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"Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga
a parirse a sí mismos una y otra vez". Gabriel García Márquez
Gabriel José de la Concordia García Márquez, Gabo para amigos y seguidores, nació en Aracataca, donde
amasó gran parte del fantástico imaginario que vertió en las novelas, cuentos y guiones que lo convirtieron en el
primer colombiano y el cuarto latinoamericano en ganar un Nobel.
Producción Literaria
Cien años de soledad aparece en junio de 1967. El éxito es fulminante: en pocos días se agota la primera edición y en tres
años se venden más de medio millón de ejemplares. Según Vargas Llosa, “el éxito resonante deja a García Márquez
mareado y algo incrédulo”, aunque feliz porque por fin puede dedicarse exclusivamente a escribir.
De 1968 a 1974 vive en Barcelona: quiere alejarse –aunque inútilmente- de la persecución cada vez más agobiante de la
fama y palpar el ritmo de la vida cotidiana en una dictadura (aquí se viven los últimos años del franquismo), pues se ha
decidido por fin a convertir en novela esa imagen que le persigue desde hace diecisiete años: un déspota viejísimo se queda
sólo en un palacio lleno de vacas.
En 1975 aparece por fin El otoño del patriarca, que, escrita según la técnica del monólogo múltiple (voces diferentes que
cuentan, desde perspectivas diferentes, la misma historia) es para García Márquez “mi libro más experimental y el que más
me interesa como aventura poética. También el que me ha hecho más feliz”.
Entre Cien años de soledad (1967) y El otoño del patriarca (1975) escribe algunos cuentos y un guion de cine, a partir de un
episodio desgajado de Cien años de soledad, que finalmente se convierte en una novela breve: La increíble y triste historia
de la cándida Eréndida y de su abuela desalmada (1972).
Desde 1974, García Márquez alterna su residencia entre México, Cartagena de Indias, La Habana y París. Desde esos
años, tan difíciles para América Latina, García Márquez es consciente de su responsabilidad como intelectual de prestigio:
estrecha lazos de amistad con mandatarios de tendencia progresista (Fidel Castro, Torrijos, Carlos Andrés Pérez, los
sandinistas, últimamente, Hugo Chávez...), se convierte en embajador extraoficial del continente, lucha activamente en
defensa de los derechos humanos...
En 1981 escribe Crónica de una muerte anunciada, novelando unos hechos reales acaecidos en Sucre durante su juventud
y asumiendo por primera vez el papel de narrador. Al escribir Crónica de una muerte anunciada, García Márquez contraria a
su madre que le había pedido que no escribiera una historia en la que intervenían tantos parientes, al menos mientras la
madre del hombre que inspiró a Santiago Nasar siguiera viva.
Ese mismo año, en pleno lanzamiento de Crónica de una muerte anunciada, el gobierno conservador lo acusa de financiar
al grupo guerrillero M-19. García Márquez se ve obligado a pedir asilo político en la embajada mexicana y abandona Bogotá
en medio de un gran escándalo. Meses después, ya en 1982, le conceden el Premio Nobel de literatura.
En 1989 escribe El general en su laberinto, una nueva novela histórica donde cuenta el camino hacia la muerte de Simón
Bolívar a los 47 años, por el río Magdalena de su infancia. El origen de esta novela es una frase de su manual escolar de
historia, que guardaba en su memoria: “Al cabo de un largo y penoso viaje por el río Magdalena, murió en Santa Marta
abandonado por sus amigos”.
Aunque ya no lo necesita económicamente, García Márquez se ha impuesto la disciplina, “para mantener el brazo caliente”,
de escribir, entre novela y novela, un artículo semanal que publica en diferentes periódicos. Una selección de estos artículos
que, hablan de sus impresiones y recuerdos de las diferentes ciudades europeas en las que vivió, las recoge en Notas de
prensa (1991), obra que se convierte así en una especie de memorias noveladas de sus años en Europa. Antes de editarlo
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en forma de libro vuelve a las ciudades emblemáticas de su juventud (Ginebra, Roma, París, Barcelona...) y escribe:
“Ninguna tenía ya nada que ver con mis recuerdos. Todas estaban enrarecidas por una inversión asombrosa: los recuerdos
reales parecían fantasmas de la memoria, mientras que los recuerdos falsos eran tan convincentes que habían suplantado a
la realidad (...) En esos ocho meses febriles no necesité preguntarme dónde terminaba la vida y dónde empezaba la
imaginación, porque me ayudaba la sospecha de que quizás no fuera cierto nada de lo vivido veinte años antes en Europa”.
Tras ese viaje hacia su propia memoria, vuelve a reescribir todos los artículos.
En 1992 escribe Doce cuentos peregrinos. En 1994 publica su última novela, Del amor y otros demonios, una novela
ambientada en la Cartagena de Indias del siglo XVIII, que cuenta los amores imposibles entre un cura de treinta años y una
marquesita criolla de doce, a la que debía exorcizar.
Aunque desde hace años lucha incansablemente contra un cáncer, García Márquez continúa lleno de proyectos y sigue
demostrando una admirable energía. Consciente de que “nunca ni un solo minuto he dejado de ser periodista”, convence a
su amigo el novelista argentino Tomás Eloy Martínez para que funden juntos un taller de periodismo, la Fundación para el
Nuevo Periodismo Iberoamericano. Se trata de una escuela sin muros, donde –a través de seminarios, conferencias y
cursos se convoca a estudiantes de periodismo de todo el mundo para profundizar sobre temas que las escuelas de
periodismo y las redacciones de periódicos suelen omitir. La Fundación es su personal homenaje al que sigue considerando
“el mejor oficio del mundo”.
En 1996 publica Noticia de un secuestro, un reportaje novelado de un secuestro colectivo, de diez personas (ocho de ellas
periodistas), a manos de la banda de narcotraficantes de Pablo Escobar. García Márquez, que trabajó duramente en este
libro tres años, definió “esta tarea otoñal como la más difícil y triste de mi vida” y como “una experiencia humana
desgarradora e inolvidable”. A finales de 1995, cuando acaba de concluir Noticia de un secuestro y el país vive pendiente de
otro secuestro –el de Juan Carlos Gaviria, hermano del ex presidente- lee un insólito comunicado en la prensa: los
secuestradores ofrecen la liberación de Juan Carlos Gaviria si García Márquez asume la presidencia del gobierno en lugar
del actual mandatario, Ernesto Samper.
La respuesta de García Márquez es contundente: “Nadie puede esperar que asuma la irresponsabilidad de ser el peor
presidente de la República (...) Liberen a Gaviria, quítense las máscaras y salgan a promover sus ideas de renovación al
amparo del orden constitucional.
Estos son los primeros párrafos de algunas de sus más importantes novelas, que dejan la sensación de que el nobel podía
hacer lo que quisiera con las letras. Como en Crónica de una muerte anunciada, en la que anuncia el desenlace desde el
inicio. O como en El otoño del patriarca, obra que se compone de seis grandes bloques narrativos, en los cuales cada frase
se va enlazando con la siguiente hasta llegar al final sin un solo punto aparte:
La hojarasca, 1955
"De pronto, como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por
la hojarasca. Era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros
pueblos; rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remota e inverosímil. La hojarasca era implacable. Todo lo
contaminaba de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte. En menos de un año
arrojó sobre el pueblo los escombros de numerosas catástrofes anteriores a ella misma, esparció en las calles su confusa
carga de desperdicios. Y esos desperdicios, precipitadamente, al compás atolondrado e imprevisto de la tormenta, se iban
seleccionando, individualizándose, hasta convertir lo que fue un callejón con un río en un extremo un corral para los muertos
en el otro, en un pueblo diferente y complicado, hecho con los desperdicios de los otros pueblos. Allí vinieron, confundidos
con la hojarasca humana, arrastrados por su impetuosa fuerza, los desperdicios de los almacenes, de los hospitales, de los
salones de diversión, de las plantas eléctricas; desperdicios de mujeres solas y de hombres que amarraban la mula en un
horcón del hotel, trayendo como un único equipaje un baúl de madera o un atadillo de ropa, y a los pocos meses tenían
casa propia, dos concubinas y el título militar que les quedaron debiendo por haber llegado tarde a la guerra”.
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Cien años de soledad, 1967
"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde
remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava
construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes
como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había
que señalarlas con el dedo”.
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TALLER: DÍA DEL IDIOMA
HOMENAJE PÓSTUMO A GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
OBJETIVO: - Realizar un homenaje al escritor colombiano Gabriel García Márquez, mediante el fortalecimiento de las
competencias interpretativa, propositiva y argumentativa, realizando actividades de análisis textual, gramatical y semántico
1. Luego de leer la biografía y producción literaria del autor analiza los temas recurrentes en sus obras:
2. ¿Cómo ve el autor el mundo? ¿Crees que el autor tiene una visión positiva o negativa?
El autor tiene una visión tanto positiva como negativa del mundo en que vivió, ya que las cosas buenas tanto las cosas
malas que se le presentaron en su vida fueron el motor de esa creatividad tan grande.
Sus más fanáticos calumniadores y críticos aseguraron en ese entonces (década de los 70) que el escritor se marchó
porque su ego no soportaba a sus conciudadanos o porque era un antipatriota.
Luego de años trabajando para medios nacionales, Gabriel García Márquez inició su faceta como reportero internacional,
informando desde New York para la agencia Prensa Latina. Ya que era conocido por sus inclinaciones políticas y su
cercanía con Fidel y Raúl Castro, disidentes del régimen que se encontraban en Estados Unidos, lanzaron amenazas en
contra de la vida del colombiano.
Dada la situación, el Nobel eligió la ciudad de México como su lugar de exilio y se fue a vivir allí junto con su
familia. Fue en el D.F. en donde escribió su carta magna, su más reconocido libro, el que lo hizo mundialmente
famoso: ‘Cien Años de Soledad’.
Pero Gabriel García Márquez no olvidaba su tierra y su gente, por lo que viajaba entre país y país cada que se le
presentaba la oportunidad. Así lo hizo hasta 1981, cuando un redactor del periódico El Tiempo acusó al escritor de tener
nexos con el desaparecido grupo guerrillero, el M-19 y exactamente con auspiciar un desembarco de la tropa guerrillera al
sur del país.
De inmediato, el autor de ‘La Hojarasca’ y de ‘El Coronel no tiene quien le escriba’ tomó la decisión de radicarse en el
país manito, no sin antes dar respuesta a las acusaciones: “Ahora se sabe por qué me buscaban, por qué tuve que irme y
por qué tendré que seguir viviendo fuera de Colombia, quién sabe hasta cuándo, contra mi voluntad”.
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Por esa razón, el único Nobel de Literatura que ha brotado la tierra colombiana se vio obligado a apartarse de los lugares
que tanto lo inspiraron para lograr sus relatos cargados de realidad y ficción.
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Tenue – Sutil El otoño del patriarca
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