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Arquidiócesis de Maracaibo

Parroquia San Antonio María Claret

Curso Introducción a La Liturgia

La Liturgia, Cumbre y Fuente


de la Vida Cristiana
Quinta Sesión

Fernando Urdaneta Parra.

Junio 2.012
DIACONADO

CONCEPTO
Clérigo de grado inferior al sacerdote, del Latín "diaconus" y este del griego "diakonos"; y
significa: Siervo o Servidor.
Adaptando este concepto a la Santa Iglesia de nuestros días, seria: Diacono es el siervo
investido por el poder de Él Espíritu Santo, para ministrar (Servir), a los Santos en sus
congregaciones.
EL DIACONADO EN EL NUEVO TESTAMENTO
Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los
hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce
convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: «No parece bien que nosotros
abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de
entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los
pondremos al frente de este cargo; mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y
al ministerio de la Palabra.» Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a
Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón,
a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía; los presentaron a los apóstoles y,
habiendo hecho oración, les impusieron las manos.

Hechos de los Apóstoles 6:1-6

También los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a
negocios sucios; que guarden el Misterio de la fe con una conciencia pura. Primero se les
someterá a prueba y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos. Las mujeres
igualmente deben ser dignas, no calumniadoras, sobrias, fieles en todo. Los diáconos
sean casados una sola vez y gobiernen bien a sus hijos y su propia casa. Porque los que
ejercen bien el diaconado alcanzan un puesto honroso y grande entereza en la fe de
Cristo Jesús.

I Timoteo 3: 8-13

San Esteban, protomártir cristiano y San Francisco de Asís.

Dentro de la Iglesia Católica existen, pues, dos clases de diáconos:

 Diácono transitorio
 Diácono permanente

DIACONO TRANSITORIO

Se califica como transitorios a aquellos diáconos a los cuales se les confiere este
ministerio por un período limitado de tiempo, hasta culminar sus estudios y ser ordenados
presbíteros por el Obispo. Por lo tanto, los presbíteros son usualmente ordenados con
anterioridad en calidad de diáconos transitorios (es decir, en tránsito hacia el
presbiterado).

DIACONO PERMANENTE

En el Concilio Vaticano II, se estableció que los ministerios ordenados son de tres grados:
diaconado, presbiterado y episcopado. Como ministerios instituidos quedaron el lectorado
y el acolitado y se restableció nuevamente el diaconado permanente. Este tipo de
diaconado puede ser conferido a hombres casados. Para ser ordenado diacono se
requiere ser varón, mayor de 25 años si se es soltero o mayor de 35 años si es casado.

Antes de ser ordenado diacono (orden que ya pertenece al clero) hay que ejercer los
ministerios de lector y acolito y recibir la formación adecuada que en cada diócesis se
imparte. El diácono permanente debe ser considerado hombre «probo» por la comunidad,
caritativo, respetuoso, misericordioso y servicial. Es determinación del obispo exigir que
sea casado, y en este caso, la esposa deberá autorizar por medio escrito al obispo la
aceptación para la ordenación del esposo (requisito indispensable). Un diácono casado
que pierde a su esposa no puede volver a contraer matrimonio, pero si puede optar a ser
presbítero. Quien es ordenado diácono siendo soltero se compromete al celibato
permanente.

Solo el varón bautizado recibe válidamente esta sagrada ordenación. El sacramento del
Orden confiere un carácter espiritual indeleble y no puede ser reiterado ni ser conferido
para un tiempo determinado. Se le puede liberar de obligaciones y de las funciones
vinculadas a la ordenación y hasta se le puede impedir ejercerlas, pero no vuelve a ser
laico nuevamente puesto que, desde la ordenación, se considera que el diácono queda
marcado espiritualmente de forma permanente (de allí el término marca o carácter).

FUNCIONES DE LOS DIACONOS

Las funciones del diácono en la Iglesia católica son:

 Proclamar el Evangelio, predicar y asistir en el Altar;


 Administrar el sacramento del bautismo,
 Presidir la celebración del sacramento del matrimonio
 Conferir los sacramentales (tales como la bendición, el agua bendita, etc.)
 Llevar el Viático (sacramento de la eucaristía así llamado cuando se
administra particularmente a los enfermos que están en peligro de muerte)
pero no puede administrar el sacramento de la unción de los enfermos.

Además, y siempre de acuerdo con lo que determine la jerarquía, puede:

 Dirigir la administración de alguna parroquia;


 Ser designado a cargo de una Diaconía;
 Presidir la celebración dominical, aunque no consagrar la Eucaristía (lo
cual corresponde solo al presbítero).

Puede además efectuar otros servicios, según las necesidades específicas de la Diócesis,
particularmente todo aquello relacionado con la realización de obras de misericordia, y la
animación de las comunidades en que se desempeñan.

VESTIDURAS PROPIAS DEL DIACONO

Las vestiduras propias del diácono son la estola puesta al modo diaconal, es decir,
cruzada en el cuerpo desde el hombro izquierdo y unida en el lado derecho, a la altura de
la cintura y sobre esta la dalmática, vestidura cerrada con amplias mangas, utilizada
sobre todo en las grandes celebraciones

El diácono también puede usar camisa clerical (clériman) y alzacuellos si así lo sintiera.

SACRISTAN

Un sacristán es la persona (laica o religiosa) que asiste al sacerdote en las labores de


cuidado y limpieza de la iglesia, la sacristía y de los objetos sagrados que contienen. Es
además el encargado de preparar todo lo necesario para la celebración de la misa.

FUNCIONES DEL SACRISTAN

El sacristán debe conocer los horarios de las misas y dar las campanadas a tiempo: la
primera, media hora antes; la segunda, un cuarto de hora; y la ultima, a la hora de
empezar.

Procurara que estén todas las cosas necesarias acomodadas en su sitio, cepilladas,
limpias y listas para usarse, en cantidad suficiente (albas, estolas, casulla, cíngulos, etc.)

Si falta algo, lo consigue, o avisa a tiempo para que se prevea (hostias, vino, agua).
Sobre todo tiene aseado el presbiterio y presentables el altar y el ambón.

Se encarga del ambiente agradable: música ambiental, adorno, aseo, luz, ventilación,
temperatura, sonido.

Tiene que consultar el calendario litúrgico para que las características del día (categoría
de fiesta, color, tiempo, elementos). Consulta las tablas de precedencias, conoce el
calendario y la tabla de fiestas movibles. Prepara las lecturas del día y abre el leccionario
por la página oportuna.

Avisa cuando hay nuevas vestiduras, u objetos, para la bendición

Hace genuflexión hasta tocar con la rodilla en el suelo al pasar frente al santísimo; hace
reverencia profunda al altar siempre que pase delante de él.
Procura que haya una lámpara encendida ante el santísimo. Cerca del sagrario debe
haber un vasito con agua para purificarse los dedos y un purificador.

GENERALIDADES

Son varias las razones por las cuales no es fácil el ejercicio del ministerio de sacristán:

a) Se le deja solo.

La gente en general no tiene conciencia de que toda la Iglesia es servidora; ni reconocen


los servicios que prestan a la comunidad estos ministros de la pastoral. Los sacerdotes a
veces tienen demasiada cautela o desconfianza, por sus experiencias pasadas con
encargados que se consideraban dueños de la capilla u obraban independientes. No hay
mentalidad ni praxis de corresponsabilidad de parte de todos, y de este modo se cargan
en el sacristán.

b) Se le considera lejano o raro.

Hay una tendencia a considerar al Sacristán como una persona que es casi clérigo; o bien
que no alcanza a realizar los trabajos del común de las personas. Y éstos son dos
peligros en los que puede caer la persona misma. Muchas veces su función se reduce al
templo, sin proyección a la comunidad y sin relación al apostolado. Siendo una persona
tan visible, sus defectos se hacen muy notorios, y pueden crear una imagen falsa en la
gente.

c) Su trabajo es poco deseado.

Hay miedo al fracaso, a no saber cumplir con sus deberes, a cansarse antes del trabajo, a
perderse en mil detalles inútiles. Siendo un servicio a la comunidad, no hay un pago
adecuado por sus actividades, ni prestaciones, seguro, etc.; si acaso una motivación
simbólica. Y sí hay trabajo constante. Por eso ahora están buscando que sea mejor un
equipo de personas.

d) Acarrea riesgos.

Es responsable del patrimonio religioso de una comunidad, incluyendo el Santísimo


Sacramento. Además, el excesivo trabajo puede hacer disminuir su atención a su familia y
a sus trabajos. Y corre el peligro de familiarizarse con lo sagrado al grado de perder la
sensibilidad religiosa o caer en la rutina y perder el respeto.

e) Es un servidor público.

Muchas personas los rechazan por ser uno de ellos mismos, por no tener una formación
de altura, o por no cumplirles sus gustos. Deben luchar contra muchos caprichos, y ser
firme ante muchos criterios que pretenden mandarlo. Eso los hace a veces hoscos, o
miedosos

MINISTERIOS (SERVICIOS) LAICALES

LECTORADO, ACOLITADO, MINISTERIO EXTRAORDINARIO DE LA COMUNION

Los Ministerios Laicales que hoy día pueden instituirse han quedado reducidos a
dos: Lectorado y Acolitado, mas el Ministerio extraordinario de la Comunión. Mediante el
motu propio Ministeria Quaedam (15-VIII-72) el papa Pablo VI suprimió el subdiaconado y
las cuatro órdenes menores (Ostiariado, Lectorado, Exorcistado y Acolitado),
estableciendo en su lugar los ministerios antes citados de Lectorado y Acolitado. Se
establece así una frontera clara y diáfana entre ministerios ordenados (que se confieren
mediante la imposición de manos) y los demás ministerios, que pueden ser instituidos o
simplemente confiados a los laicos, de manera estable u ocasional (caso típico del que
sale a leer o a decir unas preces en una ceremonia concreta).

Centrándonos en los ministerios laicales instituidos diremos que se instituyen en


una ceremonia litúrgica que establece a un fiel como lector, salmista o al servicio del altar
como ayudante del sacerdote, como ministro extraordinario de la Comunión y de la
Exposición del Santísimo. Esta institución la hace el obispo o el superior de una Orden
religiosa generalmente dentro de la Misa. Al lector se le hace entrega de una Biblia y al
acólito de una patena con pan y un cáliz con vino, simbolizando su función.

ACOLITADO

El acólito (del griego akolouthos, «el que sigue» o «el que acompaña») es un ministerio
de la Iglesia Católica cuyo oficio es ayudar al diácono cuidando del servicio en el altar y
ayudando al sacerdote durante las celebraciones litúrgicas, especialmente la Misa

HISTORIA

Desde los primeros siglos de la Iglesia se acostumbró a dar el nombre de acólitos a


aquellos jóvenes que aspirando al ministerio eclesiástico se dedicaban a acompañar y
seguir a los obispos, tanto para servirles en clase de pajes, como para llevar y traer las
cartas o epístolas que recíprocamente se escribían y en las cuales se consultaban a
veces las cosas más graves de las Iglesias por cuya razón el cargo de acólito requería
grandísima fidelidad. También recogían antiguamente las ofrendas de los fieles que se
bendecían durante la misa y acabada ésta se la entregaban a los diáconos y presbíteros
para su distribución.
FUNCIONES

El ministerio del acólito es reconocido por la colación o institución por parte del obispo,
aunque este ministerio en la práctica se realiza normalmente por acólitos "extraoficiales",
es decir, no instituidos. Normalmente se instituye como acólito a los candidatos a las
sagradas órdenes del diaconado y del presbiterado, aunque el ministerio puede ser
ejercido por laicos (la condición de clérigo se recibe con la ordenación de diácono). Según
el código de derecho sólo podrán ser instituidos acolitos "varones laicos" aunque el
ejercicio de ese ministerio no les da derecho a remuneración por parte de la Iglesia
católica (cf. CDC 230), y actualmente en la práctica también lo pueden ejercer mujeres.

Sus principales funciones concretas son:

 Distribuir la comunión cuando faltan los ministros por algún motivo o cuando el
número de los comulgantes es demasiado elevado.
 También en circunstancias especiales puede exponer y reservar el Santísimo
Sacramento pero no dar la bendición eucarística.
 Instruye a monaguillos y otras personas que ayudan en el servicio del altar.

De acuerdo con el Código de Derecho Canónico, los candidatos al sacerdocio deben ser
instituidos acólitos con, al menos seis meses de antelación a la ordenación diaconal.

Tiene funciones equivalentes al acólito el ministro extraordinario de la comunión.

MONAGUILLOS

Aunque el término acólito se usa también para referirse a quienes ayudan en el altar sin
haber sido instituidos, las expresiones "monaguillo" o "servidor del altar" son más
precisas, para evitar confusiones. Es habitual que el ministerio del altar sea ejercido por
niños, llamados en este caso monaguillos, con la única diferencia de que éstos no pueden
dar la comunión, por su edad. El hecho de que sea lo habitual no significa que sea un
ministerio para niños, sino que puede ejercerlo sin institución cualquier cristiano que ha
recibido la primera comunión. La institución del ministerio es sólo para varones que
completaran la iniciación católica.

La palabra monaguillo proviene de monjes pequeños.. Se prefiere la palabra acólito,


reservando el vocablo "monaguillo" para los ministros extraordinarios o de hecho, es decir
que no han sido nombrados solemnemente y no pertenecen a un "colegio" de acólitos o
que ejercen estas funciones de forma esporádica.

Los monaguillos son “acólitos de hecho”, que sin haber sido instituidos en el ministerio de
acólitos, lo ejercen más o menos establemente en las celebraciones comunitarias.
Las funciones que estos monaguillos pueden desempeñar son:

1. Atender al servicio del altar.


2. Ayudar al obispo, al sacerdote y al diácono.
3. Prestar su servicio en las diversas procesiones, por ejemplo con la cruz, los cirios,
el incienso o el Misal.

DIFERENTES ACOLITOS

EL TURIFERARIO

Es el encargado de llevar y manejar el incensario.

EL CRUCIFERARIO

Es el encargado de portar la cruz alta y procesional. Esta solo se utiliza en dos


momentos: en la procesión de entrada y en la procesión de salida.

LOS CEROFERARIOS

Son los encargados de portar los ciriales.

EL NAVITERARIO

Es el encargado de llevar la naveta con incienso.

EL ACOLITO DE LA CREDENCIA

Es el encargado de preparar en la credencia todo lo que se va a requerir en el altar y


también es el que hace las veces del diacono o del ceremoniero cuando no los hay.

Antes de la Celebración Eucarística: el acolito prepara la credencia, es decir, la mesa


chiquita que esta aun lado del altar, que sirve para poner en ellas las cosas que se van a
utilizar en la Celebración Eucarística.

Sobre la credencia pone el cáliz, la patena con sus hostias, el purificador, la palia y el
corporal: las vinajeras, una con agua y otra con vino; el copón con hostias para los fieles;
el lavabo que incluye jarra, palangana y toalla y el platillo para el momento de la
comunión.

En la procesión de entrada: una vez que todo está preparado, va a la sacristía y se


forma con los demás acólitos, atrás de los ciriales.

En el altar: al llegar hace la genuflexión al santísimo y la reverencia al altar, va a su lugar


correspondiente, si hay diácono o ceremoniero va detrás de la credencia y permanece
ahí hasta que comience el ofertorio. Si no hay diácono o ceremoniero, se coloca a la
derecha del presidente para asistirlo.
En la oración universal de los fieles: en este momento prepara la procesión de las
ofrendas para que al terminar la oración universal de los fieles, las personas lleven al altar
las ofrendas en la procesión; el pan, el vino y las demás ofrendas y se las presenten al
obispo o al sacerdote que está procediendo la celebración.

En el ofertorio: el acolito, lleva el cáliz y la patena, que están en la credencia al altar y si


el sacerdote le autoriza, ayuda a prepararlo, extiende el corporal en el centro del altar y
coloca a un lado de él el cáliz y la patena. Después, lleva las vinajeras al diacono o al
sacerdote y se las presenta destapadas, para que prepare el cáliz, una vez preparado las
lleva de regreso a la credencia y finalmente presenta el lavado al presidente para que se
lave las manos o se las purifique.

En la consagración: después del prefacio y el canto del “santo”, el acolito lleva los libros
de la concelebración a los demás sacerdotes.

El lavado litúrgico o ritual se utiliza en el ofertorio, después de presentar las ofrendas de


pan y vino o de la incensación, si la hay, se le presenta el lavado para que se purifique
las manos diciendo: “lava de todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.”

Cuando el sacerdote extiende las manos sobre el pan y el vino para consagrarlos, el
acolito se arrodilla y toca la campana con un toco doble. Después, la vuelve a tocar con
tres toques dobles cuando el sacerdote eleva la hostia consagrada y muestra el cuerpo
de Cristo a los fieles y finalmente toca de nuevo la campana, con tres toques dobles,
cuando el sacerdote eleva el cáliz con la sangre de Cristo y lo muestra a los fieles.
Termina la consagración se pone de pie.

Si no hay diacono o ceremoniero el acolito de la credencia ayuda al sacerdote a poner y a


quitar la palia del cáliz. Después de tocar la campana, el acolito lleva el micrófono al
primer concelebrante para su participación, luego al segundo, al tercero y al cuarto según
sea necesario. Al terminar la doxología mayor recoge los libros de la concelebración que
tiene los sacerdotes y los lleva a la credencia. Después, al terminar la oración del “Padre
Nuestro”, reparte los purificadores a los demás cocelebrantes y finalmente se acerca al
diacono el micrófono para que anuncie la paz.

En la comunión: al iniciar la comunión, el servicio del altar, se forma para recibirla. El


acolito de la credencia va en primer lugar y lleva el platillo en la mano derecha y comulga
primero, luego lo sostiene mientras el sacerdote de la comunión a los demás acólitos y
fieles. El acolito esta siempre a la derecha del sacerdote para sostener el platillo.

Cuando la comunión se distribuye las dos especies, ayuda al sacerdote a sostener la


patena con hostias o el cáliz, según sea el caso, para que los fieles puedan comulgar por
intinción, es decir, el sacerdote moja la hostia consagrada en el cáliz con la sangre de
Cristo y así comulga él y le da la comunión a los fieles.

Después de la comunión: el acolito entrega el platillo al sacerdote o al diacono, para que


lo purifique. Luego, si no hay diacono o ceremoniero, recoge todos los vasos sagrados
que están en el altar, así como el corporal, los purificadores, el atril del misal romano, etc.,
y los lleva a la credencia para que diacono, el sacerdote o el mismo acolito termine de
hacer las purificaciones y finalmente arregle la credencia para que quede bien limpia y
ordenada. Al concluir todo esto, va a su lugar y espera a que termine la celebración.

En la bendición final: después de la oración y antes de la bendición final, se forma con


los demás acólitos y una vez recibida la bendición hace la genuflexión al santísimo y la
reverencia al altar y va, con todos ellos, en procesión a la sacristía.

En la sacristía: al llegar todos, hace reverencia al Cristo que está en la sacristía o a la


cruz procesional, con la cual se concluye la celebración eucarística.

El acolito ayuda al sacristán a recoger y a guardar todo lo que se quedo en la credencia y


a llevarlo a la sacristía.

EL ACOLITO DEL LIBRO

Es el encargado de llevar el Misal Romano y el libro de la oración universal de los fieles.

LOS ACOLITOS DE LA MITRA Y EL BACULO

Son los encargados de ayudar al obispo a detener la mitra y el báculo, llevan siempre un
paño de hombros para sostenerlos.

LECTORADO

Las funciones del Lector son:

-Proclamación de la Palabra, excepto el Evangelio.

-Salmista.

-Director de canto.

-Intencionista en la Oración de los fieles.

-Monitor o comentador.

-Catequista litúrgico.

-Instructor de lectores ocasionales.


GENERALIDADES

Lo más noble que hacen los laicos en la celebración litúrgica no son los
ministerios sino su participación. (IGMR 62)

Todo ministerio en la comunidad se entiende como servicio y no como


privilegio de poder. (IGMR 60)

Estos ministerios deben concebirse desde una visión de pastoral de conjunto:

- Dentro de la programación de la vida comunitaria, que tiene en cuenta las diversas


funciones de sus miembros esta el equipo de animación litúrgica con sus diversos
ministerios (para ello coordinación es la palabra clave: un buen ministro sabe trabajar en
equipo).

- Que los laicos que actúan en la celebración aportando sus ministerios, no limiten su
trabajo a este campo de la liturgia. Por eso es bueno que tengan otro apostolado (el lector
que intervenga en la catequesis, prepare a otros lectores, intervenga en la organización
de cursos bíblicos).

d) Los ministerios, a ser posible, deberían distribuirse entre varios y no acumularse en


una persona.

e) Todo ministro se supone que tiene un conocimiento técnico de su intervención, y por lo


tanto requiere una preparación.

Los ministros ganarían eficacia en su servicio a la comunidad si recibieran una formación


bíblica y litúrgica.

Todos estos ministerios no son sólo técnicos, sino que piden ser hechos desde una
actitud de fe y de sensibilidad litúrgica

MINISTERIO EXTRAORDINARIO DE LA COMUNION

Es un ministerio laical contemplado en la Iglesia Católica y estipulado en el Canon 230,


párrafo tercero del Derecho Canónico que dice: “Donde lo aconseje la necesidad de la
Iglesia y no haya ministros, pueden los laicos, aunque no sean lectores ni acólitos,
suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra,
presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada Comunión según
la prescripción del derecho”. Y en el canon siguiente (231) establece que para ejercer
este ministerio laical se requiere de la debida formación, conciencia y generosidad.

De esta manera los laicos pueden ayudar en una forma activa a los párrocos en la
distribución de la Comunión, tanto en la misa como fuera de ella.
Para la constitución de este ministerio se requiere la existencia de una necesidad dentro
de la Iglesia. El documento pontificio Immensae caritatis establece específicamente los
casos en que la Iglesia considera que existe esa necesidad y son los siguientes:

a) Que no haya sacerdote, diácono o acólito que pueda repartir la comunión.

b) Que habiéndolos, no puedan administrar la comunión por impedírselo otro ministerio


pastoral, o la falta de salud o la edad avanzada.

c) Que sean tantos fieles los que pidan la comunión que sería preciso alargar demasiado
la Misa o la distribución de la comunión fuera de ella.

De esta manera podemos estar seguros de que la Iglesia siempre mira por las
necesidades de sus hijos. Y de esta manera, bien sea por criterios de practicidad para
obviar filas inmensas que retraerían a muchos de acercarse a recibir la comunión o
prácticamente no daría tiempo de repartirla, o ante la falta de sacerdotes o personas
idóneas como en el caso de las misiones, la Iglesia vela por hacer accesible el Cuerpo de
Cristo a quien lo necesite.

Para recibir este ministerio el mismo documento Immensae caritatis pide que el fiel,
hombre o mujer que será instituido como ministro extraordinario de la Eucaristía deba
estar adecuadamente instruido y ser recomendable por su vida, por su fe y por sus
costumbres. Incluso utiliza unas palabras muy exactas sobre la idoneidad de la persona,
que transcribo a continuación. “No sea elegido nadie cuya designación pudiera causar
admiración a los fieles”.

CONDICIONES Y MANERA DE RECIBIR LA SAGRADA COMUNIÓN

Si la comunión es bajo las dos especies será el acólito quien ofrezca el cáliz y si
es por intención sostiene el cáliz. Si falta un acólito instituido y fuese necesario también la
podría distribuir una persona asignada de manera ocasional, sin excluir a las mujeres. En
definitiva, tanto los acólitos instituidos como los ocasionales sólo la repartirán en caso de
necesidad (excesivo número de fieles, dificultades de movilidad por parte del presidente,
difícil acceso a algunas zonas).

En ningún caso se debe permitir a los no ordenados distribuirla sin causa


justificada y mucho menos como muestra de “reconocimiento o premio” a algún miembro
de la comunidad. Siempre lo harán en ausencia o imposibilidad de los ministros ordinarios
o extraordinarios.

Sobre las condiciones para recibirla recordamos que el ayuno eucarístico sigue
vigente: “Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía ha de abstenerse de tomar cualquier
alimento y bebida al menos una hora antes de la sagrada comunión, a excepción del
agua y las medicinas (CDC n° 919). Se exceptúa a los ancianos, a los enfermos y a
quienes los cuidan así como al sacerdote que oficie dos o tres Eucaristías en el mismo
día. Debiendo guardar el ayuno sólo para la primera Eucaristía.
Además, no pueden recibirla los excomulgados ni los que tengan conciencia de
hallarse en pecado grave. Si ocurre motivo grave y no se tiene posibilidad de confesarse
sacramentalmente se puede recibir la comunión, están do obligado a confesar cuanto
antes se pueda (CDC 916). Sobre repetir la comunicación está permitido recibirla una
segunda vez en el mismo día, siempre dentro de la celebración eucarística en la que se
participe (CDC 917). También los fieles pueden recibir la comunión fuera de la Misa,
siempre que lo pidan por causa justa aunque lo recomendable es recibirla siempre dentro
de la celebración eucarística.

Sobre la forma de recibirla por parte de los fieles depende de si se hace bajo una o
las dos especies. En cualquier caso es preciso aclarar que bajo una cualquiera de las dos
especies está Cristo entero. Los frutos de la comunión no se incrementan por comulgar
bajo las dos especies.

El Misal establece: “El sacerdote toma la patena o el copón, y se aproxima a los


que van a comulgar, quienes de ordinario se acercan procesionalmente. No está
permitido a los fieles tomar por sí mismos el pan consagrado ni el cáliz sagrado, ni mucho
menos que se lo pasen entre sí de mano en mano. Los fieles comulgan de rodillas o de
pie, según lo establezca la Conferencia episcopal. Cuando comulgan de pie, se
recomienda hacer, antes de recibir el Sacramento, la debida reverencia, establecida por
las mismas normas” (OGMR 160). Se refiere a inclinación de cabeza. Los fieles pueden
recibir la comunión en la boca o en la mano. Si lo hacen en la mano deben colocar la
mano izquierda sobre la derecha para recibir la Hostia en la mano izquierda y cogerla con
la derecha para llevarla a la boca. Debe consumirse íntegramente delante del sacerdote y
no irse con la Hostia en la mano. El sacerdote dirá: “El cuerpo de Cristo” respondiendo
con un Amén.

Bajo las dos especies, además de los religiosos, la pueden recibir los fieles según
el criterio de su sacerdote que lo considere pastoralmente oportuno.

Si es bajo las dos especies no está permitido que los fieles reciban primero la
Hostia en la mano y luego la mojen ellos mismos en el Cáliz. “Si la comunión se hace por
intención, el que va a comulgar, sosteniendo la patena bajo la boca, se acerca al
sacerdote, que tiene el cáliz y a su lado al ministro que sostiene el recipiente con las
partículas consagradas. El sacerdote toma la Hostia, la moja parcialmente en el Cáliz y
mostrándola dice: “El cuerpo y la Sangre de Cristo”; el comulgante responde “Amén”,
recibiéndola en la boca de mano del sacerdote al Sacramento, y luego se retira”. (OGMR
287). Si es bebido del Cáliz, primero se tomará la Hostia y posteriormente el sacerdote
ofrecerá el Cáliz para beber de él.

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