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6) Proviene de afuera, desde

nuestro punto de vista, pero


no para el bebé.
Tampoco viene de adentro, no
es una alucinación.
7) Se permite que su destino
sufra una descarga gradual.
No se lo llora ni se
olvida. Pierde significación. Y
ello porque los fenómenos se
han vuelto
difusos, se han extendido a
todo el territorio intermedio
entre la realidad
psíquica interna y el mundo
exterior (zona intermedia de
experiencia) tal
como lo perciben dos
personas en común, es decir, a
todo el campo cultural
(en este punto mi tema se
amplia y abarba el juego).
El campo cultural se ubica
entre esa zona intermedia.
Capítulo 1. Objetos y fenómenos transicionales

Vamos a partir de la “zona intermedia” de la que nos habla


Winnicott. Esta es la que se encuentra entre el erotismo oral y la
verdadera relación de objeto. Es decir, entre lo subjetivo y lo
objetivo. Los objetos y los fenómenos transicionales pertenecen a
la ilusión que constituye la base de iniciación de la experiencia.
El objeto transicional representa el pecho materno, o el objeto de la
primera relación. Con éste, el bebé pasa de la ilusión omnipotente,
a la desilusión de manera gradual. Si las cosas salen bien durante
ese proceso, queda preparado el escenario para las frustraciones
que reunimos (¿quiénes?) bajo la denominación de destete. Vamos
a definir el destete como una desilusión gradual. Es claro que lo
transicional no es el objeto, más bien, éste representa la transición
del bebé, que va de un estado en que se encuentra unido a la
madre, a uno de relación con ella como algo separado (Véase
esquema). Es importante mencionar que, en ocasiones, dicho
objeto puede convertirse en un objeto fetiche y por tanto, persistir
como una característica de la vida sexual adulta.

Por otra parte, los fenómenos transicionales, representan las


primeras etapas del uso de la ilusión, sin las cuales no tiene sentido
para el ser humano la idea de una relación con un objeto que otros
perciben como exterior a éste. Los fenómenos transicionales
comienzan a aparecer desde los cuatro a seis meses, hasta los ocho
o doce. “Psicopatología que se manifiesta en la zona de los
fenómenos transicionales “Cuando se encuentra ausente la
madre, o alguna otra persona de la cual depende el bebé, éste tiene
un recuerdo mental de la madre o bien, una “representación
interna de ella”, que se mantiene viva durante un cierto periodo, si
la madre se ausenta durante un periodo prolongado, se disipa el
recuerdo del que se hablaba. Y cuando ello se produce, los
fenómenos transicionales se vuelven poco a poco carentes de
sentido, por tanto, el bebé no puede experimentarlos. Antes de la
pérdida per se, se observa en ocasiones, la exageración del
empleo del objeto transicional como parte de la negación
de que exista el peligro de desaparición. Tal es el caso de
“X”, un niño de 7 años de edad, quien había sido referido al
Departamento de Psicología del Hospital de niños Green por su
médico familiar, debido a una serie de síntomas que indicaban una
perturbación en el carácter de éste.

La madre de “X” era depresiva, por lo que era una madre ausente y
eso se veía reflejado en el comportamiento del niño y su obsesión
por los cordeles. Winnicott hace referencia a las cuerdas como una
técnica de comunicación y unión. Dichas cuerdas aparecían cada
que la madre se ausentaba, ya fuera por internalización en el
Hospital Psiquiátrico, por operaciones e incluso ante el nacimiento
de su hermana. Y ello no sólo se trataba de que la madre se fuera,
sino de su falta de contacto con él a consecuencia de su absorbente
preocupación por otros asuntos. Así, la función del cordel consiste
en pasar de la comunicación, al rechazo de la separación. Demos
cuenta que se trata de un rechazo, no de aceptación a la
separación.

A los 11 años, “X” tiene varios osos que para él son niños, por lo
que nadie se atreve a decirle que son juguetes. Les es muy fiel, les
muestra afecto y les fabrica pantalones que exigen una labor de
costura muy cuidadosa. No es difícil pensar que tiene una
identificación materna basada en su propia inseguridad en relación
con su madre. Del mismo modo, los cordeles pueden ser una
perversión.

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