no. No quiero meterla en esto a menos que tenga que hacerlo.
—No me mires así —advertí, aspirando una suave respiración. Apenas podía
lidiar con él cuando me miraba normalmente, ¿pero así? ¿Con su apuesto rostro
suavizándose y sus fríos ojos calentándose? Era demasiado.
—¿Cómo qué?
Cerrando los ojos, tomé varias respiraciones profundas y los volví a abrir. —
Hasta que sepa lo que está sucediendo aquí, no quiero que se estrese. Y esto no
tiene nada que ver con ella. Nadie la ha estado molestando. Es… es sobre mí.
Cole parecía que quería discutir más, pero inhaló con brusquedad. —Esa es tu
decisión. Solo quiero dejar constancia de que no estoy de acuerdo con eso.
—Desde luego.
—Sé que el policía preguntó quién sabía que estabas conduciendo la camioneta
de tu madre esta noche, pero tengo otra pregunta para ti.
—Pregunta.
—¿Hay alguien en particular en el que puedas pensar que esté molesto contigo?
—Te dije que no estaba viendo a nadie —le recordé, con las mejillas
encendidas.
Ahora que lo pensaba, ¿qué demonios había estado haciendo estos últimos diez
años? Casi nada. Frustrada, caminé hacia donde mi bolsa se apoyaba en el taburete.
Busqué, sacando mi celular.
Muchas preguntas plagaban mi mente, pero sobre todo, ¿por qué alguien haría
algo tan asqueroso? ¿Por qué alguien rompería las ventanas de mi auto? La
respuesta estaba justo frente a mi rostro. Tenía que ser debido a mi pasado, pero el
por qué era lo que no tenía sentido.
Sin embargo, estaba asustada. Profundamente. El auto vandalizado era una
cosa pero esto… esto era llevar las cosas hasta un nuevo nivel. Se sentían como…
como advertencias, y yo sabía que algunas de ellas parecían irracionales pero la cosa
era… que después de todo lo que había sucedido hace diez años, pasé muchas
noches sin dormir, todavía las pasaba, obsesionada por si habría señales. Si habría
advertencias sobre lo que estaba a punto de sucederme que estaba ignorando a
ciegas.
Tragué con dificultad. —¿Crees que es extraño que su cuerpo fuera encontrado
ahí, de todos los lugares?
***
Se detuvo, luego se volvió hacia mí. —¿Vas a entrar por la puerta trasera?
Frunciendo el ceño, asentí mientras salía del porche. —Por lo general nos
aseguramos de que todos los huéspedes estén de vuelta.
—Las puertas se cierran a las diez en punto, no importa qué. Los huéspedes
tienen que utilizar las llaves que se les da al registrar su entrada si se quedan fuera
hasta más tarde —expliqué.
—Gracias por la cena y por ayudar con toda… la cosa de la camioneta —le dije
mientras abría la puerta, manteniendo mi voz baja por si mi madre estuviera en su
apartamento—. Si pudieras enviarme un mensaje de texto sobre cuándo podría
recogerla, te lo agradecería…
Cole entró en mi apartamento, obligándome a dar otro paso atrás. —Me quedo
aquí.
—Hay un par de razones. —Hizo una pausa, entrecerrando los ojos mientras
miraba alrededor de mi apartamento. Había dejado la lámpara cercana al sofá
encendida, y como la habitación no era grande, estaba bastante iluminada.
Se puso frente a mí, con un lado de sus labios elevado, y la mirada en su rostro
no era nada como la forma en la que me había mirado antes. Era burlona y
traviesa. Mi vientre se retorció. —Esa es una pregunta sugerente, Sasha. —Lanzó
sus llaves sobre el mostrador de la cocina—. Hay un montón de cosas en las que
podrías ayudarme.
—Creo que es bastante obvio. —Se dio la vuelta y caminó hacia el sofá, y yo
permanecí ahí, algo conmocionada mientras se sentaba… en el centro—. Alguien
se está metiendo contigo.
Abrí la boca, pero no tenía palabras, porque bueno, eso era dulce de su parte.
De hecho eso era muy dulce, pero no podía quedarse aquí. —Que estés aquí es
innecesario.
Él sonrió, y mi corazón dio otro salto. Tal vez una voltereta, porque maldita
sea, era increíblemente caliente solo sentado ahí y respirando, pero cuando sonreía,
era hermoso. —Permíteme hacerte unas preguntas.
—Correcto. Así que es totalmente posible que alguien haya entrado en esta
posada mientras te fuiste, se haya escondido hasta que todo el mundo durmiera, y
tenga libertad para andar por el hotel.
Me quedé boquiabierta.
—Tenemos uno…
—Sé que tienen uno para la posada, pero ¿qué hay de tu apartamento? —
corrigió, desatando su funda.
—Pero tienes que conseguir una alarma para aquí, y yo tengo un amigo que las
instala y me debe un favor. Lo llamaré mañana.
Había una buena posibilidad de que mi rostro estuviera congelado con la boca
abierta. Conseguir una alarma para el piso superior tenía sentido. Por la forma en
que el piso principal estaba cableado, sería más barato colocar una separada que
añadir una a la existente. Necesitábamos un nuevo sistema para el piso superior,
uno inalámbrico. —Ni siquiera sé qué decirte.
—¿Gracias?
Una risa sorprendida estalló de mí. —Esas no son las dos palabras en las que
estoy pensando ahora mismo.
—Puedo imaginar cuáles son esas dos palabras —dijo secamente, colocando la
pistola en la mesa de café.
Una parte de mí quería agarrarlo por los brazos y arrastrarlo hacia la puerta,
pero sabía que no había manera de que fuera a tener éxito. La otra parte no podía
creer que esto estuviera ocurriendo, pero había una pequeña parte de mí, una
estúpida y completamente irracional parte de mí, que estaba secretamente
emocionada de que Cole estuviera aquí, sentado en mi sofá.
El nudo en mi garganta se expandió. —No tienes que hacer esto porque sientes
lástima por mí, Cole.
Su cabeza se inclinó hacia un lado mientras sus cejas se apretaban. —No siento
lástima por ti.
Casi me reí. —Y no tienes que hacer esto porque sientes algún tipo de
obligación hacia mí, por lo que pasó.
—Oh, vamos a hablar de eso, pero tendrá que esperar, y mientras tanto, puedes
enojarte y decirme que estoy siendo irrazonable, y puedes venir con cualquier
cantidad de locas razones por las que piensas que estoy haciendo esto, pero no me
voy. No hay manera en el infierno —dijo Cole, sus ojos brillando—, que te deje de
nuevo.
Traducido por LittleCatNorth
Cole no se fue.
Así que después de caminar de un lado a otro por varios minutos, irritada por
la idea de que Cole sentía que necesitaba estar aquí para protegerme de alguna
amenaza invisible que probablemente ni siquiera existía, abrí la puerta del
dormitorio y pisoteé de regreso hacia el corto corredor. No vi a Cole, pero él
aparentemente había encontrado el control de la televisión.
No podía creerlo.
Pero Cole estaba aquí por culpa de lo que me pasó antes. Y no necesitaba un
doctorado en psicología para saber que él sentía que no estuvo allí para mí antes.
En una forma, estaba remendando eso en lo que creyó haber fallado.
Mi techo no respondió.
—Sasha...
Estás a salvo.
La habitación estaba oscura y no podía ver nada, pero todo lo que podía sentir
era a él, y fue en ese momento que noté lo que me había puesto antes de entrar en
la cama. Era un camisón con tirantes delgados y tenía un corpiño con forma de
corazón; la clase de camisón hecho de suave algodón que solo llegaba a mitad de
muslo y probablemente, era completamente transparente en la luz fuerte. Un
camisón bastante delgado que me hacía sentir que no había casi nada entre nuestros
cuerpos.
Y su pecho era cálido, realmente se sentía caliente contra el mío, y la mezclilla
de sus pantalones vaqueros era áspera contra el interior de mis muslos. Fue
entonces, también, que noté que, de alguna forma, no estaba solo en su regazo, si
no que estaba a horcajadas. No tenía idea de cómo pasó, pero sus hombros también
eran suaves y duros bajo mis manos.
—Sasha. —Su voz fue más profunda mientras una mano se doblaba alrededor
de mi nuca, amontonando mi cabello—. ¿Estás conmigo?
—Bien. —No me dejó ir, sino que su mano se apretó, así como su brazo—.
¿Esto pasa a menudo?
Oh. Cerré los ojos mientras le daba una pequeña sacudida de cabeza. —No tan
a menudo.
—No sé por qué. —Debería levantar mis manos y alejarlas, pero se sentía
como si estuvieran pesadas como plomo contra su piel.
—Hay algo que estás olvidando. —Se removió de repente, y jadeé cuando me
deslicé hacia él. Mis piernas se extendieron más amplias, y ahora mi vientre estaba
presionado contra su mucho más duro estómago—. Te conozco. No soy un
extraño.
—Tú no...
Quizás era la oscuridad. Quizás era el camisón y la naturaleza casi irreal de él,
sosteniéndome de esta forma. No lo sé, pero respondí su pregunta. —Tú ya no me
conoces.
—Tú…
—Sé que no estás diciéndome la verdad sobre las pesadillas —continuó—. Las
tienes a menudo, ¿verdad? No cada noche, pero lo suficiente para que no duermas
bien.
Cole tenía razón, pero él no necesitaba saberlo. No necesitaba saber nada más
que lo hiciera sentir incluso más apenado por mí. Luché por mantener mi voz
plana. —Solo fue una pesadilla. No es la gran cosa. —Comencé a trepar fuera, pero
me sostuvo en mi sitio—. Estoy bien ahora. Puedes dejarme.
—No. Pero oírte gritar así fue como tener una pesadilla. —Su tono fue
mortalmente serio—. Me despertó de un sueño profundo. Pensé que...
Me puse rígida en sus brazos. No quería saber lo que él pensó, porque ya tenía
una idea bastante clara. —Estoy bien. Deberías volver a dormir. En realidad,
deberías irte. Yo estoy…
—Sí, lo estás.
Cole no se movió.
—Déjame ir —dije.
—Lo haré. —Cole no lo hizo—. Pero tengo algo que decir primero.
Empujé de nuevo, ignorando cuan... maravillosamente suave y dura se sentía
su piel bajo mis palmas, como acero recubierto de seda. —Puedes decir lo que
necesites decir mientras no me sostengas.
—Nop.
—Cole —espeté.
—Tienes tus paredes levantadas. Lo entiendo. Incluso puedo entender por qué
lo harías, y apuesto que es por eso que no has tenido ni una condenada relación
seria en los últimos diez años. Y puedo entender eso también. Lo entiendo. —Guío
mi cabeza hacia él, deteniéndose cuando sentí su respiración contra mis labios—.
Pero no soy un chico cualquiera al que acabas de conocer. No soy alguien que no
sabe que es lo que hay en tu interior, vale la pena el trabajar y romper esas paredes.
Oh mi Dios.
Mi boca cayó abierta. —¿Y qué te hace pensar eso, Sr. Yo Lo Sé Todo?
Esos labios suyos pasaron sobre mi mejilla, provocándome un jadeo. —Sí, eso
justo allí me dice que quieres una segunda oportunidad, y he visto la forma en que
me viste hoy, pero ¿sabes qué más? —Hizo una pausa—. Esos pequeños pezones
duros presionados contra mi pecho me dicen que quieres una segunda oportunidad.
Oh mi Dios.
—Lo que dije antes, Sasha, lo dije en serio. —Los labios de Cole acariciaron la
curva de mi mejilla, causándome un escalofrío—. No voy a dejarte. No de nuevo.
Traducido por LittleCatNorth
Ella apuntó su tenedor de hojas verde arponeadas hacia mí. —Él quería
asegurarse de que estuvieras a salvo.
—¿De qué?
Inclinándose hacia el frente, Miranda susurró—: Del loco que dejó un animal
atropellado en la camioneta de tu madre.
—Le dije que bebí demasiado vino anoche y Cole me llevó a casa. —Jugueteé
con la tapa de la botella de Coca-Cola de dieta—. Ella no lo cuestionó. Solo estaba
feliz en asumir que pasé un gran momento, y estoy bastante segura de que ya está
pensando en nombre para nietos.
Miranda rio; lanzó su cabeza hacia atrás y cacareó como una hiena.
—No es divertido.
—Oh sí, sí que lo es —respondió con una sonrisa—. Nada de las otras cosas es
divertido, pero eso lo es. Además, puedo ver a tu madre haciendo eso.
Probablemente, ya está tejiendo un mameluco unisex.
Bajando los brazos, me balanceé de regreso sobre los tacones de las sandalias.
—He pensado sobre eso. Yo solo... —Me fui apagando cuando oí pasos.
Elevé una ceja. —No lo he hecho. —Doblando mis brazos, dije—: Supuse que
estaba escaleras arriba, limpiando.
—No se ha aparecido o llamado —dijo mamá, la piel tensándose alrededor de
sus labios fruncidos—. Eso no es normal de ella.
—Oh no. Quizás debería llevarle un tazón de sopa. —Estaba diciendo mamá
mientras cruzábamos el área de espera.
La sonrisa del hombre se volvió una grande, exponiendo todos sus ultra-
brillantes, ultra-rectos dientes blancos. —Hola, soy David Striker, pero la mayoría
me llama Striker. Soy un reportero independiente trabajando con el...
Me puse rígida.
—Como dije, lo que sea que quieras, ella no está interesada. —Miranda miró
fijamente al hombre—. ¿Necesito deletrear eso para ti?
La sonrisa ahora se había ido por completo. —No. —Sus oscuros ojos cafés se
entornaron—. Señorita Keeton, solo necesito unos minutos de su tiempo.
—Y por manejar esto, ella se refiere a que, no importa cuales sean tus
preguntas, no va a responderlas. —Mamá usó su voz de mamá: la voz enlazada
con autoridad—. Ahora, si usted fuera a... —Ella se adelantó mientras hablaba y
sostuvo la puerta, comenzando a cerrarla.
—Miranda, por favor, ve. Tengo esto —dije, encontrando su furiosa mirada.
Le sonreí para tranquilizarla—. Está bien. Esto estaba destinado a suceder. Ve.
La presión de sus labios me dijo que solo un acto de Dios iba a mantener su
boca cerrada, pero asintió cortantemente y luego caminó alrededor de Striker,
evaluándolo con una desdeñosa curva de sus labios.
—Sé que solo estás haciendo tu trabajo y esa es la única razón por la que,
amablemente, voy a decirte que no tengo nada que decir.
—Así que, tú tienes que irte y yo tengo que cerrar la puerta, porque estamos
dejando salir todo el aire cálido —añadió mi mamá, moviéndose para cerrar la
puerta de nuevo—. Y estoy pidiéndote eso amablemente.
El pie de Striker sobresalió, uniéndose a la batalla junto con su mano. —Sé que
este es un tema sensible para ti y entiendo que estés reacia, pero es completamente
bastante conveniente que el mismo lugar fuera usado para dejar el cuerpo.
Curvé mis manos en puños. —Es conveniente y también, no tiene nada que ver
conmigo.
Casi respondí la pregunta. Mis uñas se enterraron en mis palmas. —¿Por qué
me preocuparía? ¿Esto tiene algo que ver con... con lo que pasó?
Oh mi Dios.
—Eso es suficiente. —Mamá saltó antes de que Striker pudiera responder. Ella
empujó la puerta de nuevo—. Voy a darte diez segundos para salir de mi propiedad
antes de llamar a la policía.
—Eso no será necesario —dijo una profunda y brusca voz, y mi corazón hizo
esa intranquila voltereta de nuevo. Sobre el hombro de Striker, vi a Cole acechar a
través de la entrada, y lucía furioso. Enganchó una mano sobre el hombro de
Striker, y lo hizo girar, lejos de la puerta—. Él está yéndose ahora.
Striker tropezó a un lado, sus ojos ampliándose cuando quedó cara a cara con
Cole. La sorpresa parpadeó sobre su rostro. —Sé quién eres.
Cole sonrió con superioridad. —Entonces, deberías saber que lo mejor para ti
sería salir como la mierda de esta propiedad.
—No estoy quebrantando una ley —desafió él—. Y seguro que no una ley
federal.
—En realidad, estarás rompiendo una ley. Esta es propiedad privada, y ellas te
pidieron que te marcharás. —Cole acechó hacia Striker, obligándolo a retroceder—.
Tú no te vas, esa es la ley que quebrantas.
Los labios de Cole hicieron esa cosa de retorcerse que decía que estaba
peleando con una sonrisa. Lentamente, miré hacia mi mamá. —Eso sería una
maldita lástima, también. Compré esa lámpara de Wayfair, después de buscar por
meses una perfecta —añadió.
Esas tres palabras de nuevo. Estaban atormentándome. Así como esos ojos.
Cole se fue esta mañana, antes de que yo saliera del dormitorio, pero no antes de
encender la cafetera y dejarla preparándose para que estuviera lista para mí.
—Lo sé, pero ¿y si uno de los invitados que están aquí oyó eso? —Crucé mis
brazos—. Eso no es exactamente algo que nos ayudará a la reserva de habitaciones.
¿Nena?
—Si lo hace de nuevo, avísame —ofreció Cole, cruzando los brazos. Él estaba
usando una camiseta elástica negra, y esta vez, noté el arma metida en la funda en
su cadera, metida bajo la cinturilla de la camiseta—. Me aseguraré de que entienda
el mensaje.
Mamá miró de un lado a otro entre nosotros. Hubo una pausa. —Me ocuparé
de la habitación de los Mattersons.
—Está bien. —Ella ya estaba en las escaleras—. Adelántate y charla con Cole.
—Le sonrió como si él hubiera inventado autos voladores—. Gracias de nuevo, por
asegurarte de que mi hija fuera responsable anoche —dijo ella, y apenas fui capaz
de resistir poner los ojos en blanco—. Y gracias por traer de regreso mi camioneta.
—No hay problema, señora Keeton. —Un lado de sus labios se levantó—.
Siempre me aseguraré de que su hija sea responsable.
Mis ojos se entornaron mientras la veía trepar las escaleras. Sus pasos eran un
poco lentos y no estaba segura de si ella tenía algo de dolor o si solo estaba
tomándose su tiempo, esperando oír algo de Cole y de mí.
Esperé a que mamá estuviera fuera de la vista y luego volteé hacia Cole. Antes
de que yo pudiera decir algo, él cruzó la corta distancia entre nosotros, y me apoyé
contra el escritorio, inclinando su cuerpo hacia el mío. Tuve que levantar la barbilla
para encontrar su mirada.
Comencé a decirle que no era necesario, pero luego noté que le había dicho eso
a Cole más de una docena de veces o así, desde que entró por esas puertas. Me
golpeó entonces, mientras yo estaba de pie junto a él, lo suficientemente cerca para
tocarlo, que no quería decirle eso.
No había punto en negar eso. —Él miró dentro de mí, Cole. Él sabía... —
Aclaré mi garganta—. Sabía que el... Novio intentaba matarme cuando escapé.
—¿Cómo sabe eso él? —susurré—. ¿Esa gente tiene acceso a los documentos de
lo que pasó?
—No con facilidad. —Deslizó las manos a la parte superior de mis brazos y
luego bajó a mis codos en un suave deslizamiento que repetía—. Pero él es un
periodista, nena. Se hacen amigos de la policía y detectives. Se piden favores. Esa
cosa de “frota mi espalda, y yo frotaré la tuya”.
—Jesús —murmuré. Sabía que había un archivo tamaño mamut sobre mí.
Tuve que hablar con los policías y los agentes federales, y tuve que decirles todo. Ni
siquiera estaba segura de cuanto sabía Cole, pero imaginaba que era lo suficiente,
puesto que él era un auxiliar en aquel entonces, pero esto era diferente. Saber que
alguien, un completo extraño quien no se ocupaba de leer nada de eso, podía
conseguir acceso al archivo me enfermaba.
Sus manos se deslizaron hacia abajo, frotando mis brazos. —Desearía que
hubiera algo que pueda decir que cambie eso.
Mi mirada se levantó a la suya e inhalé suavemente. Sus ojos buscaron los míos
mientras sus manos continuaban moviéndose sobre mis brazos. Sería tan fácil solo
quedarse allí y olvidar todo por unos dichosos segundos, pero recordé que había
algo sobre lo que tenía que hablar con él.
Mordí mi labio y miré hacia la caja de la escalera. Mamá estaría ocupada por
un rato. —¿Puedes... quedarte por un par de minutos?
—Me pediste que pensara en alguien quien pudiera estar molesto sobre mi
regreso a casa, y he estado intentando pensar en alguien, pero no logré llegar a nada
—le dije, y él se movió hacia mí, un brazo descansando en el brazo de la silla—.
Pero hubo algo que dijo el reportero, Striker, que me hizo pensar en alguien.
—De acuerdo. —Su cuerpo estaba en alerta—. Eso es bueno. Al menos, ese
imbécil fue útil para algo.
—Sé que suena loco, pero toda esta cosa es loca. Cada parte de ella. —Deslicé
las manos sobre las rodillas—. Miranda y yo fuimos a cenar el lunes en la noche,
con Jason. El alcalde Hughes estaba allí, y se me acercó. No fue exactamente rudo,
pero podías decir que no estaba emocionado porque regresé aquí. Él hizo una clase
de comentario acerca de mí hablando con la prensa, y básicamente, estaba
preocupado de que yo arrastrara todo lo que pasó de regreso.
Él frotó su nuca. —Eso también significa que todos en esa junta pudieron haber
oído a tu mamá diciéndole al alcalde que regresarías a casa.
Dios, quería hacerlo, quería hacerlo tan mal, pero el instinto estaba diciéndome
una historia diferente. —Yo...
Cole, de repente, levantó la mano, sosteniéndola en el aire y luego volteó en su
asiento, hacia el frente de la cabaña. Seguí su mirada, y un segundo más tarde, Cole
probó que tenía audición supersónica.
—Ella está ocupada ahora mismo. —Me levanté, notando que Cole ya había
hecho lo mismo—. Yo soy su hija. ¿Puedo ayudarlo?
Esas dos palabras eran inquietantes, el peor tipo de cosas que alguien podía oír.
De inmediato querías entrar en acción, empezar a recorrer todo el estado,
verificando cada camino de vuelta y rompiendo todas las puertas, pero la
enormidad de la situación era un puñetazo en el estómago, dejándote sentir
completamente indefensa.
Era la primera vez que escuchaba las palabras de alguien que conocía
personalmente, pero sabía lo que era estar al otro lado.
Todo lo que tenía que hacer era hablar con mi madre o Cole para confirmar
eso.
Estaba colocando una gran olla en el mostrador cuando levantó la vista. —He
estado aquí por un tiempo.
—Su novio está ahí afuera —le expliqué, obligándome a moverme. Fui a la
nevera.
—Maldición —dijo con voz ronca—. Esa chica no se pierde un solo día de
trabajo. Ni siquiera el año pasado, cuando consiguió ese maldito virus de la gripe.
Cogí la jarra de té fresco, dándome cuenta de que a pesar de todo lo que mamá
y yo habíamos pasado, no habíamos asumido lo peor cuando Ángela no se presentó
para el trabajo. No estaba seguro si eso era algo malo o bueno.
—Sí —repetí.
—Por supuesto, cariño. —Mamá se frotó las rodillas dobladas—. Por supuesto.
Mi boca se secó. Sabía lo que quería decir con esa pregunta, porque sabía,
como cualquier persona que había vivido en este pueblo hace diez años, que a veces
cuando la gente desaparecía, no había un final feliz.
Cole regresó, todo en él en alerta. Imaginé que era así como estaba mientras
trabajaba. Colgó el teléfono. —¿Tienes tu auto, Ethan?
Él retrocedió, sus ojos se encontraron con los míos. —Hablaremos más tarde.
Vi a Ethan y Cole salir, luego miré a mi mamá, no sorprendida al ver sus ojos
fijos en mí. Ella no comentó lo que Cole hizo, lo cual era la única parte
sorprendente, mientras se inclinaba hacia mí, envolviéndome en un abrazo. No
sabía qué decir, y parecía entender eso, como siempre.
El ajustador del seguro acordó mirar mi auto esa tarde. Poco después que se
fue, una grúa llegó para remolcarlo a un taller mecánico a unos diez minutos por el
camino. Hablé con uno de los chicos en el garaje. Imaginaron que tendrían mi auto
terminado para el martes.
Miranda estaba sentada en la isla de la cocina, sus piernas colgando, y era una
buena cosa que James ya se había ido, porque la habría golpeado si la veía en el
mostrador.
Todo el mundo estaba evitando decirlo porque yo estaba allí, así que me
adelanté y lo dije—: No puedo creer que esto esté pasando de nuevo.
Ella tomó una respiración aguda mientras mamá apretó sus labios, lanzando su
mirada por la ventana, hacia la galería oscura.
—No significa que estas dos cosas estén relacionadas —dijo Jason,
inclinándose hacia delante y apoyando los brazos en las piernas—. He oído que los
policías estaban observando al esposo de la mujer de Frederick.
Mamá asintió y su voz sonó lejana cuando dijo—: Lo hicieron. Era el esposo
de Becky Fisher. Lo mantuvieron durante varios días hasta que lo liberaron, porque
no tenían ninguna evidencia.
—Y porque Jessica Rae desapareció —dije, frotando las manos sobre mis
brazos, fríos—. Eso fue antes de que la gente se diera cuenta de que cuando otra
mujer desapareció, la otra ya estaba muerta, pero todo el mundo se dio cuenta muy
rápidamente después de eso.
—Te veré más tarde. —Se inclinó Jason, dándome un duro abrazo con un
brazo que me hizo sonreír, porque él era bastante terrible en los abrazos—. ¿Te
acompaño? —le dijo a Miranda.
—Soy una bebedora en tu cara —respondió ella, y Jason simplemente negó con
la cabeza mientras la acompañaba fuera de la cocina, con la mano en su espalda
baja. Mis cejas se alzaron. ¿Había algo entre ellos? Si había, imaginé que Miranda
habría dicho algo. ¿Por qué no lo haría?
Permanecí allí por un momento. —Voy a cerrar ya que los Mattersons están
aquí.
—Estoy bien. —Estaba inquieta. Asustada. Preocupada por la cosa del ciervo y
mi auto, pero yo estaba bien aunque sonaba un poco desesperada cuando le
pregunté—: ¿Crees que Ángela aparecerá?
—No lo sé. Estoy esperando y rezando que sea el caso. Ángela podía ser
volátil, pero nunca ha faltado al trabajo. Ella no solo huiría. —Ella apretó mi
mano—. Pero hay algo más de lo que quiero hablarte.
Una suave sonrisa apareció en su rostro. —Su camioneta estaba fuera esta
mañana cuando llegué a casa.
Oh, Dios. Tenía la esperanza de que él se las hubiera arreglado para irse antes
de que ella se despertara.
—Ahora, no estoy buscando detalles, pero supongo que algo bueno pasó entre
ustedes dos basado en la forma en que actuaba esta tarde.
¿Fue eso anoche? Se sentía como una eternidad. —Él me trajo a casa y luego
pasó la noche… en el sofá —añadí—. Era tarde.
—¿Qué? —Se rio—. Puedo estar en mis años, pero todavía puedo apreciar
plenamente a un hombre apuesto. —Se recargó de nuevo—. Especialmente un
hombre que se preocupó por mi hija una vez antes y parece como si todavía lo
hace, y también sé qué antes te importaba profundamente. Lo que quiero saber es si
todavía te importa.
Incliné la cabeza hacia atrás y miré las luces del techo hasta que el brillo quemó
en mi retina. —Es… no sé cómo me siento.
Suspirando, bajé la barbilla y me froté los ojos hasta que la quemadura se fue.
Mamá me conocía muy bien a veces. —Es complicado.
—Soy de la idea de que cualquier cosa que valga la pena en la vida, cualquier
cosa divertida y alegre, siempre será complicado —dijo—. Si es fácil,
probablemente no valga la pena.
—Escúpelo, cariño.
—Bien —gemí—. Creo que él siente lástima por mí y regresó aquí por un
desordenado y torcido sentido de la obligación.
Las cejas de mamá subieron por su frente y pasaron varios momentos antes de
que ella hablara. —¿Y qué ha hecho exactamente para hacerte pensar eso? No es lo
que crees que ha hecho, pero ¿qué ha hecho?
Abrí la boca, dispuesta a señalar las razones por las que creía esto basado en
nuestras pocas veces juntos desde que regresé, y no pude encontrar nada concreto,
nada que no fuera mi percepción de lo que él hizo. Cerré la boca.
—Has pasado por cosas que ninguna mujer debería tener que pasar. Has
sobrevivido a cosas que nadie debería enfrentar. Tú eres fuerte. Tienes la fuerza real
que es importante. Aquí arriba. —Dio un golpecito en su cabeza y luego en su
pecho—. Y aquí. Recogiste tu vida y la reconstruiste. Estoy orgullosa de ti, cariño,
muy orgullosa.
—Pero eso no significa que estés viendo todo bien. Las personas se van a sentir
mal por ti. Yo me siento mal por ti. Es la naturaleza humana para que los demás se
sientan de esa manera, y apuesto a que Cole se siente de esa manera —explicó
suavemente—. Pero eso no significa que eso esté impulsando sus acciones. Eso no
significa que te haya pedido que salgas a cenar, que te llevara a casa y que se
quedara en tu sofá porque te compadece o siente que tenía que hacerlo.
La miré.
—Todo lo que estoy diciendo, tal vez incluso pidiendo, es que lo juzgues
basándote en lo que está haciendo. —Terminó—. No en lo que crees que está
haciendo. ¿De acuerdo?
Su sonrisa alcanzó sus cansados ojos. —Es bueno escuchar eso. —Se levantó—
. Ahora me voy a la cama. Si sabes algo sobre Ángela, por favor avísame.
—Lo haré.
Mamá subió las escaleras de la casa y revisé las puertas de nuevo. Cuando lo
hice, algo se me ocurrió. Volviendo a la cocina, entré en la vieja habitación y
encendí la luz. Me acerqué al corcho, buscando las llaves hasta que encontré la que
mamá mencionó antes.
Una idea tan simple, pero no era fácil cuando me metía en mi cabeza,
pensando en las cosas que pensaba.
Era él.
No creo que haya dejado de importarme, y sabía que sonaba loco, porque
había diez años entre nosotros, pero yo creía que a veces te preocupabas tan
profundamente por alguien que no importaba lo que pasara, nunca realmente te
detenías.
El calor reptó a través de mis mejillas y llenó mis venas mientras dejaba caer mi
mano. —No hablemos sobre eso.
La elevación de sus labios se extendió hacia el otro lado mientras él lanzaba sus
llaves sobre la isla de la cocina. —Trataré de no traer al tema el encaje que podía
sentir pero que no podía ver, pero no prometo nada.
El encaje no era la única cosa que sintió. Agarrando los lados de mi cárdigan,
deseé que tuviera botones, porque no tenía un sujetador debajo de la camisola, y yo
no era la clase de persona que podía salir sin usar un sujetador. —¿Te gustaría algo
de beber?
—No es que me queje, pero ¿realmente no vas a preguntar por qué estoy aquí y
me exigirás que me vaya? —cuestionó él, sus ojos resplandeciendo en la luz.
—¿Ya lo olvidaste? Te dije que mi culo iba a estar aquí hasta que consiga poner
una alarma en esta puerta y, ahora que lo pienso, en la de tu madre. No tuve
oportunidad de hablar con mi amigo hoy, pero lo haré mañana.
A segundos de señalar que yo no necesitaba una persona actuando como un
sistema de seguridad real, vivo y que respiraba, me detuve principalmente porque lo
quería a él aquí. También dudaba seriamente que estuviera aquí cada noche hasta
que fuera instalada una alarma.
—El té funciona para mí. —Me siguió a la estrecha cocina—. Tengo que
trabajar en la mañana.
Él lo era.
Cole arrancó la pequeña jarra de té de mis manos. —¿Dónde están tus vasos?
Lo seguí, y luego me senté junto a él. El sillón no era grande, así que restaba
muy poco espacio entre nosotros. —¿Pero algo?
Dejé que eso se hundiera en mí mientras sorbo mi té. —Si su vehículo no está
allí, eso significa que algo le pasó de camino a su casa o cuando llegó a casa.
Él me miró por un momento. —Ethan dijo que tuvieron una pelea mientras
ella estaba yendo a clases. No se abrió demasiado sobre por qué de la pelea, pero
discutieron.
—Eso podría ser algo bueno o malo. Quiero decir, ella solo podría necesitar
tiempo para alejarse, aclarar su mente. Completamente irresponsable, pero eso es
mejor que cualquiera de las otras opciones. —Presioné mis labios juntos—. ¿Eso
también significa que Ethan es un sospechoso probable?
—Con suerte —murmuré, levantando el vaso a mis labios. Un temblor bajó por
mi brazo—. ¿Crees que eso es lo que pasó?
Mi estómago se agitó por lo que dijo y mi pulso se aceleró porque estaba de pie
en frente de mí. —¿Crees que hay otro asesino serial?
—No dije eso. Podrían ser dos casos completamente no relacionados, pero
todo es posible.
Mi boca trabajó pero ninguna palabra salió por varios segundos. Estaba
rodeada por él, por su calidez y la esencia cítrica de lo que era su colonia o perfume
para después de afeitar. Supuse que era su colonia, porque tan cerca como estaba,
podía decir que él no se había afeitado en, al menos, dos días. —Esto no es...
—Ajá. —Su sonrisa se hizo una muesca, y era linda cuando no estaba sentada
en su regazo, y deslumbrante cuando lo estaba—. De regreso a lo que estábamos
hablando. Todo es posible. Ambos sabemos eso, pero continúo diciéndome a mí
mismo que dos asesinos seriales atacando esta misma área parece improbable para
mí.
Masticando mi labio inferior, bajé la mirada de nuevo a su garganta. Jason
había dicho lo mismo, y parecía improbable pero tampoco era imposible. No
importaba qué, incluso si Ángela aparecía mañana, una mujer estaba muerta, y eso
era aterrador.
Solté mi labio. —Estaba pensando... que esto es familiar. Como lo fue antes,
sentarse por ahí y esperar que alguien apareciera y estuviera bien.
Mientras pasaban los segundos, mi cuerpo se relajó sin que tuviera que
obligarlo. Estaba apoyada contra él, en lugar de sentarme tiesamente. Mis manos se
aflojaron lentamente. Ninguno de los dos dijo algo por lo que se sintió un largo
tiempo, y el silencio no era incómodo. Había algo realmente pacífico sobre esto, y
me imaginé que si apoyaba la cabeza sobre su hombro, sería maravilloso.
Sus ojos buscaron los míos. —Yo... Yo me siento mal. No sé todo lo que te
pasó. —Extendió las manos a lo largo del centro de mi espalda cuando me tensé—.
Solo sé lo que aprendí sobre los otros casos, lo que oí sobre ti, y lo que yo
sospechaba. No necesito saber cada detalle para sentirme horrible por lo que te
hicieron.
—Por lo que tomó de mí —añadió, sus ojos azul frio aferrados a los míos—.
Así que, sí, me siento mal y aún me siento culpable a veces, y seguro como la
mierda, aún quiero asesinar a ese muerto HDP3, pero lo que siento sobre esa noche
y cómo me siento por lo que te pasó, no es la razón por la que mi culo está aquí
sentado contigo en mis brazos. No es la razón de por qué en el condenado
momento en que oí que estabas de regreso en la ciudad, tuve mi culo aquí mismo
tan pronto como pude.
Sus cejas volaron hacia arriba. —¿Por qué? —repitió con una ligera sacudida de
su cabeza—. ¿Sabes?, iba a tomar esto con calma contigo. Conseguir sentirnos
cómodos el uno con el otro de nuevo, no importa cuánto tiempo tome. Quizás salir
en una cita más.
3
Hijo de Puta.
¿Cita? ¿Cenar en su casa fue una cita?
Como siempre.
—Sé que tengo que tomarlo con calma contigo —continuó, sus ojos azules
vibrantes detrás de sus gruesas pestañas. Me miró fijamente una vez más y luego
dijo—: A la mierda.
Levantó su boca solo lo suficiente que cuando habló, sus labios rozaban los
míos. —¿Ese beso te dice que me compadezco de ti?
—Bien. —Su voz era aún más rasposa—. Ya que esa es la última cosa que
siento en este momento.
Necesitaba más.
Cediendo ante la marea alta de sensaciones, extendí los brazos y levanté las
manos, colocándolas en su pecho mientras me inclinaba y cerraba la diminuta
distancia entre nuestras bocas. Deslicé las manos a sus hombros y mis dedos se
enterraron, curvándose alrededor de su camisa.
Mis pensamientos estaban girando mientras abría los ojos. —¿Olvidar qué?
Oh mi Dios.
Descansó su frente contra la mía. —Cómo un jodido beso me hace sentir como
un muchacho de dieciséis años que nunca ha estado cerca de una chica.
—Te dije que al momento que Derek dijo que estabas aquí, no lo pensé dos
veces. Tenía que verte. Venir aquí, sinceramente no recuerdo lo que pensaba. —
Inclinó su cabeza en la otra dirección y besó la otra esquina de mi labio—. No
quiero que ese lado de tu labio se ponga celoso.
—Tenemos diez años de cosas por hablar —dijo contra mi boca—. Todavía
hay mucho que tenemos que decir.
—Lo sé. —Lo quería más cerca, así que enrollé mi pierna izquierda a su
alrededor. Mordiendo mis labios, levanté las caderas solo lo más mínimo,
presionándome en su contra. Hizo ese sonido de nuevo y bajó su cabeza a mi
cuello.
Cole me besó allí, justo debajo de mi pulso. —Todavía tratando de tomar esto
lento, nena. Es lo más inteligente para hacer.
Arrastró mis manos hasta sus hombros, impaciente. —Yo… yo puedo hacer
esto.
Esos notables ojos estaban fijos en mi boca, y me gustó eso. Mucho. El calor
estaba latiendo por mis venas y quería apresurar las cosas, porque sabía que no
siempre había una próxima vez. No siempre había una promesa del futuro, y
éramos dos adultos que querían lo que querían.
En vez del hablar, ahuequé sus mejillas y tiré de su boca contra la mía. Esta vez
cuando lo besé, lancé todo que quería dentro del beso, y enrollé la pierna alrededor
de él una vez más, levantando las caderas a las suyas. Oh, él quería esto tanto como
yo. Cole hizo ese sonido de nuevo y las cosas... bueno, subieron vertiginosa y
hermosamente fuera de control.
Y lo hizo.
Haciendo como pidió, sostuve mi aliento mientras sus dedos hacían su camino
sobre el montículo entre mis piernas. Mi corazón estaba en mi garganta cuando
bajó su barbilla, mirando su mano bajo mi ropa. Un dedo rozó, apenas tocándome,
pero mi cuerpo entero se sacudió con la sensación.
Quería sentirlo, los duros planos de su pecho y estómago, pero lo único que
pude hacer fue aferrarme a él mientras su nombre se convertía en una súplica. La
palpitante tensión dentro de mí se expandió mientras sus dedos bombeaban.
Gimiendo, Cole presionó su erección contra el costado de mi cadera y arremolinó
su pulgar de la manera correcta, en el lugar correcto. La fuerza del orgasmo me
golpeó duro, estrellándose sobre mí. Gritando, me tensé mientras mi espalda se
arqueaba. Espasmos sacudieron mi cuerpo, pareciendo continuar por siempre.
—Creo que esa se suponía que iba a ser... mi línea. —Mi voz se enganchó
mientras una fuerte réplica me golpeó. Esta no era la primera vez que había tenido
un orgasmo, pero maldita sea, derribó cada uno de ellos.
Mi corazón comenzó a calmarse un poco, pero quería darle lo que me dio. Bajé
mi mano. Mis dedos rozaron su cinturón cuando él alcanzó y agarró suavemente
mi muñeca, levantando mi mano de regreso hacia su pecho.
—No tienes que hacer eso —dijo, sus ojos tomando una atractiva y
encapuchada cualidad.
—Pero yo quiero.
—Y lo que hiciste fue... fue increíble. —Esas fueron las palabras más auténticas
que había dicho—. Quiero que te sientas de esa manera.
Cole se movió levemente. —Nena, verte venirte en mis dedos fue suficiente por
ahora. Demonios. —Sus labios rozaron los míos una vez más—. En verdad estaba
tratando de ir despacio aquí.
—Sí. —Su mano navegó sobre mi pecho en el camino hasta mi mejilla—. Sí, a
mí también.
Se rio entre dientes de la manera que me hacía temblar. —Quiero besarte otra
vez. Quiero quitarte esos pantalones y meterme entre esos muslos con más que mi
mano —dijo, voz baja y un fuego barrió a través de mis venas mientras hablaba—.
Recuerdo besarte. Recuerdo sostenerte en mis brazos. Recuerdo tocarte esa única
vez. —Dejó caer su frente contra la mía—. ¿Recuerdas eso?
—Sí —susurré. ¿Cómo podría olvidarlo? Había sido la primera vez que fui a su
apartamento que compartía con otro ayudante del sheriff. Habíamos ido a su
habitación, vimos una película, y una cosa llevó a la otra. Su mano trabajó su
camino dentro de mis pantalones y la mía hizo lo mismo.
Una media sonrisa apareció. —No creo que uno por uno vaya a cubrirlo.
Mi corazón se agitó cuando volvió su mejilla y besó mis dedos. Eso era nuevo,
algo que no había hecho en el pasado. —Probablemente no.
—Podemos salir. Tendrá que ser más tarde —dije antes que cambiara de
opinión—. Después de ayudar a mamá con el servicio de cena.
—No para que tengas sexo conmigo. Sino para dormir conmigo. —Ignoré el
ardiente sonrojo que estaba corriendo por mi garganta—. La cama es lo
suficientemente grande. La viste anoche.
—Sí. —Su voz hizo esa cosa de caer que causaba que mi vientre hiciera lo
mismo—. Sí. Vi eso.
Se movió. —Puedo pensar en varias buenas razones por las que no debería
meterme en esa cama contigo.
El aire quedó atrapado en mi garganta y esa calidez se volvió más pesada,
extendiéndose a través de mi pecho. Tiré de los extremos del cardigán juntos. —
Ambos somos adultos. Podemos dormir en la misma cama y comportarnos.
Entrecerré los ojos. —No es como que vamos a deslizarnos y caer el uno sobre
el otro.
Puse los ojos en blanco pero mis labios temblaron. —Mira, la opción está ahí.
Puedo manejarlo. Si descubres que tienes la fuerza de voluntad, la puerta estará
desbloqueada.
Cole colocó su arma en la otra mesita de noche mientras se sacaba las botas. —
Pero tienes razón. Dormir en ese sofá apesta y esta cama luce impresionante.
—Lo es —murmuré.
Había sido un largo tiempo desde que lo había visto sin camisa, y aunque podía
sentir todo el esplendor debajo de su camisa, era nada como verlo de verdad. Sus
pectorales estaban definidos, así como sus abdominales. No era excesivamente
musculoso. Tenía el cuerpo magro y fornido de un corredor. También tenía esas
marcas en ambos lados de sus caderas.
Sus manos fueron al botón de sus pantalones. Había una notable protuberancia
allí. Una que había sentido antes. —Sigues mirándome así y cada buena intención
que tengo va a salir por la maldita ventana.
Con mis mejillas sonrojadas, me curvé hacia mi lado, lejos de él, y apreté los
ojos cerrados. Pantalones golpearon el suelo. Un segundo más tarde, la cama se
hundió y las sabanas se movieron. Entonces él rodó, alcanzándome. Mis ojos
volaron abiertos. —¿Qué estás haciendo?
—No… estoy segura de eso —dije, girando mi cabeza para ver sobre mi
hombro. Solo pude divisar un contorno de su rostro—. No duermo bien.
No estaba tan segura de eso, por diversas razones de lo normal, pero me quedé
quieta mientras Cole se colocaba detrás de mí. Como justo detrás de mí. La mano
en mi cadera se deslizó hacia adelante, sobre mi estómago, y luego me tiró hacia
atrás contra su pecho.
Oh Dios.
No habíamos hecho esto antes. Y yo no lo había hecho con alguien que... que
quería. Los hombres con los que intimé nunca se quedaban por la noche. Nunca.
Esto era nuevo. Estaba acurrucada. ¿O era haciendo cucharita? Su pierna se movió
contra la parte trasera de la mía y entonces cambió de posición. Sus caderas se
presionaron detrás de mí. Vaya. Él seguía... despierto. Así que yo también.
—Yo…
—Es agradable —admití, y tal vez lo hice porque estaba oscuro y no podíamos
vernos.
—Claro que sí. Yo estaba... ni siquiera sé lo que estaba haciendo. —Hice una
pausa—. Arruiné la cena.
—Nena...
Sus labios navegaron sobre mi hombro otra vez. —No arruinaste la cena. Un
ciervo muerto en la camioneta lo hizo.
—Siempre tengo razón. —Su voz sonaba más pesada—. Sé que ha sido un
montón de tiempo desde que hemos estado separados, pero ¿cómo podrías olvidar
eso?
—¿Mmm? —murmuró.
***
Cole estaba despierto e ido antes de que me despertara, demostrando que había
tenido razón sobre hoy siendo diferente. Y hoy sí se sentía diferente. No era que mi
cabeza estuviera en las nubes o que olvidé todo lo que estaba pasando, pero por el
viernes por la tarde, me di cuenta que tal vez la diferencia fue porque estaba
dejando a Cole entrar, y no era tanto acerca de él, sino más sobre el acto en sí.
Me estaba abriendo.
Hemos tenido huéspedes registrándose, los primeros una joven pareja que
parecía estar realmente interesada en la historia de la Scarlet Wench y sus
alrededores. Eran adorables, adorablemente nerds. Mientras los ayudaba a llevar
sus maletas arriba, les di direcciones al cercano campo de batalla. Habían reservado
una de las suites.
Oh vaya.
Abriendo la puerta, entré en la estrecha y mucho más fría escalera. Olía como
moho no importa cuántas veces alguien rociara ambientadores aquí, y eso me ponía
nerviosa. El olor era más probable porque las escaleras continuaban hasta la
bodega. Me apresuré, mi mano arrastrándose a lo largo de la baranda de madera
vieja. Rodeando el segundo piso del rellano, tomé los escalones dos a la vez y
alcancé la puerta al mismo tiempo que se balanceaba abierta.
La caída fue rápida y brutal, todo ocurrió tan rápido. Un minuto no había nada
detrás de mí y entonces estaba golpeando el duro, desigual piso. Grité bruscamente
mientras el dolor explotaba y el aire me golpeaba.
—Mierda —gruñó él, y hubo un crujido de viejas bisagras, y una rica, terrenal
esencia me rodeó.
Piel húmeda y fría, mis rodillas presionan en el suelo duro y frío. Él está detrás de mí,
sentado en el borde de la cama, peinándome el cabello mojado. Quiero vomitar, pero mi
estómago está vacío y mis costados ya me duelen demasiado. No quiero que me toque. No
quiero escucharlo hablar como si yo quisiera estar aquí.
El peine se detiene, y siento el cambio en él. Se endurece. Mis dedos se curvan hacia
dentro, uñas romas cavando en mis palmas.
No me muevo.
Me quedo de rodillas, tiritando y esforzándome para oír algo, pero no hay nada más que
el sonido apagado de las vacas. Si escucho lo suficiente, oiré un caballo.
Me despierto.
—Lo siento. —Mamá se acercó a la cama y empezó a jugar con la fina manta
cubierta sobre mis piernas—. Sasha no es muy buena con todo el asunto del
hospital.
—No muchas personas lo son. —Sus dedos fríos comprobaron el suero como
su sonrisa se volvió ausente—. Las enfermeras estarán aquí dentro de unos treinta
minutos para comprobarte. Si necesitas algo, sabes dónde está el botón de llamada.
—El doctor se volvió cuando la cortina se abrió—. Justo a tiempo.
Cerré los ojos brevemente. —No he tenido la oportunidad de decirle —le dije—
. Está en el trabajo. No quiero...
Su mirada se afiló.
—Eso no es exactamente lo que pasó. —Me elevé en mis codos, pero un golpe
sordo clavó a lo largo de mis sienes, así que decidí casi de inmediato que acostada
sobre mi espalda estaba bien—. Quiero decir, la puerta se abrió rápidamente y no
pude moverme del camino. Eso es lo que técnicamente me derribó por los
escalones.
—Ella tiene razón, Sasha. —El oficial Bradshaw se acercó—. Necesito saber
exactamente lo que pasó.
—Mamá —suspiré.
—¿Así que no te empujaron? —preguntó Derek.
Estaba eso.
También estaba eso. —No creo que saber quién era él —aclaré—. No lo vi
exactamente. Como he dicho, sucedió tan rápido, todo lo que vislumbré era una
camisa blanca y una gorra de béisbol negra. Había algo en ella. Un emblema gris de
algún tipo. —Mis cejas fruncidas—. Y creo que él era blanco… no, estoy segura de
que era blanco. Aparte de eso, eso es todo lo que vi de él.
Derek sacó su cuaderno y estaba escribiendo otra vez. —¿Y no es posible que
fuera un huésped que se registró?
—El único invitado masculino que se encontraba allí era el señor Ritchie —
expliqué, tragando mientras levantaba mi mano y tocaba con cuidado el costado de
mi cabeza. Allí había un pequeño nudo—. No había manera de que él bajara.
—¿Crees que salió a través del sótano y no salió por el otro lado? —preguntó
Derek, mirando a mi madre—. ¿Puedes salir de la posada desde el sótano?
Mamá miró el techo, con la nariz hurgando. —Había un túnel que corría hacia
el antiguo cementerio de la familia, el que está al final de la propiedad.
El viejo, espeluznante cementerio que solía ser demasiado grande hasta que mi
padre lo limpió mientras yo estaba en la escuela media. El equipo que hizo el
mantenimiento en el patio también se encargó del cementerio.
—Esos túneles, se usaron para meter a la gente dentro y fuera de la casa
cuando fue usada como parte del Ferrocarril Subterráneo —explicó mamá—. Pero
mi esposo cerró ese túnel hace años.
Ella asintió.
—Solo vete por la parte trasera de la posada, sigue caminando por el callejón, y
llegarás al cementerio.
—¿Hay alguna razón para que alguna de ustedes piense que alguien estaría en
la posada y que no debería estar allí?
Miré a mamá. Ella frunció el ceño. —Aparte de alguien que está allí para robar
algo, no.
—Por supuesto, cariño. —Ella ya estaba de pie. Inclinándose, rozó sus labios
sobre mi frente—. Eso puede tomar unos minutos. También voy a reportarme con
Daphne. Ella puede manejar las cosas, pero no quiero que se estrese.
—Bien, mamá. —Sonreí. Una vez que se marchó y la cortina se detuvo detrás
de ella, volví mi cabeza hacia Derek—. Hablaste... ¿Hablaste con Cole?
—Hablo mucho con Cole. —Mirando detrás de él, agarró la única otra silla y la
arrastró. Se sentó en el borde—. Sé que ha estado pasando tiempo contigo. Y sé
sobre el problema con la camioneta.
Mi pecho se elevó con una respiración inestable. —No... no sé por qué alguien
estaba en la posada. No sé por qué sucedió la cosa con el ciervo o con mi auto. —
Tomé otra respiración profunda—. ¿Ha habido noticias de Ángela?
Derek negó con la cabeza después de un momento. —Voy a comprobar el
túnel, asegurarme de que todavía está bloqueado. Quienquiera que estuviera en esa
escalera podría haber salido de manera normal. Voy a ir allí para comprobarlo.
—No lo creo. —Yo había estado un poco fuera de eso después de que Daphne
empezó a gritar y apenas conseguí subir los escalones a la cocina vieja sin vomitar.
Todo fue como un parque de diversiones nebuloso desde ese punto hasta cuando
los paramédicos llegaron y me trajeron aquí. No tenía idea de si mi madre agarró
mi bolso o celular.
—Oh, está bien —murmuré—. Por favor, asegúrese de que no esté preocupado.
No quiero que haga eso cuando estoy bien.
Derek se levantó. —Tú cayendo por las escaleras. Accidente o no, podrías
haber salido herida gravemente y estás herida. Estar vivo no siempre significa que
estás bien.
No sabía cómo responder a eso, así que no dije nada. Derek se fue. Mamá no
había regresado todavía, así que cerré los ojos, y traté de averiguar qué diablos
había sucedido.
Con los ojos aleteando abiertos, le tomó varios minutos a mi cerebro captar lo
que estaban viendo mis ojos. Estaba observando fijamente al techo del hospital y mi
boca aún estaba increíblemente seca. ¿Qué había en los hospitales que siempre te
hacían sentir como si tu garganta se hubiera convertido en el desierto de Sahara?
Durante mi otra estadía mucho más larga en el hospital, había sido lo mismo cada
vez que despertaba. Extraño.
Y me enamoré.
Me enamoré.
Sonaba absolutamente loco y de alguna forma, se podría creer que era por las
medicinas del dolor que me habían dado luego de que Derek se fue, pero sabía que
la hinchazón en mi pecho, muy parecido a un globo inflado de más, no era un
resultado de lo que sea que la enfermera había disparado en mi intravenosa. No era
por la muy necesitada siesta que tomé después de que Miranda y Jason me
visitaron. Tan pronto como mis ojos se fijaron en Cole, supe que, lo que estaba
sintiendo, era real, y la intensidad de esa hinchazón llevó lágrimas a la parte de
atrás de mi garganta.
Aparentemente, tomó una caída por un conjunto de escaleras para ver las cosas
claramente.
—Hola —dijo, la voz ronca con sueño mientras se inclinaba hacia adelante.
—Perfecta.
Sus cejas volaron hacia arriba y luego todo en su mirada se suavizó. La mano
cayó a mi mejilla y su pulgar se movió a lo largo de mi barbilla. —¿Ésta es la Sasha
drogada hablando? Porque, como que me gusta ella.
—¿No?
—No.
Levantó su mirada hacia la mía y levantó una ceja. —Mostrar una placa del
FBI tiene sus beneficios. Junto con mi encantadora sonrisa, son aún más. —Sonrió
él—. Y nada iba a mantenerme fuera de esta habitación.
Cole se acercó y bajó su cabeza, acariciando mi frente con sus labios. Cerré mis
ojos con el dulce gesto. —Aterrado.
—Estaba asustado como el infierno cuando Derek me llamó y dijo que estabas
en el hospital —explicó, retrocediendo solo lo suficiente para que pudiera ver su
rostro—. Incluso cuando dijo que ibas a estar bien, incluso después de que me
explicó lo que pasó, aun así estaba aterrado. Durante todo el camino hasta aquí.
—Cole...
—Tenía que ver por mí mismo que estabas bien. —Su pulgar hizo otro roce,
esta vez bajo mi labio, enviando un temblor por mi columna—. No me gusta verte
aquí.
Sus ojos buscaron los míos mientras él tomaba el vaso vacío y lo ponía en la
pequeña bandeja junto a la cama. —Supongo que es una cosa buena que no te haya
visto aquí la última vez.
Apreté los labios. —Si sabes algo sobre la historia de la posada, sabes sobre ese
túnel. —Pensé sobre el alcalde, la única persona en mi no tan útil lista de esos
quienes, posiblemente, no estaban emocionados por mi regreso, pero ¿por qué él
habría entrado en la posada?
—No creí que iba a sobrevivir, creí que moriría en ese dormitorio sin ventanas
—susurré, y el entendimiento destelló en sus ojos—. Quise morir tantas veces, y sé
que eso suena raro, pero no podía... las cosas que hizo. Y él no veía nada malo con
ellas. Estaba en búsqueda de la novia4 perfecta. —Cerrando los ojos, elevé el
mentón al techo—. Eso es lo que quería; que sus novias quisieran estar con él, que
lo disfrutaran. Supongo que ya sabes todo eso. Oí que algunos de los detalles
estaban en los papeles, pero... él era como dos personas diferentes. En un minuto,
era casi agradable. Estaba enfermo y tenía una mente retorcida, tan jodidamente
perturbado, pero luego, cuando él entraba de mal humor, era como un hombre
diferente, uno que prosperaba con el dolor y lastimar a otros. Esos momentos eran
lo peor.
Cole no dijo nada, pero cada parte de él estaba concentrada. Su pulgar se había
detenido, pero sostuvo mi mano apretada. El silencio me permitió continuar
hablando.
—Me dijo una vez, después de... que lo hice feliz —dije, temblando—, por qué
las otras novias lo disgustaban. Todas ellas peleaban contra él. Así como yo. Eso no
era causa de ello. Insistía en que podría entrenarlas, que me entrenaría para ser
obediente —escupí la última palabra—. Pero eran cosas normales, ¿sabes? Una no
era rubia verdadera. Ella tiñó su cabello, y por eso, no era lo suficientemente
perfecta. Otra le dijo que no podía tener hijos. Ni siquiera sé si era verdad o no, pero
él terminó con su vida a causa de ello. Había otra que... que era demasiado delgada
para su gusto. Demasiado delgada porque ella no comería su comida. —Tragué
duro antes de continuar—: Mató a una de ellas porque lloraba demasiado. Como si
4
Bride en inglés, que es la novia ya para casarse.
él no fuera la razón por la que ella lloraba. —La repulsión retorció mi estómago—.
La que estaba antes que yo, la mató porque él decidió, de repente, que era
demasiado vieja. Él tenía que haber conocido su edad antes, porque las acosaba;
nos acosaba. Era como si, no importaba a quien escogiera él, ellas nunca serían lo
suficientemente buenas. Les encontraría algo defectuoso. Algo. Y eso sería todo.
La siguiente respiración que inhalé fue tragada y ardió todo el camino hasta mi
alma. —Sé que no pude haber sido la única quien le dijo lo que hice, pero
eventualmente decidió que esa era la razón por la que yo ya no podía ser su novia,
y cuando me dijo eso, supe lo que significaba. Yo ya no era lo suficiente buena en
sus ojos.
Abrí los ojos, pero realmente no veía el techo. —Supe que cuando me puso en
ese vestido, con los ojos vendados, y me dejó salir, iba a matarme. Puedo recordar
esos momentos como si hubieran pasado hace segundos. El vestido era tan delgado,
nada más que encaje, y podía sentir la cálida brisa sobre mi piel. Podía saborear el
aire fresco, y podía oler la lluvia fresca y la leve esencia del fertilizante. Sabía que
estaba afuera. Sabía que eso era todo. Eso iba a suceder. —Un temblor atravesó mi
cuerpo y Cole apretó mi mano—. Él lloró, Cole. Lloró mientras me guiaba al
exterior. Sollozó, y yo... yo le rogué. Le supliqué, y oh Dios, dije cualquier cosa, de
todo, porque cuando supe que iba a morir, no quería hacerlo.
Un nudo en mi garganta casi asfixió las siguientes palabras. —Él dejó de llorar,
y se alejó de mí. No sabía dónde estaba él, pero intenté correr. No llegué muy lejos
cuando me golpeó, haciéndome caer al suelo. Se subió sobre mi espalda, y lo sentí,
esta horrible sensación ardiente en mi estómago, como si estuviera siendo partida
por la mitad. Me apuñaló.
Cole permaneció en silencio, pero la tensión que emanaba fuera de él era una
tercera entidad en la habitación, una pesada presencia de furia justificada.
—No me ató las manos. Estaba así de confiado sobre controlarme, y yo... yo
no sé exactamente qué pasó después. Todo lo que sé es que peleé. Este dolor tipo
fuego apareció de nuevo aquí —dije, moviendo mi mano sobre mis pechos—.
Estábamos luchando sobre el suelo, y él dejó caer el cuchillo en el mismo punto.
Tenía sus manos en mi garganta, asfixiándome. Conseguí agarrar una roca. Pura
suerte —susurré—. Eso salvó mi vida, la pura suerte. Lo golpeé en la cabeza, y me
liberó. Recuerdo saltar para levantarme y correr, sacándome la venda de los ojos en
algún punto, y solo continuar corriendo hasta que alcancé esa granja...
La granja que tenía los caballos que podía escuchar. De pura suerte también,
fui en esa dirección, y en una ronda de extremada buena suerte, encontré al señor
Mockerson, el viejo dueño de la granja, reparando una valla alrededor de su
ganado.
Volteando mi cabeza hacia Colt, inhalé profundamente. —Si me hubiera
matado, habría cortado mi dedo anular. Me habría desnudado del vestido de novia,
puesto en uno nuevo, y ese vestido de novia... y mi dedo, hubieran estado colgado
en la habitación con el resto de ellos. —Parpadeé lentamente—. No sé por qué te
dije todo eso.
—Sin embargo, tengo algunas cosas que decir. Eso no fue ni un poco
condenadamente débil —respondió tranquilamente—. No hay nada sobre ti que sea
débil. Sobreviviste al infierno y eso no fue solo pura suerte. Peleaste y sobreviviste.
Eres una sobreviviente, nena. Te pertenece.
Una leve sonrisa apareció en mis labios. —Me pertenece. Me gusta eso. —Hice
una pausa—. Ya sabes, nunca supe cómo lucía él hasta después de eso. Siempre
mantuvo su rostro escondido. O yo estaba en una habitación a oscuras o me
vendaba los ojos. No sé por qué hacía eso, pero cuando finalmente vi una foto de
él, me impacté. Estuvo por mucho tiempo en mi cabeza porque... lucía tan normal.
Como que podría haber enseñado en una de nuestras clases en la universidad. Él
era alguien a quien ves en la tienda de comestibles, detrás de ti, o a quien le sonríes
cuando lo ves en la calle.
—Así es como lucen usualmente —dijo él, levantando su mano y la mía. Besó
la parte de atrás de mis nudillos, cada uno de ellos—. Los asesinos seriales tienden
a lucir como el sujeto que vive junto a ti, alguien a quien no juzgarías como
peligroso basado en la apariencia.
Cole asintió. —Ni una sola persona quien conocía a Vernon Joan sospechó que
era el Novio —dijo él, y me encogí de dolor con el sonido de su nombre—.
Ninguno de sus vecinos o sus compañeros de trabajo lo vinieron venir. Él no tenía
ningún familiar alrededor de estas zonas. No creo que tuviera una vida.
Vernon Joan.
El Novio.
No sabía cómo sentirme sobre eso, probablemente nunca lo sabría. Una parte
de mí quería que él fuera a juicio, que respondiera ante los familiares y los seres
amados por las vidas que les robó. La otra mitad simplemente estaba feliz de que
estuviera muerto.
Mis ojos fueron a los suyos de nuevo. Había algo más que no había compartido
con Cole. —Le dije que estaba enamorada de alguien más.
Por varios segundos, todo lo que Cole hizo fue mirar fijamente. Esos pálidos
ojos helados me calentaron varios grados. Cuando se le dije al Novio, estuve
parcialmente rogándole con eso, tratando de conseguir que me viera como un
humano, siendo esa persona amada y que sería extrañada; como una persona quien
sería extrañada por esos que ella amaba. En una forma retorcida, funcionó,
posibilitando mi escape, pero no había estado lejos de la verdad. Yo estaba
enamorada de Cole en ese entonces, quizás incluso lo amaba.
Los ojos de Cole se abrieron y bajó su frente hacia donde nuestras manos
estaban unidas. Él no habló. No sabía lo que él estaba pensando, pero mientras me
acostaba allí, mirándolo, supe que lo que sentí desde que desperté y lo vi sentado
allí era verdad. Cómo él se sentía no iba a cambiarlo.
Él no trajo al tema lo que le dije anoche, pero no era como si, lo que había
compartido, estaba colgando entre nosotros. Solo estaba allí, ahora al aire libre, y
me cambió, cambió cómo estaba a su alrededor. No creo que fuera notable, y no
era como si usara un signo sobre mi cabeza que anunciaba que terminé con toda mi
cosa de “compartir es bueno”, pero era diferente para mí. Se sentía... bien.
No me arrepentía de ello.
—¿En serio?
—Sip. Supuse que aún tenemos planes para cenar, pero los cambiaremos así no
tienes que salir por ahí. Sí, sé que estás bien —dijo, deteniéndome antes de que
realmente pudiera decir eso—. Pero no vamos a presionarlo.
—No va a ser por mucho tiempo. —Ahuecó mi mejilla con su otra mano—.
Prométeme que vas a tomarlo con calma.
Césped congelado crujió bajo mis botas mientras pasaba el simple enrejado.
Una baja pared de piedra apareció. Había estado aquí desde que la casa fue
construida, e imaginaba que marcaba la línea de propiedad original. Pasé a través
de la apertura y crucé el estrecho y poco usado pasaje antes de llegar a un camino
de césped seco. Varias yardas adelante había otra pared de piedra, está a la altura
de la cintura. Un solitario mausoleo se establecía en el centro.
La apertura del mausoleo estaba oscura y ancha. En algún tiempo, hubo una
puerta, pero tanto como puedo recordar, había estado desaparecida. Tomando un
profundo respiro, entré y encendí la linterna.
La parte más aterradora sobre el mausoleo era el hecho de que no había tumbas
dentro. Solía haber tumbas aquí dentro, pero desaparecieron mucho antes de que la
abuela Libby comprara la mansión y la propiedad. Nadie sabía por qué o dónde
estaban, y algo sobre eso solo me asustaba.
Pero Derek tenía razón. Esa pared estaba caída, y la primer cosa que iba a
hacer cuando regresara, era encontrar algunas tablas, clavos y un martillo. La
puerta del sótano sería entablada.
Cualquiera.
Perturbada, apagué la linterna y salir pitando fuera del cementerio. Una vez
dentro de la casa, cerré la puerta y la bloqueé detrás de mí.
***
Ella llegó tan cerca, tan increíblemente cerca de mi secreto, tan cerca que casi pude
estirarme y tocarla.
Y ella no tenía idea.
Quería reírme.
Quería envolver mis manos alrededor de su cuello y ver la vida deslizarse de sus ojos.
Incluso justo ahora, no tenía ni idea de que yo estaba allí, mirándola cerrar la puerta
detrás de ella, como si eso pudiera ayudarla. Una sonrisa curvó las esquinas de mis labios.
Podía conseguir el acceso a ella en cualquier momento en que quisiera. Siempre podría. Cierra
los túneles externos. Bloquea las puertas. Yo podría entrar.
Mordí mi labio mientras ella caminó hacia el tablero de corcho junto a la puerta. Sus
cejas se juntaron mientras la estudiaba. Justo ahora, podía tomarla.
Casi había terminado, entonces, cuando ella yacía inconsciente, fácilmente pude haberla
tomado, pero eso hubiera sido demasiado fácil y esto hubiera terminado demasiado rápido.
¿Desnudo y aburrido?
—¿Sasha?
—La llave de su casa está desaparecida. —Caminé hacia las puertas correderas
y espié hacia el comedor, asegurándome de que aún estuviera vacío—. Ella
mantenía una llave extra de su casa aquí, y sé que la vi ayer a la mañana, antes de
todo el incidente de las escaleras.
—Sí —respondió él—. Estaré allí en, al menos, una hora. Hazme un favor, y
no toques nada en esa habitación de aquí en adelante, ¿de acuerdo? Asegúrate que
nadie más lo haga.
—De acuerdo.
Sonreí. —Gracias.
Colgando, puse el teléfono sobre la mesa y partí a buscar a mamá. Ella estaba
escaleras arriba, en la habitación de lavandería, y cuando le dije lo que descubrí,
estaba más que un poco perturbada, pero aliviada de que Cole hubiera enviado a
alguien por aquí. En su mente, él podría manejarlo.
—¿El hombre que viste estaba aquí dentro para conseguir la llave de Ángela?
—expresó ella, a pesar de que yo no lo había hecho—. ¿Estás segura de que no era
Ethan?
—Estoy bastante segura de que no era él, pero si lo fuera, ¿crees que él solo me
hubiera dejado allí acostada?
Pensé sobre lo que Cole dijo, que Ethan y Ángela habían peleado ese día. —
¿Cómo era la relación de Ángela y Ethan?
—Santo cielo. —Sus manos se quedaron quietas, mientras apretaba sus ojos
cerrados—. No sé qué pensar. El chico parece ser uno bueno, pero tú nunca
conoces a las personas en realidad.
—Bien.
—Puedo encargarme de esto yo sola, pero tú luces un poco pálida, y con todo
lo que sucede, lo último de lo que quiero preocuparme es sobre que te desmayes
sobre mí. —Ella dejó caer la ropa de cama sobre la mesa de trabajo—. Escucha a tu
mamá.
Un leve dolor había comenzado tras mis ojos, algo que el doctor advirtió que
sería común, así que decidí no discutir. Caminando hacia ella, besé su mejilla y
entonces comencé a bajar las escaleras. Estaba pasando a través del comedor
cuando oí la campana de la recepción. Apresurando mi paso, hice mi camino hacia
el frente.
El alcalde Hughes.
—Hola —dije, juntando mis manos—. ¿Con que puedo ayudarlo, alcalde
Hughes?
—Oí que has tenido un par de días ocupados. —Se apoyó contra el escritorio,
empujando un brazo sobre la superficie, agitando el jarrón con orquídeas blancas—
. Quería ver como estabas.
Esa sonrisa se volvió una mueca, pero no alcanzó sus ojos. —Señorita Keeton,
soy el alcalde de una ciudad lo suficientemente pequeña para oír toda clase de
chismes. Cosas como la disputa de propiedad en curso entre la señora Dawson y
sus vecinos mucho más jóvenes, la familia Rogers. Verás, los Rogers tienen un hijo
adolescente, y sabes qué, cómo en cada familia que tiene un hijo adolescente, ellos
tienen una canasta de básquet en el camino para el auto, que es parcialmente
compartido con la Sra. Dawson. Eso no hace a ésta última muy feliz.
Aparentemente, lo que la molesta es el constante ruido del rebote.
Sus oscuras cejas se elevaron. —Tu mamá se encargó, sin ayuda de nadie, de
esta posada por diez años, sin ninguna ayuda de tu parte. Te fuiste. Ese fue tu
derecho. Pero tu madre habló mucho sobre ti, en cada oportunidad que tenía. Te
extrañaba, pero estoy seguro de que sabes eso. Ella fue capaz de hacerlo todo sin
que tú estuvieras aquí, sin ningún... drama, pero ahora, regresaste.
—No tiene nada que ver contigo —terminó él—. Eso es muy correcto, pero
todas estas cosas han pasado desde que tú regresaste. Quizás el mundo —dijo él,
moviendo su brazo derecho en círculos—, está tratando de decirte algo.
A segundos de perder los estribos, crucé los brazos sobre el pecho. ¿Qué
sucedía con este hombre? No lo entendía.
—¿Y qué es eso?
Lo miré boquiabierta.
—La cosa es que, sé que esas dos horribles tragedias no tienen nada que ver
contigo, pero cuando la gente piense en lo que pasó recientemente, pensarán sobre
lo que pasó antes. El pasado se arrastrará de regreso hasta aquí, y eso es la última
cosa que necesita esta ciudad, señorita Keeton. Ahora, me pongo en marcha, pero
piensa en lo que he dicho.
¿Sobre qué, exactamente, se suponía que debía pensar? Volteé una vez que la
puerta se cerró detrás del alcalde, furiosa y completamente confundida. Podía
entender que la ciudad entera no quisiera que yo hiciera entrevistas sobre el Novio.
Era una ciudad pequeña, y la mala prensa no era buena prensa, pero vamos. ¿Qué
iba a hacer yo con exactitud que tuviera tal cantidad de impacto? Tenía que ser algo
más, algo más detrás de por qué él era tan infeliz con mi regreso.
—¿Sí?
Oh, cielos.
—Tengo una pregunta para usted, señorita Keeton —dijo, mientras lo guiaba
hacia la cocina—. ¿Acabo de pasar al alcalde allí fuera?
Él caminó hacia el tablón de corcho y vi que su parte trasera era justo tan
atractiva como su frente. Vaya. Regresando a la cocina, hice una jarra fresca de
café, y acababa de servirme una taza para mí cuando la puerta se abrió. El detective
Conrad estaba de regreso, con las manos vacías. —¿Le gustaría una taza? —Sentí
como que tenía que ofrecerle de nuevo.
—Eso sería bueno. —Tomé un sorbo del café—. Me gustaría que los huéspedes
no sean conscientes de algo de esto.
—Eso es fácil de hacer. —Apoyándose por la cadera, apuntaló sus codos sobre
la encimera—. Puedo hacer que un sujeto llegue aquí como en una hora. Me
aseguraré de que se mantenga fuera del cabello de todos. —Hizo una pausa—.
Tengo que decir, que aprecio el hecho de que seas observadora.
—Aprendí a serlo —admití, acunando mi taza con ambas manos—. ¿Cree que
la llave perdida esté relacionada a la desaparición de Ángela?
—No estoy seguro, pero tendremos que revisar todos los caminos hasta que
algo aparezca.
Leyendo entre líneas me dijo que todas las vías en las que habían buscado hasta
ahora terminaron en nada. Inquieta, tomé un sorbo del café. —¿Cómo alguien
puede desaparecer sin algún rastro?
—Pasa más de lo que las personas notan —remarcó él, sus ojos encontrando
los míos—. Creo que sabes eso.
—¿D… discúlpame?
—No creí que lo hicieras. Él hablaba mucho sobre ti en aquel entonces. Le dije
más de una vez que rastreara tu culo. —El detective Conrad destelló una rápida y
muy encantadora sonrisa—. Incluso le dije que casarse con Irene fue un error. Su
corazón no estaba allí, no importaba cuan mal él quisiera que lo estuviera.
Mis labios se separaron cuando sacudí mi mano hacia atrás, salpicando mi café
sobre mi mano. Ni siquiera sentí el líquido caliente. ¿Qué acababa de decir él?
—Creo que él te dio espacio, ya que estabas confundida, pero todo se resolvió
de nuevo. Es divertido cómo la vida hace eso. —Se enderezó, completamente ajeno
al hecho de que mi quijada estaba sobre el suelo—. De cualquier forma, voy a
llamar a...
—¿Qué dijiste sobre Cole estando... estando casado? —pregunté, sabiendo, solo
sabiendo, que lo había oído mal, porque si Cole hubiera estado casado, él hubiera
dicho algo. Tuvo que haber dicho algo.
Lo miré fijamente.
Esas tres palabras estaban en un círculo vicioso, a pesar de que la cosa más
apremiante estaba sucediendo; por ejemplo, el detective altamente atractivo
llamando a un especialista forense en este momento, para que viniera a recolectar
huellas.
¿Cómo pudo Cole no mencionar eso? Estar casado parece un detalle súper
importante cuando estás hablando con alguien sobre segundas oportunidades y
derrumbar paredes de teflón.
Por otro lado, solo habíamos regresado a la vida del otro por una semana.
Era dolor, y era estúpido, porque no creía tener el derecho de sentirme herida
por el hecho de que Cole avanzó de verdad, al punto en que se casó. Yo dejé esta
ciudad. Lo dejé, y solo porque yo no había avanzado, no esperaba lo mismo de
Cole.
Es por eso que descubrir que él estaba casado con un extraño virtual dolía. Es
por eso que estaba cuestionándome como el infierno qué hacer cuando se trataba de
él.
A la mierda con la parte de “estar sola y ordenar las cosas”. Necesitaba llamar
a Miranda y decirle lo que había descubierto.
—Sí. —La mirada de Cole permaneció fija en mí—. ¿Todo bien, Sasha?
Quería soltar a borbotones todo el asunto del matrimonio, pero ahora no era el
momento, así que asentí y sonreí. —Seguro.
Me estudió por un segundo y luego se alejó caminando. El detective Conrad
palmeó el hombro de Cole con una mano. Se dirigieron hacia el comedor, pasando
a mamá en el camino.
El cabello de mamá estaba hacia atrás, atado en su nuca en un bajo moño, pero
varios delgados mechones enmarcaban su rostro. Colocó las manos sobre el
escritorio y se inclinó, susurrando—: Ese es un hombre atractivo, ¿no es así?
—Es una ciudad tan pequeña —dijo ella, mirando sobre su hombro—, y nunca
había visto a ese hombre. Hubiera recordado ver a ese hombre.
Asentí, esperando decirle sobre que Cole había estado casado previamente,
pero antes de que pudiera decir algo, las puertas de la posada se abrieron de nuevo.
Esta vez, eran nuevos huéspedes.
Él merodeó hacia los escalones. —Solo en caso de que no lo hayas notado, está
nevando.
Era asombroso.
Creía que necesitábamos besarnos de nuevo. Abrí los ojos. Una ráfaga de
viento sopló nieve sobre el porche. Un segundo pasó, y luego recordé. Mis ojos
volaron a los suyos.
Sus ojos pálidos sostuvieron los míos. —No quería que lo descubrieras de esa
forma.
Aire cálido nos recibió mientras la puerta se cerraba. —¿Qué me dices sobre el
detective y el investigador? —pregunté, manteniendo mi voz baja—. ¿No deberías
estar con ellos?
Inclinó su cabeza a un lado. —Debo estar justo donde estoy, hablando contigo.
No me excluyas.
—Acabas de descubrir, por parte de alguien que no fui yo, que estuve casado —
dijo él, en voz baja, inclinando su cuerpo hacia el mío—. Necesitamos hablar sobre
eso, pero estás saliendo con excusas para retrasarlo. Eso es excluirme.
Poniendo el correo tras el mostrador, admití que él tenía un punto. Miré hacia
la sala. Uno de los huéspedes estaba descansando en frente de la chimenea.
Mi cerebro corrió de regreso a esa cena, y recordé eso. —De acuerdo. Así que
la cena no salió como lo planeado, pero nos hemos visto casi cada día desde
entonces. Esa es, como, una gran noticia para no mencionarla.
—Tienes razón. —Avanzó—. Pero muchas cosas han estado sucediendo. Cada
vez que pareció ser el momento correcto, más mierda sucedía. No tengo razones
para ocultarte eso a propósito.
—Yo no... no sé qué pensar —admití, inclinando la cabeza hacia atrás, contra
la puerta. Dejé salir un pesado suspiro—. No es como que creí que estuviste soltero
todo este tiempo. Incluso hubo una parte de mí que aceptó que te habías casado.
Quería eso; quería que estuvieras feliz y enamorado. Realmente lo hacía.
—Lo sé. —Dio otro paso más cerca—. Pero estoy tomando esto como si,
realmente, no te gustara saber que estuve casado.
Oírlo decir eso me hizo querer encogerme de vergüenza. —Honestamente, no
sé cómo sentirme sobre eso. Quiero decir, realmente me tomó con la guardia baja.
Cole estaba en frente de mí, y no protesté cuando tomó mis manos, jalándome
lejos de la puerta. —Quizás sabrás cómo sentirte sobre ello después de que te lo
diga en realidad.
Por supuesto que ella sería alguien que iba a un gimnasio, mientras que yo
olvide cómo lucían esas cosas por dentro.
—Nos casamos seis meses después. Una ceremonia pequeña —continuó él, y
traté de mantener mi expresión abierta—. Irene es una gran mujer. Aún
mantenemos el contacto. No muy a menudo, pero siempre disfruto verla. No hizo
nada malo en el matrimonio.
Una irónica sonrisa se formó en sus labios. —Yo trabajaba mucho, así que
siempre estaba lejos de casa, bastante a menudo. Ella trató de estar bien con eso,
realmente lo hizo. Y yo continué diciéndome a mí mismo que la razón por la que
trabajaba turnos de doce horas fue porque era nuevo en el FBI. Tenía que trabajar
mis horas. Luego, ella quiso comenzar una familia, y eso... eso era lo último que yo
quería. Para ser muy sincero, al momento en que ella me sentó y dijo que quería un
bebé, ni siquiera pensé sobre eso. Le dije que eso no iba a ocurrir. Me sentí como
un gran imbécil, pero eso fue lo que hice. Ella dijo que estaba bien con eso, y pensé
que ella realmente quería estar. Lo cierto era que, ella no lo estaba, y entonces yo
debía hacer lo correcto y terminé con el matrimonio.
Cole se movió más cerca, descansando sus brazos entre sus piernas dobladas.
—Hace dos años, me preguntó si la amaba más a ella o al trabajo, y fue cuando nos
separamos, y luego nos divorciamos. Lo arruiné. Realmente lo hice. No soy
perfecto, Sasha. Debí haber sido honesto conmigo mismo y con ella. Tan horrible
cómo es decir esto, nunca debí casarme con ella. Hacer eso me hizo la clase de
hombre que nunca quise ser.
Inhalé suavemente.
De acuerdo. Estaba bastante feliz de oír esa última parte, y probablemente, eso
no decía cosas buenas sobre mí. —Yo... —comencé a decir que lamentaba oír eso,
porque esa es la respuesta natural cuando descubres que alguien se divorció, pero,
seguro como el infierno, eso no sería sincero, considerando que ya me había dado
un orgasmo y cómo me sentía por él. Así que decidí ser honesta—. No sé qué decir,
Cole. Quiero decir que lo siento, pero yo... no lo siento. —Levantando la mirada a
la suya, ignoré el calor deslizándose a través mi rostro—. Si aún estuvieras con ella,
entonces no estaríamos sentados aquí.
Me tensé, incluso a pesar de que imaginé que había muchas cosas que él no
tuvo oportunidad de decirme.
—No, nena. No fue el trabajo. Por mucho que amo lo que hago, nunca quise
que ésta fuera mi vida. Hice mi vida a través de esto. Lo que se interpuso entre
Irene y yo no fue el FBI. Fuiste tú.
—¿Qué? —balbuceé.
—Me oíste bien. —Tomó mi mano, sosteniéndola entre las suyas—. Fuiste tú.
Siempre has sido tú.
Oh por Dios.
Mi pulso estaba más que acelerado por una razón totalmente diferente ahora.
—Yo...
El investigador sacó lentamente una caja de cartón negra del tamaño del
paquete. Lucía como una caja plana de regalo para mí. Contuve la respiración
mientras él la abría.
—¡Oh, Dios santo! —Mamá golpeó sus manos sobre su boca y rápidamente
volteó a un lado.
—¿Qué es? —Me adelanté unos pasos, pero no muy lejos, porque de repente,
Cole estaba en el corredor, frente a mí—. ¿Mamá...?
Cole maldijo mientras el detective plantaba sus manos en sus caderas, y una
horrible sensación se extendió como una mala hierba, ahogándome mientras salía
al corredor.
Era un dedo.
Un dedo de mujer.
Traducido por Antonietta
—Llama a Miranda y tráela aquí —dijo Cole, en voz baja—. Hazle saber lo
que sucedió. Destaca la importancia de mantener eso en silencio.
Me empujé fuera de la pared. —Ella no necesita estar aquí. Solo necesito unos
minutos para mí…
Fui a pesar de que mi primer instinto era alejarme. Envolvió sus brazos
alrededor de mí, una mano en el centro de mi espalda y la otra curvada alrededor
de la parte posterior de mi cuello. Deslizó su mano arriba y abajo de mi espina
dorsal.
—Sí, nena, lo había. —Su tono era sombrío—. Tyron va a necesitar hablar
contigo otra vez.
Mis dedos se curvaron alrededor de su camisa. —Ese era el dedo de una mujer.
Retrocedí, recordando que había algo sobre el paquete que no sabía. —¿Cuál
era la dirección?
El pecho de Cole se elevó con una respiración profunda, pero antes de que él
pudiera responder, hubo un golpe en la puerta. —¿Sí? —gritó él.
—Sí. —Di un paso atrás, y Cole dejó caer un brazo pero mantuvo su otro brazo
alrededor de mi cintura mientras el detective entraba. Dejó la puerta abierta—.
Detective Conrad…
Vernon Joan.
—El Novio está muerto —terminó Tyron por mí—. Pero obviamente alguien
está diciendo algo con este paquete.
—Pero, ¿qué podrían estar diciendo? —Miré la bolsa que Chris sostenía, y mi
mente fue al peor lugar posible. Solo cosas de las cuales las pesadillas estaban
hechas podrían ser dichas con un paquete como ese y con esa información de la
dirección.
No hubo respuesta.
***
Tyron formuló las mismas preguntas que Derek y Cole preguntaron después
que mi auto fue destrozado y el venado fue dejado en la camioneta de mi madre,
luego se fue, junto con el investigador.
—Lo sé. Desearía poder decirte algo que no te asustara. Pero esto… esto no
luce bien.
Deseando una copa de vino o tal vez una botella entera, me senté sobre el
brazo del mueble. Levanté la mirada hacia él. —¿Qué crees que está pasando aquí?
Quiero que seas honesto conmigo y no trates de esconder nada.
Cole se dirigió hacia a mí y puso las manos sobre mis piernas. Sus ojos
encontraron los míos. —Odio decirlo y no quiero asustarte, pero todo esto está
ligado a ti.
No había duda de eso. Me encogí de hombros. Quería preguntar por qué, pero
sabía que había algo que hacer con el Novio. Qué era exactamente lo que no
entendía.
—¿Piensas que lo que sucedió a Ángela tiene algo que ver conmigo? —
pregunté, casi temiendo su respuesta.
Negó con la cabeza. —Eso no lo sé. Podría estar relacionado, pero podría ser
que no.
—Dios —susurré y exhalé más o menos—. Desearía poder haber visto el rostro
de ese hombre de ayer.
Cole me estudió. —La verdad es, si esa persona en verdad tomó la llave de
Ángela y si no tiene nada que ver con la otra cosa, ha estado aquí. Sabía cómo
entrar.
—Muchas personas podrían saber sobre ese túnel, Cole. Está en el registro
histórico, por el amor a Dios. —De repente recordando que tuve un visitante hoy,
casi me caigo del brazo del sofá—. El alcalde pasó por aquí hoy. Lo olvidé por
completo.
Le conté lo mejor que pude recordar. —¿No es raro? Quiero decir, entiendo
que si iba a los medios, arrastraría el pasado, pero en serio, ¿cuál sería el gran
problema? Tiene que ser más que esto.
—Tiene que ser. —Entrecerró los ojos—. Tengo que admitir, no lo descarté
completamente cuando lo mencionaste la primera vez. Solo dudé que tuviera algo
que ver con el vandalismo.
—Todavía no estoy seguro. ¿Cuál podría ser el motivo? Eso es lo que no estoy
entendido.
—Ídem —murmuré—. No sé quién más podría estar detrás de esto, esa cosa en
la caja, es un nivel completamente diferente. Este no es alguien jugando. Esto…
esto es aterrador —repetí.
De algún modo, eran aún más alarmante que antes, porque no vi venir al
Novio, pero veía esto. No había escapatoria, sin inconciencia.
—No voy a dejar que nada te pase —prometió Cole, apretando mis rodillas—.
Voy a mantenerte a salvo.
Levante la mirada hacia él. —Me voy a mantener a salvo. —Hice una pausa, y
lo haría. No era una pobre damisela en apuros. Había pasado por lo peor, y me
protegería a mí misma. También necesitaba dejar de ser estúpida cuando se refería
a aceptar protección—. Pero te dejaré ayudar.
Poniendo mis manos sobre las suyas, dejé salir una temblorosa respiración. Un
tentáculo de miedo se curvó alrededor de mi garganta. —Esto da miedo, Cole.
Tomando mis manos, me levantó hacia su pecho una vez más. Su abrazo era
apretado y lleno de fuerza. Inclinó su cabeza, rozando sus labios sobre mi frente. —
Vamos a averiguar qué demonios está pasando. —Echándose hacia atrás, dijo—:
Voy a hacer unas cuantas llamadas. ¿Te importa que me quede aquí para hacerlo?
Suponía era solamente cuestión de tiempo antes que los Federales estuvieran
involucrados. —Ponte cómodo. Voy a hablar con mamá.
Pasando junto a él, miré hacia la puerta cuando Cole me agarró por la cintura y
me tiró contra él. Antes de que pudiera tomar mi siguiente respiro, me besó duro y
profundo. Mi pulso inmediatamente martilló. Cuando se apartó, estaba un poco
mareada. Levanté la mirada, y nuestros ojos se encontraron. No pude evitarlo, pero
mis pensamientos regresaron a Irene. Todo eso se había desvanecido al fondo junto
con el golpe en la puerta, pero ahora el conocimiento de que Cole estuvo casado,
que dijo que siempre fui yo, seguía en el fondo de mi mente.
—Regresaré pronto.
—De acuerdo.
—Nunca lo hagas otra vez —dijo, caminando directo hacia mí. Tomó mis
brazos—. Entiendo por qué lo hiciste, pero no me mantengas en la oscuridad. Si
algo pasa, dímelo. Soy una mujer adulta, y puedo manejarlo bien.
—Lo sé y lo lamento.
Los labios de mamá se apretaron cuando miró hacia la puerta cerrada que
conducía a la cocina. —Parte de mi desea que no hubieras venido a casa.
—¿Qué? —jadeé.
—Te quiero a salvo, Sasha, y no siento que estés a salvo aquí —admitió, sus
ojos brillando en la suave luz, y si ella comenzaba a llorar, yo lo perdería—.
Desearía no sentirme de esa manera.
—Lo sé. —Y yo sabía que ella realmente quería decirlo. Estaba más allá de
aterrada cuando le dije que venía a casa. Ella no quería nada más que yo estuviera
aquí, pero no así.
Nunca así.
El servicio de la cena fue un borrón, y cada sonrisa y risa se sintió frágil, pero
traté. Miranda apareció durante la misma, junto con Jason y yo los escolté a la
cocina.
—Baja la voz. James no sabe sobre ello. —Di a Miranda una fuerte mirada—.
Se suponía que no dirías nada.
¿Ha estado hablando con Cole? Y también me pregunté si Jason era más que
un amigo de Miranda. Realmente necesitaba encontrar algo de tiempo para platicar
con ella.
—No estaba tratando de excluirte —le dije a Jason en voz baja—. Espero que
lo sepas. Es solo que esto es… bueno, es algo loco.
—Lo sé. —Enderezó sus gafas mientras sonrió—. No lo tomé personal. Por eso
estoy aquí.
—¿Y hacer eso mientras termino el servicio de la cena? —pregunté—. Cole está
por aquí. Probablemente él esté por ahí pronto.
—Duele un poco.
—Tú no…
Miranda se echó para atrás. —Apuesto que desearías poder tener algo de vino.
—Lo hago. —Sin embargo, una conmoción cerebral, incluso menor, pone el
freno en eso.
Nosotros no hablamos de nada hasta que James se fue por la noche. Para ese
punto, yo me había movido de la mesa, estaba sentada sobre el mostrador. Mamá
había tomado asiento, y Jason y Cole permanecían de pie mientras que Miranda
estaba tomando su segunda copa de vino.
—Voy a ser honesto contigo —me advirtió Cole, y caigo en cuenta de lo que
estaba hablando—. La prensa va a escuchar sobre esto pronto. Ellos tienen
maneras. Ya sabes eso. Van a estar todo sobre esto. Tyron y yo podemos
mantenerlos lejos…
Miranda observó a Cole con una pequeña sonrisa y luego me miró a mí. Tomé
la botella y tomé un trago antes que ella interrumpiera. —Lo estoy.
Eché un vistazo a mamá. Ella estuvo callada mientras sorbía su copa de vino,
pero seguía luciendo como lo hacía cuando estábamos en la habitación trasera,
como si estuviera pensando sobre empacar mis cosas y enviarme de regreso a
Atlanta. Que venir a casa fue un error.
***
Cole estaba parado junto a la cama. Su camisa estaba fuera y su arma estaba
sobre la mesita de noche. El botón de sus pantalones estaba desabrochado, y por
varios segundos, me perdí un poco mirándolo. Veintinueve años y nunca había
visto un estómago tan definido. Pensando en ello, realmente nunca había visto un
paquete de seis en la vida real. Hasta este momento, estaba comenzado a creer que
era como un unicornio.
—No creo que sea verdad. —Sus manos cayeron a sus costados. Ya se había
quitado las botas y sus pies se asomaban desde el dobladillo de sus pantalones—. Sé
que no me invitaste a regresar, pero quiero estar en la cama contigo.
Mi respiración se detuvo.
—Quiero abrazarte —continuó—. Hoy. Ayer. Ambos días han sido duros. Has
aprendido un montón, así que, espero que no me vayas a sacar a patadas.
—No lo haré. —Me moví hacia el final de la cama y dejé que el abrigo se
deslizara de mis hombros. Lo puse sobre el banco, sintiendo su mirada recorrer mis
brazos y mi escote en forma de corazón. —Te quiero en mi cama.
La respiración que Cole inhaló era irregular cuando sus manos cerraron los
puños a los costados. —Estoy aquí contigo. No estoy en ningún otro lugar.
—Lo sé. —Deslicé las manos sobre su duro estómago, maravillado por la
forma en que su cuerpo se sacudía ante mi simple toque. Tenía esos músculos a
cada lado del hueso de la cadera. Me fascinaban—. Pero yo quiero...
—A ti. —Levanté la mirada hacia él una vez más—. Quiero todo de ti.
—Cristo —gruñó, abriendo los labios mientras levantaba las manos y tocaba
mis brazos desnudos con solo las puntas de sus dedos—. No tienes ni idea de
cuánto tiempo he esperado para escuchar esas palabras. Se siente como una
eternidad.
Coloqué las manos a los lados y luego me estiré, besándolo. Las yemas de sus
dedos se acercaron a mis muñecas, donde envolvió sus manos holgadamente.
—Pruébalo.
Pero luego se movió, deslizando sus manos hacia arriba de mis brazos. Me
levantó en la punta de los dedos de los pies y llevó mi boca a la suya.
Y su beso me dijo que no iba a negarme.
El calor sensual fluyó a través de mis venas mientras su otra mano se deslizaba
por mi lado y se deslizaba bajo el dobladillo de mi camisón, evitando mi muslo. Me
besó con fuerza, arrastrando su lengua sobre la mía. Jadeé en su boca caliente
cuando tomó mi trasero y apretó.
Inhalé, sin saber qué decir mientras lo miraba fijamente. Su cuerpo era
hermoso. Una obra de músculos cincelados y de longitud magra. Un ligero vello le
cubría, y su erección era gruesa y larga, sobresaliendo.
Cole era... no le faltaba nada ese departamento, y era más que hermoso, y yo...
Yo no lo era. Mi cuerpo no era de líneas largas y delgadas. Era más grumoso y
curvo. En realidad, estaba bastante segura de que algunos de los bultos tenían sus
propias curvas. Estaba lejos de ser impecable, y luego estaban las cicatrices.
—No.
Su cabeza se inclinó hacia un lado. —No hay nada sobre ti que no quiera ver.
Nada de ti que no me vuelva loco.
Mi corazón comenzó una carrera, meneé la cabeza. —No lo sabes, Cole. Yo...
Entrégate.
Esa palabra rompió mis defensas, y me encontré susurrando que sí. Todavía
sosteniendo mi mirada, recogió mi camisón y lo levantó cuidadosamente sobre mi
cabeza. El material desapareció, y yo estaba de pie delante de él con mis bragas
rosa pálido. Ni siquiera bragas sexi. De algodón. Con flores rosadas y azules, creía.
Antes de que perdiera todo el valor, me enganché mis dedos alrededor de mis
bragas, los empujé hacia abajo y salí de ellas. Entonces no había nada entre él y yo.
Su mirada se movió lentamente sobre mi cuerpo.
Sus palabras hicieron que mis músculos se agitaran, porque aunque lo encontré
todo difícil de creer, sabía que él creía cada palabra que acababa de decir.
—Quédate ahí.
Entonces él estaba cien por ciento centrado en mí. Tomó mi mano mientras me
besaba, lentamente me dio la vuelta y me apoyó hasta que me topé con la cama.
Suavemente me guio hacia abajo, cruzando sus manos bajo mis brazos y
levantándome, depositándome en el centro de la cama.
—Esperé años por esto. —Se inclinó sobre mí, y el contacto de su cuerpo con el
mío, sin nada entre nosotros, encendió un fuego—. Ya lo sabes, ¿verdad?
—Estoy cien por ciento lista. —Para demostrarlo, me senté y tomé el control,
amando su profundo gemido mientras rodaba el condón.
—Demonios —gimió.
Desde que estuve allí, quería explorar su piel dorada. Me acerqué a sus caderas,
trazando esas maravillosas bandas de músculos. Estaba llegando más bajo cuando
de repente me encontré en mi espalda, sus labios arrastrando un resplandor de
besos calientes y ardientes por mi rostro y más y más bajo, hasta que sus labios y
boca se cerraron en las puntas de mis pechos.
Mis voraces manos estaban sobre él. Estaba temblando, y casi me desmayé
cuando sentí el primer contacto de él empujando.
—Demonios, Sasha, eres... —Su voz se ahogó cuando levanté mis caderas y él
se metió, sentado completamente. La presión y la plenitud eran increíbles—. Eres
perfecta.
—Dios —dijo, levantando la cabeza. Besó mis labios hinchados—. Eso fue...
—¿Qué diablos estaría mal conmigo si hubiera algún problema? —Apartó las
sabanas y se subió, deteniéndose lo suficiente para apagar la luz. La habitación
estaba inundada de oscuridad y solo la débil luz de la luna entraba.
Mi corazón se hinchó tan rápido y ferozmente que pensé que iba a llorar. Pasó
un momento y sentí que sus labios rozaban mi espalda. Me concentré en tomar
varias respiraciones profundas, trabajando el feliz pequeño nudo desordenado de
mi garganta.
Mientras yacía en sus brazos, mi mente vagaba por la noche, todo el camino de
regreso a cuando me hablaba de su ex esposa. Estuvo a punto de decirme algo, pero
nos interrumpieron. Me torcí sobre la espalda. Su mano se deslizó hasta mi cadera,
dejando un rastro de fuego en su estela. La luz de la luna plateada acariciaba el
puente de su nariz. Tenía los ojos cerrados, la expresión relajada. —¿Aún
despierto?
—Sí. —Se rio, deslizando su mano para descansar entre mis pechos—. Ha
habido muchas pistas.
—Cole —susurré.
No sabía qué decir, así que rodé sobre mi lado y me planté contra él,
enterrando el rostro en su cuello.
—Irene no sabía nada de ti, ni de nosotros. Nunca me sentí bien hablando de ti.
Por eso ella creía que era el trabajo, pero no lo era. Solo fue que un gran pedazo de
mí estaba siempre contigo.
—Oh Dios —murmuré, agarrando su hombro con la mano que no estaba entre
nosotros. Las lágrimas brotaron en mis ojos—. Yo... era lo mismo. Es lo mismo
para mí.
Estaba lista.
El alboroto de emociones que sentía era bueno, y una pequeña sonrisa tiró a las
comisuras de mis labios. Por fin estaba lista.
No tardé mucho en dormirme y por primera vez en mucho tiempo dormí sin
pesadillas.
Traducido por LittleCatNorth
Mordí mi labio inferior, pero eso no detuvo mi sonrisa. —No tienes que hacer
esto.
—Es dulce de tu parte que lo hagas —dije, mi mirada viajando sobre sus largas
piernas. Él estaba usando vaqueros que se desteñían sobre sus rodillas—. Gracias.
Cole rio desde abajo del lavabo. —Oh sí, cariño, tú puedes.
Nadie de la prensa se apareció, pero cada vez que oía la puerta, esperaba que
ese sombrío reportero se apareciera de repente una vez más o que entrara el
Detective Conrad. Tyron nunca se apareció a hacer más preguntas. Más tarde esa
noche, le admití a Cole que esperaba que el detective se pasara por aquí, pero Cole
explicó que eso era común. Tyron había preguntado todo lo que necesitaba hasta
ahora, y si se olvidó de algo, regresaría.
Cole sacó por completo todos los pensamientos del detective de mi cabeza
cuando estuvimos en la cama. Primero fue con sus manos, su boca, y luego con
cada parte de él. Luego, después de todo, cuando yacíamos en los brazos del otro,
lo hizo de nuevo.
Yo estaba corriendo mis dedos sobre su mano, trazando la línea de sus huesos,
desde un nudillo al otro. Mi mano se detuvo. —¿De nuevo?
—Nunca los conociste antes —continuó él—. Y quiero que los conozcas.
—Yo... —Me fui apagando, porque no tenía idea de qué estaba a punto de
decir.
Él lanzó su larga pierna sobre la mía. —No estás planeando ir a ningún sitio
pronto, ¿o sí?
—No.
—Entonces creo que es una gran idea que conozcas a mis padres.
Cole me bajó sobre la cama, su peso medio sobre mí, y eso no me importaba en
lo absoluto, mientras ambos yacíamos allí, yo sobre mi vientre, nuestros cuerpos
enredados juntos, estando envuelta por su peso, su olor, todo. Completamente
satisfecha, estaba flotando en ese estado medio despierta y en la gloria. Su mano se
arrastró por el centro de mi espalda y sobre mi cadera. —¿Estás bien?
Él rio. —Voy a salir. Tengo que ir al trabajo. Te llamaré más tarde, ¿de
acuerdo?
—Mmm-hmm.
Sus labios acariciaron mi hombro. —¿Tienes que poner una alarma o algo?
—Uh-uh.
Riendo, con esa risa sexy de nuevo, se elevó encima mí y me besó la mejilla,
jaló el cobertor hacia arriba, acomodándolo sobre mi espalda, y luego se fue.
Sintiéndome de una forma en la que no me había sentido en un largo tiempo, caí de
regreso al sueño justo de la forma en que Cole me dejó, sobre mi vientre y con una
sonrisa sobre mi rostro.
***
Mi celular sonó alrededor de las diez en punto de la mañana del lunes,
mientras yo estaba haciendo más de dos horas de contabilidad. Cuando vi el
nombre de Miranda apareciendo sobre mi pantalla, el descanso fue más que
bienvenido.
—Oh Dios mío, chica, ¿por qué no me dijiste que el detective Tyron es un
hombre atractivo? —exigió ella.
—Él estuvo aquí, pero no tengo mucho tiempo. Estoy entre clases ahora mismo
— continuó ella—. Pero no vas a creer lo qué sucede y tiene que ver con el por qué
ahora sé que el detective Conrad será el padre de mis futuros bebés.
—No. Él estaba aquí con otro detective esta mañana. Yo estaba hablando con
Cindy, ella es uno de los consejeros aquí, y lo vi hablando con el entrenador Currie.
Lo recuerdas, ¿cierto? ¿El atractivo entrenador por el que babeábamos en la
escuela? Te dije que él aún trabaja aquí.
Mi pulso se aceleró cuando bajé la mirada hacia la sombría puerta del sótano.
Estaba bloqueada, y Cole puso una cerradura de seguridad en ella, algo que
probablemente debimos haber hecho hace mucho tiempo.
Temblé.
Los entrenadores usaban gorras de beisbol. Así como lo hacían muchas otras
personas, como más de la mitad de la población masculina y femenina. Era una
gran exageración, pero Tyron estaba interrogándolo.
Di clic sobre fútbol y fui recompensada con una serie de imágenes de los
equipos de preparatoria, el universitario junior y el de primer año. Dando clic en
uno que mostraba a los entrenadores de pie detrás del equipo, mientras posaban en
las bancas, agrandé la foto, pero no fui capaz de reconocer sus rostros. O algo.
Pero ellos estaban usando gorras de beisbol como el hombre en las escaleras.
Nada.
—Y estaba pensando sobre el sujeto que estuvo aquí dentro. Él usaba una gorra
de beisbol. Me metí en la red para ver si puedo encontrar una foto reciente del
entrenador. —Inclinándome hacia atrás, crucé mis brazos—. Pero no hay nada
bajo su nombre y las fotos del fútbol no son de mucha ayuda.
Santa mierda, ella tenía razón. Ahora que veía a la cabeza del bulldog, entendí
por qué originalmente creí que era familiar. Todo pasó tan rápido y estaba tan poco
iluminado en las escaleras, pero ahora que vi la mascota, lo sabía. Sabía lo que
había visto.
Pero él podría no tener nada que ver con el vandalismo o el... el dedo. Mi vida
no tenía absolutamente nada que ver con la suya. Así que quizás estas dos cosas, lo
que sea que pasó con Ángela y lo que me pasó a mí, no estaban relacionadas en lo
absoluto. Esas tenían que ser buenas noticias, pensé. No estaba segura sobre qué
creía al respecto, pero se sentía de esa manera para mí.
—Me gusta pensar eso. —Una débil sonrisa apareció—. ¿Qué descubriste allí?
Respiré profundamente. —Creo que el sujeto que estuvo en las escaleras pudo
haber sido el entrenador Currie.
***
Los miré, pero realmente no los estaba viendo, porque todo lo que veía era a la
hermosa Ángela de pie en la cocina, sonriendo mientras mordisqueaba una galleta.
Todo lo que escuchaba era a Ángela charlando sobre nada y todo.
Ya no iba a sonreír.
Meyer deslizó su insignia en su chaqueta. —La estación calle abajo, tiene una
habitación disponible que podemos usar.
—Um. Tengo un gran favor que pedirte —dije, la voz sonaba rara a mis
propios oídos.
—Odio pedirte esto, ¿pero puedes venir a la posada y vigilar las cosas hasta que
mamá regrese?
—No, pero estaré bien. —Mi mano tembló—. ¿Estás seguro de que puedes
hacer esto?
—Por supuesto —respondió Jason—. Estaré allí en diez minutos o menos.
—Está bien. —La frialdad se filtró en mis huesos—. ¿Cómo puede ser
inconveniente cuando alguien… alguien ha muerto?
***
De verdad le debía a Jason. Ahora mismo estaba sentado detrás del escritorio
de la posada, sin tener idea de lo que estaba haciendo, pero estaba sentado allí hasta
que mamá volviera. Le avisé sobre la estación de policía. Tampoco le dije de
Ángela, porque no había manera de lanzar ese tipo de noticias en un mensaje de
texto.
¿Cole sabía que estaba con estos agentes? Él mismo era un agente federal. ¿No
lo sabría? Tal vez era un pensamiento estúpido. No era como si el FBI tuviera una
mente colmena gigante.
Mis manos estaban frías a pesar de que las metí entre las rodillas. Fui escoltada
por la entrada trasera de la comisaría, por un pasillo estrecho, y luego puesta en
esta habitación con una pequeña botella de agua.
Myers se puso rígido. —Esto no tiene nada que ver con el agente Landis. —La
piel se arrugó alrededor de sus ojos mientras se sentaba a la mesa—. Señorita
Keeton, vamos a ser muy contundentes con lo que pasó.
—No espero nada menos —dije, respirando hondo—. ¿Por qué me hablan de
eso ahora… sobre Ángela?
Tyron puso su mano en mi brazo. —El cuerpo de Ángela fue encontrado esta
mañana. Faltaba el dedo anular de su mano izquierda.
—Su cuerpo fue encontrado por la vieja torre de agua de la Ruta 11 —habló
Rodríguez, con voz más amable.
Tyron dejó caer el pie al suelo con un fuerte golpe y se inclinó hacia delante. —
¿Qué diablos se supone que quiere decir, Myers?
Bajando la mano, miré al agente. Estaba sentado, con los brazos cruzados
sobre un pecho hinchado. —Lo que estoy diciendo es que la señorita Keeton parece
una mujer brillante. Ella puede poner dos y dos juntos. Tenemos un imitador en
nuestras manos… o tenemos a alguien tratando de hacer que se vea de esa manera.
La ira aumentó, empujando hacia abajo el horror. —Sí, puedo poner dos y dos
juntos, pero seguro que no me dice por qué insistió en traerme a la comisaría para
decirme esto.
—Lo sé. —Mis manos temblaban, así que las empujé de nuevo entre mis
rodillas—. Sé que soy la única. —La habitación parecía que se había encogido.
Eché un vistazo a la puerta, deseando salir de aquí tanto. Miré a Tyron. —¿Qué le
pasó a Ángela?
Lo que quería hacer era salir de esta habitación, ir a casa, y tener espacio,
silencio y tiempo para procesar lo que me dijeron. Pero no podía hacer eso. Ya no
podía ser esa persona. No era solo cobarde. También era egoísta, porque si pudiera
de alguna manera ayudar a Ángela en la muerte, lo haría, así que asentí.
A pesar de que ya había estado en esta carretera más de una vez, les dije todo
lo que recordaba, tomando descansos para beber agua. No fue hasta que terminé de
decirles sobre el descubrimiento de la llave de la casa desaparecida de Ángela que
recordé lo que sospechaba antes.
—Creo que podría haber averiguado quién tomó la llave de Ángela. Podría
estar equivocada…
Miré a los hombres. —Creo que podría haber sido el entrenador Currie. Es por
eso que te llamé antes —le dije a Tyron—. ¿El emblema del que le hablé a Derek,
quiero decir, oficial Bradshaw? Creo que fue el bulldog, la mascota de la escuela
secundaria. Sé que miles de personas podrían tener esa gorra de béisbol y camisa,
pero… escuché que él estaba siendo interrogado esta mañana, y eso fue lo que
desencadenó el hecho de que el emblema de la gorra parecía vagamente familiar.
Tyron arqueó una ceja, pero no, por suerte, preguntó cómo yo sabía que Currie
fue interrogado. —¿Tienes algún tipo de relación con el Entrenador Donnie Currie?
—No. Quiero decir, estaba entrenando en la escuela cuando fui allí, pero hasta
allí llega la extensión de que lo conozco.
—Pero él estaba alrededor durante la época del Novio —dijo Rodríguez—. ¿No
le has visto desde que volviste, excepto cuando crees que te encontraste con él en la
posada?
—No lo he visto. En absoluto. Solo he salido una vez, y eso fue en un
restaurante de la calle con mis amigos.
—El asador a pocas cuadras abajo —expliqué, dándoles el nombre—. Eso fue
hace una semana.
Myers se movió en su asiento. —¿Alguien más con quien has hablado? Aquí
Tyron nos ha dicho que estás viendo a Cole Landis.
Asentí una vez más. —Sí. Nosotros…um, salimos antes de que me fuera y
volvimos a conectar.
Mirando a Myers, negué con la cabeza. —No. Solo estuve en contacto con mi
madre y mi amiga Miranda.
Las puntas de mis oídos hormiguearon. —Una vez que escuchó que yo estaba
de regreso en la ciudad, vino a verme y el resto… —El resto no era asunto suyo—.
Volvimos a conectar.
Una persona vino a la mente, y era posiblemente el lugar más incómodo para
plantearlo. —Ha habido alguien, pero va a sonar loco. Cuando salí a cenar, me
encontré con el alcalde.
Los dos agentes compartieron una mirada y luego Rodríguez dijo mientras
escribía algo en un trozo de papel—: ¿Alguien más?
Negué con la cabeza. —No hay nadie más. He pensado en esto. No conozco a
nadie más.
—Está bien —susurré, pensando que lo tenía mucho más fácil de lo que la
familia de Ángela estaba experimentando en este momento. Lo vi salir y luego me
enfrenté a los dos agentes.
Los ojos oscuros de Myers se encontraron con los míos. —¿Ustedes tuvieron
alguna discusión?
Myers inclinó la cabeza a un lado. —Así que, apenas la conocías, pero ella está
muerta y su dedo...
La puerta se abrió con fuerza y de repente Cole entró en la habitación, con los
ojos como hielo glacial. El alivio se derramó en mí.
—Termina esa frase y eso es lo último que harás con tu boca por un tiempo —
advirtió Cole.
—Está bien. Todo el mundo cálmese. —Tyron apareció en la puerta. Sobre sus
hombros, vi unos uniformes azules—. Nadie necesita esta mierda ahora mismo.
—Y por eso te llamé en el momento en que supe que iban a hablar con ella —
respondió Tyron.
Rodríguez levantó la barbilla. —Sabías que teníamos que hablar con ella.
—No lo haces de esta manera —respondió Cole. Se volvió hacia mí, con la
mano curvada alrededor de la nuca de mi cuello. Nuestros ojos se encontraron, y
fue la primera vez que me miró desde que entró en la habitación—. ¿Estás bien?
—Sí —susurré, porque pensé que decir algo distinto de eso no sería inteligente
en ese momento.
Sus ojos buscaron los míos por un momento y luego miró a Rodríguez. —
¿Necesitan algo más de ella?
—Si puedo ser de cualquier ayuda, lo estaré. Te he dicho todo lo que sé, y si
eso no ha sido de ayuda, entonces lo siento.
—¿Entonces, nada más? —preguntó Cole, con tono fuerte mientras deslizaba la
mano hacia mi hombro. Cuando ellos no contestaron, dijo—: Déjame sacarte de
aquí.
Mirando a los agentes, tomé mi bolso del suelo y me levanté. Tyron se echó a
un lado de la puerta cuando Cole me acerco a su costado. Salimos de la habitación
y entramos en el estrecho pasillo.
Crucé mis brazos sobre mi estómago. —Se acabó. Lo que sea, pero… alguien
realmente está imitando al Novio, ¿no? Eso es lo que está pasando aquí.
Tyron apoyó las manos en las caderas. El viento agitó la camisa blanca que
usaba. —Todavía no estamos cien por ciento seguros.
Maldiciendo entre dientes, Cole levantó la mirada hacia el cielo. —¿Qué más
estaría pasando? Alguien por ahí está siguiendo los pasos de un hijo de puta
muerto. Y tú y yo sabemos lo que vendrá después.
***
La mujer no tenía ni idea de por qué era ella, por qué estaba aquí en este frío lugar que
olía a suciedad y muerte. Ángela lo sabía. Lo supo en el momento en que abrió esos bonitos
ojos y vio dónde estaba.
Ángela lloró.
Suplicó.
Como todas lo hicieron, y no había nada malo en eso. Si no abogaban por su vida, ¿qué
vida tenían?
Ángela sabía a quién culpar. Sabía de quién era la culpa de todo esto cuando la hoja
cortó profundamente en su dedo, cortándola. Lo supo cuando tomó su última respiración
jadeante que todavía estaría viva si ella no hubiera regresado.
Pero esta mujer, con su blusa blanca y sus pantalones negros de talla grande, no tenía ni
idea. Era perfecto, de verdad. Ángela sería bastante mala, pero ésta... Oh sí, esta era la guinda
del maldito pastel. Esta mujer era alguien que simplemente tuvo la mala suerte de cruzarse en
su camino.
Fue horrible.
Porque reconocí la mirada en los ojos de mi madre a medida que la noticia del
destino de Ángela se procesaba, mientras trabajaba a través de los detalles de lo que
le sucedió a la pobre chica y lo que eso significaba. Ella me miró como cuando dijo
que casi quería que yo no regresara a casa. Ahora no creo que ella “casi” quiera
eso.
Era un definitivo.
—Uh. Sí.
—¿Hay algo entre tú y Jason?
—¿Qué? —Su cabeza se giró a la mía tan rápido que me sorprendió que no se
lastimara—. ¿Por qué preguntarías eso?
—¿Pero qué?
—Tuvimos sexo —me interrumpió, y cuando mis ojos se abrieron, ella golpeó
sus manos sobre su rostro—. Hace un par de meses. Nosotros salimos. Ambos
bebimos. No estábamos súper borrachos, pero una cosa llevó a otra, y sí, tuvimos
sexo.
Me giré hacia ella. —Guau. Bien. Sospeché algo, pero no estaba cien por ciento
segura.
He procesado todo eso. —¿Te gusta él, como que quieres más que solo algo al
azar, no totalmente borracha conexión?
—¿Por qué no hablas con él, adelantarte para ver cómo van las cosas? —
pregunté.
Sus labios se curvaron en la esquina cuando ella metió una trenza detrás de su
oreja. —Puede que lo haga, pero no quiero arruinar nuestra amistad. No podría
hacerle frente a eso, ¿sabes?
—Sí. —Junte los labios—. Pero creo que deberías pensarlo. Él parece estar
realmente interesado ti y parece que realmente te gusta más que solo un amigo.
Ahora una pesadilla del pasado estaba de vuelta, y tenía que creer que esto
estaba sucediendo. Alguien estaba allí y ya había asesinado a una mujer,
probablemente dos, y sabía que si la persona seguía los comportamientos del
Novio, ya tenía a alguien más.
Pero por qué… ¿por qué el Novio de todos los asesinos seriales con mayor
recuento de cuerpos y que eran más conocidos? ¿Por qué empezó cuando regresé?
En realidad, empezó justo antes de que yo regresara, con la mujer de Frederick. Lo
hizo…
Tan atrapado en mis pensamientos, jadeé cuando sentí fuertes brazos rodear mi
cintura por detrás.
—Sasha. —La voz profunda de Cole resonó en mi oído—. ¿Cuánto hace que
estás aquí?
—Dime.
—Sí, tengo que trabajar, pero mi chica está de pie frente a una ventana en
medio de la noche viendo la nieve, con su mente probablemente llena de terrible
mierda —dijo—. Y eso es más importante que dormir toda la noche.
—¿Estamos qué?
—Que estamos aquí ahora mismo. ¿Han pasado diez años y estamos tan cerca
después de un puñado de días?
Me gustó el sonido de eso mejor que la parte rara. —No estoy segura de que
tengamos tanta suerte en este momento.
—¿Alguien dijo algo que te hizo hacer una pregunta cómo esa? —preguntó
Cole.
Levanté una ceja, preguntándome si desarrolló algún tipo de habilidad para leer
la mente. —Ese agente… el agente Myers dijo algo.
—Dios —susurré.
—Cierto —murmuré—. Ves muchas cosas que no son en blanco y negro, ¿no?
—A veces. —Cole me condujo hasta el sofá y cuando se sentó, me tiró a su
regazo, así que estaba sentada a su lado—. Pero la mayoría de las veces es blanco y
negro. —Hizo una pausa—. ¿Estás pensando y no durmiendo por Myers?
Tenía la sensación de que si decía que sí, no terminaría bien, y la verdad era
que no era solo por Myers. —¿Crees que fue un error que regresara a casa?
Sonreí mientras colocaba mis manos sobre su pecho. —Mamá dijo algo así. Lo
decía desde un buen lugar y uno malo… uno malo lleno de preocupaciones. Está
asustada por mí.
—Sasha...
—Nena. —Agarró mis mejillas mientras sus ojos encontraban los míos—.
Nada de lo que has hecho ha causado esto. No eres responsable de lo que está
sucediendo.
—Yo…
—No puedo… no puedo evitar sentir que estamos a punto de repetir la historia
—susurré, dando palabras al miedo que se estaba construyendo dentro de mí—.
Que va a suceder de nuevo.
Quería preguntarle cómo pensaba detenerlo, pero no iba a haber una respuesta.
No podría haberla.
—Perteneces a casa —dijo, guiando mi cabeza hacia la de él—. Tú perteneces
aquí, conmigo, como debiste haber estado todo este tiempo.
La forma en que mecía sus caderas, la forma en que cada empuje golpeaba el
lugar correcto cada vez con una precisión sorprendente, me llevaba cada vez más
lejos de todo lo que me mantuvo despierta y me perseguía durante el día.
—Esa fue una increíble ayuda para dormir —le dije—. Me gustaría una de ellas
todas las noches, por favor.
Cole rio entre dientes contra mi garganta. —Puedo hacer eso por ti y algo más.
***
Mi auto estaba listo para ser recogido el martes. Como Cole tenía que dirigirse
a Baltimore y alguien necesitaba estar en la posada, Jason me recogió durante el
almuerzo y me llevó al taller mecánico en el camino.
—Tengo que admitir, espero no recibir una llamada tuya en el futuro para ver
la posada por algo así de nuevo.
Jason ralentizó cuando nos acercamos a una luz roja. —¿Has visto el periódico
esta mañana?
—Bien, pero sé que está afectándole. Creo… bueno, sé que está muy
preocupada y tiene miedo. —Estiré las piernas, suspirando—. Odio que tenga que
pasar por esto de nuevo.
—Lo siento.
Inclinó la cabeza hacia un lado. —Solo quería asegurarme que tuvieras tu auto
y todo estuviera bien.
—Está bien. —Jason se rio—. Hablé con ella hace un par de días. Puede que
venga a casa para una visita.
—Eso está bien. —Eché un vistazo a mis llaves—. Será mejor que regrese.
Haciendo una nota mental para obtener una cotización en sustitución de estas
cosas con un abridor automático de la puerta de garaje, sabiendo que
probablemente sería rechazado por la sociedad histórica, subí de nuevo al auto y lo
dirigí al lado de la camioneta de mamá.
La forma, un hombre, se adelantó, saliendo del brillo del frío sol de enero y
entrando en el garaje tenuemente iluminado. El malestar se multiplicó y se
extendió, clavando mis pies a donde estaba cuando vi quién era.
—No quise derribarte por las escaleras. Eso fue un accidente —dijo, dando un
paso al frente—. No quería hacer eso. Tienes que creerlo.
Currie se tambaleó hacia adelante, agarrando mis brazos antes de que pudiera
retroceder. Jadeé cuando sus dedos cavaron. —Esto no puede esperar.
—No tuve nada que ver con lo que le pasó a Ángela. Dios, nunca haría algo
como eso. —Sus ojos marrones se ensancharon—. Estábamos tonteando por allí y
dejé una de mis chaquetas en su casa. No quería perderla. Mi esposa me dejaría y
eso estaría esparcido por toda esta maldita ciudad. Sabía que ella dejaba una llave
aquí en caso de quedarse afuera. Pensé que podría agarrarla y salir sin ser visto. Ese
es el por qué usé el túnel…
—Tienes que dejarme ir. —Traté de liberarme, pero sus manos se apretaron.
Un centenar de imágenes diferentes parpadearon frente a mí, casi todos ellos me
involucraban a mí pateándolo entre las piernas—. Tienes que dejarme ir.
—Pero no tuve nada que ver con lo que le pasó a ella o… —El cuerpo del
entrenador Currie se sacudió hacia adelante mientras sus manos se alejaban. Salté a
un lado, lanzándome dentro de la camioneta de mamá mientras los ojos de Currie
rodaron hacia atrás. Él cayó hacia adelante, estampándose en el suelo.
—Acababa de recordar que dejé mis guantes aquí ayer, detrás del escritorio.
Estaba regresando para conseguirlos cuando vi la puerta abierta.
—Yo…yo no lo sé —susurré.
—¿Estás bien? —preguntó, dando un paso alrededor del cuerpo boca abajo del
entrenador—. Te escuché diciéndole que te dejara ir, y yo… solo reaccioné.
Levanté la llave que estaba en un estante y no lo pensé.
Jason levantó la llave inglesa y tragó con fuerza. —Y tal vez una ambulancia.
***
Jason tenía los lentes en las manos y estaba jugueteando con los brazos
mientras se sentaba en una de las sillas. —¿Él va… va a estar bien?
—Los paramédicos dijeron que debería estar bien. —Tyron cruzó sus brazos—.
No estás en ningún problema.
—En un rato.
Miré las llamas repiqueteando detrás del cristal. Una gran parte de mí no creía
que él fuera el que mató a Ángela y me enviara su dedo cortado, a menos que lo
que dijo afuera no fuera más que una completa mentira. Supuse que era verosímil,
pero, ¿por qué mentir sobre eso?
—Tuvo que haber sido él —dijo Jason—. Estaba sujetando a Sasha y admitió
tontear con Ángela. Tal vez hizo toda la cosa del dedo para deshacerse de la gente.
—Sera mejor que llames a Cole antes de que lo averigüe —dijo él a medida que
se alejaba.
—No creo que ningún día haya ido como se planeó recientemente —dijo
mamá.
Me reí secamente mientras me hundía en la silla. —Esa es la cosa más cierta
que se haya dicho.
—Lo intentaré —le prometí, luego dije adiós. Él hizo un gesto de despedida
con la mano hacia mi madre y luego se fue.
—¿Ángela estaba durmiendo con Donnie Currie? —Mamá negó con la cabeza
mientras levantaba la mirada al cielo—. No lo creo. Ella estaba tan enamorada de
Ethan.
Recordaba la primera vez que le hablé a Ángela, todo sobre lo que hablaba era
de Ethan. —Supongo que realmente no conoces a nadie.
Mamá suspiró. —Las personas solo muestran lo que quieren ser visto, pero
algo sobre lo que ese hombre estaba diciéndote es sospechoso. De cualquier modo,
será mejor que llames a Cole —dijo mamá, y la miré. Ella puso su mano sobre el
esternón—. No quieres que él se preocupe.
Fui a su lado y me arrodillé. —¿Estás segura de que es eso? Tal vez deberías
llamar a tu doctor. Estoy segura…
—Cariño. —Se rio—. Es solo acidez. Estoy bien. No tienes que preocuparte de
mí ahora mismo.
La miré fijamente preguntándome si la piel que entre sus cejas había estado
arrugada desde antes, y si solo no lo noté. —Yo… no sé qué haría si algo… —Ni
siquiera me obligué a terminar la frase.
Sonriéndome, ella se inclinó hacia delante y palmeó mi rodilla. —No voy a ir a
ningún lado por un largo, largo tiempo. Estas atascada conmigo.
—Mejor llama a Cole —dijo, agarrando los brazos de la silla. Me puse de pie,
cediéndole su espacio mientras ella se levantaba—. Y esperemos que lo que pasó
hoy sea… el final. Me siento terrible diciendo eso, pero si era él, entonces se acabó.
***
Apreté la barandilla. —Hoy no tengo la paciencia para esto. Tienes que irte.
Empujándose fuera del escritorio, levantó las manos. —Sé que probablemente
soy la última persona con la que quieres hablar.
Una sonrisa irónica se formó. —Solo porque acabo de escuchar sobre eso.
—El alcalde está convencido de que Donnie Currie es el hombre muy malo que
mató a la pobre y joven Ángela Reidy, y las personas necesitan darse cuenta de que
no hay absolutamente ninguna evidencia que respalde eso.
Casi me reí. —Oh, ¿así que sus motivos son altruistas entonces?
Puso los ojos en blanco. —No feliz. ¿Ansioso? Sí. Es mi trabajo. Me encanta
desenterrar cosas y sacarlas de nuevo a exponerlas. Mi trabajo es reportar la verdad
y alguna veces exponerla.
—Sabes que no voy a darte información sobre el Novio. Así que, ¿por qué estás
aquí? —pregunté.
Mis ojos se entrecerraron. —Sí. Estoy aterrada. ¿Quién no lo estaría? Pero, eso
no tiene nada que ver contigo.
—Mira, sé que comenzamos con el pie equivocado, pero no estoy aquí para
hacer de lo que te pasó una historia. Ese no es el por qué vine aquí en primer lugar.
Estoy esperando que puedas responder una pregunta para mí.
No dije nada, en parte porque no le creía y también estaba curiosa que cual
sería su única pregunta.
—¿Podemos sentarnos? —Hizo un gesto hacia las sillas en el área del salón.
Mis ojos se estrecharon pero asentí. Caminando hacia ellas, me senté y él hizo
lo mismo. Se movió a un lado y alcanzó su bolsillo, sacando una pequeña
grabadora. Me tensé.
—No puedo hacer que me creas, y aunque creo que la gente quiere escuchar tu
historia de sobreviviente, no estoy aquí para informar eso. —Striker se inclinó hacia
adelante, apoyando los codos en sus rodillas—. Yo acababa de salir de la escuela de
periodismo cuando el Novio llegó a esta ciudad. No cubrí la historia. Fue para uno
de los reporteros más veteranos, pero lo seguí de cerca. Incluso después de que tu
escapaste y él estuvo muerto, leí todo lo que pude sobre ello. Podrías decir que me
volví un experto en él y otros asesinos seriales.
Mi labio superior se curvó. —Eso deber ser algo de lo que estar orgulloso.
Él sonrió. —Hay algo… fascinante sobre una persona que entiende lo bueno y
lo malo, pero que no opera sobre ninguna norma social y tiene su propia burbuja
moral.
Tomé una respiración incluso más profunda mientras una idea se formaba. —
Voy a considerar responder a tu pregunta si respondes una mía.
Esto pudiera ser un gran error. Mañana en la mañana él podría escribir una
historia donde yo sospechaba del alcalde, pero estaba dispuesta a tomar el riesgo.
—El alcalde ha estado realmente preocupado de que… hable con alguien como tú y
traiga a colación todo lo que pasó.
—¿Y te estás preguntando el por qué estaría tan hostil por algo así? —preguntó.
—Oh, él es ese tipo persona. Excepto cuando la mala prensa tiene que ver con
él.
—Saber ¿Qué?
Un lado de sus labios se elevó. —El alcalde Mark Hughes es el nieto de Bobby
Hughes, quien vendió un montón de acres a desarrolladores en los ochentas.
Hicieron a su familia muy, muy rica. Ahora, el hijo de Bobby, Robert Junior, es el
padre de Mark. Junior poseía un montón de negocios en el centro. El resto de los
negocios fueron vendidos antes de que Junior muriera. Mark se encargó de uno de
ellos, una ferretería.
—Pero apuesto que no sabías que Bobby tenía una hermana llamada Cora,
quien tuvo un bebé fuera del matrimonio. Eso fue un gran no-no en el día. Cora
tuvo una hija que se casó con un hombre que solía trabajar en la planta de maíz. Su
nombre era Victor Joan.
Me quedé inmóvil.
—Y puedo decir por la mirada en tu rostro que acabas de conectar los puntos.
Victor Joan fue el padre de solo un hijo. Vernon Joan.
—Sí. —Se rio en voz baja—. Ese es el sucio secreto de la familia. Se dio a
conocer brevemente en las secuelas del Novio, pero fue prácticamente barrido bajo
la alfombra.
—Como dije, la gente con dinero tiene mucha palanca. El alcalde Hughes
probablemente está preocupado de que alguien que valore su trabajo un poco
menos que yo, desentierre eso si tu comienzas a dar entrevistas sobre el Novio. —
Un tipo de diversión malvada llenó sus ojos—. ¿Segura que no quieres darme una
entrevista?
—Ahora es mi turno.
—Siempre hubo algo que no tenía sentido… algo que los investigadores con el
FBI realmente nunca abordaron. —Presionó sus manos juntas—. En realidad es
algo que dijiste entonces.
—En los reportes, dijiste que a veces el Novio era casi amable y otras veces era
extremadamente violento. Que tenía severos oscilantes cambios de humor.
Mi estómago se retorció a medida que los pensamientos del alcalde se
marchaban. —¿Si acaso quiero saber cómo leíste algo de eso?
—El Novio era un sociópata. Por supuesto que tenía cambios de humor.
—¿Irías tan lejos como para decir, que un lado de él era paciente y el otro no?
—preguntó en voz baja.
Al principio, todo lo que pude hacer fue verlo fijamente. Lo que estaba
sugiriendo era absolutamente demente.
—Sí, pero… —Pero me fui apagando a medida que pensaba sobre ello,
realmente consideré lo que Striker estaba sugiriendo. Un entumecimiento se vertió
en mi pecho—. ¿Estás diciendo que crees que el Novio era en realidad dos personas
y no una?
Cerrando mis ojos con fuerza, odiaba que él digiera lo que yo ya creía. —Un
imitador seguiría…
Algunas veces el Novio fue hablador, pero cuando estaba molesto, cuando
usaba sus puños y pies, nunca habló. En retrospectiva, lo noté, el Novio nunca
habló cuando estaba enojado. No hasta el último día, cuando me llevo al exterior,
cuando gritó y luego trató de matarme.
—Y es más que eso —continuó Striker—. Porque si había otro trabajando con
Vernon Joan, él escapó. No solo eso, hay una buena posibilidad de que esté
estuviera aquí todo este tiempo, viviendo entre las familias de las víctimas. Nadie se
tomaría mi teoría en serio. No hasta ahora. ¿Crees que es posible?
Santa mierda.
Sentí la silla deslizarse más allá de mí. —Ha tomado a alguien más, ¿no?
Striker asintió mientras se levantaba. —Liz Chapman, una mesera justo al final
bajando por la calle, acaban de reportarla como perdida. Su madre no la ha visto
desde el domingo en la noche.
Traducido por Carilo
También era difícil no ver las extrañas similitudes entre las mujeres. Todas
tenían veintitantos años. Todas eran bonitas en un tipo común, de chica-de-al lado.
Todas eran una versión de rubia.
Al igual que me parecía débilmente a las víctimas del novio hace diez años.
Lo más horrible, y muy probablemente por qué Miranda estaba bebiendo vino
como el agua, era el hecho de que la conocíamos brevemente.
Era tan amable como lo fue la primera vez que lo conocí, pero le dije lo que le
dije a Tyron. Liz fue mi camarera en el asador, y aunque nadie lo dijo en voz alta,
yo sabía. Ellos sabían.
—Creo que necesito una botella de vino —dijo Miranda, mirando su vaso—.
¿Tu mamá solo trajo una botella?
Miranda me miró. Abrió la boca para decir algo, pareció cambiar de opinión y
luego tomó un trago.
Cole se inclinó hacia un lado, y sin siquiera mirarlo, pude sentir su mirada. —
Es el periodista —le expliqué.
—Sí, sé quién es. —La ira aumentó su tono—. Deberías haber dicho algo antes.
No lo quiero...
—¿Qué? —Jason se recostó hacia atrás, con los ojos muy abiertos.
Le lancé una mirada. —El Novio era el hijo de la hermana de su abuelo o algo
así.
—Me sorprende que no saliera y volara como una gasolinera en una película de
acción —dijo Cole.
—No lo hizo porque supongo que el alcalde usó su riqueza para mantener esa
calma —le expliqué—. De todos modos, creo que es por eso que él está preocupado
por mí hablando de lo que pasó. Que las personas empiecen a hacer preguntas de
nuevo y es algo que no quiere criar.
—Entonces tal vez él tenga algo que ver con lo que ha estado sucediendo. —
Jason se llevó las gafas a la cabeza y se le clavaron mechones de pelo castaño—.
Con tu auto, con el de tu madre.
—Oye —dijo, levantando las manos—. Nadie dijo que los asesinos y los
mentirosos eran inteligentes.
—Él tiene un buen punto allí —dije, doblando mis manos en mi regazo—. Pero
también realmente no tendría sentido.
—Bueno, alguien está haciendo lo que hizo el Novio. —Jason tiró un brazo por
el respaldo de su silla.
—Ustedes son tan lindos que me hace querer exprimirlos a ambos a la muerte.
—Miranda suspiró—. También me hace querer tener un novio con el que pueda ser
todo lindo.
Me ahogué en el aire.
Jason se dio la vuelta en la silla tan rápido que pensé que podría romperse el
cuello. —¿Qué?
Miranda soltó una carcajada mientras cruzaba los brazos sobre sus hombros. —
Solo bromeo. Dios mío. Sé que te estás reservando en caso de que tu esposa vuelva.
—Levantó la mano y le acarició la mejilla—. Además, me gustan mis hombres un
poco más oscuros de la piel. —Pausando, levantó su mirada a Cole—. Lo que me
lleva al detective Conrad. ¿Está soltero?
Miranda hizo una mueca. —No eres divertido, pero tienes razón. —Ella se
sacudió alrededor de Jason y se agachó, juntando mis mejillas—. No me gusta esto
en absoluto —susurró.
—A mí también.
Ella puso los ojos en blanco y luego se apartó, arrebatando su chaqueta. —Él
suena muy feliz por eso.
Cole los acompañó y una vez que volvió, cerró la puerta detrás de él y regresó a
mí. Se sentó en el borde del sofá, su cuerpo giró hacia el mío. —¿Striker en serio no
estaba aquí para hacer una historia?
Sus ojos brillaron. —Los periodistas mienten, Sasha. Dirán algo para obtener
información de alguien.
—Ese podría ser el caso, pero maldita sea, tenía un punto, Cole. Realmente lo
hizo.
Él frunció las cejas juntas. —Nada de eso significa que en realidad había dos
trabajando juntos.
—Pero tiene algo sentido. Había veces en que era como si estuviera tratando
con dos personas separadas —le dije—. Y nunca lo vi mientras estuve retenida. Ni
una sola vez, y cuando estaba enojado, no hablaba. Así que, digamos que hay dos
de ellos. El Novio que yo conocía era más paciente y el otro más violento. Eso
explicaría por qué las víctimas esta vez no duran mucho.
—Sasha.
—Es casi tan probable como que haya otro asesino en serie copiando, ¿no? —le
respondí, sentándome y arrebatándome la copa de vino de la mesa.
Pensé que mientras tomaba un sorbo mucho más pequeño de vino. —¿Qué tan
arduo buscaron pruebas adicionales?
Él abrió la boca.
—¿Hay evidencia de que haya otra persona? Nunca sospecharon eso y yo...
nunca les di ninguna prueba concreta que lo sugiriera seriamente. —Sus ojos
volvieron a los míos—. Y pensaron que lo atraparon. ¿Qué crees que hicieron?
Levantó la mano, se pasó los dedos por el cabello y luego se sujetó la parte
posterior de su cuello. —Yo no era parte de esa investigación. Debido a nuestra
relación, yo estaba fuera.
—¿Hacer qué?
—Yo…
Mordiéndome el labio, asentí con la cabeza lo mejor que pude con su mano en
mi cuello.
—Estoy hablando en serio, nena. Sé lo que hace ese tipo de culpa. Jodidamente
te come vivo —dijo en voz baja—. No tienes ni idea de cuántas veces me quedo
despierto por la noche preguntándome qué pasaría si te hubiera acompañado al
auto...
—No. Hablamos de eso. —Puse mis manos en su pecho—. No había nada que
tu... —Apagándome, suspiré pesadamente—. Veo lo que hiciste allí. No puedes
culparte a ti mismo. No puedo culparme.
—Tampoco tú —susurré.
—Odio saber que tienes que pasar por esta mierda de nuevo.
Giré la cabeza, incapaz de sacudir las preguntas que Striker planteó. —Si
Striker tiene razón, ya sabes lo que eso significa.
—Hasta que regresaste —dijo, volviendo al borde del sofá—. Así que esta
persona sabía que regresarías o que el secuestro de Frederick es una coincidencia.
—De cualquier manera, dudo que alguien solo aparezca y decida copiar a un
asesino en serie, ¿verdad?
—No creo que haya un libro de jugadas sobre eso, pero puedo revisar el NCIC,
es una base de datos que rastrea crímenes —explicó—. Ver si ha habido asesinatos
o secuestros sospechosos que se han reportado en el área tri-estatal.
—Quiero hacer algo por ti —dijo Cole, y cuando lo miré, estaba junto a la
mesa de café—. ¿Qué te parece si te quedas conmigo un par de días?
Yo lo enfrenté. —Cole…
—Sé que es difícil con la posada, pero me sentiría mejor si estuvieras en mi
casa. No hay un centenar de puntos de entrada diferentes, la posibilidad de que
alguien pueda colarse allí durante el día y esperar hasta que todos estén dormidos.
No tengo que preocuparme de que alguien pierda una llave y que este hijo de puta
lo recoja y entre aquí —dijo, y me estremecí—. Tampoco tengo que preocuparme
de que algún imbécil se aparezca y te asuste, como Currie y Striker. Estarás más
segura en mi casa.
Sus hombros se elevaron con un suspiro pesado. —No pensé que ibas a ir por
ello. Pero voy a ser honesto contigo, si algo más sucede, te voy a tirar por encima
del hombro y sacarte tu trasero de aquí.
A pesar de todo, sonreí. —Me acabo de imaginar eso, y hay algo extrañamente
caliente en ello.
—Nah.
—Sí —murmuró él. Cole me rodeó con los brazos y me volví, presionándome.
Tenía toda su fuerza, y en sus brazos era fácil creer que todo estaría bien.
Anoche dormimos. Sus brazos envueltos alrededor de mí, una pierna arrojada
sobre la mía, y me quedé dormida hasta que me despertó en la forma en que estaba
creciendo increíblemente acostumbrado, su mano y luego su boca entre mis muslos.
Me sacó de esa manera, y luego lo dejé en la ducha.
Nunca me duché con un hombre antes, y seguro que nunca me había puesto de
rodillas en la ducha.
Era difícil sentarme en el escritorio cuando sabía que Cole estaba hojeando la
base de datos que mencionó. Quería estar allí, ayudando a averiguar quién estaba
haciendo esto, pero yo no era un detective. Yo no era una Nancy Drew. Había
poco que podía hacer aparte de mantenerme a salvo.
Su sonrisa era más que una mueca. —Odio ser ese huésped que
inmediatamente tiene una queja.
—No. Está bien —Le tranquilicé mientras su marido caminaba hacia las
puertas—. ¿En qué puedo ayudarte?
—Hay un olor realmente extraño en nuestra habitación. Pensamos que tal vez
era solo nuestra imaginación al principio, pero no lo es. Creo que viene de una de
las habitaciones cercanas a nosotros —dijo—. No sé lo que es, pero es bastante
rancio.
—Oh no, siento oír eso. —Me levanté del escritorio—. Lo comprobaré
inmediatamente.
—Me alegro de oírle decir eso. —Me paseé por el escritorio—. Dijo que era la
habitación siete, ¿verdad?
—No. —Hizo una pausa, levantando la vista—. Siete es la habitación que tenía
una fuga en el lavabo. El que Cole arregló. ¿Por qué?
—Voy a comprobarlo. Cruza los dedos que no sea un ratón muerto o algo así
—le dije.
Definitivamente había un olor. No estoy segura de lo que era. ¿Me recordó algo
estropeado?
¿Por qué en el mundo ella no dijo que podía olerlo en el baño? Eso significaba
que venía de dentro de las paredes; por favor Dios, no, o era desde el cuarto de
baño en la otra habitación.
Oh no.
El lavabo.
Y el olor…
—Lo siento tanto —dijo mamá, por la que probablemente era la milésima vez
mientras seguía a los Wilkins y su equipaje hacia la puerta—. Si hay algo...
Vi su rostro.
Sus ojos habían estado abiertos, amplios y fijos. Su rostro helado en horror,
jadeando un grito silencioso.
Cerré los ojos mientras me apoyaba contra la pared justo dentro del comedor.
Podía oír a mamá en el escritorio ahora. Los Wilkins se habían ido. Ella estaba
llamando a huéspedes que aún no venían y cancelando. Traté de llamar a James
para decirle que no lo necesitábamos por el siguiente par de días, pero no
respondió. Todo lo que podía hacer era dejar un mensaje de voz.
No había otra opción. La posada era una escena de crimen. Un cuerpo aún
estaba escaleras arriba, en la tina de baño, e incluso una vez que todo se fuera, no
podríamos permitir que las personas se quedasen aquí. No cuando era obviamente
inseguro.
Tyron estaba aquí, así como los agentes de FBI. Ya les había dado mi
declaración. Cole estaba de camino de regreso desde Baltimore. Él había
mencionado algo sobre irse sin autorización, pero no recordaba los detalles.
Moviéndome hacia una de las sillas del comedor, me senté y puse mi cabeza en
mi mano. Yo debería estar allí afuera lidiando con los efectos secundarios, porque
esto, todo esto, era mi culpa.
No se podía negar.
Esta no era una fiesta de “todo es sobre mí”. Esta era la realidad. Había una
mujer muerta, una mujer quien me sirvió de cenar hace poco, escaleras arriba en
una tina de baño, golpeada y ensangrentada.
—Sasha.
Asentí de nuevo.
—De acuerdo. —Me senté hacia atrás, doblando las manos en mi regazo—.
¿Sabes... sabes si ella fue asesinada aquí?
—No parece ser de esa forma. Con la clase de heridas que ella sufrió, habría
más sangre si fue asesinada aquí. —Haciendo una pausa, se sentó en la silla—. Fue
apuñalada, Sasha.
—Lo que dejó detrás es, mayormente, fluidos por descomposición. La hora de
muerte ahora mismo tendrá que esperar a la autopsia. Con el calor aumentado en la
habitación y el cuerpo parcialmente sumergido, va a hacer difícil de determinar,
pero creemos que ella ha estado en esa tina por al menos uno o dos días.
Los ácidos en mi estómago se agitaron. Ella había estado en esa tina por uno o
dos días. Oh, Dios, yo no podría...
—Sé que estás lidiando con mucho justo ahora. Probablemente te sientes
paralizada, pero necesito hacer un par de preguntas más, ¿de acuerdo?
—No muchos. Mi mamá —dije—. James Jordan, nuestro chef. Así como
Ángela y Daphne. Pero eso es todo.
—¿Crees que haya una oportunidad de que alguien la moviera aquí dentro
antes de que establecieras la alarma? —preguntó él.
—Es... Es posible. No vigilamos las entradas, pero creo que, con suerte,
hubiéramos notado a alguien llevando... un cuerpo a través de las puertas frontales.
—Me estiré, empujando mi cabello hacia atrás—. La única otra forma hubiese sido
a través de la entrada trasera. Alguien podría meter a alguien de esa forma, subir las
escaleras traseras, y no ser visto, pero mantenemos esa puerta cerrada y el túnel que
lleva al sótano está bloqueado.
—¿Es posible que alguien pudiera conseguir una llave para la entrada trasera?
Mi primera respuesta fue decir que no, pero no era imposible. —Nada es
imposible.
Cuando asentí, él palmeó la mesa y me dijo que regresaría. Tyron fue fiel a sus
palabras, regresó a través del comedor con otro oficial y el investigador forense que
estuvo aquí antes.
Entonces, estaba sola y no sabía por cuanto tiempo. Todo en lo que podía
pensar era en el hecho de que alguien entró aquí de nuevo, sin nuestro
conocimiento, pero esta vez, no solo robaron una llave. Llevaron un cuerpo
escaleras arriba.
Él estuvo aquí ayer en la mañana. Quizás tomo una llave e hizo una copia en
algún punto. Dios sabe cuántas veces él había usado esa entrada antes de que yo me
encontrara con él. Pudo haberla llevado escaleras arriba, encontró una habitación
vacía y dejó su cuerpo allí, elevando el calor antes de irse; irse y venir a mí.
Si no fue él, ¿entonces fue el alcalde? Matar a alguien y dejar su cuerpo aquí era
suficiente para hacerme querer irme, pero de nuevo, su participación no tenía
sentido.
Pasos atraparon mi atención y levanté mi cabeza.
Estaba asustada.
***
—Quiero que empaques ropa para un par de días. —Cole estaba de pie en el
centro de la cocina. Veinte minutos atrás, los agentes de FBI se habían ido en fila—
. Lo mismo con tu mamá. Ella puede quedarse en mi habitación de invitados.
Mañana, cuando la compañía de limpieza venga como lo agendaron, vendré aquí
para encontrarlos.
Asentí lentamente, esta vez sin discutir. No quería quedarme aquí. Incluso
con... con el cuerpo ausente, este lugar, tan terrible como era admitirlo, estaba
contaminado para mí. Sabía, o al menos esperaba, que eso desaparecería un día.
Tenía que hacerlo, pero ahora mismo necesitaba distancia.
—Ella no va a estar feliz con eso —dije, poniendo en la basura la ensalada que
mamá estaba haciendo—. Pero estoy de acuerdo. Ambas necesitamos salir de aquí.
—Les hará un poco bien a ambas. —Se apoyó contra la isla mientras yo
agarraba la tabla de cortar y la llevaba al fregadero—. Pero es más que eso, Sasha.
—Sasha.
—Porque huí. —Mi voz se rompió mientras recogía otro tazón—. Quizás este
es un castigo. Quizás...
—Nena...
Inhalando lentamente, entorné los ojos hacia el tazón. ¿Eso era una semilla
atascada? Comencé a fregar de nuevo. —Casi termino y luego iré a empacar...
Miré fijamente a los tazones. Él tenía razón. Estaban bastante limpios. Mis
manos cayeron al borde del fregadero.
—No.
—¿Realmente puedes pensar eso? —Mi voz estaba ahogada—. Seamos sinceros
el uno con el otro, porque necesito ser sincera conmigo misma. Esto comenzó
cuando decidí venir a casa, o quizás alguien estuvo haciendo esto todo el tiempo,
pero cambiaron su patrón. Lo están haciendo conocido ahora. Se están asegurando
de que yo sepa que están aquí. ¿Por qué más pasaría esto ahora? Tiene que ver
conmigo y la única razón en la que puedo pensar es...
Retorciendo las manos juntas, apreté los ojos cerrados hasta que vi pequeñas
chispas de luz.
Un ataque cardíaco.
Oh Dios, ella tuvo un ataque cardíaco y estuvo en cirugía por lo que se sintió
como una eternidad, pero solo fue una hora o más.
La mano de Cole se deslizó por mi espalda. Él había estado haciendo eso una y
otra vez, todo este tiempo, y era la única cosa que me mantenía de tener un
legítimo colapso mental en medio del hospital.
Si lo hacía, yo no podría...
5
Stent: tubo de plástico o red de metal elástico puesto dentro de un tubo hueco para reabrirlo o
mantenerlo abierto; su uso en cirugías incluye la prevención de que un vaso sanguíneo se cierre,
especialmente después de angioplastias, y asistencia para sanar después de una anastomosis.
Murmuré mis gracias unas doce veces más antes de que Cole consiguiera el
número de habitación y me llevara fuera de allí, hacia la habitación.
Su sonrisa era débil. —No aprietes mi mano, como si casi hubiera muerto.
Lentamente, volteó su cabeza hacia Cole. —Ha sido un manojo de nervios, ¿no
es así?
—Dijo que iba a besar a tu doctor —explicó él, y rodé mis ojos—. Eso no iba a
ocurrir.
Su mirada se deslizó hacia mí. —Cariño, podría tener alguna mierda en mis
venas para detener un ataque cardíaco, pero eso no significa que estoy... muerta o
ciega.
Cole rio.
—Jesús —murmuré.
—Mamá...
—No regreses aquí. Voy a estar durmiendo. Solo ve a casa con él y mantente a
salvo —insistió ella, su mirada agotada fija sobre mí—. Mantente a salvo.
Me tomó un par de minutos para dejar el lado de su cama. Una vez que salí al
corredor, Cole volteó hacia mí. —¿Quieres regresar más tarde, después de la cena?
—Esas son noticias geniales. Estoy feliz de oírlas. —Tyron miró entre
nosotros—. Y creo que tengo noticias incluso más buenas para ustedes.
En este punto, suponía que casi cualquier cosa eran buenas noticias.
Cole dejó caer su brazo y se estiró hacia abajo, encontrando mi mano. —¿Qué
sucede?
—Acabo de oír de una unidad quien estaba en la casa del alcalde Hughes. —
Tyron se adelantó, bajando la voz—. Esta no es la parte de buenas noticias, pero
parece que él se suicidio más temprano esta tarde. Dejó una nota. Esa es la parte de
buenas noticias. Él lo admitió todo.
***
Cole curvó un brazo alrededor de mis hombros y me jaló hacia el frente, contra
su pecho. Permanecimos de pie en las puertas frontales de la posada varias horas
después de que dejamos el hospital. La unidad de investigadores de escena del
crimen apenas se estaba yendo cuando llegamos. Imaginaba que ellos peinaron
toda la casa. La habitación escaleras arriba aún estaba clausurada, probablemente
lo estaría por varios días.
—Vas a estar bien —dijo él, doblando su otro brazo alrededor de mi cintura—.
Tu mamá va a estar bien.
Pero había algo más molestándome. Yo... no podía evitar sentir que estábamos
perdiéndonos de algo; que yo me estaba perdiendo de algo.
—No tiene sentido —dije, abriendo mis ojos—. ¿Por qué él haría eso para
ocultar su secreto? Todo lo que hizo fue arrastrar la atención a lo que pasó. No lo
entiendo.
No tenía sentido.
Y Cole había estado tenso y rígido desde entonces. Él no lo decía, pero yo sabía
que estaba pensando lo mismo que yo. El alcalde mostró repetidamente su
preocupación por que yo arrastrara de regreso el pasado, y con el conocimiento que
Striker me había dado, eso era comprensible, ya que muchas personas sabían que él
estuvo relacionado al Novio. Sus acciones hoy no coincidían con sus acciones del
pasado.
Me arrastré hacia atrás, levantando mi cabeza. La escena del crimen era donde
lo habían encontrado, asegurado por el FBI y el cuerpo policial local. —¿Y no vas a
meterte en problemas?
—Myers estará molesto de verme, pero no puede hacer una mierda. —Ahuecó
mis mejillas—. Miranda y Jason van a quedarse aquí hasta que regrese. O, al
menos, uno de ellos —dijo él, besando mi frente—. No me iré por mucho tiempo.
¿De acuerdo?
Sus ojos buscaron los míos, y entonces bajó su boca. Cole me besó, y no hubo
nada suave o lento sobre ello. Era profundo y brusco, y todo demasiado breve.
Cuando retrocedió, esos hermosos ojos azul pálidos estaban llenos de fuego.
—Que sea así. —Sus manos permanecieron, casi como si no quisiera soltarme,
y honestamente, no quería que él lo hiciera. Rozó sus labios sobre los míos una vez
más y luego retrocedió.
Miranda estaba sentada en la mesa, una botella de agua en lugar de vino frente
a ella. Jason estaba de pie, apoyado contra la isla.
Ella le disparó una mirada. —De acuerdo. Te cederé eso, pero es todo.
—¿A dónde se está yendo Cole de nuevo? —preguntó Jason, cruzando sus
brazos e inclinándose contra la encimera.
Jugueteando con la tapa, me encogí de hombros. —Él quería ver la escena por
sí mismo.
Miranda miró hacia Jason. —¿Es alguna cosa inherente de policía que los hace
querer visitar una escena del crimen?
—Creo que es más la cosa sobre ver todo con sus propios ojos. —Tomé otro
trago mientras ellos me miraban fijamente, y la mirada en el rostro de Miranda me
dijo que allí había más. Y lo había. Estas dos personas eran mis amigos más
cercanos. Podría compartir mis sospechas con ellos. —¿Ustedes chicos... creen que
el alcalde Hughes realmente hizo esas cosas?
—Tyron dijo que lucía como un suicidio, pero no había estado allí aún. Ni
siquiera sé si los agentes hayan estado allí en ese punto. —Retrocediendo, me
apoyé contra la encimera—. Es solo... que no tiene sentido.
Miré a Jason. —Así que, ¿no crees que el alcalde fuera un asesino serial?
Su mirada se deslizó hacia mí. —No sé qué pensar, pero él lo admitió todo,
¿cierto? El vandalismo. ¿Cortar el dedo de Ángela y enviártelo? Podríamos nunca
saber por qué lo hizo.
Un sutil temblor bajó por mi columna. ¿El dedo de Ángela? Mi corazón cayó.
—¿Qué dijiste?
—Sí, lo hiciste.
—No —susurré. Sabía que no le había dicho eso. Acabábamos de tener esta
conversación—. Yo... yo no lo hice.
Mis labios se separaron lentamente. Era seguro asumir que si alguien estaba
copiando al Novio, hubiera cortado el dedo anular. —La policía nunca confirmó
que a Ángela le faltaba un dedo o que me lo hubieran enviado.
Miranda se deslizó fuera de la silla, desplomándose sobre el suelo. Una vez allí,
no se movió. Gritando, comencé a acercarme a ella, pero no llegué muy lejos
cuando Jason se paró en frente de ella.
Oh Dios mío.
Era Jason.
Jason me puso de pie de nuevo y contra él hasta que nuestros rostros estaban a
pulgadas de distancia. —Oh, jodida perra. Vas a prestarme atención a mí y no a
ella. He esperado demasiado tiempo para esto como para que estés distraída.
Hubiera preferido un verdadero buen tiempo a solas pero tengo que hacerlo
funcionar.
Lo miré con ojos amplios, viendo un rostro en el que confiaba pero sin
reconocer la máscara de odio y furia.
—¿Me entiendes?
—Ni siquiera lo entiendes, ¿cierto? —Él me rodeó—. Pero maldita sea, Sasha,
estabas consiguiendo acercarte a la verdad.
—¿Y si había dos que trabajaban juntos? Uno que fuera lo suficientemente
inteligente como para asegurarse de que no había dejado evidencia de su presencia.
Uno que pasó los últimos diez años siendo inteligente. Sabes, el tipo de cosa de no
matar donde se come.
Jason ladeó su cabeza hacia un lado y amplió sus ojos. —Sí. Yo. —Lentamente
se arrodilló frente a mí y yo retrocedí contra la puerta de la nevera, poniendo
espacio entre nosotros. La sádica sonrisa fijada en su rostro—. Tú y yo hemos
pasado algo de tiempo especial juntos antes. Estoy un poco decepcionado de que
nunca te dieras cuenta.
Su mirada me siguió. —Solo piensa —murmuró—. Has vivido todos estos años
pensando que ayudaste a poner al Novio en su tumba. Que escapaste. —Su mano
se movió y su palma abierta agarró mi boca. Grité mientras caía hacia un lado—.
Pero todo este tiempo, solo pusiste a uno de nosotros en la tierra. Me he estado
divirtiendo todo este tiempo. Solo me aseguraba de que no hubiera ningún patrón.
Me desviaba lejos de casa y escogía mujeres que nadie extrañaría. ¿Recuerdas lo
que dije sobre los asesinos en serie?
—Sí, solo eres una perra tonta, y no hay nada que odie más en la vida que a un
puñado de perras tontas. —Suspiró mientras se levantaba, poniéndome de pie con
él. Me tambaleé en mis pies—. Deberías preguntarle a mi esposa. Por otra parte,
ella está muerta, así que eso no va a suceder.
—Entonces volviste a casa. No podía creerlo cuando Miranda me dijo que ibas
a regresar. Jodidamente me enojó. Estabas aquí, muy campante, y simplemente no
pude lidiar con eso. Joder no. Deberías haber permanecido lejos.
Mis manos volaron hacia fuera mientras él golpeaba mi cabeza hacia adelante.
Un estallido de cegador dolor me sorprendió cuando mi frente golpeó el borde del
mostrador. Mis piernas cedieron, y me desplomé en el suelo.
Jason dio un paso atrás. —Solo piensa. Déjalo hundirse. Cada vez que me
abrazaste. Cada vez que me llamaste y me pediste un favor. Abriste tus puertas para
mí. Me dejaste solo aquí. He tenido rienda suelta del lugar. —Se rio—. Ayudé a tu
madre a lavar los platos.
—Ni siquiera sabes por qué —dijo, mientras mi celular comenzaba a sonar.
—Oh. —Jason se echó a reír—. Claro que sí. Quieres saber por qué. Todo el
mundo siempre quiere saber por qué.
Hizo clic en su lugar lenta y dolorosamente. Jason había venido aquí todos esos
años atrás para encontrar a su verdadero padre. Él nos dijo que nunca lo encontró,
y nunca tuvimos una razón para no creerle. —El... el fuego que mató a tu mamá y
a tu padrastro...
—Ese fui yo. —Guiñó un ojo, y mi teléfono comenzó a sonar una vez más—.
Es increíble cómo las personas, incluso la policía, verán lo que quieren ver. Quiero
decir, nadie quiere creer que un estudiante de puras A’s que ve Star Trek y
maratones de Firefly es capaz de asesinar a sus padres.
—Él no tiene nada que ver con esto. —Jason se levantó y me arrastró con él—.
Oh y gracias por decirme que tenía otro pariente aquí. El viejo y buen alcalde Mark
Hughes.
—Él no tenía idea que estábamos relacionados, ni que Vernon tenía un hijo.
Dudo que me hubiera acogido al redil si lo hubiera sabido —dijo riendo bajo su
aliento—. Le di una pequeña visita, asegurándome que tomara la responsabilidad
de todo. Resultó que averigüé que él realmente destrozó tu auto e hizo esa mierda
realmente extraña con los ciervos y la camioneta de tu madre. —Jason se rio otra
vez mientras me tiraba de vuelta en el mostrador—. Que idiota. Casi se enojó
consigo mismo cuando se dio cuenta de quién era yo, cuando lo hice sostener la
pistola contra su propia cabeza. Hombre, poner ese tipo de miedo en una persona
es una cosa maravillosa.
Él resopló. —No. No lo harán. No estos idiotas. Pero ahora voy a tener que ser
realmente creativo acerca de este lío. —Se detuvo—. ¿Y sabes quién es un
sospechoso realmente bueno? Cole Landis.
—Tú…
Sacudí mis caderas mientras deslizaba mi mano por el suelo. Mis dedos
rozaron el mango frío, la sartén, la sartén de hierro. Tan cerca.
—Cuando termine contigo, voy a tirar tu cuerpo a donde siempre perteneció —
dijo, sacando un cuchillo del cajón. La luz destelló de la cuchilla—. Creo que eso
haría feliz a papá.
Salvajes y amplios ojos se fijaron en los míos. Ojos en los que una vez confié,
con los que estaba familiarizada. Ojos que incluso amé de una pequeña forma. Ojos
ahora llenos de odio y furia. Lentamente, como agua pasando entre las rocas, la
emoción se desvaneció de ellos.
Era él.
Abrí la boca para decir su nombre, pero solo un ronco graznido salió. Me
tragué la quemazón y lo intenté de nuevo. —¿Miranda?
Cuando miré sobre ella, no se movió. ¿Qué si ella…? No. Corté esos
pensamientos. Ella no estaba muerta. No podía ser. No podía dejarme creer eso.
Necesitaba enfocarme en conseguir ayuda.
Con mi rostro palpitando, escaneé el desastre que era la cocina por mi celular.
Ollas estaban por todas partes. Fragmentos de cerámica. Arroz derramado.
Cojeando hacia el mostrador, sostuve la sartén de hierro fundido. Caminé
alrededor de la isla, acercándome más a Miranda mientras mantenía los ojos en
Jason.
Jason agarró un puñado de cabello y me tiró sobre mis pies. —¿Crees que
hemos terminado? ¿Crees que voy a dejarte ir así de fácil? Oh, joder no. —Colocó
un brazo alrededor de mi cuello y comenzó a caminar—. No voy a morir aquí y tú
tampoco.
—No dije que podías hablar. —Estirándose alrededor de mí, empujó a un lado
un estante de vino. Las botellas se sacudieron mientras la entrada a la parte no
utilizada de la bodega aparecía a la vista—. ¿Siquiera has estado aquí? —dijo.
Dios mío...
Pidiendo que James estuviera bien y que de alguna manera sobreviviera a esto,
miré alrededor de la habitación. Una cuerda colgaba de los ganchos de metal
antiguo incrustados profundamente en la piedra. Algo de ella estaba pelado. Piezas
tenían manchas de color rojizo. Rayones cavaron profundamente en las secciones
de la piedra, como si un animal... o una persona había intentado arañar su camino
para salir.
Y lo habían intentado.
—Tienes que darle las gracias a Miranda por haberme dicho sobre esta parte
del sótano —dijo Jason, de pie frente a mí—. Y tú misma. ¿Recuerdas haberme
contado acerca de los túneles cuando estábamos en la universidad?
Di un respingo.
—Como que tropecé con esta parte del sótano. —Su mano se movió con
brusquedad, curvándose alrededor de la parte posterior de mi cuello. Su agarre era
doloroso. —Entonces recordé a Miranda diciendo una vez que nadie nunca usaba
esta parte. Parecía apropiado. ¿Cómo se siente? —preguntó—. ¿Sabiendo que
estaban aquí abajo todo este tiempo? ¿Que estaban vivas mientras tú estabas arriba
en la cocina, comiendo y bebiendo? ¿Cuándo estabas en tu apartamento follando y
ellas estaban aquí abajo muriendo?
—Sí. Sí. —Torció mi cabeza hacia atrás. James seguía inmóvil en el rincón—.
He escuchado cosas peores. Hay algo que quiero que entiendas. Las maté por tu
culpa, porque tú tuviste que volver y frotarlo en mi maldita cara… —Se detuvo de
pronto, alzando la mirada al techo.
Pasos.
—¡Sasha! —La voz de Cole sonó desde arriba, su voz teñida de pánico y rabia.
Abrí la boca para gritar pero Jason estaba encima de mí, poniendo su mano
sobre mi boca así que todo lo que salió fue un gruñido ahogado. Me levantó a mis
pies, rodeando un brazo alrededor de mi pecho, sujetando mis brazos a mi lado.
—Si no puedo culparlo, ¿quizás lo mataré? —Su aliento contra mi oído mandó
temblores por mi columna vertebral. —Pero me gusta la idea de que viva con el
conocimiento de perderte dos veces.
Lo odiaba, lo odiaba con cada fibra de mí ser. Era peor que un sociópata. Era
un monstruo.
—¿Sabes dónde estos túneles se ramifican? ¿Que uno va un poco más allá en la
calle, en otra casa? —Presionó su cabeza contra la mía. —Solo quiero que sepas
antes de que te mate, que escaparé.
De ninguna manera.
Una explosiva maldición sonó desde arriba y entonces escuché a Cole gritar mi
nombre una vez más. La rabia dentro de mí disminuyó todo lo demás; el terror y el
dolor. No iba a salir de esta manera. No iba a darle a este bastardo otro segundo de
mi vida.
Alzando mi pierna, golpeé mi pie contra el suyo. Él gruñó, pero se aferró. Sin
pensarlo, lancé mi cabeza hacia atrás, conectando con su cráneo.
Balanceando mis brazos, golpeé todas las partes de él que podía alcanzar, las
cuales no eran muchas, pero mis puños conectaron con sus costados y su cabeza.
Pateé de vuelta, hundiendo mi pie en sus espinillas.
Grité, grité con todo lo tenía en mí. —¡Cole! —Mi voz resonó por todo el
sótano, y no tenía idea de si me había oído—. ¡Co…!
Había tomado mi último aliento antes de que me diera cuenta de que sería el
último.
No quería que su cara fuese la última cosa que viese, pero me rehusé a cerrar
mis ojos. Le devolví la mirada incluso mientras mis pulmones ardían. Debilidad
infiltró mis músculos, convirtiendo mis brazos y piernas en plomo. Se volvieron
demasiado pesados para levantarlos. Mis brazos se deslizaron a mis lados, cayendo
contra el suelo.
Una amplia sonrisa se deslizó por el rostro de Jason. Una sonrisa llena,
exhibiendo dientes ensangrentados. Las esquinas de mi visión se oscurecieron justo
cuando oí un estallido.
Con el corazón acelerado, levanté la mirada hacia la abertura del sótano. Abrí
mi boca y croé una palabra. —Cole.
Traducido por LittleCatNorth
De nuevo.
Poniendo mis manos sobre mi rostro, cerré los ojos. —Lo siento.
—Como dije antes y como diré de nuevo, lo último que necesitas hacer es
disculparte por una pesadilla. —La cama se movió mientras él se acercaba más, y
sentí sus dedos sobre mi brazo. Bajó mi mano y luego la otra—. ¿Cuán mala fue?
—Sasha.
Levantando mi barbilla, miré hacia él. Como cada vez en la última semana,
desde la noche en el sótano, su mirada hizo un inventario de las heridas. Yo había
sanado mucho, pero la esquina de mi boca aún estaba hinchada y el lado de mi
mandíbula estaba moteada con una encantadora sombra de azul y púrpura
desvaneciéndose. Había moretones en otros sitios, como a lo largo de mi cadera,
que aún dolía y tenía, al menos, un dolor de cabeza al día.
Pero estaba viva, así que podría lidiar con los golpes y dolores.
También podía manejar las pesadillas, y eso significaba que también iba a hacer
mi mejor esfuerzo en abrirme con Cole. Él no iba a conseguirlo de cualquier otra
forma.
Acostándome en la pila de almohadas, miré hacia el techo. —Tuve una
pesadilla de que él... él estaba aquí mientras yo dormía.
Cole maldijo.
Su mandíbula estaba dura. —Tomó diez años para que se detuvieran las
pesadillas la primera vez.
—Pero lo hicieron, porque tú... estás aquí. —Eso sonaba cursi, pero era
verdad—. Estas también se detendrán.
Lo miré fijamente, sabiendo lo que estaba pensando. Estaba allí, una sombra en
sus ojos por la última semana. Él estaba pensando en qué hubiera pasado si no se
hubiera ido a la casa del alcalde. Estaba pensando en qué hubiera pasado si
mientras estaba allí no hubiera descubierto la cámara de seguridad que el alcalde
ocultaba en su oficina. Pensando en qué hubiera pasado si no hubieran reproducido
el video y visto a Jason en la habitación con el alcalde. Visto a él, obligando al
alcalde Hughes a escribir la carta de suicidio y todo lo demás. Él estaba pensando
en qué hubiera pasado si no me hubiese oído gritar su nombre desde el sótano.
Y no podía imaginar lo que ella estaba atravesando, pero estaría allí para ella,
cuando sea que quisiera hablar sobre el tema.
Jason fue más listo, mucho más listo, que su padre. Engañó a todos a su
alrededor. En los días después de la confrontación con él, cosas se revelaron.
Había una parte de mí que casi no podía creerlo. Esa pequeñita parte de mí que
no podía comprender que él pudo ser dos personas diferentes. El Jason en quien
confiábamos. Tenía acceso a la posada cuando quisiera. Yo lo dejé solo aquí
muchas veces, dándole una amplia oportunidad de robar una llave y hacer una
copia. Y luego, estaba el Jason quien era un completo monstruo.
Exhalé lentamente.
Parpadeé. —¿Qué?
Sus ojos buscaron los míos. —Te amaba hace diez años, Sasha. Te amé todo el
tiempo en que no estabas. Y te amé desde el momento en que entré al comedor y te
vi de pie allí.
Oh mi...
—¿Ibas?
Mis labios se curvaron en las esquinas. —Voy —corregí, acercándome para que
nuestros rostros estuvieran a centímetros de distancia—. Te amo, Cole. He estado
enamorada de ti desde nuestra primera cita.
Cole rio. —Sí que te amo, Sasha. Eso es algo que nunca tienes que dudar.
Inclinando la cabeza solo ligeramente, presioné mis labios a los suyos. El beso
fue suave y perfecto. —No lo haré.
Cole había estado haciendo mucho eso, toda esta semana. Revisándome,
asegurándose de que yo estuviera procesado todo. La verdad era que éste era un
trabajo en proceso. Las pesadillas iban a persistir más que los dolores. Sería un
tiempo antes de que no esperara que un oficial entrara a través de las puertas de la
posada, pero sabiendo que aún tenía toda esta bondad dentro de mí, todo el amor
rodeándome...
Tenía a Miranda.
Tenía a mi madre.
Tenía a Cole.
En el espejo oval que pertenecía a la abuela Libby, las lágrimas brillaban en los
ojos de mi madre. Se paró a mi lado, con una mano apoyada en la parte delantera
de su blusa azul pálido y la otra flotando sobre su boca.
—Te ves increíblemente hermosa, cariño. —Su voz se espesó—. Temía no ver
este día. Es como un sueño hecho realidad.
Siempre fue culpa de Jason y de su padre. Nadie más, y al final sabía que no
sentiría la necesidad de disculparme. Uno de estos días, supuse, pero hoy no iba a
ser un día que pasaría centrada en el pasado.
—Estoy muy feliz por ti —susurró Miranda, su voz llena de emoción—. Tan
feliz por ti.
—Tal vez. —Su inhalación era temblorosa mientras extendía la mano, alisando
mi cabello en la sien—. Pero quiero decirte que estoy muy orgullosa de ti.
Todavía teníamos unos momentos, pero sabía que si nos demoráramos, las dos
acabaríamos llorando incontrolablemente, y no quería ser un desastre. Dejamos la
habitación y tomamos la escalera principal. La posada estaba cerrada por el fin de
semana, así que el zumbido de conversación que oí cuando llegamos a la cima de la
escalera era de todas las personas que conocíamos.
6
Programa de televisión.
situado a la derecha de la escalera y se podía ver fuera, a través de los cristales de
las puertas.
No sonrió. No rio. Ese no era él, pero aquellos ojos oscuros y conmovedores se
suavizaron. —¿Estás lista, muchacha?
Girando por la cintura, miré hacia arriba por la escalera, y casi pude ver a mi
padre allí de pie, saludándome con la cabeza, diciéndome que estaba listo. Estaría
orgulloso de quien había escogido para acompañarme, y yo estaba lista. Asentí.
Dios mío, era el hombre más hermoso que jamás había visto. Me sentí así
todos esos años cuando lo vi por primera vez en clase, y todavía lo creía, hoy más
que nunca, porque estaba a punto de convertirse en mi esposo.
Tomó mis manos en las suyas y dijo en voz baja—: Nos ha llevado mucho
tiempo llegar aquí.