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Los principios del “debido proceso” forman parte de nuestra regulación constitucional
desde 1833, sin embargo, encuentran su mayor desarrollo en el Acta Constitucional N°3 de
1976 y en la Constitución de 1980. Se trata de una garantía constitucional que asegura a
todas las personas que estén en un proceso y de un derecho que limita el ejercicio de la
soberanía.
No hay una definición universalmente aceptada del debido proceso, sin embargo, citaré a
diversos autores o fuentes para comparar similitudes y diferencias entre sus conceptos.
Víctor Rodríguez, reconocido jurista experto en Derechos Humanos, define el debido
proceso como: “existencia, suficiencia y eficacia de un sistema judicial y procesal idóneo
para garantizar ese derecho fundamental a la justicia” 1. Por otra parte, según Juan
Colombo, abogado chileno y expresidente del Tribunal Constitucional, expresa que, “todo
proceso para ser tal tiene que ser debido y, en la medida de lo posible, dependiendo de
factores subjetivos y especialmente de la actuación del juez, reiteramos que, además puede
llegar a ser justo en el cumplimiento de su natural objetivo, cual es el de resolver el
conflicto. El debido proceso es un concepto unitario, pero como una moneda, tiene dos
caras. La primera nos señala que es general y aplicable a todos los casos en que se emplee
como forma de solución de conflictos y la otra, referida al caso concreto nos muestra como
en uso de su competencia específica, lo resuelve”; “el acceso eficaz a la justicia, el derecho
a la defensa, a una asesoría jurídica razonable, a una asistencia judicial gratuita, si fuere
necesaria, tener un juez imparcial, preparado, responsable, creativo y en fin a un plazo
prudente de duración, constituyen elementos que indudablemente tendrán influencia en el
desarrollo de cada proceso jurisdiccional y que, como su natural efecto, lo subjetivizan caso
a caso” 2. Además, añade que, si el proceso no es “debido”, nos enfrentaremos a un proceso
viciado que podrá invalidarse por la vía de la nulidad procesal. En cambio, si es “injusto”
su corrección dependerá de si existen o no recursos para remediar el agravio que tal
situación produjo. Estos dos conceptos están bastante relacionados, ya que ambos apuntan a
un sistema que garantice el derecho fundamental de todas las personas a la justicia,
entendiendo que es importante que el proceso sea “debido”, respetando normas y garantías
mínimas para que se respeten los derechos e intereses de los justiciables. Sin embargo,
Colombo hace una distinción interesante entre un proceso que no es debido y un proceso
injusto, donde el primero queda nulo, ya que no cumple con los requisitos mínimos para ser
un debido proceso y el segundo puede ser enmendado en el caso de que existan los recursos
para subsanar el daño que la situación o la injusticia produjo.
El debido proceso tuvo sus inicios en Europa donde el monarca Juan sin Tierra, rey de
Inglaterra, fue obligado por los barones ingleses a dar una solución frente a
disconformidades sobre abusos que sufrieron, ya que en esos tiempos las practicas
monárquicas consistían en enviar a los barones a prisión, encarcelarlos o matarlos sin juicio
previo por no cumplir obligaciones en los ámbitos tributarios, administrativos o penales. En
ese contexto, surgió la necesidad de una garantía para las personas que les asegure que
cuando sean procesados se respeten normas y derechos mínimos, un primer concepto de
debido proceso se puede observar en la siguiente cita del estatuto 26 del rey Eduardo III:
“Ningún hombre, cualquiera sea su estado o condición, debe ser sustraído de su hogar, ni
tomado o puesto en prisión, acusado o dársele muerte sin que se le dé una respuesta al
debido proceso”, el cual es un concepto bastante primitivo sobre el debido proceso y que
hoy en día ha evolucionado de gran manera, al punto de ser considerado por algunos
incluso como un derecho humano en sí mismo y por otros como una garantía de jerarquía
constitucional.
En la cita anterior, se puede dilucidar el aspecto instrumental del debido proceso, siendo un
instrumento para la resolución de conflictos de relevancia jurídica, en el que no sólo
importa la serie de actos que desencadenan en una sentencia, sino que este proceso sea el
idóneo para que aquella solución del conflicto sea justa para todas las partes.
Lo mencionado anteriormente, tiene que ver con la característica del debido proceso de
“concretizar” la justicia en sí. Eso explica la frase “La jurisdicción sin proceso es sólo un
ideal de justicia” en el sentido de que, si no existe un debido proceso con todos los
requisitos, normas, derechos y deberes establecidos no es posible ejercer jurisdicción o no
al menos de la manera se concibe actualmente en un Estado social y democrático de
derecho, donde en la mayoría de Estados se consagra en sus respectivas Cartas
Fundamentales y en el Derecho Internacional el respeto a los derechos fundamentales o a
los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. Por supuesto, sin dejar de
lado el objetivo principal de la jurisdicción de impartir justicia, resolviendo los conflictos
de relevancia jurídica a través de las sentencias, pero entendiendo que esto no se puede
llevar a cabo sin lo otro. ya que la necesidad de establecer y regirnos por un debido proceso
surgió precisamente en un contexto de violaciones a los derechos humanos y de abuso de
poder.
a. Igualdad ante la ley de todas las personas, artículo 19 inciso 2. Todas las personas
son tratadas de la misma forma por la ley, no hay grupos privilegiados ni
desaventajados.
b. Garantiza que solo se ejecutará una sanción que esté tipificada por el derecho
positivo y que solo será aplicada por una autoridad competente, no pudiendo
aplicarse cualquier tipo de sanción que no esté expresamente señalada en la
Constitución y las leyes, artículo 18 Código Penal, artículo 2 y 5 Código Procesal
Penal.
c. El respeto a la integridad física y psíquica de la persona, artículo 19 inciso 1 CPR.
d. Prohíbe la aplicación de todo apremio ilegitimo, refiriéndose a todo trato cruel o
inhumano que un funcionario público cometa contra alguien, abusando de su poder
o no cumpliendo con las formalidades indicadas por la ley, artículo 19 inciso 1 CPR
e. El derecho de toda persona a la defensa jurídica, con el objetivo de evitar una
condena arbitraria o injusta y la protección de los derechos humanos, artículo 19
inciso 3 CPR.
f. La inviolabilidad del hogar, nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o
abusivas en su vida privada, familia o en su domicilio, artículo 19 inciso 5 CPR.
g. Derecho a la libertad y a la seguridad individual, nadie puede ser privado de su
libertad personal ni ésta restringida (solo en los casos que establece la Constitución
y las leyes) y nadie puede ser arrestado o detenido sino por orden de funcionario
público expresamente facultado por la ley, artículo 19 inciso 7 CPR y artículo 5
Código Procesal Penal.
h. Garantiza que las personas en un proceso no serán discriminadas arbitraria o
injustamente, artículo 19 inciso 2 “Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer
diferencias arbitrarias”.
i. Derecho a la presunción de inocencia del imputado mientras no se establezca
legalmente su culpabilidad. Articulo 8, inciso 2 Convención Americana sobre
Derechos Humanos, artículo 4 Código Procesal Penal.
j. Ciertas garantías judiciales del imputado: derecho de ser asistido por traductor o
intérprete en caso de no entender el idioma, que se le comunique previamente la
acusación, tiempo y medios para la preparación de su defensa, ser asistido por un
defensor proporcionado por el Estado, entre otros. Artículo 8, inciso 2 letras a, b, c y
d Convención Americana sobre Derechos Humanos.
k. La prohibición del empleo de la tortura en el ámbito de la jurisdicción, protegiendo
a la persona que ha sido culpada de cometer un delito de que la torturen durante los
interrogatorios, arrestos, detenciones, etcétera. Artículo 6 y 7 de la Convención
Interamericana para prevenir y sancionar la tortura.
Fuentes:
Referencias: