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Aun así, nuestro punto de mira será otra vez el capital industrial, o sea, el capital destinado a
producir mercancías (en la industria, la construcción, las comunicaciones, etc.) y que recorre todo
un circuito.
Hay que tener claro lo que se esconde detrás de la peculiar terminología de Marx. No debemos
confundir, por ejemplo, ni el capital industrial con el capital productivo; ni el capital comercial con
el capital mercantil; ni capital que devenga intereses con capital monetario (o dinerario).
Capital dinerario, capital productivo y capital mercantil designan, como veremos en seguida,
diversos momentos del recorrido por el que transita el capital industrial. Son formas que adquiere
el capital industrial.
Por contra, el capital que devenga intereses (a veces llamado también capital usurario o bancario),
se refiere a aquel capital que se valoriza con el préstamo; mientras que capital comercial es aquel
que se dedica al comercio y venta de mercancías al por mayor o al por menor. Estás dos formas de
capital no se tratan de manera pormenorizada en el Libro Segundo.
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Esta forma, en el caso del capital industrial, se puede dividir en tramos dando lugar a un proceso
cíclico donde prosperan tres mutaciones:
Para poder realizar el proceso de producción, el capitalista anticipa una suma de dinero (D)
destinada a comprar medios de producción (Mp) y fuerza de trabajo (fT).
Finalmente, las mercancías producidas (M’) deben intercambiarse por dinero (D’) para que la
producción se reanude, es decir, para asegurar la reproducción.
Obviamente, el capitalista se introduce en este laberinto con el fin de obtener una cantidad de
dinero superior a la originaria (D’= D+ Plusvalía).
El ciclo del capital-dinero (D- D’), pone de manifiesto que el capital se adelanta con la intención de
obtener al final, una cantidad de dinero mayor.
Al comienzo el capital aflora como una suma de disponibilidades monetarias destinada a financiar
la producción de una manera repetitiva.
Esta suma (D), que puede tener orígenes varios (aportaciones del propio capitalista, préstamos,
emisión de acciones y obligaciones, subvenciones, etc.), se desdobla para comprar unas
mercancías (M) que agruparemos en dos bloques: medios de producción (Mp) y fuerza de trabajo
(fT).
Lo peculiar de este paso no es, por tanto, la simple compra de mercancías, sino la tipología de las
mercancías compradas ya que se trata de los elementos materiales necesarios para la producción
mercantil.
Las magnitudes de los medios de producción y de la fuerza de trabajo que se deberán comprar,
obviamente, no serán arbitrarias, pues se condicionan recíprocamente: el volumen de las
instalaciones, máquinas y materias primas compradas determina el número de trabajadores
contratados y viceversa.
Como se puede ver, está serie de compras, sobrelleva, necesariamente, la compra de fuerza de
trabajo. Al adquirirla el empresario se compromete a pagar un salario que aparecerá como el
precio correspondiente a una totalidad de horas que debe trabajar el obrero y que conllevan el
tiempo necesario para reponer el valor de la fuerza de trabajo contratada más una adición de
trabajo sobrante.
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El dinero inicial, por tanto, no es capital por el hecho de ser dinero, sino por ser dinero destinado a
valorizarse. Pero el elemento que permitirá la valorización es la compra de fuerza de trabajo.
La transformación de dinero en fuerza de trabajo es posible por las relaciones sociales capitalistas
imperantes, donde, por una parte, los patronos disponen de los medios de producción y por la
otra, los obreros cuentan sólo con su fuerza de trabajo viéndose obligados a venderla para
subsistir.
Para desempeñar su papel de capitalista y contratar fuerza de trabajo, éste debe contar antes con
los recursos monetarios para disponer de los medios de producción con los que luego se pondrá
en contacto el obrero contratado.
Pero sin el empleo de la fuerza de trabajo, el capital-dinero no arranca plusvalía. Todo ello nos
viene a recordar que el dinero no opera como capital cuando el obrero compra mercancías y sí
que lo hace cuando el capitalista compra fuerza de trabajo y adquiere el derecho de explotarla.
Dicho de otra manera: es la utilización del dinero en la relación social entre capital y trabajo lo que
le dispensa su condición de capital.
Marx insiste en este aspecto, al poner como ejemplo la utilización del dinero en la compra de
esclavos. Nos dice, al respecto, que no es la posesión de dinero lo que da al esclavista su condición
de traficante de seres humanos, sino que el meollo del asunto reside en la existencia del régimen
esclavista que consiente e incentiva este tráfico y lo transforma en un negocio muy lucrativo.
Si bien las relaciones sociales capitalistas se basan en la separación entre los trabajadores y los
medios de producción, el capitalista debe propiciar el reencuentro de ambos para llevar a cabo el
proceso de trabajo, según le convenga. Con este reencuentro, lo que originalmente era dinero ya
podrá cumplir sus funciones como capital productivo y emprender una producción de mercancías
que dará lugar a una cantidad de valor superior al valor consumido.
Más allá de la distinción entre capital constante y capital variable, cabe destacar que los medios de
producción, pese a estar en manos de su propietario, para operar necesitan de la presencia de una
fuerza de trabajo que sólo se convierte en capital cuando se vende. De ahí que los medios de
producción y la fuerza de trabajo sólo puedan transforman en capital, bajo ciertas condiciones
sociales que se han dado en un contexto histórico muy concreto y del que ya analizamos su origen
al abordar el tema de la acumulación originaria.
Cabe observar, que, al volver al mercado, el capitalista vierte más valor (M') del que retiro en la
fase inicial (M) y logra, así, transformar la plusvalía en dinero, con lo que la cantidad de dinero que
obtiene es también mayor que la inaugural. Lo que ocurre es que D + d afloran dentro de una
misma suma de unidades monetarias procedente de la venta de una masa indistinta de valores de
uso.
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Pero esta diferencia ya se encontraba en M' (M + m) que ha sido justamente la antesala de D'.
Ambos (M' y D') representan la misma cuantía de valor, ambos son portadores de plusvalía y
ambos son el corolario del capital productivo.
Hemos visto que, una vez comprados los medios de producción y la fuerza de trabajo, el proceso
de circulación mercantil se interrumpe para dar lugar a un proceso productivo del que brota M'.
Con la venta de M' el capital recobra la misma forma dineraria que tenía al principio, pero difiere
en la cuantía. En un comienzo, el dinero sirvió para comprar, y al final, con la venta, el dinero mana
de nuevo pero agrandado.
En cada una de estas metamorfosis, el capital está encadenado a una forma determinada que sólo
abandona cuando ha consumado la función que le corresponde.
Para que el ciclo del capital discurra con normalidad, las tres metamorfosis deben culminar con
éxito.
Sin embargo, el valor de esta tipología de productos, al igual que ocurre con cualquier otra
mercancía, se determina por la suma del valor de los elementos utilizados en su producción y la
plusvalía.
Pese a que el análisis de ciclo deja al descubierto todos los entresijos del proceso de valorización, a
simple vista D’, o sea D+d, aparece como el resultado de D. Lo que destaca es que al final, en la
esfera de la circulación, se obtiene más dinero del que originalmente se desembolsó y que el
milagro ocurre gracias al tráfico con mercancías. Esta visión sesgada es inevitable si el proceso se
presenta como un sólo acto, o como un acto que fluye y renueva continuamente. Por el contrario,
si miramos el ciclo en su integridad, el engañoso desaparece y, a la vez, se abre la posibilidad de
apuntar las otras dos formas del ciclo: el del capital productivo y el del capital mercantil.
A mis palabras el ciclo capital dinero es la interrupción en la circulación del valor de capital
adelantado bajo la forma dineraria. Al transformarse de capital dinerario en capital productivo, el
valor de capital ha recibido una forma en especie bajo la cual no puede seguir circulando, sino que
debe ingresar al consumo, esto es, al consumo productivo.
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Como ejemplo Cuando se compra un producto en $1.000 y luego se vende en $1.200, se está
generando una utilidad de $200 que también es dinero en su más simple expresión pero que al
permitir una acumulación o crecimiento de riqueza se convierte en capital