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Universidad Católica de

Santo Domingo
Facultad de Ciencia de la
Salud
Escuela de Psicología

ASIGNATURA: Duelo
Trabajo

Integrante:
Joan Burgos 2018-2019

Profesor:
Chung Wong

Santo Domingo, D.N.


7 de octubre 2021

1. Nosotros como miembros de la sociedad donde estamos, es muy


fácil que busquemos proteger a los niños de amenazas o ideas que
pensamos que ellos no podrán entender, esto nos lleva a evadir
temas, considerándolos peligro, entre ellos, la muerte, muchas veces,
con la creencia de que ellos no lo podrán entender, por la idea de que
va a ser algo dañino para ellos, o va a ser algo que a ciertos tipos de
niños (como discapacitados) va a ser algo difícil de abordar. Debido
a esto, muchos dan por sentado el tema, dejan ‘’ que el tiempo ponga
las cosas donde correspondan’’.

Lejos de ser algo que solucione, esto genera más obstáculos para los
niños a la hora de enfrentar al duelo, además que, para ellos, la
muerte les parecerá algo lejos de lo realmente natural y común. Esto
sucede debido a que vemos que nombrar la muerte como tal trae
sensaciones de brusquedad, evitando ponerla en términos reales, lo
que causa más complicaciones. Sumemos a esto a una cultura que
impide el sufrimiento, cosa que, en otras culturas, se involucra a toda
la comunidad en modo cotidiano.

Los obstáculos como la angustia y el deseo de alejar a los menores


del sufrimiento son muy frecuentes, sin embargo, esto puede afectar
negativamente, asimismo, consideramos un adolescente como un
adulto que ya maneja toda la información, olvidando que la muerte
es algo tan natural y humano. Esto debe ser abordado con calma,
naturalidad, sencillez y sinceridad.
2. Nosotros ahora entendemos lo valiosas que pueden ser las
explicaciones, aunque estas suelen traer dolor, este dolor puede ser
menor que la angustia generada por lo que pueda suceder después.
Esto también se suma a la multitud de preguntas sobre el niño,
preguntas que pueden variar por edad.

En el marco 3-6 años, es normal que el niño pregunte cosas sobre la


persona occisa, sobre cómo va a estar, como va a dormir, si va a
volver, etc. También es normal que pregunte sobre su cuidado y
bienestar propio, asimismo, va a preguntar sobre los demás
familiares.

A los 6-9 años, es normal que sacie su curiosidad de formas algo


similares, pero al ver un panorama como el cielo o el infierno, como
es dicho lugar. También pregunta si se va a enfadar, o si sabrá si se
portó mal. Para los 9-12 años, es posible que sea más empático con
los demás, preguntando a los familiares allegados del occiso. Ya para
la adolescencia, es más cercano su cuadro de preguntas al de un
adulto.

Ya dependiente de las etapas, es posible que lloren de forma triste,


que tengan miedos, que teman elaborar su concepto de muerte
basado en la irreversibilidad (que la muerte es algo que no volverá),
universalidad (que les pasará a todos), que pasa a cualquiera sin
discriminar la edad en la que se tiene, etc. Todo esto se debe explicar
de forma gradual, evitar respuestas rotundas o postergación,
introducirles de forma gradual, explicar que todos pasaremos al
mismo proceso de muerte.

Es normal en ese sentido que presente miedos, que tema quedarse


solos en otros lugares, que piense en los recuerdos generados, etc.
Todo debe abordarse de modo de evitarles cualquier confusión,
también es necesario que el exprese todas sus emociones, que se le
aborde con mucho cuidado y calma, etc.
3. Algo muy peligroso es fingirle calma y preocupación, además de
retrasar, cosa que puede afectar el proceso, generarle confusión,
angustia o furia. Es muy importante saber que cada detalle, por más
minucioso que parezca, es necesario dárselo con cuidado y
observarlo. Estas responsabilidades se aclaran conforme se vaya
abordando y preparando el proceso de duelo.

El duelo en los niños es un proceso que no escapa de la normalidad


en las personas, pasa de forma habitual, con muchas reacciones,
especialmente con el dolor, obedeciendo un proceso único, con una
forma de responder diferente a cada persona. En Esto, se tendrá un
proceso para aceptar la realidad de la muerte, trabajar las emociones
asociadas a la perdida, aprendiendo a vivir en un mundo donde el
difunto ya no está y seguir viviendo.

El proceso está sujeto a las capacidades cognitivas y emocionales


que pueden construirse, además de que depende el tipo de relación y
de vinculo que tenían, junto a los recursos externos o internos para
ayudar al niño y para afrontar esa pérdida.

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