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La desarticulación en todas las dimensiones, o el aislamiento de cada uno de los niveles afecta
directamente la trayectoria de los estudiantes, y esto comenzó a visibilizarse a través de
planteamientos de las familias y de los mismos estudiantes, especialmente en el paso del
nivel primario a secundario. La institución cuenta con una gran ventaja la continuidad de los
niños y adolescentes en el colegio, sin embargo, ellos mismos no estaban siendo favorecidos
por esta posibilidad.
Una vez visibilizado el problema se propone que el espacio de equipo conductor sea un
espacio para que, en palabras de María Emilia López, en el prólogo del libro señales de vida,
“estar juntos en tanto seres capaces de penetrar un problema, hacerlo propio y construir
colectivamente esbozos de nuevos significados”.
Había en la escuela intentos de abordar este dilema, uso de cuadernillo, cursillos niveladores,
etc. pero el dilema continuaba, teníamos que darnos la oportunidad de sentarnos, poner el
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problema en el centro y poder dialogar, bajando prejuicios y defensas para buscar nuevos
caminos.
Senge (1990) Una organización que aprende es la que posibilita y estimula el aprendizaje de
todos sus integrantes, lo que implica aprendizaje individual, grupal y organizacional, y es
capaz de transformarse a sí misma en función de ello. Esta capacidad de transformación es
esencial en un medio diverso y cambiante, como de modo obvio es el de la educación y los
centros; lo que es para la supervivencia organizativa y más aún para el éxito en la consecución
de sus fines (que también pueden cambiar).
“Quien gestiona hace. Pero su hacer fundamental es hacer para que con los otros se haga del
modo más potente posible. Estimular, lanzar pensamientos, contener, desafiar, capacitar,
conseguir, abrir, limitar, articular, conectar, son tareas de quien gestiona desde la óptica de
facilitador de procesos” (Blejmar, 2005, p.15).
Este trabajo en el PCI en clave de alfabetizaciones, se pensó desde una gestión compartida,
en el alcance de un gran desafío, la transformación educativa, que, en palabras de Pintos
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(2018) se trata de transformar la escuela para hacerla emocionalmente significativa e
intelectualmente desafiante. Un PCI en clave de transformación educativa, para que la
escuela vuelva a ser una Institución capaz de convocar el deseo de aprender y de enseñar.
Esta propuesta, se enmarca un poco considerando esto que propone Fernández Enguita
(2018), el nivel macro de la política y por otro lado el nivel micro de la práctica profesional
individual.
Todo acto educativo lleva implícito un sujeto que aprende que, es un ser itinerante, en
permanente camino, en constante proceso de crecimiento. Desde esta idea se desprende el
concepto de trayectorias educativas, puesto que es en ese recorrido que acompañamos a
nuestros estudiantes, promoviendo determinados valores, ofreciéndoles las condiciones para
desplegar sus saberes, siempre desde una perspectiva inclusiva, alejándonos de un currículum
homogéneo y ofreciendo oportunidades de apropiación del saber amplias y variadas, de modo
que cada alumno aprenda en un ambiente cooperativo de trabajo en el que el “estar juntos”
esté cargado de significatividad.
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procesos de pensamiento que les permitan entender, convivir y desarrollarse en un mundo
complejo (Aguerrondo, 2008).
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sociales identidad y ciudadanía, lenguaje estético expresivo, pastoral) , y ya avanzados en el
trabajo evidenciamos la necesidad de un octavo departamento, dedicado exclusivamente al
trabajo de orientación y cuidado de las trayectorias estudiantiles, conformado por los
integrantes del equipo de orientación del colegio, tutores y preceptores.
Finalizo tomando nuevamente, palabras de Teresa Punta, “interpelar los automatismos del
sabes es un gesto más de “deshechura” que de armado, y eso ya es un dibujo de la escuela
del todo novedoso. Creemos que estas situaciones que caen de los renglones normados
constituyen una oportunidad, de promover otras formas, alternativas propias y singulares,
locales frente a la tendencia homogeneizadora de la escuela. En ese sentido, entonces
creemos que es importante promover la voz propia posicionándonos contra la exclusión. A
partir de nuestra propia voz es desde donde podemos generar un espacio de búsqueda que no
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sea ajeno al espacio común citado por los expertos, pero que a su vez nos defina
singularmente”.
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BIBLIOGRAFÍA
BLEJMAR, B. (2005). Gestionar es hacer que las cosas sucedan. Competencias, actitudes y
dispositivos para diseñar instituciones. Buenos Aires: Noveduc.
DUBET, F. (2005). La escuela de las oportunidades: ¿qué es una escuela justa? Barcelona:
Gedisa.
MORIN, E. (1998). Articular los saberes. Textos escogidos. Ediciones Universidad del
Salvador. Bs. As.
PUNTA, T. (2013). Señales de vida. Una bitácora de escuela. Buenos Aires, Argentina:
Lugar editorial