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UN SUJETO EN PROCESO

Juliana María Bueno Restrepo

El presente texto surge como producto de la concurrencia llevada a cabo en la


Fundación Cisam - Centro de Investigaciones para la Salud Mental -
puntualmente en el dispositivo del CET - Centro Educativo Terapéutico- En dicho
dispositivo se brinda atención interdisciplinaria a niños y adolescentes con
“patologías” graves de la subjetividad como podrían considerarse el autismo y la
psicosis infantil.

El caso que elegí para trabajar reúne, a mi modo de ver, múltiples aspectos que se
ven afectados en chicos con este tipo de “patologías” de la constitución subjetiva.
La relación con el Otro - con lo simbólico como tal y con aquel o aquellos que lo
mediatizan – la constitución del objeto a como agujero y de sus representantes los
objetos a, aquellas sustancias episódicas que se caracterizan por constituirse
como objetos ambosectores, entre el sujeto y el Otro, y que serán los que el sujeto
irá a buscar al campo del Otro con la ilusión de saturar su falta. La relación con los
otros, con los semejantes; la instauración de las nociones de tiempo y espacio, la
constitución del cuerpo como imagen y como cuerpo pulsional, y la relación con
aquello que caracteriza al cuerpo, a saber: su goce. Todos estos aspectos están
íntimamente articulados a la constitución del sujeto, asunto que en autismo y
psicosis infantil no se habría llevado a cabo. Por esta razón se habla de “sujeto a
advenir”1. Pero este sujeto podrá advenir en relación con un Otro que supla esa
matriz simbólica que no está. Ese Otro, esa matriz de simbolización, es el lugar
que ocupa la institución y cada uno de los que la encarnan. En efecto, el caso que
he elegido trabajar me ha permitido realizar el análisis de un proceso que se ha
dado entre ese sujeto a advenir y ese Otro que yo – como parte de la institución –

1
FAVRE, Aurora. DIMARCO, Rubén. Notas para el seminario “Teoría y clínica de la psicosis infantil y del
autismo”. Dictado en el programa de actualización de clínica con niños de la U.B.A. Posgrado de 2001 a
2006. Inédito
vehiculizo. Un proceso de advenimiento subjetivo que ha impactado
principalmente el esbozo de un cuerpo y el goce de lalengua.

El niño cantor

Antes de comenzar a desplegar el caso, quisiera hacer hincapié en un punto que


podría ser paradójico. He dicho que en niños con autismo y psicosis infantil no
habría constitución del sujeto y ahora quisiera agregar que estos niños, cada uno
de ellos, es singular. Hay “detalles que hacen signo de su ser” 2. Entonces
estaríamos hablando de singularidad sin que haya un sujeto constituido como tal.
Al respecto podríamos decir que a pesar de no haberse constituido un sujeto,
estos niños son seres del lenguaje, a pesar de que el cuerpo de lo incorporal, o
sea lo simbólico, no toma cuerpo, estos niños, como dice Lacan en la conferencia
en Ginebra sobre el síntoma “son más bien verbosos” 3. Pertenecen al mundo de lo
humano, están en el lenguaje, aunque lo simbólico les es ajeno, pues viven
inmersos en lo real. Ese lenguaje que desnaturaliza y esa sonoridad de lalengua
que se transmite, aunque en estos casos de manera anónima, producen marcas
de goce que singularizan a cada uno de estos niños, que los hacen únicos y
humanos, allí donde hay un sujeto que aún no se ha constituido. Es por esta razón
que no es posible hablar de autismo o de psicosis infantil como una casilla general
que define por igual a todos aquellos a quienes se pretende encasillar bajo estos
rótulos generalizantes. Si bien hay aspectos que estos chicos comparten, y por los
cuales es posible hacer los diagnósticos, más allá de los mismos hay una
singularidad en cada autista, en cada niño psicótico.

En consecuencia, “el niño cantor” hace alusión justamente a uno de esos rasgos
que hace singular a N el niño que me enseñó qué significa que el sujeto se
constituya y que no venga dado de antemano.

2
MANZOTTI, Marita. Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte. Buenos Aires, Grama ediciones. 2012
3
LACAN, Jacques. “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”. En Intervenciones y Textos II. Buenos Aires,
Manantial. 2010.
Conozco a N en la sala de los Chiquis en la que me desempeño como terapeuta.
N es un niño de 9 años que llevaba pocos meses de haber ingresado a Cisam
cuando yo comencé en la sala. Lo primero que llama mi atención es su pegoteo
con mi cuerpo4 y la clara indiferenciación entre su cuerpo y el mío. Agarra mi
mano como prolongación de la suya cuando quiere tomar algún objeto o abrir la
puerta. En este momento no toma ningún objeto con sus manos y al ofrecerle
alguno lo deja caer. Toma una galletita y se la lleva a su boca, luego me la ofrece,
busca dármela en mi boca, considero que en esa indiferenciación entre él y yo, si
como la galletita él sentirá que la comió. Al respecto, Colette Soler propone que en
los niños autistas habría “un problema de fronteras”, dice: “estos niños tendrían un
defecto en la marcación de las fronteras entre su cuerpo y el cuerpo del Otro” 5.
Esta autora propone además que el autismo sería una “enfermedad de la libido” 6.
Si concebimos a la libido como efecto del significante sobre el cuerpo, si es en la
conexión con el Otro que el cuerpo del significante se incorpora al ser viviente,
produciendo una perdida irremediable, eso que será la libido, la laminilla, “el
complemento anatómico”7; y si hemos dicho que en autismo esa conexión con el
Otro no se lleva a cabo, esa pérdida que constituye la libido no se produce. Estos
niños autistas no disponen de una libido, llamémosla, propia, serían inertes
libidinalmente8. No obstante, pueden libidinizarse conectándose con un Otro que
funciona como máquina significante9 - a través de algunos significantes o del
cuerpo del Otro - En el caso que nos ocupa, N permanece sentado o parado en la
ventana por periodo largos de tiempo, esta como “ensimismado”. Al llamarlo por
su nombre se da vuelta10 y se dirige a mí haciendo sonidos y gestos corporales,
busca mi cuerpo para pegotearse, busca que lo abrace. Toma mis manos y las
4
En el trabajo hablaré en singular, pues voy a centrarme en el vínculo que he logrado establecer con N. Pero
es pertinente aclarar que se trata de un trabajo en sala y que hay otros terapeutas que entran y salen de la
escena, con los que también se juegan asuntos interesantes.
5
SOLER, Colette. “Autismo y Paranoia”. En El Inconsciente a cielo abierto de la psicosis. Buenos Aires, JVE
ediciones. 2004.
6
Ibíd., p 74
7
LACAN, Jacques. “Posición del Inconsciente”. En Escritos 2. Buenos Aires. Siglo XXI. 2008.
8
SOLER, Colette. Autismo y Paranoia Op. Cit., p 74
9
Ibíd., p 75
10
Cuando N ingresó a la sala era necesario llamarlo varias veces para que se diera vuelta, en otras ocasiones
no respondía, se mostraba indiferente al Otro. Pero a medida que fue pasando el tiempo en la sala fue
respondiendo con más facilidad al llamarlo por su nombre.
mueve, en ocasiones se pone delante de mí, me da la espalda y mueve
enérgicamente mis manos como si fueran las suyas. Podríamos decir entonces
que N se libidiniza a través del significante que lo nombra y a través del contacto
con mi cuerpo.

En este punto intervengo diferenciándome de él, lo nombro y me nombro, en un


intento de producir un corte, un S1 y S2, una alternancia. Además lo toco cuando
lo nombro y me toco cuando digo mi nombre. Cuando voy a salir de la sala y él
está tomado de mi mano y hace el gesto de salir conmigo, pues yo soy como una
extensión suya, le digo: Juliana sale y N se queda adentro, pero Juliana ya
regresa. Esta intervención apunta nuevamente a la diferenciación, al corte y a que
se vaya construyendo, aunque sea de manera muy primaria, un afuera y un
adentro e incluso la alternancia presencia - ausencia. Intervengo también
diferenciando mi cuerpo del suyo, nombrando las partes de su cuerpo. Le digo por
ejemplo que él también tiene dos manos, escondo las mías y presiono un poco a
que tenga que usar las suyas cuando quiere algo. El uso de sus manos ha sido
uno de los cambios más significativos en N. Ahora toma los objetos que quiere, no
los deja caer, cuando está almorzando y quiere jugo señala la jarra o levanta el
vaso y en ocasiones toma la jarra por sí solo e intenta servirse el jugo en su vaso.
Al pedirle que me alcance su plato me lo da en mi mano. Sin embargo, entre la
“intensión” de las intervenciones – introducir algo del intervalo S1- S2, allí donde
solo hay S1 - y su verdadero alcance hay una brecha importante, pero es
necesario apostar a que la palabra, mediada por mi como lugar que suple la matriz
de simbolización, pueda hacer alguna mella en N, en su indiferenciación, en su
mundo de pura continuidad.

N tiene cierta fascinación con determinados agujeros, se acerca a mi rostro con su


boca abierta y me muestra su lengua, trata de pegar su boca con la mía o de
agarrarme fuertemente la cabeza y llevarla a su boca. Yo tengo la sensación de
que busca ser tragado o tragarme, como si intentara encontrar un lugar en el Otro
donde pudiera alojarse, ser Uno con el Otro. En pocas palabras, entrar en la
alienación de la cual se encuentra al margen. Al respecto existen diferentes
posturas; si bien diversos autores coinciden en que el niño autista no ingresa en la
alienación, algunos como Marita Manzotti 11 proponen que esta no elección se
debe a una insondable decisión del ser. Silvia Elena Tendlarz siguiendo esta vía,
plantea que es el “sujeto” quien elige no consentir a la alienación al lenguaje, al
nacimiento del Otro12. Aurora Favre y Rubén Dimarco también proponen que los
niños autistas no ingresan en la alienación, pero más que hablar de la elección
insondable del “sujeto”, se ocupan de las relaciones de filiación que se estructuran
gracias a la función simbólica. Plantean entonces que puede haber Forclusión del
Nombre del Padre en la madre y por esta razón no se pone en juego su
castración, su falta. Lo cual permitiría la instalación de una posición deseante - del
deseo materno - indispensable para que el niño pueda encontrar en el Otro un
lugar de falta en el que pueda alojarse. Los autores lo enuncian de la siguiente
manera: “El desamparo original implica la alienación primaria. Para lo cual
requiere como anterioridad lógica esta verwerfung, creación de un vacío, efecto de
sin sentido que permite la identificación primaria al Padre que le permitirá
incorporar la estructura del sentido”13. Colette Soler, por su parte, propone que en
el autismo no habría simbolización primordial, no habría simbolización de la
presencia-ausencia y en consecuencia el primer significante de la metáfora
paterna DM/X no se escribiría14. Ese DM/X implica ya un Otro en falta y es en ese
lugar de falta designado por la X donde el ser viviente puede venir a alienarse.
Ahora bien, considero que no se trata de una relación de exclusión, o insondable
decisión del ser o no se pone en juego el deseo materno que pueda alojar un hijo.
Intento pensarlo más bien como una dinámica en la que no hay relaciones de
causalidad al estilo causa efecto. En mi opinión, ambos aspectos, el deseo
materno y la insondable decisión del ser, su consentimiento a lo simbólico,
podrían estar implicados en el hecho de que los niños autistas se encuentren más
acá de la alienación.

11
MANZOTTI, Marita. Clínica del autismo infantil. Op Cit.
12
TENDLARZ, Silvia. ÁLVAREZ, Patricio. ¿Qué es el autismo?. Buenos Aires, Colección Diva. 2013.
13
FAVRE, Aurora. DIMARCO, Rubén. Teoría y clínica de la psicosis infantil y del autismo. Op Cit., p 16
14
SOLER, Colette. Autismo y paranoia. Op Cit., p. 70
Continuando con el caso, la boca no es el único agujero de su interés, N siente
gran fascinación por el agujero del sanitario. Constantemente pide ir al baño, yo lo
acompaño, en un principio en calidad de observadora, dejando que él actué;
luego comienzo a intervenir sutilmente. Me percato que va allí y se para a mirar el
agujero del sanitario. En un comienzo 15 tomaba mi mano para que halara la
cadena, al vaciarse el agua comenzaba a emitir chillidos y a hacer movimientos
con su cuerpo, mostraba gran emoción. Esta fascinación por el agujero me evoca
el caso de Roberto de Rosine Lefort, puntualmente el comentario que hace Colette
Soler sobre este caso en su texto La rectificación del Otro. En este texto la autora
propone que el horror de Roberto ante el agujero del sanitario daba cuenta de un
saber en lo real, el saber de ese vaciamiento que debió producirse por efecto del
significante y que no se produjo, un saber sobre la castración. N, aunque no
presenta el horror de Roberto ante el agujero, se fascina con este, como si
también se tratara de cierto saber. N habita un mundo de pura continuidad, sin
agujeros, sin bordes, pero es como si ese agujero del sanitario fuera una especie
de límite a ese universo de indiferenciación. Incluso he percibido que salir al baño
podría tener una función para N, quizá introduce una especie de corte necesario
para él cuando permanece largo tiempo en la sala. Erick Laurent propone la
noción de Forclusión del agujero y explica que en el mundo en el que se
desplazan los niños autistas no hay agujeros, por esta razón intentan introducirlos,
ya sea produciéndolos o utilizando los agujeros ya existentes 16. Es interesante
además cómo luego de mirar detenidamente el agujero del sanitario se dirige al
grifo del lavamanos y moja sus manos, como si a partir de la “constatación” del
agujero pudiera comenzar a descubrir partes de su cuerpo. Para Lacan el cuerpo
es una superficie topológica agujereada que se tiene que constituir, pues no
nacemos con ella. Pero la condición para que se constituya es que el objeto a este
extraído y pueda funcionar como real que sostiene la imagen del cuerpo. “El
corte del objeto a produce el borde, los orificios corporales, la zona erógena, y el
cuerpo se constituye a partir del real que queda fuera de cuerpo. Sólo a partir de

15
Más adelante él mismo puede halar la cadena, cuando la manipulación de los objetos en general va
mejorando.
16
LAURENT, Erick. Prólogo del libro ¿Qué es el autismo? Buenos Aires, Colección Diva. 2013.
esto se puede constituir la imagen especular del cuerpo: no sólo no se nace con
un cuerpo, sino que tampoco es posible pasar por el estadio del espejo sin haber
constituido el agujero y su borde”17. En un principio N era totalmente indiferente al
espejo que se encontraba frente al lavamanos. Comienzo a intervenir - mientras
él moja sus manos - señalando su imagen en el espejo, nombrándolo y señalando
la mía, nombrándola. En una ocasión puntual, cuando pronuncié su nombre frente
al espejo, levanto su cabeza, miro su imagen y sonrió haciendo ruidos nasales. La
constitución y el reconocimiento de su imagen es algo aún muy incipiente, aunque
de a poco su indiferencia frente al espejo fue menguando.

De igual forma, siguiendo con la perspectiva del cuerpo, cuando ingresó a la sala
parecía no tener ningún registro de su cuerpo. En el taller de psicomotricidad le
introducíamos pelotas dentro de su camisa y él no se daba por enterado. Ahora se
las saca, se da cuenta que están ahí. Si le pongo la chompa de la campera se la
quita, pues le molesta sobre su cabeza. A su ingreso se sentaba a comer
agachado sobre la comida, derramaba gran parte de la misma encima de él y
sobre piso. Comía sin masticar, sin cortar y parecía no saciarse. En la actualidad
N se sienta más derecho en la mesa, no tira tanta comida. Estos aspectos podrían
indicar que se ha comenzado a constituir un cuerpo. Incluso me atrevería a
proponer que algo de cierto borde pulsional oral se ha ido “recortando”. Ahí donde
su boca era más bien un tubo que tragaba alimentos en una continuidad hasta que
se agotaran, ahora puede parar de comer aun teniendo comida en el plato,
muestra preferencias por algunos alimentos, además, los que no le gustan los
rechaza. Este esbozo de “recorte” pulsional oral se evidencia también en los
momentos en los que N parece disfrutar metiendo sus manos en su boca
babeándolas, luego se las mira fascinado. En ocasiones chupa su pulgar
placenteramente. N descubre a la vez cierto placer oral y sus manos.

Para finalizar, retomo el rasgo por el cual nombré este caso “el niño cantor”. N
emite múltiples sonidos, son diferentes en intensidad y tonalidad. Sus sonidos
evocan el canturreo a partir del cual Lacan caracteriza la lalengua. Hay en N un

17
TENDLARZ, Silvia. ÁLVAREZ, Patricio. ¿Qué es el Autismo?, Op, Cit., p 71
goce de la lalengua, de la materialidad fonética, y esto resuena en su cuerpo, pues
acompaña su canturreo con expresiones corporales de excitación. Según Maleval,
en su texto Mas bien Verbosos los Autistas, el autista no incorpora la voz {…} la
falta en el Otro no está pacificada y el autista rehúsa poner ahí su voz 18. Yo me
ofrezco entonces como ese Otro, lugar de resonancia, en el que N pueda inscribir
algo de ese objeto voz que no ha cedido. Imito sus sonidos y él comienza a
cambiarlos, yo continúo imitándolo; N muestra gran emoción e introduce sonidos
nuevos. Evidencio que intenta pegotearse a mí, acerca su boca a la mía, entonces
introduczco un tubo entre él y yo. A través de ese tubo hago sonidos, N me lo
quita y lo arroja al suelo, yo vuelvo a levantarlo y continuo haciendo sonidos, N
nuevamente lo arroja al suelo y busca un contacto más próximo conmigo. Esto se
repite varias veces. Comienzo a evidenciar que N, a partir de estas intervenciones,
empieza a toser y a emitir un sonido “aaaaa”, dos sonidos que llevan la voz hacia
afuera, no hacia adentro como otros de sus sonidos. En una ocasión vuelvo a
introducir el tubo en la escena, pero esta vez aunque me lo saca de la boca y lo
tira al piso, él lo levanta se lo lleva a su boca y continua haciendo sonidos, luego
me lo pone en mi boca para que yo también emita sonidos. El efecto más evidente
que tuvo esta escena se produjo por un gesto que tuve sin intencionalidad alguna.
Mientras nos encontrábamos frente a frente, haciendo sonidos, con el tubo
mediando entre los dos, él me mira fascinado y se ríe constantemente, yo me toco
la nariz. A partir de ese momento N descubre su nariz, en los días siguientes llama
mi atención diciendo “aaaa” y toca su nariz con su dedo. Esto no había sucedido
antes, N no tenía este registro de su cuerpo. Ahora muestra su nariz con mucha
emoción a los demás terapeutas. Podría decirse que en esta escena se pone en
juego entre él y yo, como amboceptor, como algo que se desprende, el objeto voz
materializado en el tubo. Esta especie de fuera de cuerpo quizá permitió que yo
funcionara como espejo para N19 y de esta manera pudo percatarse, al menos, de
la existencia de otras partes de su cuerpo.

18

19
Recordemos que es necesario que lo real este fuera del cuerpo para que la imagen pueda sostenerse. En
esta ocasión el objeto voz, “encarnado” en el tubo, funciona como objeto amboceptor que se desprende,
que condensa algo del exceso de goce, y de esta manera algo del espejo puede llevarse a cabo.
N es aún un sujeto a advenir, un sujeto en proceso, es un sujeto que ingresó a
Cisam en una homogeneidad con el mundo, como si nada lo diferenciara o lo
nombrara. Mi presencia20, suplencia de la matriz de simbolización, como suplencia
de libido, como Otro que aloja, como lugar donde el goce de la voz puede resonar,
puede inscribirse, ha comenzado a producir un efecto en el que el significante en
realidad lo nombre, como diferencia, como singularidad. N el niño dócil,
indeterminado, ahora tiene preferencia respecto a la comida, a los objetos,
muestra especial interés por algunos compañeros, rechaza lo que no le gusta,
además responde al llamarlo por su nombre. Ahora su nombre lo nombra. El
proceso de advenimiento subjetivo de N está lejos de concluir, aún hay aspectos
muy primitivos. Sin embargo, cada día se pone en juego un deseo que apunta a
que algo del S2 pueda articularse a esos enjambres de S1, significantes sueltos,
en su pura materialidad fonética, para que algo de ese goce no mediatizado que
resuena en el cuerpo pueda vehiculizarse mediante, al menos, un esbozo de
palabra.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

20
Recordemos que escribo en singular para privilegiar el vínculo que he llegado a establecer con N, pues la
transferencia no se produce igual con todos los terapeutas, pero que se trata de un trabajo en sala e
institucional.
FAVRE, Aurora; DIMARCO, Rubén. Notas para el seminario “Teoría y clínica de la
psicosis infantil y del autismo”. Dictado en el programa de actualización de clínica
con niños de la U.B.A. Posgrado de 2001 a 2006. Inédito

LACAN, Jacques. “Posición del Inconsciente”. En Escritos 2. Buenos Aires, Siglo


XXI. 2008.

LACAN, Jacques. “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”. En Intervenciones


y Textos II. Buenos Aires, Manantial. 2010

MANZOTTI, Marita. Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte. Buenos


Aires, Grama ediciones. 2012

SOLER, Colette. “Autismo y paranoia”. En El inconsciente a cielo abierto de la


psicosis. Buenos Aires: JVE editores, 2004.

TENDLARZS, Silvia; ÁLVAREZ, Patricio. ¿Qué es el autismo?. Buenos Aires,


Colección Diva. 2013

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