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El Ser del MESC

El MESC son los laicos, hombres o mujeres idóneos, elegidos individualmente por el
Ordinario del lugar, o por el sacerdote, según sea el caso, como ministros extraordinarios,
en casos concretos o también por un periodo de tiempo determinado, o en caso de
necesidad, de modo permanente, que se administren a sí mismos el pan eucarístico, lo
distribuyan a los demás fieles y lo lleven a los enfermos en sus casas (IC 1, I).

1. El Código de Derecho Canónico (CIC) dice que es ministro extraordinario de la sagrada


Comunión el acólito instituido, o también otro fiel designado según el canon 230, 3 (c. 910,

Por último, se puede decir también que es un cristiano servidor del Cuerpo de Cristo, es un
portador de Cristo, que desempeña un ministerio pastoral, es un ministro de la Comunión.

Hay tres clases de ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión:

- Los ministros permanentes que han sido instituidos: los acólitos, sólo varones.
- Los ministros extraordinarios, elegidos y llamados para distribuir la Comunión, tanto
varones como mujeres, por un tiempo determinado.
- Los ministros "ad casum" llamados por el presbítero en una necesidad concreta.

El quehacer del MESC

El quehacer del MESC es administrar para sí mismo, distribuir a los demás fieles en la Misa
o en una celebración de la Palabra de Dios y llevar a los enfermos la Sagrada Comunión.

Los ministros extraordinarios entran en función cuando:


- falte el sacerdote, el diácono o el acólito instituido;

- cuando los mismos se hallen impedidos para distribuir la sagrada Comunión con motivo
de otro ministerio pastoral, por enfermedad o por avanzada edad; - cuando el número de
los fieles que desean acercarse a la sagrada Comunión es tan elevado, que se alargaría
excesivamente la celebración de la Misa o la distribución de la Comunión (IC 1, I).

Pueden desempeñar su ministerio: - durante la celebración de la Misa, con motivo de una


gran multitud de fieles, o por cualquier otra dificultad particular en que se encuentre el
celebrante;
- fuera de la Misa, cuando, por las circunstancias de los lugares, es difícil llevar las Sagradas
Especies, sobre todo en forma de Viático, a los enfermos que se hallan en peligro de
muerte, o cuando el número de enfermos requiera la obra de más ministros (cfr. IC 1).

Criterios para la selección, elección, formación, ejercicio, acompañamiento y término del


servicio de los MESC a la luz de algunos documentos del Magisterio (cfr. MQ VI, IC VI c;
RSCCE, c. II, CIC c. 230, 3 (CIC cc. 910, 2; 911) y de la experiencia pastoral.
En el siguiente apartado presentamos algunos criterios para la selección, elección,
formación, ejercicio, acompañamiento y término del servicio de los MESC. Sin duda que
son muchos, pero cada diócesis y parroquia deberá hacer un discernimiento, y debido a su
realidad y necesidades pastorales elegirá los que considere más necesarios. Tales criterios
son para aplicarlos “Antes”, “En” y “Después” de la selección, elección, formación,
ejercicio, acompañamiento y término del servicio.
Antes (A): selección, elección, formación básica o inicial, aprobación. En (E): presentación,
ejercicio del servicio y formación permanente.

Después (D): término de este ministerio y acompañamiento posterior de vida cristiana e


incorporación a su comunidad parroquial. 1. A. Aplicar lo que dice el Magisterio de la
Iglesia en sus documentos (CIC, IGMR, MQ, IC, etc.), disposiciones de la CEM y del obispo
diocesano.
2. A. Definir contenidos básicos, inmediatos y permanentes de la formación de los MESC.
3. A. Que sea seleccionado, presentado y promovido por su Párroco.

4. A. Que sea conocido y aceptado por su comunidad.


5. A. Que sea una persona de vida cristiana que viva su proceso de conversión en algún
grupo, movimiento o pequeña comunidad.
6. A. Que lleve su estado de vida (soltero, casado o viudo) de manera adecuada.
7. A. Definir lo de la edad (Guadalajara (GDL) mayor de 25 años, San Juan de los Lagos
(SJN) mayor de 18).
8. A. Que disponga de tiempo y sea generoso en ofrecerlo al servicio de la Iglesia.

9. A. Debe tener disponibilidad para su formación básica-inicial y gradual-permanente.


10. A. Con el debido permiso de su familia.
11. A. Que su decisión sea libre.
12. A. y B. Piadoso, de comunión frecuente; maduro en su fe o al menos dispuesto a
madurarla.
13. A. y E. Apostólico, servicial, especialmente con los enfermos.
14. A. Cuente con el permiso por escrito del Sr. Obispo o de su Delegado Episcopal para
ministerios laicales.
15. A. Conocer las disposiciones litúrgicas correspondientes para el ejercicio de este
ministerio.
16. E. Definir el tiempo del ejercicio (se sugieren de 3-5 años, ya que en la mayoría de las
diócesis está indefinido, sólo se renueva el permiso año con año) y el distintivo, pero sin
pretender clericalizar al ministro.
17. E. Que forme parte del equipo de Pastoral Litúrgica en su comunidad o está
colaborando en algún servicio.
18. E. Que no reciba dinero de las personas que atiende.
19. E. Que vista dignamente.
20. E. Ejerza su servicio en su parroquia tomando en cuenta las disposiciones dictadas por
el Sr. Cura o por el encargado de la comunidad.
21. E. Que haya recibido la formación básica-inicial.
22. E Use relicario y ritual aprobado.
23. E. Si es posible se haga acompañar por otra(s) persona(s).
24. E. Estar preparado bíblica, teológica, litúrgica, humana, espiritual y pastoral para este
servicio.
25. E. Ejercer coordinadamente su servicio con su parroquia, para que cuando el enfermo
necesite confesarse le avise al sacerdote o si requiere apoyo de pastoral de la salud o de
pastoral social se le atienda.
26. D. Al terminar el ejercicio de su servicio es importante agradecerle su servicio prestado
a la comunidad.
27. D. Sugerirle que se integre en otro campo de la pastoral, puesto que ahora es un
agente con formación y experiencia, pudiera ser en la pastoral de la salud o en la pastoral
social, o en alguna otra tarea donde él se sienta bien. Será muy importante brindarle todo
el apoyo que necesite para que no se sienta rechazado (a).
28. D. No abrirle la posibilidad de que en el futuro vuelva a ejercer tal servicio una vez que
ha concluido su periodo, sino más bien preparar a otras personas de la comunidad, ya que
los cambios son buenos para ellos como para la misma comunidad, puesto que al preparar
y ejercer tal servicio más personas, ésta se enriquece y valorará a quienes lo ejercen,
además de que se evitará el que pudiera verse como un privilegio para algunos o que
éstos se sientan con ciertos derechos.
De los criterios anteriormente descritos consideramos que los siguientes concretizan
todavía más la atención que debemos poner en el “Antes”, el “En” y el “Después” de la

selección, elección, formación, ejercicio, acompañamiento y término del servicio, desde


luego que cada diócesis puede hacer su propia elección.
- El fiel designado y debidamente preparado deberá distinguirse por su vida cristiana, su
fe y sus buenas costumbres. Se esforzará por ser digno de este nobilísimo encargo,
cultivará la devoción a la sagrada Eucaristía, y dará ejemplo a los demás fieles de respeto
al santísimo Sacramento del Altar. No será elegido para tal oficio una persona cuya
designación pueda causar sorpresa a los fieles (cfr. IC VI), además de vivir un proceso de
conversión continua, como laico comprometido en la vida y en su familia.

- Llevar la Comunión exige estar en comunión con Cristo y ser signo de comunión con los
demás.

- Para ejercer este servicio, la persona necesita haber sido reconocida por su párroco o por
el sacerdote encargado de la comunidad, previamente aceptada por el Ordinario del lugar.

- Para ser MESC el candidato seleccionado y elegido deberá comprometerse a recibir una
formación básica-inicial para ser reconocido y otra gradual-permanente mientras dure el
tiempo del ejercicio de su ministerio, la cual debe abarcar las áreas: bíblica, teológica,
litúrgica, espiritual, humana y pastoral (cfr. SC 28 y 29; MQ VI; IC VI).

- Orar antes de distribuir o llevar la Sagrada Comunión a los fieles o a los enfermos. -
Distribuir o llevar la Sagrada Comunión con actitud de fe, de amor, de respeto y devoción,
sabiendo que “van de Cristo a Cristo”.

- Conocer el rito para dar la Sagrada Comunión a los enfermos.


- Ejercer coordinadamente su ministerio con su parroquia, para que cuando el enfermo
necesite confesarse le avise al sacerdote o si requiere apoyo de pastoral de la salud o de
pastoral social se le atienda.
- Que porte un distintivo evitando clericalizarse.
- Vestir dignamente.
- El tiempo del ejercicio de su servicio será de tres a cinco años

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