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HORA SANTA REPARADORA Y DESAGRAVIO AL SANTISIMO SACRAMENTO

ESTACIÓN I:
Señor Jesús, arrodillados ante ti, reconociendo tu presencia real en el Santísimo
Sacramento. Te agradecemos inmensamente tu permanencia con nosotros, y la fe
que nos ha dado. Con profundo dolor sentimos que tantos hombres, redimidos por
ti, te olviden y ofendan; que en tantos sagrarios estés solitario y en tantos hogares
no seas invitado. Nosotros, arrepentidos de nuestros pecados, queremos en la
medida de nuestras fuerzas hacerte compañía por cuantos te abandonan, y
dedicarte completamente nuestra vida, como ofrenda y desagravio a tu corazón
pleno de amor hacia nosotros. Santa María, Madre nuestra, confiamos en ti
Inmaculado Corazón que nos alcances gracias para perseverar en la fe,
animarnos por la esperanza y vivir la caridad, como satisfacción por todos
nuestros pecados y para la salvación del mundo.

PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA

ESTACIÓN II:
¡Oh dulce Corazón de Jesús! Tú que desde la cruz suplicaste por tus verdugos, y
por los hombres de todos los tiempos diciendo: “Padre, perdónales porque no
saben lo que hacen”, perdona a todos los que cegados por su pasión o su
ignorancia ocasionan el mal a su prójimo, particularmente a los más indefensos e
inocentes Solo en ti encontramos la redención, el perdón y la paz. Junto a tu amor
que de “una vez para siempre “se ensanchó desde la cruz para abarcar y perdonar
a la humanidad, queremos unirnos y ofrecernos también nosotros, tu Cuerpo
Místico, para completar y aplicar en nosotros los frutos perennes de tu redención.
Recibe el amor que humildes t e expresamos con nuestra comunión espirituales.
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA

En adoración profunda, pongámonos en la presencia de Dios.


Pidamos luz y fuego de amor al Espíritu Santo, para que consuma nuestro
corazón y le purifique de todo pecado o afecto desordenado, a la Santísima
Virgen, para que sea nuestra Madre y Maestra, enséñanos a amar a tu Hijo Jesús,
con aquel purísimo amor suyo.

Que la gracia divina venga a nuestras pobres almas, para poder glorificarte en
esta Hora Santa, que te ofrecemos con intención de reparar, desagraviar y
hacernos compañía por los abandonos, ultrajes e ingratitudes recibidas de todas
las criaturas de la tierra.

Ahora vayamos en espíritu al huerto de Getsemaní, entremos en silencio, almas


reparadoras, sobrecogido nuestro corazón por el temor y anhelo de reparación,
vayamos, escuchemos la voz angustiosa y doliente de Jesús, que se debate en la
más espantosa de las agonías.

Soledad inmensa, su humanidad abatida en el suelo. ¿Sera posible que un Dios


haya llegado hasta esto? Y, ello por todos los pecados de la humanidad, por los
nuestros, en particular.

Contemplemos, como su dolor llega a la máxima intensidad, más que por la


proximidad de su pasión, por tantas ingratitudes y faltas de correspondencia.

Piensa que su Pasión será infructuosa para muchas almas; agudo dolor le
estremece. Sus dolores, se vuelven agonía torturante. Corre junto a sus discípulos
predilectos y les encuentra dormidos.

¡Sus mejores, sus más íntimos amigos no pueden velar una hora con el Maestro!
Llama a su Padre, pidiéndole pase el cáliz y solo encuentra soledad y abandono.
¿Acaso también los Cielos se cerraron? Más no, un Ángel baja a confortarle en
su desfallecimiento.

Jesús: escúchenme almas reparadoras; soy Yo, su Jesús, pero destrozado,


agonizando en cruel tormento, abandonado de todos, hambriento, con hambre de
la gloria de mi Padre, sediento, con sed de todas las almas, destrozado en todo mi
cuerpo, por el más espantoso de todos los suplicios.

¿No los mueve a compasión el estado en que me hallo? ¿No quieren abrirme las
puertas de su corazón, para que al menos en él encuentre reposo y consuelo? ¿Si
pudieran comprender mi gran amor a todas las almas! y, como las busca mi
Misericordia, no dudarían ni un instante en dármelo todo, y no solo esto, sino que
su vivir sería una fiel reproducción de mi vida, mis dolores serían los suyos,
sintiendo en la propia carne las ingratitudes y pecados que a Mi se me hace.
Anhelo, necesito almas reparadoras a través de todos los siglos, y en todos los
rincones de la tierra; son los pararrayos de la Justicia Divina; las oraciones y
lágrimas de estas almas, son de un poder infinito ante el Padre, pues van unidas a
mis intenciones.

“No teman, pequeña grey, para hacerlos a semejanza mía, han de abrazarse a la
Cruz del dolor, de la persecución, de la calumnia, de la pobreza”.

Mi gracia no les faltara. Sin Mi nada pueden hacer: “Conmigo lo pueden todo”,
pero me gustan las almas desprendidas.

“Instituí la Eucaristía, sufrí la agonía de Getsemaní; la traición de Judas; la


negación de Pedro, el inicuo proceso; verme pospuesto a Barrabas; la flagelación
y coronación de espinas, las burlas y los escarnios; la calle de la Amargura; el
dolor de mi Madre, ese Corazón purísimo traspasado y amargado con todas las
amarguras de la tierra.

La Crucifixión; mi muerte afrentosa, y por último la lanzada del soldado Longinos,


abriéndome mi costado para dejar paso a las torrenteras de mis gracias, de mis
misericordias, de mi amor.

“El amor inmenso de un Dios, decreto mi Encarnación, y con pasmo de Cielo y


tierra quise bajar a ella; tomé naturaleza humana, en el seno purísimo de una
Virgen; nací en pobre establo, viniendo a buscar a los hombres de buena voluntad,
que siempre me encontrarían, revistiéndome de su carne, de su corazón, de sus
sentimientos.

Estuve sujeto a frío, privaciones, a trabajos. A pesar de ser Dios, obedecí a mis
padres y les estuve sujeto a mi muerte, ¿Adivinan porque hice esto? Por amor, mi
gran amor a las almas.

Pude consumar la Redención, sin verter ni una gota de mi sangre, tan solo con mi
poder bastaba para salvar a todas las almas.

Pero necesitaba hacerlos comprender, como ama Dios a sus criaturas y hasta qué
punto me llevo este amor.

Desde el momento en que quede consumado, el Sacrificio del Calvario quedó la


Humanidad redimida con mi propia Sangre, al pie de la Cruz se consumó y rubricó
en mi Madre.
Ella me arranca todas las gracias y favores, es la mediadora de todas las gracias,
intercesora, y todos los que en sus necesidades recurren a Ella con fe y confianza,
alcanzaran cuanto pidan por difícil e imposible que parezca.

En las sombras de la noche se suceden los más horrendos crímenes; pecados de


apostasía, desenfreno de todas las pasiones, el poder de las tinieblas como un día
en Getsemaní, vuelve a la hora actual con más intensidad y virulencia que nunca.

La gente quiere divertirse, no escatima medio para hacerlo, saltando por encima
de las leyes morales y divinas…

¡Pobre humanidad corrompida y anegada por todos los pecados capitales!”

¿Y qué puedo decir de tantos sacrilegios, profanaciones, y lo que es más terrible,


apostasías de los míos, de aquellos a quienes ungí con órdenes sagradas a través
de Pedro?

¿Acaso todo esto no es bastante para renovar de continuo la agonía de


Getsemaní? ¿el Pretorio, La flagelación o clavarme en la Cruz desgarrando mis
miembros y abriendo mis llagas de nuevo?…

“Y, a ese grito desgarrador mío de ¡Tengo sed!, sed abrasadora de los míos; puse
mis delicias en estar con los hijos de los hombres y me dejar solo; en el más cruel
de los abandonos, niegan mi presencia en el Sagrario, pierden la fe porque han
dejado de orar, no hay tiempo para la oración para hablar conmigo, para escuchar
mi voz ni recoger mis quejas.

Los hombres no se entienden entre sí, con tanto ruido como hacen, ruido
ensordecedor de canciones, música, salas de fiesta, técnica y ciencia moderna,
mucho programar, muchas ideologías falsas.

¡Siempre la soberbia es la causa de todas las ruinas de la Humanidad, en todos


los tiempos!

Almas reparadoras su misión en la tierra es amar, amarme con todas sus fuerzas,
sin descanso, y amar a todos los hombres por Mí, esa es su misión, su fin.

Los contemplo aquí, muy cerca de mi Corazón y del de mi Bendita Madre; en el


silencio de la noche, unificados unos con otros para atraerme el consuelo de su
amor, reparación, penitencia, generosidad para calmar la sed inmensa que me
consume, para ser conocido y amado de todos.
Sí, tengo sed de amor de sacrificio, de amor oculto entre la humanidad y el
silencio de las pequeñas cosas de cada día, aceptadas con amor y espíritu de fe;
de amor puro limpio, que se da por entero, muriendo a los placeres de los
sentidos, para vivir del espíritu.

Así apagaran la sed de un Dios que dejo los Cielos, para ir en busca de los
pecadores.

El amor implica dolor y sacrificio, no tengan temor, mi gracia no les faltara, con ella
lo conseguirás todo.

Pídanme mucho, no vacilen en pedirme para las almas confiadas y generosas,


hay abundantes gracias, mis manos siempre están llenas de ellas para dejarlas
caer. Rueguen mucho por los pecadores, por mis Sacerdotes, almas consagradas,
por este caos y confusionismo, por esta ola de materialismo y soberbia, que lo
invade todo”.

¡Basta de pecados! La Justicia Divina está colmada, pero a pesar de todo, mi


amor sigue llamando, invitándoles incesantemente, ya con guerras sangrientas,
con terremotos, hambre, epidemias…

Mi Corazón arde en Misericordia, más que en justicia, pero la iniquidad de los


hombres es tan grande, que desprecian mi Misericordia y se ríen de mi Cielo.

¡Ay de ellos que no quieren oír mi voz y cumplir mis mandamientos! Quizás esta
muy próximo el día terrible en que los hombres queden paralizados de espanto.

Orar, orar y perseverar en ella, unirse a mis intenciones y a las de los Santos y
justos de la tierra, por las manos de mi Madre, para hacer una súplica ardiente al
Padre.

Antes de separarnos, les ruego hagan un propósito: Cada jueves por la noche,
busquen mi compañía en Getsemaní, estén un rato desde el lugar que se
encuentren en espíritu y oración.

Oremos unidos y pidamos Perdón y Misericordia por todos los pecados del
mundo. Canto

Todos “Jesús mío, yo creo, espero, adoro y te amo; te pido perdón por los que no
creen, no esperan, no te adoran, y no te aman” (tres veces).
Lector 1: Creemos que Tú, siendo Dios Hijo desde la eternidad, te encarnaste en
el tiempo en el seno virgen de María, por obra del Espíritu Santo, el Amor de Dios,
y que por lo tanto no hubo intervención humana alguna en tu Encarnación. Todos:
¡Señor, ten misericordia de nosotros!
Lector 2: Creemos que, siendo Dios Hijo, y sin dejar de ser Dios Hijo, te
encarnaste en el seno virgen de María Inmaculada, y asumiste una naturaleza
humana, un cuerpo y un alma, con los cuales te hiciste visible Tú, que eres el Dios
invisible. Todos: ¡Señor, ten misericordia de nosotros!
Lector 3: Creemos que naciste de una Madre Virgen, Madre que, por ser al
mismo tiempo Virgen, es el portento de los portentos, el Milagro de los milagros, la
Maravilla de todas las maravillas realizadas por la Trinidad. Todos: ¡Señor, ten
misericordia de nosotros!
Lector 4: Creemos que el primer nombre de tu Madre es el de “Madre de Dios”,
porque fue creada y concebida sin la mancha de la malicia original y llena del
Amor de Dios, para que fuera tu Madre en la tierra y te recibiera en su seno
virginal, purísimo y limpísimo, de manera que al encarnarte no extrañaras el seno
de tu Padre, seno en el que vives desde la eternidad. Todos: ¡Señor, ten
misericordia de nosotros!
Canto
Acto para desagraviar al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús
“Oh Corazón clementísimo de Jesús, divino propiciatorio, por el cual prometió el
Eterno Padre que oiría siempre nuestras oraciones: yo me uno contigo para
ofrecer a nuestro Eterno Padre este mi pobre y mezquino corazón, contrito y
humillado en su divino acatamiento, y deseoso de reparar cumplidamente sus
ofensas, en especial las que Tu recibes de continuo en la Eucaristía, y
señaladamente las que yo, por mi desgracia, también he cometido.
Quisiera, divino Corazón, lavar con lágrimas y borrar con sangre de mis venas las
ingratitudes con que todos hemos pagado tu tierno amor. Junto mi dolor, aunque
tan leve, con aquella angustia mortal que te hizo en el huerto sudar sangre a la
sola memoria de nuestros pecados.
Ofrécelo, Señor, a nuestro Eterno Padre, unido con tu amabilísimo Corazón. Dale
infinitas gracias por los grandes beneficios que nos hace continuamente, y supla tu
amor nuestra ingratitud y olvido.
Concédeme la gracia de presentarme siempre con gran veneración ante el
acatamiento de tu divina Majestad, para resarcir de algún modo las irreverencias y
ultrajes que en tu presencia me atreví a cometer, y que de hoy en adelante me
ocupe con todo mi corazón en atraer con palabras y ejemplos muchas almas para
que te conozcan y gocen las delicias de tu Corazón.
Desde este momento me ofrezco y dedico del todo a dilatar la gloria de este
sacratísimo y dulcísimo Corazón Eucarístico. Lo elijo por el blanco de todos mis
afectos y deseos, y desde ahora para siempre constituyo en él mi perpetua
morada, reconociéndole, adorándole y amándole con todas mis ansias, porque es
el Corazón de mi amabilísimo Jesús, de mi Rey y soberano dueño, Esposo de mi
alma, Pastor y Maestro, verdadero Amigo, amoroso Padre, Guía segura, firmísimo
Amparo y Bienaventuranza. Amén”.
Oración de desagravio a Jesús Sacramentado
Señor perdona todos los sacrilegios eucarísticos. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todas las santas comuniones indignamente recibidas. (Te lo ruego
escúchame).
Señor perdona todas las profanaciones al Santísimo Sacramento del altar. (Te lo
ruego escúchame).
Señor perdona todas las irreverencias en la Iglesia. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todas las profanaciones, desprecios y abandono de los sagrarios.
(Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todos los que han abandonado la iglesia. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todo desprecio de los objetos sagrados. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todos los que pasaron a las filas de tus enemigos. (Te lo ruego
escúchame).
Señor perdona todos los pecados del ateísmo. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todos los insultos a tu santo nombre. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona toda la frialdad e indiferencia contra tu amor de redentor. (Te lo
ruego escúchame).
Señor perdona todas las irreverencias y calumnias contra el Santo Padre. (Te lo
ruego escúchame).
Señor perdona todo desprecio de los obispos y sacerdotes. (Te lo ruego
escúchame).
Señor perdona todo desprecio hacia la santidad de la familia. (Te lo ruego
escúchame).
Señor perdona todo desprecio a la vida humana. (Te lo ruego escúchame).

Dirigente: Ahora pausadamente vayamos haciendo unas Letanías de Reparación,


a Jesús Eucaristía.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad. –
En este primer grupo de invocaciones, los fieles responden: Ten piedad de
nosotros.
Dios Padre Misericordioso, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Camino, Verdad y Vida para el hombre, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Sagrada Hostia, Amor oculto de Dios, ten piedad de nosotros.
Sagrada Hostia, Vida Divina para los Hijos de Dios, ten piedad de nosotros.
Sagrada Hostia, Semilla de Eternidad, ten piedad de nosotros.
Sagrada Hostia, Multiplicada en el Altar para dar Vida al mundo, ten piedad de
nosotros.
Sagrada Hostia, Que has acampado entre los tuyos y no Te reciben, ten piedad de
nosotros.
Sagrada Hostia, Levadura de Unidad entre los que conocen tu Evangelio, ten
piedad de nosotros.
Sagrada Hostia, Aniquilada sobre el Altar para dar fortaleza a los humildes, ten
piedad de nosotros.
Sagrada Hostia, Ultrajada por las blasfemias de los hombres, ten piedad de
nosotros.
Sagrada Hostia, Desconsiderada por los soberbios, ten piedad de nosotros.
Sagrada Hostia, Profanada por los impíos, ten piedad de nosotros.
Sagrada Hostia, Abandonada por los impíos, ten piedad de nosotros.
Sagrada Hostia, Víctima de Reparación por los pecados del mundo, ten piedad de
nosotros.
- En las siguientes peticiones se responde: Padre, perdónalos, no saben lo que
hacen.
Por todas las blasfemias contra el Santo Nombre de Dios.
Por la profanación de los Domingos.
Por las faltas de respeto y devoción en tu Santo Templo.
Por la degradación de la Liturgia en tu Santo Servicio.
Por la pérdida del espíritu de Adoración.
Por la frialdad con que te tratan muchos sacerdotes.
Por la falta de “apetito” hacia el Pan de la Vida.
Por la indiferencia de los que a diario pasan por delante de tu Santo Templo.
Por los sacrilegios con que se profana el Sacramento del Amor.
Por tantas Comuniones indignas.
Por el abandono de tantos Sagrarios en los que Tú nos esperas.
Por las infidelidades de aquellos que se alimentan de Ti.
Por los que viven alejados de la Única Iglesia que Tú fundaste.
Se responde: Señor perdónanos.
Porque no te amamos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas
nuestras fuerzas.
Porque no amamos a nuestros hermanos como Tú nos amas.
Porque no tenemos deseos de Perfección.
Por tu amarga tristeza al ver la pérdida de tantas almas.
Por tu Pasión Eucarística.
- A continuación, se responde: Te rogamos, óyenos
Nosotros, pecadores, te rogamos óyenos.
Que nos perdones, te rogamos óyenos.
Que nos hagas conocer tu Amor por nosotros en el Santísimo Sacramento, te
rogamos óyenos.
Que nos concedas vivir en Ti, por Ti, de Ti, y para Ti, a los que nos alimentamos
de tu Cuerpo y de tu sangre, te rogamos óyenos.
Que nos permitas ser testigos de tu Amor Sacramentado, te rogamos óyenos.
Que te dignes aceptar nuestra humilde reparación por el Inmaculado Corazón de
María, la Primera Reparadora. te rogamos óyenos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del Mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del Mundo, escúchanos, Señor. Cordero
de Dios, que quitas los pecados del Mundo, ten piedad de nosotros.
Dirigente: ahora hermanos, les invito a decir juntos la siguiente oración,
hagámosla pausadamente:
Todos: “Oh Jesús, que eres profanado en nuestras iglesias a manos de quienes
no te aman, te adoro en todas las partículas esparcidas, y destrozadas. Tómame
por tu Sagrario, por tu Trono, por tu Altar. Me reconozco indigno de ello. Mas Tú
quieres estar entre los que te aman, y yo te amo por mí y por quien no te ama.
Que el dolor me empuje a amarte más, a fin de que llegue a ser digno ornamento
para recibirte a Ti, que quieres ser semejante a nosotros en este tiempo de
incredulidad y agresión a tu Iglesia y tu eucaristía. Que mi amor sea lámpara que
arda delante de Ti, Santísimo Señor y mi oración, sea incienso que sube en tu
presencia”. Amén.

ORACIÓN DE SELLAMIENTO CON LA SANGRE DE CRISTO Señor Jesús, en


tu nombre y con el Poder de tu Sangre Preciosa, sellamos toda persona, hechos o
acontecimientos a través de los cuales el enemigo nos quiera hacer daño. Con el
Poder de la Sangre de Jesús, sellamos toda potestad destructora en el aire, en la
tierra, en el agua, en el fuego, debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas de la
naturaleza, en los abismos del infierno y en el mundo en el cual nos movemos
hoy. Con el Poder de la Sangre de Jesús, rompemos toda interferencia y acción
del maligno.  Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares y lugares de
trabajo a la Santísima Virgen
acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael y toda su corte de Santos
Ángeles. Con el Poder de la Sangre de Jesús, sellamos nuestra casa, todos los
que la habitan (nombrar a cada una de ellas), las personas que el Señor enviará a
ella, así como los alimentos y los bienes que Él generosamente nos envía para
nuestro sustento. Con el Poder de la Sangre de Jesús, sellamos tierra, puertas,
ventanas, objetos, paredes, pisos y el aire que respiramos y en fe colocamos un
círculo de Su Sangre alrededor de toda nuestra familia. Con el Poder de la Sangre
de Jesús, sellamos los lugares en donde vamos a estar este día, y las personas,
empresas o instituciones con quienes vamos a tratar (nombrar a cada una de
ellas). Con el Poder de la Sangre de Jesús, sellamos nuestro trabajo material y
espiritual, los negocios de toda nuestra familia, y los vehículos, las carreteras, los
aires, las vías y cualquier medio de transporte que habremos de utilizar. Con Tu
Sangre preciosa, sellamos los actos, las mentes y los corazones de todos
los habitantes y dirigentes de nuestra Patria a fin de que Tu Paz y Tu Corazón al
fin reinen en ella. Te agradecemos Señor por Tu Sangre y por Tu Vida, ya que
gracias a Ellas hemos sido salvados y somos preservados de todo lo malo.  Amén.
SELLAMIENTO PERSONAL
Hoy quiero que selles mi vida personal con todas mis pertenencias. 
Yo (N, N) sello mi salvación con la sangre preciosa de Jesucristo, para que todos
mis afectos sean cubiertos.
Yo, (N, N) sello mi corazón para que no entre ningún espíritu de rencor, miedo,
tristeza, amargura. 
Yo (N, N) sello mi voluntad para que este siempre presta a hacer el bien que yo
quiero y no hacer el mal que no quiero.
Yo (N,N) sello mi mente para que entre solo pensamientos que me permitan
alcanzar el gozo, la paz, para que cambiando mi manera de pensar cambie mi
manera de vivir. 
Yo (N,N) sello con la preciosa sangre de Jesucristo mi cuerpo para que reciba
salud, sea protegida del pecado, de enfermedades, adulterio y accidentes. 
Yo (N,N) sello con la preciosa sangre de Jesucristo mi pasado para que toda
herida que esté haciendo daño sea sanada con tu sangre bendita.
Yo (N,N) sello mi presente para que todas mis actividades sean cubiertas con tu
sangre preciosa. 
Yo (N,N) sello mi futuro para que mis planes y proyectos sean preservados de
toda influencia del mal.
Yo (N,N) sello con la preciosa sangre de Jesucristo a mi hijo (diga el nombre de el
o de ellos) para que sean protegidos. 
Yo (N,N) sello mi economía, enséñame a dar para recibir. 
Yo (N,N) sello mi boca para que mis palabras sean de bendición y no de
maldición. 
Yo (N,N) sello mis oídos para solo escuche la voz de Dios y así hacer su
voluntad. 
Yo (N, N) sello mis manos para que trabajen en tu obra y para el beneficio de los
demás.

Dirigente: Bendito y alabado, adorado y amado seas por siempre Jesús, en los
corazones de los hombres que Tu creaste.
Dirigente: Jesús Eucaristía, Hijo eterno del Padre, nacido en el tiempo en el seno
virgen de María, nos despedimos, no sin antes reiterar nuestro dolor por las
ofensas que recibes de quienes te han olvidado, que te desechan sin pensar en tu
Amor, que no quieren reconocerte, que te posponen por los ídolos falsos y vanos
del mundo. Nos retiramos, pero queden nuestros corazones al pie de tu altar, para
que en todo momento te adoren y canten tus alabanzas, como anticipo de la
adoración y alabanza que te tributaremos por la eternidad, por tu infinita
misericordia. No tengas en cuenta las ofensas de nuestros hermanos, perdónalos,
porque “no saben lo que hacen” (Lc 23, 34), porque si lo supieran, jamás se
atreverían a profanar la Eucaristía; Unimos nuestras humildes reparaciones a las
que Tú haces en la Cruz y en la Eucaristía; míranos con la mirada de la Cruz, que
es la mirada de tu Divina Misericordia; perdónanos y ven, Señor Jesús, para que
conviertas a este mundo, con tu Presencia, en un anticipo del Paraíso celestial.
Todos: “Jesús mío, yo creo, yo espero, te adoro y te amo; te pido perdón por los
que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

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