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MASTER EN PSICOLOGÍA JURÍDICA

VICTIMIOLOGÍA

IMPARTEN:

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1. DESARROLLO HISTÓRICO

2. CONCEPTO DE VICTIMIOLOGIA

A. Concepto amplio
B. Concepto restringido

3. CONCEPTO DE VICTIMA
4. RESUMEN

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Este módulo dedicado a las víctimas del delito, no está centrado en el tratamiento individual de
las mismas. Esto se debe a que el tratamiento requeriría de más de un módulo, incluso un manual,
algo que escapa a la intención de este curso.

Ante un tratamiento más profundo e individualizado, se supone que la víctima denuncia


el caso y solicita asistencia. Si consideramos estos dos supuestos nos encontramos, en primer
lugar, que en delitos como el abuso sexual a menores sólo en un 5 por ciento se efectúan
denuncias a la policía (Rusell, 1984). Las causas por las que no se denuncian estos casos pueden
atribuirse a factores como el miedo a represalias, relación familiar entre víctima y victimizador,
miedo a una victimización por parte del aparato judicial, etc. Lo cierto es que la solicitud de
asistencia, al margen de la médica, es prácticamente nula.

Por tanto, previo al tratamiento de las víctimas es necesaria la identificación y localización de


éstas, cuestión en la que nos centraremos a lo largo de este módulo. Además, nos centraremos en
los derechos y estudio de las víctimas, así como en las formas de actuación sobre las mismas. En
una segunda parte, nos centraremos en un tipo de víctimas como son las víctimas de la violencia
doméstica, las cuáles, a diferencia de otros muchos delitos, se produce de una forma continuada
en el tiempo, con una duración que puede alcanzar los 20 años o más antes de que la víctima se
atreva a denunciar o bien la policía tenga conocimiento explícito de la situación. En esa segunda
parte del módulo, destacaremos los diferentes estudios sobre la gravedad social y extensión del
problema, pero su importancia tan sólo es similar al forzado silencio que la envuelve.

1. DESARROLLO HISTÓRICO

La Victimiología surge dentro del campo de la Criminología; fue con la obra “El criminal
y su víctima”, estudio sobre sociología del crimen, de H. Von Hentig, publicada en 1948 por la
Universidad de Yale, cuando el autor separa de los estudios unilaterales sobre el delincuente o
autor del delito, ya que muchos delitos no podrían entenderse sin tener en cuenta una relación
del autor con su víctima, así como todos los temas posteriores sobre el concepto de víctima-

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inducción, víctima precipitación, que hacen referencia al comportamiento de la víctima que
facilita, suscita o induce el delito contra sí misma.

Podemos decir la víctima es uno de los objetos olvidados por la Criminología, hasta que
en los años 50, entra a formar parte del catálogo de los objetos de la misma. Esta entrada se
produce por la valiosa información que la víctima puede suministrar sobre el hecho delictivo
desvelado. Antes de los años 50, el criminólogo se encargaba del estudio del delito y del
delincuente, pero la falta de información le hizo empezar a considerar a la víctima como una
fuente de información.

Posteriormente, el estudio de la Victimología se amplió desde el concepto de víctima


«culpable» al de víctima «legitimada» culturalmente.

Entre los años sesenta y setenta las encuestas sobre victimización pusieron de manifiesto
los aspectos sociológicos, psicológicos y económicos de las víctimas, y re-abrieron el camino de
la Victimología como el estudio de las diferentes acciones públicas y privadas en beneficio de la
víctima. En estos años, finales de los setenta, es cuando puede decirse que aparecen los primeros
estudios serios sobre Victimología, y la atención, cuidados, apoyo, acogida y asistencia a las
víctimas se dispara en los sistemas jurídicos anglosajones y germánicos.

Es en esta época, los sesenta, cuando Israel Deapkin, durante la celebración del VI
Congreso Internacional de Criminología propone la celebración de un Symposium Internacional
de Victimiología a celebrarse en Jerusalén en 1973. Durante el mismo deberían tratarse cuestiones
como:

-El estudio de la Victimiología. Esto es, definición de Victimiología, metodología a


seguir, etc..
-La víctima. A fin de establecer tipologías victímales, un concepto de víctima propio
e independiente del Derecho Penal.
-El estudio de las relaciones entre víctima y victimario.
-Las relaciones entre la sociedad y víctima y los estudios políticos sobre la víctima.
Esto es prevención del delito, tratamiento de la víctima, resarcimiento del daño,
etc.

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A partir de ese año se viene celebrando cada tres años un congreso internacional dedicado
exclusivamente a la Victimología.

Desde los años ochenta, aparece claramente que los problemas de las víctimas de los
delitos se han convertido en uno de los temas claves dentro del seno de la Criminología, tomando
carta de naturaleza ésta como ciencia independiente.

Los estudios y artículos sobre victimización aumentan cada año, congresos y cursos sobre
Victimología se repiten periódicamente; el interés por los aspectos sociales y económicos de la
víctima se recogen en la legislación, y los tribunales comienzan a formular doctrina sobre la
situación de las víctimas.

Por otra parte, la psicología clínica y social aplicada va acumulando progresivamente


conocimientos sobre los efectos de la victimización criminal. Fruto de esto es la preocupación
surgida dentro de la American Psychological Association (A.P.A.), que a principios de los ochenta
encarga a once de sus miembros la elaboración de un estudio sobre la situación del campo y las
necesidades sociopolíticas ligadas a él.

2. CONCEPTO DE VICTIMIOLOGIA

Para establecer un concepto sobre Victimología, acorde con los principios que consideramos que
han de manejarse por los órganos judiciales y los equipos multidisciplinarios que asesoran a los
jueces, es necesario distinguir entre el concepto amplio de la Victimología como ciencia, y unos
aspectos más restringidos de los términos victimología y victimización.

A. Concepto amplio

Pensamos que un nuevo concepto referido a la Victimología como ciencia debería hacer
referencia no sólo a las víctimas del delito, sino a todo tipo de víctima, no pudiendo confundirse,
pues, la Victimología con una categoría específica de víctima.

La ciencia de la Victimología ha sido definida por Erbert como «la ciencia criminológica de la
víctima del delito, sus elementos, su papel y, en especial, su contribución al surgimiento del delito»; y por Jescheck

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«como la ciencia que atiende al papel de la víctima en el surgimiento del delito, primero. y en la resolución del
conflicto suscitado por la producción del delito, después».

En el Derecho Penal español no se hace referencia a la idea de «víctima», sino a los


términos «sujeto pasivo» o «perjudicado», como el titular del interés lesionado {bien jurídico) por
el delito, en la primera acepción, o la persona que sufre perjuicios como consecuencia de aquél
en la segunda; más aún haciendo referencia un término a Derecho Penal y otro al Derecho Civil.

El concepto de víctima, según nuestro entender, debe ser un concepto más amplio que
incluya tanto la esfera del Derecho Penal, como la del Derecho civil; y la Victimología, por
supuesto, sería una ciencia más genérica y su objeto más amplio que la mera referencia a sujetos
sometidos al ámbito penal o civil.

B. Concepto restringido

• Victimiología dentro de la Criminología

Esta postura es compartida por la mayoría de los autores, que van a considerarla, bien como una
rama de la Criminología, sobre todo cuando su estudio se centra en la relación «autor-víctima», o
bien contemplada desde el punto de vista de su objeto (víctima del delincuente), o desde la
perspectiva de su enfoque (teoría y metodología que la confunden con la Criminología); o la de
aquellos otros autores que afirman que la Victimología se ha enriquecido, en su relación con los
problemas de la delincuencia, y cambiado de una forma sorprendente la Criminología,
constituyendo su enfoque central.

La definición que da Frieder Dünkel es: «Victimología sería una rama de la Criminología que se
ocupa de modo específico de la víctima como actuante, es decir, como partícipe en un suceso criminal, así como de la
víctima como sufriente», es decir, como persona afectada por dicho suceso.

Ellemberg, resalta que la Victimiología es la rama de la Crimiología que se ocupa de la


víctima directa del crimen y que comprende el conjunto de conocimientos biológicos,
sociológicos y criminológicos concernientes a la víctima.

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Por su parte, Göppinger, señala que la Victimiología representa un determinado sector
del campo total de la Criminología empírica y en particular del complejo problema del delincuente
en sus interdependencias sociales.

Por último, Neuman, se muestra más cauto, en tanto reconoce que la Victimiología forma
parte de la Criminología, pero advierte la posibilidad de que en un futuro se convierta en ciencia
independiente. En su libro “El rol de fa víctima en los delitos convencionales y no
convencionales” de la Editorial Universidad, Buenos Aires, 1984, dice que la Victimología es
como la Criminología, pero al revés; es la ciencia que estudia la segunda parte del binomio autor
del delito-víctima, con un contenido tan amplio como el estudio de la victimización, personalidad
de la víctima, consecuencia del hecho delictivo en la víctima y sus posibles soluciones.

• La Victimiología como ciencia autónoma

Esta postura empieza a abrirse camino recientemente a través de dos aspectos muy significativos:
la celebración constante de congresos, cursos o jornadas sobre Victimiología a los que acuden
expertos en la materia; yen otro aspecto, al considerar una parte de la doctrina que el alfa y el
omega de la Victimología es la víctima y no el criminal, ya que la Victimología como ciencia tiene
como objeto el estudio de la víctima y de la victimización. Incluso se ha intentado formular una
nueva interpretación dándole el nombre de Victimología a la ciencia que hace referencia al
conjunto de disciplinas cuya acción se dirige a la víctima del delito, o de otras causas que también
producen victimización.

Mendenson en 1963 ya defendió la tesis de que en el delito se dan factores relativos al


criminal y factores relativos a las víctimas, configurándose dos vías paralelas que deben separarse;
y así opuso los conceptos de victimal al de criminal y victimology como reverso de la criminology..
Este autor define a la Victimiología como la ciencia sobre la víctima y la victimidad. En
consecuencia, con este postulado, la Victimiología sería el reverso de la Criminología en tanto la
Criminología se ocupa del criminal y la Victimiología de la víctima. Por su parte Drapkin, define
la Victimiología como la ciencia que estudia a la victima.

• La no existencia de la Victimiología

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Hay autores que niegan la Victimiología, es decir, no sólo niegan su autonomía sino incluso la
posible existencia de esta como disciplina.

Entre los autores más destacados esta Jiménez de Asúa, el cual consideraba que el debate
no consiste en si es o no una ciencia, lo fundamental es contribuir para establecer el papel de la
victima del delito. Para él, si la Victimiología es ciencia o disciplina le es indiferente, lo importante
es estudiar a la víctima y ampliar el campo de actuación.

• La Victimología como parte de la Psicología Jurídica

Ante esta diversidad de opiniones y posiciones, nosotros nos vamos a considerar a la


Victimiología como una disciplina integrante de la Criminología, esta postura es la más apoyada
por la doctrina criminológica. A tal efecto son buenas la palabras de Gulota, al considerar a la
Victimiología como una disciplina que tiene por objeto el estudio de la víctima, de su
personalidad, de sus características biológicas, psicológicas, morales, sociales y culturales, de sus
relaciones con el delincuente y del papel que ha asumido en la génesis del delito. En tanto, la
misma encontrará mayor comprensión, expansión y utilidad en el seno de la Criminología.

El concepto y estudio de la víctima y la victimización requiere de diferentes formas de


actuar sobre la víctima según que el problema sea jurídico, social, económico o psicológico,
correspondiendo en este último aspecto un importante papel al psicólogo dentro de los equipos
multidisciplinarios que deberán actuar ante la policía, los órganos judiciales, clínicas médico-
forenses, institutos anatómicos y servicios sociales de atención a las víctimas en las Comunidades
Autónomas.

La Psicología Jurídica prestaría a la Victimología la doctrina necesaria en el aspecto


psicológico para dotarla de los elementos claves, relacionándola con la Psiquiatría Forense y con
la Criminología.

3. CONCEPTO DE VICTIMA

Paradójicamente, la víctima, el gran perdedor de los delitos, es quien menos atención social recibe
y se encuentra legalmente desprotegida. Dejando a un lado las asociaciones de ayuda a las mujeres
maltratadas o violadas, y otras minorías, la víctima se convierte en “doble víctima” por el vacío

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social que encuentra. En cualquier caso, en la casi generalidad de las ocasiones la atención recibida
es médica, y, en ciertas ocasiones, de asistencia social. A nadie se le escapan, sin embargo, las
consecuencias psicológicas de la victimización: trastornos conductuales, depresión, fobia, etc. (en
suma, lo que se conoce como trastornos por estrés postraumático).

Sin embargo, en literatura victimológica existe la tendencia a utilizar el término víctima en


su sentido más restringido: el de las víctimas de los delitos transcendentales (asesinato, robo,
violación, atentado terrorista, etc.); incluyéndose en este concepto de víctima nociones más
técnicas, como es el de la situación de las personas acusadas y condenadas erróneamente por la
justicia, o el de las personas que a la vez son víctimas y delincuentes (caso de los delincuentes
como consecuencia de la marginación social, o el de víctimas por comportamientos violentos que
no siempre han sido considerados delitos (hijos maltratados por sus padres, o mujeres por sus
maridos).

En un intento de dar una definición de víctima, podríamos recurrir a dos de ellas:

-Doctrina tradicional dogmática, que equipara el término víctima al sujeto pasivo del
delito.
-Concepto victimiológico, representa a la víctima como toda aquella persona que sufre
un daño. Tiene dos vertientes:

• Concepto victimiológico general: que responde a cualquier persona que sufre un daño
por causa ajena o fortuita.

• Concepto victimiológico criminal: víctima es la persona que sufre un daño por una
conducta antisocial.

La diferencia entre ambas, radica, en que en el primer caso se hace referencia a cualquier tipo de
daño, y en la segunda se hace referencia a un daño causado por una conducta antisocial.

El concepto más utilizado es el de sujeto pasivo, por que equipara términos con el
Derecho Penal. Aunque de cualquier forma depende del objeto de estudio.

Algunos conceptos que se han de tener en cuenta son:


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1. Victimización . Mecanismo por el cuál una persona llega a convertirse en víctima.
2. Victimizable. El individuo que en un futuro puede llegar a convertirse en víctima.
También se le denomina victimable.
3. Victimógeno. Todo aquel que puede producir victimización. Estos factores pueden ser
endógenos o exógenos. Como en el caso de la violencia doméstica pueden ser la edad
(menores de 10 años y mayores de 65 años, el sexo (más en mujeres) y la economía.
4. Otro concepto, no muy claramente desarrollado, es el de multivictimización , que se ha
empleado por la doctrina para designar las agresiones psíquicas que producen circuitos de
retroalimentación entre el autor y la propia víctima, ya que la conducta de cada persona
afecta a la otra o viceversa.
5. Por último, vamos a abordar el problema de la victimización secundaria o segunda
victimización . Frente aun concepto de victimización primaria en que una persona se
convierte en víctima debido a la acción punible de uno o más autores, o en virtud de unos
presupuestos sociales o políticos. La victimización secundaria supondría la agravación
de la primera situación de víctima, debido a la falta de reacción por parte del medio social
próximo a la víctima y de sensibilidad en los órganos encargados del control social de los
sucesos delictivos: aparato policial, órganos sociales o instituciones sociales que
intervienen para reparar la situación victimológica, en el aspecto económico, social o
psicológico.

Esta segunda victimización puede producirse por:

-Deformación sufrida por la propia víctima respecto a sus derechos y forma de hacerlos
efectivos.
-Mala atención recibida por la víctima de las instituciones públicas, por su mal
funcionamiento.
-Maltrato dado a la víctima por los profesionales (policías, funcionarios judiciales, jueces,
médicos forenses y psicólogos).

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4. RESUMEN

 La Victimiología surgió como una ampliación del centro de atención de la Criminología.


Muchas han sido las posturas adoptadas con respecto a esta aparición, pero sin duda, la
víctima ha sido uno de los objetos olvidados, hasta que en los años 50, entra a formar parte
del catálogo de los objetos de la misma. Esta inclusión se produce por la valiosa información
que la víctima puede suministrar sobre el hecho delictivo desvelado.
 Acercándonos al concepto de Victimiología en un sentido amplio, debemos considerarla
como una ciencia que hace referencia no sólo a las víctimas del delito, sino a todo tipo de
víctima, no pudiendo confundirse, pues, la Victimología con una categoría específica de
víctima.
 Otros autores consideran que la Victimología debe ser entendida como una rama de la
Criminología, así hacemos referencia la definición dada por Dünkel según el cual: «Victimología
sería una rama de la Criminología que se ocupa de modo específico de la víctima como actuante, es decir, como
partícipe en un suceso criminal, así como de la víctima como sufriente», es decir, como persona afectada
por dicho suceso.
 Por otra parte, otros autores, enfatizan la autonomía de la Victimiología como ciencia
independiente, la cual hace referencia al conjunto de disciplinas cuya acción se dirige a la
víctima del delito, o de otras causas que también producen victimización.
 El concepto de víctima ha sido otro de los términos más discutidos en este ámbito. En nuestra
presentación hemos mencionado dos posibles definiciones:
-Doctrina tradicional dogmática, que equipara el término víctima al sujeto pasivo del
delito.
-Concepto victimiológico, representa a la víctima como toda aquella persona que sufre un
daño. Tiene dos vertientes:
.Concepto victimiológico general: que responde a cualquier persona que sufre
un daño por causa ajena o fortuita.
.Concepto victimiológico criminal: víctima es la persona que sufre un daño
por una conducta antisocial.
La diferencia entre ambas, en que en el primer caso se hace referencia a
cualquier tipo de daño, yen la segunda se hace referencia a un daño causado
por una conducta antisocial.

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1. LA VICTIMA EN EL DERECHO PENAL ESPAÑOL

2. VALORACIONES PARA MEJORAR LOS DERECHOS DE LAS


VICTIMAS DE LOS DELITO

3. RESUMEN

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1. LA VICTIMA EN EL DERECHO PENAL ESPAÑOL

Al hablar de víctima en el Ordenamiento Jurídico Español, no es fácil encontrar un modelo o


texto que recoja el conjunto de derechos básicos de la víctima, sino que para conocer los derechos
de la víctima tenemos que buscar en diversos cuerpos legales y a partir de ahí obtener una lista o
relación de derechos en lo que a nuestro ordenamiento se refiere.

o Reconocimiento concreto de derechos de las víctimas en el Ordenamiento


Jurídico Español. Vamos a diferenciar:

-El reconocimiento general de derechos de la víctima en el ordenamiento jurídico

En primer lugar, se puede decir que la víctima tiene Derecho a la Tutela Judicial Efectiva, artc. 24
Constitución Española (CE). Evidentemente, este derecho también es predicable respecto del
victimario. En esta línea el artc. 121 CE establece una responsabilidad pública por el
funcionamiento anormal de la justicia que puede ser interpretado en clave a un derecho a no sufrir
victimización secundaria.

Una de las muchas legislaciones que protegen a las diferentes víctimas del territorio
español es la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra
la Violencia de género. Dicha ley, nace con la necesidad de que los poderes públicos no pueden
ser ajenos a la violencia de género, que constituye uno de los ataques más flagrantes a derechos
fundamentales como la libertad, la igualdad, la vida, la seguridad y la no discriminación
proclamados en nuestra Constitución. Esos mismos poderes públicos tienen, conforme a lo
dispuesto en el artículo 9.2 de la Constitución, la obligación de adoptar medidas de acción positiva
para hacer reales y efectivos dichos derechos, removiendo los obstáculos que impiden o dificultan
su plenitud.

Otra de las muchas leyes que protegen a las víctimas es la siguiente, en el artc. 292 de la
Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) se otorga el Derecho a la indemnización a cargo del estado a
todos los perjudicados por el funcionamiento anormal de la organización de justicia, salvo en los
casos de fuerza mayor.

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La víctima, en consecuencia, también tiene Derecho a ser parte en el proceso (artc. 10 LEC),
Derecho a que sus intereses sean protegidos por el Ministerio Fiscal, Derecho a la restitución, reparación y
resarcimiento (artc. 109 y ss. CP). Responsabilidad civil del delito y falta.

También tiene Derecho al resarcimiento público. En el artc. 1.1 de la CE se hace referencia a la


idea de Estado social que es el punto básico para exigir al Estado el reconocimiento de este
derecho. En consecuencia es el enclave el artc. 1.1 CE desde el que se puede entender la Ley de
Ayuda y Asistencia a la víctima de delitos violentos.

Igualmente, este incide en que el artc. 121 del CP establezca la responsabilidad subsidiaria del
Estado de los daños causados por los penalmente responsables de los delitos dolosos o culposos,
cuando estos son autoridades, agentes, funcionarios, etc.

También la víctima tiene Derecho a intervenir en la ejecución o en la fase ejecutiva de la sentencia


penal con manifestaciones muy concretas.

Además la víctima tiene Derecho a la tutela de la salud en el orden físico y psíquico (artc. 43 CE).
En esta línea la ley general de sanidad alude al Derecho a la prestación sanitaria pública que asiste
a toda la población.
Igualmente la víctima tiene Derecho a ejercer la acción popular (artc. 125 CE) y el Derecho de
asociación (Artc. 22 CE):

- Ley 35/95 de 11 de Diciembre de Ayuda y Asistencia a las víctimas de delitos


violentos y contra la libertad sexual

El primer punto a tener en consideración es el concepto de víctima. El art.1° de la Ley no hace


una referencia expresa al concepto doctrinal de víctima, y solamente de forma tácita aborda éste.

Así, el legislador, creemos que ha querido subrayar este concepto con referencia a los
delitos de que es objeto la persona: «delitos dolosos y violentos» y «delitos contra la libertad sexual aun
cuando estos se cometan sin violencia».

Por tanto, siguiendo esta norma, podemos definir la víctima como «la persona que se beneficia
de un sistema de ayudas públicas, como consecuencia directa o indirecta de un delito doloso y violento, cometido en

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España, con resultado de muerte, o lesiones corporales graves, o de daño grave en la salud física o mental, y en las
mismas circunstancias por delito cometido contra la libertad sexual aun cuando éste se perpetrara sin violencia».

Por tanto, la nueva Ley presenta indiscutibles ventajas y avances con respecto a los
principios del Convenio 116 del Consejo de Europa, ya que incluye como materia protegida a los
daños causados como consecuencia de agresiones contra la libertad sexual aun cuando éstas no
se lleven a cabo de manera violenta. Por otra parte se reconoce que pueden ser víctimas tanto la
persona que sufre el daño directamente, como el que padece indirectamente sus consecuencias
por fallecimiento de la que fuera víctima directa.
El dar entrada a los daños causados en la salud mental de la victima nos parece un acierto
indudable, ya que la mayoría de las veces en las agresiones contra la libertad sexual, aparecen
Únicamente unas secuelas que alteran la personalidad psíquica de la víctima, y que sólo por esa
vía pueden ser apreciadas.

Entre las desventajas que puede presentar esta ley, podemos mencionar: la no inclusión
de la protección a las víctimas colectivas como consecuencia de fenómenos naturales provocados
por una mala gestión de la propia Administración o de sus funcionarios o bien por alteración o
manipulación fraudulenta y delictiva de alimentos o sustancias peligrosas para la salud de los
ciudadanos; así como la prolija y confusa determinación que se hace de los beneficiarios a la
percepción de la ayuda.

Aparece en el art. 3° de la Ley es la teoría de la victim precipitatio, formulada por Ryan en el


texto Culpando a la víctima, cuando la victima pone de manifiesto un comportamiento tan
problemático como el autor del delito y así señala «que podrá denegarse la ayuda pública o reducir
su importe cuando el comportamiento del beneficiario hubiera contribuido indirectamente a la comisión
del delito, o al agravamiento de sus perjuicios (sólo cuando el comportamiento en los hechos delictivos
fue re directo, pensamos que la actitud y la ayuda del Estado no pueden ni deben favorecer dicho
comportamiento), o las relaciones del beneficiario con el autor del delito».

Al analizar el artc. 6° en su referencia a las ayudas que han de percibir las victimas,
comprobamos que éstas vienen referidas al daño que produce lesiones en aquéllas. Las lesiones
las establece la Ley teniendo en cuenta si éstas ocasionan en la víctima incapacidad temporal,
permanente o muerte, y las refiere siempre para su indemnización al salario mínimo
interprofesional.

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Un paso de gigantes es el considerar, en los delitos contra la libertad sexual, los daños en
la salud mental de la víctima, fijando «que la ayuda sufragará los gastos del tratamiento terapéutico libremente
elegido por ella»; otra cosa será que el Estado pueda hacer frente a estos gastos, por eso la propia
Ley pone un límite al añadir: «en la cuantía máxima que reglamentariamente se determina», por
lo que habrá que estar a lo que disponga el Reglamento que desarrolle esta Ley, que tantas
imprevisiones y lagunas deja.

No ha querido el legislador añadir, en terreno de las compensaciones económicas, la de


conceder ayudas a las víctimas como reparación por las propiedades personales perdidas, dañadas
o destruidas que sean el resultado del crimen.

Por supuesto que era necesario establecer un periodo de prescripción de las acciones, con
el fin de establecer una cierta seguridad jurídica, y así se determina en el art. 7° el plazo de un año,
contado desde la fecha en que se produjo el hecho delictivo, para solicitar las ayudas; plazo que
puede ser ampliado en determinadas circunstancias, lo que quizá compense este plazo inicial tan
corto y escaso para algunas víctimas o sus beneficiarios.

Lo más positivo de la ley 35/1995 lo constituye la protección que alcanza la víctima en


una serie de derechos, que pueden considerarse fundamentales para resolver la situación en que
se encuentra como consecuencia de una victimización secundaria.

En primer lugar el Derecho a la Información , esto es el deber que tienen los jueces y
magistrados, los miembros de la carrera fiscal, autoridades y funcionarios públicos que intervienen
por razón de su cargo en la investigación de hechos que presenten caracteres de delitos dolosos
violentos y contra la libertad sexual, de informar alas víctimas de éstos, y sobre la posibilidad y
procedimiento para solicitar las ayudas reguladas en la nueva Ley.

El deber de información se extiende a comunicar a la víctima el curso de las


investigaciones; con una única excepción, cuando con esta información se ponga en peligro el
resultado de la misma investigación. También deberá informárseles de todas las fases procesales,
así como en el momento de presentar la denuncia, o en la primera comparecencia ante el órgano
competente, del derecho que tiene de obtener en el proceso penal, la restitución y reparación del
daño sufrido y de la posibilidad de lograr el beneficio de la justicia gratuita, cuando sus
posibilidades económicas no le permitieran ejercer la correspondiente acción judicial.

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En segundo lugar el Derecho a la Notificación , que se concreta en el derecho a ser
informada la víctima de la fecha y lugar de la celebración del juicio correspondiente (entendemos
que se trata del juicio oral), y de la resolución que recaiga en aquél (de la sentencia), aunque no
sea parte en el proceso (aun cuando no se haya personado como acusación privada en el proceso).

En tercer lugar el Derecho al Respeto de su Dignidad Personal , tanto dentro del


propio procedimiento, en el momento del interrogatorio como testigo en el juicio oral-
interrogatorio que se hará con respeto a su situación personal, a sus derechos ya su dignidad-,
como fuera del proceso penal, ya que el Ministerio Fiscal cuidará de protegerla de toda publicidad
no deseada que revele datos sobre su vida privada o su dignidad, llegando incluso a solicitar la
celebración del proceso a puerta cerrada.

Y en cuarto lugar el Derecho a su Asistencia y Ayuda , creándose unas Oficinas de


Asistencia a las víctimas en todas aquellas sedes de Juzgados y Tribunales o en las Fiscalías en las
que las necesidades lo exijan, sin más limitaciones que las propias de la existencia de crédito para
estas atenciones en los Presupuestos Generales del Estado, limitación que sin duda habrá de
influir sobre la efectividad de este derecho.

Por el contrario nada se dice del Derecho a la Seguridad y Protección de la víctima y


de sus familiares, cuando de la comparecencia en el juicio oral como testigo del Ministerio Fiscal,
o ante la denuncia del hecho criminal, se pudieran derivar amenazas, intimidaciones o represalias,
que puedan sufrir del autor del delito.

A continuación incluiremos una comparación de los criterios establecidos de protección


a las víctimas en la Ley 35/95, con lo criterios que imperan en las legislaciones europeas, y que
fueron publicados por el médico forense Enrique Esbec en el número 0, de agosto de 1996, de la
revista Psiquiatría Forense, Psicología Forense y Criminología.

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CRITERIOS DE LA LEY 35/95 CRITERIOS DE LA LEGISLACIÓN
EUROPEA

-Contra la atención en las víctimas de los -Centra la atención en las víctimas de los
delitos violentos, contra la libertad sexual, aun delitos violentos.
cuando no sean violentos.

-Delitos cometidos en España, dónde se -No suele distinguir el lugar.


cometió el delito.

-Niega la ayuda a las víctimas culpables. -En el mismo sentido.

-Ayuda a las víctimas indirectas por -En el mismo sentido.


fallecimiento de las víctimas.

-Niega o reduce la ayuda cuando el -En el mismo sentido.


beneficiario de ésta contribuya
indirectamente a la comisión del delito.

-Daños físicos o psíquicos. Solamente daños físicos.

-Lesiones corporales graves o muerte. Todo tipo de lesiones y algunas legislaciones


también a los daños en caso de robo o estafa.

-Se prevén este tipo de ayudas.


-Se prevén ayudas provisionales en caso de
urgencia.
-En el mismo sentido.
-La ayuda debe solicitarse en un plazo, con
ciertas excepciones.
-Incompatibilidad de la ayuda por cobertura
-Incompatibilidad de la ayuda por existencia de seguro privado o prima de entidad
de un seguro público o privado. aseguradora.

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Publicado el reglamento de «Ayuda a las víctimas de delitos violentos y contra la libertad
sexual» por Real Decreto 738/1997, de 23 de mayo, desarrollando la Ley 35/1995, que abría el
cauce de protección y ayuda por el Estado español a las víctimas directas o indirectas de los delitos
dolosos y violentos cometidos en España se hace preciso reflexionar sobre uno de los artículos,
en que en ambas disposiciones legales, se recogen los supuestos especiales de denegación o
limitación de las ayudas públicas.

Este artículo, el 3 de la Ley y su correlato en el artículo 7 del Reglamento establecen !o


que, dentro de las teorías sobre la victimización, se conoce con el término «victimogénesis» para
señalar los factores que predisponen a ciertas personas a devenir en víctimas; lo que se denomina
por Ryan en el texto «Culpando a la víctima» como «víctima-precipitación», cuando la víctima
pone de manifiesto un comportamiento tan problemático como el autor del delito, o lo que el
profesor Landrove Díaz expresa en su libro Victimología al referirse a las «víctimas participantes
o infungibles», como aquellas que desempeñan un cierto papel en la génesis del delito, integrando
los supuestos más evidentes de intervención voluntaria o no, de la víctima en la dinámica del
delito, omitiendo las precauciones más elementales para la evitación de aquél, o prestando su
consentimiento de manera tácita o expresa a los hechos que dan origen a su victimización,
comportamientos que facilitan o incluso generan esta situación. Otras veces las víctimas no son
sujetos imprevisores o descuidados, sino que desempeñan un papel más relevante, son víctimas
de su propia provocación, o prestan un asentimiento tácito al hecho de su victimización.

La Ley sigue una línea clara y determinante del Estado, la denegación en unos casos y la
limitación en otros de la ayuda pública, cuando el comportamiento de la víctima o del beneficiario
de los derechos de ésta, si hubieran contribuido, directa o indirectamente, a la comisión del delito,
o al agravamiento de sus perjuicios. Y en un segundo supuesto cuando la víctima o el beneficiario
de la ayuda tuviera una relación con el autor del delito o su pertenencia a una organización
dedicada a las acciones delictivas violentas.

El Real Decreto 738/1997, de mayo; como toda disposición reglamentaria va a especificar


los supuestos especiales de la denegación de la ayuda pública.

Artículo 7°: Procederá la denegación de la ayuda pública cuando las «circunstancias a que
se refiere el artículo 3.1 de la Ley, concurriesen en el beneficiario a título de víctima directa», o,
«en el caso de fallecimiento, en el único o en todos los beneficiarios a título de víctimas indirectas».

296
El legislador ha querido mantener una doctrina muy amplia en cuanto al concepto de
víctima indirecta, tanto por lo que supone ésta como beneficiaria de la ayuda pública como en la
exclusión de la ayuda por la colaboración al delito violento.

Dentro de este renacido interés del legislador en torno a la víctima del delito vamos a
detener nuestro estudio en una serie de tipos penales en el ámbito laboral, deportivo, y el relativo
a la prostitución y los delitos de los timadores que ostentan unos perfiles singulares y, por lo
general, comunes entre sí.

Todos ellos presentan unas notas comunes:

1ª Se trata de tipificaciones penales de «relación o cooperación» con el agresor del bien


jurídico, es decir, figuras delictivas que no pueden concebirse en su producción sin la
intervención cooperadora de la víctima, y más concretamente en muchos de los casos sin
su consentimiento, es lo que con la terminología del profesor Landrove hemos
denominado «víctima cooperadora» y en muchos casos «víctima participante».

2ª La víctima en todos estos supuestos pertenece, por su alto riesgo de convertirse en tal,
a lo que García-Pablos denomina «vulnerabilidad de la víctima» por sus especiales
características o por el riesgo que asume como «víctima propicia».

3ª En los casos que vamos a comentar la mayoría de las víctimas prestan un


consentimiento expreso o tácito a los hechos que han propiciado su ulterior victimización.

4ª Por último, nota común, es la dificultad de fijar cuál sea el bien jurídico protegido.
Existiendo una cierta dificultad para señalar cuál es el bien jurídico tutelado por el
legislador: la integridad personal y la vida en unos casos, cierta esfera patrimonial en otros
o la propia libertad sexual y la seguridad de las personas.

No obstante a la teoría de «víctima y consentimiento» se hace preciso formular dos


excepciones claras: Estimar en todo caso irrelevante el consentimiento de las personas menores
de edad y rechazar el consentimiento cuando una norma jurídica introduce en la descripción y
tipificación de los hechos delictivos elementos que excluyen la existencia de consentimiento,
como el engaño, la violencia, las amenazas, el abuso de autoridad, infracción de normas que

297
regulan el propio deporte, retención contra la propia voluntad de la víctima etc. Solamente casos
muy concretos, que vamos a estudiar, pueden ser examinados a la luz de la teoría del
consentimiento de la víctima.

Vamos a proponer una serie de hechos en los cuales el consentimiento tácito o manifiesto
de la víctima es determinante para poder imputar o no estos como delito al agresor. Ver cómo la
participación de la víctima exculpa o exime de responsabilidad al sujeto que ha producido la
victimización a través de unas lesiones o de un ata- que a su libertad.

A) Así en principio podría hablarse de eficacia del consentimiento en una serie de hechos
penales, en estos casos ese consentimiento o al menos asentimiento de la víctima excluye
la tipicidad del núcleo del delito por propia esencia. En los delitos de estafa, en que d
«estafado o timador» que consiente no sufre engaño, o bien el hecho queda recluido en la
esfera interna, en el ámbito de lo privado y la responsabilidad del sujeto que ha perpetrado
la agresión en la esfera patrimonial de la víctima deberá substanciarse a través de los
contenidos y eficacia del Derecho Civil.

El Código Penal en su artículo 248, párrafo primero, determina que «cometen estafa
los que, con ánimo de lucro, utilizaren engaño bastante para producir error en otro,
induciéndolo a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno».

El consentimiento o asentimiento del estafado a través de la no existencia de engaño


bastante hace que los hechos no se tipifiquen como delito de estafa.

B) En otro tipo de hechos, sin duda, el papel del consentimiento emitido por el lesionado
en los daños corporales efectivamente sufridos es fundamental para su falta de tipicidad
como delito. Así vamos a analizar, de forma resumida, las bases teóricas que permiten
señalar la importancia del consentimiento en el mundo de «las lesiones o accidentes
deportivos», que en algunos casos pueden llegar a la muerte del lesionado. Teoría que
habrá de complementarse con la de la asunción del riesgo por el deportista que practica
deportes violentos: boxeo, artes marciales, rugby o fútbol americano. Referencia especial
merece la práctica pugilística, no sólo sometida a una controversia social sobre su
erradicación del ámbito deportivo, sino su análisis dentro del Derecho Penal, ya que
contiene una serie de singularidades, como deporte en el que la agresión es componente

298
del mismo, y que no existen con la misma virulencia en otros deportes, aun cuando hoy
día el fútbol esté estigmatizado por esa misma violencia antideportiva.

Primero. Las agresiones producidas como consecuencia del deporte que


originen lesiones en un jugador no difieren de otro tipo de lesiones en cuanto a
culpabilidad, antijuricidad y resultado o calificación jurídica final.

Segundo. La regla general es que en el juego deportivo se asume un riesgo, al


que se asiente o consiente por los jugadores, lo que permite la impunidad del
agresor causante de lesiones.

Tercero. Para que se dé este supuesto de impunidad será requisito necesario


que los deportistas hayan seguido escrupulosamente las normas establecidas para
cada juego.

El consentimiento de la víctima en estos casos asumiendo el riesgo que el


deporte conlleva, con la puesta en peligro de un bien jurídico, la integridad
corporal del deportista será la causa de la exclusión de la tipicidad de un delito,
más allá de la causa de su justificación.

C) Veamos otros supuestos en que el consentimiento de la víctima aminora la


responsabilidad del autor del delito: los delitos cometidos en el ámbito laboral y el relativo
a la prostitución que presentan unos perfiles singulares y comunes entre sí.

1º Se trata en ambos casos de tipos de delitos penales denominados de «relación»


y más significativamente de «cooperación». Delitos en los que no se puede
entender su producción sin la intervención cooperadora de la víctima, que se
constituye en la génesis y participante en su ejecución, ya que de no mediar su
consentimiento el delito no se produciría.

2° En ambos casos la víctima, por su posición frente al transgresor de la norma


penal y por su alto riesgo de conversión en tal, es una «víctima vulnerable o víctima
propiciatoria».

299
3° En las dos situaciones de víctima es muy difícil de fijar cuál sea el bien
jurídicamente tutelado, debiendo encajarse los unos en el Título xv, «De los delitos
contra los derechos de los trabajadores», y los otros en el Título VIII, «Delitos
contra la libertad sexual», Capítulo v, «De los delitos relativos a la prostitución»,
del Código Penal.

4° En todo caso se ha de excluir en estos delitos la Teoría del consentimiento,


que es irrelevante en las personas menores de edad.

2. VALORACIONES PARA MEJORAR LOS DERECHOS DE LAS VICTIMAS DE


LOS DELITOS

 Fuerzas de Seguridad del Estado

Son muchos los tipos de víctimas y los delitos a los que se ven sometidos. Las personas que tiene
la desdicha de ser víctimas de delitos, se ven afectadas en las diferentes áreas que componen su
vida, como es en su estado mental y en su vida diaria durante algún tiempo. Y es en esto, donde
todas estas víctimas van a necesitar ayuda.

En la mayoría de las ocasiones, suelen acudir a la Policía a denunciar, con la esperanza de


que alguien les ayude. Es en esos momentos cuando la Policía debería ponerse en el lugar de la
víctima e indicarle que existe una Oficina de Ayuda a la Víctima para ayudarle. Si se procediese
de este modo, la imagen pública de la Policía mejoraría mucho.

Si la denuncia se archiva por no ser constitutiva de delito, la víctima deberá ser informada
de sus derechos y recibir ayuda de los profesionales adecuados.

Si por el contrario, la denuncia pasa a la fase de instrucción o plenario, será imprescindible


la prestación de ayuda. Sobre todo se le deberá informar de sus derechos, de las actuaciones que
puede llevar a cabo, de las consecuencias, y en definitiva de todo el proceso a iniciarse.

 Jueces y Fiscales

300
La mayor parte de las denuncias que se califican de faltas en un Juzgado de Instrucción, los
denunciados presentan problemas de relación, conducta, toxicomanías o enfermedades mentales.
Problemas que necesitan de un tratamiento específico y diferente a la sanción penal. Incluso es
esto lo que muchas veces solicitan los denunciantes, un tratamiento especial y específico para sus
agresores. Si bien la solución a estos problemas la tienen los Servicios Sociales, la Oficina de
Ayuda a la Víctima debería de representar para los órganos judiciales el primer servicio donde
deberían acudir estas personas.

Por otro lado, muchos de los denunciantes desconocen el procedimiento que se va a


seguir tras establecer una denuncia e iniciarse el proceso; esto se vería resuelto con un
asesoramiento profesional de un abogado. También la víctima espera del Juzgado información,
conocer el curso previsible del proceso, que alguien le interprete las resoluciones que le afecten y
que se pueda sentir apoyada el día que tenga que acudir a juicio y revivir el suceso.

 Salas y Juzgados Penales

La asistencia a juicios en calidad de testigo perturba el estado mental del testigo, por lo que sería
muy recomendable que fueran acompañados por personal de las Oficinas de Ayuda a las Víctimas.

 Servicios de Salud

Son muchas las alteraciones que las víctimas de los delitos pueden sufrir después del suceso
delictivo, como pueden ser: estrés, estado depresivo o trastornos psicosomáticos, etc. Estos
síntomas pueden experimentarse durante un largo período de tiempo, lo cual puede desencadenar
en desórdenes funcionales y orgánicos.

Todos los datos nos hacen indicar la necesariedad de impartir cursos de información a los
profesionales de la salud, lo cual les permitiría tomar decisiones más adecuadas y ajustadas a las
necesidades de las víctimas.

 Servicios Sociales

Estos servicios y vinculación con determinados sectores poblacionales, pueden ser


importantes receptores o detectores de situaciones de victimización. En el momento de una

301
posible detección de victimización, sería importante la puesta en marcha de una colaboración
y coordinación con las Oficinas de Ayuda de las Víctimas, para que de este modo se llevarán
a cabo las actuaciones más adecuadas.

302
3. RESUMEN

 Dentro de nuestro Ordenamiento Jurídico no podemos encontrar un texto único o


modelo, que nos indique cuáles son los derechos básicos de las víctimas; sino que tenemos
que recurrir a varios cuerpos legales para determinarlos. En un intento de señalar algunos
de los derechos fundamentales podemos mencionar:
-Derecho a la Tutela Judicial Efectiva, encaminado sobre todo a evitar una posible
victimización secundaria. (De este derecho se derivan los siguientes).
-Derecho a la indemnización a cargo del Estado por el funcionamiento anormal de la
justicia.
-Derecho de la víctima a ser parte en el proceso, derecho a que sus intereses sean
protegidos por
el Ministerio Fiscal, Derecho a la restitución, reparación y resarcimiento.
-Derecho al resarcimiento público.
-Derecho a la responsabilidad subsidiaria por parte del Estado, cuando los acusados
penalmente sean autoridades, agentes, funcionarios, etc.
-Derecho a intervenir en la ejecución o en la fase ejecutiva de la sentencia penal.
-Derecho a la Tutela de la salud en el orden físico y psíquico.
-Derecho a ejercer la acción popular y Derecho de asociación.
 En la Ley 35/95 de 11 de Diciembre de Ayuda y Asistencia a las víctimas de delitos
violentos y contra la libertad sexual, el legislador, no nos proporciona un concepto claro
de víctima, así sólo hace referencia a los delitos de que es objeto la persona: delitos dolosos
y violentos y delitos contra la libertad sexual aun cuando estos se cometan sin violencia.
A partir de esta norma, podemos definir la víctima como: «la persona que se beneficia de un
sistema de ayudas públicas,. como consecuencia directa o indirecta de un delito doloso y violento, cometido
en España, con resultado de muerte, o lesiones corporales graves, o de daño grave en la salud física o
mental, y en las mismas circunstancias por delito cometido contra la libertad sexual aun cuando éste se
perpetrara sin violencia».
 Lo más positivo de la ley 35/1995 lo constituye la protección que alcanza la víctima en
una serie de derechos, como son: Derecho a la Información por parte de las personas
que intervienen en la investigación de los hechos; Derecho a la Notificación , que se
concreta en el derecho a ser informada la víctima de la fecha y el lugar de la celebración
del juicio y de la resolución; Derecho al Respeto de su Dignidad Personal , tanto
dentro del proceso como fuera del proceso penal; Derecho a la Asistencia y Ayuda ,
creándose Oficinas de Asistencia a las víctimas en todos los Juzgados y Tribunales o

303
Fiscalías en las que se precise; Derecho a la Seguridad y Protección, tanto d la víctima
como de sus familiares, cuando de su participación en el proceso se pudiera derivar
amenazas, intimidaciones o represalias.
 Entre los aspectos a tener en cuenta para mejorar los derechos de las víctimas, podemos
destacar los que se refieren a:
-Servicios de Salud . Debido a todas las alteraciones que pueden sufrir las víctimas
de delitos (estrés, depresión o trastornos psicosomáticos, etc), y sobre todo a las
consecuencias que de estos se pueden derivar debido a veces a su cronicidad y a los
desórdenes funcionales y orgánicos que pueden desencadenar, es necesario que los
profesionales de la salud tengan una formación básica, para que estos puedan actuar de forma
más adecuada y ajustada ante las necesidades de las víctimas.
-Servicios Sociales . Debido a su cercanía con determinados sectores
poblacionales, pueden ser importantes receptores de situaciones de victimización. En el
momento en que se produjese esa detección, estos Servicios Sociales deberían entrar en
colaboración y coordinación con las Oficinas de Ayuda de las Víctimas, para que de ese modo
se llevarán acabo las actuaciones adecuadas.

304
1. VICTIMA Y VICTIMIZACIÓN

2. TIPOLOGÍAS VICTÍMALES

3. FACTORES VICTÍMALES

4. PROCESOS DE VICTIMIZACIÓN CRIMINAL

5. METODOLOGÍA DE TRABAJO

A. Victimas reales y ocultas

B. Definiendo a las víctimas

6. RESUMEN

305
1. VICTIMA Y VICTIMIZACIÓN

El concepto de victimización es relativamente sencillo de definir:

“Los efectos psicosociales inducidos sobre la víctima y su entorno social por los eventos interpersonales y sociales
tipificados penalmente como delitos”.

Las consecuencias de la victimización, obtenidas en una entrevista con 119 víctimas en


los momentos inmediatamente posteriores al acto delictivo, son (Haward,1981):

-Casi la totalidad de las víctimas se sienten angustiadas. De éstas, el 27 por ciento pueden
controlar esta angustia, y en muchos casos, acudieron al apoyo de grupos, pero no de
intervención clínica. Sin embargo, casi dos tercios podrían haber sido objeto de
tratamiento clínico.

-En el tiempo, el 27 por ciento de las víctimas señalan que no superarán esa angustia en
mucho tiempo.

-El primer sentimiento que invade a la víctima es el de un shock que la inhabilita a actuar
en esa situación.

-Otro sentimiento que acompaña a la víctima en el primer momento es el miedo, que es


mayor en los casos de asalto.

-También aparece la ira que, al igual que el miedo, es mayor en los casos de asalto.

-Estas reacciones iniciales suelen ir seguidas de trastornos emocionales que se caracterizan


por síntomas psiquiátricos.

Las consecuencias psicológicas de la victimización no sólo están mediadas por diferencias


interpersonales y contextuales (uso de armas, tiempo de exposición, etc.) sino también por el
delito en cuestión. Dos de las casuísticas más estudiadas, allanamiento de morada y abusos
sexuales, son los ejemplos que hemos considerado para que puedan observarse las diferencias.

306
De hecho, las mujeres víctimas de una violación pueden presentar dificultades en sus relaciones
interpersonales, no ocurriendo así con las víctimas de allanamiento de morada.

Maguire (1981) entrevistó a 322 personas que habían sido objeto de allanamiento de
morada y vieron que las primeras reacciones son de:

• rabia 30%
• shock 19%
• sorpresa e incredulidad. 9%
• trastornos emocionales, lloros y confusión 17%
• miedo 9%
• sin ninguna reacción especial 17%

Estas conductas no serían excesivamente graves si desaparecieran con el tiempo. Por eso,
transcurridas entre 4 y 10 semanas volvió a entrevistar alas víctimas observando que, una vez
controlado el shock inicial, la víctima inicia-ha «una caza» de responsables. Concluyendo en muy
limitadas ocasiones -3 casos- en paranoias. Las respuestas, en este sentido, iban desde la total
indiferencia hasta la paranoia pasando por conductas de investigación, etc.

Asiduamente cambiaban su conducta de seguridad (contrato de seguros o ampliación de


los ya existentes). Un 15 por ciento manifestaba estar todavía asustado, miedo a entrar en casa,
disfunciones en el sueño, y la ingestión de ansiolíticos. Un 6 por ciento afirmaba que, como
resultado del incidente, su salud física había empeorado.

Tabla 1. Consecuencias de la victimización graves o moderadas.

Variable Inmediatos Dos meses después

Cambios conductuales 55% 65%


Relaciones interpersonales 7% 18%
Síntomas físicos 70% 60%
Respuestas emocionales 90% 70%

307
Gil Martín-Zena (1985) comparó la sintomatología en mujeres violadas en dos momentos,
contigua a la violación y transcurridos dos meses, en cuatro niveles de análisis, cambios
conductuales, dificultades interpersonales, síntomas físicos y respuestas emocionales. Los
cambios conductuales no parecían desaparecer con el transcurso del tiempo. Así, en un primer
momento se habían producido cambios conductuales significativos, graves o moderados, en el 55
%, aumentando con el transcurso del tiempo hasta un 65 por ciento (véase la Tabla 1).

Las dificultades en las relaciones interpersonales no eran muy elevadas en el primer


momento (7 por ciento), pero aumentaban con el transcurso del tiempo (18 por ciento). Los
síntomas físicos, por su parte, eran en un primer momento evaluados por las víctimas como de
un impacto moderado o severo en el 70 por ciento de las ocasiones, y descendía en el transcurso
de dos meses a aproximadamente un 60 por ciento. Las respuestas emocionales (miedo, tensión,
etc.), por último, son las que más reflejan las consecuencias de la violación: Un 90 por ciento en
la condición de inmediatez y un 70 por ciento transcurridos dos meses.

Pero no en pocas ocasiones, las consecuencias más traumáticas pueden desencadenar un


suicidio o, paradójicamente convirtiendo la víctima en agresor, en conductas violentas hacia otras
personas (Resnick y Newton, 1992). Dentro de este último caso destacan los abusos sexuales.
Seghorn y colaboradores (1983) encontraron que un 59 por ciento de los juzgados por agresiones
sexuales a niños habían sido víctimas, en su infancia, de agresiones sexuales. La significatividad
de este dato se mantiene en muchos otros estudios con tasas que oscilan entre un 22 por ciento
y un 82 por ciento, mostrándose como el predictor más válido de futuros agresores sexuales
(Knopp, 1984).

En algunas ocasiones se ha dicho que las víctimas, desde un punto de vista judicial, están
desamparadas, no recibiendo atención alguna. A este respecto, los síntomas físicos de las
agresiones suelen gozar de una restitución en las decisiones legales, pero las consecuencias
psicológicas, en muchas ocasiones más graves y duraderas, no se consideran, salvo raras
excepciones, en las decisiones judiciales. La indefensión de la víctima también se extiende a la no
existencia de centros públicos para el tratamiento ni a programas de prevención. Curiosamente,
el agresor sí merece la atención de la administración a nivel de prevención, reinserción y
tratamiento.

308
2. TIPOLOGÍAS VICTÍMALES

Al igual que en muchos otros campos, las tipologías de víctimas son múltiples y su validez
depende de los fines perseguidos (criminológicos, penales, psicológicos, sociológicos, etc.). Por
ello, nosotros relacionaremos tres clasificaciones por su utilidad en el discurso de este módulo.
Una nos posibilitará una interpretación de diferentes víctimas a nivel pericial, mientras que la
segunda presenta una utilidad a la hora de encarar los procedimientos de intervención.

Con el propósito de explicar la paidofilia, Fattah (1967) estableció una categorización de


las víctimas en no participantes, latentes, provocativas, participantes y falsas. Las víctimas no
participantes son aquellas que no contribuyen y, en ocasiones, se resisten a la comisión del delito.
Por víctimas latentes entiende aquellas que sufren una especial predisposición a ser víctimas de
delitos. Las víctimas provocativas crean los ambientes idóneos o incitan a la comisión de un delito.
Las participantes contribuyen al crimen y las falsas engloban o bien a quienes creen haber sido
víctimas de un delito o a quienes lo afirman conscientes de que no son víctimas.

Esta caracterización presenta un gran valor a nivel criminológico, penal, asistencial y de


explicación de algunas conductas delictivas. Es de nuestra incumbencia identificar la falsa víctima
tanto por los peligros que supone a nivel de acusación como el mayor valor probatorio que
necesitan otras víctimas para demostrar el crimen del que han sido objeto como consecuencia de
la falsa generalización o sobrerrepresentación que mediatiza nuestros juicios. En este sentido,
Jones y McGraw (1987) han cuantificado en un 8 por ciento el total de informes falsos de víctimas,
reduciéndose tal porcentaje a un 2 por ciento en casos de menores.

Sin embargo, los filtros policial y judicial elevan tal probabilidad a cantidades
insospechadas. La carga de la prueba “más allá de toda duda razonable”, en unos países, o el
principio de “presunción de inocencia” en otros, son caldo de cultivo para heurísticos como la
sobrerrepresentación o la falsa generalización. A nivel penal es de suma importancia la concreción
y estudio de los modos y motivos de la víctima provocativa.

También es de nuestra competencia establecer las causas y contextos que provocan que
una víctima coopere con el agresor. Muy poco conocemos sobre este tema aunque su valor es
innegable a la hora de establecer la imputabilidad de agresor y víctima.

309
Por su parte, Neuman (1984) clasificó las víctimas en función de criterios sociales en
individuales, familiares, colectivas y sociales. Esta tipología posibilita la interpretación de dos
planes de intervención diferenciados: uno para las víctimas singulares -individuales y familiares- y
otro para las víctimas grupales -colectivas y sociales. Más adelante volveremos sobre este punto.

Entre las ya mencionadas, siempre se suele hacer mención a la de Mendelson, la cual ha


servido de base a otras muchas clasificaciones.

Las clases de víctimas para Mendelson son:

o La víctima completamente inocente o ideal. Es aquella cuyo grado de culpabilidad


en relación con el hecho delictivo es nulo. Se la conoce también como víctima
inconsciente.
o La víctima de culpabilidad menor o víctima por ignorancia . Es aquella que por
desconocimiento de causa produce un determinado daño. Como puede ser una mujer
embarazada que toma una medicación sin saber los efectos que puede producir, y
pierde el bebe.
o Víctima tan culpable como el agresor. También conocida como víctima voluntaria.
Como son los casos de eutanasia.
o Víctima más culpable que el infractor. Son aquellas víctimas provocadoras que
incitan a cometer una infracción o lo es por imprudencia.

3. FACTORES VICTÍMALES

El factor victimógeno, es todo aquel factor que favorece la victimización. Son las condiciones o
situaciones de un individuo que lo hacen proclive a convertirse en víctima.

El factor posibilita la victimización pero no la produce directamente, así pueden existir


dos personas que con los mismos factores victimógenos , uno llegue a ser víctima y el otro no.
Por lo tanto, los factores hay que diferenciarlos de las causas. La causa del delito produce la
victimización necesariamente y los factores solo la posibilitan.

Se han señalado diferentes clasificaciones de factores victimales, nosotros nos vamos a


centrar en la que diferencia a factores endógenos y factores exógenos.

310
o Factores exógenos

Estos son factores de tipo social. Estos son factores que se encuentran fuera del individuo que
va a ser victimizado. Es importante volver a señalar que son factores de predisposición a la
victimización, pero no son la causa. Entre estos factores podemos destacar:

-El Estado Civil. Este factor es determinante en algunos tipos de delitos. Por ejemplo la
bigamia, aquí el estado civil es determinante ya que es necesario tener un determinado estado civil
(cónyuge) para ser víctima. Pero también puede tener importancia en otros delitos, como son los
delitos sexuales. Incluso se han llevado a cabo estudios (Rodríguez Manzaneda) en México, en
donde se ha encontrado que el estado civil con mayor número de víctimas es el soltero, porque
generalmente son más jóvenes, no tiene ataduras familiares, así más de un 50% de los casos
estudiados, la víctima es soltera, y esto se da tanto en hombres como en mujeres.

-La Escuela . Este factor, junto con el de la familia, tiene una doble perspectiva. Por un
lado pueden ser un factor de educación, de formación, un instrumento de protección y enseñanza
para evitar la victimización; pero por otro, puede convertirse en una vía de criminalización y en
consecuencia de victimización.

-La Procedencia . Es un factor fundamental, se refiere al estudio de la procedencia de la


víctima, como factor de riesgo para la victimización. Por ejemplo, nos referimos aquí al problema
de la inmigración. Lo que sucede es que una serie de personas que en su país de origen llevan una
vida de miseria, buscan en otro país el poder vivir mejor e intentan cruzar la frontera, auque se
ilegal, con todas las consecuencias que puede acarrear. Este hecho ya es un factor de victimización
(cruzando el estrecho en patera mueren diariamente muchos inmigrantes) claro y directo. Pero
igualmente, si llegan al país que desean, en muchos casos son explotados laboral, sexualmente,
etc.

-La Familia . Como hemos mencionado antes, al igual que la escuela, debe tener una
incidencia de seguridad y protección, pero no siempre es así. La familia se ha situado en el centro
de la estructura social, por lo que debería actuar como medio de protección de los más débiles y
de desarrollo cultural en los miembros. Sin embargo, en algunas ocasiones, la familia juega un
papel de desestructuración, de victimización sobre las personas especialmente vulnerables (niños,
ancianos, violencia de género)

311
-La Profesión. Este factor no afecta de manera prioritaria, pero si es presenta cierta
importancia. Ciertos trabajos y situaciones laborales pueden propiciar mayor victimización.
Ejemplo, joyeros, comerciantes, taxistas, etc. Pero también hay situaciones en las que se puede
propiciar determinadas variables de víctimas, como por ejemplo, dentro de una empresa el acoso
sexual. Se dice que el acoso laboral se por desconocimiento del tema dentro del ámbito laboral,
por falta de comunicación entre los trabajadores de la empresa y los responsables, así como por
falta de intervención decidida cuando se dan estos casos dentro de una empresa. Otro podría ser
los accidentes laborales, en empresas poco preocupadas por la seguridad de sus empleados.

-Espacio y Tiempo. La Escuela de Chicago, mantiene que el individuo que vive en zonas
urbanas tiene mayor probabilidad de ser víctimas, los que viven en zonas suburbanas menos y los
que viven en zonas rurales aún menos. Pero aunque en zonas rurales hay menos probabilidad
cuando se produce lo hace con delitos más pronunciados, fuertes, como por ejemplo homicidios.

Por último señalar, que ninguno de estos factores es la cusa directa, sino que son hipótesis
que pueden llevar a que una persona se convierta en víctima.

o Factores endógenos

Mucho se ha discutido sobre la influencia de factores biológicos en la comisión el crimen o la


delincuencia. Sobre todo hay que tener en cuenta alguno de estos factores. Sin embargo, hay que
hacer notar, que los datos que se han obtenido indican que en la mayoría de los casos son víctimas
normales, sin alteraciones.

-La Edad . Puede ser un factor victimógeno, pero la edad no se puede mantener como
un factor de victimización permanente, pero si hay edades con más posibilidad, sobre todo por
las relaciones sociales que tiene la persona. Así, el margen de edad con más víctimas es el de 16-
25 años. Este disminuye con la edad, con menos edad, menos probabilidad de convertirse en
víctima.

-El Sexo. No existe una gran diferencia conceptual entre ser víctima de delitos si se es
hombre o mujer. En términos generales las posibilidades son más o menos iguales. Es odvio que
en determinados delitos ha aumentado la proporción de delitos contra las mujeres, como pueden

312
ser los delitos de violencia doméstica, pero en otro tipo de delitos el factor de riesgo es mayor en
hombres que en mujeres.

Es curioso que en cuanto a víctimas de delitos, los porcentajes estén más o menos
equilibrados, pero no sucede lo mismo cuando hablamos de la mujer como victimizadora (como
la que comete el delito) aquí los porcentajes son muy diferentes. Así, los datos del 2003 son: el
92% de las personas en prisión son hombres y el 7´9% mujeres.

-Otro factor endógeno son los Procesos Cognoscitivos que también para la mayoría de
los autores tienen importancia en cuanto a factor de riesgo. Por ejemplo, personas con poca
capacidad cutánea en la piel pueden ser víctimas propicias para determinados delitos como el
robo. Las personas con baja memoria, personas distraídas, pueden provocar accidentes.

-La Afectividad volitiva como factor importante en determinados delitos. Por ejemplo,
un sujeto especialmente sentimental, emotivo, son factores que pueden llevar a la victimización.
Como por ejemplo en la violencia de género, ya que algunas veces se producen por la resistencia
que hay del amor hacia el maltratador.

4. PROCESOS DE VICTIMIZACIÓN CRIMINAL

Dentro de la psicología de la victimización, se han diferenciado tres etapas tras el delito en las
víctimas: el Shock, la reorganización y la readaptación (Soria y Hernández, 1994). La primera fase
se produce de forma inmediata tras el delito, puede durar desde minutos a horas pero raramente
supera las 24 horas. Las emociones contrapuestas dominan todo el comportamiento de la víctima,
que muestra una gran vulnerabilidad, impotencia, aislamiento y bloqueo afectivo.

La etapa de reorganización se caracteriza por un intento por comprender el hecho, su


duración aproximada fluctúa entre semanas a meses, y durante este período la víctima intenta
unificar lo sucedido con sus esquemas personales, escala de valores, expectativas previas de
comportamiento, percepción de sí mismo, etcétera. El pensamiento se mueve entre las continuas
ideas sobre lo sucedido y los intentos por encontrar la causa. También influyen de forma poderosa
los temores ante agresiones posteriores por parte del autor del delito.

313
Por último, la tercera fase es la readaptación. Su duración puede prolongarse meses o
años; durante la misma el conflicto se resuelve adoptando una revisión de sus valores iniciales e
integrando lo sucedido en la vida cotidiana de la persona. Pero un 30 % del conjunto de víctimas
mostrará efectos traumáticos que se prolongarán durante un tiempo elevado. El principal
trastorno mental que mostrarán las víctimas es el síndrome de estrés postraumático seguido de la
depresión, consumo de drogas y cuadros de ansiedad.

Todas las víctimas de los delitos no tienen los mismos efectos ni problemas derivados de
la victimización. Esto se debe a la influencia de múltiples factores que incrementan o disminuyen
los efectos.

En primer lugar debemos considerar que cada persona tiene unos recursos y habilidades
previos al hecho delictivo que la hacen más o menos vulnerable al mismo; en segundo lugar,
tampoco todos los actos criminales poseen la misma intensidad, ni gravedad objetiva y mucho
menos subjetiva para las personas. En tercer y último lugar, tras la victimización, la víctima y su
entorno social reaccionan de forma muy diferente.

Los efectos comunes, psicológicos y sociales derivados de la victimización criminal son


muy diversos. El primer efecto consiste en un cambio en las creencias personales de la víctima,
por ejemplo a partir del suceso pierden la sensación de invulnerabilidad consistente en creer que
las cosas malas suceden a nuestro alrededor, pero no a nosotros mismos. Al resultar afectados
pasamos a considerar que nos puede volver a suceder y por ello nos sentirnos muy vulnerables
respecto de todo lo que sucede a nuestro alrededor. La segunda creencia es la de control, por la
cual las personas creemos que si algo malo nos fuera a suceder podríamos controlarlo y evitarlo,
pero ello no siempre es posible. Finalmente, la creencia del mundo justo consiste en pensar que
las personas obtienen lo que merecen por su comportamiento, para la víctima, en este caso, el
entorno es visto como algo profundamente injusto.

Un segundo efecto inducido por el delito es la aparición de un sentimiento de culpabilidad


y de responsabilidad. Este sentimiento tiene como finalidad buscar el motivo de la agresión y los
errores de conducta realizados por la propia víctima. Comúnmente, la mayoría de afectados tiende
a considerar que ellos han provocado de una u otra forma el delito. Esta conclusión, si bien
errónea, actúa como un medio de explicarse lo sucedido y en segundo término poder superarlo.

314
El pensamiento repetitivo sobre el suceso es algo que afecta muy significativamente a la
vida de la persona, implica pensar de forma continuada en lo sucedido, lo que hizo, 1o que debió
hacer, lo que haría si volviera a pasar, etc. Como una consecuencia indirecta de lo anterior, la
víctima poco a poco se va apartando de todo aquello que la rodea y que antes llamaba su atención
para pasar progresivamente a concentrarse en su mundo interior, sus sentimientos y
pensamientos, etc., adentrándose al mismo tiempo en un proceso obsesivo de consecuencias
imprevisibles.
El futuro personal es visto como algo muy negativo. Es más, muchas víctimas tienden a
mostrar sentimientos y deseos de morir como único medio para hacer frente a la situación. Poco
a poco, el mundo también pasa a verse como algo negativo donde no vale la pena esforzarse por
lograr nada, para qué volver al trabajo habitual, etc.

Sin duda otro efecto aparecido es el sentimiento de temor. Su desarrollo a lo largo del
tiempo es muy variable, pero en líneas generales tras un período de miedo muy elevado, éste va
disminuyendo gradualmente.

Pero también es posible lo contrario, es decir, tras un plazo inicial, posteriormente se va


incrementando hasta niveles muy elevados que le pueden conducir a tener conductas
aparentemente extrañas.

La reacción inicial cuando una víctima siente miedo es buscar el lugar más seguro, por
ejemplo, no salir de casa, evitar los lugares solitarios, etc.; pero luego ningún espacio le resulta
seguro y por ello, poco a poco, puede intentar no pasar por aquellos lugares que le dan miedo.

Uno de los efectos más desconocidos es la ruptura de la vida cotidiana entendida ésta
como la finalización de relaciones matrimoniales, de noviazgo, de relación de pareja, etc. Las
dificultades de la víctima para comprender lo que le sucede implica que tampoco pueda expresar
lo que necesita de aquellos que le rodean. La vida cotidiana también se ve alterada en aspectos
más sencillos, pero también muy significativos; así, la víctima modifica su hora de irse a dormir,
los programas de televisión seleccionados, etc.

La caída de la autoestima es muy importante, pues si bien antes de la agresión la víctima


suele tener un nivel de autoestima relativamente estable, a partir del mismo tiende a considerarse
una persona menos importante y menos valorada por sí misma y por aquellos que la rodean.

315
Además, el descenso en su autoestima afecta de forma significativa a su vida laboral, familiar,
social, etc.

Los deseos de autodestrucción son en gran parte una consecuencia de todo lo anterior.
Así, la persona ante la nueva situación generada y la dificultad para adaptarse a ella inicia una serie
de comportamientos directos e indirectos que la ponen en peligro o la pueden llevar a su
autodestrucción: consumo de alcohol, drogas, conductas sexuales de riesgo, relaciones
sentimentales destructivas e incluso intentos de suicidio.
Finalmente, el último efecto es la incapacidad para tomar decisiones, sean éstas de un
rango sencillo o complejo. Si la evolución es adecuada, la víctima progresivamente retorna su
capacidad para decidir, pero las dificultades para hacerlo son muy importantes pues el
pensamiento se halla bajo un relativo bloqueo emocional y ello impide un proceso de
razonamiento adecuado.

5. METODOLOGÍA DE TRABAJO

Todos los años, delos Ministerios de Justicia salen las cifras de delitos cometidos en los
diferentes países. El desfase entre las estadísticas oficiales y la realidad es grande. Schneider (1977)
encontró que sólo el 45 por ciento de los delitos informados en una encuesta estaban registrados
en los ficheros policiales. Si bien estas estadísticas suponen la puesta de manifiesto de una tasa de
incidencia de delincuencia y, en consecuencia, victimización donde se eliminan los casos bagatela,
no suficientemente demostrados, etc., para algunos delitos no desvelan prácticamente nada de la
realidad. Así, Russell (1984), de 647 casos de abuso sexual a menores, sólo pudo constatar un 5
por ciento de denuncias a la policía. Es de sobra conocido que del total de violaciones, las
violaciones a menores se cuantifican en más del 50 por ciento (por ejemplo, Amir, 1971). El
miedo, la indefensión aprendida, la mala o nula definición de los delitos, errores en el recuerdo o
la habituación, podrían ser las principales causas de este desfase.

B. Definiendo a las víctimas

Para conocer la realidad delictiva de una población se han generado dos tipos de encuestas
complementarias: una de victimización y otra de autodenuncia.

316
La primera se refiere a autoinformes de las víctimas, y la segunda a autoinformes de los
delincuentes. El uso de autoinformes limita la eficacia de los resultados ya que se llevan a cabo en
función de los recuerdos (sólo se recuerdan el 69 por ciento de los delitos ocurridos en los tres
últimos meses -Turner, 1972), sólo se informa de determinados delitos, ocultación de datos, etc.
(véase Canteras, 1991 para una discusión en mayor profundidad). Al margen de estos ligeros
problemas de fiabilidad, suponen un acercamiento mucho más próximo a la realidad delictiva y
victimológica que los datos oficiales de victimización. De las encuestas de victimización
disponibles en España se puede concluir que (Canteras, 1991, pág. 130):

1. En 1980 la tasa de victimización para delitos de violación duplica los registros oficiales.
2. Los municipios de más de 20.000 habitantes duplican en cuanto al número de víctimas
a los menores.
3. El grupo de edad más victimizado es de 26-35 años.
4. Las personas de mayor cualificación y renta son las más victimizadas.
5. Existe una equiparación en cuanto a las tasas de victimización por sexos.

De las encuestas de autodenuncia con jóvenes se pueden resaltar los siguientes datos
(Canteras, 1991, pág. 138):

1 El 61 por ciento de los jóvenes había cometido algún acto delictivo.


2 Las mujeres delinquen menos que los hombres.

Si bien es cierto que los resultados obtenidos con autoinformes adolecen de ciertas
limitaciones, son muy válidos para orientar programas de prevención y búsqueda de víctimas.

317
6. RESUMEN

 Podemos definir victimización como: “los efectos psicosociales inducidos sobre la víctima y su
entorno social por los eventos interpersonales y sociales tipificados penalmente como delitos”.
 Entre las consecuencias de la victimización podemos señalar (Hawars, 1981):
-La angustia es una de las características principales. Muchas víctimas requieren de apoyo
e grupos o de tratamiento clínico.
-Muchas víctimas manifiestan transcurrido un periodo de tiempo, que no han conseguido
superar esa angustia.
-El primer sentimiento que suele invadir a la víctimas es el de un shock que las inhabilita
a actuar en esa situación.
-Otro sentimiento presente en las víctimas es el miedo, que es mayor en los casos de
asalto.
-También aparece la ira, que también es mayor en los casos de asalto.
-Estas reacciones iniciales suelen ir acompañadas de trastornos emocionales posteriores,
que se caracterizan por síntomas psiquiátricos.
 Son muchas y variadas las tipologías victimales que existen, y su validez depende los fines
perseguidos (criminológicos, penales, psicológicos, sociológicos, etc.).
 Podemos señalar la clasificación dada por Mendelson, el cuál diferencia:
-La víctima completamente inocente o ideal. Es aquella cuyo grado de culpabilidad
en relación con el hecho delictivo es nulo. Se la conoce también como víctima inconsciente.

-La víctima de culpabilidad menor o víctima por ignorancia . Es aquella que por
desconocimiento de causa produce un determinado daño. Como puede ser una mujer embarazada
que toma una medicación sin saber los efectos que puede producir, y pierde el bebe.
-Víctima tan culpable como el agresor. También conocida como víctima voluntaria. Como
son los casos de eutanasia.
-Víctima más culpable que el infractor. Son aquellas víctimas provocadoras que incitan a
cometer una infracción o lo es por imprudencia.
 El factor victimógeno, es todo aquel factor que favorece la victimización. Son las condiciones o
situaciones de un individuo que lo hacen proclive a convertirse en víctima.
 Se han señalado diferentes clasificaciones de factores victimales, nosotros nos vamos a centrar
en la que diferencia a factores endógenos y factores exógenos.

318
-Factores exógenos: estado civil, escuela, procedencia, familia, profesión, espacio y tiempo.
-Factores endógenos: edad, sexo, procesos cognoscitivos y afectividad.
 Dentro de la psicología de la victimización, se han diferenciado tres etapas tras el delito en las
víctimas: el Shock, la reorganización y la readaptación (Soria y Hernández, 1994). La primera
fase se produce de forma inmediata tras el delito. Las emociones contrapuestas dominan todo
el comportamiento de la víctima, que muestra una gran vulnerabilidad, impotencia,
aislamiento y bloqueo afectivo. La etapa de reorganización se caracteriza por un intento por
comprender el hecho, y durante este período la víctima intenta unificar lo sucedido con sus
esquemas personales, escala de valores, expectativas previas de comportamiento, percepción
de sí mismo, etcétera. Por último, la tercera fase es la readaptación, durante la misma el
conflicto se resuelve adoptando una revisión de sus valores iniciales e integrando lo sucedido
en la vida cotidiana de la persona. El principal trastorno mental que mostrarán las víctimas es
el síndrome de estrés postraumático seguido de la depresión, consumo de drogas y cuadros
de ansiedad.

319
1. PREVENCIÓN DE LA VICTIMIZACIÓN

2. ACTUACIÓN EN FUNCIÓN DEL PROBLEMA DE LA VICTIMA

A. Problema Psicológico

B. Problema Jurídico

C. Problemas Sociolaborales

D. Problemas Económicos

3. LA VICTIMA ANTE EL PROCESO PENAL. VICTIMIZACIÓN

SECUNDARIA

4. UN MODELO ALTERNATIVO: LOS PROGRAMAS DE

RECONCILIACIÓN VICTIMA-OFENSOR

5. RESUMEN

320
1. PREVENCIÓN DE LA VICTIMIZACIÓN

Los programas de prevención de la victimización no pueden considerarse de una


aplicación general. Cada delito o agente causante, y en consecuencia las medidas a adoptar para
evitar la victimización, necesita una aproximación diferente. Así, en muchas ocasiones las
actividades a desarrollar por la posible víctima deben orientarse a tomar ciertas medidas de
seguridad. Las campañas institucionales encaminadas a “borrar pistas” sobre la ausencia del
domicilio para evitar el robo, son un buen ejemplo. Pero este mismo procedimiento no es válido
para otros delitos. Por ello se han diseñado perfiles de agresores y de víctimas. Schippers (1992)
señala que un perfil válido de los violadores debería incluir raza, edad, estado civil, tipo y
localización de la residencia, inteligencia y nivel educativo, nivel socioeconómico, empleo,
historial delictivo, medio de transporte usado, problemas mentales y sexuales, pasado militar e
historial en el mismo, aficiones y pasatiempos, señalar con quién vive, apariencia personal,
historial sexual, abuso de sustancias, historial en las instituciones, habilidades sociales, y formas
preferidas de entretenimiento. Estos perfiles han posibilitado la resolución en Holanda de muchas
violaciones llevadas a cabo por desconocidos para la víctima. Debe tenerse en cuenta que en un
80 por ciento de los casos no se identifica al agresor, y que éstos suelen reincidir (Schippers, 1992).
La identificación de violadores ajenos a las víctimas nos previene de futuras agresiones.

Los perfiles de víctimas posibilitan el que nos podamos acercar a los grupos de riesgo,
víctimas latentes en la terminología de Fattah, y, a través de programas de prevención, hacerlas
partícipes de ese riesgo para que adopten medidas de seguridad de cara a evitar la victimización.
Por ejemplo, Young y Waite (1982) apuntan que un 47 por ciento de las víctimas de abuso sexual
eran menores de 12 años. Por tanto, los programas de prevención deberían situarse en la escuela
a edades muy tempranas. En consecuencia, es necesario establecer perfiles de víctimas, tarea que
la Psicología Social debe asumir.

2. ACTUACIÓN EN FUNCION DEL PROBLEMA DE LA VICTIMA

La actuación de un servicio de atención a las víctimas, en un concepto más general y no sólo


como consecuencia del delito tiene distintos aspectos según el problema que la víctima plantee y
el tratamiento profesional que el equipo multidisciplinario le preste.

321
A. Problema Psicológico
De manera muy general, parece que, incluso cuando el delito no es muy grave, la víctima
se ve en algunos casos afectada, yo añadiría que traumatizada, gravemente en el plano emocional.

Existe una profunda diferencia entre víctimas de un delito y víctimas como con- secuencia
de un accidente. En el primer caso, para los que sufren las consecuencias del delito, se trata de
una infracción a un código ético rechazado por la sociedad, mientras que para los segundos es
algo «que sucede» a alguien, como consecuencia del destino, de la predestinación o de la fatalidad,
aun cuando en ambos casos se produzca un choque emocional y aparezcan sentimientos
depresivos, de angustia o inseguridad, que en el supuesto del delito conlleva también un
sentimiento de agresión y rabia contra el autor.

Este estado postraumático de la víctima es lo que se puede definir como la dimensión


psicológica de la victimización, y sobre este terreno ha de actuar, tanto en la primera victimización
como en la segunda, la ayuda del profesional para rebajar el nerviosismo, ansiedad, angustia y
depresión de aquélla, según su estado emocional que puede ser transitorio (terrores nocturnos,
inseguridad, estados de excitación), o más duraderos (fobias, evitación de determinados lugares
relacionados con el delito, o procurar no salir de casa o de noche).

El psicólogo debe prestar ayuda a las víctimas en diferentes áreas, entre las que están:
ayudar a resolver los cambios en la estructura de la personalidad de la víctima que surgen después
del delito; ayuda psicológica ante las informaciones que aparecen en la prensa, que muchas veces
son deformadas, y que pueden producir un estado depresivo; ayuda psicológica durante el propio
proceso penal, en que la víctima se convierte en el único testigo del delito, para que pueda afrontar
la situación judicial.

B. Problema Jurídico

La intervención práctica con la víctima se centraría en una precisa información sobre el


problema: traducción para su comprensión de términos legales o coloquiales dentro del ámbito
judicial o administrativo, instrucción sobre el juicio o sobre la forma de acceder a su derecho
frente a la Administración, derechos y recursos utilizables, medios para obtener una reparación o
indemnización económica, y, en función del ordenamiento jurídico concreto, la conciliación
víctima-delincuente en sus diferentes contextos y métodos- Toda esta información ha de ser

322
facilitada por los letrados que formarán, necesariamente, parte del equipo multidisciplinario de
los servicios de ayuda a las víctimas.
En el actual proceso penal, la víctima tiene el derecho de constituirse como parte en la
causa que se instruye por el delito, por el cual ha resultado perjudicada. De esta forma, a través
de su abogado tendrá un conocimiento preciso y continuo sobre el proceso.

Los servicios de atención a la víctima deben ofrecer, a la que no se ha constituido como


parte en la causa, una información puntual y todo lo extensa necesaria para que conozca el
desarrollo del proceso. Por tanto, el servicio de apoyo debería tener a través de sus letrados acceso
a las causas del Tribunal competente, mediante la relación con el Ministerio Fiscal o con el propio
Juzgado de Instrucción.

C. Problemas Sociolaborales

También puede presentársele una serie de problemas de carácter social o laboral. Ante
estos problemas, los trabajadores sociales que actúan en los servicios de asistencia a las víctimas
tienen un papel muy destacado al tratar de resolver estos problemas y son los verdaderos
coordinadores, en todas las fases de ayuda, de los otros miembros del equipo multidisciplinario.

Por otra parte, la víctima quiere, como persona, ser tomada en serio, y sobre todo de
manera humana, ser el sujeto de un enfoque y un tratamiento de apoyo.

Esta necesidad hizo que las primeras expresiones del movimiento victimiológico fueran,
precisamente, la creación de un conjunto de programas de asistencia a los problemas sociales y
de compensación a las víctimas.

D. Problemas Económicos

Entorno a la victimización pueden plantearse una serie de problemas económicos que


afectan a ésta. Un grupo muy sensible de víctimas se ve gravemente afectado en el plano
financiero, teniendo necesidades que van:

- Desde una restitución tan rápida como sea posible de los bienes materiales deteriorados
o sustraídos.

323
-Hasta una intervención ante el patrono cuando el trabajador-víctima ha tenido que
ausentarse del trabajo por causa del delito, perdido el empleo por una gran invalidez u
otra causa, o intervención ante organismos de crédito, cuando, como consecuencia del
delito, no ha podido (temporalmente) hacer frente a sus obligaciones económicas.
-Y principalmente como indemnización por los daños psíquicos y psicológicos sufridos
por la víctima.

Pero todas las doctrinas y, en su reflejo, las legislaciones que han seguido el camino de la
compensación económica, han impuesto unos ciertos requisitos o límites al alcance real de la
misma:

1º. Se limita la compensación económica exclusivamente a las víctimas del delito.


2°. Se limitan las indemnizaciones a aquellas personas que sufren daños personales, con
exclusión expresa de los daños simplemente materiales muchas veces de notable
relevancia económica.
3°. También debe de excluirse, en cualquier caso, la duplicidad de indemnización. Se
considera que el Estado debe deducir de la indemnización la cantidad que las víctimas
hubieran percibido por la misma causa (a través de primas de seguros).
4°. Se valorará la situación económica de la víctima y el comportamiento de la víctima en
la génesis del hecho delictivo, en orden a la cuantía de la indemnización.

En la legislación española existe a este respecto las indemnizaciones como consecuencia


de la responsabilidad patrimonial, por el mal funcionamiento de la Administración de Justicia. Su
reflejo se encuentra recogido en los artículos 292 y siguientes de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, el de la responsabilidad patrimonial de la Administración de Justicia como parte del
Estado.

3. LA VICTIMA ANTE EL PROCESO PENAL. VICTIMIZACIÓN


SECUNDARIA.

Vamos a diferenciar distintas fases dentro del proceso penal por las que deben pasar las víctimas.

• Fase de denuncia a la Policía

324
Difícilmente puede ponerse en funcionamiento el aparato judicial si la víctima no ha presentado
una denuncia ante la Policía o en el Juzgado de Guardia, de ahí que sea el primer contacto de esta
con el sistema jurídico penal.

Existe una reticencia por parte de las víctimas a no denunciar a sus agresores. Las causas
señaladas por José Luis Sangrador que motivan esta actitud son:
-La reacción psicológica de miedo y ansiedad, que, después del delito, puede llegar a
paralizar a la víctima, dificultando su decisión de dar parte del hecho.
-Sentimiento doble de impotencia: impotencia personal, ante la indefensión, que les crea
el autor del delito con su acto, e impotencia ante la ineficacia del sistema policial y judicial
(la Policía no captura al delincuente, si lo captura no lo condena la justicia, si lo condena
se trata de: una condena de corta duración, y la organización penitenciaria con el sistema
de indultos, salidas, trabajo compensatorio, lo pone rápidamente en libertad).
-Temor a una victimización posterior (secundaria) del sistema jurídico penal.
-Miedo a las represalias que pueda tomar el propio autor del delito. Síndrome de «manos
sucias» (robo de bienes u objetos obtenidos fraudulentamente por la víctima, timos, etc.).
-Pertenecer la víctima a colectivos marginados (gitanos, drogadictos, prostitutas y
homosexuales).
-Relación directa de la víctima con el autor.

Sin embargo, hay otras causas que equilibran esta reacción negativa y compensan la actitud
de denunciar el delito:

-Recuperar la propiedad perdida, o ser indemnizado por alguna compañía de seguros (que
suelen exigir una previa denuncia).
-Solicitar beneficiarse de algún programa de compensación para las víctimas (que también
suele exigir la denuncia).
-Evitar su futura victimización por la misma persona. Evitar su futura victimización (y la
de otras personas), esperando que a través de las denuncias la policía sea más consciente
de la frecuencia de delitos en determinada zona e incremente su vigilancia.
-Algún tipo de deseo de venganza contra el causante de su sufrimiento.
-Creencia en la obligación moral de todo ciudadano de cooperar con la Policía.

325
Una de las causas que más inducen a las personas a no denunciar el hecho en las comisarías
es la segunda victimización, que suelen padecer al presentarse ante el aparato policial. La segunda
victimización se produce en dos momentos:

1. En la atención que de la Policía recibe la víctima en la calle. En muchos casos existe


una falta de atención ante situaciones límite, la Policía se inhibe, no busca diligente ni
suficientemente al actor, no le explica adecuadamente la situación de la víctima al grupo
de personas que la observa en la calle cuando ésta se encuentra en estado de shock.
2. En la atención que recibe en la comisaría. La víctima suele encontrarse con el agresor
para su reconocimiento durante la denuncia, causándole miedo y terror; teme no ser
comprendida por los miembros de la Policía en el caso denunciado, o piensa que es
atendida insuficientemente y sin recibir las explicaciones debidas. En definitiva, se
enfrenta aun mundo desconocido, cerrado y crítico.

Ante todo esto, la Policía debe informar mejor y más profundamente a las víctimas de la
manera en que va a intervenir en lo que concierne al delito señalado.

-Debe adecuarse la formación de la Policía, para que ésta preste más atención a la
problemática de la víctima, recibirlas correctamente y orientarlas.
-La Policía debe consagrar una atención particular a los consejos centrados en la
prevención del delito.
-Cuando paralice una investigación debe informar a las víctimas y, en la medida de lo
posible, darle a conocer los motivos.
-La Policía debe conocer las consecuencias de la victimización y los problemas materiales
jurídicos y psicológicos de las víctimas.
-Se debe preparar a la Policía para que entienda la situación de la víctima y superar el
estadio de que la Policía es un mero instrumento para mantener el orden y combatir el
delito.

• Fase de intervención en el proceso penal

La víctima puede, en esta fase, participar en el proceso de dos formas bien distintas
asumiéndose sus intereses por la fiscalía, quien dirige la acusación y determina la pena a solicitar
del Tribunal, y en este caso puede pasar a ser un testigo de la acusación, o bien como parte del

326
proceso, a través de una querella, como acusación privada, participando entonces activamente en
el proceso penal, incluso si una vez dictada la sentencia, aunque no presentó querella, no estuviere
de acuerdo con ésta, podría establecer una demanda.

En cualquier caso, sea cual sea la participación de la víctima en el proceso penal, el hecho
es que, en el momento del comienzo es cuando entra en contacto con el sistema judicial, y de él
tiene que recibir la atención adecuada, a través de los funcionarios de los Juzgados de Instrucción,
Penal, Audiencias Provinciales y clínicas médico-forenses, creándosele a la víctima o no una serie
de problemas e inconvenientes que habrá de afrontar:

-Experiencias desagradables para la víctima de naturaleza económica (pérdidas


económicas para asistir al juicio a declarar como parte y como testigo).
-Experiencia de tipo familiar, ya que en algunos casos tendrá que dejar los hijos al cuidado
de otra persona para acudir al Juzgado, o pérdidas de horas de trabajo, ya que el Juzgado
funciona a horas coincidentes con la jornada laboral.
-Experiencias traumatizantes en relación con el trato que pueda recibir de los funcionarios
(segunda victimización), por las esperas innecesarias, extrañeza ante los procedimientos
penales, mucho más rígidos y rituales que a los que está acostumbrada la víctima en su
vida laboral.

En concreto, la ayuda a la víctima-testigo es una ayuda al propio sistema jurídico penal,


para tratar de asegurarse una colaboración de la propia víctima en su «rol» de testigo.

Los programas de ayuda van a ir dirigidos en este sentido: a promover el que las víctimas
cooperen con el aparato judicial, eliminando aquellos obstáculos que impiden la colaboración de
las víctimas.

Podemos señalar una serie de objetivos de una actuación de ayuda a la víctima:

-Humanizar y acercar la justicia al ciudadano.


-Completar el déficit de1 Juzgado para con la víctima, ya que se atienden los
derechos del presunto delincuente, pero se suelen descuidar los de la víctima.
-Proporcionar la asistencia a la víctima desde el primer momento, posibilitando la
mediación en los delitos y faltas semipúblicas (perseguibles previa denuncia}.

327
-Facilitar información sobre el curso del proceso y los derechos del perjudicado
de forma detallada, en lugar del inexpresivo ofrecimiento de acciones en el
Juzgado.
-Conseguir un efecto reflejo de mejora de la imagen de la .Justicia y de
colaboración con el ciudadano.

• Fase de veredicto final

En el juicio, Burges y Holmstrom (1974) señalan tres factores como fuentes principales de
estrés para la víctima:

-La demora en su celebración, que obliga a la víctima a mantener la tensión previa.


-La exposición pública del hecho donde la víctima ha de repetir cada detalle del incidente, así
como otros hechos de su vida real, relacionados con el delito, ante los magistrados, yen caso de
Jurado, ante las personas que componen éste, público asistente, y, en muchas ocasiones, ante los
informadores de la prensa judicial.
-El hecho de que la víctima pueda ser tratada como muy cercana o causante del hecho delictivo.

En la mayoría de los delitos contra las personas, la defensa suele acudir a la «técnica de
neutralización, para proteger la imagen del delincuente, o para, aprovechando determinados
estereotipos sociales unidos al estilo de vida social de la víctima, justificar el delito cometido por
el autor, o, simplemente, negarlo.

• Fase post sentencia

En la fase de ejecución de sentencia, no es tan importante para la víctima el castigo adecuado del
autor-delincuente, y el cumplimiento de la pena por éste, Como la reparación de las consecuencias
que ella ha sufrido.

En este sentido, las modernas teorías victimológicas tienden a distinguir entre restitución
y compensación. En el primer caso, se intenta implicar al autor de un delito en una especie de
acción restitutoria a la víctima, en el segundo caso, el Estado, con un espíritu de solidaridad,
indemniza (parcialmente) más en el ámbito económico que en el social a la víctima.

328
En los proyectos de acción de restitución, como ayuda a la víctima, es el autor el que debe
indemnizar principalmente a la misma o darle satisfacción mediante la prestación de servicios, y
ello, si es posible, en la medida que le permita sustraerse a un tratamiento penal ulterior como una
suerte de sanción formal al llevar a término la restitución.

4. UN MODELO ALTERNATIVO: LOS PROGRAMAS DE RECONCILIACIÓN


VICTIMA-OFENSOR.

La idea de la que se suele partir es que el miedo a las consecuencias de prisión inhiba
ciertas conductas, y, por otro, que una vez cometido el delito la prisión aminore la tasa de
reincidencia.

El razonamiento en su lógica es correcto, la realidad es otra. En primer lugar, el miedo a


la prisión no parece inhibir demasiado la conducta delictiva, llegando, en algunas ocasiones, a
provocar el efecto contrario.

Así pues, se hace necesaria la búsqueda de métodos sustitutivos o complementarios que


mejoren la efectividad de la justicia. Uno de ellos son los programas de reconciliación víctima-
ofensor (PRVO).

 Las partes en conflicto

La víctima. La víctima pasa, a través de los programas de reconciliación, a ser la gran


beneficiada (en relación al sistema tradicional): Obtiene ventajas económicas (el agresor la
compensa económicamente de los daños sufridos) y psicológicas (el enfrentamiento cara a cara
le permite controlar la situación y el estrés postraumático). Además, el agresor tiene la
oportunidad de experimentar el daño causado por sus acciones. Los diferentes PRVO en marcha
han encontrado que la mayoría de las víctimas (entre un 60 y un 70 por ciento) están dispuestas a
encuentros cara a cara con sus agresores para llegar a una reconciliación (Galaway, 1985; Reeves,
1989).

Aunque no se suele aplicar a crímenes que impliquen violencia, también se han generado
programas de mediación para casos de violación, asalto o intimidación.

329
La víctima llega a considerar, quizás a sugerencia del mediador, que en muchas ocasiones
una restitución íntegra (devolución de la deuda, pago de los gastos médicos, de la pérdida de
trabajo, etc.) es imposible. No obstante, es de interés señalar que generalmente las víctimas no
suelen estar más interesadas en la restitución económica que en mostrar a los agresores las
consecuencias de sus acciones (p. e., Reeves, 1989). Incluso puede tener un carácter terapéutico;
de ahí que se valore el encuentro con el agresor como el aspecto más satisfactorio de todo el
proceso (Coates y Gehm, 1989). La mejor comparación, a nuestro entender, entre los resultados
obtenidos por el procedimiento ordinario de justicia y los PRVOs nos la proporcionan Davis y
colaboradores (1980) quienes, asignando casos al azar a uno u otro método, obtuvieron:

a) El 62 por ciento de las víctimas en el grupo de PRVO frente al 40 por ciento en el


sistema ordinario creía que la conducta del agresor mejorará tras la intervención.
b) El 48 por ciento de las víctimas estaban resentidas tras la intervención de la justicia
tradicional, frente aun 23 por ciento tras un PRVO.
c) El 38 por ciento de las víctimas tras un PRVO no comprendían las motivaciones del
agresor. En la condición de justicia tradicional se elevaba al 50 por ciento.

El agresor. Aunque los PRVO, en principio, son aplicables a muchos tipos de agresores,
en la práctica, han proliferado con jóvenes y con crímenes no violentos. El sistema requiere,
además, la participación voluntaria del agresor. Como estos programas pueden empezarse antes
de que se produzca una sentencia firme podría creerse que serían una alternativa al
encarcelamiento. Aunque ésta pueda ser la salida final de estos programas si mantienen un alto
porcentaje de éxito, en estos momentos están totalmente al margen. No obstante, la decisión
judicial suele considerar estos esfuerzos y lo refleja en sentencias más cortas (Coates y Gehm,
1989).

El mediador. La figura del mediador es muy importante, ya que se ha encontrado que la víctima
no está dispuesta a participar y, en todo caso, aparece como demasiado vengativa (Galaway, 1985).
Entendemos que éstas no serían las únicas consecuencias ilógicas de un proceso de decisión
basado en, apreciaciones de la víctima. Un proceso de identificación con el agresor podría llevar
a que la víctima se mostrase lenil.

330
 Fases

Si bien no existe un procedimiento universal, los siguientes pasos podríamos etiquetarlos


como de mínimos:

a. Recogida de información. El mediador debe recolectar toda la información referida al caso,


evaluando la magnitud de la ofensa, la personalidad del ofensor, las posibilidades que presenta el
ofensor de restitución, y otras que se consideren de interés. Si considera que existen opciones
viables de mediación, establece contacto con la víctima comentándole la posibilidad de una
mediación. Si ésta accede, se estudian sus necesidades (económicas, de trabajo, psicológicas y
otras), se analiza su personalidad, y otras cuestiones que pudieran parecer de interés.

b. Descripción de las opciones. Desde la primera entrevista hasta esta segunda deben transcurrir
entre una o dos semanas para que piensen en el proceso de restitución y lo asimilen. Este tiempo
también permitirá al mediador estudiar y establecer las opciones de mediación. El establecimiento
de las condiciones de mediación y su ajuste puede ocupar varias sesiones. Por último, se redacta
el acuerdo y se vela por su cumplimiento.

c. Seguimiento. Generalmente el proceso no incluye esta fase. Sin embargo, sería muy interesante
establecer un seguimiento de la víctima (observar la incidencia del proceso en las consecuencias
de la victimización), y del ofensor (conducta de reincidencia).

d. Valoración legal. Si se ha llegado a un acuerdo satisfactorio entre la víctima y el ofensor, la


víctima considera el proceso positivo, y no se produce reincidencia, debería comunicársele al juez
del caso para su posible consideración en la decisión sobre el ofensor.

331
5. RESUMEN

 En función del delito acontecido, del problema que presente la víctima y del tratamiento
a recibir, podemos diferenciar varias actuaciones:
-Problema Psicológico. A pesar de que el delito acontecido no sea muy grave, las víctimas
suelen verse afectadas en algunos casos. El psicólogo debe tratar diferentes áreas, como son:
resolver cambios en la estructura de la personalidad de la víctima, ayuda psicológica ante las
informaciones que aparecen en prensa, ayuda psicológica durante el proceso penal, etc.
-Problema Jurídico. En este sentido, sobre todo se debe proporcionar una información
precisa sobre el problema, los procesos judiciales que se van a acontecer, sus derechos como
víctima y los servicios a los que puede acceder.
-Problemas Sociolaborales. En los programas de asistencia a los problemas sociales y de
compensación de víctimas, juegan un papel primordial los trabajadores sociales, los cuáles
orientan su trabajo desde un enfoque multidisciplinar.
-Problemas Económicos. Hay víctimas que se ven más afectadas en el plano financiero,
presentando necesidades que van desde la necesidad de restitución de bienes materiales, hasta
indemnizaciones por daños psíquicos y psicológicos. Esta compensación económica estará
en función de la doctrina y legislación vigente, que en algunos casos establece unos requisitos
y límites algo difícil de suplir por determinados grupos de víctimas.
 Entre los factores que llevan a una víctima a no denunciar a su agresor están: reacciones
de miedo y ansiedad que pueden llegar a paralizar a la víctima después del delito;
sentimiento de impotencia personal ante la indefensión que les crea el autor del delito con
su acto, impotencia ante la ineficacia del sistema policial y judicial, temor a la victimización
posterior, miedo a las represalias del autor del delito, relación directa entre ofensor y
víctima y su pertenencia a grupos marginales.
 Entre los objetivos a alcanzar para promover la actuación de las víctimas en el proceso
judicial: humanizar y acerca la justicia al ciudadano, completar el déficit del Juzgado para
con la víctima, proporcionar la asistencia a la víctima desde el primer momento, facilitar
información sobre el propio curso del proceso y los derechos del perjudicado y conseguir
un efecto reflejo de mejora de la imagen de la Justicia y de colaboración con el ciudadano.

332
1. ACTUACIÓN PSICOLÓGICA ANTE LOS DIFERENTES

PARTICIPES DEL PROCESO

E. Con la Víctima del Delito

F. Con la Policía

G. Personal al servicio de la Administración de Justicia con

destino en los Órganos Judiciales

H. Con los Funcionarios de la Carrera Judicial y Fiscal

2. EVALUACIÓN PSICOLÓGICA DE LA VICTIMIZACIÓN. EL


INFORME PERICIAL

3. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN SITUACIONES DE CRISIS O


EMERGENCIAS

4. RESUMEN

333
1. ACTUACIÓN PSICOLÓGICA ANTE LOS DIFERENTES PARTICIPES DEL

PROCESO

A. Con la víctima del delito

Parece existir una necesidad de asistencia rápida a la víctima, del tipo de lo que se llama
«intervención psicológica o psiquiátrica en situación de crisis». Situación que se presenta a la
víctima inmediatamente después del delito, y que debe ser resuelta por el psicólogo en el propio
Servicio de Asistencia a las Víctimas o incluso in situ, donde se ha producido el hecho; sobre todo
en los casos de diversos tipos de delitos con violencia en las personas o acontecimientos naturales
traumáticos para las víctimas (inundaciones, accidentes de automóvil, violaciones, etcétera).

Según el estudió realizado por el profesor Tony Peters, catedrático de Criminología de


Lovaina, «un tercio de las víctimas de los delitos violentos tienen necesidad de los servicios
propios de una intervención de crisis».

La actuación del psicólogo debe comportar el establecer un contacto intenso y frecuente


con la víctima, incluso antes de la intervención policial, si es posible, atendiendo las carencias
psicológicas de aquélla, por la necesidad de contacto personal y apoyo, como consecuencia del
hecho traumático por el que se ha pasado. Necesita restablecer su estabilidad emocional para
asumir los problemas que se derivan de la primera y segunda victimización.

La víctima sufre una serie de ataques a su estabilidad emocional que habrán de ser
compensados con la ayuda que le preste el psicólogo clínico:

• A nivel perceptivo, necesita captar el delito del que ha sido objeto, de manera
activa y subjetiva, como un acto contra su propia personalidad.
• A nivel afectivo, asumir emocionalmente las experiencias previas que como
víctima ha sufrido.
• A nivel sociopersonal, introyectar los sentimientos de apoyo social que debe
percibir de la comunidad, y en los que el psicólogo va a hacer de intermediano.

334
El profesional-psicólogo, dedicado ala atención de las víctimas, que ha de tener una
formación básicamente jurídica debe prestarle un apoyo: sobre la s emociones, sobre el
pensamiento-memoria, sobre los comportamientos conductuales y sobre aspectos sociales.

B. Con la Policía

La actuación del psicólogo en este aspecto debe quedar referida a la posibilidad de que aquél
ayude a comprender a los miembros de los Cuerpos de Seguridad y Prevención del delito la
situación de «víctima», la consecuencia de una «victimización» secundaria y los problemas
materiales e inmateriales de la víctima como consecuencia del hecho.

La ayuda puede materializarse en la práctica, mediante cursos y conferencias a los


miembros de los Cuerpos de Seguridad, a los cuales se les instruya y convenza de que su deber
no debe centrarse en la prevención y persecución del delito, sino que debe hacer algo por la
víctima, o por las personas que se encuentran en situación de alto riesgo (inundaciones,
catástrofes, etcétera), haciéndoles comprender que la víctima es una persona que ha sufrido un
impacto en el núcleo más íntimo de la personalidad y que necesita una atención emocional
inmediata que ellos pueden prestarle.

C. Personal al servicio de la Administración de Justicia con destino en los


órganos judiciales

La actuación del psicólogo destinado en las clínicas médico-forenses, y en los Juzgados de Familia
y Menores, donde suele concentrarse la presencia de víctimas, debe llevarse a efecto a través de
un proceso de mentalización de los funcionarios de estos órganos judiciales en dos direcciones:

1º. Cursos de formación del personal, respecto al reconocimiento, aplicación y desarrollo


del derecho de las víctimas y su situación psicológica frente al delito y al autor del mismo.
También el curso deberá marcar pautas para evitar el trato mecanizado y burocrático con
respecto a la víctima y su mera utilización como testigo básico del proceso penal.
Ayudarles a comprender que han de utilizar con la víctima un lenguaje adecuado, fácil y
sin tecnicismos jurídicos o psiquiátricos.
2°. En su contacto diario con el funcionario de estos órganos, mentalizarlos para que éstos
dispensen un trato-personalizado y de ayuda a las víctimas.

335
D. Con los Funcionarios de la Carrera Judicial y Fiscal
En principio la ayuda debe ir dirigida a que comprendan los problemas que sufre la víctima
en los momentos decisivos del proceso penal: juicio oral y sentencia.

Por lo que respecta a los fiscales, el psicólogo puede, con su actuación, hacer comprender
a éstos la situación de la víctima, cuando la misma actúa como testigo de la acusación, ayudándole
a entender el estado anímico de aquélla cuando ha de enfrentarse con el autor del delito en el
interrogatorio, durante el proceso y en el juicio oral.

En cuanto a los magistrados-jueces, su actuación ha de ir encan1inada a resaltar la


situación de víctima en todos los informes, autos o sentencias que hayan de evacuar a petición de
aquéllas.

En los informes psicológicos que se evacuan en los Juzgados de Menores y de Familia,


así como los que comparten con los psiquiatras en las clínicas médico-forenses, se pondrá un
especial interés en resaltar la personalidad de la «víctima» como tal, la disminución, si la hubo, de
su capacidad sensorial y mnémica como con- secuencia del delito, la estructura del núcleo de su
personalidad después de éste, así como todos los condicionantes sobre su conducta y mecanismos
de defensa.

2. EVALUACIÓN PSICOLÓGICA DE LA VICTIMIZACIÓN. EL INFORME


PERICIAL

Cuando la víctima denuncia el caso y se llega a un juicio, ésta tiene que demostrar las
consecuencias de la victimización, ya que un proceso judicial sin no puede llevarse a cabo si no
existen pruebas. Aunque debería bastar el conocimiento de que una persona es una víctima para
que fuera protegida por el Estado y se pudiera impulsar toda la acción del aparato judicial, esto
no se adecua con la realidad, ya que cualquier hecho se ha de evidenciar a través de pruebas,
demostrar que hay una persona afectada en sus bienes jurídicos, justificar que hay una víctima a
través de alguno de los medios probatorios previstos por el estatuto procesal penal entre los que
se encuentra el peritaje psicológico.

El peritaje psicológico es un procedimiento matizado con responsabilidad social para


auxiliar a las víctimas y también para auxiliar a la justicia; la norma indica que puede ser realizado

336
desde el ámbito oficial art. 249 CPP no oficial o privado artc. 250 CPP, aunque tradicionalmente
los profesionales del Derecho han recurrido al Instituto oficial encargado, tal vez por la
percepción de mayor respaldo institucional o por el desconocimiento de que existen otros peritos
tanto o más confiables que los oficiales o por el pequeño índice de profesionales capacitados en
el área o por la poca difusión del peritaje psicológico como una práctica privada.

Las consecuencias físicas se evalúan a través de la presentación de certificados médicos.


A partir de estas certificaciones se establecen las indemnizaciones económicas y las sanciones
legales a que debe someterse al agresor. Las consecuencias psicológicas, no obstante, no suelen
considerarse.

Una vez realizada la evaluación del caso en concreto, los resultados deben describirse en
un informe, el cual no ha de contener toda la información manejada por el profesional, sino sólo
aquella relevante para responder a la pregunta formulada.

Podemos señalar una serie de fases que configuran un proceso que obvia los problemas
de credibilidad y que, al mismo tiempo, goza de validez legal:

a. Una entrevista no directiva. Es decir, se le pide a la víctima que relate todo lo acaecido desde el
momento de la agresión hasta hoy en día; los pensamientos, relaciones, etc. El entrevistador debe
incidir en que no va a formular ninguna pregunta, simplemente va a escuchar. En todo caso,
cualquier cuestión que tuviera que formularle haría decrecer el valor del peritaje y su credibilidad
como víctima. Esta entrevista se grabará en vídeo.

b. Análisis de la entrevista. Dos codificadores, por separado, ejecutarán cada uno los siguientes
pasos:

1) síntomas que presenta de estrés postraumático según el listado del DSM-IV-TR;


2) análisis de inferencias (Kuhn et al, 1983);
3) comunicación no verbal (Vrij, 1992);
4) análisis de contenido y consistencia (Arce, Sobral y Fariña, 1990). Con todas estas
metodologías adaptadas al caso conoceremos los síntomas y una estimación de la
veracidad. Otras posibles opciones para evaluar la validez de la entrevista incluirían «reality
monitoring» (Alonso-Quecuty,1993).

337
c. La concordancia entre los codificadores es fundamental. De no existir ésta, la fiabilidad del peritaje es
nula.

d. Presentación del informe pericial. El informe pericial es conveniente presentarlo de una forma
estándar y conforme a los criterios del DSM-V.

e. Presencia en la vista oral. Es imprescindible la presencia en la vista oral para ratificar el peritaje.
En la misma es importante hacer hincapié en la metodología, la posibilidad de replicación, y la
fiabilidad. También se debe destacar que el peritaje hace referencia a una sintomatología, no a que
hayan acontecido los hechos.

A continuación se presenta un posible modelo a seguir en un caso de agresión sexual.

A. PRESENTACIÓN
• Evaluación del contexto de la evaluación y su finalidad.
• La víctima en el “setting” evaluativo.
• Presentación genérica del proceso evaluativo seguido.
B. EVALUACIÓN DE LAS TRES FASES ESENCIALES
1. Evaluación de la fase predelictual
• Detección de alteraciones de personalidad
• Describir aquellos factores de personalidad que pueden haber
influido en la evolución del trauma
• Nivel de adaptación psicosocial previo
2. Evaluación del proceso interactivo de la agresión
• Afectos, cognición y conducta de la v´citima
• Coacción y percepción
• El proceso interactivo agresor/víctima
3. Evaluación subjetiva psicosocial del trauma inducido por la victimización
3.1. Evaluación de la víctima directa
• Alteraciones psicofísicas
• Alteraciones neuropsicológicas
• Alteraciones psicopatológicas

338
• Alteraciones psicológicas más destacadas
3.2. Evaluación del entorno de la víctima
• Alteraciones biopsicosociales básicas
4. Evaluación psicométrica dela victimización
• Conclusiones generales
C. REACCION ADAPTATIVA TRAS EL SUCESO
• Descripción del afrontamiento realizado y su efectividad hasta el
momento de la evaluación
• Expectativas de evolución futuras
• Justificación teórica
D. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
• Valoración del perito sobre la evaluación practicada
• Descripción de la situación actual
• Recomendaciones a efectuar al tribunal
Soria, M. A. Y Hernández, J. A. (1994)

3. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN SITUACIONES DE CRISIS O


EMERGENCIAS

Desde la Psicología de intervención en crisis y emergencias, es una tarea pendiente el desarrollar


estrategias de intervención que permitan ofrecer una respuesta rápida y eficaz ante sucesos de
gran relevancia que atenten contra la salud psicológica de las personas.

En una primera aproximación, se debe llevar a acabo una conceptualización del desastre
en el cuál se va a intervenir. Para entender lo que es un desastre podemos recurrir a la definición
dada por el diccionario de la lengua española:

“Desgracia grande, suceso infeliz y lamentable en el que se producen graves daños”

Una definición vaga e imprecisa desde mi punto de vista. Sería más recomendable adoptar
la visión de la Asociación Psicológica Americana, la cual lo conceptúa como: “Evento relativamente
súbito de gran destrucción, limitado en el tiempo, no obstante sus efectos pueden ser duraderos y públicos (afectan a

339
más de una familia), esto incluye fuerzas de naturaleza, huracanes, terremotos, accidentes tecnológicos por error
humano, accidentes de aviación, contaminaciones tóxicas, impredecibles actos de violencia, entre otros”.

Como salta a la vista, estas son meras aproximaciones a un concepto aún no definido con
claridad y exactitud; esto se debe a que el término desastre es aún una opinión que se tiene sobre
algo por lo que queda pendiente una aproximación más precisa a la significación de desastre.

Podemos coincidir con los expertos en considerar a un desastre como todo evento de
presentación súbita y que por su naturaleza o presentación generan gran impacto material y
emocional así como social y económico, por la magnitud de los sucesos destructivos y que se
encuentra limitado en el tiempo y que rebasan la capacidad de respuesta de la comunidad afectada
y que sus efectos pueden ser duraderos en el tiempo pudiendo ocasionar trastornos por estrés
trauma.

Pero, ¿qué podemos entender por estrés traumático? Este es un término que hace
referencia a una experiencia vivida que involucra a algún evento cuya magnitud e impacto escapan
a lo habitual y que vulneran la capacidad para responder adaptativamente generando gran malestar
en la víctima.

-Estrés agudo. Según el DSM-V, la característica esencial de este trastorno es la aparición


de ansiedad, síntomas disociativos y de otro tipo que tiene lugar durante el mes que sigue a la
exposición a un acontecimiento traumático.

Pueden surgir síntomas asociados de desesperación y desesperanza, acompañado de


profundos sentimientos de culpa, por sentirse responsable, por estar ileso o por no haber prestado
suficiente ayuda a los demás.

-Estrés Postraumático. Según el DSM-V, la característica esencial es la aparición de síntomas


característicos que se siguen a la exposición a un acontecimiento estresante y extremadamente
traumático, y donde el individuo se ve envuelto en hechos que presentan un peligro real para su
vida o cualquier otra amenaza para su integridad física.

Entre los síntomas se aprecia que la persona refiere presencia de reexperimentación


persistente de los acontecimientos traumáticos, evitación persistente de los estímulos asociados

340
al trauma, embotamiento de la actividad general y síntomas persistentes de aumento de la
activación.

-RESILENCIA

Podemos entenderla como el desarrollo de la capacidad en los individuos para afrontar la adversidad de tal
manera que logran transformar los factores adversos en estímulos y oportunidades que le permiten elaborar
estrategias de superación sin sufrir daño en su estructura psicológica.
Esta particular capacidad aporta en la disminución de la potencialidad de verse vulnerable
ante eventos estresantes y por lo tanto muestran mayor capacidad para resistir y recuperarse de n
incidente crítico.

Entre los factores de riesgo y protección, podemos mencionar: la autoeficacia, las habilidades
sociales, autoestima, autoconcepto y salud mental. Estos factores actuarán como factor de riesgo o de
protección según la persona; así una persona con una alta autoeficacia (alta percepción de su
propia capacidad de actuar), con habilidades sociales (competencias para actuar de manera
socialmente eficiente), una alta autoestima (percepción de si misma), un adecuado autoconcepto
(conjunto de rasgos, imágenes y sentimientos que el sujeto reconoce inherentes a sí mismo y que
es influenciado por el entorno) y con una buena salud psicológica (óptimo bienestar personal que
contribuye eficazmente al desarrollo de habilidades para satisfacer necesidades del entorno), es
una persona con las competencias y habilidades necesarias para afrontar una situación estresante
o traumática.

-INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

Aunque cada edad requiere de una manera específica de abordaje, de acercamiento y


comunicación, podemos señalar varios aspectos comunes a la intervención con víctimas de
hechos traumáticos o estresantes.

En primer lugar, y durante la fase de shock emocional , las personas se ven inundadas
de sentimientos de vulnerabilidad, impotencia, aislamiento y bloque afectivo, son personas
incapaces de pensar con claridad, la conmoción y la imposibilidad de aceptar lo sucedido dominan
sus pensamientos. En estos momentos es preciso acoger a las víctimas con calidez y hablarles
empáticamente, transmitiendo afecto, seguridad, confianza y relatando e informando sobre los

341
sucesos y lo que puede estar pasando por su mente. En función de las respuestas que emitan se
irá proporcionando información o se hablarán de sus sentimientos. Sobre todo esta fase estará
sujeta a las necesidades prácticas prioritarias presentadas de forma asociada al hecho traumático,
por ejemplo, si se ha producido afectación física, traslado y reconocimiento físico.

Durante la fase de reorganización , en donde se llevará a cabo una reevaluación cognitiva


del suceso, el objetivo es ofrecerles un soporte psicológico que les permita facilitar la aceptación
de las experiencias vividas, y a partir de aquí ayudar a que las víctimas integren el suceso dentro
de sus esquemas personales, escala de valores, expectativas previas de comportamiento,
percepción de sí misma y del entorno, etc. Es muy importante atender a las posibles reacciones
de tristeza, euforia, y de sus alternancias de miedo e ira. La capacidad empática del profesional y
de controlar el estrés son elementos claves a tener en cuenta. La intervención ha de dirigirse hacia
dos focos, en primer lugar a la situación. La víctima ha de saber qué hace allí, qué pasará después,
etc. En segundo lugar, la intervención se dirige hacia la persona; el profesional, de forma paralela
ha de tranquilizar y hacer disminuir el nivel de excitación de la persona, para lo cuál deberá
eliminar los sentimientos de peligro, descontrol y sumisión.
En la última fase, fase de readaptación , se trabajará para que las víctimas establezcan
unas defensas más efectivas, conductas más adaptativas y se llevará a cabo una revisión de los
valores y actitudes que permitirán un reajuste en la vida cotidiana. Aquí, sobre todo se trabajará
facilitando el retorno de las víctimas a su medio social habitual. También será muy importante el
apoyo de familiares y amigos, que permitirán una delegación de responsabilidades del profesional
hacia otra persona.

342
5. RESUMEN

 Algunas víctimas requieren de una asistencia rápida, del tipo denominada “intervención
psicológica o psiquiátrica en situaciones de crisis”. Sobre todo en delitos de violencia contra las
personas o acontecimientos naturales traumáticos.
 La actuación por parte del psicólogo debe comportar un contacto intenso y frecuente con
la víctima, incluso antes de la intervención policial, atendiendo las posibles carencias de la
víctima, cubriendo la necesidad de contacto y apoyo.
 La actuación del psicólogo dentro de la Policía debe ir dirigida, sobre todo, a que ésta
comprenda y tenga en cuenta, las consecuencias de una victimización secundaria así como
los problemas materiales e inmateriales de la víctima como consecuencia del delito. Esto
se llevará a acabo a través de cursos y conferencias a los miembros y cuerpos de seguridad.
 Los pasos que configuran un proceso de evaluación de la victimización son:
-Una entrevista no directiva. En la que la víctima relatará todo lo acontecido desde el
momento en que se produjo el hecho delictivo.
-Análisis de la entrevista.
-Concordancia entre los codificadores.
-Presentación del informe pericial.
-Presencia en la vista oral.
 Podemos coincidir con los expertos en considerar a un desastre como todo evento de
presentación súbita y que por su naturaleza o presentación generan gran impacto material
y emocional así como social y económico, por la magnitud de los sucesos destructivos y
que se encuentra limitado en el tiempo y que rebasan la capacidad de respuesta de la
comunidad afectada y que sus efectos pueden ser duraderos en el tiempo pudiendo
ocasionar trastornos por estrés trauma.
 El término resilencia hace referencia al desarrollo de la capacidad en los individuos para afrontar
la adversidad de tal manera que logran transformar los factores adversos en estímulos y oportunidades que
le permiten elaborar estrategias de superación sin sufrir daño en su estructura psicológica.
 Para una adecuada intervención psicológica, se debe considerar la fase en la que se
encuentra la persona víctima de un hecho traumático o estresante. En este sentido
podemos diferenciar tres fases: fase de shock emocional, fase de reorganización y fase de
readaptación.

343
1. ¿QUÉ TIPO DE MALOS TRATOS SE PRODUCEN EN LA
VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES?

2. INDICADORES DE RIESGO. COMPONENTES DEL PROCESO QUE


ORIGINAN Y MANTIENEN LA VIOLENCIA DOMESTICA

3. ¿POR QUÉ NO SE DENUNCIAN LOS MALOS TRATOS?


CREENCIAS ERRÓNEAS
A. Las ideas erróneas sobre la Violencia contra las mujeres

4. RESUMEN

344
La violencia en el hogar ha experimentado un desarrollo espectacular en las dos últimas
décadas. Se trata de un fenómeno epidémico que, al hilo de la mayor competitividad de la sociedad
actual, del nuevo rol de la mujer y de la desaparición de los factores inhibitorios para la conducta
violenta de tipo religioso y moral, ha crecido a un ritmo más rápido incluso que los accidentes de
coche, las agresiones sexuales y los robos. En realidad, la familia es el foco de violencia más
destacado de nuestra sociedad. De hecho, en España, según un informe del Ministerio de Asuntos
Sociales, hay unas 640.000 mujeres víctimas de maltrato habitual (el 4% de la población femenina
adulta), pero, en total, son más de 2,5 millones (el 16,5%) las que confiesan haber sido víctimas
de maltrato en algún momento de su vida.

Por extraño que pueda parecer, el hogar -lugar, en principio, de cariño, de compañía
mutua y de satisfacción de las necesidades básicas para el ser humano, puede ser un sitio de riesgo
para las conductas violentas, sobre todo cuando éstas quedan impunes. Las situaciones de
cautiverio -y la familia es una institución cerrada- constituyen un caldo de cultivo apropiado para
las agresiones repetidas y prolongadas. En estas circunstancias las víctimas pueden sentirse
incapaces de escapar del control de los agresores al estar sujetas a ellos por la fuerza física, la
dependencia emocional, el aislamiento social o distintos tipos de vínculos económicos, legales o
sociales (Corsi, 1995).

La conducta violenta en el hogar supone un intento de control de la relación en forma de


abuso de poder. Así, los maltratadores suelen ser los hombres y las víctimas suelen ser las mujeres,
los niños y los ancianos, es decir, los sujetos más vulnerables en el seno de la familia. No es casual
que el término criminal sea masculino y que el de víctima sea femenino.

Más allá de un maltrato físico y de un maltrato sexual, fácilmente identificables, existe un


maltrato psicológico más sutil, que genera unas consecuencias muy negativas en la salud y el
bienestar emocional de la mujer y que se manifiesta de diversos modos: desvalorizaciones
continuas (en forma de críticas corrosivas y humillaciones); posturas y gestos amenazantes;
imposición de conductas degradantes; intentos de restricción (control de las amistades, limitación
del dinero, restricción de las salidas de casa, etcétera); conductas destructivas (referidas a objetos

345
de valor económico o afectivo o incluso al maltrato de animales domésticos); y, por último,
culpabilización a ella de las conductas violentas de él (Echeburúa, 1994) .

No se debe confundir, sin embargo, la violencia psíquica con una mala relación de pareja,
que se caracteriza por la desaparición del afecto, las broncas más o menos esporádicas y el deseo
de poner fin a la relación de pareja. La violencia psíquica, por el contrario, es mucho más intensa
y permanente, caracterizada por las conductas ya señaladas, y genera además consecuencias
clínicas negativas en la víctima: estrés postraumático, depresión, aislamiento social, déficit de
autoestima, etc.

Resulta, cuando menos, sorprendente la relativa tolerancia a los comportamientos


violentos en el seno del hogar. Una de las características singulares del maltrato doméstico es la
cronicidad. Los estereotipos sociales -y muy en particular la consideración de que la violencia
familiar atañe sólo al ámbito de lo privado («Los trapos sucios se lavan en casa»)- desempeñan un
papel importante en la minusvaloración del problema, así como en el mantenimiento de una serie
de creencias erróneas al respecto.

1. ¿QUÉ TIPO DE MALOS TRATOS SE PRODUCEN EN LA VIOLENCIA


CONTRA LAS MUJERES?

En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la


eliminación de la violencia contra las mujeres, que en su artículo 1 define la violencia contra las
mujeres, como:

“Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño
físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria
de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada”.

En este sentido, los malos tratos mencionados hacen referencia al abuso físico, sexual y/o
psicológico dentro de una relación sentimental inferido por un agresor que tiene o ha tenido un
vínculo afectivo con la mujer maltratada.

o Violencia psíquica

346
Cualquier acto o conducta que hiera la dignidad y pueda provocar la desvalorarización,
humillación, sufrimiento o enfermedad mental (insultos, vejaciones, crueldad mental), así como
aquellos actos o conductas que ocasionen un clima de angustia (espiar, ignorar, controlar los
recursos económicos, amenazas y coacciones).

o Violencia física

Consiste en cualquier acto de violencia, no accidental, que afecte a las mujeres en su integridad
corporal o salud física (empujar, causar heridas, abofetear, fracturas, quemaduras) pudiendo
desembocar en homicidio.

o Violencia sexual

En la pareja es cualquier contacto sexual influido por la violencia o forzado, es decir, relación
sexual obligada, realizada desde una posición de poder o autoridad hacia las mujeres. Es corriente
que los agresores violen sistemáticamente a su pareja y que ésta acabe asumiendo esas relaciones
forzadas como parte natural de sus obligaciones maritales.

2. INDICADORES DE RIESGO. COMPONENTES DEL PROCESO QUE


ORIGINAN Y MANTIENEN LA VIOLENCIA DOMESTICA.

Estos también se pueden subdividir en función del género. Así, los factores que indicarían
un mayor riesgo en las chicas de ser víctimas de maltrato conyugal son:

-contraer matrimonio muy joven.


-no ser autónoma económicamente.
-no saber expresar agresividad y hacerlo a través de la queja.
-no sentirse ni ser autorresponsable de sus actos.
-buscar "soluciones automáticas", una de ellas puede ser el matrimonio.
-negar aspectos de la realidad como que su pareja es muy exclusiva, que tiende a aislarlas, que hay
aspectos de los señalados en el perfil del maltratador.
-aislarse de su entorno.
-tender a ver las cosas "demasiado claras", en blanco y negro; lo que indicaría una tendencia a la
polarización.

347
Otros indicadores a tener en cuanta, son aquellos que nos indican si una mujer esta
sufriendo malos tratos. Entre estos indicadores podemos señalar:

-si su pareja ignora sus sentimientos con frecuencia.


-si ridiculiza o insulta a las mujeres como grupo.
-si utiliza su visto bueno, aprecio o afecto como premio o castigo.
-si le humilla en privado o en público (insultos, críticas, gritos).
-si rechaza mantener relaciones sociales en su compañía.
-si controla el dinero y toma las decisiones.
-si no le permite trabajar o si le obliga a cargar con el peso económico de la familia y el hogar.
-si con frecuencia le amenaza con abandonarla o con hacerle daño a ella o a su familia.
-si castiga o priva de cuidados a los hijos o hijas.
-si amenaza con quitarle a los hijos e hijas si le deja.

Las parejas violentas se caracterizan por la utilización de rígidos patrones de


interacción y empleo del abuso conyugal como respuesta aprendida frente al estrés. En estas
parejas las luchas por el control se centran alrededor de temas tales como distancia, intimidad,
celos y lealtad, dependencia e independencia, rechazo y aceptación incondicional, adecuación e
inadecuación y poder e incapacidad.

Otros rasgos descritos han sido la inversión y confusión de roles, estructuras inadecuadas
del Yo, ambivalencia intensa, dificultades en los límites intergeneracionales y cuestiones de
separación no resueltas que llevan a una pérdida de diferenciación entre los esposos.

Las parejas también pueden llegar a hacerse dependientes sobre la base de la agresión
sexual como mecanismo para experimentar proximidad, y de esta manera se ha hecho referencia
al ciclo de la violencia, en el cual aparece, después de cada episodio agresivo, una etapa de "luna
de miel " de intimidad. En este sentido, las parejas llegan a hacerse dependientes de la agresión
como medio para controlar y regular la distancia en sus relaciones.

Si tenemos en cuenta que estos episodios violentos se pueden ver un conjunto, podemos
definir la existencia de un "ciclo de la violencia" compuesto por las siguientes etapas, (de una
duración e intensidad diferente según la pareja en cuestión):

348
1) Fase de Acumulación de tensiones en las interacciones:

El agresor comienza a volverse irritable sin causa aparente, experimenta una especie de
estado de tensión y hacen responsables de su conducta a la otra persona

Hay agresiones psíquicas y golpes menores que aparecen con la presencia de un


incremento de tensión en las relaciones de poder establecidas. Las mujeres niegan la realidad de
la situación y los hombres incrementan la agresión, celos y posesión, creyendo que su conducta
es legítima. Es la más larga, incluso puede durar años.

2) Fase de Implosión violenta

En esta fase se produce la agresión contra la mujer, no lo produce un factor claro,


desencadenante o de relevancia. Cuando comienza el ataque el maltratador es insensible a la señal
de la víctima. El agresor busca descargar la tensión que ha ido acumulando en la fase anterior. Es
la más corta de todas las fases.

3) Fase de “Luna de Miel”.

El agresor pide perdón a su víctima por las agresiones cometidas. Su tiempo de duración
es muy variable, intermedio entre las dos anteriores.

4) Fase de Escalada o de Reanudación del ciclo.

Esta fase solo es aceptada por algunos autores. En ella, si la víctima a perdonado a su
agresor, comenzara de nuevo el ciclo, por tanto, es una fase muy subjetiva

3. ¿POR QUÉ NO SE DENUNCIAN LOS MALOS TRATOS?

Las razones que explican por qué no se denuncian los malos tratos o no se pide ayuda
para hacer frente a esta situación, ya sea desde el plano psicológico, familiar y/o social, son de
varios tipos.

349
En primer lugar, todavía en nuestra sociedad existe una tolerancia a los comportamientos
violentos dentro del hogar (menor, en cualquier caso, en las mujeres jóvenes y con un mayor nivel
cultural y económico) que está relacionada con el temor a hacer pública en el medio social una
conducta tan degradante ya las posibles consecuencias negativas derivadas de la separación
(precariedad económica, futuro incierto de los hijos, etc.).

En segundo lugar, se produce una dependencia de la mujer respecto a su pareja que no


sólo se manifiesta a nivel económico sino también en el ámbito afectivo y relacional. El maltrato
doméstico conduce con frecuencia al aislamiento social. La vergüenza social que percibe la mujer
maltratada le lleva a encerrarse en sí misma ya hacerse aún más dependiente del agresor quien, a
su vez, experimenta un aumento del dominio a medida que se da cuenta del mayor aislamiento
de la víctima.

En tercer lugar, el miedo a represalias por parte del maltratador impide a la mujer
denunciar o buscar ayuda de algún tipo. A menudo, existe un riesgo real de sufrir agresiones físicas
graves cuando decide romper con la situación.

En cuarto lugar, el estado psicológico en el que se encuentra la víctima le dificulta buscar


soluciones adaptativas a sus problemas. Se vuelve cada vez más temerosa y dependiente y
desarrolla sentimientos de culpabilidad, de baja autoestima y de pasividad ante el problema.

¿Por qué no se denuncia?

-Vergüenza social. -Miedos a represalias.


-Secuelas psicológicas -Dependencia afectiva y económica.

A. Las ideas erróneas sobre la violencia contra las mujeres

Se desconoce la dimensión real de la violencia contra las mujeres ya que la mayoría de


estos hechos quedan ignorados, no obstante los últimos pasos dados en este plano, nos muestran
que nos encontramos ante un problema de gran importancia por su magnitud y consecuencias.

350
Para considerar el maltrato doméstico como un verdadero problema social y no como
algo que afecta sólo al ámbito privado de la familia y para valorar las repercusiones reales, es
necesario eliminar las creencias erróneas que se han mantenido a lo largo de los años. Las más
frecuentes son las siguientes:

-“...cuando la maltratan algo habrá hecho”.


Nadie tiene derecho a maltratar, sea cual sea la excusa que ponga para ello.

-Una mujer sólo es maltratada cuando el hombre tiene un problema.


Es excepcional que una mujer sea maltratada una sola vez. En general los malos tratos
ocurren a lo largo de muchos años.

-Al fin y al cabo ella ha escogido vivir con ese hombre. Si se deja pegar, es porque le gusta.
Una mujer que sufre maltrato si no abandona a su agresor es porque piensa que él
cambiará. Además, suele tardar en tomar la decisión debido al estado psicológico en que se
encuentra.

-Una mujer que se defiende, no puede ser agredida sexualmente.


En la mayor parte de los casos el dolor y la amenaza unidos anulan la resistencia.

-Una mujer que dice que ha sido agredida sexualmente por un conocido no es creíble.
Más de la mitad de estos agresores conocen a la víctima.

- El maltrato en la pareja es un asunto privado en el que los demás no pueden meterse.


El maltrato doméstico es un delito y con las actuales modificaciones legales puede ser
perseguido a instancias de cualquier persona (vecinos, familiares, etc.).

-Pegar una bofetada o insultar de vez en cuando a una mujer, no es maltrato.


Cualquier agresión física o psicológica constituye un maltrato, independientemente de la
frecuencia con que ocurra.

-Si una mujer no se separa es porque no quiere.

351
Existen razones poderosas que hacen que una mujer no vea salida a su situación. A pesar
de la dificultad siempre se puede salir del círculo de la violencia, pero en la mayoría de los casos
es necesario pedir ayuda.

- En todas las parejas hay discusiones .


No es lo mismo discutir que maltratar. Discutir es una forma sana de resolver problemas
y maltratar es utilizar la violencia verbal para afrontar los conflictos.

-Los hombres que maltratan a las mujeres están locos o no saben lo que hacen.
Los hombres que maltratan no tienen, en la mayor parte de los casos, trastornos
psiquiátricos, son conscientes de su comportamiento, pero no asumen la responsabilidad de sus
actos.

-Cuando una mujer deja a su marido el maltrato desaparece.


Generalmente, el riesgo de sufrir amenazas, acoso y agresiones se mantiene, e incluso puede
aumentar, cuando la mujer deja al agresor. Este momento puede ser el más peligroso en su
relación.

-Si los hombres que maltratan a las mujeres fueran a la cárcel, la violencia familiar
desaparecería .
El encarcelamiento de los agresores no es suficiente para eliminar la violencia. Es
necesario que los agresores sigan un tratamiento especializado.

En conclusión, en muchas ocasiones los estereotipos culturales, de los que también


participa la mujer, afectan notablemente a la hora de efectuar una denuncia, están en la base de
muchas de las dificultades existentes para probar la ocurrencia de tales agresiones y, en definitiva,
son los responsables de una interpretación sesgada de la realidad del maltrato.

352
4. RESUMEN

 La conducta violenta en el hogar supone un intento de control de la relación en forma de


abuso de poder. Así, los maltratadores suelen ser los hombres y las víctimas suelen ser las
mujeres, los niños y los ancianos, es decir, los sujetos más vulnerables en el seno de la
familia.
 La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la
eliminación de la violencia contra las mujeres, que en su artículo 1 define la violencia
contra las mujeres, como: “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que
tenga o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las
amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida
pública como en la privada”.
 Las parejas violentas se caracterizan por la utilización de rígidos patrones de interacción
y empleo del abuso conyugal como respuesta aprendida frente al estrés. En estas parejas
las luchas por el control se centran alrededor de temas tales como distancia, intimidad,
celos y lealtad, dependencia e independencia, rechazo y aceptación incondicional,
adecuación e inadecuación y poder e incapacidad.
 Son varias las razones por las que no se denuncian los malos tratos: en primer lugar,
todavía en nuestra sociedad existe una tolerancia a los comportamientos violentos dentro
del hogar; en segundo lugar, se produce una dependencia de la mujer respecto a su pareja
que no sólo se manifiesta a nivel económico sino también en el ámbito afectivo y
relacional; en tercer lugar, el miedo a represalias por parte del maltratador impide a la
mujer denunciar o buscar ayuda de algún tipo. A menudo, existe un riesgo real de sufrir
agresiones físicas graves cuando decide romper con la situación; y por último, el estado
psicológico en el que se encuentra la víctima le dificulta buscar soluciones adaptativas a
sus problemas.

353
1. CARACTERÍSTICAS DEMOGRÁFICAS Y PSICOPATOLÓGICAS
DEL HOMBRE VIOLENTO
A. Tipos de maltratadores

2. PERFIL DE LAS VICTIMAS DE VIOLENCIA EN LA PAREJA


A. Síndrome de maltrato a la Mujer

3. LA INSUFICIENCIA DE UNA INTERVENCIÓN JUDICIAL EN EL


MALTRATO

4. RESUMEN

354
1. CARACTERÍSTICAS DEMOGRÁFICAS Y PSICOPATOLÓGICAS DEL
HOMBRE VIOLENTO

En general se han realizado pocas investigaciones acerca de los golpeadores o maltratadores,


desde el momento en que se produjo el cambio de actitud y aceptación de que el abuso conyugal
es un delito.

Desde las pocas investigaciones llevadas acabo, se ha afirmado que el perfil característico
del maltratador, es el de un hombre joven, entre los 18 y 34 años, desempleado en un 47%, que
está bajo los efectos de alguna sustancia tóxica en el momento del asalto (60% ), y con alguna
forma de antecedentes criminales (40%).

o CARACTERÍSTICAS:

Creencias y aprendizajes:

Las creencias son las conceptualizaciones que los individuos tienen acerca de sí mismos y de los demás. Entre
estas creencias podemos destacar:

1) los pensamientos negativos hacia sí mismo le autorizan a hacerle daño a otro.


2) tienen una orientación hacia los roles sexuales más tradicionales que los no agresores.
3) piensan que el maltratar a su mujer no sólo estaba justificado (por mantener el poder) sino que
es aceptable.
4) su forma de pensar se explica por la incorporación que han hacho de la mítica masculina, que
incluye restricción emocional y modelos de control, poder y competencia.

Obsesión por el logro y el éxito:

En la construcción de su personalidad destacan dos procesos: hiperdesarrollo del yo exterior


(hacer, lograr, actuar) y una represión de la esfera emocional. Estos dos factores han sido
introducidos en el individuo mediante mecanismos de aprendizaje social vehiculizados por la
familia, educación, medios de comunicación, etc.

355
Perfil psicológico

Comunicación central centrada en la agresión, mediante la rabia expresada directamente o


mediante incidentes.

Hombre volátil emocional mente que exhibe un alto nivel de cólera ante su pareja.

Esta tipología de agresores es muy importante, si tenemos en cuenta que nos puede ser
muy útil en el tratamiento, pero sólo siempre y cuando se acompañe de un estudio sobre la historia
individualizada.

Presenta una baja tolerancia a la frustración; escasas habilidades sociales para la relación
interpersonal; personalidad no asertiva; sin control sobre sus impulsos; tienen un autoconcepto
pobre; tendencia a culpabilizar a los otros; celosos; y amplio repertorio conductual para agredir.

Características psicopatológicas

Los expertos en violencia doméstica están de acuerdo en afirmar que los maltratadores no suelen
presentar trastornos psicopatológicos, aunque se detectan algunos rasgos de personalidad
acentuados.

Rasgos de personalidad de los maltratadores.


.Ansiedad
.Indiferencia (poca capacidad empática)
.Hostilidad
.Falta de control de la ira
.Impulsividad
.Celos (actitud posesiva)
.Déficit de autoestima

356
Según diversos estudios (Fernández-Montalvo y Echeburúa, 1997) los agresores tienen
un nivel de síntomas psicopatológicos superior a la tasa de prevalencia de la población general,
pero sin diagnósticos definidos. En la mitad de los casos aparecen los celos patológicos, el abuso
de alcohol y los trastornos emocionales (ansiedad y depresión).

Un aspecto común y claramente identificado son las distorsiones cognitivas en relación, por
una parte, con creencias equivocadas sobre los roles sexuales (inferioridad, indefensión, sumisión
y pasividad de la mujer) y, por otra, con ideas distorsionadas sobre el uso de la violencia como
forma eficaz de resolver los conflictos.

Pensamientos distorsionados sobre la mujer


.La mujer debe tener /a comida y /a cena a punto para cuando e/ marido vuelva a casa
.La mujer debe acceder a mantener relaciones sexuales cuando su marido se lo pide
.Si el marido aporta suficiente dinero en casa, la mujer no tiene necesidad de trabajar,
.En una relación de pareja, el marido y la mujer deberían estar siempre de acuerdo
.No es adecuado que la mujer salga sola sin su marido
.Cuando un hombre pega a una mujer, ella ya sabrá por qué
.Muchas mujeres provocan deliberadamente a sus maridos y por eso pierden el control
.Muchas mujeres que están siendo maltratadas no denuncian a sus maridos porque quieren
protegerles

Los pensamientos distorsionados sobre la utilización de la violencia justifican su uso y


ponen al descubierto la falta de habilidades de comunicación y la carencia de estrategias para la
resolución de problemas.

357
Pensamientos distorsionados sobre el uso de la violencia.
.Las bofetadas son a veces necesarias
.Si un niño pega a otro, éste debe responderé de la misma forma
.Los profesores de escuela hacen bien en utilizar el castigo fisico
.No es un delito que un hombre pegue a una mujer
.Lo que ocurre en una familia es problema únicamente de la familia
.Cuando los vecinos se están pegando, no es adecuado intervenir
.Los malos tratos no producen un daño psicológico

Otra característica detectada en los maltratadores es la incapacidad de expresar sus


sentimientos, emociones, pensamientos y necesidades de forma adecuada. Por un lado, por la
interiorización de los estereotipos culturales masculinos que hacen que los hombres oculten sus
sentimientos y consideren su expresión como un signo de feminidad. Y, por otro lado, por los
déficits de habilidades de comunicación y de estrategias de solución de problemas que les lleva a
plantear sus sentimientos ya afrontar las dificultades cotidianas de forma incontrolada, sin
capacidad de empatía. Todo ello les impide resolver las frustraciones de forma adaptativa.

Algunos autores han descrito diferentes tipologías de acuerdo con las características
observadas en los hombres violentos (Echeburúa y Femández-Montalvo, 1997; Hamberger y
Hastings, 1988). Sin embargo, este campo está aún en una fase incipiente y es prematuro ofrecer
conclusiones determinantes.

No obstante, se pueden señalar algunas características que aparecen en los que son
especialmente peligrosos:

- Son celosos patológicos.


- Calculan fríamente la utilización de la violencia.
- No son capaces de comprender los sentimientos de los demás.
- Son violentos dentro y fuera del hogar.

358
Características de los maltratadores.
Sociodemográficas
JÓVENES, CASADOS y CON HIJOS
LABORALMENTE ACTIVOS

Del maltrato
MALTRATO FÍSICO ~ MÁS DE DIEZ AÑOS
VIOLENTOS SÓLO EN EL HOGAR

Psicopatológicas
FALTA DE CONTROL DE IMPULSOS
DISTORSIONES COGNITIVAS SOBRE ~ la mujer y el uso de violencia.
ACTITUDES POSESIVAS
ABUSO DEL ALCOHOL

Características sociodemográficas y circunstancias del maltrato

En general, los maltratadores son hombres jóvenes, casados o emparejados y con hijos. Han
cursado estudios primarios y secundarios, tienen un nivel socioeconómico medio-bajo y se
encuentran laboralmente activos.

En cuanto a las características del maltrato, igual que en el caso de las víctimas, existe una
predominancia de la violencia física, con una duración media de más de 1o años y, en general, el
primer episodio se produce en las primeras etapas de la convivencia.

La mayor parte de los maltratadores no suelen tener un comportamiento violento fuera


del hogar y alrededor de un tercio de los casos han experimentado maltrato en su familia de
origen.

Los aspectos descritos eliminan algunas de las creencias que habitualmente han existido
respecto a los hombres violentos. Son personas de "apariencia normal", con un cierto nivel de
estudios y no están desempleados. Se comportan de forma agresiva preferentemente dentro del
hogar y no manifiestan problemas destacables en sus relaciones sociales y laborales. Además,

359
muchos de ellos no han sido víctimas de maltrato en la infancia y, por tanto, no han aprendido
ese comportamiento en la niñez.
A. Tipos de maltratadores

Los resultados que se exponen en este apartado pretenden ser una aproximación al
establecimiento de tipologías clínicas de maltratadores. Se trata de reflejar la percepción subjetiva
de los autores de este texto en relación con los resultados obtenidos y el tipo de pacientes que
han observado en el trabajo clínico diario.

Los tipos se pueden establecer en función, por una parte, de la extensión de la violencia
y, por otra, del perfil psicopatológico presentado (Fernández-Montalvo y Echeburúa, 1997)
(Tabla 1).

Por lo que se refiere a la extensión de la violencia, la mayor parte de los sujetos (el 74%)
son violentos sólo en el hogar. Se trata de personas que en casa ejercen un nivel de maltrato grave,
pero que en la calle adoptan conductas sociales adecuadas.

En estos casos las frustraciones cotidianas fuera de casa, así como el abuso de alcohol o
los celos patológicos, contribuyen a desencadenar episodios de violencia dentro del hogar.

Por el contrario, los violentos en general (el 26% de la muestra), en los que son frecuentes
las experiencias de maltrato en la infancia, son personas agresivas tanto en casa como en la calle
y cuentan con muchas ideas distorsionadas sobre la utilización de la violencia como forma
aceptable de solucionar los problemas.

En cuanto al perfil psicopatológico, hay personas con déficit en las habilidades


interpersonales (el 55% de la muestra), es decir, que no han aprendido unas habilidades adecuadas
para las relaciones interpersonales debido a carencias habidas en el proceso de socialización. El
recurso a la violencia suple la ausencia de otro tipo de estrategias de solución de problemas.

Por otra parte, los maltratadores sin control de los impulsos (e145% de la muestra) son
personas que tienen episodios bruscos e inesperados de descontrol con la ira. Si bien presentan
unas habilidades sociales más adecuadas y son más conscientes de que la violencia no es una

360
forma aceptable de resolver los conflictos, se muestran incapaces de controlar los episodios
violentos, que surgen en forma de un trastorno explosivo intermitente.

En resumen, los maltratadores no constituyen un grupo homogéneo. Establecer


clasificaciones es interesante, no sólo desde un punto de vista psicopatológico (por ejemplo, a la
hora de hacer predicciones), sino principalmente desde una perspectiva clínica. Sólo así se podrán
seleccionar de una forma más adecuada las estrategias terapéuticas más idóneas en cada caso
(Hamberger, Lohr, Bonge y Tolin, 1996)
TABLA 1
Tipos de maltratadores

Tipología % Características

-Ejercen la violencia
• Violentos sólo 74 sólo en casa
en el hogar -Desencadenantes de
la violencia: abuso de
Extensión de la alcohol, celos
violencia patológicos y
frustraciones fuera del
hogar.

• Violentos en 26 -Ejercen la violencia en


general casa y en la calle.
-Maltratados en la
infancia.
-Ideas distorsionadas
sobre la violencia.

-Carencias en el
proceso de
55 socialización que

361
• Con déficit en provocan déficit en las
Perfil habilidades relaciones
psicopatológico interpersonales interpersonales.
-Emplean la violencia
como estrategias de
afrontamiento.

45
-Episodios bruscos e
• Sin control de inesperados de
los impulsos descontrol con la
violencia.
-Poseen mejores
habilidades
interpersonales.
-Conciencia de la
inadecuación de la
violencia como
estrategia de
afrontamiento.

Fuente: Adaptación e Fernández-Montalvo y Echeburúa, 1997.

2. PERFIL DE LAS VICTIMAS DE VIOLENCIA EN LA PAREJA

Se caracterizan por:

1 ) Sentimientos: sufren lo que Walker ha denominado síndrome de la mujer maltratada, que


explica cómo estas mujeres se inhiben cada vez más a la hora de establecer cambios en sus vidas,
viviendo con el temor al próximo ataque, pero siendo incapaces de buscar ayuda, por lo que
padecen un profundo trauma y estrés.

362
2) Negación de la realidad: niegan no solo los malos tratos sino la peligrosidad de su pareja, los
miedos, inseguridades e incluso la fuente real de sus lesiones, racionalizando sus conductas, hasta
el punto de considerar que su agresor es incapaz de ser responsable de su conducta violenta.
Suelen vivir en un mundo de fantasías en torno a las ilusiones de cómo les gustaría que fuese su
vida, siendo bloqueadas o proyectadas en otros, las partes de vida que no le gustan.

3) Baja conciencia: Existe una importante discrepancia entre el contenido de su discurso y el


modo de decirlo, al igual que en sus propios sentimientos, entre los que aparecen las ambivalencias
de amor/odio, ira/pasividad y omnipotencia/impotencia. Estos sentimientos ambivalentes
demuestran los extremos de deseos y fuerzas contrarias a las que se enfrentan las víctimas de los
malos tratos, que suelen convertirse en personas no integradas con una visión rígida y esteretipada
de sí misma,)

4) Pasividad: Manifestada en conductas como las anteriormente descritas acerca de la no evitación


de la situación, y en otras como la demora de la denuncia y el alto índice de vuelta al hogar en la
misma situación, que también se ha explicado como el desarrollo de una dificultad exagerada para
separarse emocionalmente de sus agresores, como estrategia de supervivencia (Síndrome de
Estocolmo ).

En relación a este síndrome, se han descrito cuatro efectos a largo plazo de este. El
primero es la rabia desplazada sobre sí misma u otros lugares, en vez de hacerlo contra su agresor.
En segundo lugar, el de la escisión, definida como-la dificultad de la víctima para percibir a su
abusador como alguien que no es ni del todo bueno ni totalmente malo. Un tercer efecto es el
perder su sentido de autovaloración, creyéndose merecedora de los maltratos por no ser buena
esposa. y finalmente, entra en un juego desesperado de echar al hombre fuera de su vida para
sobrevivir y aliarse con él por constituir su defensa, ante los recursos económicos, sociales y sus
mismas necesidades emocionales. Todos estos efectos, se transforman con el tiempo en rasgos
de los trastornos de bordeline, de disociación y de despersonalización.

Se pueden definir como causas de esta pasividad: las experiencias previas de violencia
familiar, el nivel educacional, ocupacional, número de hijos y edad de los hijos mayores.

Además tienen una serie de sentimientos y pensamientos que favorecen la existencia de


esta pasividad:

363
• Creen que los maridos se van a corregir.
• Tienen un concepto negativo de sí mismas

En general, las víctimas de maltrato doméstico son mujeres jóvenes, están casadas o
emparejadas y tienen hijos. Han cursado estudios primarios, disponen de un nivel socio-
económico medio-bajo y gran parte de ellas son amas de casa y se dedican a trabajos poco
cualificados (servicio doméstico, empresas de limpieza, etc. ).

Normalmente, dedican todo su tiempo a la familia y al trabajo, carecen de relaciones


sociales y familiares estables y, por tanto, no disponen de un apoyo eficaz. Con mucha frecuencia,
las conductas violentas se extienden también a los hijos.
En algunos casos, han vivido experiencias de maltrato en la familia de origen y sólo una
pequeña parte presenta una historia psiquiátrica anterior.

A través del estudio sistemático de las víctimas de maltrato doméstico, se ha observado


que las características generales se mantienen estables pero, al mismo tiempo, se empiezan a
entrever algunos cambios significativos que habrá que contrastar en los próximos años.

Un cambio importante es la edad de las mujeres que deciden romper con la relación
violenta. Actualmente, las que solicitan ayuda son cada vez más jóvenes, más independientes
económicamente y la duración media del maltrato es menor.

El estado psicológico está menos deteriorado (sobre todo en relación con los sentimientos
depresivos y con el nivel de autoestima) y disponen de más recursos psicológicos para afrontar el
problema. Dado que no se encuentran todavía aisladas en su vida social y familiar, cuentan con
un mayor apoyo, y pueden, por tanto, buscar alternativas más adaptativas a su situación.

En estas circunstancias, el pronóstico es más favorable tanto en el caso de que opten por
la separación, como en el caso de que decidan mantener la relación -si el maltratador se implica
con éxito en un tratamiento- y conseguir una convivencia adaptativa.

364
Características de las víctimas
-Jóvenes y con hijos
-Nivel socioeconómico medio – bajo
-Sin experiencias de maltrato en la infancia
-Sin historia psiquiátrica anterior

A. Síndrome de Maltrato a la Mujer

El Síndrome de Maltrato a la Mujer (SIMAM) viene caracterizado por su estrecha relación con
los condicionamientos socio-culturales, tanto en su origen, como en su manifestación y
consideración, así como por la reciprocidad de la agresividad. Esto hace que la violencia sea
especialmente intensa, que se produzcan lesiones de defensa y que el daño psíquico sea uno de
los elementos más importantes.

Esto hace que no podamos equiparar el SIMAM al maltrato en la infancia ni a ninguno


de los otros cuadros, ya que a pesar de tener algunas características similares, son más las que los
diferencian.

El siguiente cuadro muestra las características del malatrato dirigido hacia diferentes
miembros de la familia.

MUJER NIÑO ANCIANOS FAMILIAR


Marido -Padres -Hombre -Hombre
AGRESOR -Abuelos -Mujer -Mujer
-Nietos -Hijos
-Abuelos
Mujer -Niños -Abuelos -Mujer
VÍCTIMA (Hijos/nietos) -Hijos
-Abuelos

365
-Importancia -Familias -Influenciable -familias muy
de factores inmaduras por la clase desustructuradas
socio- -Alt. social -Gran agresividad
culturales Psicológicas en latente
-Consecución agresor -Influenciable
CIRCUNSTANCIAS de objetivos de -Alcohol y por la clase social
control y drogas -Alcohol y drogas
dominio -Más
-Agresor y influenciable
víctima testigos por el nivel
o víctimas de social
malos tratos
infantiles
-De ataque -De ataque -Predominan -caracterizada
-De defensa -no de defensa lesiones de por la víctima
-Importantes -Extrema ataque
LESIONES lesiones pasividad -Importante el
psíquicas -Diferente data componente
-Diferente data -Lesiones óseas por omisión
significativas
-Algunos
cuadros típicos

Podemos decir que el ambiente familiar o doméstico no es sólo el único escenario donde
se produce la violencia, quizá el más importante si atendemos a términos de frecuencia, pero no
el único no probablemente el más trascendental, ya que los agresores pueden iniciar durante su
noviazgo y , sobre todo, esta violencia no finaliza cuando se acaba la relación familiar. En algunas
ocasiones la situación incluso se agrava y se produce un mayor acoso y persecución de la mujer
con el consiguiente daño psíquico y unas agresiones físicas no tan repetidas, pero sí más violentas.

La familia es, pu3es, una circunstancia común a la mayoría de las parejas que mantienen
una relación sentimental, pero no es específica del maltrato. A la mujer no se la maltrata por ser
madre, novia o ama de casa, sino por ser mujer.

366
Por todo lo anterior podemos considerar el Síndrome de Maltrato a la Mujer como:

“El conjunto de lesiones físicas y psíquicas resultantes de las agresiones repetidas llevadas a cabo por el hombre
sobre su cónyuge o mujer a la que estuviese o haya estado unido por análogas relaciones de afectividad”.

El agresor es alguien que mantiene o ha mantenido una relación afectiva de pareja con la
víctima. Podemos decir, en base a diferentes estudios llevados acabo, que no existe ningún dato
específico ni típico en la personalidad de los agresores. Si no que se trata de un grupo heterogéneo
en el que no existe un tipo único, apareciendo como elemento común el hecho de mantener o
haber mantenido una relación afectiva con su víctima.

Podemos decir que la gratificación que le agresor obtiene por el uso de la violencia frente
a sus parejas (esposas o novias) puede ser debida:

 Liberación de la rabia en respuesta a la percepción de un ataque a la posición de cabeza


de familia o de déficit de poder.
 Neutralización temporal de los intereses sobre dependencia o vulnerabilidad.
 Mantenimiento de la dominancia sobre la compañera o sobre la situación.
 Alcanzar la posición social positiva que tal dominación le permite.

Por otro lado, podemos decir, que la violencia contra las mujeres se produce como
patrones de conducta aprendidos y transmitidos de generación a generación. La transmisión
se hace fundamentalmente en los ambientes habituales de relación.

Las mismas propias normas sociales minimizan el daño producido y justifican la actuación
violenta del marido. Se intenta explicar atribuyéndola a trastornos del marido o, incluso, de la
mujer.

En lo que respecta a las lesiones derivadas del síndrome, pueden ser de tipo físico o
psíquico, si bien, dadas las características de este tipo de violencia y de curso crónico, siempre
suelen existir manifestaciones psíquicas, tanto en los momentos cercano al ataque físico,
como con posterioridad al mismo, perdurando como puentes entre cada una de las agresiones.

367
Las agresiones producidas en los casos de agresiones por parte del hombre abarcan toda
la tipología lesional de la traumatología forense, desde simples contusiones y erosiones, hasta
heridas causadas por diversos tipos de armas. De igual forma, las zonas anatómicas que
pueden verse afectadas cubren todas las posibilidades, así como las diferentes estructuras
orgánicas (piel, mucosas, huesos, vísceras...). No obstante, el cuadro lesional más frecuente
suele estar conformado por excoriaciones, contusiones y heridas superficiales en la cabeza,
cara, cuello, pechos y abdomen.

Este cuadro lesional suele variar bastante del que se produce en el Síndrome del niño
maltratado, ya que en este suelen aparecer lesiones de defensa, la inexistencia de lesiones que
indiquen extrema pasividad de la víctima (quemaduras múltiples por cigarrillos, pinchazos
leves repetidos sobre una zona, ...), así como la localización de gran parte de las lesiones (o
las más intensas) en zonas no visibles una vez que la mujer está vestida.

Las circunstancias de las que dependerá el cuadro lesional presentado por la mujer
maltratada son: el grado de violencia empleado, la repetición seguida de la agresión y la unión
del maltrato a otro tipo de hechos.

Estas dos circunstancias, la repetición de los hechos y la unión a otras acciones dentro de
un incidente, aumentan la capacidad lesiva, ya que conllevan un incremento del grado de
violencia y hacen, además, que la víctima sea incapaz de recuperarse para protegerse de la
siguiente agresión al encontrarse física y psicológicamente aturdida por la rapidez de los
sucesos.

En cuanto a la sintomatología psíquica, los trabajos realizados en esta dirección, han


encontrado que en las víctimas aparecen lesiones psíquicas que pueden ser agudas, tras la
agresión, o las denominadas lesiones a largo plazo, aparecidas como consecuencia de la
situación mantenida de maltrato.

 Lesiones psíquicas agudas

Al igual que en otro tipo de víctimas, en las mujeres maltratadas, la primera reacción que
suele aparecer es la de autoprotección y la de tratar de sobrevivir al suceso. Suelen aparecer
reacciones de shock, negación, confusión, abatimiento, aturdimiento y temor. Durante el

368
ataque, e incluso tras este, la víctima puede ofrecer muy poca o ninguna resistencia para tratar
de minimizar las posibles lesiones o para evitar que se produzca una nueva agresión.

Diversas investigaciones han comprobado que las víctimas de malos tratos viven sabiendo
que en cualquier momento se puede producir una nueva agresión. En respuesta a este peligro
real, algunas mujeres desarrollan una extrema ansiedad, que puede llevar a crisis de pánico. La
mayoría de estas mujeres presentan síntomas de incompetencia, sensación de no tener
ninguna valía, culpabilidad, vergüenza y temor a la pérdida del control.

 Lesiones psíquicas a largo plazo

Las reacciones a largo plazo de las mujeres que han sido agredidas física y
psicológicamente incluyen temor, ansiedad, fatiga, alteraciones del sueño y del apetito,
pesadillas, reacciones intensas de susto y quejas físicas en forma de molestias y dolores
inespecíficos.

Tras la agresión, las mujeres suelen volverse dependientes y sugestionables, encontrando


muy difícil tomar decisiones o realizar planes a largo plazo. Como un intento de evitar un
abatimiento psíquico pueden adoptar expectativas irreales en relación a conseguir una
adecuada recuperación, persuadiéndose ellas mismas de que pueden reconstruir en cierto
modo la relación y que todo volverá a ser perfecto.
3. LA INSUFICIENCIA DE UNA INTERVENCIÓN JUDICIAL EN EL MALTRATO

La intervención judicial dentro de la violencia doméstica suele ser insuficiente. La


violencia doméstica es considerada habitualmente como un delito de faltas, que suele ser penado
con multas, arresto domiciliario o, menos frecuentemente, con prisión. Sin embargo, el
tratamiento psicológico del maltratador parece ser la intervención más adecuada en la actualidad,
sin perjuicio de las medidas judiciales precisas para proteger a la víctima en los casos graves.

En este sentido, la prioridad en la terapia de la violencia familiar ha sido el tratamiento de


las víctimas. Aunque muchas mujeres optan por separarse de sus parejas antes o en el transcurso
de la terapia, hay un grupo amplio de ellas -aproximadamente el 30% de las víctimas tratadas y
e150% del total- que continúan conviviendo con sus parejas (Echeburúa e! al., 1996). En estos
casos la terapia recibida por la víctima es necesaria, pero resulta insuficiente si no se actúa

369
simultáneamente sobre el agresor. En caso contrario, existe un riesgo alto de que la situación de
maltrato se reproduzca e incluso se extienda al resto de la familia (a los hijos pequeños
especialmente), Por este motivo, un tratamiento integral del maltrato doméstico debe incluir la
atención psicológica del hombre maltratador, bien porque éste continúe conviviendo con la
víctima o bien porque, en el caso de separación, pueda reincidir en el futuro con otra mujer
(Echeburúa, Amor y Femández-Montalvo, 2002),

La negación -total o parcial- del problema dificulta la búsqueda de ayuda terapéutica. Por
ello, los tratamientos obligatorios, sin una implicación adecuada del sujeto, resultan muy
limitados. En concreto, las tasas de éxito en pacientes derivados del juzgado y sometidos
obligatoriamente a terapia son muy bajas (Madina, 1994). Resulta prioritario evaluar en estas
primeras fases dEL tratamiento d grado de peligrosidad actual del paciente y el nivel de
motivación para el cambio (Corsi, 1995).

Algunas de las estrategias motivacionales utilizadas en el tratamiento de hombres


violentos en el hogar son las siguientes: a) asegurar la confidencialidad, de modo que en ningún
caso lo dicho por el paciente vaya a trascender al juez; b) ofrecer un programa terapéutico
encaminado a la desaparición del maltrato, pero también a la mejora de aspectos del sujeto
(autoestima, habilidades de comunicación, estrategias de solución de problemas, control de la ira,
etcétera), que puede resultar atractivo para el paciente (y no sólo para la pareja); c) eludir el término
de maltratador, ya que resulta muy peyorativo y con connotaciones de indeseabilidad social,
empleando mejor el de paciente o persona con problemas; d) crear un contexto terapéutico que
fomente la responsabilidad del maltrato ejercido más que la culpabilidad; y e) por último,
proponer un tratamiento en sesiones ambulatorias, en horario compatible (siempre que sto sea
posible) con el trabajo del paciente y con una duración breve (aproximadamente de 4 meses)
(Echeburúa y Fernández-Montalvo, 1997).

370
PROTOCOLO DE TRATAMIENTO

ASPECTOS PSICOPATOLÓGICOS TÉCNICAS TERAPÉUTICAS

-Explicación del ciclo de la violencia y del


Ira descontrolada proceso de escalada de la ira.
-Suspensión temporal.
-distracción cognitiva.
-Entrenamiento en autoinstrucciones.

Ansiedad/estrés -Relajación.

Celos patológicos -Reestructuración cognitiva.


-Saciación.

Consumo abusivo de alcohol -Programa de bebida controlada.

Déficits de asertividad y de comunicación. -Entrenamiento en asertividad y habilidades


de comunicación.

Déficits en la resolución de problemas. -Entrenamiento en solución de problemas.

Ideas distorsionadas sobre los roles sexuales y -Educación sobre la igualdad de los sexos.
sobre la violencia como forma de solución de -Reestructuración cognitiva.
problemas.

Déficits en autoestima. -Reevaluación cognitiva.

Déficits en las relaciones sexuales. -Educación sobre la sexualidad en la pareja.

371
4. RESUMEN

 Los agresores de delitos de Violencia Doméstica, se suelen caracterizar por tener una naja
tolerancia a la frustración, escasas habilidades sociales, suelen ser personas no asertivas,
sin control de impulsos, con un autoconcepto bajo, celosos, con tendencia a
responsabilidaz a oros incluso de sus propios actos y con amplio repertorio conductual
para agredir. Este tipo de maltratadores no suelen tener trastornos psicopatológicos y
entre sus rasgos de personalidad destacan: ansiedad, indiferencia (déficit en capacidad
empática), hostilidad, falta de control de la ira, impulsividad, celos (actitud posesiva) y
déficit de autoestima.
 Los maltratadores son incapaces de expresar sus sentimientos, emociones, pensamientos
y necesidades de forma adecuada. Por un lado, por la interiorización de los estereotipos
culturales masculinos que hacen que los hombres oculten sus sentimientos y consideren
su expresión como un signo de feminidad. Y, por otro lado, por los déficits de habilidades
de comunicación y de estrategias de solución de problemas que les lleva a plantear sus
sentimientos ya afrontar las dificultades cotidianas de forma incontrolada, sin capacidad
de empatía. Todo ello les impide resolver las frustraciones de forma adaptativa.
 En general, los maltratadores son hombres jóvenes, casados o emparejados y con hijos.
Han cursado estudios primarios y secundarios, tienen un nivel socioeconómico medio-
bajo y se encuentran laboralmente activos.
 Las mujeres víctimas de malos tratos suelen ser jóvenes, están casadas o emparejadas y
tienen hijos. Han cursado estudios primarios, disponen de un nivel socio-económico
medio-bajo y gran parte de ellas son amas de casa y se dedican a trabajos poco cualificados
(servicio doméstico, empresas de limpieza, etc. ).
 Normalmente, las mujeres maltratadas suelen dedicar todo su tiempo ala familia y al
trabajo, carecen de relaciones sociales y familiares estables y, por tanto, no disponen de
un apoyo eficaz. Con mucha frecuencia, las conductas violentas se extienden también a
los hijos. En algunos casos, han vivido experiencias de maltrato en la familia de origen y
sólo una pequeña parte presentan una historia psiquiátrica anterior.
 Podemos decir que el Síndrome de la Mujer Maltratada es: “El conjunto de lesiones físicas y
psíquicas resultantes de las agresiones repetidas llevadas a cabo por el hombre sobre su cónyuge o mujer a
la que estuviese o haya estado unido por análogas relaciones de afectividad”.

372
1. CONCEPCIÓN DEL MALTRATO DOMESTICO DESDE EL MARCO
LEGAL

2. EVOLUCIÓN LEGISLATIVA
A. Propuestas de carácter general

3. EL DELITO DE VIOLENCIA HABITUAL EN EL ÁMBITO


DOMESTICO

4. ¿CUÁL ES EL BIEN JURÍDICO PROTEGIDO?

5. EL CONCEPTO DE HABITUALIDAD EN LOS MALOS TRATOS

6. RESUMEN

373
1. CONCEPCIÓN DEL MALTRATO DOMESTICO DESDE EL MARCO LEGAL

En los últimos años se han establecido diversas modificaciones en la definición de maltrato


doméstico desde un punto de vista jurídico. El Código Penal, igual que la sociedad y los
profesionales, ha tratado de adaptarse a un cambio de mentalidad asociado a un mayor
conocimiento de esta problemática y de sus consecuencias. Por eso la última modificación legal hace
hincapié en dos aspectos fundamentales: a) en la tipificación de la violencia psíquica como delito
específico y b) en proporcionar medidas de protección hacia la mujer.

Según la reforma del artículo 153 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se definen los
malos tratos como delitos cuando se produce el ejercicio de la violencia física o psicológica de
forma habitual en la pareja o en los hijos.

Según el Código Penal para demostrar la habitualidad, se tendrá en cuenta el número de


actos violentos que resulten acreditados por cualquier prueba lícita en derecho, así como a la
proximidad temporal de los mismos, al margen de que dicha violencia se haya ejercido sobre la
misma o diferentes víctimas y de que los actos violentos hayan sido o no objeto de enjuiciamiento
en procesos anteriores.

Si no se produce o no se demuestra la habitualidad se comete una falta. En el ámbito


penal la diferencia entre delitos o faltas se establece según la gravedad de la infracción, grave en
el primer caso y leve en el segundo.

En relación con las medidas de protección, se introduce una nueva medida cautelar
(artículo 544 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal) que permite el distanciamiento físico entre
el agresor y la víctima.

A pesar de los grandes cambios contemplados en el marco legal y las posibilidades que
ofrecen para juzgar los malos tratos, la aplicación real para el apoyo y protección de las víctimas
es claramente insuficiente. De hecho, los datos recogidos en un estudio reciente-realizado por la
asociación de mujeres juristas THEMIS, donde se analiza la respuesta penal a la violencia familiar,

374
reflejan que en más de la mitad de los casos, las víctimas paralizan la denuncia presentada, no
comparecen al juicio o perdonan al agresor en dicho acto. Asimismo, se presentan otras
conclusiones relacionadas con los siguientes aspectos.

En el marco policial

Las denuncias policiales son incompletas. No se describen suficientemente los detalles de


las circunstancias del maltrato y no se utilizan los recursos disponibles (inspección ocular,
reportaje fotográfico, localización de testigos directos, etc.).

En el marco médico-forense

No se tramitan procedimientos por lesiones psicológicas. No se practican diligencias


sobre las consecuencias psicológicas que se derivan de tales acontecimientos.

En el marco judicial

El ministerio fiscal suele tener el primer contacto con la víctima durante el juicio oral lo
que impide un conocimiento exhaustivo del caso y la posibilidad de practicar pruebas que
acrediten la agresión o la solicitud de protección.

A pesar de que las víctimas acuden a un abogado para sentirse protegidas en sus derechos
civiles y penales, en la práctica la acusación particular no siempre actúa de forma eficaz tanto por
una falta de preparación como por una falta de convicción.

Los jueces de instrucción suelen calificar como faltas las agresiones físicas y verbales
incluso cuando los sucesos vividos, por su gravedad, son constitutivos de delito.

Asimismo, tan sólo e118% de las denuncias realizadas se juzgan como faltas con una
sentencia condenatoria que suele ser la pena mínima entre todas las previstas en el Código Penal.

Muchos de los análisis realizados en relación con la eficacia de las leyes que castigan la
violencia doméstica ponen de manifiesto que el fallo no está en la ley, sino en su aplicación.

375
Por ello, para que la mujer no sufra una doble victimización, por haber sido maltratada en
el hogar y por el tratamiento recibido desde el sistema judicial, sería necesario interpretar y aplicar
la ley en toda su extensión.

En conclusión, se demuestra que el enfoque judicial es claramente insuficiente. La


dificultad para demostrar la habitualidad sigue estando presente y normalmente el maltrato se
considera como un delito de faltas que suele ser penado con multas o arrestos de fines de semana.

Estas medidas, hasta la fecha, no han mostrado ser lo suficiente disuasorias para detener
el maltrato ya veces incluso contraproducentes por las represalias ejercidas hacia la víctima. Por
lo que no sólo no se castiga el maltrato, sino que el maltratador puede verse reforzado por la
percepción de impunidad. Por ello, el tratamiento psicológico puede ser la intervención más
adecuada en la actualidad en aquellos casos en donde el maltratador es consciente de su problema
y se muestra motivado para modificar el comportamiento violento (Echeburúa y Fernández-
Montalvo, 1997).

-Avances:
.se puede denunciar el maltrato psicológico.
.se puede solicitar una orden de alejamiento.

-Aspectos a mejorar:
.las dificultades para demostrar la habitualidad.
.las dificultades para proteger a la víctima.

2. EVOLUCIÓN LEGISLATIVA

Antes de analizar las más recientes reformas legislativas sobre estas cuestiones, procede
adelantar una imprescindible distinción que sin duda, aunque referida esencialmente al Derecho
penal, servirá no sólo para situar mejor el tema sino también para aclarar contenidos e incluso
posiciones al respecto. Se trata de diferenciar las respuestas contenidas de manera general en los
textos jurídicos de las específicas relacionadas con la violencia de género.

Quiero decir que, con respecto a las primeras, y en el ámbito punitivo, serán de aplicación
sin especiales dificultades los tipos sustantivos correspondientes. Así: homicidio –cuando se

376
produzca el resultado muerte, según los artículos 138, 142 o 621 para las faltas-, asesinato –cuando
la privación de la vida se realice con alguna de las circunstancias descritas por el artículo 140-,
aborto sin consentimiento de la mujer –artículo 144-, lesiones -artículos 147 y siguientes, con
excepción del 153, y las faltas correspondientes de los artículos 617 y 621-, detenciones ilegales
y secuestro –artículos 163 a 166-, amenazas y coacciones –artículos 169 a 172- torturas y otros
delitos contra la integridad moral –artículos 173 a 177-, agresiones y abusos sexuales –artículos
178 a 183-, allanamiento de morada –artículo 202-, etc. Las segundas se refieren específicamente
a la violencia doméstica en concreto, redactadas en el artículo 153 como delito y en el 617 párrafo
segundo como falta; y a las que les voy a dedicar especial atención. La relación entre ambas
hipótesis la determina con claridad no exenta de objeciones, como más adelante se verá, el citado
artículo 153 cuando al establecer la pena concreta para la infracción descrita añade “sin perjuicio
de las penas que pudieran corresponder a los delitos o faltas en que se hubieran concretado los
actos de violencia física o psíquica”. Esta formulación de concurso de delitos señala la
compatibilidad punitiva entre los contenidos de las prescripciones específicas y los resultados que
se pudieran producir ubicados en normas de carácter general, cuya concurrencia será conjunta.

El origen más directo del que ahora es el tipo referencial de esta clase de conductas, es
decir del artículo 153, cabe situarlo en la reforma que llevó a cabo la Ley Orgánica 3/1989, de 21
de junio, de actualización del Código penal del artículo 425 del Texto Refundido de 1973. El texto
quedó: “el que habitualmente, y con cualquier fin, ejerza violencia física sobre su cónyuge o
persona a la que estuviese unido por análoga relación de afectividad, así como sobre los hijos
sujetos a la patria potestad, o pupilo, menor o incapaz sometido a su tutela o guarda de hecho,
será castigado con la pena de arresto mayor” –privación de libertad de un mes y un día a seis
meses-.

La doctrina mayoritaria estimó semejante precepto como acción diferenciada de lesiones


en sentido estricto, configurándose como el ejercicio reiterado de las conductas referidas en la
entonces existente falta de maltrato tipificada en el artículo 583- 2º 3 que queda sin contenido
después de la reforma citada para pasar con descripción diferenciada al artículo 582.

El Código penal de 1995 mantiene en el reiteradamente citado artículo 153 parecida figura
delictiva, dentro igualmente del Título dedicado a las lesiones. Se trató de lo que podemos
denominar un mero retoque sustantivo del mencionado precepto que en poco incide en la
violencia de género, como no sea en la expresa mención a las hipótesis concursales con el

377
resultado que se pudiera causar o en el aumento de pena que pasa del arresto mayor anterior a la
de prisión de seis meses a cuatro años.

La respuesta del nuevo Texto punitivo no fue excesivamente adecuada para una cuestión
que cada vez demandaba actuaciones más rotundas y convincentes. De esta forma y sobre las
formulaciones del I Plan de acción contra la violencia doméstica, aprobado por Acuerdo del
Consejo de Ministros de 30 de abril de 1998 se plantea entre sus medidas acciones legislativas
encaminadas a la modificación del Código penal y de la Ley de Enjuiciamiento Criminal “ para
lograr la erradicación de las conductas delictivas consistentes en malos tratos, a la par que otorgar
una mayor y mejor protección a las víctimas de tan deplorables conductas” El citado Plan,
reiteradamente criticado desde diversos sectores por incompleto, surgió con la pretensión de dar
respuesta a la situación de violencia “que sufren muchas mujeres y a la demanda social provocada
por esta violencia. Recoge, por tanto, los objetivos y medidas que en el ámbito de sus
competencias considera necesarios poner en marcha para erradicar la violencia doméstica y
posibilitar los recursos sociales suficientes que contribuyan a paliar las consecuencias ocasionadas
en las mujeres víctimas por esos actos de violencia”. Sobre semejantes perspectivas orienta las
citadas reformas.

Reflejo de lo anterior son dos importantes leyes: la Ley Orgánica 11/1999, de 30 de abril
de modificación del Título VIII del Libro II del Código penal y la ya citada Ley Orgánica 14/1999
de 9 de junio. La primera afecta fundamentalmente a los delitos contra la libertad e indemnidad
sexuales e incidentalmente a la materia que tratamos; la segunda entra de lleno en esta última. En
cualquier caso, como bien dice Olmedo Cardenete, con la elaboración en tampoco tiempo de dos
leyes de tan semejante contenido “nuestro legislador hace gala con ello de una defectuosísima y
descoordinada técnica legislativa puesto que por motivos de economía en la elaboración de las
normas podía haber enmendado la redacción de los preceptos de la Ley de 9 de junio en la de 30
de abril, si hubiera sido consciente del alcance integral de la reforma en materia de malos tratos”

La, en todo caso, interesante reforma se centra, en el ámbito sustantivo,


fundamentalmente en tres bloques. Uno, de carácter general, que incide en esencia en la inclusión
como pena accesoria o como prohibición de aproximarse a la víctima o a aquellos de sus
familiares u otras personas que determine el Juez o Tribunal o de comunicarse con ellos, y que
afecta a los artículos 33, apartado 2 letra g; 33, apartado 3, letra f; 33, apartado 4, letra b) bis; 39,
letra f); 48; 57; 83, apartado 1 subapartado 1º bis; 105 apartado 1, letra g; 132, apartado 1

378
Otro, que afecta directamente a los contenidos del artículo 153 en varias perspectivas: a)
ampliación de la situación de convivencia derivada del matrimonio o de análoga relación de
afectividad a la de aquellos supuestos en que ya haya desaparecido el vínculo matrimonial o la
situación de convivencia descrita por el tipo cuando se produce la agresión; b) inclusión de la
violencia psíquica como conducta típica alternativa a la física; c) coherente modificación de la
redacción que se da a la cláusula concursal, con extensión a las penas que pudieran corresponder
a los delitos o faltas en que se hubieran concretado los actos de violencia física o psíquica; d)
regulación de criterios orientadores para la concreción de la habitualidad de la conducta, punto
referencial esencial para su delimitación, “se atenderá al número de actos de violencia que resulten
acreditados, así como a la proximidad temporal de los mismos, con independencia de que dicha
violencia se haya ejercido sobre la misma o diferentes víctimas de las comprendidas en este
artículo, y de que los actos violentos hayan sido o no objeto de enjuiciamiento en procesos
anteriores” .

Y un tercero, que se dirige a las faltas, en concreto al apartado 2 del artículo 617 – añade
en relación a la pena de arresto fin de semana o de multa “teniendo en cuenta la posible
repercusión económica que la pena impuesta pudiera tener sobre la propia víctima o sobre el
conjunto de los integrantes de la unidad familiar” y al artículo 620 en el que se modifica el hasta
ese momento párrafo final y se añade uno nuevo, a manera de tipo cualificado en el que se
incorpora la pena de arresto de dos a cuatro fines de semana como alternativa a la existente de
multa para cuando el ofendido sea alguna de las personas a las que se refiere el artículo 153, así
como la previsión de la repercusión económica, y se suprime la exigencia de la denuncia, excepto
para la persecución de las injurias.

También de interés son las modificaciones que esta Ley 14/1999, de 9 de junio, hace a la
Ley de Enjuiciamiento Criminal tanto por sí misma como por su relación con las narradas para
el Código penal.

En síntesis las incidencias principales se producen con el objetivo de facilitar la inmediata


protección de las víctimas de los delitos mencionados en el artículo 57 del Código penal, mediante
la creación de nuevas medidas cautelares que permiten la prohibición de residir o acudir a un
determinado lugar, de aproximarse o comunicarse (nuevos artículo 544 bis de la Ley), y que
pueden adoptarse entre las primeras diligencias (artículo 13); asimismo se rectifica el artículo 104
para permitir la persecución de oficio de las faltas de malos tratos, se elimina la residual e

379
inconcebible referencia a la desobediencia de las mujeres respecto de sus maridos, se revisa la
redacción del artículo 103 para coordinarlo en su contenido con las previsiones del Código
punitivo, y se introduce cobertura legal para evitar, en la medida de lo posible, la confrontación
visual entre víctimas o testigos menores de edad y los procesados (artículos 707, 713).

Semejantes reformas nos conducen a la situación legal actual que aunque mejorable
presenta indudables avances fruto, la gran mayoría de ellos, de las innovaciones contenidas, y
anteriormente analizadas, en la Ley 14/1999, de 9 de junio, que vino a completar y mejorar lo
dispuesto en la redacción original del Código de 1995. Las señaladas incorporaciones de la
prohibición de aproximarse a la víctima o a sus familiares o comunicarse con ellos, de la violencia
psíquica, de los sujetos que hayan estado casados o en convivencia more uxorio, de las premisas
básicas de la habitualidad, de la faltas específicamente cualificadas, o de las medidas cautelares
como primera diligencia en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, son loables realidades de una
acción, la lucha contra este tipo de criminalidad y su prevención, inacabada a la que
necesariamente hay que seguir prestando relevante atención.

La última reforma vigente en tema de violencia de género lo recoge la Ley Orgánica


1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de género.
Dicha ley, nace con la necesidad de que los poderes públicos no pueden ser ajenos a la violencia
de género, que constituye uno de los ataques más flagrantes a derechos fundamentales como la
libertad, la igualdad, la vida, la seguridad y la no discriminación proclamados en nuestra
Constitución. Esos mismos poderes públicos tienen, conforme a lo dispuesto en el artículo 9.2
de la Constitución, la obligación de adoptar medidas de acción positiva para hacer reales y
efectivos dichos derechos, removiendo los obstáculos que impiden o dificultan su plenitud.

A. Propuestas de carácter general

Como casi siempre, la realidad ha ido más allá que las previsiones legales. Y aquélla nos dice
que el problema sigue vigente, que las medidas adoptadas hasta el momento no han logrado, ni
al menos parcialmente, eliminar tan dramática y triste situación. Por ello se sigue profundizando
en las hipótesis reformadoras: el Gobierno con un II Plan Integral contra la violencia doméstica;
otras instituciones presentando concienzudas propuestas de reforma; los estudiosos intentando
dar luz donde hay sobradas tinieblas.

380
En este sentido una de las primeras voces que de manera organizada se dejó sentir fue la
de los Fiscales. En el ya citado informe de 1999 de la Fiscalía General sobre malos tratos familiares
se sugieren una serie de reformas desde tres ámbitos: el sustantivo penal, el procesal y el
extrapenal.

Del primero, especial objeto de nuestra atención, destacan las siguientes propuestas: a)
ampliar el circulo de los sujetos incluyendo en el artículo 153 toda conducta que implique ejercicio
habitual de la violencia física o psíquica sobre descendientes -y no sólo hijos- del sujeto activo o
de su cónyuge o conviviente, sobre ascendientes también del cónyuge o conviviente, y sobre
hermanos e hijos de hermanos, siempre que estas personas formen un núcleo de convivencia
familiar; b) delimitación del concepto de violencia psíquica como elemento objetivo del tipo; c)
modificación del régimen punitivo con propuestas como, a’) cambiar la pena alternativa a la de
arresto fin de semana, es decir la de multa, en los artículos 617 y 620 cuando la persona ofendida
por la falta sea alguna de las previstas en el artículo 153, por la de trabajos en beneficio de la
comunidad, b’) incorporar al artículo 153 como pena de imposición facultativa, la de
inhabilitación especial para el ejercicio de la patria potestad, tutela, curatela, guarda o acogimiento,
c’) modificar el régimen de suspensión condicional, subordinando ésta para los casos del artículo
153 a la imposición obligatoria y no meramente facultativa de alguna de las reglas de conducta del
artículo 83.1, d’) introducir en el artículo 88 del Código penal una previsión específica para el caso
de sustitución de penas de prisión o de arrestos de fines de semana impuestas por la comisión de
estas infracciones, obligando en estos casos al Juez que acuerde la sustitución a la imposición de
alguna de las reglas de conducta del artículo 83.1, e’) predeterminar las consecuencias del
incumplimiento de las reglas de conducta en los casos de sustitución.

Del segundo, la incorporación en el artículo 544 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal


de una previsión específica de cautelas en los supuestos de faltas de los artículos 617 y 620 del
Código penal; el sometimiento al principio de petición de parte acusadora y la necesaria y previa
convocatoria de audiencia en los términos del artículo 504 bis 2, para al menos las prohibiciones
de residencia, y las de acudir a determinados lugares adoptadas como medida cautelar en un
proceso penal en los términos del citado artículo 544 bis; exclusiva instrucción de estas
infracciones por un sólo y mismo Juzgado de Instrucción.

381
Del tercero, tantear formas nuevas de asistencia económica a la víctima; creación en cada
sede de las Fiscalías de Servicios de Violencia doméstica y la llevanza de registros con adaptación
a las nuevas tecnologías

Por su parte, en el Acuerdo del Pleno del Consejo General del Poder Judicial de 21 de
marzo de 2001 sobre la problemática jurídica derivada de la violencia doméstica se concretan las
siguientes propuestas de reforma: a) creación de un Registro de medidas contra la violencia
doméstica; b) control de cumplimiento de las medidas contra dicha violencia, que podría contar
con adecuada cobertura legal en el artículo 105 del Código penal; c) consideración como delito
de los hechos constitutivos de violencia doméstica y reenvío de las actuales faltas a la jurisdicción
civil; d) posibilidad de adoptar judicialmente las medidas precautorias que en cada caso sean
precisas; e) ampliación del ámbito subjetivo del artículo 153, en la línea de ampliar el ámbito de
los sujetos pasivos a todos los posibles integrantes de un núcleo de convivencia familiar y de
extender el tipo penal para defender a sujetos que presentan idénticas necesidades de protección;
f) obligación de ordenar la comparecencia de los afectados y resolver cautelarmente en el Juzgado
de Guardia; g) mecanismos de coordinación de las jurisdicciones civil y penal; h) aprobación de
un segundo plan contra la violencia doméstica.

3. EL DELITO DE VIOLENCIA HABITUAL EN EL ÁMBITO DOMESTICO

Según el Código Penal:

.Artc.153 –El que habitualmente ejerza violencia física o psíquica sobre quién sea o haya
sido su cónyuge o sobre persona que esté o haya estado ligada a él de forma estable por análoga
relación de afectividad, o sobre los hijos propios o del cónyuge o conviviente, pupilos,
ascendientes o incapaces que con él convivan o que se hayan sujetos a la potestad, tutela, curatela,
acogimiento o guarda de hecho de uno u otro ,será castigado con la pena de prisión de seis meses
a tres años, sin perjuicio de las penas que pudieran corresponder a los delitos o faltas en que se
hubieran concretado los actos de violencia física o psíquica.

Para apreciar la habitualidad a que se refiere el párrafo anterior, se atenderá al número de


actos de violencia que resulten acreditados, así como a la proximidad temporal de los mismos,
con independencia de que dicha violencia se haya ejercido sobre la misma o diferentes víctimas

382
de las comprendidas en este artículo, y de que los actos violentos hayan sido o no objeto de
enjuizamiento en procesos anteriores.

Se ha producido una concienciación del grave problema que suponen los malos tratos
,por lo que los poderes públicos ,concretamente el gobierno, estableció un plan (que va desde
1998-2000)-que incorpora medidas de información, prevención...También se realizaron reformas
legales (Plan de acción contra la violencia doméstica).El 30 de Junio de 1999-artc.153,es
reformado también, esta reforma amplia la conducta física a la psíquica, amplia el número de
personas maltratadoras -víctimas (activos y pasivos) y el concepto de habitualidad.

Ántes de la reforma se castigaba solo la violencia física (empujones ,bofetón, lesión..) Hay
un problema a la hora de considerar el concepto de violencia psíquica. Existen tres concepciones
a este respecto:

-atentado a la salud psíquica o menta = secuelas que provoca una lesión física (concepción
restringida).
-atentados contra la libertad = amenazas y coacciones (concepción intermedia).
-anteriores concepciones más atentados al honor = calumnias e injurias (concepción amplia).

La primera interpretación de violencia psíquica es descartada por su simplicidad. Nos


quedaríamos con las otras dos.

Según el Principio de legalidad = cualquier conducta que incorporemos al concepto de


violencia psíquica debe de estar tipificada como delito o como falta. No solo debe ser una
perturbación psíquica, sino que debe haber violencia = aplicación de medios a personas o cosas
para vencer su resistencia.

Los atentados al honor no deberían incluirse en la definición del concepto de violencia


psíquica, aunque si se suele incluir en la práctica.
Sujetos activos o pasivos incorporados en la reforma de Junio de 1999 (excónyuges,
exconvivientes...)-en los trámites de separación de parejas es donde más episodios de violencia se
dan-al incluir esto en la reforma del artc.153 se esta haciendo eco a la realidad social que se esta
viviendo. Este apartado no incluye parejas de hecho ni a parejas de novios.

383
En el concepto de habitualidad incorporado en la reforma del 999, da una mayor
seguridad, ya que se pueden sumar hechos ya enjuiciados o condenados.

4. ¿CUÁL ES EL BIEN JURÍDICO PROTEGIDO?

Bien jurídico: valor de la vida humana, que el derecho debe proteger.

No existe consenso sobre cuál es ese bien jurídico, ya que son muchos y diferentes los
casos que pueden darse (atentar contra la libertad sexual, muerte....).

Los malos tratos van asignados o están vinculados al tipo de lesiones. El legislador ha
incluido a los malos tratos en la sección del tipo de lesiones en el Código Penal. Es un criterio no
muy adecuado.

Son muchas las opiniones que se han dado sobre cuál sería el bien jurídico a proteger,
algunas de ellas son:

-salud e integridad personal.


Planteamientos -salud e integridad personal que no requiera ninguna
doctrinales intervención médica.
-indemnidad y calumnidad personal.
-relaciones familiares.
-dignidad de la persona.
-integridad moral de las personas.

El bien jurídico no debe ser la familia ni las relaciones familiares, ya que el Derecho Penal
no puede entrar a proteger como se convive o no dentro de un ámbito familiar. Si puede intervenir
en la infracción de deberes legales (como la no alimentación de los hijos, por ejemplo).Otro
motivo por el cual no puede ser la familia es porque exconyuges o exconvivientes ya no forman
una familia y estos si se consideran, según el Derecho Penal posibles maltratadores.

384
Dentro del Código Penal se aplica el Principio de intervención mínima: solo actuará el
Derecho Penal cuando no puede actuar otro medio o proceso legal.

El delito de malos tratos esta mal ubicado en el Código Penal, debería estar en la sección
de delitos de integridad moral.

5. EL CONCEPTO DE HABITUALIDAD EN LOS MALOS TRATOS

Contenidos de la exposición:
-diferentes concepciones sobre habitualidad.
-criterios legales para desarrollar este concepto.

A) Existen tres tipos de concepciones:


-concepción subjetiva.
-concepción objetiva, que ha su vez puede ser formal o material.
-concepción mixta

La concepción subjetiva establece que la habitualidad es “la predisposición, inclinación o tendencia


del autor al ejercicio de la violencia”.

La crítica que recibe esta concepción – de acuerdo con el artc. 153 del Código Penal, la
habitualidad se predica de los actos de violencia, no del agresor.
No se atiende a la agresividad del maltratador, sino unicamente al ejercicio de violencia sobre un
grupo de sujetos concretos....

La concepción objetiva – formal establece que:

-recurrir al plazo de prescripción de la faltas (artc.31´2) sería habitualidad la comisión, en un plazo


de seis meses de dos más actos violentos.
-recurrir al concepto de habitualidad del artc.94 del Código Penal, la conducta será habitual si se
repite n tres o mas ocasiones en un plazo de cinco años

385
Las críticas que recibe:

• Carecen de apoyo legal, hacen de la excepción la norma. Artc.94 del código penal. “A los
efectos previstos en las secciones 1º y 2º de este capítulo se consideran reos habituales”.
• Resultan excesivamente inflexibles.
• Suman agresiones sin atender a su intensidad o naturaleza.
• Olvidan que cada institución tiene un fundamento distinto:
-artc. 131 Cp : seguridad jurídica.
-artc. 94 Cp : especialización del delincuente.
-artc. 153 Cp : reiteración en la víctima.

La concepción objetivo-material establece que:

-La habitualidad como estado de agresión permanente.


B) Criterios legales para desarrollar este concepto.
La introducción del párrafo segundo del artc. 153 Cp por la L.O. 14 / 1999, de 9 junio:

Para apreciar la habitualidad a que se refiere el párrafo anterior, se atenderá al número de


actos de violencia que resulten acreditados, así como a la proximidad temporal de los mismos,
con independencia de que dicha violencia se haya ejercido sobre la misma o diferentes víctimas
de las comprendidas en este artículo, y de que los actos violentos hayan sido o no objeto de
enjuizamiento en procesos anteriores.

Criterios principales (número y frecuencia)

1.-El número de actos de violencia acreditados:


.Concepto de agresión física o psíquica.
Límite inferior = faltas de los artcs 617´2 y 620 Cp.
-Número mínimo de agresiones (dos o tres).
Existen diferentes teorías sobre el número de agresiones.
-Agresiones probadas, no presuntas (necesidad de probar las concretas agresiones, no basta con
acreditar un “clima de violencia”)

2.-Agresiones cercanas pero no puntuales.

386
• No existe habitualidad en caso de unidad de contexto.
• Tampoco en agresiones aisladas por largos períodos de convivencia pacífica (SAP de Soria
de 21 de diciembre de 2000).
• Propuestas para concretar este requisito.
• Un máximo entre agresiones de un año (Moral García, SAP de la Coruña de 19 de
Noviembre de 1997).
• Un plazo máximo entre agresiones de 3 años (Olmado Cardenete).

Criterios subsidiarios (aclaraciones).

3.- Intercambiabilidad de la víctima.


• Conexión con la problemática sobre el bien jurídico.
• Dos problemas interpretativos.
• Cambio de relación con la víctima (ej. Agresión que comienza en el noviazgo y se perpetúa
durante el matrimonio).
• Sobre la discutible exigencia de convivencia.

4.- Existencia de procedimientos anteriores.


• Sentencia condenatoria simple.
• Norma general: respetar los hechos probados.
• Excepción: rebeldía o falta de asistencia letrada.
• Sobreseimiento provisional.
• Reapertura y acumulación.
• Auto de sobreseimiento libre o sentencia absolutoria
• Por motivos procesales (falta ratificación denuncia, prescripción) los hechos pueden ser
nuevamente evaluados.
• Declaración de inexistencia del hecho imposible revisar esas decisión.

387
6. RESUMEN

 A partir de la reforma del artículo 153 de la LEC, se definen los malos tratos como delitos
cuando se produce el ejercicio de la violencia física o psicológica de forma habitual en la
pareja o en los hijos.
 El CP por su parte, establece que para demostrar la habitualidad de los malos tatos, se
deberá tener en cuenta el número de actos violentos que resulten acreditados por
cualquier prueba lícita en derecho, así como a la proximidad temporal de los mismos, al
margen de que dicha violencia se haya ejercido sobre la misma o diferentes víctimas y de
que los actos violentos hayan sido o no objeto de enjuiciamiento en procesos anteriores.
 Entre los avances legislativos alcanzados con las últimas reformas podemos estacar dos
aspectos: se pueden denunciar los malos tratos psicológicos y se puede solicitar una orden
de alejamiento. A pesar de este avance, aún quedan aspectos a mejorar, como puede ser
las dificultades que se presentan a la hora de demostrar la habitualidad de los malos tratos
y las dificultades que en la práctica se dan para proteger a la víctima.
 Artc.153 CP–El que habitualmente ejerza violencia física o psíquica sobre quién sea o
haya sido su cónyuge o sobre persona que esté o haya estado ligada a él de forma estable
por análoga relación de afectividad, o sobre los hijos propios o del cónyuge o conviviente,
pupilos, ascendientes o incapaces que con él convivan o que se hayan sujetos a la potestad,
tutela, curatela, acogimiento o guarda de hecho de uno u otro ,será castigado con la pena
de prisión de seis meses a tres años, sin perjuicio de las penas que pudieran corresponder
a los delitos o faltas en que se hubieran concretado los actos de violencia física o psíquica.

388
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