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MÁSTER EN SEXOLOGIA Y

TERAPIA SEXUAL

EVALUACIÓN Y
TRATAMIENTO DE LOS
TRASTORNOS
SEXUALES
FEMENINOS

ORGANIZAN E IMPARTEN:
I. LOS TRASTORNOS SEXUALES FAMININOS
1.INTRODUCCION A LAS DISFUNCIONES SEXUALES FEMENINAS

2.CLASIFICACIONES Y CRITERIOS DIAGNOSTICOS

2.1 Según el DSM

2.1.1 Principales cambios de las disfunciones sexuales femeninas en el DSM-5 respecto al DSM-IV

2.2 Según la CIE-10

2.3 Otras clasificaciones

3. EPIDEMIOLOGIA

4. ETIOLOGIA

4.1 Factores orgánicos

4.2 Factores psicológicos

4.3 Factores sociales e interpersonales

4.4 Factores evolutivos

5. DESCRIPCION CLINICA

5.1 Trastorno del interés/excitación sexual femenino


5.2 Trastorno orgásmico femenino
5.3 Trastorno del dolor genito/pélvico y penetración
5.4 Disfunción sexual inducida por sustancia/medicamento
5.5 Otra disfunción sexual especificada
5.6 Disfunción sexual no especificada

6. OTRAS DISFUNCION

6.1 Aversión al sexo

6.2 Deseo sexual hiperactivo

1. INTRODUCCIÓN A LAS DISFUNCIONES SEXUALES FEMENINAS


Las disfunciones sexuales se consideran como aquellos problemas fisiológicos, cognitivo-
afectivos o conductuales que dificultan a la persona el participar o disfrutar satisfactoriamente
de las relaciones sexuales.

A pesar de que las disfunciones sexuales tienen una historia tan dilatada como el sexo,
sólo es en los últimos 30 años cuando se han llevado a cabo investigaciones sólidas y
formalmente realizadas, que han permitido establecer una descripción, evaluación y
tratamiento de estos problemas. Este interés reciente por el tema del sexo en las mujeres se
debe a varios factores entre los que podemos destacar:

 El reconocimiento, aceptación y preocupación por la respuesta sexual de la mujer


y por su satisfacción.

 El interés por el sexo y la liberación respecto a una amplia gama de conductas


sexuales.

 La importancia dada al conseguir unas relaciones sexuales satisfactorias.

 La facilidad de acceso a material informativo y a material erótico.

 El interés científico despertado por el tema, destacando como punto de partida y


referencia obligatoria los trabajos iniciales de Másteres y Jonson (1970).

Estos factores han implicado una mayor atención a aquellos problemas que pueden
dificultar o impedir esa satisfacción, así podemos hablar de cuatro grupos:

 Disfunciones sexuales.

 Parafilias y desviaciones sexuales.

 Problemas de las víctimas de agresiones sexuales.

 Problemas de los depravados y oprimidos sexuales.

Las disfunciones sexuales serían la categoría más importante de los trastornos


psicosexuales y se caracterizan por la alteración de las fases de la respuesta sexual humana.

2. CLASIFICACIÓN Y CRITERIOS DIAGNÓSTICOS


Son muchas las propuestas de clasificación de las disfunciones sexuales que se han
presentado, basándose la mayoría de ellas en criterios específicamente fisiológicos para
diagnosticar un problema. Los factores cognitivos y afectivos, que adquieren un papel
fundamental en la vivencia de la sexualidad, a menudo se han dejado excluidos.

Entre los sistemas de clasificación más utilizados destacan el Manual Diagnóstico y


Estadístico de los trastornos mentales (DSM-5, American Psichiatric Associaton, 2013)
propuesto por la Asociación Psiquiátrica Americana y la Clasificación Internacional de
Enfermedades (CIE-10) propuesto por la Organización Mundial de la Salud.

2.1 Criterios diagnósticos según el DSM

Según el DSM-IV (DSM-IV, American Psichiatric Associaton, 2000), las disfunciones


sexuales se definen como alteraciones que se producen en alguno de los procesos del ciclo de
la respuesta sexual o dolor asociado a la relación sexual. En la quinta edición del manual, se
consideran como un grupo de trastornos heterogéneo, típicamente caracterizados por una
alteración clínicamente significativa de la capacidad de la persona para responder
sexualmente o para experimentar placer sexual. No se hace referencia en este caso a las fases
del ciclo de respuesta sexual. Una persona puede padecer de varias disfunciones sexuales a la
vez y en este caso se diagnosticarán todas las disfunciones. La modifica entre las dos
ediciones del manual diagnostico ha sido aportada en cuanto la respuesta sexual no suele ser
un proceso linear y uniforme y la diferenciación entre las fases del ciclo de respuesta sexual a
veces no corresponde con la realidad.

Un criterio importante para diagnosticar la existencia de una disfunción sexual es la presencia


de un nivel elevado de malestar personal y de dificultades interpersonales causadas por
esa alteración.

El DSM-5 identifica tres grupos diagnósticos de trastornos de la esfera sexual:

 Disfunciones sexuales

 Disforia de género
 Trastornos parafílicos

La quinta edición se diferencia así de la precedente, que reunía estos trastornos en una
única categoría diagnostica: trastornos sexuales y de la identidad de género.

Las disfunciones sexuales femeninas se agrupan en tres grandes categorías:

 Trastorno del interés/excitación sexual femenino

 Trastorno orgásmico femenino

 Trastorno del dolor genito-pelvico/penetración

Además de las mencionadas, existen categorías complementarias, basadas en factores


etiológicos, para aquellas disfunciones originadas por una enfermedad médica o por el consumo
de alguna sustancia.

El trastorno debe tener una duración mínima de seis meses, excepto la disfunción
inducida por sustancia/ medicamento.

En el diagnóstico se debe señalar la naturaleza del inicio del problema, si ha


persistido durante toda la vida, es decir, desde el comienzo de la actividad sexual, o si por el
contrario es adquirido, que implica que su aparición se haya producido en un momento
determinado, tras un período de actividad sexual normal. También se debe especificar el
contexto en el que el problema se hace presente, de tipo general cuando aparece en todas las
situaciones, o de tipo situacional cuando aparece en contextos determinados. Por último, se
deberá señalar la dimensión etiológica, se deberá indicar si la disfunción se debe a factores
psicológicos, orgánicos o combinados.

En primer lugar, para el correcto diagnóstico de la disfunción sexual, habrá que


descartar otros problemas que puedan ser la principal causa de la disfunción. Se descartará
la presencia de:

 Trastorno mental no sexual: si hay otro trastorno no sexual que puede


explicar la disfunción sexual, se diagnosticará solo ese trastorno mental.
 Efectos de una sustancia (droga, medicamento): si la disfunción sexual se
explica mejor por el uso o abstinencia de sustancia, se diagnosticará una
disfunción sexual inducida por sustancia/ medicamentos.

 Afección médica (lesión nervios pélvicos): en este caso no se hará ningún


diagnostico psiquiátrico.

 Fuerte conflicto en la pareja, violencia, estrés importante: no se hará un


diagnóstico de disfunción sexual, pero se podrá catalogar con un código V y Z,
para diferenciar si es un problema de relación o estrés.

Tipos de trastornos sexuales femeninos según el DSM-5

Grupos de Tipo de trastorno Criterios diagnósticos


trastornos
Reducción o ausencia de: Interés
sexual; Fantasías y pensamientos
eróticos; Excitación o placer
T. del
T. del interés/ excitación sexual sexual; Respuesta a los estímulos
deseo…………….
…. eróticos; Sensaciones genitales o
no genitales durante la actividad
sexual
T. de la
excitación……....
T. orgásmico Dificultad o reducción de la
femenino…………... intensidad del orgasmo tras una
T. del fase de excitación normal
orgasmo…………

Incapacidad de obtener la
penetración vaginal;

T. dolor genito pélvico/ Dolor vulvovaginal/pélvico;


penetración Miedo o ansiedad hacia el dolor o la
T. de dolor génito penetración;
pélvico/penetración……
Contracción o tensión de los
músculos pélvicos
En la siguiente tabla se presentan los trastornos sexuales de la mujer presente en la
actual versión del DSM-5.

Disfunciones sexuales femeninas DSM-5

 302.72 (F52.22) Trastorno del interés/ excitación sexual femenino

 302.73 (F52.31) Trastorno orgásmico femenino

 302.76 (F52.6) Trastorno del dolor genito-pélvico/penetración

 302.75 (F52.4) Disfunción sexual inducida por sustancias/medicamentos

 302.79 (F52.8) Otra disfunción sexual especificada

 302.70 (F52.9) Disfunción sexual no especificada

Subtipos de trastornos sexuales femeninos

Naturaleza del inicio del trastorno sexual

o De toda la vida. Este subtipo indica que el trastorno sexual ha existido desde el inicio de la actividad
sexual.

o Adquirido. Este subtipo indica que el trastorno sexual ha aparecido después de un período de
actividad sexual normal

Contexto en el que aparece el trastorno sexual

o General. Este subtipo indica que la disfunción sexual no se limita a ciertas clases de
estimulación, de situaciones o de compañeros.

o Situacional. Este subtipo indica que la disfunción sexual se limita a ciertas clases de estimulación, de
situaciones o de compañeros. El patrón situacional específico de la disfunción puede ayudar a realizar el
diagnóstico diferencial. Por ejemplo, la función masturbatoria normal en presencia de una relación
deteriorada con el/la compañero/a sugiere que un síntoma principal de disfunción eréctil se debe más
probablemente a un problema interpersonal o intrapsíquico que a una enfermedad médica o a una
sustancia.
Subtipos de trastornos sexuales femeninos (continuación)

Factores etiológicos

o Debido a factores psicológicos. Este subtipo se ha descrito para los casos en los que los factores
psicológicos son de gran importancia en el inicio, la gravedad, la exacerbación o la persistencia
del trastorno, y las enfermedades médicas y las sustancias no desempeñan ningún papel en su
etiología.

o Debido a factores combinados. Este subtipo se ha descrito cuando: 1) los factores psicológicos
desempeñan un papel en el inicio, la gravedad, la exacerbación o la persistencia del trastorno, y 2)
la enfermedad médica o las sustancias contribuyen a la aparición del trastorno, pero no son
suficientes para constituir su causa. Cuando una enfermedad médica o el consumo de sustancias
(incluso los efectos secundarios de los fármacos) son suficientes como causa del trastorno, debe
diagnosticarse una disfunción sexual inducida por sustancias u otra disfunción sexual especificada
o no especificada.

Gravedad actual

o Leve

o Moderado

o Grave

Diferencias entre las categorías diagnosticas para la Disfunciones sexuales entre


DSM- IV / DSM-5
DSM-IV DSM-5

Trastorno del deseo sexual


hipoactivo Trastorno del interés/ excitación
sexual femenino
Trastorno de la excitación sexual
femenina

Trastorno de aversión sexual

Trastorno del orgasmo femenino Trastorno del orgasmo femenino

Dispareunia Trastorno dolor genito


pélvico/penetración
Vaginismo

2.1 Principales cambios de las disfunciones sexuales femeninas en el DSM-5 respecto al


DSM-IV

En el DSM-5, el trastorno del deseo sexual hipoactivo y el trastorno de la excitación


sexual han sido reunido en una única categoría diagnostica, llamada trastorno del
interés/excitación femenino. El vaginismo y la dispareunia que estaban presentes en el
DSM-IV, han sido incluidos en una única categoría llama trastorno del dolor genito-pelvico
y penetración, en cuanto los dos diagnósticos solían estar en comorbilidad. El trastorno de
aversión ha sido definitivamente eliminado del manual para su escasa funcionalidad efectiva
en la práctica clínica. Todas las disfunciones, excepto la indocta por
sustancias/medicamentos, requieren una duración mínima de seis meses para poder efectuar
el diagnostico. Además, han sido incluidos unos criterios de gravedad más específicos.

Según el DSM-5, será importante tener en cuenta unas determinadas variables que
pueden resultar relevantes para entender mejor el problema. Las principales son:

 Pareja: estado de salud, disfunciones sexuales.

 Relación: carencias comunicativas, falta de acuerdo en el deseo del número de


relaciones sexuales.
 Vulnerabilidad individual: presencia de abusos sexuales y/o emocionales,
imagen corporal alterada, comorbilidad psiquiátrica con depresión y/o
ansiedad, eventos generadores de estrés como una pérdida de una persona
querida o de un empleo.

 Factores culturales y religiosos: presencia de inhibiciones y prohibiciones


más o menos implícitos que pueden influir sobre lo que cada uno se espera en
la relación sexual.

 Factores médicos y envejecimiento

2.2 Criterios diagnósticos según la CIE-10

Dentro de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10, 2010), se menciona una


disfunción sexual de origen no orgánico cuando la persona que la padece no puede participar en
una relación sexual deseada durante más de seis meses. A diferencia del sistema de
clasificación anterior, no se consideran como criterio para el diagnóstico las posibles dificultades
interpersonales que pueden ser resultado de dichas disfunciones.

Dentro de este sistema de clasificación se diferencian las siguientes disfunciones


sexuales femeninas:

 Ausencia o pérdida del deseo sexual: esta disfunción se caracteriza por la


disminución de pensamientos de contenido sexual o bien de estímulos de carácter
sexual o de fantasías sexuales. Las personas que lo padecen muestran un escaso
interés por iniciar actividades sexuales, tanto en pareja como en solitario. Esta
categoría incluye el trastorno hipoactivo de deseo sexual y la frigidez.

 Rechazo sexual y ausencia de placer sexual: aquí nos encontramos dos tipos de
trastornos. El rechazo sexual, en donde las relaciones sexuales generan miedo o
ansiedad La ausencia de placer sexual es cuando hay una carencia de sensaciones
placenteras o de sentimientos agradables de excitación, estando presentes las
repuestas fisiológicas normales.

 Fracaso de la respuesta genital: en este caso no aparece la lubricación vaginal,


produciendo sequedad vaginal y una inadecuad intumescencia en los labios
mayores.

 Disfunción orgásmica: nos referimos a los casos donde no se produce orgasmo o


se retrasa excesivamente. Esta categoría incluye la Anorgasmia psicógena y la
Inhibición orgásmica.

 Vaginismo no orgánico: se produce un espasmo en la musculatura perivaginal que


dificulta o impide la penetración.

 Dispareunia no orgánica: se produce dolor durante la penetración no atribuible a


vaginismo o a sequedad vaginal.

 Impulso sexual excesivo

 Otras disfunciones sexuales no debidas a enfermedades o trastornos orgánicos

También, dentro de este sistema de clasificación, se recogen otras categorías como:


Impulso sexual excesivo, Otras disfunciones sexuales de origen no orgánico y Disfunción
sexual no especificada de origen no orgánico, sin que se señalen criterios diagnósticos para
ellas.

2.3 Otras clasificaciones

Una clasificación muy sencilla y parecidas a las precedentes es la propuesta por Hawton
(1988), que describe cuatro categorías de trastornos sexuales.

 Interés sexual: la alteración del interés incluye el desinterés hacia el empezar


una relación sexual, que se convierte, pero en satisfactoria una vez comenzada,
y el total rechazo de cualquier actividad sexual.
 Excitación: la disfunción implica una alteración de la normal respuesta
fisiológica que acompaña la excitación.

 Orgasmo: dificultad o imposibilidad en llegar al orgasmo.

 Otros: incluye dispareunia y vaginismo, o sea el actual trastorno del dolor


genito-pelvico/penetración.

3.EPIDEMIOLOGÍA

Son pocos los datos que existen de la prevalencia de las diferentes disfunciones sexuales y
muestran una gran disparidad debida no sólo al propio objeto de estudio, la sexualidad, sino
también a los diferentes modelos de evaluación empleados, las dificultades en el diagnóstico
y la disparidad de la población objeto de estudio. Se calcula que un 40-45% de las mujeres
adulta tenga algún tipo de disfunción sexual, en confronto al 20-30% de los hombres. Aun si
con resultados no unívocos, los problemas más frecuentes son el trastorno del
interese/excitación sexual y la disfunción orgásmica.

Cuando se ha tenido en cuenta la variable edad, se ha podido comprobar como los


problemas sexuales tienden a disminuir a medida que se incrementa la edad, excepto los
problemas de lubricación.

Las variables más relacionadas con la presencia de disfunciones sexuales en la


mujer son el nivel de estudios bajo o el hecho de no tener una relación de pareja estable.
El no mantener relaciones sexuales frecuentes y el cambio de pareja puede producir la
aparición de problemas de ansiedad y estrés, lo que produciría a su vez dificultades para
mantener relaciones sexuales satisfactorias.

4.ETIOLOGIA
Las disfunciones sexuales pueden estar originadas por causas psicológicas o bien por
causas físicas. Sin embargo, la gran mayoría de los problemas a nivel sexual están generados
por la confluencia de diversos factores, orgánicos y psicológicos, que accionan en manera
sinérgica. Podemos encontrar problemas causados por alguna enfermedad o medicación, por
situaciones de estrés y ansiedad, por experiencias tempranas o por problemas de relación
interpersonal. Tal y como esta cuestión es planteada, habitualmente nos va a resultar casi
imposible identificar un único factor determinante, por lo que deberemos adoptar una postura
integradora.

Los principales elementos que pueden influir en la génesis de un problema sexual se


pueden agrupar en cuatro grandes grupos: factores de naturaleza orgánica, factores
psicológicos, factores sociales y relacionales y factores evolutivos.

4.1 Factores orgánicos

Nos referimos a enfermedades, resultados o productos de intervenciones quirúrgicas y a


los efectos de fármacos y drogas. Aparte del efecto directo que estos factores pueden
producir, hay que considerar también las reacciones que se producen ante los propios efectos
de la enfermedad, pudiendo agudizar el problema. Nos referimos a la ansiedad,
preocupaciones o a la pérdida de la autoestima de la persona que experimenta la disfunción.

Entre las enfermedades físicas que pueden afectar a la función sexual podemos
destacar a las que se refieren al sistema cardiovascular (arterioesclerosis, hipertensión...), al
sistema endocrino (insuficiencia suprarrenal, diabetes, disfunciones de la tiroides...), al tracto
génito-urinario (enfermedades venéreas), al sistema musculoesquelético (artritis), o al
sistema nervioso central (accidente cerebrovascular, lesiones del lóbulo frontal, lesiones de la
médula espinal, entre otras).

Las más frecuentes y corralada a los trastornos femeninos son:

 Diabetes Mellitus: dispareunia, sequedad vaginal, disfunción orgásmica

 Alteraciones tiroides: inhibición deseo sexual


 Artritis: inhibición deseo sexual, disfunción de la excitación y del orgasmo

 Esclerosis múltiple: disfunción orgásmica

 Endometriosis: dispareunia

 Infecciones vaginales: dispareunia, vaginismo

Además de las enfermedades físicas que pueden afectar al funcionamiento sexual,


podemos destacar algunas intervenciones quirúrgicas que afectan a la respuesta sexual en la
mujer. En este sentido nos encontramos con mujeres a las que se les ha extirpado un pecho,
o los dos, las cuales experimentan una pérdida de deseo sexual al sentirse mutiladas, carentes
de atractivo y una anticipación de desagrado o malestar en su pareja. También podemos
destacar las intervenciones en donde se produce la extirpación de los ovarios, con la
consiguiente menopausia artificial, lo cual provoca un cese en la producción de estrógenos, lo
que repercutirá en la fase de excitación, disminuyendo el nivel de lubricación vaginal y
perdiendo la vagina tono y elasticidad. Por último, podemos citar la episiotomía, escisión que
se realiza en el momento del parto para facilitar la expulsión, siendo origen de problemas de
dispareunia. Este último problema, se debe a que el tejido cicatrizado responde con dolor al
momento de la penetración, pudiendo crear una sensación de alerta y vigilancia en las
relaciones futuras respondiendo con tensión y malestar ante la actividad sexual.

Entre los medicamentos y drogas que pueden afectar negativamente a la sexualidad


femenina, nos encontramos con:

 Los anticonceptivos orales: hay mujeres que los utilizan y que se quejan de una
pérdida de deseo sexual. La explicación dada al problema es la posible
disminución de los niveles de andrógenos lo cual puede afectar al funcionamiento
de los ovarios.

 Sedantes: el uso de estos puede afectar al deseo sexual, disminuyendo los niveles
de interés y dificultando la obtención del orgasmo.

 Antidepresivos: parece que su uso provoca una disminución del deseo y de la


excitación. Aunque en este caso es difícil establecer si el problema en la respuesta
sexual se debe al efecto de la medicación o es una consecuencia del propio
trastorno depresivo.

 Otros psicofármacos: antipsicóticos y las benzodiazepinas pueden tener efectos


sobre el funcionamiento sexual femenino.

 Antihipertensivos: su acción sobre el sistema nervioso central puede afectar a


neurotransmisores muy importantes como la dopamina. Su ingesta puede producir
disminución del deseo sexual y dificultades durante la fase de excitación.

 Antihistamínicos: los medicamentos empleados para tratar alergias y el asma


pueden provocar problemas de lubricación y sequedad vaginal provocando dolores
durante el coito.

 Antibióticos: empleados en las infecciones de las vías respiratorias,


gastrointestinales o de la vejiga, pueden provocar alteraciones en la flora vaginal
normal, produciendo irritación u molestias durante el coito.

Otro tipo de sustancias que pueden provocar alteraciones en la respuesta sexual


femenina son el alcohol, la marihuana, la cocaína y opiáceos como la heroína.

Luego veremos más en los detalles, por cada trastorno, cuáles son los principales factores
biológicos que pueden influir sobre la disfunción.

4.2 Factores psicológicos

La cantidad de causas que podemos señalar como responsables o facilitadoras de las


disfunciones sexuales es amplia y esta amplitud, junto con las distintas formas que tiene de
manifestarse (pensamientos, emociones y comportamientos) las disfunciones, hace difícil
desarrollar un único modelo explicativo preciso de estas.

En algunas ocasiones es difícil establecer una relación entre factores específicos y


disfunciones sexuales, por ejemplo, mujeres que han recibido una educación religiosa que
envilece la sexualidad, pueden sentirse culpables por llevar a cabo una autoestimulación,
considerando que es una conducta pecaminosa.

Los distintos factores cognitivos, emocionales y conductuales que pueden influir en


las disfunciones sexuales pueden agruparse según el momento temporal, así podemos
distinguir tres grupos de factores: factores predisponentes, factores precipitantes y factores
mantenedores.

Factores predisponentes

Aquí se encuentran localizados aquellas experiencias que hacen que la persona que las
vivencia sea más vulnerables al desarrollo de una disfunción sexual futura. Nos referimos a
factores que adquieren una gran importancia y significado en el origen de los trastornos
sexuales de carácter primario, en donde el problema ha estado presente desde el primer
momento. Entre estos factores podemos señalar los siguientes.

Inadecuada educación sexual

Recibir una educación moral y religiosa restrictiva. Un clima familiar donde se transmita
la idea de la sexualidad como algo dañino, peligrosos o sucio, puede generar conductas
inhibitorias hacia el sexo. Este clima se suele caracterizar por unas relaciones entre padres
deteriorada y conflictiva. Estas experiencias hacia la sexualidad van a dificultar no sólo la
autoestimulación o exploración personal como aprendizaje de uno mismo, si no también van
a dificultar el acercamiento al otro como experiencia gratificante.

Experiencias sexuales traumáticas durante la infancia. Nos referimos a casos de abusos


sexuales o incesto, los cuales van a repercutir negativamente en el desarrollo normal de la
sexualidad del menor objeto de esos abusos. Niños que han sido objeto de esos abusos
pueden generar temores intensos a las situaciones relacionadas con el sexo o con la intimidad
debido al dolor físico sufrido. En otros casos, niños que han experimentado sensaciones de
placer o bienestar, pueden sentirse culpables y avergonzados por lo sucedido, rechazando e
inhibiendo su respuesta sexual, así como cualquier situación relacionada con la sexualidad.
Desvalorización de la imagen corporal. Lo cual puede provocar un rechazo del propio
cuerpo. Los estereotipos sociales y cánones de la belleza que se la propia sociedad a impuesto
sobre el atractivo, bello y deseable, puede colocar a la mujer en un lugar de vulnerabilidad. Estas
mujeres perciben sus cuerpos físicos como “imperfectos”, con el consiguiente malestar y
rechazo hacia su propio cuerpo, lo cual dificultará el contacto con la sexualidad y a su vez el
contacto con otros.

Factores precipitantes

Nos referimos a aquellas situaciones que facilitan la aparición de un problema a nivel sexual.

Experiencias traumáticas relacionadas con la sexualidad. Nos referimos a casos de


violación, de aborto, implicación en una primera relación sexual desagradable, etc. Para
algunas mujeres que han sido objeto de una violación o el haber vivido una situación de
asalto sexual, constituye una situación desencadenante de intensas reacciones emocionales
negativas como ansiedad miedo o repulsión. Otro síntoma característico en estos casos es la
aversión y bajo deseo sexual que aparece tras el suceso traumático. En el caso de mujeres que
han abortado, la ansiedad, miedo, culpa y tristeza que experimentan tras el suceso, puede
inhibir el deseo sexual o dificultar la respuesta de excitación, ya que se generan sentimientos
en la relación sexual que les impiden centrarse en las sensaciones placenteras del acto sexual.
También nos encontramos con casos donde el haber vivido una experiencia negativa o
desagradable asociada con la actividad sexual, puede conllevar que en un futuro se produzcan
reacciones de miedo y ansiedad dentro de las relaciones sexuales.

Situaciones de estrés y fatiga. La incorporación de la mujer en el mundo laboral, así como


sus obligaciones dentro del ámbito familiar, conlleva que muchas de estas mujeres vivan la
propia relación sexual con un sobreesfuerzo continuado y carente de gratificación, ya que el
agotamiento físico experimentado por estas mujeres impide que la relación sexual constituye
un momento de placer y disfrute, convirtiéndose en una obligación más que hay que atender.

El padecimiento de trastornos psicológicos, como puede ser la depresión, la anorexia o


algún trastorno de ansiedad. En el caso de la depresión, además de la tristeza, apatía y estado
de angustia, se experimenta una pérdida de deseo sexual, que en ocasiones se ve reforzado
por el propio efecto de la medicación antidepresiva. En el caso de la anorexia, el ciclo
menstrual se encuentra alterado, produciéndose un descenso en los niveles de estrógenos, lo
cual tendrá como consecuencia un descenso en deseo sexual, problemas durante la fase de
excitación y atrofia vaginal. Los trastornos de ansiedad, por otro lado, pueden llegar a inhibir
la respuesta sexual de la mujer, afectando sobre todo al deseo sexual.

Temor a perder el control. Puede provocar un control de sus respuestas y un no dejarse


llevar por las sensaciones placenteras y de disfrute que conllevan una relación sexual,
imposibilitando así que se sucedan las fases de la respuesta sexual.

El deterioro de la autoimagen. Puede provocar sentimientos de inadecuación, de carencia


de atractivo o de vergüenza que complicarán la vivencia de la sexualidad con plenitud. Nos
referimos a circunstancias naturales como el parto o el paso de los años, e incluso el haber
vivido una enfermedad o una operación quirúrgica. También nos volvemos a encontrar aquí
con la influencia de los estereotipos y cánones de la belleza existentes en nuestra sociedad
sobre lo que es bello y lo que no, y que determinan que muchas mujeres desarrollen una
aversión hacia su propio cuerpo.

La infertilidad. El hecho de no poder quedarse embarazada hace que muchas mujeres se


sientan tristes, culpables y frustradas ante esa situación, lo cual repercutirá negativamente en
sus relaciones sexuales. En otras ocasiones, la búsqueda insistente de un embarazo hace que
la propia relación sexual se convierta en una situación estresante y demandante en los días
más fértiles, lo que puede conllevar problemas de excitación y anorgasmia al centrarse
obsesivamente en el carácter procreador de la sexualidad. Con el paso del tiempo la relación
constituirá un rechazo por parte de la mujer, ya que se han vinculado al fracaso y malestar
que conlleva la propia infertilidad. En otros casos los tratamientos dirigidos para casos de
infertilidad pueden conllevar estado de ansiedad y estrés, que afectará a la propia sexualidad.

Otros factores. Problemas de relación de pareja, infidelidad, expectativas poco razonables,


disfunción en la pareja con la que se interacciona, etc.

A. Factores de mantenimiento
Los factores que mantiene la disfunción sexual son las formas de responder a la misma por
parte de la persona, respuestas que pueden hacer que el trastorno se agudice y empeore o que
perdure en el tiempo.

La anticipación de fallo o fracaso. Nos encontramos con personas que han sufrido en
situaciones anteriores problemas sexuales bien por alguna enfermedad o por algún proceso
físico natural como puede ser la menopausia. Las expectativas negativas relacionadas con la
sexualidad creadas por estas personas, hace que se generen altos niveles de ansiedad y temor,
manteniéndose y empeorando el trastorno.

La aparición de ansiedad ante la interacción sexual. Por ejemplo, la aparición de la


ansiedad ante el rendimiento, donde la mujer está más preocupada por su propia respuesta
sexual que por las propias sensaciones gratificantes y placenteras de la relación, lo cual hace
que vivan la relación sexual con una actitud de espectadoras.

Sentimientos de culpabilidad. Surge en aquellas mujeres que sufren de alguna disfunción


sexual, falta de deseo o falta de excitación, por lo que se sienten obligadas a iniciar una
relación con sus parejas como medio de compensación. Se entra en un círculo donde la pareja
se queja por la falta de una relación “normal”, por lo que la mujer comenzará a fingir en las
relaciones, lo cual, a largo plazo, generará un sentimiento de rechazo y resentimiento contra
la pareja, impidiendo adoptar medios eficaces para solucionar el problema.

Falta de erotización. En ocasiones, el mantener relaciones sexuales sin deseo y fingiendo la


satisfacción durante las mismas, lleva a un juego erótico empobrecido y un escaso tiempo
dedicado al galanteo o caricias antes de pasar al coito. Puesto que la mujer adopta un papel de
desinterés y falta de implicación, la acumulación de relaciones sexuales insatisfactorias
producirá que el problema se agudice.

Otros factores. Una falta de atracción, una comunicación pobre entre los miembros de la
pareja, problemas generales en la relación, miedo a la intimidad por una o por ambas partes,
deterioro de la autoimagen, información sexual inadecuada y trastornos comportamentales
(depresión, alcoholismo, anorexia, ansiedad).

4.3 Factores sociales e interpersonales


La sexualidad de en una mujer ha estado también determinada por el contexto cultural y
social en donde se ha desenvuelto. Un papel pasivo, sumiso y de entrega, queda ya lejos de la
concepción actual, donde la mujer participa el interés sexual que antes pertenencia
exclusivamente al hombre. A pesar de todos los logros conseguidos en este sentido, sigue
existiendo un conocimiento deficiente y responde, en numerosas ocasiones, a criterios más
propios de la sexualidad del hombre que de la mujer.

Dentro de estos factores sociales y culturales podemos destacar la información y


educación sexual y las relaciones de pareja.

Información y educación sexual. Desde la infancia, se ha transmitido a las mujeres la idea


de que ciertas partes de su cuerpo no deben tocarse, y cuando estas preguntan aspectos sobre
la sexualidad, sólo obtiene respuestas poco naturales. Los padres son los principales
educadores, de ellos se reciben las primeras informaciones de cómo es el mundo, por lo que
nuestros valores y nuestra visión de la vida se irá configurando a través de estos datos. En
este sentido, una educación sexual rígida o estricta e incluso indiferente, pueden generar
temores e inhibiciones en la futura vida sexual de la receptora. Mensajes donde se señala a la
sexualidad como un peligro, indicaciones sobre cómo comportarse, e incluso como vestirse y
arreglarse, temores infundados sobre el otro sexo, producen una información incompleta y
sesgada sobre la propia sexualidad femenina, donde la constante inhibición creará
inseguridad y temor. Otra fuente muy importante de información es la que proporciona el
propio grupo de iguales. En este sentido, la escuela juega un papel determinante. Sin
embargo, dentro de este ámbito, las chicas suelen recibir mensajes distorsionados, donde la
sexualidad femenina responde a cuestiones de reproducción o a los aparatos genitales
aportando una visión científica y neutral. Esta falta de información, tanto dentro del ámbito
familiar como en la escuela, genera unos instintos de búsqueda de conocimiento en medios
menos adecuados, pudiendo desembocar en una información inadecuada, no contrastada, que
es fuente de problemas y miedos. De ahí que muchas jóvenes vivan sus primeras relaciones
sexuales con ansiedad, miedo, decepción y culpa. A pesar de que los medios de
comunicación se hacen cada vez más eco de la propia vivencia de la sexualidad femenina,
aún siguen existiendo estereotipos que marcan las pautas de actuación de muchas mujeres.
Creencias sexuales asociadas a actitudes sexuales negativas (Carrasco, 2001)

El sexo debe ser siempre natural y espontáneo.

Una relación sexual sin coito no es una relación plena.

Si las relaciones sexuales con la pareja no son siempre maravillosas, entonces algo va mal en la
relación.

La masturbación no es aceptable cuando se disfruta de una vida sexual en pareja satisfactoria.

No es “normal” tener fantasías sexuales si se tiene una relación de pareja satisfactoria.

Una mujer con capacidad de respuesta sexual “normal” siempre puede ser excitada por su pareja.

El orgasmo tiene que alcanzarse fácil y rápidamente y si no es así es que hay algún problema.

El orgasmo que se alcanza mediante la penetración es mejor que cualquier otro tipo de orgasmo.

El interés de la mujer por el sexo se acaba con la menopausia.

Disfunción sexual y relaciones de pareja. Los problemas que pueden surgir dentro de una
relación de pareja pueden repercutir negativamente en la vivencia de la sexualidad dentro de
la misma. Igualmente, los problemas a nivel sexual pueden afectar a la calidad de la relación
de pareja. En este sentido, una pareja conflictiva, donde prevalezcan los sentimientos
negativos (disputas, críticas, reproches), donde las gratificaciones positivas brillen por su
ausencia y, por tanto, donde no existe una satisfacción por parte de ambos miembros, puede
dificultar o impedir el desarrollo de unas actividades sexuales óptimas. Para muchas mujeres
el sentimiento de cercanía, comprensión y afecto hacia su pareja juega un papel decisivo en
sus repuestas de acercamiento hacia la relación sexual. Otro factor que considerar en la
génesis y mantenimiento de problemas de deseo sexual se centra en las habilidades sexuales
deficientes que muestran ambos miembros de la pareja en sus encuentros sexuales. Nos
referimos, por ejemplo, a relaciones sexuales rutinarias, donde las pautas de actuación
definen situaciones de desgana y apatía. También nos encontramos con situaciones de
discrepancia relacionadas con la sexualidad bien en la frecuencia de relaciones o en el tipo
de actividades sexuales, lo cual puede repercutir negativamente en las relaciones sexuales.
Por último, la disfunción sexual en un miembro de la pareja, puede generar disfunciones
en el otro miembro.
4.4 Factores evolutivos

La mujer, como ser asexuado, pasiva e ignorante con respecto a la sexualidad, se despierta y
activa su capacidad sexual, cuando los cambios físicos se perciben en su cuerpo físico (por
ejemplo, las hormonas).

Ciclo vital y funcionamiento sexual. Durante la infancia el interés por el propio cuerpo y del
otro, nos lleva a tocar y acariciar los genitales. En la adolescencia, se produce un repentino
interés por el sexo del otro, sobre todo en los chicos, ya que las chicas se muestran menos
atraídas e interesadas por los aspectos físicos, sin embargo, les preocupa más establecer
relaciones afectivas. Durante la pubertad, el 94% de los chicos se masturban con cierta
frecuencia, mientras que tan sólo el 60% de las chicas practican este tipo de comportamiento.
Durante la etapa adulta, la sexualidad en la mujer experimenta una gran evolución, siendo las
mujeres de entre los treinta y cuarenta, las que muestran un mayor interés por el sexo en
nuestra sociedad. A partir de los cincuenta surgen variaciones individuales.

Disfunciones sexuales en el ciclo vital. La mujer, a lo largo de su ciclo vital, experimenta


diversas experiencias que pueden afectar a su funcionamiento sexual, bien de manera puntual
o bien generando problemas a nivel sexual que tienen efectos negativos duraderos. Nos
referimos, por ejemplo, al embarazo, donde se producen cambios físicos y hormonales que
pueden variar la respuesta sexual de la mujer. Así, durante las primeras fases de embarazo,
suele haber un bajo deseo sexual, ocasionado por las molestias físicas características de esta
fase (náuseas y malestar matutino). Durante la etapa final del embarazo, la incomodidad y las
molestias propias de la misma hacen que la frecuencia de la actividad sexual descienda.
Después del parto, es frecuente que le deseo sexual sea bajo y que la actividad sexual se
reanude progresivamente, sobre todo debido molestias e incomodidades físicas, junto con el
agotamiento de cuidar al recién nacido. La lactancia también puede afectar a las relaciones
sexuales, ya que durante la misma se altera la sensibilidad de la vagina. Al producirse la
vasocongestión más lentamente, las paredes de la vagina se pueden irritar con facilidad,
pudiendo sufrir molestias durante el coito. La menopausia es otra de las etapas que puede
afectar al funcionamiento sexual de la mujer, debido al descenso en el nivel de hormonas.
Para muchos esta etapa constituye el fin de la sexualidad para la mujer, pero se ha podido
demostrar que esto no es así, ya que a pesar de los cambios y modificaciones propios de esta
fase, no implica el fin. Es normal que con el paso de los años la repuesta sexual se vuelva
más lenta, la lubricación vaginal disminuye y la vagina se vuelve más rígida perdiendo
elasticidad. Estos cambios físicos, junto con otros a nivel psicológico (irritabilidad, depresión
y labilidad emocional), pueden hacer que la relación sexual se vuelva molesta e incluso
dolorosa, además de verse afectado el deseo sexual. También los cambios acontecidos a nivel
de atractivo físico pueden producir merma en la propia autoestima de la mujer, la cual puede
evitar la propia actividad sexual. La superación de estos cambios se basa en la acomodación a
los mismos, y la búsqueda de soluciones para los problemas físicos, creando como base un
clima de afecto y comprensión dentro de la pareja.

5. DESCRIPCION CLINICA

En la descripción de los varios trastornos hay que tener en cuenta la gran complejidad de la
respuesta sexual, donde factores psicológicos, fisiológicos y ambientales juegan un rol más o
menos fuertes. Un déficit en una de las fases de ciclo de la respuesta sexual puede afectar a
las otras fases, así como la normal respuesta sexual por parte de un membre de la pareja
puede ser percibida como carente o excesiva por el otro membre.

Vamos a ver ahora en detalle la descripción clínica de cada trastorno.

5.1 Trastorno del interés-excitación sexual femenino

Criterios diagnósticos

En el actual DSM-5, el trastorno del interés-excitación sexual femenino incluye los que en el
DSM-IV eran dos trastornos separados: el trastorno de deseo sexual hipoactivo y el trastorno
de la excitación sexual femenina.

Vamos a ver en el detalle los criterios diagnósticos de cada uno y como se han reunificado en
el actual DSM-5.
Criterios diagnósticos del DSM-IV para el Deseo Sexual Hipoactivo

A. Disminución (o ausencia) de fantasías y deseos de actividad sexual de forma


persistente o recurrente. El juicio de deficiencia o ausencia debe ser efectuado
por el clínico, teniendo en cuenta factores que, como la edad, el sexo y el
contexto de la vida del individuo, afectan a la actividad sexual.

B. El trastorno provoca malestar acusado o dificultades de relación interpersonal.

C. El trastorno sexual no se explica mejor por la presencia de otro trastorno del


Eje I (excepto otra disfunción sexual) y no se debe exclusivamente a los
efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o a una
enfermedad médica.

Criterios diagnósticos del DSM-IV para el Trastorno de la excitación sexual en


la mujer

A. Incapacidad, persistente o recurrente, para obtener o mantener la respuesta de


lubrificación propia de la fase de excitación, hasta la terminación de la
actividad sexual.

B. El trastorno provoca malestar acusado o dificultades en las relaciones


interpersonales.

C. El trastorno no se explica mejor por la presencia de otro trastorno del Eje I


(excepto otra disfunción sexual) y no es debido exclusivamente a los efectos
fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas o fármacos) o a una
enfermedad médica.

Especificar si:

De por vida: El trastorno ha existido desde que el individuo alcanzó la madurez


sexual.

Adquirido: El trastorno empezó tras un período de actividad sexual relativamente


normal.

Especificar si:

Generalizado: No se limita a determinados tipos de estimulación, situaciones o


parejas.

Situacional: Ocurre solamente con determinados tipos de estimulación, situaciones


o parejas

Especificar:

Debido a factores psicológicos

Debido a factores combinados

Criterios diagnósticos del DSM-5 para el Trastorno del interés/excitación


sexual femenino

A.Ausencia o reducción significativa del interés/ excitación sexual femenina, que se


manifiesta por lo menos por una de las tres siguientes:

1. Interés ausente o reducido en la actividad sexual.

2. Fantasías o pensamientos o sexuales o eróticas ausentes o reducidas.

3. Inicio reducido o ausente de la actividad sexual y habitualmente no receptiva a los


intentos de la pareja por iniciarla

4.Excitacion o placer sexual ausente o reducido durante la actividad sexual en casi todas o
todas las ocasiones (aproximadamente 75-100%) de la actividad sexual en pareja (en
situaciones y contextos concretos o, si es generalizada, en todos los contextos).

5.Exctiacion o placer sexual ausente o reducido en respuesta a cualquier invitación sexual o


erótica, interna o externa (escrita, verbal, visual).

6. Sensaciones genitales o no genitales ausentes o reducidas durante la actividad sexual en


casi todas o todas las ocasiones (aproximadamente 75-100%) de la actividad sexual en
pareja (en situaciones y contextos concretos o, si es generalizada, en todos los contextos).

B. Los síntomas del Criterio A han persistido durante unos seis meses como
mínimo.

C.Los síntomas del Criterio A provocan un malestar clínicamente


significativo en el individuo.

D.La disfunción sexual no se explica mejor por un trastorno mental no


sexual o como consecuencia de una alteración grave de la relación (p. ej.,
violencia de género) u otros factores estresantes significativos y no se puede
atribuir a los efectos de una sustancia/medicamento o a otra afección médica.

Especificar si:

De por vida: El trastorno ha existido desde que el individuo alcanzó la


madurez sexual.

Adquirido: El trastorno empezó tras un período de actividad sexual


relativamente normal.

Especificar si:

Generalizado : No se limita a determinados tipos de estimulación,


situaciones o parejas.

Situacional: Ocurre solamente con determinados tipos de estimulación,


situaciones o parejas.

Especificar la gravedad actual:

Leve: evidencia de malestar leve a causa de los síntomas del Criterio A.

Moderado: evidencia de malestar moderado a causa de los síntomas del Criterio A.

Grave: evidencia de malestar grave a causa de los síntomas del Criterio A.

El trastorno se caracteriza por la ausencia o falta de interés por parte de la mujer para llegar a
mantener relaciones sexuales, por la infrecuencia de fantasías sexuales u otros factores
motivacionales cuyos componentes desencadenan la respuesta sexual y por la baja frecuencia
de actividad sexual. Puede haber una carencia en la capacidad de excitación, con incapacidad
para obtener o mantener la lubrificación genital u otros signos fisiológicos propio del proceso
excitatorio. La lubricación puede no ser suficiente para finalizar la relación o bien no se
produce la suficiente vasocongestión genital.

Las mujeres padecen del trastorno del interés/ excitación sexual, comúnmente llamado
“frigidez”, no suelen tomar la iniciativa para iniciar relaciones sexuales, y si las llegan a
mantener las inician con desgana y apatía. Sin embargo, en algunos casos, superada esa fase
inicial de apatía, pueden llegar a responder satisfactoriamente a la estimulación pudiendo tener
relaciones sexuales satisfactorias. Hay muchas diferencias individuales, es posible que algunas
personas disfruten de la actividad sexual, aunque no se demuestren al principio muy despuestas
en empezarla o aprecien la intimidad física y cercanía emotiva sin desear también la
estimulación genital. Una definición que tiene en cuenta también el ciclo vital en lo que se
encuentra la mujer, fue propuesta da Basson y colaboradores (2003): “Ausencia o disminución
de sensaciones, interés, pensamientos o fantasías sexuales siendo la motivación para buscar la
excitación escasa o nula y teniendo presente los cambios fisiológicos de la mujer a lo largo del
ciclo vital y la duración de la pareja”.

Como especifica el DSM-5 hay diferentes criterios para establecer un diagnóstico de


este tipo. Por los menos, 3 de los 6 indicadores (Criterio A) tienen que estar presente por un
mínimo de 6 meses. Cuando no es posible verificar con precisión la duración, será el clínico
quien evaluará la efectiva gravedad de la situación. Eso implica que el trastorno pueda
expresarse en manera muy diferentes entre las mujeres que lo padecen.

Respecto al DSM-IV, en la edición del DSM-5 han sido adoptados diferentes cambios.
El primero y más evidente ha sido la creación de una única categoría diagnostica llamada, por
supuesto Trastorno del interés/ excitación sexual. Esa categoría incluye los que en el DSM-IV
eran considerados como dos trastornos diferentes, o sea el Trastorno del deseo hipoactivo y el
Trastorno de la excitación femenina. Ese cambio fue debido al hacho que, en la práctica clínica,
la carencia de deseo sexual y excitación a menudo aparecen simultáneamente.

Podemos encontrar entonces una mujer con ausencia o disminución de la frecuencia o


intensidad del interés en la actividad sexual (Criterio A), que correspondería a lo que
anteriormente se consideraba como Trastorno del deseo sexual hipoactivo. El segundo criterio,
que tiene a que ver con pensamientos o fantasías sexuales nulas o reducidas tiene en cuenta la
disminución que naturalmente ocurre con el aumento de la edad. El criterio 3 se centra en la
conduta y considera el patrón de inicio de la relación sexual en la pareja. Sucesivamente se
evalúa la presencia de excitación y placer y si existen dificultades en la respuesta de deseo
sexual (Criterio 5). En fin, se evalúa la frecuencia e intensidad de las sensaciones genitales, la
disminución de la lubrificación y vasocongestión vaginal.

El trastorno suele presentarse asociado a otros factores, que resultan importantes


tener en cuenta en la evolución. Suele haber dificultades en la relación de pareja, discrepancia
en el deseo de los dos o trastornos de los estados de ánimo. Problemas en alcanzar el
orgasmo, dolores durante el coito y relaciones sexuales infrecuentes son otras características
frecuentes en estas pacientes.
En algunas mujeres las dificultades se presentan el curso de todo el arco vital, en
otras aparecen después de un periodo de funcionamiento normal. Si se presentan en todas
las actividades sexuales, incluida la masturbación, se hablará de trastorno generalizados.
Más frecuentemente ocurren solo con alguna pareja y no con otras, o solo durante el coito y
no con el sexo oral o la masturbación. En este caso se habla de disfunciones situacionales.

Ha habido debates sobre el considerar como disfunción la ausencia de deseo sexual y


excitación entre las mujeres, ya que estas suelen tener un menor nivel de deseo respecto a los
hombres (Basson, 2002). La polémica se centra sobre el aplicar la definición de bajo deseo sexual a
las mujeres, ya que esa implica inevitablemente imponer el confronto con el modelo masculino
(Bean, 2002). Hombre y mujeres tienen funcionamientos diferentes y eso vale también para la
esfera sexual, así que resulta importante evitar de aplicar los parámetros de “normalidad” de uno al
otro.

En consulta es frecuente encontrar mujeres al inicio de la menopausia que notan una


disminución de la lubrificación. Esa leve bajada, natural para el calo de estrógenos de esa etapa
de vida, se junta pero a factores cognitivos y culturales que consideran la menopausia como el
fin de la vida sexual. Eso fenómeno puede hacer sí que en la mujer aumente la autobservación,
con consecuente menor capacidad de abandono y satisfacción en el encuentro sexual,
empezando un proceso de evitación de las relaciones sexuales y predisponiéndose a conflictos
personales y de pareja.

Debido a la dificultad de establecer cuál es el límite entre un deseo “normal” o saludable u


deseo hipoactivo, se señala como problema cuando la persona se siente afectada por su falta de
deseo sexual y excitación, o cuando los problemas de una relación se asocian con la falta de interés
de un miembro de la pareja. Cuando las relaciones sexuales insatisfactorias se acumulan, la
mujer vive con frustración las relaciones sexuales, las cuales se vuelven un problema,
debido a su aprensión y ansiedad anticipatoria al prever el fracaso. Esto ocasiona
problemas con la penetración, haciendo que la relación sexual sea dolorosa y molesta, lo
cual puede desencadenar en un trastorno secundario de dispareunia, vaginismo, dificultad
para alcanzar el orgasmo, pérdida de apetito sexual, evitación sexual y problemas de pareja.

Se considera que hay entonces una disfunción, así como en los otros trastornos, cuando
se experimenta un malestar significativo, ya que si eso no ocurre y ella misma se define como
“asexual” no existe entonces la presencia de una disfunción de este tipo. Muchas de las
mujeres que padecen esta disfunción manifiestan que podrían vivir el resto de sus vidas sin
sexo y que las relaciones sexuales con su pareja constituyen una obligación, intentando
espaciar dichas relaciones lo más posible en el tiempo.

Diagnostico diferencial (DSM-5)

 Trastornos mentales no sexuales: en el trastorno depresivo mayor puede haber una


“disminución del interés o placer por todas, o la mayoría, de las actividades a largo de
todo el día, en la mayoría de los días”. Eso trastorno puede explicar la falta de interés/
excitación sexual.

Si la carencia del interés y del deseo es totalmente explicable con otro trastorno mental no
sexual, no se hará un diagnóstico de trastorno del interés/excitación sexual.

 Abuso de sustancias/medicamentos: puede explicar los síntomas del trastorno. En este


caso se pondrá el diagnostico de disfunción sexual inducida por sustancias/
medicamentos.

 Otra condición médica: si hay una enfermedad medica que puede explicar el trastorno
sexual se pondrá solo el diagnóstico de la condición médica.

 Factores interpersonales: con graves problemas en la relación, violencia por parte de la


pareja u otros fuertes factores estresantes, no se tendría que poner el diagnóstico de
disfunción sexual.

 Otra disfunción sexual: la presencia del trastorno del interés/excitación sexual no


excluye que la mujer pueda padecer también de otras disfunciones sexuales. El dolor
genito-pelvico, por ejemplo, puede llevar a sufrir de carencia de interés y excitación
sexual, debido a la repetición de actividades sexuales dolorosas. Además, padecer del
trastorno del interés y excitación puede influir sobre el orgasmo y, sucesivamente, llevar a
una condición de anorgasmia.

 Estímulos sexuales inadecuados o ausentes: para una correcta evaluación clínica hay
que tener en cuenta si los estímulos sexuales de la pareja resultan inadecuados para la
mujer, o si son ausentes como en el caso de no tener momentáneamente pareja. En estos
casos puede ser igualmente necesaria una intervención clínica, aun si no se pondrá el
diagnostico de disfunción sexual.

Comorbilidad (DSM-5)

Frecuente es la comorbilidad con trastorno sexuales, como lo del orgasmo y con el trastorno del
dolor genito-pelvico y penetración. Entre las otras disfunciones no sexuales la más común es la
depresión, seguida por ansiedad y abuso de alcohol. A nivel medico es posible encontrar
comorbilidad con inflamaciones del intestino, irritación del colon y problemas a la tiroides.

Epidemiologia

La prevalencia del trastorno del interés/excitación sexual, de la forma descrita en el DSM-5,


está actualmente desconocida. Si toman en referencia el DSM-IV, es decir considerando el
trastorno del deseo sexual hipoactivo y el trastorno de la excitación femenina, hay mucha
variabilidad según la edad, el entorno sociocultural, el nivel de malestar y los síntomas.

El deseo sexual hipoactivo, por ejemplo, ha sido un trastorno aparentemente muy frecuente
dentro de la población femenina, segundo varios estudios la cifra sería alrededor del 40% de
las mujeres sexualmente activas. Se consideraba como una de las disfunciones sexuales más
comúnmente diagnosticada, tanto de forma transitoria en algún momento de la vida sexual
como de forma estable o permanente, aunque si no hay un claro acuerdo entre clínicos e
investigadores sobre lo que signifique realmente tener un bajo deseo sexual. Se consideró como
la disfunción con la mayor incidencia y mayor fracaso terapéutico respecto a los otros
trastornos sexuales que veremos.

No obstante el nivel elevado de prevalencia, diferentes autores consideraron errónea esta estima.
Se preguntaron si efectivamente ese 40 % de la población no fuera una estima exagerada, ya que
el no tener deseo no debe significar exclusivamente una condición patológica. Ningún estudio,
por ejemplo, tiene en cuenta de los inductores externos, es decir las situaciones, las personas,
todos los estímulos que pueden ser adecuados o no para estimular el deseo sexual. Eso porque, en
determinadas épocas de vida y situaciones, es posible que no existan inductores externos
adecuados para motivar la respuesta y luego, en presencia de un adecuado estimulo, haya una
respuesta de deseo normal.

Otro problema a la hora de establecer la real prevalencia de un trastorno son los distintos criterios
para clasificarlo. Aunque existan varios estudios que coinciden sobre un porcentaje elevado,
entorno al 40 % de la población que padece de trastorno sexual hipoactivo, hay otros estudios que
relavan números muchos más bajos. Algunas investigaciones introducían bajo la categoría “deseo
sexual hipoactivo” también otros trastornos con características parecidas, como los que en el
DSM-IV estaban catalogados como la aversión sexual y el trastorno de la excitación.

Etiología

El deseo sexual en la mujer puede verse afectado por factores como la edad, la salud
física, el estado de ánimo, el estrés, el aumento excesivo del deseo sexual de la pareja, su alta
demanda y presión para mantener la actividad sexual, y por la percepción subjetiva de no
sentirse querida o amada.

El Instituto Andaluz de Sexología y Psicología ha seleccionado 8 grupos básicos de


principales factores intervinientes, aunque si en la práctica clínica en la mayoría de los casos
hay conjuntos de múltiples variables. Son todos factores psicológicos, excepto los últimos
tres que hacen referencias a las causas orgánicas.

En orden de frecuencia son los siguientes:

1.Problemas de pareja: conflictos entorno a la intimidad, sobre todo debidos a déficit de


comunicación, son los más frecuentes. Sentimientos inconscientes o no expresados de
enfado, dolor y resentimiento hacia la pareja resultan permanecer fuertemente presentes
durante las actividades sexuales.

2.Disfunciones sexuales previas: la disminución del deseo y excitación se presenta como


consecuencia de las relaciones sexuales frustrantes repetitivas. Cualquier otra disfunción
sexual a largo plazo tendrá como natural consecuencia la bajada del deseo y de la excitación.
3.Desmotivaciòn: en la evaluación no han aparecidos datos especialmente destacables.

4.Tastornos del estado de ánimo: es muy frecuente encontrar pacientes con estado de ánimo
bajo. No es fácil, pero, determinar si la disfunción sexual es precedente o consecuente al
estado de ánimo. Ansiedad y estrés suelen influir negativamente sobre el deseo y la
excitación.

5.Trastornos hormonales: deficiencia de testosterona, disfunciones de la tiroides y


disminución de andrógenos y estrógenos.

6.Medicamientos: inhibidores de la recaptación de serotonina.

7.Enfermedades crónicas: diabetes, insuficiencia renal.

-Factores psicológicos: Los problemas psicológicos pueden influir sobre el deseo sexual y la
excitación (Bancroft et al., 2003) y suelen ser las cusas más comunes.

Historia personal caracterizada da abusos sexuales en la infancia es considerada una de la


causa más importante (Bean, 2002).

Existencia de temores o creencias irracionales entorno al coito pueden favorecer vivencias


de ansiedad y culpa, e inhibir de consecuencia la natural respuesta sexual de la mujer. Fuertes
convicciones religiosas suele ser la base más frecuente de estas creencias. El temor del placer,
la evaluación negativa o a la pérdida de control, son entre los factores más comunes.

A veces no es fácil determinar si las variables citadas son precedentes o


consecuentes a la disfunción sexual. Por ejemplo, en el pasado se ha considerado que las
mujeres con deseo inhibido solían tener humor inestable, bajo autocontrol y baja autoestima
(Hartmann et al., 2002). Estos factores en realidad no parecen ser desencadenante sino, con
más probabilidad, podrían ser consecuencias de la disfunción.
Otros factores que considerar serán las técnicas de erotización utilizadas para
producir la excitación, las cuales suelen ser en ocasiones muy rudimentarias o escasas, y no
constituir un estímulo suficiente para dar lugar a la respuesta sexual femenina.

-Factores orgánicos: A nivel fisiológico problemas neurológicos, vasculares u hormonales


pueden influir sobre la respuesta de lubrificación vaginal y contribuir de consecuencia en la
génesis del problema.

A nivel hormonal las condiciones más frecuentes que puede causar una bajada de deseo
sexual, suelen ser las deficiencias de testosterona, el hiper o hipotiroidismo y la epilepsia lóbulo-
temporal. Disminución de los andrógenos también tiene el efecto de redecir el deseo y la
excitabilidad.

La vasocongestión y lubricación vaginal requiere de un aporte de estrógenos, lo cual


debe ser tenido en cuenta durante la evaluación tanto del deseo como de la excitación sexual. Esa
deficiencia de estrógeno, junto a la subida de prolactina, es algo característico durante la etapa
de la menopausia. Las mujeres que se encuentren en este período entonces, si no tienen
relaciones periódicas, es muy probable que experimenten una deficiencia en la lubricación
vaginal y que estos cambios influyan sobre sus percepciones de deseo y excitabilidad. El rol de la
prolactina como inhibidor del deseo es típico también del estado de estrés.

Los problemas de tiroides son frecuentes. Mujeres con hipotiroidismo también suelen
resultar afectadas, sobre todo en la disminución del deseo sexual.

Enfermedades crónicas de larga duración pueden tener efectos sobre el deseo y la


excitación sexual. Varios estudios, por ejemplo, confirman que más del 80 % de las mujeres con
diabetes mellitus tienen una bajada en el nivel de deseo sexual. Al mismo tiempo esa
enfermedad puede dañar los nervios y vasos sanguíneos que llegan al clítoris, disminuyendo la
respuesta de excitación.

Las enfermedades que afectan a la hipófisis, como el hipopituitarismo, suelen afectar los
niveles de deseo.
Por último, hay que tener en cuenta si y cuales fármacos o sustancias está tomando la
paciente. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (SSRI) para el
tratamiento de la depresión, por ejemplo, tienen entre sus efectos colaterales la bajada de
deseo. El alcohol también tiene un fuerte efecto inhibidor de la excitabilidad, que se calcula
entorno al 40%.

5.2 Trastorno orgásmico femenino

Criterios diagnostico

En este caso los criterios se han quedado casi invariados entre las dos ediciones del
DSM, con la única diferencia que en el actual DSM-5 se especifica también el nivel de
gravedad de los síntomas de manera más específica.

Criterios diagnósticos del DSM-IV para el Trastorno orgásmico femenino


A. Ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación
sexual normal. Las mujeres muestran una amplia variabilidad en el tipo o
intensidad de la estimulación que desencadena el orgasmo. El diagnostico de
trastorno orgásmico femenino debe efectuarse cuando la opinión medica considera
que la capacidad orgásmica de una mujer es inferior a la que correspondería por
edad, experiencia sexual y estimulación recibida.

B. La alteración provoca malestar acusado o dificultad en las relaciones


interpersonales.

C. El trastorno orgásmico no se explica mejor por la presencia de otro trastorno del


Eje I (excepto otro trastorno sexual) y no es debido exclusivamente a los efectos
fisiológicos directos de una sustancia (p. ej. drogas o fármacos) o a una
enfermedad médica.

Especificar si:

De por vida: El trastorno ha existido desde que el individuo alcanzó la madurez sexual.
Adquirido: El trastorno empezó tras un período de actividad sexual relativamente normal.
Especificar si:
Generalizado: No se limita a determinados tipos de estimulación, situaciones o parejas.
Situacional: Ocurre solamente con determinados tipos de estimulación, situaciones o
parejas.
Especificar:
Debido a factores psicológicos
Debido a factores combinados

Criterios diagnósticos del DSM-5 para el Trastorno orgásmico femenino


A.Por lo menos se tiene que experimentar uno de los síntomas siguientes en
casi todas o todas las ocasiones (aproximadamente 75-100 %) de la actividad
sexual (en situaciones y contextos concretos o, si es generalizada, en todos los
contextos):

a. Retraso marcado, infrecuencia marcada o ausencia de orgasmo.

b. Reducción marcada de la intensidad de las sensaciones orgásmicas.

B.Los síntomas del Criterio A han persistido durante unos seis meses como
mínimo.

C.Los síntomas del Criterio A provocan un malestar clínicamente


significativo en la persona.

D. La disfunción sexual no se explica mejor por un trastorno mental no sexual


o como consecuencia de una alteración grave de la relación (p. ej.,
violencia de género) u otros factores estresantes significativos y no se
puede atribuir a los efectos de una sustancia/medicamento o a otra afección
médica.

Especificar si: P or vida: El trastorno ha existido desde que el individuo alcanzó la


madurez sexual.

Adquirido : El trastorno empezó tras un período de actividad sexual relativamente


normal.

Especificar si:

Generalizado : No se limita a determinados tipos de estimulación, situaciones o


parejas.

Situacional : Ocurre solamente con determinados tipos de estimulación,


situaciones o parejas.

Especificar si:

Nunca experimentó un orgasmo en ninguna situación

Especificar la gravedad actual:

Leve: evidencia de malestar leve a causa de los síntomas del Criterio A.

Moderado: evidencia de malestar moderado a causa de los síntomas del Criterio A.

Grave: evidencia de malestar grave a causa de los síntomas del Criterio A.

Hay disfunción orgásmica cuando “el orgasmo no ocurre o está notablemente retrasado”
(ICD-10)

En estos casos, la mujer es capaz de alcanzar el nivel óptimo o suficiente de deseo y


excitación, sin embargo, presenta una dificultad, ausencia o retraso persistente o recurrente
para poder alcanzar el orgasmo. En la mayoría de las ocasiones las fases anteriores suelen
seguirse con normalidad, la mujer se excita y lubrica bien, de manera que el malestar se
centra en la dificultad o imposibilidad de alcanzar el orgasmo.

El orgasmo femenino son contracciones rítmicas de la musculatura vaginal,


acompañadas por sensaciones muy placenteras. Este reflejo está controlado por los centros
neuronales de la porción sacra de la medula espinal que recibe impulsos del cerebro
superior. Hay mujeres que nunca han conseguido llegar a experimentar el orgasmo. Se estima
que entorno a un 10 % de las mujeres no experimentaran nunca a largo de su vida un
orgasmo, ni siquiera a través de la masturbación. Al contrario, el problema aparece tras un
período en el que se ha disfrutado del orgasmo en las relaciones sexuales. Las quejas se
pueden centrar en la imposibilidad para llegar al orgasmo en todas las situaciones o solo en
la relación sexual, aunque si son capaces de alcanzarlo mediante la masturbación.

El DSM-5 diferencia la anorgasmia entre:

 De toda la vida: la mujer nunca ha experimentado un orgasmo, ni a través del


coito ni con la masturbación.

 Adquirida: tras una época con capacidad de conseguir orgasmos


normalmente, se pasa la imposibilidad de experimentarlo. Esto tipo de
anorgasmia suele ser lo con peor pronóstico y suele acompañarse por
problemas de pareja. De toda forma, será necesario proceder con pruebas
físicas para descartar factores orgánicos y averiguar también que no hayan
ocurridos hechos traumáticos.

 Generalizada: es incapaz de alcanzar el orgasmo en cualquier circunstancia,


sea por el coito o por estimulación del clítoris.

 Situacional: se alcanza el orgasmo solo en situaciones específicas, como con


otra pareja, tomando sustancias, etc.

No podemos hablar de una manera normal de alcanzar el orgasmo, ya que existe una
gran variabilidad en este sentido. Hay muchas diferencias también en el tipo o intensidad de
la estimulación que produce un orgasmo, así como mucha diversidad en la manera de
experimentarlo en la misma mujer según las situaciones. Podemos encontrar mujeres que
pueden alcanzar el orgasmo sin contacto físico con la zona clitoridiana, bastando fantasías
eróticas, caricias o estimulación en otras zonas como los pechos. También podemos hablar de
mujeres que sólo pueden alcanzar el orgasmo a través del coito, sin necesidad de
estimulación directa del clítoris. La proporción de mujeres que puede llegar al orgasmo en
esta manera es relativamente pequeña y, aunque si muchas personas tienen falsas creencias,
no es la única manera “correcta”. Otras mujeres pueden llegar al orgasmo con su pareja, pero
si se produce la estimulación del clítoris de manera complementaria. Esta ha resultado ser
la forma más común a través de la que la mayoría de las mujeres consiguen experimentar
orgasmos haciendo uso de la penetración. No obstante, algunas piden intervención
terapéutica según la falsa creencia que esa no sea la manera “normal” de finalizar el coito.
En otros casos, la mujer es incapaz de alcanzar el orgasmo con su pareja a pesar de ser
estimuladas en la zona del clítoris, aunque si pueden alcanzarlo mediante fantasías eróticas.
En definitiva, nos encontramos con un continuo donde nos encontraríamos en último lugar a
aquellas mujeres que son totalmente anorgásmiscas o preorgasmicas, que nunca han
experimentado un orgasmo. Será importante considerar también si la estimulación sexual que
se aporta sea o no adecuada para alcanzar el orgasmo. En caso de que no lo sea se podrá lo
mismo plantear una intervención, pero sin diagnóstico de trastorno orgásmico femenino.

A largo de la vida de una mujer son varias las situaciones en que no otorga el orgasmo
sin que se pueda considerar patológico y llegar a ser considerada entidad clínica. También
habría que fijar un tiempo para aprender a alcanzar el orgasmo, ya que para la mayoría de
las chicas hay un tiempo de descubrimiento de sí misma y en pareja, antes que se consiga
experimentar un orgasmo. Las mujeres tienen una variabilidad más amplia en la edad en la
que experimentan el primer orgasmo respecto a los hombres. La posibilidad aumenta con los
años, siempre y cuando se mantenga activa sexualmente. Generalmente una vez que la mujer
ha alcanzado el orgasmo, aprende a conseguirlos con facilidad, se vuelven más hábiles a
medida que descubren nuevas maneras de estimularse y van descubriendo su propio cuerpo,
sea consigo mismo que en pareja. Es poco frecuente la pérdida de esa habilidad, a no ser que
se den otros problemas sexuales o de relación de pareja, trastornos del estado de ánimo o
enfermedades médicas.

Las mujeres que practican mayormente la masturbación son las que suelen responder
en manera más sencilla y satisfactoria al orgasmo. A través del Instituto Andaluz de
Sexología y Psicología se ha calculado que más del 90% de las mujeres que llegan en
consulta para un trastorno orgásmico primario, nunca se han masturbado en su vida. El
método más sencillo para llegar al orgasmo resulta por supuesto ser la masturbación,
especialmente frotando el clítoris, utilizado para la mayoría de las mujeres.
Otra característica común a estas pacientes suele ser una mayor dificultad de
comunicación por lo que tiene que ver con cuestiones sexuales.

En muchos casos, si la condición de anorgasmia se acompaña de baja excitabilidad,


puede no ser un obstáculo sexual para la mujer, ya que no suele sufrir de tensiones o
desazón después de la estimulación sexual, e incluso disfrutan y les complace la relación
sexual. A veces puede ser algo que molesta a la pareja, por lo que muchas mujeres fingen
tener un orgasmo para evitar enfados y discusiones. Otras pueden asumir la actitud
“espectadora”, observando la actividad sexual y sí misma como algo distante y haciendo sí
que el orgasmo sea aún menos probable. Si no experimenta un malestar clínicamente
significativo, como especifica el Criterio C, no habrá entonces el diagnostico de trastorno
orgásmico.

Por el contrario, si el nivel de excitación es alto la mujer puede sentir que le falta algo
y, independientemente de la presión o no de la pareja, puede estar muy motivada en la
resolución de la disfunción, con un pronóstico muy favorable. Estas mujeres son las que han
sido definidas “frenadoras de orgasmos”, ya que suelen tener un alto nivel de deseo y
excitabilidad sexual y, justo poco antes de alcanzar al orgasmo, entra en juego el miedo del
placer y se auto inhiben.

En otros casos, la mujer llega a obsesionarse con la idea, lo cual hace que
experimenten tensión y molestias físicas en la pelvis, dando muestra de frustración y
resentimiento que podrá afectar a la propia relación de pareja.

La situación crónica de excitación no resuelta con el orgasmo puede generar un


trastorno denominado síndrome de congestión pélvica, caracterizado por un dolor sordo y
profundo en la zona abdominal, que se agudiza con el coito, acompañado de una sensación
de pesadez e hinchazón. Estas molestias suelen aparecer al levantarse y su sintomatología
suele ir empeorando a lo largo del día, lo cual genera sentimientos de tristeza y ansiedad.

La presencia del trastorno puede ocasionar problemas de aceptación de la imagen


corporal, déficit en la autoestima, en el autoconocimiento y en la satisfacción en las relaciones
sexuales.
Diagnostico diferencial (DSM-5)

 Trastornos mentales no sexuales: el trastorno depresivo mayor, caracterizado por


carencia de interés o placer en la mayoría de las actividades, puede explicar la disfunción
orgásmica. Si las dificultades orgásmicas se pueden explicar con otro trastorno mental, no
se diagnosticará la disfunción sexual.

 Disfunción sexual inducida por sustancias/medicamentos: el diagnostico será de


disfunción sexual inducida por sustancias/medicamentos.

 Otra afección medica: enfermedades, como la esclerosis múltiple y la lesión de la


medula espinal, pueden explicar el trastorno sexual y no se hará un diagnóstico de ese
tipo.

 Factores interpersonales: con graves alteraciones relacionales, violencia por parte de la


pareja y otros factores de fuerte estrés no se pondrá el diagnostico de disfunción sexual.

Comorbilidad (DSM-5)

Junto al trastorno orgásmico es frecuente la presencia del trastorno del interés/excitación


sexual femenino y del trastorno depresivo mayor.

Epidemiologia

La estima del porcentaje de las mujeres anorgasmica depende mucho del tipo de estudio
efectuado y no hay una opinión univoca. Un estudio al principio de los años noventa
(Reinisch, 1991) estimó que entre el 50 y 75 % de las mujeres no tenía orgasmos. Eso porque
en el estudio consideró solo la anorgasmia coital, mientras los estudios más actuales
incluyen también los orgasmos alcanzados a través de la estimulación del clítoris, ya que la
gran mayoría de las mujeres, como hemos visto, llegan al máximo placer solo en esta manera.
Una sucesiva publicación que incluía 34 estudios había puesto una estima mucho más baja,
entorno al 20 y 50% (West et al., 2004).

En la actualidad, el DSM-5 releva una tasa de prevalencia bastante variada, entre el 10 y 42%
de las mujeres, dependiendo por factores como la edad, cultura, duración y gravedad de los
síntomas. Esta estima pero, no diferencia entre la presencia o no de malestar clínicamente
significativo asociado y que determina si la condición se convierte en diagnóstico.

Etiología

-Factores orgánicos: la fisiología del orgasmo es bastante compleja. Eso implica que cualquier
alteración, orgánica o funcional de los mecanismos que se encuentran implicado en este reflejo,
pueda causar dificultades o imposibilidad en el orgasmo. No obstante, se ha estimado que solo un
5% de las mujeres que llegan a consulta tienen alguna alteración fisiológica. A pasar que el restante
95% de los casos acude por causas psicológicas, vamos a ver cuáles son las principales causas
orgánicas que se pueden encontrar:

 Alteración neurológica: la causa orgánica más frecuente para la anorgasmia es la lesión


medular. También pueden influir otros problemas como alteración de la inervación de la
pelvis, tumores de la medula espinal, y esclerosis múltiple.

 Alteración endocrina y metabólica: la diabetes es la causa más relevante, sea por el


impacto sobre la respuesta sexual, sea por la fuerte incidencia que implica que el 35% de las
mujeres diabéticas tengan problemas orgásmicos. El trastorno suele evolucionar de manera
progresiva y suele aparecer después unos 4/8 años después del inicio de los síntomas.

El hipertiroidismo manifiesta un efecto ambiguo, ya que en un 10% de las mujeres el


reflejo orgásmico aumenta, pero en un 15% disminuye.

Se reduce la capacidad orgásmica también en la enfermedad de Addison (40% de las


pacientes) y en el síndrome de Cushing.

 Enfermedades crónicas: las principales son las anomalías congénitas, las cardiopatías,
las alteraciones vasculares perigenitales y disfunciones hepáticas y renales en fase
avanzada. Las mujeres que padecen de atrofia vulvovaginal, caracterizada por sequedad
vaginal y dolores, suelen estar predispuestas a mayores dificultades al momento del
orgasmo.

La carencia nutricional que se experimenta en la anorexia nerviosa también tiene un


fuerte efecto en todo el organismo y en particular sobre la respuesta sexual.

 Drogas y fármacos: el uso de antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de


serotonina, así como hemos visto por el trastorno del interés y excitación sexual,
disminuye también la capacidad orgásmica.

La mayoría de las drogas suelen afectar el reflejo orgásmico. El alcoholismo también


puede alterar el orgasmo en el 15% de las mujeres, además que bajar fuertemente el nivel
de excitación.

 Genética: algunos autores (Dunn et al., 2005) han supuesto una posible base genética por
este trastorno, estudiando las gemelas mono y dicigóticas. De toda forma, si no se produce
una compleja interacción entre los factores genéticos con otras variables psicológicas,
socioculturales y fisiológicas, no se producirá el trastorno.

-Factores psicológicos:

La posibilidad de alcanzar orgasmos parece estar estrechamente conectada con la capacidad


de abandono, en estos casos, durante el acto sexual. Las diferencias educativas entre hombre
y mujeres hacen sí que, si en el hombre están reforzadas las conductas que lo llevan a
acercarse al sexo opuesto, para las mujeres el mensaje es totalmente lo contrario. La actitud
de los padres hacia la sexualidad y el desnudo, sus comentarios, el proceso de aprendizaje
durante los años de estudios hacen sí que el desarrollo de una niña vaya en un sentido
erotofóbico o erotofìlico. Eso influye sobre la posibilidad que una mujer no aprenda a
abandonarse, y con esa falta no hay posibilidad de experimentar el placer.

Máster y Johnson (1995) habían encontrado para la anorgasmia las siguientes causas:

 Incongruencia entre valores aprendidos/lo que se pide a nivel sexual en la sociedad

 Actitud negativa hacia el desnudo


 Traumas sexuales

 Culpabilidad

 Estados depresivos

 Carencia comunicativa y sentimientos de hostilidad en la pareja

 Sexo monótono y aburrido

 Ignorancia hacia la sexualidad

 Actitudes negativas hacia la masturbación

 Miedo hacia la pérdida de control

En la actualidad, el Instituto Andaluz de Sexología y Psicología describe las causas encontradas


con más frecuencias.

Factores predisponentes:

 Educación sexual y actitud negativa: como hemos visto anteriormente, la educación


sexual es fundamental para poderse abandonar al placer, y a la sexualidad. Una
educación juzgante hacia la propia manera de relacionarse con el otro sexo y al vestirse,
el trasmitir el miedo hacia los hombres y la necesidad constante de protegerse, son
factores que contribuyen a largo plago en la imposibilidad de relajamiento y abandono
con el otro. Factores socio culturales, como las expectativas de rol de género y las
normas religiosas, pueden actuar como inhibidores de la sexualidad espontanea. La
preocupación hacia el embarazo, sin una adecuada educación sexual, puede también
influir sobre el problema.

Se desarrollan en consecuencia unas actitudes negativas hacia la sexualidad, como por


ejemplo el juzgar negativamente quien admite de fantasear líberamente durante el acto
sexual o se masturba a pesar de tener pareja.
 Baja autoestima: es una característica muy frecuente de las mujeres que viven este
problema, aunque si no es clara cuál de las dos variables pueda ser antecedente a la otra.
Se suelen considerar pocos atractivas y, a menudo, las pacientes con estas características
se enfrentan a una larga preparación física previa al encuentro sexual. Esa puede incluir
hacer ejercicio físico, depilarse, broncear. De consecuencia se irá produciendo un fuerte
estrés anticipatorio y el encuentro sexual que ocurre después no suele compensar el
esfuerzo.

 Apego ansioso ambivalente: el estilo de apego incluye muchas características de estas


pacientes, las cuales obstaculizan el desarrollo de un clima de intimidad y confianza
necesario para llegar al máximo placer. Hacen parte de este estilo de apego el agobiante
temor del abandono, la ambivalencia hacia el compromiso que implica estar en pareja
y las dificultades en manifestar la propria independencia.

 Baja asertividad: suelen ser personas que no tienen costumbre a manifestar sus deseos y
necesidades, tampoco con la pareja. Estas actitudes, si empiezan ya en las primeras
relaciones sexuales, suelen manifestarse también en las sucesivas de manera siempre más
estables.

 Carencia en la intimidad y comunicación: la comunicación y la intimidad son dos


pilares irrenunciables de las relaciones de pareja. En el momento que empiezan a ser
carente es probable también que vayan apareciendo paralelamente disfunciones sexuales.

Factores precipitantes: el empeoramiento de la situación suele coincidir con el inicio del


constante proceso de autobservación. Eso porque la mujer toma conciencia de sus dificultades
en abandonarse durante el encuentro sexual, y en particular de las cogniciones y actitudes
negativas de sí misma en esos momentos.

Factores mantenedores: variables estresantes y una relación de pareja conflictiva hacen sí


que la disfunción siga en su evolución. Un rol muy importante, como en los otros trastornos
sexuales, es la ansiedad anticipatoria que influye sobre el estado de ánimo alterado de la mujer
en el momento del contacto sexual.
5.3 Trastorno del dolor genito-pelvico/penetración

En esta categoría están incluidos la dispareunia y el vaginismo, que en el


DSM- IV se ancontraban en categorías separadas.

Criterios diagnósticos del DSM-IV para la dispareunia


a) Dolor genital recurrente o persistente asociado a la relación sexual.

b) La alteración causa malestar acusado e dificultad en las relaciones interpersonales.

c) La alteración no es exclusivamente debida a vaginismo o a falta de lubrificación, no


se explica mejor por la presencia de otro trastorno del Eje I (excepto otra disfunción
sexual) y no es debida exclusivamente a los efectos fisiológicos directos de una
sustancia (p- ej., drogas, fármacos) o a una enfermedad médica.

Especificar si:

De por vida: El trastorno ha existido desde que el individuo alcanzó la


madurez sexual.

Adquirido: El trastorno empezó tras un período de actividad sexual


relativamente normal.

Especificar tipo:

General

Situacional

Especificar:

Debido a factores psicológicos


Debido a factores combinados

Criterios diagnósticos del DSM-IV para el vaginismo


A. Aparición persistente o recurrente de espasmos voluntarios de la musculatura
del tercio externo de la vagina, que interfiere el coito.

B. La alteración provoca malestar acusado o dificultad en las relaciones


interpersonales.

C. El trastorno no se explica mejor por la presencia de otro trastorno del Eje I (p.
ej., trastorno de somatización) y no es debido exclusivamente a los efectos
fisiológicos directos de una enfermedad médica.

Especificar si:

De por vida : El trastorno ha existido desde que el individuo alcanzó la madurez


sexual.

Adquirido : El trastorno empezó tras un período de actividad sexual


relativamente normal.

Especificar tipo:

General

Situacional

Especificar:

Debido a factores psicológicos

Debido a factores combinados

Criterios diagnósticos del DSM-5 para los trastornos genito-pelvico/penetración


A. Dificultades persistentes o recurrentes en una (o más) de las siguientes:

1. Penetración vaginal durante las relaciones.


2. Marcado dolor vulvovaginal o pélvico durante las relaciones vaginales o los
intentos de penetración.

3. Marcado temor o ansiedad de sentir dolor vulvovaginal o pélvico antes,


durante o como resultado de la penetración vaginal.

4. Tensión o contracción marcada de los músculos del suelo pélvico durante el


intento de penetración vaginal.

B. Los síntomas del Criterio A han persistido durante unos seis meses como mínimo.

C. Los síntomas del Criterio A provocan un malestar clínicamente significativo en el


individuo.

D. La disfunción sexual no se explica mejor por un trastorno mental no sexual o como


consecuencia de una alteración grave de la relación (p. ej., violencia de género) u
otros factores estresantes significativos, y no se puede atribuir a los efectos de una
sustancia/medicamento o a otra afección médica.

Especificar si:

De por vida: El trastorno ha existido desde que el individuo alcanzó la


madurez sexual.

Adquirido: El trastorno empezó tras un período de actividad sexual


relativamente normal.

Especificar la gravedad actual:

Leve: evidencia de malestar leve a causa de los síntomas del Criterio A.

Moderado: evidencia de malestar moderado a causa de los síntomas del Criterio A.

Grave: evidencia de malestar grave a causa de los síntomas del Criterio A.


Como hemos visto, el DSM-IV diferenciaba el vaginismo y la dispareunia como categorías
separadas. El vaginismo se consideraba como “un espasmo involuntario de los músculos que
rodean la entrada vaginal, específicamente del esfínter de la vagina y del elevador del ano,
que se produce siempre que se intenta la introducción del pene o de cualquier objeto en el
orificio vaginal, haciendo imposible el coito e incluso requiriendo anestesia en el examen
vaginal” (Kaplan, 1978).

La dispareunia, o coito dificultoso, era un dolor genital recurrente o persistente asociado al


coito (DSM-IV).

Las definiciones de toda forma no resultaban satisfactorias. En el vaginismo, por ejemplo, no


se consideraba que, en la realidad, muchas mujeres podían utilizar sin problemas tampones o
acudir a consultas ginecológicas, y encontrar imposible la penetración con el pene. Algunos
autores, pero solían ya englobarlos dentro de una única categoría, como por ejemplo lo
“trastorno de la penetración” (Kaneko, 2001).

Como hemos visto, el actual diagnóstico presentado en el DSM-5 incluye los dos trastornos
en una única categoría, el trastorno genito-pelvico/penetración, que está caracterizado por
cuatros principales dimensiones sintomáticas:

 Dificultad para mantener relaciones sexuales/penetración (Criterio A1): puede


variar entre la total imposibilidad para permitir la penetración vaginal, sea en la
sexualidad como en consultas ginecológicas, hasta situaciones más leves donde hay
capacidad de permitir la penetración en algunas situaciones.

 Dolor genito-pelvico (Criterio A2): se evaluará la localización del dolor, que


generalmente podrá ser superficial, a nivel vulvovaginal que aparece con la
penetración, o profundo, a nivel pélvico que aparece cuando ya la penetración ha
alcanzado una profundidad. Además, puede presentarse durante los movimientos
coitales o bien como sensación de irritación después del coito. Se tomará en
consideración también la intensidad del dolor, aunque si no suele relacionarse en
manera directa con el malestar experimentado. El dolor a menudo aparece solo
cuando hay una directa estimulación en la zona genito-pelvica, aunque si tal vez
puede aparecer de manera espontánea. A nivel cualitativo se describe con
sensaciones como quemar, cortar, disparar, etc. El dolor puede aparecer solo durante
el coito o, en manera más generalizada presentarse también en otras situaciones, como
durante la micción o la exploración ginecológica.

 Temor al dolor y a la penetración vaginal (Criterio A3): el experimentar dolor


puede llevar la mujer a actuar una evitación, parecida a una reacción fóbica, a las
relaciones sexuales y en general a las situaciones que implican una penetración
vaginal.

 Tensión a los músculos del suelo pélvico (Criterio A4): la tensión puede
manifestarse con variabilidad, como espasmo del suelo pélvico en reflejo a los
intentos de penetración, como defensa anticipada en frente al dolor o como respuesta
a la miedo y ansiedad.

Para hacer el diagnóstico del trastorno, según el DSM-5, sería suficiente tener
dificultades marcadas en solo una dimensión. Sin embargo, será fundamental evaluar
cuidosamente todas las áreas del trastorno.

Cuando el trastorno es primario, es decir ha existido siempre, suele ser la principal causa de los
“matrimonios no consumados”. Suele representar el 90% de los casos y, en las mayorías, se debe a
causas psicológicas. Cuando es secundario y aparece después de una época en la que la
penetración ha sido posible y el coito no ha sido doloroso, suele ser después del nacimiento de un
hijo o en correlación con graves problemas en la pareja.

Muchas mujeres que padecen esta disfunción sexual son capaces de excitarse, tener
un comportamiento sexual satisfactorio en todo tipo de estimulación que no sea
intravaginal y alcanzar el orgasmo a través del juego amoroso, sin necesidad de que haya
penetración de ningún tipo. De toda forma, incluso cuando se refiere interés y motivación
sexual, las mujeres que padecen el trastorno suelen actuar conductas de evitación de las
situaciones que implican contactos sexuales. No es raro que la pareja pueda desarrollar un
trastorno eréctil, como consecuencia de los fracasos repetidos en la penetración. Son
también frecuentes los problemas de pareja asociados.

En circunstancias normales, cuando la mujer se excita sexualmente se produce la


relajación de los músculos vaginales y el introito se abre posibilitando la penetración. La
mujer no percibe la contracción muscular como dolorosa, sino que percibe la
imposibilidad o extremada dificultad para introducir algo en la vagina.

Diagnostico diferencial (DSM-5)

 Afección medica: a menudo suele presentarse, junto con el dolor


genito-pelvico/penetración, otra afección médica, como por ejemplo atrofia vulvovaginal,
liquen escleroso, endometriosis y enfermedad inflamatoria pélvica. Determinar cuáles de
los dos trastornos es primario y puede haber influido sobre la presencia del otro no siempre
es sencillo.

 Trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados: síntomas somáticos, así


como fobias específicas, pueden encontrarse juntos al diagnóstico de la disfunción sexual.

 Estímulos sexuales inadecuados: haciendo el diagnostico de disfunción sexual siempre


hay que tener en cuenta si hay estímulos sexuales adecuados, ya que si los preliminares o la
excitación estimulada por la pareja no son adecuados pueden facilitar dificultades en la
penetración, dolores o evitación. Además, hay que tener en cuenta de eventuales
disfunciones sexuales en la pareja, ya que la penetración puede estar obstaculizada por
presencia de disfunción eréctil o eyaculación prematura masculina. En estas situaciones
puede entonces no ser adecuado poner un diagnóstico de trastorno de dolor
genito-pelvico/penetración.

Comorbilidad (DSM-5)
El trastorno del dolor genito-pelvico/penetración está frecuentemente relacionado con otras
disfunciones sexuales, en particular con el trastorno del interés/excitación sexual y con la
disfunción orgásmica. A menudo se suelen encontrar conflictos en la pareja, presentes ya con
anterioridad a la disfunción o como su consecuencia.

A nivel orgánico hay mayor probabilidad que sean presente otros trastornos relacionados con el
suelo pélvico, como cistitis intersticial, estreñimiento, infección vaginal, endometriosis y
síndrome del intestino irritable.

Epidemiologia

No hay actualmente datos conocidos respecto a la prevalencia del trastorno genito- pélvico/
penetración, aunque si la estima rodea entorno a un 15% de mujeres que padecen del
trastorno. Las fases de vida donde las mujeres suelen pedir mayor ayuda psicológica son
durante la edad adulta temprana y en el periodo peri y posmenopáusico.

Más notos son los datos en referencia al vaginismo y a la dispareunia, aunque si con
resultados ambivalentes. Máster y Johnson (1970) por ejemplo, calcularon que solo el 2/3%
de las mujeres padecían de vaginismo, mientras sucesivamente se estimó que podía ser
entorno al 25% (Nobre et al., 2006). También se notaron importantes diferencias culturales.
En Turquía, por ejemplo, la porcentual de mujeres con vaginismo llegaba a tener una
prevalencia del 75.9% (Dogan, 2009).

En referencia a la dispareunia se estimó que un 16% de las mujeres sufría de esta disfunción
(Heyes et al., 2008), mientras si se consideran solo las mujeres posmenopáusicas la cifra sube
hasta un 45.3% (Oskay et al., 2005).

Etiología

-Factores psicológicos:

Algunas mujeres que padecen de esta disfunción permiten el examen ginecológico sin
dificultad, así como el uso de tampones o la introducción de objetos, pero no otro tipo de
penetraciones vaginales, lo cual descarta directamente la obstrucción orgánica. Además, si
se determina que el dolor es cambiante, es más probable que la causa del problema sea de origen
psicógeno, al contrario que si el dolor o la sensibilidad excesiva está más localizada y es más
consistente.

Frecuentemente, ha sido encontrado un profundo miedo psicológico a la penetración,


sin que haya ninguna lesión física o defectos de la vagina (Leiblum & Rosen, 2000). Kaplan
(1978) consideraba el vaginismo como una respuesta fóbica, donde ha sido asociada una
contingencia negativa con el coito. Puede estar presente entonces un deseo de tener una
relación sexual y un adecuado nivel de excitación, sin embargo, el temor de la penetración
provoca un espasmo involuntario de la musculatura vaginal que no lo permite.

La causa más común suele deberse a una baja excitación y lubricación, problema
que se puede mejorar con la ayuda de la lubrificación vaginal.

En ocasiones, se determina durante la evaluación clínica la presencia de un trauma específico en


el historial sexual de la mujer, que puede ser el factor desencadenante. El trauma puede incluir el
incesto, la violación, intentos dolorosos de realizar el coito, antecedentes de exploraciones
ginecológicas dolorosas, sentimientos de rechazo al sexo y sentimientos de culpabilidad
respecto a la relación. También es frecuente la ambivalencia acerca del matrimonio, el
embarazo, el parto y la maternidad.

Entre los factores culturales se ha considerados los principios religiosos rígidos y una
inadecuada educación sexual como factores de riesgo para el trastorno. Todavía hay datos
contradictorios. Estudios hechos en Turquía, país musulmán, describen una alta prevalencia del
trastorno. Al contrario, otros estudios parecen no apoyar esta idea (Lahaie et al., 2010).

A nivel cognitivo suelen estar presentes fuertes pensamientos negativos e intrusivos,


como “no puedo”, “soy un fracaso”, “no sirvo como mujer”, etc.

El miedo y el dolor suelen ser los dos factores precipitantes constantes en la mayoría de las
mujeres.

Entre los factores de mantenimientos, los más frecuentes son los que generan y aumentan la
ansiedad, o sea miedo al fracaso, la obligación de resultados, el excesivo altruismo y la
autosupervisión. Eso implica que el miedo al dolor o la vergüenza para no poder tener una
“buena” relación sexual aumente la ansiedad y lleve a la mujer a tener constante y
exhaustiva dedicación en satisfacer a la pareja, intentando compensar el propio déficit sexual.
En esa manera aumenta aún más la dificultad en abandonarse en la relación y el bloque ya
presente a nivel vaginal.

Cuando la disfunción es secundaria las causas más frecuentes suelen ser una grave crisis en la
pareja, complicación después de una lesión orgánica, fuerte estrés y agresiones traumáticas.

-Factores orgánicos:

Las dificultades pueden ser provocadas por un problema de carácter físico por lo
que, en este caso es necesario y recomendable realizar una exploración ginecológica
específica. Cuando la disfunción es primaria, el dolor puede ser causado por residuos
hipertrófico, que sería la situación donde el himen es más grueso de lo habitual y su rotura se
vuelve difícil. Cuando eso ocurre la penetración puede resultar más dificultosa y dolorosa,
causando la reacción de defensa de la vagina que se cierra. Esta reacción luego suele volverse
automática y el rol del himen pierde su centralidad.

La falta de lubrificación puede ser causada por problemas hormonales, fármacos,


sindroma de Sjögren, etc.

Otras causas pueden ser inflamaciones de la vagina, ovaritis, bartolinitis y cervicitis.


Pueden estar presentes también hemorroides, enfermedades de trasmisiones sexuales,
endometriosis y pequeñas irritaciones transitorias. El látex de los condones, por ejemplo,
puede causar irritación en algunas mujeres. Es frecuente también que las pacientes refieran
una larga historia de infecciones vaginales en el momento en que empezó el dolor.

La presencia del dolor o la imposibilidad de utilizar tampones antes de empezar


relaciones sexuales suelen ser factores específicos que predispone al desarrollo futuro del
trastorno.
Cuando hay algunas de estas condiciones médicas en primer lugar será necesario
tratar la alteración orgánica para poder tener también un efecto sobre la disfunción sexual.
Sin embargo, cuando la disfunción se produce por una causa fisiológica, una vez
desaparecida la patología, es frecuente que el trastorno sexual persista. En este caso será
entonces necesario seguir con un tratamiento de tipo psicológico-sexual.

5.4 Disfunción sexual inducida por sustancias/ medicamentos

Criterios diagnósticos

Criterios diagnósticos del DSM-IV para el trastorno sexual femeninos inducido por
sustancias
A. Trastorno sexual clínicamente significativo, que provoca malestar acusado o dificultad en
las relaciones interpersonales.

B. A partir de la exploración física, la historia clínica y los hallazgos de laboratorio, hay


pruebas de que el trastorno sexual se explica en su totalidad por el consumo de sustancias,
como se manifiesta en los casos siguientes (1) o (2):

1. Los síntomas del Criterio A aparecen durante o en los 30 días siguientes a la


intoxicación por la sustancia.

2. El consumo del medicamento está etiológicamente relacionado con la alteración.

C. La alteración no se explica mejor por la presencia de un trastorno sexual


no inducido por sustancias, como lo demuestra el hecho de que los
síntomas preceden al inicio del consumo o la dependencia de la sustancia
(o consumo de fármacos); los síntomas persisten durante un tiempo
sustancial (p. ej., 1 mes) después de haber finalizado la intoxicación, o
son excesivos en relación con lo que cabría esperar, dados el tipo o la
cantidad de la sustancia usada o la duración de su consumo o bien hay
pruebas de la existencia de un trastorno sexual independiente no inducido
por sustancias (p. ej., un historia de episodios recurrentes no relacionados
con sustancias).
Nota: este diagnóstico debe establecerse en lugar de intoxicación por
sustancias solo si el trastorno sexual es excesivo en comparación con el que
se presenta durante la intoxicación y si el trastorno es de suficiente gravedad
como para merecer clínica independiente.

Codificar trastorno sexual inducido por (sustancia especifica):

F10.8 Alcohol 291.8; F15.8 Anfetamina o sustancia de acción similar


292.89; F14.8 Cocaína 292.89; F11.8 Opiáceos 292.89; F13.8 Sedantes,
hipnóticos o ansiolíticos 292.89; F19.8 Otras sustancias o desconocidas
292.89

Especificar si:

Con alteración del deseo

Con alteración de la excitación

Con alteración del orgasmo

Con dolor sexual

Especificar si:

Con inicio durante la intoxicación: cuando se cumplen los criterios para la


intoxicación por sustancias y los síntomas aparecen durante su curso.

Criterios diagnósticos del DSM-5 para la Disfunción sexual inducido por


sustancias/medicamentos

A. En el cuadro clínico predomina un trastorno clínicamente significativo de


la función sexual.

B. Existen pruebas a partir de la historia clínica, la exploración física o las


pruebas de laboratorio de (1) y (2):

1. Los síntomas del Criterio A desarrollados durante o poco después de la


intoxicación o abstinencia de la sustancia, o después de la exposición a
un medicamento.
2. La sustancia/medicamento implicado puede producir los síntomas del
Criterio A.

D. El trastorno no se explica mejor por una disfunción sexual no inducida por


sustancia/ medicamento. Estas pruebas de una disfunción sexual
independiente pueden incluir lo siguiente:

Los síntomas fueron anteriores al inicio del uso de la


sustancia/medicamento; los síntomas persisten durante un periodo importante
(p. ej., aproximadamente 1 mes) después del cese de la abstinencia aguda o
intoxicación grave; o existen otras pruebas que sugieren la existencia de una
disfunción sexual independiente no inducida por sustancias/medicamentos
(p. ej., antecedentes de episodios recurrentes no relacionados con
sustancias/medicamento)

D.El trastorno no se produce exclusivamente durante el curso de un


delirium.

E.El trastorno causa malestar clínicamente significativo en el individuo.

Nota: este diagnóstico solo se puede hacer en lugar de un diagnóstico de


intoxicación por sustancias o de abstinencia de sustancias cuando en el
cuadro clínico predominan los síntomas del Criterio A y cuando son
suficientemente graves para merecer atención clínica.

Especificar:

Con inicio durante la intoxicación: si se cumplen los criterios de


intoxicación con la sustancia y los síntomas aparecen durante la
intoxicación.

Con inicio durante la abstinencia: si se cumplen los criterios de


abstinencia con la sustancia y los síntomas aparecen durante, o poco
después, de la retirada.

Con inicio después de tomar el medicamento: los síntomas pueden aparecer


al principio de tomar el medicamento o tras alguna modificación o cambio de
la pauta.
Especificar la gravedad actual:

Leve: sucede en el 25-50% de las relaciones sexuales

Moderado: sucede en el 50-75% de las relaciones sexuales

Grave: sucede en el 75% o más de las relaciones sexuales

El consumo de determinados fármacos o el abuso de ciertas sustancias pueden producir


efectos negativos en la respuesta sexual femenina, pudiendo inhibir el deseo sexual,
dificultando la excitación o imposibilitando el alcance del orgasmo. En ocasiones su acción
se produce directamente sobre el funcionamiento cerebral y el sistema nervioso central, y en
ocasiones actúan sobre la producción de hormonas sexuales.

El espectro de sustancias que tienen un efecto negativo sobre la respuesta sexual es muy variado.
En este sentido podemos mencionar aquellas sustancias que actúan sobre los sistemas implicados
en la propia respuesta sexual, neurológico, vascular o endocrino, como son los medicamentos
cardiovasculares, citotóxicos, hipertensivo, anticonceptivos hormonales.

Entre los medicamentos psiquiátricos, los mayores efectos sobre la sexualidad femenina se han
encontrados en los fármacos para el tratamiento de la depresión y psicosis. La disfunción
inducida por antidepresivos puede iniciar ya después unos 8 días desde el principio del
tratamiento. En algunos casos la remisión de los síntomas ocurre espontáneamente en el curso de
los siguientes seis meses, en otros casos la disfunción sexual permanece también después de la
suspensión del medicamento.

Una de las consecuencias más frecuentes al aparecer de la disfunción sexual


suele ser el incumplimiento con la medicación y las relativas consecuencias
sobre el problema de salud tratado.

No se conoce el tiempo que trascurre entre la asunción de fármacos antipsicóticos u otras


sustancias de abuso y el inicio de la disfunción sexual.

Otro tipo de sustancias como el alcohol, la marihuana, la cocaína, sedantes, hipnóticos,


ansiolíticos y los opiáceos, tienen un claro efecto negativo en la sexualidad en aquellas
personas que tienen un consumo continuado. En el caso del alcohol y nicotina se
supone que los efectos aversos no aparezcan antes de un año desde el
principio del consumo.

Diagnostico diferencial

Trastornos depresivos, bipolares, psicóticos, de ansiedad y muchos trastornos mentales se


asocian a disfunciones sexuales. No siempre resulta sencillo identificar si estas son una
manifestación del trastorno o inducida por sustancia/medicamento. El diagnostico de
disfunción sexual inducida por sustancia/ medicamento se suele poner si se nota una clara
relación entre los síntomas y el inicio y suspensión de la sustancia/medicamento. Eso es
posible cuando los efectos sexuales aparecen en un tiempo breve a la asunción.
Diferentemente, cuando los síntomas aparecen con el uso a largo plazo de la
sustancia/medicamento, es más difícil asegurarse sobra su causa.

Epidemiologia

No hay acuerdo univoco sobre la incidencia de la disfunción, ya que no se suelen referir los
efectos secundarios de tipo sexual. Los datos más relevados son los que concierne la asunción
de fármacos antidepresivos, aunque si los efectos varían según el tipo específico. Los
pacientes que tomaban inhibidores de la monoaminooxidasa, antidepresivos tricíclicos,
antidepresivos serotoninérgicos y serotoninérgicos-noradrenergicos, han referidos efectos
secundarios sexuales entre el 25/80% de los individuos.

En los pacientes que toman fármacos antipsicóticos se ha estimado que un 50% sufre de
efectos secundarios sexuales, aunque si la diferencia entre los varios medicamentos no está
clara.

Tampoco se conoce la prevalencia de las disfunciones sexuales en pacientes que utilizan


medicamentos no psiquiátricos. La mayor presencia de disfunciones sexuales se ha
encontrado en pacientes que toman metadona, con altas dosis de analgésicos opiáceos y con
abusos de heroína.
5.5 Otra disfunción sexual especificada

Criterios diagnósticos del DSM-5 para la disfunción sexual especificada

Esta categoría se aplica a las presentaciones en las que predominan los


síntomas característicos de una disfunción sexual que causan un malestar
clínicamente significativo en el individuo, pero que no cumplen todos los
criterios de ninguno de los trastornos de la categoría diagnostica de
disfunción sexual. La categoría se utiliza en las situaciones en las que el
clínico opta por comunicar el motivo especifico por el que la presentación no
cumple los criterios de ninguna disfunción sexual especifica. Eso se hace
registrando “otra disfunción sexual especificada” y, a continuación, el
motivo especifico (p. ej., “aversión sexual”)

Aquí, por ejemplo, podemos ver situaciones como los trastornos


femeninos debidos a enfermedad médica , que en el DSM-IV era una
categoría independiente mientras en la 5° edición se puede considerar
como otra disfunción sexual especificada.

Criterios diagnósticos del DSM-IV para los trastornos sexuales femeninos debidos a
enfermedad médica
A. Trastorno sexual clínicamente significativo, que provoca malestar acusado o dificultad en
las relaciones interpersonales como rasgos clínicos predominantes.

B.A partir de la historia clínica, la exploración física o los hallazgos de laboratorio la


disfunción sexual se explica en su totalidad por los efectos fisiológicos directos de una
enfermedad médica.

C.El trastorno no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno
depresivo mayor).

Seleccionar el código y el termino sobre la base del trastorno sexual predominante:

 N94.8 Deseo sexual hipoactivo en la mujer debido a … (indicar enfermedad medica).


Este término se usa si el rasgo predominante es un deseo sexual deficiente o ausente.
 N94.1 Dispareunia femenina debida a … (indicar enfermedad medica). Este término
se usa si el rasgo predominante es el dolor asociado al coito.

 N94.8 Otros trastornos sexuales femeninos debidos a … (indicar enfermedad


medica). Este término se usa si predomina otro síntoma (p. ej., trastorno orgásmico)
o no predomina ninguno.

Son muchas las enfermedades médicas que pueden desencadenar la aparición de una
disfunción sexual. Es frecuente encontrar problemas sexuales como consecuencia de las
alteraciones fisiológicas que pueden ocasionar una enfermedad, aunque también se ha
llegado a determinar que es posible la acción combinada de factores psicológicos y
orgánicos.

En algunas enfermedades crónicas, es normal que la persona afectada se sienta más


preocupada por su salud, que se vea afectada su imagen corporal y que se perciban como
disminuidas, lo cual puede llevar a respuestas de inhibición en las relaciones sexuales. Entre
otras enfermedades podemos citar la diabetes, problemas cardiovasculares, cáncer o
esclerosis múltiple.

5.6 Disfunción sexual no especificada

Criterios diagnósticos

Criterios diagnósticos del DSM-5 para la disfunción sexual no especificada

Esta categoría se aplica a las presentaciones en las que predominan los


síntomas característicos de una disfunción sexual que causan un malestar
clínicamente significativo en el individuo, pero que no cumplen todos los
criterios de ninguno de los trastornos de la categoría diagnostica de
disfunción sexual. La categoría se utiliza en las situaciones en las que el
clínico opta por no especificar el motivo del incumplimiento de los criterios
de una disfunción sexual especifica e incluye las presentaciones en las que
no existe suficiente información para hacer un diagnóstico más específico.
6. OTROS TRASTORNOS

Aquí veremos algunos trastornos de la sexualidad femenina que no están


actualmente presentes en el DSM-5, pero que han sido presentes en las
versiones precedentes del manual diagnostico o no han obtenido suficiente
relevancia a nivel clínico, aunque siendo fuente de interés.

6.1 Aversión al sexo

Ese trastorno era presente en el DSM-V, pero ha sido eliminado en el 5 en cuanto no se solía
presentar en esa forma en la práctica clínica.

Criterios diagnósticos del DSM-IV para la Aversión al sexo


A. Aversión extrema persistente o recidivante hacía, y con evitación de, todos (o
prácticamente todos) los contactos sexuales genitales con una pareja sexual.

B. La alteración provoca malestar acusado o dificultades en las relaciones


interpersonales.

C. El trastorno sexual no se explica mejor por la presencia de otro trastorno del Eje I
(excepto otro trastorno sexual).

Especificar:

De toda la vida

Adquirido

Especificar tipo:

General

Situacional

Especificar:
Debido a factores psicológicos

Debido a factores combinados

El deseo de actividad sexual de la mujer se ve inhibido por miedo al sexo,


independientemente de la existencia o no de deseo sexual en sí mismo, siendo posible que
éste no se encuentre disminuido.

Las mujeres que padecen este tipo de problema presentan sentimientos intensos de
desagrado, repulsión, asco, repugnancia o temor ante situaciones sexuales, con evitación
activa en lo referente al sexo (estímulos o actividades concretas como el semen, el sexo oral
o los besos en la boca, situaciones mínimamente relacionadas con el sexo e incluso ante el
hecho de pensar de tener una relación sexual), y más frecuentemente hacia las sensaciones y
el contacto sexual, sobre todo genital, tanto en solitario y más aún con el otro miembro de la
pareja.

La reacción de la mujer frente al sexo puede llegar a causar un malestar psicológico


extremo que puede ir acompañado de ansiedad, náuseas, palpitaciones o mareos,
desmayos, terror y dificultades para respirar. Las formas de evitación son variadas, desde
poner excusas a tomar sustancias o focalizar la atención en otros pensamientos durante la
actividad sexual.

Historias de traumas sexuales, como abusos y violaciones suele aparecer como


principal causa en estos casos.

Con frecuencia este problema suele ir acompañando a otro cuadro clínico sexual de
cualquiera de las otras disfunciones sexuales, sobre todo le vaginismo y el deseo sexual
inhibido.

Es frecuente que el problema tenga como base creencias de peligros irracionales y


falsas entorno a las situaciones sexuales, siendo percibidas estas como amenazantes o
peligrosos. El origen de esas creencias irracionales puede estar en la educación sexual
recibida, basada en la represión y en la culpabilización, o en experiencias de abuso sexual
en la infancia. Estos temores con respecto a la sexualidad pueden hacer que la mujer no
llegue a desarrollar una vida afectiva normal, no establezca vínculos afectivos amorosos, no
consiga tener una pareja de manera estable.

Esta aversión al sexo puede producir que las mujeres permanezcan vírgenes durante toda su
vida, muchas no se casan y se convierten en personas aisladas socialmente. Las mujeres
que llegan a tener pareja suelen sentirse atrapadas en una situación que no les permite vivir el
sexo a pesar del miedo por perder a la persona querida.

Algunos autores consideran esto trastorno como una forma específica de fobia sexual, con un
temor intenso e irracional al contacto sexual y un fuerte deseo de evitar las situaciones
sexuales (Kaplan, 1978).

6.2 Deseo sexual hiperactivo

Tradicionalmente, se ha conocido a este problema con el nombre de ninfomanía.


Actualmente no está registrado como categoría diagnóstica debido su escasa incidencia
como síntoma primario en las consultas sexológicas. Sin embargo, suele ser uno de los
motivos de consulta de padres y educadores de ciertas mujeres con discapacidades
psíquicas, donde se debe establecer el diagnóstico diferencial con altos niveles de actividad
sexual que acompañan a algunos estados maníacos, compulsivos y obsesivos.

Este problema suele ir acompañado de obsesiones sexuales basadas más en la


cantidad que en la calidad de la relación sexual. La mujer suele sentirse angustiada
constantemente, por lo que para aliviar su estado suele implicarse en actividades sexuales,
también suelen ser mujeres que para cubrir sus carencias afectivas se cubren
simbólicamente a través de la relación sexual.
II . EVALUACION Y TRATAMIENTO
1.REVISION DE LOS MODELOS EXPLICATIVOS

2.OBJETIVOS Y AREAS DE EVALUACION

Entrevista

Observación

Autorregistros

Autoinformes

Examen físico/medico

3.LA INTERVENCION

3.1Complicaciones en la intervención

3.2Estructura general del proceso de intervención

4. COMPONENTES BASICOS DE LA INTERVENCION

4.1 Información y educación sexual

4.2 Técnica de focalización sensorial

4.3 Desensibilización sistemática

4.4 Control de estímulos

4.5 Entrenamiento en comunicación

4.6 Reestructuración cognitiva

4.7 Otras técnicas comunes en la intervención

5.EVALUACION Y TRATAMIENTO ESPECIFICO POR TRASTORNO

5.1 Trastorno del interés/excitación sexual femenino


5.2 Trastorno orgásmico femenino
5.3 Trastorno del dolor genito/pélvico y penetración
5.4 Disfunción sexual inducida por sustancia/medicamento
5.5 Otra disfunción sexual especificada
5.6 Disfunción sexual no especificada

6.
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