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Patricia.

El anillo dorado con dibujos que había elegido meses antes de casarse con
Manuel parecía descojonarse de risa en su cara, le pesaba en el maldito dedo
anular.
 Doctora.
Lo tenía dejado de un guante manchado de sangre, roto en la zona del anillo,
¿Por qué no se lo había quitado?, Manuel había cambiado desde que llegaron a
la ciudad de Nueva York, tenía dudas con clanes de la mafia. Le gustaba apostar,
la ruleta, beber, drogarse y las malditas prostitutas. No le había importado
firmarle los papeles del divorcio, ni se enteró de que ella había comprado y
amueblado un piso, no quería ningún recuerdo de su esposo. Si pudiera borrarlo
de su mente, nunca volver a verlo, incluso marcharse de la ciudad. Pero tenían a
Dante, el hijo de diecisiete años que ambos tenían que mantener y cuidar día sí,
día no y lo mismo con los fines de semana, pronto sería mayor de edad para ella,
aunque en Estados Unidos él ya se suponía adulto desde los dieciséis, se le
podría juzgar, todavía no había cambiado la ley. Aunque Manuel, su ex marido,
muchos días no acudía a por él ni tan siquiera al instituto, ella suspiró cogiendo
el teléfono de su auxiliar de enfermería. Esperaba que sucediera, Manuel no
había ido tampoco a por Dante hoy.
 Patricia, soy la directora Constanza, necesito que venga ahora mismo
aquí.
Las palabras de la italiana continuaron, pegaba más de mil dólares al mes para
que Dante fuera a ese instituto, pensaba que sería bueno para él.
 Tengo que terminar mi turno.
Le quedaba una hora y seguramente la última urgencia se alargaría dándole otra
hora más de tardanza, podía imaginarse a la mujer con la falda de pana hasta las
rodillas, sus gruesas medias y zapatos golpeando el suelo delante de su
despacho. Ella nunca se había sobrepasado en el colegio, ni en el instituto y ni
tan siquiera en la universidad. Manuel decía que era una pava, que nunca había
disfrutado de la vida más allá de sus excesos de comida chatarra.
 Intenté contactar con su esposo.
Manuel había dejado de trabajar para la sanidad, pero tenía más dinero que ella,
decía que hacía sus trabajos en casa. Patricia frunció el ceño, cuando se compró
su piso no sabía que vivía allí mismo, junto a un maldito jefe de la mafia y de su
hermano hasta que se topó con Manuel corriendo por las escaleras al verla en el
edificio con su maletín de trabajo en una mano, escoltado por un grupo de
hombres de los hermanos. No hizo nada, se quedó paralizada en el ascensor,
viéndolo preferir subir las escaleras a toda prisa. Después, mientras ella se
tomaba una copa de vino llamó a su puerta, Dante no estaba, había salido con
sus amigos.
 Estaré allí enseguida.
Se incorporó de su asiento y resopló, no le gustaba pedir favores, le gustaba
hacer su trabajo, llegar a casa y leer mientras comía o bebía y nada más, era una
mujer tranquila. Su hijo ya no necesitaba su atención y parecía no quererla
tampoco. Dudaba de acordarse en qué momento había alzado su mano y dicho
“Soy mayor para besos mamá”.
Ella torció sus ojos y observó a su auxiliar encogerse de hombros, era una mujer
adulta, apenas le quedaban unos años para jubilarse, tenía cinco hijos, Patricia no
había deseado tener más con Manuel, habría preferido ser madre soltera.
 Llamaré al otro doctor de urgencias y a recepción para que no le pasen
ya a nadie más.
Ella asintió caminando hacia los vestuarios, quitándose los guantes, tirándolos a
una papelera, cogió gel desinfectante que se esparció y secó rápidamente. Abrió
su taquilla cuando llegó al solitario lugar y frunció el ceño al ver el reflejo de su
anillo brillando, diciéndole que seguía allí, furiosa tiró del material, no salía.
Cogió crema de manos y consiguió sacárselo del dedo, se quitó toda la ropa de
trabajo y entró en unos vaqueros desgastados, se puso unas zapatillas blancas
con calcetines tobilleros y una camisa que se abría al llegar a su ombligo,
haciendo un gracioso remolino sobre sus gruesas caderas. Se movió rápido por el
lugar, caminando por los pasillos del hospital.
 ¿Sales antes de tiempo Patricia?
El médico responsable estaba tras ella, con su camisa blanca y corbata negra,
mirándola detenidamente. Fijándose en su dedo sin anillo, sonriendo como un
lobo.
 Me han llamado del instituto de mi hijo.
Él chasqueó sus dedos una vez mientras ella llamaba al ascensor varias veces.
 Patricia, tenemos muchos médicos deseando entrar aquí.
Ella frunció el ceño.
 Nunca he sido motivo de quejas, ni he dado problemas. Podría
compensar las horas, tengo guardia ésta noche, podría quedarme más
tiempo o venir antes.
Él escuchó al igual que ella el ascensor detenerse, amplió su sonrisa al ver las
puertas abriéndose y el sitio vacío, entró junto a ella, entrando sus manos en los
bolsillos de su pantalón de vestir, arrugando su bata sobre sus brazos.
 Lo sé.
Sacó una de sus manos del bolsillo donde la había metido y llegó con las yemas
de sus dedos a una de las mejillas de Patricia, haciéndola apartar su rostro.
 No es eso lo que quiero Patricia, ahora que estás sola podríamos salir a
cenar o tomar una copa.
El ascensor se detuvo y él devolvió su mano hasta su bolsillo de nuevo, el
ascensor abrió sus puertas y entró un corrillo de becarios que bajó en la planta
principal volviendo a dejarlos solos. Antes de llegar al sótano el doctor detuvo el
ascensor y se volvió hacia ella.
 Lo siento, pero no estoy interesada Beck, es un mal momento.
Él sonrió subiendo una de sus manos hasta la barbilla de Patricia, haciéndola
alzar su rostro.
 Tienes que dar el primer paso, animarte y salir.
Apretó su barbilla con los dedos de su mano, haciéndola sonreír.
 Llevo tiempo detrás de ti.
Ella asintió, desde que Manuel se marchó del hospital y ella aclaró que se había
separado, él siempre había estado tras ella. Patricia se inclinó un poco contra él y
pulsó el botón del ascensor, dándole vida de nuevo, salió entre las puertas
mientras se abrían y caminó rápido hacia el coche que se acababa de comprar.
Tardó en llegar al refinado instituto, el tráfico y la nieve apestaban demasiado,
pero cuando lo hizo, entró entre varios vehículos negros de lunas tintadas, había
un deportivo en la puerta, rodeado por un grupo de enormes tipos en trajes
negros. Ella se tensó, pero rápidamente, tras aparcar, se soltó el pelo, pasó sus
dedos como pudo por sus hebras, tratando de arreglarlo hasta por debajo de su
culo. Forzó una sonrisa, se bajó del coche y caminó por los pocos metros que
había hasta las puertas del instituto, viendo que todos esos enormes tipos torcían
sus ojos hacia ella. La piel de su nuca se erizó, dentro había más de ellos, incluso
podía verlos al final, cerca de la zona de aparcamientos de los profesores. Había
entrado pocas veces allí. Dante era un alumno excepcional, como madre sentía
que algo no estaba bien, su pecho, algo se retorcía en su interior. Torció un
pasillo y abrió sus labios haciendo una maldita O al ver a un joven con la cara
destrozada, literalmente, tenía un ojo negro, tan inflamado que apenas tenía una
línea abierta para que pudiera ver su ojo rojo, sus mejillas no tenían buen
aspecto. Patricia suspiró, Dante había cambiado, golpeó con sus nudillos la
puerta del despacho y tras abrir la mirada iracunda que le lanzó la directora hizo
que se tensara, “Pazguata, cálmate” se reprimió a sí misma, viendo a la mujer
levantándose de su maldito asiento, haciéndola pasar para dejarle ver a dos
enormes tipos inclinados contra el cuerpo de un joven de la edad de Dante que se
mantenía con los brazos cruzados y la mirada baja. Patricia torció sus ojos,
viendo los muslos de los dos enormes tipos, sus culos prietos, sus malditas
espaldas musculosas sobre las chaquetas que llevaban y se mordió los labios.
Pero su tonto gusto por esos cuerpos murió al ver como se abría la chaqueta de
uno de ellos, dejándole ver el maldito arma que tenía junto a sus costillas, podía
ver el arnés subiendo por su camisa, como si llevara malditas tirantas. Movió sus
ojos, hacia el rostro del tipo y se quedó rígida al ver sus ojos ámbar cambiar a un
tono amarillo. Era un cambiante, dado su tamaño y musculatura cuando se irguió
no le quedaba duda alguna a su mente, había oído demasiado de todos, de los
olvidados. Todos habían salido a relucir mediante Víctor Capat y aunque en su
mayoría trataban de ocultarlo, pero ya les era difícil. Torció los ojos hacia Dante,
viendo su piel morena, como la de ella, su familiar rostro y sus ojos marrones. Se
habría agachado, incluso dejado caer de rodillas delante de él, para abrazarlo y
preguntarle qué había pasado, pero simplemente se sentó junto a él. Viéndolo
hacer un rodeo con sus ojos mientras se cruzaba de brazos. Patricia deseaba tener
su bolso, como un escudo al que agarrarse. La directora se sentó, movió hacia
delante y cruzó sus dedos delante de su cara.

Logan y Ryan.

El ser ante ellos, una gárgola de más años que matusalén rogaba, sus alas estaban
en el suelo, todavía se agitaban, como un maldito par de peces, lo que quedaba
en la espalda se agitaba como dos banderas y Ryan mantenía el afilado cuchillo
de carbono tallado en su mano.
 ¿Por qué habéis relegado a los malditos leones el cargo que teníais en la
ciudad?
Se mantuvo en silencio, sus muñecas a la espalda, encadenadas a sus piernas.
 Flavio y Basilio no se amedrentaran como mis jefes.

Los leones italianos habían atacado a las gárgolas, habían dañado a un cachorro
del jefe brutalmente, haciéndole perder la visión y por algún motivo habían
decidido unirse ambas bandas. Leones y gárgolas, quedando las gárgolas como
segundos de los leones, aquello no era bueno, algunos de los cambiantes que
trabajaban para ellos, para Logan y Ryan, todos cambiantes a tigres se mantenían
entre las sombras. Logan frunció el ceño hacia Ryan, tenía la punta del cuchillo
contra uno de sus dedos, sangraba, pero continuaba apretando contra su carne el
arma, mirándolo de reojo, esperando como podía a que su hermano asintiera para
que lo matase.
 Acabaran con vosotros, os joderán y dominaremos toda la ciudad.
Ryan soltó una carcajada.
 No tengo ganas de follarme a ninguno de ellos, gracias.
Logan observó a su hermano dejándose de pinchar, incorporarse un poco en su
postura y rodear a la gárgola.
 ¿Sabes cuándo recibirán el próximo pedido?
No hacía falta preguntarle de qué.
 No diré nada.
La cara que puso Ryan no tenía precio, su sonrisa de labios estirados y fruncidos,
sus ojos resplandecieron y Logan juró por lo bajo viéndolo agacharse detrás de
la gárgola, llegando a una de sus manos. Enterrando la punta de su cuchillo entre
una de las uñas de los dedos de su mano, separándola de la carne, viéndola volar.
No se detuvo, continuó.
 Moriréis cruelmente, ¡Todos vosotros!
Las risas llenaron aquella maldita nave abandonada. El teléfono móvil de Logan
vibró, iba a dejar la llamada, pero torció su mano, hasta llegar al bolsillo interior
de su chaqueta y frunció sus labios. Ryan se detuvo, alzándose un poco con las
manos chorreando sangre de la gárgola.
 Continua.
Logan le gruñó a Ryan, caminaba hacia su coche antibalas, se encerró dentro,
viendo que el ser abría su boca tanto como podía y chillaba al serle rebanado un
dedo de su otra mano.
 Señor Logan.
Aquella voz, la directora de Savage. Ryan bajó una de sus manos sucias por una
de las piernas de la gárgola, llegando hasta su talón y cortó, haciéndole a él
mismo apretar sus dientes.
 Estaré allí inmediatamente.
Cuando bajó del coche Ryan tiraba del hombro de la gárgola, haciéndolo caer
boca arriba en el suelo, puso una de sus rodillas sobre el pecho de ésta,
quedándolo sin aliento, haciendo a sus huesos crujir. El arma que había utilizado
aquel ser todavía olía fatal, había matado a varios de los soldados de los
hermanos, el camión repleto de droga estaba agujereado. El conductor muerto y
la gasolina filtrándose por el suelo mientras los suyos cargaban la droga en los
maleteros de unos coches negros.
 Tenemos que estar más atentos que nunca.
Las paredes de aquel lugar estaban ahora agujereadas, Ryan sacó una de sus
pistolas bajo su brazo y apuntó en la cabeza de la gárgola.
 Acabaré con tu sufrimiento si hablas ahora.
Tragó, la gárgola asintió. No era el primer cuerpo que habíamos entregado en su
último aliento a los suyos o en cuadraditos tan pequeños como cubitos de hielo.
 Los alijos entrarán en el puerto dentro de unas horas.
A plena luz del día, Ryan observó a Logan.
 Qué bien joder.
Poniendo la pistola bajo la barbilla de aquel ser disparó, Logan frunció el ceño,
sus pensamientos llevándolo al mismísimo infierno en el que acabarían todos
ellos. Le ofreció a Ryan un pañuelo, viéndolo limpiarse rápidamente y volverse
hacia los suyos.
 Limpiar, quemar todo.
Se subieron al coche de ambos y Ryan frunció el ceño.
 No debimos tener un matrimonio arreglado con los rusos, Savage se ha
criado sin una madre, ahora quiere jugar a la mini mafia en su puto
instituto.
Logan apretó el volante, viendo a su hermano golpear con un puño la puerta del
coche.
 Detente, éste puto pegasus es nuevo, no quiero que salten los airbags de
nuevo.
La flota de coche que los seguía era impresionante, pero ambos no podían estar
menos preocupados.
 ¿Estamos en guerra?
Ryan babeó haciendo la pregunta.
 Intentaremos llegar a un acuerdo con ellos, si nos uniéramos podríamos
ir contra los vampiros.
Logan escuchó a Ryan soltar una carcajada.
 Puedes esperar a que Flavio o su querido hermano Basilio se bajen la
bragueta, hincarte de rodillas delante de ambos y chuparles las pollas.
Ambos se tensaron.
 Debemos vigilar a Savage, podrían ir a por él.
No era que el hijo de ambos no supiera defenderse ya, sabía, pero no con un
puñado de armas delante de su cara.
 ¿Sabes que dejará de querer ir en cualquier momento verdad?
Logan bajó su mirada, sus hombros.
 Vive sobre el garaje, tiene cuatro coches deportivos, un montón de
chicas tras él y hace carreras ilegales.
Ryan soltó una carcajada, movió su mano sobre la espalda de Logan y golpeó
varias veces haciéndolo incorporarse.
 Es joven, te recuerdo que a su edad tu polla estaba enterrada
prácticamente 24/7 en alguna hembra, por eso padre nos obligó a elegir
compañera.
También había perdido a esa edad la cuenta de los tipos a los que había
asesinado.
 No hemos sido duros con Savage.
Algunas veces dudaba sí debería haberle enseñado desde pequeño lo que era ésta
vida, pero no se imaginaba a su cachorro sucediéndolo, solo, con un montón de
enemigos. Se lo imaginaba en una graduación con un gorro negro y un diploma
en la mano, sonriendo hacia ellos con algún hermano que no pudieron llegar a
darle.
 Vamos, no me pegues tus gilipolleces.
Ryan se bajó del coche, viendo al equipo de cambiantes correr por el lugar,
cuchillos y armas sonaban en sus cuerpos con sus movimientos. Entraron antes
que ellos, llegando hasta donde un joven humano con la cara destrozada miraba
hacia el suelo. Detrás de la puerta el cachorro de ambos hermanos se mantenía
en un rincón y otro humano, pero de piel morena estaba en otra punta de aquella
habitación, como si la directora creyera que manteniéndolos separados
cambiarían sus versiones. Ryan apretó sus labios para no reírse, viendo a Logan
lanzándole una mirada mortal. La mujer ante ellos comenzó a chillar, era un
sonido demasiado fuerte para sus oídos. Ryan se inclinó sobre su hijo, ignorando
a la mujer, viendo a su cachorro alzando sus ojos, no mostraba piedad alguna, ni
arrepentimiento, simplemente ganas de largarse.
 ¿Qué mierdas ha pasado?
Ryan no pensaba decir demonios en voz alta, después de tanta mierda solamente
le faltaba que algún ser rojo apareciera por allí con ganas de joder. Logan se
agachó también, viendo a su hijo mirar entre ambos, si la directora los
desaprobaba ya por pensarse que eran gays ambos y no hermanos se callaba
como una maldita puta cuando recibía buenos cheques.
 Dante le vendió unas zapatillas a ese chico, no se las pagó y quería que
se las cambiara porque se le había roto una de ellas por la suela.
Savage se encogió de hombros.
 Las zapatillas eran mías, él se llevaba el diez por ciento de comisión,
empezaron a pelear, los separé y recibí un golpe del imbécil de fuera en
mi mandíbula.
Savage alzó sus ojos hacia Logan, viendo su desaprobación, después a los de
Ryan, viendo orgullo, deseo de sangre.
 Podéis imaginaros el resto.
Logan comenzó a regañarle, apoyándose en el respaldo de la silla. Pero algo les
hizo torcerse y mirar hacia la puerta, ambos vieron a una mujer, humana de piel
morena y ojos marrones mirándolos de manera desaprobatoria, algo brilló en sus
ojos al mirar a Ryan detenidamente y después cruzó su rostro.
 Ese olor.
Ryan apretó sus manos en puños.
 Lo hemos olido durante meses por el edificio.
Logan sonrió, pero no tardó en quedarse serio al escuchar a la humana hablando
con su cachorro entre susurros, pensando que no la escucharían.
 La venta de cualquier tipo de material que no pertenezca al centro está
prohibida señores Williams, sus hijos han golpeado al chico de allí fuera y
aunque no quiera denunciarlo y diga que se lo hizo él solito serán
severamente castigados, no soy estúpida.
Patricia torció sus ojos hacia su hijo Dante, viéndolo en la misma postura
desgarbada y de brazos cruzados. Dante llevaba unas zapatillas que ella nunca
había visto, frunció sus labios al volver a escuchar a la mujer.
 Dante ha bajado sus notas al nivel de las de Savage, hablé con su marido
hace unos meses, cuando vino aquí a por él.
Ella negó hacia la mujer.
 Él y yo no hablamos mucho, no nos vemos. Nos divorciamos hace
cuatro años señora.
La mujer se encogió de hombros, pero se levantó al sentir que alguien llamaba y
se excusó un momento.
 Dante.
Su hijo no la miró, continuaba en la misma postura.
 ¿Esto es lo que quieres?
Dante solamente pestañeó.
 Vivir como un camello, traficante, proxeneta o soldado de cuatro
mafiosos a los que no les importa perder a uno más, quieres ser un
monstruo.
Él torció sus ojos hacia ella, mostraban frialdad.
 Me iré de casa nada más haga los dieciocho.
Patricia sintió su corazón acelerarse tanto que dolió.
 No te preocupes Dante.
Se levantó, llevando sus manos hacia sus amplias caderas.
 Te he dado todo, sacabas notables y sobresalientes, querías ser médico.
Él se encogió de hombros, pasaba de todo.
 Tendrás tus cosas en la puerta de casa.
Caminó hacia la puerta, pero se volvió con lágrimas en los ojos.
 No quiero volver a verte Dante.
Ella, Patricia deseaba haber sacado sus gafas de sol de la guantera del coche,
pero caminó decidida hacia la puerta, limpiándose una lágrima pasajera de un
ojo. Su mente divagaba sin parar mientras abría con manos temblorosas la puerta
del coche y se subía, no se quedó ni un segundo más allí, arrancó y no paró, no
se detuvo hasta que llegó a su piso, aparcó en el subterráneo y subió. Comenzó a
coger cosas de su hijo, tirándolas fuera de la puerta de su piso, cuando terminó
cerró con llave y se sirvió una copa de vino. Se dejó caer en su sofá y dejó correr
el tiempo, con sus pensamientos, mirando la botella.

Flavio y Basilio.

 Déjalo pasar Tommaso.
El cambiante asintió, Flavio sonreía mirando hacia abajo, viendo a una puta
chupándole la polla con los labios pintados de carmín rojo, sentado en su
escritorio podría parecer que miraba su ropa, la hembra sacó su lengua,
lamiéndole la punta y él la cogió por el pelo, tirando de ella hacia abajo,
haciéndola tragársela toda, la mujer tenía arcadas.
 ¡Ahhh!, hija de puta chupa.
Incrementaron al sentir el semen de Flavio en su garganta, cuando terminó se
guardó la polla medio flácida y se incorporó viendo a su hermano Basilio
hablando con un hombre bajo, moreno, sudoroso, tembloroso, gordo y humano.
La puta, Lola, se levantó, llamando la atención del humano y ella al percatarse
de sus miradas se detuvo delante de él, cogiéndolo por la corbata.
 ¿Quieres divertirte guapo?
Él asintió y Basilio no dudó en abrirles una puerta contigua que daba a los
dormitorios de las chicas. Flavio sonrió sacándose de un bolsillo de su pantalón
de vestir de cuatro mil dólares una bolsa con polvo blanco, haciendo al hombre
abrir sus ojos.
 Te estaremos aquí doc.
Ambos observaron cómo se marchaba, Basilio se sacó el teléfono de la chaqueta,
apuntando en la carpeta del doctor el recargo de la cocaína.
 ¿Le daremos el préstamo?
Ambos se volvieron para ver a Roman, uno de sus capitanes entrando por la
puerta principal del despacho.
 Por supuesto.
Flavio se sirvió un whisky en un vaso corto, vertió dos hielos dentro y se lo tragó
para después volver a llenarlo, pero con un poco más de líquido.
 Es el doctor de los tigres
Basilio encendió un monitor, viendo al doctor con Lola.
 Las chicas tratarán de sacarle todo lo que puedan.
Flavio frunció sus cejas, no le gustaba saber que acababa de chuparle la polla y
ahora a otro tipo, le daba asco, pero ellas estaban allí, ganaban demasiado dinero
y eran fieles a los hermanos.
 Creo que no desea que sepan los tigres que es un puto vicioso.
Pero era imposible, el olor en las personas, fueran lo que fueran, cuando se
mezclaba con las drogas se volvía picante, fuerte, desagradable. Tommaso entró,
llamando por supuesto.
 Los bienes del médico.
Lanzó documentos sobre la mesa, Flavio los miró, gruñó cuando no veía lo que
quería.
 Los informantes dicen que tiene un piso en el edificio de los hermanos,
¿Dónde están las escrituras?
Se volvió hacia Tommaso y Roman, viendo que ambos se encogían de hombros
y bajaban sus miradas.
 No nos interesa nada de aquí.
Había escrituras de casas en Perú, un piso en Nueva York y otro en Chicago.
 Igual está solamente a nombre de su compañera.
Basilio golpeó con sus puños en la mesa, llevaba meses planeando aquello,
meter una maldita bomba en ese piso, tan contundente que destrozaría todo a su
paso.
 ¡Hijo de puta!
Flavio abrió la puerta que daba a las habitaciones, golpeó con un pie la puerta
donde estaba el doctor y frunció sus cejas al ver a Lola sobre una mesa,
metiéndose gran cantidad de coca por la nariz dese un montón que había
acumulado el doctor delante de ella, mientras se la follaba con el pito más chico
que jamás hubiera visto.
 Saca ese gusano de nuestra puta.
Lola sonreía, por el otro lado de su nariz sangraba, sus brazos estaban pichados,
sus ojos idos. Basilio trató de hacerla parar, pero ella tragó con más fuerza y
después chupó con su lengua.
 Para, dijiste que dejarías de consumir tanto.
Ella le arreó un codazo, pero Basilio supo esquivarlo, entonces lo vio en sus
ojos.
 Vete Lola.
Los labios de ella comenzaron a temblar, sus dientes castañeaban.
 Necesitas controlarte.
Ella lo hizo con paso tambaleante, Tommaso asentía hacia un soldado,
diciéndole que la llevara a su casa.
 Doctor.
El humano se guardó la polla, se apretaba el cinturón sobre su barriga,
dividiéndola en dos veces, después se bajó el jersey feo, viejo y rosa que llevaba
sobre una camisa sin planchar.
 Las escrituras del piso de la quita avenida.
Negó, dejando a los cambiantes desencajados.
 Ese piso no es mío, le pertenece a mi ex mujer, Patricia.
Basilio se llevó las manos a la cabeza, moviéndola de manera negativa.
 Se lo compró tras separarnos.
Flavio le aclaró que no habría trato alguno sin las escrituras de ese piso.
 ¿No tienes alguna posibilidad de que te lo venda?
El humano negó, Basilio quería arrancarle la nuez de un bocado.
 Los hombres de Ryan y Logan le han ofrecido mucho dinero, Patricia se
enteró de la venta rápido y lo compró antes que los hermanos.
Un punto a favor de la ex mujer del doctor, adelantarse a esos tigres. Flavio
quería escupir a un lado al mentar en su mente a los hermanos.
 Patricia y yo no hemos vuelto a hablar, ni siquiera hemos vuelto a
vernos por demasiado tiempo, es una mujer muy fría, apenas hablábamos
cuando estábamos casado, creo que no recuerdo haberme acostado con
ella nada más que para embarazarla de mi hijo.
Se encogió de hombros al escucharlos insistir.
 No era habladora en nuestro matrimonio, con que ahora mucho menos.
Flavio le ordenó marcharse con un rugido aterrador, viendo al humano andar con
un paso poco uniforme, Basilio siguió al humano, los soldados, capitanes y
superiores se reunían en diferentes secciones, armados, esperando cualquier cosa
de ese humano, Flavio tras cerrar después del humano se volvió hacia todos.
 Buscar todo lo que se pueda de esa hembra humana, seguirla.
En menos de cuatro horas la vida de Patricia Calvo estaba delante de todos ellos,
cada detalle, cada nota de su carrera, todo, incluso sus periodos y cuentas del
banco.
Días después, el sábado por la noche los hermanos se mantenían sentados en un
lujoso Diabolo, cerca del coche de la humana.
 ¿Por qué no sale?, maldita sea, llevamos aquí más de una hora.
La verdad era que se mostraban ansiosos por saber de esa hembra humana, no
había fotos actuales de ella y las pocas que podían haber recopilado los suyos
eran de cuando la hembra era mucho más joven.
 Se me está durmiendo hasta la maldita polla.
Flavio estaba más arto que él de estar en el coche, pero su hermano era irritante,
siempre buscaba como molestar a los demás.
 Está bajando por el ascensor.
Gruño una voz en el teléfono de Basilio, haciéndolo incorporarse en su asiento.
Cuando la vieron ambos se quedaron tiesos en sus asientos, estaba cansada,
pesadas ojeras se dibujaban bajo sus ojos. Flavio se agachó un poco, quería verle
los ojos, llevaba el pelo recogido en un churro, zapatillas cómodas, unos
pantalones de yoga y un abrigo grueso negro, ella se mantenía seria, subiendo
unas bolsas con recipientes de comida en el maletero del coche, después cerró y
se dirigió a la puerta del conductor, su vehículo estaba rodeado por varias
furgonetas de los soldados de los hermanos. Ambos esperaron, viendo el aceite
vertiéndose debajo del coche, ella se montó, intentó arrancar, varias veces y
cuando definitivamente el motor se negó a hacer nada dejó su cabeza caer contra
el volante. Flavio y Basilio se bajaron de su lujoso coche con las llantas de
garganta negras preciosas, grandes y rodeadas por un dibujo plateado hermoso.
Basilio tiró de su pelo hacia atrás, dejando a su melena caer por sus hombros y
pecho, por su espalda y sonrió antes de golpear con sus guantes negros el cristal,
volvió a golpearlo al ver que ella no se movía y otra vez hasta que finalmente se
incorporó y los miró con unos ojos marrones brillosos por las lágrimas que
descendían por sus mejillas. Para ambos las mujeres llorando nunca les habían
resultado atractivas.
 Mierda.
Basilio se colocó la polla, pinchándola con sus dedos al ver que la muy hija de
puta no bajaba y cuando abrió la puerta ella no mejoró, cerró su abrigo, poniendo
los botones, ocultando su traje y se volvió sonriendo al ver a Flavio
desenvolviéndose con gracia con la hembra humana, viéndola mirarlo de reojo.
 El servicio de grúas anda de huelgas, pero puedo mandar a unos amigos
a por tu coche, en cuanto esté arreglado te llamarán y te lo acercarán
donde desees.
Patricia parpadeó no muy convencida, iba a hablar, pero Flavio la detuvo.
 Tranquila, te darán una factura que podrás pagar con un traspaso de tu
cuenta a la de los mecánicos.
Ella asintió, estaba agotada, se volvió al coche e inclinó para coger sus llaves,
dejándoles ver a ambos su culo apretado debajo del abrigo, extendido. Basilio
lamió sus labios ruidosamente y Flavio se volvió con el puño de una de sus
manos contra él, pero su hermano puso el vientre duro y no consiguió que le
doliera. Ella se movió como un zombi hacia el maletero, cogió la bolsa que había
guardado y parpadeó al encender el teléfono móvil.
 No tienes que llamar a nadie, podríamos acercarte, acabamos de
terminar.
Patricia alzó una preciosa ceja, su cara debería de estar del tono de sus brazos,
pero estaba pálida, cosa que no les importaba a ambos.
 Estábamos visitando a un amigo.
Flavio agradeció la intromisión de su hermano.
 Por cierto, soy Basilio.
Se quitó el guante que llevaba puesto para darle la mano, el apretón duró
demasiado, Basilio estaba mirándola al igual que ella a él.
 Él es mi hermano Flavio.
Tras soltarla su hermano, él mismo se quitó también su guante, sintiendo el
contacto no tan frío que tenía su suave piel al calentarse por el contacto de
Basilio.
 Estás helada, ven, nuestro coche está caliente.
Se mostró dudosa a seguirlos, pero cuando se volvieron sus ojos se fijaron en los
de ellos y los siguió. Flavio le quitó la bolsa de la mano, no era paciente, si fuera
hombre o cambiante el piso que poseía sería de ellos ya. Ella se detuvo cuando
vio que el coche era de dos plazas, miró a los hermanos unos instantes.
 ¿Cabéis ahí dentro?
Ambos rieron.
 Basilio te cogerá entre sus brazos.
No le dieron tiempo a decir nada, Flavio abrió el capó del coche y metió la bolsa,
mientras que Basilio tras subirse le estiraba unas enormes manos hacia ella,
dejándole ver sus muñecas por las que subían intrincados tatuajes, desde la
oscuridad del vehículo, dejándole ver solo sus ojos brillando entre las sombras,
dudosa, cansada, más bien agotada se subió sobre él, sentándose sobre una de
sus piernas mientras Flavio hablaba por teléfono.
 Está bien, recoge en el Cotton las llaves.
Dio la dirección donde estaba el coche de Patricia, aunque no lo necesitase hacer
y estiró su mano hacia ella, que no tardó en darle las llaves.
 Tiemblas como gelatina.
Basilio la rodeó entre sus brazos, abriéndole el abrigo, ofreciéndole su calor
corporal, escuchándola gemir de placer.
 ¿Dónde te llevamos?
Ella dijo a donde quería ir, por su puesto a su edificio de la quinta avenida. Pero
los hermanos no necesitaban saberlo. Flavio no corrió por la ciudad como estaba
acostumbrado, por el contrario mantuvo el coche en segunda todo el camino,
escuchando al motor gruñir desesperado por un acelerón. Torció sus ojos hacia
ella, viendo sus labios morados tomando un poco de color rosáceo. Basilio se
estremeció al sentirla enterrar su rostro en su cuello, apretó sus labios, tratando
de ocultar sus dientes cambiando a despiadados y afilados.
 Lo siento, tuve que operar a última hora con un compañero a un chico
que se había roto las piernas y no podía pensar en que me estaba
quedando congelada.
Basilio la abrazó con más fuerza, sonriendo al verla acurrucarse, la escuchó
respirar cada vez más despacio, los latidos de su corazón iban cada vez más
lentos y definitivamente se durmió llegando a territorio de tigres, sonrió, enterró
una de sus manos entre los muslos gruesos de ella y amplió sus dedos entre ellos,
haciéndola abrirse de piernas.
 ¡Eh!
Su hermano no lo miró, pendiente de cualquier movimiento por los alrededores
de las calles.
 Flavio.
Torció sus ojos hacia su hermano y siguió su mirada hacia abajo como la de
Basilio, parpadeó al ver el vello sobre los labios vaginales de ella y dio un
movimiento fuerte con volante al escuchar un coche pitar, se subió con la rueda
derecha delantera a la acera y frenó golpeando el morro del vehículo contra un
buzón. Su hermano separó su mano de los muslos de ella, pero no se había
inmutado. Flavio gruñó dando marcha atrás y Basilio soltó una carcajada baja.
 Es increíble.
Basilio asintió volviendo a meter sus dedos entre los muslos de Patricia,
enterrando más sus dedos entre sus labios.
 Sólo conserva esa mata sobre los labios.
Ambos sonrieron.
 Las humanas tienen vello entre las piernas.
Flavio apretó su mandíbula, se notaban los huesos allí.
 Nuestras putas no tienen allí nada.
Basilio sonreía, el rostro de su hermano demasiado endurecido le hacía tanta
gracia.
 Y las cambiantes no tienen dentro de sus coños punto G, apuesto a que
el de ésta hembra tiene que ser rugoso.
Flavio se lamió los al escucharla gemir.
 Quiero enterrar mi cara entre sus muslos.
Basilio soltó una carcajada, esa frase debería de ser de él.
 No huele a ningún macho.
Flavio soltó un resoplido.
 La quiero, quiero enterrarme entre sus labios Flavio, quiero sentir su
coño envolviendo mi polla.
Su hermano gruñó.
 Añade a la vida de un cambiante ser un puto asesino, traficante,
proxeneta.
Basilio se encogió de hombros, movió una de sus manos hasta su teléfono en su
abrigo y lo desbloqueó.
 Vive en terreno de tigres hermano.
No le importaron sus palabras a Basilio, cuando llegaron a la puerta del edificio
de ella vieron a una furgoneta de lunas tintadas enfrente. Flavio sentía las armas,
a los de su manada. Detuvo el coche en la puerta, vio a su hermano pasando una
de sus manos por el brazo cubierto por el abrigo y deseó que ese material no
estuviera allí tanto como su hermano. Ambos se miraron a los ojos, un brillo
resplandecía en el dorado de ambos.
 Está bien, tienes que dejarla ahora.
Basilio asintió, la zarandeó un poco. Ella reaccionó incorporándose,
parpadeando y mirando a su alrededor, se pasó el pelo que caía delante de su
rostro tras su oreja y sonrió tomando sus mejillas un tono rojo profundo.
 Lo siento, me he dormido.
Se movió entre las piernas de Basilio, haciéndolo ronronear al sentirla rozar su
polla, intentó coger el tirador de la puerta, pero no lo consiguió y Basilio abrió
por ella, se bajó tras ella y Flavio también, viendo otro furgón en un callejón
cercano de ellos también y dos más cercanos en el callejón del edificio. Observó
a su alrededor, pero la zona estaba demasiado tranquila, se movió delante de su
coche, abrió el capó, cogiendo la bolsa de Patricia. Caminó hacia ella y mostro
una sonrisa que sus ojos no demostraban al verla cogerla con ambas manos. Él
sacó una tarjeta de su chaqueta, ofreciéndosela.
 Mándame un mensaje cuando puedas para poder llamarte cuando esté tu
coche listo.
Ella asintió viendo la tarjeta plateada con letras negras que resplandecían, se
volvió, dejándoles ver sus nalgas apretadas en esos pantalones. Basilio movió
sus manos cruzadas hacia atrás en su espalda y tiró de las correas de sus pistolas,
sacándolas hasta debajo de sus brazos. Se volvió hacia el coche y abrió la puerta,
sacando sus cuchillos de detrás del asiento, comenzando a colocarlos en los
huecos que tenía ocultos en su ropa, después se subió, terminando de colocar los
últimos mientras Flavio hacía lo mismo.
 Avisa a los francotiradores, que busquen una puta vista en los edificios
hacia el piso de ella, quiero que estén 24/7 protegiéndola, manda a los
cambiantes con compañera a vigilar. No me arriesgare a que un puñado de
jóvenes se fije en ella.

Patricia.

Aquellos dos tipos eran el mismísimo Thor y su hermano delante de ella cuando
torció sus ojos desde el asiento de su coche, a través del cristal, viendo primero
sus trajes apretados a sus músculos, sobre unas chaquetas y guantes. Eran
guapos, la llevaron hasta su casa, pero el cansancio, la temperatura del cuerpo de
uno de ellos y el rico aroma del tipo que la tenía entre sus brazos hicieron
estragos a su sueño. En casa caminó con paso tambaleante hacia la cocina,
dejando la bolsa encima de la barra, se duchó y dejó caer en la cama, se acurrucó
entre las mantas y no dio en sí hasta que escuchó movimiento en la cocina.
Parpadeó ante la luz del sol filtrándose por las ventanas, entre las persianas. Se
estiró e incorporó, cogió una bata roja larga y caminó fuera del dormitorio.
 Buenos días Patricia.
Ella sonrió viendo el café y el plato con tortitas, fruta y huevos revueltos.
 Victoria, ¿Te dieron las nuevas llaves alguno de los porteros?
La vio asentir.
 Necesito vaciar la habitación de Dante, puedes quedarte con lo que
quieras Victoria.
No esperó a que asintiera, cogió su café, dejando el plato vacío y caminó por el
pasillo de su piso hacia el salón recordando su coche, a quien tenía que llamar,
había dejado el abrigo en el salón. Se tropezó con algo y calló hacia delante
contra el suelo, la taza se deslizó de su mano hacia el suelo, se rompió. Ella se
volvió tocándose las costillas, el líquido se derramaba por sus brazos.
 Dios santo Patricia, conecté el robot de limpieza, lo siento.
Ella alzó sus manos negando, respirando pesadamente.
 Estaba despistada, correr nunca es bueno.
Se sentó, sonriendo, viendo el café derramándose por su pelo hasta su pijama.
 ¿Por qué tanta prisa?
Ella sonrió.
 Anoche se me estropeó el coche, unos hombres se encargaron de
traerme a casa desde el hospital y llamaron a alguien para que se llevara
mi coche.
Victoria sonrió hacia ella.
 Pareces entusiasmada con eso.
Patricia sintió el rubor correr por sus mejillas.
 Eran guapos, tenían el pelo rubio largo y unas caras preciosas.
La mujer alzó sus cejas.
 ¿Escucho algo amoroso en tu voz?
Patricia negó.
 El amor es querer estar con alguien, querer despertarte por las mañanas
con él.
Se levantó, llevándose las manos a la cintura dolorida.
 Perdía hace mucho tiempo todo eso.
Caminó hacia el salón, pasando por encima del robot, viéndolo limpiar todo el
líquido derramado por el suelo, los restos de la taza. Cogió su abrigo y enredó
hasta coger la tarjeta, su teléfono y marcó el número que podía ver en ella, en
menos de tres tonos de teléfono respondieron, una voz profunda con un “Sí”
 Hola, buenos días, soy Patricia, ¿Hablo con Flavio o Basilio?
Un ronroneo fuerte, como el de un gato grande fue lo que siguió antes de que
dijera algo.
 Basilio, eres la doctora, ayer estaba tu coche averiado.
Ella dijo sí varias veces.
 El mecánico se confundió ésta mañana y nos trajo el coche hasta nuestra
casa, ¿Te importaría que te pasaran a recoger y trajeran a aquí a por el
coche?
Patricia apartó el teléfono de su rostro y miró la hora.
 Vale.
Le dijo que pasarían en veinte minutos a por ella, colgó con un hasta pronto de
esa profunda voz y sonrió moviéndose a su dormitorio, metiéndose en la ducha.
Se dio prisa, enjabonó su cabello, su cuerpo y salió para secarse un poco con el
secador, después con un sujetador blanco y unas bragas de su marca preferida, se
metió en una camiseta y unos vaqueros ajustados, puso calcetines tobilleros y
unas zapatillas de plataforma. Fuera del dormitorio pudo ver una bolsa con
recipientes de comida junto a Victoria que arrastraba un colchón junto a uno de
sus hijos hacia la puerta de salida del piso. Ella, Patricia pasó por el dormitorio
de su hijo, viendo las paredes vacías de posters.
 ¿Podéis hacer que alguien venga a pintar?
Victoria asintió junto a su hijo.
 Mi muchacho se encargará, ¿Qué color desea?
Ella dudó, las paredes del dormitorio de Dante eran azules.
 Alguien la espera abajo.
Victoria le apretó uno de sus brazos.
 Tómeselo con calma, mándeme un mensaje si se decide. Luis vendrá a
pintar cuando usted se decida.
Patricia cogió el abrigo que le ofrecía Victoria y caminó hacia el ascensor, su
piso era el único que no tenía subida directa al salón, el resto, poniéndole un
código de seguridad al panel podía ser llevado hasta una de las viviendas
superiores. Soltó un resoplido viendo una cámara en una esquina. El ascensor
pita, una música pesada y se tambalea un poco antes de que abra las puertas,
Patricia camina fuera, viendo sofás cómodos, cuadros y macetas, suspira por el
suelo enmoquetado, llegando a las puertas dobles de la salida del edificio,
abriendo una, después pasándose a la otra puerta doble, esperando a que se
cerrara la anterior y abriendo la última antes de salir al coche negro que tiene
aparcado delante del edificio. Un enorme tipo se baja del asiento del copiloto,
lleva una gorra baja que le cubre la cara, pero ella puede vérsela. Una cicatriz
cruza la mejilla visible, sale desde la comisura de su labio y sube hasta su oreja.
 Buenas tardes, señora.
Él se coge la gorra, haciendo un movimiento de saludo mientras le abre la puerta
trasera. Cierras tras ella subir y el conductor acelera. Salieron fuera de la ciudad,
hacia los barrios más caros, desapareciendo en una de las calles más lujosas de
Upper East Side, aparcando a las puertas de un edificio alto con ventanas gruesas
de cristal oscurecidas. Le abrieron la puerta del coche y ella cogió su bolsa, el
abrigo donde tenía sus llaves de casa y un monedero con algo de dinero, los dos
enormes tipos la guiaron por las escaleras que daban al edificio, eran blancas, de
mármol, había una mujer de rodillas en un extremo de ellas con un cepillo
pequeño limpiándolas. Tras las impresionantes puertas de aquel lugar había una
recepción impresionante, tenía dos escaleras a cada lado, parecían las formas,
todas ellas de oro y la bola que se dibujaba en los gruesos barrotes del principio
de ambas era hermosa, subían hacia arriba, uniéndose en forma de caracol, entre
ambas escaleras, frente a Patricia había una mesa, sobre ella podía ver adornos,
torció su rostro, viendo las paredes con cuadros de pintores famosos. Una señora
apareció por un extremo, caminando despacio hacia ella, asintiendo hacia los dos
tipos que la habían llevado hasta allí.
 Sígame.
La señora con su elegante uniforme la guio hacia unas puertas dobles de hojas de
cristal empañado, tenía dibujos negros de madera hermosa, la mujer abrió y
siguió su camino, Patricia la siguió unos pasos, pero nada más entrar se detuvo al
ver una pared de cristal, tras ella había demasiados coches, puestos en fila, había
cinco tipos alrededor de algunos, limpiándolos con mimo, detrás había más
coches, motos. Parecía un concesionario aquello.
 ¿Señorita?
Ella parpadeó, volvió su mirada al escuchar de nuevo a la mujer llamándola.
Aligeró un momento su paso, pero se detuvo al sentir que tropezaba con una
alfombra, miró hacia ella, viendo lo hermosa que era antes de seguir a la mujer,
pasó una gruesa puerta, la mujer hizo que se detuviera en una habitación
pequeña, era toda de madera salvo el techo que tenía unas molduras de escayola
demasiado elegantes, a un lado había una mesa hermosa con dos sillas todavía
más bonitas que la mesa. La mujer abrió una única puerta que había allí, tan
gruesa como uno de los muslos de Patricia, sonaba mientras la abría, era pesada.
La mujer le pidió un momento, se escuchaban murmullos dentro. No hablaban
inglés, no era español. Ella intentó entenderlos, pero la puerta se iba cerrando.
Patricia torció sus ojos hacia la pared que la separaba de donde había entrado la
mujer, había trozos de pared separados, divididos por gruesos cristales donde
podía ver hermosos huevos de faberge, de colores, había filas y filas, cada cual
más hermoso, ella los miró, uno a uno, viendo en uno un tío vivo, en otro
hermoso carro antiguo, uno tenía un hermoso pavo real. A través del cristal pudo
ver a los dos dioses rubios sentados juntos delante de más de diez tipos enormes,
hablaban sobre una hoja, un plano seguramente, era demasiado grande. Uno de
ellos se alzó, golpeando con el dedo de una de sus manos la mesa y Patricia
apartó su mirada, devolviéndola a los huevos. Tardó, se aburría torciendo sus
ojos cuando quería a la mesa que ocupaban los dos. Se sentó en una de las sillas
aburrida rato después, esperó, sacó su teléfono y abrió su aplicación de lectura
por el libro que se estaba leyendo, no se percató de que rato después, cuando se
sumergía en la lectura y reclinaba en la silla ambos hermanos se ponían ante ella.
Sintió un toque en uno de sus hombros y alzó sus ojos para cruzarse con los
dorados de ambos hermanos, sus mejillas estaban rojas por lo que había estado
leyendo.
 Discúlpanos, teníamos una urgencia con el negocio.
Le ofreció su mano y ella sonrió bloqueando su teléfono y cogiéndosela, viendo
que quedaba diminuta al lado de la de él, incluso desde donde estaba con las
zapatillas de plataforma que llevaba apenas les llegaba al cuello a ambos.
 Nuestro mecánico se confundió, pensaba que el coche era nuestro y lo
trajo aquí.
Él no soltó su mano, guiándola por la puerta del despacho hacia otra que daba al
enorme garaje ahora desierto de personal.
 ¿Desea quedarse a comer?
Eran educados, llegaron hasta su coche, donde había un tipo metido en los bajos,
ella miró por encima de su hombro al otro hermano, viéndolo insistir en sus
palabras antes de que ella pudiera decirle nada.
 Tengo que entrar a trabajar dentro de una hora, necesito cruzar la ciudad
hasta el hospital.
Ambos se encogieron de hombros, suspiraron.
 ¿Qué tal si comemos y en tiempo record te llevamos a trabajar?
Patricia miró los coches, cada cual era más impresionante.
 Necesito mi coche.
Ambos tornaron sus profundos ojos dorados hacia ella, haciéndola contener su
respiración.
 Podríamos llevarte a trabajar y recogerte para llevarte a casa, madrugada
podríamos mandar un coche a buscarte, podrías venir al Cotton,
podríamos tomar una copa y después te acercaríamos con el hasta tu casa.
Ella no dijo nada, soltó su mano del toque de Flavio y lo vio detenerse delante de
ella, su hermano Basilio cerca de ella, tras su espalda, respirando con fuerza, su
mente daba vueltas.
 No puedo.
Ambos alzaron sus cejas rubias hacia ella, mirándola detenidamente.
 ¿A qué se dedican?
Basilio amplió sus labios en una sonrisa, puso los dedos de una de sus manos
sobre uno de los brazos de ella, dándole una caricia leve, la escudriñaba con una
mirada curiosa, cambiando de tema con rapidez.
 Solamente sería una copa, divertirnos, bailar.
Consiguieron convencerla mientras comían en una larga mesa donde cabría una
familia entera, subieron a un lujoso coche rojo que rugió como una bestia y ella
tras ambos hermanos en el coche apoyó las manos en el cuero del asiento,
torciendo sus ojos hacia los oscuros cristales, mirando hacia la ciudad, cuando
llegaron al subterráneo del hospital Basilio le ayudó a bajarse del coche,
ofreciéndole su mano, el teléfono de uno de Flavio vibró y arrugó su ceño
mirándolo.
 Nos ha surgido una urgencia.
Basilio sonrió hacia ella, se inclinó contra su cuerpo, haciéndola retorcer su
rostro, su cuello doblándose, pero igualmente él la besó en la frente, cuando se
apartó sus ojos resplandecían.
 Cotton, de madrugada, tendrás alguien aquí esperándote para llevarte a
casa si no podemos llegar a tiempo.
Ella asintió, Flavio tocaba el botón del ascensor, esperaron a que se abrieran las
puertas, pero antes de dejarla entrar, él, Flavio la sujetó por un brazo con
sutileza, deteniéndola y la besó en una de sus mejillas. Después ella se volvió
mientras se cerraban las puertas del ascensor y suspiró con el estómago lleno de
ñoquis con queso. Suspiraba rato después en la consulta, con los nudillos de sus
manos bajo su barbilla y los codos sobre la mesa.
 ¿Qué te pasa niña? Pareces flotar en una nube, estás distinta.
Su enfermera auxiliar tenía una ceja alzada.
 Sea lo que sea me alegro, te mereces ser feliz.
Se levantó con una libreta en la mano y acarició la cabeza de Patricia antes de
volverse a llamar al siguiente paciente.

Flavio y Basilio.

 Ellos desean que les arranques la polla hermano.
Basilio le provocaba paseando detrás de él, el suelo seguramente ardía bajo los
pies de su hermano y sus zapatos de veinte mil dólares se quedarían sin suelas en
cualquier momento. Flavio apretó sus puños pringados de sangre y suciedad
delante de los tres cambiantes a leones, se puso delante de uno de ellos y
comenzó a golpearlo con todas sus fuerzas, de derecha contra una ceja, de
izquierda en la frente, de derecha en el centro de su estómago y cuando se torció
de izquierda en las costillas.
 No pueden seguir así, ¿No tienen suficiente con el daño que nos hacen
los humanos?
El cambiante escupió, sus labios rotos chorreaban sangre que se lamió antes de
seguir.
 Ambos bandos están acabando con la población de cambiantes a tigres y
leones, con la confianza entre ustedes mismos.
Basilio enredó en un hueco de su chaqueta, sacando un cuchillo largo, afilado,
mortal.
 Los leones estáis acabando con la confianza que se os podría depositar,
estáis perdiendo vuestro lado animal.
Bajó su cabeza, riendo con quejidos dolorosos.
 Acabaremos con vosotros.
Alzó sus ojos, viendo el cuchillo de Basilio.
 La humana que teníais a la mesa hoy será follada hasta la muerte por
nosotros, utilizada para criar.
Basilio rugió, su pecho tronó mientras se agachaba y de un movimiento
contundente, bajo la barbilla del cambiante avanzó con su arma, clavándola
debajo de su mentón, profundizándola hasta llegar con la hoja a su cerebro.
 ¡Oh mierda!, lo mataste.
Flavio apretó su mandíbula después de ver a su hermano soltarlo y apartarse
pasando las palmas de sus enormes manos por su chaqueta, como si tratara de
quitar alguna arruga o resto de algo de allí. Después alzó sus ojos hacia su
hermano y se encogió de hombros.
 Eso parece.
Vio a su hermano, Flavio, torciendo sus ojos hacia los otros dos cambiantes.
 ¿Qué esperabas? Soy impulsivo.
Flavio bajó sus hombros rendido, viendo los ojos de su hermano fríos mirándolo
detenidamente.
 Más bien psicópata irracional.
Basilio sonrió como un maldito loco, enseñándole sus dientes cambiados a los de
su león.
 Ahora tendremos que matar a los otros dos y hacer parecer que fueron
los vampiros.
Los cambiantes nombrados se retorcieron en sus fuertes restricciones. Flavio tiró
del cambiante muerto, arrastrándolo hasta el coche en el que habían llegado a sus
territorios, lo subió atrás, entre los asientos y tiró su cabeza hacia atrás. Basilio
sonrió abriendo la puerta frente a su hermano, agachándose, tirando del cuchillo
que tenía el cambiante clavado, dándose prisa para no mancharse.
 Acabaremos en guerra de seguir así, los vampiros esperan una debilidad
de ambos grupos para jodernos.
Basilio se encogió de hombros, cogió un trapo que le ofrecía uno de sus soldados
y caminó hacia los dos cambiantes a tigres de rodillas delante de todos los suyos,
viendo que prácticamente lloraban.
 Por favor, trabajaremos para ustedes, ha sido una trampa de los
vampiros, todo.
Flavio suspiró poniéndose detrás de ambos.
 Mentiras y más mentiras. Tigres y leones nunca podrán unirse.
Apretó el gatillo tras la nuca de uno de ellos, pero su arma no disparó. El
cambiante se sacudió, el pánico ante la muerte lo invadía mientras escuchaba a
Flavio gruñir porque el arma estuviera encasquillada.
 Haremos cualquier cosa, todo lo que deseen, nos engañaron,
prometieron pagarnos por hacer desaparecer el cuerpo de esa puta.
Basilio sonrió poniéndose de cuclillas con su cuchillo delante del otro que
hablaba, viendo sus ojos profundos verdes llenos de lágrimas mirándolo, el
hedor en el maletero del cadáver de una de las putas de los hermanos era
insoportable, su sufrimiento todavía era palpable en aquellas paredes.
 ¿Matarías a Logan y Ryan?
El cambiante abrió sus labios, su pecho subía y bajaba.
 Terminarían conmigo antes de que yo pudiera llegar a ellos.
Basilio detuvo a su hermano mientras bajaba el arma contra la cabeza del otro
cambiante.
 Existen muchas formas, envenenamiento, disparo, accidentes.
Lo vio negar, vio como alzaba su rostro y escupía contra su cara mientras su
hermano disparaba en la cabeza del otro cambiante.
 Nos veremos en el infierno.
Basilio soltó una carcajada limpiándose la cara, levantándose con la mano
agachada con el filo del cuchillo contra la garganta del cambiante.
 Estoy deseando volver allí.
Cortó, se apartó viendo la sangre correr alrededor del cuerpo del cambiante, bajó
su cuchillo en su mano, sonriendo a las gotas que caían por la punta contra el
cuerpo del cambiante. Flavio sonreía mirando el parking abandonado en el
puerto donde estaban.
 ¿Acabaron con el localizador del coche de la doctora los mecánicos?
Tommaso vertía gasolina en los cuerpos de los dos cambiantes mientras que
otros de los suyos ponían en el coche más de lo mismo.
 Sí señor.
Gruñó un cambiante que con unos guantes negros abría varias papelinas con
opio, dejándolas en un lugar visible. Otro de ellos sacó una placa blanca y
presionó contra unas puertas, dejando huellas falsas sacadas de varios miembros
de los vampiros.
 Perfecto.
Basilio torció sus ojos hacia su hermano, viéndolo mirar como trabajaban los
cambiantes en la escena, se acercó hasta él, comprobando que miraba en su
teléfono distintas cámaras de seguridad colocadas por sus terrenos.
 Poco movimiento de tigres veo.
Flavio gruñó, no les gustaba aquello.
 Deberíamos atacarles.
Basilio soltó, pero se arrepintió al ver a su hermano ronronear.
 Los tigres son como cucarachas, muchos sobrevivirían a un ataque, no
podemos dejar que los impulsos nos guíen Basilio.
Flavio miró a su hermano entendiendo lo que acababa de decirle, viéndolo
guardar su cuchillo.
 Quiero el negocio de los vampiros, sus locales y sus esclavos y putas.
Basilio comprobó a los cambiantes alrededor de ellos, mirando sus expresiones.
 Pero no quiero atacar hacia ellos y que los malditos tigres nos ataquen a
su vez en un momento bajo.
Flavio se llevó ambas manos a la cara, gruñendo furioso.
 ¿Deberíamos pedir refuerzos a Russo?
Basilio soltó la pregunta, haciendo a Flavio detenerse, bajando sus manos de su
rostro miró hacia su hermano, viendo a Basilio dudando de lo que había dicho a
su hermano. Le hizo seguirlo hasta el coche de ambos, se subieron y cerraron,
viendo comenzar a arder los cadáveres de dos cambiantes.
 Los cambiantes podrían volverse contra nosotros si matamos a una
población de más de dos mil cambia formas a tigres. Las gárgolas se han
quitado de en medio, nos han dejado la ciudad.
Flavio detuvo sus palabras, arrancó su coche y retrocedió viendo el fuego
llegando al coche que los leones habían conducido.
 Si Russo nos ayuda y se presenta aquí los tigres pedirán refuerzos a Las
Vegas y Chicago, nosotros estamos solos, decidimos dejar Italia para
venir aquí con los nuestros.
Basilio negó chasqueándose los dedos.
 Escuché que Russo vendría a Washington en un vuelo comercial, los
olvidados le han pedido que vigile el posible movimiento de una humana
emparejada con un doctor. Piensan que ambos están huyendo y que él
vendrá de incógnito a esconderse en los Estados Unidos.
Ambos continuaron hablando de camino a un barrio obrero, deteniéndose
delante de unas puertas de madera que habían visto mejores tiempos, bajaron del
coche y sin llamar ambas puertas se abrieron, cuando se cerraron tras ellos no
sucedió nada durante unos instantes, hasta que un cambiante anciano se acercó
hacia ellos desde un asiento cercano, asintiendo hacia ellos, pulsando en un
ladrillo que se movió hacia adentro. En menos de dos minutos las puertas hacia
un ascensor se abrieron, se montaron dentro y comenzaron a descender, la
música clásica llegaba hasta sus oídos. Ambos sonrieron, tornando sus ojos a
unos amarillos más oscuros antes de que se abrieran las puertas hacia un casino
clandestino, los humanos comenzaron a saludarlos, como si fueran conocidos de
toda la vida.
 ¿Cuántas putas nos han matado ya?
Basilio calculó haciendo un rodeo con sus ojos, movía sus labios, contaba.
 Más de treinta.
Flavio cogió una copa que le ofrecía un mayordomo, Basilio hizo lo mismo.
Pero ambos simplemente las mantuvieron en sus manos, haciendo círculos con el
líquido, viendo alrededor. Basilio miraba a su hermano, el tiempo corría mientras
caía la noche. Las horas pasaban para ambos, viendo a los contables recoger
dinero, acaudalar deudas de jugadores que seguramente perderían todo, porque
ellos nunca perdían.
 Mandar a despejar el Cotton, nada extraño debe suceder allí.
Los cambiantes cercanos a ellos asienten.
 ¿Conseguiste el chip localizador?
Un silencioso cambiante con cicatrices profundas en la garganta, tatuajes por sus
brazos llenos de cicatrices y más de ellas en su cabeza les asiente, su cabello
negro afeitado a los lados cae desde arriba, tocando las barbas negras que
ocultan las cicatrices de sus mejillas y garganta como pueden, sin conseguirlo
porque en las cicatrices no tiene vello.
 Cuando entre al Cotton se lo pincharé, no lo notará.
La voz profunda y de gruñido del cambiante les hace sonreír.

Patricia.
Eran las dos de la mañana cuando ella consiguió terminar de conseguir hacerse
unas ondas en el pelo, los zapatos de tacón ancho que se había comprado todavía
tenían el ticket del precio pegado en las suelas, las medias reductoras dudaba que
durasen toda la noche sin una carrera y el vestido negro hasta casi las rodillas le
parecía demasiado descarado, sentada a los pies de su cama se miraba en el
espejo de cuerpo entero que estaba frente a ella, justo al lado de la puerta de
salida del dormitorio. Estaba nerviosa, le sudaban las palmas de las manos.
 Tranquilízate Patricia.
Se recalcaba ella alzando sus manos, mirándose en el espejo.
 Ellos solamente intentan ser amables.
Levantándose dio una pequeña vuelta, viendo su cuerpo.
 Eres una mujer madura.
Cogió su bolso, escuchándolo pitar, viendo el mensaje de texto.
Flavio-Basilio: El coche está abajo.
Saliendo de su piso pulsó el ascensor, que tardó, decidida a bajar a pie cogió la
barandilla, pero se volvió al escuchar el ruidito musical que hacía al detenerse y
se volvió rápido, deseando haber bajado a pie al ver a dos rostros conocidos.
 Buenas noches.
Se volvió, sin querer verlos, deseando llegar abajo. Pero ambos se acercaron a
ella, uno de ellos pulsó el botón de parada del ascensor, haciéndola moverse y
tener que agarrarse a la fría puerta, se volvió hacia ellos, viendo a uno delante de
los botones, prohibiendo cualquier posibilidad de que los tocara.
 El otro día, sin conocernos nos llamaste de todo.
Patricia se alejó hacia una esquina del ascensor al verlo dar pasos hacia ella, se
golpeó con la barandilla en una cadera y gimió bajando su mirada ante el dolor,
sintiendo a aquel cambiante poner ambas manos a los lados de su rostro.
 ¿Nos conoces?, ¿Acaso sabes quienes somos para criticarnos tan
duramente?
Ella alzó su rostro, viendo los ojos del cambiante resplandeciendo en un ámbar
profundo.
 Sé quiénes sois.
Puso sus manos contra el pecho de él, empujándolo y sintió que él más bien
permitía ese movimiento. Patricia levantó su mano y lo golpeó con todas sus
fuerzas en una de sus mejillas, él gruñó, con tanta fuerza que los oídos de
Patricia pitaron con intensidad, haciéndola cubrírselos con la mano. Lo sintió
rodearla con los enormes brazos que tenía, pegándola contra la pared de espejo
del ascensor, haciéndola gemir ante el frío del contacto.
 ¡Socorro!
Él cubrió su boca con una de sus manos, dejándola verse en el reflejo del cristal,
dejándole ver los tatuajes que salían por las mangas de su camisa y por su cuello.
 ¡Shhh!, silencio humana.
Ella intentaba chillar, pero sus sonidos eran amortiguados por la mano del
cambiante que bajó su nariz tras una de las orejas de ella y respiró con
intensidad, levantó su nariz separándola varias veces y volvió a bajarla, para
después posar sus labios en su sensible carne.
 Ryan.
Éste gruñó pegado a la oreja de Patricia, haciéndola gemir al verlo mirando por
el reflejo del espejo a su hermano con los dientes fuera de su boca, tan grandes
que trató de chillar, pero con la mano del cambiante no pudo hacer nada, sus
brazos estaban bloqueados por el del cambiante, y a pesar de ella intentar
soltarse con todas sus fuerzas lo único que conseguía era hacerse daño. Sollozó
al sentir como el cambiante bajaba su otra mano por su garganta, rozó uno de sus
pechos, lo cargó con su mano y pulsó en su botón hasta hacerlo ponerse tieso
hasta el borde del dolor que se mezcló con el de la lujuria, haciéndola
estremecerse, bajó por su vestido. Atrapándola entre sus musculosos brazos bajo
su toque por su vientre, sus piernas vibraron cuando él tiró de la falda de su
vestido. Dos gruesas lágrimas bajaron por las mejillas de Patricia, hasta tocar su
mano la cintura de su media, tiró de ella, rompiéndola por el frente, haciéndola
caer por sus caderas, movió su mano entre los muslos temblorosos de ella, los
mantenía apretados, pero él enterró una de sus piernas entre ambos y la subió
contra la pared fría del ascensor, haciéndola quedar prácticamente sentada sobre
ella. Bajó su mano, metiéndola entre su braguita y tocó sus rizos soltando un
ronroneo codicioso. Ella se vio en el reflejo del espejo, él apartó su braguita,
gruñendo hacia su hermano, dejándole ver la mata de rizos negros sobre su coño.
Él hundió un dedo entre sus labios, llegando hasta su estrecho canal,
enterrándolo en su interior, una y otra vez, haciéndola humedecerse.
 Estás chorreando.
Patricia apretó sus ojos, trataba de respirar, sentía su vientre arder, cuando él
subió el toque de su dedo gordo hasta su clítoris ella gimió, pero enseguida se
silenció.
 Mírate, mira lo que te hago.
Ella sintió que se deshacía entre sus brazos, abrió sus ojos, viéndolo tocarla,
inclinó su cabeza hacia atrás y gimió mientras él respiraba su aroma a flores
cerca de su rostro. Cuando se recuperó él la dejó lentamente en el suelo, la soltó
y se alejó viéndola abrazarse a sí misma. Su hermano abrió el ascensor y ella
corrió fuera, subiendo las escaleras hacia su piso, tropezando, las llaves se le
cayeron al suelo mientras trataba de abrir y cuando consiguió entrar se encerró
dentro. Se dejó caer en la puerta, deslizándose de nalgas hasta el suelo, cogió su
teléfono con manos temblorosas.
Patricia: Enseguida bajo .
Unos minutos después su teléfono vibró.
Flavio-Basilio: Tranquila, la noche apenas comienza.
Ella parpadeó, se subió al coche casi veinte minutos después, se había tenido que
poner otras medias, agradeció haberse comprado dos pares, tuvo que quitarse el
rímel que se había corrido por sus mejillas, peinarse y tratar de calmarse. Pero
finalmente iba de camino hacia Flavio y Basilio, ambos estaban en la puerta de
la discoteca, había una cola de personas que doblaba la esquina. Pero ambos se
mantenían hablando con varios tipos enormes de seguridad, algunos llevaban
coletas, otros churros recogiendo el cabello sobre sus lados afeitados, algunos
calvos tatuados hasta en la piel de sus cabezas. Basilio se adelantó abriendo la
puerta del coche, le ayudó a salir y sonrió un instante antes de respirar varias
veces por la nariz acercándose a ella.
 Vamos dentro.
Flavio mantenía su ceño fruncido cuando la saludo, los de seguridad se
mostraban serios. Uno de ellos iba a ponerle una pulsera, ella movió su brazo
hacia él y mientras se la pegaba sintió un pinchazo intenso que le hizo apretar los
dientes, como el aguijonazo de una avispa, ella intentó varias veces verse la
muñeca, incluso andando por el sitio. A pesar de que entró con los dos
cambiantes más sexys del lugar, bajo miradas tanto de ellos como de ellas no
pudo disfrutar mucho, estaban en la zona vip, había un cordón rojo y dos
escalones grandes delante de ellos y el resto de las personas, ambos hermanos
estaban detrás de ella, con copas en las manos.
 ¿No bebéis?
Ambos miraron sus copas llenas desde el principio.
 Fuera de casa es difícil beber, tus sentidos se debilitan.
Patricia sonrió.
 ¿Quieres bailar?
Alzó sus ojos hacia la mano de uno de ellos, Basilio, viéndolo sonreírle
juguetonamente, cogió su mano y un guardia de seguridad quitó el cordón rojo
de terciopelo para que salieran fuera. Las personas miraban hacia él, Basilio, con
respeto, se apartaban, lo saludaban. Pero él no se acercó mucho a las personas,
apenas estaban a unos pasos de la zona vip. Ella torció sus ojos viendo al otro
hermano hablando con el de seguridad. Basilio la rodeó con sus brazos, se movía
con ella.
 No soy buena bailarina.
Él acercó con sus labios hacia su oído.
 Tienes suerte entonces, ya que yo sólo me inventara una excusa para
tenerte entre mis brazos.
Ella movió su cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos, recorrió lentamente su
rostro.
 Me gustas doctora y quiero besarte.

Flavio y Basilio.

Patricia y Basilio mantenían un ritmo lento cerca de Flavio.
 Vaciar la discoteca.
El cambiante de pelo tupido rubio le asintió llevando una de sus manos hasta su
oreja, hablando por un diminuto pinganillo. Él, Flavio. Torció los ojos hacia su
hermano rato después, colocándose los puños de su chaqueta, viendo a su
hermano inclinado sobre la hembra humana. Rápidamente la discoteca se quedó
vacía y él sonrió abriéndose el mismo el cordón rojo, bajó los dos escalones y se
puso tras Patricia, inclinándose para oler tras su oreja, rastros de cambiantes a
tigres estaban en su pie. Rastros de Ryan, ambos deseaban desnudarla,
restregarse contra ella para eliminar ese aroma de su cuerpo, ella se estremeció al
sentir las barbas de él pasando por la curva de su cuello.
 ¿Sabes que somos cambiantes cierto?
Patricia le asintió.
 Queremos compartirte.
La escucharon jadear, bailaban pegados a ella, lentamente, con la música más
sensual que pudiera existir, pero se detuvo al escuchar a Basilio insistirle,
bajando su mirada, con las mejillas sonrosadas. Pero Basilio la cogió por la
barbilla, hizo que alzara su rostro y sonreía hacia ella de manera ansiosa.
 Dudo que pueda complaceros.
Ambos gruñeron, Patricia lo dudaba considerablemente, no sabía ni cómo había
conseguido correrse tan descaradamente en un ascensor con los otros
cambiantes. Ella torció sus ojos hacia la discoteca, esperando miradas en
desaprobación, pero allí sólo había tres cambiantes con los cuellos llenos de
cicatrices, más de ellas se podían ver bajo tinta de tatuaje que trataban de ser
ocultados por todos sus brazos y manos, Basilio la cogió por la barbilla,
haciéndola mirarlo cuando cogió una de sus nalgas con su mano libre, la besó,
haciéndola sobresaltarse mientras él trataba de entrar su lengua entre sus labios,
gruñendo para intentar abrírselos y besarla con más intensidad. Uno se acercó a
Flavio, haciéndole soltarla, dejándola entre los brazos de Basilio que tiraba de
ella hacia la oscuridad de la zona vip, haciéndola subir los dos escalones, tirando
de una gruesa cortina roja que les daba privacidad.
 Los tigres han pasado el perímetro, están reunidos en el estadio.
Flavio llevó sus manos hasta su cintura, agachó su cabeza y negó zapateando el
suelo con la punta de uno de sus zapatos.
 Mandar a los jóvenes con las motos, volar sus coches.
El cambiante asintió, pero se volvió al escuchar a Flavio chasqueando los dedos
de una de sus manos.
 Sois mis mejores asesinos, ir con ellos y no dejéis que ninguno salga
con vida de nuestro territorio.
Flavio pudo ver al cambiante mirándolo con un brillo en los ojos asesino, sus
ojos amarillos se tornaron oscuros, rojos sangre. Lo vio volverse, siguiendo el
paso de sus dos hermanos, él entró en la privacidad de la zona vip, terminando
de cerrar las cortinas, viendo a su hermano cogiendo a Patricia por las nalgas,
subiéndola a la mesa, empujando todo fuera de ella sin importarle tirar una
botella de más de diez mil dólares al suelo destrozándola mientras seguían con
su beso. Una sombra hizo a Flavio volverse, saliendo fuera de la cortina para ver
a uno de los hermanos con el cuello destrozado de cicatrices.
 Msoro, ¿Sucede algo?
El cambiante asintió, sacó una pantalla doblada a la mitad de uno de sus bolsillos
y la estiró haciéndola más grande. Gráficos, cuentas de dinero comenzaron a
invadir la pantalla.
 Las cuentas están bajando, nuestros socios han disminuido sus
blanqueos progresivamente desde hace un año.
Flavio parpadeó, escuchó a Patricia gimotear y un desgarro de ropa.
 ¿Dónde está Antonio?
Msoro dudó volviéndose hacia uno de sus hermanos.
 En la misma fiesta en la que están los tigres.
Flavio maldijo en cada idioma que conocía.
 Preparar los coches.
Cuando entró por las cortinas pudo ver a su hermano envuelto en los brazos de la
doctora, los de ella temblaban tanto como sus piernas. Pero él sonreía tratando
de calmarla, hablándole con el rostro cerca del de ella, rozando prácticamente
sus labios contra los de ella.
 No te merecer ser cogida aquí, mereces más.
Basilio torció sus ojos hacia Flavio un leve instante, el deseo los mantenía
oscurecidos, sus labios algo hinchados como los de ella.
 Te llevaremos a casa.
La cogió por la cintura, haciéndola poner sus pies en el suelo, viéndola temblar
ligeramente.
 Estoy bien, tomaré mi coche.
Basilio asintió, haciendo un movimiento hacia Flavio con una de sus manos,
después cogió las de ella, llevándoselas a los labios.
 Quiero volver a verte.
El rostro de ella cambió unos instantes, de la sorpresa a la seriedad y ambos
hermanos sabían que ella no deseaba lo mismo que ellos a pesar de estar
humedecida. Podían oler el líquido picante entre sus muslos, podían sentir el
hambre ansiosa por devorárselo.
 Está bien.
Se separaron de ella cuando abrieron las cortinas, recogían alrededor, vieron
como ella bajaba las escaleras de la zona vip, los dos escalones, tal y como
habían aprendido, sin mostrar afecto, ningún tipo de debilidad o pasión en ellos.
La guiaron hasta la puerta de la discoteca, hasta su coche.
 Carla no pudo darnos cachorros, ¿Crees que si continuásemos con la
humana criaríamos?
Flavio se quedó rígido escuchando a su hermano, a pesar de estar rodeado de los
suyos. Subió a su coche y su hermano a su lado, rodaron por la ciudad hasta el
edificio en el que estaban los tigres. Cuando se detuvo no se bajó, cogió a su
hermano por un brazo y se quedó unos instantes mirándolo a la cara, Basilio
mantenía sus ojos contra los de él, esperando, Flavio estaba manteniendo sus
labios apretados, iba a decirle algo y él no quería detenerlo, la mente calculadora
de su hermano rodaba como las ruedas de un avión a punto de despegar.
 Carla no era nuestra compañera, sabes que los embarazos de las hembras
cambiantes solo suceden si ellas lo desean. Intentamos quererla,
intentamos enamorarnos, pero todo era pactado.
Observó el edificio antiguo, viendo el interior abarrotado de personas
elegantemente vestidas.
 No hagas nada Basilio, mantén tus manos tranquilas, en tus bolsillos si
hace maldita falta.
Basilio sonrió amplia y calculadoramente.
 En los de tus pantalones cabrón.
Salieron del coche, ambos entraron en una fiesta privada, mujeres con tacones
demasiado altos y vestidos de alta costura se paseaban junto a humanos en su
mayoría lo suficiente mayores para parecer sus padres. Las miradas se torcían
hacia ellos y rápidamente los ojos de Logan y Ryan llegaron hasta ambos, se
mantenían detrás de una mesa alta dorada, untando en pequeños panecillos
caviar, con vasos llenos de licor. Pero rápidamente apartaron sus miradas,
devolviéndolas hacia el grupo de vampiros con los que hablaban. Basilio le
enseñó su teléfono a Flavio, que le asintió y ambos caminaron hacia una terraza,
saliendo por unas puertas dobles, viendo en un taburete a su contable, fumándose
un puro, sin percibirlos todavía. Basilio se le acercó, Flavio no pudo hacer nada
por detenerlo, se quedó quieto, viéndolo ponerse frente a él. Su cuerpo se excitó
al ver al humano bajando su mirada hacia su hermano, el rostro del humano
palideció.
 ¿Me robaste?
El hombre tragó, su puro se deslizó de su mano hasta el suelo. Flavio miró a su
alrededor, viendo el patio con farolas y arboles bonitos, el paseo de piedras.
 Camina fuera.
Basilio vio al hombre tratando de decirle algo, gruñó haciéndolo detenerse, el
sudor comenzaba a descender por su frente. Flavio torció sus ojos, viendo a
Logan y Ryan en las puertas por las que habían salido ellos allí fuera.
 Ese hijo de puta nos ha engañado a todos nosotros, incluso a Remy.
El vampiro salió fuera, haciendo a Flavio apartarse llevando una de sus manos
hasta su arma. Basilio en cambio miró de manera ansiosa al vampiro, deseando
verlo matar, pero torció sus ojos hacia su hermano, viéndolo cerca de los dos
cambiantes a leones.
 ¿Dónde está nuestro dinero?
El vampiro agarró al humano por los brazos y se agachó contra él antes de que
pudiera alzar el grito, sus hermanos se pusieron tras él, los once mirándolo con
sus ojos rojos. El vampiro bebió hasta la última gota de sangre del humano, bajó
una de sus manos hasta un bolsillo del humano, sacándole un teléfono móvil, se
lo guardó, le arrancó al humano un dedo de cuajo. Después alzó el cuerpo del
humano y arrojó a los pies de un esclavo que trabajaba gustoso para ellos,
pensando que algún día podría incorporarse a las filas de ellos, siendo alguien
más importante.
 Os devolveré el cincuenta.
Basilio enredó cerca de Flavio, intentando llegar a uno de sus cuchillos, pero su
hermano lo detuvo. El vampiro reía con sus uñas afiladas enredando en el
teléfono, utilizando el dedo del humano como si fuera un maldito puntero.
 Venga, sed buenos. Quiero volver a mi país con algo sucio y suculento,
las esclavas son caras hoy en día.
Varios de sus hermanos rieron, pero el vampiro simplemente se mantuvo serio,
con su rostro pálido cruzado por las venas.
 Acabaré con cada vampiro que entre en la ciudad si no me lo devuelves
todo Remy.
Basilio amplió sus labios al escuchar a su hermano.
 Y os daremos caza.
El vampiro suspiró desilusionado, volvió a enredar en el teléfono. Entrando en
las cuentas falsas que había creado el humano y devolvió el dinero a sus cuentas.
Los teléfonos de ellos, de Flavio, Ryan, Logan y Basilio vibraron, los cogieron y
vieron el ingreso en sus cuentas.
 Divertiros los cuatro.
La voz cruel del vampiro hizo que los cuatro cambiantes se miraran entre ellos,
por demasiado tiempo. Cuando Flavio quiso darse cuenta de que habían
desaparecido los vampiros tenía delante de él a los dos cambiantes, sus rostros
cambiando a los de dos enormes tigres. Pero su sonrisa orgullosa hizo que ambos
se detuvieran, una luz roja pasó delante de los rostros de los dos cambiantes a
tigres, haciéndolos parpadear.
 ¿Creíais que vendríamos aquí desprotegidos?
Basilio movió una de sus manos hacia uno de sus cuchillos en la cintura de su
pantalón, acariciándolo.
 Aparecieron tres de nuestros jóvenes muertos en una nave abandonada.
Flavio le hizo una seña a Basilio para que lo siguiera.
 Acabaréis en una maldita fosa todos vosotros.
Basilio desenfundó su pistola demasiado rápido y se volvió, apuntando en la
cabeza de Ryan.
 No si antes te meto una maldita bala en el puto cerebro.
Flavio puso una de sus manos sobre las de su hermano, tocando la fría pistola.
 Tengo tantas ganas como tú de matar a éstos hijos de puta, pero no así
de rápido, quiero verlos sufrir hasta el último aliento.


Patricia.

Había pasado una semana desde los dos orgasmos que había sentido ella, uno en
un maldito ascensor y otro en una discoteca. Ahora mismo se mantenía en la
piscina climatizada del edificio, en una tumbona, leyendo delante de una
cristalera gruesa que no permitía que pasara el frío que hacía fuera. Comía
bolitas de queso, los cuatro niños de una vecina se bañaban en una esquina, junto
a cuatro cambiantes por lo que podía ver, estuvo largo tiempo leyendo,
sumergida en la parte caliente del libro, hasta que cogió la botella de agua que
había traído, subió su rostro con ella en los labios y observó unos ojos ámbar
mirándola, asustada al ver al enorme cambiante inclinado sobre ella lo escuchó
sisearle.
 Tranquila humana.
Él sonreía, como si hubiera estado un tiempo leyendo lo mismo que ella. Lo
miró detenidamente, viendo el simple bañador negro que llevaba puesto sobre su
cuerpo lleno de tatuajes y cicatrices. Ella levantó su libro, poniéndolo contra sus
pechos como si fuera un escudo. Él alzó una ceja, miró a su otro lado y ella miró
hacia Logan torciendo su rostro hacia el otro lado, lo miró detenidamente, el
desprecio afloraba en su sistema al ver las pistolas tatuadas en sus caderas.
 Gánster dos.
Hizo un asentimiento hacia él, torció su rostro hacia la cristalera, pero no quería
mover el libro, sintió a Ryan pegando su nariz debajo de su oreja.
 Nos insultas, sin tan siquiera conocernos.
Ella levantó su libro, para golpearlo. Pero él se apartó, soltando una carcajada se
movió hacia la piscina, dejándole ver sus nalgas prietas, su espalda musculosa
antes de impulsarse y deslizarse en el agua, su hermano aprovechó acercándose a
ella, pegando su nariz contra una de las mejillas de ella, la observó parpadear,
viendo a varios de los suyos colocando una mesa redonda con un mantel y tres
sillas en las sombras de la piscina, habían encendido unas velas en un candelabro
y tres tipos en trajes de camareros esperaban para colocar platos en la mesa.
 Vamos, nos conoceremos mejor.
Le estiró una mano, dejándole ver las líneas profundas de tinta que subían por su
muñeca.
 ¿Cuándo cambias a gato doméstico conservas tus tatuajes?
Él alzó una ceja, inclinó más su mano hacia ella, pero Patricia cogió su bolsa de
bolitas de queso y sonrió hacia él.
 No gracias, estoy bien.
A pesar de sus palabras, él le tiró de la bolsa con una mano y le cogió el libro
con la otra.
 ¡¿Qué haces gilipollas?!
Alguien gruñó mientras ella se levantaba, era Ryan mojado de la piscina.
 Mueve el culo hacia la mesa o te arrastraré.
Ella se agachó, para coger algo de su bolso. Pero Ryan la detuvo, sujetándola por
las muñecas, tirando de ella. Patricia trató de retroceder, se resbalaba con el agua
que hacía caído desde el cuerpo de él hasta el suelo. Furiosa se lanzó hacia él,
con una rodilla alzada y le golpeó de lleno en las pelotas, viéndolo caer de
rodillas en el suelo. Soltándola para llevarse las manos hasta su entre pierna.
Patricia furiosa levantó su mano contra él, pero su hermano le cogió por la mano,
había dejado en la tumbona su libro y la bolsa de bolitas de queso, la mirada del
cambiante era furiosa, sus ojos resplandecían en un amarillo intenso.
 Suéltame, ¡Ahora!
Él negó.
 Tienes dos opciones doctora, una, caminas hasta allí, te sientas y
tenemos una agradable comida o dos, te ato, arrastro hacia la mesa, te
azota Ryan y comes como una niña pequeña de nuestras manos.
Ella estaba tan sorprendida que no se movía, Ryan se iba incorporando.
 ¿Estás bien?
Su hermano movió su cabeza de arriba hacia abajo, mantenía sus manos debajo
de sus pelotas. Pero no pudo reaccionar a Patricia que volvió a golpearlo,
levantando su pie con fuerza, dándole de lleno de nuevo entre sus manos y sus
huevos. Después ella se volvió hacia Logan, clavándole las uñas en la cara. Él
gruñó llevándose sus manos a la cara, viéndola correr a por su bolso, saliendo a
toda prisa de la zona de tumbonas. Varios cambiantes corrieron hacia ella.
 ¡No!
Rugió Ryan que caído de rodillas en el suelo se incorporó, viéndola intentando
rodear la piscina.
 Patricia.
Logan rugió su nombre, haciéndola jadear sobresaltándose. Logan se lanzó a la
piscina, nadó rápido, en dos brazadas la atravesó y subió por las escaleras,
viéndola llegando a las puertas de salida de la piscina que uno de los suyos
cerraba por fuera. Él volvió a decir su nombre, haciéndola volverse enredando en
el bolso, cuando iba a alcanzarla ella sacó un spray de pimienta y se lo roció en
la cara, prácticamente lo vació. Los cambiantes tras las puertas estaban
boquiabiertos viendo a Logan con las manos en la cara, rugiendo con todas sus
fuerzas, corriendo a la piscina, dejándose caer en el agua. Patricia tosía, le picaba
la nariz, la temperatura y humedad del lugar no ayudaba a mejorar el ambiente.
Ryan caminaba hacia ella, moviéndose con chulería y gracia.
 No saldrás de aquí doctora, puedes vaciar el maldito bote.
Patricia tembló asustada.
 Llamaré a la policía.
Ryan soltó una carcajada que secundó Logan desde la piscina.
 ¡A los bomberos!
Los labios de Patricia temblaron, sus ojos como los de una presa a punto de ser
atacada por un enorme animal.
 Volveré a mi tumbona y os iréis de aquí.
Él soltó una carcajada lanzándose a por ella, agarrándola por la muñeca que
sujetaba el spray, haciendo la presión justa para que soltara el bote. Logan subía
los escalones de hierro de la piscina, sus ojos rojos, la miró fijamente y ella se
quedó boquiabierta viendo la cicatriz que tenía en una de sus mejillas, era como
una V mal dibujada desde cerca de su nariz, perdiéndose casi al final de su ojo
izquierdo. Ryan torció su rostro, miró a su hermano, sonrió hacia él, viéndose
condenadamente sexy.
 Creo que ya no hace falta que te maquilles el rostro delante de ella.
Logan se incorporó completamente, poniendo sus manos con sus nudillos
apretados en su cintura, mirándola mientras sus ojos se curaban
asombrosamente.
 He pedido comida a un puto restaurante de cinco tenedores, ahora
siéntate y cómete tu maldito plato hasta dejarlo limpio.
Ryan tiró de ella y como se retorció la puso de espaldas a él y tiró de ella,
haciéndola caminar, hasta una de las sillas, puso ambas manos en sus hombros,
empujó y la obligó a tomar asiento mientras se agachaba sobre ella, poniendo sus
labios cerca de si oído. Ella torció sus ojos para ver a su hermano Logan
haciendo un gesto hacia los cambiantes en las puertas empañadas por el vaho.
 ¿Necesitas ser atada?
Ella puso sus manos en la mesa, viéndolo apartarse y tomar asiento. Logan
acarició su brazo, con las yemas de sus dedos, haciéndola estremecerse. Esperó,
el tiempo necesario, viendo su bolso en el suelo cerca de la puerta de salida de la
piscina, cuando ambos hermanos levantaron las cubiertas de sus platos ella se
levantó a toda prisa y corrió.
 ¡No!
Como si un tren de alta velocidad la golpease su cuerpo comenzó a caer hacia
delante, pero un cuerpo la rodeó con rapidez por los brazos y se volvió con ella,
haciendo que cayera sobre su cuerpo. Ella pataleó, viendo al Logan delante de
ella, sonriendo, como un gato juguetón.
 Los humanos siempre huyen, incluso ante algo que ellos mismos
podrían afrontar.
Ryan bajo ella olisqueaba detrás de su oreja, respirando allí, en su punto
delicado, bajando sus labios por su garganta para besar en el pulso. Después
subió, se detuvo pegado a su oreja, respirando.
 ¿Nunca oíste que no se juega con los cambia formas?
Ella jadeó al sentirlo subir una de las manos de él por su vientre, llegando al
sujetador del biquini. Cogiendo uno de sus pechos con la mano. Ryan gruñó,
mirando a su hermano y de él a la mesa le enseñó los dientes incorporándose con
Patricia colgando de sus brazos, caminó con ella hacia la mesa, sin importarle
los arañazos que le hacía ella, las patadas que le daba en las piernas. Se la puso
colgando de un brazo y con el otro tiró todo lo que había en la mesa, los platos
destrozándose, los vasos igual, la comida por todas partes. La tiró sobre la
superficie fría, ella se movió, poniéndose de lado para verlo cayendo con los
brazos entre su cuerpo, acorralándola, los músculos de sus brazos y su pecho
marchados. Su furioso rostro paralizó a Patricia, que sintió su pecho retorcerse
mientras él bajaba su rostro contra el de ella, haciéndola doblar sus piernas,
haciéndola sentir su gruesa polla.
 ¿Por qué las humanas sois tan difíciles?, me atraes.
Logan gruñó cerca, haciéndola estremecerse, sus pezones se arrugaron bajo el
sujetados del biquini.
 Nos atraes, queremos enamorarte, follarte sin sentido hasta preñarte.
Ella intentó golpearlo, pero él cogió sus muñecas, uniendo ambas sobre su
cabeza con una de sus manos.
 Por favor.
Los ojos de Patricia se humedecieron, su olor cambió.
 No vamos a hacerte nada que no quieras, somos medio animales. Pero
no como tus humanos, no entraremos en tu apretada vagina hasta que nos
lo pidas.
Ella negó, meneando su cabeza.
 Sujétala Logan.
Su hermano asintió, tirando de los brazos de ella mientras Ryan tiraba de una
silla, arrastrándola, haciendo que aquel ruido hiciera a la piel de Patricia ponerse
completamente de gallina. Se dejó caer, Ryan, en la silla, sujetando con una
mano los muslos de Patricia, sonriendo al ver de lado la braguita metida por un
lado en su nalga. Tiró del material, haciéndola retorcerse.
 No, ¡No!
Él sonrió bajando su braga por sus muslos, más allá por las rodillas de ella,
dejándolas un momento, quietas, para pegar sus labios contra la carne de una de
las nalgas de Patricia.
 ¿Sabes que hará Ryan verdad?
Ella amplió sus ojos, sus pupilas se dilataron mientras lo veía de lado,
sonriéndole monstruosamente con sus ojos amarillos brillantes.
 Por favor, dejarme.
Ryan tiró sus braguitas fuera, lanzándolas a cualquier parte.
 Dime preciosa, ¿Tu marido se alimentó de tu néctar?
Ella sentía que se ahogaba, le costaba respirar, sus ojos comenzaron a ponerse en
blanco. Logan alzó una mano hacia su hermano, haciéndolo quedarse quieto.
 ¿Qué te sucede?, no te haremos daño.
Patricia respiraba agitadamente, Logan movió los dedos de sus manos hacia las
muñecas de ella, tocando su pulso, siseándole. Tiró de ella, arrastrándola por la
mesa, la rodeó con sus brazos, la cargó y caminó unos pasos hacia la otra silla, se
sentó con ella, acariciándola.
 Soy una mujer adulta, no podéis llegar y ponerme mi vida patas arriba.
Ambos hermanos sonrieron con ternura hacia ella.
 Mi experiencia es nula.
Ella no esperó que le contestaran o dijeran algo.
 La primera vez que me acosté con Manuel me dolió, sangre.
Ryan apretó sus dientes, sonaban desagradablemente.
 La segunda también.
Logan subió una de sus enormes manos por la espalda de Patricia, haciéndole
suaves caricias.
 Nuestra tercera vez no llegó.
Ella suspiró con amargura, su voz teñida por el llanto. Logan continuó con sus
caricias, Ryan se movía alrededor de ambos, sus pies a punto de echar humo.
 Iremos despacio, pero nos tienes que facilitar las cosas.
Patricia se tensó entre sus brazos.
 No sexualmente doctora.
La sintió volver a romperse, dejándola llorar entre sus brazos mientras trataba de
consolarla disfrutó de su contacto. Ryan volvía con las braguitas de su bañador,
sujetó a Patricia por los tobillos, le ayudaron a que se pusiera sobre sus pies en el
suelo, cuando ella terminó de cubrirse la vieron dejarse caer en la silla libre.
 Ésta noche, cena en nuestra casa.
Patricia con las manos en las rodillas negó.
 Tengo guardia, no puedo.
Ambos hermanos suspiraron.
 No te dejaremos alejarte Patricia.
Ryan llegó hasta ella, se puso de cuclillas, prácticamente sentado, con sus manos
en las rodillas, agachándose para mirarla a la cara.
 No huiras de esto.
Ella miró a sus ojos, viendo como cambiaban a un ámbar hermoso.
 Nunca huyas de un cambiante o humano, enfréntalo, lucha.
Viéndola negar sonrió.
 Te enseñaremos, te cuidaremos.
La vieron incorporarse, caminar hacia su tumbona cogiendo su toalla, volvió
cerca de ellos, para después coger su bolso y moverse a los baños de mujeres.
 Estamos esperando una oportunidad Patricia.
Ella se mantenía con una mano en la puerta de la ducha y desapareció, pero
volvió un par de minutos después.
 Comida, mañana.
Sonreía tímidamente cuando ambos le asintieron, Ryan que todavía permanecía
en cuclillas miraba hacia la puerta del baño y a su hermano, de un lado al otro.
 Ryan.
Logan alzó una de sus manos, después la otra y se puso delante de él,
deteniéndolo como podía.
 ¡Mataré a ese humano Logan!
Ryan se apartó hacia atrás, puso las yemas de sus dedos en el suelo y gruñó con
todas sus fuerzas hacia su hermano.
 Apártate de mi camino.
Su hermano no lo hizo, simplemente se bajó el bañador, enseñándole su polla.
 Lucharemos si es lo que quieres, pero necesitamos al doctor.
Ryan cambió rápidamente, haciendo a Logan lanzarse hacia atrás, tratando de
cambiar a tiempo. El dolor de los primeros cambios no se sentía ya, Ryan le
clavó las garras en el lomo a Logan, el rugido animal que salió por los labios de
su hermano no lo detuvo. Se levantó sobre él al tiempo que Ryan lo hacía y
ambos chocaron sus cuerpos, las zarpas deslizándose por los costados de ambos
mientras la sangre se deslizaba por sus hermosas pieles. Los cambiantes que los
escucharon corrieron a ayudarlos.
 Traer sedantes.
La voz de Msoro salió en un gruñido cuando volvió a repetirlo.
 ¡Daos prisa!
Maldijo tratando de contener a ambos hermanos.

Flavio y Basilio.

 Ésta vez no sucederá.
Habían pasado días desde que tuvieron a Patricia por un breve tiempo. Basilio se
llevó las manos a la cara negando.
 Ella es humana.
Flavio le asintió desde el coche, viendo el de la doctora saliendo por la puerta del
parking del hospital. Basilio vio el pequeño camión de carga acercándose por el
carril contrario, Flavio se llevó el walkie-talkie a la boca.
 ¡Ahora!
El camión cruzó la calle, metiéndose entre los carriles y Patricia dio un giro con
el volante tratando de evitar el golpe, se subió a la acera. Pero igualmente el
camión golpeó su coche. Por la calle andaban dos cambiantes de los hermanos
que se agacharon a pincharle las ruedas del coche y se movieron alrededor
preocupados el tiempo necesario para después de que Flavio y Basilio se
acercaran desaparecieran. Basilio miró el destrozo en todo el frontal del coche,
intentó abrir la puerta, pero estaba bastante dañada y al tirar del tirador lo
arrancó, el cristal trasero se había destrozado. Él gruñó tirando de la puerta,
haciendo demasiada fuerza para conseguir que se moviera, se agachó, dejándose
caer de cuclillas delante de Patricia, viéndola quieta, mirando hacia la nada al
volante.
 ¿Te encuentras bien?
Él dijo varias veces su nombre, llamándola. Pero finalmente se incorporó sobre
ella, soltándole el cinturón y le pasó un brazo bajo las rodillas, otro tras la
espalda y la cargó fuera del coche. Caminó con ella hasta un banco y se sentó
mojándose con la nieve que lo tenía cubierto. Flavio se acercó hasta ellos.
Viendo a su hermano llevándose el dedo de una de sus manos a los labios.
 Tienes que volver en ti misma, pequeña, vamos.
Flavio hizo una señal a su chófer, para que se acercara.
 Súbela a la limusina, podría enfermar.
Lo hizo, Basilio se subió y él, Flavio abrió la otra puerta del coche de ella,
cogiéndole el bolso, olisqueó algo de sobras de comida y abrió el maletero
sacando una bolsa de rafia con varias fiambreras. Rodeó el coche, sentándose
por el otro lado tras abrir la puerta.
 Llévanos a casa.
Flavio alcanzó una de las piernas de Patricia, se la acaricio viéndola ponerse
rígida ante el contacto que subía por su muslo.
 Tranquila, no voy a hacerte nada.
Ambos hermanos se observaron, Flavio bajó su toque, llegando al tobillo de ella.
Llegaron a su lujoso edificio y Basilio la bajó entre sus brazos, entró con ella
hasta su salón y la sentó en una de las magníficas sillas con dorado chapado en
ellas, viéndola agarrarse a los reposabrazos.
 Flavio se encargará de los trámites para que arreglen tu coche, nuestro
mecánico irá a recogerlo.
Ella le asintió, escuchándolo hablar con alguien más, alzó sus ojos, viendo a la
mujer que trabajaba en la casa moviéndose a la cocina y volviendo rápidamente
con un vaso de agua.
 ¿Quiere comer algo?
Patricia le negó cogiendo el vaso con la mano temblorosa.
 Podría prepararle unas tostadas de aguacate y salmón.
Se recostó en la cómoda silla asintiéndole al insistir la mujer.
 Nunca me había pasado nada así.
Tenía las pupilas dilatadas, mantenía sus ojos en el vaso de agua.
 ¿Quieres alguna pastilla? Tenemos calmantes.
Ella negó alzando sus ojos hacia ambos, viéndolos sentados a cada lado de ella.
 Gracias, sois muy amables.
Basilio movió una de sus manos contra la que estaba sobre la mesa de ella y se la
acarició viéndola mirarlo a los ojos.
 Es lo mínimo que podríamos hacer.
Ella sonrió con las mejillas tomando un tono rojo.
 Las dos veces que he tenido problemas con el coche estabais allí.
Flavio se tensó, pero sonrió al verla mirarlo.
 Casualidades de la vida, ¿Verdad?
Dos tostadas en un plato negro con dibujos se pusieron delante de ella, bostezó
mientras se llevaba un trozo a la boca.
 ¿Un día duro?
Negó mirando hacia Basilio.
 No pude dormir antes de mi turno.
Cuando terminó de comer Flavio le ofreció sus manos, le ayudó a levantarse y la
guio hacia el sofá, se puso en cuclillas delante de ella, mientras Basilio se dejaba
caer a su lado, viendo a Flavio cogerle uno de sus pies, quitarle la zapatilla y el
calcetín para hacerle un masaje. Ella se mordió los labios de gusto, conteniendo
un gemido.
 Te duelen los pies, no paras de pasarte uno contra el otro cuando te
relajas.
Flavio tiró de su otra zapatilla y calcetín, desnudando su otro pie y ella se movió
hacia atrás en el comodísimo sofá, subiendo su rostro, apoyando su cuello en el
material suave, cerrando sus ojos mientras él apretaba una zona en su planta
endurecida por pasar mucho tiempo operando sobre sus pies.
 Se ha quedado dormida.
Basilio gruñó bajo, torcido contra ella, levantando uno de sus brazos para
colocarle el cabello lejos de su rostro.
 ¿Tendrá frío?
Flavio se incorporó llevando una de sus manos hasta la muñeca de una de las
manos de ella, se sentó en el lado libre de su cuerpo y pegó su nariz contra su
mejilla expuesta, bajándola por su cuello, quedándose en el pulso allí detenido,
relajándose junto a ella. Pero Basilio torció sus ojos para ver a un cambiante
llegando a la zona de sus vehículos de lujo, estaba en calzoncillos, llevaba un
cigarrillo en los labios y un trapo en una mano junto a un bote de spray. Basilio
torció sus ojos hacia donde miraba su hermano, viendo los tatuajes del
cambiante sobre su pecho, la marca distintiva del león furioso bajo su brazo
izquierdo y las marcas de garras sobre sus pectorales con estrellas en sus
hombros y rodillas. Se detuvo, fijándose en ellos unos instantes, con el cigarro
entre los labios y rápidamente se volvió dejándoles ver su espalda llena de
tatuajes. Basilio torció sus ojos hacia su hermano, viéndolo mirarlo.
 Necesitamos imponer normas de recato.
Flavio se encogió de hombros.
 Prácticamente aprendimos que si no tienes tatuajes no existes, ni tan
siquiera en el mundo de los cambiantes.
Basilio gruñó, demasiado alto, haciendo a Patricia removerse contra ambos.
 No puedes obligar a un cambiante a ir vestido, sabes que muchos no
soportan llevar ropa.
Flavio siguió recriminándole, hasta que Basilio alzó su mano señalando de
nuevo al cambiante que volvía dentro del garaje vestido con una camiseta de
cuello abierto y un pantalón corto que dejaba ver sus rodillas con las estrellas
tatuadas.
 ¿Ves? No es tan difícil.
Basilio asintió hacia el cambiante, viéndolo apagarse el cigarrillo en la lengua
mirándolos con una sonrisa asesina divertida. Tiró el cigarrillo y se encaminó
hacia uno de los coches, vertiendo líquido sobre el morro, limpiándolo
detenidamente mientras varios más se encaminaban hacia él. Trabajando en el
resto de los coches, mirándolos de reojo.
 Basilio, Flavio.
Ambos se volvieron en su sueño, no sabían el tiempo que habían dormido, varios
de los coches estaban relucientes y los cambiantes estaban ahora en oros más
alejados, entre las motos limpiando o en el subterráneo con los de seguridad,
comprobando que todo estuviera bien.
 El camión salió de los garajes hacia el puerto.
Flavio asintió volviendo a inclinarse sobre Patricia, confiaba en todos los suyos,
ya fueran capitanes o soldados, no había lugar para la desconfianza en su mundo.
 Mantener los ojos abiertos Daryl, cada media hora informe.
No esperó contestación, movió su brazo, para ver su reloj y bostezó
incorporándose, llegando a la cocina, oliendo la comida.
 ¿Hambre?
La cambiante se interesó mirándolos, el horno trabajando al máximo, varios de
sus soldados llevándose bandejas pesadas de carne a la zona en la que comían.
 Pondré la mesa, espero le guste a la doctora el cordero asado relleno.
Él asintió moviéndose fuera, pasando cerca de su hermano Basilio que acariciaba
un brazo de Patricia, manteniendo sus ojos en ella. Se movió al baño, lavó su
cara y orinó, cuando se volvió otro de sus soldados apareció junto a Rico, uno de
sus capitanes.
 Cargado en el puerto, esperando a que todo este seguro para salir.
Volvió hacia donde estaba Basilio junto a ella, viéndolo respirando su aroma de
medio lado, contra ella, con la nariz pegada al nacimiento de su cabello en su
frente.
 Es una humana hermosa, buena hembra de cría.
La voz de Mafla hizo que se volviera para verla colocando platos en la mesa del
salón, sonriéndole junto a dos hembras cambiantes más mientras hablaban entre
ellas sobre cuantos cachorros cabrían en el vientre de la humana. Él se apoyó en
la puerta del salón, manteniendo sus oídos en la conversación de las tres
hembras.
 Parirá, las hembras humanas crían buenos cachorros, se ha comprobado
que la mezcla con los cambiantes produce más cachorros, fuertes y
saludables.
Una de ellas sonreía, sus ojos brillosos.
 Ella ya tuvo un cachorro humano que se ha metido en demasiados
problemas con los tigres, dudo mucho que quiera tener algún cachorro por
el momento.
Las tres le asintieron.
 Un cambiante siempre consigue lo que quiere.
Mafla levantó su rostro orgulloso, acercándose a él. Puso una de sus manos en el
hombro cercano a ella y le sonrió ampliamente, enseñándole los afilados dientes
de su leona, pero él no la dejó hablar, subió una de sus manos contra la de ella y
la acarició.
 El mundo ha cambiado Mafla.
Ella intentó decir algo, pero aunque le negó, ella sonrió.
 Somos cambiantes, haremos todo lo que tengamos que hacer por
conservar a nuestros compañeros.
La soltó, dejándola pasar a su lado, volviéndose para mirarla, viendo su mirada
brillosa, amarilla.
 No la perdáis de vista, no es como nosotros.
Él se volvió mirando a Basilio, viéndolo acercar las yemas de los dedos de una
de sus manos por la mejilla cercana de ella a su rostro, su pulso temblaba
mientras lo hacía. Flavio alzó ambas cejas, nunca habría dudado del pulso de su
hermano, menos con lo que habían vivido juntos. Basilio era un maldito asesino
a sangre fría, amaba sus cuchillos. Todavía guardaba el cuchillo con el que mató
al primer humano que lo mantenía bajo tierra, en una jaula de dos por dos la
mayoría de los días. Basilio había cargado un cuchillo oxidado, viejo, sin apenas
estar afilado y feo en sus manos cuando abrieron su jaula. El humano atado en
una silla lo miraba meándose encima, Basilio llegó hasta su cuello con el
cuchillo, el primer corte apenas le hizo un corte a su piel, pero él siguió, sonreía
como un loco, cortando la garganta del humano, llenándose de sangre con cada
corte que hacía, cuando terminó el humano todavía respiraba y Basilio se había
puesto en cuclillas delante de él, soltando sus manos de las bridas que tenía
puestas, viéndolo caer de rodillas mirándolo con las manos en la garganta
mientras Basilio sonreía como un demente, con la sangre cayendo por su cuerpo
hasta aterrizar en el suelo, sus manos chorreaban. El humano cayó hacia delante
y Basilio se incorporó con una mano sobre él, con sus dedos de los pies clavados
en el suelo empapado de sangre, se quedó quieto un leve instante, viéndolo
muerto. Cuando se levantó y volvió hacia Flavio algo parpadeó en su mirada y él
descubrió que amaba los cuchillos, los prefería a las pistolas. Empeoró, pero
cuando empezamos en Italia no importaba mucho cada matanza que sucedía a su
alrededor, había demasiados hombres lobo y tigres atacando a los nuestros. Su
sed de sangre, el disfrute y la pasión que ponía en cada tortura, muerte.
 ¡Pequeña!, Patricia.
Flavio lo vio agarrarla por la garganta con una mano al ver que ella no
reaccionaba a su llamada, apretó un poco, haciéndole coger su arma, asustado,
pero lo vio apartarla y después sonreírle a Patricia mientras ella comenzaba a
parpadear mirándolo.
 Te quedaste dormida.
Basilio torció sus ojos hacia su hermano, pero después los volvió hacia ella al
escucharla susurrar.
 No pasa nada, vamos, comamos algo. Mafla, nuestra asistenta y sus
chicas han preparado algo rico de comer.
El estómago de ella gruñó y él sonrió al verla preguntarle por el baño, acercó su
rostro al de ella, viéndola apretar sus labios haciendo una delgada línea. Le
indico donde estaba el baño y la observó incorporarse un poco, poniéndose los
calcetines y las zapatillas antes de irse. Él se levantó, caminando hacia su
hermano.
 ¿Crees que le haría daño?
Flavio dudó claramente hacia él, viendo a su hermano golpear su frente contra la
de él y gruñir con las manos apretadas en puños, el ruido de las cabezas de
ambos golpeándose sonó demasiado fuerte, pero ambos se mantuvieron quietos.
 ¿Esa opinión tienes de tu hermano?
Se separó de Flavio, volviéndose hacia la mesa, alargando su mano para coger
comida de un plato.
 Debes esperar a Patricia.
Basilio hizo un rodeo con sus ojos y se dejó caer en una de las sillas, haciéndola
crujir bajo su peso. Patricia volvió unos cuatro minutos después, Flavio miraba
su reloj por novena vez cuando abrió la puerta del baño, viéndola sonriente. Se
había lavado la cara y arreglado un poco el pelo, él estiró sus manos hacia la
mesa, dejándole pasar delante, la vio sentarse junto a Basilio, mientras su
hermano le sonreía inclinándose sobre su silla hacia ella.
 Mafla es una cocinera increíble, estuvo de chef en los mejores hoteles
del mundo.
Flavio se sentó al oro lado de ella, viéndola coger un tenedor dorado,
enterándolo en la carne, cogiendo algo de arroz y llevándolo a sus labios, gimió,
mandándoles a sus pollas una maldita sacudida. Basilio la miraba comer, no
hacía nada más que mirarla hasta que ella le preguntó con algo de berenjena y
calabaza entre los labios si pensaba comer algo. Cuando lo hizo ella sonrió,
siguió su ritmo, hasta sentirse saciada. Ambos hermanos eran encantadores,
atentos y calmados, esperando, pacientes, como sus leones si estuvieran cazando
tras los matojos de hierba seca a la mejor presa que jamás pudieran desear
atrapar. Flavio tenía sus pies doblados, deseando saltar sobre ella.
 Cuando era pequeña siempre había deseado tener una enorme casa con
una escalera de caracol, como las de las películas.
Ambos hermanos sonrieron al verla mirar hacia ellas, deteniendo sus ojos en la
mesa colocada bajo ellas. Pero los hermanos miraron a un lado, viendo la línea
prácticamente invisible que dividía la pared si pulsabas en ella y te llevaba a los
calabozos donde habían muerto torturados muchos cambiantes, vampiros o
gárgolas, la vieron dejar el tenedor y limpiarse con la elegante servilleta bordada
a mano.
 Nos gusta coleccionar cosas preciosas, ¿Quieres verlas?
Ella miró hacia Flavio, haciéndole al enorme cambiante desear saber leer
mentes. Se incorporó ofreciéndole su mano, tirando de ella cuando se la cogió
con demasiada fuerza, haciéndola chocar contra su cuerpo, sintiendo el contacto
de sus diminutas manos tibias sobre su piel.
 Perdona, tiré fuerte.
Bajó su rostro, acercándolo al de ella, viendo su reflejo en los de ella, subió una
de sus manos por uno de los brazos de Patricia, sus mejillas se teñían de rojo
mientras ambos se miraban a los ojos sin apenas parpadear.
 Quiero besarte.
Pasó sus manos por los brazos de ella, viéndola lamerse los labios y bajó su
rostro contra el de ella, robándole un suave beso, posando nada más sus labios
contra los de ella, la sintió abrir sus labios y enterró su lengua entre los de ella,
escuchándola gemir apretó más sus manos sobre su carne, deslizando sus dedos
por sus brazos.
 Jefes.
Ambos se volvieron hacia Roman. Patricia se apartó con rapidez de ambos,
viendo a uno de los cambiantes que trabajaban para los hermanos, con la barbilla
pegada al pecho y la mirada baja.
 ¿Qué sucede?
El cambiante nervioso dudó de contestar, pero Basilio gruñó para que le dijera.
 Ha desaparecido el último camión de medicamentos.
Flavio se encaminó hacia él, tiró de su cuerpo fuera de la vista de Patricia y le
puso un dedo en el pecho.
 ¿Cómo demonios puede desaparecer un puto camión con doscientas
toneladas de droga que iba de camino a Las Vegas?
La piel del cambiante comenzó a humedecerse, comenzó a sudar.
 No sabemos qué ha pasado, se ha esfumado.
Flavio volvió a donde estaba Patricia, pero ella había salido hacia el garaje de
coches con Basilio, su hermano captó su mirada y sonrió hacia él. Haciendo a
Flavio enfurecerse al ver que le pasaba las llaves de su coche favorito con una
clara mirada de “Te jodes” por el plan de destrozarle el coche para tenerla.
 Llama a los soldados, que se…
Su voz se silenció al escuchar el ruido del cargador de un arma golpeándose con
esta. Movió su cabeza, sacándola por la puerta cercana, para ver a más de veinte
de los suyos con chalecos anti balas y equipos de seguridad, preparándose.
Asintió hacia ellos y se volvió, viendo a Romano mirarlo deseoso de recibir una
orden que lo llevase a destrozar, torturar o matar algo.
 Comprueba todo, a nuestros policías, guías de ruta, que miren los
satélites.
Lo cogió por uno de los hombros antes de que se alejara.
 Asegúrate de que nuestros próximos envíos vayan con una maldita
escolta.
Flavio dudó mientras llegaba delante de su coche con puertas de murciélago y un
par de colores negro y oro brillantes, con las llantas de garganta, los bordes del
morro, los espejos retrovisores, tiradores y demás piezas bonitas que lo
resaltaban en ese extravagante tono. Puso ambas manos en la ventana y se
agachó sonriéndole, viendo la mirada marrón de ella deslizándose por su cuerpo
detenidamente, haciéndolo sentirse orgulloso del ejercicio que hacía, sintiendo
que ahora lo haría al doble, para protegerla y conseguir que sólo se fijase en él y
su hermano.
 ¿Estarás bien?
Patricia asintió, se quedó después quieta, incluso rígida al verlo agacharse
metiendo la cabeza dentro, sintiendo el contacto de sus labios contra una de sus
mejillas que pasó de estar tibia a caliente en menos de un segundo.
 Ven aquí ésta noche, necesito verte, te enseñaremos todo lo que quieras,
pediremos comida a un restaurante, lo que quieras.
La vio abrir sus ojos de par en par, no la dejó dudar, hablando antes de que ella
pudiera producir alguna sílaba por sus labios, bajó la caricia de los dedos de una
de sus manos por el brazo de ella, por el lado de su cintura cercana a él, acarició
su vientre, bajó su rostro, llegando al de Patricia y la besó en los labios un leve
instante antes de escucharla suspirar.
 Ésta bien, vendré.
Él sonrió al verla torcer su rostro hacia él, mirándolo a los ojos, mandándole un
estremecimiento a su pecho, haciendo a su corazón zumbar apresurado.
 Te estaremos esperando.
Mantuvo la mirada con la de ella, quería besarla de nuevo, enterrar su lengua
entre sus labios, saborearla. Pero simplemente subió su rostro, llegando con sus
labios hasta su frente.
 Te estaremos esperando impacientemente.
Se apartó y la vio acelerar despacio, el coche dio un tirón y se detuvo.
 Es como un gran animal deseando salir de su jaula, ten paciencia con él,
solamente necesita ser tratado con suavidad.
La vio asentirle, cuando volvió a arrancar y consiguió salir del garaje. Ambos
hermanos se volvieron con rostros furiosos hacia la casa, se quitaron la chaqueta
y la camisa para ponerse chalecos sobre sus esculpidos cuerpos.
 Las imágenes de un satélite han localizado unas huellas de neumáticos
en un camino cercano a varias granjas, se está moviendo por la zona
tratando de localizarlo por Allentown.
Ambos hermanos asintieron hacia Tommaso, viendo en la Tablet que había
traído las huellas.
 Iremos allí, ¿Cuántos de nosotros estamos?
Caminaron fuera de la casa, viendo a un pequeño ejército de más de cien
cambiantes ante ellos, con las manos a la espalda.
 Los capitanes se quedan en los casinos con soldados para protegerlos.
Basilio gruñó terminando de ponerse la chaqueta, comprobando sus cuchillos
antes de acercarse a uno de los vehículos y subirse para emprender el camino.
 Esto no va a quedar así, quiero venganza, mataré personalmente a cada
tigre y lo desterraré de la ciudad.
Msoro gruñó con una sonrisa en los labios.
 Te recuerdo que muchos de los suyos y los nuestros viven en los
edificios de cambiantes, no desean unirse a nosotros.
Basilio chasqueó sus dedos.
 Esos gallinas merecen vivir, los dejaré en sus escondites, solamente
sirven para criar más generaciones de los nuestros y de los tigres.
Flavio le alzó una mano viendo la pantalla de la Tablet, comprobando un
granero.
 ¿Queréis estar con la humana?
Msoro, prácticamente el mejor de todos sus soldados junto a sus hermanos,
Tommaso con los suyos y Roman con sus respectivos allí gruñeron la pregunta.
 Ella no pertenece a éste mundo.
Gruñó otro de ellos, comenzando una discusión entre los más músculos y carnes
prietas no podía haber ante ellos. El vehículo seguía rodando a gran velocidad,
ningún radar o vehículo de cualquier seguridad humana los detendría. Basilio
gruñó llevándose una de sus manos hasta su chaqueta, tocando uno de sus
cuchillos.
 Acabaréis igual que los olvidados con ella, encerrándola en una jaula
como nos encerraron a nosotros, para mantenerla. Ninguna persona
consciente querría ésta vida y nuestra organización es lo primero, si
encontrásemos una compañera todo cambiaría, lo sabéis, los compañeros
son lo primero y nuestros cachorros, aquí somos muchos para cuidar de
una hembra, protegeremos a la vuestra, cuidaremos de vuestros cachorros.
Roman soltó las palabras sintiéndose orgulloso, alzando su enorme pecho,
golpeándoselo con las palmas de sus manos.
 ¿Vosotros tendréis algún día una compañera? Sois más de diez.
Tommaso se encogió de hombros.
 Nos protegíamos juntos entre rejas, creamos un vínculo, no pienso
separarme de ellos aunque no sean mis hermanos de vientre.
Flavio amplió sus ojos, mirando a los cambiantes ante él, incrédulo dudó.
 Criaremos, nuestra raza necesita cachorros, si no encontramos a nuestra
hembra destinada….
Uno de los hermanos de Msoro trató de explicarse, pero su voz se iba apagando,
volviendo más confusa y costosa de ser producida. Otro de ellos, Nino terminó
por él.
 Decidimos criar por inseminación, Ryu se crio con sus veintinueve
hermanos así. Nosotros hemos tenido tiempo, hemos pensado y tomado
una decisión. Tenemos citas concertadas con varias hembras humanas con
las que podríamos hacer el proceso, solamente tenemos que hacer
entrevistas que dice la humana que lleva esas cosas será bueno.
Se mostraban ansiosos, tenían alrededor de los cuarenta y cinco todos ellos,
ansiaban cachorros. El viaje que se hacía en unas dos horas apenas lo hicieron en
una y quince minutos. Flavio saltó hasta el suelo, desde el vehículo, puso ambas
manos en su cintura y miró hacia donde iban las huellas de neumáticos.
 Sigamos.
Volvió a subir al gran coche y despacio siguieron las huellas, hasta detenerse en
el cobertizo de una granja.
 Dentro de ese lugar cabe el camión.
Basilio levantó una de sus manos, hizo una señal con ella, con la otra mantenía
su arma en la mano, todos se bajaron de los vehículos siguiendo su orden de
rodear el lugar. Los perros ladraban, las vacas los miraban con hierba en los
labios y dientes. Basilio se acercó a una de las puertas y la pisoteó haciéndola
caer hacia delante. El grupo de soldados cambiantes entro apuntando, mirando
por sus cascos, rodearon el camión y se detuvieron al ver el interior vacío. Les
hicieron una señal a Flavio y a Basilio que rápidamente llegaron al lugar. Basilio
levantó sus puños y los golpeó contra el camión.
 ¿Dónde está nuestra droga?
Flavio gruñó las palabras, los cambiantes alrededor de él retrocedieron al ver su
rostro.
 Tommaso, ¿Qué demonios ha pasado?
El cambiante se acercó hasta él, recibiendo un severo puñetazo por su parte en la
cara que le desencajó la mandíbula y cayó al suelo. Se incorporó de medio lado,
colocándose con una mano los huesos bajo su barbilla. Flavio había dejado su
arma en el camión y se colocaba los huesos de los nudillos.
 Lo siento mucho.
Tommaso asintió hacia él, cogió su mano cuando se la ofreció.
 Bien.
Basilio alzó sus manos hacia todos, miraba bajo sus pies, los huecos de la
madera, les hizo seguirlo fuera y comenzó a hacer señales.
“Esos hijos de puta están bajo el suelo”
Hizo señas con su nariz y los demás captaron su idea.
 No quiero que mueran aquí, los quiero en mi maldito sótano.
Gruñó bajo, haciéndoles a todos asentir.
 Pagaréis las consecuencias si muere alguno sin ser torturado.
Los cambiantes le asintieron, Basilio señaló hacia donde estaba el camión.
 Un equipo de soldados tiene que guiar la droga.
Varios de sus soldados alzaron las manos.
 Confiamos en vosotros.
Alzó su pistola y siguió al grupo de cambiantes dentro del lugar, buscaron alguna
entrada escondida. Flavio pisó algo, sintió una separación e hizo una señal hacia
todos ellos. El equipo más preparado de los soldados se colocó alrededor de
aquella entrada, empujando a Flavio y Basilio lejos del peligro. Cuando abrieron
las puertas que daban a unas escaleras largas de madera pudieron ver al grupo de
cambiantes abajo, eran cinco. Un león tiró algo dentro y cerró de nuevo, se puso
encima con varios más, prohibiéndoles salir. Los cambiantes intentaban con
todas sus fuerzas abrir, gruñían. Pero tras un buen rato el ruido de sus voces se
silenció. Sus gruñidos cesaron y volvieron a abrir la puerta, encadenaron a los
cambiantes y los arrojaron al maletero de uno de los coches. Los cambiantes
habían empezado a subir la droga, fardos y fardos pasaban entre sus manos.
Flavio y Basilio también se añadieron a ayudar, más de una hora después los
cambiantes del final de aquel escondite salieron.
 ¡Joder!
Uno de ellos, hermano de Tommaso llevó sus manos a sus propios hombros,
masajeándoselos mientras un hermano de Msoro salía golpeándolo varias veces
en la espalda.
 Estás ya viejo.
Todos alrededor rieron, pero el cambiante solamente gruñó mirándolo,
lanzándose a cogerlo por la garganta, apretándosela, poniéndolo rojo por su piel,
subiendo el tono por las mejillas del cambiante, cubriendo toda su cara.
 Cálmate, me cago en la puta.
Flavio se puso entre ambos, el cambiante que había soltado las palabras apenas
podía respirar, mirando a Basilio que simplemente miraba expectante, esperando
ver sangre, su mirada salvaje se volvió suave al mirar a su hermano, soltó un
quejido y se acercó hacia ellos, cogió a uno de ellos por la camisa y tiró de él,
alejándolo del otro, deteniéndose cuando el cuerpo del cambiante golpeó la
pared.
 Eigil, mírame.
El cambiante seguía enfocado en soltarse de su agarre, haciendo movimientos
bruscos.
 Nino solamente te estaba provocando, os lleváis bien. Queréis criar
juntos cachorros, habéis tenido una vida de mierda, ahora no queréis
joderla, te calmarás, pasaremos éste puto día y conocerás a la hembra que
llevará a tus cachorros en su vientre, todos vosotros la conoceréis.
Tardó, el cambiante no conseguía calmarse, pasó incluso una hora, los
cambiantes a tigres en el coche apilados en el maletero comenzaron a gruñir bajo
sus mordazas. Eigil alzó sus manos, rindiéndose. Basilio lo soltó y Flavio a
Nino, para ver a ambos cambiantes darse un abrazo, viendo los enormes
músculos de sus cuerpos tensándose.
 Vamos.
Gruñó Basilio hacia ambos, el camión se había ido ya con un grupo de coches.
 Todavía tenemos trabajo.
Bastantes horas después…
La sangre desde las manos de Flavio corría por el grifo mientras el cuerpo del
cambiante destrozado por él perdía la vida lentamente. Alzó su rostro, viendo
por la ventana del sótano su lujoso coche llegando a la entrada de la casa, bajó su
mirada por su camisa y frunció el ceño al ver las manchas de sangre. Se la quitó
y se secó las manos con ella, se movió a un armario y abrió la puerta corredera
sacando otra camisa limpia, planchada, de una percha, alrededor de ella había
más de ellas y pantalones, chaquetas o simplemente trajes enteros, si corriera la
pared trasera del armario vería la puerta de una caja fuerte que daba a una
gigantesca habitación llena de dinero, como la del gracioso pato de los dibujos
que saltaba sobre las monedas sin que le sucediera nada, ellos tenían una
escalinata y más dinero del que se pudiera imaginar, apilado en filas y filas de
pales con el dinero envasado al vacío. Los otros cuatro cambiantes tras él se
mantenían en unos calabozos, separados entre ellos, con unas pesadas puertas y
sin iluminación natural alguna, para tratar de volverlos locos sin que supieran en
que día u hora vivían. Basilio gruñó hacia su hermano cuando bajó, viendo todo
el desastre.
 Maldita sea Flavio, ¿Tanto te cuesta no manchar las jodidas paredes?
Flavio torció sus ojos, viendo los salpicones por la pared, había sido un maldito
baño.
 Necesitaremos una jodida manguera a presión para limpiar ese maldito
desastre.
Basilio se detuvo al escucharlo gruñir, pero levantó sus zapatos de más de cinco
mil dólares sobre un charco de sangre.
 ¿Qué puta mierda?, esto es una jodida porquería.
Empujó un ojo del cambiante hacia el cadáver, frunciendo sus labios, sacando su
lengua, asqueado, llevándose las manos al vientre, negando sobre su apetito.
 Aquí el sanguinario psicópata soy yo, Flavio, no intentes ganarme.
Basilio soltó las palabras dolido, viendo a su hermano abrochándose los botones
de la camisa, silbando.
 Encargaré a los chicos que forren las paredes con plásticos.
Varios cambiantes bajaron con una caja, cogieron el cuerpo destrozado del
cambiante y lo arrojaron dentro, pieza a pieza de su cuerpo desmembrado.
 Salir por detrás, no perturbéis a nuestra visita y dejársela en algunos de
sus locales de Harlem, hacerlo rápido, no se les vaya a enfriar antes de la
próxima entrega.
Los cambiantes rieron mientras Flavio y Basilio subían a un ascensor en el que
Flavio se agachó poniendo uno de sus ojos en el lector. La música clásica llenaba
aquel pequeño espacio al que ambos hermanos consideraban jaula, Basilio se
colocó el cabello hacia atrás, intentando que su melena se ordenase de alguna
manera, consiguiendo nada más que verse peor en el espejo, mientras Flavio
mantenía sus ojos cerrados y disfrutaba de la música, moviendo sus manos y
cabeza con el ritmo. Cuando llegaron arriba y abrieron una puerta oculta se
dirigieron desde el hueco de una de las escaleras a la entrada de la casa. La
empleada de la casa los esperaba, sonriendo con su uniforme.
 Tienen a su invitada esperándoles.
Ella sonrió entusiasmada, viéndolos asentirle.
 No le hagamos esperar más.
Mafla, la cambiante, les guio hasta la biblioteca, donde carraspeó llamando la
atención de Patricia, haciéndola volverse.
 Les dejaré solos.
Basilio se adelantó, llegando hasta ella, tocándola con sus manos, bajando su
rostro contra una de sus mejillas, ella se movió para besarlo también, pero
rápidamente sus labios conectaron, él bajó sus manos por su cintura,
acariciándola suavemente, llegando a su falda, subiéndola apenas un poco para
tocar sobre sus medias y braguitas su coño, haciéndola retorcerse hacia atrás.
Flavio se puso tras ella, cogiéndola por las caderas, manteniéndola en el sitio.
Basilio continuó besándola, mientras, Flavio bajaba sus labios por la curva del
cuello de Patricia, escuchándola gimotear con la lengua de su hermano enterrada
hasta la garganta en ella. Basilio tiró de la falda de ella, subiéndola hasta su
vientre, cogió sus medias y dibujó el borde con sus dedos, tocando su piel. Bajó
su toque dentro de ellas y llegó hasta sus labios, sobre sus bragas, ella se retorció
al sentirlo pulsar, pero no lo hizo detenerse, lo rodeó por el cuello con los brazos
y se inclinó hacia atrás contra el cuerpo de Flavio. Basilio soltó sus labios y
marcó la piel de una de sus mejillas, continuó un rastro de besos por el otro lado
de su cuello donde no estaba su hermano Flavio y mordió ligeramente su piel,
sintiéndola estremecerse, sus bragas se empaparon y él no dudo en intensificar
su toque, dibujando su entrada, jugueteando con su delicada piel hasta sentirla
casi correrse, pasó su rostro de lado a lado por el de ella, respirando su
excitación, alimentándose de ella.
 Dejémoslo para más tarde.
La observó parpadear, poniendo sus ojos sobre él ya que los había mantenido
cerrados, Flavio tiró de ella, llevándola hacia las escaleras, subiendo por ellas
hasta la primera planta, enseñándole el primer dormitorio, dejándola entrar y
admirar las paredes verdes pálidas adornadas con bonitos adornos dorados.
Basilio sonrió apoyándose en el marco de la puerta, al verla mirar alrededor,
viendo los caros muebles, la gigantesca cama de sábanas negras, el lujoso cuarto
de baño.
 Jefe.
Él se incorporó volviéndose para mirar a Romero, hermano de Tommaso, junto a
Rico, hermano de Román.
 El cargamento ha llegado, están adulterando la droga.
Basilio asintió hacia ellos.
 Los chicos de los casinos se quejan de que han perdido clientela en la
ciudad, que se están colocando en Harlem.
Flavio miró hacia ellos, mientras Patricia entraba al baño para mirar el váter, el
lavamanos y la bañera con brillos dorados.
 ¿Recibieron el paquete?
Los cambiantes le asintieron.
 Todavía no se han comunicado con nosotros.
Basilio asintió viendo a Patricia volver al cuarto, viéndola admirar el vestidor
contiguo que se comunicaba con otra habitación preparada para bebés.
 ¿Qué piensas Basilio?
Él no dijo nada por un largo tiempo, inclinado en la puerta, con los brazos
cruzados y una mano bajo la barbilla.
 Parece que a esos tigres no les importa perder a más de los suyos,
¿Habéis ido a cobrar a los últimos deudores?
Román asintió sacándose una pequeña libreta del bolsillo.
 Msoro eliminó a cinco humanos y destrozó varios huesos de unos diez
hoy.
Basilio se encogió de hombros.
 Enteraron de los clientes que han decidido elegir los locales de esos
tigres y convencerlos si hace falta con crudeza de que tienen que seguir
viniendo a los nuestros.
Se incorporó pasando por el vestidor, viendo a Patricia en el dormitorio contiguo
donde había un dormitorio infantil compuesto por un gran cambiador con
cajones, una extravagante bañera y un enorme armario ocupando una pared
lejana. Basilio sintió su pecho doler, allí podría haber ya un puñado de cunas,
niños revoloteando por doquier.
 Nosotros dormimos arriba.
Flavio la hizo seguirlo, subiendo de nuevo, llegando al enorme dormitorio con
una enorme cama, separado por otro gigantesco vestidor de otro dormitorio. Ella
se encaminó hacia el balcón, salió fuera cuando Flavio abrió la puerta y ambos la
siguieron mirando los edificios cercanos mientras ella disfrutaba de las vistas.
Basilio tenso miró hacia los reflejos de los cristales, torciendo sus ojos hacia
abajo parpadeó.
 No te gustan las alturas.
Él sonrió al ver que Patricia no preguntaba, lo que de verdad no le gustaba era
tenerla allí, con tantos enemigos capaces de cualquier cosa por hacerles daño.
 Vamos dentro.
Le ofreció su mano y la hizo seguirlo al siguiente piso, todo era de cristales
gruesos, cualquiera que disparase un arma, aunque fuera un maldito misil contra
el material no conseguiría nada. Mafla había colocado una mesa en el centro del
lugar con sillas bonitas, un jacuzzi humeando en una esquina con un cubo
cargado de hielo y champan.
 ¿Quieres darte un baño mientras pedimos algo para cenar?
Ella se encogió de hombros.
 No traje bañador.
Flavio alzó una de sus cejas, movió su rostro de manera graciosa y curvó sus
labios haciendo a un hoyuelo en su barbilla aparecer.
 Puedo dejarte un calzoncillo.
Basilio gruñó hacia su hermano.
 Tú podrías prestarle una camiseta.
Flavio negó hacia su hermano al verlo dudar.
 Ella no querrá enseñarte sus pechos Basilio.
Vieron que Patricia los miraba hablar entre ellos cuando empezaron a discutir
con su posible modestia, entre ambos comenzaron a empujarse y reñir
despistándose de ella.
 Eres idiota, ¿Por qué no querría enseñarme sus pechos?
Basilio prácticamente rugía.
 Porque los humanos tienen vergüenza.
Flavio le contestó mientras empujaba contra su pecho con sus manos.
 ¿De enseñar sus tetas?
No se dieron cuenta de que se quitaba la camisa de vestir y la falda, se sentaba
en el jacuzzi para quitarse las medias y metía dentro hasta que el ruido del agua
les hizo volverse. Ella sonrió viendo a aquellos dos enormes cambiantes
mirándola boquiabiertos, estaba torcida hacia ellos, apoyada en el borde del
asiento que había elegido, con los brazos alrededor del respaldo.
 ¿Entonces qué pasará cuando lama su coño? Porque pienso hacerlo y
mirarlo, mucho.
Agradecida por el conjunto que había elegido sintió sus mejillas arder mientras
Basilio terminaba su oración prácticamente sacando su regordeta lengua delante
de su hermano, haciendo movimientos circulares con ella, hablando como un
dibujo que era un gracioso gato con un apetito voraz por comerse al pollito,
intentó no reír al ver a los dos hablando como adolescentes llenos de hormonas y
testosterona, salvo que ellos medían algo más de metro noventa y ocho y tenían
unas manos y pies enormes.
 Quizás podría bañarme con mi ropa interior, supongo que tendréis
secadora.
Ambos hermanos se observaron unos instantes, mientras Patricia aguantaba el
impulso de morderse los labios al ver sus paquetes mientras bajaban sus
pantalones de vestir, se llevó una mano a los labios al ver que iban en comando.
Pero ambos le dieron la espalda, dejándole ver sus prietas nalgas, sus tatuajes y
cicatrices, cuando se quitaron las camisas, pudo ver el destello de algo, era un
arnés o algo así. Pero se movieron con rapidez.
 ¿Por qué tengo que ponerme un puto bañador?
Flavio resopló escuchando a su hermano, viéndolo quejarse al subirlo por su
cintura.
 Me hace daño, ¡Joder!
Se pusieron bañadores, pero Basilio aunque terminó de subirselo se quedó de
espaldas a ellos, allí parado demasiado tiempo. Flavio entro en el enorme
jacuzzi, llegando cerca de ella, escuchando a Basilio gruñir enfurecido mientras
tiraba del frontal del bañador.
 Nos agobia mucho la ropa.
Ella sonrió mirando a Basilio moviendo sus piernas, agachándose, se torció
ligeramente y ella vio de medio lado su polla. Quedándose sin aliento, sus labios
haciendo enorme círculo. Nerviosa se volvió, mirando hacia la ciudad, ni
siquiera la temperatura del jacuzzi calentaba su cuerpo. Flavio se acercó a ella,
llegando con las yemas de los dedos de una de sus manos a uno de sus muslos,
Patricia torció sus ojos hacia él, viendo pasar a Basilio detrás de él, viéndolo
alzar una pierna, pudiendo apreciar su polla tiesa, subiendo por uno de sus
muslos, una de las manos de Flavio cogió su barbilla y la hizo mirarlo.
 Respira.
Ella asintió mirando hacia Basilio, viéndolo abrir sus brazos, poniéndolos en el
borde del jacuzzi, los músculos de sus brazos se tensaban, los de sus pectorales y
sus hombros tiesos como los de un toro.
 Basilio es inofensivo.
Éste sonrió de manera pícara. Se incorporó en el jacuzzi, gateando hacia ella
sobre las yemas de sus dedos y de sus pies y se paró cerca de su rostro,
mirándola fijamente a los ojos.
 ¿Qué te incomodó?
Ella simplemente lo miraba, viendo sus rasgos, su mandíbula, sus barbas y pelo
largo rubio.
 Dímelo pequeña.
Tragó, bajando la vista por la garganta de él, viendo las gotas de agua cayendo
por su piel.
 Eres grande.
Basilio soltó una carcajada, incluso se movió para atrás y alzó su cabeza para
reír, dejándole ver sus tatuajes, ella subió sus manos, sacándolas del agua y llegó
con las yemas de sus dedos a las estrellas tatuadas en sus pectorales.
 ¿Por qué las estrellas?, pensaba que eran una moda.
Él negó, apretando los dientes al sentir su toque, se incorporó más sobre ella,
sintiéndola subir sus dedos por su cuello, llegó con sus labios hasta los de ella y
la besó, soltando un gruñido ansioso, tocando con sus dedos la cintura de ella,
sintiéndola ponerse tensa. Separó sus labios de los de ella ruidosamente y pegó
su frente contra la de ella.
 Nunca te haré daño, mis estrellas significan que nunca me arrodillo ante
nadie y aquí me tienes, de rodillas ante ti.
Olisqueó en su piel, pegando su nariz en una de las mejillas de ella, pasándola
por ella, pasando su cara con sus barbas ásperas por su piel. Haciéndola soltar
una carcajada mientras lo sujetaba por el cuello, ronroneaba cuando se apartó y
la miró con las pupilas de sus ojos ampliadas.
 ¿Qué te apetece cenar?
Ella parpadeó, su rostro tan cerca del de él que podía sentir su cálido aliento
golpeándola.
 Cualquier cosa, lo que os guste.
Él alzó una ceja rubia, haciéndola reír, se quedó de nuevo rígida al sentirlo bajar
su rostro contra la curva de su cuello. Él respiró su aroma, besó su piel
haciéndola estremecerse.
 No llegas hasta tu coño, así que elije algo que puedas meterte en la boca
antes de que me tome tu postre.
Ella se mordió los labios y él subió una de sus manos hasta su barbilla,
sujetándosela, se incorporó y la besó de nuevo. Pasó sus manos tras ella y la
cargó en sus brazos, la volvió sobre él y le abrió las piernas para sentarla a
horcajadas sobre él. Subió sus brazos y los puso en el borde del jacuzzi, el agua
caía de sus brazos hacia fuera, vertiéndose hasta el suelo.
 Tócame, hazme lo que quieras, no me moveré.
Flavio se posicionó tras ella, pasó sus brazos por su cintura.
 Vamos, estás tan tensa que tendrás mañana dolores en todos tus
músculos.
Ella asintió subiendo sus manos por los abdominales de Basilio, subió por sus
pectorales y rasgó con una de sus uñas en uno de sus pezones, haciéndolo jadear
y a su piel erizarse.
 Continua.
Basilio la instó, mientras Flavio subía su toque por el vientre de ella, llegando a
sus pechos, haciéndola apretarle las manos con sus brazos. Flavio subió su boca
hasta la oreja de ella y tas morderla ronroneó.
 Tranquila, sólo quiero ayudarte.
Cogió sus pechos, cargándolos entre sus dedos, subiendo sus dedos hasta sus
pezones, acariciándolos, sintiendo a su piel suave erizarse y a sus pezones
tensarse como guijarros. Basilio la sujetó por una de sus muñecas mientras que
con su otra mano se bajaba el bañador, la guio hasta su polla y al tocar las puntas
de sus dedos su sensible piel soltó un gruñido. Pero no le permitió soltarse de su
toque, la sujetó con su otra mano e hizo que le rodeara todo su tamaño.
Contempló su rostro sorprendido mientras lo apretaba en toda su envergadura,
sintió su polla vertiéndose ligeramente, mezclándose sus fluidos con el agua y su
mente divagó como la de un neandertal mientras ella se la apretaba tratando de
unir sus dedos, arrastrándolos de arriba hacia abajo y de vuelta mientras él
trataba de respirar entre los dientes. Había tenido muchas pajas, mamadas, pero
el toque de Patricia no tenía punto de comparación a ninguno. Ni siquiera el de
la primera mujer que había compartido con su hermano, una prostituta de lujo
que les habían pagado sus padres. De la que habían aprendido muchas cosas,
como que no a todas les gusta tragarse sus mierdas, pero fingía, sabía engañar a
los hombres, pero no a ellos. Hizo tan bien su papel que ambos volvieron a
repetir con ella cuando aprendieron demasiado, le dieron la follada de su vida.
Bajó de nuevo su mano y cogió la de ella, haciéndola detenerse cuando pulsaba
con la yema de uno de sus dedos por el frenillo, dibujándolo hasta su punta.
 Detente, continuaremos después de la cena.
Flavio salió antes que ellos, cogiendo su teléfono que vibraba sin parar desde
hacía un rato.
 ¿Qué sucede?
Alzó una de sus manos hacia Basilio y se movió hacia las puertas de salida,
cerrando tras él.
 Flavio, ¡Aquí!
Gruñó un cambiante abajo, se asomó por la barandilla y miró hacia abajo.
Volviendo sus ojos hacia su hermano, viéndolo sentado junto a Patricia en la
mesa aplastó el móvil con sus dedos. Se puso una bata negra y bajó sin
preocuparse de calzarse, los pies se le iban secando por el camino hasta que
llegó delante del grupo de cambiantes. Viendo al chofer del camión con ellos,
con la cabeza tan agachada que debía dolerle, olía a miedo.
 Los olvidados me han dado un mensaje para ustedes.
El humano tenía un ritmo cardíaco demasiado alto.
 No quieren que vuelvan a pasar sus cargamentos por sus carreteras u
autopistas.
Flavio miró a sus soldados incrédulo.
 ¿Era una amenaza?
El hombre se encogió de hombros.
 Un aviso señor.
Poniendo sus manos en puños miró hacia arriba y negó a su rugido.
 Nos cortaron el paso como veinte vehículos, tendríamos alrededor de un
ejército de ellos a nuestro alrededor agazapados a las sombras. Pero no
nos atacaron, nos dejaron salir de sus territorios, hasta casi llegar a Las
Vegas.
Flavio respiró con fuerza.
 Voy a tener que hablar con esos malditos olvidados en persona.
Alzó una de sus manos que rápidamente recuperó el color después de estar tanto
tiempo en tensión.
 Tengo una cita importante esperándome, localizar cualquier debilidad de
los olvidados, tenemos muchas cosas que hacer y no pienso perder un
momento más con esto.
Sujetándose a la barandilla de las escaleras comenzó a subir lentamente, su
mente divagaba demasiado.
 Necesito el contacto del cabecilla de los olvidados y toda la maldita
información que obtengáis en nuestro despacho cuanto antes.
Un cambiante carraspeó haciéndolo detenerse, dejándolo fijarse en su rostro.
 ¿Qué piensa hacer si no cooperan?
Flavio hizo un movimiento rápido, llevándose a su propia garganta su dedo
índice y el corazón, señaló al cambiante y gruñó haciendo a sus ojos tornarse a
un amarillo profundo.
 No dejaré a ninguno con vida si es necesario.
Subiendo las escaleras su mente divagaba. Demasiados enemigos, la droga que
habían llevado hasta Las Vegas no aguantaría más de un mes, enviaban un par de
camiones hasta allí al mes. Miró a Patricia dentro de aquel bonito lugar junto a
Basilio y su corazón palpitó con fuerza. Se deslizó entre las sombras, viéndola
junto a su hermano sonriente, mientras él cogía algo de un recipiente, arroz y se
lo acercaba a los labios. Sus ojos recorrieron el cuerpo de ella, con su ropa
interior, sus lonchitas bajo su sujetador, sus grandes nalgas y sus muslos gruesos.
Tenía el pelo mojado pegado por algunas zonas de su espalda. Ella torció sus
ojos hacia la puerta por la que él había entrado, no lo había visto, quizás, ¿Lo
añoraba?, se acercó hasta ella y bajó sus labios cerca de una de las mejillas de su
delicada piel morena, la besó y ella se sobresaltó y volvió su rostro para mirarlo.
 ¿Qué tal la comida Tailandesa?
Ella tenía una cuchara con arroz frito y cangrejo en la mano, la llevó hasta sus
labios y alzó su dedo pulgar, él sonrió dejándose caer en una silla cercana tras
quitarse la bata, cogió una brocheta de ternera, piña, cebolla, pimientos y chile
de una gran pila de ellas y la llevó hasta sus labios, después agarró dos de pollo
satay, continuaron, diciéndole que probara la ensalada de cerdo, la sopa de
ternera, la ensalada de gambas y arroz o los noodles.
 Los panes dulces rellenos son mis favoritos.
Gruñó Basilio llevándose un pan con relleno de algo verde a los labios, ambos
sonrieron ante la comodidad de ella con ellos. Cuando terminaron ella golpeaba
con las palmas de sus manos sus propios muslos, mantenía la mirada baja. Flavio
rodeó con una de sus manos una de ella, sintiendo su tacto tibio, viendo su piel
tostada, cuando ella alzó sus ojos le sonrió pícaramente.
 No estés nerviosa.
Tiró de ella, haciéndola seguirlo, salieron de allí, bajaron a un gran dormitorio y
la entró junto a él en una enorme ducha. Basilio se adentró junto a ellos,
manteniendo una distancia, viendo lo nerviosa que estaba. Flavio accionó la
ducha y comenzó a caer agua en forma de lluvia intensa desde el techo, Patricia
se sobresaltó y sonrió mirando hacia arriba, viendo los puntos abiertos en el
techo, Flavio la ayudó a desnudarse de la ropa interior que llevaba puesta, le
llamó la atención su mata de vellos entre sus muslos y sonrió acercándose a ella,
rodeándola con sus brazos, recorriendo su espalda con sus manos, respirando su
aroma sobre su cabeza. Basilio cogió un bote de champú aunque era de ellos y se
vertió un poco en la mano, torció sus ojos hacia Patricia, sintiendo su mirada, le
dijo que iba a lavarle el pelo.
 Creo que con esa cantidad no te llegará.
Bajó sus ojos ámbar por ella, viendo el pelo negro pegado por su espalda
morena, bajando hasta prácticamente la raja que separaba sus nalgas y sonrió
vertiendo más cantidad en su mano. Cuando terminó de enjugarle se lavó a sí
mismo bajo su atenta mirada y Flavio se quedó lavándose, mientras él sacaba a
Patricia fuera. Se hizo un churro en el pelo cuando la sentó en una banqueta de
plástico y se volvió hacia ella con una toalla blandita que la hizo suspirar. La
secó y tras desnudarla se movió con Patricia, fuera de allí, bajando las escaleras
hacia su dormitorio, abriendo la puerta con la mano bajo la espalda de ella.
Aguantándose un gruñido al ver las luces de la calle iluminando el dormitorio, se
movió hasta la cama, poniéndola en el centro y se apartó, la cama era semi
redonda y no dudó en apartarse para verla cubriéndose con un brazo sobre los
pechos y con el otro, cerrando sus muslos se cubrió su mata de vello. Su
hermano llegó y se puso al otro lado de la cama y ambos subieron una de sus
rodillas a la cama, Flavio en su lado, el izquierdo y Basilio manteniéndose en el
izquierdo. El pecho de ella subía y bajaba con rapidez y su pulso latía demasiado
rápido. Flavio subió una de sus manos por el pie cercano de ella a él, subió su
toque hacia su muslo y lentamente se dejó ir cayendo en la cama, sus ojos fijos
en Basilio unos instantes. Sería difícil conseguirla, Basilio se tumbó a su lado,
sintiéndola quedarse rígida, pero él no se movió, al contrario se inquietó al sentir
su mano sobre su pecho. Sintió una descarga ante el simple toque de dedos
suaves, juraría que jamás había sentido algo igual, subió su mano contra la de
ella y presionó en su muñeca, a pesar de saber y sentir su latido bajo las yemas
de sus dedos.
 No sé qué queréis, yo no creo poder complaceros.
Basilio soltó un siseo, subió uno de sus brazos por el de ella y la cogió por la
barbilla para hacerla mirarlo, pero ella apenas veía sombras de su rostro, sus ojos
y dientes.
 Que estés aquí, solamente eso nos complace.
Ella tragó, escucharon el castañeo de sus dientes y ambos fruncieron sus labios.
Basilio mantuvo su mano junto a la de ella, ayudándola a recorrer su cuerpo,
haciéndole agradecer los malditos esfuerzos que hacía en el gimnasio, las uñas
de ella rozaron entre la separación de piel de sus abdominales. Movió su otro
brazo, haciendo prácticamente magia sobre ella y la sintió quedarse sin aliento al
rozarle uno de sus pechos. Flavio se mantenía con la caricia en el muslo de ella.
Subió rozando su muslo hasta llegar a su vello íntimo, ella se movió con tanta
fuerza que golpeó a Basilio con las rodillas en sus huevos y él se volvió
soltándola, sujetándoselos y tratando de no gruñir para tratar de no asustarla.
Flavio trató de despistarla, pero ella movió su mano, buscando su contacto y
rozó su espalda, sintió de nuevo a Flavio, subiendo su toque sobre su mata de
pelo íntimo y se contuvo de moverse, pero temblaba demasiado.
 ¿Nunca te tocaron de manera íntima?
Al ver que ella no contestaba volvió a intentarlo.
 ¿Pequeña?
Iba a decir su nombre, pero ella negó con la cabeza, haciendo a su pelo
removerse delante de su rostro. Basilio se volvió hacia ellos, todavía apretaba los
dientes y respiraba entre ellos, arrastró una de sus manos sobre su rostro,
apartándole el pelo de la cara y sonrió con algo como de dulzura que sorprendió
a Flavio. Pero, apenas le duró un segundo cuando torció sus ojos hacia Flavio,
mirándolo de manera asesina.
 No te dañaremos, queremos darte placer.
Ambos hermanos dudaban de que ella alguna vez hubiera sentido placer al estar
con su ex marido. Los dos cogieron sus manos y las pusieron sobre sus pechos,
dejándola acariciarles. Subieron sus manos, ellos por su vientre, sintiéndola
contener el aliento, los dos subieron sus toques sobre sus pechos, sintiendo la
suavidad de su piel delicada, subiendo más hasta rozar sus pezones, sintiéndolos
erizarse.
 Patricia, vamos a comerte los pechos si nos lo permites.
Las últimas palabras le costaron tanto decirlas a Basilio que hizo sonreír a Flavio
mientras se acercaba al oído de ella y susurraba un por favor. Ella asintió y
ambos bajaron sus labios contra los pechos de ella, sintiéndola respirar
entrecortadamente. Los dos sacaron sus lenguas entre sus labios y lamieron sus
pezones, dibujándolos mientras ella bajaba sus manos por pectorales de ellos,
tocando sus abdominales, dibujándolos con sus dedos. La escucharon gemir y su
cuerpo se relajó, se destensó y ambos movieron sus manos sobre la piel de ella,
bajándolas de sus pechos por su vientre, llegando lentamente a su ombligo
mientras chupaban y mordisqueaban sus pezones, sintiendo el olor dulce de sus
jugos entre sus muslos. Basilio soltó su pecho, para subir sus labios por su piel,
llegando por su cuello hasta su oreja, mordiéndola.
 Voy a devorarte.
Ronroneó sintiéndola jadear su nombre, mirándola, viéndola retorcerse alzando
su pecho contra Flavio, rodeándolo con sus brazos. Abriendo sus muslos,
rozándolos entre ellos, tratando de auto complacerse para llegar al codiciado
orgasmo como fuera. Basilio bajó su mano más, enterrándola entre los muslos
temblorosos de ella, sintiendo que perdía la poca fuerza que tenía alrededor de su
mano cuando él bajó hasta su agujero enterrando un poco su dedo en su interior,
mordiéndose los labios con sus afilados colmillos, subiendo su toque
ligeramente hasta la protuberancia latiente de ella, haciendo un ligero
movimiento sobre su clítoris, bajando sus labios lentamente hasta su pezón
cercano a él y mordiéndolo, para sentirla comenzar a tener espasmos. Los
gemidos de ella se intensificaron, pero ellos continuaban chupando de sus
pechos y Basilio no se detenía con su mano sobre el clítoris de ella. Las
delicadas manos de Patricia bajaron hasta rodear sus pollas y las apretó como
pudo, haciendo que ambos gruñeran de placer al sentir su contacto. Ella
comenzó a bombear sus pollas, Flavio soltó su pezón y subió sus labios contra
los de ella, para atacarlos mientras Basilio también subía con besos lentos hasta
tocar su mejilla con sus labios, ligeramente ella soltó a Flavio y se volvió hacia
Basilio, atacándolo con sus labios, haciéndolo gruñir, mientras él continuaba
haciendo círculos contra el clítoris de ella. Aguantando su pulso contra los
movimientos de sus caderas, sus manos contra sus malditas pollas,
bombeándolas, haciéndolas verterse ligeramente sobre sus piernas. Ella aumentó
su ritmo al sentir que se venía de nuevo y ambos hermanos gruñeron, Basilio
bajó el movimiento de su dedo, rugoso y dolido, pero lo hizo, disfrutando de
ella, de su placer, besándola en los labios, atrapando sus jadeos, gemidos y
gozos. Alimentándose de ellos mientras ella trataba de darles placer a ambos con
sus manos, sin dejarles entender a ellos como un ligero toque de sus manos les
hacía prácticamente morirse por que siguiera. Flavio comenzó a mover sus
caderas poniendo su mano libre bajo el pecho cercano a él de Patricia, apretando
su pezón y Basilio aumentó sus movimientos con su dedos, comenzó a follarse
también su otra mano y cuando comenzaron a correrse enterró dos de sus dedos
en el coño de Patricia, sintiendo lo apretado, pero no se detuvo y apretó con sus
dedos de arriba hacia abajo su punto G, haciéndola gritar de placer mientras
ambos se corrían por sus muslos y vientre, sobre su mata de vello íntimo y
bajando por allí hacia su coño. Basilio sacó su mano de ella y llevó sus dedos a
su boca, lamiéndolos, chupándolos, gruñendo de manera salvaje, apretó sus ojos
para tratar de calmarse, pero apenas los abrió porque ella había soltado su polla
que aún seguía tiesa. La observó subir su mano por su vientre sucio por sus
semillas y ronroneó al verla con los dedos pringados de su semen en sus labios,
la miró sin parpadear, viéndola sacar su lengua rosada y lamer, malditamente
probándolo.
 ¿Te ha gustado?
Flavio ronroneó cerca de la oreja de ella, haciéndola sonreír y asentir, la besó
cerca de una de sus cejas, mientras Basilio volvía con una toalla en las manos.
Limpió su piel morena manchada a regañadientes, tiró la toalla lejos y se dejó
caer junto a ella, pasó una de sus manos sobre el vientre de ella y tiró
acercándola a su cuerpo, poniéndola pegada a él, para levantarle el pelo y besarle
el cuello, tocando su cadera, subiendo su toque por su piel, sentido como se
tensaba. Flavio frente a ellos sonreía con una mano estirada, con sus dedos
dibujando uno de los pechos de ella, se incorporó ligeramente sobre ella y tocó
con sus labios la punta de su brote, Basilio le siseó al sentirla pegarse contra su
cuerpo tratando de perder el contacto de su hermano, subió una de sus manos por
la espalda de ella y presionó en un punto rígido de sus músculos.
 Tendrás dolor en tu cuerpo si sigues así.
Ella asintió con un movimiento de su cabeza y él subió sus manos para enredar
su cabello en un puño, se movió de manera graciosa y cogió de la mesilla un
coletero, le enredó el pelo en un churro y sonrió besando su piel sensible tras su
cuello, continuó hacia abajo, por su espalda y sus nalgas, mordiendo cuando
deseaba su piel mientras Flavio trataba de abrirle los muslos, pero Patricia hacía
demasiada fuerza.
 No puedo.
Gimió torciendo su rostro contra el de Basilio, enterrándolo entre su cuello y
rostro.
 Es muy íntimo.
Basilio sonrió bajando su rostro contra una de sus mejillas, besándola, bajó uno
de sus brazos detrás de su muslo, tirando de su pierna, alzándola y Flavio bajó,
enterrando su cara entre sus piernas, llegando con sus labios hasta su clítoris,
sorbiendo ruidosamente, haciéndola bajar sus manos hasta su pelo rubio largo y
enredando sus dedos por allí, tirando.
 ¡Ah!, Dios mío.
Le salió como un jadeo, Flavio enredó uno de sus brazos en el muslo de ella,
tocando con las yemas de los dedos de su mano su nalga, acariciándola mientras
dibujaba con su lengua sus pliegues, cada pedazo de piel íntima de su coño hasta
llegar a su agujero y enterrarse en su interior haciéndola retorcerse contra los
brazos de Basilio, mientras él, Basilio, sujetaba sus pechos y apretaba sus
pezones ligeramente cuando le apetecía. Flavio enredó con el dedo pulgar de una
de sus manos en la vagina de Patricia, cogiendo crema y bajó su dedo hasta su
ano y dibujó su piel apretada.
 Algún día te tendremos los dos.
Presionó Basilio tras ella las palabras cerca de su oído, haciéndola estremecerse
antes de sentir sus labios contra la piel tras su oreja.
 Sin sentirte obligada, Patricia, esperaremos.
Ambos apretaron sus toques contra ella al sentirla alcanzar un pico alto, pero
Flavio no se detuvo. Continuó follándola con su boca, chupando de su clítoris,
follándose con su lengua su agujero apretado, haciéndola volver a venirse.
Patricia trató de cubrirse los labios con una mano, pero Basilio la sujetó por la
muñeca y tiró.
 Grita, libérate.
Ella se mordía los labios.
 Que todo el mundo sepa lo dichosa que te sientes.
Un intenso remolino la inundó, sollozó, sus labios se agitaban mientras sus ojos
comenzaban a ponerse en blanco y sus dedos de los pies se estiraron mientras se
corría comenzando a perder la consciencia hasta caer entre los brazos de ambos
profundamente dormida. Basilio alzó sus ojos a través del cuello de ella,
respirando su aroma mientras ronroneaba con una sonrisa gatuna juguetona.
 Creo que es la primera vez que hacemos el amor, no estamos
acostumbrados a esto.
Flavio temblaba de deseo, agitaba su cabeza. Se levantó y acercó a una mesa con
dos sillas cómodas, abriendo un ordenador portátil que apenas un maldito CEO
podría permitirse. Torciendo sus ojos hacia Basilio apenas podía mantener su
rostro sereno mientras volvía a mirar el ordenador, accediendo al correo tras
encenderse.
 Los cambiantes nos han mandado un correo.
Basilio se separó de Patricia, se levantó viéndola moverse en la cama y abrazarse
a las sábanas, poniéndose de lado con los pechos cubiertos.
 Piden nuestra colaboración con los nuestros de Chicago para conseguir a
una hembra humana.
Flavio se apartó ligeramente, dejándole leer el correo.
 Nada de ruegos, solamente un maldito mandato.
Basilio habló con los dientes apretados, pulsando en el ordenador para abrir la
foto adjunta.
 ¿Es ciega?
La mujer estaba sentada en una mesa junto a cuatro humanos y uno más que
debería ser su marido quien la mantenía entre sus brazos en el asiento doble que
habían cogido. Basilio pulsó otra imagen y otra, dejándole a Flavio ver que era
cierto por donde tenía la mujer puesta su mirada cuando el resto de los hombres
hablaban.
 Por lo que se ve viene a operarse.
Flavio continuó viendo el escrito que seguía.
 ¿Los hermanos osos y los orcas han desaparecido?, ¿Cómo demonios
pueden desaparecer un puñado de cambiantes con el tamaño de un
maldito ropero cada uno sin más?
Basilio gruñó, pero rápidamente cerró sus labios al ver a Patricia removerse en la
cama.
 Supongo que por eso quieren nuestra ayuda, nos han mandado planos
del hospital en el que estará la hembra humana.
Basilio dudó incorporándose.
 Seguramente quieran que les hagamos el trabajo sucio, que molesten a
los malditos tigres.
Al ver una de las cejas de su hermano alzada sonrió y se apartó caminando
lentamente hacia la cama.
 Los tendríamos ocupados, con la guardia baja.
Flavio resopló.
 Podríamos liberar al resto de los suyos que tenemos abajo, Logan me
mandó un mensaje pidiéndome que por favor los liberase hace apenas una
media hora.
Basilio puso sus manos en su cintura, desnudo, con la polla prácticamente
golpeándole el bajo vientre mientras miraba a Patricia.
 Destrozaste tanto al anterior que ni te preocupaste de sus putos órganos
para el mercado negro.
Flavio se cruzó de piernas y se llevó las manos a la cara, pasándolas de arriba
hacia abajo, cuando se apartó de su asiento miró hacia su hermano, había tirado
de la sábana que cubría a Patricia y ahora se quedó quieto, viéndolo trepar sobre
ella lentamente, hasta acabar sobre ella, bajando su rostro contra el de ella,
pegando su nariz contra una de sus mejillas, haciéndola removerse y abrir sus
ojos.
 Hola.
Él sonrió travieso, moviendo sus caderas y sus respingonas nalgas, haciendo a
los músculos le su espalda agitarse mientras bajaba su boca contra la de ella,
mientras que Patricia no se movía de su postura. Basilio subió uno de sus brazos
por uno de sus muslos, por su cintura y la quedó allí, siguiendo con su beso
mientras ella comenzaba a quedarse sin aliento hasta que ambos se detuvieron
jadeosos.
 Hola preciosa.
Pulsó su enorme mano en la cintura de ella, haciéndola ponerse boca arriba y
bajó su mano, enterrándola entre los muslos de Patricia, acariciándole los
sensibles labios. La miró a los ojos y sonrió bajando sus labios hasta uno de sus
pechos, siguió el movimiento de ella y gruñó al sentir el toque de su pequeña
mano humana contra su espalda, pasando sus dedos contra su carne,
presionándolos.
 ¡Oh mí! Basilio.
Él sonrió, los pies de ella clavándose en el colchón, enredándose en las sábanas
mientras abría sus muslos temblorosos, enterró su dedo corazón en su canal y
ella gimió de placer, trataba de decir cosas, pero apenas le salían murmullos. Se
corrió y Basilio pegó sus labios a los de ella, tragándose sus grititos de placer,
alimentándose de ellos, ella tenía espasmos, seguía el movimiento de su mano,
mientras él hacía círculos con el dedo gordo de su mano sobre su clítoris.
Cuando sintió que ella trataba de hacerlo apartarse pulsó con dos de sus dedos
dentro del coño de ella, frotando su punto G, mandándola a otro ataque de
placer, se sujetó con ambas manos a él, apretando sus dedos contra su carne,
haciéndolo gruñir mientras levantaba su rostro, viendo la piel de su cuello
perlando sudor, la de su frente y no le importó bajar la suya contra la de ella,
abrió sus labios viéndola gemir sus últimos golpes de placer y cuando parpadeó
sus pupilas estaban tan dilatadas que apenas el marrón de sus ojos era visible.
Ella bajó su rostro y atacó sus labios haciéndolo gruñir, subir sus manos y
abrazarla contra su cuerpo, el rostro de ella estaba enrojecido, resoplaba tratando
de recuperarse y seguía manteniéndolo abrazado, sus brazos temblaban.
 No pensaba que iba a ser así.
Ella se acurrucó contra su pecho y su cuello, poniéndose ligeramente sobre él
cuando se dejó hacer de lado a su cuerpo. Él quería gruñir, exigirle saber porque
su marido no la había complacido como merecía.
 ¿Por qué? Eres adulta y sana, ¿No tuviste relaciones nunca?
Torció su rostro, mirándola, pero ella mantenía su mirada baja, viendo en la
penuria sus dedos en el pecho de él, acariciando su piel dura y cicatrizada,
dibujando con ternura su piel, pero no le contestaba, por lo que él tuvo que
mover una de sus manos contra la de ella y sujetarla por la muñeca, solamente
rodeándola con su mano.
 Patricia.
Ella asintió alzando sus ojos, alzó una de sus piernas, pasándola sobre una de él,
sintiéndolo aprisionarle con la otra suya.
 Tengo un hijo, estuve casada. Pero no podía hacerlo sin que me doliera,
apenas nos acostamos unas veces antes de que le dijera que no a mi
marido.
Basilio tenía un brazo bajo ella, sus dedos comenzaron a llenarse de pelos y sus
uñas comenzaron a afilarse, clavándose en el colchón mientras la escuchaba.
 ¿Te obligó?
Ella negó y él torció sus ojos hacia Flavio asintiendo, viéndolo bloquear su
teléfono que apenas mantenía iluminado.
 No, solamente me hizo creer que yo no podía sentir, que era fría.
La soltó y ella volvió a acariciarlo, bajando su mano por su piel hasta llegar con
sus dedos a su polla, rodeándola con su mano.
 Jamás sentí deseo por mi marido, nunca quise estar con nadie.
Acarició lentamente su piel, cogiendo crema de su punta, empapando su tamaño,
sus mejillas se tiñeron ligeramente de nuevo.
 Ahora siento deseo de ti y de Flavio.
Él gruñó al sentirla mover su mano hasta sus huevos, cargándolos.
 Quiero probarte y saber si ésta maldita cosa sabe a almizcle como dicen
los libros.
Lágrimas brillaban en sus ojos y él acercó sus manos hasta su rostro, la sujeto y
acercó sus dedos gordos a sus mejillas, limpiando sus lágrimas.
 Llorar es para débiles y tú no lo eres pequeña.
Ella asintió, soltó su miembro y pasó su mano por la cadera de él, manteniéndose
abrazada.
 Duerme.
La mantuvo entre sus brazos, recorriendo su piel con sus dedos, viéndola
erizarse y a ella estremeciéndose, mantuvo su nariz pegada a su cabeza,
respirando sobre su cabello su aroma hasta que sintió el pulso de ella calmarse
lentamente y se durmió. Después se incorporó de la cama y llegó cerca de
Flavio, mirando hacia afuera, viendo los edificios poco iluminados.
 Salimos en unas horas hacia tierra de los olvidados, tenemos que pensar
que haremos con los tigres que tenemos en los calabozos.
Basilio arrugó sus labios.
 No, Basilio, debemos pensar con calma. Ellos tienen Houston, Los
Ángeles.
Siguió, desesperando a Basilio hasta hacerlo mover una de sus manos delante de
él para que se callara.
 Ellos tienen mulas, incluso muchos humanos pagados se han adentrado
a terreno de olvidados y cambiantes a pie. Atreviéndose a cruzar los
pantanos.
Basilio alzó sus cejas al escucharlo decir que les habían dejado pasar con un
aviso, se volvió hacia el dormitorio, viendo a Patricia de costado, con la sábana
negra enrollada en sus piernas, subiendo por sus muslos.
 Tengo algo más.
Flavio se volvió tras su hermano, haciéndolo detenerse antes de llegar a la cama,
enredó en su teléfono y le enseñó una serie de fotografías a Basilio.
 ¿Logan y Ryan saben algo de eso?
Su hermano le negó a Basilio, haciéndolo sonreír ligeramente.
 No quiero que ella sufra.
Ruido abajo, pisadas y disparos hicieron a los dos sobresaltarse, Basilio cogió
sus cuchillos y salió seguido de Flavio, mientras que éste se le adelantaba con
dos pistolas en las manos, su arnés con otras dos pistolas y cargadores extra.
 Cierra el dormitorio.
Basilio asintió al ver a su hermano volverse hacia él gruñendo las palabras,
rápidamente una puerta pesada salió del suelo que se deslizaba a un lado, el
ruido de la puerta mientras subía era ruidoso. Se volvió, viendo a su hermano
delante de varios cambiantes a leones delante de él, sobre sus rodillas. Dark
arrastraba un cadáver por el suelo, el ruido del arrastre pringoso de la piel
sangrante del cambiante hizo a Basilio sonreír. Death, el hermano de Dark estaba
en el sótano, Basilio se adelantó, viendo a los cambiantes arrastrando a los que
creían hermanos. Death se adelantó a él, encendiéndose un cigarrillo, Basilio se
detuvo al ver las rejas abiertas, negó al cigarrillo que le ofrecía Death.
 Esos cabrones decidieron tomar sus decisiones sobre las de los demás.
Dark que terminaba de arrastrar el cadáver ensangrentado lo subió de un tirón a
una camilla, torció sus ojos hacia Flavio y los volvió a Basilio.
 ¿Queréis hacerlos desaparecer?
Flavio negó viendo a Death cogiendo unas tenazas y un soplete.
 Cortarles los dedos, borrar sus tatuajes y tirarlos al maldito agua fría
para que se los coman los peces.
Si sobraba algo la policía no se preocuparía por un cuerpo más, ni siquiera ante
un asesinato como el que habían cometido contra los tigres. Basilio se dirigió a
la salida, volviéndose ligeramente al escuchar el primer rugido doloroso al
cercenar Dark un puñado de dedos de un cambiante, la sangre llegaba hasta el
sumidero cuando el olor a quemado de la piel de otro cambiante bajo una
plancha chisporroteaba. Flavio golpeó a su hermano en un hombro varias veces,
caminando delante de él, subió las escaleras tras él, mirándose los tatuajes de las
rodillas, las malditas estrellas, iba desnudo. No es que importase una mierda. Se
golpeó contra su hermano y se sujetó a la barandilla para gruñirle, pero se detuvo
al ver una puerta, la que pertenecería algún día a sus cachorros separada por un
baño abierta. Flavio apretó su palma contra el panel de reconocimiento de
huellas. La puerta bajaba demasiado despacio y Basilio no dudó en saltar sobre
el macizo hierro, cayendo sobre sus manos y rodillas alzó su rostro, cambiando
rápidamente al de un león y rugió atronadoramente, viendo a su hermano
poniéndose en su campo de visión.
 Si vuelvo a tenerla no la dejaré marcharse u escaparse, me apoderaré de
ella, de su boca, me meteré dentro de ella, hasta tocar sus entrañas. Me
meteré en su corazón y me quedaré en ella para siempre.

Logan y Ryan.

En los garajes del edificio comunitario varias mujeres se envolvían en el vientre
sobres con cocaína. Savage observaba el trabajo de los suyos desde un alto que
había hecho donde vivía, una cristalera gruesa que tintaba a su antojo con un
mando ahora completamente descubierta les dejaba a Logan y Ryan verlo,
torcieron sus ojos al ver los de él resplandecer al ver algo y fruncieron sus labios
al ver a Dante, el humano con una mochila al hombro. Savage se incorporó y
comenzó a oscurecer los cristales antes de asomarse por las escaleras, viendo a
Dante desde allí arriba.
 Vamos.
El humano desapareció en la oscuridad del lugar que se Savage había construido
y Ryan torció sus ojos hacia las mulas, señalando a una de ellas, una joven de
piel morena y ojos marrones intensos.
 Esa no.
Señaló a otra mientras un cambiante se les acercaba susurrándoles algo, otro
grupo de varones humanos tragaban coca envuelta en capsulas que su organismo
no destruiría.
 Las cosas se están complicando con las malditas rutas.
Varios de los suyos les asintieron, sus miradas poco compasivas.
 Logan, Ryan, no podéis acceder a los mandatos de los olvidados, tenéis
que dejarles claro que podemos pasar por donde queramos.
Muchos de los suyos coincidían en las palabras del cambiante.
 Los leones han movido un maldito camión por todas las tierras de esos
olvidados y nosotros andamos pagando a putos humanos una fortuna para
que crucen con una mercancía que apenas nos cubre los gastos.
Logan y Ryan alzaron sus manos para hacerlos callarse.
 ¿Creéis que no nos jode todo esto?, no podemos amenazar a los
olvidados, son como un jodido país. Tienen sus propias leyes, tienen
jodido armamento militar.
Ryan se llevó las manos a la cintura, bajó su rostro, mirando sus pies desnudos y
resopló.
 No amenazaremos a los olvidados con sus familias.
Logan les pidió calma.
 Encontraremos la forma de mover nuestra droga.
Ambos salieron de los garajes, subieron hasta el piso de Patricia, la puerta estaba
abierta, ellos mismos se la habían abierto a unos chefs de un restaurante cercano,
habían puesto la mesa, con un precioso mantel y platos preciosos con frutas,
panecillos, quesos, mermeladas y muchas más cosas. Ambos se colocaron las
camisetas blancas que llevaban puestas, los pantalones ajustados y sonrieron
cogiendo de la entrada del piso las zapatillas que les habían dejado varios de los
suyos. Se sentaron en un cómodo sofá y esperaron, viendo sus teléfonos móviles,
sin prisas mientras la escuchaban respirar tranquilamente en el dormitorio.
Bastante rato después ella se removía en la cama, su respiración fue
incrementándose y definitivamente se despertó y movió al baño. Cuando salió
fuera del dormitorio no se percató de ambos, simplemente se torció caminando
hacia la cocina y cuando tras la barra que separaba el salón de allí los vio se
quedó paralizada, mirando a ambos sorprendida.
 ¿Cómo habéis entrado en mi casa?
Logan fue a abrir sus labios para contestarle.
 ¡Largo!
Pero ella no le dejó terminar, él, se incorporó sobre sus casi dos metros y caminó
hacia ella, poniendo sus dos manos en la barra americana, puso sus ojos sobre
ella, cambiándolos, tratando de controlar a su bestia.
 Mueve ese culo a la mesa.
Patricia no se movió, con su taza en la que una muñeca con el pelo recogido,
ponía arriba ella es la mejor y abajo doctora.
 ¡No!
Él gruñó, con tanta rabia que le enseñó los dientes, apretó sus dedos contra la
fría superficie, sintiendo sus uñas crecer, cambiando a garras, los labios de ella
vibraron un leve instante.
 Quiero que os marchéis.
No esperaría más, su cola estaba empezando a escaparse de su ropa, se incorporó
y llegó hasta ella, bajando sus ojos para mirarla a la altura de su pecho, con sus
ojos marrones brillando como los de una fiera.
 Último aviso.
Parpadeó dos veces y lanzó su mano, cogiéndole la taza. Ella se resistió, intentó
golpearlo con su otra mano, haciéndolo sujetarla por la muñeca, después la rodeó
y cogió por la cintura, levantándola, sintiendo sus talones humanos golpeando
sus piernas, apretó los dientes. Pero igualmente la movió hasta una silla cercana
y obligó a sentar. Se agachó, poniendo sus labios cerca de un odio de ella,
rozando su concha con sus labios, haciéndola estremecerse.
 La próxima vez que te resistas a mi mandato te pondré el culo tan
jodidamente rojo que no podrás sentarte durante días.
Ella jadeó al sentirlo tocar con una de sus manos el brazo contrario a donde le
susurraba, acarició su piel, rozando con sus yemas de los dedos. Se sentó a su
lado y sirvió café, después amplió sus dedos, separándolos y señaló la mesa,
diciendo bajo que se sirviera lo que desease. Logan alzó una de sus manos,
llegando con sus dedos hasta el pelo que le caía por delante del rostro, viéndola
alzar sus ojos hacia los de él, sus labios, los de Logan se estiraron y alzaron por
las comisuras y cuando ella apartó su rostro él se llevó la mano a su boca,
poniéndose serio rápidamente. La observaron desayunar y ambos procedieron,
en silencio, viéndola comer.
 ¿Cómo habéis entrado en mi casa?
Ambos se encogieron de hombros.
 Los monstruos tenemos nuestros medios.
Patricia soltó un resoplido.
 Bien, porque quiero que os larguéis. No deseo veros, ¡Nunca!
Ryan tiró de ella, arrastrándola fuera de la mesa, chilló, se resistió todo lo que
pudo. Pero él igualmente llegó con ella hasta su dormitorio, la arrojó contra la
cama, boca abajo y tiró de sus brazos, alzándolos sobre su cabeza.
 Podría estar cortándote a trocitos, despellejándote. Podría hacer lo que
quisiera contigo y nadie vendría, porque incluso los míos me temen.
Mantuvo sus manos sujetas con una suya y bajó la otra por su espalda,
recorriendo su espalda, por el centro de su columna, bajándola entre sus nalgas,
por encima del pantaloncillo de tela suave y desgastada que llevaba puesto.
 ¡Salvaje!, ¡Bestia!
Él frunció sus labios, cargando una de sus nalgas con su mano. Pellizcando su
delicada piel, ella apretó sus labios y cerró sus ojos.
 No me temas.
Recorrió con su mano su piel de nuevo, subiéndolas yemas de sus dedos por su
espalda, bajó su nariz, poniéndola en la curva de su cuello.
 Nos perteneces, acabarás entendiéndolo.
Patricia Jadeaba, su corazón tronaba bajo su pecho. Él rodeó con sus brazos su
cuerpo, pasándolos bajo sus pechos, aprisionando sus brazos, tiró de ella,
pegando su espalda contra su pecho y la besó en una de sus mejillas.
 Nacimos lejos, nuestro vínculo se marchitó al criar con otros. Pero
volverá, siéntelo Patricia.
Ella se deshizo en sus brazos, su piel calentándose.
 Eres nuestra compañera.
La observó parpadear, sus pupilas dilatándose.
 Vamos pequeña.
Patricia movió su cabeza de manera negativa, mandando a su pecho un golpe
desgarrador. La soltó con suavidad en la cama. Logan observaba la escena, su
hermano se incorporó, demasiado doloroso, llevó una mano a su pecho y pasó
sus dedos por su piel, sintiendo el respingón que le dio el corazón. Cuando Ryan
se acercaba a él se puso rígido y dio unos pasos hacia Patricia decidido, se
inclinó contra ella en la cama y atacó sus labios, subió una de sus manos hasta el
brazo más expuesto de ella y la empujó un poco para subirse sobre su cuerpo,
pero se puso tan rígida que él se detuvo, acarició su brazo y continuó con su
beso, pulsando su lengua contra sus labios, haciéndola abrirle la boca para que él
enterrase su lengua entre ellos y jugueteara en su interior, haciéndola seguir sus
movimientos. El aroma de su excitación llegó hasta ambos hermanos y
ronronearon mientras Logan bajaba su toque por el brazo de ella, hasta donde lo
tenía puesto sobre su vientre, subió su camiseta y acarició el vientre de Patricia.
Ella no soltaba el beso, subía una de sus manos por el cuello de él y lentamente
enterraba sus dedos por su pelo, haciendo que la piel se le erizase a Logan, que
trató de bajar su toque, pero se detuvo con la mano en la cintura del pijama al
sentirla volver a ponerse tensa. Detuvo el beso y se separó ligeramente de ella,
viendo sus labios hinchados, enrojecidos. Subió su mano contraria como pudo,
estando de costado por la mejilla de ella y la sintió relajarse contra su toque.
 No voy a hacerte daño.
Ambos habían visto a chicas que sufrían abusos, habían recogido a muchas
hembras humanas que sufrían en sus hogares. Maltratadas, prostituidas por sus
propias familias, frunció el ceño, subiendo su otra mano hasta su cara,
apretándole las mejillas regordetas.
 ¿Quieres que ambos nos atemos a la cama?
Ryan hizo un ruido quejoso, animal, dolido. Pero Logan aguantó la risa que
quería soltar y apretó sus labios, sonriendo con delicadeza hacia ella.
 ¿Sufriste abusos?
Viéndola negar, el maldito enfurecimiento que anidaba en su pecho y lentamente
se había ido prendiendo se suavizó y sonrió.
 No, solamente tengo miedo.
Él quería preguntarle, presionarla, deseaba zarandearla para que soltase todo
como si fuera lo único que lo mantenía alejado de penetrarla y criar. Pero se
contuvo, mandando a su maldita bestia, tigre, al fondo de su jaula, señalándolo
en su mente.
 Nunca fui capaz de sentir placer en la cama, me dolía y acabé
desistiendo de intentarlo.
Ryan salió del dormitorio, maldiciendo bajo, gruñendo.
 Pero, pequeña, ¿Acaso tú ex pareja no te lamía antes de penetrarte?
Ella negó.
 Simplemente me abría de piernas y esperaba a que él entrase en mi
cuerpo.
Lagrimas brillaban en sus ojos cuando aclaro.
 Ansiaba que terminase cuanto antes.
Él gruñó.
 Entonces no cuenta la experiencia que viviste nada.
No la dejó contestarle, soltó su rostro y bajó una caricia por sus brazos.
 Siento todo esto.
Ella preguntó con las cejas fruncidas.
 ¿Por qué?
Logan se encogió de hombros, sintiendo la tristeza de su compañera. Bajó sus
labios contra la frente de ella y sonrió al sentirla tocarle los pectorales,
acariciando su piel. Ryan volvió con dos esposas. Las puso en la cómoda e hizo
a Patricia volverse para mirarlo lanzándole las llaves. Logan cogió su barbilla y
la hizo volver a mirarlo.
 Porque nosotros debimos encontrarte primero y evitarte tanto
sufrimiento.
La soltó, sintiendo su tristeza, oliéndola mientras caminaba hacia el marco de la
puerta del dormitorio, garabateó algo en la cocina y caminó hacia la salida.
 Marca nuestros números cuando nos necesites, nos entregaremos a ti
plenamente, te dejaremos hacernos lo que quieras.
Ella tragó, pero ambos no se volvieron a pesar de desear lanzarse a sus brazos,
rodearla, reconfortarla, susurrarle palabras. Salieron fuera de su piso y
observaron que varios de los suyos los esperaban fuera, sus rostros preocupados.
Ryan siguió su paso hasta el ascensor, no se permitiría tambalear su paso, pero
apenas conseguía no hacerlo. Logan se acercó a él, seguido de los suyos y
accionaron el ascensor para subir.
 Tienen a los Damikovich esperándoles en su ático.
Ryan torció sus ojos hacia su hermano e hizo un rodeo con ellos.
 ¿Qué quieren esos putos asentados?
Ninguno de los suyos pudo decir nada ante el imponente rugido de Logan.
 ¡Hablar!
Su voz retumbó por las paredes metálicas, haciendo a varios de los suyos
estremecerse.
 Están solos arriba, pidieron hablar con vosotros expresamente, sin
darnos explicaciones.
Ryan chasqueó sus dedos, haciendo a sus huesos sonar.
 ¿Y los dejáis subir sin más?
Logan se volvió hacia un joven tigre con los puños en alto, viéndolo mirarlo,
esperando que le golpease. Pero no lo hizo, bajo sus manos y gruñó cabreado, el
ascensor se detuvo con el pitido gracioso que hacen y Ryan bajó antes que
Logan.
 Marchaos, nosotros nos ocuparemos.
Cuando ambos entraron en el piso, pulsando la clave en la puerta se dirigieron al
salón, viendo los rostros conocidos de Alek, Alexey, Dima, Yura y Mijail que se
mantenía sobre sus pies en el ventanal que daba al balcón, mirando hacia afuera.
 ¿Vova y Sergey?
Dima se incorporó del asiento blanco en el que estaba y caminó hacia ellos, tenía
ojeras, profundas y negras, había perdido peso.
 Se han quedado en nuestra patria, nuestra hembra está en su octavo mes
de embarazo.
Logan abrió sus labios, pero no dijo nada, por lo que Ryan sonrió.
 ¿Cómo podéis estar lejos de ella en éste momento?
Alek llevó sus manos llenas de anillos hasta su cara y las pasó por su piel.
 Estáis hechos mierda.
Yura que siempre había sido el más corpulento de los hermanos puso una de sus
manos en una de sus rodillas e hizo un movimiento con sus hombros,
bajándolos.
 No sabes lo que es tener a tu única embarazada, no duermes, cada noche
cuentas los latidos de su corazón, sus respiraciones. Te inquietas por los
movimientos de tus cachorros en su vientre, te duele el alma cada vez que
tiene dolores y no puedes quitárselos.
Gruñó, tratando de calmarse, Mijail jadeó agotado, incorporándose, soltándose
algunos botones de su camisa.
 Vosotros tuvisteis compañera, criasteis, deberíais saber lo que es eso.
Ryan negó con la cabeza.
 Fue un matrimonio de conveniencia.
Alexey abrió sus labios, los cerró y volvió a abrir mirando a ambos cambiantes.
 Pero estar con alguien sin quererlo, crear un vínculo porque sí, es una
absoluta locura.
Dima pasó la palma de una de sus manos tatuadas por la espalda de su hermano,
subió su toque y le desordenó más si podía el pelo de la cabeza antes de
incorporarse hacia Ryan y Logan.
 Teníamos un acuerdo con los Berghent.
Intentó decirlo bien, pero dudó de haberlo conseguido.
 Encontraríamos a su humana.
Logan asintió, algo había llegado a los oídos de ambos hermanos sobre una
hembra que se les había escapado a los alienígenas de más de dos metros y
cuatro dedos.
 Capat se nos adelantó, la atrapó y los ha amenazado con matarla si no le
dan cápsulas de cría.
Ryan se quedó paralizado, su voz salió como si llevara sin pronunciar palabra
demasiado tiempo.
 Pero eso es una locura, ese horrible humano criaría sin conocimiento lo
que quisiera.
Alek se incorporó de su asiento, llevándose las manos a la cintura, suspirando.
 Los leones, Russo y sus hermanos se han negado a colaborar con
nosotros, prácticamente nos amenazó con una pistola en la sien cuando
nos presentamos en su casa y Abdel, ahora, no sabe qué hacer para
convencerlos. Flavio y Basilio no les han contestado todavía.
Alek juntó sus manos, las llevó hasta su cara y apretó su mandíbula.
 Os suplico que mováis a todos vuestros contactos humanos por España y
que localicéis la guarida en la que Capat tiene a esa hembra humana antes
de que esos malditos alienígenas lleguen a la Tierra cargados de vientres
artificiales, creemos que ella está allí porque Capat ha desaparecido, no
sabemos nada de él.
Ryan torció sus ojos hacia Logan, viéndolo dudar.
 Los nuestros están por Marbella, Ibiza, Valencia.
Dijo varios lugares más, haciendo a Mijail encogerse.
 Los osos y los cambiantes a orcas lo mantenían vigilado, han
desaparecido sin más.
Logan asintió, cogió su teléfono y comenzó a buscar números y marcar.
 También podríamos avisar a nuestros contactos de Brasil, Perú,
Venezuela.
Mijail se cruzó de brazos, asintió hacia Ryan y se acercó hasta él, dándole un
apretón de manos.
 Gracias, de verdad. No sabemos que hacer con los humanos, cada día
que piensas que los estás derrotando se te presenta algo nuevo.
Ryan enredó en su teléfono, pidiéndoles unos minutos. El tiempo corría mientras
ambos hermanos pedían favores, Logan mandó fotografías de la hembra humana
que buscaban, Ryan escuchaba a sus contactos, muchos entusiasmados con
hacerles favores, otros interesados en querer cosas a cambio. Cuando ambos
finalizaron las llamadas no dudaron en moverse a la barra de bar que dividía el
salón en una esquina y se sirvieron dos largos tragos, de un solo movimiento
ambos tragaron el líquido fuerte. Logan asintió hacia su hermano y lo observó
adelantarse hacia los Damikovich con paso gracioso, decidido.
 Os estamos ayudando, pero también queremos vuestra cooperación.
Ryan se acercó hasta su hermano, se cruzó de brazos y miró a los hermanos
Damikovich detenidamente, viendo a aquellos enormes cambiantes agotados,
esperando cualquier cosa de ambos.
 Hablaréis con los olvidados para que nos dejen pasar por sus tierras con
nuestros medicamentos a nuestros otros territorios.
Alexey Damikovich amplió sus ojos, sorprendido ante su mandato.
 Pero nosotros no podemos hacer nada, los olvidados toman sus propias
decisiones.
Logan asintió, sonriendo ampliamente, enseñándole los dientes afilados, su
mandíbula prieta ampliándose para que sus dientes cambiasen y sus colmillos
creciesen, Ryan no les dejó contestarles.
 Muchos cambiantes con compañeras y cachorros han decidido mudarse
bajo la seguridad de ellos. Los olvidados recapacitarán sus decisiones si
vosotros les habláis.
Hicieron a los Damikovich marcharse, se asomaron a su balcón, viendo todos los
edificios altos alrededor de ellos.
 ¿Crees que conseguiremos algo?
Logan dudó mirando hacia abajo, viendo a los Damikovich subiéndose a una
limusina blindada.
 Sólo nos debe interesar que Patricia ceda a nuestras demandas hermano,
porque si no lo hace podríamos ponernos en celo como malditas bestias
salvajes durante la temporada de apareamientos.
Pasaron dos días antes de que ambos hermanos recibieran algo que les
importase, Ryan acariciaba la empuñadura de uno de sus cuchillos, la desgastaría
si seguía así, trataba de calmarse, viendo a Logan delante de un humano, en la
habitación de uno de los clubs, mientras Logan repasaba papeles, hacía
comprobaciones y hablaba con proveedores, camellos, clubes, salones ocultos de
juegos. Pero se detuvo en las palabras que le estaba lanzando a un proxeneta
humano cuando escucharon un quejido humano, Ryan alzó su rostro y amplió los
agujeros de su nariz, mirando un ligero instante al humano que trabajaba para
ellos, con la maldita barriga sobre un cinturón tachonado con el dibujo de un
revolver. Ryan se incorporó de donde estaba y se acercó a un respiradero en el
suelo, se agachó y observó un instante antes de tirar de la rejilla, inclinarse
dentro y tirar de un cuerpo, una chica joven que asustada peleó con él, pero Ryan
la rodeó con sus fuertes brazos y habló con ella, bajo. Viendo a Logan volverse
hacia el humano con los puños apretados.
 ¿De dónde sacaste a esa hembra humana?
El tipo negó, tratando de cubrirse la cabeza. Logan se inclinó un poco y se lanzó
con uno de sus puños hacia el pecho del hombre que rápidamente llevó sus
manos al centro del dolor y le dejó a Logan uno de sus riñones disponibles. Con
su otra mano golpeó dolorosamente su piel y el tipo trató de recuperar el aliento.
 ¿Acaso es incluso mayor de edad?
El hombre rogaba, suplicaba piedad mientras Logan alzaba una de sus rodillas
contra la boca del humano, destrozándole la mandíbula.
 Es sólo una puta, una más. Por favor, jefe.
Trataba de suplicar el hombre, el olor del sufrimiento de la humana, Logan se
movió hacia la hembra, viéndola alzar sus ojos turquesas hacia él.
 ¿Lo perdonas?
Ella negó, los cambiantes se amontonaban en la puerta.
 No se puede confiar en los humanos, os puede el poder, el vicio, vuestra
maldad.
El hombre trataba de sujetarse la mandíbula, Logan se llevó las manos a la
cabeza, demasiada mierda pasando por ella.
 Vlad.
El cambiante con un ojo destrozado por una cicatriz con una X que marcaba el
rasgo de estar mezclado con demasiados ADN, que tenía un ojo artificial, el
destrozado por la X arrugó sus labios y él gruñó viendo a su hermano leyendo
algo que hizo a su olor corporal cambiar a uno de excitación. Cuando finalmente
el cambiante se acercó a él, con un simple gruñido, Logan resopló.
 Nos encargaremos de todo jefe.
Él torció su único ojo hacia la chica, el falso apenas le siguió.
 La hembra.
El cambiante gruñó, varios de sus hermanos con los rostros destrozados como él,
se acercaron a ellos, sus cabezas afeitadas y con la X marcada en diferentes
zonas de su rostro eran feas cicatrices, dolorosas.
 Nos ocuparemos.
Logan los miró detenidamente, mientras Ryan la soltaba y ellos se sentaban
alrededor de ella, uno estiró sus brazos, llenos de tatuajes que trataban de ocultar
feas cicatrices, estiró sus dedos hacia la hembra humana y ella se incorporó un
poco, se dejó caer contra él y se acurrucó en su pecho, ocultando su rostro pálido
en la camiseta negra del cambiante, en su enorme pecho, mientras varias hebras
de su cabello rubio blanquecino se esparcía por uno de los brazos del cambiante,
por el otro y por sus menos tatuadas. Logan parpadeó, se destensó al sentir a
Ryan golpeándolo, haciéndolo salir de su maldito estado de tensión, asintió hacia
los cambiantes, viéndolos coger cuchillos, esperando.
 Adelante.
Antes de marcharse, Ryan alzó su mirada hacia él desde el teléfono móvil.
 Patricia quiere vernos, dentro de unas horas, cena y esposas con
comillas a puesto.
Logan asintió hacia los cambiantes y los escuchó pidiendo sangre para hacerle
transfusiones al humano, iba a sufrir. Pero ambos no disfrutarían de la tortura,
caminaron por el lugar, llegando a una sala donde un tipo atado a una silla
mantenía los pies con zapatos y todo dentro de un balde de agua. Ryan lo sujetó
por la camisa y su sonrisa fue diabólica.
 Éste déjamelo a mí.
Ya en casa, mientras ambos se arreglaban en el espejo del dormitorio. Parecía
casi estúpido ver a Ryan, un cambiante de casi dos metros que todavía tenía
sangre bajo las uñas del tipo que había matado hace unas horas, sonriera como
un chiquillo de quince años ante su primer acercamiento a una hembra.
Y allí estaban, delante de la puerta de ella. El pulso de Logan tembló cuando
estiró su mano delante de la puerta, cuando escucharon sus pasos acercándose,
ambos llevaron una de sus manos hacia su cuello y tiraron de las camisas,
sintiendo una presión que jamás habían sentido. Ella abrió, llevaba un pantalón
vaquero negro con agujeros y una maldita camiseta por encima de su barriga
desgastada por el tiempo, de una banda de rock. Los miró detenidamente,
fijándose en sus camisas, en sus chaquetas de cuadros con los puños adornados
por tela morada y pantalones iguales, zapatos caros, bonitos.
 ¡Dios! Si hubiera sabido que vendríais tan arreglados me habría puesto
algo mejor.
Ambos, Logan y Ryan sonrieron, el mal estar de ella, querían calmarla, sobre
todo abrazarla.
 Estarías preciosa incluso sucia, enferma, borracha o cabreada.
Ella soltó una carcajada que hizo a sus malditos pechos arder de dicha, se apartó
y les hizo pasar, en su salón, la misma mesa donde ya habían desayunado una
vez. En ella ahora había un gracioso adorno de agujeros con varias velas
prendidas que daban reflejos al lugar, la siguieron, para ver la mesa puesta, se
acercaron y ambos se percataron de que el olor de Patricia había ganado al de la
comida. Ryan amplió su olfato y ronroneó al mezclar el intenso olor de ella con
el de la comida, Patricia dijo algo como de cebiche, lomo saltado, arroz chaufa.
 Todo se ve delicioso.
Ryan se inclinó un poco, mirándola directamente a los ojos, ella parpadeó, sus
mejillas se enrojecieron y él no dudó en mover una de sus manos, limpiadas
hasta hacerse sangre y la acarició en una de sus mejillas, sintiéndola
estremecerse. Se inclinó contra ella y la besó en la frente, agachándose sobre
ella, bajó sus manos, hasta sus brazos y los apretó.
 No te haremos nada, será como tú quieras Patricia.
Se sentaron a la mesa y ella les sirvió, su pulso todavía temblaba, Ryan, quien
había cortado cada dedo de una de las manos del humano que les debía más de
un millón de dólares cogió a Patricia por una de sus muñecas, acarició su piel
mientras probaba algo de su plato y ronroneó por el sabor golpeando sus papilas
gustativas. Ella había preparado incluso macaron, un montón de ellos de
distintos colores, cuando definitivamente con dos copas de vino entran al
dormitorio las esposas continúan en la cómoda, ella las mira un instante y sus
ojos volaron de ellas a los hermanos que le ofrecen desnudarse si ella no lo
hacía. Lentamente sus zapatos salen, incluso con placer ronronean al liberar sus
dedos, después sus pantalones, agachando sus cuerpos musculosos, haciéndole a
Patricia apretar sus labios y cuando vuelan hasta una silla cercana sus chaquetas
y camisas. Patricia parpadea mirando los tatuajes que cubren sus cuerpos, su
mente divagando seguramente en que son narcotraficantes o cualquier cosa que
su brillante cabeza pudiera pensar.
 Nos dejaremos los calzoncillos para que estés más tranquila.
Ambos se deslizan en la cama, las patas crujiendo bajo sus pesos,
 Deberías reforzar esto.
La risa que sale por sus labios es contagiosa para ambos hermanos, con los
brazos estirados, los músculos de sus vientres y de sus pectorales tensándose
mientras ella coge las esposas y procede, cuando termina rodea la cama y acaba
en los pies, sentándose de lado para mirarlos a ambos detenidamente.
 Puedes hacernos lo que quieras, pequeña.
Con valentía, Patricia, se puso sobre sus rodillas y manos, trepando en el colchón
hasta acabar cerca de la cintura de ambos. Recorrió con las yemas de sus dedos,
con sus uñas, la piel alrededor de la goma de los calzoncillos, subiendo su toque
por los abdominales de Ryan primero.
 ¿Alguna vez hicisteis algo así?
Sus ojos marrones subieron desde la piel de Logan hasta sus ojos ámbar.
 No, es la primera vez que estamos indefensos en nuestras vidas.
Ella amplió sus labios y malditamente sonrió, haciendo que los latidos de los
corazones de ambos cambiantes retumbasen. Ella tocó sobre la cadera de Ryan,
dibujando su hueso y él gruñó haciéndola detenerse y mirarlo.
 Continúa.
Con sus palmas tocó los muslos de Ryan, bajando sus ojos para ver sus tatuajes
allí. Un ligero manchón comenzó a cubrir el calzoncillo del cambiante. Ella se
aventuró, subiendo su toque por el calzoncillo, dibujando su polla a través del
material y se detuvo al sentir algo duro en la punta, incluso frío.
 ¿Qué?
Parpadeó confusa, subiendo sus ojos hacia Ryan, con los dedos de su mano
sujetando aquello.
 ¿Quieres mirar?
Ella asintió, subió sus manos hasta el borde de los calzoncillos de él y tiró
mientras lo observaba alzar sus caderas, se detuvo con los calzoncillos de Ryan
enrollados en sus muslos y abrió sus labios haciendo una maldita O perfecta al
ver el reluciente piercing príncipe Alberto en la punta de su polla. Patricia no
dudó en torcer sus ojos hacia Logan, viéndolo alzarle las cejas varias veces con
descaro y ella no pudo evitar soltar una carcajada que cortó todo el nerviosismo
que tenía en su cuerpo, bajándolo, mientras la polla de Ryan se sacudía
vertiéndose ligeramente un poco por la punta. Logan alzó sus caderas antes de
que ella llegara con sus manos y la cara que puso cuando vio su polla no merecía
una pérdida de visión, su asombro casi palpable. Ella no pestañeaba mientras
miraba el piercing ampallang atravesando su polla, al ver el frenun sus labios se
abrieron y cerraron varias veces. Torció sus ojos y jadeó al ver que Ryan tenía
también el pene perforado en el frenillo por otro piercing. Pero todavía se quedó
peor al ver los tres piercing sobre sus pollas, justo casi uno tocando sus vientres.
 Dios santo.
Salió en un susurro por la boca de Patricia, arrastró una de sus manos hacia el
piercing que atravesaba la polla de Logan y detuvo su mano al agitarse su
miembro varias veces, golpeando su piel.
 Perdona, no pude controlarla.
Él sonreía con picardía, apretó sus dientes al sentir las puntas de sus dedos sobre
sus piercing cercanos a su vientre.
 Debieron doleros.
Cuando se encogió de hombros ella suspiró.
 ¿Os gusta el dolor?
Ambos se encogieron de hombros.
 Tal vez un poco.
Con asombro Patricia parpadeó tratando de no mostrarse asustada
 No sé cómo hacer esto.
Ryan le repitió que estaban a su entera disposición, indefensos y ella movió su
otra mano sobre su polla, tocando su príncipe Alberto, moviendo su polla para
verlo mejor, incluso el punto de plata que había en el centro.
 Disfruta de nuestros cuerpos, solamente deja que fluya todo lo que
deseas hacer.
Ella asintió hacia Logan.
 ¿Quieres subirte sobre mi cara? Te daría placer.
Ryan trató de animarla, pero ella se tensó mirándolo a los ojos.
 Hagamos una cosa, date placer a ti misma.
Patricia parpadeó confusa, se mantenía vestida todavía, no se había ni tan
siquiera descalzado.
 Estamos atados, desnúdate. Quédate si quieres en ropa interior y
muéstranos a ambos como te gusta tocarte.
Cuando se incorporó de la cama, ambos hermanos la siguieron con sus miradas,
viéndola llevar sus manos hasta el botón de sus pantalones vaqueros, la
cremallera hizo un ruido atronador para ambos y el material deslizándose por sus
muslos hizo que ambos tragaran. Tenía algunas estrías marcando su piel, la poca
luz que arrojaba la lámpara cercana hacía sombras en su piel.
 Vas muy bien, vamos pequeña, complace a unos mirones.
Ella rio bajo, subiendo su camiseta, sacándola por su cabeza. Se atrevió y llevó
sus manos a su espalda para sacarse el sujetador. Se quedó con el diminuto tanga
que levantado por su vello se ceñía sobre sus caderas, pero ambos no se
esperaron que ella se moviera un poco, bajando sus manos de sus pechos y se
desnudase.
 Casi estamos igualados.
Logan gruñó al escuchar a su hermano refiriéndose a sus calzoncillos en sus
muslos, pero Patricia se inclinó sobre sus pies y tiró del material, desnudándolo
y después a Logan. Trepó en el colchón y se colocó entre ambos, subiendo sus
manos temblorosas hasta sus pechos.
 Vamos, no te pongas nerviosa, tócate un poco y cuando quieras enredas
entre tus muslos, cargando tus dedos de tu dulce néctar y dámelo a probar.
Logan gruñó de nuevo, haciendo a Ryan reír.
 Alimenta también al gato gruñón.
Patricia sonrió bajando sus dedos hasta sus pechos, puso uno de sus dedos contra
el gordo y se dio un golpecito en uno de sus pezones tensando más su carne y
Logan junto a Ryan ronronearon ante aquel contacto mínimo e íntimo con ella.
Ryan iba a decir algo, pero Logan lo fulminó con la mirada, gruñéndole
demasiado bajo.
 ¿Quieres callarte?
Logan torció sus ojos hacia ella y sonrió con ternura, diciéndole que continuase,
viéndola bajar una mano por su mata de vello íntimo, enterrándola entre sus
muslos para llegar a su clítoris. Hizo movimientos con sus dedos, su palma se
movía sobre sus vellos íntimos, subió su rostro con los ojos apretados,
respirando pesadamente, subiendo su otra mano hasta uno de sus pechos.
 Míranos pequeña.
Ella parpadeó, sus ojos oscurecidos por el deseo, sus pupilas algo dilatadas.
 Déjame probarte.
Ryan sacó su lengua y ella gimió al ver su punta brillosa moviéndose, sacó sus
dedos húmedos y dudosa los estiró cerca de los labios de él, deteniéndose a
escasos milímetros, indecisa. Pero él se incorporó y rápidamente los mordió sin
hacer presión, tirando de ellos, mientras crujían las esposas, liberó sus dedos y
comenzó a chuparlos, mirándola fijamente a los ojos.
 Quiero comerte.
Lamía mientras ella sentía su malditos labios vaginales palpitar. Le mordió
ligeramente la yema de uno de sus dedos y después volvió a dejar su cabeza en
el colchón, giñándole un ojo.
 Deberías dejar a Logan probarte, podría ponerse celoso.
Ella tragó, torció sus ojos hacia Logan y miró sus ojos amarillos brillando entre
las sombras.
 Vamos, estás deseando, te gusta.
Sus mejillas ardían mientras Ryan continuaba diciendo cosas, relatando como le
chuparía, lamería y mordería su maldito coño hasta que rogase que se detuviese.
 Ven, dame uno de tus pechos.
Ryan intentó moverse hacia ella, cerrando la distancia con su hermano,
haciéndola subir una de sus piernas sobre una de él, rozándole la polla y
restregándole su vello íntimo.
 Ponte entre ambos, te lameremos uno de tus pechos cada uno.
Ryan se acercó más a Logan, haciéndola ponerse sobre su hermano también, con
las palmas de sus manos sobre los abdominales de ambos.
 Ven, vamos pequeña.
Parecía una maldita bestia llamando a su presa como si tocase música,
ronroneaba. Patricia se inclinó lentamente, mientras ambos juntaban sus rostros
y abrían sus labios, llegando a sus pechos, sacando sus lenguas para tocar sus
pezones. Patricia gimió al sentir la lengua de Ryan rodeando su pezón, apretó sus
ojos, sintiendo a ambos chupar de sus pezones, bajó su rostro y los vio abriendo
sus labios, apretando sus dientes alrededor de sus puntas y ella abrió sus labios,
varias veces y los cerró sintiendo una presión en su vagina. Jadeó, su coño
cubriéndose más de crema.
 ¡Oh! Madre mía.
Arrastró sus dedos entre ambos, subiéndolos hasta sus melenas y enredó sus
hebras entre sus dedos, tiró y comenzó a mecer sus caderas por el placer.
 Córrete.
Sintiendo un vacío inmenso entre sus labios sollozó de placer, sus ojos se
empaparon, comenzó a tener espasmos, quería apartarse de ambos, pero sus
pezones estaban bien sujetos entre los labios de ambos. Se incorporó temblorosa,
cogiendo de la cómoda las llaves de las esposas y volvió entre ambos para
soltarlos. Cuando terminó se dejó caer boca arriba entre ambos, sintiéndolos
volverse, sin tocarla, con las manos en sus prietos vientres y caderas. Ryan bajó
su rostro contra en hombro de ella y Logan en su cuello, ambos tomaron unas
fuertes respiraciones, haciéndola sonreír.
 Me estáis oliendo.
No pudo evitar reírse al escucharlos ronronear con gusto.
 No sabes lo que se intensifica tu olor al tener un orgasmo.
La voz de Logan sonaba como si tuviera agua entre los labios, temblaban, sus
manos se agitaban sobre sus musculosos cuerpos.
 ¿Por qué tembláis?
Ryan movió una de sus manos, moviéndola hasta una de ella, envolviéndola con
la de ella.
 Nos estamos conteniendo, mucho.
Logan alargó la última palabra, con un oghhh que salió como un gruñido.
 ¿Qué me haríais si me dejase ahora mismo?
Ryan rio bajo tras ella, inclinándose para besarla en la curva de su cuello,
sintiendo su piel erizarse bajo sus labios, subió lentamente hasta su oreja, la
lamió y susurró.
 Te cargaría hasta la mesa donde cenamos, te tumbaría y miraría como
Logan te come tu precioso coño mientras me terminase la botella de vino
que quedamos medio vacía.
Logan sonrió al sentir la mirada de Patricia sobre él, arrastró una de sus manos
entre ambos y la puso sobre una de las caderas de ella. Con la polla tiesa hasta el
dolor trató de pensar en cosas desagradables. Pero la maldita continuaba
pulsando ansiosa por entrar en Patricia, pero nada, suspiró y trató de volverse
para incorporarse, pero Patricia le sujetó una de sus manos, viéndolo volverse
con sus ojos ámbar llenos de chispas amarillentas.
 Quédate.
Se había incorporado ligeramente, dejándole ver sus pechos enrojecidos, ella se
inclinó contra Ryan, haciéndolo sobresaltarse.
 Quedaros ambos.
Logan negó mirando hacia su hermano, tratando de no volver a recorrerla con
sus ojos, sin conseguirlo, se intentó levantar del colchón, pero Patricia le sujetó
por uno de sus brazos con una de sus diminutas manos humanas.
 Por favor.
Suplicó, sus ojos brillosos.
 No deberíamos, es difícil contener el deseo, Patricia.
Gruñía las palabras.
 Ven.
Patricia tiró de él, atrayéndolo contra su cuerpo, él se torció contra ella,
volviendo a su posición, poniendo sus manos en su costado musculoso,
parpadeando. Ryan lo miraba entre el hombro y el cuello de ella, sus ojos
brillaban en un amarillo intenso, Se percató de que Patricia bajaba su mirada
lentamente hasta llegar a su polla que malditamente perlaba por la punta crema.
 Necesito orinar.
Salió prácticamente escabulléndose de allí y tardó en volver, ambos sabían que
se iba a tomar su tiempo.
 Tenemos que largarnos.
Ryan se levantó y cogió su ropa, la puso sobre la cama y comenzó a meter sus
piernas por el calzoncillo cuando ella salió del baño como nueva. Sus mejillas se
sonrojaron mientras lo miraba con los ojos ampliados, trató de decir algo, pero él
negó sonriente, aunque prácticamente desease acurrucarse con ella, esperar a que
se durmiese y hacerse una maldita paja, tal vez dos, tres o las que malditamente
cayesen. Logan se levantó también y cogió su ropa, guiñándole un ojo.
 Vuelve a llamarnos, estaremos aquí rápidamente.
Ambos salieron con los calzoncillos puestos fuera del piso, con Patricia tras
ellos, apoyándose en el marco de la puerta. Se subieron al ascensor, volviéndose
para mirarla y cuando se cerró ambos bajaron a las cocheras privadas, donde los
demás cambiantes preparaban un ataque.
 ¿Acaso no habéis follado?
Ryan alzó uno de sus puños contra el cambiante, golpeándolo con todas sus
fuerzas en la mandíbula, cayendo su ropa mientras el cambiante apoyaba en la
pared cercana, arrastrando una de sus manos hasta un escondite en su pantalón
donde guardaba un cuchillo del tamaño de una palma, malditamente afilada.
 ¡Oh!, ¿Vas a cortarme? ¡Cambiante humanizado! Necesitas una jodida
arma para defenderte.
Logan se interpuso entre ambos, golpeando a su hermano en el pecho para que
no se abalanzase.
 Pediros perdón.
Ryan alzó su rostro orgulloso, mirando hacia su hermano.
 ¡Ahora!
Rugió Logan haciendo a su voz retumbar entre las paredes gruesas.
 Lo siento.
Gruñó el cambiante. Logan soltó a Ryan y éste se acercó al cambiante,
rodeándose ambos en un abrazo.
 Siento mucho haberte insultado Dan, eres un gran cambiante, no te
humanizarás nunca.
El cambiante asintió, siguió a Ryan con un par de botellines de cerveza que
estaba cogiendo de una enorme nevera y sonrió ofreciéndole una, abriendo la
suya propia con los dientes, escupiendo lejos el tapón.
 Llevo muchos años metido en la maldita ciudad, rodeado de humanos,
puede que tengas algo de razón.
Ambos golpearon sus cervezas y Ryan no pudo evitar reírse al escucharlo. Logan
hablaba alrededor de una mesa iluminada con paneles de tubos de luz.
 Bien, ¿con las bandas adhesivas se quedará sujeto al maldito coche?
Los cambiantes gruñeron sus respuestas.
 Leila se encargará de ponérsela a esos malditos leones.
Ryan asintió, cogió su teléfono del bolsillo del pantalón que colgaba de su brazo
y enredó sintiendo a su hermano llegar hasta él.
 ¿Por qué vuestra humana tiene un Diabolo aparcado en su plaza de
garaje?
Jorah gruñó, haciéndoles alzar sus ojos hacia los pálidos y grisáceos de él, sus
hermanos se pusieron alrededor de él, cruzados de brazos.
 No tengo ni idea Jorah, pero creo que últimamente estáis esperando
pillarnos con la guardia baja más de uno de vosotros. No quiero verme
con la garganta cortada y Ryan menos.
Ryan gruñó junto a su hermano, deslizándose fuera de su asiento, terminándose
la cerveza de un largo trago. Caminó hacia la puerta de seguridad que separaba
el resto de aparcamientos del edificio y tras abrirla las luces se percataron de su
presencia y se encendieron, caminó hacia el coche, no queriendo ni verlo,
pensando que era su imaginación hasta que llegó al vehículo. Si Flavio o su
hermano hubieran sabido de su presencia delante del coche lo abrían cargado de
dinamita, Logan se puso junto a él y se cruzó de brazos, su mirada furiosa a
través del cristal le dejó ver a Ryan su enfurecimiento.
 ¿Dónde vas?
Logan había empezado a caminar a toda prisa hacia la salida que daba al
ascensor y las escaleras, comenzó a golpear el pulsador, furioso lo destrozó y
corrió escaleras arriba.
 ¡Logan!
Ryan trataba de llamarlo, lo alcanzó en el piso doce y golpeó su cuerpo contra
una pared, deteniéndolo.
 ¡Cálmate! ¿Me oyes? ¡Maldita sea Logan! Escúchame.
Su hermano trataba de escaparse de su agarre, golpeándolo, tomando impulso.
 No puedes ir a ella así.
Volvió a clavarlo contra la pared, sujetándolo por los hombros, rugió haciendo a
Logan detenerse, quedándose cabizbajo contra la pared.
 No permitiré que ningún maldito león esté tocándola, ¡Acabaré con
cualquier cambiante que ponga sus malditos ojos en ella!
Ryan asintió, respiraba por la nariz, soltaba todo por la boca, pero le estaba
costando lo imposible no trepar por las escaleras hacia Patricia, tirarla contra su
hombro y subirla al maldito piso que compartía con su hermano.
 Averiguaremos que pasa, mandaremos a varios de los nuestros a
vigilarla mañana. Tenemos que tener paciencia, debemos estar tranquilos.
Logan lo empujó lejos y se dejó caer en el suelo frío con sus rodillas dobladas.
 Soy un jodido cambiante Ryan, no tengo paciencia, quiero a esa hembra
humana.
Como un niño pataleó.
 Y la quiero ya.
Ryan alzó una de sus manos y lo golpeó en una de sus piernas varias veces.
 Lo solucionaremos, esos malditos leones morirán.
Logan dudó.
 Mira hermano, esos dos leones morirán.


Flavio y Basilio.

Patricia sacudió su mano desde los escalones de su edificio, saludando a alguien
alejado, bajó los escalones y caminó, haciendo a Flavio y Basilio arrancar su
coche y seguirla. Tuvieron que detener el coche en un callejón lejano de allí,
bajándose para seguirla dentro del enorme Central Park. Dark Y Death bajaron
del furgón en el que iban con un grupo de diez de los suyos armados. Sonrieron
escondiendo sus armas y los siguieron, el olor de Patricia era lo único que se
conservaba en el ambiente, el aire se lo estaba llevando, recorrieron un paseo
entre los árboles y la vieron en una famosa cafetería junto a una hembra humana
de piel pálida y cabello prácticamente blanco junto a un carrito del que unos
brazos pequeños y rollizos se estiraban hacia el tenedor con un pedazo de fruta.
Flavio se detuvo cerca de un árbol junto a su hermano, esperando pacientemente.
Death y Dark habían rodeado el lugar, comprobado la seguridad mientras
Patricia tomaba café con la hembra humana junto a ella y se adentraron hasta
una mesa cercana y se sentaron en las graciosas sillas de hierro que gruñeron
bajo sus pesos llamando la atención de Patricia, la humana y el cachorro que
cuando tuvo su momento de despiste la madre se bajó de su sitio y movió
lentamente hacia ambos cambiantes.
 ¿Es seguro que esos dos estén cerca de un cachorro humano?
Basilio dudó ante su propia pregunta, viendo los tatuajes en zigzag de ambos
cambiantes bajando desde sus gargantas, perdiéndose en las camisas blancas que
llevaban puestas. Death se agachó con las manos en las rodillas, mirando al
cachorro fijamente a los ojos y asombrosamente sonrió.
 ¿Cómo te llamas pequeño?
Patricia continuaba hablando con la hembra humana que sollozaba, la tristeza
persistente en ella mientras se abanicaba el rostro y trataba de calmarse.
 Cole.
Death movió una de sus manos, separándola de su muslo y la subió haciendo a
Basilio agarrar una de sus pistolas con rapidez. Pero se detuvo al ver la mano
estirada del cambiante, tatuada hasta las yemas de los dedos estirada delante del
niño, las personas que había en la cafetería, sentadas, disfrutando del sol
torcieron sus ojos hacia ellos, miedo en sus miradas. Pero el pequeño cachorro
torció su cintura, doblo su cuerpo y cogió la mano de Death, apenas ocupaba
toda su palma y sus diminutos dedos los del enorme cambiante.
 Yo soy Death y éste de aquí es mi hermano Dark.
El niño sonrió ampliamente, con todos sus diminutos dientes redondeados y
bonitos.
 ¿Cuántos años tienes?
El pequeño cachorro que apenas llegaba a la altura de los ombligos de ambos
cambiantes movió una de sus manos, sacando sus deditos pálidos uno a uno
hasta alcanzar los que quería.
 Tres.
Death y Dark sonrieron alabando lo grande que era mientras el niño sonreía
moviéndose sobre sus pies de delante hacia atrás en sus zapatillas negras. La
madre del cachorro hizo un movimiento hacia la sillita, buscando el contacto de
su cachorro y se incorporó con rapidez, viéndolo junto a Death y Dark,
disculpándose. Flavio y Basilio se acercaron lentamente, llamando la atención de
Patricia que rápidamente comenzó a ponerse roja como un tomate. Se acercaron
hasta ella, viendo al camarero aligerarse desde su mesa alta. Dark se incorporó
un poco y lo detuvo.
 Hasta que no te llamen vuélvete a tu sitio, humano.
Éste se volvió, dejándoles ver el tatuaje de esclavo de sangre de los vampiros, si
uno pasaba por aquí, necesitando alimentarse lo haría de él, incluso hasta la
última gota de su sangre podría tomarse si lo deseaba, de un humano que
solamente deseaba prosperar en la vida y acabar tan bien como uno de ellos.
Viviendo eternamente, sin saber todo lo que ello conllevaba. Basilio se apoyó en
la valla de hierro redondeada bonita que separaba el café del paseo, de la que a la
mitad había unos tiestos grandes de plantas y flores.
 Qué casualidad encontrarte por aquí preciosa.
La humana que estaba junto a ella volvía disculpándose con Death e hizo a su
cachorro caminar junto a ella, se apoyó en la silla de paseo y cogió algo del
bolso, dinero, un billete y algo de suelto, dejándolo sobre la mesa.
 No, invito yo.
La hembra negó hacia ella, torciendo sus ojos hacia Basilio.
 Otro día me invitas, diviértete.
Más de los suyos rodearon la zona, mientras Dark y Death seguían a aquella
humana, escuchando al cachorro parlotear como podía a su temprana edad con
ambos, que le prestaban tal atención que aquel cachorro no podía pasar por alto.
 Te extrañamos, te fuiste.
Patricia estaba nerviosa, respiraba con fuerza, su pecho subía y bajaba. No la
presionaron, hablaron con ella, se divirtieron e incluso comieron allí sentados.
Flavio se permitía rozar con sus dedos las manos de ella, era difícil. Patricia, una
debilidad, una vida que importaba más que las de ellos mismos, una con la que
podrían sacarles todo lo que quisieran, todo.
 Ven con nosotros.
Ella parpadeó varias veces, las copas que había tomado de vino habían levantado
su ánimo y su libido. Con su copa en la mano se movió de lado a lado, mirando a
ambos, lamiéndose los labios.
 Sabéis que no soy buena.
Flavio y Basilio apenas se contuvieron las risas al verla volver a lamerse los
labios, les costó, torcieron sus rostros. Basilio se levantó, la rodeó por la cintura
con sus brazos y la ayudó a levantarse, tiró de ella, caminando por el parque,
riéndose mientras ella repetía que todo le daba vueltas. Flavio se adelantó y
arrancó el coche que guardaban varios de los suyos. Basilio la cargó en sus
brazos y la sentó sobre su cuerpo al subirse en el coche.
 Deberíais compraros coches con más de dos asientos.
Patricia no pudo evitar reírse después de decirlo, Flavio aceleró. Patricia enterró
su rostro en el cuello de Basilio, la casa de ambos hermanos no estaba lejos.
Basilio bajó sus labios hasta uno de los hombros de ella, el cercano a su rostro y
besó su piel, sacó su lengua y arrastró un suave camino por su sensible piel,
subiendo, torciendo su rostro para llegar hasta su oreja, recorriendo la piel dura,
dibujándola. Subiendo sus manos por la piel de ella, rozando uno de sus brazos,
sintiendo su piel erizarse, su cuerpo tensarse. Apenas se detuvieron en las
puertas de su casa Basilio abrió la puerta del coche de un empujón, subió los
escalones a su edificio y las puertas se abrieron solas al detectarlo. Agradecido
de la tecnología de seguridad que tenían en la casa se movió dentro, llegó hasta
el salón y la dejó sobre un hermoso sillón blanco, observándola se apartó para
tirar de su corbata, sobre sus rodillas en el borde del sofá, viéndola subir sus
manos por su camisa, tocando a través de ella sus prietos músculos, se inclinó
sobre ella, poniendo una de sus manos sobre el respaldo del sofá, acercando su
rostro al de ella hasta que sus frentes chocaron.
 Eres perfecta.
Ella lo rodeó con sus piernas por las caderas y se mordió los labios.
 Hoy no, cuando lo hagamos estarás completamente sobria.
La besó en la punta de la nariz, sintió sus dedos enredándose en su nuca, entre
sus cabellos y sonrió al verla tratar de tirar de él para besarlo en los labios, a
escasos centímetros de tocarlos se quedó quieto. Bajó una de sus manos hasta
uno de los pechos de ella y acarició su piel, sintiendo su punta erizarse, ella se
retorció. Flavio se quedó cerca, apoyado en la barra del bar que tenían allí,
disfrutando demasiado de aquello. Basilio tiró de ella, sentándose y poniéndola
sobre su cuerpo abierta de piernas, ella se inclinó contra su rostro y él abrió sus
labios para ella, recibiendo el contacto de su piel, ronroneando al sentirla tirar de
su camisa, enredando sus dedos en un puño con el material. Apretó hacia abajo
su cuerpo y su ropa hizo contacto con su polla, la fricción hizo que él gruñera de
gusto, pero rápidamente la sujetó por las caderas.
 No seas mala.
Se levantó con ella y subió por las escaleras hasta el dormitorio. Flavio los
seguía con una botella de champan helado, tiró de la colcha, dejando solamente
las sábanas y el empapador puesto y sonrió al ver a Basilio apartarse de ella tras
tumbarla en el colchón.
 Dime Patricia, ¿Te animas a probar algo más?
Ella parpadeó confusa, viéndolo quitarle el envoltorio al tapón del costoso
líquido dorado, intentó decir algo, preguntar, pero la mirada prácticamente
salvaje y deseosa de él hizo que se contuviera.
 Vamos, no te haremos nada malo.
Basilio se inclinó cerca de ella, susurrándole al oído.
 Desnúdate.
Lo hizo, sentándose en la cama, tirando de sus ropas con manos temblorosas,
cuando se quedó desnuda volvió a dejarse caer en la cama.
 Tenemos que ordenar poner espejos por todas partes Flavio, querría
verme hoy jodidamente.
Su hermano soltó una carcajada, tiró del tapón, lo vio volar y puso uno de sus
dedos gordos en la boca.
 Sujétate esos hermosos pechos Patricia.
Él agitó la botella, viéndola subir sus manos a la par que sus rodillas, apretando
las últimas juntas mientras se sujetaba los pechos, pegados. Él quitó el dedo del
tapón lentamente y una lluvia fría de líquido dorado comenzó a caer sobre el
cuerpo de Patricia, ella gimió malditamente, haciendo a sus pollas tensarse.
Cuando terminó de brotar líquido por la boca de la botella se la llevó a los
labios, dando un largo trago. Se acercó a la cama y pegó sus labios contra los de
Patricia, dejando al costoso líquido caer por sus labios. Basilio cogió una sábana
de la cama y la tiró entre los muslos de Patricia, cubriéndole la vagina, se subió a
su otro lado y comenzó a besar por sus piernas con sus labios, sacando su
lengua, pasándola por su piel hacia arriba, por su cadera. Cambiando la suavidad
de su lengua humana por la aspereza de la de su león, sintiéndola removerse
cuando llegó a su ombligo, donde chupó el pequeño, más bien diminuto charco
de líquido. El sabor, mezclado con el de ella, era embriagador, subió y Patricia
gimió al sentir su lengua enredándose en uno de sus pezones, cambió su lengua,
convirtiéndola en áspera y ella se retorció llevando sus dedos de una de sus
manos hasta su cabeza, enredándolos en su pelo, retorció sus pies, enganchando
la sábana, apartándola de sus muslos y Basilio se inclinó lentamente, moviendo
una de sus manos por la cadera de ella, bajándola por su muslo, tocando con sus
mudillos los vellos íntimos de ella, arrastrando sus dedos entre ellos, sintiendo
sus rizos enredándose en sus dedos. Bajó sus labios por su vientre y llegó hasta
su cadera, tiró con su mano de su rodilla y agachó su rostro, llegando con sus
labios a la cara interna de uno de sus muslos. Sacó sus dientes y le dio un ligero
mordisco. Flavio subía sus labios hasta su cuello, acariciaba con una de sus
manos uno de sus pechos y bajaba los labios al cercano a él. Basilio se incorporó
con rapidez, moviéndose entre sus piernas, desde allí la observó bajar sus ojos
marrones. Como una presa ante la maldita bestia, Flavio puso los dedos de una
de sus manos sobre una de sus mejillas y le hizo torcer su rostro para besarla en
los labios, despistándola y Basilio se inclinó, con sus manos a los lados de los
muslos de Patricia, los músculos de su columna tensándose bajo la ropa, sacó su
lengua y la enterró entre los labios de ella, tocando su clítoris. Flavio la sujetó
con una de sus manos por la cintura, siseó cerca de su oído.
 Estamos vestidos, tranquila.
Patricia asintió torciendo su rostro hacia él, se incorporó un poco, rodeándole su
cuello grande y grueso con una de sus manos diminutas. Besó sus labios y gimió
al sentir la lengua de Basilio bajando por su coño hasta enterrarse en su maldito
agujero. Intentó decir algo, pero apenas se quedó en un gritito cuando Basilio
volvió a subir y profundizó entre sus labios dos de sus dedos, subiéndolos,
acariciando con ellos su sensible carne mientras sacaba su lengua y la pasaba por
su clítoris sin piedad. Haciéndola retorcerse de placer y correrse en malditas olas
y olas de placer, temblaba, gimoteaba tirando del pelo de Flavio mientras él se
tragaba sus ruidos, cada uno de ellos hasta que ella se torció hacia atrás,
colgando de sus manos tras el cuello de él. Basilio jugaba con su vagina,
chupaba de sus jugos con demasiada hambre y alargaba su orgasmo, escucharla
rogar que parase, que continuase y así sucesivamente hacía a su maldito león
arañarlo por dentro, un espasmo potente la recorrió y de sus labios se vertió tanto
néctar que salpicó su boca y chorreó por su barba. Flavio soltó los labios de ella
ante el rugido atronador de su hermano y sus ojos ahora amarillos
resplandecieron y la pura envidia golpeó su cuerpo. Basilio se apartó, subiendo
por ella, con el frente del pantalón salpicado.
 No más.
Ella suplicó sujetando a Basilio por el frente de su camisa, gimió al sentir sus
labios contra los de ella. Él tiró de la pierna cercana a su cuerpo y la abrió para
que Flavio se pusiera entre sus muslos y bajara a probarla, gruñendo, haciendo
ruidos de lametones mientras Patricia con sus brazos apretando sus pechos
trataba de respirar, sujeta a la camisa de Basilio como si fuera un maldito
salvavidas. Basilio sonrió bajando su rostro hasta uno de sus pechos, enterrando
su carne entre sus labios, apretándole el pezón entre sus colmillos. Sintió cuando
ella se corrió y otra vez y definitivamente otra vez antes de caer desmayada en el
colchón, Flavio se incorporó sobre ella, viéndola con los muslos espatarrados,
sus manos caídas sobre sus pechos, el pelo revuelto y sus labios tan hinchados
como los de su coño. Se dejó caer a un lado de ella, sonriendo, dichoso y feliz,
tratando de detener su ronroneo. Torció sus ojos para ver a Basilio sobre sus
pies, en el otro costado de Patricia. Con los pantalones bajados por su cintura,
enrollados, con su polla cogida con una mano, masturbándose con el labio
inferior apresado en sus dientes. Patricia parpadeó y torció su rostro para verlo
allí, mirándola mientras se masturbaba y no dudó en incorporarse sobre sus
rodillas. Temblaba como un maldito árbol delante de un huracán, pero se bajó de
la cama con valentía y se puso delante de él, bajando de nuevo sobre sus rodillas.
 No.
Trató de gruñir Basilio, pero apenas le salió como un placentero no más bien sí.
Patricia sonrió con maldita inocencia y movió sus manos hacia el pantalón de él,
tiró del material, haciéndolo caer hasta sus rodillas, subió sus malditas manos
por sus muslos prietos y él se estremeció. Su puta polla hacía maldita sombra
sobre la barbilla de ella, un maldito arrepentimiento cruzó los ojos oscuros de
ella.
 Nunca he hecho nada de esto.
La polla de Basilio se estremeció, malditamente como con vida propia y él cerró
sus ojos, subiendo su rostro, resoplando.
 Soy más grande que mis problemas.
Una de las manos de ella se envolvió con suavidad en su polla y él movió sus
labios, gruñendo de nuevo.
 ¡Soy más grande que mis problemas!
Quería follarse su boca como una maldita bestia, enterrarse entre sus labios,
sentir su campanilla golpeándole la punta. Pero simplemente llevó sus manos
hasta su propia cintura, sus caderas se agitaban sin él poder controlarlo.
 Si no te gusta dímelo.
Él se quedó quieto como una maldita montaña, comenzó a ronronear, a gruñir
mientras ella sacaba su lengua y lamía su punta. Su frente comenzó a perlar
sudor, su maldita vista estaba desenfocándose.
 Me gustará.
Arrastró sus dedos por el rostro de ella, viéndola entrarse la punta venosa, su
polla roja, deseosa, brillosa al sacarla. Sacó su diminuta lengua y la pasó por su
punta, él apretó sus dientes, respirando entre ellos. Patricia le subió la polla y
sacó su lengua contra uno de sus malditos huevos y la pasó desde abajo, hasta
tocarle la maldita polla y bajó por el otro para después subirla lentamente por su
polla. Él movió su mano, sujetando la de ella, tomando varias respiraciones antes
de mirarla.
 Debes detenerte o me vendré y no te gustará.
Ella se mordió los labios, se los mordió juguetonamente.
 Maldita sea.
Sus ojos brillaron mirándolo, haciendo a su pecho arder.
 Quiero probarte.
Él negó como un maldito niño, moviendo su cabeza de lado a lado con el rostro
sorprendido.
 ¡No!
Rugió tratando de retroceder, pero ella rodeó su polla con una mano,
incorporándose un poco contra sus rodillas mientras él trataba de apartarse y ella
caminaba sobre sus rodillas.
 No, no, no, no, no, no.
Jamás en todos sus años de vida había dicho que no a una mamada y había
entendido que a las chicas no les gustaba tragarse su mierda. Y malditamente no
quería que Patricia frunciera el ceño cuando la maldita cosa estuviera cerca de
ella, su león rugió y él dobló una de sus rodillas hacia ella y rodeó con sus manos
la garganta de Patricia, si lo quería probar le daría lo que quería, pero en el
fondo de su garganta para que saborease lo mínimo. Rozó con las yemas de sus
dedos gordos las mejillas de ella, sería lento, comenzó a follarse su boca
mientras ella apretaba sus mejillas y subía sus ojos llevándolo a la perdición,
alzó su rostro, su nuez se ajustaba en su garganta mientras trataba de tomar
aliento
 Jooooooooderrrrrr.
Rugió mientras ella se metía su polla hasta el fondo de su garganta, ella, cuando
terminó de correrse se apartó y su lengua dibujó su maldita punta. Después se
volvió hacia Flavio, viéndolo de pie en el otro extremo de la cama, son sus
manos sobre el colchón, mirando la escena, con su jodida polla goteando sobre
las sábanas. Y ella se subió sobre sus manos y rodillas, viéndolo negar al igual
que Basilio. Se dejó caer delante de él, boca arriba y besó sus malditos cojones
haciéndolo temblar, sujetó su polla y la masturbó varias veces.
 Solamente quiero devolveros el favor.
Y lo hizo. Bastantes horas más tarde, con las sábanas cambiadas, limpios y
relajados veían a Patricia dormir plácidamente, de costado, cubierta por una
sábana negra que rodeaba su cadera y sus pechos. Flavio enredaba en la
oscuridad con su teléfono, sentado en un sillón.
 Algo ha pasado.
Se incorporó dando un trago largo a la bebida que había tomado, Basilio le
siguió, llegaron con rapidez a la zona de coches de lujo que tenían aparcados y
ambos se quedaron paralizados al ver una de sus limusinas destrozada. Flavio se
acercó a uno de los cambiantes que trataba de curarse una herida en su
mandíbula, demasiado profunda, tiraba de trozos de metralla.
 ¿Qué ha pasado?
El cambiante tiró de algo alargado, un hierro incrustado en su cuello.
 Íbamos con unas putas, habíamos cogido la maldita limusina para
divertirnos.
Otro de ellos apretaba sus dientes mientras le cosían allí mismo una pierna
destrozada.
 El ataque era para vosotros, estaba follándome a una hembra preciosa
cuando todo explotó, su cuerpo hizo de maldito chaleco, pero me arrancó
la jodida pierna.
Basilio gruñó.
 Localiza a esos putos tigres hermano, ahora.
Se volvió decidido, saliendo de allí, subiendo las escaleras. Flavio llegó junto a
él, viéndolo ponerse un chaleco anti balas preparado con compartimentos de
cargadores y cuchillos. Patricia se removió, su espesa melena negra se agitó con
ella y Basilio no dudó en verla desde donde estaba.
 Basilio.
Flavio trató de hacerlo calmarse, pero lo vio poniéndose la camisa sobre su
chaleco mientras caminaba hacia él.
 Podríamos haber sido nosotros.
Gruñó su hermano, hablándole cerca de su oído, tan bajo que era imposible de
escuchar para cualquier oído humano.
 Con ella.
Torció su rostro, haciéndole mirar a Flavio hacia Patricia.
 Habla con esos putos tigres.
Cogió sus pantalones y calcetines, para sentarse a ponérselos.
 O llegamos a un acuerdo con ellos o me los cargo, así tenga que
extinguir a toda su puta raza, uno a uno.
Flavio resopló enredando con mano temblorosa en su teléfono mientras Basilio
se incorporaba poniéndose el botón del pantalón.
 Llegaremos a un acuerdo, quedaremos en un sitio neutral.
Basilio negó acercándose hasta Patricia, sentándose a su lado, colocándole el
pelo tiernamente fuera de su rostro. Sonreía con ternura, pero rápidamente se
incorporó con el rostro serio, pasó cerca de su hermano.
 No tengo paciencia Flavio, mueve la mierda o comenzará a llover sangre
por la ciudad.
Se vistió con rapidez y salió poniéndose la camisa tras su hermano, viéndolo
hablando con Manuel mientras se abrochaba los botones de su camisa. No
habían marcado a su ex mujer, no habían tenido sexo. Pero ella les pertenecía y
tener a alguien que la había tenido con sufrimiento cerca no ayudaba a Basilio
que trataba de calmarse abrochándose el resto de botones de su chaqueta.
 No quiero que te acerques a tu ex mujer.
Basilio soltó aquello, haciendo al humano tragar.
 ¿Pero por qué no?
Basilio alzó una de sus manos, golpeando el pecho del humano con uno de sus
dedos varias veces.
 Ella ahora nos pertenece.
Manuel se quedó pálido ante sus palabras.
 Pero si ella no es, ella no, ella es…..
Al doctor le costaba decir las palabras, algo se tensó en el humano.
 Es, es frígida.
Flavio apretó sus puños, viendo a su hermano pasándose una corbata roja por el
cuello.
 Ya te digo yo que no lo es, simplemente no sabías satisfacerla.
El corazón del doctor resonaba entre ellos, tronaba.
 Pero si ella no es amorosa, jamás sabía hacer nada más que abrirse de
piernas, estaba seca.
Basilio se confundió al anudar su corbata y volvió a empezar.
 Tal vez eras tú quien no sabía darle lo que necesitaba.
Manuel amplió sus ojos, mirando de él hacia Flavio varias veces.
 Jamás pasamos de estar encima de ella.
Basilio sonrió, soltando un gruñido.
 Te lo acabo de decir, una mujer bien amada entrega lo que recibe.
El doctor tartamudeó.
 ¿Qué le habéis hecho?, ella no tiene nada que ver con esto.
Basilio alzó su rostro, mirando al doctor detenidamente, arrastrando sus dedos de
las manos hasta los cuchillos en sus caderas.
 Ella no estaría con dos de vosotros, apenas puede ver una maldita polla
en el trabajo sin tensarse.
Flavio y el doctor cruzaron sus miradas y Manuel entendió algo.
 ¿Os habéis acostado con ella?
Manuel mantenía sus ojos sobre Flavio.
 Simplemente nos la hemos comido.
El doctor palideció más si se podía, al torcer sus ojos hacia Basilio y verlo
lamerse los labios.
 No en el sentido literal.
Se inclinó sobre el doctor, cerca de su oído.
 Me he comido su coño mientras gritaba mi nombre.
Flavio gruñó dándole su parte de lo que había hecho con ella con aquel simple
ruido que se escapó de su pecho.
 Y ella, como nuestra compañera nos devolvió el favor.
El doctor se llevó una mano al pecho, sobre su corazón y negó comenzando a
respirar con pesadez, sudaba más y más, temblaba.
 Pero sí en todos los años que hemos estado junto a mí nunca me la ha
chupado.
Manuel se llevó su otra mano al pecho, se agitó mientras apretaba sus ojos.
Flavio se quedó paralizado al ver al humano convulsionando, Basilio había
movido sus manos, juntando sus dedos y se golpeaba las yemas, unas con otras,
cerca de su rostro, con una mirada malvada.
 Le está dando un infarto.
Corrió un cambiante hacia ellos, sujetando a Manuel antes de que se deslizase
fuera de su asiento. Los ojos dorados del cambiante recorrieron a ambos, dijo
algo, pero Flavio no le escuchaba y Basilio simplemente gruñó una maldición
antes de llamar a varios más de los suyos que corrieron hacia ellos.
 Llevarlo a un hospital.
Los cambiantes desaparecieron con rapidez, arrastrando a Manuel.
 ¿Querías que muriera verdad?
Basilio torció sus ojos hacia su hermano ante su pregunta y sonrió ampliando sus
labios, enseñándole ligeramente los dientes.
 Ese humano debe morir, por tocarla. Por atreverse a herir su cuerpo, por
malditamente violarla aunque fuera de manera consentida.
Flavio soltó una maldición.
 Acude con rapidez a ayudarnos, cualquier otro médico se negaría a
operar a un cambiante herido, destrozado, lleno de plomo, a vida o
muerte.
Basilio pasó cerca de él, saliendo hacia su garaje.
 ¿Le dejaste una nota?
Flavio asintió subiendo junto a su hermano al coche que había elegido.
 Aunque lo que más deseo es que al volver ella continúe en la cama tal y
como la hemos encontrado.
Basilio encendió el coche, escuchando a la voz mecanizada que tenía
preguntándole claramente donde deseaban ir, el arrojó la dirección y el volante
se iluminó en rojo, para después tomar un tono azul oscuro cuando puso sus
manos sobre el material frío.
 Los olvidados y los cambiantes se han reunido alrededor del parlamento
humano donde se han reunido los principales gobernadores del mundo.
Basilio detuvo el coche de golpe, dando un frenazo a escasas manzanas de su
edificio. Flavio puso ambas manos delante de él, apoyándolas con fuerza en el
salpicadero, gruñó, volviéndose hacia Basilio, viendo que él no le prestaba la
menor importancia.
 Debemos comprarle un anillo.
Flavio hizo un maldito círculo con sus labios.
 Los malditos humanos comprenderán que ella nos pertenece.
Basilio gruñó las palabras, mirando hacia una lujosa tienda de joyas.
 O tratarán de joder con ella más.
Flavio no pudo evitar soltar una maldita carcajada al ver a su hermano agarrar el
volante con todas sus fuerzas y soplar como una maldita olla exprés.
 No me jodas con eso Flavio.
Torció su rostro hacia él, sin importarle una mierda los coches que los
adelantaban y pitaban.
 El ser humano es así, incluso ella podría desear a otros.
Basilio torció su cuerpo y se inclinó sobre su hermano, estirándose sobre el
cinturón, llegando a golpear su frente con la de él.
 Mataré a cualquier humano que se atreva a tocarla, morirá entre terribles
sufrimientos.
Volvió a sentarse en su asiento y tomó una respiración profunda.
 Bien, vamos a ese puto congreso de humanos.
Aceleró, no volvió sus ojos hacia Flavio, las calles estaban en su mayoría llenas
de personas y cerca del congreso la seguridad se iba intensificando. Basilio no
tuvo pega alguna para llegar hasta prácticamente las puertas del lugar donde se
habían reunido los humanos. Aparcó el coche, asintiéndole a varios de los suyos
que iban cerca en otro coche, como siempre, protegiéndolos de lo que ellos se
pudieran despistar. Los de seguridad les dejaron pasar al edificio y ambos
subieron a un palco, viendo desde la altura a los humanos sentados en cómodos
sillones, hablando entre ellos, levantándose algunos, tratando de tomar
decisiones con los pulsadores de los asientos.
 Creo que no lo han entendido, la esclavitud se prohibió hace mucho
tiempo señores.
Flavio amplió sus ojos, fijándose en el palco frente a ellos. Donde varios
olvidados miraban la escena junto a Logan y Ryan, la sangre le hirvió en las
venas al ver a ambos cambiantes mirarlos y sonreír con maldita malicia.
 En África se seguirá permitiendo tener esclavos.
Basilio llevó una de sus manos hasta uno de sus cuchillos en la cintura de su
pantalón al escuchar la cortina tras ellos moverse. Tiró del arma volviéndose,
pero se quedó quieto y lo devolvió a su funda al ver al grupo de cambiantes.
 ¿Qué demonios hacéis aquí?, pensaba que los humanos os habían
echado como a malditos animales salvajes al descubrir que eráis
cambiantes.
La silla de ruedas en la que iba uno de ellos ni siquiera sonaba mientras la hacía
rodar hacia ambos, se detuvo delante de ambos y puso sus manos sobre sus
piernas casi muertas. Alzó su rostro, dejándoles ver la profunda cicatriz que
cruzaba su mejilla derecha y subía hasta su ceja.
 Los humanos están decidiendo tratarnos como a malditas bestias,
quieren capturarnos, obligarnos a hacer trabajos forzados y esos humanos
poderosos de allí abajo hoy decidirán permitirles a los suyos hacer con
nosotros lo que quieran, mirando a otro lado.
Basilio arrastró sus dedos sobre uno de sus cuchillos, acariciando la empuñadura
desgastada por los años y su toque.
 Sois muchos, podéis revelaros.
Flavio se inclinó con las manos en la cintura, mirando al cambiante a los ojos, a
su maldita misma altura.
 Vosotros mismos os habéis negado a ayudarnos siempre, incluso habéis
ayudados al maldito sindicato cambiante o a los putos humanos a
jodernos en nuestros negocios.
El cambiante suspiró mirando hacia abajo, viendo a los humanos hablando entre
ellos.
 Los osos desaparecieron, estaban tratando de derrotar a Capat y a uno de
sus médicos. Mañana podríais ser vosotros, algún ser querido. Esto no
parará, irá a peor.
El golpe de un mazo y un fuerte siseó hizo a ambos hermanos mirar hacia abajo,
viendo al grupo de humanos en una discusión tratando de poner calma entre
ellos.
 Deberíais uniros al clan de los tigres, ayudaros los unos a los otros,
ambas razas estáis extinguiéndoos de tanto aniquilaros los unos a los
otros. El número de los vuestros se va reduciendo y seguirá siendo así si
no ponéis fin a ésta maldita guerra.
Basilio puso sus manos en la barra de mármol que hacía de barandilla, miró unos
instantes a los dos tigres, viéndolos hablando con los olvidados de no muy buen
agrado tampoco.
“Aprobado por unanimidad el derecho a tener esclavos cambiantes u
olvidados”
El humano indeciso levantó el mazo, lo dudó. Pero finalmente golpeó varias
veces, habiendo a Basilio enfurecerse.
 Tenemos que ayudarnos, nos darán caza.
Flavio siseó.
 Cierra el maldito hocico Hans.
Se volvió hacia el cambiante, abotonándose la chaqueta que llevaba puesta. Su
mirada se fijó en el grupo de cambiantes y sonrió pasando cerca de Hans,
acercándose a dos cambiantes con las pieles oscuras.
 Maldita sea Jeff, no sabía que estaríais por la puta ciudad.
Estrechó su mano y con su otro brazo lo rodeó por los hombros y golpeó antes
de apartarse y mirar a su hermano.
 Logan.
Éste no sonreía mientras los demás cambiantes los dejaban solos.
 ¿Y los peludos con los que compartís a vuestra hembra?
Jeff se encogió de hombros.
 Están con sus padres y madre ayudando con nuestros otros cachorros,
vigilando a Aline. Está en su último mes de embarazo.
El orgulloso cambiante sonrió con los ojos negros rodeados de un intenso rojo
sangre.
 Vamos, larguémonos de aquí antes de que los humanos nos vean.
Flavio se volvió ligeramente para ver a los humanos abajo rodeados por
olvidados armados con potentes armas de asalto.
 Las cosas comenzarán a complicarse más y más.
Basilio, tras salir de allí negó a Jeff ir en su coche y cogió su lujoso deportivo
para seguirlos hasta un edificio de la zona de los cambiantes.
 Serán unos minutos, nos vendrá bien tomar una copa con viejos amigos.
Flavio no tuvo más remedio que seguir a su hermano y a los dos cambiantes,
subieron al edificio repleto de seguridad, donde los cambiantes armados
sujetaron sus armas con más fuerza al ver a ambos entrando. Piso a piso que
subieron los cambiantes se mantenían vigilantes en todo momento, subieron
quince plantas sin inmutarse y otras ocho sin tan siquiera derramar una gota de
sudor. Jeff puso un dedo en un lector y después se agachó para que un escáner le
leyese la retina antes de que unas puertas gruesas como malditos bloques de
hormigón cedieran y se deslizaran a los lados lentamente, dándoles acceso a un
lujoso salón donde dos enormes cambiantes de cabezas afeitadas a los lados se
mantenían sentados cerca de un ventanal, en la posición del indio, mientras uno
de ellos mantenía entre sus brazos a una hembra humana con apenas una camisa
abierta puesta, abierta y un diminuto pantaloncillo de tela blanca. Dormía
apoyada sobre el pecho del cambiante mientras él respiraba su aroma, con sus
enormes manos oscuras sobre su pálido y gran vientre embarazado. El cambiante
se volvió ligeramente haciéndola removerse y siseó dándoles su fornida espalda,
haciendo a su hermano soltarle el pie a la hembra que mantenía con sus manos
masajeándolo.
 No estamos en nuestro mejor momento.
Basilio alzó una ceja al ver a uno de los cambiantes de cabeza afeitada
levantándose, la parte de arriba larga y negra recogida en una coleta malamente.
Sus ojos con pesadas ojeras grises, pero sus ojos siempre alerta mientras
observaba a ambos detenidamente, se apoyó en la isla de la cocina, cogiendo una
botella de agua, dando un largo trago, mirando la mano que Basilio le ofrecía de
reojo.
 ¿Acabáis de dejar entrar a dos malditos traficantes armados aquí?
Bajó su botella, cerrándola, mirando detenidamente a Flavio.
 Nuestra hembra está embarazada, nuestros cachorros están durmiendo
aquí al lado con sus abuelos.
La mirada de pura negación que lanzó hacia Jeff y a Logan hizo a Flavio gruñir.
 Estáis a salvo con nosotros, nada le sucederá a tu familia, os
protegeríamos con nuestras vidas.
El cambiante alzó una de sus cejas, viendo a Jeff tenderle una copa a cada uno.
 Han aceptado la propuesta de la esclavitud hacia los nuestros y los
olvidados.
Ambos cambiantes de rasgos indios se miraron.
 Nos mudaremos a tierras de olvidados, prometieron proteger a nuestra
familia si decidíamos ir con ellos.
Jeff y Logan asintieron.
 Me comunicaré con Saw.
Basilio amplió sus ojos al escuchar al cambiante indio que había hablado, se
acercó hasta él. Viéndolo abrir el correo de su teléfono móvil, pero al verlo
mirarlo con una ceja alzada torció sus ojos hacia su hermano.
 Deberíais pensaros dejar toda vuestra mierda y largaros de las ciudades.
Basilio iba a contestarle, pero el cambiante se volvió hacia él.
 Sé muy bien que os jode, que os creéis dueños de medio mundo, pero
irán a por vosotros y desapareceréis, al igual que han desaparecido los
osos.
El cambiante lo observó beber de su copa de manera despreocupada.
 Os creéis los dueños de vuestra parte de la puta ciudad, creéis que
podéis hacer lo que queráis con los humanos a los que pagáis por pasar de
vuestros malditos asuntos.
Flavio se encogió de hombros.
 Pero os confundís, ni con miedo los humanos os obedecerán, les pagarán
más de lo que vosotros les dais y miraran a otra parte. Capat desde ahora
irá a por vosotros, os esclavizará y obligará a criar como malditos
animales si es que no se divierte con vosotros primero u os vende a
cualquier fábrica de los humanos.
Flavio miró a Logan, el cambiante que se llamaba como uno de sus peores
enemigos. Lo observó llegar hasta donde estaba la humana, viéndolo mirar las
manos del otro cambiante alrededor del vientre de la hembra que compartían los
cuatro.
 Esto es lo único que importa.
Gruñó el cambiante moviendo sus manos por el vientre de la hembra, puso sus
labios contra una de las pálidas mejillas de ella, subió sus ojos para mirar hacia
ambos. Basilio frunció sus labios, manteniendo la mirada con la del cambiante.
 Sin dinero no eres nadie.
Flavio terminó de beber su copa tras decir aquello y miró hacia fuera, desde los
ventanales, viendo bajo el edificio al vehículo que los esperaba.
 Les hemos dejado pasar.
Torció sus ojos hacia el edificio frente a ellos, viendo los ojos de los cambiantes
brillando en la oscuridad. Se dio la vuelta, caminando hacia la salida donde su
hermano lo esperaba.
 Ayudarnos.
Basilio sujetó a Flavio por un brazo, haciéndolo detenerse, mirándolo
detenidamente a los ojos.
 Os ayudaremos a llegar a la zona de los olvidados.
Flavio alzó sus cejas, comprendiendo a su hermano. Les dijo que les avisaran
cuando deseasen hacer su traslado, pero se detuvo al ver a un grupo de
cambiantes corriendo por el pasillo cercano a la puerta donde estaban, llevó una
de sus manos hasta su pistola. Pero se detuvo al ver que iban desarmados.
 Han matado a los humanos que se reunían en el congreso, a todo ellos.
El cambiante que mantenía a la hembra humana entre sus brazos le siseó al
sobresaltarse ella y Flavio se alejó de allí, seguido de Basilio. Ambos
comenzaron a bajar las escaleras, pasando por pasillos ocupados de cambiantes
que los miraban de manera indiferente. Basilio se sujetó la chaqueta y abotonó
uno de los botones con el rostro bien alzado.
 ¿Crees que se quedará impune la votación?
Flavio se encogió de hombros, salieron del edificio y se subieron al coche que
los esperaba. Ya en su edificio, justo en el de al lado, Dark se mantenía agachado
delante de la sillita que tenía la hembra humana amiga de Patricia, hablaba con
el cachorro mientras su hermano Death mantenía una de sus frías, oscuras y
destrozadas manos sobre uno de los codos de ella, la hacía sonreír mientras
hablaba con ella. Un taxi amarillo se detuvo y ambos hermanos ayudaron a la
hembra humana, cogiendo Death al pequeño entre sus enormes brazos mientras
Dark doblaba la sillita y se acercaba al maletero para guardarla. La hembra
humana se subió al vehículo y Death le entregó a su cachorro mientras Dark
daba la vuelta por el otro lado y completamente serio se llevó una mano hasta
uno de sus bolsillos del pantalón de vestir, viendo al humano encogerse de
miedo, incluso cambiar su cara de color. Sacó un billete de cien y se agachó,
para decirle algo al conductor y éste rápidamente aceleró.
 ¿Os habéis enterado de lo que ha pasado con los humanos?
Death se acercó a ellos y los siguió dentro del edificio donde después se les unió
Dark.
 No habéis sido vosotros.
Dark se encogió de hombros, llevando sus manos hacia los bolsillos de su
pantalón.
 Por lo que no supone un trabajo para nosotros tener que hacer
desaparecer una multitud de cadáveres.
Subieron hacia el dormitorio, Flavio entreabrió la puerta para ver a Patricia
todavía durmiendo, prácticamente boca abajo, con sus nalgas apenas cubiertas
por las sábanas. Basilio enredaba en su teléfono, con una mano bajo su barbilla.
 Continuarán muriendo humanos, los olvidados no permitirán que nadie
les joda.
Flavio se desnudó, se tumbó junto a Patricia y le cogió el teléfono.
 Le sonará la alarma en un par de horas.
Basilio le asintió, mandando unos mensajes por el suyo.
 Avisaré a los cambiantes cría mestizos.
Flavio alzó una ceja.
 ¿Qué? Todos sabemos que se aparean con una humana siendo de dos
razas distintas.
Basilio se encogió de hombros, moviendo sus dedos por el teléfono, haciendo a
los músculos de sus brazos agitarse.
 De todas formas, ¿Qué cojones nos importa?, seguramente los machos
que crían con esa humana sucumban a matarse entre ellos algún día.
Flavio tiró de Patricia, volteándola hacia él, enredó sus brazos alrededor de ella.
Puso sus gruesos labios cerca del pulso en la garganta de ella y la sintió
estremecerse, apartó su rostro para verla entre abrir sus labios, se quedó un
instante contemplándola, uno que duró más de un minuto. Ella parpadeó, enfocó
sus ojos y amplió sus labios en una sonrisa tímida.
 ¡Eh! Tú, ojos preciosos de chocolate.
Bajó sus labios contra los de ella y ronroneó al sentir que ella los movía contra
los de los suyos y pasaba su lengua por ellos. Flavio gimió de placer, como un
humano cualquiera y eso encendió demasiado a Patricia. Abriendo sus ojos,
apartó su rostro y lo vio tragar, con su nuez marcándose por el movimiento de
tragar. Excitada trató de calmarse, pero sus labios vaginales se estaban
humedeciendo y Basilio tras ella tiró de su melena, enredándola en un puño,
alzándole el pelo para llegar con su nariz hasta su cuello, para respirar su aroma,
recorriendo con su nariz su piel. Ella, prácticamente con la timidez de una virgen
arrastró los dedos de sus manos por el pecho de Flavio, bajó su toque por su
prieto vientre, recorriendo con sus dedos sus malditos y prietos abdominales.
Alzó sus ojos, viendo los de él brillar en la oscuridad, bajó más, llegando por su
bajo vientre hasta su polla y la rodeó con sus dedos de las manos, empapándose
ligeramente de la crema que se vertía por su punta y caía hasta prácticamente sus
pelotas. Y aunque deseaba, desesperadamente tirarla sobre el colchón y meterse
entre sus piernas para enterrarse entre sus carnosos labios vaginales. Solamente
la tiró lentamente en el colchón y arrastró sus labios por la piel de su cuerpo.
Bajándolos lentamente por su cuello, subiéndolos por uno de sus montículos,
escuchándola jadear locamente mientras bajaba su mano por uno de sus muslos.
Basilio se lanzó a por su otro pecho, ella alzó su espalda, haciéndolo apartarse
ligeramente al presionar su teta contra su cara. La sintió arrastrando los dedos de
una de sus manos por su pelo, tirando ligeramente y después bajando por su
mejilla su toque.
 Quiero hacerlo.
Flavio y Basilio se quedaron quietos, cuando ambos alzaron sus rostros la
mirada de Patricia resplandecía entre las sombras. Pero incluso entre la poca
iluminación de las tenues luces ambos la podrían ver. Flavio abrió sus labios y su
voz apenas sonó como un gruido que tuvo que detener, carraspeó y respiró por la
nariz.
 ¿Estás segura?
Patricia asintió, viendo a Flavio volverse, abriendo la mesilla, cogiendo un
preservativo. Apretó el ceño para leer Magnum y tuvo que morderse los labios
ante su nerviosismo. Basilio enterró su nariz en su cuello, haciéndola
estremecerse.
 No estés nerviosa.
Basilio observó a su hermano llevando el preservativo hacia sus dientes,
mordiendo el envoltorio, escupiendo lejos la parte que había arrancado. Observó
cómo metía su polla en aquel material y arrugó sus labios, volvió su rostro hacia
el de Patricia y besó una de sus mejillas. Flavio se sujetó la polla y pasó la punta
por los labios de ella, abriéndolos, su mano temblaba mientras se mordía los
dientes al sentir su clítoris. Apretó, viéndola subir una mano por la espalda de
Basilio, ella tenía el coño brillante por sus jugos y él ansiaba bajar a beberse
todo. Pero apenas se contenía, quería hacerla suya también. Empujó su capullo
entre los carnosos labios de ella y sus ojos prácticamente se voltearon al sentir la
presión en su pene. Movió una de sus rodillas, presionando un muslo de ella,
abriéndola más al sentir que ella trataba de cerrar sus piernas, salió, quedándose
con la punta en su entrada, subiéndola, golpeando su clítoris, ella se cubría los
pechos con las manos.
 No.
Él frunció las cejas, estiró sus manos enredando las de ella con sus dedos y las
puso a cada lado de ella, observó su rostro, viéndola ponerse roja, como un
maldito tomate.
 Timidez ninguna.
Ella negó.
 No es eso, tengo estrías, he parido, tengo zonas blandas.
Flavio sonrió, sus dientes resplandecieron en la oscuridad mientras mantenía sus
manos sujetas. Bajó su rostro, tocando con sus labios la piel alrededor de unos de
sus pezones, besando una marca, sacando su lengua para dibujarla.
 Nos importa una jodida mierda como sean tus pechos, todo tu cuerpo.
Subió con su lengua por su garganta. Mientras ella torcía su rostro y su polla se
presionaba en su apretada entrada.
 No queremos que te agobies con tus preocupaciones.
Presionó sus dientes contra una de sus mejillas, haciéndola gemir.
 Para nosotros siempre serás la he…e…ee…mujer más hermosa.
Soltó las manos de ella y bajó sus yemas de los dedos por la piel de Patricia,
aprovechando y dejando a su león sacar las yemas ásperas. Enredó sus manos
alrededor de sus muslos, la estiró y metió más de su polla en su interior, agachó
su cara, para presionar sus labios contra los de ella, sintiendo su intenso sabor,
mientras se movía en su interior presionó su lengua contra la boca de ella,
enterrándola entre sus labios, tocando la de ella, absorbió sus gemidos mientras
él ronroneaba. Bajó una de sus manos por el muslo que sujetaba y presionó su
clítoris entre las yemas de sus dedos, sintiéndola agitarse, incrementó sus
embestidas, liberó sus labios y se apartó un poco de ella, viéndola retorcerse de
placer mientras incrementaba sus embestidas, golpeándolas pelvis de ambos. La
sintió apretándole la polla hasta el maldito borde del dolor y sintió puntitos tras
sus ojos resplandeciendo, apretó sus ojos y abrió sus labios, rugió a la vez que
ella gritaba su nombre, colapsando ambos en un tórrido torbellino de placer.
Bajó su rostro y presionó su frente contra la de ella, sin salirse de su interior,
mientras ambos respiraban pesadamente. Salió de ella, no queriendo hacerlo y se
dejó caer junto a su cuerpo, tirando del preservativo que contenía su semen.
Basilio estaba cruzado de brazos en el costado contrario de la cama donde había
caído, mirándolo en desaprobación. Patricia torció su rostro para mirar a Basilio,
viéndolo en nada más que su barba puesta, se subió de rodillas a la cama y la
volvió, pegando su espalda contra su pecho, metió una de sus enormes manos
bajo su cuerpo y con la otra rodeó su cintura mientras subía su rostro hasta la
oreja expuesta de ella, respirando por sus labios, haciéndole cosquillas con sus
barbas en la piel, sintiéndola estremecerse. Su gruesa polla en la raja de sus
nalgas presionada, dura como una barra de hierro, vertiéndose por la punta,
pringando su piel mientras se contoneaba tras ella. Movió sus manos y cargó sus
pechos para juguetear con sus pezones, escuchándola gemir. Sacó su lengua y la
pasó por su oreja, bajándola por allí hacia su cuello, dibujando su piel, metió una
de sus piernas entre las de ella y la hizo abrirse, bajó una de sus manos y enterró
dos de sus dedos por el coño de Patricia, ella se retorció contra él, corriéndose
por sus dedos. Sus gemidos humanos de placer volvían locos a ambos
cambiantes, pero Basilio no se detenía, continuaba con su follada de dedos
mientras bajaba su otra mano por su espalda, entre sus nalgas, bajó, cogiendo sus
jugos, subió su toque y enterró sus dedos entre sus nalgas, jugueteando con su
ano, subió la mano con la que presionaba uno de sus pezones, sujetándola por el
cuello y acercó sus labios hacia una de sus orejas.
 Me vuelves loco con tu olor, quiero poseerte completamente.
Patricia amplió sus ojos al sentirlo enterrar uno de sus dedos entre sus nalgas,
enterró uno de sus dedos en su ano y mordió la espalda de ella, haciéndola abrir
sus labios soltando un grito ahogado, apretó su garganta y jugueteó con su ano
mientras ella trataba de calmarse.
 Pero hoy, ¡Hoy!, quiero que tú me poseas a mí.
La soltó y ella se volvió hacia él, apoyándose en sus hombros, subiéndose sobre
él, sus malditos labios presionaron alrededor de su polla y él acarició sus
caderas, apretando ligeramente sus dedos en su piel morena y cogió el
preservativo que le ofrecía Flavio, agradeciendo a su poca maldita cordura la
calma para ponérselo. Apretó sus dientes al sentirla mecerse, respiró entre ellos,
sintiendo el maldito frío golpeando a través de ellos y abrió sus ojos para verla.
Subió sus manos tatuadas, ella apoyó sus manos en sus pectorales y tocó varias
cicatrices, bajó sus ojos, pero apenas podía verlas, separó una de sus manos,
sujetó su polla haciéndolo ronronear y subió sus caderas para presionar sus
labios contra la punta de él, se muerde los labios y pulgada a pulgada mete en su
interior todo el tamaño de Basilio, desde la punta hasta la base. Las manos de
ella suben y bajan ante las respiraciones de él y por demasiado tiempo que
parece para ambos pero que apenas son dos minutos se mantienen quietos hasta
que Patricia sube lentamente una vez y se deja caer, golpeándole los huevos
cuando termina, escuchándolo gemir. Orgullosa repitió el movimiento y lo
incrementó, él movió una de sus manos entre ambos y presionó con la yema de
su dedo gordo su clítoris, jugueteó con ella, haciéndola mecerse en círculos
temblorosos, sintiendo sus uñas humanas clavándose en sus pectorales. Subió
una de sus manos por la piel de ella, subiéndola por su vientre, llegando a uno de
sus pechos y dibujando su pezón. Se quedó paralizado al verla separar sus manos
de su pecho y subirlas hacia su cara, subiéndolas por sus barbas y llegando a su
pelo, dejándose caer contra él, tratando se de seguir meciéndose. Haciéndolo a él
cogerla por las caderas y moverse, escuchándola gimotear su nombre con voz
temblorosa, ella volvió a correrse, apretando con sus paredes vaginales su polla,
sacando hasta la última gota de su crema. Tiró un poco del pelo de ella,
apartándolo de su rostro, viéndola bañada en sudor, bajó sus labios contra los de
ella y la sorprendió, la llenó de húmedos y lujuriosos besos, acariciándola en un
suave vaivén, podía sentir el palpitar de sus labios alrededor de su polla. Una que
continuaba dura, ambos meciéndose entre ellos como adolescentes, acariciando
su piel tibia humana, sintiendo el sudor empapándola. Separando sus labios la
mira, viendo cómo se muerde los labios hinchados por el placer, subiendo sus
ojos puede ver su rostro lleno de placer, ella intenta decir algo, pero apenas
puede gruñir como una voz sin uso, cansada de ser utilizada en exceso.
 Por favor.
Sus ojos marrones resplandecen mientras él golpea contra ella.
 No te detengas, casi….
Los labios de ella se abrieron en una O y subió sus ojos hacia arriba, él se
incorpora lentamente, sacando sus colmillos, ampliando su boca, llegando a la
garganta de ella con las puntas de ellos, pero cerró sus labios y los presionó
contra las venas de su yugular, sintiendo el pulso contra sus labios, temblando,
pero no de frío, si no de deseo por marcarla. Tiró de ella, levantándola,
cogiéndola por la cintura, tirando de sus piernas para que lo rodease. Llegó al
baño y se inclinó contra un banco dentro de la ducha, sacando su polla de ella,
sentándola. Flavio tras él presionó unos botones y ella se sobresaltó al sentir
chorros de agua caliente por su espalda y sobre ella, Patricia alzó sus ojos,
viendo a Flavio ante ella desnudo, señalándole los chorros sobre su cabeza y sus
ojos simplemente se fueron hacia su polla, viendo la punta goteando semen, se
relamió, estiró una de sus manos y le rodeó con los dedos todo su tamaño,
observó a aquel imponente cambiante alzar su rostro, gruñendo, haciendo a su
voz revotar por las paredes, él se movió contra su mano y deslizó sus dedos por
su pelo, la agarró y tiró hacia atrás, haciéndola subir su rostro para ver su
imponente pecho subiendo y bajando con brusquedad, agacha su cabeza hacia
ella, teniendo que inclinarse, dejándole ver a ella el agua cayendo por su barba.
Los ojos de Patricia brillan.
 Tienes pinta de ser un hombre que tiene siempre el control.
Él frunce su ceño.
 Yo no soy un hombre.
Sonríe tras decirlo.
 Lámela Patricia.
Los pezones de ella se aprietan mientras hace lo que le dice, saca su lengua y
lame la perla de semen que brota de su punta. Mete su lengua todo lo que puede
por su diminuto agujero y saca algo más, acerca sus labios y besa allí.
 Trae un preservativo Basilio.
Haciéndola levantarse tira de ella y la pega contra una de las paredes acristaladas
y escucha a su hermano volver, estira su mano y desenvuelve con los dientes el
preservativo. Lo tira por su polla y sin aviso penetra en Patricia, estirando sus
paredes delicadas ante los actos vividos hace poco, haciéndola sentirse más que
llena, su polla palpita en su interior y Patricia trata de apretar sus paredes y
retenerlo allí, el placer ganando al dolor mientras ella misma trata de darse
placer, subiendo sus manos por la fría pared y tratando de mecerse a un ritmo
que él no le deja seguir ante sus embestidas. Saliendo y entrando completamente,
haciéndola abrirse de rodillas sin poder evitarlo. Patricia, echando su cabeza
hacia atrás se apoya en su hombro y cierra los ojos ante la venida de su orgasmo.
 Mírame, Patricia, ¡Mírame!
Ella parpadea y sus labios tiemblan tanto como su cuerpo cuando comienza a
correrse, Flavio la rodea en un abrazo y la mantiene contra él mientras se corre
en el preservativo. Ambos se quedan allí, arrugándose, sin preocuparse por el
tiempo, abrazados hasta que la observa detenidamente a los ojos y baja sus
labios contra los de ella, prolongándolo, lento. La vuelve y abraza, cogiéndola
por las nalgas, alzándola para poner su cabeza contra su pecho, disfrutando de
los latidos de su corazón.
 Tenemos que marcharnos unos días, pero después te quiero aquí,
necesitamos tenerte.
La mirada dudosa de Patricia le hace gruñir, sale de la ducha y la lleva al lavabo
para sentarla sobre el material y tirar de una toalla cercana, secándola con ella.
 Eres especial pequeña.
Sujetó sus mejillas, la hizo mirarlo.
 Queremos volver a verte.
Patricia subió sus manos y rodeó sus muñecas con sus dedos, mirándolo.
 Está bien.
Él la ayudó a incorporarse y junto a su hermano la siguieron fuera del baño, no
perdieron detalle alguno de ella vistiéndose.
 ¿Sabéis algo de mi coche?
Ambos se miraron unos instantes.
 El seguro del otro vehículo dijo que se haría cargo, Flavio lo revisará
antes de marcharnos.
Basilio se acercó hasta ella, terminando de hablar, viéndola ponerse los zapatos
de vestir.
 Gracias.
Él amplió sus labios en una sonrisa, movió un mechón de pelo tras su oreja y la
guio fuera del dormitorio hacia el lujoso garaje. Subieron a un gran todoterreno.
 Adelantaré algunas guardias y acumularé un par de días libres.
Flavio conducía y Basilio se mantenía junto a ella en el coche, en la parte de
atrás. Se acercaron al edificio donde ella tenía su casa y vieron que no había
ningún guardia de los tigres allí, el edificio parecía completamente desierto.
Basilio se inclinó con una mano alrededor de uno de los muslos de ella y le
acarició la piel antes de inclinarse y besarla en una mejilla.
 Nos veremos pronto, ya te extraño.
Los golpes de los latidos de sus corazones dolían en sus pechos al verla bajar y
adentrarse en su edificio mientras Basilio pasaba entre los asientos delanteros
junto a su hermano, viéndolo ver su reloj.
 Nosotros nunca llegamos tarde.
Basilio soltó una carcajada y negó.
 Por lo menos tenemos un par de trajes en el maletero.
Flavio condujo hasta el embarcadero donde los esperaban un grupo de
cambiantes armados. Basilio se adelantó a subir con una maleta en la mano,
escuchando a su hermano coger los trajes guardados en bolsas, colgando de
perchas.
 Pensábamos que no ibais a venir.
Basilio soltó su maleta al escuchar la profunda voz, se volvió, alzando sus brazos
hacia un cambiante de más de dos metros y medio de alto, golpeó con sus puños
en el vientre, con todas sus fuerzas. Pero éste solamente puso sus manos en
puños en sus caderas y lo miró a través de sus ojos verdes profundos con una
línea negra cruzándolos.
 Jamás dejaría a ningún ser bajo el cuidado de cuatro lagartijas de agua
salada.
Detuvo sus golpes y alzó su rostro, incluso ante su propia altura el cambiante le
sacaba varias cabezas.
 Me ofendes.
El cambiante separó sus manos de su cintura y las alzó, abriéndolas, mostrando
lo enormes que eran.
 Y a mis hermanos.
Los nombrados se pusieron alrededor del cambiante, cruzados de brazos.
 Cierra el maldito hocico, gato doméstico.
Basilio no pudo evitar mirar hacia el hermano del cambiante que dijo eso, lo
recorrió con sus ojos tratando de contenerse la risa que quería escaparse de sus
labios. Los tatuajes cubrían su piel, desde sus dedos hasta su cintura donde
desaparecían bajo el pantalón, sus orejas perforadas y piercing en la cara, pero al
mirarse ambos a los ojos no pudieron evitar reírse. El cambiante estiró sus
brazos llenos de tinta y Basilio dudó.
 Vamos hijo de puta.
Ambos se abrazaron amistosamente y se volvieron al escuchar voces cercanas,
estaban recogiendo cuerdas y arrancando los motores. Basilio se acercó a la
barandilla y cruzó sus piernas.
 Te sigue un intenso olor prácticamente comestible.
La sonrisa en los labios de Basilio murió, alzó sus ojos y los cambiantes evitaron
su mirada. Los observó alejarse por la borda, desapareciendo en los pasillos que
cruzaban el barco. Flavio desapareció también por allí, pero a él no le importó
quedarse allí, dejando el tiempo correr, viendo la ciudad desaparecer.
 Parece que por lo menos tendremos buen tiempo hasta llegar a la tierra
de los olvidados.
Basilio alzó una de sus cejas, torció su rostro. La maldita brisa lo golpeaba de
lleno a él y no le permitía haber olido al cambiante que se había puesto cerca de
él. Miró detenidamente el rostro.
 El puto barco es de más de veinte metros de ancho y jodidamente largo
para que me tenga que cruzar contigo o con tu hermanito.
El cambiante amplió sus labios en una sonrisa de colmillos afilados, subió sus
manos hasta su camisa y se soltó varios botones.
 Te lo digo enserio Ryan, vete a tomar por culo.
No se movió y Basilio simplemente le dio la espalda, sabía que se mantenía allí.
Parpadeó rato después al ver a la hembra humana que escoltaban junto a los
cambiantes hacia tierra de olvidados, junto a ella un cambiante de piel
demasiado oscura la rodeó con sus brazos, haciéndola parecer incluso más
blanca, el cambiante acercó su chata y ancha nariz a una de las mejillas de ella y
respiró su aroma mientras otro distinto a él se acercaba a un lado de ella y cogía
una de sus diminutas manos humanas.
 Una relación así debe ser horrible. Llama la atención de la gente, sobre
todo de los humanos.
Basilio tenía la misma idea que Ryan, frunció sus labios al ver las manos de
ambos cambiantes sobre el enorme vientre de la hembra, la dejaron sola para el
asombro de los dos, otro de ellos les estaba llamando con urgencia. La hembra
miraba hacia la luna y el mar, viendo las olas agitándose alrededor del barco. Se
percató de algo y se inclinó hacia adelante apoyada en la barandilla con sus
manos, golpeando su vientre el frío material de hierro. Basilio se acercó a ella y
observó un leve instante el agua, viendo las colas grandes subiendo, flotando, la
piel lechosa y los rostros femeninos hermosos ante ellos. Subió sus ojos hacia la
hembra humana, viendo su rostro desencajado al verlas.
 Sirenas.
La hembra humana cerró sus labios, no quería dejar de mirarlas.
 El capitán y sus hermanos las dejan entrar en sus barcos, procrear con
humanos que quieren pasar una buena noche o simplemente divertirse.
Ella se inclinó hacia delante y Basilio la sujetó por un brazo, asustado, lleno de
miedo por la hembra. Pero ese simple contacto le mandó un escalofrío a todo su
cuerpo, sintió el aroma de Patricia abandonando su cuerpo y un dolor inmenso
ocupó su pecho, no debería tocar a otra, no tenía que haberla dejado.
 Les llamas la atención.
La hembra humana se sobresaltó con una mano en alto y se volvió golpeando a
un ser pálido en los labios, se encogió al ver la sangre corriendo por la comisura
de entre ellos, pero aquel ser simplemente sacó su lengua rosada y se lamió,
enseñando sus afilados colmillos.
 Me diste un susto de muerte.
Basilio observó a la hembra llevándose las manos al centro del pecho un instante
y arrastró una de sus manos hacia uno de sus cuchillos.
 Solamente nos faltaba tener vampiros en éste maldito trozo de hierro
flotante.
La humana jadeó asustada, dando pasos hacia él, golpeando su espalda contra su
pecho.
 ¿No podías quedarte en la puta ciudad? Aquí te faltará alimento.
El vampiro hizo que sus ojos negros cambiaran a un amarillo brillante, abrió su
boca tanto que su mandíbula sonó malditamente desencajándose y no uno ni dos,
si no cuatro colmillos, dos en cada lado de su boca comenzaron a brotar y se
llevó un dedo a la boca del que se estiraba una enorme uña, enredó y tiró de
algo, un trozo de carne pringosa que cayó delante de los pies de Basilio y la
hembra humana que se volvió hacia la barandilla tratando de respirar y no
vomitar.
 Ya he comido.
Flavio se acercó hasta él y ambos asintieron hacia los cambiantes que llegaban a
por la hembra, viéndolos aguantarse las ganas de destrozar al vampiro.
 Putos chupa sangres, solamente nos faltaba tener por el barco un puñado
de lobos que se nos measen por las jodidas esquinas.
Basilio estaba cruzado de brazos cuando soltó las palabras, pero al ver a un
licántropo en la distancia gruñó enseñando sus dientes, se volvió, topándose con
Logan y Ryan. Los evitó pasando por un pasillo y llegó al bar del barco,
mandando al camarero servirle una copa, escuchando a su hermano pedir otra.
 Debiste dejar que Patricia me montase sin obligarme a utilizar un
maldito preservativo.
Flavio negó poniendo sus manos en la barandilla.
 Estás loco Basilio.
Éste apretó la mano que sujetaba el vaso, escuchando al cristal quejarse. Pero
antes de que pudiera romperlo el barco se sacudió con tanta fuerza que lo tiró del
taburete en el que estaba sentado.
 ¿Qué demonios?
Basilio tiró furioso la copa que se había vertido contra una pared, le costaba
mantenerse sobre sus pies al estar el barco inclinado.
 Vamos.
Asintió siguiendo a Flavio, yendo tras él fuera del barco, viendo a los
cambiantes protegiendo a la hembra humana y a sus cachorros mientras los
vampiros y los licántropos se lanzaban a los barcos que habían atacado. Los
chillidos, los gritos humanos hicieron que la sonrisa de Basilio se ampliase. Su
cuerpo se tambaleó al ser golpeado el barco de nuevo con algún proyectil.
 Todavía quedan más de diez kilómetros hasta la zona donde viven los
cambiantes de los pantanos.
Basilio no pudo evitar acercarse a la hembra humana al verla palidecer entre los
brazos de uno de los cambiantes a gorilas que la compartían mientras los que
cambiaban a lobos envolvían con unas sábanas delante de los pechos de sus
padres a sus nietos que eran sus propios hijos.
 Pero los vampiros podrían movernos rápido hacia la zona de los
olvidados.
El cambiante que la mantenía entre sus brazos siseó.
 Ahora mismo son inestables, el olor de la sangre humana les vuelve
locos.
La volvió en sus brazos y sujetó su rostro con sus enormes manos, apretándole
las mejillas rosadas.
 Te llevarán hasta allí, iréis rápido.
Ella dudó.
 Pero si yo lo más rápido que he ido en mi vida ha sido detrás del camión
de helados cuando estaba embarazada de los niños.
Él cambiante sonrió con los ojos negros brillosos de amor hacia la hembra, se
agachó y la besó a pesar de estar temblando de nerviosismo, haciendo a aquel
momento duro por un lee instante romántico. Flavio vio al cambiante torcer su
rostro hacia él, olía demasiado a quemado y el barco se estaba hundiendo.
 Confiaré en que me llevaréis a mi familia sana y salva hasta las tierras
de los olvidados.
Jeff y Ryan se acercaron a ellos, viendo al cambiante que mantenía a la hembra
humana entre sus brazos asentir junto a su propio hermano y sus dos
compartidores de compañera.
 Pero vosotros.
Ella alzó su mirada, viendo los ojos del cambiante negros como el carbón ante su
decisión.
 Necesitamos mantenerlos engañados, si piensan que seguimos por el
barco el tiempo suficiente te dará tiempo para poder estar a kilómetros de
aquí.
La mirada del cambiante se deslizó hacia el mar, viendo el fuego en los barcos,
los tentáculos comenzando a deslizarse por ellos. La crudeza de los vampiros
bebiendo hasta la última gota de sangre de los humanos que conseguían apresar
entre sus brazos.
 No me iré sin vosotros.
El cambiante puso su frente contra la de la hembra humana y subió sus manos
por los brazos regordetes de ella, llegó hasta su cuello y presionó mientras Udai
la cargaba para pasársela a Flavio.
 Proteger a lo más valioso de nuestro mundo.
Flavio asintió con la cabeza, tenía la boca seca y no pudo decir nada. Logan se
adelantó a él, dejándole oler sobre el olor a quemado su olor de gato.
 Con nuestras vidas.
Se adelantaron por el barco, hasta una zona oscura donde habían bajado una
tabla de madera sobre un pequeño bote, los cachorros y la humana subieron y los
abuelos de los cachorros junto a su compañera se deslizaron en el agua,
moviéndose entre las olas y unos enormes cocodrilos de agua salada que los
protegían. Basilio se estremeció al sentir a uno de ellos pasar tras él, rozándolo
jodidamente queriendo.
 ¿Qué demonios es eso?
Había fuego en el bosque, un grupo de personas se mantenía vestida de ropas
negras con gorros picudos, tenían antorchas que subían y bajaban con sus manos,
miraban hacia el barco.
 El grupo anti todo lo que no sea humano.
Ryan gruñó las palabras, en el bote la hembra humana trataba de calmar a sus
cachorros.
 Mataron a varios de los nuestros hace poco, nos engañaron con un
señuelo en nuestros territorios. Se llevaron a cinco, los destrozaron y
quemaron vivos.
Continuaron arrastrando el bote, adentrándose en el agua dulce, alejándose del
mar. El ruido de las hélices de algunos helicópteros sonaba sobre el ruido de las
balas.
 Me estoy mareando.
La humana gimió las palabras, hizo una arcada.
 Trata de mantenerte de costado Aline, sujetaremos más fuerte el bote.
Uno de los suegros de ella, cambiantes a lobo le susurró.
 Nosotros sufrimos un ataque hace poco, vino a ver a nuestra nuera una
amiga. Atacaron de noche, pensaban que esa hembra humana era ella.
El cambiante respiró con fuerza por la nariz, subió una de sus manos empapadas
de agua hasta su rostro y se limpió las lágrimas.
 Aline había salido con Jeff y Logan fuera mientras Dev y Udai cazaban
algunos conejos, les gustaba estar entre los árboles algunas noches.
Montaban una improvisada cama y doy gracias todavía porque esa noche
la arrastraran hasta allí estando embarazada ya, nuestros dos nietos
nacidos dormían con nosotros.
Flavio observó al cambiante mirando dentro del bote, viendo a los cachorros
abrazados a su madre.
 Arrastraron a esa chica fuera de la casa, jamás pensé volver a ver el
daño que puede llegar a hacer el ser humano.
Negó con tristeza.
 Fue horroroso.
Abrió sus labios para continuar, pero se detuvo al ver a uno de los cachorros
asomándose por el borde del bote, mirándolo con su chata nariz apoyada en el
material blando.
 Abuelo tengo hambre.
El cambiante sonrió con tristeza, su olor intensificándose por sentir a su nieto en
necesidad, los ojos del cachorro negros con manchas doradas brillantes
resplandecían mirando hacia el cambiante.
 ¿Y mis papás, abuelo?
Aquel cambiante alzó una de sus manos y removió el cabello negro azabache
largo de la cabeza del cachorro.
 Cornelius.
El cachorro se incorporó de su postura y vio en la lejanía a quien lo llamaba, sus
ojos brillaron, el color oro se intensificó mientras miraba a uno de sus padres
flotando hacia el bote.
 Papi.
Udai que apenas tuvo tiempo de estirar las manos para evitar que el cachorro
saltase sobre él sonrió cuando pudo cargarlo en sus brazos. Un desgarrador grito
se escuchó cerca, súplicas y una réplica de disparos que hizo a todos detenerse
para mirar en la oscuridad. Ojos brillantes resplandecían en la oscuridad.
 Son olvidados, vienen a ayudarnos.
Flavio amplió sus ojos al ver desde el otro lado del bote a un humano cubierto
por un picudo gorro, apuntando hacia los árboles, acercándose de espaldas al
borde de la tierra resbaladiza que daba al agua. Basilio enredó en su ropa y sacó
uno de sus cuchillos, se lo puso en los dientes y nadó hacia el humano, se detuvo
a escasos metros y tras coger el cuchillo de sus dientes lo lanzó hacia el humano,
dándole en la garganta. Se alzó en el agua, para ir hacia el humano y sacarle su
cuchillo de la garganta. Pero se detuvo mirando entre los árboles, sintiendo el
movimiento rápido y volvió su vista hacia el humano.
 Mayer.
El humano cayó de rodillas tratando de tocar el cuchillo, apuntando al ser que
tenía ante él, disparando contra su cuerpo. Pero aquel ser no se movió, su rostro
pálido brillaba en la penuria, sus ropas antiguas rápidamente sangraron, pero las
balas cayeron por los agujeros. El repiqueteo de los adornos de algunos cabellos
del ser era lo único que se podía escuchar mientras Basilio veía como se
agachaba cogiendo al humano por los brazos, apretándolo y arrojándose a
quitarle el cuchillo y beber de la herida que había tocado sus venas. Basilio
tembló ligeramente al agacharse a coger su cuchillo, viendo la sangre del
humano cayendo entre su cuerpo y los labios del vampiro. Aquel ser cuando
vació al humano lo dejó caer y alzó su rostro, torciendo sus ojos rojos hacia él,
desde sus labios bajaba una carrera de sangre brillante que acababa en su camisa
blanca ensuciada. Basilio lo miraba con frialdad, sin mostrar temor alguno, se
llevó una de sus manos a su propia boca, haciendo un movimiento de limpiarse.
 Perdona.
Basilio no pudo evitar reírse al ver a aquel ser pedirle disculpas, pero se quedó
tieso al verlo tirar de su camisa. Observando su cuerpo lleno de cicatrices de
quemaduras viejas, cortes. El vampiro torció sus ojos hacia los árboles.
 Todavía quedan algunos de ellos allí.
Se incorporó y Basilio lo siguió desnudándose poco a poco, en silencio, por más
de dos kilómetros.
 Dime una cosa, ¿Por qué cuatro cambiantes que se llevan mal sentirían
deseo por la misma humana?
La pregunta inquietó a Basilio, iba a contestar, pero se quedó sin palabras al
verlo saltar tras un montón de matojos, un arma se disparó, pero los gritos
humanos le siguieron partiendo la noche, haciendo a los pájaros sobre ellos, en
los árboles salir volando asustados.
 ¿Quién se está costando con la misma hembra humana de entre los
nuestros?
Basilio se sobresaltó al escuchar a Ryan tras él.
 ¡Joder!, intenta hacer un maldito ruido al llegar donde esté yo.
Se volvió, mirando detenidamente a Ryan, viendo que iba completamente
desnudo y desarmado. El vampiro rodeó los arbustos y se puso junto a ellos, la
sangre caía por su boca, goteaba sobre su pecho pálido desnudo.
 Los cambiantes y olvidados tenéis una fijación por las doctoras
últimamente.
Basilio amplió sus ojos mirando hacia Ryan.
 ¿Tú te acuestas con Patricia?
Comenzó a desarmarse, dejando caer sus cuchillos al suelo, se quitó los
pantalones y los calzoncillos terminando de desnudarse y puso sus manos en sus
caderas antes de mirarlo, viendo tras él a Logan.
 Ella es mía y de mi hermano.
Mutó saltando contra él, sin darle tiempo a reaccionar, poniendo sus patas sobre
los hombros de Ryan, inmovilizándolo, bajó su boca contra el rostro de Ryan que
trataba de cambiar y rugió con todas sus fuerzas. Logan saltó contra él,
arrojándolo lejos de su hermano.
 ¿Qué demonios sucede aquí?
Flavio llegó rápidamente hacia donde estaban, viendo a Ryan levantándose del
suelo cambiando, llevó sus manos hacia uno de sus bolsillos y sacó su arma,
apuntándolo, viéndolo detenerse.
 Te volaré la maldita cabeza si das un puto paso más.
Al verlo levantar una de sus patas disparó cerca de ésta, haciéndole bajarla.
 Ahora cambia a tu pellejo humano, cabrón, hijo de puta.
Ryan lo hizo, quedándose sobre sus manos y pies, temblaba de rabia.
 ¿Te…
Flavio intentó preguntar, pero Ryan no le dejó.
 No me he acostado con ella, apenas hemos pasado la primera y segunda
base.
Rojo, eso era lo único que estaba comenzando a ver Flavio mientras lo veía
incorporarse desnudo ante él. Deseo, un maldito deseo de volarle la polla llenaba
su cuerpo. Gruñó una maldición y alzó su arma, disparando en el aire, viendo a
Logan y a su hermano detener su pelea. Se habían descarnado, habían clavado
sus zarpas entre ellos. Ryan se acercó a su hermano y Basilio se puso junto a él.
 No nos apartaremos de ella.
Flavio gruñó tocando el gatillo.
 Dejar de pelear como humanos, estamos protegiendo a una familia de
los vuestros.
Mayer alzó la voz, haciéndoles bajar sus miradas al suelo, se percataron de más
sonidos y se quedaron en silencio viendo a un grupo de humanos pasando con
escopetas a la carrera cerca de ellos, Ryan se agachó a coger algunos de sus
cuchillos, pero delante de él cayó un elegante vampiro, la capa que llevaba cayó
alrededor de su cuerpo, una de sus manos se había puesto de metal, con sus
dedos afilados con perforaciones afiladas, su rostro desencajado, hambriento.
 Dejárnoslos a nosotros.
Agarró a uno de ellos por los pelos de la cabeza cerca de Basilio y tiró
arrancándosela del cuerpo, salpicando a Basilio. Dejándolo estupefacto al verlo
abrir su boca sobre el chorro que salía y alimentarse.
 Vuestro apetito es voraz, podríais beber alrededor de veinte litros de
sangre al día, lo que equivale a cinco personas, ¿Cómo se alimentan los
vuestros en la ciudad de las estrellas?
Un hermano de Mayer se detuvo cerca de Logan ante su pregunta, le hizo alzar
su rostro para mirarlo, su tez pálida, cabellos blancos adornados con aretes los
que caían en los extremos de su cabeza pringados de sangre y sus colmillos
goteantes eran jodidamente atemorizantes, con sus pantalones grises, su camisa
blanca y su capa manchada.
 Cuando encontramos al amor de nuestras vidas apenas necesitamos una
gota de su sangre al mes para seguir viviendo.
Los ojos rojos del vampiro resplandecían en la oscuridad.
 Sí es que ella nos desea, la necesidad corporal gana a nuestra sed. Si ella
no nos ama morimos.
Se llevó una mano al pecho, la que mantenía con piel y no cambiada.
 Muchos de los nuestros se han unido a Dkann mejorando su
descendencia haciendo que eso no les suceda. Otros murieron, tengo más
de ochocientos años. He llegado a un punto en el que existo solamente,
los humanos desean ser como nosotros, nos sirven ansiosos sus propias
sangres.
Subió sus manos hacia su pelo, colocándoselo hacia atrás, manchándolo de
sangre.
 Hacía mucho que no cazaba y bebía de nadie que no lo desease.
Los desgarradores gritos de los humanos siendo cazados y prácticamente
comidos era aterrador.
 Continuemos, no podemos dejar a ninguno escapar.
Observaron como en la lejanía otro de los hermanos también arrancaba la cabeza
del humano del que se bebía su sangre.
 No podemos dejar a ninguno con posibilidades de seguir viviendo.
Los cuatro entendían a los vampiros. Basilio terminó de guardarse sus cuchillos,
se puso el chaleco y colocó sus pistolas. Se puso el calzoncillo mojado y salió
tras su hermano, furioso, demasiado cabreado. Continuaron su paso por el borde
del río, viendo a olvidados en ambos lados. El bote seguía su ritmo, subiendo a
contracorriente, siendo tirado por los abuelos y sus hijos mientras la hembra
humana y la descendencia se mantenía en el bote.
 Quietos.
El ruido de un arma cargándose y la profunda voz les hizo detenerse en seco.
Detrás de ellos un olvidado les apuntaba con un arma, acompañado de por lo
menos diez más de ellos.
 ¿No te huele como a perro mojado Flavio?
Basilio no pudo evitar sonreír tras decir aquello, viendo a su hermano
prácticamente ponerse pálido.
 Cierra la maldita boca hermano.
Ambos se miraron a los ojos, a pesar de Flavio haberlo mando a callar, y no
pudieron evitar reírse a carcajadas volviéndose hacia los olvidados.
 ¡Sí!, mira, el que preñó a la humana en una fiesta.
El olvidado peludo con la cara de un lobo, de morro alargado y orejas
puntiagudas gruñó.
 ¿Qué dices?, la muy humana le robó el preservativo que habían utilizado
y se inseminó.
Basilio arrugó el ceño al escuchar a su hermano.
 Bueno, míralo por el buen lado, cualquiera no se abriría de piernas para
un peludo perro con la cara.
Los dos siguieron con su conversación, ignorando a los olvidados, como si les
importase una mierda que uno tuviera un rifle que servía para derribar aviones o
una bazuca.
 Quien sabe, los humanos son unos jodidos retorcidos.
Flavio se volvió ligeramente hacia su hermano, mirándolo de frente, estiró su
mano y le cogió una pistola y Basilio se cogió la otra. Se volvieron apuntando
hacia los olvidados, con sonrisas en sus labios, unas como las de malditos locos.
 Ahora bajar las putas armas.
Alguien carraspeó tras los olvidados y a Flavio y Basilio les hizo sonreír ver
quien era.
 Vaya, si tenemos aquí al señor Saw, que honor.
El olvidado alzó una de sus cejas.
 Me temo que deberán posponer ese honor, yo soy su gemelo Eiden.
Basilio gruñó moviendo su arma hacia él, vio al olvidado alzar sus manos y los
demás como él bajaron sus armas.
 ¿Se puede saber que hacen unos traficantes de drogas en nuestras
tierras?
El olvidado se cruzó de brazos, iba desnudo. No podía importarle menos tener su
verga colgando al igual que a los demás.
 Creo que muchas de vuestras tierras pronto serán devueltas a sus dueños
legítimos, pronto tendréis que volver a vuestra isla.
Flavio se sorprendió ante las palabras de su hermano, lo vio volverse hacia él y
encogerse de hombros.
 Lo sabes tan bien como yo, el nuevo gobernador de los Estados Unidos
no quiere olvidados en su país y ha sacado una ley de a saber dónde
obligándoles a ir devolviendo tierras a sus legítimos propietarios, incluso
libres de cualquier impuesto mientras no se las vendan a éstos de nuevo.
Muchos humanos tratan de cazarlos como si fueran ganado.
La mandíbula de Flavio se mantenía apretada.
 No hace falta ser muy estúpido para saber que en vuestra magnífica isla
trataron de secuestrar a una princesa humana que protegían los hermanos
jaguar.
Ambos iban a continuar relatándose, pero Eiden les siseó.
 Parar ya.
Se volvieron para verlo resoplar, cansado de escuchar a ambos.
 El rey de Krocia mandó a proteger a su cachorra a hombres lobo, no a
jaguares, andan en el punto de mira. Se sabía, su padre nos ayudó a pillar
a un montón de médicos y enfermeros que huían hacia allí con muchos de
los nuestros y los vuestros. El rey les engañó y su hija está en el punto de
mira de cada maldito humano.
Basilio amplió sus ojos mirando a su hermano.
 La protege Dak y sus hermanos.
Flavio negó para que no dijera nada Basilio, que alzó sus manos y negó
volviéndose caminando lejos.
 Vuestra seguridad podría verse incrementada si nos dejaseis pasar por
aquí nuestros medicamentos.
Eiden escupió a los pies de Flavio.
 Tus drogas….
Puntualizó las palabras.
 No pasaran por nuestras tierras, suerte tenéis tú, tu hermano y los dos
tigres de que os dejemos salir de aquí con vida.
Flavio bajó su arma, alzando su cabeza.
 No paráis de ganar enemigos.
Los dejó allí, caminando hacia donde Basilio continuaba su paso, llegando
finalmente, tras más de media hora a paso rápido hasta las vallas que separaban
las tierras de los olvidados. Basilio se detuvo al escuchar algo bajo uno de sus
pies y lo apartó viendo una luz parpadeante roja.
 Detectores de movimiento.
Una luz roja pasó delante de los ojos de Flavio e hizo que torciera sus ojos hacia
arriba, viendo entre las sombras de los muros que habían creado los olvidados a
un puñado de ellos apuntándolos.
 Dejarlos pasar.
Sonó una voz tras ellos, pero Flavio negó.
 Tenemos que volver a casa, hay que aclarar las cosas con Patricia cuanto
antes.
Basilio pudo ver en la lejanía a Eiden adentrándose en territorio de olvidados.
 Antes podríamos hablar con los hermanos Saw.
Flavio observó la mirada de malicia de su hermano, lo siguió dentro del recinto y
ambos siguieron a Eiden.

Ryan y Logan.

Ira hervía por sus venas cuando llegaron al piso de Patricia y entre ambos
abrieron la puerta, se adentraron en la casa y llegaron al dormitorio. Ella dormía
boca arriba, desnuda, con la cabeza hacia un lado y el pelo esparcido por la
almohada. Sus pezones tiesos bajo la sábana blanca que cubría uno de sus
pezones, el resto de ella entre sus muslos y piernas. Logan tiró de la sábana y la
desnudó, mirándola con el ceño fruncido. Ryan lo miró unos instantes, como
pidiéndole permiso y él asintió, viéndolo trepar lentamente por la cama sobre el
cuerpo de ella, subiendo sus labios por una de las piernas de ella, por su cadera,
su vientre. Se puso detrás de ella, besándola por la columna, mordiéndole los
michelines, subiendo más y subiendo todavía más por su pecho hasta su pezón,
abrió su boca y presionó sus labios contra su punta dura. Tiró de uno de los
brazos de ella hacia atrás, viéndola parpadear, viendo como estiraba uno de sus
pies, retorciendo sus dedos mientras mamaba de su pezón y mordía. Ella alzó su
otra mano libre y él soltó su pecho antes de que pudiera cogerlo por el pelo,
subió su boca contra la mano de ella y le mordió en las yemas de los dedos.
 Amordázala Logan.
Patricia amplió sus ojos al escucharlo, él, cogió su otra mano y tiró de ella hacia
atrás, juntándola con la otra, estiró su mano y tiró de su corbata. Se la quitó y la
llevó hasta las manos de Patricia, atándolas con rapidez. Logan amordazó sus
labios y Ryan se tumbó de nuevo tras ella, viendo a Logan subir ligeramente
sobre el cuerpo de ella. Poniendo una de sus rodillas entre las de Patricia,
separándoselas mientras bajaba su rostro entre sus pechos y se zambullía en ellos
con su lengua y boca, dejando uno brillante para que Ryan después lo atacase
con sus labios. Logan subió una de sus manos por un costado de Patricia,
apoyándose un ligero instante en su piel antes de soltar su pecho y subir más su
toque hasta pillar con sus dedos su pezón para retorcerlo, subió con sus labios
por la piel de ella, por su pecho, por su cuello, mordió su piel, justo en su pulso y
llegó hasta una de sus orejas. Escuchó un ruido y percibió un aroma cambiante,
levantó una de sus manos, sacando su dedo corazón en el momento en que
escuchaba la puerta del dormitorio abriéndose abruptamente, golpeando contra la
pared, destrozándose.
 Voy a cortaros las manos.
Sonó un cuchillo, desenfundándose y Logan soltó a Patricia, volviéndose junto a
Ryan hacia Basilio y Flavio. El ruido de pisadas comenzó a escucharse y Basilio
cogió la sábana caída desde la cama hasta el suelo, esparcida por allí, la arrojó
hacia la cama y apretó sus labios al ver a Logan cubriendo a Patricia. Tras él y su
hermano un grupo de cambiantes los apuntaba con armas pesadas se habían
apilado tras ellos.
 Bajar las armas.
Dijo uno de ellos, con la voz asustada, Ryan apretó sus dedos, haciendo puños
con sus manos y rugió lleno de rabia.
 ¡Salir de aquí!
Cubriendo a Patricia, mirando hacia los suyos, viéndolos bajar sus miradas al
suelo y retroceder. Se volvió hacia Patricia, viéndola tratar de apartarse de la
mano de él que iba a acariciarle.
 La compartiremos, hasta que ella decida con quien desea permanecer y
cuando lo haga los otros no harán nada. Se alejarán y nunca volverán a
mirar atrás.
Flavio y Basilio ampliaron sus ojos al escuchar a Logan.
 ¿Y cómo proponéis que eso suceda?, os recuerdo que mis chicas
desaparecen, nos matamos. Somos bandas rivales, nunca hemos tenido
paz.
Ryan se bajó de la cama.
 Nos turnaremos, cuando ella quiera estar con unos u otros como hasta
ahora, sin poner impedimento y cada noche ella dormirá con algunos.
Torció sus ojos hacia ella, viéndola retorcerse con la mordaza hasta liberarse
mientras agitaba sus manos tratando de liberarse de sus ataduras.
 ¿Acaso me habéis preguntado a mí que deseo?
Logan se volvió hacia ella, viéndola tratar de retroceder y alejarse de él.
 Tú ni siquiera pensaste en lo que estabas haciendo al estar con nosotros
a tu antojo.
Subió una de sus manos y pellizcó uno de sus pezones haciéndola caer en la
cama de espaldas. Con sus manos atadas atrás, haciéndole alzar más sus pechos.
Miró hacia los demás, viendo a su hermano Ryan ansioso al igual que Flavio y
Basilio, tiró de su mordaza, volviendo a ponérsela a pesar de ella retorcerse.
 Vamos.
Invitó a los demás.
 Aprendamos desde hoy a compartirla.
Flavio tragó, alzó sus manos con los dedos estirados y caminó hacia el colchón
desnudándose, trepó al otro lado de ella mientras Logan tiraba del cuerpo de
Patricia para colocarla en el centro del colchón entre ambos.
 Después de esto llegaremos a un acuerdo, ¿Entendido?
Logan le observó alzar sus ojos, mirándolo detenidamente, viéndolo asentir,
puso una mano sobre uno de los hombros de Patricia y la tumbó sobre el
colchón, bajó su mano después por su vientre y estiró su cuello para llegar con
su boca hasta uno de sus pezones, dejándole el otro a Flavio que estiró también
una de sus manos y ambos tiraron de las rodillas de ella. Abriéndola de piernas
para ver a Basilio que se desnudaba y Ryan poniéndose en los pies de la cama,
sobre sus rodillas, agachándose ambos entre los muslos de Patricia para comerse
su coño, los dos poniéndose de lado.
 Mierda, ¡Joder!, ¡Me cago en la hostia!
Basilio parpadeó mirando hacia Ryan, moviéndose lejos de él, viéndolo sonreírle
al borde del descojono.
 ¿Qué puta gracia tiene que se nos rocen las pollas?, prefiero que me
echen cera caliente en los pezones.
Ryan se descojonó, pero Basilio se incorporó de la cama y cogió su ropa del
suelo, deteniéndose a mirar a los cuatro. Viendo a Patricia mirándolo con los
ojos brillosos, como si lo anhelase ya, temblaba de la cabeza a los pies. Levantó
su mano y señaló a Ryan con el dedo índice.
 No vuelvas a acércate a no ser que quieras gofreame la polla para que
Patricia me la chupe maldito imbécil de mierda.
Logan tenía una de sus cejas alzadas.
 ¿Qué demonios es eso de gofrear tu polla?
Ryan soltó una carcajada volviendo a subirse a la cama, arrastrando sus labios
por uno de los vaginales de Patricia, viendo su piel erizarse lentamente. Ella
gimió al sentir a Basilio enterrando su lengua entre sus labios, profundizándola
mientras Ryan mordía el muslo cercano a su cabeza, sus músculos temblaban y
tanto que incluso dolían. Logan subió su toque por el pecho de ella y llegó hasta
su garganta. Apretó su piel, sintiendo sus pesadas respiraciones y sus ojos
marrones se centraron en él.
 Cálmate pequeña.
Ella le frunció el ceño haciéndole sonreír, apartó su rostro al verlo acercarse a
sus labios entreabiertos alrededor de la mordaza, él subió sus labios por su
mejilla expuesta a él, llegó hasta el lóbulo de su oreja y mordió haciéndola
retorcerse mientras Ryan y Basilio devoraban su vagina.
 Solamente somos cuatro cambiantes muertos de hambre.
Una de sus manos bajó por su vientre mientras Flavio bajaba también una de sus
manos por su piel, llegando con sus dedos hasta uno de sus pezones, rozándolo,
haciéndola retorcerse mientras Ryan y Basilio se follaban con sus lenguas su
coño. El ruido de las chupadas que daban en su sensible carne, de las lamidas.
De sus dedos enterrándose en sus agujeros, apretando los ojos trató de aislarse,
de irse de aquel momento, pero un torrente demasiado violento se estaba
desatando desde sus entrañas hacia su coño, gemidos que no podía controlar se
escapaban por sus labios, estiró su cuello, tratando de conseguir algo de aire,
pero los labios de Logan y Flavio encontraron su piel y chuparon mientras
pellizcaban sus pezones. Parpadeó, mareosa, sudorosa, perdiendo el enfoque de
sus ojos, sintiendo que malditamente todo el líquido que ocupaba su cuerpo salía
por su vagina. Le costaba respirar, trataba de hacerlo, pero apenas podía. Logan
tiró de la mordaza y ella comenzó a respirar por los labios con fuerza. Ryan y
Basilio devoraban a la misma vez su coño, compaginándose, enterrando su
lengua uno hasta el fondo de su coño mientras el otro chupaba o lamía su clítoris
y después cambiando. Ella apretó sus talones en la cama, se retorció, pero no le
sirvió de nada, volvió a correrse una vez, dos, tres y se derritió en su propio
colchón perdiéndose en una nube negra inconsciente en el último. Logan se
incorporó y tiró del pelo de Ryan, apartándolo de entre los muslos de Patricia,
viendo sus labios hinchados y mojados moviéndose para enseñarle los dientes y
rugir furioso.
 ¡Basta!, se ha desmayado.
Basilio se apartó de los muslos de ella tras pasar su lengua hacia abajo,
pasándola por el interior de una de sus piernas, mordisqueó su piel y sonrió hacia
Flavio.
 Tenías hambre ¡Eh! Bastardo.
Gruñó hacia su hermano al escucharlo.
 Vosotros mismos os insultáis así.
Flavio se encogió de hombros.
 Somos hijos de cambiantes y una prostituta, lo aceptamos y también
aceptamos saber que no existe nada peor que ser un bastado incluso entre
los tuyos.
Ambos hermanos comenzaron a vestirse, les dieron la espalda para salir de allí.
 Gracias.
Se detuvieron tan abruptamente que Logan y Ryan tomaron posturas de ataque,
pero bajaron sus puños al verlos volverse ligeramente mirándose y después
mirándolos a ellos.
 ¿Por qué?
Salió por los labios de Basilio, Ryan señaló a Patricia.
 Por compartirla con nosotros, por permitirnos tenerla los cuatro sin tener
que provocar una guerra aún peor de la que llevamos a nuestras espaldas.
Lo sabían, era cuestión de vida o muerte que decidieran el destino de compartir a
Patricia y no sólo para ellos. Los cambiantes de sus bandos los defenderían hasta
la muerte, al igual que ellos los defenderían.
 Reuniremos a los nuestros.
Basilio se acomodó la chaqueta y abrochó los botones de los puños.
 Tendremos una tregua.
Bajó sus ojos hacia el colchón, viendo a Logan desatando las muñecas de
Patricia, masajeándoselas, Ryan se sentó al otro lado y sonrió viendo a su
hermano mientras Flavio y Basilio se marchaban del piso.
 ¿Qué hacéis aquí?
El ruido de armas cargándose hizo que Logan y Ryan se levantasen de la cama,
desnudos caminaron hacia la puerta, viendo a sus hombres rodeando a los dos
cambiantes a leones, apuntándolos con sus armas mientras ambos mantenían sus
manos levantadas.
 No les disparéis, hemos llegado a un trato con ellos.
Los suyos se mostraron sorprendidos.
 Eso no puede ser posible, jefes.
Uno de ellos, indignado gruñó las palabras, recorriéndolos con la mirada llena de
odio.
 Lo sentimos, pero así es, deseamos a la misma hembra.
Ryan alzó su voz, queriendo que escucharan claramente su decisión.
 Uniremos fuerzas, acabaremos ésta lucha que mata cada mes a muchos
de los nuestros.
Se volvió al sentirla a ella, a Patricia y la vio llegando a la puerta de su piso
envuelta en una bata rosa larga preciosa, abrazada a sí misma y temblorosa
mientras sujetaba la puerta y alzaba el dedo corazón de una de sus manos.
Basilio caminó con rapidez hacia allí y golpeó con su cabeza en ella, haciendo a
la madera crujir, puso su rostro de costado en el material fresco y comenzó a
ronronear.
 Sé que estás ahí dentro, abre la puerta.
Su mano se volvió peluda y sus palmas oscuras, sus uñas se alargaron hasta
convertirse en zarpas y las pasó por el frío material destrozándolo lentamente.
 Vamos, ¡Abre la puerta Patricia!
Con su frente comenzó a golpear la puerta, un rugido quejoso se escapó de sus
labios. Agarró el tirador de la puerta y lo zarandeó, arrancándolo de cuajo. Lo
arrojó lejos y comenzó a impulsarse contra la puerta una y otra vez hasta que la
abrió, rompiéndose todo el marco, irrumpió dentro y Flavio lo siguió. Logan
gruñó hacia los suyos, viéndolos bajar sus miradas.
 Nos reuniremos pronto, esperar nuestro mensaje.
Tras entrar y llegar hasta la cocina escuchando a Patricia chillando y la vieron
inclinada en un taburete, mientras Basilio tiraba de sus muñecas y ella trataba de
no caerse de espaldas. Flavio tiraba de sus piernas hacia arriba y ella se removía
con la bata caída por su cuerpo.
 ¡Suéltame!
Él reía echándose sobre ella, llegando hasta uno de sus pechos con su boca.
 Os demandaré por esto.
Flavio amplió su sonrisa y bajó con sus labios lentamente besos por el vientre de
ella, llegó hasta su ombligo, enterrando su lengua en su piel varias veces,
continuó bajando y rozó con la punta de su nariz su suave mata de rizos negros y
empleando sus dedos abrió sus labios, pasó la punta de su lengua por sus labios y
ella se estremeció, tras otro par de lengüetazos ella gimió y él se entretuvo en su
deleite. Logan y Ryan se pusieron a los lados de Patricia y bajaron sus rostros.
Logan se inclinó hacia abajo y sacó su lengua arrastrándola entre los pliegues de
ella, chupó su clítoris, lo asoló. Ella movió sus caderas y Basilio bajó su rostro
acercándolo al de Patricia y ella parpadeó, mirándolo risueña, viéndolo acercarse
hasta ella, subió su rostro contra el de él y mordió en lo primero que pilló,
escuchándolo rugir, sintiendo su sangre golpeando sus labios.
 ¡Oh!, ¡Mierda!, ayudarme.
Basilio se mantenía agachado contra ella, tratando de coger su rostro con ambas
manos, pero ella al sentir que la soltaba lo sujetó por el pelo y tiró con todas sus
fuerzas. Los demás trataron de hacerla soltarlo, la sangre de Basilio caía desde
su nariz por los labios de Patricia, caía por su garganta.
 No te tragues su sangre, vamos pequeña.
Ryan tiraba de la barbilla de ella y trataba de meter sus dedos de su mano libre
entre los dientes de ella para que lo soltase, enterró su otra mano en su boca
como pudo y tiró liberando la nariz de Basilio. La soltó, pero ella subió su rostro
y mordió su palma, él puso la palma de su otra mano en su frente, tratando de
que lo soltase.
 Pequeña cosa humana.
Abrió sus labios viendo la sangre que comenzaba a salir de su mano, furioso la
cogió por la cintura y tiró de ella, arrastrándola fuera del taburete, escuchándola
chillar. Cargándola sobre su hombro sin importarle que patalease, caminó hacia
el dormitorio y la arrojó en la cama, viéndola botar unos instantes, cogiéndola
por las muñecas, tirando de ellas, poniéndolas sobre su cabeza. Torció sus ojos,
tratando de buscar a su hermano Logan, pero solamente vio a Basilio que se
limpiaba en el cuello de su camisa la nariz, ambos se miraron unos instantes y lo
vio subir a la cama quitándose la camisa ensangrentada, haciéndola girones,
destrozándola para atar las muñecas de Patricia, cuando terminó puso una de sus
rodillas entre las ataduras y bajó su rostro contra la espalda de ella, mordiéndole.
Ryan levantó una de sus manos y la bajó contra una de las nalgas de Patricia,
viéndola retorcerse soltando jadeos por sus labios.
 Soltarme.
Su voz sonó entrecortada, pero ambos no se detuvieron, Ryan acarició con las
yemas de sus dedos la piel enrojecida donde había golpeado a Patricia y después
puso ambas manos en las nalgas de ella. Las estiró y con sus propias rodillas
presionó en las de ella abriéndoselas, sonriendo mientras sus nalgas subían,
viendo los ojos de Basilio resplandecer en la oscuridad. Bajó su rostro y enterró
su cara entre sus nalgas, llegando con su lengua por su coño, profundizándola
tras lamer su carne delicada, moviéndola en su interior como si estuviera
follándosela. Tras sentir empaparse alrededor de su lengua salió de ella y subió
besos por sus nalgas, por su espalda y subió su mano para rodear su cuello,
apretándolo. Llegando con sus dientes a su oreja, mordiéndola.
 Ahora voy a follarte, ¡Niégame ahora! O acarrea con la consecuencia,
porque después los demás también te querrán tener.
Arrastró su mano hacia abajo y se bajó la cremallera del pantalón, se sacó la
polla y dibujó los labios de Patricia antes de comenzar a enterrarse en ella.
 Ryan, ¡Oh Dios!
La observó hablando, viendo como su mandíbula temblaba mientras hablaba.
Bajó su nariz y respiró su aroma en la curva de su cuello, subió su mano y
enterró uno de sus dedos entre sus labios para tras ella chuparlo bajarlo y
enterrarlo lentamente en su ano mientras se incorporaba sobre ella, viendo como
Basilio soltaba sus ataduras.
 Voy a enterrarme aquí.
Decía mientras la follaba por el culo con su dedo y con su polla por la vagina.
 Y Basilio entrara en tu coño.
Ella apretó sus ojos, dejándoles ver las arrugas en ellos. Ryan salió de ella y
cogió un preservativo que Logan le ofrecía, tras ponérselo jugueteó con su
vagina, empapando el material delicado. Pulsó en su ano y sintió la presión que
estaba haciendo.
 Cálmate Patricia.
Apretó sus dientes diciendo aquello, con una de sus manos apoyadas en el
colchón y la otra sujetada por su polla, restregándola por su ano, apretando su
punta en ella. Se detuvo un instante para observar a Basilio, viendo su nariz
prácticamente cicatrizada.
 Métete bajo ella, despístala.
Él asintió, esperó mientras se ponía un preservativo. Viendo como Ryan tiraba de
los hombros de Patricia y se metió bajo ella. Quien puso las palmas en los
pectorales de Basilio y después su cara. Basilio la besó en la frente, haciéndola
sonreír.
 Pensaba que eráis ricos por vuestros negocios, no sabía que ambos
también eráis como Logan y Ryan.
Cuando alzó su rostro hacia Basilio pudo ver su ceño fruncido.
 Siento mucho no ser lo que esperabas.
Ella volvió a poner su rostro en su pecho y acarició su piel dura.
 Aceptaré vuestra propuesta.
Patricia volvió a levantar su rostro, viendo sus ojos ámbar resplandeciendo.
 Gra….gracias.
El agradecimiento de Basilio pareció escapar de sus labios por primera vez, el
cambiante nunca había agradecido nada. Subió su rostro, doblando su cuello y
llegó hasta los labios de ella, apretando ambos, sacando la punta de su lengua
para dibujarlos y enterrarla entre ellos para hacerla seguir sus movimientos, su
polla se movía entre sus muslos. Se quedó paralizado al ver a Patricia
incorporándose con una mano en su pecho, moviendo la otra tras ella, cogiendo
su polla con su mano, acariciándola mientras Ryan por detrás besaba su cuello y
subía sus manos por su vientre para cogerla por los pechos. Logan tras ellos,
junto a Flavio se mantenían cruzados de brazos, mirando la escena. Patricia tiró
de la polla de Basilio hacia su coño y se la enterró unas pulgadas, apretando los
dientes, clavando las unas de una de sus manos en el pecho de él mientras Ryan
se removía contra ella, acariciándose a sí mismo contra la mano de ella. Basilio
la sujetó por las nalgas, abriéndoselas y ella se apoyó en su pecho con ambas
manos. Ryan bajó besos por su espalda y se acercó más a ella, presionando su
punta contra su ano, ella alzó su rostro, abriendo los labios, enseñando sus
dientes apretados, gimiendo y Basilio se incorporó llegando hasta su cuello con
sus labios, besándola. Ryan entró en ella ligeramente, pulgada a pulgada, viendo
como Basilio chupaba uno de los pezones de Patricia, tratando de encontrarse
con su tigre, pensando en el instinto asesino que debería desatarse en su interior
al ver a otro cambiante a felino follándose a su hembra. Pero su pecho
retumbaba, su cuerpo se sacudía de placer, estaba ronroneando. Pulsó más en su
interior y más hasta enterrarse completamente en ella, después se limpió el sudor
de la frente con el dorso de uno de sus imponentes brazos y asintió hacia Basilio
que lo miraba desde el cuello de Patricia, enseñándole los dientes pegados a la
piel de ella, provocándolo mientras los arrastraba por su piel de chocolate.
Ambos comenzaron a moverse en el interior de ella, Basilio movía sus caderas y
él sujetaba los pechos de ella. Podía sentir la polla de Basilio a través de la piel
de ella que los separaba, incrementó sus embestidas al escucharla pedir más,
más, más y la sintió desinhibirse comenzando su propio ritmo, haciéndolos
seguirla hasta el orgasmo. Logan y Flavio, ambos, se subieron a la cama, ambos
por un extremo y tiraron de ella, viendo a sus respectivos hermanos
levantándose. Flavio se puso cerca del rostro de Patricia, acariciándole los labios
con la yema de uno de sus dedos gordos de las manos.
 Quiero enterrarme aquí.
La observaron abrir sus ojos mientras Logan estiraba sus regordetes muslos,
poniéndolos a los lados de sus caderas mientras se colocaba un preservativo,
viendo a Flavio incorporarse un poco con la polla entre los dedos de una de sus
manos, masajeando su líquido pre seminal con su mano por todo su tamaño sin
perder de vista a Patricia mientras él se inclinaba para penetrarla lentamente
mientras Flavio pasaba su polla por los labios de ella, haciéndola sacar su lengua
y lamerlo antes de abrir su boca torciéndose y enterrándose parte de su tamaño
en su boca. Sorprendentemente para Logan fue excitante verlo inclinarse con una
mano estirada hacia el coño de ella y la otra sobre uno de sus pechos,
pellizcando su pezón. Bajó sus ojos y vio como tocaba con las yemas de sus
dedos su clítoris haciéndola apretarle más la polla. Él gruñó y soltó un placentero
jadeo al sentirla alrededor de todo su tamaño, alzó su rostro y parpadeó mientras
seguía meciendo sus caderas.

Patricia.

Flavio salió de su boca y se la cogió con la mano, poniendo otra delante,
dejándole ver como se corría y los chorros de semen se filtraban entre sus dedos.
Ella sacó su lengua y lamió un poco, cerró sus labios y lo saboreó descubriendo
que sabía distinto a como se describía en los libros, nada de dulce, picante, con
sabor a cloro. Era un sabor extraño, parpadeó viéndolo bajar su cara contra la de
ella y respiró como pudo al sentirlo besarla enterrando su gruesa lengua entre sus
labios, gimió al sentir que se corría con la polla de Logan enterrada en su coño,
bombardeándolo a penetraciones intensas que llegaban hasta el fondo de ella, no
pudo evitarlo y alzó sus manos rodeando el cuello de Flavio. Cuando terminó de
correrse Logan salía de ella y simplemente Patricia se puso de lado, llegando a
sus almohadas y bostezó acurrucándose a sí misma, sintiendo la extraña
sensación de querer hacer pis, conteniéndose, parpadeando para ver a los cuatro
cambiantes vistiéndose lentamente.
 Podríais quedaros.
Observó cómo se miraban entre ellos y se arrepintió de sus palabras.
 Pocas veces estaremos juntos, hoy ha sido una excepción.
Asintió viéndolos salir del dormitorio, cerró sus ojos y trató de escucharlos, pero
le fue imposible. Pasado un tiempo se incorporó y sentó, necesitaba orinar. Sus
piernas temblaron al moverse hasta el baño. Cuando terminó buscó su teléfono y
llegó hasta la cocina, para calentarse unas sobras de fideos chinos y pollo
agridulce. Buscando a los cuatro por las redes sociales, aunque no apareciera
ninguna noticia directa podía ver que en varias web se hablaba de ellos, de sus
guerras, de que eran cambiantes. De las ciudades que estaban bajo sus mandatos
incluso en Europa, había fotos de ellos. Descargó algunas, sonó la puerta y se
levantó cogiendo una bata limpia de su armario, diciendo que iba. Cuando abrió
Dante la miraba desde el otro lado con el ceño fruncido, partido, al igual que uno
de sus labios, con la cara llena de moretones.
 Mamá.
Su voz salió desgarrada por sus labios y sus ojos brillosos, parpadeó sus
lágrimas, pero igualmente cayeron por sus mejillas. Ella no dudo y estiró sus
brazos hacia él, abriendo sus manos, tiró de él dentro de su casa y cerró. Lo
cogió por las mejillas y lo miró a la cara.
 ¿Qué te ha pasado?
Él se encogió de hombros, sus labios vibraban y respiraba entrecortadamente.
 Vamos.
Tiró de Dante, ayudándolo a llegar al baño, sentándolo dentro de la ducha, en el
asiento que ocupaba toda la pared. Se puso de rodillas y le quitó los botones de
la camisa, descubriendo su pecho marcado de golpes, los rizos de sus vellos
hermosos aplastados, manchados de sangre, llegó al botón de sus pantalones y él
sujetó sus manos. Le siseó al escucharlo tratar de decir algo, se incorporó, cogió
la alcachofa de la ducha y lo miró terminando de desnudarse.
 Te dije que Savage era peligroso, sus negocios te arrastraran..
Dante la cogió por un brazo y negó.
 Estaba abajo, entre los coches con él.
Parpadeo lágrimas cuando Patricia lo miró.
 Manteniendo relaciones y papá lo vio. Esperó que me quedase solo,
mamá.
Ella negó soltando la alcachofa, sujetándole las mejillas, viéndolo quejarse al
apretarle una de sus mejillas dolidas.
 Sé que eres gay Dante, una madre sabría esas cosas.
Él abrió sus labios sorprendido.
 Dante, hijo mío. No importa, solamente que tú estés bien.
 No soy gay mamá.
Patricia resopló llegando al grifo, abriéndolo y graduando el agua.
 Soy bisexual.
Pasó el chorro de agua por su pecho, limpiando con su mano libre su piel.
 Manuel te hizo esto.
Alzó sus ojos viendo a Dante asentirle.
 ¿Cómo pudiste estar con él mamá?
Imágenes de Manuel levantándose la barriga para sujetarse la polla y enterrarse
en ella cruzaron su mente. Dante alzó una de sus manos y acarició una de sus
mejillas.
 Todavía eres joven, merecer ser feliz.
Dante se apoyó de espaldas en la pared y cerró los ojos, Patricia observó un lado
de su cuello donde dos marcas de dientes prácticamente inexistentes estaban
marcando su piel.
 Necesito que me escondas aquí hasta que se me curen las heridas.
Volvió a abrir sus ojos marrones oscuros, posándolos sobre ella, se arrugaron al
alzar sus labios.
 Savage destrozará a papá si me ve así.
Patricia asintió, recogió la alcachofa y se movió hacia las toallas para darle una,
viendo cómo le costaba ponerse de pie.
 Dante.
Se volvió ligeramente en la puerta del baño, viéndolo alzar sus ojos hacia ella,
pero no pudo decirle nada, se movió a la cocina, viendo las sobras de comida.
Dudó y se movió al dormitorio, se quitó la bata y puso un pijama, metida en la
cama se quedó mirando su teléfono un rato.
 Hiciste un fabuloso estudio.
Bajó su teléfono y miró a Dante antes de golpear el lado libre de la cama,
cojeaba llegando hasta ella, se quitó la toalla y tumbó junto a ella.
 No vuelvas a dejar que te pegue, ¿Me has escuchado Dante?
Él se cruzó de brazos y asintió, su rostro estaba comenzando a clarearse, como si
sus golpes llevasen en su piel varios días. Patricia alzó una de sus manos y tocó
su mejilla más marcada, viéndolo abrir sus ojos.
 Savage me marcó, somos compañeros.
Asombrada bajo su vista por su cuerpo.
 Me he acostado con sus padres.
Alzó sus ojos, viéndolo alzar sus labios.
 También con Logan y Ryan.
Su sonrisa murió y apretó los labios.
 Harás que se maten si llegan a enterarse.
Patricia negó.
 Estuvieron los cuatro aquí hasta hace poco.
Dante abrió sus labios sorprendido.
 Creo que papá nunca supo darte lo que te merecías.
Le cogió una de sus manos y la besó mirándola a los ojos.
 Gracias por ser tan buena madre.
Se cubrió con la sábana y acercó a ella, rodeándola con sus brazos, inclinándose
un poco para apagar la luz. Besó su cabeza, sobre su cabello.
 Pero no te dejes engañar por ninguno de ellos, han tenido todo lo que
han querido, viven en un mundo oscuro y tratarán de arrastrarte con ellos.

Flavio y Basilio.

Flavio estiró su mano, no había tenido tiempo de prestarle todavía atención a
aquel sobre, viendo el garabateado dibujo de un bufete de abogados frunció el
ceño. Alzó sus ojos para mirar a Basilio, que sujetaba una copa con una de sus
manos, mantenía la otra en un bolsillo de su pantalón y apoyado de mala manera
en la cristalera miraba por la ventana.
 Nunca es demasiado pronto para beber.
Basilio resopló con una sonrisa en los labios.
 Estoy desayunando.
Flavio cogió el teléfono que comenzó a sonar.
 Tenemos un problema jefe.
Asintió, se levantó y Basilio le siguió fuera. Ambos se subieron a uno de sus
coches y pusieron la dirección que les habían mandado, llegando cerca de los
muelles hasta un almacén donde para su asombro Ryan y Logan estaban en
cuclillas delante de unos cuerpos, caminaron hasta allí y Basilio se llevó las
manos hasta la boca al ver las pilas de más de veinte cuerpos humanos
despellejados.
 Son olvidados.
Logan señaló los dedos de uno de ellos, sus pies callosos donde el corte de su
piel podía verse sobre ellos.
 Debieron de traerlos aquí, para despellejarlos.
Sus cabezas habían sido destrozadas a golpes en sus mayorías, sus cabellos no
estaban.
 ¿Quién querría la piel de un olvidado?
Basilio se acercó hablando con dificultad.
 No lo sabemos.
Ryan sujetó uno de los cuerpos y lo volteó con una mano, viendo su espalda.
 Todos son varones adultos.
Se incorporó sobre el cuerpo, inspeccionándolo.
 La maldita ciudad fue liberada de los médicos de Capat, aquí no queda
un doctor u enfermero que no se vigile con minuciosidad.
Ryan se apartó al ver a un olvidado acercarse lentamente hacia los cuerpos,
viéndolo abrir la boca de uno de ellos, mirando dentro sus dientes.
 No es un liberado.
Recorrió con su mirada a los demás, mientras un grupo de olvidados se acercaba
a los cuerpos.
 Averiguaremos que está pasando, la ciudad está siendo dejada por todos
los nuestros poco a poco. Ya no quedamos apenas cambiantes aquí y
vampiros.
Los olvidados miraron a Flavio tras escucharlo.
 ¿Dónde están los vampiros?
Uno de los olvidados se interesó, pero Ryan negó.
 Por el día no salen, se queman. Ellos tienen poco interés en nuestros
negocios, salvo destruirlos, contaminamos la sangre de su ganado.
Basilio intentó explicarles que las drogas y las enfermedades ensuciaban la
sangre de los humanos, pero los olvidados tras escucharlo simplemente
continuaron revisando a los olvidados.
 Tigre blanco, tigre, tigre de bengala, león, leopardo, pantera, oso,
coyote, zorro azul y ese rojo, serpiente.
Fueron diciendo los olvidados tras mirarlos.
 No eran adultos, casi ninguno de ellos.
Basilio buscó su teléfono y tras encontrarlo tecleó en la pantalla.
 Localizaré algunos peleteros de la ciudad, pero dudo que si se ha
despellejado a esos olvidados que las pieles estén aquí.
Un barco sonó en la lejanía y sus ojos se movieron hacia Flavio.
 Poner vigilancia en toda la zona y aplicar una seguridad azul en la
ciudad.
Se acercó a uno de los olvidados y puso su mano sobre su hombro antes de
alejarse de allí.
 Nos los queremos llevar.
Flavio miró a los olvidados, asintiendo hacia ellos.
 Son de vuestro pueblo.
Se incorporó y salió de allí, acercándose a su coche donde Basilio hablaba por
teléfono, se subió, para simplemente ponerse de lado, mirando a los muelles,
viendo el agua agitarse alrededor de ellos. No supo el tiempo que estuvo allí,
pero cuando Basilio subió junto a él, ya no daba el sol al coche, las sombras de
los edificios sí.
 Ningún peletero sabe nada, creo que deberíamos avisar a los hermanos
tiburones.
Flavio tenía el codo de uno de sus brazos en la ventanilla del coche y el puño de
éste bajo su barbilla.
 Esos dominicanos andan detrás de la hija de Capat, hasta que no la
tengan los cambiantes y olvidados no cogerán a ese mal nacido por las
pelotas.
Negó dudando incluso de sus palabras.
 Y dudo que se entregue por ella, tiene como diez hijas bastardas a las
que no desea nada más que la muerte.
Basilio soltó una carcajada.
 Créeme hermano, esa niña es su única hija nacida en el matrimonio.
Flavio bajó su mano de la ventanilla y puso las llaves en el coche.
 Sí esa humana cría con los dominicanos y te recuerdo que la única
obsesión de ellos es hacerlo. La hija de Capat habrá muerto para él,
desprecia a cualquier ser que no sea humano, ninguna raza es superior,
incluso entre los propios humanos odia a los que no son arios.
Arrancaron y rodaron hasta su casa, pero Basilio se quedó en el coche. Haciendo
a su hermano detenerse con la puerta medio abierta, volviéndose para mirarlo.
 ¿No estás hasta los cojones de esto Flavio?, todo el día con una pistola
al cuerpo o varias, cargados de cuchillos, matando.
Señaló la pared que andaban cargando de billetes varios de los suyos, los botes
de pintura.
 ¿Para qué queremos más dinero, hermano?
Flavio volvió a meter el pie que había sacado del coche y cerró, se reclinó en el
asiento, resoplando.
 ¿Quieres dejarlo?
Torció sus ojos hacia su hermano, viéndolo dudoso, con las manos en las
rodillas, pasándose los dedos por la tela del pantalón.
 Llámalo locura hermano.
Se llevó una de las manos rápidamente al bolsillo donde guardaba una de sus
pistolas y la sacó, llevándola hasta su propia frente.
 Esto te jode la vida hermano, ella. Patricia, es una mujer honrada, cada
vez que le metes las manos es como tocar algo angelical.
Golpeó la guantera del coche con sus puños, haciéndole marcas profundas,
abolladuras.
 Menos mal que desactivamos los airbag cuando compramos los putos
coches.
Basilio le observó y no pudo evitar romper a reír, contagiando a su hermano.
 Aclara con la manada el próximo jefe de los Estados Unidos, llama a
Russo, vendrá cuando se tome la decisión a conocerlos.
El teléfono de Flavio sonó y Basilio se quedó rígido.
 Es ella.
Ni siquiera cuando le habían apuntado con un fusil de asalto había sentido esa
presión en el pecho, subió una de sus manos hasta su pecho y tras pasar su
camisa se raspó con los dedos la piel sobre su corazón.
 Quiere vernos.
Apretó sus dientes, estirando sus labios, enseñándolos.
 Nos quiere ver a los cuatro.
Bajó su mano lentamente y la devolvió a su pierna.
 Basilio.
La voz de su hermano parecía estar en la lejanía.
 Ahora no podemos cargarnos a esos desgraciados.
Cambió su rostro a una sonrisa falsa y asintió.
 Voy a darme una puta ducha.
Flavio le dijo la hora y Basilio simplemente se volvió cogiendo los bordes de su
chaqueta, ajustándolos hacia delante, asintiendo hacia los suyos, deteniéndose
para algunas palabras con ellos. Poniéndose en cuclillas, abriendo uno de los
fajos amontonados en una pila, poniendo una parte sobre un hueco que quedaba.
Flavio pasó a su despacho, se sentó en su asiento y comenzó a darle vueltas a un
bolígrafo dorado con piedras preciosas. Bastante rato después se fue a la ducha,
orinó y volvió a sentarse, vestido con un traje nuevo elegante, hecho a medida en
azul oscuro con su chaleco y todo, del que tuvo que abrir un botón para sentarse.
 Acabarás con canas en las pelotas si continúas pensando tanto.
Basilio se sentó delante de él, con un traje a cuadros.
 Los olvidados deberían marcarse la piel para que no la quisieran los
humanos.
Flavio tenía una mano bajo la barbilla, con el codo en la mera y su otro brazo
extendido por la superficie.
 La piel de un olvidado se mantiene tan suave como la de un cachorro de
la especie con la que mezclan su ADN.
Basilio asintió hacia él, sintiendo su teléfono vibrar en su bolsillo, lo cogió y tras
verlo su sonrisa y felicidad por ver a Patricia se murieron de golpe.
 Han intentado llevarse a los cachorros de los hermanos Saw.
Se llevó una mano a la cara y gruñó acercándole el teléfono móvil.
 Mierda hermano.
Flavio amplió las imágenes que les habían pasado, su teléfono también vibro.
 Han despellejado a varios de ellos dentro de sus propias tierras.
Basilio observó a su hermano a través de sus dedos, viéndolo llevarse una mano
a los labios, y rápidamente su propio teléfono a la oreja, dejando el de su
hermano en la mesa.
 Comisario, necesito que montes controles fronterizos en cada salida de
las tierras de los olvidados. Buscamos pieles de contrabando, han
despellejado a varios olvidados.
El humano tras la línea rápidamente movió hilos mientras Flavio le escuchaba.
 Hemos localizado a un humano que posee un zoológico de ellos, mandé
a varios de mis chicos allí.
Flavio maldijo.
 Lo siento, desde que se aprobó la ley de tener olvidados o cambiantes
como esclavos.
Basilio golpeó la mesa con los puños, incorporándose.
 Murieron todos los que aprobaron esa maldita ley.
La voz del humano salió entrecortada.
 Señor, todas les decisiones se quedaron registradas en el ordenador
central.
Flavio se levantó de golpe, empujando las cosas de su mesa, agarrándola
mientras caía su teléfono se deslizaba a su asiento. Empujó la mesa y golpeó
contra una pared cercana, hizo un agujero y fajos, fajos y fajos de billetes
comenzaron a caer sobre la mesa. Flavio apretó los puños, respiró por la nariz
con fuerza y soltó por sus labios, volvió a repetir una y otra vez aquello hasta
que se sintió mejor. Se volvió para coger el teléfono y se dejó caer en su asiento,
escuchando al humano tras la línea intentando llamarlo.
 Los controles serán colocados en menos de media hora en la mayoría de
los puestos.
Basilio le hizo una señal, juntando sus manos, haciendo un círculo con los dedos
de una de sus manos.
 Necesito las coordenadas del zoo.
Las recibiría en un correo, colgó la llamada y mientras marcaba Basilio movió su
mesa y volvió a colocarla en su sitio.
 Logan, tenemos un problema.
Entre los pocos cambiantes que quedaban en la ciudad tendrían que acabar
uniéndose y no solamente por Patricia.
 Aplazaremos nuestra cita con Patricia, nos vemos en el sitio acordado.
Mandaron a la misma vez un mensaje de texto a Patricia, Flavio asintió a
Basilio, viéndolo salir.
 Nos están cazando Logan, aunque odiemos a los olvidados tenemos que
ayudarlos, podremos obtener muchas ganancias si conseguimos liberar a
un puñado de ellos y dar con esas pieles.
Cuando salió fuera, hacia donde estaban los coches tras una buena copa o dos
más bien su hermano le esperaba ya con un grupo de los suyos armados hasta los
dientes, aparte de llevar sus propios cuerpos. Subió a un enorme sub, donde su
hermano se ponía otro par de pistolas en los bolsillos traseros de sus pantalones.
 Ninguna seguridad es lo suficientemente buena mientras un puñado de
humanos te atraviesa a balazos.
Salieron de la ciudad y se adentraron en unos caminos de tierra, localizando en
la lejanía otra flota de vehículos. Basilio se bajó antes, llevando sus manos hasta
su cintura y se movió en sus caros zapatos como un niño delante de un adulto
que le ofrecía la piruleta más grande.
 Tengo unos planos de la mansión de Creek, les pertenecía a unos
cambiantes. Su descendencia la alquiló hace muchos años.
Flavio dijo aquello sacando un enrome plano, poniéndolo sobre el capo del
coche.
 Guardaban planos antiguos de la casa y no ha sido restaurada por nadie.
Había un túnel bajo tierra, cavado a mano por los antiguos dueños.
 Creek, dice que sus antiguos familiares cavaron una línea de túneles
para poder escapar de cualquier peligro, ataque. La única de los hermanos
era una londinense acaudalada, de las que paseaban en caballos blancos
con vestidos pomposos. Poseían la casa como burdel y para juegos de
azar, consiguieron una gran porción de tarta de los humanos aquí antes de
expandir su negocio a Londres, donde estaba ella, la única, unos
monstruos delante de un precioso animal puro.
Amplió su sonrisa, señalando una entrada oculta.
 Los hermanos me han confirmado que tras intentar escapar la humana
pusieron unas rejas, los años han pasado desde aquello y todo el hierro
estará comido.
Entrarían por allí, caminando dentro del perímetro de la enorme casa llegaron
hasta la primera entrada. Logan tiró de la reja que cubría todo el agujero, sin
conseguir apenas arrancar un par de bisagras.
 Los nuestros abrirán las rejas.
Se volvió hacia Ryan, asintiendo, pero parpadeó al ver una potente luz en la
lejanía seguida del ruido potente de un choque eléctrico. Alzó su mirada, viendo
unas vallas tan altas como un edificio de cuatro pisos.
 El límite de la tierra de los olvidados, mantienen las zonas que quieren
expandir con vallas electrificadas.
Logan se percató en ese momento del ruido de la electricidad, no había prestado
atención. Se incorporó y esperó junto a su hermano, escuchando a los
cambiantes adentrándose en la gruta cavada a mano hace muchos años. Sus ojos
se deslizaron hacia Flavio y Basilio, se cruzó de brazos y miró tras ellos a los
cambiantes que los acompañaban, sus dedos picaban por bajar hasta uno de sus
cuchillos y deslizar la navaja fría por la cara bonita de Basilio hasta su garganta
y rajarlo para que se desangrara. Parpadeó al escuchar un golpe y despejó su
mente al escuchar a los cambiantes salir del agujero, varios de los suyos entraron
antes que él o su hermano. Recorrieron más de medio kilómetro antes de llegar a
una puerta doble de madera maciza con dos tiradores dorados, de jodido oro de
cabezas grandes de lobo que habían visto mejores tiempos, por un aro de la boca
de uno de los lobos se deslizaba una serpiente ruidosa. Ryan estiró una de sus
manos y la cogió por la cabeza, mientras ella se removía y siseaba, se la acercó a
uno de los suyos mientras Flavio se acercaba a la puerta y empujaba haciéndola
quejarse y nada más.
 Algo la obstruye.
Alzó una de sus manos y tocó varias bisagras de un lado.
 Podemos desencajarla.
Se agachó y tiró de sus mangas de la camisa para después enterrar sus dedos en
la tierra y comenzar a cavar, Logan se agachó junto a él y ambos enseguida
hicieron un agujero donde metieron sus manos y tiraron de ambas puertas,
levantándolas. Se caían hacia ellos cuando Ryan y Basilio se acercaron y las
cogieron, las arrastraron y acercaron a una de las paredes, había un enorme
sótano allí. Olía a heces, sangre, humano. Ryan alzó una de sus manos y los
cambiantes armados con luces sobre sus rifles de asalto entraron primero,
rodeando el oscuro lugar, dándoles algo de luminosidad. Les era prácticamente
imposible ver nada, los cambiantes pisaban charcos de heces y sangre,
iluminaron cadenas y un cuerpo se abalanzó contra uno de ellos, haciéndole
apuntar hacia su cabeza. Era una hembra humana, preñada. Logan intentó oler a
los cachorros bajo la piel de la humana, sentía sus latidos muy bajos, se adelantó
hacia ella, porque no podía respirar, tenía la boca cubierta con una mordaza,
estaba encadenada por los brazos y muslos, amplió su nariz, pero no podía oler a
los cachorros. Los cambiantes encontraron un interruptor y comenzaron a
encenderse luces, dejándoles ver mujeres, hembras humanas embarazadas,
atadas a las paredes, encadenadas, heridas, comenzaron a gemir al verlos,
tratando de decir algo, seguramente pidiendo ayuda. Ryan observó a Basilio
parpadeando lágrimas mientras Flavio alzaba sus manos ensuciadas de tierra.
 Hemos venido a ayudaros, por favor, silencio.
Les delatarían si continuaban así, Logan asintió hacia varios de los suyos,
viéndolos acercarse junto a varios cambiantes a leones hacia la única puerta que
quedaba allí en pie, simplemente girando el pomo que tenía se abrió, el equipo
comenzó a subir, hablando por sus micros. Los cambiantes que allí quedaron con
ellos cuatro comenzaron a desatar a las humanas, liberándolas, estaban tan
demacradas. El ruido de disparos no tardó en hacerse presente y las hembras
humanas saltaron asustadas, pero muy pocas hicieron ruido alguno.
 Tenéis que subir.
Gruñó un cambiante del equipo de los leones….
Las escaleras empinadas crujían bajo, las leves pisadas que hacían los cuatro no
les hubieran delatado si algún humano trataba de huir bajando hacia las hembras
humanas. Recorrieron un pasillo amplio, de medias paredes de madera y techos
abovedados con hermosos detalles de mármol, Flavio se detuvo tan de golpe
delante de Basilio, Ryan y Logan que los tres se golpearon contra su cuerpo, se
torció hacia ellos y los apartó para vomitar en una esquina.
 Joder, ¡Joder!, joder, joder.
Era lo único que salía por los labios de Logan mientras miraba la escena
perdiendo el color, Ryan estaba tras él, junto a Basilio, mirando al olvidado de
tres metros atado a una camilla, desnudo, con cortes largos en sus pies que
subían por sus piernas, vientre, pecho y bajaban por sus brazos, pero eso no era
lo peor, tras él una pila de cadáveres de olvidados despellejados llegaba hasta el
techo de la casa. Y una fila de ellos se mantenían atados unos a otros en el suelo
sentados, esperando lo inevitable. Ryan parpadeó hacia algo en el suelo delante
de una chimenea encendida donde una enorme piel marrón con la cabeza de un
oso con la boca abierta y los dientes fuera parecía todavía furioso, se acercó y
agachó para poner una de sus manos en la piel.
 Cambiante.
Repetían los olvidados.
 Llamar a los suyos, que vengan a por ellos.
Logan gruñó hacia varios cambiantes, acercándose a su hermano, viéndolo
subirse sobre la piel buscando algo, hasta que lo encontró.
 No, ¡No!
Sollozó cogiendo la piel con sus manos, tirando de ella hacia su rostro, tratando
de respirar el aroma del cambiante que había habitado bajo ese hermoso pelaje.
 Ivar, tú no.
Los olvidados no tardaron más de quince minutos en aparecer armados ante
ellos, después de cinco más un helicóptero de combate sobrevoló la zona y
rápidamente entraron los hermanos Saw, escoltando a una hembra humana que
olía a ellos. Rápidamente comenzó a tratar de hacer algo por el olvidado más
raro que jamás hubiera visto alguno de los cambiantes, incluso podían ver que
los hermanos Saw también opinaban lo mismo, no tenía pelo alguno, ni tan
siquiera cejas, toda su piel era de cocodrilo, hasta su cabeza, parpadeó,
moviendo su doble párpado sobre sus ojos amarillos rajados con una línea negra
y Logan sintió su piel ponerse de gallina, más helicópteros comenzaron a llegar,
la zona comenzó a llenarse de olvidados.
 Tenemos que averiguar que le ha pasado a Ivar, tienes que hablar con los
Damikovich.
Ryan tiraba de la piel de su amigo, acercándose a Logan.
 Eiden.
Se acercó al olvidado que se mantenía cerca de la hembra humana, sin perderla
de vista, con una mano sobre sus labios, con su cola moviéndose por el suelo
mientras tomaba respiraciones profundas tratando de calmarse seguramente,
Ryan volvió a decir su nombre y e olvidados enseñó sus dientes afilados, sus
colmillos.
 No soy Eiden, soy Saw.
Ryan dobló la piel y se la dio a varios de los suyos, viéndolos atentamente
doblarla y sacarla de la casa.
 Tenéis que venir a ver esto.
El olvidado torció sus ojos hacia él, dejándole ver que eran amarillos brillantes.
 Deborah.
Ella hizo un ruido con sus labios, tenía la camiseta ligeramente subida y se podía
ver su vientre hinchado cubierto por algunas bandas para sujetarlo.
 Ir, estaré bien.
Torció su rostro hacia los suyos, viéndolos asentir y rodear a la hembra con
armas, mirando hacia afuera. Guiaron a los hermanos Saw hacia el sótano y más
olvidados los siguieron, varios cambiantes apuntaban datos de las hembras
humanas que ahora desatadas se mantenían sentadas en los mohosos y sucios
colchones en el suelo.
 Llevan a cachorros de los nuestros en sus vientres.
Tommaso se acercó a ellos, negando, llevándose una mano a la nuca.
 Muchas de ellas han parido hasta cuatro veces.
Los ojos de los hermanos Saw recorrían a las hembras.
 Tras sacárselos les obligaban a mantenerlos con vida de quince a veinte
días y después los mataban a los machos y despellejaban delante de ellas,
las hembras se las dejaban mantener con vida hasta que dejaban de tener
leche y se podía volver a criar con las humanas.
Los gruñidos de los olvidados retumbaron en el lugar.
 Lo siento mucho.
Saw asintió hacia Tommaso, torció su rostro y ordenó a los suyos ayudarlas y
llevarlas a sus tierras.
 ¿A quién pertenecía la casa?
Uno de los hermanos de Saw preguntó, Basilio lo miró detenidamente, viendo
que sus manos goteaban sangre, se debía de estar clavando las garras en las
palmas.
 Estaba alquilada a Pascal Fave.
Saw alzó su mano ante uno de sus hermanos que rugió con fuerza.
 Localizar al humano.
Después de gruñir las palabras se volvió hacia Ryan que se mantenía junto a
Basilio, dando unos pasos hacia él con los pies desnudos pisando los charcos de
agua y sangre.
 Os dejaremos mover vuestra mierda por nuestras tierras.
Ambos ampliaron sus ojos ante la sorpresa por sus palabras.
 Los humanos se dedican a matarnos, destruirnos, no es malo que alguno
acabe muerto por vuestros como vosotros decís medicamentos.
Se volvió hacia Logan y Flavio, viéndolos detenidamente a través de sus
calculadores ojos.
 Pensaba que ustedes cuatro se andaban volando y asesinando entre
vuestros bandos.
Amplió sus labios, en una sonrisa falsa, no era momento de alegrarse por nada y
daba más miedo verlo sonreír que ver su rostro completamente serio.
 Vamos a ir a por ese tal Fave en cuanto un equipo esté listo.
Flavio asintió hacia él.
 Iremos con vosotros.
Saw negó.
 Tengo problemas muy gordos ahora mismo aquí, hijos y mi hembra está
de nuevo embarazada. Me volvería loco estando alejado de mi familia.
Alzó una de sus manos de garras limadas y se acercó hacia él un grupo de
olvidados de más de dos metros a los que apenas les cubrían los chalecos que
llevaban el pecho y vientre sobre sus ombligos.
 Cuarenta de los nuestros partirán hacia donde esté ese humano y Wolff
los guiará en el ataque.
El olvidado que señalaba Saw se aproximó hacia él, con su morro larguito
peludo y nariz negra. Los olvidados pasaban tras ellos, con hembras humanas
cargadas entre sus brazos.
 Gracias por encontrar a mi pueblo.
Se largó de allí sin más, Wolff los miraba con cautela.
 Me han estado informando sobre el humano.
Señaló su pinganillo.
 Está en África ahora mismo, celebrando el cumpleaños de su cachorra
Elvira.
Los cuatro deberían retrasar más todavía la cita con Patricia y aquello retorció
sus pechos, pero no les quedaba otra. Apenas había levantado el día cuando
todos ellos mantenían sus nalgas prietas en los asientos de un avión, todos los
asientos de delante estaban ocupados y ellos cuatro se mantenían atrás,
prefiriendo mantenerse los cuatro separados.
 ¿Volviste a llamar a los Damikovich?
Logan se encogió de hombros.
 ¡Oh!, eres un maldito imbécil.
Ryan incorporó sus caderas para sacarse su teléfono del bolsillo del pantalón y
buscó por la lista de contactos hasta que lo encontró, sonó, toque tras toque.
 Te lo he dicho que..
Logan se cayó al sisearle Ryan, la voz de Alek Damikovich sonaba apagada,
como oxidada y agotada.
 ¿Porque me encontré la piel del oso de Ivar en una maldita casa?
Alek gruñó.
 Era una maldita alfombra, ¡Una puta alfombra!
Rugió con tanta fuerza que el avión se quedó en silencio, cada cambiante y
olvidado allí cerró sus labios.
 Lo sentimos mucho, Burnaby, sus hermanos oso, más varios de su
manada y varios cambiantes a orcas desaparecieron tratando de pillar a un
doctor. Nuestro plan era secuestrar a la hembra humana del doctor.
Ryan golpeó con su puño libre el asiento delante de él, destrozando el plástico
que cubría el material blando.
 ¡¿Qué lo sientes?!
Tras la línea se escucharon rugidos feroces.
 Maldita sea Alek, he matado, desmembrado, cortado, mutilado. Pero
jamás en todos mis jodidos años he visto tanta crueldad.
Alek carraspeó tras la línea.
 Sí tenían a hembras humanas embarazadas allí dentro no se han hecho
de cápsulas de cría.
Ryan alzó una ceja extrañado.
 Los Berghent le prometieron a Capat un mínimo de cinco cápsulas por
entregarles a la hembra que había huido de ellos.
Logan tiró del teléfono de la mano de su hermano, quitándoselo.
 Hemos intentado dar con el sitio donde tenga a esa hembra escondida,
porque los malditos alienígenas vienen a por ella y aceptarán el trato con
ese horrible humano si nosotros no se la entregamos.
Suspiró, sonaba cansado, le había costado soltar todo aquello.
 Hablé con los Asad y han mandado a los hermanos pantera con varios
cambiantes de las tribus del desierto a ayudaros en el ataque. Os
deseamos toda la suerte del mundo, ojalá los hermanos osos sigan vivos.
Ryan lo escuchó querer decir algo más a alguien tras la línea y le hizo un gesto a
Logan sobre su propio vientre, haciendo una curva.
 ¿Qué tal vuestros cachorros? Me enteré de que aumentarán pronto.
Alek asintió.
 Sergey no pudo contenerse, nuestra hembra nos iba a dejar, estaba
decidida.
Logan asintió.
 Las hembras humanas son muy tercas.
Alek soltó una baja carcajada.
 Sí que lo son, pero son lo único que importa y nuestros cachorros. Os
deseamos suerte.
Colgó la llamada y tras mirar el teléfono se lo devolvió a Ryan, los nervios y las
ansias por llegar no les dejaba que el tiempo corriera lo suficientemente deprisa.
Pero debían ir al sitio que habían dicho los humanos que habían encontrado en
aquella vieja mansión.
Cuando aterrizaron en Costa de Marfil, Logan descendió tras todos y cada uno
de los que viajaban con ellos, viéndolos desde arriba preparándose para un
asalto, más de un olvidado tenía los ojos tan claros que parecían ángeles,
brillaban en la oscuridad en tonos grises, azules o verdosos. Logan se quitó la
camisa, dejándola junto a su chaqueta, los pantalones y los zapatos, viendo a
Flavio y Basilio enfundándose en chalecos, mientras sus pollas colgaban hasta
casi sus rodillas y él no pudo más que sonreír al quitarse sus pantalones, al igual
que ellos y prácticamente todos los olvidados iban en comando. Una larga fila de
vehículos de asalto se acercaron a ellos, colocándose de lado, todos una vez
terminaron de prepararse enchufaron los micros de los cascos de seguridad que
llevaban. Basilio jamás había ansiado continuar viviendo, respirando, pero ahora
mismo lo hacía frente a Logan y Ryan, viendo a su hermano, recordando a
Patricia, quería volver a tenerla entre sus brazos, ansiaba verla. Apenas
comenzaron a rodar por la ciudad parecía que una extraña tensión los perseguía,
más de veinte minutos después de salir de la ciudad, por caminos de tierra y
baches llegaron a una majestuosa plantación de chocolate, las vallas cubiertas de
lonas verdes apenas dejaban ver algo y los olvidados se adelantaron, bajándose
de los coches, abriendo un trozo de la alambrada metálica, comenzaron a entrar,
una fila de barracones con ventanas altas cubría un extremo de la plantación, las
puertas cerradas con gruesas cadenas. En todos ellos había más o menos cinco
humanos, la mayoría armados con fusiles, con látigos pringados de sangre
colgando de sus cinturones. Flavio contó más de diez barracones, podía sentir el
olor de cambiante y de olvidados, entre los árboles de cacao comenzaron a
acercarse a ellos, los olvidados sacaron de un par de maletines unas pistolas de
dardos y comenzaron a disparar a los primeros humanos, caían como moscas, el
que le daba una calada al cigarrillo antes de sentir el aguijonazo en el pescuezo,
el que reía con algo que decía uno de ellos y el que hablaba, el que miraba el
móvil, los olvidados cogieron a los primeros, poniéndolos boca abajo,
encadenando sus manos y piernas hacia atrás, amordazándolos. Había un grupo
grande de humanos entre todos los barracones. Basilio cogió un manojo de
llaves colgado en una puerta y abrió tras tres intentos una puerta,
desencadenándola, se movió dentro del lugar, el intenso olor le golpeaba la
maldita nariz, era horrible. Se sacó el teléfono del bolsillo y accionó la linterna
para poder mirar mejor en la oscuridad, viendo ojos extraños, rasgados, pieles de
coloridos tonos brillantes ante él. Eran olvidados, encadenados por los cuellos
los unos a los otros, por las manos y tobillos. Se acercó al que estaba más
próximo a él y sacó uno de sus cuchillos de uno de sus bolsillos secretos,
viéndolo retroceder.
 Tranquilo, estamos ayudándoos.
Se apartó al ver que el olvidado le asentía moviendo su cabeza con unos cuernos
torcidos hacia arriba, para que no le golpease sin querer. Temblaba el olvidado,
podía ver en su piel morada sus costillas, no necesitaba una maldita máquina de
rayos X para poder ver su maldito interior, aquel ser intentó decirle algo, pero
apenas pudo soltar un par de ruidos por los labios llenos de grietas, pasó las
llaves a otros olvidados tras romper el aro metálico que las unía y se incorporó
para salir del barracón, en los demás andaban sacando a otros olvidados. Ryan se
adelantó un poco hacia una cuesta, viendo en la lejanía una hermosa villa
iluminada por focos desde la que podía ver a otro grupo de humanos custodiando
el lugar. Fave estaba allí, fumando un puro, delante de unos diez coches de lujo,
con un grupo de humanos con los que reía mientras bebía de una copa, el walkie-
talkie de un humano comenzó a sonar con la voz de alguien preguntando.
 Debemos adelantar el ataque ya o nos descubrirán.
Los hombres junto a Fave comenzaron a entrar detrás de él, comenzaron a subir
los peldaños que daban al porche y Logan alzó una de sus manos hacia los
olvidados que continuaban abriendo barracones y sacando a más y más y más y
más de los suyos de allí. Un grupo de los leones y los tigres comenzó a abrirse
entre los árboles de cacao que rodeaban la casa. Logan, Ryan, Flavio y Basilio se
adelantaron por el frente de la casa, ocultándose entre los coches. Viendo a los
olvidados derribando con los sedantes a los vigilantes lentamente. Sí la
devastadora imagen de los olvidados esqueléticos saliendo de los barracones era
dura, todavía les quedaba adentrarse en la casa. Los olvidados comenzaron a
unirse a ellos y subieron los peldaños que daban a la casa, entrando lentamente
los primeros con unos armazones delante de un grupo de los armados con las
escopetas de sedantes.
 ¿Dónde está Fave?
Ryan se adelantó con una de sus pistolas cogida entre sus manos y se sobresaltó
al escuchar a alguien escaleras arriba, subió su arma. Pero se detuvo al ver a una
joven de no más de la edad legal con un camisón blanco, descalza y una melena
que caía hasta sus rodillas parpadeando el sueño que había estado tomando.
Dudoso un olvidado comenzó a subir las escaleras, no, ella debía retroceder o
caería escaleras abajo y la experiencia pasada con una humana embarazada hace
poco tiempo no podía volver a permitirse.
 Silencio humana.
Ella abría sus labios y los cerraba tan rápido que parecía muerta de frío, el
olvidado disparó en su cuello y ella parpadeó llevándose una mano hacia donde
la aguja se enterró en su piel y él se adelantó cargándola en sus brazos, sin poder
evitar que cayera de rodillas.
 ¿Dónde está Fave?
Logan respiró con intensidad, llegando a una puerta de hierro a través del largo
pasillo, mientras el olvidado arriba continuaba inspeccionando. Tras él, Logan,
su hermano, Flavio, Basilio y los olvidados se posicionaron a la defensiva,
viéndolo poner una de sus orejas en el frío material, apretó sus ojos y se apartó
asintiendo, los olvidados se pusieron en la puerta cuando él se apartó tras abrirla
puerta la imagen era horrenda. Ante ellos una fila de hembras olvidadas
amarradas dolorosamente eran folladas brutalmente, los olvidados comenzaron a
disparar a los humanos, haciéndolos caer. Logan se adelantó entre los olvidados,
acercándose a una olvidada, tirando del cuerpo del humano que tenía enterrada
su polla en su culo, soltándole las ataduras que mantenían sus piernas y brazos
hacia atrás.
 Tranquila, tranquila.
Ella gimió mientras él masajeaba sus brazos morados por la presión de las
cuerdas.
 Mierda.
Apretó un codo demasiado negro y tuvo que negar.
 ¿Cómo se curan los vuestros?
Torció su rostro para mirar a los olvidados entrando en el horrendo lugar,
viéndolos soltar a las hembras y tratar de ayudarlas.
 Ésta hembra tiene el codo gangrenado.
No quería amputar, los olvidados estaban fuera ayudando a los suyos, pero
rápidamente entraron. Logan salió de allí, pero se detuvo en el porche.
 Ryan, ¡Ryan!
Gruñó el nombre de su hermano hasta que éste salió a su lado y prácticamente
rugió al ver a un cambiante enorme manteniendo sus ojos en él.
 Burnaby.
El cambiante abrió sus labios pero rápidamente se quedó en silencio, se adelantó,
lo cogió por un hombro y a Logan por el otro, tirando de ambos, separándolos.
Entró en la casa y subió las escaleras que daban al primer piso. Sus hermanos lo
siguieron, deteniéndose a su alrededor.
 ¿¡Quien la ha tocado!?
Rugió con todas sus fuerzas el enorme cambiante, tirando de la hembra contra su
cuerpo, alzándola a pesar de su pésimo estado de salud. Subió una de sus manos
sucias por el pecho de ella, tirando de la escasa ropa que cubría su piel pálida. La
aupó mejor con el brazo que mantenía bajo su espalda, haciéndola moverse
como una muñeca, haciendo a su pelo revolotear hacia cualquier parte,
deslizándose por el suelo y por el cuerpo de él.
 Aléjese de la hembra ahora, cambiante.
Un olvidado comenzó a subir lentamente los escalones, apuntando hacia
Burnaby, hacia sus hermanos y así sucesivamente mientras más de ellos subían
poco a poco.
 Será vendida en una subasta.
El cambiante se levantó, incluso con paso tambaleante, costándole mantenerse
sobre sus pies, con el cuerpo de la hembra inconsciente entre sus brazos.
 ¡Ella es nuestra!
El olvidado bajó su arma y se apartó para dejarlo pasar, Ryan lo siguió,
guiándolo fuera hacia un vehículo. Viendo de cerca a los humanos que cargaban
en el maletero de una camioneta, lanzándolos dentro como si fueran nada más
que desperdicios, había un número elevado de olvidados allí, Ryan intentó
contarlos, pero eran demasiados, necesitarían dos aviones para llevar a tantos,
pero las hembras de su pueblo serían lo primero.
Emprendieron el camino de vuelta a casa, acelerando primero con los vehículos
hasta el aeropuerto. Llegar a casa fue duro, los olvidados trataban de
comunicarse con los suyos en la parte delantera del avión, apenas tenían
vocabulario y las hembras estaban demasiado asustadas, sedadas, no se
mostraban seguras ante ningún varón. Los humanos estaban en la bodega,
amordazados, atados y las dos hijas de Fave que no se habían despertado de sus
sueños viajaban en los asientos delanteros del avión, los cuatro tuvieron que
tomar duchas allí dentro, en cabinas demasiado pequeñas. Ryan trataba de hablar
con los hermanos osos, unos hermanos irreconocibles, con gran parte de sus
rostros destrozados, a tres de ellos se les habían descompensado los ojos, no
quedaban bien abiertos, tenían unas cicatrices horrendas, la hembra humana
entre las piernas de Burnaby dormitaba con la frente contra uno de los muslos
del enorme cambiante, sentada sobre cojines del avión.
 ¿Estáis seguros?
Los hermanos asintieron hacia Logan en completo silencio, moviendo una sola
vez sus cabezas.
 Los olvidados os aceptarán sí queréis.
Borg y Kol gruñeron.
 Ella será cada día el recordatorio de vuestro sufrimiento.
Otro de los hermanos, Enar señaló su rostro destrozado.
 Nuestras vidas serán siempre recordatorios de lo vivido.
Aunque los hermanos cambiantes a osos desaparecieron nada más aterrizar en la
pista privada de los olvidados las preocupaciones no acabaron para Ryan,
Basilio, Logan y Flavio. Llovía cuando salieron fuera del avión donde o Saw o
Eiden los esperaba delante de una moto de campo, con un casco negro colgando
de uno de sus brazos, miraba el reloj en su muñeca demasiadas veces.
 No queremos que se filtre a la prensa nada de las hembras embarazadas.
Tenía pesadas ojeras bajo sus ojos, lleno de nervios.
 Cuatro de ellas quieren quedarse aquí hasta que nazcan los cachorros
que llevan, las demás quieren sacarlos ya o abortar, una solamente quiere
quedarse aquí.
Su mano de palmas callosas temblaba cuando la estiró haciéndoles una señal
para que caminasen hacia sus vehículos.
 Mi hembra no puede sola con todo el trabajo, apenas puede permanecer
en sus pies más de unas horas.
Los hermanos cambiantes a tigres se observaron y después entre ellos y los
cambiantes que subían a los coches y los leones Flavio y Basilio.
 Patricia podría hacerlo.
Basilio soltó aquello, pero su hermano y Logan junto a Ryan negaron.
 Manuel hará el trabajo.
Saw los miró detenidamente o Eiden.
 Joder, das grima, di algo maldito hijo de puta.
Él olvidado miraba con esos ojos raros y dorados a los cuatro tan detenidamente.
 Tenemos que comprobar sus credenciales, debe estar limpio.
Se volvió, dejándoles ver su cola bajo el pantalón prieto moviéndose, Basilio
tenía la boca completamente abierta.
 Joder.
Ryan alzó una ceja.
 Maldito gato, tú también tienes una puta cola.
Basilio tuvo que sujetar a Flavio y prácticamente clavar los pies en el suelo pasa
no golpear también a ambos hermanos.
 Vamos, quiero verla.
Tiró de su hermano, para adelantarse a Ryan y Logan. Pero no, subieron a sus
respectivos vehículos prácticamente a la vez. Les habían dejado los suyos allí y
rodaron a toda velocidad, las ruedas de los dos coches derraparon y en tiempo
record divisaron la ciudad, un coche salió de la nada con las luces rojas y azules
parpadeando y Flavio se detuvo a un lado y bajó la ventanilla del conductor
mientras veía a un policía bajándose del vehículo desenfundando su arma, se
arremangó la chaqueta y la camisa, dejando que se vieran varios tatuajes de la
camorra. El humano amplió sus ojos al verlo, sus pupilas dilatándose, su
garganta agitándose antes de tragar saliva.
 Perdone señor, no sabía que eran ustedes.
Flavio amplió sus labios, enseñando ligeramente sus dientes.
 No se preocupe agente, coche nuevo.
El color verdoso brillaba en el coche.
 Siento haberlos detenido, continúen por favor.
Flavio aceleró clavando su pie en el acelerador, derrapando, alcanzando el botón
de la nitroglicerina en el panel frontal del coche.
 Agárrate maldita sea, esos putos gatos no se nos escaparán.
Cuando consiguió llegar hasta el coche en el que iban Ryan y Logan, Basilio
llevó dos de sus dedos a su frente y les hizo un gesto a ambos.
 No te preocupes hermano.
Sonrió mientras hablaba Basilio sin apartar su mirada de Ryan y Logan.
 Esos hijos de la gran puta no nos robarán a Patricia, aquí, el bastardo
cabrón de mierda se encargará personalmente de ellos sí tratan de
robárnosla.
Ryan sonreía junto a su hermano, leyéndole los labios a Basilio, cogió su
teléfono móvil y vio las llamadas perdidas y de nuevo volvía a sonar, al llegar a
la puerta del edificio uno de los suyos salió demasiado rápido por la puerta de
éste:
 Una de las mulas ha sufrido un accidente de camino a la frontera.
Ryan se llevó las manos hasta la cintura soltando resoplidos feos por sus labios.
 Russo habló con los zopilotes y los ocelotes, pero esos malditos
cambiantes mejicanos no quieren cambiar sus métodos de entrega.
Los cambiantes de Méjico pasaban la droga con mulas que les enviaban Ryan y
Logan ya fuera en vehículos, a pie, avión o incluso barcos. Pero cada vez
costaba más traer mercancía y repartirla. Los policías de las fronteras no eran tan
fáciles de ser comprados.
 ¿Habéis hablado con Russo y con sus hermanos?
El cambiante se encogió de hombros.
 No, tienen problemas.
Ryan alzó sus cejas, sorprendido, Russo, al igual que sus seis hermanos eran tan
meticulosos que sabían hasta la forma en la que habían dejado los lapiceros en
sus escritorios.
 Alguien les ha estado robando.
Logan resopló.
 Eso es imposible, todos somos fieles a nuestra causa.
El cambiante negó.
 Les han estado robando desde dentro, cogiéndoles cosas de la caja fuerte
de su mansión.
Logan arrastró las yemas de sus dedos por su propia nuca.
 ¿Es que no vamos a descansar nunca?
Se detuvo en su paso, mirando al cambiante detenidamente.
 Localizarme al doc.
El cambiante asintió preocupado, mirando su cuerpo y después el de Ryan.
 Seguramente esté en algún club inflándose a coca y tratando de follar
con su minúsculo pene a alguna puta.
Logan asintió y soltó un ruido de sorpresa al ver a Flavio y Basilio adelantárseles
subiendo al ascensor. Ryan derrapó en las escaleras, Logan lo siguió, pero
cuando llegaron a la planta de Patricia, Flavio prácticamente estaba cambiando,
creciendo demasiado, saliéndole pelos por los puños de la chaqueta, golpeó la
puerta, apoyándose contra ella, destrozando la cerradura y provocando que el
olor a macho saliera por la puerta, provocando los gruñidos de Logan y Ryan,
como una avalancha, pero de músculos, se adentraron en la casa y llegaron hasta
el dormitorio donde Patricia se mantenía boca abajo durmiendo abrazada a un
cojín, con sus nalgas expuestas sobre el culote que llevaba puesto, Ryan trepó en
la cama, subiendo sobre sus manos y dedos de los pies, oliéndola lentamente,
haciéndola removerse en su sueño.
 Mmmmm….m…m.m..m.m…mmmmmmm….
Salió por sus labios antes de que se volviera ligeramente y Ryan cubriera sus
labios, el rastro del olor no era intenso, apenas era el leve aroma de perfume
masculino.
 ¿Quién ha estado aquí?
Ella intentó decir algo, pero por supuesto sus labios estaban cubiertos y él rugió
tirando de ella, alzando su rostro, bajando sus labios para rozar la cara de ella,
recorriendo con ellos y con la punta de su nariz su piel, la soltó y volvió tan
rápido que Patricia apenas pudo parpadear una simple vez.
 ¿Quién te ha tocado?, ¿Quién ha dormido aquí?
Él, Ryan, mientras ella se mantenía con las manos a cada lado de su rostro,
mirándole llena de pánico y paralizada lo observó bajando su rostro hasta uno de
sus pechos, enseñando sus dientes, mordiendo su carne sobre el material de seda.
El instinto animal encolerizaba a Ryan, haciéndole aflorar al animal que
prácticamente brotaba de su piel. Bajó una de sus manos, deslizándola por su
cintura, tirando con sus dedos de la goma de su pantaloncillo, enterrando sus
dedos entre sus vellos íntimos y llegando a su nudo entre sus labios. Ella se
sujetó a sus hombros, clavándole las uñas en la piel.
 Dinos que nadie te ha tocado.
Ella tragó al sentirlo bajar su toque, llegando por su canal hasta su coño,
enterrando su dedo corazón allí dentro, subiéndolo contra su punto G mientras
jugaba con su dedo gordo con su clítoris. Ryan torció sus ojos, viendo a Basilio
cerca de la ventana del dormitorio, con un brazo cruzando su vientre y la otra
hacia arriba, con los dedos tatuados abiertos sobre sus labios, se había quitado la
chaqueta y remangado la camisa.
 Marchaos de aquí.
Los ojos de Basilio se ampliaron y Ryan no vio más porque torció su rostro hacia
ella, apretó sus dientes al sentir una de las manos de ella apretar la muñeca que
tenía entre las piernas de ella y apretó sus dientes ante el dolor.
 Desaparecéis a vuestro antojo y venís exigiéndome.
Ryan sacó su mano de ella y la subió hacia su cuello. Apretándole la garganta,
haciéndole abrir sus labios.
 Exigirte, solamente te pedimos el nombre del maldito macho que se
atreviera a venir aquí. Lo desmembraré, destriparé y fregaré el suelo con
su sangre por tocarte.
Patricia frunció sus labios.
 Atrévete a tocar a mí hijo y yo me bañaré en tu sangre.
Los ojos de él resplandecieron de alegría cuando bajó su rostro hacia el de ella,
subiendo su mano por su garganta para sujetarla y que no apartase su cara, puso
sus labios contra los de ella.
 Los cambiantes somos muy celosos.
Ryan apretó sus dientes, pero hizo algo que dolió demasiado.
 Discúlpanos.
Ella amplió sus ojos al sentir el contacto de sus labios contra los de ella.
 ¿Qué ha pasado con Dante?
Ryan con su mano libre apretó sus dedos en el colchón, escuchándolo
desgarrarse ligeramente. Logan miraba su teléfono, acercándose a un lado de la
cama para mirar a Patricia.
 Se ha marchado.

Patricia.
Un día antes.
 Mamá, ¿Crees que podrías acercarme al centro comercial?
Dante necesitaba ropa y todavía no quería que Savage le viera, ella bajó su taza
de café de la que estaba bebiendo y asintió hacia él subiendo sus ojos al reloj que
colgaba de la pared.
 Todavía tengo unas cuatro horas antes de tener que entrar a trabajar.
Arreglándose un poco y poniéndose unos pantalones con zapatos con una blusa
amplió su sonrisa cuando salió rato después del dormitorio, viendo a Dante en la
puerta, todavía cojeaba. Él le indicó que saliera primero y comprobara que no
había nadie, cuando lo hizo asintió hacia Dante. Bajaron en el ascensor hacia el
garaje y Patricia volvió a comprobar, caminaron al coche con prisas, mientras
Dante se cubría la cara con la gorra negra que llevaba puesta y subía su
chaqueta. Tras subirse y meter las llaves Dante le sujetó la mano, ella extrañada
alzó sus ojos y vio el coche que se detenía en la salida del garaje, del que Savage
se bajaba en un traje negro, con una camisa blanca, hablando hacia los
cambiantes que se bajaban de motos y coches cercanos. Despotricaba hacia ellos
y Patricia contuvo el aliento al verlo desenfundar una pistola y apuntar hacia los
cambiantes. Patricia parpadeó al ver a un chico guapo de cuerpo delgado
bajándose del asiento del copiloto, abrió sus labios sorprendida al ver a aquel
joven rodeando con sus brazos a Savage, besándolo en el cuello, bajando su
mano hasta su entrepierna. Torció sus ojos hacia Dante, viendo como espesas
lágrimas caían por sus mejillas. Ella se volvió hacia él y lo rodeó con sus brazos,
siseándole, perdiendo ambos la vista de Savage empujando al cambiante,
alejándolo de él.
 Dante.
Él sollozaba entre sus brazos, su cuerpo se agitaba, tardó, mucho, pero consiguió
calmarse un poco. Savage había desaparecido con el coche, pero delante de ellos
los cambiantes sonreían a varias chicas bonitas con pelos de colores, escasas
ropas y tacones de infarto transparentes que pasaban delante de ellos.
 Eso es lo que me espera si sigo con ellos, ¿Verdad?
Dante abrió sus labios para contestarle, pero tragó con fuerza sus mocos
mirándolo a través de sus ojos marrones enrojecidos.
 No me extraña que anden aplazando vernos, tienen carne fresca cuando
quieren, seguramente anden tomándose esto como un juego. Cómo si yo
fuera una maldita muñeca con la que divertirse cuando se aburren de
joder con todo lo que quieren.
Apretó con sus dedos el volante.
 Quiero volver a casa.
Patricia tras escucharlo acercó su mano de nuevo a las llaves del coche, pero
Dante volvió a sujetarla.
 A Perú, mamá. Volveré a estudiar, terminaré mi carrera.
Ella subió una de sus manos hasta el pelo de su hijo y lo removió con una
sonrisa llena de ternura.
 Lo amabas locamente Dante.
Él amplió sus brazos y la rodeó entre ambos, aplastándole las costillas, pero ella
sentía un dolor inmenso en el pecho, superior al corporal.
 Lo siento, lo siento mucho.
Salía por sus labios mientras él negaba, se apartó de ella y cogió su rostro entre
sus dedos, sonriéndole. Dante se fue, tras ella subir a por su mochila donde
guardaba toda su documentación, ir a por algo de ropa a un centro comercial y al
aeropuerto, desapareció. Patricia todavía podía verlo en la consulta mientras
cerraba los ojos las puertas del aeropuerto abriéndose y él desapareciendo en el
interior. Enredó en el ordenador, buscando a Ryan, Flavio, Logan y Basilio.
Encontrando cosas cada vez más oscuras y peores.
 Eres una mujer adulta, Patricia.
La puerta se abrió y su enfermera se adentró en la consulta.
 Te escuchaba hablar sola.
Ella sonrió con las mejillas enrojecidas, cerrando las pantallas que tenía abiertas,
viendo en una de ellas los cadáveres cubiertos por sábanas blancas ¿Pero qué
demonios le pasaba? Ansiaba volver a verlos, rozar con las yemas de sus dedos
sus cuerpos esculpidos en puro músculo.
“Disfruta, solamente tú eres responsable de ti misma”
Podía escuchar todavía la voz de Dante en su mente, cuando le dijo aquello antes
de irse, besándola en la frente. Logan continuó mirando su teléfono y ella apretó
sus labios.
 Savage está histérico, ha golpeado a varios de mis segundos jefes y
jóvenes, ¿Dónde está Dante?
Ella negó apretando sus labios.
 Patricia, eres la primera hembra que no he querido conservar, dando
igual lo que seas.
Gruñó refriéndose a ser humana ella.
 Quiero que eso continúe así.
Ryan tiró de los brazos de ella, estirándolos sobre su cabeza para después bajar
una de sus manos sobre la tela de su vientre y tirar desnudándola. Dejando la
camiseta de material suave entre sus manos. Bajando su toque se apartó a un
lado de ella y tiró de su diminuto pantaloncillo. Después tiró de su propia camisa
y se sacó los pantalones, no llevaba calzoncillos y su furiosa erección se alzó
colmada de perforaciones hacia su bajo vientre, sonrió bobamente al ver el rostro
de Patricia prácticamente perdiendo su tono moreno. Ambos se miraron a los
ojos.
 Tranquila, no muerde.
La cosa se le agitó y vertió por su punta crema, deslizándose por su príncipe
Alberto.
 ¿Acaso puedes ponerte un preservativo sin pincharlo?
Él se encogió de hombros.
 Vamos a comprobarlo.
Se inclinó sobre ella, rozándola con su miembro, haciéndola tragar. Ansiosa ella
subió una de sus manos por uno de los muslos de Ryan, tocó con las puntas de
sus uñas una de sus apretadas nalgas y deslizó su mano entre ambos para llegar a
su polla. Pasó sus dedos por los piercing y los apretó sobre los que tenía al final,
clavados de lado a lado.
 ¿Para qué te sirven? Deben dolerte cuando te rozas con la ropa.
Él movió sus cejas de manera insinuante.
 Oh, no. Lo siento pero no, tiene que ser incómodo.
Patricia subió sus manos hasta el fornido pecho de él y empujó, consiguiendo
nada más que dolor en las muñecas, porque él no se movió en lo más mínimo.
 Lo único que pienso es en que se te suelte uno y se me meta dentro.
Él soltó una carcajada bajando su rostro, haciéndola flexionar más sus palmas,
enredó una mano tras el pelo de Patricia y tiró haciéndola exponer su garganta
para él, que ávidamente lamió desde su pulso hasta la concha de su oreja,
sintiéndola estremecerse bajo su cuerpo.
 No pienses, tanto, pequeña humana.
Parecía medir sus palabras, estaba nervioso sobre ella, su cuerpo temblaba.
Logan se subió de rodillas en la cama, desnudo, sobre sus manos, tratando de
ocultar su erección. Ryan bajó lentamente, soltando su garganta y Logan de
agachó contra uno de sus pechos, sacando su lengua, lamiendo la punta de su
pezón, haciéndolo erizarse más, pasó una de sus manos bajo su vientre y acarició
hacia arriba, hasta llegar a su pezón. Ryan se colocó entre sus piernas y con los
dedos de una de sus manos abrió sus labios, ronroneando bajó su boca contra su
clítoris y succionó haciéndola retorcerse, bajó su boca hacia su coño y enterró su
lengua en ella, lamiendo ruidosamente sus jugos.
 Estás más que preparada.
Cogió crema con el dedo corazón de su otra mano y lo bajó hasta su prieto
agujero trasero, haciéndola retorcerse.
 No le gusta mucho.
Gruñó Flavio, se mantenía cruzado de brazos cerca de la puerta del dormitorio,
mirando la escena.
 Pues somos cuatro pequeña.
Logan cogió su rostro y besó sus labios, enterrando su lengua en su boca,
haciéndola seguir sus movimientos.
 Y tu boca es muy pequeña.
Ella soltó un jadeo, parpadeó buscando a Flavio y Basilio, pero ellos
simplemente se mantuvieron en su sitio.
 Te tuvimos antes, tenemos que aceptar que les toca a ellos tenerte.
El teléfono móvil de Logan comenzó a zumbar en la cómoda donde lo había
dejado y Flavio miró la pantalla.
 Es el número del doc.
Logan mantenía el rostro de Patricia entre sus manos, besaba sus labios y Flavio
esperaba sentir el deseo arrollador de acabar con su existencia y más todavía al
ver a Ryan entre las piernas de ella, tirando de uno de sus muslos morenos sobre
una de sus caderas tatuadas, mordiendo el maldito envoltorio color plata con los
dientes, abriéndolo, cogiendo el condón que había dentro y escupiendo el
envoltorio lejos.
 Manuel, hemos encontrado a un grupo elevado de olvidados en África
El doctor se mantuvo en silencio por demasiado tiempo para su gusto.
 Los hermanos Saw no confían en nadie y su hembra.
Flavio se detuvo en sus palabras.
 Ella sola no puede con todo el trabajo.
Patricia gimió demasiado fuerte mientras Ryan se clavaba profundamente en su
coño, estaba sudorosa, abrazándolo, retorciéndose de placer mientras él meneaba
sus caderas. Logan se mantenía de lado en la cama, acariciándose la polla con
una mano, metiendo su otra mano libre entre los dos, retorciendo un pezón de
Patricia.
 Sí, me enteré de los robos de preservativos en sus instalaciones por las
noticias.
Patricia jadeó el nombre de Ryan, sus ojos en blanco mientras él seguía jugando
en el interior de ella, chilló de placer y Ryan bajó su frente contra la de ella,
siseándole, mirándose ambos a los ojos mientras los fluidos de Patricia
empapaban a ambos.
 Os estáis divirtiendo.
Manuel soltó una carcajada tras decir aquello.
 Sí.
Gruñó Flavio.
 Necesito dinero.
Como un maldito drogadicto sonó en la línea el doctor, Flavio podía imaginarse
al maldito humano asqueroso sudado, tirando del cuello amarillento de su
camisa.
 No tienes deudas con nosotros o los tigres mientras sigas haciendo tu
trabajo para nuestras familias, lo sabes.
Flavio frunció sus labios al soltar familias con un toque demasiado italiano para
su gusto, Manuel soltó palabras de mierda por sus labios, tratando de
disculparse.
 Deberíamos meterle una puta bala en la cabeza a ese humano de mierda.
Basilio se mantenía cruzado de brazos, con las yemas de sus dedos apretando
demasiado fuerte su piel.
 Ryan, ¡Oh Dios mío!, eso se siente, ¡Oh!
Patricia parpadeaba mal, primero con un ojo y después con otro, parecía
borracha de placer.
 Los vampiros me prestaron doscientos en sus casinos.
Logan no se creía lo que había escuchado, parecía que se lo había imaginado.
 ¿Qué?
Su voz sonó amarga, como si le hubieran metido navajazos en la garganta.
 Los chicos de vuestros casinos no me daban más crédito, en los de los
tigres me patearon.
Basilio movió las yemas de los dedos de una de sus manos hasta su cuchillo
envejecido por el uso y comenzó a acariciar las formas y dibujos tallados en su
empuñadura.
 ¿Qué te han pedido si no pagas?
Manuel comenzó con un bueno yo, continuó con un perdón.
 ¡Deja de gruñir maldito cerdo!
Patricia se sobresaltó al escuchar a Flavio tronar por todo el dormitorio con su
imponente voz, él amplió su sonrisa al ver sus ojos brillosos por el placer, sus
mejillas morenas tornadas en rojo.
 Les prometí entregarles a mi ex mujer.
Flavio abrió sus labios, los cerró y apretó el teléfono móvil en su mano, intentó
hablar, pero apenas podía respirar por la boca.
 ¿Qué pasa?, ¿Te encuentras bien Flavio?
Él intentó asentir, pero simplemente estiró el móvil con la pantalla reventada
hacia Basilio y cuando su hermano se lo cogió se dejó caer de nalgas en el suelo,
mirando hacia Patricia, viéndola retorcerse entre los brazos de Logan mientras él
se mantenía de rodillas, con ella levantada entre sus muslos, mientras Ryan
recorría la espina de su espalda con sus labios, mordiendo cuando quería su piel,
jugueteando con su ano y sus jugos, enterrando sus dedos en su apretado culo.
Ella se mantenía con la cabeza hacia atrás y Ryan tenía que sujetarle el pelo,
dando dos vueltas en su puño.
 Os ayudaré si pagáis mi deuda.
Aquello no era un maldito juego como si el dinero, las putas y las drogas les
llovieran de los árboles. Patricia bajó su boca contra la piel del hombro de Logan
y lo mordió enterrando sus uñas en su piel, apartó su boca de la piel de Logan y
se movió un poco contra el pecho de Ryan, pegando su espalda a sus pectorales y
abdominales.
 Nunca pensé…
Resopló, farfulló mientras movía una de sus manos entre su cuerpo y el de
Logan, bajando sus dedos hasta los piercing sobre el pene de él que tocaban su
clítoris, rozando con ellos su pene.
 O podríais darme el dinero y que le dieran a la zorra.
El ser humano podía ser horrible, ellos mismos habían sufrido horribles torturas,
vejaciones.
 Pagaremos la deuda.
Basilio arrojó el teléfono lejos y se acercó a la cama, poniendo una rodilla sobre
el colchón, viendo el pelo de Patricia pegado al pecho de Ryan, por sus brazos,
entre ambos. Logan alzó su rostro y rugió su orgasmo mientras Patricia subía sus
manos por el cuello de él y enterraba sus dedos en su melena, para acercar su
rostro al de él y gimotear raspándose con su barba la piel de chocolate de su
rostro. Él, Logan se apartó, Ryan salió de ella, tiró de su preservativo y se
incorporó mirando su semen dentro. Mirando a Flavio y Basilio rodeándola,
poniéndosela encima Basilio, tumbándose con ella.
 Se tensa cuando follamos su culo.
Flavio y Basilio se colocaron unos preservativos y se deslizaron lentamente en
ella, meciéndose en su interior. Mientras Patricia se perdía en su placer,
alcanzando picos cada vez más altos. Ryan y Logan observaron por un tiempo la
escena, viendo su perfecto cuerpo de chocolate meciéndose entre Flavio, que se
mordió los labios y se le formó un hoyuelo en la barbilla. Flavio tiraba de las
nalgas de ella, estirándolas mientras Basilio sujetaba la espalda de Patricia y
chupaba sus tetas con avidez. Nadie esperaba que dos razas distintas que se
habían estado matando entre ambas desde hacía años, tuvieran paz. Amanecía
mientras Ryan golpeaba a Patricia contra los azulejos de la ducha de su cuarto de
baño, con ella tratando de mantenerse sobre sus piernas temblorosas y la piel de
sus mejillas enrojecidas en una carrera que bajaba por su cuello hasta sus tetas,
ella apretaba sus ojos, no quería verse en el reflejo de las mamparas de la ducha.
 Vamos, ¡venga!
Rugía Ryan contra su garganta mientras ella continuaba masturbando la polla de
Basilio con una de sus manos y con la otra a Flavio. Parpadeó y volvió a verse
en el reflejo de las mamparas y a través de ellas a Logan masturbándose. Ryan se
apoyó más contra ella y gruñó cerca de su oreja, antes de mordérsela.
 No puedes disimular quien eres y menos avergonzarte. Acéptate y darás
un paso a tu libertad, te tenemos.
Su espalda, sus nalgas golpeaban contra los azulejos frío y apretó las pollas de
Basilio y Ryan entre sus dedos mientras se corría con un gemido mientras él se
vaciaba en su preservativo y los dos cambiantes a leones derramaban por la
ducha todo su esperma. Ella se deslizó hasta el suelo y se mordió los labios
mirando hacia Logan, viéndolo dar un paso dudoso hacia ella. Haciéndola
sentirse orgullosa de su poder ante ellos cuatro, él, abrió la mampara y se deslizó
dentro, hasta ponerse delante de ella, viéndola sacar su lengua enrojecida y
lamerle la punta donde su piercing que había en su punta goteaba. Ella se lamió
los labios mirándolo desde allí abajo y él tuvo que morderse con fuerza la mejilla
por dentro para no correrse por aquel simpe acto, después jadeó como un
humano cuando la vio sacar su lengua y pasó por su capullo la punta de su
lengua, ella movió sus ojos hasta sus pistolas tatuadas en sus caderas, después se
agachó un poco y lamió el piercing que atravesaba su maldito frenillo,
haciéndolo estremecerse de placer, cuando ella subió su lengua hasta el que
atravesaba su punta gruñó moviendo sus manos hacia la pared, poniendo su
frente allí. Tratando de calmarse, pero ella abrió sus labios y comenzó a tragarse
su polla, hasta que se la sacó y volvió a entrar una y otra vez. Trataba de respirar
por su nariz, de hacerlo bien. Él la apremió doblando una de sus rodillas,
comenzando a tomar un ritmo constante y apretó sus dientes, la sujetó con una
mano por el pelo y se apartó cogiéndose la polla y vaciándose en su mano
 Trabajo por la tarde.
Tiró de ella hacia arriba, terminando de enjuagarla y tras secarla la cargó en sus
brazos hasta la cama, donde Flavio la esperaba con una bandeja llena de
tostadas, beicon, huevos y café.
 Me quedaré aquí hasta que termines.
Basilio bajó la persiana y ella desayunó con apetito voraz, haciéndolos
preocuparse.
 ¿Crees que estarás bien?
Ella alzó una ceja con la boca llena de huevo y pan.
 Podrías tener dolores, necesitar un masaje.
Soltó una carcajada al escuchar a Ryan y Logan hablando uno tras otro.
 En mis turnos, cuando doblo. Suelo dormir en un sofá viejo, incluso en
el suelo si está ocupado por otro compañero.
Celos inundaron los pensamientos de aquellos cuatro cambiantes, ella estiró la
bandeja y Basilio se adelantó a cogerla.
 Nos veremos pronto.
Ella sonrió con las mejillas sonrojadas hacia los cuatro, fuera del piso de Patricia
encendieron o pusieron en sonido sus teléfonos móviles.
 Los hermanos Saw me han mandado un correo.
Gruñó Logan, su hermano, Flavio y Basilio iban a decirle que también, pero no
pudieron.
 Os están esperando abajo.
Logan amplió sus ojos.
 ¿Por qué no los habéis llevado a nuestra vivienda?
El cambiante amplió sus ojos.
 Mierda.
Ryan golpeó el botón del ascensor demasiadas veces, escuchando cómo se
rompía el pulsador y dejaba de iluminarse cuando éste se quejó con su típica
musiquita.
 Arreglar eso.
El cambiante asintió cogiendo su teléfono del bolsillo cercano a su arma,
haciendo a Basilio alzar su mano hasta uno de sus cuchillos.

 ¿Qué diablos querrán ahora?
Flavio gruñó hacia su hermano, pero entre aquellas cuatro paredes Logan y Ryan
también se dieron por aludidos.
 No tengo ganas de ir a más sitios, joder, he matado y torturado. Pero no
se me quita de la cabeza aquel horrible lugar.
Logan captó las miradas frías de Flavio y Basilio.
 Habéis vivido mucho en comparación con nosotros.
Basilio movió su cabeza una vez, el ascensor se detuvo y al abrirse pudieron ver
en la recepción a los olvidados, por el olor más fuerte que el de los cambiantes
pudieron distinguir a algunos de ellos, pero a simple vista iban todos en trajes
formales, con pasamontañas enterizos que cubrían sus caras, salvo la parte de las
gafas y guantes de falsa piel.
 Sentimos que los nuestros no os hallan invitado a subir.
Logan gruñó las palabras, mientras Ryan ponía en el detector del ascensor una
mano y con la otra les indicaba que subieran. Pero ninguno de ellos se movió.
 No.
El olvidado ante ellos rugió con tanta fuerza que los cambiantes alrededor de
ellos llevaron sus manos hasta sus armas y aquello era lo último que necesitaban
ambas razas, una guerra entre ellos.
 Subiremos en el ascensor, llegaremos más rápido.
El olvidado sacó de debajo de su chaqueta unos brazos que no estaban donde
debían estar, Basilio parpadeó tantas veces ante la sorpresa, viendo los dedos de
otra mano en su otro costado asomando, movió sus ojos, hacia las manos que
debían ser las que eran y no las otras, pero el olvidado se quitó las gafas de sol,
mostrando unos ojos violáceos rasgados que ocupaban todo, sin nada de blanco.
 No subiremos a esa jaula, hemos permanecido demasiado tiempo
encerrados en ellas para querer permanecer el más mínimo segundo en el
interior de una.
Basilio tenía una mano en la cabeza, le dolía de pensar en aquello.
 Tienes cuatro brazos.
Flavio se volvió hacia él con el puño en alto y lo golpeó fuerte en el cogote
haciéndolo quejarse.
 Maldita mierda Basilio, nunca vas a tener filtro.
Él se quejó llevándose las manos a la cabeza.
 Mis hermanos y yo nacimos con cuatro brazos.
Estiró sus manos enguantadas, las cuatro, se quitó los guantes, dejándoles ver
una suave piel azul pálida.
 Mierda, vosotros hubierais estado bien con los pitufos.
Logan se volvió con el dorso de la mano contra la boca de Ryan, dándole con
tanta fuerza que le partió el labio.
 ¡Imbécil!, maldito imbécil.
Ryan soltó una carcajada, llevándose una mano a los labios para limpiarse la
boca. Logan volvió a alzar su mano contra él, pero el olvidado sujetó su muñeca.
 Tranquilos, hemos tenido peores palabras.
Sujetó las gafas, con un brazo de los que mantenía bajo la chaqueta y con el del
brazo contrario, pero el que sería normal para una persona.
 Las humanas se están impacientando, una pidió unas agujas de tejer,
intentaba hacerse un aborto.
Flavio gruñó al ver al olvidado bajando su hermosa mirada entristecida.
 Deborah, la compañera de los hermanos Saw ha tenido un sangrado
anoche, los hermanos no quieren que siga atendiendo a los demás.
Flavio asintió hacia ellos, saliendo del ascensor.
 Mandaremos a Manuel cuanto antes.
El olvidado negó alzando sus increíbles ojos hacia ellos.
 Muchas de ellas no se sienten seguras con nosotros, ni nuestras propias
hembras, estaría bien que fueran varios médicos de confianza.
Si explicación salió malamente por sus labios, pero los cuatro le entendieron.
 Tendremos que hablar con Patricia, a ver si quiere ayudar.
Los olvidados permanecieron en sus sitios, sobre sus pies, mientras que el que
tenía cuatro malditos brazos alzaba una de sus muñecas y sacaba otra de debajo
de su chaqueta para sujetar el reloj de su muñeca.
 Creo que será mejor esperaros aquí, no estamos seguros en ningún sitio,
ni tras nuestra gran jaula.
Flavio les negó.
 Nuestra hembra necesita descansar.
El olvidado amplió su nariz, respirando el ambiente, los demás lo imitaron y él
sonrió.
 Lo entendemos.
Ryan se adelantó pulsando de nuevo el botón del ascensor, viendo al olvidado
levantar una de sus manos y abrirla completamente abierta, enseñándoles cuatro
dedos. Ryan amplió sus ojos al igual que Basilio, pero las miradas de sus
respectivos hermanos les hicieron apretar sus labios. Subieron en silencio,
volvieron al piso de Patricia, viéndola tumbada de costado, con una mano sobre
su vientre desnudo, con sus tetas suaves algo caídas, con la piel de sus muslos
marcadas por la celulitis, su vientre con algunas estrías. Pero para ellos era
completamente perfecta, Flavio y Logan encargaron a varios de los suyos entrar
en la casa y cogerles ropa. Uno de los jefes se las acercaría, aunque todo estaba
muy tenso entre ambas bandas y seguramente acabaría explotando tarde o
temprano como una maldita bomba. Patricia se removió alrededor de tres horas
más tarde, estirándose como una gatita que llevase un rato al sol. Y los cuatro
enormes cambiantes sintieron sus pollas tensándose bajo sus pantalones,
prácticamente liberando líquido transparente, preparándose para ella. Una
maldita cosa que era inquietante, el lívido de un maldito cambiante por su única,
Patricia parpadeó, mirándolos con aquellos ojos soñolientos, sexys, intensos, en
un marrón chocolate natural para los humanos, pero demasiado atractivo en el
mundo de un cambiante, ella intentó decir algo, pero sus palabras apenas
salieron con el bostezo que le salió seguido.
 Necesitamos hablar contigo.
Ella amplió sus ojos, pero Basilio alzó sus manos acercándose a la cama,
viéndola incorporarse y tirar de la sábana para cubrirse.
 Tranquila.
Logan habló sentándose al otro lado de la cama, poniendo una de sus piernas
sobre el colchón.
 Hemos estado fuera porque Los Olvidados nos necesitaban, han
aparecido bastantes de ellos y no sabemos muy bien cuantas hembras de
sus especies.
Patricia asintió hacia ellos, viendo a Ryan y Flavio sentándose a los pies de la
cama.
 También hembras humanas embarazadas.
Ella amplió sus ojos brillantes mirando hacia los cuatro y las mentes de ellos
divagaron, a pesar de estar con el pelo enmarañado, por ducharse y no peinarse.
Basilio se acercó a ella y tocó con una de sus manos una de sus mejillas,
acariciándola.
 Joder, eres la mujer más hermosa que jamás he visto, la más preciosa.
Las mejillas de Patricia se tiñeron de rojo y cuando se mordió los labios, Logan
cogió uno de sus mechones, tirándolo tiernamente detrás de su espalda, viendo
algunas canas allá y se acercó hasta ella al verla torcer su rostro, para besarla en
los labios, rozándolos contra los suyos, haciéndola gimotear. Llevándolo al
borde de un acantilado demasiado alto y a su polla a la maldita locura, llevó una
de sus manos hasta uno de los hombros de ella y acarició con ternura su carne.
 Muchas de ellas.
Flavio apretó sus dientes, deteniéndose.
 Desean tener cuando antes a los cachorros o abortar y largarse.
Patricia tragó, tenía los labios entreabiertos.
 Las obligaban a tener sexo con los olvidados, pero al ver que ellos
preferían morir antes de montar a una hembra que no desease entregarse
decidieron extraerles semen e inseminar a las hembras.
Ella estaba demasiado sorprendida, estupefacta.
 Necesitan ayuda para llevar los partos, con los cachorros, los olvidados
que encontraron y las hembras.
Basilio puso una mano sobre uno de los muslos de ella y la hizo sobresaltarse.
 Pe, pe…..pero yo tengo un trabajo, no puedo dejarlo sin más.
Los cuatro asintieron hacia ella.
 Podría pedir vacaciones, días de asuntos. Pero apenas conseguiría un
mes, de todas maneras ¿De qué equipos médicos disponen los olvidados?
¿Tienen médicos, enfermeros?
Ryan se estiró y cogió del bolsillo de su pantalón un teléfono móvil, marcó y
rápidamente le pasó el teléfono a Patricia.
 Saw aquí.
Patricia, llena de nervios trató de respirar.
 ¿Sí?
Carraspeó tratando de aclarar su voz.
 Señor Saw, soy Patricia Calvo.
Relató el hospital donde trabajaba, especialidades, habló, habló y habló hasta
que se quedó sin aliento.
 Es un placer conocerla.
Un bebé lloraba cerca y él siseó, dijo algo, pero apenas podía escuchar susurros.
 Tenemos todo preparado, mi hem…ujer ha pedido todo lo necesario
para proceder a los partos, no queremos llegar a las cesáreas a menos que
sea necesario, queremos que las hembras salgan de nuestras tierras
intactas.
Patricia asintió.
 Los cambiantes van a mandar a otro doctor, nosotros ya no podemos
confiar en los humanos que entran aquí, ya no.
Rugió sus últimas palabras.
 Espero poder verla por aquí pronto.
Colgó sin más y Patricia se mantuvo un tiempo más con el teléfono en la oreja,
mirando hacia Basilio, Logan, Ryan y Flavio.
 ¿A quién más habéis elegido?
Logan soltó el nombre de su ex marido y ella amplió sus ojos.
 Confiamos en él.
Ella soltó un resoplido.
 ¿Por qué cura a vuestros soldados caídos a tiros?, Manuel solamente
piensa en las ganancias.
Se quedaron en silencio tras sus palabras.
 Llamaré a una enfermera para que me ayude, si voy a ayudaros tendré
que tener alguien a mí lado en quien pueda confiar mientras trabajo.
Por más que quisieron, Patricia no tenía en el tiempo esperado por los olvidados
todo solucionado, incluso tuvo que irse a trabajar y desde allí pedir todos los días
que necesitaba. Saw les había pedido su teléfono, habló con ella, diciéndole que
se tomara una excedencia. Pero lo que no esperaba ella, era que tras explicarle a
su jefe lo que quería hacer le soltase que no se preocupase por volver por allí
porque estaba despedida. Saliendo por las puertas de urgencias apartó a Logan,
como no tenía coche y la habían acercado hasta el trabajo caminó hasta la parada
del autobús y se dejó caer en el banco. Ryan y Basilio se sentaron cada uno a los
lados de ella y Logan junto a Flavio, se llevó sus diminutas manos humanas a la
cara y limpió varias lágrimas que caían por sus mejillas, Ryan abrió sus labios
para decirle algo, pero ella alzó su rostro y con su nariz respingona arrugada al
tratar respirar miró a Basilio y después a Flavio.
 ¿Y mí coche?
Basilio alzó sus manos, acercándose a ella, pero Patricia retrocedió para mirar al
autobús que llegaba, vendo que no era el suyo.
 Desde que me junto con vosotros todo son problemas.
Flavio se puso rígido tras escucharla.
 ¿Cómo dices?
Basilio la sujetó por los hombros y la torció para mirarla a los ojos, tras unos
segundo tiró de ella y la rodeó con sus brazos, fuerte, manteniéndola abrazada,
sintiéndola romper a llorar desconsoladamente, enterrando su cara en su cuello.
Él siseó, removiéndola en sus brazos, ronroneando entre siseos.
 Vamos.
La cargó en sus brazos mientras Logan abría a la inversa la puerta de un
impresionante coche negro de cuatro plazas, apoyándola sobre su cuerpo.
 Soy una mujer adulta, no una niñata llorona.
Basilio respiraba sobre su pelo, con la nariz posada sobre su cabeza y no pudo
evitar soltar una carcajada. Haciéndola apartarse y mirarlo con sus ojos marrones
brillosos, con líneas a los lados, en su piel de chocolate, cogió con sus manos su
cara y acercó su nariz a la de ella, respirando con fuerza, atrapando su aroma,
deseando poder respirar eso y nada más por el resto de su vida.
 La vida con un cambiante no es sencilla.
Ella se mordió el labio bajo, haciéndole sonreír.
 Cuéntanos que te ha pasado.
Basilio golpeó una de sus piernas dos, tres veces y después pasó sus dedos por su
pantorrilla, sintiendo algunas varices que jamás le harían menos sexy para él.
 ¿Quieres que lo mate?
Fue lo único que salió por sus labios mientras subía su mano tras su espalda por
su espina, haciéndola inquietarse, alzó sus ojos, mirándolo.
 Es broma.
Sonrió Basilio hacia ella, pero su mirada no mostraba arrepentimiento alguno.
 Saw me ofreció un trabajo remunerado, de por vida, si conseguía que
vosotros dejaseis vuestros negocios.
Logan maldijo al volante, apretándolo entre sus dedos.
 Ese maldito siempre intenta sacar algo de todo lo que hace.
Flavio bufó a su lado.
 Algo no, bastante.
Patricia subió una de sus manos hasta el pecho de Basilio, acariciando con las
yemas de sus dedos el tatuaje de un león que miraba hacia ella con ojos dorados.
 Necesito localizar a Mary.
Dijo donde trabajaba y a Logan le importó una mierda torcer el volante y
cruzarse en la calle para dar la vuelta, diez minutos después se detuvo cerca de
una residencia de ancianos, dejando el coche en la puerta sin más, pero Patricia
los detuvo, subió los peldaños que daban a la residencia y Flavio gruñó al ver sus
nalgas regordetas rebotando sobre la ropa que todavía no se había cambiado.
 No aguantaré mucho más sin marcarla, necesito que su lívido aumente.
Basilio alzó una ceja hacia su hermano, Patricia tardaba y entre los cuatro las
miradas eran cada vez más calculadoras, furiosas entre ellos.
 Tenemos que dejarla desearlo, ella.
Se detuvo calculando sus palabras, cruzándose de brazos y apoyándose en el
coche, dejándole a Ryan pillarle desprevenido.
 Vamos, le clavarías los putos dientes en su garganta mientras enterrabas
tu polla en el fondo de su vagina, tratando de enterrar todo tu maldito
ejército de gatos melenudos feos.
Basilio se adelantó contra él, alargando sus zarpas, rugiendo. Pero su hermano lo
sujetó y Logan tuvo que sujetar a Ryan, ambos se arrastraban por el suelo sobre
sus zapatos, tirando de sus hermanos.
 Mejor que un gato con rayas como una cebra desteñida.
Logan hacía tanta fuerza que su rostro estaba colorado y Flavio resoplaba que no
podía contener más a su hermano, las personas se bajaban de la acera y rodeaban
el coche.
 ¿Estáis bien?
Los cuatro volvieron sus rostros para ver a Patricia junto a una mujer regordeta
de piel pálida que mantenía unos ojos negros desorbitados mientras miraba de
unos a otros y después a Patricia que intentaba decir algo pero no paraba de
soltar E por sus labios.
 No son olvidados.
Susurró la hembra soltando mechones de pelo moreno mientras negaba absorta
viendo todavía a Logan y Flavio sujetando a sus hermanos de sus chaquetas que
prácticamente estaban destrozadas.
 No, son algo mucho peor, cambiantes.
Los cuatro se pusieron rectos, colocándose sus corbatas, chaquetas, puños o
camisas.
 Bien, voy a volver a mi trabajo.
Patricia tiró de ella al ver que se volvía con sus cosas hacia la residencia.
 Espérate Mary, ¡Sin ti no puedo atender partos!
La hembra miró la mano de Patricia.
 Podrías hacer un parto con los ojos cerrados Patricia, no me necesitas.
Ella la mantenía sujeta como si fuera un ancla.
 Te necesito, esas mujeres tienen más de un bebé dentro de sus vientres,
no puedo sola y odio a Manuel.
Mary parpadeó, tiró de su mano, pero Patricia no la soltó.
 Me haces daño.
Cuando la soltó se sujetó la muñeca, dándose una ligera friega, mirándola poco
convencida.
 Está bien, iré.
Ver a Patricia saltar de alegría, rodeando a la hembra con sus brazos alertó a los
cuatro cambiantes que subieron algunos escalones hacia ambas, mirando hacia la
hembra por si reaccionaba mal contra ella por su muestra de afecto, pero apenas
la soltó y se volvió hacia ellos, se calmaron y sonrieron con ternura hacia
Patricia mientras Flavio estiraba sus manos hacia ella, llamándola entre
ronroneos, como si llevara una eternidad alejado de ella, cuando la alcanzó tiró
de ella entre sus brazos y cepilló su rostro contra una de sus mejillas y
prácticamente se restregaba contra ella, escuchándola soltar risotadas.
 Me haces cosquillas.
Él prácticamente rugió cerca de su oreja, ninguno se había encargado entre la
riña de llamar a un coche para la otra hembra, por lo que tuvieron que apretarse
entre los asientos de atrás, sentándose Ryan y Basilio en el suelo mientras Mary
junto a Patricia se sentaban en los asientos.
 No dejamos de incumplir normas de tráfico cuando estamos juntos.
Basilio soltó una carcajada alzando una de sus manos por una pierna de Patricia,
haciéndola encogerse al sentir sus dedos apretándose en su muslo.
 Eso es porque no tienen hijos, una vez ellos vienen se acaban los coches
lujosos.
Basilio alzó una ceja hacia la hembra humana.
 ¿Qué se compra cuando vienen cachorros?
Miró a Ryan, viendo en su mirada lo poco que debió preocuparse por Savage
cuando lo tuvo demasiado joven, por emparejarse en una unión de clanes.
 Normalmente un coche grande para meter el cochecito, las bolsas de
pañales, ropa.
Basilio estaba perdiendo el color de su cara escuchando a la humana que no
paraba de decir cosas y se había perdido en termo.
 Mierda, yo no cambiaré pañales, apestan.
Patricia lo observó desde su posición, pero las palabras de Mary le dieron un
golpe contundente.
 Por tu tatuaje perteneces a una de las bandas más peligrosas del mundo,
debes haber torturado, mutilado y matado para tus jefes muchas veces
para tener en tus codos las famosas estrellas y seguramente todavía tengas
sangre bajo las uñas, por lo que no entiendo tu escrúpulo.
La hembra miró hacia Ryan, viéndolo mirarla sorprendido. Llegaron al edificio
donde vivía Patricia y por supuesto Logan y Ryan. Para coger maletas y
cambiarse a un gran Jeep, Patricia subió a su piso, cogiendo algunas cosas,
dejando a Mary entrar a su aseo para cambiarse, cogió unas maletas y se detuvo
al ver en la puerta a Savage.
 Tu nombre compagina ahora mismo contigo.
Él, estaba desaliñado, sucio, con bastante barba y ojeras. Apestaba a alcohol,
tabaco y perfumes que Patricia podía reconocer, intentó pasar a su lado, pero él
no la dejó, sus ojos rojos parecían arder.
 ¿Dónde está Dante?
Ella se encogió de hombros, inclinándose un poco para subir más la correa del
bolso grande de ropa que llevaba.
 No lo sé y aunque lo supiera no te lo diría.
El rugido que soltó hizo a Patricia retroceder y más al ver cómo levantaba uno
de sus puños y golpeaba la pared cercana, haciendo un agujero que la atravesaba.
 Arreglarás eso.
Ella continuó retrocediendo, mientras él avanzaba contra ella, hasta que sus
piernas golpearon la cama y cayó de nalgas sobre el colchón, con el bolso
deslizándose hasta el suelo.
 Dante es mío.
Puso sus manos grandes sobre sus hombros y la zarandeó con fuerza, pero se
detuvo al escuchar el ruido de un arma cargándose.
 Suéltala y retrocede.
Patricia parpadeó mirando a Basilio en el marco de la puerta, se había cambiado
de ropa e iba todo de negro, salvo su chaleco bordado con dibujos bonitos y a
pesar de todo aquello, su aire de maldad rodeándolo, Patricia lo sintió como su
salvador. Mantuvo su arma apuntada contra Savage, con una sola mano mientras
estiraba la otra hacia ella, moviendo sus dedos con cicatrices, sus muñecas bajo
la camisa con sus tatuajes que parecían revivir.
 Vamos pequeña.
Patricia se levantó con lágrimas en los ojos, tirando de su maleta, pero
rápidamente Savage la sujetó por el cuello, sacando un cuchillo, apretándolo
contra su piel. Patricia miró hacia Basilio, viendo a Mary tras él con el rostro
desencajado.
 Te aseguro joven tigre que no voy a fallar, volaré tus sesos por todo el
lugar.
Savage negó tirando más del cuerpo de Patricia contra su cuerpo, haciéndola
estirar su cuello ante la presión del cuchillo en su garganta, la que precedió a la
quemazón por él tirar del cuchillo contra su piel, cortándola.
 Dante se cansó.
Patricia quería tragar tras soltar aquello llena de nervios, viendo a Savage tirando
de su cuchillo por su garganta, parpadeó viendo los rasgos agotados en su cara,
de las pocas horas de sueño o ninguna que había tomado.
 ¿De qué?
Savage maldijo, sonaron más armas cargándose, ella subió una de sus manos
contra la muñeca que mantenía el cuchillo sujeto, pero su agarre se estaba
relajando y ella tiró soltándose, viendo a Logan, Flavio, Ryan y Basilio
apuntando hacia Savage, se volvió hacia él, tocándole con un dedo sobre uno de
sus pectorales.
 De tus infidelidades.
La mente de Patricia dudaba sobre sí misma, los ojos del enorme cambiante
ardían como una candela y los dedos de su mano apretaban con tanta fuerza el
cuchillo que sonaba la empuñadura estallándose. Ryan tiró de ella, apartándola
de su propio cachorro.
 Acabas de poner en peligro a mi compañera.
Ella palideció mirando entre ambos mientras Basilio la rodeaba entre sus brazos,
apretándola con fuerza, dejándola prácticamente sin aliento.
 Yo, yo, yo…
Ryan rugió hacia su cachorro, haciéndole bajar la cabeza.
 Tú quedas expulsado de la manada de Nueva York.
Savage se quedó sin palabras, su mirada se quedó fija en Patricia, enseñó por la
comisura de sus labios sus colmillos y ella sintió su piel erizándose, pero
rápidamente se le acercó Mary, tocándole la piel de su garganta.
 ¿Pero dónde iré?
Él llamaba a su padre, pero Ryan se mantenía con las manos en la cintura,
mirando hacia el suelo.
 Hablaré con los Damikovich, podrían aceptarte en su manada, que lo
dudo.
Savage agarró un de sus brazos, mirándolo prácticamente de rodillas.
 Por favor, padre.
Ryan tiró de su brazo, soltándose.
 Tienes suerte de no haberla dañado más.
Señaló hacia patricia con un dedo de su mano estirándose, agrandándose,
llenándose de pelo, con una zarpa.
 ¡Y de ser mi hijo!
Golpeó con todas sus fuerzas la cómoda cercana, destrozándola de lado a lado.
 Lleváoslo de aquí.
Pasó junto a Patricia, viendo como la otra hembra ponía unos puntos de
aproximación en el corte. Apenas tuvieron palabras entre ellos y Patricia
mientras subían a los vehículos que les acercaban a las tierras de los Olvidados,
llovía, los bosques se extendían por los caminos de carreteras mejor asfaltadas
que las de los humanos. Rodaron durante tanto tiempo que Patricia tomó un
bocado hablando con Mary, tratando de calmarse, de olvidar la quemazón de su
cuello. Rodaron entre edificios grandes, pasando por caminos de tierra y barro,
apenas llegaron a un alto edificio Patricia alzó sus ojos viéndolo. Los olvidados
se acumulaban bajo los techos, mirando hacia el coche. Cuando bajaron y
entraron bajo el techado. Patricia se volvió, mirando hacia fuera, intentando ver
a través de las cristaleras del gran edificio. Pero nada, ni tan siquiera un tejado,
un cobertizo. Allí no había nada más que aquel edificio, sintió un toque en su
espalda, justo en el centro y supo que era Logan, alzó sus ojos hacia él, viendo
los suyos dorados, brillosos.
 Tenemos que dejar a nuestras bestias más presentes entre ellos.
Le guiñó un ojo y Patricia alzó una ceja al ver sus labios engordando, saliendo
de ellos largos pelos blanquecinos.
 Dios, no hagas eso, es inquietante.
Él sonrió tontamente hacia ella.
 Dios, no entiendo porque los humanos creéis en esos engaños.
Patricia se sorprendió tanto que amplió sus ojos mirando hacia el olvidado que
hablaba, viendo que había detenido sus palabras al ver a otro vestido en un traje
chaqueta se detenían.
 Los humanos tienen sus creencias y debemos respetarlas, soy Black.
Ella amplió sus ojos al ver al enorme olvidado acercándose a ella, su rostro tenía
zonas de piel que parecían claramente haber estado llenadas por el vello negro
que tenía en otras zonas, el traje sonaba estirándose a su paso y todavía le sacaba
casi dos cabezas a Logan. Estiró una mano hacia ella y Patricia amplió sus ojos
mientras estiraba la suya y él cerraba sus dedos alrededor de su mano,
sorprendiéndola al ver que era insignificante enterrada entre aquella mano con
callos y zarpas limadas.
 Ineptos.
Volvió a gruñir el olvidado.
 Dios existe, que él le perdone.
El olvidado con sus increíbles ojos violetas parpadeó hacia Mary, haciéndola
callarse en lo demás que quería decirle, haciéndola encogerse al ver que sacaba
dos brazos por debajo de su chaqueta. Ella, al igual que Patricia. Se quedaron,
prácticamente boquiabiertas al verlo acercarse a Mary, con sus dos brazos que
había ocultado hacia arriba, dejándole ver que tenía cuatro dedos, sujetó a la
hembra por las mejillas y la miró a los ojos, acercándose hasta prácticamente
tocar la de ella.
 Si tu Dios existiese debería rogarme a mí para que lo perdonase.
Se apartó de ella, viéndola mantener su rostro bajo con los ojos amplios.
Entraron en el edificio, alejándose de los cristales, llegando a unas puertas que
custodiaban más de veinte olvidados armados hasta los dientes. Uno pulsó un
botón y les llegó un ascensor, las armas de los olvidados sonaron, Patricia al
igual que los demás pensaba que subirían, pero no, bajaron y cuando se abrieron
las puertas vieron túneles por los que circulaban vehículos con olvidados, les
hicieron subirse a uno que parecía de los típicos que usaban en los safaris y
circularon por más de quince minutos.
 Los hermanos Saw nos están esperando en el laboratorio, esperamos
tener a las hembras cuanto antes fuera de nuestras tierras. Se les ha
ofrecido poder ver a sus cachorros, pero no quieren nada más que borrar
el pasado cuanto antes. La remuneración a cambio de sus silencios si les
ha interesado.
Patricia asintió hacia el olvidado, bajaron del gran vehículo para ver una enorme
cristalera donde se podían ver las distintas habitaciones con cristales que
separaban a las hembras embarazadas, Patricia y Mary se miraron a los ojos,
pero el olvidado parecía leerles las mentes.
 Me temo que estaban en privacidad hasta hace pocos días que una de
ellas decidió intentar meterse unas agujas de ganchillo por la vagina para
romper su bolsa y provocar el parto.
Mary tragó acercándose a Patricia, estaban rodeadas por olvidados con armas
enormes y varios trataban de desarmar a Ryan, Logan, Flavio y Basilio. Pero los
cuatro cambiantes se negaban, Patricia se adentró en el lugar, viendo a las
humanas. Mary la siguió, pero nadie más porque los olvidados comenzaron a
rodear a Ryan, Logan, Flavio y Basilio. Podían escuchar gemidos alejados y
preocupadas comenzaron a acercarse más allá, pasando las habitaciones de las
hembras, llegando a una puerta con las paredes cubiertas por cemento. Los
peores pensamientos llenaban las mentes de ambas y Patricia furiosa abrió la
puerta de par en par, asustando a una mujer embarazada que se mantenía sobre
sus pies, con los brazos estirados hacia atrás y la boca de otro delante de ella
enterrada entre su camisa, rodeando el cuello de un olvidado y del otro mientras
el que tenía detrás la besaba en los labios con los pantalones de los tres bajados.
Moviéndose a un ritmo lento, ellos torcieron sus rostros hacia Mary y Patricia,
que frunció sus labios al verlos cubriéndose.
 ¿No les da vergüenza aprovecharse de una mujer embarazada?
La escucharon reír bajo mientras ellos le colocaban una especie de faja que
sujetaba su vientre y los pantalones.
 Ella es nuestra.
Rugió uno de ellos ante la insistencia de Mary al repetir lo que Patricia había
dicho. La mujer caminó hacia ellas y estiró una de sus manos hacia Patricia.
 Disculpar, soy Deborah.
Patricia estaba atónita mirando hacia la mujer y aquellos gigantes.
 Discúlpame tú a mí.
La mujer negó haciéndolas seguirla, Patricia vio por el rabillo de uno de sus ojos
a uno de los olvidados que estaba con ella dejar de ponerse el cinturón se
apresuró a colocarle un cojín sobre el asiento que iba a tomar. Pero rápidamente
torció su rostro hacia la puerta por la que habían entrado Patricia y Mary,
frunciendo el ceño hacia alguien y Patricia se volvió para ver a Manuel
enredando con su teléfono móvil demasiado viejo y desgastado.
 ¿No le han cubierto la cámara?
El otro olvidado le quitó el teléfono de las manos y miró las cámaras, cubriendo
de nuevo la que se había destapado. Se quedó de pie, detrás de Patricia.
 Tenemos a noventa y nueve mujeres embarazadas aquí dentro.
Manuel carraspeó, llamando la atención de Deborah.
 Pensaba que eran cien.
Ella le asintió.
 Una de ellas ha decidido quedarse con sus hijos, como solamente está
embarazada de dos puedo manejar su parto yo sola si llegase el caso,
apenas está de un mes y medio.
Manuel dudó.
 Pero usted estará recién parida o agotada.
Intentó seguir, pero Patricia alzó una de sus manos, llegando cerca del rostro de
Manuel.
 Yo o Mary nos quedaremos aquí hasta que todos los partos estén
terminados.
Manuel puso una de sus manos sobre uno de sus hombros y ella se sobresaltó.
 ¿Estás segura?
Patricia se volvió y no pudo responder a ver a Ryan sujetándole la muñeca a
Manuel, tirando de él lejos, haciéndolo golpearse contra la pared cercana, se
levantó, llegando hasta él.
 Tranquila, estoy bien.
Alzaba una de sus manos hacia su cabeza, de la que caían líneas de sangre.
 Tú, no vuelvas a tocarla.
La mirada calculadora de Manuel pasó de Logan a Patricia y a Ryan mientras
asentía intentando levantarse, dejando gotas de sangre en el suelo, se quedó unos
buenos diez segundos sobre sus pies, tratando de recuperar su compostura.
 ¿Patricia? ¿Todo bien?
Parpadeó confuso al ver a Flavio y Basilio llegando hasta ella, preguntándole
más cosas, pero ella asintió mirando a Deborah que estaba incorporada de su
asiento con una mano bajo su vientre algo a la vista por la camiseta subida.
 Tranquila.
Deborah asintió hacia ella.
 Os daremos habitaciones donde quedaros por si necesitamos hacer una
intervención antes de tiempo.
Los tres asintieron hacia Deborah.
 Pasemos al quirófano para que veáis todo el equipo.
Patricia evitó a Ryan, a Logan, incluso a Flavio y Basilio mientras caminaban
detrás de Deborah, hasta llegar a un quirófano que parecía sacado de una
película del espacio.
 La mayoría de ellas quieren partos naturales, tenemos que hacer la
inducción.
Tocó con sus dedos un pulsador y luces detrás de una cristalera comenzaron a
parpadear sobre cunas y cunas y cunas de prematuros.
 Dios santo.
Mary gimió.
 ¿Quién cuidará de tantos bebés?
Deborah sonrió hacia ellas, Manuel se mostraba despreocupado mirando su
teléfono.
 Nuestro pueblo se encargará de sus cachorros.
Salió por los labios de uno de ellos, Patricia se colocó bastante rato después en el
quirófano, revisando todo, colocando aparatos, gasas.
 Parece una locura.
Manuel seguía mirando su teléfono, ordenando algunas cosas en una pared
alejada.
 No puedo imaginarme por lo que pasarán más de ellos todavía por culpa
de la maldad humana.
Mary asintió hacia Patricia, arrastrando un carrito con material quirúrgico.
 Creo que muchas de ellas sucumbirán a los dolores y pedirán cesáreas.
Patricia soltó las palabras, viendo a Mary ampliando sus ojos.
 Un parto puede durar días y ninguna de ellas está embarazada de un solo
niño.
Mary asintió, provocarían partos en menos de un día y Patricia apenas podía
mirar a Manuel a la cara, después de haber pasado por tanto y él mismo haberse
fastidiado la vida. Ahora prácticamente ella estaba igual de fastidiada, su mirada
vagó hacia Logan, viéndolo junto a Ryan, hablando bajo mientras ambos
sujetaban sus teléfonos móviles y ella no pudo más que fruncir el ceño. Su
teléfono era antiguo, ni siquiera tenía WhatsApp, no era una cosa que a ella le
importase. Mary amplió su sonrisa hacia ella, salieron fuera de allí, pasando
entre las habitaciones de las mujeres.
 Os mostraremos vuestras habitaciones.
Estaban justo enfrente de las mujeres embarazadas, Deborah estaba tras las
puertas, besándose contra una pared con un olvidado que mantenía una mano
tras su espalda.
 ¿Vamos a estar bajo tierra?
Mary se inquietó soltando aquello, deteniéndose. Patricia se volvió y la vio saltar
al sentir cuatro manos tras su espalda, chilló volviéndose para ver al ser de
cuatro brazos riéndose.
 ¡Dios! No me toques.
La sonrisa en los labios del olvidado murió y en los de los demás que
comenzaron a irse.
 Perdona, no quería decírtelo así.
El olvidado alzó sus cuatro brazos al ver que ella trataba de sujetarlo.
 Espera.
Mary salió tras él y los demás como él.
 Tenemos que tener cuidado con el exterior, no queremos que nadie sepa
nuestros movimientos, se os permitirá salir fuera de vuestras horas de
trabajo y descanso.
Patricia sentía aquel confinamiento como estar en prisión, pero asintió. Continuó
hablando con Deborah hasta que Mary volvió con los labios algo hinchados y
nerviosa. Vieron los dormitorios equipados con camas de dormitorio, cuartos de
baño privados en cada uno de ellos y las sacaron de allí hasta un enorme lugar
donde los olvidados se mantenían sentados alrededor de mesas, comiendo.
 Vamos, pasar por aquí.
Ambas pensaban que las miradas se iban a dirigir a ellas, despectivas, furiosas.
Pero los ojos de los olvidados se posaban en el vientre de Deborah, en ellas
poco.
 Muchos olvidados cocinan.
Deborah se llevó los dedos de una de sus manos a los labios e hizo un ruido
placentero, decía que las mujeres ya habían comido aunque muchas
prácticamente no tomaban bocado alguno. Los olvidados comenzaron a irse
cuando las tres se sentaron en una mesa cercana a la barra con comida. Se acercó
un olvidado a ellas, mirando a Deborah.
 Otra de las hembras insiste en parir ya, ha estado saltando por el
dormitorio que le asignamos.
Las palabras salían con dolor por sus labios, Patricia veía demasiada tristeza en
los olvidados, volvió junto a Mary a sus dormitorios y ambas asintieron a lo que
iban hablando.
 Descansaremos unas horas y nos pondremos a hacer partos.
Deborah se detuvo al escuchar a Mary, volviéndose para mirar a ambas.
 Todavía podemos esperar hasta mañana.
Mary negó.
 Yo hasta mañana no operaré, estaréis solas.
Patricia frunció el ceño hacia Manuel.
 Búscate tu propio enfermero, trabajaré sola.
Se largó hasta su dormitorio y cerró incluso con llave, se dejó caer en la cama,
sentada a los pies accionó el televisor mientras se levantaba a orinar y volvió a
dejarse caer en el blandito colchón. Estuvo mirando las noticias, pero
prácticamente sin prestarles atención hasta que escuchó la puerta del dormitorio.
 Patricia, somos nosotros.
No se movió de su sitio, permaneció allí mirando la cerradura moviéndose.
 Vamos, pequeña.
Se levantó y abrió, pero se sentó de nuevo.
 Savage se ha largado, nos ha cogido dinero de casa, bastante y se ha
esfumado.
Ryan soltó la cifra de dinero que se había llevado y Patricia amplió sus ojos
sorprendida.
 Si nosotros muriésemos o lo quisiéramos dejar, él heredaría el negocio.
Patricia alzó sus ojos.
 Cuando contactes con Dante podrías decirle que si lo localizase nos
avisase.
Logan se dejó caer en una silla de las que rodeaban una mesa redondeada con
adornos dorados, en la que graciosamente había cinco de ellas. Patricia aunque
no quería se levantó de la cama al verlo llevarse una mano a la cabeza,
removiendo su mata de pelo, con el codo en la mesa, se sentó delante de él y
acarició una de sus piernas, haciéndole desear estar desnudo, para sentir su
contacto piel contra piel.
 Puede que irse le siente bien, valerse por sí mismo.
Él soltó un bufido.
 Con cuatro millones yo también me valdría por mí mismo durante un
buen tiempo.
Amplió sus ojos mirando hacia Patricia y después a su hermano.
 Llama a Joao, seguramente se largó a Brasil con sus colegas comadrejas.
Patricia se estremeció al escucharlo.
 ¿No te gustan los roedores?
Ella negó sintiéndole subir una de sus manos por el brazo que tenía cerca de su
cuerpo, rodeándole con los dedos lentamente la piel. Hasta que la sujetó y tiró de
ella, cargándola en sus brazos, sobre su cuerpo.
 A mí me gusta cazarlos pequeña ratita.
Subió el toque de su mano sobre su brazo, llegando a su cuello y tocando su
nariz con las yemas de sus dedos.
 Ahora dime, pequeña.
Tiró de ella, levantándola. Llevándola hasta la cama y arrojándola sobre el
colchón para subirse sobre su cuerpo, aprisionándola entre sus piernas.
 Me canso de escucharte que no quieres, que dejemos esto.
Susurraba en uno de sus oídos, tan bajo que su piel se estremecía.
 Somos adultos, nos estamos divirtiendo.
Ella asintió al sentirlo acercarse y morder con sus dientes su oreja, enredó sus
dedos en el pelo de Patricia y torció su rostro para morderle la mejilla expuesta.
 Dime, ¿Alguna vez te has dado placer a ti misma?
Al verla entreabrir sus labios no pudo evitar apretar sus dientes y sonreír, bajó su
nariz por su cuello e hizo presión en su pulso, haciéndola inquietarse.
 ¿Quieres que te muerda?, ¿Qué todos te mordamos y te marquemos
como nuestra?
Ella se quedó quieta al sentirlo morderle más abajo, en su hombro que desnudó
tirando de su ropa.
 ¡Oh Dios!
Jugueteó con su ropa, tironeando de ella.
 Desnúdate o destrozaré todo.
Con manos temblorosas ella cogió el dobladillo de su camisa y tiró como puso
sobre su cabeza la tela y sus brazos, pero él la sujetó, haciendo un nudo con su
mano. Bajó su boca contra el centro de su espalda y mordió un poco su piel, para
después subir su lengua por su espalda, justo por su espina donde respiró su
esencia.
 Quiero verte tocándote.
Parecía que se lo decía a sí mismo, bajó sus manos por su espalda, tiró de sus
pantalones y gruñó al ver su tanga, bajó su rostro y mordió una de sus nalgas
haciéndola sobresaltarse. Sintió un roce por su espalda y apretó más sus dientes
sobre su labio bajo, sintiendo el sabor de su sangre. Tiraron de su pelo y
cogieron su rostro haciéndola mirar hacia Basilio, él gruñó bajando su boca
contra la de ella, lamiendo la carrera de su sangre, subiendo hacia sus labios.
 Espera Basilio, espera.
Logan lo empujó demasiado tarde, cuando la punta de su lengua terminaba de
pasar por su herida y Patricia se quedó con los codos apoyados en la cama, con
el pelo revuelto alrededor de su rostro. Mirando hacia Basilio que había caído de
nalgas en el colchón, con su polla arrojando sombra sobre su vientre lleno de
músculos.
 ¿En qué momento te desnudaste?
Él no pudo evitar reírse ante su pregunta, moviendo sus ojos hacia su ropa en el
suelo hecha girones y trozos.
 Me la arranqué.
Ver y escuchar a Patricia reírse retorció algo en su pecho que dolió de felicidad.
 Siento haberte lamido una herida.
Ella alzó una ceja hacia él.
 Ahora necesitarás el apareamiento.
No pudo preocuparse más al verla bufar.
 Largaos de aquí antes de que vuestras tonterías se me peguen.
Basilio negó hacia ella, moviendo una de sus manos hacia ella, alzándole el
rostro con dos de sus dedos.
 No lo entiendes humana mía.
Patricia apartó su mano de ella, pero Logan no se detuvo y bajó su toque por sus
nalgas, acariciándolas, sin importarle sus imperfecciones o granitos.
 Creo que ella necesita un poco de disciplina.
Flavio gruñó las palabras apoyado en el cabecero de la cama, haciéndole a ella
levantar sus ojos hacia él.
 ¿Disciplina?
Apretó sus puños, pero se quedó sin aliento al sentir un guantazo sonoro en una
de sus nalgas. Torció su rostro, histérica hacia Logan. Pero se quedó boquiabierta
al verlo bajar una de sus manos sobre la nalga que no había golpeado
prácticamente a cámara lenta. Se escapó un gemido se sus labios y se sonrojó al
escucharse a sí misma, alzó sus ojos hacia Logan, viendo su maldita sonrisa
orgullosa.
 Deseas abofetearme.
Ella se mordió los labios y movió su cabeza de arriba hacia abajo, viendo como
él se inclinaba sobre ella, clavando la cremallera de su pantalón en una de sus
nalgas doloridas, cogió su rostro con ambas manos y tiró de ella, haciéndola
intentar agarrarse a algo por miedo a caer, apretó su garganta con sus dedos de su
otra mano y la besó, arrastrando su lengua dentro de sus labios, jugueteando con
ella. Soltó su garganta, deslizó su mano por toda su sedosa piel y llegó hasta sus
nalgas donde golpeó escuchándola gemir. Bajó más su toque, enterrándolos entre
sus nalgas, llegando hasta su raja, adentrándose en su coño, empapándose éstos
para subirlos entre ambos y separarlos para que viera su humedad antes de
llevárselos a los labios y gruñir lamiéndolos.
 Ahora se una buena chica, Patricia.
Sus ojos cambiaron a un amarillo intenso, viendo como los labios de ella
vibraban, se apartó tirando de los pantalones y el tanga de ella, se levantó y los
dejó caer lejos.
 Date la vuelta y esparce tu crema por tu precioso coño hasta que te
corras.
Ella se quedó un tiempo parada, Basilio cogió un mechón de pelo de ella, sonrió.
 ¿Vosotros también disfrutáis pegando?
Él alzó un dedo, de una de sus manos, haciendo ruidos con sus labios.
 ¿Acaso te hemos hecho daño?
Ella no dijo nada, mirando sus ojos ámbar tiñéndose de un profundo amarillo, la
sujetó por el pelo y miró fijamente.
 Tú pequeña humana, jamás sabrás lo que es de verdad el dolor.
Hizo un movimiento de círculo con su dedo, para que ella se volviera.
 Eres una jodida reina y nosotros a pesar de ser quienes somos.
Se cayó mientras se levantaba, rodeando la cama y poniéndose a los pies, junto a
Ryan, su hermano y Logan.
 No somos más que los esclavos de tu placer.
Flavio subió una de sus rodillas a la cama y subió sus manos por los pies de
Patricia, hacia arriba por sus piernas, rodillas y entrándolas entre sus muslos para
empujar, abriéndola. Se alejó, incorporándose como si tuviera ante él algo
maravilloso, resplandeciente como un diamante.
 Tócate.
Gruñó Ryan, ella bajó sus dos manos entre sus piernas y puso sus dedos en su
vagina, cepillando con ellos sus labios, su clítoris. Ryan se sentó en un borde de
la cama y Basilio justo en frente, en los pies, viendo de cerca a Patricia mirarlos
con las cejas alzadas.
 No me gusta nada esperar, pequeña.
Basilio gruñó concordando con él.
 A mí siempre me gusto terminar cuanto antes, conseguir mi placer
rápido.
Logan concordó con él, acercándose al borde de la cama, poniendo una de sus
rodillas en ella.
 Pero hoy será especial.
Flavio se puso junto a él, viendo a Patricia rígida, quieta.
 No nos desesperaremos, tenemos ante nosotros a nuestro mayor tesoro.
Basilio subió un poco, sentándose cerca de ella, inclinándose para llegar a uno
de sus pezones. Rápidamente, al sentir Patricia sus dientes apretando su pezón.
Subió su mano y enredó sus dedos en su mata de pelo rubio recogido. Pero él
tiró, haciéndola soltar hebras de su pelo y devolvió su mano a su vagina, bajó su
mano junto a la de ella hasta su coño pulsó su dedo corazón con el de ella contra
su clítoris y lo movió de arriba hacia abajo. Escuchándola jadear su nombre
mientras chupeteaba su pezón. Ryan se puso en su otro pecho, sacando su lengua
para pasarla cepillando su punta. Patricia se retorció de placer, las manos de
Logan y Flavio acariciaban sus piernas.
 Jamás me he sentido tan expuesta.
Ella cerró sus ojos, torció su rostro, pero Ryan tiró de su cara, cogiéndola por las
mejillas, besó sus labios y presionó su lengua contra ellos. Haciéndola seguir su
sensual juego mientras soltaba su cara y bajaba una de sus manos por las curvas
de su vientre, llegado a una de sus caderas, adentrándose entre sus muslos. Soltó
sus labios y ella torció sus ojos para cruzarse con los ojos de Basilio que
mantenía su lengua alrededor de su pecho, dibujando su areola y su pezón. Esos
ojos amarillos, con los pelos revueltos alrededor de su rostro. Liberó su mano de
su presión y sonrió con dientes afilados.
 Vamos, continúa.
Sintió una lengua pasando por el dedo que mantenía sobre su clítoris y se
sobresaltó para mirar hacia Logan que entraba con el rostro enterrado entre sus
muslos. Mientras Flavio lamía el muslo contrario a Ryan, cerca de su hermano.
Logan enterró uno de sus dedos en su coño y tras empaparlo bajó su toque hacia
abajo, hacia su ano y ella se tensó.
 No puedo.
Los cuatro se detuvieron para mirarla con ojos amarillos profundos.
 Te acabará gustando, date tiempo.
Ella se mordió el labio bajo, mientras él todavía jugueteaba con la entrada de su
ano. Basilio y Ryan volvieron a bajar sus rostros hacia sus pechos, con la mayor
delicadeza lamieron sus puntas y Flavio se torció dándole la espalda,
agachándose contra su coño, cogiéndole la mano y ayudándola a masturbase.
Sacando su lengua, deslizándola por sus labios. Todos ronroneaban, causando
ruidos bajos alrededor de ella.
 Pensaba que no teníais paciencia.
Se mordió los labios al sentir la lengua de Flavio moverse en su interior,
prácticamente jodiéndola, cambiaba de ser suave a áspera algunas veces y era
extrañamente asombroso, placentero.
 No nos gusta esperar.
Ryan ronroneó con los labios pegados a su teta.
 Nunca he tenido que esperar por nada y menos por nadie.
Basilio tenía una de sus mejillas pegadas a su pecho demasiado sensible.
 Siempre me han gustado las cosas hechas en el momento.
Logan seguía jugueteando con su trasero, rozando con sus dedos alrededor de su
delicada piel. Flavio se incorporó, poniéndose sobre sus rodillas.
 Pero tú mereces cada maldito pedazo de paciencia que no tengo y sacaré
de donde haga falta a esa maldita hija de puta.
Señaló a los demás, haciéndolos retroceder fuera del colchón.
 Ahora dejemos que se toque, quiero ser un voyerista.
Con ella quería ser todo, cada cosa. Ayudarla a descubrir su cuerpo, a disfrutarlo
y que no se cansara de cuatro cambiantes que tratarían de dominar siempre sus
instintos animales hacia su compañera. Aunque quería disfrutar de Patricia,
seguramente igual que los demás, su mente no dejaba de imaginarse con el
vientre redondeado, con estrías hermosas formadas por sus cachorros y las tetas
goteando. Su maldito león gateó por su espalda y deslizó sus garras por su piel
pidiendo atención, deseando gotas de esa leche imaginaria, moviendo sus bigotes
que prácticamente temblaban.
 Sujétate un pecho, cárgalo en tu mano y aprieta entre dos de tus dedos tu
pezón.
Ella lo hizo, su otra mano se mantenía entre sus piernas, pero no movía ni las
puntas de sus dedos mientras él gruñía viéndola apretar su pezón y nada más.
 Juega con tu teta Patricia, averigua lo que te da placer.
Los teléfonos de ellos vibraban, se había pasado un buen cargamento de drogas
hacía unas horas por las tierras de los olvidados. Estaba resultando algo
verdaderamente tentador juntar los negocios de la coca y cobrar juntos ambas
bandas a los elefantes africanos por permitirles la venta de caballo o heroína en
sus territorios. Aunque ambas bandas habían visto poco interesante el trato con
los drogadictos, los elefantes se habían venido a más, tanto que el porcentaje de
ganancias tuvieron que ir incrementándolo y todavía los rinocerontes habían
ganado una suma demasiado importante durante años, trayendo con ellos
cambiantes rinocerontes. De la mezcla de un puñado de los rinocerontes que
habían traído nacieron Rino y su hermano Rinho que prácticamente habían
dejado atrás el pedigrí que poseían y solamente eran cambiantes, hijos de
cambiantes a color y una blanca, mestizos que no querían saber nada de sus
familias.
 Éntrate dos dedos, sácalos cargados de tu ácida miel y juega con tu
clítoris.
Ronroneaba Ryan, lo único bueno de estar entre olvidados era el hecho de la
inmunidad, aquí nadie les derribaría la puerta y arrestaría por cargos que ni todas
las fortunas que tenían conseguirían tapar. Ryan y Logan sabían muy bien de
aquello, la hembra con las que les habían emparejado se había ocupado de
vaciarles la mayoría de las cuentas y vender información a la pasma. Era lo que
tenía tener posesión de drogas. Nastia, la única hembra de la familia Bogdanov,
la peor familia de toda Rusia, los mayores traficantes del país, intentando unir
familias entre ambos bandos, consiguiendo deshacerse de la hembra,
encasquetándosela a los dos cambiantes ante Flavio y Basilio. Consiguiendo
todo lo contrario en apenas diez meses, cuando ella apareció en territorio de
rinocerontes con una aguja pinchada en el brazo. Había aguantado demasiado sin
una dosis y tras una larga mamada a más de un cambiante había conseguido una
buena dosis, una que la arrastró al maldito agujero más grande que pudiera
existir. Los calabozos de los hermanos, pero no consiguieron nada más que ella
engatusara a varios guardas y definitivamente les robase para largarse sin mirar
atrás. Basilio amplió sus labios al ver a Logan acercándose a Patricia, estiró una
de sus manos sobre su teta descubierta y puso sus dedos alrededor de su pezón,
jugueteando, apretándoselo, retorciéndoselo.
 Así, así, mi humana.
La piel entre los pechos de ella se volvió de gallina, subió su erizamiento por sus
pechos y bajó por su vientre hasta sus muslos.
 Entra tus dedos en ese precioso coño, fóllate.
Patricia descendió sus dedos, respiraba entrecortada, nerviosa.
 ¡Oh!, ¡¿Qué?!
Comenzó a temblar, su cuerpo agitándose.
 No lo intentes controlar.
Ella continuó enterrando sus dedos en su coño, sacándolos, rozando su clítoris.
Soltando ruidos placenteros por sus labios mientras él pulsaba con sus dedos en
su pezón. Se apartó cuando ella se quedó en sus últimos espasmos, viendo a
Ryan subiéndose a los pies de la cama. Agachándose para coger su muñeca y
llevar sus dedos empapados y arrugados hasta sus labios, ella frunció sus labios
al verlo chupar con ansias, la mirada de él fue a la suya y se detuvo con la lengua
sacada de sus labios, pegada a sus dedos.
 ¿Asco?
Patricia se encogió de hombros, lo vio soltar su mano y ponerse sobre sus manos
en la cama, bajando su rostro entre sus piernas.
 Deberías irte acostumbrando, tu miel es adictiva.
Bajó su lengua entre sus labios, haciéndola temblar ante su sensibilidad y la
profundizó en su coño, chupando y lamiendo sin piedad.
 ¡Oh Ryan!
Él ronroneó mientras rodeaba sus piernas con sus brazos, bajó su lengua y clavó
su punta en su ano haciéndola retorcerse.
 Dios, lo siento.
Se detuvo al escucharla, alzándose para subir sobre ella, poniendo sus manos a
cada lado de su cuerpo.
 ¿Qué sientes?
Ella subió sus manos hacia su rostro, cogiéndolo entre sus dedos.
 No tener experiencia sexual, no poder daros lo que queréis.
Él amplió sus labios en una sonrisa sexy, bajó su rostro y besó sus labios,
dándola a probarse a sí misma.
 Ryan.
Gimió ella mientras él bajaba sus labios por su mejilla.
 Pero eso es lo mejor, aprenderemos lo que nos gusta.
Rodeó con sus dedos su garganta y puso toda su polla contra el coño de ella,
moviéndose, haciéndola sentir algunos de sus piercing.
 ¿Alguna vez tuviste sexo sin penetración?
Ella negó con las pupilas de sus ojos dilatadas.
 Voy a disfrutar tanto de tus placeres.
La observó tragar con sus dedos alrededor de su garganta, sus labios enrojecidos
y el pelo revuelto. Ella susurró su nombre, rodeándolo con sus manos,
arañándole. Él continuaba restregándose por su coño, cepillando sus piercing
entre sus pliegues.
 No puedo, no.
Ella negó desesperada, corriéndose, tratando de hacer su propio ritmo para
ambos pulsar entre ellos, chorros de semen de él se dispararon por su vientre, por
los vellos íntimos de su vagina.
 Debes descansar.
La observó alzar sus brazos de piel tostada mientras sonreía hacia él, sus tetas
subiendo hacia arriba.
 ¿Y los demás? Solo obtuve placer yo.
Patricia los observó subirse a la cama, mientras ella avergonzada recogía sus
piernas. Pero él estiró su mano para coger una toalla que le ofrecía su hermano y
limpió los restos de su semen de ella antes de ponerse de lado a su cuerpo,
viéndola ser manipulada por los demás que la abrazaban.
 Tu placer es suficiente para nosotros.
Patricia bostezó, pero no podía dormirse.
 Necesito orinar.
Escuchar a esos cuatro enormes cambiantes reír a su alrededor hizo que un
millón de mariposas revoloteasen en su estómago. Flavio rodeó su cintura con
sus brazos y la arrojó sobre su cuerpo, haciéndole pasar la cadera sobre su
imponente pene erecto. La puso en el borde de la cama y sonrió viéndola mirarlo
sorprendida. Pero ella rápidamente se movió desnuda al baño, avergonzada.
Cuando volvió, pero a los cuatro tumbados en la cama, en diferentes posturas y
con sus penes erectos fue todavía más vergonzoso.
 No se te ocurra morderte más los labios o te pondré una maldita
mordaza.
Las palabras de Flavio hicieron a su hermano, a Ryan y Logan gemir como gatos
juguetones, cuando ella se acercó golpeó la cama, para que subiese.
 Te levantas temprano para atender partos, pequeña.
Patricia, roja como un tomate subió sus manos por su cintura, meneando las
caderas.
 Vosotros también necesitáis un poco de atención.
Llegó a sus pechos, cargándolos en sus manos y sonrió viendo a Basilio y a Ryan
siguiendo el ritmo de sus manos con los ojos como dibujos animados, sin
moverse, sin parpadear.
 ¿Por qué no nos masturbáis?
Logan gruñó incorporándose sobre sus codos.
 ¿Cómo dem…
Flavio lo detuvo, sujetándolo por un brazo antes de que se levante de la cama.
Haciéndole mover sus ojos hacia su toque, tiró. Separándose de él, gruñendo,
acercando su rostro al de él.
 No vuelvas a tocarme sin mi permiso.
Patricia se subió entre ellos, poniendo sus manos en sus cabezas. Ambos
torcieron sus ojos amarillentos hacia ella, con sus rostros volviéndose peludos.
Estiraron sus rostros hacia ella, llegando a sus tetas y lamieron sus pezones
haciéndola estremecerse. Subieron sus manos por sus muslos, llegando hasta su
coño, acariciando sus labios, su clítoris. Calculando sus movimientos para no
tocarse entre ellos, la tensión era palpable entre los cuatro cambiantes, al límite
del placer subió su rostro, doblando su cuello, estiró sus brazos, llegando con sus
manos hasta las pollas de ambos, rodeándolas con sus manos, intentando tocarse
sus dedos entre ellos, escuchando a los dos gruñir con sus bocas abiertas
alrededor de sus tetas. Los masturbaba, tratando de hacerlo bien mientras
montaba los dedos de Logan que se arremolinaban dentro de su coño, buscando
sus puntos delicados, mientras Flavio cogía su clítoris y lo masajeaba en
círculos. Escucharla gemir sus nombres les llevó a la locura mientras detrás de
ella de colocaba Ryan, pasando su polla entre sus nalgas, rodeándola por la
cintura, besándola en un hombro.
 Patricia.
La voz de Manuel hizo que se detuviese mientras chorros de semen volaban de
las pollas de Logan y Flavio contra sus manos. Torció su rostro, viendo sobre el
hombro de Ryan a su ex marido llevándose una mano al pecho, sobre su corazón,
con el rostro desencajado y su otra mano cerrando la puerta.
 ¿Quién te ha dado permiso para entrar maldita escoria humana?
Basilio cogió una pistola, saliendo de la cama, caminando hacia Manuel,
empujándolo con la boca de la pipa mientras él continuaba absorto mirándola.
 Largo, humano.
Señaló a varios de los suyos, colocados alrededor del lugar, vigilando.
 No pudimos detenerlo, era muy urgente.
Basilio disparó sin más, haciendo a los olvidados que habían seguido al doctor
alzasen sus armas hacia él. Patricia se sobresaltó y a toda prisa salió de la cama
tirando de la sábana caída en el suelo. Caminó preocupada hacia la puerta,
comprobando a Manuel y el disparo en la pared cercana a él, viendo los ojos de
su ex marido arder de odio.
 Tú.
Patricia vio a Basilio acercarse a Manuel y ponerle la punta de la pistola en la
cabeza, haciéndole apretar los dientes.
 Vuelve…..
Ella trató de hacerle soltar a Manuel, cogiéndole del brazo que sujetaba el arma
mientras trataba de mantener su cuerpo cubierto con la sábana, pero Basilio
continuaba apretando el arma contra la nuca de su ex marido.
 No quiero volver a verte cerca de ella, ¿Me entiendes?
Él asintió con la cabeza, quejándose ante el dolor y la quemazón del arma,
tratando de decir algo mientras el cambiante apretaba su agarre en su garganta.
 Basilio, Basilio.
Lo soltó volviéndose hacia Patricia, asustándola al ver que su tamaño había
aumentado y sus rasgos habían cambiado ligeramente, la mirada enloquecida
que recorrió su cuerpo hizo que se inquietase y más al verlo torcer sus ojos
amarillos hacia los suyos.
 Tengo que hablar con ella.
Basilio se volvió hacia Manuel y rugió como un maldito león cabreado,
haciéndola retroceder pisando la sábana. Chilló ligeramente tropezando, pero
uno de los guardias de los tigres la sujetó y Basilio se volvió apuntando su arma
contra él, pero no disparó al no tener buen ángulo.
 Mata a uno de los nuestros y volveremos a la guerra.
Salió gruñendo las palabras desde el dormitorio Ryan, con una pistola entre sus
manos apuntando al suelo.
 Patricia, una humana ha roto aguas.
Ella parpadeó, se miró las manos sujetando la sábana, viendo las salpicaduras de
semen y Manuel siguió sus ojos. Pero cuando alzó ella los ojos su mirada
simplemente seguía allí, mirando aquello.
 Estoy lista en diez.
Manuel movió su cabeza hacia ella, diciéndole que la esperaba en quirófano.
 Mary nos está esperando con la chica.
Rápidamente Patricia entró en el dormitorio y en el baño donde se encerró.
 Y nosotros tenemos un problema jefe.
Basilio esperó a que el joven cambiante hablase.
 No quedan huecos en la casa donde ocultar dinero, incluso algunos
coches que utilizábamos para esconder se han llenado ya.
El cambiante continuó, haciendo a Flavio salir del dormitorio.
 Aparte, el cargamento de dinero ha venido en un tren de carretera con el
dinero de ambas bandas.
Los cuatro asintieron hacia el cambiante, haciéndole tragar acojonado.
 Bien, repartir el dinero en dos partes.
El joven negó bajando la cabeza.
 Verá señor, es que el dinero no viene ni tan siquiera contado.
El silencio fue acojonante para el joven cambiante que alzó sus ojos viendo a sus
jefes boquiabiertos, nada más los saco de su asombro que Patricia pasara entre
ellos. Basilio entró en la habitación, cogiendo su teléfono, marcando,
escuchando una voz lejana que parecía estar en una discoteca.
 ¿Qué cojones ha pasado?
Tras la línea siseó quien estaba escuchándolo y el silencio precedió a su siseo.
 Ahora que os habéis unido ambas bandas podéis contar el dinero juntos,
seguramente os cojáis de las manos mientras lo hacéis.
Basilio maldijo.
 ¿Estás jodiendo conmigo puto rinoceronte?
Aquel ser soltó una carcajada.
 Hablé con los malditos tigres viniendo a tierra de Olvidado para darte el
puto negocio del crack en Los Ángeles.
Tenía un dedo estirado, hablaba mirando hacia abajo, como si tuviera al
cambiante a sus pies.
 Esos putos drogadictos son un infierno, quiero más de la mitad, me hago
la puta noche vendiendo mierda a lo peor de la humanidad.
Basilio rugió hacia el cambiante, deseando tenerlo cerca para reventarlo a
golpes.
 ¿Qué cojones te pasa? ¿No te ha gustado el puto cambio de aires? ¿Las
putas en Los Ángeles no te la chupan bien a ti y a los tuyos?
El cambiante soltó un resoplido.
 Igual necesito una humana sin experiencia, una mojigata.
Basilio torció sus ojos hacia su hermano, viéndolo ponerse en cuclillas y tomar
respiraciones para tratar de calmarse, pero sus dedos estaban cambiando a zarpas
demasiado rápido.
 Quiero el sesenta por ciento de las ganancias.
El cambiante esperó su contestación, pero estaba tardando demasiado Basilio en
pensar.
 Eso sería el maldito veinte para los míos.
Pudo escuchar al cambiante a rinoceronte resoplar con fuerza.
 Me parece a mí que ese no es mi problema, yo no me follo a la misma
humana que mi enemigo.
Basilio se clavó las uñas en las palmas de su mano libre, cambiándolas a zarpas,
atravesándose la piel prácticamente.
 Dime, ¿Qué se siente al ver a tu hembra con el semen de otro
vertiéndose por su boca, chorreando desde su barbilla hasta sus tetas?
Colgó la llamada, mirando hacia los suyos.
 Mandar un recado a los putos rinocerontes ya.
Deslizó sus dedos pringados de sangre por el teléfono, buscando un contacto
mientras sus heridas se cicatrizaban.
 Aquí Russo.
Basilio se aclaró la garganta, necesitaba calmarse o cambiaría y comenzaría a
atacar a todo el que se le cruzase en su camino y los olvidados mantenían sus
armas apuntando hacia ellos cuatro, sin tan siquiera temblarles el pulso.
 Los rinocerontes nos andan jodiendo.
El cambiante le escuchó calmadamente, asintiéndole en otro idioma, haciéndole
hablar igual que él, un olvidado cargó su arma, haciéndole mirar a su rostro de
reptil.
 Prohibido hablar un idioma que no entendemos en nuestras tierras.
Sus ojos se deslizaron a su lengua bífida, haciéndole estremecerse.
 Os lo avisé, unirse trae desgracia, los demás bandos ven debilidad.
Basilio sonrió ampliando sus labios.
 Debilidad ninguna, dejaré a los hermanos rinocerontes un hermoso
mensaje.
Logan, Ryan, Basilio y Flavio se vistieron en el dormitorio, salieron fuera,
escuchando los gritos de la humana que estaba dando a luz más Olvidados.
Caminaron hasta un vehículo y llegaron rato después a los ascensores que les
subieron a la superficie, tras rodar por más de diez kilómetros por lo que parecía
volver hacia atrás pero en la superficie vieron el tren de carretera donde los
suyos, de ambas bandas bajaban sacos y sacos negros de basura que apilaban en
un camión más pequeño que daba viajes hacia una nave. Saw o su hermano o
quien fuera de ambos se acercó a ellos, estaba cruzado de brazos mirando el tren
de carretera.
 Podéis guardar vuestro dinero aquí, nosotros no lo necesitamos.
Ellos asintieron hacia él.
 Tenemos buenos sitios donde podéis almacenarlo sin que se marchite,
mandaré a algunos de los nuestros a que os los muestren.
Parecía que se iba a marchar, pero no, miró detenidamente a los cuatro.
 Sé que en Italia tenéis los leones a vuestros principales.
Con esos ojos, el olvidado hizo un rodeo pensando lo que iba a decir.
 Capos, tenemos un problema y nos gustaría pediros a cambio del favor
que nos ayudéis.
Flavio dudó, mirando detenidamente al olvidado, pero era ilegible.
 Nos llamó una especie de Rey humano.
El olvidado dudó mirando hacia uno de los suyos que tenía tanto pelo blanco en
su piel, si es que estaba en alguna parte debajo de sus tres metros, que parecía un
auténtico yeti.
 ¿Dónde decías que era?
El olvidado carraspeó mirando con sus ojos blanquecinos hacia Flavio.
 Saw.
Dudando de las lealtades de los cambiantes nombró al olvidado ante él, pero
finalmente, no quedándole más que confiar en ellos soltó.
 Krocia.
Flavio asintió.
 Sé dónde está, es una isla cercana a Italia.
Saw les asintió alzando sus manos hacia un olvidado que se le acercaba con una
pantalla tan fina como una hoja, pulsó en un extremo y se encendió mostrándole
datos.
 El Rey Alexander recibió una visita hace unos días.
Pulsó algo en la pantalla y mostró unos videos de un hotel donde se veía un
humano anciano bajándose de un vehículo de alquiler mientras le sujetaban la
puerta y daban un bastón unos hombres bien vestidos.
 Capat.
Gruñó Logan y escupió a sus pies.
 El doctor le ofreció una suma importante de dinero si accedía a poner
laboratorios en su país. Krocia vive del turismo, de sustentan con su
pesca, ganado y cultivos, no necesitan hacer un trato con ese horrible
humano.
Saw toqueteó de nuevo la pantalla y amplió una imagen del aeropuerto pequeño
de ese país.
 Pero accedió a hacer un trato con ellos.
Ryan gruñó, pero Saw le detuvo alzando una mano callosa con zarpas limadas.
 Para ayudarnos, está moviendo a más de quinientos Olvidados a ese país
Capat, con un equipo médico valorado en millones. Empleados y
seguramente él viaje con ellos, es nuestra oportunidad de pillar a ese
humano.
Llamar de nuevo a Russo no fue divertido, los olvidados estaban preparándose
para ir a la isla en los próximos días y convencer a un cambiante italiano para
que les ayudase les costó a Flavio y Basilio un suplicio, adentrándose en la nave
donde estaban apilando los sacos de dinero en el suelo, mientras abrían unos
cuantos, abrían bolsas y conectaban grandes máquinas de vaciado no era muy
apetecible. Un grupo de olvidados ayudaba a dividir los billetes, haciendo
montones. Pasó demasiado tiempo antes de que tuvieran el primero pale de
dinero envasado al vacío y más todavía cuando tuvieron tres cargándose en un
pequeño camión mientras Saw les enseñaba donde iban a guardar el dinero.
Ellos mismos se pusieron guantes y comenzaron a contar fajos y fajos que
trataban de quitar las arrugas, parecía que nunca iba a acabarse el conteo. Un
gemido asombrado llamó la atención de todos allí y ellos cuatro se volvieron
para ver a Patricia en las puertas del lugar mirando el dinero con asombro.
Flavio tiró de un taburete y se lo señaló para que se sentara cerca de ellos.
 ¿Qué tal el nacimiento?
Logan se interesó cerca de ella, apuntando en una libreta algo, llevándose a la
oreja el bolígrafo que había utilizado y añadiéndolo a una bolsa casi llena.
 Terminó siendo cesárea cuatro horas después de empezar a dilatar, la
mujer no paraba de gritar que le sacáramos a los monstruos que la estaban
destrozando.
Miradas de olvidados se dirigieron a ella y deseó no haber soltado el comentario.
 Hemos programado cuatro para dentro de unas horas.
Bostezó, pero no parecía cansada.
 Lleváis aquí casi un día entero.
Arrugó su nariz, mirando hacia el suelo de cemento.
 ¿Por qué huele tan mal?
Patricia frunció sus labios y arrugó su nariz más, sintiendo nauseas, llamando la
atención de Basilio que se acercó a ella quitándose un guante que había sido
morado y ahora estaba ennegrecido.
 Los drogadictos se meten el dinero en todas partes, sobre todo en la ropa
interior.
Ella se estremeció asqueada, se inclinó un poco en su asiento y amplió sus ojos
al ver las cifras apuntadas en la libreta.
 ¿Eso es el dinero contado?
Habló en un susurro, alzando sus ojos para ver a Logan asintiéndole.
 Joder.
Los demás mirando hacia ella, viéndola levantarse.
 Tengo que irme, luego nos vemos.
Dos días más tarde, estaban contando todavía los últimos billetes, los más
pequeños mientras los olvidados preparaban un avión de pasajeros en el que iban
a ir ocultos en la bodega, viajando entre las maletas de turistas que iban a esa isla
de vacaciones. La cuestión era no levantar sospechas, Saw había permanecido
allí, yéndose muy pocas veces. Se habían duchado con mangueras, habían
permanecido desnudos allí, sin Patricia.
 Está bien, yo iré con los vuestros.
Ryan resopló tras las insistencias del olvidado y Logan no tuvo más motivo que
asentir junto a él.
 Mierda, nosotros también iremos.
Pero primero querían ver a Patricia, cuando entraron en los subsuelos ella no
estaba por ninguna parte. Mary recogía en el quirófano, colocando más cosas.
 Hemos terminado hace unas horas otra tanda de cesáreas.
Manuel estaba delante de la mampara que separaba de los pasillos todas las
cunas, mirando su teléfono cuando se percató de sus presencias.
 Buenos…
Hizo un rodeo con sus ojos y se fijó en la hora de su teléfono.
 En todo caso, buenas noches. Las horas aquí debajo, sin sol son
prácticamente imposibles de saberse.
No había ningún olvidado allí con él, estaba sólo, delante de más de veinte bebés
de olvidados delante, nervioso. Pasaron a su lado y demasiado rápido, como si
fueran a la carrera entraron en los dormitorios de los doctores, irrumpiendo en el
dormitorio de Patricia, viéndola dormir boca abajo en la cama. Flavio no dudó y
trepó en la cama, lentamente sobre ella, besando sus nalgas mientras ella se
removía, llevaba un pantalón de pijama desgastado que dejaba al descubierto sus
nalgas y una camiseta con cortes en la espalda, subió con sus labios por el centro
de su espalda, subiéndolos por su cuello, llegando a su oreja, ella se movió,
dándole con su coleta alta en un ojo, haciéndole gruñir. Se sobresaltó y torció su
rostro para verlo, sonriendo hacia él, viéndolo ampliar también sus labios en una
sonrisa.
 ¿Terminasteis de contar?
Él asintió bajando sus labios hasta el hueco tras su oreja, sacando su lengua,
lamiendo su piel.
 Tenemos que irnos unos días.
Ella se tensó bajo su toque.
 Los olvidados van a recibir a más de los suyos en Krocia y nos han
pedido ir con ellos.
No le quería contar, pero su ceño fruncido le hacía desear contarle absolutamente
todo.
 Vais a ayudarlos a recuperar a más de su pueblo.
Él asintió hacia ella, se apartó un poco, viéndola volverse, ronroneó al ver sus
pezones en la camiseta, tiesos. Dejó que estirara sus dedos, manteniéndose
quieto para sentir su toque en su barba, sintiendo sus dedos deslizándose por sus
vellos.
 En el fondo no sois tan malos.
El corazón de Flavio palpitó en su pecho, sintió sus delicadas manos humanas
deslizándose hacia arriba, llegando a sus mejillas mientras recorría su cuerpo con
sus ojos chocolate.
 ¿Es un vicio vuestro estar desnudos?
Tiró de su pelo, enterrando sus dedos en su melena y loa cercó a ella, hasta que
sus labios se rozaron.
 Prométeme que estaréis bien.
Él asintió besándola, bajando su rostro contra el de ella. Con ternura,
ronroneando mientras su pelo rubio caía alrededor de ellos. Subió sus manos y
tocó sus tetas, para después enredar sus dedos en su camiseta de pijama y tirar
del material, destrozándolo. Bajó besos por el cuello de ella, más abajo, entre sus
pechos, llegando a una de sus tetas, sacando su lengua rosada. Lamiendo su
punta delicada antes de seguir una carrera de besos hacia su ombligo, para tras
lamerlo subir hacia su otra teta y chuparla, morderla y lamerla con ruidos
animales placenteros Patricia estiró sus piernas y lo rodeó por la cintura mientras
él tiraba de su pantaloncillo, arrancándolo de su cuerpo.
 Voy a follarte.
Ella asintió con las pupilas de sus ojos dilatadas, mientras él bajaba una de sus
manos entre ellos y llegaba a su clítoris, jugueteando con su botón, se cogió la
polla y enterró lentamente en ella, sin importarle una mierda los preservativos y
cuidados en ese momento.
 Flavio.
Gimió ella su nombre, sintiéndolo llegar hasta el fondo de su cuerpo,
encajándose en ella, bajó sus delicadas manos hasta los hombros de él y apretó
sus dedos allí, clavándole las uñas en el proceso. Tiró de ella, poniéndola de lado
y Logan se subió tras ella, recorriendo con su lengua su cuello, jugueteando con
su polla entre sus nalgas, poniéndola nerviosa, haciéndole apretar la polla de
Flavio entre su resbaladiza entrada, él, Flavio, rugió tirando de una de las piernas
de Patricia, alzándola sobre su cadera, para arremeter contra ella mientras Logan
continuaba deslizándose entre sus nalgas. Patricia gimió, una y otra vez su
orgasmo y Flavio la siguió al placer extremo, corriéndose. Salió de ella y Logan
tiró de sus caderas hacia él, para colocar su punta en su entrada y deslizarse en
su interior mientras ella continuaba desgastando sus últimos placeres del
orgasmo provocado por Flavio, apretando su polla, soltándola. Flavio agachó su
rostro, abriendo sus labios en el cuello de ella y sus dientes arañaron su carne,
dándole el olor perfecto a Logan que movió su rostro y clavó sus colmillos en el
otro lado del cuello de Patricia, ella se retorció de placer, doblando uno de sus
brazos sujetó a Logan por el pelo y rodeó la cabeza de Flavio con su otra mano,
enredando sus dedos en su melena. Ambos separaron sus dientes de su piel y
lamieron sus marcas mientras ella se mecía contra Logan. Sudorosa trataba de
decir algo, pero sus ojos estaban cerrados, apretados haciéndole arrugas en los
extremos. Soltó un jadeo y se quedó meneando las caderas ante su orgasmo,
provocando a Logan que embistió contra ella, vaciándose en su interior. Flavio
salió de la cama y Basilio subió al lado de Patricia, llegando con su boca hasta
uno de sus pezones mientras ella se tumbaba boca arriba, una de sus manos
pasando por los músculos del vientre de Basilio, mientras Ryan ocupaba el lugar
de su hermano y llegaba con una de sus manos al pecho de Patricia cercano a él.
 Esto es absurdo.
Gemía Patricia, sudorosa, llena de deseo.
 Me he corrido dos veces y quiero más.
Basilio no pudo evitar reírse mortalmente rodeando con una de sus manos uno
de los muslos de ella, estirándola mientras Ryan tiraba de su otro muslo. Ryan se
deslizó sobre ella y pasó su polla por los pliegues de la vagina de Patricia,
haciéndola retorcerse, enterró lentamente su miembro en ella, sintiéndola
retorcerse, embistió en su interior y ella subió sus piernas, cruzando sus pies tras
su espalda, bajó sus labios contra los de ella y la besó, sacó su lengua y dibujó
sus labios antes de que ella sacase la suya y ambos hicieran movimientos
circulares. Basilio estaba mudo mirándolos. La había visto hacerlo con su
hermano y ella no alcanzaba tan rápido el límite, bajó sus ojos, donde ambos se
conectaban y vio como los piercing sobre la polla de Ryan golpeaban el clítoris
de Patricia y otras zonas, ella gimió y Ryan negó.
 Uno más.
Ella se estaba corriendo cuando él comenzó a incrementar sus embates mientras
Patricia negaba con la cabeza, su pelo alborotado. Pero el mordisco que le dio
Ryan la mandó a un pico más alto, haciéndola incluso gritar de placer mientras él
se mantenía pegado a ella, meneando sus caderas. Basilio se levantó, se dejó caer
en una silla y apoyó sus manos en sus piernas, viéndose las manos. No sabía el
tiempo que llevaba allí cuando sintió un toque en uno de sus hombros, alzó sus
ojos lentamente, viendo en la cama a Ryan, Logan y Flavio. Alzó más sus ojos,
viendo una figura curvilínea, su polla había tomado un tono rojo, estaba deseosa
de atención. Se echó para atrás al sentir a Patricia sentándose sobre él, con las
piernas abiertas. Bajó sus ojos, viendo su polla sobre los labios de Patricia,
subiendo entre ambos hasta prácticamente el ombligo de ella.
 Sientes más placer cuando lo haces con ellos.
Alzó sus ojos tras soltar eso, viéndola negar comenzando a mover sus caderas.
 Todavía quiero más Basilio.
Sí, ella seguramente tenía el cuerpo con una temperatura alta. Encima cuando
entraron al dormitorio olían sus primeros ápices de celo, sí. Patricia estaba
entrando en su estado de fertilidad, algo peligroso si no se había preparado un
cambiante para ello. Pero era difícil, nada de lo aprendido servía cuando tu única
estaba ante ti, ellos mismos lo sabían. Patricia subió apoyando sus pies en el
suelo, haciendo a Basilio quedarse pasmado como si fuera un chico virgen, con
los labios abiertos, sus colmillos asomándose y los ojos brillosos se sujetó a la
silla, clavando sus garras en ella, atravesando el suave material bajo sus nalgas,
le costaba respirar, sus ojos veían en negro, intentó decir algo, pero apenas le
salió un gruñido por los labios que se le agitaron mientras ella rodeaba su polla
con los dedos de su mano y se deslizaba lentamente todo su tamaño en su
interior.
 Basilio.
Ella gimió llevando sus manos a sus caderas, él mantenía su rostro torcido, los
ojos apretados, torció su rostro para mirarla y trató de calmarse, consiguiendo
una mierda mientras su polla daba una sacudida en el interior de Patricia.
 No te detengas, por favor, pequeña.
Él no rogaba, no pedía, pero allí estaba, anclado a una silla que crujía bajo su
peso mientras su única lo montaba como si no fuera peligroso intentar dominar a
un cambiante como ella estaba haciendo. Flavio se levantó de la cama, llegando
hasta ella, agachándose, llegando con sus labios hasta su espalda, besando,
mordiendo.
 Patricia.
Ella asintió sintiendo sus dedos alrededor de sus muslos, estirándose,
volviéndose peludos con zarpas, acercó su rostro al cuello de ella y la mordió
haciéndola estremecerse hasta la locura.
 ¡Oh!, Basilio.
Él torció sus ojos a todas partes, viendo el reflejo de ambos en un espejo
pequeño, deseando poder verse mejor mientras lamía la sangre que se deslizaba
por el cuello de ella hacia su pecho, soltó sus muslos y la rodeó cuando la sintió
caer contra su cuerpo, su polla todavía dio un respingo en el interior de ella al
sentirla moverse y como un maldito cabrón sintió como salían algunas gotas más
de semen. La cargó en sus brazos hasta la cama y se movió al baño, cogiendo
unas toallitas, volvió al dormitorio y tiró de uno de los muslos de Patricia sobre
una de sus caderas.
 ¿Otra vez vas a follártela?
Ryan lo increpó y él simplemente movió sus manos hacia su vagina empapada
de fluidos.
 Mierda, que empalme más tonto.
Torció sus ojos hacia Flavio tras escucharlo, viéndolo en una esquina de la cama.
 Tengo que limpiarla, no le gustará despertarse con todo esto aquí
Logan resopló dándoles la espalda en el colchón, haciéndose un ovillo. Tras
limpiarla se tumbaron todos alrededor de ella, descansando unas horas. Hasta
que la sintieron removerse y salir por encima de ellos al baño, cerró la puerta
corredera y se sentó a orinar. Flavio entró abriendo y cerrando, haciéndola
sobresaltarse, se metió en la ducha y encendió el agua mirándola sobre su
hombro, pero ella se mordió los labios y se estremeció haciéndole sonreír al
enorme cambiante mientras tiraba de su coleta y soltaba su melena rubia.
 No hay nada mejor que una meada después de un buen polvo.
Sonrió hacia ella, viéndola enrojecerse, se volvió hacia ella echándose jabón en
una mano, pasándose ambas por su cuerpo, dejándola absorber cada músculo.
 Volveremos pronto, tenemos que ayudar a los Olvidados.
Patricia se limpió con un papel, alzó sus ojos levantándose del váter, tirando un
poco sólo de la cadena y vio como Flavio le guiñaba un ojo. Patricia se desnudó
y entró con él, estirando sus manos hacia las de él, dejándole tirar de ella contra
su cuerpo.
 Es hermoso ver en ti la vergüenza y cómo alzas tu mentón ante
decisiones como avanzar hacia nosotros.
Se inclinó contra ella, terminando sus palabras en un susurro, bajó su rostro por
su piel, besando su garganta, pulsando con sus dedos en su espalda para tirar más
cerca de él sus pechos y poder besarlos. Su brazo hizo contacto con alguien más
y alzó sus ojos viendo a Logan tras ellos, besando las marcas de ellos. Frunció
sus cejas y apartó la mirada, volviendo a besar el pecho de ella.
 Espero que todo os salga bien.
Susurró ella alzando sus brazos hacia Logan, pasándolos tras su nuca. Torció su
rostro y lo besó en los labios mientras él deslizaba su polla entre sus muslos,
cepillando con ella sus labios, tocando con la punta del piercing Príncipe Alberto
su clítoris, haciéndola retorcerse de placer. Él abrió sus ojos mientras la besaba y
se fijó en Flavio que se había apartado para ver aquello, los piercing del final de
su pene jugaban con su ano y los demás pulsaban por su vagina. Ella respiraba
con fuerza, su pecho subía y bajaba, se movía ansiosa, resollando, murmurando
hasta que comenzó a correrse sobre la polla de Logan, inundándola de su crema
y Flavio se quedó mirando el piercing de su punta, impregnado de la crema de
Patricia que lentamente se iba perdiendo mientras caía agua sobre ellos, Patricia
estiró sus manos y sujetó a Flavio por los hombros para atacar sus labios
mientras gemía el nombre del otro cambiante.
 Logan, ¡Logan!, Logan, Flavio.
Ella suspiraba los nombres de ambos mientras Logan sujetaba sus pechos y
continuaba jodiéndola así, provocándole otro orgasmo, siguiéndola al placer,
corriéndose. Haciendo a Flavio apartarse para no mancharse de su semen, ambos
tiraron de Patricia fuera de la ducha, apenas se había mojado el pelo, secaron su
cuerpo y la subieron en la cama. Ryan y Basilio ya se habían puesto trajes grises
con chalecos bordados.
 Ambos parecéis haber tomado la misma decisión.
Basilio miró el chaleco rojo sangre de Ryan, torciendo los ojos al suyo azul
oscuro.
 Yo voy más elegante que éste.
Alzó sus manos sobre su cabeza, recogiéndose el pelo en un churro. Mirando
hacia Patricia que los miraba de costado, con los labios hinchados, enrojecidos
alrededor por los besos con barba de Flavio. Patricia recibió por su cara los
besos de ellos, quedándose con una sonrisa demasiado estúpida en los labios.
Durmió y cuando sonó su alarma, se estiró, sentó en la cama y trató de
levantarse, le dolían las piernas, incluso temblaban mientras iba al baño y se
sentaba. Volvió al dormitorio y tras vestirse caminó a la zona de quirófano y
demás, viendo dentro a Manuel grapando el vientre de una mujer mientras Mary
limpiaba a los bebés y colocaba lentamente en unas cunas diminutas con ruedas
para llevarlos a las contiguas al laboratorio. Manuel le negó cuando ella se
acercó y tras terminar ambos cambiaron a la mujer a la cama, él arrastró la cama
de la mujer a una esquina y tras monitorizarla corrió las cortinas dándole
privacidad.
 ¿Hoy no te siguen esos gatos?
Ella negó hacia él.
 Han tenido que irse a Krocia con los Olvidados van a recibir a algunos
de los suyos.
Manuel miraba hacia delante, hacia las cortinas.
 Se me ha olvidado mirar si se han manchado los empapadores de la
chica.
Patricia lo sujetó por el hombro adelantándosele.
 Déjamelo a mí, la chica puede sentirse avergonzada contigo.
Manuel asintió hacia ella, cogiendo rápidamente su teléfono cuando ella
desapareció detrás de la cortina. Frunciendo sus labios al ver la cobertura,
volviéndose para ver a un grupo de olvidados mirando por las cristaleras a los
pequeños.
 ¿Qué hacen ustedes aquí?
Él caminó hacia ellos.
 Hay una mujer tras las cortinas.
Salió cerrando las puertas tras él, viendo a los olvidados pasar de él.
 Necesito salir, necesito que me dé un poco el aire.
Patricia salió viéndolo moverse rápido con dos olvidados fuera, alejándose por
los pasillos.
 Saw estuvo aquí con varios de sus hermanos, cree que Deborah
necesitará adelantar su parto y no confía en ningún médico desde que les
traicionaron publicando fotos de sus hijos en las redes sociales.
Mary susurraba tan bajo que Patricia apenas la escuchaba.
 ¿Qué tal llevas el trabajo Mary? Estás sola ayudándonos a los dos.
La mujer se encogió de hombros.
 Tengo medio millón de dólares en mi cuenta corriente y tendré otro
medio millón cuando salga de aquí. Llevo todo esto de maravilla siempre
y cuando suba a la superficie me pueda montar en un avión y largarme a
una playa paradisíaca.
Patricia no pudo evitar reírse al verla tocarse su regordete cuerpo y menear las
caderas.
 Mi culito blanco necesita un poco de sol.
Los olvidados torcieron sus ojos hacia ambas, gruñeron hacia ellas de manera
apreciativa, haciendo a Mary arder de vergüenza. Todavía no se acostumbraba a
sus sensibles oídos y Mary no era una mujer que pudiera quedarse con las
palabras en la boca.
 Voy a preparar el quirófano por lo que pueda pasar.
La rutina que se marcó entre ellos era tan aburrida que Patricia simplemente se
dejaba caer sentada en unos asientos que habían puesto los olvidados para dar
los biberones a los bebés días tras día tras hacer cesáreas y dar altas a mujeres
que salían ricas de allí.
Había en una pared larga estanterías con botes y botes de leche, cada uno junto a
una botella de agua de las más caras, justo en el centro en una de las baldas había
calienta biberones y microondas colocados en orden. Patricia miraba a los
olvidados repartiéndose las tareas de alimentar a los bebés, veía desde lobos que
caminaban sobre sus pies a grandes Olvidados que eran auténticos gorilas con
rasgos humanos, otros emplumados, otros con pieles escamosas, peludos,
cornudos de tres metros, más con más de dos brazos que cogían entre ellos a
bebés de dos en dos.
Ella se acercó a la cunita de un precioso Olvidado con rostro de león y le siseó
cargándolo en sus brazos, le preparó un biberón y disfrutó meciéndolo en sus
brazos mientras éste se sujetaba al biberón con fuerza y parpadeaba con sus ojos
dorados ya abiertos. Era asombroso ver cómo eran más adelantados que los
humanos. Cuando ella o Mary cogían a alguno de los bebés para revisarlos más
de un olvidado se acercaba a ellas y era prácticamente acojonante tenerlos
presionando alrededor de ellas con sus miradas de colores brillantes y hermosos
sobre ellas, esperando cualquier mal movimiento hacia alguno de los pequeños
para atacar. Manuel simplemente se mantenía al margen de los bebés, nunca
había llevado bien a los niños y de Dante no pasaba de mirarlo de soslayo
cuando lloraba cuando era un bebé, nunca lo cargó, alimentó o limpió.
Prácticamente Manuel se hizo a un lado cuando nació su hijo y ella lo agradeció,
sobre todo por el sexo. Él jamás volvió a insistirle y Patricia había perdido por
completo el lívido. Lo que ahora no sabía y jamás se habría imaginado era el
impresionante apetito sexual que tenía, deseaba tener a Logan, Flavio, Basilio y
Flavio cerca, su cuerpo ardía de deseo. Tocarse la enloquecía más, su cuerpo
dolía de necesidad, incluso se dejaría coger por detrás si ellos se presentasen
aquí ahora mismo. Manuel se acercó a ella y Patricia se encogió al ver su sonrisa
amarillenta, su pelo graso.
 Han pasado varios días desde que se fueron tus, ya sabes.
Ella hizo un rodeo con sus ojos, Mary se acercó a ellos, dejándole el bebé que
había cogido para comprobar su peso, talla y demás a un olvidado que estiraba
sus manos hacia ella, se detuvo junto a ambos y suspiró.
 Necesito una compresa, tampón o lo que sea, me ha venido la regla y me
he dejado la copa en casa.
Patricia amplió sus ojos.
 ¿Qué días es hoy?
Manuel tosió llevándose una mano a la boca, limpiándose la saliva.
 No me jodas que te has estado tirando a esos cuatro sin gomita, por Dios
Patricia que eres una mujer adulta.
Ella sintió que perdía el equilibrio, se dejó caer en una silla y Mary se puso de
rodillas delante de ella.
 Te prepararé una tila.
Manuel gruñó las palabras caminando dentro del quirófano, salió después hacia
fuera, pasando al comedor donde comían rodeados de Olvidados y tras poner
agua caliente en una taza y en el microondas vertió azúcar y se sacó algo del
bolsillo de su bata que vertió en la taza, puso la tila y se encaminó hacia donde
estaba Patricia, viéndola dar sorbos y sorbos hasta que le estiró la taza medio
llena.
 Bébetela toda, te vendrá bien.
Insistió hasta que Patricia cogió la taza para que se callase y sonrió al ver como
la apuraba.
 Mary, no sé qué me pasó.
La mujer sonrió hacia ella.
 No pasa nada, los niños son una bendición.
Ambas se sentaron juntas en los asientos.
 Tenemos compresas de hospital.
Mary arrugó sus labios.
 Deborah seguramente tenga alguna.
Patricia se levantó con ella, pero se fue al dormitorio, cayendo rendida en la
cama. Se levantó con un dolor estomacal tremendo, pero se dirigió tras
prepararse al quirófano, viendo a Manuel grapando a otra mujer que mantenía
atada a una camilla de operaciones.
 ¿Te encuentras bien? Te noto pálida.
Ella asintió apoyándose en la cama que acercaba rodando Mary hacia donde
estaba la mujer que habían operado.
 La verdad es que no.
Manuel se quitó los guantes y llegó hasta ella, cogiéndola por un brazo, tirando
de ella hacia una silla.
 Quieta aquí mientras movemos a la chica.
Patricia asintió mirando hacia el suelo, perdiendo de vista la escena de Manuel
arrojando algo dentro del bolsillo de la bata de Mary. Cuando volvió Manuel
hacia ella la cogió en brazos y la subió a un potro, rápidamente tiró de su blusa y
vertió líquido transparente en su vientre, enredó en la pantalla, viendo cuatro
fetos muertos y sonrió apartando su rostro hacia la pared, riéndose con malicia
antes de volver su rostro serio hacia ella, bajando sus ojos con tristeza.
 Lo siento mucho Patricia, tenemos que hacerte un legrado.
Ella sintió lágrimas descendiendo por sus mejillas, torció su rostro hacia el
monitor y lo acarició como si tocara a los bebés. Fue horrible abrir las piernas
para su ex marido, dejarle trabajar en su interior desgarrando a los bebés de su
cuerpo, sus lágrimas rodaban por su cara mientras Mary trataba de consolarla. Y
Manuel tras el ruido de quitarse los guantes la golpeó varias veces en uno de sus
muslos, pasó sus dedos por su piel, sujetó su rodilla y la meneó mientras ella las
dejaba caer hacia el suelo.
 Tómate el tiempo que quieras libre, yo me encargo.
Patricia asintió caminando hacia los dormitorios, dejándose caer en la cama
rompió a llorar. No esperaba haberse quedado embarazada, tampoco quería ser
madre de nuevo tan rápido, quería disfrutar de los cuatro cambiantes que le
hacían arder en llamas. Estuvo dos días allí, apenas levantándose al baño para
beber y hacer sus necesidades hasta que aparecieron o irrumpieron Ryan, Logan,
Flavio y Basilio en el dormitorio. Flavio tiró de ella y la sentó sobre sus piernas,
besándola por toda su cara enrojecida y mojada.
 Ya pequeña, ya.
Patricia pegó su cara a su pecho, sintiendo la seda de su camisa blanca y le
importó una mierda llorar como una maldita imbécil, sollozando, gritando de
dolor. Pero él se mantuvo allí con ella, susurrándole palabras amorosas.
 No pasa nada.
Intentó decir algo, pero sus palabras salían ahogadas.
 Tienes que comer.
Ella asintió contra su pecho, se separó viendo el estropicio en su camisa y alzó
su rostro para verlo a los ojos, estiró su cuello y besó sus labios.
 Vamos, Logan trajo sopa.
La volvió en sus brazos, dejándole ver a un Logan con los brazos estirados y las
manos rodeando un cuenco grande con caldo. Bebió la mayoría, sintiendo la
nariz de Basilio en su cuello.
 Tienes que tomar una ducha.
Ella sonrió con los labios pegados a la taza.
 Hueles a medicinas a enfermo.
Ryan tiró de ella cuando terminó de tomarse el caldo y la duchó, obligándola a
dejarle hacerlo. Salió con ella y la sentó en la cama, ayudándola a ponerse un
sujetador, bragas, una camiseta y pantalones.
 ¿Habéis conseguido ayudar a los Olvidados?
Ellos no le contestaron y ella alzó sus ojos mirándolos preocupada.
 Algunos solamente que llegaron en un primer vuelo para ser metidos en
sus jaulas, alguien se enteró por un chivatazo.
Patricia abrió sus labios sorprendida.
 ¿Quién podría delataros?
Sus miradas eran frías, calculadoras.
 Tú amiga Mary.
Ella negó, tratando de decir que era imposible.
 Patricia, los Olvidados esperaron a que te hiciera Manuel el legrado y
fueron a por ellos. Mary tenía un teléfono móvil con datos, fotos de los
bebés y mensajes a un número de prepago sobre todos nuestros
movimientos hacia Krocia.
Patricia no se lo creía.
 ¿Dónde está ella?
Insistió al ver que no le contestaban.
 Los olvidados le han dado la libertad porque así lo pidieron los
hermanos blue.
Patricia alzó una ceja.
 Se andaba acostando con ellos y los pobres enamorados rogaron por su
perdón.
Ella seguía sin creerse aquello.
 Manuel ha traído a un equipo de dos enfermeros y otro doctor nada más
hacerte el legrado. Ha hecho todos los partos y se ha ido, pero los
Olvidados que hemos traído son cuanto menos estables o sociables, los
hemos tenido que traer en jaulas, sedados y atados a camas hasta aquí
abajo.
Ella asintió levantándose, cogiendo un lapicero del escritorio, enredándose el
pelo alrededor. Se puso una bata limpia y trató de sonreír mientras Logan cogía
su cara entre sus manos para mirarla de cerca.
 Eres perfecta, tendremos tiempo de tener hijos, cuando los quieras te los
pondremos en tu vientre. Pero ahora queremos conocerte, disfrutarte.
Patricia asintió hacia él, sintiendo sus labios calientes contra los de ella. Salió
junto a ellos fuera, entrando en el quirófano, viendo las camas ocupadas por
olvidados vestidos solamente con taparrabos.
 Capat había adelantado a éstos olvidados, es lo único que pudimos
obtener junto a un equipo de veinte doctores.
Patricia recorrió las camillas, mirando lentamente a los Olvidados con bozales.
 Ir sacando a éstos y tratar de irles dando un poco de libertad, están muy
tensos. Dudo mucho que tras lo vivido quieran estar con los de su propio
pueblo atados.
Siguió viendo camas tras camas, hacía que se detuvo delante de un enorme ser
con cara de león, tenía la barba juntada con el pelo alborotado. Escuchó un jadeo
ahogado y se volvió para ver a Deborah con las manos en la boca. Patricia la
contempló sin palabras, su barriga estaba tan grande que al alzar sus manos se
desnudó hasta casi su ombligo y las sujeciones que llevaba poco hacían para
aguantar el enorme peso que debía tener allí.
Deborah parpadeó hacia el olvidado, viéndolo intentar alcanzarla a pesar de sus
ataduras, estirando sus manos. Deborah se acercó, pero Patricia la sujetó.
 No, es inestable.
Ella agarró la mano de Patricia, apretándola. Pero no se mostraba segura a pesar
de la mirada.
 Los bebés.
Deborah asintió, apretó su mano y Patricia la soltó, viéndola acercarse
lentamente al olvidado que mantenía su mano estirada a ella. Como si desease
que sus dedos pudieran crecer para llegar hasta ella. Deborah se detuvo a escasos
milímetros de él, sus yemas ásperas de los dedos rozaban su vientre donde sus
bebés se removieron, si quisiera con las enormes zarpas que tenía podría
desgarrarle el vientre ahora mismo. Deborah se acercó más y el olvidado puso
toda su enorme mano sobre su piel, soltando un ruido tan gustoso por su
garganta que parecía doloroso, los bebés se agitaron en el vientre de Deborah,
como si pudieran haberlo escuchado, Patricia se quedó sin aliento al ver una
diminuta mano pasando por su vientre, llegando hacia la mano del olvidado y
desapareciendo, aquel enorme olvidado parpadeó lágrimas mientras trataba de
aclararse la garganta.
 Posible no ser.
Aquel olvidado arrastró sus ojos filosos por el cuerpo de ella, intentaba decir
algo más, pero apenas sabía hablar y no podía, deteniendo su mirada tras
Deborah, sus ojos se llenaron de más lágrimas que descendías por su cara hasta
caer en la cama.
 Hermano.
Patricia parpadeó y se movió al escuchar la voz dolorosa salida tras ella,
moviéndose para dejar pasar a los hermanos Saw todavía más a un lado.
 Vuestros.
Uno de ellos rodeó a Deborah con un enorme brazo, acercándola a su cuerpo y
ronroneó.
 Nuestros.
Patricia caminó hacia la enorme habitación donde los bebés se mantenían en
cunas, los olvidados rodeaban el lugar. Pasando sin parar entre ellas,
comprobando a los bebés. Logan se acercó a ella y puso una mano en la parte
baja de su espalda, sobre sus nalgas.
 Las hembras no tienen rasgos animales.
Logan se inclinó sobre la cuna en la que dos cachorras dormían con sus frentes
juntas, respirando lentamente, sonriendo algunas veces, parpadeando molestas
ante la lámpara de luz que las iluminaba.
 ¿No tienen ningún gen animal?
Logan se inclinó más sobre la cuna, cogiendo un pie de la pequeña con los dedo
de una de sus manos. Escuchando los gruñidos alrededor de ellos, las armas
cargándose, apuntando a Logan.
 Deborah tiene tres niñas y un niño con los hermanos Saw, siendo el
varón el único idéntico a sus padres en todos los sentidos.
Flavio se puso frente a ellos en la cuna, viendo a una de las bebés bostezando,
haciéndole hacer lo mismo a él.
 No huelen a nada.
Arrugó su nariz, viendo a Patricia mirarlo boquiabierta.
 Por supuesto que huelen, los bebés tienen ese olor maravilloso sobre
ellos.
Ryan negó poniéndose en otro extremo de la cuna.
 Ésta generación de olvidados no tiene un olor característico.
Patricia apretó sus labios viendo a Basilio poniéndose en la última esquina de la
cama, viendo su mirada interesada gatuna mirando hacia las bebés.
 Son muy pequeñas, no podemos andar sacándoles sangre o muestras.
Ella colocó el pelo de una de las pequeñas, apoyándose en la cuna.
 ¿Los varones nacieron a la misma vez que ellas?
Se interesó Basilio, viéndola asentir rato después incorporándose, caminando
hasta una cuna grande con el colchón bajado y la barrera colocada. En la que un
bebé que parecía tener seis meses se mantenía sobre sus codos y miraba a todas
partes, miró hacia Ryan y sonrió hacia él haciendo maullidos. Ryan se estiró en
la cuna, pero alzó sus ojos para ver a un olvidado apuntándolo con un rifle.
 ¿No puedo cogerlo?
El olvidado retiró su arma mientras Ryan cargaba al bebé que rápidamente puso
sus manos en su pecho y lo miró con ojos amarillentos. Patricia bostezó, sus
tripas gruñeron y ella no tuvo más motivo que sonreír hacia Logan, sintiendo su
mano acariciando su espalda.
 Alguien tiene un apetito voraz.
Salieron de allí, llegando hasta el comedor donde Deborah se reunía alrededor de
una mesa con todos los olvidados con los que tenía una relación. Mientras éstos
tenían un espacio abierto para tres tronas y una silla en la que unos pequeños
pies colgaban y una melena rubia se asomaba por el borde de la mesa, junto a
unos ojos dorados que miraban hacia ellos con interés. Uno de los hermanos Saw
se mantenía junto a una trona, ayudando a una pequeña de no más de un año a
coger una chuchara de puré mientras ella lo miraba con adoración haciéndole
gestos mientras él hacía con su boca gestos, enseñando sus colmillos, tragando
con su garganta.
 Nos gustaría hablar contigo doctora.
Patricia asintió hacia Saw, mientras mantenía una de sus enormes manos sobre la
barriga de Deborah que trataba de comerse un filete bien chamuscado mientras
que los olvidados con los que estaba tenían un filete crudo rodeado de sangre en
sus platos que empapaban las patatas y verduras. Patricia se apartó para dejar a
Ryan colocar la mesa que arrastraba junto a la de los hermanos Saw y después se
sentó en la silla que le acercaba Flavio.
 ¿Qué quieres que te traiga?
Ella enumeró lo que deseaba comer a Basilio devolviendo su mirada a Deborah
y a Saw que había pasado un brazo tras ella y besaba su cuello soltando
ronroneaos hasta que Deborah estiró una mano y apretó una de las piernas de
Saw haciéndole devolver su rostro al frente, mirando a Patricia.
 Black, quien llevaba todo esto antes de que yo llegase tiene a una
hembra humana embarazada en casa.
Patricia asintió hacia él.
 Vendrá aquí después a pedirte que les ayudes a llevar el parto de la chica
en su casa, se niega a dejarla salir de la casa.
Ella no se mostraba segura ante las palabras de Saw, se apartó un poco para
dejarle hueco a Basilio que puso una bandeja de comida delante de ella.
 ¿La mantienen secuestrada?
Saw torció sus ojos hacia Deborah, mirándola detenidamente, sonriendo hacia
ella.
 Son meros problemas de parejas.
Patricia comió gran parte de su comida mirando hacia ellos, los hermanos Saw le
pedían que por favor no mostrara desprecio al ver a Black o a sus hermanos que
habían sufrido una horrible caída en el pelaje de sus cuerpos. Pero Patricia no
pudo evitar quedarse con la cuchara en los labios cuando miró hacia el olvidado
que entraba vestido de negro. Logan tiró de la cuchara, quitándosela de los
labios y Flavio apretó su cintura al rodearla con su brazo.
 Debe de ser la doctora.
Ella asintió estirando su mano, pero el olvidado simplemente la miró
detenidamente.
 Ningún ser que ame a su compañera toca a otra hembra.
El olvidado arrastró una silla y se sentó frente a ellos.
 Mi hembra está al límite de su embarazo y ya no puede más.
Patricia asintió.
 ¿Por qué no la trae aquí? Si se pusiera de parto sería mejor tener un
equipo médico cerca.
Black rugió su negativa.
 Intentó escapar dos veces de nosotros, no habrá una tercera.
Patricia parpadeó asustada al ver al olvidado apretar su puño.
 No creo que escape estando embarazada señor, ella amará a sus hijos.
Aquel olvidado con rasgos de pantera y media cara sin vello la miró
detenidamente, haciendo a Basilio levantarse tratando de tocar uno de sus
cuchillos, alcanzándolo mientras rodeaba al olvidado, esperando cualquier ligero
movimiento que hiciese contra Patricia.
 El ser humano carece de sentimientos, es frío, malo, calculador y
asesino.
Patricia amplió sus ojos mirando alrededor del comedor a los olvidados que
miraban hacia ella.
 Todos no somos así.
Escuchó risas bajas por todas partes.
 Vamos, prepare un equipo y venga conmigo.
Nerviosa hizo lo que le pidió el olvidado, repitiendo el proceso y comprobando
que todo estuviera bien dos veces. Durante todo el camino apenas hablaron entre
ellos. Se adentraron entre árboles y bosques frondosos que parecían
interminables hasta que se detuvieron y el olvidado saltó fuera del vehículo.
 Desde aquí tenemos que caminar.
Patricia siguió al olvidado, viendo entre los árboles salir lentamente a más como
él. Que habían perdido parte de sus vellos, pasaron entre casas antiguas, cabañas
en su mayoría, hasta llegar a una casa que era moderna, los hermanos de Black
aparecieron éntrelos árboles, con los cuerpos con trozos de piel y pelo. Cómo si
hubieran intentado pelarse, calculaban cada movimiento que Patricia hacía, se
detuvieron en la puerta y ella parpadeó mirando hacia el interior, tratando de
enfocar la vista en la oscuridad, pero apenas entró dentro la puerta se cerró y ella
se volvió asustada, viendo unas garras arrastrándose cerca de ella por la pared,
negó asustada, pero apenas la luz se accionó ella parpadeó, mirando a su
alrededor, sobresaltándose al ver a una mujer tumbada en el interior de una jaula
de un metro de alto y otro, tal vez dos de ancho. Se adelantó a socorrerla, pero la
sujetaron, dejándole ver a la mujer poniendo sus manos en el suelo,
incorporándose, mostrando entre las sombras lo que después pudo ver casi
rozando los cómodos cojines que tenía bajo su cuerpo, se volvió para mirarla,
ampliando sus ojos, pero sus ojos se torcieron mirando hacia ellos, los olvidados.
Patricia tenía los labios tan abiertos que su mandíbula dolía y ella estaba tiesa
como un palo.
 Antes de criticarnos escúchenos.
Ella negó retrocediendo, pero unos fuertes brazos la rodearon, alzó sus ojos y
parpadeó al ver a Ryan.
 La mantuvimos encerrada en un principio, después dejamos que saliera.
Black se agachó en la jaula, poniendo sus dedos en una zona que sonó como un
candado y corrió la reja superior a un lado.
 Intentaron atacarnos, han llegado aquí varias veces y hasta que no tenga
toda nuestra nueva casa segura y no podamos estar alerta es mejor que se
meta dentro de la jaula.
Cogió a la pequeña mujer en sus brazos, apenas parecía una pequeña elfa, ella
rodeó su cuello con sus pequeños brazos y lo besó en una zona de su cuello
donde el vello no estaba. Black la sentó en un cómodo sillón, se apartó y uno de
sus hermanos se acercó a ella con un vaso de zumo. Patricia puso su macuto
cerca de ella, en el suelo y se puso sobre una de sus rodillas.
 ¿Estás aquí por tu propia voluntad?
Patricia intentó hablar en un susurro, pero supo que la habían escuchado los
hermanos Black al sisear hacia ella, alzó sus ojos hacia la mujer, viendo sus ojos
brillosos y su rostro alzado mientras uno de aquellos olvidados acariciaba su
cabeza.
 ¿Sabes cuánto pesas? Estás muy delgada para esa barriga.
La chica se llevó sus dedos delgados al vientre, provocando ronroneaos
alrededor del salón aquel.
 Ella come, cada tres horas, incluso por la noche.
El olvidado bajó sus labios gruesos hacia la mujer, besándola en la coronilla.
 Siempre fui muy delgada.
Patricia asintió mirando hacia un mueble con cajones de mimbre, viendo los
lazos de unos zapatos de bailarina de ballet asomando.
 ¿Crees que podrás con un parto así? Muchas mujeres lo han intentado y
te voy a ser sincera, todos han sido fracaso.
La pequeña mujer asintió hacia Patricia.
 He visto que un parto de dos bebés puede incluso prolongarse por días,
mientras los pequeños estén bien quiero que sea parto natural.
Gruñidos bajos retumbaron en los oídos de Patricia.
 Quieres un parto en casa.
Patricia no preguntó, afirmó lo que creía que la pequeña mujer quería.
 La otra casa estará lista para cuando los cachorros nazcan, hemos
comprado una bañera especial que se mantiene con el agua caliente por
calentadores, solamente nos queda revisar las rejas, seguridad y meter
muebles en el interior.
Patricia le puso un tensiómetro a Kylie, sonriéndole mientras veía su rostro
cansado.
 Duerme todo el tiempo que necesites, pero tienes que comer.
Sabía que los olvidados que la tenían se ocupaban de hacerla comer, uno de ellos
se acercó con un gran tazón lleno de macarrones con queso y se puso en cuclillas
a un lado del sofá de la mujer, dándole de comer.
 Todavía estoy entrando en los cinco meses, ¿Cree que aguantaré hasta
los nueve?
Patricia se encogió de hombros soltando un suspiro.
 Nunca se sabe, los bebés ya están formados, listos para salir. Al igual
que los cambiantes vuestros bebés enseguida están preparados para salir
al mundo.
Más ronroneos llenaron el lugar, Patricia escuchó su teléfono sonar en el bolsillo
de su pantalón y miró la pantalla tras cogerlo. Se levantó con un dedo alzado,
pidiéndoles un momentito.
 Manuel, ¿Dónde estás?, te fuiste sin más.
Ella cogió la llamada y cerró la puerta detrás de ella, caminando fuera de la casa,
alejándose.
 Terminé mi trabajo.
Patricia se preocupó por Mary.
 Podrías traerme fuera de los límites de los olvidados una bolsa que me
dejé con mi equipo de trabajo y hablamos de ella.
Ella resopló volviéndose, viendo lejos la casa donde Basilio la observaba desde
uno de los ventanales.
 Te mandaré la ubicación, quedamos ésta noche allí, sobre las once.
Colgó antes de que ella pudiera decir algo y ella volvió a la casa, abriendo la
puerta, escuchando a Logan gruñir.
 ¿Y las pieles?, ¿Qué puto tipo de sádico disfruta adornando con piel de
animal sus casas o su cuerpo?
Se quedaron en silencio, viéndola entrar. Patricia movió sus ojos hacia Kylie,
viéndola tumbada entre las piernas de un olvidado enorme, con la cabeza
apoyada en su hombro, durmiendo plácidamente.
 Todavía tengo que volver a revisar a los bebés.
Black los guio de nuevo, sacándolos de allí. Aunque parecía dar rodeos para que
se liasen si trataban de ir hacia ellos, Patricia miraba por la ventana del coche
escuchando hablar a los cuatro cambiantes entre ellos.
 Mierda, me ha llamado Romero como veinte veces.
Marcó, pero no había señal en aquella zona para hacer la llamada, se inclinó
hacia delante, acercándose a Black.
 Acelera, me están llamando mis underboss.
Los teléfonos de Ryan y Logan también vibraron, zumbando sin parar, Patricia
los escuchó maldecir mientras trataban de llamar sin parar, pero hasta que no
salieron del bosque no tuvieron algo de cobertura.
 ¿Qué estás diciendo? Os mandé liquidar a todos.
Patricia amplió sus ojos al escuchar a Flavio y se quedó helada al escuchar a
Ryan.
 Me encargaré yo mismo, esperarnos en Los Ángeles. Tomaré un maldito
vuelo, tener a todos los soldados listos.
Seguían hablando y Patricia torció sus ojos para ver las miradas frías en aquellos
cuatro cambiantes. Apenas estaban llegando a la entrada de los conductos
subterráneos, Logan se levantó de su asiento y abrió la puerta, saliendo
precipitadamente, agarrándose la chaqueta. Pero se detuvo de golpe, volviéndose
hacia Patricia que tragó al ver el reflejo de las pistolas bajo sus brazos. Él besó
su frente y ella sintió que su corazón le daba un brinco, Flavio se inclinó también
besándole una mejilla. Ryan la otra y se largaron con un rápido volveremos
enseguida, podía ver la sangre que iban a derramar incluso antes de tiempo.
Cuando los perdió de vista torció sus ojos hacia Black, viéndolo encogerse de
hombros.
 Muchos de nosotros no cambiamos, incluso nos volvemos peores
monstruos al encontraros.
Patricia amplió sus ojos, estaba nerviosa, temblaba.
 No quiero que ellos cambien, es imposible que sean felices siendo
personas normales, no serían ellos mismos.
Black asintió hacia ella.
 Tengo que acercarle a Manuel una bolsa que se dejó en su dormitorio.
El olvidado asintió hacia ella, mirándola por el espejo retrovisor.
 Podría llevarte hasta allí.
Ella negó.
 No puede estar en la puerta hasta las once.
Sus ojos amarillos eran pálidos, resplandecían cuando movía su cabeza. Miraba
en todo momento hacia todas direcciones y movía sus orejas de manera
asombrosa, haciéndole dudar a Patricia si daba más miedo estar con cuatro Boss
o con el enorme olvidado con ADN animal.
 Le dejaré un vehículo aquí con las llaves puestas y avisaré a los míos.
Patricia se levantó y dio unos pasos hasta la puerta abierta del vehículo en el que
estaba, pero se detuvo al escuchar al olvidado nervioso llamándola.
 Doctora.
Torció su rostro, para ver que el olvidado se había vuelto ligeramente en el
asiento en el que iba.
 ¿Cree que el parto de desea Kylie será peligroso para su salud?
Ella contempló al olvidado moviendo sus manos por sus muslos, mantenía sus
ojos fijos en ella en todo momento y apenas parpadeaba.
 Es complicado saberlo Black, cada parto es un mundo. De todas
maneras, cuando tengas la casa lista avísame y mandaré que lleven todo
lo necesario por si llegado el momento necesitase hacer una cesárea.
El olvidado asintió viéndola saltar, pero volvió a llamarla.
 Doctora.
Patricia se volvió con su bolsa en la mano, viendo la mirada desesperada y
cansada del enorme olvidado.
 ¿Sabe? Nunca me arrepentiré de haber criado con mi hembra.
Se detuvo, calculando sus palabras mientras Patricia se subía la correa del bolso
al hombro que se le caía.
 Pero tengo miedo.
Los ojos de aquel enorme ser se pusieron brillosos por las lágrimas, Patricia se
intentó subir, para acercarse a él. Pero Black negó haciéndola quedarse sobre sus
pies en la tierra seca.
 No puede tocarme, enloquecería al tener su olor en mí, podría dañar a
Kylie por tratar de deshacerme de su aroma doctora.
Patricia asintió hacia él.
 Es normal tener miedo ante lo desconocido Black, pero Kylie es una
mujer y las mujeres estamos preparadas para parir, no se preocupe. Verá
como una vez tenga a sus bebés querrá volver a tener más, los hijos son
una bendición.
La mirada que él lanzó hacia ella era dura.
 Mi hembra lo es y mis cachorros son el mayor regalo que jamás podría
haberse imaginado tener un animal bastardo como yo.
Patricia asintió hacia él, cerró la puerta del coche y entró en la zona de carga
para bajar en el ascensor bajo tierra. Basilio, Flavio, Logan y Ryan habían
desaparecido. Su propio cuerpo estaba mal, se sentía decaída. Suspiró yendo al
dormitorio de Manuel y cogió la bolsa que le había dicho para llevarla hasta su
propio dormitorio. Tras pasar revisión por algunos de los pequeños que iba
programando al día cenó, se dio una ducha se cambió de ropa y descansó hasta
casi la hora en la que había quedado con Manuel. Cogiendo su bolsa se dirigió al
ascensor, subió y encontró el vehículo en la puerta, los olvidados le dejaron salir
del recinto y ella continuó rodando fuera de sus tierras, perdiendo de vistas las
verjas iluminadas. Siguiendo la dirección que le indicaba el GPS. Se detuvo casi
nueve kilómetros más lejos de allí, justo donde se encontraron el coche la
mañana siguiente Ryan, Logan, Flavio y Basilio.
Logan estaba en cuclillas tocando el dibujo que unas ruedas de neumáticos había
dejado en la tierra. Tras la llamada de Black habían vuelto allí tan rápido que
todavía conservaban las mismas ropas, manchadas de salpicones de sangre y
sucias, varios de sus soldados habían ido con ellos y Flavio se mantenía junto a
Romero que acababa de llegar junto a sus hermanos, habían traído algo de ropa
para que se cambiasen y Basilio gruñía mientras se ponía otra camisa sobre un
corte en su brazo demasiado profundo que todavía no había terminado de
curarse, Romero asentía escuchando a Ryan, Basilio y Logan, pero se detuvo
mirando a Flavio, esperando a que dijera algo ya que permanecía en un silencio
que daba miedo mirando hacia todos medio ido, los soldados de Ryan y Logan
les habían respaldado, incluso uno había perdido la vida poniéndose delante de
Flavio mientras disparaban a bocajarro contra él hacía unas horas, pero Romero,
simplemente se mantuvo en silencio como los demás, esperando a que se
calmaran.
 Podrían localizar el coche de ese humano por las cámaras de las
gasolineras y de las entradas de las ciudades, posiblemente el coche al ser
moderno tenga su propio localizador.
Escuchándole Flavio abrió sus labios y boca con una sonrisa tremenda.
 Patricia tiene un localizador en una de sus muñecas, se lo pinchó Msoro,
¿Dónde demonios está?
Romero movió una de sus manos hasta su chaqueta y se sacó un teléfono móvil
para llamar rápidamente.
 Bien, localízala.
Flavio se movió con rapidez al enorme vehículo blindado que habían traído los
suyos, siguiendo a Ryan, Basilio y Logan. Romero se subió tras ellos,
quedándose en silencio, esperando la llamada, cuando sonó lo cogió con rapidez
y torció sus ojos hacia Flavio.
 Está en la casa roja.
Miró hacia Basilio y después a Logan y Ryan, esperando la decisión que
tomasen los cuatro, completamente quieto. Respirando con lentitud con sus
dedos tatuados por palos de la baraja de póker.
 Moveremos a todos los mis soldados hacia ese lugar, si Patricia ha
sufrido lo más mínimo terminaremos con esos malditos como debimos
hacer hace mucho tiempo.
Logan gruñó todo, haciendo a Flavio y Basilio asentir hacia él mientras encendía
su móvil y llamaba a los suyos para moverse.
 Nosotros también iremos a la guerra si tan siquiera han tocado un pelo
de la cabeza de ella.

Patricia.
 Así de sencillo fue engañar a esas bestias, lástima que le tenían aprecio a
Mary los feos esos de cuatro brazos. Bueno aprecio, que se la estaban
empotrando, por eso le perdonaron la vida.
Sus brazos dolían estirados hacia tras, atada, amordazada mientras iba
en la parte trasera del coche de Manuel y él disfrutaba largándole
todo, cada detalle mientras abría un frasquito y pulsaba un botón para
liberar una dosis de cocaina.
 ¿Acaso te los sigues follando?
Manuel torció su cuerpo. Levantó su mano delante del rostro de ella, pero se
detuvo con una cruel sonrisa en su cara, moviendo sus dedos, entre ellos. Él salió
del coche y tiró de ella, agarrándola por las piernas. Ella intentó golpearlo, pero
él la cogió por la cara y puso un dedo delante de ella, sin necesidad de decir
nada. La hizo seguirlo hacia una casa lujosa de ladrillos rojos, pasaron unas
cortinas y ella vio a personas por allí, sentadas en máquinas tragaperras,
alrededor de mesas de juegos, donde nadie le hizo caso alguno a su estado.
Manuel se volvió, la sujetó por la garganta, pero la soltó con rapidez, sus labios
se liberaron y a él no le importó seguir con sus duras palabras.
 Dios nos hizo por algo así, la mezcla de especies es antinatural.
Patricia frunció el ceño, las miradas se disparaban a ellos desde cualquier rincón
del casino clandestino.
 Eres un maldito enfermo Manuel.
La guanteó con rabia mientras ella hacía un enorme esfuerzo y la brida se
rompía, se llevó una de sus manos a la cara, sintiendo la sangre invadiendo su
boca.
 Ven aquí.
Sujetándola de un brazo tiró de ella, le dolían, estaban adormecidos, él continuó
y continuó tirando de ella. Haciéndola seguirlo por los largos pasillos que daban
a las habitaciones. Algo se sintió en su espalda, frío, metálico, una pistola, ella
alzó sus ojos para ver a algunos hombres que no parecían humanos, sus ojos
rojos la miraban detenidamente, pasando cerca de ellos, tomándoles aprecio al
verla, bajando sus miradas a su labio desde el que se vertía sangre hacia su
barbilla y goteaba sobre su pecho, pero ellos eran rápido cambiando sus rostros
al verlo a él a uno furioso.
 No se te ocurra hacer nada o te pegaré un tiro.
La cogió por el pelo, abrió una puerta pesada con la mano que tenía sujeta la
pistola y la empujó dentro con todas sus fuerzas. Haciéndola caer de bruces en el
suelo, su cabeza hizo contacto contra el duro y frío suelo de piedra, parpadeó,
viendo y oyendo el prendido de velas. De sus labios goteaba sangre hacia el
suelo. Le costaba enfocar la vista. Alzó sus ojos, tratando de ver, parpadeó
confusa, viendo demasiados tipos delante de ella, de tez pálida, con ropas que
parecían de otra época. Uno de ellos caminó hacia ella, con un paso tan elegante
que parecía un pajarillo saltarín, con su pelo largo hasta su culo, delgado como
un modelo de pasarela y algo musculoso, se agachó, dejándose caer de rodillas
ante ella y la cogió por el pelo y la cara.
 Es una humana preciosa.
Sus ojos la miraron con fijeza, en un rojo oscuro y ella sintió que se quedaba
rígida, su cuerpo no le respondía mientras veía como de la boca de aquel ser
salían afilados colmillos.
 ¿Hematofilia?
Suspiró Patricia, lo vio acercar su rostro al de ella, mirándola más de cerca,
moviendo su mano bajo su barbilla por sus mejillas.
 ¿Tiene algún corte?
Manuel le negó a aquel ser, mientras éste sacaba su lengua rosada y la pasaba
por el labio de Patricia, se apartó ligeramente con la lengua sucia de sangre,
mirándola mientras la metía dentro de sus labios y saboreaba.
 Está entrando en sus días fértiles, enloquecerá eso a tus gatitos.
Sonrió hacia ella, tirando de su cuerpo, pegándole la espalda al pecho de él,
dejándola ver el séquito de más de ellos que se arremolinaba allí, detrás de
Manuel. Aquel ser que la cogía entre sus brazos, frío como un muerto. Levantó
una de sus manos, tenía una especie de dedal en un dedo, solamente que la punta
era como un cuchillo afilado, señaló a Manuel y como monstruos los seres se
abalanzaron sobre él, tirando de sus ropas, clavándole sus colmillos. Patricia
trató de apartar su rostro, mirando hacia una de las velas encendidas. Pero el ser
la cogió por las mejillas, haciendo un ruido furioso por la boca de negación,
como una maestra.
 Míralo, mira a mis esclavos alimentándose de esa escoria humana.
Rato después, que pareció una eternidad para Patricia, chasqueó los dedos y se
apartaron de Manuel, para que un enorme tipo pasara delante de ella, desde
detrás y tirara de una de las piernas de Manuel. Otro pasó también junto a ellos y
pisó algo que había en el suelo, haciéndolo moverse por una zona con el ruido de
deslizamiento de piedra. Las voces no tardaron en llegar “Amos, amos, piedad,
hambre” lanzaron a Manuel dentro, el ruido de su cuerpo deslizándose hasta caer
fue intenso. Después de cerrarse aquello el ser que la sujetaba dejó que cayera al
suelo y Patricia se llevó las manos a los labios que debían estar partidos,
comprobando que estaban perfectos.
 ¿Qué queréis de mí?
Temblaba, asustada miraba hacia ellos, entre las sombras se mantenían sentados
en lujosos asientos que parecían tronos. Mujeres hermosas a sus pies
descansaban de cualquier manera, como mascotas, todas ellas distintas, desde
rubias pasando a morenas, pelirrojas.
 De ti nada, de Logan, Basilio, Ryan y Flavio lo hemos querido siempre
todo.
Alzó sus ojos hacia uno de ellos, viéndolo llamarla, se llevó una mano a su
brazo, acariciándoselo con frío, negando hacia el ser que seguía llamándola.
Desde donde estaba podía escuchar los gritos de Manuel, eran bajos,
amortiguados por la piedra, ella abrió sus labios, los cerró y volvió a abrirlos al
escucharlo chillar de dolor.
 ¿Te da lástima ese simple humano?
Patricia frunció su ceño, había torcido sus ojos hacia donde había caído Manuel,
sintió un toque en uno de sus hombros y volvió su rostro para ver a uno de
aquellos seres delante de ella, en cuclillas.
 Los humanos sois impredecibles, vuestra bondad os mata tanto como
vuestra maldad y vuestra ansia de poder.
Él estiró su mano hacia ella, pálida, podía ver todas sus venas.
 Vamos pequeña cosa humana, no te voy a comer.
Tras él pudo ver a las mujeres alrededor de los demás, felices, como drogadas. El
enorme ser gruñó y tiró de uno de los brazos de Patricia, haciéndola
incorporarse. Haciéndola seguirlo o la arrastraría, tiró de ella hasta donde él
estaba sentado y empujó en sus hombros, haciéndola caer entre cojines cómodos,
blandos y hermosos de tonos negros y rojos sangre. Ella torció sus ojos hacia las
mujeres, viendo los de ellas perdidos, como los de una persona que acababa de
tomar una sobredosis de cristal, pastillas o crack, su corazón dio un ligero
respingón, puso ambas manos en el suelo de telas suaves y suspiró.
 Puedes dormir, nosotros no necesitamos tanto el descanso, no
padecemos esa gran debilidad que poseéis los humanos, con dormir unas
horas nos basta.
Ella asintió, por más que deseaba dejar de mirar a sus ojos no podía y el sueño la
vencía cuando debería estar muerta de miedo, pero estaba tranquila, demasiado,
viéndolo golpearse los muslos para que si quisiera se apoyase en ellos y su
cuerpo tembló, su espalda se tensó, le escuchó reír. Escuchó el ruido de succión
cercano y amplió sus ojos para ver entre las sombras a una mujer de piel morena
chupándole la polla a uno de ellos, con sus manos sobre los muslos del enorme
ser, él la mantenía sujeta por el cabello, haciéndole seguir los movimientos que
dictaba. Tenía un tatuaje en la parte de atrás del cuello la chica, cuando se movía
con los labios alrededor de su polla podía ver la forma.
 Ganado.
Gruñó el ser sobre ella.
 Las formas alargadas, curvadas y después con un punto y una especie de
lo que llamarías arco encima es la marca del ganado que nos proporciona
placer y sangre.
Patricia tragó al ver a otro de ellos tirar de una de las chicas, sentándola de
espaldas a él, para llegar a su cuello. La besó un leve instante y después le clavó
los dientes. Patricia se quedó sin aliento, la sangre caía sobre el pecho de aquella
mujer, otro de ellos estiró una mano para coger algo de aquel líquido rojo, el olor
metálico llegaba hasta ella, de la sangre, que se esparció por el pecho de ella, el
vampiro disfrutó pintándolo y cuando el que bebía de ella se cansó la arrojó
sobre otro de ellos que chupó de su pezón, limpió su piel y después enterró sus
colmillos en el pecho de ella, haciéndola sobresaltarse.
 ¿Ahora sabes que somos?
Trató de no gritar al sentir la voz detrás de ella, pegada a su oreja, incluso el
aliento la golpeó antes de que saltara golpeando al ser en la boca, haciéndolo
gruñir.
 Vampiros.
Soltó con desagrado y miedo, asustada, viendo todos los ojos de cada uno de
ellos resplandecer en rojo sangre entre las sombras hacia ella. El vampiro
cercano a ella la cogió entre sus brazos, tiró de ella hacia arriba y sujetó su
garganta con una de sus manos, haciéndola mirar a la mujer de la que se habían
alimentado, viendo al vampiro que la mantenía bajo él alargando un dedal
afilado hasta el centro de uno de sus musculosos pectorales, se cortó la carne y la
mujer gimió de tal manera que parecía doloroso. Se lanzó contra él y chupó del
corte que se había hecho, deseosa, tocándolo mientras él se reclinaba en su
asiento, disfrutando de aquel acto.
 Los débiles se vuelven adictos a nuestra sangre.
Tiró de Patricia contra él, acercándola hasta tocar con sus labios el latido de su
cuello, ella sintió algo frío tocando su piel, la golpeó en la frente y ella se durmió
profundamente.
Cuando quiso despertar estaba tumbada en el suelo, entre cojines blandos.
Rápidamente alguien la cargó con rapidez entre sus brazos y ella sintió frío, más
del que había sentido al despertarse.
 ¡Suéltala Bryon!
Patricia sollozó, se mordió los labios mientras torcía sus ojos hacia Basilio,
viéndolo junto a Flavio, Logan y Ryan.
 ¡Ahora!
El ruido de un arma cargándose hizo que su piel se erizara. Pero el vampiro no lo
hizo, se levantó con ella entre sus brazos, pasando una de sus enormes y frías
manos por su cintura, bajándola por su cadera mientras mantenía su otra mano
en la garganta de Patricia.
 ¿¡Creéis que podéis venir aquí a exigirnos!? ¿Cómo nos habéis
encontrad? Pensábamos divertirnos un poco antes de llamaros.
Logan tiró de algo cubierto, un cuerpo delante de todos ellos, haciendo al
vampiro detener su toque sobre el cuerpo de Patricia. Bajó sus ojos, viendo
como tiraba Flavio de la sábana roja de seda que cubría lo que hubiera debajo,
dejándoles ver una piel cremosa, blanquecina que parecía suave.
 No nos engañaréis con vuestras artimañas.
El pelo marrón algo rojizo de la mujer fue lo primero en verse, permanecía de
costado, con el rostro en el suelo, la tela continuó corriendo por su cuerpo,
desnudando sus exuberantes curvas, sus nalgas, muslos regordetes. Cuando se
incorporó y miró hacia ellos, unos ojos marrones oscuros, que resplandecieron al
mirar hacia los vampiros. Haciendo a aquellos vampiros quedarse en silencio,
retrocediendo en la oscuridad, pero el vampiro calculaba, mucho, mirando hacia
sus hermanos de manera mortal, asesina.
 Ella ha decidido entregarse a vosotros si nos devolvéis a Patricia.
La mujer se incorporó, pasándose un brazo por sus tetas, cubriéndolas como
pudo, haciendo a sus globos levantarse más, tiró de la sábana y se cubrió, su
cabello ondulado se agitaba sobre sus brazos regordetes y su espalda.
 Es humana.
Ruidos profundos de gruñidos salieron por los labios de los vampiros.
 Será vuestra.
El vampiro soltó a Patricia, dejándola caer en el suelo y caminó hacia la chica,
quedándose a escasos pasos de ella, con las manos a cada lado de su cuerpo,
encorvado prácticamente sobre ella.
 Puedes tocarla.
La mujer lo miró a los ojos, sus labios entreabiertos, sus mejillas pintadas de rojo
por la vergüenza. Ryan le hizo una seña a Patricia, que rápidamente corrió entre
sus brazos, pero un vampiro se interpuso entre ambos, cogiendo a Patricia entre
sus brazos.
 Os dejaremos vuestros negocios, vuestros puertos de sangre y a la
humana a cambio de la nuestra.
El vampiro delante de Patricia la sujetó con sus manos, envolviendo sus dedos
alrededor de los brazos de ella.
 ¿Por qué nos entregáis a la humana? La vuestra es más divertida.
Logan caminó un poco, tratando más bien de llegar a Patricia, viendo al vampiro
tirar de ella hacia atrás.
 Su madre tiene una deuda con los míos de más de diez mil dólares, está
muy estropeada por la heroína y una vida de prostitución.
Aquella mujer se levantó, cubriéndose con la sábana.
 Hemos accedido a la petición de la humana, para perdonarle a su madre
la deuda y sacarla de las calles, dándole su droga a cambio de que se
entregara a vosotros si la deseabais.
Se puso cerca de la chica, sonriendo hacia el vampiro, mirando tras él al resto de
ellos.
 Está limpia, sana y apenas ha tenido relaciones.
Patricia jadeó viendo a la chica bajar su rostro, ocultando su vergüenza.
 Ryan, eso es horrible.
Él alzó una de sus manos, mirándola con decisión.
 No lo hagáis.
La mujer llegó hasta ella, era joven, no debía de tener más de treinta años.
 Tranquila, quiero hacerlo.
Miró hacia los vampiros, viendo sus miradas sobre ella.
 ¿No preferiríais vender su tiempo en uno de vuestros burdeles? Es una
mujer adulta, parece dispuesta a hacer cualquier cosa por vosotros.
El vampiro llegó hasta la mujer, puso una de sus manos en su rostro y pasó su
dedo gordo con el dedal por la mejilla de ella.
 Sin sangre, ¿Qué crees que sucederá cuando esté en el fondo de tu
vagina y me gane el hambre?
Ella parpadeó, sus labios entre abiertos hacia él.
 Todavía no he decidido si quiero acostarme con vosotros, simplemente
es un intercambio.
El vampiro se mantenía serio, apenas parpadeaba mirando sus movimientos,
cuando sonrió bajando su mano hasta su cuello, apretándolo ella se quedó con
los labios abiertos, tomando suaves respiraciones.
 ¿Y si decidimos quedarnos con las dos? Y matar a esos cuatro gatos
asquerosos.
Patricia vio a la mujer negándole.
 Obligada nunca me tendríais.
El vampiro soltó una carcajada baja.
 Pero estarías aquí, te tendríamos.
La mujer puso sus manos contra sus pectorales, pasando sus dedos por su piel
fría, se puso de puntillas mirándolo a los ojos.
 Sí, estaría aquí, me engañaríais para tenerme como una de vuestras
esclavas, una más que sólo ansia vuestra sangre, vuestro toque, ser una
más de los vuestros.
Ella sonrió, sus labios regordetes se hicieron una fina línea y después mientras se
bajaba sacó su lengua, para lamerse los labios, después ella volvió hacia Logan,
Ryan, Basilio y Flavio. Haciendo al rostro del vampiro cambiar lentamente al de
una horrible bestia mientras alzaba una mano de la que sus uñas se alargaban.
 Tenemos una cosa para vosotros.
El vampiro gruñó, haciendo un movimiento hacia uno de sus compañeros. Éste
caminó hacia el pulsador, tras pisarlo miró dentro del lugar, las voces
comenzaron. Haciendo a Patricia estremecerse, el vampiro se agachó, las luces
de las velas hacían al lugar penumbroso, corría algo de brisa allí y las llamas de
las velas se movían haciendo sombras raras. El vampiro se dejó caer en el suelo,
metió su mano en el agujero y tiró, sacando lentamente a Manuel con sus garras
clavadas en su cabeza, sangraba. Patricia parpadeó tratando de enfocarse, para
ver a Logan y Ryan quitándoselo de la mano al vampiro, ambos cogieron las
piernas de su ex marido, tirando de Manuel fuera del lugar, arrojándolo al suelo.
 Matarlo aquí, delante de ella y dejaremos que os la llevéis.
Los cuatro rodearon a Manuel, torcieron sus ojos hacia Patricia y ella
simplemente se mantuvo en su sitio, sintiendo una presencia tras ella, sabiendo
que no la dejaría moverse de allí.
 Sin armas, destrozarlo con vuestras manos.
Manuel sollozaba con las manos en su cabeza, rogaba piedad.
 Patricia, vuélvete, no veas esto.
Ella negó hacia Basilio, sus ojos abiertos como platos.
 Por favor, pequeña.
Hizo un movimiento hacia ella, pero rápidamente unas pálidas manos la
sujetaron por los brazos, tirado de ella hacia las sombras, alejándola de ellos.
 Cortarlo, mis esclavos de abajo tienen hambre.
El vampiro gruñó un ahora y Flavio se colocó a un lado de Manuel, Basilio al
otro y Logan golpeó con uno de sus pies en la espalda de él, haciéndolo caer
hacia delante mientras Basilio y Flavio cogían las muñecas del humano y las
desgarraban a la vez que Logan con un pie en la espalda de Manuel tiraba de su
cabeza con las manos y Ryan bajaba sus manos contra la garganta de su ex
marido, destrozándosela. Ryan se volvió hacia ella, desde sus manos chorreaba
sangre que caía por sus codos y camisa, llegando hasta sus pantalones, las bajó y
se negó a mirar hacia ella. Pero el vampiro no le impidió a ella moverse y
rápidamente cuando se sintió libre llegó contra Ryan, prácticamente golpeando
contra su cuerpo, cogiéndole el rostro entre sus manos, subiendo el suyo hasta
llegar con sus labios a los de él.
 Perdónanos.
Ella negó continuando con sus besos.
 Recordarás esto durante el resto de tu vida.
Patricia pasó sus manos tras él, enterrando sus dedos en su pelo, tirando para
tenerlo cerca.
 No, recordaré como me salvasteis.
Él asintió siguiendo su beso, enterrando su lengua entre los labios de Patricia,
cuando se apartó ella lo miraba con tristeza.
 No dejéis aquí a la chica.
Él tiró de ella, cargándola en sus brazos, besándola en la frente, siseándole para
hacerla callar, el vampiro se levantó tras ellos como un gracioso pajarillo.
 Antes de iros.
Se agolparon más de los suyos delante de ellos, rodeándolos, prohibiéndoles el
paso.
 Queremos ir a las subastas que hacen los olvidados.
Ryan apretó su agarre en ella.
 Podéis llevaros a la humana, su sangre está contaminada.
Basilio negó.
 Se le hicieron analíticas.
El vampiro sonrió mientras su rostro se oscurecía.
 Mentiras, está enferma, el cáncer se la está comiendo. Sabéis que se está
muriendo, y aunque no nos importe no queremos una más en nuestras
filas de esclavos.
Alzó una de sus manos de uñas filosas.
 Las subastas.
Logan negó hacia él.
 Eso no depende de nosotros.
Todos los vampiros dieron un paso hacia ellos, mientras el que llevaba la voz se
mantenía en su sitio, haciendo a los cuatro cambiantes rodear a Patricia, ocultarla
entre sus cuerpos.
 ¿Qué demonios piensas sacar en las subastas?
El vampiro soltó una cruel carcajada.
 Eso no es de vuestro interés.
Basilio concordó con su hermano, apretándose más a Patricia.
 Los olvidados no querrán a los vuestros dentro de sus tierras.
El vampiro subió una de sus manos hasta su pecho, cerca de donde debería estar
su corazón y Patricia dudaba que lo tuviera al sentir su mirada atravesándola.
 Vuestra hembra lleva demasiado tiempo viva aquí dentro.
Patricia sintió su cuerpo agitarse mientras sujetaba a Ryan por los brazos, viendo
a Flavio coger su teléfono móvil mientras el vampiro chasqueaba los dedos y
hacía desaparecer a su séquito.
 Tienes diez minutos, gato melenudo.
Acabó con crueldad sus palabras, viendo a Flavio buscando en su agenda,
llamando.
 Sabes que no aceptarán, en éste jodido mundo nadie os quiere cerca.
El vampiro se mantuvo serio, escuchándolo.
 ¿Por qué no volvéis a vuestro puto mundo? Los humanos intentan
mataros, aquí solamente venís a sufrir y hacer sufrir.
Flavio sujetó a su hermano del brazo, haciéndolo detenerse para mirarlo.
 ¿Acaso es mentira? Los vampiros crean ejércitos de zombis
dependientes de su sangre.
Basilio se llevó las manos al cuello, se quedaba sin aliento y Patricia se lanzó
delante de él a verlo, poniendo sus manos en su pecho, viéndole perder el color y
casi desmayarse en sus brazos, pero la presión desapareció en el momento en
que iba cayendo sobre ella, la rodeó con sus brazos y miró de manera mortal
hacia el vampiro.
 ¿Ves? No pido mucho, lo mismo que tú. Queremos a alguien que de
verdad nos ame y me gusta vivir aquí, por lo que me iré de tu planeta
cuando quiera.
Un soldado de Logan se acercó a la humana que habían traído con ellos,
arrastrándola hacia la salida, deteniéndose al ver al grupo de vampiros agolpados
tras los demás como él. Saw no se mostraba animado con ello, tras colgar la
llamada diciendo que los llamaría lo más rápido posible Ryan se desesperó con
Patricia entre sus brazos de allí no saldrían con vida. Flavio se puso tras ella,
deslizando la punta de su nariz por su cuello, subiéndola tras su oreja, haciéndole
cosquillas.
 ¿Qué es eso de las subastas?
Ryan amplió sus ojos al escuchar al vampiro reírse.
 ¿No lo sabe?, ¿Le ocultáis esas cosas a vuestras como vosotros decís
hembras?
Flavio apretó sus ojos escuchando al vampiro ampliar con lujo de detalles lo que
hacían los olvidados con los humanos.
 Los venden, sobre todo a las mujeres, como hembras de cría en su
mayoría.
Patricia negó.
 Mientes, la esclavitud se abolió hace mucho.
El vampiro aplaudió dos veces mientras reía.
 Los olvidados no tienen nuestras leyes y allí han instaurado la
esclavitud.
Patricia sintió nauseas, un inmenso dolor en su estómago comenzó a crecer.
 ¿Cómo podéis permitir eso los cambiantes?
Contempló a los cuatro con las manos en puños, se volvió hacia la salida de
aquel lugar. Los vampiros se mantenían allí, mirándola detenidamente, sin
moverse.
 Apártense de mi camino, quédense con ellos.
Dos de ellos alzaron sus ojos hacia el vampiro que había mantenido a Patricia y
después de unos segundos ambos se separaron y la dejaron pasar. Las voces de
Ryan, Logan, Flavio y Basilio sonaban llamándola. Pero ella simplemente salió
de allí, encontrando la salida donde un ser rubio de tez pálida le sonreía
tiernamente.
 ¿Necesita que la lleve? Yo chófer.
Hablaba raro, Con un acento como de Europa del este. Ella le dijo la dirección,
pero aquel hermoso ser parpadeó.
 Acércala al aeropuerto, el jet de Mayer la llevará donde deseé.
Volvería a casa, el conserje tenía unas llaves de repuesto. Observó por la ventana
del lujoso coche negro que la llevaba a Logan saliendo a toda prisa por las
puertas de aquella casa, rugiendo su nombre.
 ¿Quiere volver?
El ser la miraba por el espejo retrovisor, ella se acurrucó en el asiento al
escucharlo decir que tardarían unos buenos veinte minutos en llegar al
aeropuerto. Parpadeó rato después al ver una especie de niebla verde
apareciendo a su lado, espesa, tanto que Patricia deseaba bajar la ventana de su
lado. Pero se detuvo antes de hacerlo al ver una forma cobrando vida. Ante ella
apareció un vampiro por lo que vio en su forma, con mechones de pelo cerca de
sus patillas adornados con unos anillos de colores. Era tan guapo que Patricia no
salía de su asombro cuando él amplió sus labios en una sonrisa de colmillos
afilados.
 Debes perdonar a mis hermanos, querían que tuvieras miedo para que
tus cambiantes cedieran.
Puso una de sus manos en el respaldo del asiento y la miró detenidamente.
 No logro entender como dieron contigo.
Patricia trataba de decir algo, pero tartamudeaba.
 Ellos no tienen la culpa de las decisiones de los olvidados.
Él estiró su mano y Patricia no pudo resistirse poniendo al suya sobre la de él
que se llevó sus nudillos hasta sus labios.
 Los Olvidados se criaron en jaulas, siendo torturados, vejados y muchas
más cosas por humanos.
Patricia retiró su mano cuando él la soltó.
 Yo mismo he tratado con los tuyos durante demasiado tiempo.
La mirada de él era tan fría y furiosa que Patricia se estremeció.
 No es motivo, es un acto imperdonable.
El vampiro se quedó en silencio.
 ¿Cómo apareció aquí?
Patricia tenía los ojos abiertos de par en par mirándolo, viendo su rostro
perfecto.
 Igual que puedo transformarme en cualquier monstruo que invada tus
pesadillas.
Ella contempló como el abría sus labios y soltaba un ¡Buh! Y ella no pudo más
que reír.
 Es usted un vampiro muy gracioso, pero no conozco su nombre.
Él sonrió ampliamente, con sus colmillos afilados.
 Soy Mayer.
Patricia alzó una ceja.
 Sí, soy el dueño de los bancos de sangre de todo tu planeta.
Llegaron al aeropuerto y el vampiro se bajó, dando la vuelta al coche, abriéndole
la puerta, el avión privado tenía las escaleras bajadas y la puerta abierta donde
dentro dos hombres y una mujer esperaban por Patricia.
 Le acompañaré hasta Nueva York.
La azafata se mantenía entre los dos pilotos, sobre sus pies.
 Los hermanos Shult son humanos y comparten a Mandy.
Patricia asintió mientras veía a la mujer sentarse y abrocharse el cinturón.
 ¿Cómo apareció en el coche y no puede aparecer en mí casa?
Él alzó una ceja.
 Podría aparecer en su ciudad, en la puerta de su edificio, pero no en su
casa. No sin una invitación, siento no poder ayudarla. Estoy guardando
mis fuerzas para lo que pueda presentárseme en las subastas de los
olvidados.
Patricia se soltó el cinturón y asintió hacia la botella de agua que le ofrecía la
azafata.
 ¿Ayudará a esas personas?
El vampiro torció su rostro hacia ella y la miró fijamente.
 No.
Patricia bajó su mirada hacia sus manos, temblaban ligeramente.
 Mi instinto me dice que tengo que ir a la subasta de dentro de unos días,
los míos y yo no podemos permitirnos tener una guerra con los olvidados.
Él resopló con tristeza.
 Nos han ido eliminando hasta prácticamente extinguirnos y los hijos de
los que viven en las estrellas aún son muy jóvenes para desear
emparejarse.
Patricia vio como la azafata abría una bolsa de plasma que cogía de una nevera y
vertía en una copa elegante sangre que llevó hacia Mayer, quien la cogió y dio
un sorbo.
 Debe estar fría, ¿No debería calentarla un poco?
Él negó dando otro sorbo.
 Siempre es lo mismo, el sabor acaba desapareciendo y simplemente es
un sustento.
Patricia lo observó mover sus ojos mientras se dejaba caer en el asiento junto a
ella.
 Mi sed morirá cuando encuentre a mi única.
Se quedó quieto por tanto tiempo que Patricia dudaba si estaba dormido casi una
hora y media después.
 Intentaré hablar con los olvidados para que dejen de vender humanos.
Patricia sonrió ampliamente, la azafata estaba cerca. Preparándole un café a
Patricia mientras ella misma bebía de una botella.
 Es usted una buena persona.
Mandy escupió el agua que tenía en la boca, separando la botella de sus labios,
cogió un trapo y trató de limpiar la que había liado, Mayer había vuelto a cerrar
sus ojos, por el resto del viaje se mantuvo así con su rostro perfecto serio.
Mandy le avisó para que se atase y Mayer volvió a abrir sus ojos, insistió en
acompañarla a casa y ambos se montaron en silencio en un taxi, Mayer bajó en
su edificio y la observó subir los primeros peldaños de la escalera.
 Doctora.
Patricia le había dicho adiós, había intentado darle las gracias, pero él
simplemente miraba hacia el frente, siendo más alta que ella, resultándole
imposible a Patricia mirarlo a los ojos hasta ahora que se volvió para mirarlo.
 No lo soy.
El portero del edificio le dio las llaves sin más, dejándole subir tranquila, sin
preguntas, sin nada mientras ella se montaba en el ascensor y llegaba a su planta.
Se quitó aquellas ropas y dio una larga ducha de agua, el edificio estaba
demasiado tranquilo mientras ella se tomaba una copa de vino desnuda y en
penuria en el salón, mirando por los ventanales hacia los rascacielos. Terminó de
llenarse la copa con lo que quedaba en la botella y corriendo dio un sorbo sin
poder evitar que el líquido cayera por su mano hasta el suelo, caminó a la cocina
tirando la botella en una de las papeleras de reciclado y cogió una servilleta para
limpiar la mancha del suelo, andaba mal, dando un poco de tumbos. Se agachó
para limpiar la mancha y más líquido cayó de su copa, su cuerpo se movió mal
cuando estiró la servilleta para limpiar esa otra mancha con la lengua fuera,
precipitándose hacia delante, pero la sujetaron por la cintura, haciéndola
incorporarse con demasiada rapidez, torciendo sus ojos con la lengua todavía
fuera de sus labios para ver a Logan mirándola de cerca.
 Fuera de mi casa.
Acabar con un hipo la oración no fue nada divertido y detrás de él, Ryan, Flavio
y Basilio se mantenían cruzados de brazos, sus ropas estaban manchadas de
sudor.
 No quiero volver a veros, ¡Largo!
Logan le cogió la copa y la puso en una mesa cercana, manteniendo su otra
mano en la cintura de ella.
 Estás borracha, necesitas….
Ella alzó una de sus manos hasta los labios de él, siseándole.
 No necesito nada más que mantenerme alejada de vosotros.
Logan apretó su agarre en sus caderas.
 No lo estás pensando bien Patricia.
Él miró sus marcas de compañeros.
 Solamente duerme la borrachera un poco.
Ella continuó negando, tratando de empujarlo con las manos para que la soltara.
 No, ¡No! No, fuera de aquí, no os quiero.
Continuó despotricando hasta que unos dedos se enredaron en su pelo y tiraron
hacia atrás de ella, haciéndola doblar su cabeza para mirar a los ojos de Flavio
que brillaban con intensidad.
 Ésta ciudad es nuestra, ¡Atrévete! ¡Maldita sea! A decirnos que no nos
quieres, que no nos echarás de menos, dinos que no nos recordarás.
Patricia negó hacia él, viéndolo acercar su rostro al de ella, hasta chochar sus
frentes.
 Me iré, no volveré.
Flavio soltó una carcajada.
 Te cazaría si huyeras de nosotros, te encontraría y destruiría a todo el
que me encontrase en mi camino.
Él señaló hacia el pasillo que daba a los dormitorios y a la puerta de la calle.
 Ahora me iré.
La soltó, dejándola verle caminando hacia el pasillo donde él se volvió viendo
sus ojos llenos de lágrimas. Pero alzó su rostro orgulloso, para torcer sus ojos
hacia Basilio y salir de allí. Logan tiró de ella hacia el sofá cercano y la obligó a
sentarse. Patricia sintió el portazo de la puerta al cerrar como un golpe en su
pecho, echó la cabeza hacia atrás y se quedó frita, para cuando quiso despertarse
era cerca de medio día, con las cortinas abiertas y desnuda sentía los rayos del
sol calentando su piel, se movió un poco y sintió un terrible dolor de cabeza.
Caminó hacia el baño del pasillo y se sentó a orinar por demasiado tiempo,
comenzando a recordar, no sintiéndose para nada mejor, enjuagó su boca tras
cepillarse los dientes y se movió a la cocina, quería un dulce, un maldito donuts
con azúcar y un café bien cargado. Pero su nevera estaba vacía y desenchufada.
Tiró de ella y la enchufó para devolverla a su sitio, iría a comprar. Se puso un
vaquero y una camisa con volantes con unas zapatillas y salió con unas gafas
fuera de su piso, bajando a la calle, sintiendo el sol quemando su cerebro.
 No volveré a beber vino.
Gimió cuando en el supermercado pasó junto al pasillo de los licores, en la cola
para pagar las revistas de cotilleo, las películas de romance y los viajes para dos
estaban acumulados en un estante y ella suspiró. Pagó su cuenta y se dirigió a su
casa, tras hacerse un café y comerse cuatro donuts encendió su ordenador,
buscando algún puesto de trabajo que le interesase. Revisando sus cuentas
mientras tomaba café había visto que los olvidados habían ingresado otro medio
millón de dólares en la cuenta, cogió su fijo y llamó por teléfono a una tienda
cercana.
 Necesito una tarjeta y un teléfono.
La chica comenzó a relatarle de sus últimos móviles de alta gama.
 Solamente necesito un teléfono de recargas, sin internet.
La chica se quedó cayada y le relató que todos llevaban ya la conexión.
 Está bien, bajaré enseguida a recogerlo.
Lo hizo, pagó con tarjeta y llamó a una clínica privada que tenía apuntada en una
hoja que acababa de apuntar.
 Sí, sí, sí, sí.
No paraba de asentir hacia quien le preguntaba.
 Enseguida estoy allí.
Llegó a su edificio y se detuvo en la puerta recordando el coche, se acercó al
portero y le sonrió mientras el hombre temblaba ligeramente mirando tras ella,
haciéndola girarse para ver a Logan entrando en el edificio con sus dedos de las
manos agarrando su chaqueta, colocándosela mientras la miraba de reojo un leve
instante. Ella golpeó los dedos en la madera de la mesa alta delante de ella que la
separaba del portero.
 Verá, mi teléfono se ha quedado sin batería y necesitaba hacer una
llamada.
Consiguió que una operadora le pasara con la casa de Flavio y Basilio, para
avisarles de que quería su coche cuanto antes. Después desde su teléfono pidió
una grúa para que se llevasen el coche que había en su plaza de garaje y subió a
coger sus cosas, pulsando el botón del ascensor con su piso se percató de Ryan
entrando en el edificio con la mirada fija en ella. Pero Patricia suspiró al ver la
puerta cerrándose y sentir el ascensor ascendiendo. Cuando llegó se percató de
que no tenía documentación alguna y tragó encendido su ordenador, buscando
algún teléfono de contacto de los olvidados. Estuvo marcando, quedándose a la
espera varias veces mientras se recogía el pelo y bajaba hasta el hall del piso,
para salir.
 Bienvenido al teléfono de contacto de los olvidados, exponga su motivo
de llamada.
Ella carraspeó subiéndose a un taxi, dándole la dirección al conductor.
 Soy la doctora Patricia Calvo, me dejé toda mi documentación allí.
El olvidado pidió un momento que duró demasiado para Patricia, le dio tiempo a
llegar a su destino, pagar y bajarse antes de escuchar un mortal rugido en la
línea.
 Me dijiste que te quedarías para ayudar a Kylie.
Era Black.
 Te necesitamos aquí, no confío en ningún humano más que en ti, ni
siquiera los demás de mi pueblo, los cachorros necesitan revisiones.
Patricia se dejó caer en un banco dentro de la clínica, escuchando al olvidado,
incluso Saw estaba allí con él y trataba de hacerle también ir a asistir a Deborah.
 Sí dejáis de vender personas iré.
La línea se mantuvo en silencio por demasiado tiempo, haciéndole dudar sobre
colgar.
 Está bien.
Mintió Black, sonriendo al escuchar a Patricia aceptar.
 ¿Cuándo puede estar en el aeropuerto? Mandaré un avión para allá
rápidamente.
En algo más de tres horas estaba en al aeropuerto, subiendo las escaleras,
entrando en el interior, viendo a Ryan, Flavio, Basilio y Logan allí.
 Viajaremos contigo, esperamos que no te importe.
Subió el bolso para guardarlo y Basilio se levantó para ayudarla, rozándole su
brazo con el suyo. Tenía que sentarse frente a ellos, lo hizo, dirigiendo sus ojos
hacia ellos cuatro. Sintiendo un calor intenso. Cuando el avión se estabilizó
observó a Logan incorporándose de su asiento, no se había abrochado el
cinturón, los demás pudo comprobar que tampoco.
 Parece que ahora os gusta vestiros iguales.
Llevaban trajes chaquetas grises con chalecos a conjunto, él se movió tras los
demás y se quitó la chaqueta, doblándola con sus manos. Mirando hacia ella con
ojos cansados y ojeras. Tenía sobra de barba, como si hubiera estado más de un
mes sin afeitarse.
 Algunas veces se tienen que unir fuerzas para conseguir lo que se desea.
Ella tragó sintiendo demasiada sed al ver su camisa de mangas cortas apretada a
sus músculos. Lo observó quitarse el chaleco y su hermano se le unió al igual
que Flavio y Basilio para quedarse en camisas blancas y nada más.
 ¿Por qué habéis dejado vuestra ciudad?
Flavio volvió hacia su asiento y se inclinó hacia ella cogiéndole una de sus
piernas, apretándola con sus dedos.
 Atacaron al Rey de Krocia, los olvidados van a protegerlo en sus tierras
y a su hija la princesa Luisa.
Soltó su pierna, apartándose para que pasaran los demás a sentarse, Ryan se
agachó, pegando su cara a la de ella, respirando por la nariz con fuerza.
 Puedo oler desde aquí tu maldita crema.
Gruñó y ella sintió que su cuerpo temblaba de deseo.
 Acabarás viniendo a nosotros, desesperada, sin saber qué demonios te
pasa.
Patricia respiraba con fuerza, subiendo y bajando su pecho.
 No.
Él sonrió cambiando su rostro, dejando que el vello naranja saliera por su cara.
 Mira tus pezones.
Patricia lo hizo, viéndolos marcados en su ropa, él se acercó más, pegando sus
labios a su oreja.
 Déjame lamerlos, sólo quiero darte placer.
Ella se apartó como pudo, golpeando con su cadera el reposabrazos, sintiéndose
ansiosa. Él se movió con demasiada rapidez, sujetando sus brazos y bajó su
rostro contra uno de sus pechos, abriendo sus labios y mordió sobre la tela de su
ropa su pezón.
 ¡Oh Dios!
Un torbellino se desató entre sus muslos, que comenzaron a temblar mientras
espasmos sacudían su cuerpo. Él no se detuvo y continuó con sus dientes,
moviéndolos alrededor de su pecho hasta que la sintió quedarse suave, se apartó
y dejó caer en su asiento, viéndola cruzarse de brazos.
 ¿Acabas de correrte?
Ella se levantó deprisa, corriendo rápido al baño y Basilio la siguió, cazándola,
acechándola y se metió en el baño con ella, prohibiéndole cerrar la puerta, la
cogió por detrás y rodeó con sus brazos, manteniéndola quieta.
 Quiero comerte.
Como tenía el pelo recogido en un churro no le costó llegar con sus labios hasta
su cuello, sacó su lengua, volviéndose para que Patricia se viera junto a él y
arrastró la punta por su piel morena, subiendo lentamente hasta llegar a su oreja
donde mordió viéndola a través del espejo apretando los dientes.
 Intentaremos hablar con los olvidados, pero no podemos prometerte
nada.
Él la detuvo en sus movimientos.
 Eres un puto Boss, podrías hacer lo que quisieras.
Patricia lo vio sonreír orgulloso, alzando su rostro, tiró de ella, arrastrándola
fuera del baño, llevándola a la cola del avión donde había un dormitorio, la lanzó
en la cama y comenzó a quitarse los botones de la camisa mientras ella se
sentaba en el centro y lo miraba furiosa.
 Eso es lo que voy a hacer ahora mismo.
Se quitó la camisa y la señaló con un dedo.
 Quieta donde estás o te ataré.
Ella frunció el ceño y se volvió a mover, haciéndole saltar sobre ella con los
brazos estirados. La sujetó por las muñecas y gruñó.
 Patricia, quieta.
Volvió a gruñir su nombre varias veces, tiró de la propia camisa de Patricia,
destrozando, desgarrando unas tiras y ató sus muñecas a la pata de la cómoda.
Alzó sus ojos para ver a Ryan, Logan y Flavio mirándolo mientras volvía a
Patricia sujetándola por una de sus caderas, tiró de su camisa, sacó sus tetas
sobre el sujetador y tiró de sus vaqueros arrastrando su calzado.
 Por favor, por favor, por favor.
Acabó llorando ella, torciendo sus ojos de Basilio a los demás.
 Llevo sin alimentarme de ti demasiado tiempo.
Estiró sus muslos y se agachó enterrando su boca entre sus labios íntimos, el
ruido que hizo con sus jugos mientras chupaba hizo que ella mirara hacia otro
lado y apretara sus ojos. Pero se quedó sin aliento al sentirlo sobre ella.
Agachándose, aprovechando que ella torcía sus labios para besarla ligeramente
en los labios, cuando se apartó, Patricia pudo ver su barba empapada de su
crema, incluso en la punta de su nariz tenía, sus ojos resplandecían ansiosos en
un amarillo intenso que parecía dibujarse con manchas ámbar.
 Basilio, Dios mío, no me hagas daño.
Él bajó besos por su piel, hasta llegar a uno de sus pechos, sacó su lengua y
dibujó su pezón.
 Quiero enseñarte una cosa.
Ella levantó su cabeza, para verlo abriendo el botón de su pantalón, tirando de su
cremallera, su polla salió lanzada hacia arriba, dura como una piedra y Patricia
amplió sus labios.
 Te hiciste un piercing.
El príncipe Alberto brillaba en su punta.
 Debió de dolerte.
Basilio asintió.
 Me han cortado, quemado, disparado y muchas más cosas dolorosas,
pero creo que ésta será mi única herida que merecerá la pena.
Patricia se mordió en labio y él subió una de sus manos hasta allí, haciéndola
dejar de morderse.
 Espera, mira.
Tiró de su polla hacia abajo, enseñándole el piercing púbico que se había hecho
también y los tres que se había hecho encima. Patricia deseaba poder tener las
manos libres para llevárselas a la cara, comenzó a decir ¡Oh Dios! Sin parar,
sintiendo que ardía de vergüenza al deslizársele él hacia abajo, restregando su
polla por su vagina.
 Disfrutabas tanto con Ryan y Logan cuando te tuvieron, estabas distinta
a cuando lo hacías conmigo.
Ella negó ansiosa, sintiendo su polla cepillándose por su vagina.
 No es así.
Él continuó sus movimientos, haciéndole sentir la punta de su piercing príncipe
Alberto golpeando su clítoris, agachándose para atacar su cuello a besos,
lametones y mordiscos, se detenía cuando sentía que su vagina se apretaba,
gruñía sin parar.
 Te necesito, te necesito, te necesito.
Patricia soltó un jadeo ahogado y tiró de sus ataduras sin parar.
 Suéltame, suéltame.
Él lo hizo, destrozando la tela y ella estiró una de sus manos entre ellos para
sujetar su polla y colocarla en posición mientras intentaba enterrársela ella sola.
 Paciencia, paciencia, disfruta.
Se contoneaba ansiosa, haciéndole a él imposible no adelantar una de sus piernas
y clavarse un poco en su interior.
 Extrañaba tu toque, tu sabor.
Ronroneaba él cerca de su oído.
 Tan preciosa, tan hermosa.
Sujetó una de sus nalgas y se enterró un poco más, Patricia sucumbía al placer
que él le estaba dando, jugando en su vagina, sin llegar a enterrarse del todo. Ella
enterró sus dedos en su melena, quería morderlo, quería acariciarlo, sus piernas
estaban tensas en la cama. Ella rogó y él obedeció adelantándose hasta enterrar
todo su tamaño en ella, viéndola retorcerse de placer. Despacio comenzó a
mecerse con Patricia, encontrando un ritmo placentero entre ambos,
disfrutándose, besándose hasta perder el aliento. Ella se retorció bajo su toque,
haciendo un ligero movimiento de caderas y él incrementó sus penetraciones,
haciéndola seguir sus movimientos y ambos sucumbieron el placer. Patricia se
quedó un ligero instante boca arriba en la cama y después se volvió ligeramente
hacia Flavio, Logan y Ryan, viendo sus pantalones empapados de sus cremas,
estaban en cuclillas, con sus miradas hambrientas sobre ella. Se adelantó
sentándose, alzando las manos hacia ellos.
 Levantaos.
Los tres se movieron sin rechistar, viéndola caer de rodillas delante de Ryan,
quitándole el botón de su pantalón y liberando su polla que saltó fuera ansiosa.
Patricia se inclinó, besando su punta, sujetándolo para que estuviera quieto
porque no paraba de mover sus caderas ansioso y se vertió algo de crema de su
punta, haciéndole a ella subir su lengua y atrapar su líquido transparente, ella
abrió sus labios y enterró parte de su polla en su boca mirándolo a los ojos y
Ryan, que jamás había tenido que contener el deseo de hacer algo se quedó todo
lo quieto que pudo, viendo a Patricia deslizando todo su tamaño por sus labios
hasta donde ella podía tragar en el fondo de su garganta.
 Basta, me correré y te deseo mucho ahoraaa…..
Sujetó a Patricia por el pelo, pero ella no se detuvo, mirándolo a sus ojos
dorados continuó succionando su polla mientras se agarraba a sus fuertes
caderas. Él alzó su cara, mirando hacia el techo del avión y su polla comenzó a
sacudirse mientras sus caderas se agitaban sin poder ponerle remedio alguno.
Ella después se levantó, tenía las pupilas dilatadas mientras soltaba los botones
de los pantalones de Logan y Flavio, podían ver sus muslos mojados. Estaba con
la temperatura subida y el olor de su excitación era embriagador. Sujetó las
pollas de ambos y los masturbó poniéndose entre los dos, besando a Logan en la
boca mientras Flavio besaba uno de sus hombros. Ella torció su rostro hacia
Flavio y también lo besó, tiró de sus pollas, arrastrándolos a la cama y ella se
subió de rodillas, besando todavía a Flavio mientras Logan se liberaba de su
agarre y se ponía tras ella viéndola agacharse besando lentamente los pectorales
de Flavio, sus abdominales.
 Volvámosla.
Flavio tiró de sus hombros y Logan de sus caderas haciéndola volverse,
dejándola caer en el colchón, bajo la polla de Flavio mientras Logan jugueteaba
con su vagina.
 Abre los labios.
Flavio se sujetó la polla y dibujó con su punta los labios de Patricia, sintiendo su
lengua cuando ella quería sacarla mientras Logan se enterraba en ella hasta el
fondo de su coño, rozando con sus malditos testículos toda la piel de Patricia.
Flavio bajó sus manos y tocó los pechos de Patricia, sintiéndola tensarse bajo su
toque mientras rodeaba con sus dedos sus pezones y tiraba de ellos. Bajó una de
sus manos hasta su melena y tiró para sujetarse la polla y clavarla entre los
labios de Patricia, deslizándose en un interior, tratando de no temblar mientras
bombeaba en su interior. Ella gimió alrededor de su tamaño, corriéndose con
Logan mientras se inclinaba para acariciarle el clítoris, haciéndola retorcerse de
placer. Él, Flavio sacó su polla de sus labios y tiró de ella, volviéndola en la
cama, haciéndola quedarse con las piernas colgando en la cama, para abrirse de
piernas alrededor de ella, tirando de sus nalgas y enterrándose en su vagina.
Llevó dos dedos hasta los labios de ella y gruñó para que los chupara, viéndola
abrir sus labios y sacar su lengua.
 Empápalos bien.
Ella gimió alrededor de sus dedos mientras él se mecía en su vagina, apretando
sus muslos contra las caderas de ella. Deslizó sus dedos empapados fuera de la
boca de ella y los bajó por sus nalgas, viéndola torcer su rostro para mirarlo con
los labios abiertos. Provocándole para que se inclinase y la besase mientras
ambos se corrían y él deslizaba sus dedos en su ano lentamente, invadiendo sus
anillos que apretó ella al correrse con él. Cuando se apartó, Ryan tiró de ella
hasta el centro de la cama y subió una de sus piernas hasta su hombro,
mordiéndole la carne, viéndola retorcerse mientras se enterraba en ella.
 ¡Ooh Ryan!
Ella se llevó las manos hasta sus pechos, acariciándose los pezones y él tiró de
una de ellas haciéndole bajarla para que se tocara el clítoris, sintiendo sus uñas
en su polla golpear mientras ella trataba de hacer movimientos placenteros con
sus dedos, bajó su rostro y apretó entre sus dientes un pezón de ella, el que no se
estaba tocando, sacando su lengua para chupar la punta.
 Voy a correrme nena.
Patricia asintió con los ojos poniéndoseles en blanco, comenzó a tener espasmos
y se corrió con él. Terminando en un charco de placer, quedándose todavía
agitada en la cama cuando salió de ella, sonó la puerta del dormitorio, los golpes
de unos nudillos dándole a la madera y Patricia se avergonzó al escuchar a la
azafata decir que tomarían tierra enseguida, observó a Ryan levantándose y
Basilio ocupó su lugar gruñendo hacia su hermano, Logan y Ryan.
 Traerle algo de ropa e ir a sentaros, me quedaré con Patricia aquí.
Ella se puso de lado, mirándolo a los ojos, deslizando al igual que él su mirada
por su cuerpo. Viendo que mientras que ella tenía las tetas algo caídas. Él tenía
unos pectorales duros cubiertos por tatuajes, bajó su mirada por sus abdominales
prietos mientras él subía una de sus manos por su muslo con algunas estrías y
apoyaba su mano en su cadera, sujetándola mientras empezaban a descender.
Patricia parpadeó contando sus seis abdominales y los otros dos alrededor de su
polla de regalo, ella tenía barriguita y sentada unas lonchitas. Él subió más su
toque, tirando de ella contra su cuerpo.
 Estás fría.
La volteó y se acercó a ella, rodeándola con sus brazos. Acercando sus labios a
su oreja, besando en su punto delicado bajo ésta, viéndose en un espejo cercano
donde sus ojos resplandecieron.
 No puedes dejarnos.
Pasó una de sus piernas sobre la cadera de ella y uno de sus brazos por su
cintura, por su teta y después puso su mano en la que tenía pegada al colchón. Su
piel morena resaltaba contra la de él pálida, llena de cicatrices dentadas y
tatuajes.
 Moriría sin ti.
Recorrió sus brazos con sus dedos, dibujando sus tatuajes que subían desde sus
muñecas, viendo el cuchillo con el ojo en la punta, las ruedas del avión tocaron
tierra y ella apretó su agarre en los brazos de él, sintiéndolo acercar sus labios a
su cuello y apretarlos en su pulso, estremeciéndose al sentir su lengua pasando
por su piel hacia arriba, lamiendo hasta su oreja donde mordió la carne dura.
 Puedo oler como crece tu excitación.
Él movió su nariz por su cuello, respirando su aroma, ella abrió sus labios, los
cerró y volvió a abrir varias veces.
 No puedes volver a dejarnos.
Apretó su pecho, cogiendo con dos de sus dedos su pezón.
 Como si no pudierais vivir sin mí.
Él gruñó con los labios rozando su hombro expuesto, se separó y subió hasta su
oreja, haciéndola sentir su aliento.
 No, no podríamos.
Ella soltó una carcajada viendo a Ryan entrando en el dormitorio del avión con
la bolsa, lo observó llevarse las manos a los bolsillos de su pantalón y agacharse.
 Si tú mueres, nosotros también.
Basilio golpeó sus nalgas y se levantó de la cama, pasando hacia la salida con la
polla golpeando contra su bajo vientre. Dura como una roca, con las venas
marcadas. Ryan se dejó caer en la cama, de lado, mirándola detenidamente,
como si tratase de averiguar algo en ella.
 Los Olvidados son peligrosos, por favor.
Le costó pedir, apretó sus labios mientras le ofrecía una blusa a Patricia.
 No los provoques, no quiero tener que salir de aquí en guerra con ellos.
Ella intentó relatarle, incorporándose. Pero él puso un dedo en sus labios y
después le pasó la blusa por la cabeza, la sujetó por la nuca, tirando de ella,
rozando sus labios con los suyos.
 Patricia, sabes que no pedimos nada.
Ryan miró fijamente sus ojos, viendo el marrón chocolate brilloso.
 Solucionaremos todo lo que podamos, pero créeme, esos humanos que
venden al menos siguen con vida. Es un paso importante, yo jamás he
dejado a nadie que me robase o dañase con vida.
Él la soltó, miraba hacia la nada, con el ceño fruncido.
 Necesito ir al baño.
Escuchó un porqué y alzó sus ojos para ver a Flavio ofreciéndole una botella de
agua.
 Tengo que orinar y quiero lavarme un poco.
Todos se pusieron delante de ella, gruñeron a la vez mientras Patricia se sentaba.
 ¿Acaso necesitas quitarte nuestro olor?
Ella confusa parpadeó mirando a Ryan.
 Sudé, me estoy quedando fría y gotearé si no me lavo.
Se levantó, pasando entre ellos hacia el baño, sintiendo que al detenían unas
cálidas manos. Torció sus ojos para ver a Flavio tras ella, besando uno de sus
hombros.
 Te estaremos esperando fuera.
Patricia asintió soltándose, moviéndose al baño. Se quitó la blusa, orinó,
estremeciéndose de placer. Metió en la ducha, recogiéndose el pelo como podía.
Sintiendo el agua caliente golpeando su piel, cuando salió del baño cogió el
pantalón, se puso unas braguitas y un sujetador. Cuando pudiera debía comprarse
ropa nueva, su mente pensaba en el encaje, en los dientes de Ryan y Basilio
tirando de todo, respiró por la boca, sintiendo sus pezones pulsando en el
sujetador. Tocó sus mejillas calientes, sintiendo vergüenza ante su excitación.
Cuando terminó de vestirse cargó su bolso y se acercó a la salida del avión,
Flavio subió las escaleras para cogerle la maleta y le ofreció su brazo para
ayudarla a bajar. Sus ojos buscaron a Logan, Basilio y Ryan. Peor no los veía,
cuando tocó con sus zapatillas tierra se volvió para verlos junto a un hombre de
avanzada edad que estaba de espaldas a ella, justo al otro lado del avión, lo
reconoció junto a su hija, la princesa Luisa. Junto a todos ellos había un grupo de
cambiantes con camisas de mangas cortas negras y chalecos color vino tinto.
Miraban a Flavio, tenían tatuajes parecidos a él. Sintió su toque en uno de sus
brazos y alzó sus ojos para mirarlo.
 Supongo que hoy será la subasta.
Él asintió hacia ella, con sus ojos ámbar mirándola fríamente.
 ¿Cómo puedes permitirlo?
Tiró con fuerza de su agarre, tratando de soltarse, pero él la mantuvo en su sitio,
como si su mano fuera un hierro a su alrededor.
 Sabes lo te hemos dicho, haremos lo que podamos.
Black, con un pesado rifle entre sus manos y ropa protectora se acercó a ambos.
 Doctora.
Ella negó, todavía tiraba y tiraba del toque de Flavio, pero no conseguía soltarse.
 ¿Cómo podéis imponer la esclavitud? Se abolió hace mucho tiempo, por
Dios Black, estás con una humana. Vas a ser padre, seguramente de
alguna niña.
Black mantuvo su rostro ilegible mientras la escuchaba.
 Eso es denunciable.
Continuó y continuó hasta quedarse sin aliento, viendo que Black continuaba
quieto, mirándola fijamente hasta que se quedó en silencio.
 Las personas que se van a subastar hoy tenían en su poder a más de mil
olvidados esclavizados y a otros tantos cambiantes, en su mayoría
destrozados por palizas, muertos de hambre, sucios. El dueño del lugar
tenía a mis hembras en un cuarto en su casa, donde con sus inversores y
compradores se divertían cuando se reunían. Una de ellas estaba en el
suelo amarrada de brazos y piernas. Se había portado mal desde siempre,
el señor de la plantación le destrozó los ojos, porque se revelaba contra
ellos. Deborah tuvo que vaciárselos cuando la trajimos, tiene la vejiga
caída, desgarros que no terminan de curarse y quemaduras en su vagina.
Le arrancaba los dientes cada vez que le salían y de no poder estar en el
agua su piel tiene heridas muy graves.
Flavio rodeó a Patricia con sus brazos cuando ella se volvió y se lanzó contra él.
 En un agujero bajo tierra tenía como ochocientos cadáveres listos para
ser quemados y reducidos sobre montones de huesos y restos de los míos.
Patricia apretó sus ojos contra el pecho de Flavio.
 Lo siento mucho.
Aunque le salió como un susurro sabía que él la había escuchado.
 Sentirlo no me devolverá a los míos, no les devolverá a mis hembras la
confianza para querer hacer una vida junto a alguien.
Patricia separó su rostro del pecho de Flavio y alzó sus ojos mirando como
habían cambiado a amarillos brillantes.
 Las subastan les dan a los humanos un motivo para seguir viviendo,
como esclavos, como cría para traer vida a éste universo perecedero.
Flavio se inclinó y pasó una de sus manos por su rodilla, la cargó en sus brazos y
caminó con ella, Ryan cogió la bolsa que él había dejado caer en el suelo para
abrazarla.
 Lo siento mucho pequeña.
Ella subió sus ojos hacia los de él.
 No quería que supieras la crudeza de todo lo que hemos vivido algunos.
Él, viéndola dudar sonrió amorosamente.
 Yo y Basilio nacimos en un laboratorio, al año de vida, con un brazo
roto por cuatro sitios, la cabeza abierta y mi culo desgarrado a golpes
sabía que debía callarme si tenía hambre.
Patricia alzó una de sus manos contra una mejilla de él, enterrando sus dedos en
su barba, llegando a su piel suave y caliente.
 Vamos, te he..e.e.eeee….mos comprado una cosa.
Continuó su paso, le había costado decir que habían comprado algo para ella.
Patricia torció su rostro, viendo una serie de cabañas separadas por césped y
piedras bonitas que hacían un pasillo, tenían puertas de cristales.
 Ésta noche nos han concedido dormir como invitados aquí.
Logan se le adelantó, abriéndoles la puerta. Flavio entró con ella y la llevó hasta
el único dormitorio que allí había, encendió la luz como pudo, manteniéndola
todavía entre sus brazos y sonrió mientras la dejaba en un cómodo sillón,
viéndola parpadear hacia la cama hermosa adornada con cortinas blancas y techo
de tela desde el que colgaba en una percha un vestido en color oro con volantes y
la parte del corsé de piedras.
 Tenemos una celebración elegante, una especie de coctel con muchas
personas importantes antes de la subasta y queríamos saber si vendrías
con nosotros.
Los ojos de Ryan brillaban mientras le preguntaba ansioso.
 Después será la subasta.
Ella amplió sus ojos, pero se desanimó al ver a Basilio negándole.
 Solamente es para olvidados y cambiantes.
Por lo que los humanos quedaban fuera, le dieron una hora para arreglarse.
Flavio le arrojó encima de la cama un cajón de maquillaje y accesorios para el
pelo.
 Suponíamos que te gustaría arreglarte, a las hembras humanas os gusta.
Iba a decir algo más, pero se contuvo. Salieron de allí, cerrando la puerta del
dormitorio. Estaba vestida, con una base de maquillaje, los ojos pintados y los
labios mientras trataba de hacerse una trenza francesa. Pero ya llevaba tres
intentos y sus brazos dolían cuando llamaron a la puerta con dos simples toques
y entraron los cuatro con trajes negros, ella bajó su mirada desde el espejo,
viendo sus camisas negras y chalecos, sus pantalones y ella parpadeó mirando
sus pies descalzos.
 Los olvidados no utilizan calzado alguno y los cambiantes hemos
decidido hacer lo mismo.
Patricia vio a Flavio acercándosele, poniendo sus manos en sus hombros
desnudos, bajando sus dedos hasta las tirantas de sus brazos.
 Déjamelo a mí.
Bajó sus manos en su regazo, cruzando sus dedos. Él subió sus manos hasta su
pelo, desenredó algunos lados y sonrió apretando con un dedo una zona.
 Aquí es donde te lías.
Sujetó con su mano el pelo y cepilló el resto antes de que Basilio se le acercara y
pusiera un dedo cada vez que su hermano cruzaba su cabello. Hicieron un
trabajo de peluquería, incluso pusieron laca sin olor en su pelo. Logan abrió una
caja de zapatos y Patricia abrió sus labios al ver que eran de Flagos, unos de los
mejores zapateros del mundo, cambiantes. Se levantó cogiendo la mano de Ryan,
sintiendo la suavidad en sus pies. Los siguió hasta un vehículo y llegaron hasta
un edificio protegido por un montón de olvidados que mostraban sus caras,
llevaban chalecos antibalas y tenían pesadas armas en sus manos. Patricia alzó
sus ojos, viendo en la azotea a otro grupo de olvidados armados. Los vehículos
hacían fila mientras se bajaban de varios, distintas personas, pero la mayoría no
eran humanos. Cuando llegaron a la puerta del edificio, Logan se bajó después
de que les abrieran la puerta del coche que abría del revés y la ayudó a bajar. Le
ofreció su brazo y ella lo rodeó mientras seguía su paso que él hacía lento,
entraron dentro y las miradas se fijaron en ellos, en el agarre que tenía ella en el
brazo de él.
 Ven, conocerás a una princesa como tú ésta noche.
Patricia asintió, se detuvieron cerca de ellos unos camareros con bandejas de
bebidas y canapés. Ella cogió una copa de vino espumoso y Logan una cestita
que arrastró contra sus labios, dejándole sentir una explosión de sabor en su
boca.
 Tienes que comer.
Él gruñó cerca de ella, pegando sus labios a su garganta.
 Yo me encargo.
Pulsó con sus labios en una zona sensible, haciéndole a ella clavarle las uñas en
su brazo, por la tela de su chaqueta.
 Mierda, humana mía. Daría mi maldita polla por haber sentido ese
arañado en mi carne.
Se detuvieron delante de un señor mayor y una joven de piel tostada,
escuchándoles hablar con un capo de la mafia italiana. Les rodeaba un grupo de
cambiantes y había cerca tres enormes seres que medían más de dos metros y
Patricia no lograba saber lo que eran, eran idénticos a simple vista, nada más se
les podía diferenciar por los colores de sus ojos.
 Está bien, entraré.
Gruñó el Rey Alexander, miró hacia su hija, viendo la desaprobación en sus ojos
y Patricia entendió algo viendo a todos los cambiantes y olvidados entrando por
unas puertas correderas enormes.
 Vamos Dak, a la princesa no le sucederá nada.
Ella simplemente se encogió de hombros acercándose a Patricia.
 Estaré bien.
Los tres seres en la pared se mantenían serios mirando hacia el Rey que le
costaba moverse, le dolía, el Rey miró a su hija, ella le regaló una sonrisa de
niña buena mientras juntaba sus manos y los tres seres aquellos apretaban sus
labios mirándolo a él, viéndolo asentirles.
 Solamente será un rato ¡Venga!
Patricia alzó su rostro para recibir los labios de Flavio contra los suyos. Después
los de Logan, Basilio y Ryan. Los observó desaparecer y se quedó sola con la
princesa de Krocia, viéndola beber de una copa alargada, vaciándola mientras
miraba su móvil. Dejó a Luisa con su padre y ella no pudo sonreír más al
conocer a Patricia, sintiéndose acompañada por una mujer. Alexander
simplemente se encogía de hombros mientras Luisa lo besaba en una de sus
mejillas con vello, haciendo al humano reblandecerse. Cuando su padre
consiguió que todos, incluso Dak y sus hermanos entraran en la subasta. Ella
salió de allí con Patricia siguiéndola asustada, se metió en un coche y la
perdieron de vista.
 Lo conseguiste.
Las hermanas gitanas sonreían mientras una de ellas miraba a Patricia.
 La doctora y yo nos quedamos solas en la recepción y quiso venir.
Luisa comenzó a enredar en las horquillas de su pelo y comenzó a liberarlo,
dejándolo caer en ondas sobre sus hombros hasta la mitad de su espalda.
 ¿De dónde habéis sacado éste coche?
Era un maldito pegasus GT500.
 Alessia e Isabella tienen el permiso de conducir internacional, los
hermanos Pegasus les han dejado el coche, uno de ellos había sacado a
pasear a ésta preciosidad detrás del vehículo que llevaban de seguridad
con su mujer.
Desnuda, salvo la ropa interior levantó sus brazos hacia Raluca mientras Anca le
sujetaba el pelo, le pasaron un vestido por los brazos de mangas cortas y ella se
incorporó un poco en su asiento para bajarlo por sus nalgas hasta sus muslos,
Patricia permanecía absorta viéndolas.
 ¿Habéis encontrado algún local chulo en la ciudad?
Isabella se encogió de hombros.
 Sinceramente no sé porque no te gustan las fiestas a las que vas, yo daría
mi brazo derecho por estar en tu lugar y créeme vivo de mis manos.
Rodaron por más de quince minutos por la carretera, hasta que divisaron unas
luces no muy alejadas de los muros de salida de los territorios de los olvidados.
Alessia frenó al ver que delante dos coches estaban cruzados en la carretera y a
los lados un grupo de hombres apuntaban con pesadas armas hacia ellas.
 Bien, bajen del vehículo sin hacer ruido y ninguna resultará herida.
Alessia e Isabella salieron primero, movieron los asientos hacia delante para que
Raluca, Anca, Patricia y Luisa pudieran salir mejor. Luisa que se guardó el
teléfono móvil entre los pechos intentando calmarse salió después, el ruido de
las puertas oxidadas de una furgoneta aparcada en la cuneta de la carretera hizo
que Luisa se estremeciera, dos hombres a cada lado de la camioneta movieron
sus armas en dirección al oscuro lugar, haciéndolas ir hacia allí con las manos en
alto, cerraron tras ellas. Luisa con manos temblorosas encendió el teléfono y
marcó a su padre mientras escuchaba el ruido de las puertas de los vehículos y
los motores arrancando, bajó el sonido del teléfono.
 ¿Lui…
Ella no le dejó terminar.
 Papá.
Las lágrimas invadían sus ojos mientras su cuerpo se sacudía al acelerar el
vehículo.
 Nos han secuestrado.
Gruñidos, rugidos, sonidos de sillas deslizándose.
 Íbamos a la ciudad, no hemos abandonado todavía la zona de los
olvidados.
O eso creía Luisa antes de que el vehículo diera un salto importante y comenzara
a rodar sobre tierra, se escuchaba el ruido de las piedras golpeando la furgoneta,
su padre trataba de calmarla, el vehículo se frenó de golpe y Luisa se asustó
buscando donde dejar caer el teléfono, vio un trozo de rotura entre las chapas de
la furgoneta y lo empujó allí, consiguiendo deslizarlo por allí.
 ¿Dónde está?
Alessia e Isabella negaron y una de ellas, Isabella, recibió el golpe de la culata
del arma en la mandíbula, chilló con todas sus fuerzas de dolor mientras su boca
chorreaba sangre por el suelo de la furgoneta, varios de sus dientes rotos cayeron
al suelo.
 Quitaos la ropa.
El hombre apuntó contra la cabeza de Patricia haciéndola quedarse en silencio,
viéndola deslizar las tirantas de su vestido por sus hombros, se quedó en unas
pequeñas braguitas y un sujetador, se abrazó a sí misma mientras la sangre caía
de sus labios hasta su pecho, el hombre tiró del vestido y esperó a que las demás
hicieran lo mismo.
 Bajar.
Luisa bajó delante de Raluca, Anca y Patricia, tras ella, mientras que Alessia e
Isabella se adelantaban a ellas. Luisa y Patricia miraron a su alrededor, los muros
de los olvidados estaban apenas a un kilómetro de allí, uno de los hombres la
empujó y ella siguió a las demás dentro del cobertizo donde un grupo de nueve
tipos las apuntaban con armas.
 De rodillas.
Las cinco cayeron al suelo mientras varios las rodeaban.
 ¿Quién de vosotras es la princesa?
Ninguna contestó, Luisa mantuvo su cabeza agachada, mirando sus rodillas.
 Vamos, solamente morirá una de vosotras, el resto saldrá con vida de
aquí.
Isabella intentó apartarse de uno de ellos, mientras éste trataba de mover su pelo
a un lado de su cuerpo y tirando de su pelo se lio a darle puñetazos en la boca,
golpeó a Luisa con su pecho en un brazo y ella sollozó al ver la sangre por todo
el pecho de Isabella, apretó sus ojos y volvió a bajar su cabeza, arrastraron a
Isabella delante de todas mientras se ponían tras ellas varios de los tipos y ataban
sus manos a la espalda, ponían esparadrapos en sus labios mientras tiraban de las
bragas de Isabella y de su sujetador desnudándola, golpeándola. Ella consiguió
levantarse y correr unos pasos, pero de nada le sirvieron, uno de ellos le propinó
una patada en la parte trasera de una de sus piernas y la hizo caer, saltó sobre ella
volviéndose hacia los demás, señalando a cuatro de ellos.
 Salir, vigilar la maldita zona.
Luisa parpadeó lágrimas acercándose a Patricia, rozándola con uno de sus
hombros al ver cómo el tipo llamaba a los otros para que sujetasen a Isabella, los
otros cuatro salieron de ella, Raluca y Anca la golpearon con los codos al ver
que ella iba a intentar decir algo, las miró y las tres negaron con miradas
decididas, no iban a dejar que ella muriera, dejarían que antes una a una les
hicieran a ellas lo que quisieran. Raluca movió su cabeza, Patricia, que
consiguiendo liberar algo sus labios susurró cerca de ella.
 De aquí no saldremos con vida Luisa, sí te delatas acabarán contigo y no
les quedará ningún motivo para hacerlo con nosotras, les hemos visto la
cara.
Isabella chilló mientras el hombre sobre ella se deslizaba hacia abajo con el
estruendoso ruido de su bragueta bajándose, dos de los hombres miraban en las
piernas de ella la escena, los otros dos intentaban pellizcarle los pechos entrando
sus manos entre el suelo y sus globos. El hombre sobre Isabella gruñó sobre el
chillido de ella que se silenció con un fuerte y sonoro puñetazo, el hombre sobre
Isabella puso una mano en la cadera de ella y con la otra se debió sujetar la polla,
cuando la atacó con una penetración seca Isabella chilló de dolor, los hombres
que tenían sus manos estiradas apartaron sus rostros, ella intentaba liberarse con
todas sus fuerzas, intentaba rogar, pero no podía. El tipo, mientras sus pantalones
y calzoncillos iban cayendo al suelo cogió el machete que tenía uno de ellos en
la cintura, tiró del pelo de Isabella y lo pasó por la garganta de ella, rebanándole
el cuello, hizo más movimientos al ver que no había hecho un corte certero al
estar el cuchillo poco afilado y después se levantó. Isabella todavía se movía un
poco cuando el cruel hombre se volvió señalando a Alessia con el machete en
una de sus manos, chorreando la sangre de Isabella.
 ¿Quién de vosotras es la princesa Luisa? Es una de vosotras cuatro,
creerme, después os violaremos sin piedad hasta que nos digáis quien es o
acabaremos con todas vosotras.
Alessia agachó su cabeza, lágrimas se deslizaban por sus mejillas cuando tiraron
de ella, lanzándola contra una alpaca de heno. El hombre con el machete miraba
hacia ellas, parecía ido mientras alzaba y bajaba el machete, pensando
seguramente si asesinarlas allí mismo, mientras Alessia era desnudada de la poca
ropa que tenía, uno tras otro comenzó a turnarse con ella hasta que el tipo del
machete se cansó y llegó hasta donde ella estaba, levantó su arma y la corto de
un simple golpe, haciendo a su cabeza rodar. Luisa vomitó, pero tuvo que volver
a tragarse su vómito por la mordaza, aquello parecía durar horas y apenas
llevaban allí veinte minutos cuando el tipo del machete gruñó a los demás que
salieran y se turnaran con el resto de los de fuera. Se puso delante de ellas y
enterró su mano en su pantalón, para sacarse y acariciarse la polla, abrieron las
puertas dobles del maldito lugar y entraron la furgoneta en la que habían sido
llevadas, lanzaron los cuerpos de Alessia e Isabella dentro, para después señalar
a Raluca el tipo del machete, arrastró algo hacia donde ellas estaban, una mesa y
los cuatro que habían entrado la cogieron y tiraron boca arriba en la mesa
mientras el del machete hablaba.
 No somos los primeros locos en recibir una oferta por cortarte el
pescuezo princesa, tú tienes un precio, acabaremos destrozando tu puta
dinastía como tu padre ha ayudado a acribillar a los nuestros, pero
primero acabaremos con tus amigas.
Raluca no tuvo oportunidad de defenderse, con las manos atadas a la espalda dos
de esos hombres tiraron de sus piernas mientras otro de ellos se sacaba la polla,
dibujaba con ella su sexo y se enterraba en ella sin más preámbulo, haciéndola
chillar, haciéndola sangrar, la volvían, la penetraban analmente y así, con ella
apoyada en los dedos de sus pies, descansando, turnándose con los de fuera, con
el del machete que acabó separándose de Raluca antes de correrse y se puso
delante de ellas, vaciando su carga sobre Luisa, Patricia y Anca. Siguió
masturbándose, volviéndose hacia Raluca, haciendo a Luisa apretar sus ojos.
Antes de verlo colocarse sobre el trasero de ella, pero no llegó el gemido de
Raluca, si no el de los hombres, Luisa alzó sus ojos para ver como Raluca se iba
deslizando de la mesa hacia el suelo, pero un olvidado la cargó en sus brazos.
Luisa parpadeó al ver que era un hombre desnudo con todo su cuerpo de
escamas negras de serpiente y nada más, Patricia temblaba junto a ella, se dejó
caer contra su hombro y Luisa continuó llorando en silencio con las piernas
temblorosas.
Luisa sintió un contacto en su rostro, delante de ella su padre se había dejado
caer de rodillas.
 Te he puesto en peligro por mis decisiones, iban a matarte.
Ella se dejó caer hacia delante, contra el pecho de su padre, mientras él con
manos temblorosas trataba de soltarle la brida que le habían puesto. Dak se puso
detrás, sacó un cuchillo del interior de su chaqueta y la soltó, los hombres
capturados con vida estaban de rodillas delante de aquel pajar, un olvidado
pasaba una navaja afilada por sus gargantas y los dejaba morir lentamente
desangrados, Alexander trató de coger a Luisa, pero no pudo, su hija permanecía
rígida, caída contra él. Pal se puso tras ella y la levantó en sus brazos, caminando
con ella fuera de aquel lugar mientras los olvidados vertían gasolina por el lugar.
 Morirá y tú también Rey Alexander.
Dak caminó hacia el humano, descalzo, con su traje de cuadros blancos y rayas
negras impoluto, se puso de cuclillas delante del humano y le enseñó los dientes
soltando un gruñido.
 Voy a cortarte, tú eres el que mataste a las dos mujeres, ¿Verdad?
El hombre parpadeó sin querer hablar, Dak se volvió hacia Gjon y Pal, moviendo
su cabeza de manera afirmativa mientras se incorporaba y le daba la vuelta al
hombre, le cogió una de las manos y le cortó un dedo lentamente, pasada a
pasada, escuchándolo gemir.
 Habla.
Le cortó todos los dedos de las manos, quemaba el cuchillo en el fuego del pajar,
respiraba el intenso olor a quemado mientras corría con la punta ardiendo del
cuchillo por la espalda del hombre, bajando hasta sus pies, poniendo la punta del
cuchillo en una de sus dedos.
 Nos dijeron que buscásemos a una mujer morena, que saldría de los
territorios de los olvidados, no había nadie vigilando esa salida y
decidimos adentrarnos.
Dak cortó su dedo gordo, arrojándolo dentro del pajar.
 Debí matar a todas y huir.
Él, Dak alzó sus ojos hacia los olvidados allí presentes ante la crudeza de las
palabras del humano.
 ¿Quién te mandó no te enseñó una fotografía?
Dak vio como el humano bajaba su cabeza.
 No, mis teléfonos son simples, nos contactaron y punto.
Torciendo sus ojos lobunos alrededor del lugar comprobó que había una casa, el
olor a suciedad a maldita mierda era insoportable.
 Me ofrecieron devolverme mis tierras más allá de vuestros malditos
muros, ¡Me habéis quitado todo!
Dak frunció sus labios.
 Siempre se os ofrece una alternativa, otras tierras más alejadas, incluso
más espacio.
El humano negó.
 ¿Abandonarías tu hogar de la noche a la mañana?
Dak juntó sus manos, entrelazando sus dedos y se movió de atrás hacia delante
soltando un gruñido.
Yo no he tenido nunca un hogar, no puedo ayudarte con eso humano. Logan
mantenía a Patricia abrazada, de rodillas, mientras ella lloraba sin parar, se
separó y la cogió por las mejillas. Estiró una de sus manos y cogió un pañuelo
que le ofrecía Flavio, limpiándola con ojos amarillos intensos que apenas tenían
el círculo negro pintado, con la mano que tenía en la mejilla de ella temblando.
Cuando terminó, arrojó lejos el pañuelo y gruñó, acercando su rostro al de
Patricia, pegando su frente a la de ella.
 Vayámonos a casa.
Ella asintió mientras él la cargaba en sus brazos, salieron de allí y él negó al
coche que les esperaba. Caminó con ella, dando un paseo, respirando el aire
fresco de la noche, seguidos de Ryan, Flavio y Basilio. Él quería ir a su propia
casa y encerrarse con ella. Guardarla en una urna de cristal irrompible, cerrar con
llave y no volver a salir. Pero aquí estaban, la subasta no había podido ni
empezar cuando la hembra había llamado a su padre. La casa donde debían de
dormir con Patricia estaba a escaso kilómetro y medio de una entrada a los
subsuelos donde los olvidados mantenían a sus cachorros, Ryan y Basilio
ayudaron a Patricia a hacer pis y a ducharse. Los olvidados habían construido la
vivienda allí también porque la residencia de los hermanos Saw, la de Back, la
hembra humana embarazada que habían decidido mantenerse con sus cachorros
aquí para siempre. Los hermanos lobo y los gorilas andaban buscando de nuevo
familia, incluso los pegasus y los minotauros tenían a su hembra embarazada
cada vez que paría, algunas veces en la misma cuarentena. Ellos mismos no
dudaban sobre el deseo de criar viendo a Patricia sobre aquel colchón de sábanas
blancas, con su piel morena y sus tetas era fácil ver un vientre lleno.
 Nos han pedido que volvamos a la subasta.
Ryan se tumbó junto a Patricia en la cama y Basilio se tumbó a su otro lado.
 Iros, nosotros nos quedaremos aquí.
Flavio y Logan se llevaron las manos a los bolsillos de sus pantalones,
escucharon un vehículo y vieron que llegaba hasta la puerta un 4X4. Ambos se
volvieron, mirando hacia Patricia. Largo era poco para el tiempo que tardaron en
llegar de nuevo al edificio y a la subasta, las agujas del reloj en la muñeca de
Flavio parecían no avanzar y Logan se desesperaba andando de un lado a otro,
de atrás hacia delante, dando vueltas, golpeando con sus pies el suelo.

“Vayan tomando asiento señores”

Allí había humanos, un jugador de baloncesto que se había llegado a
comprometer con la princesa Luisa sin llegar a nada que trataba de hablar con el
Rey Alexander. Otros humanos ricos que preferían mantener en el anonimato el
hecho de que les gustaba compartir entre ellos se repartían en varias mesas. Las
cortinas en el escenario comenzaron a moverse, abriéndose para dejarles ver a un
olvidado de más de dos metros y medio, tal vez dos ochenta con la piel negra
como si se hubiera pintando con carboncillo. Dos enormes cuernos salían de su
cabeza, alrededor de su pelo que caía por su espalda. Llevaba un maldito
pantalón azul oscuro que le llegaba sobre los tobillos y nada más, hablaba, pero a
ambos les costaba concentrarse en sus palabras. Pasó una humana de tez algo
morena por el sol seguramente y se vendió en un número tan alto que Flavio
debería tirar una pared entera de su casa para pagar esa cantidad. Los magnates
petroleros humanos se acercaron hacia su nueva esclava, uno de ellos cogió la
correa que el olvidado de ofrecía, tachonada. La hembra tenía una mordaza en la
boca, lloraba, sus lágrimas se deslizaban por sus mejillas, lloraba feo, muy feo
mientras el humano la sujetaba tras ella bajar con paso tembloroso hacia donde
estaba él. El olvidado alzó una carpeta hacia el hombre de cabello rubio y ojos
fríos azules, se quedó leyendo unos instantes el humano y cuando firmó el resto
de ellos comenzó a firmar, uno tras otro, tras otro, tras otro, tras otro, tras otro,
tras otro, tras otro, tras otro, tras otro, tras otro hasta que salieron de allí. Logan y
Flavio, no se comprendían a sí mismos, habían tenido putas, cada uno en sus
respectivos locales. Incluso Flavio había heredero del anterior capo a un chulo
que tenía que se dedicaba a engañar a las chicas, las hacía endeudarse y
arrastraban a la prostitución. Aunque las mujeres ya no eran extorsionadas y se
prostituían porque ellas mismas lo deseaban, todavía había hombres a los que les
gustaba violar a alguna chica y acudían a sus garitos, pocos ya. Porque los suyos
se encargaban de arrancarles los huevos y la polla antes de dejarlos salir
desangrándose para buscar un hospital si no morían desangrados antes. Porque a
una hembra le tenía que gustar ser violada en un juego sexual y no sufrir las
vejaciones que se le imponían. Sintió un codazo en el costado y miró hacia su
propio cuerpo y después a Logan con el ceño fruncido, viéndolo mover su
cabeza hacia el resto del lugar que estaban pendientes de ellos.
 Gruñías.
Él se encogió de hombros, el olvidado con sus cuernos gruesos con líneas y
dibujos raros carraspeó y volvió a hablar. Sin micrófono, sin altavoces, en aquel
lugar reinaba el silencio. La siguiente hembra, fue comprada por os hermanos
Kraken que alcanzaron la cifra de veinte millones. Pero la siguiente humana
levantó revuelo entre los invitados cuando aclararon que era una bastarda fruto
del amor del dueño de las plantaciones de cacao con una mulata.

 Acepta tu castigo, humana.
El olvidado estiró su brazo con el pelo fino pegado a su piel. Tiró de la cortina
que mantenía una zona no muy privada en el fondo del escenario e hizo que la
hembra saliera, la fina capa que cubría su cuerpo con la capucha eran su único
escudo. Pero el olvidado que la esperaba tiró del material, haciéndolo girones y
cayéndolo destrozado por sus brazos, su pelo marrón chocolate se deslizó fuera,
soltándose del nudo que se había hecho con el.
Ella lo miró furiosa unos instantes, pero rápidamente cambió su rostro, cogió la
capa, abrazándose con fuerza y miró hacia el olvidado con extraños cuernos
rizados hacia atrás, vio sus labios moverse, pero no podía escucharlo, el pánico
se estaba apoderando de la hemnra. Él enredó una de sus manos en una de sus
muñecas y tiró de ella, Flavio tuvo que ser sujetado por Logan. La hembra no
podía calcular el tiempo que llevaba zambullida en sus pensamientos. Alzó sus
ojos y sus labios se entreabrieron al ver a un ser de más de dos metros, pálido.
Con algunos mechones de su pelo largo blanco cayendo por su rostro con unos
aretes hermosos dorados, plateados u azulones.
 No, los vampiros no pueden comprar humanas.
Las palabras del olvidado chocaron en la hembra haciendo que mirara
detenidamente al vampiro vestido con sutil elegancia. Recorrió su cuerpo
lentamente, viendo la chaqueta negra y la camisa blanca, sus pantalones de
vestir, sus zapatos negros y su capa negra con dibujos rojos sangre por dentro.
 Y menos ellos.
El revuelo de las voces entre ellos comenzó a crecer, gruñidos, maullidos, siseos,
ladridos y de más ruidos. Aquella chica no podía apartar los ojos del vampiro,
era bello, un ser hermoso. Logan dudaba de que él se estuviera adentrando en la
mente de la joven para hacerle creer lo que quisiera que sintiese en ese
momento, podían oler sus jugos desde allí.
 ¡Que vuelvan al planeta que les asigno la coalición! Allí deberían estar
todos ellos.
Mayer subió los pocos peldaños que daban hacia donde estaba ella y se colocó a
escasos pasos de la hembra humana.
 Entraremos en la subasta o me la llevaré sin más.
Las voces de los allí presentes continuó subiendo, reñían entre ellos. El olvidado
que todavía la mantenía sujeta tiró de nuevo de ella, alejándola hasta las cortinas.
 Suéltala.
El olvidado volvió a tirar de la hembra y el vampiro prácticamente flotó por el
suelo hacia ellos, estiró sus manos pálidas con uñas alargadas hacia ellos.
 Sí esa hembra humana cría con ellos tendrán un dhampiro.
Ver a aquel vampiro arrugar sus labios y enseñar sus colmillos hizo que la
hembra misma caminara hacia atrás, golpeándose contra el olvidado.
 No me temas.
Parecía dolido cuando estiró sus manos, tratando de alcanzarla y su rostro se
llenó de arrugas cuando sintió su rechazo.
 Tú no, pequeña.
El olvidado se puso delante de ella.
 Ofrezco cien mil dólares.
Mayer se volvió hacia quien habló pujando por ella, su mirada iracunda.
 Un millón.
Aquella cifra hizo que se volviera dándole la espalda a la hembra, ella con su
otra mano apretó la muñeca peluda, torció sus ojos hacia el olvidado y los
amplió, rogándole con la mirada que la sacara de allí.
 Ofreceremos hasta lo último que tengamos de nuestra fortuna por ella.
La hembra tragó cuando el vampiro se volvió hacia ella estirado una de sus
manos.
 Ochenta millones.
Aquella cifra hizo que cada ser allí sellara sus labios, el olvidado la soltó y ella
se adelantó hacia el vampiro, no cogió su mano, estiró sus brazos, dejando a la
capa caer por su cuerpo hasta el suelo y alzó sus manos para pegarse a su cuerpo.
Él la envolvió con su propia capa, la hembra apoyó una de sus mejillas contra el
pecho de él, respiró con calma y sintió su barbilla sobre su cabeza. La levantó
cubierta con la capa y bajó del escenario aquel. Uno de los hermanos de él
acaparó su mirada.
 La transferencia se está haciendo efectiva.
Mayer continuó su paso, pasando junto a Flavio y Basilio, deteniéndose un
ligero instante para asentir hacia ellos. Siguió caminando, saliendo de allí,
entrando en una limusina, sentándose con ella sobre sus piernas, la vio torcer su
rostro, mirándolo y frunció sus labios al ver sus ojeras. Mientras Flavio y Logan
lo veían antes de que cerraran la puerta diciéndole algo a la hembra mientras la
mantenía sujeta por una de sus mejillas, donde rápidamente cayó apoyada de
manera inerte.
 Dale unos días, nos quedaremos con sus plazas y los drogatas no tendrán
que andar pillándoles drogas a los rinocerontes.
Flavio asintió hacia él.
 ¿Murió alguno en el aviso?
Logan se encogió de hombros emprendiendo su camino hacia el coche que les
esperaba, Flavio subió junto a él.
 No murió ninguno, pero sí les dimos bastante plomo a muchos que se
pasarán días quitándose restos de mierda de sus cuerpos.
El olvidado que conducía tenía rasgos extraños, como de perro, pero su pelaje
era naranja y tenía orejas alargadas y puntiagudas. Alzó sus ojos naranjas hacia
ellas, mirándolos por el espejo retrovisor.
 Dentro de unos días subastaremos a los doctores que viajaron a Krocia
con nuestro pueblo.
Sus palabras siguieron, diciéndoles que les gustaría, a su pueblo que ellos
estuvieran presentes. Pero el olvidado no aceptaba un no por respuesta, continuó
insistiendo, diciéndoles lo importante que era para ellos que estuvieran
presentes.
 Incluso vuestra hembra humana debería asistir, estáis en nuestras tierras,
no nos gusta que se nos rechacen nuestras invitaciones.
Basilio y Ryan estaban en el porche de la casa cuando llegaron allí, las cortinas
de las puertas correderas se movían golpeando a ambos que estaban sentados en
las escaleras. Las manos de Basilio temblaban ligeramente y Flavio sabía por
qué, la ansiedad de no haber podido matar a quien se corrió por el rostro de su
hembra. Dejándole a Dak hacerlo mientras él simplemente miraba, aquello era
superior para su ánimo. Logan y Flavio, se bajaron del vehículo y cruzaron la
distancia hasta la casa, Ryan y Basilio alzaron sus ojos cuando llegaron delante
de ambos.
 Quiero volver a casa, los nuestros protegerían a Patricia. Podría
ocuparse de los partos de las hembras que crían entre los cambiantes allí,
Romero anda buscando una hembra de cría. Patricia podría ocuparse de
todo y también de los nuestros cuando necesitan intervención.
Flavio entendía a su hermano, tenían a su hembra en un terreno desconocido.
Podían escucharla removiéndose en la cama, entraron dentro y Logan se detuvo
tras cerras la cristalera. Dentro del dormitorio, Patricia tenía los brazos estirados
sobre su cabeza, los ojos abiertos y miraba hacia ellos en las sombras.
 Debí deciros que la princesa quería irse.
Ellos no le dirían que las localizaron rápidamente por el pequeño granito de
arroz que tenía en una de sus muñecas. No, por el momento y si llegase el caso y
Patricia pariera sus cachorros también les pondrían localizadores. Los olvidados
se habían interesado mucho por esa tecnología invisible para los detectores y
prácticamente imposible de detectar al tacto. Ella se destapó de la sábana que la
cubría y se incorporó sobre sus rodillas, arrastrándose hacia los pies del colchón,
llegando a Logan, alcanzando la corbata de Flavio con una de sus manos y
después la de Logan para tirar de ambas, alzó sus ojos, viendo los hambrientos
de ambos, sus rostros serios de mandíbulas apretadas. Se inclinó sobre Flavio,
sonriendo al ver sus barbas perfectas, sintiendo cosquillas al sentir cuando
rozaban su piel, besó sus labios y él deslizó una de sus manos por su costado,
bajándola, entrándola por su nalga para cogerla entre sus dedos y su palma,
cargando su piel pesada, sus labios se unían, ambos los abrían y rozaban sus
lenguas, haciéndole a Patricia gimotear y a él ronronear, sus salivas brillaron
entre las sombras de la noche. Logan deslizó una mano entre los muslos de ella y
enterró sus dedos entre sus labios, llegando a su clítoris ligeramente empapado
por sus fluidos, rozó su perla, jugueteando con ella y enterró sus dedos
lentamente en su coño. Viéndola abrir los dedos de sus manos y sujetar hasta sus
camisas mientras movía sus caderas sin poder evitarlo, trataba de pararse. Logan
podía ver sus arrugas en la comisura de sus ojos mientras tenía la boca abierta
contra la de Flavio. El deseo la desbordaba y ansiosa se retorció más cuando
Ryan y Basilio se pusieron tras ella, agachándose ambos para morder los globos
que se movían inquietos como sus caderas. Ella separó sus labios de Flavio, los
tenía hinchados, enrojecidos y toda la piel alrededor de ellos por la barba de él,
torció su rostro hacia Logan y él se lanzó ansioso a besarla, golpeando
ligeramente sus dientes contra los de ella mientras Flavio bajaba su boca contra
el cuello de ella y lo mordía, haciéndola apretar los dedos de Logan mientras él
continuaba follándola con dos de ellos. Ella volvió a apretar, Logan intuyó que al
detener su beso y jadear debían estar enterrando en su apretado trasero o Ryan o
Basilio sus dedos, Logan alzó sus ojos, viendo como su propio hermano tenía el
dedo corazón de una de sus manos enterrado en el culo de Patricia, mientras
Basilio estiraba sus nalgas y mordía la piel del cuello de ella, la besaba. Logan
sonrió sacando sus dedos de ella, subiéndolos hasta su clítoris y dibujando en
círculos su arrugado botón mientras ella volvía a sacudirse, su crema empapaba
sus dedos hasta sus nudillos y él ansioso deseaba que se corriera de nuevo para
poder subir su mano y chuparse toda la ácida miel de ella.
 ¡Oh Dios!
Ella seguía y seguía gimiendo, nombrándolos a todos, Basilio tiró de ella,
sujetándola por el pelo, haciéndola soltar los labios de Logan y atacó su mejilla
para que Ryan mordisqueara la otra, la besaban entre ellos. Turnándose para
atacar sus labios, mordiéndolos, tirando de su delicada piel. Ambos la separaron
de sus respectivos hermanos, Basilio la puso delante de él, para cogerle una
pierna y alzársela sobre una de las suyas, haciéndole pasarla por su cadera
mientras con la otra mano se sujetaba la polla y jugaba pasándola por su vagina.
 Mierda nena, chorreas en mi maldita verga.
Bajó su rostro, mordiendo su garganta mientras Ryan se colocaba tras ella y
cepillaba por su culo su polla, apuntando certeramente en su ano, empujándose
ligeramente contra su rigidez, consiguiendo entrar su punta.
 ¿Quieres protección? Mañana podríamos ver si podemos ponernos algo
para no llenarte con nuestros cachorros.
Ella se estremeció con las palabras de Ryan, que susurraba entre ronroneos cerca
de uno de sus oídos. Ronroneó clavándole los colmillos bajo su oreja, sintiéndola
ponerse rígida mientras gemía y él ronroneaba.
 Lo que tenga que suceder que así sea.
Basilio enterró su polla en su coño, pulgada a pulgada mientras ella mantenía sus
manos en su pelo, tirando con sus dedos mientras él mamaba de uno de sus
pezones y Ryan pellizcaba el otro entre sus dedos.
 ¡Oh!
Patricia decía incoherencias mientras ambos invadían su cuerpo, estirando su
piel. Sus respectivos piercing tiraban de sus miembros mientras se movían en su
interior y el dolor llegaba a ser tan placentero que sus pollas palpitaban en su
interior. Cuando ella comenzó a correrse, ambos rugieron bajando sus bocas
contra su piel, clavando sus colmillos, haciéndola correrse con más intensidad
mientras ella tiraba uno de sus brazos hacia atrás y pasaba sus dedos por el pelo
de Ryan, tenía espasmos mientras ambos la volvían con rapidez entre ellos y
penetraban en su cuerpo para volver a follársela. Sudaba, entre sus tetas corría
un ligero goterón salado que Ryan chupó y Basilio lamió una de sus mejillas,
desde abajo hasta casi una de sus cejas con toda su lengua. Flavio y Logan
treparon a la cama, cogiéndola de las muñecas y tirando de ellas para que con
sus manos sujetase sus pollas empapadas porque ya ellos mismos habían estado
tocándose. Ella movió sus manos, raspando con sus uñas su carne venosa,
escuchándolos gruñir, Logan sujetó su mano y la ayudó a seguir un ritmo que él
impuso. Y Flavio movió su cintura, follándose a sí mismo con la mano de ella
que los apretó con fuerza mientras se corría y ellos la seguía, se quedó blando
lentamente el agarre de ella, de lado cayó contra Logan y él lentamente la dejó
en el colchón. Se deslizaba su crema por su coño y deslizaba un poco por una de
sus nalgas, haciéndoles gruñir, viéndola removerse de medio costado con sus
pezones tiesos.
Cuando ella quiso volver en sí, pudo ver a los cuatro alrededor de la cama,
mirándola con tal fijeza que parecía que en cualquier momento saltarían sobre
ella para comérsela, se sentía limpia, vestida y con el pelo un tanto mojado, alzó
una de sus manos hacia atrás y tiró de su pantaloncillo para cubrirse haciéndolos
gruñir, deteniéndose con la tela estirada.
 No hagas eso, nos encanta ver tu culo.
Ella amplió sus ojos, sintiendo a Logan subiéndose tras ella en la cama, subiendo
sus labios lentamente por su pantorrilla, muslo y llegando a su nalga donde
mordió, tiró más hacia arriba con sus labios, mientras ella se sujetaba con sus
dedos de las manos en puños a las sábanas y apretaba los de sus pies en el
colchón mientras él subía por su columna, mordió su piel en el centro de su
espalda, haciéndola retorcerse, continuó arrastrando sus labios a besos hasta
llegar a su cuello donde presionó sobre su piel de gallina.
 ¿Sabes porque nos gusta mirarte?
Ella negó sintiendo que su polla dura tocaba una de sus nalgas, mojándole la
piel.
 No sé cómo podéis seguir duros.
Él soltó una carcajada baja, tirando de su pelo, subiendo su lengua por su cuello
mientras ella se estremecía sin poder evitar menearse haciéndolo rozar su culo
más y más, escuchándolo rugir, subió su mano por una de sus piernas y le sujetó
una de sus nalgas, escuchándola gimotear.
 ¡Detente! O te pintaré de semen la piel.
Tiró de ella, haciéndola torcer su rostro y la besó en los labios. Él sujetó su polla
entre sus labios, sonriendo mientras la besaba.
 Soy un maldito cambiante, no necesito esperar para poseerte.
Ella sonrió sintiendo que deslizaba lentamente su polla entre sus labios, apretó
los labios.
 Estoy muy sensible y necesito orinar.
Él se detuvo y puso una mano en el colchón, poniéndose de costado, rompiendo
a reír.
 Ves anda.
Basilio encendió las luces, corrió las cortinas y se mantuvo pegado a las puertas
de cristal, cruzado de brazos. Cuando ella salió se cubría los pechos con las
manos y estaba sonrosada.
 ¿Qué demonios te pasa?
Flavio se levantó de la cama, estaba separado a un brazo de Logan. Llegó hasta
ella, estirando su mano, viendo que la que ella estiraba hacia él temblaba.
 ¿Podríais apagar la luz?
Él alzó una ceja y la miró de medio lado.
 ¿Qué? ¿Por qué?
Observó como ella bajaba su rostro y él no dudó en cogerla por la barbilla y
hacerla mirarlo.
 No soy una niña, mi piel está llena de estrías, mis senos están caídos.
Él gruñó viéndola abrazarse más, alzándolos.
 ¿Es esto un maldito concurso de tetas? ¿Acaso viste mi cuerpo?
Ella negó bajando sus ojos a su pecho tatuado, cubriendo como podía algunas
cicatrices.
 ¿Nena?
Ella negó mientras él bajaba sus manos a su cintura y tiraba de ella contra su
cuerpo.
 Soy flácida, no soy bonita. Acabará cansándoos verme, tenéis todo lo
que que…eee…
Sintió que mordían uno de sus hombros y torció su rostro, bajó sus ojos para
cruzarse con los ámbares de Basilio.
 Dejemos que decidamos nosotros.
Patricia esperó algo más, unas palabras amorosas, un te quiero. Pero no llegó,
horas más tarde su cuerpo temblaba mientras envuelta en una sábana y apoyada
en los cristales con la frente miraba el amanecer. Flavio se le acercó y la rodeó
con sus brazos, besándola en una de sus mejillas.
 ¿Qué soy para ti Flavio?
Él pasó su rostro contra el de ella.
 ¿Ves el amanecer entre esas montañas?
Patricia asintió hacia él.
 Mira cómo sale entre esas montañas, con lentitud, llenando todo poco a
poco de luz, de calor.
Ella sintió sus labios bajando hasta tocar detrás de su oreja.
 Eso eres para mí, la calma, belleza, vitalidad.
Patricia sonrió mientras él la abrazaba y permanecieron así hasta que el olor del
café llegó a ella. Pero ella no paraba de darle vueltas al maldito asunto, tras
comerse media tostada a desganas salió de allí, cruzándose de brazos ante la
fresca mañana, se había puesto solamente una camisa y un pantalón negro
desgastado. No se concentraba revisando a los bebés bajo tierra, estaba ansiosa
cuando subió horas después, llegando a casa pudo ver a Logan y a Flavio
sentados bajo unos árboles que daban sombras, mirando una Tablet cada uno.
Ella pasó de largo, viendo a Ryan y Basilio lanzando cuchillos contra una diana
que habían pintado en un tablón de madera vieja que se quejaba con cada golpe
que la atravesaba. Basilio se acercó a ella, sujetándola por la cintura,
prohibiéndole seguir caminando.
 Huelo desde aquí tu mal estar.
Patricia intentó soltarse, pero él tiró de ella hacia donde estaba Ryan.
 Ven, cuando me liberaron había una fila de humanos colocados de
rodillas delante de mí.
Ryan cogió uno de los cuchillos clavados en la madera, se acercó a ellos.
Ofreciéndole el arma desgastada por el tiempo, pero afilado, tanto, que podría
cortar una hoja en el viento sin que su movimiento mortal fallase.
 Éste precioso cuchillo estaba allí, atravesando el pecho de uno de mis
hermanos.
Patricia parpadeó lágrimas mientras lo escuchaba.
 Cuatro de esos humanos tenían las pollas manchadas de sangre, heces y
sus cuerpos estaban arañados.
Se puso tras Patricia, cogiendo sus manos, envolviendo sus dedos con los de ella
alrededor de la empuñadura helada.
 Queremos que antes de que alguien se atreva a tocarte le cortes la polla.
Ella asintió sin parar con la cabeza, pero él negó alcanzando con sus labios una
de sus mejillas.
 Ahora mira a Ryan.
Tras decir el nombre del cambiante a tigre, éste se puso delante de ambos,
estirando sus brazos, abriendo sus dedos, cambiándolos a zarpas. Su rostro
cambiaba, se volvía peludo, sus labios hinchándose y sus ojos rasgándose.
 Quiere violarte así, ligeramente cambiado.
Patricia tembló, su respiración cambió mientras veía como una cola salía desde
la espalda de Ryan y se meneaba detrás de él, azotando como un látigo.
 ¿Vas a permitirlo?
Ella negó llena de nervios, temblorosa.
 No dejes que te engañe, controla tus movimientos.
Basilio puso una de sus piernas entre las de ella, haciéndola abrirse en un ángulo
que la dejaba fija en el suelo.
 Y respira.
Ryan hizo un pequeño rodeo a su alrededor y ella parpadeó tratando de mirar
hacia Basilio que se había alejado de ella.
 Logan y Flavio soltaron sus tabletas en el porche y se acercaron.
Patricia se sobresaltó moviéndose al escuchar a Ryan tras ella, se volvió
comenzando a sudar. Le picaba la cara bajo el sol, comenzaban a dolerle los
brazos ante su postura.
 ¡Vamos, ataca!
Él alzó sus brazos mientras rugía las palabras, viéndola dudar se detuvo.
 ¿Acaso temes hacerme daño?
Patricia se quedó pálida al ver como él se acercaba cogiendo sus manos, tiraba
hacia arriba y se clavaba el arma en uno de los pectorales, cortando
profundamente su piel hasta llegar a uno de sus abdominales. No hizo gesto
alguno con su rostro, ni siquiera cuando se separó con el cuchillo goteando su
sangre.
 No tengas miedo de dañarme ¡Ahora prepárate!
Ella asintió estirando sus brazos.
 Aguanta ahí Patricia, espera el ataque.
Sucedió demasiado rápido para ella que sintió la presión de las manos de Ryan
en sus muñecas y el agarre en el cuchillo se suavizó haciendo caer el arma en el
suelo. Él con rapidez soltó una de sus muñecas y la giró tras su espalda y la hizo
caer al suelo con demasiada suavidad, sujetando su vientre para que no se
golpease con fuerza. Juntó sus manos sobre su cabeza, uniéndolas para
agarrarlas con una de sus enormes manos y Flavio dio un paso hacia delante de
manera vacilante, sintiendo el agarre de Basilio en uno de sus brazos.
 Ahora un agresor normal se incorporaría para bajarse la bragueta y
sacarse la polla, perdería algo de fuerza en su agarre y podrías aprovechar.
Basilio habló acercándose a ambos, poniéndose de cuclillas delante del cuchillo.
 Alcanza el cuchillo, todavía tiene que sacarse la polla y bajarte los
pantalones y las bragas.
Ella intentó soltarse, el estridente ruido de la bragueta de él mandaba escalofríos
a su piel, consiguió liberar una de sus manos y trató de alcanzar el cuchillo, pero
Ryan sujetó su mano y la devolvió a su sitio, apretando ambas con más fuerza.
Bajó su mano hasta el pantalón de ella, tirando de sus bragas también,
descubriendo su piel. Pero le subió ambos y se incorporó tirando del cuerpo de
Patricia, levantándola sobre sus pies. Besándola en una de sus mejillas,
sintiéndola calmarse lentamente.
 ¿Te encuentras mejor?
Ella respiró por su nariz, soltando por sus labios como podía todo, asintió
mientras torcía su rostro para verlo sonreír con aprecio.
 Flavio.
Él se acercó poniéndose delante de ellos, escuchando a Ryan.
 Mira su cuerpo, todos son puntos débiles, sus ojos, su nariz, su boca.
Señalaba su cuerpo con un brazo estirado y un dedo.
 Debajo de sus costillas, sus huevos, su nuez.
Movió su mano, apretando uno de los hombros de ella.
 Eres pequeña y débil, pero no dejes de luchar hasta tu último aliento.
Pero por mucho que ella trató de defenderse, no pudo hacer nada y acabó en el
suelo, con una mejilla llena de tierra.
 No he conseguido hacer nada.
Los cuatro rieron mientras Flavio la ayudaba a entrar en la casa.
 Calma, eres fuerte, conseguirás todo lo que te propongas.
Flavio enterró sus labios en su cuello, haciéndola retorcerse de placer mientras
subía una de sus manos por su vientre, ampliando sus dedos, ansiando como
jamás había deseado crear una vida dentro de su cuerpo. Una que no llegaba, tres
meses más tarde estaban en casa, en Nueva York. Patricia había decidido que no
quería seguir trabajando para los olvidados, haberle hecho ir a la si podía
llamarse subasta fue un enorme golpe para ella. Verlos en un improvisado ring
peleándose para conseguir a los humanos que deseaban, daba igual que fueran
varios grupos, allí incluso llegaban a morir entre las peleas. Pero esas historias
las dejaremos para otro momento
 Jefes, Patricia quiere que la acompañe a unas tiendas.
El joven cambiante tenía una mano alzada, señalando hacia atrás.
 ¿Cuántos estáis?
Aquel cambiante dijo que sobre siete, en dos vehículos más el conductor que
llevaba a Patricia y una hembra que se había hecho amiga de ella. Flavio asintió,
viendo a Patricia pasar por el pasillo que daba hacia la calle.
 He pensado que sería bueno invertir en la compra de una vivienda en
común.
Basilio encendió su teléfono y enredó para enseñarles una fachada de ladrillos a
tres plantas en West Willage, con seis habitaciones, ocho cuartos de baño,
piscina interior y un magnífico patio.
 ¿Cuánto?
Amplió las imágenes de un garaje subterráneo de dos plantas, señaló un ascensor
de carga y vio a los demás parpadear.
 Un bunker.
Ryan ronroneó las palabras.
 Ahora que los rinocerontes nos han declarado la guerra ab…
El ruido de disparos hizo que los cuatro saltaran de sus asientos, Basilio golpeó
con sus muslos la mesa y la cayó destrozando el cristal, haciéndolo añicos, sus
cuerpos crecieron, sus ropas comenzaron a destrozarse y sus zapatos mientras
llegaban a las puertas dobles de la mansión de Flavio y Basilio. Viendo a Patricia
y a la otra hembra arrojadas en el coche, con varios de los suyos encima de
ambas. Logan se adelantó, empujando a los suyos, cogiendo a Patricia entre sus
brazos, metiéndose dentro del coche blindado, los varones estaban todos bien.
Flavio y Basilio tiraron de la hembra, tenía un balazo en un brazo y otro había
atravesado una de sus mejillas y salido. Ambos siseaban, Patricia se incorporó y
salió del gran vehículo, llegando hasta la hembra.
 No es seguro.
Ryan trató de tirar de ella, pero Patricia hizo a la hembra seguirla. Hizo una
rápida intervención, pero su rostro no se quedó bien cicatrizado, no, una línea
cruzaba su mejilla.
 Lo siento mucho.
Patricia tenía los ojos llenos de lágrimas, aquella cambiante la abrazó,
ronroneando.
 Sigues con vida, eres lo más importante para ellos.
La hembra de cabellos rubios claros y ojos ámbares miró hacia Flavio y Basilio,
aunque frunció el ceño hacia Ryan y Logan.
 Tú les haces felices.
Flavio y Logan tenían demasiada tristeza cargada en sus espaldas de una vida
que les habían robado los humanos, la hembra se quedó con ella unas horas,
mientras ellos cuatro hablaban y prácticamente despotricaban por teléfono.
Patricia se sobresaltó al sentir que tocaban sus hombros, torció sus ojos y sonrió
hacia Ryan que se agachaba y besaba su frente.
 Tenemos que salir.
Patricia negó viendo como él se guardaba una pistola en su chaleco antibalas.
 No hagáis nada, por favor.
La mirada decidida de él decía claramente que aquello no se quedaría sin ser
vengado, ella se levantó, cogiéndole por la corbata, colocándosela mejor.
 Ryan por favor, no me dejéis sola.
Se mordió los labios, intentando después provocarlo lamiéndose los labios.
 No tengo visitas a ninguno de los vuestros y estoy ansiosa por lo
sucedido.
Él sujetó sus muñecas, tirando de ellas hacia abajo, acercando su rostro al de
ella, pegando su frente a la suya.
 Puedes esperar.
Bajó su nariz por su cuello, haciéndola estremecerse.
 Todavía puedo olerme en ti, hace apenas unas horas que te tuve.
Él ronroneó alzando sus ojos hacia su rostro, sintiendo que ella tiraba de su
sujeción, tratando de llegar a él, a sus labios. Y él sonrió bajando su rostro,
besando sus labios, escuchándola gemir.
 Hagamos una cosa.
Tiró de ella, arrastrándola fuera del salón, diciéndole que se despidiera de la
cambiante. Subió con Patricia las escaleras al dormitorio de los cambiantes a
leones. La dejó sobre la cama y se movió a una cajonera grande, viéndola a
través del espejo.
 Quieta ahí, humana ansiosa.
Podía ver cómo se movía inquieta, parecía que ni siquiera estuviera sentada
donde la había dejado. Si no rozando las sábanas de la cama, él sonrió
traviesamente, cogiendo una caja.
 Experimentar tanto con tu cuerpo hace que desees más y más.
Pudo ver como los ojos de ella brillaban con una fiereza hermosa.
 No quiero ser una esclava del placer.
Él se puso tieso, mirando hacia ella, golpeándose en una mano con la caja la
palma.
 La entrega completa no te hace esclava de nada y menos de nadie, te
convierte en dueña de absolutamente todo.
Señaló la cama, levantando al mano con la que daba golpea a la caja. Haciendo
un círculo con varios dedos de su mano, viendo por el rabillo del ojo a los
demás.
 Quiero algo de ti.
Ella alzó sus ojos para ver como una de sus manos lentamente descendía sobre
sus nalgas, para hacer presión y hacerla caer en el colchón de sábanas suaves.
Puso una de sus rodillas en el colchón y se acercó a ella, haciéndola incorporarse
sobre sus codos.
 Ryan, no quiero regalos.
Basilio se subió al colchón frente a ella, tirando de la caja, él y Ryan se
observaron detenidamente, hablándose con las miradas, movían sus labios, pero
no los abrían.
 Es un objeto para tu protección.
Verla alzar una de sus cejas y sus ojos como la cola ampliarse no tenía precio
alguno y aunque ella negaba desear aquello, verían a donde les llevaría la
sorpresa. Ella tiró de la tapadera tachonada, quitándola, una fina tela del mismo
tono negro que la caja todavía cubría lo que había debajo. Patricia con una de sus
manos tiró del material y como se esperaban sus dedos se quedaron acariciando
la tela. Cuando finalmente abrió para ver el material de cadenas y telas suaves, lo
sujetó con sus manos y tiró para ver que era.
 ¿Un tanga?
Logan llegó a la cama y estiró su mano para quitárselo, estiró su otra mano y
cogió de una funde en uno de sus tobillos un cuchillo fino, con la navaja
alargada que salió al pulsar el botón y alzó el brazo con el que empuñaba en su
mano el arma y apuñaló con fuerza el material una vez y otra vez y otra y otra.
Gruñía con fuerza, tenía las venas del entrecejo marcadas y las de su brazo, los
nudillos blancos. Alzó sus ojos hacia Patricia, dando un último golpe y tiró del
material en su mano dejándole ver a ella que permanecía intacto.
 Póntelo.
Ryan se lo cogió de la mano y se agachó delante de ella, pasándoselo por los
muslos, hasta colocárselo tas un beso en el centro de su espalda. Se apartó y la
observó volteándose en el colchón, parpadeando con su melena revuelta, se
inclinó y apartó algunas hebras de su rostro.
 ¿Sientes el material haciéndose a tu cuerpo?
La observó parpadear confusa mientras Flavio se dejaba caer en el colchón
cruzándose de piernas. Logan se subió a su lado en el colchón y estiró sus manos
hacia ella, poniéndolas sobre sus pechos, al asustarse ella, del tanga comenzaron
a subir cadenas que tocaron sus palmas y dolieron. Él apretó sus dientes, hasta
que sintió el material dejando de torturar su piel. Bajó sus ojos, para ver su
propia sangre corriendo por la piel de ella, descendiendo hasta las sábanas.
Patricia siguió sus ojos y parpadeó asustada, comenzó a respirar con pesadez, el
material volvió a subir, las cadenas enredándose en sus pechos.
 Quitarme esto.
Intentó tirar, pero el material no se movió y ella tiró y tiró sin conseguir nada,
agotándose.
 ¡Quitármelo!
Sus ojos recorrieron a los cuatro cambiantes mientras se retorcía tirando del
material con todas sus fuerzas, Basilio sujetó una de sus muñecas y siseó hacia
ella, inclinándose sobre su cuerpo, pasando su brazo libre sobre la cabeza de ella,
acariciándola, mirando de reojo como el material iba volviendo a su sitio, él bajó
su rostro hasta uno de sus pechos y lamió su pezón, haciéndola estremecerse y al
material subir golpeando su rostro, pero él se quedó allí, sintiendo que aquello
salía igual que había entrado de su piel. Su hermano Flavio se subió frente a él y
bajó su rostro hasta su otro pecho, pasando su lengua alrededor de su pezón,
ambos deslizaron sus manos por su vientre y bajaron hasta su vagina, donde el
material de tela fina desapareció con rapidez. Ambos bajaron sus dedos por sus
labios y acariciaron su piel delicada hasta que Logan se agachó entre sus muslos
y llegó con su boca a su clítoris, chupando entre sus labios el material rugoso.
Ella, reaccionó cerrando sus muslos alrededor de su cabeza y Flavio junto a
Basilio enredaron sus brazos alrededor de las piernas de ella, estirándola
mientras Ryan se trepaba en la cama, cerca de ella, agachándose, rodeando con
una de sus manos su garganta, haciéndole presión para hacerla abrir sus labios
por un poco de aliento y él la besó. Se folló su boca con su lengua, con sus
labios. Logan enterró dos dedos en su coño y Patricia se retorció de placer,
subiendo sus manos por las espaldas de Basilio y Flavio, llegando a sus melenas,
enredando sus dedos en sus hebras y tirando. Cuando se corrió, Ryan tiró de ella
mientras se sentaba en el colchón, puso su coño contra sus labios y chupó
mientras sentía como Patricia perdía la fuerza de sus brazos y caía hacia delante,
dándole a él mejor acceso a su coño, donde enterró su lengua profundamente, sin
piedad, follándosela, sorbiendo su miel, toda la que podía mientras se vertía por
su barbilla más que no podía acaparar. Él se aferró a su cuerpo, rodeando por su
cintura con sus brazos su cuerpo, tirando de ella hacia él con más fuerza,
incrustando más sus labios en su coño, sintiendo los espasmos del orgasmo que
la sacudía mientras gemía y las sábanas sonaban bajo sus dedos, estirándose.
Patricia sollozó mientras tiraba de ella, haciendo que cayera de rodillas y tirando
de su garganta con ambas manos hizo que bajara, lentamente, para clavarle la
polla por sus labios, penetrando en su cuerpo lentamente, pulgada a pulgada
mientras movía sus manos y la sujetaba por los brazos para mantenerla en su
sitio. Aunque le costaba, ya que ella se retorcía y sudaba.
 ¡Oh! Mi pequeña humana.
Él agachó su rostro y movió sus labios por su piel, provocándola. Sintiendo
como su coño apretaba su polla como una maldita tenaza, ansiosa, cada maldito
pliegue de ella ajustándose a su tamaño, tratando de chupar su semen. Él amplió
sus labios y sacó sus dientes para morderla justo en su hombro, podía sentir la
crema de ella empapándole la polla, bajando hasta sus huevos. Podía escuchar
como su polla golpeaba en el interior de Patricia y trataba de parpadear
enfocándose en no venirse y hacerlo lento. Pero le costaba mientras ella rogaba
por más y Flavio junto a Basilio se inclinaban delante de ella para llegar a sus
tetas y lamerlas, chuparlas y Logan se alzó sobre ambos, en la cama, tirando del
pelo de ella para agachar su rostro gatuno contra el de ella y besar sus labios
mientras Ryan incrementaba sus embestidas en ella, haciéndola jadear contra los
labios de su hermano. Él bajó su mano y llegó con sus dedos hasta su clítoris e
hizo círculos, bajándolos un poco y empapándolos, para después subirlos y
volver a tocar su clítoris. Haciéndole a Patricia marcarse su propio ritmo,
soltándola para que se sujetase a Flavio y Basilio, continuando con los besos a
Logan, dejándole ver a Ryan la saliva de ambos mezclándose, sus lenguas
bailando a un compás lento mientras sus dientes, mientras ella se corría con
Ryan, meciendo sus caderas en un intento de auto complacerse, dándose a ambos
un placer increíble. Flavio la cogió por las muñecas y tiró de ella, arrastrándola a
una pared, colocándose entre sus piernas para mecer su polla entre sus nalgas.
Arrinconándola entre sus brazos para que no escapase, continuando con sus
embates hasta conseguir posicionarse y comenzar a enterrar su polla entre sus
labios, por su coño. Ella retorcía sus dedos en la fría pared, a la vez que él
besaba y mordía uno de sus hombros, estiró una de sus manos entre ambos y tiró
de una de las nalgas de ella, para presionar con el dedo gordo de su otra mano en
su ano, jugando con su anillo, apretándolo. Haciendo que Patricia se retorciera,
haciéndole a él sujetarla por la nalga y tirar de una de sus rodillas bajo la de ella
para hacerla alzar su pierna contra la pared y mantenerla anclada en el sitio.
Patricia gemía su nombre y él gruñía salvajemente, sacando y entrando su polla
en el interior de ella, subió sus labios por su cuello, sacando su lengua para
lamer su piel sudorosa, sintiéndola estremecerse bajo su toque, consiguiendo
pillar crema de ella y subiéndola hasta su ano donde presionó su dedo,
enterrándolo y sintiendo las paredes vaginales de Patricia apretándole la polla de
manera hasta dolorosa, él parpadeó, sus ojos se llenaban de puntitos negros. No
podía evitar correrse, de su polla salían chorros y chorros de semen mientras
Patricia trataba de respirar entre sus dientes apretados.
 Dejarás que te follemos aquí.
No era una pregunta, ni tan siquiera un ruego y ella lo sabía, jamás había
escuchado nada que saliera de ellos de manera voluntaria.
 Patricia.
Ella asintió, se había perdido en sus pensamientos y ambos permanecían contra
la pared, mientras él la abrazaba. Basilio tiró de ella, separándola de Flavio y la
acercó a la cama donde Logan esperaba de costado en la cama por ella, con su
polla tiesa, vertiéndose por su punta crema que goteaba por el piercing. Pero
aunque ella estaba ansiosa por subirse a la cama, Basilio la detuvo y tiró de su
pelo, envolviendo sus dedos en su melena, haciendo que su cuello se estirara, su
rostro cerca del de él mientras ella jadeaba sintiendo su aliento en su garganta,
sus labios recorrieron la curva de su garganta, llegaron hasta su oreja y la punta
de su lengua rozó, dibujó y mojó su piel.
 Quieres montarte en su polla, ¿Verdad?
Ella tragó, respirando por sus labios con pesadez.
 Mandar, hacer tu jugada y correrte.
Sintió a Basilio, a sus dedos, de su otra mano, bajando por uno de sus muslos,
llegando hasta su coño, enterrando su dedo corazón entre sus pliegues. Ella se
retorció y él tiró de su pelo, haciéndola torcer su rostro al otro lado. Presionó con
sus labios en su pulso y tuvo que apretar su brazo en su cadera y su coño para
que no cayera al suelo. Temblaba como gelatina y Logan ronroneó al ver como
los fluidos de ella se deslizaban por la muñeca de Basilio, continuó frotando su
clítoris, deteniéndose cuando sentía que apretaba sus muslos, riéndose cuando
ella soltaba ruidos desesperados por sus labios, se detuvo. Subió su mano y la
acercó al rostro de Patricia, sonriendo con malicia.
 Voy a empapar tu maldito trasero con su miel y me lo voy a follar.
Ver como ella se inquietaba, quedándose sin respiración y con sus pupilas de los
ojos dilatándose, hacía estragos a su polla que se agitaba y vertía ligeramente por
su punta crema, ella se humedeció los labios con la lengua.
 ¡Silencio! Voy a joderte Patri, cada uno de nosotros quiere poseerte.
Bajó su mano, arrastrándola por su espalda, enterrándola entre sus nalgas para
llegar a su culo, apretando su ano. Haciéndola retorcerse, siseándole, viendo
como sus malditos pezones se arrugaban y Logan se acercaba, incorporándose de
la cama, llegando hasta uno de ellos, enterrándolo entre sus labios, mordiéndolo
con sus dientes. Patricia entreabrió sus labios y soltó gemidos de placer. Ryan y
Flavio se mantenían cerca del baño, mirando la escena detenidamente. Basilio,
con su dedo corazón, jodía el culo de Patricia, siseaba cerca de su oreja y veía
como sus dedos se tensaban entre las hebras del cabello de Logan, parpadeaba,
apretaba sus ojos. Ambos, Logan y él se detuvieron, escuchándola prácticamente
gruñir como una hembra rabiosa al que robasen lo más preciado de su bocado. Él
no pudo evitar reírse, percatándose de la mirada de ella. Logan volvió a la cama
y alzó sus manos hacia ambos y él, Basilio no dudó en arrojarla hacia delante,
dejándola caer contra el cuerpo del cambiante a tigre. Increíblemente para él, su
gato, su puto león se mostró ansioso al verla envuelta entre los brazos de aquel
cambiante que deslizaba una de sus manos por las nalgas de ella y la otra por la
espina de su espalda. Él trepó en el colchón y puso sus brazos a cada lado de
Patricia, bajó sus labios por la espalda de ella y Logan estiró las nalgas de ella,
dejándole ver sus apretados agujeros. Él se cogió la polla y masajeó antes de
apuntar contra su ano, apretó su punta contra su piel y comenzó a penetrarla,
deslizando centímetro a centímetro su polla en su interior. Siseándole mientras
Logan trataba de calmarla besando su piel, mordiendo su garganta, después bajó
una de sus manos y se cogió la polla, para deslizarla entre los labios de ella y
penetrarla, sintiendo sus uñas clavándose en su pecho. Rogaba a la vez que
ambos se deslizaban en ella, enterrando hasta el último centímetro de sus pollas
en ella. Logan alzó una mano y señaló a Flavio, llamándolo para que se subiera
en el colchón y se pusiera delante de ellos, tirando del pelo de Patricia,
haciéndola alzar su rostro para que viera su polla con piercings y Flavio acercara
su polla a los labios de ella.
 Un día, meteremos dos pollas en tu coño.
Patricia amplió sus ojos, asustada, apretando las pollas de Logan y Basilio entre
sus agujeros, haciéndoles reír.
 Dios, no.
Él no pudo evitar reírse, tiró de la barbilla de ella y Flavio acercó su polla hasta
sus labios, sintiendo como ella abría sus labios y sacaba la punta de su lengua
para lamer su canal, de donde emanó líquido pegajoso brillante y con maldita
lentitud, que desesperaba a Flavio, ella dibujó su capullo, haciéndole apretar sus
dientes. Ryan se mantenía sobre sus pies, cruzado de brazos. Patricia le miraba
algunas veces, deslizando sus ojos por su cuerpo. Logan y Basilio se mecían en
su interior mientras Flavio trataba de mantenerse quieto sin conseguirlo,
apretando hacia delante una de sus piernas y meciendo sus caderas para
conseguir algunas pulgadas más en el interior de la garganta de Patricia. Logan
acaparó uno de sus pechos, cargándolo en una de sus manos, acercando sus
labios y besándolo con adoración.
 Todavía no.
Trató de detenerla mordiendo su pezón, viendo a Ryan corriéndose en su boca,
quedándose quieto mientras ella tragaba su crema, ella trataba de tragar mientras
su orgasmo la inundaba, le costaba ya que necesitaba respirar. Ryan sujetó su
pelo y tiró separándose, cogiéndose la polla, viendo algo de su crema
deslizándose por el labio bajo de ella, la cogió con la yema de un dedo, tras
soltar su pelo y ella lamió el resto, provocándole. Pero se detuvo, apretando sus
dientes, poniendo sus ojos en blanco. Logan sintió como ella se vertía sobre él,
tenía un maldito squirt. Basilio la rugió su orgasmo, se quedó después jadeando,
con los dedos de sus manos enterrados en las caderas de ella. Sabiendo que
dejarían marcas allí, al igual que los de dos de Logan. Salieron de la cama y
Patricia se quedó boca abajo, respirando pesadamente, sudorosa, la voz de
Basilio la asustó.
 Voltéala y presiónala.
Patricia se sobresaltó y alzó su cabeza ligeramente, con el pelo revuelto miró
hacia Ryan, viendo su cuerpo tatuado, esculpido y fuerte cerniéndose sobre el
suyo fofo. Ella intentó decir su nombre, pero él simplemente tiró de ella y se
colocó entre sus piernas humedecidas, él tiró de sus brazos, sujetándola por las
muñecas. Su mirada no era amistosa, ni tan siquiera amorosa, sus ojos brillaban
en un amarillo intenso.
 No está jugando Patricia.
Ella intentó tirar de sus muñecas, movió sus piernas, tratando de llegar con sus
pies a la cintura de él para alejarlo. Pero no podía hacer nada, asustada, su
respiración comenzó a incrementarse y su tanga comenzó a crecer, sus cadenas
subían. Pero para asombro de ella, pudo ver como él apretaba su hermosa
mandíbula y el material se detenía al deslizar sus intensos ojos por su piel.
 Sube tus piernas Patricia, presiónale las costillas con todas tus fuerzas,
golpea.
Patricia dudaba y Ryan amplió sus labios en una cruel sonrisa de superioridad
mientras bajaba su rostro cerca del de ella, casi rozando sus labios.
 Los humanos sois débiles y tú, mi pequeña, vas a recibir cada maldito
golpe que quiera darte en tus agujeros.
Ella tenía miedo, podía olerlo mientras le hablaba apretando los dientes.
 Te cogeré una y otra vez, hasta que me canse y después, cuando mi polla
esté flácida y arrugada, me la sujetaré delante de tu cara y te golpearé con
ella.
Patricia intentó decir algo, pero apenas conseguía tomar aliento mientras él
sujetaba sus muñecas con ambas manos y bajaba la libre hasta una de sus
piernas, sujetándola entre sus dedos y palma.
 No aflojes, pequeña.
Pudo ver algo de piedad en la mirada de él, pero ligeramente disminuyó cuando
movió su mano entre ellos y se sujetó la polla mirándola con fijeza.
 Aprieta las piernas.
Ella levantó su cabeza, tratando de ver sus movimientos, pero él alzó su cabeza y
presionó su frente contra la de ella, haciéndola volver a caer en la cama.
 Vamos, Patri. Debes aprender a defenderte, pequeña.
Acercó su rostro al de ella y no tuvo tiempo de apartarse antes de que la frente
de ella golpease la suya. Él soltó sus muñecas y cogió su rostro, pero ella, a
pesar del dolor, movió una de sus manos y sujetó su polla, aplastándola entre sus
dedos, sonriendo al verlo mirarla boquiabierto.
 Te está saliendo un maldito chichón.
Señaló a Logan y rápidamente se movió lejos, saliendo del dormitorio y
volviendo con una bolsa de hielo. Ryan se la quitó de las manos y se la puso en
la frente. Sonriendo mientras sujetaba su cabeza y la bolsa.
 Muy bien pequeña.
Basilio se dejó caer cerca de ella, mirándola con una sonrisa preciosa en los
labios.
 Ahora solo te queda aprender a utilizar una pistola.
Ryan gruñó las palabras y ella parpadeó confusa, abrió sus labios para decir algo,
pero él siseó hacia ella. Tiró lejos la bolsa con hielo y en un movimiento
demasiado rápido la tendió boca abajo en la cama, tirando de sus brazos bajo su
cuerpo, metiéndose entre sus piernas, haciéndola abrirse y alzar sus nalgas.
Basilio estiró sus manos y tiró de una de sus nalgas para que Logan se subiera
por el otro costado y tirada de su otra nalga. Para ambos enterrar sus dedos entre
sus pliegues, profundizándolos en su coño, sacando sus jugos y esparciéndolos
por su clítoris, su ano.
 Quiero orinar.
Ambos gruñeron mientras Flavio se subía sobre ella, colocando sus piernas entre
su cabeza, agachándose sobre su cuerpo, si hacer peso contra ella, para coger
algo de su miel y profundizar su dedo corazón, de su mano derecha en su ano.
 Enserio, me mearé sobre vosotros.
Ninguno dijo nada, simplemente Logan alzó una de sus manos y la bajó sobre
una de sus nalgas, dándole un golpe contundente.
 Aguantarás.
Ella gimió una protesta, pero rápidamente volvieron a azotar su culo expuesto,
una y otra vez. Cada mano que tenía por su piel, incluso en su coño y ella se
inquietó sintiendo que se encendía como un maldito incendio. Dedos tiraban de
sus labios vaginales, recorrían cada pétalo, pulsaban en su clítoris, recorrían su
vagina, cada maldito pliegue y follaban su ano.
 ¡Oh! Por favor.
Rogaba una y otra vez, sudorosa, demasiado ansiosa, deseando auto
complacerse, pero Ryan la sujetaba por sus brazos, presionaba sus muslos con
sus rodillas y las manos en su culo terminaban de sujetarla con demasiada
precisión, haciéndola enloquecer de placer, pues ellos, estaban marcando el
ritmo que ella quería. Basilio presionaba en su punto G con dos dedos y Logan
dibujaba su clítoris mientras se follaba con otro par de dedos su coño y Flavio
enterraba dedos en su ano, masajeando con el resto de sus dedos su piel
alrededor y con su otra mano pulsando en uno de sus pezones con sus dedos,
cargando su pecho en su palma. Patricia apretó sus ojos, sintiendo el clímax
inminente sacudiéndola, escuchando los ruidos que producían con sus dedos y
cuando se corrió no pudo evitar dejarse caer en la cama el ligero instante antes
de que Ryan se inclinara hacia delante y enterrase su cara entre sus labios, para
sacar su lengua y follarse su coño con vibraciones y ronroneos, volviendo su
lengua áspera cuando quería, él tiró más de ella y movió su cadera hacia delante,
para hacerla coger con sus manos su polla.
 Ryan.
Masajeó la polla de él, sintiendo su propio placer mientras ella pautaba sus
movimientos de cadera, que él rodeó con sus brazos y alzó para gruñir con la
boca enterrada en su coño, haciéndola estremecerse al sentir su lengua
meneándose en su interior, sus dientes rozando su piel delicada. Ella tiró de su
polla, para acercarla a su rostro y sacó su lengua al sentirlo ceder con sus
caderas, llegó hasta su polla y lamió su punta, hizo un ligero meneo con su
lengua, azotando su polla y escuchándolo gruñir.
 Bájate de la cama y ponla de lado, Flavio y yo queremos tenerla
mientras te follas su boca.
Él asintió moviéndose, deslizando sus piernas fuera, tiró de ella, poniéndola de
costado, enredando una de sus manos en su pelo, haciéndola torcer su cuello.
Subió una rodilla en el colchón y apuntó con su polla hacia su boca mientras
Basilio tiraba de sus piernas, se tumbaba detrás de ella y mordía uno de sus
hombros, cargó uno de sus pechos en una de sus manos, apretando su pezón y
Flavio se tumbó delante de ella, viéndola abrir su boca ansiosa de labios
temblorosos para recibir la polla del cambiante a tigre que tenía el rostro
desencajado por el deseo y hablaba en murmullos hacia ella, con sus ojos fijos
en los de Patricia. Él, Flavio bajó sus labios hasta la garganta de ella y la besó,
sujetándose la polla con una mano, con la otra pasando debajo de su cadera,
rodeando con ella su piel, apretando sus dedos en su espalda mientras Basilio
continuaba torturando con sus dientes su hombro, deslizando su polla por su ano
lentamente. Él, Flavio. No necesitó mucho ánimo para deslizarse por su coño,
metiéndose hasta sentir sus huevos golpeando su carne húmeda y Ryan, apenas
necesitó follarse la boca de Patricia unos minutos para rugir su potente orgasmo,
dejándole ver a Flavio como ella tragaba su esperma, incluso como se deslizaba
por la comisura que daba a la gravedad la posibilidad de caer su semen y él
mismo, antes de que Logan se pusiera delante de ella, cogió su rostro y con uno
de sus dedos, volviéndose peludo, con una zarpa negra que podría cortar la piel
morena de su rostro, cargó el semen del cambiante y lo empujó hacia sus labios,
escuchándose a sí mismo gruñir ansioso al verla cerrar sus labios alrededor de su
dedo, escuchando a los demás rugir sus aprobaciones, haciendo a su maldito
pecho hincharse. El tiempo se había detenido en aquel momento y él miró hacia
su hermano que miraba a Patricia chupar de su dedo cambiado a uno enorme.
Ligeramente tiró mientras lo cambiaba para no desgarrarla y sonrió mientras
veía a Ryan tirando del pelo de ella, para hacerla estirar su cara y abrir sus labios
para recibirlo.
 Vamos, pequeña.
Ella parpadeaba con los labios enrojecidos, la mandíbula tensa.
 Acabaremos ahora mismo, te dejaremos orinar y daremos un buen baño.
Incluso Patricia dudaba que aquellas palabras fueran ciertas mientras abría
ligeramente sus labios y los lamía jodiendo los malditos lívidos de aquellos
cuatro cambiantes. Ryan, lentamente, se enterró en su boca, desde la punta hasta
la base.
 Mírame, ¡Mírame!
Los ojos de ella resplandecieron en su marrón chocolate que poseía la mayoría
de la humanidad y que para un puñado de cambiantes parecían increíbles a pesar
de todo. Él apretó sus dientes, sintiendo dolor en su mandíbula ante la tensión y
recorrió su cuerpo con su mirada, música comenzó a sonar en la habitación y él
no tuvo más remedio que sonreír al saber que provenía de su hermano que en un
extremo de la habitación había puesto su teléfono y abierto el baño, encendido el
grifo de la bañera. Flavio y Basilio gruñeron sus aprobaciones, deslizándose
todavía en el interior de ella. El ruido de los fluidos de ella, mezclados con los de
ellos, mientras sus pollas la taladraban era excitante. Patricia cerró sus ojos,
abrió sus labios y Ryan salió de su boca, escuchándola gemir de placer, viéndola
agarrarse a las sábanas con las uñas que ligeramente se tornaban blancas y
Flavio, junto a Basilio agacharon sus rostros y clavaron sus dientes en su carne,
haciéndola alcanzar un pico tan alto que ella simplemente trataba de tomar
aliento antes de desmallarse, cayendo en el colchón. Flavio y Basilio salieron de
ella, sus penes brillosos de sus fluidos. Logan se estiró a cogerla, tiró de ella
fuera del colchón, cargándola en sus brazos, viendo a su hermano soltar un
gruñido gustoso al ver como desde una de sus nalgas se deslizaba crema en una
línea blanca. Una vez bañada, ellos la dejaron en el colchón, con el pelo envuelto
en una toalla y su cuerpo abrazado en otra enorme. Se ducharon y volvieron para
ver que Patricia permanecía de costado en el colchón, desnuda. Ryan enredó en
un armario y le tiró a Basilio una camiseta de princesas tatuadas, vio cómo se
movió con rapidez y junto a su hermano Flavio vistieron a Patricia, quitándole
las toallas. Pero no se quedó contento, Logan gruñía su desaprobación al verla
demasiado limpia para el gusto de los cuatro. Con un brazo estirado sobre el
colchón, con su mano abierta y la otra sobre su vientre cubierto por la fina
camiseta de cuatrocientos dólares que ellos simplemente habían pagado a la
tienda para que mandasen cuanto antes, para tener algo para ella, el tanga de
material alienígena tenía la tela deslizada cubriendo su vagina. Basilio, cerca de
ella se metía un cuchillo dentro de un compartimento de una de sus piernas, justo
bajo su calcetín negro que se estaba poniendo, se colocó su pantalón de vestir
gris, colocó otro cuchillo en su otra pierna y se incorporó para abrir un cajón de
la mesilla, tirar de una falsa madera y sacar una pistola, guardársela y después
otra. Flavio estaba tras ella, en el otro extremo del colchón, viendo sus nalgas
gorditas, guardándose un cuchillo en su pantalón de vestir también.
 Tenéis armas allí.
Señaló una pared revestida con madera, se acercó y pulsó con sus palmas de las
manos el material, haciéndolo ceder, dejándoles ver como parpadeaba la
iluminación de un compartimento del tamaño de una bañera, cubierto de baldas
en las que descansaban pistolas, cuchillos y balas. Ryan y Logan cogieron varias
pistolas, se habían puesto unos trajes de Flavio y Basilio, con todos sus
compartimentos para armas, si se pagaba bien, hoy en día, podrías llevar un
pequeño arsenal que no se percibiese bajo tus ropas.
 ¿Listos?
Basilio preguntó, inclinado en el suelo, delante de Patricia, mirándola con fijeza,
torció sus ojos para verlos asentirle y se incorporó abrochándose un botón de la
chaqueta. Salieron de allí, fuera del edificio.
Le dije señor Reggie que ellos querrían vengarse.
El cambiante asintió junto a sus hermanos, ajustándose la chaqueta de trabajo
que llevaba puesta. Su sonrisa, que no seguía bien su mandíbula, torcida,
acojonaría al mismísimo demonio. Así de claro. Ver, a los demás miembros de la
manada de leones salir tras sus señores, hizo, que aquel cambiante se acomodara
mejor en su asiento y ya ver cambiantes a tigres rodando en vehículos detrás de
Logan y Ryan.
 Intentando entrar en nuestras plazas, en nuestros dominios, atacarnos.
Abrió la puerta del coche y salió, apartándose a un lado para que sus hermanos
salieran también. Él, estiró una mano enguantada de negro, negando hacia los
suyos que permanecían en otros vehículos ocultos.
 Dejando sola a la única debilidad que os une a ambas manadas.
El cambiante, tratando de no cojear, sin conseguirlo, cruzó la calle, subió los
peldaños a la casa y golpeó la puerta con los nudillos. Volvió a llamar,
escuchando a una hembra anciana hablando de que ya iba. Entreabrió la puerta
sin soltar las gruesas cadenas y el cambiante amplió sus labios, enseñando los
dientes a la hembra anciana, intentando calmarse para que el perfume no le
traicionase. Debía calmarse y conseguir que la vieja abriera la puerta de
seguridad, las cadenas que la sujetaban eran gruesas como puños.
 Buenas señora, somos del servicio de reparación del tendido eléctrico.
Comenzó a soltar, necesitaba que abriesen la puerta. Él no era un cambiante
paciente, nunca lo había sido.
 Los señores de la casa no están, lo siento mucho, pero no abriré la…
Ella no terminó de hablar, Reggie se volvió para ver a dos de sus hermanos
corriendo cambiados a rinocerontes hacia él y se apartó estirando su pierna mala
y después la buena costándole. Ellos hicieron todas sus fuerzas contra el material
que apenas cedió y otro de sus hermanos arrancó sus ropas de su piel, mostrando
todas sus cicatrices y soltó un ruido atroz por sus labios mientras cambiaba y se
abalanzaba contra la puerta, la hembra gritó y voló contra una pared. Reggie
entró dentro, viendo a la hembra con ambas manos en la cabeza, estaba algo
aturdida, intentaba decir algo, pero de su boca goteaba sangre, trataba de llamar
a la hembra humana. Reggie se sacó una pistola y bajó de manera contundente
su culata contra su nuca, viéndola caer inconsciente en el suelo.
 ¿Mafla?
Patricia se acercó a la barandilla de la escalera y miró tras apoyarse hacia abajo.
El ruido la había despertado, llamar a la cambiante la había delatado y ella se fijó
en los más de diez tipos que había en la planta baja. El que sujetaba la pistola
que goteaba sangre alzó su rostro y miró hacia ella, parecía que solamente uno
de sus ojos tenía vida, brillaba en un azul diamante. Ya que el otro no miraba
hacia Patricia, se mantenía más bajo en un verde selva. Patricia se llevó las
manos a los labios, viéndolo acercarse a las escaleras con pasos sin compás.
 Pórtate bien hembra humana y no sufrirás.
Ella jadeó viendo a los demás encaminarse tras él, subió su mirada hacia la
planta alta y rápidamente comenzó a correr hacia el piso superior, escuchándolo
hablarle. Ella llegó al último piso y abrió las puertas que daban al patio, cerró
tras ella, mirando por el cristal sin verlos todavía y atravesó la terraza,
acercándose al borde del edificio, saliendo por fuera. Apoyando sus pies en el
poyete, respiró tratando de calmarse, viendo el otro edificio a una distancia
considerable. Escuchó la puerta abriéndose y torció sus ojos para ver a aquellos
tipos llegando cerca de ella, con miradas furiosas de ojos de dos colores.
 Bien, no me importa si caes, te rompes el cuello y revientas. Pero salta
ya, tengo cosas más importantes que hacer.
Alzó sus manos enguantadas y se corrió la chaqueta de trabajo para ver la hora
en su reloj dorado, haciéndole sentir a Patricia el frío en su piel.
 También puedes volver aquí, no voy a hacerte daño.
Ella sintió que un estremecimiento recorría su piel, respiró profundo.
 ¿Qué queréis de mí?
Torció su rostro para mirar hacia ellos y tropezó, chilló, su cuerpo comenzó a
deslizarse con uno de sus pies hacia abajo, pero el cambiante se acercó a ella con
rapidez y la sujetó por la melena, tirando de ella, metiéndola dentro de la terraza.
La cogió por los brazos, estirándolos hacia atrás, esquivó su cabeza, con la que
ella trató de defenderse. Pero igualmente la esposó y se la arrojó a un hombro.
Caminó con Patricia colgando de su cuerpo, llevándosela dentro de la casa,
bajando las escaleras, siseándole para que se callase sin conseguir que lo hiciera
y definitivamente, al salir de la casa y llegar al coche amordazó sus labios, la
sujetó por las mejillas con una mano y siseó con un dedo enguantado de la otra
en sus labios.
 No me gusta que las hembras chillen.
El vehículo arrancó y Patricia miró por la ventana cercana a ella, apoyando su
frente en el cristal.
 Lleva una especie de Thurnax.
Uno de ellos soltó las palabras, haciendo al ser que la había metido en el coche
gruñir.
 Bien, no es como si yo fuera a meter mi polla en su coño.
Patricia miró por el reflejo del cristal a aquel ser quitándose la ropa, sangraba
por algunos cortes y ella se percató de que también tenía sangre, de él. Observó
cómo apretaba sus dientes al tocarse los profundos cortes, Patricia cerró los ojos
y trató de respirar por su nariz. El tiempo parecía no correr más de diez minutos
después cuando ella abrió sus ojos y observó South Bronx, las casas tapiadas, los
vehículos abandonados. En el que iban, se detuvo cerca de un callejón y los tipos
que iban con ella se bajaron del coche, todos menos uno, quien la había cargado,
que se mantuvo quieto junto a ella.
 Mírame.
Soltó de manera fría, Patricia volvió su rostro y miró hacia él, no parecía ser de
muchas palabras.
 Me llamo Reggie y soy el mayor enemigo ahora mismo de tus gatitos.
Él sonrió con malicia, sus labios estaban torcidos. Como si su mandíbula se
hubiera roto demasiadas veces, tenía una cicatriz bajando desde una de sus cejas,
era un corte limpio, parecía vieja. Se deslizaba sobre su ojo, que Patricia miró
dudosa de que fuera falso y aquel corte bajaba por su mejilla, por su garganta.
 Voy a destruir tu vida, humana.
Patricia frunció el ceño, pero retrocedió en su asiento al ver como él se sacaba
una navaja y se lanzaba hacia ella, tirando de su melena, haciéndola gemir y a
sus ojos humedecerse de dolor.
 ¿Te gustan mis cicatrices? ¿Quieres unas cuantas?
Ella sintió lágrimas empapando sus ojos, pero parpadeó, se las tragó mientras
sentía como él caía a cada lado de ella con sus rodillas.
 Vamos, los humanos lloráis, dame un puñado de lágrimas.
Patricia mantuvo sus ojos contra los de él, mientras veía por el rabillo del ojo
como su mano libre, con el cuchillo que tenía cogido subía y bajaba. La soltó
con brusquedad, alzó la mano con su cuchillo y clavó la navaja cerca del rostro
de Patricia, en el asiento, sin perderse detalle de ella.
 Esos malditos gatos te han entrenado.
Sacó el cuchillo, hizo un movimiento con la navaja, como si fuera un juguete y
se guardó el arma.
 Imaginabas que la tendrían envuelta en algodones maldito rinoceronte
bastardo.
Él se encogió de hombros, su piel oscura brillaba bajo la luz del sol cuando salió
del vehículo y se adentró un poco por la puerta para coger a Patricia por los
muslos y tirar de ella, haciéndola caer en el suelo del coche y después fuera,
poniéndola sobre sus pies. Patricia miró alrededor y tragó al ver a un grupo de
tipos de piel oscura en unas enormes puertas negras que abrieron para ellos, el
cambiante llamado Reggie tiró de ella, sujetándola por un brazo y pasaron por
las puertas que tras ellos se cerraron, siguió al cambiante, dudando de que si se
detenía la dejaría caer, sintiendo el suelo pegajoso en la planta de sus pies
desnudos. Ruidos musicales, de copas y voces hicieron que ella se encogiera,
miraba hacia todas partes, pero no había ni un atisbo de luz allí. Algo suave rozó
su piel, unas cortinas que se abrieron y entraron en una especie de despacho en
penumbra. El cambiante la dejó caer en un sillón, haciéndola rebotar y ella
parpadeó enfocando la vista, mirando alrededor, a las paredes de cristales. El
cambiante llamado Reggie se puso cerca de ella, cogiendo un teléfono móvil y
sonrió dejándose caer junto a ella, viendo la pantalla donde aparecieron Ryan,
Flavio, Basilio y Logan en cuestión de segundos. El cambiante sonreía, hizo un
giro con la pantalla y apuntó hacia ella que mantenía su rostro alto. Ellos no
tardaron en romper a insultarle, pero rápidamente el cambiante se llevó una
mano a los labios y rodeó después a Patricia con su brazo, tirando de ella,
haciéndoles gruñir.
 Voy a disfrutar rompiéndola.
Tiró de la cara de ella, poniendo su mano enguantada en su piel y ella movió su
cabeza contra la del cambiante, golpeándose, gimiendo de dolor. El cambiante
soltó el teléfono y lanzó a Patricia de espaldas en el sofá, tirando de sus piernas a
un lado, viendo su rostro torcido por el dolor.
 Dejaré que te salga un maldito hematoma.
La dejó allí, volviendo a coger su teléfono, sin prestarle la más mínima atención
a ella.
 Nosotros no podemos hablar con nadie para que se te permita tener
bailarinas humanas.
El cambiante gruñía y Patricia lo contemplaba quitándose los guantes negros,
viendo que sus dedos estaban cercenados sin sentido, como si los hubieran
cortado uno a uno. El cambiante torció aquel ojo hacia ella y Patricia se encogió
en el sofá.
 Suelta a nuestra hembra y trataremos de hablar con el consejo de
cambiantes.
El tal Reggie soltó una carcajada monstruosa, viendo a Patricia estremecerse.
 Vuestra hembra humana permanecerá a nuestro lado y si no obtengo
resultados pronto acabaré con ella, os lo quitaré todo, hasta el alma.
Reggie finalizó la llamada, sonreía imaginándose a los cuatro envueltos en una
trifulca. Se incorporó de donde estaba, quitándose la chaqueta de trabajo que
había llevado puesta, lanzándola a cualquier parte, sacó el polo con el logo de la
empresa, dejándole ver a Patricia las profundas cicatrices en su piel, las líneas
largas que cruzaban su espalda. Se volvió hacia ella y sonrió al verla parpadear
hacia él.
 Siéntate, te soltaré enseguida.
Llevó una de sus manos a uno de sus bolsillos y tiró entre sus dedos cercenados
de unas llaves, rodeó a Patricia, tiró de su mordaza y soltó sus manos,
liberándolas. Haciéndola gemir de placer a poder acariciarse las muñecas. Sus
tripas gruñeron y el cambiante suspiró moviéndose a una mesa grande de
madera, sentándose en un cómodo sillón.
 ¿Necesitas comer algo?
Ella negó, mirando a los que eran como él, alrededor de la mesa donde estaba,
observó como el tal Reggie alzaba una mano, levantando su dedo índice privado
de yema y uña, señalando una puerta grande corredera.
 Tienes allí el cuarto de baño, por si necesitas hacer algo.
Patricia no tardó en levantarse, pero el cambiante hizo que detuviera su paso.
 Intenta todo lo que quieras humana.
Terminó con desprecio sus palabras.
 Pero fuera de éste edificio solamente encontraras pobreza, miseria y
¡Ah! mis chicos humanos vigilan cualquier movimiento por un simple
gramo de caballo y mi aprecio.
Ella continuó su paso, con sus simples bragas y la camiseta que le habían puesto,
se encerró en el baño, viendo los adornos dorados, la ducha, cerró la tapadera del
váter y se sentó no había ventanas, simplemente paredes.
El cambiante la mantuvo allí cautiva por más de cuatro días allí, Patricia apenas
había tomado bocado, él mismo le enseñaba las botellas precintadas de agua que
traían los repartidores. Había tratado de darle ropa para que se duchase, de
alguna stripper como las que podía ver bailando a través de los cristales o
follando con algunos clientes. El mismo Reggie tenía a una hembra cambiante
en la mesa del despacho ahora mismo, el primer día se sacó la polla de manera
descarada y la hembra llegó hasta él para chupársela, esperando recibir una dosis
y Patricia corrió al baño al ver como la hembra sorbía su gran polla mientras
trataba de no temblar por la necesidad de su chute. Ahora la mantenía boca abajo
en la mesa, mientras el material crujía bajo sus cuerpos.
 Limpia toda ésta porquería maldita cerda.
Ella torció sus ojos al escuchar sus crueles palabras, viéndolo arrojarle una toalla
a la hembra, frunciendo sus labios al ver como la chica limpiaba el suelo
pringado y después se limpiaba ella misma sin dejar de mantener su otra mano
estirada para recibir su dosis. Reggie no era un cambiante hablador, ni con los
suyos mismos o sus hermanos que Patricia creía haber reconocido a unos once
por el tono de voz distinto que tenía con ellos. Salvo follarse a esa hembra, su
único entretenimiento era ver su ordenador o Tablet y beberse una botella de
whisky cada noche a palo seco.
 ¿Cuánto tiempo más voy a permanecer aquí?
Patricia necesitaba saberlo una semana después de todo aquello, se mantenía en
su colchoneta improvisada en el suelo, viendo al cambiante apoyado contra los
cristales que separaban el local del despacho, mientras éste alzaba su copa llena
hacia sus labios, sus ojos parpadeaban más mal si cabía ahora que estaba
borracho, casi a punto de acabarse la botella y caer en el suelo como cada noche,
se bebió de un trago la bebida y llegó hasta ella, tambaleándose, poniendo sus
yemas de los dedos en el cristal antes de inclinarse hasta casi rozar su rostro el
de ella.
 Cuando yo tenga lo que quiero.
Se echó para atrás e hipó.
 Ellos te matarán una vez me recuperen.
Reggie soltó una risotada antes de volver a hipar.
 No lo harán y te diré por qué.
Volvió a su sitio, dejándose caer en el suelo, prácticamente haciendo a Patricia
saltar al caer con sus dos metros y diez seguramente y sus ciento setenta o más
kilos en el suelo.
 Vamos a llegar a un acuerdo y al contrario que en tu estúpido mundo, en
el nuestro la palabra se respeta.
Patricia recorrió con odio en sus ojos el cuerpo del cambiante.
 ¿Cómo conseguiste todo eso?
Reggie siguió su mirada, alzó una de sus manos y parpadeó viendo sus dedos.
 Víctor Capat me secuestró cuando yo tenía quince años, tocaba el piano
por aquel entonces.
Hizo movimientos con sus dedos, estirando sus manos.
 Él lo sabía, por cada vez que me negué a pisar a una hembra, él me
cortaba, golpeaba y torturaba.
Se sirvió otra copa y brindó hacia Patricia.
 Imaginaba que alguno de mis veinte padres vendría a salvarme.
Patricia suspiró bajando su mirada, evitando sus ojos.
 ¿Por eso quieres hembras humanas?
Reggie se levantó demasiado rápido, acercándose a ella, haciéndola cubrirse
asustada. Pero ella torció sus ojos hacia él, viendo desaprobación en su mirada.
 ¿Te pusieron algún dedo encima esos malditos gatos?
Él prácticamente escupió, pero no se calmó al verla negar, se movió hacia su
botella y cogió lo poco que quedaba ofreciéndosela.
 A mí no me gusta maltratar, normalmente quiero matar a ser que me
rodea, pero no golpeo hembras débiles.
Incluso esas palabras despectivas parecían una muestra de único afecto que ese
cambiante parecía poseer, sonrió al verla toser tras beber.
 Algún día te acostumbrarás al sabor. Ve a ducharte, tenemos cosas que
hacer.
Señaló hacia el baño con la mirada, haciéndola seguir sus ojos para ver a uno de
los hermanos de él saliendo del baño.
 Cámbiate la camiseta, mandé comprar varias para que eligieras la que
quisieras.
Patricia comprobó que era cierto, en el baño había ropa en una estantería,
pantalones, zapatillas incluso. Cuando salió de allí el cambiante la esperaba con
otra botella de licor en una de sus manos, vertiendo el líquido en un vaso, dando
un trago rápido, ella intentó decir algo, pero él simplemente le sonrió y guiñó ese
ojo verde raro.
 Vamos.
Estiró su mano hacia ella, pero Patricia pasó delante de él, salieron fuera del
edificio, viendo a un grupo de jóvenes montados en motos, dos en cada moto,
armados con fusiles. Mirándola con rostros poco amistosos. Reggie señaló uno
de los coches y ella se metió dentro, donde el resto de los hermanos de él se
mantenían sentados.
 ¿Crees que es buena idea venir con ella?
Reggie sonrió con malicia, estirando una de sus manos hacia ella, moviéndole el
pelo detrás de su espalda.
 No confío en nadie para dejarla a su cargo, Bugzy.
Patricia apartó su rostro, mirando por la ventana, viendo que se dirigían fuera de
la ciudad, hacia el puerto, se detuvieron delante de una gran nave y ella estiró su
mano para llegar a la manilla y tirar para abrirla, pero no consiguió nada. Sus
ojos se iluminaron al ver a Ryan, Flavio, Logan y Basilio.
 Mira que mala pinta tienen.
Ella se percató de aquello tras escuchar al cambiante frente a ella, torció sus ojos
para mirarlo. Había estado varias veces por el despacho, incluso para compartir
alguna chica con su hermano y con otro de ellos.
 Jarrell, ¿No conseguiste saber nada de tu informante?
Éste negó mirando hacia Patricia, se bajaron del coche, por el lado contrario,
mientras Reggie se mantenía junto a ella, estiró sus manos y esposó sus muñecas
a la puerta del coche con tal rapidez que ella se asombró, después la señaló con
un dedo y negó al ver su mirada asustada.
 Quietecita.
Se quedó sola y trataba de escuchar lo que decían, pero por el grosor de las
puertas del coche dudaba que pudiera. Amplió sus ojos al ver a Reggie comenzar
a desnudarse, parecía tener una fijación por estar desnudo delante de todos. Iba
desarmado, uno de sus hermanos que ella creía haber escuchado ser llamado
Trent se llevó una mano a la cara y negó. La ventana delante de ella comenzó a
balar y sintió que lágrimas mojaban sus ojos, sin saber porque, ella no estaba
sufriendo en su cautiverio salvo por ver a ese cambiante y a sus hermanos
teniendo sexo sin ton ni son. Dijo en nombre de ellos cuatro a la carrera, intentó
tirar de sus brazos, para apoyarse en marco de la ventana, pero antes de que
pudiera llegar a ella Ryan o Flavio la ventana subió y ella se quedó con la frente
pegada al cristal, viendo el rostro de Ryan delante del de ella.
 Te echo de menos.
Susurró, como si pudiera escucharla, no pudo evitar las lágrimas que se
deslizaron por sus mejillas, podía ver el rostro de él lleno de barba que parecía
llevar más de un mes sin afeitarse. Reggie volvió al coche, se subió y acarició su
cabeza como si se hubiese portado como la mejor de las niñas.
 ¿Por qué esa insistencia en tener humanas trabajando para vosotros?
Ryan, Flavio, Basilio y Logan se mantenían sobre sus pies, mirando hacia el
coche.
 No me gusta explotar a mis hembra, una vez consumen drogas se
autodestruyen yo simplemente mantengo a los peores drogadictos de tu
mundo felices mientras las hembras que trabajan para mí, se llevan más
de lo que deberían por trabajar con clientes.
Reggie ordenó acelerar, soltó sus esposas y Patricia volvió a intentar abrir la
puerta.
 Una hembra cambiante puede consumir grandes dosis de droga al día y
su cuerpo, como no lo mantengas a raya pide más y más, se acostumbra a
la dosis que obtiene.
Patricia frunció sus labios, era verdaderamente horrendo escucharle hablar sobre
cantidades de drogas que soportaba una cambiante a diferencia de un humano.
 Quieres humanas dóciles que no te supongan tanto gasto como una de
tus hembras.
Los hermanos de él soltaron carcajadas y hablaron entre ellos.
 No lo creo, las humanas sois difíciles de romper y mis clientes desean
mujeres que les complazcan.
Carraspeó antes de continuar inclinándose sobre ella, susurrando.
 La mayoría de los seres de ésta tierra quiere saber cómo es de estrecho
un coño humano.
Patricia se apartó, pero él simplemente sonrió al bajarse del coche y verla tratar
de huir mientras sus chicos con las motos aceleraban sin parar. Patricia se volvió
hacia él, golpeándolo en la cara, continuando con sus golpes furiosos, levantó su
rodilla, pero él movió su muslo y lo cruzó antes de que ella alcanzase sus
pelotas. Sujetó a Patricia por los hombros al ver que le dolía la pierna por el
golpe que había intentado darle, la arrojó sobre su hombro y caminó con ella, no
se detuvo hasta que llegó al despacho y la dejó en el sofá.
 Vamos a ver si nos han llegado las documentaciones de las humanas que
nos traerá el búlgaro.
Patricia acarició su pierna mientras veía a los cambiantes enredando en una
pantalla sobre el escritorio del cambiante, uno de ellos puso una bandeja delante
de ella y Patricia miró la comida. Un simple platillo de arroz cocido con pollo y
un postre líquido. Comió algo, peor rápidamente comenzó a sentirse mal, uno de
los hermanos se percató y acercó a ella, viéndola inclinada hacia atrás en su
asiento.
 ¿Por qué huele a drogadicto aquí?
Ella sentía que temblaba, no podía mantener su saliva dentro de su boca. El
cambiante cogió el tazón lechoso y lo acercó a su nariz, torciendo su rostro,
abriendo su boca y soltando una arcada.
 Han intentado matarla, aquí hay demasiada heroína.
Reggie la cogió en sus brazos y trató de mantenerla despierta mientras salía con
ella fuera del despacho.
 Llamar a nuestro doctor de confianza.
Tiró de ella a un extremo del pasillo y le sujetó el pelo viéndola comenzar a
vomitar ruidosamente.
 ¿Quién ha sido?
La llevaron a toda velocidad hasta un hospital y ella podía escuchar al humano
negar.
 Se nos prohíbe atender a cambiantes, no podéis pasar.
Reggie la zarandeó para cargarla sobre uno de sus hombros, haciéndola vomitar
sobre su espalda. Sujetó al hombre por la chaqueta y éste negó.
 Te pago bien para que hagas tu trabajo.
El hombre negaba.
 El doctor de confianza de los tigres y leones os atenderá.
Patricia intentó hablar, pero sus dientes castañeaban en su boca, apenas podía ver
mientras Reggie la volvía a meter en el coche y llegaban a casa de Flavio y
Basilio que rápidamente salieron con sus armas apuntando hacia ellos.
 Alguien la ha drogado, llamar a vuestro maldito doctor.
La tumbó en el asiento donde estaban y comprobó su pulso.
 Cada vez está más débil.
Ryan, Flavio, Basilio y Logan no podían hacer nada. Manuel había sido
asesinado, la llevaron a otro hospital, guiados por los dos tigres y leones y
rápidamente los vieron desenfundando sus armas, amenazando a los humanos.
Cuando consiguieron meterla en una camilla y entrarla por las puertas de la UCI.
Flavio se volvió contra él, apretando la punta de su pistola en su frente.
 Dame un solo jodido motivo para no extinguir a tu especie.
Reggie mantuvo su mirada con la de él, peor Flavio se detuvo al escuchar al
médico.
 Afortunadamente la doctora ha vomitado la mayoría de la droga y le
estamos haciendo una limpieza estomacal.
Flavio lo soltó y Reggie se colocó la chaqueta.
 No era mi intención dañarla.
Basilio dudó de sus palabras.
 Os lo digo enserio, ella es insegura y miedosa, pensaba que la
maltratabais.
Logan gruñó deseando reventarlo a balazos.
 El puto muerto de su ex marido se encargó de hacerla la mujer más
insegura del mundo, la llenó de mierda, de dudas y miedo. Nos
desvivimos para que eso cambie.
Furioso gruñó, les estaba costando la vida verla bien, descansar con paz en su
luminoso rostro moreno y les atemorizaba que los hermanos rinocerontes
terminasen con ella.
 No te la llevarás.
Pulsó con dos de sus dedos en su pecho mientras decía las palabras.
 Tendrás que pasar sobre mi cadáver.
Flavio, Basilio y Ryan gruñeron aprobando sus palabras, pero los hermanos de
Reggie y él mismo negaron. Reggie sujetó la muñeca de Logan, que desesperado
por el estado de Patricia había bajado al nivel del suelo su nivel de reacción. El
cambiante a rinoceronte alzó sus labios como pudo ya que su rostro no respondía
bien a sus deseos y acercó su cara contra la de Logan.
 Sí respetáis mis malditas plazas y la comisión del cero por ciento.
Ryan no pudo evitar la carcajada que se escapó de sus labios y Basilio lo imitó
llevándose las manos al vientre duro. Llevando a Reggie al enfurecimiento.
 Cuando dos payasos se juntan, ellos mismos se crean su propio circo.
Ambos tardaron menos de un segundo en dejar de reír. Ryan se arrojó contra un
enorme cambiante de piel tostada y golpeó con sus puños en su rostro, en
cambio Basilio se lanzó hacia cuatro de ellos, empujándolos, golpeándolos y
sacando dos cuchillos de su cuerpo, se puso contra el cambiante que había dicho
aquello, moviéndose sobre sus pies.
 Maldito Elijah, voy a llenarte de agujeros y rajarte.
El cambiante resopló levantándose sobre él en sus más de dos metros diez,
señalando a su hermano idéntico a él junto a los demás.
 Yo soy Klarity, deberías saber quién soy si estás deseando tanto
clavarme algo.
Flavio puso una de sus manos sobre una muñeca de su hermano, ambos se
miraron a los ojos y aunque costó, Basilio acabó bajando su mirada. Flavio
suspiró antes de mirar a Logan y asentirle.
 No podemos dároslo todo, mañana serán los vampiros, pasado otros.
Logan suspiró bajando el precio a un treinta que los hermanos rinocerontes
bajaron a veinte y ellos subieron a un veinticinco. Reggie estiró su mano hacia
Flavio, con una sonrisa en los labios torcidos.
 Hecho si nos dejáis prostituir humanas.
No pudo sonreír más el cambiante mientras apretaba la mano de Logan tras la de
Flavio indecisa.
 Habéis cometido un terrible error al elegir a una hembra humana como
compañera.
Enseñó sus dientes mientras estrechaba la mano de Basilio.
 Los humanos solamente sirven para follar y procrear.
Ryan negó estrecharle la mano, se cruzó de brazos e inclinó hacia delante
mirándolo desafiante.
 Nunca tuviste a una hembra que te quisiera por completo, tu asquerosa
alma, tu negro corazón, tu cuerpo tal y como es, tus pensamientos, estar
en tu vida a pesar de toda la oscuridad que arrastras, lo mínimamente
bueno que tienes, si es que queda algo ahí dentro.
Reggie permaneció serio por demasiado tiempo, sin decir palabra alguna, parecía
haber sufrido un cortocircuito.
 Ni la tendré.
Se volvió dándoles la espalda.
 Los ángeles y los monstruos no están destinados a enamorarse.
Sin evitar su cojera se largó de allí, sin mirar atrás. Basilio no dudó y entró por
las puertas de la UCI, alzando su dedo medio al médico, se sacudió la chaqueta
mirando hacia los gorros y las fundas de los zapatos. Alzó un lado de sus labios
y gruñó al ver las batas, abrió las puertas que daban a las camas y ansioso se
lanzó hacia donde olía a su compañera. Se le saltaron las lágrimas al llegar a
ella, sintiendo su olor mezclado con el de las drogas, puso sus manos en el
colchón y se inclinó sobre el cuerpo de Patricia, llegando con su nariz hasta su
rostro, oliendo su mejilla cercana a él, sintió su toque, sus dedos fríos subiendo
por su barba, enterrándose en ella, tocando su piel. Sintió su nariz pegándose a
su piel y él ronroneó moviéndose en su leve contacto.
 Basilio, estás aquí.
Ella subió sus manos por sus mejillas, las vías que tenía en sus manos, los tubos
golpeaban su rostro. Sintió como tiraba de su pelo y que su aliento se detenía al
llegar al final de sus hebras, la miró, viendo como abría sus ojos y lo miraba,
deslizándolos hacia su pelo.
 Lo cortaste.
Él asintió bajando sus labios hasta los de ella, posando su piel sobre la de ella.
 Debimos afeitarlo.
Siseó antes de que ella dijera nada.
 No volveremos a perderte.
Bajó sus manos grandes, rodeándola por la cintura y tiró de su cuerpo,
arrastrándola contra el suyo, la abrazó, sin hacer fuerza, sin poder dejar de
ronronear.
 Pídeme que acabe con sus vidas.
Sus palabras salieron pesadas por sus labios, como si necesitase que ella le
pidiera aquello.
 Haría cualquier cosa por ti.
Ella suspiró rodeándolo con sus brazos como podía.
 A mí nadie me extraña nunca.
Ryan ronroneó inclinándose sobre ella, besándola en la mejilla ruidosamente.
Separó sus labios y se volvió para mirar a las puertas de la UCI abriéndose, pero
su sonrisa en sus labios murió al ver quien era, se subió a la camilla y recibió un
puñado de disparos por su cuerpo mientras Basilio levantaba un cuchillo entre
sus dedos y lo lanzaba contra aquel ser, dándole en el pecho. Ryan se levantó de
la cama y caminó hacia el tipo, volviendo su rostro hacia Basilio con una sonrisa
amplia, mientras aquel ser se mantenía de rodillas en el suelo, mirando el
cuchillo.
 Te ha regalado uno de sus cuchillos, justo en la vena aorta.
Patricia torció su rostro para mirar hacia aquel ser, viendo sus rasgos de
olvidado.
 Yo no me la quitaría, podrías morir.
El olvidado que mantenía su puño envuelto en la empuñadura del arma se
detuvo.
 Ryan.
Patricia trató de incorporarse, preocupada por sus posibles heridas, pero Basilio
siseó hacia ella.
 ¿Quién te envía?
Ryan al ver que negaba bajó una de sus manos hacia el cuchillo y otra hacia una
de sus pistolas, apuntó a la cabeza de él y comenzó a tirar del cuchillo, tan
despacio que podía ver al olvidado estremecerse. Bajó el arma de manera
contundente contra la cabeza del olvidado, dándole por diferentes sitios,
haciéndole poner los ojos en blanco, movió su arma y disparó en una de sus
piernas.
 Mis jefes llevaban razón.
Gruñó el olvidado al verlo sacudir su arma, alzó su rostro y lo contempló a
través de sus ojos pálidos.
 Dime quienes son y vivirás.
Logan y Flavio se acercaron detrás del olvidado con armas en las manos, pero no
vieron al olvidado alzando su mano y tirando del cuchillo. Si lo vieron caer de
lado y a Ryan apartarse para no mancharse los zapatos con su sangre.
 ¿Qué tal el nuevo traje?
Ryan apretó sus dientes, se agachó y tiró de algunas balas por su pierna.
 Duelen como si te embistiera un tren de alta velocidad.
Cogió el cuchillo de Basilio después y lo limpió en la ropa del olvidado para
volverse caminando a la cama y pasárselo a su dueño. Su rostro tenso se calmó
al ver a Patricia mirándolo sin un atisbo de miedo, se guardó la pistola y sonrió
hacia ella, movió su mano ahora libre del arma y acarició una de sus mejillas.
 Te prometo que mientras viva.
Los demás gruñeron haciéndole sonreír.
 Vivamos.
Corrigió él.
 Nada te pasará y mataré a cada maldito hijo de puta que trate de dañarte.
Patricia alzó una ceja hacia él, haciéndole suspirar al enorme cambiante.
 Siempre que me lo permitas.
Ella amplió su sonrisa y sus ojos marrones brillaron haciéndole bajar su mano
libre hasta su polla y apretársela.
No le dieron el alta rápidamente y a pesar de estar un par de días después
completamente sana le dieron uno más de descanso en el hospital. Cuando ya la
liberaron, Flavio la llevó obligatoriamente en silla de ruedas fuera del hospital,
hasta el vehículo privado que les esperaba en la entrada de urgencias. Ella
comprobó que no volvían en dirección hacia la casa de Flavio y Basilio, menos
aún hacia la de Logan y Ryan, se adentraron en un barrio con clase, donde las
mejores tiendas y boutiques no cerraban por si algún cliente necesitaba una
camisa de último momento más impuestos o una simple barra de labios, más
impuestos por supuesto. Patricia tragó al ver delante de la enorme mansión en la
que habían aparcado y sin protestar dejó a Logan cargarla entre sus fornidos
brazos, pasaron el umbral de la puerta y ella parpadeó ante los láseres rojos que
la cegaron un leve instante. Logan la movió a una cocina de película y ella no
pudo sonreír más al ver a quien mandaba entre las hembras cambiantes que se
movían por el lugar.
 Mafla.
La hembra sonrió, con las comisuras de sus ojos arrugándose y se acercó a ella,
rodeándola con sus brazos grandes, dejándola sin aliento ante el achuchón que
recibió.
 Que floja estás doctora.
Soltó su cuerpo y rápidamente ordenó que le sirvieran comida, cuando terminó.
Logan la cargó en sus brazos, subió con ella una planta y entró en un dormitorio
enorme. Patricia podía ver la cama redonda a doble altura, con la parte baja
adornada con líneas iluminadas con luces rojas y de leds. Subió los pocos
escalones y trepó con ella hasta el centro del colchón, viéndola morderse los
labios. Golpeó con sus nudillos la nariz pequeña de Patricia y sonrió
levantándose.
 Necesitas descansar.
Ella abrió sus labios sorprendida.
 ¿Qué? Logan, llevo tres días en una cama, más de una semana sin.
Él se detuvo en el primer escalón, viéndola incorporarse sobre sus codos. Negó
hacia ella, terminando de bajar.
 Duérmete.
Ella apretó la camisa grande que llevaba puesta de Flavio, viéndolo desaparecer
fuera del dormitorio. Se volvió en el colchón y sujetó la almohada para gritar
con todas sus fuerzas contra el material. No contenta con aquello se bajó de la
cama, caminó hacia los escalones y tras bajarlos se acercó al espejo de un
tocador para soltarse el cabello, lo desenredó un poco con un cepillo tallado. Se
pellizcó las mejillas y lamió los labios antes de salir fuera del dormitorio
tratando de no hacer ruido, se encaminó por el pasillo y Mafla le sonrió al pasar
a su lado, señalándole con el dedo de una mano hacia abajo. Ella bajó las
escaleras, sintiendo el frío en sus pies, llegó a unas puertas dobles y golpeó con
sus nudillos.
 Pasa pequeña.
Ella abrió la puerta ansiosa y se apoyó en ella para cerrar, viendo a los cuatro
enormes cambiantes rodeando un escritorio de madera precioso. Sentados cada
uno en un asiento demasiado cómodo. Basilio estiró sus manos hacia ella, pero
las bajó al gruñirle Flavio.
 Deberías estar descansando Patri.
Que dijera la abreviatura de su nombre no significaba nada bueno, Flavio quería
que volviera a la cama y cuanto antes. Ella alzó sus manos hacia uno de los
botones de la camisa de Flavio, intentó soltarlo, viendo como ellos apoyaban sus
manos en los reposabrazos de sus asientos, tiró, tiró, tiró y trató de sacarlo. Pero
solamente consiguió que el hilo se deshiciera y el botón cayera delante de ella en
el suelo, por supuesto, haciendo un par de repiqueteos que hicieron a sus mejillas
teñirse de rojo. Alzó sus ojos, moviéndose un poco al ver las miradas
amarillentas de los cuatro, sus mandíbulas fruncidas y sus respectivas manos
volviéndose peludas, escuchando y viendo como sus garras destrozaban los
reposabrazos de sus asientos.
 Soy una terrible seductora.
Bajó sus brazos y sus hombros, volviéndose hacia la puerta, estiró su mano. Pero
antes de que pudiera hacer algún movimiento, Logan tiró de ella contra ésta,
haciéndola golpearse contra el frío material mientras tiraba de la camisa de
Flavio que llevaba puesta y golpeaba una de sus nalgas, bajando su nariz por su
cuello, haciéndola gemir de placer al escuchar sus ronroneos, haciéndola
empaparse al sentir su polla apretándose contra su otra nalga.
 Si me dejas opinar.
Mordió su piel, justo en su cuello, teniendo que subir su mano sobre su espalda,
teniendo que rodearla con la cintura para mantenerla en su sitio. Ella temblaba,
sus piernas parecían gelatina. Se agachó haciéndola seguirlo un poco hacia
abajo, cogió el botón y gruñó hacia los demás de manera mortal.
 Voy a encargarme personalmente de que ésta mierda del botón se repita
y coleccionaré cada maldito de ellos que sueltes.
Ella soltó una risilla que no ayudó a su polla, porque se vertió algo de su semilla
por su punta, sacudiéndose con vida propia contra ella y él, no dudó en bajar su
otra mano y sacarla, bajándose la cremallera.
 No sabía que te gustase coleccionar cosas.
Él cogió entre su palma y sus dedos su polla y se puso entre las nalgas de ella,
siseándole. Pasándola entre sus muslos, subiéndola por sus labios vaginales,
golpeando su clítoris sin piedad, tirando para atrás y volviendo a embestir.
Sintiendo su crema única empapando su polla.
 Creo que ahora es buen momento de comenzar.
Tiró de ella, arrastrándola hasta la mesa, pateando el sillón donde había estado,
dejándola caer con sus tetas sobre el frío material, haciéndola apretar sus dientes
planos entre ellos.
 Dime mi reina.
Se agachó sobre ella, volviendo a meter su polla entre sus muslos, gruñendo al
sentirla apretar sus muslos y su coño alrededor de su miembro.
 ¿Qué castigo ejemplar necesitas? Es peligroso desobedecer a tu capo,
muchos han muerto o sido horriblemente castigados.
Patricia torció su rostro y lo miró a través de sus ojos, con una confianza que él
jamás se permitiría no volver a ver reflejada en ellos.
 Hazme lo que quieras.
Abrió sus labios al verlo bajar con su boca abierta hasta su hombro y morder su
carne, después subió y la besó en los labios, haciéndola seguir sus movimientos,
jugando ambos con sus lenguas mientras él se movía haciéndola enloquecer,
deteniéndose cuando sintió que sus paredes temblaban alrededor de su polla.
Tiró de ella, volviéndola, alzándole las piernas para que rodease su cuerpo,
viendo como las cadenas de aquel material desaparecían lentamente, quedándose
un pequeño bulto dorado en su vello íntimo. Dándole acceso completo a su
vagina, entregándosela.
 Confío en ti.
Ella estiró uno de sus brazos y con sus dedos llegó a su camisa, acariciando el
material sobre sus abdominales, haciéndole desear estar desnudo para sentir sus
caricias.
 Logan.
Él miraba su mano, alzó sus ojos hacia ella y gruñó.
 ¿Mmmmm…sí….?
Patricia tiró de la camisa, haciendo con ella un puño entre sus dedos.
 Necesito tocarte.
Él se mordió el interior de la mejilla con fuerza, sintiendo el regusto de su
sangre. Lo había hecho para no correrse ante sus palabras, la soltó un leve
instante y tiró de su camisa, destrozándola, dejándola caer por su cuerpo, tirando
y tirando hasta quedarse sin ella.
 Patri….Paaatricia.
Ella amplió sus manos contra su piel, acariciando cada maldita onza de
músculos, recorriendo sus tatuajes.
 No podré contenerme, me volveré salvaje si continúas así.
Patricia tocó con las puntas de sus dedos sus pezones, sintiéndolo estremecerse.
 Quiero darte la vuelta y montarte.
Logan gruñó las palabras, envolviendo sus dedos que cambiaban a peludos por
sus muslos, tirando de ella, pero Patricia puso sus manos en su pecho y negó
hacia él.
 Hazme el amor Logan, ámame.
Él asintió cogiéndose la polla con la mano, moviéndola hasta colocar su punta
entre sus labios, enterrándose en ella, alzando su rostro y gruñendo con todas sus
fuerzas al sentir su resbaladizo coño listo para recibirlo.
 Mi idea de bienvenida a la casa no era ésta.
Se inclinó cuando terminó de penetrarla y atacó sus labios, abriéndolos.
Besándose entre ambos, tiro del cuello de ella, envolviendo sus manos tras su
nuca, sacando su lengua la enterró en la boca de Patricia e hizo que moviera la
suya con la de él, sin parar de mecerse en su interior, disfrutando ambos del
contacto íntimo, gruñendo Logan al sentir sus dedos tibios recorriendo su
espalda, escuchando sus gemidos.
 No aguantaré.
Ella le asintió, inclinó la cabeza sobre sus dedos, sintiendo que una de sus manos
abandonaba su agarre, pero que la mano que quedaba sujetándolo no pedía su
fuerza, sintió su mano libre bajando por su piel, pellizcando sus pezones,
tocando su vientre, bajando más hasta llegar entre sus labios íntimos a su clítoris
donde apretó sus yemas de los dedos y ella rompió a gemir sintiendo su clímax y
el semen de él comenzando a inundar sus paredes. Él rodeó su cuerpo con sus
brazos, quedándose ambos abrazados, disfrutando las caricias de él y su cara
barbuda cepillando una de sus mejillas.
 No se te ocurrirá acapararla.
Logan pegó su frente a la de ella y ambos rieron mirándose a los ojos.
 Tranquilo Flavio.
Besó la punta de la nariz de Patricia y sonrió ampliamente.
 Patricia nos mantiene a todos.
Ella sintió sus mejillas arder y su corazón martillear cuando Flavio se inclinó en
la mesa y tiró de su cuerpo, pasándolo por la mesa ruidosamente. La cargó en sus
brazos y la sentó sobre él en el cómodo sillón, mantuvo las manos por un tiempo
en los muslos de ella, bebiéndose con su mirada el cuerpo de ella.
 Termina de quitarte la camisa.
Patricia que vio como colgaba la prenda desde sus codos sonrió, tiró de sus
brazos hacia atrás y sacudió éstos para que la camisa bajara.
 Mierda nena, cada movimiento que haces medio desnuda es putamente
caliente.
Él gruñó acercando su rostro a ella, llegando hasta uno de sus pechos, abriendo
sus labios, enterrando su punta en sus labios, mordiéndola con sus dientes. Ella
rodeó con sus manos su cabeza, abrazándose a su cuerpo, restregándose contra
su polla que cepillaba entre sus labios vaginales. Ella soltó una de sus manos de
su agarre y bajó su mano entre sus cuerpos y cogió la polla de él, haciéndole a él
reclinarse hacia atrás con los ojos apretados, tratando de respirar, sin conseguir
dejar de gruñir con su pecho tronando. Sintió como ella se estiraba hacia arriba y
él apretó una de sus nalgas, bajó su cabeza y miró hacia Patricia, soltando una
maldición al verla sujetando su polla, con los labios abiertos, su rostro alzado, su
cuello tenso. Él se incorporó y rodeándola con sus manos recorrió con sus dedos
su espalda, mirándola con adoración. Patricia se metió cada pulgada de su gruesa
y pesada verga en su coño, cuando terminó bajó sus ojos hacia él, viéndolo entre
sus pechos mirándola con ojos brillosos, besó sus tetas, mientras ella se mecía.
 Fóllame Patri, tómame.
Ella incrementó sus movimientos, mientras él trataba de no cambiar, pero sus
piernas se tornaban peludas al igual que sus brazos y podía sentir como su cola
comenzaba a salir entre sus nalgas. Meneó sus labios, viendo sus bigotes blancos
fuera y resolló tratando de calamar a su jodido gato que quería salir a jugar. Ella
se meneaba cuando bajaba, golpeaba sus putas pelotas como una maldita
profesional, porque para él y suponía que para los demás, Patricia era su estrella
porno, su única.
 Mira.
Patricia bajó sus ojos para ver sus brazos peludos envolviéndose bajo sus
piernas, sujetándola y haciendo él su propio ritmo, con las venas de sus brazos
marcándose.
 Todo lo que deseo lo puedo sujetar con mis brazos.
Gruñó al sentir las paredes vaginales de Patricia asfixiándole la polla,
envolviéndosela con todas sus fuerzas. Pero él bajó la intensidad de sus
embestidas y se inclinó hacia atrás, haciéndola caer contra su cuerpo,
meneándose, haciéndola saltar con él.
 Nunca dejaremos que te vayas.
Ella lo miró, pero la mirada de él se movía sobre la su propia y gran mano con
zarpas en algunos dedos y cayos, peludos. Patricia puso una de sus manos en el
sofá, junto a la cabeza de Flavio y se movió un poco, viéndolo llegar a una de
sus tetas para besar con mimo su pezón.
 Eres nuestra, para siempre.
Gruñó él desde su teta, mirándola con ojos dorados. Patricia cerró sus ojos, abrió
sus labios y sonrió con la boca abierta. Entendiendo algo, eran ellos, quienes
hacían a sus ojos cerrarse, lo eran, porque ellos hacían al interior de su pecho
retumbar y a su cuerpo morir de un hambre indescriptible. Ambos comenzaron a
mecer sus caderas, golpeándose entre ellos. Flavio la rodeó entre sus brazos,
tratando de no presionar demasiado su abrazo. Para los cuatro cambiantes era
demasiado morboso y retorcido hacerlo con ella, el tratar de hacer que ella
sintiera placer y se corriera era un trabajo literalmente caliente. Ambos se
corrieron y Patricia apoyada en su cuerpo, con su nariz enterrada en su cuello.
Ryan se acercó hasta ella, besando por su espalda con sus labios, en una caricia
tan lenta que ella se estremeció con la polla de Flavio enterrada en su coño.
Subió, hasta llegar a su cuello, haciéndola moverse contra su cuerpo. Ryan la
cargó en sus brazos, no se quedó allí, salió fuera, pendiente de cada movimiento
en la casa, si alguien posaba sus ojos ahora mismo en Patricia, moriría. Subió al
dormitorio, viendo los láseres iluminar su cuerpo, parpadearon dos veces tras
reconocerlo. Él amplió sus labios en una sonrisa estúpida cuando la dejó en la
cama y se apartó para desnudarse, alzando su rostro con orgullo al ver a su
hembra con la piel enrojecida, los labios algo inflamados. Y todavía deseosa.
Con el pelo revuelto alrededor de ella, sus brazos estirados en el colchón de
sábanas de mil dólares. Basilio se acercó, gruñendo su felicidad, ambos habían
formado un maldito equipo. Como si no hubieran estado hacía pocos meses
intentando asesinarse, el poder de las hembras humanas era asombroso. Basilio
nunca había querido nada más que conseguir cada maldito dólar que pudiera
sacarle a un humano, endeudarlo, asesinarlo. Dormía sobre cemento
normalmente sucio, dentro de una jaula que jamás había sido limpiada, ahora, el
colchón en el que dormía estaba rodeado por armas que matarían a cualquiera
que no reconocieran sus sensores. Ryan subió al colchón, trepó sobre Patricia y
la rodeó con sus brazos para volverse con ella y ponerla sobre su cuerpo.
Decidiendo probarla, subió su rostro y besó sus labios, atrapando los de ella,
aplicando presión y más presión, empujó con su lengua contra ellos y Patricia,
sin duda alguna, separó sus labios para recibirlo y él sumergió su palpitante
músculo contra su carne. El calor y su sabor fueron directamente a su polla, que
se sacudió y puso, todavía, más dura si se podía. Ella, Patricia. Cedió al ataque
de él, siguiéndole, haciendo con claro ejemplo su movimiento vacilante de sacar
su lengua y enterrarla entre sus labios. Cediendo con tanta facilidad a las
demandas de él que se incorporó un poco para cepillar su polla entre sus pétalos
humedecidos. Él hizo caricias por su espalda, sabiendo que si continuaban así
cedería a sus demandas y se correría, parpadeó, viendo a Basilio tras ellos,
trepando a la cama, asintiéndole. Y él se sujetó la polla y apuntó contra el coño
de Patricia mientras recorría con las yemas de sus dedos los huesos de la
columna de Patricia, escuchándola soltar un gemido placentero desde el fondo de
su garganta. Sus manos, las de ella, presionaron en sus hombros, clavando
ligeramente las puntas redondeadas en su piel, haciéndolo gruñir, haciéndole a su
maldita polla verterse un poco más, ella movió una de sus manos y pinchó con
una de sus uñas en uno de sus pezones, encolerizándolo de placer. Haciéndola
subir su agarre y enredando sus dedos tras su nuca para tirar de las hebras de su
pelo, tirando, torciéndole la cabeza hacia atrás para que Basilio trepase entre
ambos y cogiera su rostro moreno con sus enormes manos, bajando su rostro
contra el de ella, besándolo. Soltó una de sus manos y bajó su mano entre ambos,
por la espalda de Patricia, dibujando su piel morena, tan despacio, sintiéndola
retorcerse bajo su toque, bajó por la raja de su culo, gruñendo al rozar su ano y la
escuchó suspirar al sentir sus dedos en su ano, haciendo una ligera presión, llegó
hasta su polla y la sujetó, acercándola hasta su coño, presionando contra la polla
de Ryan y la vagina de Patricia. Sonrió como un maldito diablo al verla abrir sus
ojos como los de un muñeco de dibujos animaos al sentir la punta de su polla
presionando en su vagina, donde Ryan estaba ya enterrando. Vio como negaba,
soltando el agarre en los hombros de Ryan, bajó la mano que mantenía en su
mejilla, alcanzando su garganta y presionó con sus dedos en su piel. Su boca, la
de Basilio, estaba contra la de ella un segundo después, sentir como Patricia se
derretía contra él no ayudó a la poca paciencia que estaba sujetando bajo cuerdas
demasiado finas. Avanzó de un golpe, enterrando en ella unas pulgadas,
gruñendo al sentir sus paredes estirándose, la polla de Ryan sacudiéndose dentro
de ella, intentó calmarse, dejando a Patricia hacerse a tener dos gruesas, grandes
y enormes pollas acomodándose en su vagina, sintiendo todavía su mano hecha
un puño en el pelo de Patricia, tirando de sus hebras. Ryan bajó una de sus
manos y apretó entre sus dedos el clítoris de ella, haciéndola dar una ligera
sacudida, enterrándose ella sola un pedazo más de la polla de Basilio, haciéndolo
volverse más salvaje. Besándola más crudamente, duro. Metiendo su lengua en
su boca y reclamándola, tensando su mano en su pelo mientras terminaba de
trabajar en su interior, clavándose hasta el fondo de su cuerpo. Haciéndola
sentirse como nunca jamás poseída por ellos. Mandándole a través del gruñido
de ambos una picadura de placer. Se quejó, Patricia soltó un ruido quejoso por
sus labios y eso desató algo en ellos. Su coño se apretó y se volvió más húmedo.
Ellos tocaban cada maldita parte de su vagina, ambos movieron sus pollas dentro
de su vagina, empujando dentro y fuera, se acompasaban, era perfecto. Ryan
masajeaba su clítoris, de lado a lado, con sus dedos, cambiándolos con maldita
precisión a callosas yemas. Ambos sintieron que sus músculos internos se
relajaban alrededor de sus pollas, escucharon como su garganta zumbaba en un
llanto, susurró sus nombres y ambos embistieron en ella.
Una vez.
Otra vez.
Otra más.
Y finalmente se corrieron con ella, en el último empuje vaciaron sus semillas en
su interior, sintiendo ambos que sus malditas bolas se apretaban y se vinieron
como jamás habían sentido a lo largo de todos sus años, se pusieron de lado,
viendo las marcas de los dedos en la cintura de Patricia, sus garras marcadas por
algunas zonas, habría moretones allí. Pero eso no ayudó, como la maldita
mierda, la posesividad invadió a ambos ante aquel estúpido hecho que incluso
podría ser doloroso a la mañana siguiente para ella. Todavía se sacudía entre
ambos cuando el teléfono móvil de Flavio zumbó con la característica música
chillona que los móviles fox poseían y Patricia se removió con el rostro fruncido,
desde sus labios hasta sus cejas. Flavio contestó, pero detrás de la línea apenas se
escuchaba un murmullo de voz que no conseguía decir una mierda.
 S….s.s…..sssss….ooo…..
La voz intentaba hablar y Flavio respiraba por su nariz tratando de dar una
jodida idea a su cerebro de quien hablaba, torció sus ojos, para ver a Logan
haciéndole señas con las manos.
 Eres Jan, futbolista.
Flavio suspiró al escucharlo intentar decir que sí, esperando, esperando a que le
dijera que demonios quería.
 T….. Teee…..eee….eeeee gughdhhhk…
Escuchó una voz tras el teléfono, profunda, masculina y suspiró al saber que
alguien más hablaría allí.
 Jan, espero poder verte pronto.
La voz siseó y Flavio frunció el ceño.
 Mi jefe quiere saber si te gustó la visita de uno de los nuestros a tu
chica.
Logan estiró sus manos para quitarle el teléfono. Ryan y Basilio salieron de la
cama y saltaron desde la altura hacia abajo, haciendo a Patricia sobre saltarse y
sentarse tirando de las sábanas para cubrirse. Flavio no tuvo tiempo para
maldecir, golpeó la mesa cercana a él y gruñó al ver los sensores del dormitorio
volverse locos buscando cualquier persona que pudiera haber allí sin haber sido
detectada.
 Mis jefes.
Dijo los nombres de los licántropos, de todos los hermanos.
 Han tomado el mando de The Shifters MC.
Basilio resopló.
 Vaya, no podían seguir detrás del maldito balón por un puñado de
millones, como buenos perros babosos.
La voz gruñó tras la línea telefónica y Basilio alzó sus manos con mirada
inocente hacia su hermano, Logan y Ryan.
 Mis jefes quieren dominar Nueva York.
Ryan no pudo evitar la risa estúpida que salió por sus labios, incluso aplaudió y
se agachó con las manos en el pecho, intentaba respirar entre sus carcajadas que
lo estaban ahogando, subió, colocándose recto, con las manos en la cara
secándose las lágrimas, pero no pudo evitar volver a descojonarse. Miró a
Basilio un instante y éste no pudo evitar descojonarse también. Basilio se lanzó
hacia su hermano y le arrebató el teléfono rápido, dejándolo desencajado al ver
que su rostro se volvía serio.
 Solamente por haber atentado contra mi hembra reservaré mis manos
hasta que os encuentre, voy a mataros. A todos vosotros, desde hoy, no
descansaré mientras uno de vosotros continúe respirando.
Colgó la llamada y le arrojó el teléfono a su hermano.
 Encargaos de llamar a los coyotes, pon precio a sus cabezas.
Señaló a los tres con uno de sus dedos.
 No escatiméis en nada, apostar alto.
Logan telefoneó viendo a su hermano moviéndose a un costado debajo de la
cama, destapando un enorme jacuzzi que se metía debajo, preparado con un mini
bar por toda la pared. Basilio subió de un salto a los pies de la cama, viendo a
Patricia sonreírle, dejando caer la sábana, estirándole los brazos para que la
cogiera y saltase con ella hacia abajo, para meterla en las burbujas, viendo a
Ryan abriendo una botella de champán, vertiéndolo en una copa que rápidamente
le ofreció a ella. Logan carraspeó al escuchar una anciana voz, que le saludó al
escucharle.
 Quiero poner una recompensa para quien mate a Jan, Fredrik, Jari,
Markus, Henrik y Kvist, los hermanos licántropos.
La voz asintió hacia él, tecleando algo en algún teclado, diciéndole después que
pusiera precio.
 Ocho millones por cabeza.
La voz asintió hacia él.
 ¿La cuenta para el reembolso sigue siendo la misma?
Flavio negó hacia él.
 No, tengo otra.
Habían abierto una cuenta corriente entre ellos, otra para Patricia que comenzaba
a crecer con las rentas de los pisos de cada edificio que poseían en alquiler o
negocio, tributando, por supuesto. Ella jamás sería manchada por sus negocios,
nunca. Su teléfono vibro al hacerse el primer pago de las comisiones por
apertura de negocio con los coyotes, él ni tan siquiera parpadeó al ver que se
habían cobrado veinte millones de dólares.
 Le deseo señor que tenga un buen y rápido servicio.
Ellos esperaban lo mismo, Flavio puso un brazo en el asiento y sus nudillos en
su cabeza, viendo por el rabillo del ojo como sacaban los asientos del despacho
por la puerta de la casa y como entraban otros nuevos iguales.
 Patricia no se merece esta putísima vida de mierda.
Logan torció sus ojos hacia ella, viéndola morder una fresa que estiraba Basilio
desde su mano a su boca, viéndola sacar su lengua al retirársela él jugando con
ella, miró hacia donde miraba Flavio, viendo a los seres humanos caminando
como hormigas por las aceras.
 No, debería estar ahí fuera, siguiendo con su trabajo, con su ex muerto.
Flavio no pudo evitar la sonrisa cruel que se deslizó por sus labios, se levantó y
caminó hacia la gran tina donde Patricia se mantenía hacia atrás, tumbada contra
el cuerpo de su hermano, mientras Ryan frente a ella masajeaba uno de sus pies,
haciéndola gemir de placer.
Pero el tiempo no perdonaba y tras un positivo que ellos mismos olieron en su
piel, Patricia estaba preñada. Habían pasado cuatro meses y ella no parecía
preocuparse mucho por permanecer grandes cantidades de horas en la gran
mansión. Normalmente salían a desayunar fuera tras un control exhaustivo de
todos los edificios colindantes y la maldita protección que llevaban, pero ellos
no se iban a permitir encerarla en casa, llevándola a la locura, al intento de
abandono, al cansancio o a desenamorarse de ellos.
 Esos malditos licántropos han desaparecido, perros de mierda.
Ryan golpeó el asiento delantero del coche que conducía Flavio, dándole a su
hermano que iba de copiloto.
 Los que se sientan a la mesa quieren que levantemos la recompensa por
sus cabezas.
Flavio soltó un resoplido, apretó el volante del lujoso coche que conducía.
 No puedo creerme que la maldita discusión anual de los putos jefes de
las familias se haya centrado en levantarla.
Basilio acarició la puerta del suicidio que tenía en su brazo izquierdo, tocando el
lujoso cuero pálido, alzó sus ojos y tragó al ver que un furgón blindado se dirigía
de lleno contra él y Flavio. Intentó decir algo, pero el vehículo golpeó con todas
sus fuerzas contra el costado, abriendo la puerta, el coche comenzó a dar tumbos.
Flavio trataba de manejar el volante y él simplemente se agachó, abrió el suelo
del coche a sus pies y tiró de una caja que había en el compartimento, sacándola,
abriéndola, sonriendo ante las armas que había allí. Ryan cogió un par de
pistolas y sonrió hacia él giñándole un ojo dorado.
 No hagas esa puta mierda de nuevo tío.
Su cuerpo se sacudió, un escalofrío recorrió su piel y sintió una náusea
repentina.
 Vamos, seguramente mataré más que tú.
Ryan abrió su puerta intacta, usándola como escudo y Logan hizo lo mismo,
ambos, espalda con espalda. Él simplemente se mantuvo un par de minutos
mirando la calle en la que iban a entrar, viendo a su equipo de cambiantes
comenzando a salir con vehículos, armados, disparando a sus atacantes,
entristeciéndose al ver lo poco que quedaba para llegar a su casa, a su amada
hembra humana.
 Llevo cinco.
Ryan hizo que fruñera, tiró del tirador de la puerta y gruñó al ver que estaba
clavada en la, gruñó furioso, alzando sus pies con zapatos negros, golpeando con
fuerza la pesada puerta, varias veces, hasta que cedió golpeando con el culo del
coche. Flavio asintió hacia él al verlo bajar.
 Nos hemos gastado noventa mil dólares en un puto coche que no
aguanta un ligero golpe, ¡Joder!
La rueda donde había dado el pesado camión estaba destrozada, reventada.
Basilio alzó sus ojos y al ver a Romero su pecho se tensó, sintió que su pulso se
detenía, pasó olímpicamente de los disparos y caminó delante de los cambiantes
que se estaban enfrentando a ellos, disparando con el arma apoyada en su brazo.
La mirada preocupada del cambiante no le gustaba, un enorme licántropo se
puso delante de él, saltando entre varios vehículos y saltó contra su cuerpo,
haciéndole caer al suelo.
 ¡Basilio! Puto imbécil, sujétale la cabeza y le dispararé.
Él negó hacia Ryan tras escucharlo, sonriendo, recibiendo un puñetazo en toda
una mejilla, escupió sangre, pero pudo tirar del licántropo y arrojarse contra él
con dos cuchillos que sacó de sus costados en las manos.
 Éste maldito chucho cuenta como diez.
Ryan gruñó volviéndose loco disparando alrededor.
 ¡Una mierda! Cuenta sólo como uno.
Basilio amplió su sonrisa hacia el licántropo, alzando sus brazos con los
cuchillos en sus manos mientras los suyos disparaban a cualquiera que tratase de
llegar a él.
 Entonces lo cortaré en pedacitos.
Se lanzó contra el licántropo a la misma vez que éste hacia él, pero no llegaron a
golpearse, porque dispararon contra la cabeza de aquel ser, haciéndole caer de
espaldas muerto. Basilio torció sus ojos, para ver a Ryan sonriéndole. Él gruñó
una protesta, pero rápidamente Romero y varios más lo rodearon con pesados
escudos.
 Basilio, tenéis que ir a casa, Mafla me ha dicho que algo no va bien con
Patricia.
Él se quedó rígido al escucharle, intentó decir algo, pero no podía, en ninguna
situación se sentía más vulnerable e inútil que ahora mismo.
 No me ha dicho nada más, ella llevaba todo el día en su dormitorio y
Mafla subió a ver porque no había bajado. Corrió llamándome para que os
buscase.
Sin pensarlo arrojó los cuchillos al suelo, apartó a los suyos, corriendo hacia la
casa, sintiendo disparos alrededor de él, rozándole un brazo, una pierna, incluso
atravesándole un hombro. Entró en la casa y corrió hacia su dormitorio, viendo a
Mafla detenida en la puerta del cuarto de baño, podía escuchar el agua correr por
la ducha.
 He intentado sacarla, las demás hembras también.
Él levantó una de sus manos diciéndole que se detuviera, entró en el cuarto de
baño y observó a Patricia sentada en el suelo de la bañera, un coágulo de sangre
con un ligero hilo de líquido rojo corrían hacia el sumidero y Patricia mantenía
sus ojos enrojecidos por el llanto fijos en ellos.
 Patricia.
Se arrojó contra ella, cargándola en sus brazos, poniéndose de rodillas junto a
ella, tirando de su cuerpo.
 Mierda nena, estás arrugada, ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
Patricia intentó hablar, pero no salían más que quejidos de sus labios,
murmullos.
 Traeré una cola.
Ryan gruñó, salió de allí y volvió con rapidez abriendo una lata que le ofreció a
Basilio que puso rápidamente en los labios de ella.
 Bebe o se llenará de agua.
Patricia tragó, después apoyó su cabeza contra su hombro, sintiendo la tela de su
traje empapándose.
 Creo que deberíamos dejar nuestra relación.
Ellos se mantuvieron en silencio, escuchándola romper a llorar.
 ¿Qué demonios estás diciendo?
Patricia tragó sintiendo que se ahogaba.
 Llevamos meses haciéndolo sin protección, he tardado en quedarme
embarazada y mira.
Señaló todavía el fino hilo de sangre que se iba perdiendo por el sumidero.
 Tenéis que tener hijos.
Basilio gruñó tratando de calmarse.
 Me importa una mierda que no puedas tener más hijos Patri.
Ella suspiró enterrando su nariz en su cuello.
 Bueno, quiero criar, quiero verte hinchada por mi semilla.
Bajó su rostro, besando su frente.
 Pero si no llegamos a tener hijos permaneceremos juntos, eso es lo más
importante.
Ella dudaba, acarició con sus dedos su chaqueta, recorriendo las dobleces.
 No me dejarás nunca Patri, nunca.
Tiró de ella, haciéndola tumbarse en la bañera, la sujetó por los muslos y llevó
una de sus manos hasta su pantalón de vestir, tirando del material,
desgarrándolo.
 Estoy con la regla Basilio.
Él ronroneó cogiéndose la polla, posicionándose entre sus pliegues, se inclinó
hacia delante, el agua caía sobre él.
 ¡Oh! Voy a follarte nena, todos vamos a hacerlo, hasta que olvides que
quieres dejarnos nunca más.
Enterrándose en ella alzó su rostro y ronroneó sintiendo el agua cayendo por su
piel.
 Tómalo todo, ¡Todo!
Patricia abrió sus ojos y miró su rostro, alzó sus manos y tocó sus heridas, la que
cruzaba su nariz, su mejilla inflamada, enrojecida y destrozada.
 Dios Basilio, ¿Qué te ha pasado?
Él se inclinó más, llegando con una de sus manos a su garganta, dándole una
ligera presión. Se folló su boca con su lengua y sus labios, sintiéndose como un
maldito bestia, posesivo, sin parar de moler su coño a golpes con su polla.
 Saqué a pasear a un maldito perro.
Patricia se retorció al sentirlo descender su otra mano entre ellos, golpeando con
sus dedos su clítoris. Ella se corrió y él comenzó a vaciarse en su interior,
todavía se corría cuando sus golpes disminuían en su interior.
 Por eso apestas a perro mojado
Él no pudo evitar reírse, continuó haciéndolo cuando Logan tiró de ella,
poniéndose con Flavio y ella entre ambos, alzándole una de sus piernas para
ambos penetrar su vagina. Mientras Ryan se desnudaba y entraba en la ducha,
sonriendo hacia él. Flavio se deslizó por su coño con lentitud, colocando a
Patricia de costado contra las baldosas, Ryan colocó la punta de su polla en su
coño y enterró lentamente en ella, ambos.
 Mierda.
Flavio amplió sus ojos, su polla se sacudió en el interior de Patricia, alzó su
hermoso rostro gatuno y rugió haciendo movimientos en su interior.
 Otro más.
Rugió las palabras, con el rostro enterrado en su garganta, volvió a mecerse en
su interior, su polla no se había reblandecido. Ambos aumentaron las presiones
con sus caderas, la posesividad invadía sus cuerpos, las palabras que había
soltado Patricia hacían estragos en ellos. Escucharla decir sus nombres una y
otra vez no ayudaba más, clavaron sus dientes en ella, rompiendo su piel,
sintiendo el dulzor de ella invadiendo sus bocas, beben, se alimentan de ella.
Separan sus dientes y lamen su piel, sintiéndola estremecerse de placer, mientras
los apretaba, llevándolos a la locura, temblando los tres de placer. Tras aquello
aguantaron acurrucados, parando el agua, pulsando unos botones en el cuadro y
encendiendo unas turbinas de aire caliente para que les secasen, salieron de ella
y Patricia respiró entrecortadamente. Logan que se mantenía en habitación, no se
mostraba contento cuando Patricia miró hacia él, habían bajado la cama, para
que ella no tuviera que bajar y subir escaleras.
 Tumbarla en la cama.
Señaló el colchón cubierto por unas toallas y ella tragó al verlo caminar hacia
ella apretando entre sus dedos una cuerda marrón, sus ojos resplandecían en una
mezcla brumosa de dorado y ámbar. Se detuvo a los pies de la cama, abriendo
sus piernas, apretando las de ella entre las suyas.
 Llevamos un tiempo juntos, ¿Verdad?
Patricia no contuvo el deseo de abrazarse a sí misma, sujetándose sus pechos. Él
gruñó y ella bajó sus manos para dejarle ver sus pechos, asintió al escucharlo
volver a preguntarle.
 Quiero hacerte algo Patri.
Estiró sus dedos y apretó de nuevo la cuerda, con un ruido de estiramiento que
hizo a la piel de ella erizarse, intentó preguntarle, pero ella apenas conseguía
hacer el intento, jamás había visto a Logan así, él era bueno, calmado, paciente,
cariñoso.
 Quiero atarte Patricia y follarte de manera violenta.
Ella asintió hacia él, pero el rostro de Logan se oscureció.
 Te quiero inmovilizada Patricia.
Bajó una de sus enormes manos hacia uno de los muslos de ella y Patricia no
pudo evitar sobresaltarse, haciéndole reír. Ella estaba asustada, la idea en un
primer momento no le hizo recordar buenos momentos de su pasada vida sexual.
Imágenes de ella durmiendo boca abajo y Manuel sobre ella follándola
desgarraron su pecho al imaginarse así a Logan. Pero al mismo tiempo un deseo
arrollador llenaba su cuerpo, dejándola mojada sólo ante la idea de sentirse
inmovilizada ante ellos cuatro. Él sujetó sus muslos y tiró de ella, alzándola un
poco, para poder pasar las cuerdas debajo de ella, las subió por sus muslos y
enredó en sus rodillas el material suave, la escuchó suspirar y alzó sus ojos para
ver sus mejillas enrojecidas.
 ¡Oh!, venga.
Se inclinó sobre ella y golpeó su nariz con sus nudillos.
 Es que estoy con la regla.
Él negó ante sus palabras, sujetó sus brazos y los ató contra su cuerpo, viendo a
Flavio trepando por el colchón, agachando su rostro para besarla mientras él
aprovechaba y pasaba las cuerdas por los pechos de ella, las tensaba y veía como
se mantenían alzadas, apretadas por dos líneas que las cruzaban. Cuando terminó
su trabajo se apartó, levantándose del colchón y arrancó sus ropas. Un ligero hilo
de sangre se derramaba por el coño de ella y no podía importarle menos, la
volvió. Gruñéndole a Basilio para que se tumbase, tiró de Patricia, poniéndola
contra la polla de Basilio, tirando de su pelo.
 Abre la boca.
Ella lo hizo y Basilio sujetó su polla cerca de sus labios para introducírsela entre
sus labios, sujetó su cabeza, enredando sus dedos. Él ansiaba tenerla así,
desnuda, indefensa y lista para ellos, colocó una de sus manos en la espalda de
ella, justo bajo su cuello y bajó en una caricia lenta hasta el centro de su
columna. Colocó la otra en su cadera, la ajustó, viendo su culo subiendo y bebió
su imagen, soltó una maldición, bajó ambas manos y colocó ambas entre sus
nalgas, estirándolas y gruñó de nuevo una y otra vez.
 Necesito follarte ya.
Vio como Patricia soltaba un ruido espeso por su garganta y Basilio movía una
de sus manos hacia el colchón, apretando entre sus dedos la toalla que se
mantenía bajo ellos. Patricia separó sus labios de la polla de Basilio y alzó su
rostro hacia atrás, sus labios enrojecidos, mojados por su saliva y algunos restos
de los principios del semen de Basilio.
 Gracias a Dios.
Logan no pudo evitar reírse mientras dibujaba con su polla la entrada de ella.
 No, gracias a mí que no deseo hacerte esperar más.
Basilio tiró de su rostro y la besó en los labios, dibujándolos con su lengua.
Logan aprovechó y se metió de un tirón en su coño, haciéndola caer un poco
contra el cambiante a león, la polla de Basilio se sacudió contra el vientre de
Patricia, vertió ligeramente desde su punta. Logan veía como su polla se metía
dentro de ella y como salía, podía ver como la crema de ella mojaba su tamaño,
incluso con algunos toques de sangre. Basilio se sujetó la polla y estiró su cadera
para llegar con su punta hasta una de las tetas, sacudiéndosela. Gruñendo su
liberación. Logan sintió los músculos de ella apretándose alrededor de su polla
con fuerza y no pudo evitar perderse en su propio orgasmo, escuchándola
besarse hizo que soltara jadeos que a él mismo le avergonzaban al resultarle
humanos. Se enterró dentro de ella y llenó su vagina con su semilla. Él jadeó una
vez más cuando su polla dio un último espasmo en el interior de ella,
disparándose. No pudo evitarlo y salió de ella, bajó sus manos entre sus nalgas y
las estiró viendo el semen inundando su coño, deslizándose fuera. Basilio
tironeaba de las cuerdas, soltando el nudo que la liberaría y él, Logan subió las
yemas de sus dedos por su clítoris, viendo cómo se estremecía y metió el semen
que salía de su vagina hacia dentro, sintiendo a su polla volviéndose loca.
Basilio la tumbó en el colchón junto a su cuerpo y él se dejó caer al otro lado de
ella
 Eso fue caliente.
Ryan y Flavio se deslizaron en la cama, viendo a Patricia roncando ligeramente.
 Está agotada, debería llevar horas allí tirada.
Flavio gruñó las palabras, cogió una mano de ella y frunció sus labios al ver las
arrugas en sus yemas.
 Trae una cosa de esas que ella se pone.
Ryan tiró de las toallas, colocándolas entre los muslos de ella, limpiándola un
poco, su hermano volvió rápidamente con una copa, doblándola y él, Ryan estiró
los labios vaginales de Patricia, dándole acceso a su hermano para que se la
colocase. Cuando terminaron, las cadenas del tanga comenzaron a salir del punto
en su piel en el que se habían mantenido como un parásito.
Casi dos meses pasaron antes de que Patricia comenzara a sentir algo, ellos
habían dejado que todo fuera sobre ruedas, aunque lo sabían. Patricia se había
quedado embarazada aquella noche, tras el falso positivo que su cuerpo tuvo,
con la regla presente. Basilio, que se mantenía cerca del vientre de ella mientras
dormía cerca del medio día se apartó al verla sentarse sobresaltada en la cama.
Mirando hacia todas partes, miró hacia Basilio, desde allí arriba, como una
maldita reina y sus tripas gruñeron como las de un animal salvaje cabreado, se
mordió los labios y su hermoso rostro iluminado por el embarazo, todavía, brilló
más si se podía.
 Tengo hambre.
Basilio miró alrededor de la habitación, viendo a su hermano, Flavio, junto a
Ryan, explicándole algo mientras se golpeaba las manos. Logan, permanecía
sobre ellos, mirándolos desde donde antes había estado el colchón, bajando su
Tablet.
 Romero está en el bar, podría traernos tras su cosa de buscar hembra de
cría algo que quisieras. Mafla y las chicas consintieron tomarse un día
libre hoy tras tu insistencia.
Patricia se inclinó por preparar algo ella, pero Logan gruñó su negativa.
 No estarás cerca de una cocina, es peligroso.
Él siguió su mirada de chocolate hacia el mueble alto donde sus cuchillos y
pistolas descansaban.
 Pero yo quiero comer algo ahora.
Se mordió los labios y ellos soltaron suspiros frustrados.
 Iremos al bar de la manada, pero malditamente ordenaremos comida de
sobra después de varios sitios para que tengas donde elegir.
Patricia asintió ansiosa, levantándose, moviéndose al baño desnuda, seguida por
los ronroneos de ellos.
 Debe ir a un jodido ginecólogo ya.
Flavio y Ryan gruñeron sus negativas hacia Basilio, mientras él alzaba sus
manos levantándose de la cama, llegando al enorme vestidor, cogiendo una
camisa.
 Ningún ser con pene entre sus piernas toca a Patricia.
Basilio alzó una de sus cejas volviéndose hacia ellos, pasándose la camisa por
los brazos, colocándose los botones.
 ¿Y sí es un transexual en proceso de cambio de sexo?
Logan apretó sus manos en puños.
 ¡Eres insoportable!
Señaló a Flavio, viéndolo colocándose sus armas y cuchillos como si fuera el
pan de cada día.
 ¿Cómo has podido soportar a éste maldito hijo de puta sin clavarle un
cuchillo en la garganta?
Flavio subió un pie hasta una silla, colocándose el zapato y metiendo varios
cuchillos en compartimentos preparados.
 Sí es que en el fondo se le coge cariño.
Movió su rostro para mirar a Logan y después a su hermano, haciéndole a Logan
seguir su mirada. Basilio le guiñó un ojo y lanzó un beso, provocándole,
viéndolo arrojarse sobre él. Pero Patricia abrió la puerta del baño y corrió hacia
ambos, separándolos.
 ¿Ya te están riñendo?
Se volvió, dándole la espalda a Logan, cogiendo la camisa de Basilio y
poniéndole los botones.
 Ya sabes cariño, creen que me quieres más a mí que a ellos.
Basilio la rodeó con sus brazos y sonrió hacia Logan, enseñándole el dedo medio
de una de sus manos.
 Pero eso es absurdo.
Ella se volvió hacia Logan, cogiendo una camisa del estante que le pertenecía,
ayudándole a ponérsela.
 Logan, os quiero por igual.
Él asintió hacia ella, moviendo sus manos hacia las de ella para que dejase de
vestirlo como si fuera un crío de nuevo.
 Anda, busca un vestido bonito dentro.
Patricia les dio la espalda y Logan aprovechó para golpear con un puñetazo
sobre el cogote de Basilio, haciéndolo rugir. Ambos se quedaron quietos al verla
volverse cabreada, haciendo una señal con sus manos para que se separasen.
 Sois como niños pequeños.
Basilio se encogió de hombros, enseñándole una sonrisa sexy.
 Somos cambiantes a gatos grandes y juguetones.
Alzó y bajó sus cejas repetidas veces, ella optó por unos pantalones de yoga y
una camiseta fluida con zapatillas. Caminaron por el barrio hasta llegar al bar
donde los suyos enseguida se preocuparon por que hubieran sacado a Patricia
estando embarazada de casa, que podrían haberles acercado lo que quisieran o
pedido a cualquier servicio de reparto. Romero les sonrió desde donde estaba,
pero no se veía nada bien, rodeado por una mujer mayor, una hembra humana.
Romero no era nervioso, había matado a sangre fría a demasiadas personas,
sabía por sus expresiones corporales lo que de verdad querían decir, leía sus
cuerpos. Qué sus jefes entraran ahora mismo en el local con su hembra
embarazada de dos meses no ayudaba, su gato podía escuchar la ligera réplica de
los tres cachorros que crecían en el vientre de la hembra de piel tostada.
Pero ahora mismo debía concentrarse, los suyos le habían arropado a él y a sus
hermanos en la decisión que habían tomado y les habían dado permiso para
hacer todo en un restaurante de la familia.
Sentado en una mesa con un café grande repleto capuchino y nata miraba a la
señora que se paseaba ante él, cual maestra. Con las manos a la espalda,
hablándole de la primera hembra que vería hoy, sintiéndose ya tan aburrido
como Rico y Burnaby que bostezaron cerca, detrás de él y audiblemente, como
leones perezosos y hartos de comer antes de su siesta. A la mente le llegaron
recuerdos de Burnaby, el cambiante a oso con el que prácticamente habían
crecido, recibiendo el nombre ambos cambiantes porque sus madres se
embarazaron al mismo tiempo.
Pero apartó todo rápidamente de su mente y la despejó para centrarse en la
hembra humana que le hablaba.
 Ana está en su último mes de carrera, científica nada menos. Es Rubia,
atlética, lleva una buena dieta, se mantiene desde siempre en setenta kilos.
Msoro hizo un ruido de disgusto con su garganta, haciéndolo coincidir a él, no
entendían a los humanos. Él siempre había deseado a una hembra llena, con la
que sus manos se sintieran pequeñas mientras la sujetaba, lo suficientemente
pequeña para necesitar a los demás ayudándole a sostenerla y a ser posible en
una cama mientras la escuchaba gimotear sin saber si quería continuar siendo
mantenida con su polla hasta el fondo de su vagina, tocando su útero o siendo
devorada, pero esa idea se había ido borrando lentamente de su mente, muy
lentamente, perdiendo cualquier esperanza.
 Son mis veinte mejores chicas, todas ellas licenciadas, con un alto nivel
de intelectualidad.
Romero asintió viendo a la candidata uno, así llamaba a la rubia con sonrisa de
dientes blancos que le hacían deslumbramientos a sus ojos ámbar, su voz era
chillona cuando se sentó y pidió un café con leche de soja baja en grasa, sin
azúcar, se perdió en lo demás que dijo y nada más mientras lo miraba dar el
primer sorbo de su buen capuchino repleto de nata calórica, un destello en los
ojos de ella al fijarse en el tatuaje bajo su brazo hizo que dejara de beber y sus
ojos de miedo hicieron a su león saltar sin parar, pidiéndole salir.
 ¿Sabes quién soy verdad?
La humana le asintió, podía ver el pelo tras su nuca erizarse, ella intentó hablar,
pero apenas podía tomar una bocanada de aliento por los labios. Él siseó hacia
ella, tratando de hacerla respirar mientras le ponían otro capuchino, después ella
observó los dedos de una de sus manos, donde tenía un picas de la baraja de
cartas tatuada, un corazón, un rombo, un trébol, uno en cada uno de sus dedos y
su dedo anular libre de tatuajes.
 Eres un miembro de la mafia, familia de los leones.
Él asintió y amplió sus labios en una sonrisa al escucharla retractarse, jamás se
tatuaría un maldito tigre en ninguna parte de su cuerpo porque sus capos se
unieran con los tigres para compartir a su compañera. ¡AH! Gruño su mente
deseando lo mismo, ansiando el calor de su compañera.
 ¿Tienes algún problema con eso?
Ella no dudó y contestó con rapidez.
 Yo no veré al niño o niña después de que nazca.
Dolor golpeó en el pecho de Romero, un nudo se formó tan apretado que ni el
maldito líquido endulzaba la crudeza de sus palabras. El mismo que hizo a
muchos cambiantes alrededor del restaurante volverse hacia ella, ante las frías
palabras que la hembra humana había soltado.
La mayoría de ellos se habían criado solos, aprendiendo a guardar silencio,
aprendiendo a sufrir día tras día por gusto de malvados humanos que incluso tras
darles libertad les habían sorprendido más lo crueles que podían llegar a ser
hasta entre ellos mismos.
 Puedes irte.
Ella asintió, cogió su café y se fue sin más, saliendo a toda prisa por la puerta del
restaurante bajo atentas miradas y de tonos profundos furiosos.
La humana que dirigía aquello que llamaban vientres de alquiler se acercó rápido
hacia él, señalándose que se bajara las mangas de la camisa.
 Debe entender que ellas no quieren desarrollar un apego por los niños
que tengan, debe entender que estas mujeres lo ven como una ayuda para
quienes quieren ser padres y no pueden.
La mujer seguía parloteando y él no paraba de entristecerse con sus duras y frías
palabras.
 Lo siento señora.
Fue lo único que dijo, lo que sabía que ella deseaba escuchar y nada más. La
siguiente humana tenía el pelo negro, cortado sobre sus hombros, se movía con
gracia, muchas putas de sus locales se ponían pelucas con ese corte, se creían
Cleopatra al hacerlo.
 Me llamo Nina.
Él sonrió escuchando a Nino levantarse interesado, ronroneando, saliendo de su
escondite tras una separación de madera. Pero perdió el entusiasmo tan rápido
como le había llegado, farfulló su disgusto y su mirada se lanzó hacia la de la
hembra anciana, viendo su desaprobación, bajando de nuevo a su asiento,
desapareciendo.
 Estudio un grado de enfermería, soy soltera, mi grupo sanguíneo es A+,
tengo treinta años.
Su voz era graciosa, melodiosa. Tras ella, un cambiante que había vivido la
época del proxenetismo y sabía engañar y engatusar a las mujeres lo miró, pero
rápidamente Romero le gruñó y a su vez ella se detuvo, mirándolo de arriba
hacia abajo con desaprobación.
 ¿Eres un cambiante?
Él asintió hacia ella y rápidamente la vio levantarse.
 Lo siento, pero no quiero llevar más de un niño y menos dos en mi
vientre.
La vio correr todavía más rápido que la anterior.
 Podríamos contar los pasos que dan antes de salir por la puerta.
Gruñó Roco detrás de él junto a Rico y ambos rieron antes de que la humana
anciana carraspeara.
 Basta, compórtese señor Romero.
Él apretó sus manos sobre sus piernas, bajo la mesa, ocultando su rabia. Aguantó
a la siguiente pelirroja teñida demasiado tiempo y a la muñeca operada de rizos
rubios que la siguió, a la que había consumido cristal le gruñó incluso
levantándose de su asiento.
 ¡Señor Romero!
Él gruñó hacia la humana anciana que había concertado las citas, golpeando la
mesa con ambas manos abiertas.
 Ha consumido drogas, no toleraré que la hembra que lleve a mi cachorro
consuma.
La mujer palideció.
 Ellas se hacen análisis, no lo hubiera sabido.
Romero se sentó cuando Román le puso una mano sobre uno de sus hombros,
vio a la mujer tachando algo en una libreta, escribiendo después algo.
 La número quince es abogada, morena, ojos azules.
Él bostezó demasiado alto, viendo a la mujer mirándolo de reojo mientras leía.
 Debe decidir algo, ellas son las mejores que tengo.
Romero asintió, por supuesto que debía. Vio a la morena, el vestido por las
rodillas que llevaba puesto se le marcaba por toda la estrecha cintura, las
costillas se le notaban, su estómago se quejaba demasiado.
 ¿No quieres tomar nada?
Ella le negó.
 Acabo de desayunar, gracias.
Torció sus ojos hacia la humana que se encargaba de las citas, viéndola fruncirle
el ceño de cejas tan finas como una línea de lápiz. Aguantó a la humana, incluso
se guardó el estremecimiento de repelús que le dio verle todos los huesos de su
columna, cuando la perdió de vista puso los codos en la mesa y se llevó las
manos a la cabeza.
 Creo que hemos terminado, varias han cancelado.
La mujer se detuvo comprobando su libreta.
 Sí, mejor. Necesito ir a casa, estoy agotado.
Al no escuchar a la mujer continuar tras acabar se pasó los dedos de las manos
por su melena, miraba hacia su paquete, ni una sola vez se había puesto duro, ni
una.
 ¡Oh!, pero se me olvidaba Laya, ella sí podía venir en un último
momento. No, ella no es ideal para su perfil.
Se quedó cayada y Romero alzó su rostro, escuchando la puerta abriéndose del
restaurante, las voces se paralizaron al igual que su corazón mientras veía a una
exuberante hembra humana de cabello marrón rojizo que le caía en ondas
delante de ella, sobre sus pechos grandes, todo parecía correr a cámara lenta
mientras los muslos de la mujer se movían juntos, su vientre amplio, deseaba
desnudarla, mirando a su alrededor aclaró a su león que en privado, quería
suspirar, su león bajo su pellejo se mantenía con las zarpas de su mano sobre su
rostro y los ojos con corazones desorbitados mientras trataba de dejar de
suspirar.
 No es de su tipo, ella es regordeta. Igual no es lo que se esperaba, los
rasgos obesos suelen heredarse, le pediré que se marche inmediatamente.
Él gruñó mirando a la mujer, haciéndola inquietarse.
 ¡Cállese humana!
La mujer retrocedió apretando la carpeta entre sus dedos y contra su pecho,
Romero se incorporó, golpeando con sus muslos la mesa, haciéndola sacudirse y
al café caerse sobre él, gruñó cogiendo unas servilletas y torció sus ojos hacia la
humana, viendo de cerca sus ojos marrones claros, eran demasiado hermosos
para él, bajó su mirada a su nariz chiquitita salpicada por algunas pecas
chiquititas, a sus labios llenos y no se atrevió a bajar más.
 Si sigues frotando así sólo conseguirás romperte el pantalón.
Él sonrió deteniéndose, levantando una de sus manos, cogiendo la de ella,
acariciándola mientras la estrechaba.
 Soy Romero.
Lo que quería que saliera después por sus labios lo contuvo. Se lo guardó bajo
llave y tiró ésta lejos para que no se le escapara.
 Encantada, soy Laya.
Se quedaron en silencio mientras ella tomaba asiento bajo la atenta mirada de
sus compañeros, viéndola metida en unos vaqueros rotos y con una camisa,
colocándose unas hebras de pelo detrás de una de sus orejas pequeñitas,
haciéndole imposible a Romero contenerse.
 Quiero lamerte.
Ella alzó una ceja desde su bolso hacia él.
 ¿Perdona?
Él sintió que se calentaba, su polla no podía doler más.
 Que si te apetece tomar algo.
Levantó una de sus manos, llamando al camarero que cansado de ir hacia él
torció sus ojos hacia la humana, viéndola alzar su rostro hacia él. Romero
levantó su pie cercano a él y lo golpeó en una de sus piernas, haciéndolo apretar
sus dientes hacia él.
 Café con leche y un gofre con chocolate y nata.
Él sonrió ante su elección, quería alargar sus manos y atrapar las de ella entre las
suyas. Se mordió la lengua antes de decirle de nuevo como se llamaba,
sintiéndose estúpido.
 Quiero ser el padre de tus cach…. Hijos.
Ella sonrió, dejándole ver sus mejillas abultadas al hacerlo.
 ¿Quieres saber a qué me dedico? Lo que hago en mí día a día.
Romero movió su cabeza de arriba hacia abajo con rapidez, sintiéndose más
imbécil si se podía.
 Todo lo que puedas y quieras decirme.
Ella sonrió al camarero cambiante, haciendo a Romero apretar sus dientes hacia
él antes de que ella volviera a mirarlo.
 Ocupo mi tiempo en un outlet, el century 21.
Él contemplaba su rostro mientras hablaba, con entusiasmo la escuchaba hablar
de visitar la ciudad, leer en el parque, ver televisión.
 Soy una persona tranquila, me gusta sentarme a ver series mientras
como guarrerías, es mi mayor pasatiempo cuando hace frío.
Sin pensarlo, nervioso se arremangó una de las mangas de su camisa y ella bajó
sus ojos, cuando vio su tatuaje no mostro ningún signo de nada en su rostro,
simplemente lo miró un tiempo y sonrió.
 Bonito león.
Él sonrió sintiéndose agradecido.
 ¿Tienes algún tatuaje?
Laya negó, sus ojos se abrieron de par en par, sus pupilas se dilataron.
 No me gustan los hospitales, no me gustan las agujas.
Él sonrió, si la marcase no enfermaría, no tendría que temerle a las enfermedades
que tenían los humanos.
 ¿Serás padre soltero? Me imaginaba que estarías con tu pareja o algo por
aquí.
Un gruñido le hizo saltar de su nube de algodón mientras ella se apartaba un
poco para que pusieran su plato en la mesa, cogió los cubiertos, sacándolos de la
bonita servilleta enredada en ellos y partió un trozo del gofre, lo cogió con el
tenedor y untó chocolate pasándolo por el plato para después coger con el
cuchillo nata y ponerla en el gofre antes de mirar hacia él sonriente.
 Te preguntaba que si serías padre soltero, no veo a nadie por aquí
contigo.
Su pecho retumbó con pesar, debería haber entrado en esas tiendas de descuentos
alguna vez en su vida, pero él no tenía necesidad. La ropa falsificada les llegaba
a montones a sus garajes, cualquier prenda de vestir que deseara la tenía bajo su
edificio, en un almacén, de cualquier marca, color, forma, tamaño.
 Seré padre soltero, tengo casi cuarenta y seis años. Creo que ya es el
momento de tener un hijo.
Le costó terminar la palabra hijo, incluso alargó la i haciéndola sonreír.
 ¿Qué harías con tu trabajo una vez empiece a hincharse tu vientre?
Su polla se quejó entre sus piernas al imaginársela más llena, con un vientre
rebosante de vida, la de sus cachorros. De manera dolorosa se apretó en los
vaqueros y como una maldita bestia subió por ellos, quedándose sobre uno de
sus muslos, las imágenes de ella sobre su cama con un vientre lleno con sus
cachorros no ayudaba a su mente y por más que lo intentaba no podría quitársela
de encima.
 Tengo siete meses acumulados de vacaciones, jamás he cogido un día de
asuntos propios tan siquiera y he hecho muchos turnos de compañeros,
festivos de apertura, ¿Usted a que se dedica?
Ella amplió sus ojos hacia él, masticó el gofre y tras tragarlo se llevó su café a
los labios.
 Soy.
Él arrugó su ceño, sintiendo a su león clavándole las garras en la espalda,
deseaba salir, quería jugar, quería decirle que era uno de los cambiantes más
peligrosos y letales sobre la Tierra.
 ¿Policía?
Ella sonrió sin percatarse de las miradas que se volvieron hacia ambos,
mirándolo detenidamente a su rostro con barba espesa.
 Atrapas a los malos y todo eso.
Él gimió al ver el entusiasmo de ella.
 Sí, sobre todo atrapar malos.
Sus ojos no pudieron evitar dirigirse a Basilio, viéndole junto a Ryan, el
cambiante a tigre, mirándole ambos con las mandíbulas apretadas.
La conversación fluyó tan bien que incluso pidieron más café.
 Quiero volver a verte.
Ella se encogió de hombros.
 Podríamos concertar otra cita, llame a la agencia.
Romero negó.
 Me gustas, mucho.
Laya sintió sus mejillas arder mientras miraba sus increíbles ojos.
 Esto no debería de llegar a ser personal señor Romero.
Él contuvo un gruñido.
 Quiero que lleves a mi hijo en tu vientre, pero quiero ofrecerte algo.
Ella se movió hacia atrás, apoyándose en el respaldo de la silla.
 Será a mi manera, conociéndonos, quiero tener a mi cachorro en tu
vientre de manera natural.
Flavio pudo ver como la hembra con la que llevaba Romero hablando casi una
hora salía por la puerta del restaurante, Patricia se subía a un vehículo de la
familia a regañadientes. Romero salió tras ella, pidiéndole que se detuviera, que
le diera su teléfono, pero se quedó allí solo, con un brazo enorme alzado y sus
dedos gruesos de las manos estirados. Flavio se llevó las manos a los bolsillos de
su pantalón y caminó hacia él, viéndolo ir cayendo en la maldita mierda
lentamente.
 Ánimo, los cambiantes somos insistentes, conseguimos lo que
queremos.
Romero mantenía su mirada al frente, viendo a la hembra desaparecer en una
boca de metro.
 Conseguiste muchos datos de ella, trata de cruzarte en su camino.
Los compañeros de Romero comenzaron a salir del bar, a cada cual más grande
y musculoso.
 ¿Necesitáis que os acompañemos a casa?
Flavio negó hacia ellos.
 Tranquilos, nuestra pequeña quiere instaurarnos un día libre.
Se volvió hacia el coche, caminando.
 Como si en el mundo de la mafia se pudiera descansar un solo día.
Subió al coche, viendo a Basilio en uno de los asientos traseros, con Patricia
subida sobre él. Descaradamente su hermano miró hacia él y movió sus cejas
juguetonamente. Ella cogió las mejillas de Basilio y torció su rostro para mirarle
a la cara y poder besarlo. El vehículo arrancó y su hermano tuvo que sujetar la
muñeca de Patricia, ella trataba de llegar con sus dedos a la cremallera de su
pantalón.
 Patricia, ¡Patri!
Le costaba sujetarla, lo intentaba. Pero él mismo quería ceder.
 En casa, en casa.
Cuando el coche frenó en lo que había parecido una eternidad y solamente
habían sido un par de minutos. Basilio la rodeó con sus brazos y tiró de ella,
sacándola del coche, mientras ella rodeaba su cintura con sus muslos. No llegó
más allá del enorme sofá del salón que hacía una gran C, era perfecto, de color
crema, con los cojines en plateados y dorados, una mesa central y el suelo
enterizo, sin juntas, brillante, con dibujos preciosos de largas ramas y hojas que
habían mandado poner por toda la casa antes de meter cualquier mueble allí. Una
mesa de sillas con patas cruzadas, Basilio sujetó las piernas de Patricia juntas,
podía ver su vientre algo más grande. Ella siguió su mirada y contuvo su
respiración, los ojos de ambos subieron y se miraron detenidamente.
 Lo sabías.
Ryan, Logan y Flavio gruñeron tras ellos y Patricia sintió su piel arder.
 Prácticamente desde el primer día.
Patricia levantó una de sus manos haciendo un puño y golpeó en uno de los
pectorales del pecho de él. Patricia sonrió cogiendo su rostro entre sus manos,
mientras él se agachaba para besarla en los labios, abrazándola.
 Y yo esperando a los tres meses, a estar segura para decíroslo.
Basilio tiró de los pantalones de ella, quitándoselos, tiró de sus muslos y agachó
su cabeza, poniendo su rostro de lado, llegando con su cara al vientre de ella,
tirando de su camisa sobre su sujetador.
 Mis cachorros descansan aquí.
Él subió su otra mano por su vientre y besó con sus labios la piel junto a su
ombligo.
 Dios, Basilio.
Bajó su rostro, haciéndole cosquillas con la barba y llegó con sus labios,
lentamente, hacia el centro de su vagina, pegando sus labios a su carne, sacando
su lengua para abrirla para él, ronroneando.
 Te necesito en mi interior.
Él hizo un ruido, como si preguntase el qué y ella se quejó.
 Tu polla Basilio, la necesito aquí, ahora.
Patricia se incorporó e hizo que él se cayera de espaldas en el gran sofá, ansioso
vio como ella tironeaba de su pantalón, todavía más ansiosa que él, bajándole la
cremallera, sacándole la polla. Se agachó y llegó con sus labios hasta su punta,
sacando su lengua, lamiéndola.
 Pe….pequeña.
Intentó hacer presión en su frente para apartarla y poder montarla, pero ella
metió su polla entre sus labios, movió su cabeza, entrándola y sacándola de su
boca, hasta dejarla brillante y después se subió sobre él, abriéndose de piernas,
respirando entre los dientes.
 ¡Fóllame ya!
Él perdió la poca cordura que le quedaba y poniendo una rodilla delante de la
otra en el sofá se deslizó en el coño de ella, con un fuerte empujón, sintiendo
como sus paredes se estiraban y ajustaban a su interior y él rugió inclinándose
sobre ella, agarrando con sus dedos de la mano el material suave del sofá y con
la otra apretando sus dedos en la cadera de Patricia, que hizo un ruido ahogado
por su penetración y él no pudo evitar correrse en ese mismo momento. Sudaba,
gotas perlaban por su frente, caían contra los pechos de Patricia,
arremolinándose junto al sudor de ella. Inclinándole llegó cerca de uno de sus
pechos y lamió gotas, sintiendo lo sensible que estaba, pasando su lengua áspera,
dándole el gusto a su león para llegar hasta su punta y ansiar saborear el
alimento que proporcionarían a sus cachorros. Ella se mantenía con el rostro
torcido, respirando con rapidez. Ambos cruzaron sus miradas y él pudo ver en la
de ella que estaba preparada para más de ellos. Ryan se puso delante de ella
desnudo, masturbándose y Patricia no dudó en abrir sus labios para él, que se
subió al sofá y tiró de la cara de ella, torciéndola, viendo su garganta estirándose,
donde Basilio no aguantó y se inclinó comenzando a mecerse en su interior para
mordisquear su piel mientras Ryan se enterraba hasta las pelotas en su boca.

Unos meses más tarde…



Patricia se mantenía ansiosa durante el embarazo, incluso ahora, mientras se
arreglaba para ir a comer a un restaurante y a una revisión. Que Fadel y Jalil se
habían tenido que personar allí para hacerla, tenía a Logan entre sus muslos, con
ambos apretados alrededor de su cabeza mientras se sujetaba a Flavio rogando
por más, temblando, sudorosa.
 Te corriste como tres veces ya Patri.
Ella movió su cabeza de lado a lado, haciendo a Flavio sonreír un ligero instante
antes de que volviera a apretar su polla entre sus dedos de una de sus manos.
Logan salió de debajo de ella, incorporándose en la cama sobre sus rodillas,
viendo a Flavio bajando su mano entre sus muslos, llegando con sus yemas de
los dedos hasta su coño sensible, haciéndola gemir al pasar las puntas de sus
carnes por su clítoris, escuchándola ambos gemir.
 ¿Quieres mi polla en tu coño Patri?
La vio asentir hacia Flavio, respirando con pesadez. Basilio y Ryan estaban
sentados a los pies de la cama, en el suelo, agotados. Ella tenía sus dedos
presionados contra los hombros de Flavio y estaban pálidos.
 Métemela, lo quiero áspero y duro.
Estaba matándola que fueran suaves con ella, pero su enorme vientre y saber que
llevaba una hembra que creían sería humana en su vientre junto a dos
cambiantes a ligres les asustaba. Ella se sacudió al sentir sus dedos enterrándose
en su coño y Flavio apretó sus dientes tratando de contenerse, pero no pudiendo
evitar que su polla se sacudiese y liberase pre-semen, sacó sus dedos de ella y
tras chupárselos con ansia, provocándola. La cogió por las mejillas sonrosadas.
 Patri, deberías descansar, podríamos hacerte daño alguno de nosotros.
La vio negar cogiéndole la polla, haciendo que se volviera a sacudir y verter
semen por su punta. Él sujetó la mano de ella, pero no pudo más que sonreír al
verla tirar hacia él, tratando de llegar con su miembro hasta su coño,
golpeándolo con su vientre cargado por sus cachorros. Él siseó hacia Patri, la
cogió como si fuera tan delicada como una amapola y tumbó en el colchón, él
ronroneó y pudo escuchar a los demás hacer ruidos gustosos que salían de sus
pechos al verla llena, con el ombligo salido ante la postura, estrías marcando su
piel y sus tetas goteando. Se bebió su imagen antes de tirar de una de sus piernas,
torciéndola para que estuviera de lado y suspiró inclinándose contra ella,
penetrándola. Ella hizo un sonido de placer y su polla se tensó, tan dura como un
clavo, para verterse.
 Flavio.
Suspiró ella tratando de moverse, alzando sus manos para abrazar a Logan que la
rodeó por la cintura y besó en los labios, subiendo una de sus manos por su
vientre lleno. Ella volvió a decir su nombre, gimiéndolo entre los labios de
Logan. Ellos jodidamente amaban escucharla decir sus nombres mientras tenían
sus pollas enterradas en su cuerpo. Y él comenzó a correrse, bajó una de sus
manos, llegando a su clítoris e hizo un apretón preciso en su rugoso botón. Las
caderas de ella comenzaron a temblar.
 ¡Oh!, Flavio, ¡Sí!
Él se inclinó sobre ella y sujetó con uno de sus brazos su hombro, agarrándola.
Terminó y salió de ella, viendo a Logan tirando de una de sus piernas sobre su
cintura, posicionándose para no golpearle el vientre, metiéndose hasta el fondo
de su coño, sujetándola por el pelo, tirando, dejándole la garganta expuesta para
Ryan que se estiró y llegó con sus labios hasta su piel, para mordisquearla,
haciéndole a Logan gruñir porque ella se estaba corriendo de nuevo. Un Logan
que no se quería venir, pero el coño de ella le apretaba con tanta fuerza que no
podía contenerse.
 ¡Me vengo!
Y él no necesitó más, ella entreabrió sus labios y sus ojos se pusieron en blanco.
Cuando él se puso junto a ella de nuevo, viéndola dormir con calma, la atrajo
contra su cuerpo, haciéndole a Flavio gruñir.
 Pégate a ella, sabes que si la dejamos se pone muy de lado y los bebés se
posicionan de tal manera que le duele.
Descansarían un momento, pero el tiempo pasó rápido mientras Patricia dormía,
se despertó con un peso en el vientre, parecía tener una persona sentada sobre su
barriga. Alzó una de sus manos y su respiración se detuvo al sentir pelo, se hizo
consciente de sí misma, movió su rostro y sintió pelo alrededor de una de sus
mejillas. Parpadeó, enfocándose en la oscuridad del dormitorio y vio a un
enorme león delante de ella, bajó sus ojos, viendo su enorme pata sobre su
vientre y bajo ésta la de un gran tigre con sus garras y todo apretando su piel.
Ella se percató de que había estado conteniendo la respiración y cuando tomó
una profunda sintió algo deslizándose por uno de sus muslos, abrió sus labios
alzando su rostro y vio una larga cola rayada bajando por su pierna. Ella volvió a
poner su cabeza en la almohada, cerró sus ojos y tomó unas respiraciones
profundas tratando de calmarse, sintiéndoles cambiar sus enromes patas a
manos, parpadeó rato después, viendo el rostro de Flavio frente a ella. Alzó sus
manos y le sujetó las mejillas viéndolo bajar su rostro para besar una de sus
manos.
 Vamos mi amor, tienes que ir a ver a Fadel y Jalil.
Ella sonrió moviendo sus manos hacia el colchón, incorporándose lentamente.
Estaba limpia, en algún momento la habían lavado, podía ver la pila de toallas
apoyadas en un lateral de la puerta. Bostezó, oliendo rico y parpadeó buscando
de donde veía el olor, viendo a Ryan acercándose a la cama con una bandeja de
comida.
 Tienes que comértelo todo.
Patricia suspiró y ellos no pudieron evitar sonreír.
 Recuerda que tú misma te hiciste una dieta calórica y que nos hiciste
jurar que te obligásemos a comer la mayoría de los alimentos.
Siguió enumerando todo lo que ella había hablado nada más enterarse de su
embarazo y alzó sus manos para detenerlo.
 Basta, por favor.
Basilio asintió hacia ella, volviendo a ponerse de lado en el colchón. Se levantó
y caminó al armario vestidor que separaba su dormitorio del de sus cachorros,
viendo por la puerta entreabierta, decorada en los cristales empañados con los
nombres de sus cachorros tres cunas preciosas fabricadas por los hermanos osos
de Alaska. Sus labios se ampliaron en una sonrisa orgullosa al ver la cuna tallada
en madera de palo rosa con el nombre de Gala dibujado en el cabecero hinchó su
corazón. Volvió al dormitorio, viendo a Flavio poniéndole a Patricia un vestido
de premamá azul con volantes. Logan y Ryan discutían cerca de la puerta del
dormitorio, señalando la silla de ruedas que habían comprado para que Patricia
no caminase por la casa. Llevándose una buena reprimenda los cuatro,
haciéndole a Basilio volver a sonreír al recordar la buena noche que pasaron
montándola al recordarles que se largaría si seguían así hasta que nacieran los
bebés. Salió del vestidor tras ponerse unos pantalones y aceptaron esperarla
fuera del dormitorio mientras Patricia se movía al baño revisando su teléfono,
pero se detuvo. Tenía muchas llamadas pedidas y mensajes de un mismo
número.
 ¿Hola?
Ella miró bajo la puerta, viendo las sombras de ellos pasando, se encerró en el
baño y escuchó a través de la línea. Una voz femenina le preguntó si ella era
Patricia, ella asintió.
 Por favor, haga que sus compañeros levanten la recompensa de los
hermanos licántropos.
Patricia no sabía de qué le estaba hablando.
 Uno de los suyos le disparó para amenazar a los hermanos que la
comparten y ellos me han alejado para que nuestras vidas no corran
peligro.
Ella, la voz tras la línea siseó a un bebé que lloraba y volvió a suplicarle.
 Intentaré hablar con ellos.
La mujer le habló sobre algo más mientras ella se subía la falda y bajaba las
braguitas que sujetaban su vientre para orinar, hablaba sobre verla en el hospital
de los cambiantes que les había obligado la ONU a montar porque se negaban a
atenderlos.
 Allí nos veremos.
Patricia se sobresaltó al ver como la puerta del baño se abría y golpeaba contra la
pared brutalmente. Ryan, seguido por Basilio, Flavio y Logan miraba hacia ella
con los ojos amarillos brillantes.
 ¿A quién vas a ver?
Ella abrió sus labios, pero él no le dejó hablar, le cogió el teléfono y revisó los
mensajes y llamadas mientras Logan cogía papel y secaba su vagina, para Flavio
subirle las braguitas.
 ¿Te estás viendo con alguien?
Basilio cogió su rostro entre sus enormes manos y ella sujetó ambas.
 Hablaba con una amiga que quiere verme.
Él se mantuvo quieto, mirándola sin tan siquiera pestañear, respirando con
fuerza.
 Está bien, ¿Dónde?
Soltó su rostro y la cogió en sus brazos sin hacerle caso a sus protestas. Bajó con
ella por las escaleras, con prisa, saliendo fuera de la mansión, metiéndola en el
coche que los llevaría.
 En la cafetería del hospital de cambiantes.
Cuando llegaron allí, Patricia podía ver a los que eran como Flavio y Basilio, los
que por así decirlo tenían una posición baja en el mundo de los cambiantes
habían sido obligados a tener collares instalados en sus cuellos. Y los que habían
pertenecido a alguien estaban pasando por los juzgados, el ser humano había
impuesto de nuevo el esclavismo y permitía al humano tener bajo su poder a
éstos seres u otros. Siempre y cuando se les diera libertad tras su trabajo, aunque
muchos humanos se habían revelado contra esas decisiones, los mandatos eran
claros y cada día más crueles. Los cambiantes se protegían en sus propios barrios
y los olvidados iban perdiendo sus tierras, prácticamente viéndose lanzados al
mar. Muchos habían ido decidiendo volver a su isla, porque los estaban cazando
y esclavizando, bajo el permiso de los Estados Unidos. Patricia vio a la mujer
con una sillita gemelar saludándola y se acercó a ella, tomando asiento en una
silla cercana. Parpadeó mirando hacia los capazos, viendo en cada uno a dos
bebés, para que cupieran los dos en esa sillita. Bajó sus ojos hacia el vientre de la
mujer y parpadeó al ver que estaba embarazada, pero no podría calcular de
cuánto tiempo sin saber cuántos bebés llevaba, porque tal y como estaba podría
tener uno de nueve meses o varios de unos meses.
 ¿Intentarás que levanten la recompensa?
Patricia no quería verse así, la mujer se secaba las lágrimas de los ojos hablando
con ella. Había varios seres altos con ella, los cambiantes no se mostraban
animados con ellos y Patricia entendió porque cuando le dijo que eran gárgolas.
La mujer solamente quería que los padres de los niños accedieran a estar cerca
de ellos y que crecieran con ellos, su mirada era decidida y su voz fría cuando
hablaba de ellos.
 Hablaré con ellos.
No podía hacerlo mientras los veía mirándola con fijeza ya en el vestuario de la
consulta, con sus brazos estirados, mientras Basilio le sacaba el vestido y Logan
después le ponía una camisa de hospital para que Flavio le pusiera los botones
hasta su vientre y Ryan los pantalones. Después se subió a la camilla, ayudada
por Logan. Y Fadel junto a Jalil no tardaron en aparecer, los resultados eran los
mismos y ella ya había ido acostumbrándose a la idea, pero Loga, Ryan, Flavio y
Basilio no se mostraban contentos.
 La pequeña sigue sin crecer y sin coger peso.
Patricia se puso de costado lentamente cuando terminaron de examinarla.
 Vamos a tener que provocarte el parto, los cachorros ya pesan tres kilos
y ella apenas supera el kilo y medio.
Lágrimas se deslizaron por sus ojos y ella sentía que no podía contenerlas,
Logan gruñó y la cogió en sus brazos, dándole ronroneos mimosos a sus oídos
para que se calmase.
 ¿De verdad tenéis que hacer salir ya a nuestros cachorros?
Flavio les gruñó las palabras a ambos cambiantes.
 Nosotros nacimos con una hembra humana, mi madre aguantó hasta el
último mes de embarazo para que creciera. Y la pequeña murió, no
podemos permitirnos dejar que vuestra pequeña cachorra siga así un mes
más. Incluso deberíamos hacer una cesárea porque el estrés por el parto
vaginal puede ser arriesgado para vuestra hija.
Fadel y Jalil miraron a aquellos cuatro enormes cambiantes, normalmente ellos
ocultarían sus sentimientos, como cualquier capo. Pero allí estaban, destrozados
y todavía les quedaba escuchar más.
 Seguramente la pequeña necesite ayuda respiratoria o medicamentos
para prevenir posibles infecciones.
Basilio se dejó caer en una silla, haciéndola crujir bajo su peso, puso sus codos
en sus rodillas y se llevó las manos a la cara. Su espalda de agitó y Ryan llegó
hasta él, poniendo una mano sobre su espalda, golpeó varias veces su piel y
después se dejó caer de rodillas en el suelo, abrazándose.
 La pequeña sobrevivirá, tenemos la tecnología más avanzada aquí.
Decidieron internar a Patricia ese mismo día. Mafla había llegado rápidamente
junto a ellos, cargada con dos maletas de ropas para los bebés, miraba hacia
Basilio, viéndolo acariciar un pijama rosa de princesas diminuto entre sus dedos
mientras Patricia dormía de lado en la cama del hospital y los demás se
mantenían alrededor, Ryan estaba sentado tras ella, acariciando con manos
temblorosas su espalda donde pincharían la epidural. Tenía el rostro enrojecido,
hinchado de llorar. Ellos jamás se habían sentido tan inútiles en sus vidas.
 Si existes, no me las quites.
Rogaba Logan en la ventana, mirando hacia el cielo estrellado. Basilio volvió a
mirar su reloj y resopló, al comenzar a iluminarse la habitación por las líneas del
sol que iban llenando el cielo de luz. Terminaba de salir el sol cuando Fadel y
Jalil llamaron a la puerta del dormitorio y entraron con un equipo médico.
Patricia se sentó y fue al baño, Fadel y Jalil esperarían fuera por ella, cuando
salió al dormitorio miró hacia ellos cuatro tratando de parecer tranquila, respiró
por la nariz y soltó por sus labios varias veces.
 Esa mujer me pidió que retirarais la recompensa por las cabezas de los
hermanos licántropos.
Logan sonrió hacia ella, acercándosele, cogiéndola por las manos.
 Prometerme que hablaréis con ellos, que trataréis de solucionar vuestros
problemas.
Él enredó en su bolsillo, sacando una caja preciosa de terciopelo, la abrió y
sonrió al verla ver el anillo que no se podría poner hasta salir de la operación.
 ¿Me ponéis un anillo porque queréis que todo ser que me vea sepa de
quién soy?
Ellos negaron, sus miradas con demasiado apetito mirando hacia ella.
 No solo es para eso, es para conservarte, bueno, también es para poder
follarte cuando queramos.
Ella sollozó, malditas hormonas que le hacían tener un apetito voraz.
 La mantendría preñada el resto de su vida si solo mantuviera ese ritmo
sexual en ese estado.
Su hermano concordó junto a los demás.
 ¿Pero me amáis?
Los cuatro se quedaron quietos, rígidos viéndola acercarse a Flavio y subirse
entre sus muslos, abierta de piernas, con su vientre hinchado golpeando sus
abdominales.
 Si tú mueres yo muero.
Ella negó haciéndolo ronronear, bajó sus manos por su vientre, ronroneando más
fuerte y la sujetó por los muslos.
 ¿Por qué los humanos necesitáis que se os diga esa palabra?
Patricia se mordió el labio bajo, sonriéndole.
 Porque somos así, necesitamos las palabras.
Él gruñó, el sofá donde había dormido había sido peor que hacerlo en el suelo,
pero ahora estaba siendo cómodo el hijo de puta.
 ¿Sabes? Eres lo mejor que nos ha pasado, no pensamos fallarte, no
queremos cambiarte, solamente queremos estar juntos, queremos hacerte
feliz, queremos demostrarte cuanto te amamos.
……. Por favor, di las palabras imploraba ella con la mirada.
Lo vio bajar su rostro, sus manos subieron hasta su vientre, acariciando con ellas
sobre su piel sensible, dilatada por los cachorros, sintió a sus pequeños moverse
y detuvo ambas manos allí, disfrutando del contacto, sus ojos comenzaron a
picar, sus lágrimas amenazaban con caer por sus mejillas. Alzó sus ojos, viendo
el brillo tierno en los de ella.
 Te amamos, ahora vayamos a conocer a nuestros cachorros.
Entonces, sin que Patricia lo esperase, la rodearon y suspiraron:
 Munakuyki.
Todo se fue a la mierda en el momento en que les hicieron esperar en la sala de
espera. Basilio y Ryan daban vueltas por el lugar, Flavio temblaba con una taza
de café en la mano mientras escuchaba a Logan intentando hablar con Jan y sus
hermanos, intentando llegar a un acuerdo para perdonarse las vidas.
 ¿Queréis parar de dar vueltas ya? Van a tener que cambiar los suelos
como sigáis así.
Se detuvieron al escuchar pasos llegar a ellos y ampliaron sus ojos al ver a Jalil,
después de cinco horas. Logan colgó la llamada y saltó junto a los demás.
 Sabemos que necesitáis ver a vuestra hembra, pero permanece dormida.
El habitáculo donde están vuestros cachorros tiene una ventana que la
separa de ellos, ¿Queréis verlos?
Asintieron como estúpidos y trataron de aligerar al cambiante para que caminase
más rápido. Se pusieron batas, gorros verdes y cobertores para sus zapatos antes
de entrar. Basilio entró primero y se detuvo, siendo empujado por los demás para
pasar.
 La pequeña permanece en una incubadora.
Verla rodeada de máquinas, cables. Tenía una cánula nasal en su nariz diminuta
con dos tubitos. Tenía sensores en la piel que parpadeaban, una sonda atravesaba
la piel de su vientre y arrogaba comida a su estómago. Tenían almohadas
alrededor de ella para que estuviera cómoda en una posición parecida al vientre
de su madre, seguramente aplastada por sus enormes hermanos que dormían en
dos cunas cercanas. Ryan se acercó y puso una de sus manos sobre la
incubadora, sus ojos se deslizaron por el pequeño cuerpo de su cachorra y no
pudo evitar soltar el remolino de emociones que inundaba su pecho. La pequeña
movió un piececillo diminuto y él sintió un suspiro abandonar su pecho.
 Enseguida alcanzará los dos kilos y podréis llevarla a casa.
Asintieron hacia los doctores y se movieron para ver a sus cachorros varones,
grandes y con más pelo en sus cabezas del que se podrían imaginar.
 Podéis cogerlos.
Basilio estiró sus brazos hasta uno de ellos y tras cogerlo se acercó a la
incubadora, viendo al bebé mover su nariz, a sus labios torciéndose en una
sonrisa y su corazón se retorció en su pecho.
 Pequeño Graco, tenemos un trabajo importante que hacer con nuestras
chicas.
El bebé mantenía uno de sus bracitos estirado, rozando con sus nudillos la
incubadora. Lucio dormía en los brazos de Logan, mientras éste lloraba en
silencio de felicidad. Ryan y Flavio mantenían sus frentes pegadas al cristal que
separaba a Patricia de allí. Por demasiado tiempo lo hicieron, incluso mientras
sus respectivos hermanos alimentaban a los bebés. Patricia parpadeó y
lentamente escuchó una voz que le dijo que torciera sus ojos y no pudo evitar las
lágrimas que se deslizaron por sus ojos al ver a todos sus enormes cambiantes
allí, ahora, seis horas después de dormir, Ryan alimentaba a un bebé con un
biberón y Basilio al otro. Entraron a verla, con los pequeños entre sus brazos y
Logan acercó la incubadora a la ventana, le entregaron a sus dos hijos varones y
ella los acarició con las yemas de sus dedos, contó cada dedito de sus manos y
pies. Amplió sus labios en una sonrisa al sentir la nariz de Ryan recorriendo un
costado de su rostro.
 Os protegeremos hasta nuestros últimos alientos, nada ni nadie os
tocará.

Años después.
Ryan simplemente amaba a su cachorra, la miraba como un maldito imbécil
bebiendo de su juguito con una pajita rizada, esperando al desfile de carrozas en
el parque de atracciones en al que habían llegado hacía unos días. Podía escuchar
a Flavio gruñéndole a Lucio y Graco, mientras ambos se removían del agarre
entre los brazos de su padre con sus melenas claritas. Basilio intentaba calmar a
los tres estirando sus manos hacia Lucio, pero Graco se empeñaba en ser él
quien cogiera su padre.
 No, Basilio. Si se comportan y consiguen calmarse les bajaré.
Ambos cachorros pusieron sus ojos vidriosos mirando hacia Basilio, haciendo al
corazón de éste retorcerse en su pecho, intentó decir algo, pero Flavio los
mantuvo en sus brazos.
Patricia se mantenía entre los brazos de Logan, mientras éste, detrás de ella la
movía de un lado a otro bajo el sonido de la hermosa música de la cabalgata, ella
iba igual vestida que su cachorra. Lo único que agradecían todos ellos era que la
gente estaba pendiente de la cabalgata o Basilio y él mismo acabarían mal, muy
mal.
 Mira papi, es el príncipe.
Ryan escuchó a su cachorra y apretó su mandíbula al verla con su vestido rojo
brillante, su preciosa cara morena pintada por veinte dólares y la diadema de
corona de princesa con orejas de ratón.
 Pequeña, ¿Pero a qué edad quedamos en que las princesas deberían tener
un príncipe barra novio?
Basilio se inclinó junto a ellos, mirando a Ryan por encima de las orejas de su
hija que ampliaba sus ojos marrones como los de su madre.
 Cuarenta.
Patricia carraspeó acercándose a ellos, su mirada cabreada hacia ellos debería
asustarles.
 Bueno, apenas tienes seis.
Ella asintió hacia Basilio.
 Son como treinta y cuatro años todavía.
Gala amplió sus labios hermosos en una sonrisa divina que dolió de amor en los
pechos de los cambiantes, los do sabían engatusar a la pequeña.
 Mientras, ¿Quiénes son tus príncipes?
Ambos alzaron sus manos hacia ella, chocándole y después hicieron un puño y
chocaron sus nudillos al escucharla decir que ellos, sus papis. Basilio la cargó
entre sus brazos, pero al alzarla entre las personas su cálida sonrisa amorosa
murió al ver a unos de sus peores enemigos en la acera de enfrente, con un
puñado de niños y su hembra llena por la semilla de ellos con otro par de
cachorros. Los perdió de vista al pasar la primera carroza, pero mientras pasaban
personajes de dibujos animados volvió a verlos y bajó a su hija lentamente de
entre sus brazos al ver la fijación en sus miradas que tenían aquellos cachorros.
 Gala.
Su hija se movió el pelo castaño hacia atrás, amplió sus labios, enseñándole
algunos dientes caídos y dejó de sonreír al ver la seriedad en el rostro de su
padre. Él se agachó, poniendo una rodilla en el suelo.
 Vimos ayer el desfile, ¿Quieres ir a la tienda de las princesas a
comprarte la última muñeca que te falta ahora?
Esos ojos marrones brillaron como si salieran chispas de ellos.
 ¿Podemos montar en los caballitos después?
Él asintió volviendo a cargar a su hija entre sus brazos, tratando de no achucharla
demasiado. Llegaron a la tienda y la puso en el suelo, viendo sus preciosos
zapatos rojos con un ligero tacón. Patricia se puso a su lado y golpeó uno de sus
hombros contra el de él haciéndole volver a sonreír, la rodeó con un brazo,
acercándola y pegó su nariz contra su rostro, tratando de calmarse con su olor.
 ¿Qué haréis el día que nos presente a alguien nuestra niña?
Basilio se encogió de hombros y Ryan simplemente pasó junto a ellos,
poniéndose en cuclillas junto a su hija, andando con ella entre las muñecas,
viéndola alzar sus ojos hacia las que eran más grandes y no había comprado
ninguna, con la que le faltaba de las pequeñas entre sus pequeñas manos.
 Nada.
La mirada de él era completamente dorada.
 Sabes que sé que estás mintiendo.
Él suspiró con fuerza.
 Trataré de no matarlo.
Patricia torció sus ojos hacia él, para verlo estirando sus dedos de las manos.
 Está bien. Lo prometo.
Movió una de ellas tras su espalda y los cruzó sonriéndole, viéndola caminar
hacia su pequeña cachorra humana.

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