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PENAL VENEZOLANO
II
INDICE
Pág
.
DEDICATORIAS…………………………………………………………… III
AGRADECIMIENTOS…………………………………………………….. V
RESUMEN…………………………………………………………………. VI
ÍNDICE……………………………………………………………………… VIII
INTRODUCCIÓN………………………………………………………….. 10
Debido Proceso……………………...………………………………………. 12
III
CAPITULO III. LAS NULIDADES EN EL PROCESO PENAL
Tipos de nulidades 49
procesales…………………………………………………
CONCLUSION……………………………………………………………… 57
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………. 58
...
IV
INTRODUCCIÓN
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Lo que quiere decir que, en el caso del proceso jurisdiccional, el debido proceso
incorpora la exigencia del cumplimiento de requisitos y condiciones formales que, en
términos de racionalidad práctica, posibilitan la consecución de metas concretas como la
vigencia de un orden social justo que tenga por fundamento la dignidad humana. La
importancia que tiene para la protección y tutela de los derechos fundamentales y del
ordenamiento jurídico en su conjunto, ha dado lugar a que sea considerado como un
principio general del derecho, como una garantía constitucional y como un derecho
fundamental.
Sobre esta base, el autor Hoyos, Arturo (2001, p 251), define del debido proceso o
proceso justo: "derecho fundamental de carácter instrumental que se encuentra conformado
por un conjunto de derechos esenciales que impiden que la libertad y los derechos de los
individuos sucumban ante la ausencia o insuficiencia de un proceso o procedimiento, o se
vean afectados por cualquier sujeto de derechos (incluyendo el Estado) que pretenda hacer
uso abusivo de éstos". Así, los autores citan: debido proceso legal, proceso justo, juicio
justo, fair trial, tutela judicial efectiva, garantías judiciales, derecho constitucional de
defensa, bilateralidad del proceso (cuando examina las "garantías judiciales comunes a la
víctima y al acusado", colocadas bajo el rubro de "bilateralidad": son la igualdad ante los
tribunales, el acceso a la justicia y defensa en juicio y la imparcialidad e independencia de
los jueces).
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inmediatamente las necesidades o intereses del ser humano; es decir, que el debido proceso
constitucional o simplemente, el debido proceso, va a conformar una serie de derechos y
principios tendentes a proteger a la persona humana frente al silencio, el error o a la
arbitrariedad.
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CAPITULO I. EL DEBIDO PROCESO.
Debido Proceso
Con ocasión al debido proceso, Rivera R. (2003, p.128), señala que son el conjunto
de garantías que aseguran los derechos del ciudadano frente al poder judicial y que
establecen los límites al poder jurisdiccional del Estado para afectar los derechos de las
personas, por lo que el debido proceso al juicio imparcial, transparente e idóneo, es el
instrumento más importante del ser humano en defensa de su libertad, vida, valores, bienes
y derechos.
Ahora bien, el contenido y alcance del derecho al debido proceso ha precisado que
se trata de un derecho complejo que se encierra dentro de sí, un conjunto de garantías que
se traducen en una diversidad de derechos para el procesado, entre los que figuran, el
derecho a acceder a la justicia, el derecho a ser oído, el derecho a la articulación de un
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proceso debido, derecho a los recursos legalmente establecidos, derecho a un tribunal
competente, independiente e imparcial, derecho a obtener una resolución de fondo fundada
en derecho, derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, derecho a la ejecución de las
sentencias, entre otros que se vienen configurando a través de la jurisprudencia. Todos
estos derechos se desprenden de la interpretación de los ocho ordinales que consagra el
artículo 49 de la Carta Fundamental. Tanto la doctrina como la jurisprudencia comparada
han precisado, que este derecho no debe configurarse aisladamente, sino vincularse a otros
derechos fundamentales como lo son, el derecho a la tutela efectiva y el derecho al respeto
de la dignidad humana. Dicho artículo describe que:
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El debido proceso judicial es una garantía constitucional adjetiva con una
característica de generalidad. Que es propia de cualquier Derecho Humano, sin excepción.
Pero que, en el caso de un Juicio Penal, es una garantía adjetiva o procesal genérica de la
libertad individual del imputado. Tomando en cuenta, que, bajo ningún supuesto, ni
siquiera la existencia de un Estado de Excepción, de ningún tipo de los 4
constitucionalmente instituidos vía 337, 338 y 339, que sea posible, que la actividad
jurisdiccional de los Tribunales y Cortes; o de los Fiscales del Ministerio Público como
órganos del Estado, puedan transgredirlos.
Es así como a ningún justiciable le pueden ser negados las técnicas contentivas del
debido proceso como la defensa; ser oído; acceso a un intérprete; la cosa juzgada; el juez
natural; el conocimiento de los delitos imputados; la promoción de pruebas; la
constitucionalidad, legalidad y no delictualidad en la obtención de la prueba; la idoneidad
de la prueba con lo alegado por quien la promueve; los recursos de impugnación; la
responsabilidad del Juez en sus funciones judiciales, entre otros, pues desconocer dichas
técnicas garantísticas de un Juicio Penal, es negar el Derecho Constitucional de la Libertad
Personal en sí misma. Y entre estos justiciables, lógicamente se encuentran aquellos
investigados, imputados y privados de libertad, preventiva o definitivamente. En este
sentido, el sistema procesal penal, debe ser el primero en respetar los Derechos Humanos,
tanto a la víctima como al imputado. Y cabe decir, que, en el último caso, que incluso
cuando el declarado culpable es privado de su libertad, y se encuentra recluido en un
centro penitenciario.
En este sentido, Rodríguez (1998) expone “la garantía del debido proceso busca
confirmar la legalidad y la correcta aplicación de las Leyes dentro de un marco de respeto
mínimo a la dignidad humana dentro de cualquier tipo de proceso,” Pág. 328.
Especialmente en el Juicio Penal, toda vez que se encuentra inmerso el derecho a la
libertad personal de los particulares.
El debido proceso de Ley, como un derecho que resulta por ser un atributo de la
persona humana, es inherente a todo individuo en razón de su condición de ser humano,
tal como lo enuncian, junto a otros derechos y garantías fundamentales que ostentan el
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mismo carácter, los ordenamientos constitucionales de los Estados, así como el
ordenamiento internacional. En cuanto a su naturaleza, constituye uno de los llamados
principios generales del derecho, con vocación universal, subyacente a todo ordenamiento
jurídico particular y general, constituyendo, dentro de los mismos, un valor supremo en la
escala de los valores normativos o fuentes que implica las siguientes consecuencias:
“Se trata de un derecho complejo que encierra dentro de sí, un conjunto de
garantías que se traducen en una diversidad de derechos para el procesado (…) Todos
estos derechos se desprenden de la interpretación de los ocho ordinales que consagra el
artículo 49 de la Carta Fundamental”.
Por tanto, puede considerarse el debido proceso como un continente, que guarda en
su núcleo, un conjunto de derechos que implican de suyo, distintas obligaciones de
protección por parte del Estado.
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En el mismo sentido Rafael Tineo afirma que el debido proceso tiene relación
directa de complementariedad y dependencia mutua con la democracia. Permitiendo
sostener que no puede haber Estado de Derecho y, por consiguiente, orden constitucional.
Allí donde no exista la garantía al debido proceso.
Los Jueces son cada vez más conscientes del peligro de utilización a que están
continuamente expuestos en su trabajo, dada su necesaria subordinación a la
norma: quizás se ha dicho, se les incensa como sacerdotes de la justicia para
intentar ocultarles que lo que se pretende en realidad de ellos, es que sean
servidores fieles de los poderosos. (P. 40)
El Derecho posee un trasfondo sociológico. También politológico. Y que es
necesario entender, porque las normas poseen fundamentos, trasfondos de ese tipo, que son
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necesarios conocer, tanto para entender el nacimiento de las normas, como para entender la
aplicación o inaplicación de las mismas en un Juicio Penal.
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Ahora bien, es importante acotar que, a nuestro criterio, dicha garantía protectora
de derechos no se objetiviza exclusivamente en el sistema de normas procésales nacionales
(advirtiéndose que en virtud al similar origen de todas las leyes procésales venezolanas en
el Código de Aranda, y en atención al Artículo 257 Constitucional, el proceso es uno solo,
“…un instrumento fundamental para la de realización de la justicia…”, existiendo diversos
procedimientos de acuerdo a las competencias jurisdiccionales, o en la definición
constitucional descrita en el especifico Artículo 49 de la C.R.B.V.
La más importante de las garantías constitucionales que tiene toda persona natural
o jurídica, además del acceso a la justicia y el derecho a la tutela judicial efectiva, es que la
justicia se imparta de acuerdo con las normas establecidas en la Constitución y las leyes; es
decir, en el curso de un debido proceso, cuyos principios se aplican no sólo en las
actuaciones judiciales sino administrativas.
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En efecto el Artículo 15 del Código de Procedimiento Civil establece la obligación
que tienen “…los jueces para garantizar el derecho de defensa, manteniendo a las partes en
todos los derechos y facultades comunes a ellas…”, lo cual obliga a su vez que no pueden
(…) “…tener preferencia, ni establecer desigualdades para una de ellas…”, por tanto
deben garantizar el derecho a la defensa, que sea privativo a cada parte, valga decir tanto al
demandante como al demandado según fuere el caso y en ninguno pueden (…) “…permitir
ni ellos hacerlo extralimitaciones de ningún género…”
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(…) “…se denomina debido proceso a aquél proceso que reúne las garantías
indispensables para que exista una tutela judicial efectiva, no siendo una clase
determinada de proceso, (…) sino la necesidad de que cualquiera sea la vía
escogida para la defensa de los derechos o intereses legítimos, las leyes
procesales deben garantizar la existencia de un procedimiento que asegure el
derecho de defensa de la parte y la posibilidad de una tutela judicial
efectiva…”
Por su parte, en Sentencia Nº 157 de fecha 17/02/2000, la Sala Político
Administrativa del Tribunal Supremo (Caso: Juan C. Pareja P. vs. MRI), precisó que:
Tanto la doctrina como la jurisprudencia comparada han precisado, que este derecho
no debe configurarse aisladamente, sino vincularse a otros derechos fundamentales como
lo son, el derecho a la tutela efectiva y el derecho al respeto de la dignidad de la persona
humana.
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El derecho a la defensa, como garantía del debido proceso, por tanto, no puede ser
desconocido ni siquiera por el legislador. Esto lo ha precisado con claridad, la misma Sala
Constitucional en Sentencia N° 321 de fecha 22/02/2002, con Ponencia del Magistrado
Jesús Cabrera Romero (Caso: Papeles Nacionales Flamingo, C.A. vs. Dirección de
Hacienda del Municipio Guacara del Estado Carabobo) en la cual ha precisado que las
limitaciones al derecho de defensa en cuanto derecho fundamental, derivan por sí mismas
del texto constitucional y si el Legislador amplía el espectro de tales limitaciones, las
mismas devienen en ilegítimas, señalando lo siguiente:
Todas las Salas del Tribunal Supremo han reafirmado el derecho a la defensa como
inviolable. Así, por ejemplo, la Sala de Casación Civil en Sentencia Nº 39 de fecha
26/04/1995 (Caso: A.C. Expresos Nas vs. Otros), ha señalado sobre el sagrado derecho a la
defensa es un:
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“…derecho fundamental cuyo ejercicio debe garantizar el Juez porque ello
redunda en la seguridad jurídica que es el soporte de nuestro Estado de
Derecho; más cuando la causa sometida a su conocimiento se dirige a obtener
el reconocimiento y posterior protección de los derechos con rango
constitucional, (…) Este derecho, ha agregado la Sala, es principio absoluto de
nuestro sistema en cualquier procedimiento o proceso y en cualquier estado y
grado de la causa…”
Así mismo, debe anotar la Corte que, en materia de Derechos Humanos, el principio
jurídico de progresividad envuelve la necesidad de aplicar con preferencia la norma más
favorable a los derechos humanos, sea de Derecho Constitucional, de Derecho
Internacional o de derecho ordinario.
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Desde el punto de vista internacional, considera el Tribunal que importa fortalecer la
interpretación sobre esta materia, señalando la normativa existente. Así, entre otros, el
Artículo de la Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José de
Costa Rica), establece lo siguiente:
“…Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de
un plazo razonable por un Juez o Tribunal competentes, independiente e
imparcial establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus
derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier
carácter…”
De la misma manera, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos,
garantiza a toda persona el derecho a ser juzgado por sus jueces naturales, mediante
proceso legal y justo, en el cual se aseguren en forma transparente todos sus derechos.
“…Se denomina debido proceso a aquél proceso que reúna las garantías
indispensables para que exista una tutela judicial efectiva. Es a esta noción a la
que alude el Artículo 49 de la C.R.B.V, cuando expresa que el debido proceso
se aplicará a todas las actuaciones judiciales y administrativas. Pero la norma
constitucional no establece una clase determinada de proceso, sino la necesidad
de que cualquiera sea la vía procesal escogida para la defensa de los derechos o
intereses legítimos, las leyes procesales deben garantizar la existencia de un
procedimiento que asegure el derecho de defensa de la parte y la posibilidad de
una tutela judicial efectiva. (…) De la existencia de un proceso debido se
desprende la posibilidad de que las partes puedan hacer uso de los medios o
recursos previstos en el ordenamiento para la defensa de sus derechos e
intereses. En consecuencia, siempre que de la inobservancia de las reglas
procesales surja la imposibilidad para las partes de hacer uso de los
mecanismos que garantizan el derecho a ser oído en el juicio, se producirá
indefensión y la violación de la garantía de un debido proceso y el derecho de
defensa de las partes...
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En efecto por primera vez, de manera expresa aparece consagrada la institución del
debido proceso, en la C.R.B.V, la cual en su Artículo 49, establece lo siguiente:
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En este sentido, cuando se establece, que el debido proceso también es aplicable a las
actuaciones administrativas, no hace ninguna distinción y en consecuencia, debe
entenderse como actuaciones administrativas, a todo acto emanado de cualesquiera órgano
de la Administración Pública, entendida esta en su concepción más amplia posible, para así
comprender a los actos administrativos derivados de las cinco ramas que forman el Poder
Público Nacional, como también a la Administración Pública Regional, Municipal o
Descentralizada.
Cabe destacar que en dicha ley, son considerados actos administrativos de carácter
general aquellos que interesan a un número indeterminado de personas que no determinan
claramente a quien o a quienes va dirigido, y que deben ser publicados en la Gaceta Oficial
que corresponda al organismo que tome la decisión, exceptuados por supuesto aquellos
actos administrativos referentes a asuntos internos de la Administración incluidos los de
mero trámite, y además, se entiende por acto administrativo de carácter particular a
aquellos que afectan derechos subjetivos o intereses legítimos, personales y directos de las
personas.
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Por ello, cuando en el encabezamiento del Artículo 49 de la C.R.B.V, se establece
que el debido proceso se aplicará también a todas las actuaciones administrativas, se colige
que comprenden solamente a aquellos actos administrativos de carácter particular, por
cuanto en los actos de carácter general existen otros mecanismos constitucionales y legales
para lograr su nulidad o revocatoria, y cabe mencionar sólo a título de ejemplo, el ejercicio
del control de la constitucionalidad, en donde también se puede incluir el llamado control
difuso de la constitucionalidad y de la legalidad.
Derecho a ser Notificado: "…Toda persona tiene derecho a ser notificada de los
cargos por los cuales se le investiga…" En el desarrollo de los elementos constitutivos del
debido proceso se encuentra el derecho que tiene toda persona, natural o jurídica de ser
notificada, en materia penal, civil o administrativa de los cargos por los cuales se le
investiga, para que, así como una consecuencia lógica de la notificación hecha, la persona
pueda disponer del tiempo necesario y de los medios adecuados para ejercer su defensa, y
de igual manera acceder a las pruebas, tanto las que le favorezcan o le perjudiquen.
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Cuando el constituyente establece el derecho de toda persona a ser notificada de los
cargos por los cuales se le investiga, no se refiere únicamente a la jurisdicción penal, que
aparentemente se desprende por el uso del vocablo cargos, sino que también se refiere a la
jurisdicción civil y a la administrativa, dado que por analogía en materia civil cuando se
demanda, se le hacen reclamaciones, pretensiones o cargos a otra persona, y lo mismo
ocurre en materia administrativa, cuando como producto de una averiguación
administrativa a una persona o a varias, también se le formulan cargos.
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Cuando se establece el derecho de toda persona de acceder a las pruebas,
sencillamente se está ratificando un principio de larga data en nuestro ordenamiento
jurídico, y se toma en consideración que el sistema probatorio en el proceso penal tiene
características comunes con el proceso civil y administrativo, pero por supuesto exhibe
profundas diferencias derivadas unas veces de la naturaleza de la prueba desde el punto de
vista del derecho material y otras de su admisión y valoración, tal como lo sostiene
Chiossone (1972, citado por Zamora 1972, p. 196), cuando afirma "…que por prueba debe
entenderse, en sentido estricto, el conjunto de actividades destinadas a obtener el
cercioramiento judicial…", y en este caso el administrativo acerca de los elementos
indispensables para la decisión del litigio sometido a proceso.
Nulidad de las pruebas: Más adelante agrega este numeral: "…Serán nulas las
pruebas obtenidas mediante violación del debido proceso…"
La sanción de nulidad establecida, conlleva empezar todo de nuevo, con los riesgos y
consecuencias jurídicas que ello acarrea, por eso se sostiene, que si por ejemplo es el
órgano competente quien permite o viola la valoración de las pruebas promovidas y
evacuadas en el proceso, se le debe sancionar tanto con la destitución como con el proceso
penal a que haya lugar y si por el contrario, son las partes intervinientes quienes obtienen
pruebas mediante violación del debido proceso, deben igualmente ser sancionadas con
todo el rigor de la ley, en todo caso ambas situaciones deben ser objeto de un posterior
desarrollo mediante las normas judiciales correspondientes.
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Principio audita pars: En relación al numeral 3º, contenido en el Artículo 49 de la
C.R.B.V., el mismo a mi criterio viene a constituir la derogatoria plena, por vía
constitucional, de la aplicabilidad en diversas normas del ordenamiento jurídico, del
principio inaudita pars, que existía inclusive en la vigente Ley Orgánica de Amparo Sobre
Derechos y Garantías Constitucionales en su Artículo 22, el cual fue derogado mediante
decisión de la Sala plena de la extinta Corte Suprema de Justicia. En el referido numeral se
establece:
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Principio nullum crimen, nulla poena, sine lege: En cuanto al contenido del
numeral 6 del citado Artículo 49 constitucional, se consagra el principio nullum crimen,
nulla poena, sine lege, en efecto se tiene que "…ninguna persona podrá ser sancionada por
actos u omisiones que no fueren previstas como delitos, faltas o infracciones en leyes
preexistentes.
Principio Non bis in idem: Así mismo en el numeral 7 del Artículo aquí analizado, se
contempla lo que se conoce como el principio de única persecución o el derecho al non bis
in ídem, cuando se consagra lo siguiente: "…Ninguna persona podrá ser sometida a juicio
por los mismos hechos en virtud de los cuales hubiese sido juzgada anteriormente…"
En relación a dicho contenido, Madrid (1997, p. 20), considera que el principio del
"non bis in idem" contiene:
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En el mismo orden de ideas, De la Plaza (1944, p. 23), señala que "…la autoridad de
la cosa juzgada pone límites a la actividad del juzgador, al que está vedado ir contra lo
resuelto…" y prosigue en clasificar los dos conceptos en que la doctrina generalmente ha
clasificado a la cosa juzgada como lo es en sentido material y formal.
La igualdad de las partes: La fría y abstracta igualdad ante la ley que aparece en las
Constituciones de casi todo el mundo ha sido transformada aquí en una protección de los
derechos humanos sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de
nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social. Tal como lo establece la C.R.B.V., en su Artículo 21 “…que los
venezolanos son iguales ante la ley…”, sin embargo, la Carta Magna, no limita esta
igualdad a las leyes llamadas sustantivas. La transposición procesal de este principio se
traduce también en la garantía de las partes en su actividad procesal.
Desde el punto de vista estrictamente dogmático, las dos posturas procesales que se
contraponen los intereses en todo tipo de enjuiciamiento deben ser absolutamente
equivalentes en cargas y expectativas; y así se recoge normalmente en las leyes de
enjuiciamiento. Se atiende al posible resultado de indefinición, cuando se situé a las partes
en una posición de desigualdad, o si se impide la aplicación efectiva del principio de
contradicción. En definitiva, se trata de evitar un resultado aleatorio del juicio.
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La aplicación de la garantía no significa que el juez deba asumir la defensa de
la parte más débil, porque se incurriría así en una desigualdad de signo contrario,
igualmente prohibida. La garantía comprende también la igualdad de aplicación de la
ley por los tribunales, fundamentalmente exige igualdad de trato a los ciudadanos
cuando los casos sometidos a la decisión sean iguales, aun proviniendo de órganos
judiciales distintos, sin perjuicio de su respectiva independencia.
“…Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces naturales en
las jurisdicciones ordinarias o especiales, con las garantías establecidas en
esta Constitución y en la ley. Ninguna persona podrá ser sometida a juicio
sin conocer la identidad de quien la juzga, ni podrá ser procesada por
tribunales de excepción o por comisiones creadas para tal efecto…"
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La norma contenida en el numeral anterior, representa la materialización de la
garantía establecida en la carta magna del Rey Juan en el “per leqale judicium parium
suorurn", el derecho a ser juzgado por sus pares, por sus iguales, sus jueces naturales.
Cabe señalar que, al indicarse al juez natural, como aquel que es competente, no se
analiza lo que ocurriera en el supuesto que el juez fuese incompetente, y si por serlo
dejaría de ser natural, por cuanto el juez, así sea incompetente siempre tendrá
jurisdicción, ya que, al ser nombrado juez, queda investido del poder orgánico de
administrar justicia.
Por otra parte, la mencionada norma amplía la garantía de ser juzgado por los
jueces naturales, cuando establece que ninguna persona podrá ser sometida a juicio
sin conocer quién es el juez, el titular del órgano jurisdiccional que le juzga, lo que
viene a representar la prohibición expresa de constituir los llamados jueces sin
rostros, por ser aquellos jueces constituidos en casos excepcionales para situaciones
de emergencia y como una manera de proteger, no sólo su identidad, sino también su
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vida por temor a las represalias que pudieren tomar en su contra los sometidos a
juicio, tal como ocurrió en Colombia, en hechos públicos y notorios, con motivo del
juzgamiento y posterior extradición a que eran sometidos los narcotraficantes
pertenecientes a los llamados cartel de Cali o de Medellín.
“…la norma in comento además de prohibir a los jueces sin rostros, pone
fin a la criticada práctica de los misteriosos relatores de la extinguida
Corte Suprema de Justicia, por cuanto agrega dicho autor (…) toda
persona sub-judice tiene derechos a exigir el nombre de cualquier relator,
asistente o colaborador de los Magistrados del Tribunal Supremo de
Justicia que tenga inferencia en su causa…"
Conforme a todo lo anterior el principio o garantía de ser juzgado por sus jueces
naturales, se refiere tanto a las jurisdicciones ordinarias o especiales como lo sostiene
Brewer (2000, p.165), cuando afirma "…siempre que sea un tribunal competente
independiente e imparcial, establecido con anterioridad (numeral 3°, Artículo 49 de la
C.R.B.V.) con las garantías establecidas en la Constitución y la ley…"
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"…Toda persona podrá solicitar del Estado el restablecimiento o
reparación de la situación jurídica lesionada por error judicial, retardo u
omisión injustificado. Queda a salvo el derecho del o de la particular de
exigir la responsabilidad personal del Magistrado o Magistrada, juez o
jueza y del Estado, y de actuar contra estos o estas…"
Conforme a la norma anterior ha quedado plenamente establecida la
responsabilidad judicial tanto del Estado, como de los administradores de justicia
como son los jueces o juezas y los Magistrados o Magistradas, pero hay que hacer la
acotación que al Estado sólo puede exigírsele responsabilidad en materia civil o
administrativa, para que civilmente restablezca o repare la situación jurídica
lesionada, pero en cuanto a la responsabilidad penal, derivada por error judicial,
retardo u omisión injustificada por ser esta de carácter personal, sólo puede ser
atribuida individualmente a los funcionarios imputados.
Lo que indica que en este texto constitucional se delimitan claramente los dos
tipos de responsabilidades tanto penal como la administrativa, en lo que respecta a la
responsabilidad civil, ya en el Código de Procedimiento Civil, se estableció la
responsabilidad de los jueces y demás funcionarios judiciales por las faltas y delitos
que cometan en el ejercicio de sus funciones.
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responsabilidad estatal y la del funcionario judicial…", pero lo beneficioso que
resultan dichas normas, es la garantía constitucional que se alcanza frente a hechos
dolosos que pueda llegar a cometer el Estado o sus
El juicio con todas las garantías: Todos tienen derecho a un proceso con todas
las garantías, según lo establecen los Artículos 26 y 27 de la C.R.B.V., la redacción es
bastante clara como para que no existan graves problemas de interpretación.
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escondidas, y respecto a la administración de justicia, se traduce en la oportunidad de
que los justiciables vean por sí mismos como se gestiona el servicio de justicia en el
Estado de Derecho.
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CAPITULO III. LAS NULIDADES EN EL PROCESO PENAL
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jurídicas, es decir, en ambos casos no producen efectos. Algunos autores dicen que la
nulidad es la consecuencia práctica que se deriva, en cualquier caso.
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por el Juzgador, en cualquier estado y grado del proceso, cuando sea
imposible su saneamiento.”
“…Se denomina debido proceso a aquél proceso que reúna las garantías
indispensables para que exista una tutela judicial efectiva. Es a esta
noción a la que alude el artículo 49 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, cuando expresa que el debido proceso se
aplicará a todas las actuaciones judiciales y administrativas.
Pero la norma constitucional no establece una clase determinada de
proceso, sino la necesidad de que cualquiera sea la vía procesal escogida
para la defensa de los derechos o intereses legítimos, las leyes procesales
deben garantizar la existencia de un procedimiento que asegure el derecho
de defensa de la parte y la posibilidad de una tutela judicial efectiva. En
consecuencia, teniendo presente que las normas de procedimiento son una
expresión de los valores constitucionales, la acción de amparo contra
resoluciones, sentencias, actos u omisiones de los Tribunales de la
República, está dirigida a proteger el derecho a un debido proceso que
garantice una tutela judicial efectiva…”.
Debe entenderse que los principios que conforman la nulidad procesal son los
mismos, tanto para el procesal civil como para el penal. Afirma Ramos (2000) que, en
esencia, el instrumento del juicio penal no difiere del esquema general de todo juicio.
Sigue siendo pues válida la construcción monista del juicio, que en este sector del
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ordenamiento agiganta su significación. Es similar respecto a los conceptos básicos de
hecho y acto, los elementos que lo integran, tanto en su aspecto objetivo como subjetivo.
Los actos procesales, cualquiera sea su naturaleza, deben cumplir: requisitos intrínsecos
o de fondo, los cuales son sujetos, objeto y causa; extrínsecos o externos que son:
oportunidad, lugar, tiempo y forma. El acto procesal sea en el proceso civil o penal,
como se indicó, exige definiciones de modo, lugar y tiempo; el concepto es el mismo
para cada proceso, lo que varía es la manifestación externa.
En materia penal es válida la teoría general del acto procesal; el acto en el proceso
penal, también, tiene que cumplir con los llamados requisitos objetivos, subjetivos y
formales. Es válido el acto procesal que cumple con todos los requisitos exigidos por la
ley, de manera que queda habilitado para producir los efectos jurídicos que ella,
abstractamente, le asigna. Según Creus (1997) el acto válido procesalmente, es decir;
eficaz en orden al proceso, es el adecuado al tipo procesal, o sea el que se ha ejecutado
reuniendo todos· los elementos subjetivos llamados sujetos, instrumentales denominados
medios y modales o circunstancias, enunciados en su definición por la ley procesal.
a teoría de la nulidad es común a todas las ramas del derecho, de manera que los
principios básicos son generales, pero se tornan específicas conforme a las situaciones
particulares de cada una de las ramas. Por ejemplo, el principio de la competencia es
general para todos los campos del derecho, así: las leyes se forman en el órgano como
lo consagra la constitución; un acto administrativo es nulo si lo otorga un funcionario que
no es competente; un contrato es nulo si lo otorga un entredicho; una sentencia es nula
si la dicta un juez sin competencia. Pero cada una de ellas tiene un procedimiento que
le es particular, que es específico. En el campo propio del derecho procesal la nulidad
presenta particularidades notables, derivadas de la relación procesal, que
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indudablemente, tiene una naturaleza especial. Como dice Chiovenda (2004):
Mecanismos utilizados para depurar las irregularidades que afectan la puridad del
proceso.
La idea que ocupan las nulidades de los actos procesales penales casi todos los
espacios en materia procesal penal, se refiere al efecto del incumplimiento de las
formalidades que exige la ley; esto da origen a las nulidades relativas o nulidades
absolutas. En este capítulo se hace referencia a las absolutas, a las que se originan por
incompetencia y a las que se producen por alguna irregularidad sustancial.
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Tipos de nulidades procesales.
Los defectos en los presupuestos procesales, así como cualidad de las partes y
competencia del juez ocasionan, también, la nulidad de la relación procesal. Los defectos
que producen la nulidad o anulabilidad de la relación procesal, pueden ser,
respectivamente, en la constitución de la relación procesal, que el juez de oficio debe
tenerla en cuenta, por eso se dice que la relación procesal es nula; y cuando sólo las
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partes pueden hacerla valer, se dirá que es anulable.
El tratadista Alsina (1973) comentando las clasificaciones cita a Lascano que las
distingue entre nulidades substanciales o esenciales y nulidades accesorias o secundarias.
Son substanciales las formalidades requeridas para que haya una litis válida (audiencia de
parte, capacidad, competencia); son accesorias las que sólo tienen por objeto impedir
errores de procedimiento o perjuicio a las partes. El autor in comento advierte que el
concepto de nulidad substancial no es equivalente al de nulidad absoluta, dado que la
nulidad substancial puede convalidarse en algunos casos por conformidad expresa o
tácita de las partes; en tanto que la nulidad absoluta es inconfirmable.
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una suerte de principio teleológico del acto, puesto que si este cumple la finalidad para la
que se previó por el legislador no es nulo. Otros autores, entre ellos Bello (2004), con
base a normas legales, prefiere clasificarlas en absolutas, que afectan al interés público,
pueden ser declaras de oficio y son insaneables y relativas, sólo pueden ser solicitadas
por las partes y pueden ser saneables.
Este tipo de nulidad lo contempla el COPP en forma muy clara en su artículo 175,
y para tales efectos considera el contenido del artículo 49 de CRBV el constituyente
incluyó en él todos los derechos fundamentales de incidencia procesal. Del arto 175 se
desprende que tenemos dos tipos de nulidades en cuanto a sus efectos:
a) absolutas, aquellas que constituyen una sanción de pleno derecho, declarable de oficio;
b) relativas, su alegación sólo incumbe a la parte interesada que no haya sido causante de
aquélla, son subsanables y no son de orden público. La jurisprudencia patria ha dicho que
sólo se tienen nulidades absolutas, criterio que parece inadecuado, porque si bien la ley
no entra en definición las características de anulabilidad, convalidación y de solicitud de
instancia de parte las hace configurar conforme a la doctrina universal como del tipo de
nulidades relativas.
Las nulidades, según Borjas (1973), es la que se basa en las formalidades de los
actos procesales; es decir que a partir de ellas, habría que atender al carácter de la
sanción, por lo que según el autor, las nulidades procesales se desenvuelven entre
aquellas formalidades de carácter substancial o primordiales o las formalidades
accidentales o secundarias; también se dice de otra especie de formalidad que es la
atinente al mero trámite. Ambos aspectos constituyen la génesis de la nulidad. Ellos se
dirigen a establecer el efecto invalidante si el acto es realizado contra legem.
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secundarias, sirven para la constitución del acto, pero su cumplimiento o no
cumplimiento, no tiene mayor trascendencia para el proceso, sólo sirven para dar al acto
mismo una mayor garantía. Las últimas tienen que ver con la tramitación en cuanto a que
pueden darse o no, tales formalidades buscan resolver un problema coyuntural, pero en sí
no afectan la validez del acto; las dos primeras, dependiendo de las circunstancias,
podrán ser relevantes bajo el cumplimiento de las premisas que guían la nulidad.
1) La detención del imputado sin que esté establecida la flagrancia y no haya orden
judicial (numeral 1, artículo 44 constitucional).
2) La falta de defensor (numeral 1, artículo 49 constitucional y artículo 127 COPP).
3) La falta de notificación de lo que se le acusa y ocultamiento de la evidencia a la
defensa (numeral 1, artículo 49 constitucional).
4) Impedimento o negativa a su derecho de probar (numeral 1, artículo 49
constitucional).
5) Juzgamiento por juez incompetente o parcial izado (numeral 3, artículo 49
constitucional).
6) Juzgamiento por jueces sin identidad (numeral 4, artículo 49 constitucional).
7) El uso de tortura o procedimientos lesivos a la dignidad de la persona humana para
obtener confesiones del imputado (numeral 1 artículo 46, numeral 5 artículo 49
constitucional).
8) Los actos procesales realizados en un proceso cuya causa fue iniciada por hechos no
constitutivos de delito o donde no se haya probado la existencia de delito tipificado
previamente por la ley (numeral 6, artículo 49 constitucional y numeral 1 artículo 236
COPP).
9) Los actos procesales cumplidos en contravención del principio non bis in ídem
(numeral 7, artículo 49 constitucional).
10) La negativa a oír o retardo en la tramitación de los recursos (artículo 26, numeral 1 y,
artículo 44 constitucionales y artículo 6 COPP).
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11) Acusación sin fundamentos probatorios (numeral 1, artículo 49 constitucional).
12) La presentación de la acusación en forma directa ante el Juez de Control sin haber
instruido de cargos al imputado previamente (numeral 1, artículo 49 constitucional).
13) La negativa injustificada a reconocer al defensor de la escogencia del imputado o el
entorpecimiento de su labor (numeral 2 artículo 127 COPP).
14) Toda declaración del imputado en la que no haya estado acompañado de su defensor,
o donde estando éste presente no se le haya permitido intervenir y auxiliar a su defendido
en su declaración, o donde el imputado haya solicitado la intervención de un defensor de
su escogencia y se le haya impuesto defensor público o designado de oficio. Así mismo
será nula toda evidencia obtenida a partir de este tipo de declaraciones del imputado, en
razón de la doctrina del fruto del árbol envenado. (numeral 1, artículo 49 constitucional).
15) La falta de presencia del Fiscal del Ministerio Público o del Juez de Controlo jueces
de juicio, en los actos donde la ley exige su presencia (numeral 4, artículo 44
constitucional).
16) Todo acto procesal donde se haya impedido, sin causa justa, el acceso del imputado y
su defensor cuando tuvieren derecho a estar presentes.
17) Los actos realizados por el juez recusado una vez planteada su recusación o la
negativa de tramitar una recusación.
18) Los actos realizados por el juez cuando se haya planteado regulación de competencia.
19) La práctica de prueba ilícita (numeral 1, artículo 49 constitucional).
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El artículo 175 del COPP considera nulidades absolutas aquellas concernientes a
la intervención, asistencia y representación del imputado, en los casos y formas que ese
Código establece, o las que impliquen inobservancia o violación de derechos y garantías
previstos en ese Código, la Constitución, las leyes y los Tratados, Convenios o Acuerdos
Internacionales suscritos por la República.
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Se distinguen tres fases en el proceso penal acusatorio venezolano, de
investigación o preparatoria, intermedia y de juicio o debate oral. En cada una de ellas
hay una distribución de competencias para los funcionarios que intervienen en el proceso
penal. En ese orden se tiene que la investigación pertenece al Ministerio Público acorde
con el numeral 3 artículo 285 constitucional.
El artículo antes indicado dispone entre las atribuciones de dicho órgano, ordenar
y dirigir la investigación penal de la perpetración de los hechos punibles para hacer
constar su comisión con todas las circunstancias que puedan influir en la calificación y
responsabilidad de los autores y demás participantes, se trata propiamente de actos de
instrucción que no requieren ninguna competencia especial; hacen parte del ámbito
facultativo del organismo. Con relación al Ministerio Público se aplica el principio de
unidad, según el cual, es uno e indivisible, es decir, que cualquier Fiscal del Ministerio
Público que actúe, lo hace por la corporación en el sentido de que actúa el órgano.
Pero en lo referente a las otras dos etapas en la que hay juzgamiento, supone una
asignación concreta de la competencia que corresponda a la distribución determinada por
ley preexistente. La distribución de la competencia responde a la necesidad práctica de
una mejor y eficiente administración de justicia. Esta distribución obedece a diversos
factores:
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Nulidad por irregularidad sustancial que afecta al debido proceso.
La CRBV impone en todo momento cuál es su estructura, perfila antes que nada
al estado de derecho y delimita funcionalmente a ese ente desde la perspectiva de los
distintos poderes que lo conforman, anotando en todo momento el quehacer de cada cual
y el respeto mutuo que ha de existir entre ellos y la colaboración que ha de existir para
que los objetivos sean cumplidos eficazmente. Pero también, la Constitución advierte que
los actos de fuerza, la usurpación de funciones, el poder ejercido con abuso o
extralimitaciones y sobre todo, el ejercicio de la actividad en franca contrariedad a la ley,
acarrean ineficacia, nulidad de lo actuado y responsabilidad individual del funcionario.
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Idea que debe ser conciliada con lo expuesto en el artículo 26 del mismo texto
constitucional:
Según esta norma, toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de
administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos
o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión
correspondiente. El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea,
transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones
indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles. De manera que, el derecho
constitucional contemplado en el artículo antes transcrito, refiere dos bienes jurídicos
relacionados entre sí, pero que merecen un tratamiento diferenciado, ya que en dicha
norma se hace referencia a unas garantías procesales por una parte y por la otra a una
garantía previa al proceso.
Por otro lado, la Constitución no sólo tiene que ver con el asunto del debido
proceso y las reglas que lo preservan, las leyes internacionales sobre derechos humanos,
son igualmente fundadoras de este macro principio. La Convención Americana de los
Derechos Humanos, el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos, la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, la Convención contra la tortura y otros tratos
crueles e inhumanos, entre otros instrumentos internacionales, posibilitan la comprensión
ideológica de garantizar los escenarios para que los juicios tengan un ambiente de
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regularidad y, ello conlleva a la inevitable conclusión de que los Estados firmantes de
estas convenciones internacionales se empeñen en respaldar estos lineamientos.
Venezuela erige esta máxima como valor preponderante de la actuación del Estado y le
corresponde avanzar en ese diseño constitucional.
Como expresa el autor Berdugo (1999) todo lo que envuelve a la nulidad es una
patología del proceso y principalmente las formas procesales se disponen para que sean
cumplidas. De no cumplirse o inobservarse, puede originarse tomando en cuenta la
gravedad de la falta la nulidad del acto o su inexistencia. Vale decir, que puede existir
una suerte de escalafón de la nulidad; una simple irregularidad en cuanto a las
condiciones exigidas en un grado mínimo origina un acto imperfecto, pero aceptable y
eficaz; mientras que un déficit estructural esencial da lugar a un acto nulo. Por su parte la
inexistencia, confluye en el llamado no acto, la sentencia dictada por quien no es juez, o
la sentencia carece de dispositivo, o la falta de suscripción en cuanto a fechas y de las
firmas de los llamados a otorgarla, o contiene un dispositivo absurdo y de imposible
cumplimiento.
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Público, salvo los de instancia privada, si no se da la excepción prevista en el artículo 25
COPP. Sin embargo, creemos que la nulidad es procedente cuando la investigación se
realiza en lugar distinto de aquel en que ocurrió el hecho punible, si dificulta en forma
grave y ostensible el derecho de defensa. También, con relación al juez que ejerce las
funciones de control y que va a conocer en la fase intermedia, hay una tesis que plantea la
posibilidad del conflicto de competencia, pues al iniciarse la investigación se pone en
marcha el órgano jurisdiccional.
Con relación a la investigación son nulas las actuaciones de otros órganos, pues, la
acción penal compete al Ministerio Público y la investigación es facultad del mismo.
Ningún tribunal, excepto por mandato expreso de la ley, caso quiebra fraudulenta; podrá
ordenar la investigación y mucho menos realizarla. Cualquier investigación realizada por
tribunal es nula en razón de incompetencia. Es conveniente advertir que el Juez de
Control interviene en esta etapa con relación a los actos conclusivos, su actuación en ese
aspecto está determinada por la ley. Es pertinente mirar un poco las actuaciones
policiales en la fase investigativa, pues estos cuerpos están subordinados al Ministerio
Público con relación a la investigación.
El Juez de Control que dicte las medidas de coerción, de prueba y otras que
requieren la autorización judicial en la etapa de investigación tiene que estar investido de
jurisdicción y competencia. La jurisdicción y competencia tiene estrecha relación con el
derecho fundamental del juez natural. La doctrina está conteste que el derecho al juez
natural implica que debe existir con anterioridad, que esté investido de jurisdicción y
competencia y que sus atribuciones y competencias estén determinadas por la ley.
Asimismo, en sentencia de fecha 3 de abril de 2003, la Sala Constitucional del Tribunal
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Supremo de Justicia señaló lo siguiente:
Conforme a la CRBV, como parte del derecho al debido proceso, toda persona
tiene derecho a ser juzgada por sus jueces naturales en las jurisdicciones ordinarias, o
especiales, con las garantías establecidas en esta constitución y en la Ley, lo cual se
vincula con el derecho de toda persona. Como lo establece en su artículo 49, numerales 4
y 3. Respecto del derecho al Juez natural, esta Sala Constitucional en sentencia Nº. 29/00,
del 15 de febrero de 2000 (caso: Enrique Méndez Labrador), ha establecido que...
consiste en la necesidad que el proceso sea decidido por el Juez ordinario predeterminado
en la Ley...
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CONCLUSIÓN
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establecidas para que no quede la duda respecto de que se ha materializado un juicio
con vicios en la actividad del proceso.
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BIBLIOGRAFÍA
Carnelutti, f. (1999) Instituciones de Procesal Civil. Vol. III. Buenos Aires: UTEHA.
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