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ESTACIÓN I:
Señor Jesús, arrodillados ante ti, reconociendo tu presencia real en el Santísimo
Sacramento. Te agradecemos inmensamente tu permanencia con nosotros, y la fe
que nos ha dado. Con profundo dolor sentimos que tantos hombres, redimidos por
ti, te olviden y ofendan; que en tantos sagrarios estés solitario y en tantos hogares
no seas invitado. Nosotros, arrepentidos de nuestros pecados, queremos en la
medida de nuestras fuerzas hacerte compañía por cuantos te abandonan, y
dedicarte completamente nuestra vida, como ofrenda y desagravio a tu corazón
pleno de amor hacia nosotros. Santa María, Madre nuestra, confiamos en ti
Inmaculado Corazón que nos alcances gracias para perseverar en la fe,
animarnos por la esperanza y vivir la caridad, como satisfacción por todos
nuestros pecados y para la salvación del mundo.
ESTACIÓN II:
¡Oh dulce Corazón de Jesús! Tú que desde la cruz suplicaste por tus verdugos, y
por los hombres de todos los tiempos diciendo: “Padre, perdónales porque no
saben lo que hacen”, perdona a todos los que cegados por su pasión o su
ignorancia ocasionan el mal a su prójimo, particularmente a los más indefensos e
inocentes Solo en ti encontramos la redención, el perdón y la paz. Junto a tu amor
que de “una vez para siempre “se ensanchó desde la cruz para abarcar y perdonar
a la humanidad, queremos unirnos y ofrecernos también nosotros, tu Cuerpo
Místico, para completar y aplicar en nosotros los frutos perennes de tu redención.
Recibe el amor que humildes t e expresamos con nuestra comunión espirituales.
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA
Que la gracia divina venga a nuestras pobres almas, para poder glorificarte en
esta Hora Santa, que te ofrecemos con intención de reparar, desagraviar y
hacernos compañía por los abandonos, ultrajes e ingratitudes recibidas de todas
las criaturas de la tierra.
Piensa que su Pasión será infructuosa para muchas almas; agudo dolor le
estremece. Sus dolores, se vuelven agonía torturante. Corre junto a sus discípulos
predilectos y les encuentra dormidos.
¡Sus mejores, sus más íntimos amigos no pueden velar una hora con el Maestro!
Llama a su Padre, pidiéndole pase el cáliz y solo encuentra soledad y abandono.
¿Acaso también los Cielos se cerraron? Más no, un Ángel baja a confortarle en
su desfallecimiento.
¿No los mueve a compasión el estado en que me hallo? ¿No quieren abrirme las
puertas de su corazón, para que al menos en él encuentre reposo y consuelo? ¿Si
pudieran comprender mi gran amor a todas las almas! y, como las busca mi
Misericordia, no dudarían ni un instante en dármelo todo, y no solo esto, sino que
su vivir sería una fiel reproducción de mi vida, mis dolores serían los suyos,
sintiendo en la propia carne las ingratitudes y pecados que a Mi se me hace.
Anhelo, necesito almas reparadoras a través de todos los siglos, y en todos los
rincones de la tierra; son los pararrayos de la Justicia Divina; las oraciones y
lágrimas de estas almas, son de un poder infinito ante el Padre, pues van unidas a
mis intenciones.
“No teman, pequeña grey, para hacerlos a semejanza mía, han de abrazarse a la
Cruz del dolor, de la persecución, de la calumnia, de la pobreza”.
Mi gracia no les faltara. Sin Mi nada pueden hacer: “Conmigo lo pueden todo”,
pero me gustan las almas desprendidas.
Estuve sujeto a frío, privaciones, a trabajos. A pesar de ser Dios, obedecí a mis
padres y les estuve sujeto a mi muerte, ¿Adivinan porque hice esto? Por amor, mi
gran amor a las almas.
Pude consumar la Redención, sin verter ni una gota de mi sangre, tan solo con mi
poder bastaba para salvar a todas las almas.
Pero necesitaba hacerlos comprender, como ama Dios a sus criaturas y hasta qué
punto me llevo este amor.
La gente quiere divertirse, no escatima medio para hacerlo, saltando por encima
de las leyes morales y divinas…
“Y, a ese grito desgarrador mío de ¡Tengo sed!, sed abrasadora de los míos; puse
mis delicias en estar con los hijos de los hombres y me dejar solo; en el más cruel
de los abandonos, niegan mi presencia en el Sagrario, pierden la fe porque han
dejado de orar, no hay tiempo para la oración para hablar conmigo, para escuchar
mi voz ni recoger mis quejas.
Los hombres no se entienden entre sí, con tanto ruido como hacen, ruido
ensordecedor de canciones, música, salas de fiesta, técnica y ciencia moderna,
mucho programar, muchas ideologías falsas.
Almas reparadoras su misión en la tierra es amar, amarme con todas sus fuerzas,
sin descanso, y amar a todos los hombres por Mí, esa es su misión, su fin.
Así apagaran la sed de un Dios que dejo los Cielos, para ir en busca de los
pecadores.
El amor implica dolor y sacrificio, no tengan temor, mi gracia no les faltara, con ella
lo conseguirás todo.
¡Ay de ellos que no quieren oír mi voz y cumplir mis mandamientos! Quizás esta
muy próximo el día terrible en que los hombres queden paralizados de espanto.
Orar, orar y perseverar en ella, unirse a mis intenciones y a las de los Santos y
justos de la tierra, por las manos de mi Madre, para hacer una súplica ardiente al
Padre.
Antes de separarnos, les ruego hagan un propósito: Cada jueves por la noche,
busquen mi compañía en Getsemaní, estén un rato desde el lugar que se
encuentren en espíritu y oración.
Oremos unidos y pidamos Perdón y Misericordia por todos los pecados del
mundo. Canto
Todos “Jesús mío, yo creo, espero, adoro y te amo; te pido perdón por los que no
creen, no esperan, no te adoran, y no te aman” (tres veces).
Lector 1: Creemos que Tú, siendo Dios Hijo desde la eternidad, te encarnaste en
el tiempo en el seno virgen de María, por obra del Espíritu Santo, el Amor de Dios,
y que por lo tanto no hubo intervención humana alguna en tu Encarnación. Todos:
¡Señor, ten misericordia de nosotros!
Lector 2: Creemos que, siendo Dios Hijo, y sin dejar de ser Dios Hijo, te
encarnaste en el seno virgen de María Inmaculada, y asumiste una naturaleza
humana, un cuerpo y un alma, con los cuales te hiciste visible Tú, que eres el Dios
invisible. Todos: ¡Señor, ten misericordia de nosotros!
Lector 3: Creemos que naciste de una Madre Virgen, Madre que, por ser al
mismo tiempo Virgen, es el portento de los portentos, el Milagro de los milagros, la
Maravilla de todas las maravillas realizadas por la Trinidad. Todos: ¡Señor, ten
misericordia de nosotros!
Lector 4: Creemos que el primer nombre de tu Madre es el de “Madre de Dios”,
porque fue creada y concebida sin la mancha de la malicia original y llena del
Amor de Dios, para que fuera tu Madre en la tierra y te recibiera en su seno
virginal, purísimo y limpísimo, de manera que al encarnarte no extrañaras el seno
de tu Padre, seno en el que vives desde la eternidad. Todos: ¡Señor, ten
misericordia de nosotros!
Canto
Acto para desagraviar al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús
“Oh Corazón clementísimo de Jesús, divino propiciatorio, por el cual prometió el
Eterno Padre que oiría siempre nuestras oraciones: yo me uno contigo para
ofrecer a nuestro Eterno Padre este mi pobre y mezquino corazón, contrito y
humillado en su divino acatamiento, y deseoso de reparar cumplidamente sus
ofensas, en especial las que Tu recibes de continuo en la Eucaristía, y
señaladamente las que yo, por mi desgracia, también he cometido.
Quisiera, divino Corazón, lavar con lágrimas y borrar con sangre de mis venas las
ingratitudes con que todos hemos pagado tu tierno amor. Junto mi dolor, aunque
tan leve, con aquella angustia mortal que te hizo en el huerto sudar sangre a la
sola memoria de nuestros pecados.
Ofrécelo, Señor, a nuestro Eterno Padre, unido con tu amabilísimo Corazón. Dale
infinitas gracias por los grandes beneficios que nos hace continuamente, y supla tu
amor nuestra ingratitud y olvido.
Concédeme la gracia de presentarme siempre con gran veneración ante el
acatamiento de tu divina Majestad, para resarcir de algún modo las irreverencias y
ultrajes que en tu presencia me atreví a cometer, y que de hoy en adelante me
ocupe con todo mi corazón en atraer con palabras y ejemplos muchas almas para
que te conozcan y gocen las delicias de tu Corazón.
Desde este momento me ofrezco y dedico del todo a dilatar la gloria de este
sacratísimo y dulcísimo Corazón Eucarístico. Lo elijo por el blanco de todos mis
afectos y deseos, y desde ahora para siempre constituyo en él mi perpetua
morada, reconociéndole, adorándole y amándole con todas mis ansias, porque es
el Corazón de mi amabilísimo Jesús, de mi Rey y soberano dueño, Esposo de mi
alma, Pastor y Maestro, verdadero Amigo, amoroso Padre, Guía segura, firmísimo
Amparo y Bienaventuranza. Amén”.
Oración de desagravio a Jesús Sacramentado
Señor perdona todos los sacrilegios eucarísticos. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todas las santas comuniones indignamente recibidas. (Te lo ruego
escúchame).
Señor perdona todas las profanaciones al Santísimo Sacramento del altar. (Te lo
ruego escúchame).
Señor perdona todas las irreverencias en la Iglesia. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todas las profanaciones, desprecios y abandono de los sagrarios.
(Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todos los que han abandonado la iglesia. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todo desprecio de los objetos sagrados. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todos los que pasaron a las filas de tus enemigos. (Te lo ruego
escúchame).
Señor perdona todos los pecados del ateísmo. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona todos los insultos a tu santo nombre. (Te lo ruego escúchame).
Señor perdona toda la frialdad e indiferencia contra tu amor de redentor. (Te lo
ruego escúchame).
Señor perdona todas las irreverencias y calumnias contra el Santo Padre. (Te lo
ruego escúchame).
Señor perdona todo desprecio de los obispos y sacerdotes. (Te lo ruego
escúchame).
Señor perdona todo desprecio hacia la santidad de la familia. (Te lo ruego
escúchame).
Señor perdona todo desprecio a la vida humana. (Te lo ruego escúchame).
Dirigente: Bendito y alabado, adorado y amado seas por siempre Jesús, en los
corazones de los hombres que Tu creaste.
Dirigente: Jesús Eucaristía, Hijo eterno del Padre, nacido en el tiempo en el seno
virgen de María, nos despedimos, no sin antes reiterar nuestro dolor por las
ofensas que recibes de quienes te han olvidado, que te desechan sin pensar en tu
Amor, que no quieren reconocerte, que te posponen por los ídolos falsos y vanos
del mundo. Nos retiramos, pero queden nuestros corazones al pie de tu altar, para
que en todo momento te adoren y canten tus alabanzas, como anticipo de la
adoración y alabanza que te tributaremos por la eternidad, por tu infinita
misericordia. No tengas en cuenta las ofensas de nuestros hermanos, perdónalos,
porque “no saben lo que hacen” (Lc 23, 34), porque si lo supieran, jamás se
atreverían a profanar la Eucaristía; Unimos nuestras humildes reparaciones a las
que Tú haces en la Cruz y en la Eucaristía; míranos con la mirada de la Cruz, que
es la mirada de tu Divina Misericordia; perdónanos y ven, Señor Jesús, para que
conviertas a este mundo, con tu Presencia, en un anticipo del Paraíso celestial.
Todos: “Jesús mío, yo creo, yo espero, te adoro y te amo; te pido perdón por los
que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).