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Con 16 años llegó a París desde su región natal tras dos años de camino a pie y solo aprendió a
leer y a escribir pasados los 20, tras decidirse a crear su negocio.
Cuando murió, en 1892, casi a modo de testamento, elaboró un catálogo con todas las
creaciones que había hecho sin quitar ojo a las novedades de la Revolución Industrial y la
emergente industria del turismo, que él acompañó al crear las primeras maletas planas con
telas, cerraduras inquebrantables y otros accesorios de ocio.
El comienzo
“Por entonces el equipaje no era algo lujoso. Se viajaba con baúles de madera. Su mayor
innovación fue personalizar las maletas con telas, no sólo protegerlas de la lluvia, sino también
vestirlas, e incluir sobre ellas su monograma, lo que sirvió como una forma de publicidad y de
reconocimiento social”, añade Bonvicini.
Vuitton ideó accesorios para picnic, camas plegables, portasombreros, maletas con cajones o
la primera maleta-armario que permitía transportar hasta veinticinco vestidos sin que se arrugasen.
Creaciones que respondían al espíritu de su tiempo, no sólo por la innovación, sino también por
esa búsqueda insaciable de ocio y consumo que se promulgó como una forma de frenar las
continuas revueltas de la primera mitad del siglo XIX.
Las falsificaciones
Una de sus grandes batallas fue contra las imitaciones. Su primera maleta de lona gris fue
pronto copiada, como también lo fueron sus creaciones de rayas o el damero, en el que
hizo marcar su nombre -algo nunca visto hasta entonces- para evitar plagios.
Pese a la lucha feroz que inició contra sus imitadores, comprendió que, si le copiaban, es que sus
maletas eran un objeto deseado.
Su hijo, Georges Vuitton, que tras la muerte del patriarca entendió que nunca lograría despojar a la
marca de la fama de su padre, creyó solucionar el problema de las copias con un dibujo de flores
geométricas a las que añadió un “LV”.
No lo logró. Más de cien años después, este sigue siendo uno de los estampados más
copiados del mundo.
En los años 1980, la ambición de los herederos por integrar la marca en un grupo más grande
propició que fueran fagocitados por un empresario del norte de Francia, Bernard Arnault, quien la
integró como faraona del que es en 2021 el mayor grupo del lujo mundial, LVMH, y la convirtió
en una insignia de alta moda.
La marca celebra ahora este bicentenario con una serie de videojuegos y reinterpretaciones
de sus diseños. Y este año se publica una novela de ficción sobre su vida y un documental
biográfico.