Está en la página 1de 7

Desarrollo:

Pretendo abordar la temática del cuerpo y sus conceptualizaciones siguiendo


diferentes líneas teóricas con el fin de poder desarrollar aportes para pensar la
clínica psicoanalítica con niños con Autismo. Esto es algo que genera ciertos
interrogantes y diferentes posturas al momento de abordar el tema, por ello resulta
un buen motivo para proponer futuras investigaciones.
Para la confección de la siguiente tesis, el Desarrollo se dividirá en tres Capítulos,
cada uno de ellos agrupados en diferentes autores con un eje central que los
vincula.
Para finalizar, en la conclusión se pondrán en comparación las diferentes posturas
planteadas.

Capítulo 1: Algunos desarrollos de autores post lacanianos sobre la


constitución subjetiva y corporal en niños con Autismo.

1.1) No hay cuerpo en el Autismo.

¿Qué quieren decir, ciertos autores, cuando afirman que no hay cuerpo en el
Autismo?

Tendlarz (2013) define al niño con una problemática autística como un Sujeto
Autista. Si bien la condición de sujeto permite pensar en una singularidad planteada
en cada caso, el carácter de “autista” determina al niño en un “modo de
funcionamiento singular que se mantiene a lo largo de la vida” (Tendlarz, 2013, pp.
23) sin posibilidad una salida posible para esta posición.

En términos conceptuales plantea que hay un uso particular del cuerpo, y, siguiendo
a Laurent (2013), que la falta del cuerpo ya implica un trato con él debido a que
tiene una relación particular con los orificios y con el uso del espacio.
Esto se puede observar en las presentaciones clínicas de estos niños.
La autora expone que el sujeto autista carece de una envoltura corporal y en su
lugar ha creado una especie de neo-borde (Laurent, 2013) el cual lo mantiene
encerrado y funciona como barrera de protección. Propone que no hay agujero ni
borde; no hay pulsión ni borde que simbolice las zonas erógenas, por lo tanto, no
hay cuerpo. Y lo define de la siguiente manera: “No hay cuerpo en el autismo, en su
lugar se constituye un neo borde a través del encapsulamiento autista que no se
confunde con la superficie corporal como formación protectora frente a Otro
amenazante” (Tendlarz, 2016, pp.68)

Siguiendo a Maleval (2014) Tendlarz sostiene que el concepto de Caparazón Autista


funciona como una burbuja de protección para el sujeto; no tiene imagen del cuerpo,
tiene una cápsula que le permite defenderse de la angustia y mantener en su Ser
ese mundo con este funcionamiento singular.

En relación a los Objetos Autistas, siguiendo a Tustin (1989), la autora acuerda con
que el niño tiene un trato especial con estos objetos, que se envuelve en
sensaciones creando una envoltura protectora; se rodea de objetos duros, cuya
función es la protección de un ataque y de la aniquilación. Esta fijeza en los objetos
impide que entren en contacto con otros seres humanos y, si lo hacen, los utilizan
en forma de objetos también. Éstos cumplen una función puramente de sensación.
Si un objeto se pierde es sentido como una pérdida de sí mismo, pero pronto es
reemplazado por otro que se experimenta como si fuera ese mismo y cumple la
misma función; carece de valor simbólico. El niño se envuelve en sensaciones
corporales que incluyen la manipulación de objetos, balanceos o movimientos
estereotipados.

La metáfora del encapsulamiento es tomada dentro de la orientación lacaniana; es


definida como un tratamiento particular de la falta y del agujero. Laurent (2014) lo
conceptualiza como un neo-borde que no corresponde a la superficie del cuerpo
sino a un particular retorno del goce sobre el borde. Esto es pasible de ser
modificado y tiene consecuencias en la relación del niño con los orificios y el
espacio.
El autor propone que los orificios corporales no están constituidos como agujeros ni
cómo bordes pulsionales y tienen diferentes tratamientos. El encuentro con los
agujeros puede provocar sensaciones de horror o fascinación. Esto es variable de
acuerdo a la singularidad de cada niño y hace posible el tratamiento a partir de la
ampliación del neo-borde y la inclusión de humanos en el encapsulamiento como
modo particular de relacionarse.

1.2) Autismo Vero y las Fallas en la identificación primordial

Amigo (2009) define como Autismo Vero al “autismo que se da por exclusiva falla
de la identificación primordial en chicos genéticamente y biológicamente intactos, es
decir, cuyo patrimonio biológico está intacto (...) Al autismo exclusivamente
dependiente del fracaso de la unión del soma con el lenguaje” (Amigo, 2009, pp.
176) Distingue el soma del cuerpo; define a la dotación biológica cómo soma y al
cuerpo como algo que se adquiere luego de la Identificación Primordial. Es decir,
que diferencia el soma como la dotación biológica que traemos y al cuerpo como
cuerpo erógeno.
Para pensar el autismo, describe la importancia de la hipótesis fálica. Sostiene que
“para que una mujer pueda ser madre, debe hacer sobre el niño una hipótesis fálica”
(Amigo, 2009, pp.177) Esta hipótesis supone que el niño equivale a algo que a ella
le falta y que esa falta se debe a su pasaje por el Complejo de Edipo y a la función
del padre que opera en ella. En el trato, en la voz de la madre y en los cuidados que
ofrece al niño, se pone en juego o no la posibilidad de la transmisión de la hipótesis
fálica. El cuerpo va a acontecer cuando esta hipótesis fálica haga un trenzado que
agujerea al soma y al lenguaje. La autora plantea que la única manera de
identificarse el niño a un significante va a ser si se realizó una hipótesis fálica sobre
él. Y lo argumenta de la siguiente manera: “Única manera de identificarme a un
significante es que se haya hecho una hipótesis falica sobre mi (...) Esta hipótesis
falica es la que permite que se pierda el soma y se gane un cuerpo” (Amigo, 2009,
pp. 180) Esta misma hipótesis es la que permite que se pierda el soma y se gane un
cuerpo libidinizado.
“La identificación primordial implica el nacimiento de la pulsión, porque se forma su
fuente en lo que eran los agujeros somáticos, y ahora hay agujeros erógenos. En el
soma no hay zonas erógenas (...) las zonas erógenas se forman cuando él soma se
corpsifica y aparece con el cuerpo, la pulsión por primera vez” (Amigo, 2009, pp.
188)
Ahora bien, para pensar en niños con Autismo, la autora se pregunta ¿Qué ocurre
con los niños que, por cualquier accidente o situación, no han podido recibir esta
hipótesis fálica?
Plantea que el bebé, a medida que comienza a descubrir los primeros signos: las
sonrisas que imita, la gestualidad y todo lo que proviene del lazo social, va
identificándose con ellos. A estos signos los denomina signos fálicos, porque tienen
significación; significan algo para esa persona que lo cuida y lo mira, y a su vez el
niño lo incorpora de esa forma. La autora sostiene que, para el Autismo Vero, no
hay una entrada a ese signo fálico.
Va a definir, cómo Autismo Vero a aquellos niños que no tienen ninguna causa
biológica que haga que la madre le cueste hacer la hipótesis fálica, sino que la
madre no puede transmitirla por sus propias causas contingentes; es por ello que no
puede ser pasadora del nombre del padre.
El amor de la madre implica una restricción de goce; para no devorarse a ese niño
tiene que reconocer la propia Castración, y reconocer la alteridad en él. “La palabra
de amor es la hipótesis fálica, como les decía. El Cortex estimulado por la hipótesis
falica es capaz de formar una primera imagen del cuerpo, dejando de lado para el
psiquismo, al soma”. (Amigo, 2009, pp. 187) Es la posibilidad de transmitir al niño el
deseo, de nombrarlo, de alojarlo en un lugar que permita que emerja su propia
subjetividad y que el niño pueda identificarse a esta palabra de amor.
El soma estimulado por esta hipótesis es capaz de formar una primera imagen del
cuerpo, de unir significante a un cuerpo pulsional desorganizado.
Por lo tanto, la autora define que: “el niño autista vero no va a pasar a tener cuerpo,
es decir, va a ser un somático (…) Inauguralmente, la identificación con el
significante implica la entrada a la cultura que se da por la identificación al
significante, implica entrar en el más allá del principio del placer, en la muerte.
Aceptar ser un símbolo es aceptar estar muerto, como aceptar ser una imagen
corporal, tener cuerpo, es haber aceptado que muere el soma y que nace un cuerpo
erógeno” (Amigo, 2009, pp.187). Plantea que el niño con Autismo, al no haber salido
del mundo del soma, no ha podido equivalerse al signo ni al significante fálico.
Queda atrapado por esta desorganización pulsional que imposibilita la constitución
de un cuerpo unificado narcisísticamente. Queda ensimismado en lo horroroso de
las sensaciones corporales despedazadas e intrusivas, y esto es observable a partir
de las presentaciones clínicas ligadas al Autismo. Plantea que en el trabajo clínico
es posible la salida del autismo hacia una psicosis, pero que en ellos no hay pulsión,
ni represión, ni narcisismo.

1.3) El fracaso en la constitución de las redes del lenguaje

Jerusalinsky (2011) plantea que las coordenadas para la constitución psíquica del
sujeto abarcan no sólo la función materna sino el campo paterno también. Afirma
que en la relación del bebé con la madre es necesaria la introducción de un tercero
que cumpla la función de Ley. El padre se hace presente a través de la función
misma que cumple; el Nombre del Padre presenta la restricción incestuosa y la
restricción de un goce que lanza al niño y a la madre al campo del Deseo. Deseo
que es mediatizado y se encuentra simbolizado por el falo.
La constitución psíquica va a estar atravesada por algo más que el campo materno;
también intervienen el campo paterno: “el falo articulador simbólico de la ley”
(Jerusalinsky, 2011). La madre escribe sobre el cuerpo del niño la serie significante
que la afecta en relación a él. No podrá hacer de él su objeto erótico por la
intervención de la Ley y eso genera un trazado discontinuo en las aproximaciones al
cuerpo del niño. Afirma que “El Otro hace un corte en el cuerpo del niño”
(Jerusalinsky, 2011, pp.6). Esa escritura reprimida se constituye en conocimiento
Inconsciente y permite lanzarse al niño al mundo del lenguaje.
Plantea que lo que articula la estructura autista en la madre es su imposibilidad de
dejar caer el objeto real restitutivo de su castración para que tenga lugar la
estructura lingüística que le permitirá al niño interpretar al mundo que lo rodea y
hacerse interpretar al mismo tiempo, es necesario que se establezca un punto de
encuentro e identificación entre el niño y un Otro primordial. Está identificación
primaria, marca el punto de partida a un sistema complejo de identificaciones que
transforman los actos en simbolizaciones. Entonces el niño pasa a ser representado
por la palabra o las palabras que lo nombran.
Jerusalinsky (2011) adhiere a la posición de que como punto nodal en la etiología
del Autismo se encuentra el fracaso en esta Identificación Primordial de
reconocimiento. Las causas de ese fracaso pueden ser múltiples, desde genéticas o
neurológicas hasta traumáticas y psicológicas. Pero la falla a la entrada del campo
del lenguaje, plantea el autor, se encuentra en todos los casos.
Considera el surgimiento tanto de rasgos autísticos cómo de una estructura autista
está vinculado al desequilibrio del encuentro del agente materno con el niño. Y este
equilibrio depende, del estatus psíquico de este agente y de las condiciones
constitucionales del niño para apropiarse de los registros simbólicos e imaginarios
que entran en juego en esta relación.
Concuerda con la postura psicoanalítica de definir al Autismo como una cuarta
estructura definida por la exclusión, ya que es una patología excluida del lenguaje.
También define la importancia de problemas orgánicos o genéticos y su función en
la etiología de ciertos Autismos. Toma en cuenta las particularidades que provienen
del Otro para que el Autismo se forme como estructura. Piensa en un lugar al que el
sujeto puede advenir, o no.

Para finalizar:
Siguiendo el recorrido de esta posición se puede pensar que, si bien no se piensa
en una estructura clínica cerrada (hay autores que plantean que el autismo puede
devenir en una Psicosis), el abordaje es desde la ausencia; ausencia de hipótesis
fálica, de narcisismo, de pulsión. Asimismo, el niño queda ubicado en un lugar de
pasividad. Queda atrapado en el lugar en el que se lo nombra y en la posibilidad o
imposibilidad de la madre para poder transmitir algo del orden de la falta.

Los autores anteriormente mencionados pueden ser agrupados en ciertos ejes


centrales que los distinguen por su orientación:
● plantean la no existencia de cuerpo en el Autismo;
● piensan que no se constituye un cuerpo narcisista vinculado a pulsiones
parciales organizadas bajo una conformación que garantice la unidad
corporal y la instancia de un Yo;
● se enfocan en la función materna como posibilitadora del proceso de
Identificación Primordial del sujeto a un significante; los fallos en este
complejo proceso de constitución psíquica se plantean como causa de
instauración del Autismo;
● sostienen la importancia de la función del lenguaje como sistema de
representaciones al que el niño con Autismo no puede ingresar; se ve
imposibilitado de ello.

También podría gustarte