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El valor de las correctas decisiones públicas en el Estado.

Por Carlos Candelario Rubio Narváez.

Introducción.-

Somos producto de una generación desdeñada, destinada a pagar los errores


originados en una Revolución que si bien en sus orígenes fue justa y necesaria, desde
la perspectiva del reordenamiento social que exaltaba las exigencias y abismales
diferencias de la sociedad mexicana de principios del S. XX, no ha generado cambios
sustanciales ni significativos.
Si bien el tiempo ha pasado, las condiciones de la mayoría de los mexicanos siguen en
el mismo tenor, seguimos siendo los simples espectadores del deterioro económico
político ecológico y social de nuestro país, originado en decisiones incorrectas y en una
errónea toma de decisiones, con un aparato burocrático obeso y caro que en mucho
excede las necesidades y posibilidades del gasto público, un sistema tributario que
origina muchas lagunas, dando así pie a irregularidades, creación de impuestos
absurdos y misceláneas fiscales constantes.
La pregunta entonces, desde mi inexperta visión, es ¿cuánto tiempo tomará para que
verdaderamente México sea un país libre y soberano? Quiero decir, la dependencia ya
no es de España o de cualquier otro país, ahora dependemos de los excesos y
caprichos de quienes juegan papeles protagónicos en el quehacer político y económico
del Estado, de la mala administración de Justicia tanto legal y sobreentendidamente
social.
Cabe resaltar que todo ello es producto de un sistema educativo paupérrimo, que
orilla a las mayorías a un estado catatónico de simples espectadores de nuestra
realidad. Los medios de comunicación no han sabido responder a los principios por los
cuales han sido encomendados y han puesto su poder al servicio de unos cuantos, para
disfrazar, distorsionar u ocultar la verdad, para adormecer a la población en una nueva
y mediática Guerra del Opio.

Han pasado ya 14 años desde el magnicidio de Lomas Taurinas, en Tijuana B.C. y aún
se ve ese México con hambre y sed de justicia, de gente agraviada por las distorsiones

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que imponen a la ley quienes deberían servirla. No requerimos un Mesías, sino una
sociedad comprometida, pensante, con capacidad de elección y decisión, una sociedad
basada en una buena educación, con compromiso de lograr que nuestro país alce el
vuelo, que finalmente el Águila azteca pueda desplegar sus enormes alas y ser, por fin,
una potencia mundial.

2.- Creyendo que se cree.-

La experiencia en el desarrollo y función de las Políticas Públicas en nuestro país se ha


visto seriamente cuestionada a partir de los últimos sexenios, coincidiendo entonces
con la apertura del sistema político mexicano y la difuminación de la terrible guerra
sucia, protagonizada por los gobiernos revolucionarios de las décadas de los setenta y
ochenta, tiempo en el que al final el estado mexicano exigió la demanda social de
democratización y redimensionamiento.

Es por demás objetable la actuación de nuestros gobiernos en cuestiones fiscales,


sociales y culturales, ya que al caer nuestro sistema en la corriente neoliberal se ha
venido dando de forma inmutable la cancelación de programas sociales, la
desmantelación de empresas publicas hacia la privatización. Los años de crisis
enseñaron que la escasez y costos son componente esencial en toda política y en toda
administración, por ende, el exceso de gasto público por parte del gobierno ha
arrojado resultados negativos, pues el crecimiento desmedido del estado termina en
déficit fiscal y déficit de consenso político. Debemos evaluar si el gobierno tiene la
capacidad de ofrecer soluciones a sus errores y definir el mejor ámbito de lo
gubernamentalmente posible.

Si miramos desde la perspectiva de que el aparato burocrático ha crecido en México,


también lo ha hecho el Estado, la descentralización si bien ha generado mejoras en
muchos aspectos, dando celeridad a la generación de riqueza creciendo con ello el
ámbito de poderes, atribuciones y normas que han generado una relación mas
estrecha en el área de acción de beneficios para los ciudadanos en aspectos de

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libertades políticas y económicas, también ha creado mayores necesidades en la
población y mayores retos y compromisos para el gobierno. Existe ahora una
vertiginosa necesidad de dar apoyo a la creación de nuevas empresas, mismas que
ayuden a solventar el modo de vida de la ciudadanía, logrando con ello una economía
basada en la actividad empresarial, descargando al aparato burocrático constreñido
por la gran cantidad de personal en él implicado.

Estamos, aún con lo antes expuesto, presenciando una redistribución del poder
político y el reacomodo de la cultura política proveniente del “adelgazamiento” del
estado, cuando paralelamente están suscitándose nuevos actores y escenarios
políticos, ángeles y demonios… un país que ahora sabemos, puede ser dividido
fácilmente por medio de un ingenioso ardid de marketing político, que toque las fibras
sensibles de las clases olvidadas y agraviadas. Estos actores, los nuevos y los de
siempre, son los que impulsan una nueva visión y una alternativa diferente a la
solución de los problemas que ya no son solo administrativos y financieros, y que de
manera perenne afectan a todos los elementos que conformamos el país. Elementos
como racionalidad se hacen cada vez más latentes, aunque sea solo de forma
simbólica, ya que con todo lo que este concepto lleva, no ha sido posible llegar al
grueso de la población que precariamente sobrevive, y que además reclama un lugar
en el cuadro escénico del país, de hacer política, generar riqueza y aprender a trabajar.

No digo que el recorte al presupuesto o el adelgazamiento del estado sean simples y


llanas soluciones a tan añejos problemas padecidos. Si fuésemos médicos, sabríamos
ya como desatascar la enfermedad ante tan repetitiva sintomatología, aunque el
cuadro es mucho mas complicado que eso, ya que un reordenamiento implica
solamente el inicio de una reestructuración integral del estado, que abarque todos los
estratos y niveles de competencia en donde se pueda gozar de paz y seguridad social,
con la adopción de niveles de conciencia mas adecuados a lo que ocurre a nuestro
alrededor y no solo a nivel doméstico, ya que ahora debemos tener todos los
elementos competitivos requeridos en la aldea global actual.

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Por otra parte, más allá del redimensionamiento, hay que construir políticas que
estimen costos y consecuencias, no solo desde el punto de vista del costo político, sino
del costo social. Lo que quiero decir es que, aún si se logra establecer un gobierno
pequeño, los problemas políticos y sociales seguirían siendo grandes, por ende, la
calidad en el diseño y estructuración de políticas públicas ha de centrarse en una
propia y coherente actitud de responsabilidad, factibilidad y consenso. Hay que hacer
país.
No cabe duda que la paulatina e incipiente democratización del país ha sido un factor
determinante para la reconstrucción de la naturaleza pública del gobierno, que se ha
ganado una vez mas la confianza de la comunidad internacional y que va, a pasos tal
vez un poco mas lentos generando nuevas expectativas y empatías entre los
ciudadanos. El gobierno ha ido poco a poco soltándose de los grupos de poder que lo
tenían cautivo, demostrado con la alternancia política y la tolerancia gubernamental
hacia nuevas y distintas corrientes de expresión, aunque en ello no encontremos una
garantía de blindaje contra el error, las decisiones equivocadas y las frivolidades
institucionalizadas. Es más, ahora y debido a la alternancia, al conocimiento de que ya
no se puede caer en el error sin un costo político que trunque la carrera o aspiraciones
de los actores, deben concentrar sus esfuerzos en una correcta implementación de
mecanismos que desahoguen la situación de la sociedad.

La democracia, hasta donde logro entender, es solamente un boleto de entrada,


necesaria, pero no suficiente para la aplicación de políticas públicas correctas, que
piden además rendición de cuentas y restitución de gobernantes y autoridades
ineptos.

Debemos ser beneficiarios de una política de políticas enfocadas al bienestar social, a


las sanas finanzas del estado y a la concepción de un estado en donde todo lo legal es
posible, que el trabajo será el boleto mágico a un estadio de igualdad.

3.- Y al final…
Es necesario planear, conceptualizar los presupuestos y orientarse hacia la acción
colectiva, aspecto que no todos los gobiernos han sabido hacer atinadamente, amén

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de que no todas las sociedades han estructurado de manera urgente una política con
base en la identidad nacional, que enfunde y difunda la idea y valor de la cosa pública;
“lo publico es diverso de los individuos, pero no adverso a ellos”.
Tenemos que hacer, notoriamente, hincapié en las libertades, deberes y utilidades
individuales, en lo utópico y lo normativo de la vida en sociedad, ya que lo publico
significa ventajas pero no la desaparición de los posibles aportes y deberes del
individuo, quien, a medida que el gobierno vaya cediendo terreno, estará mas
comprometido con el bienestar social, pues si partimos de la idea de que las decisiones
públicas resultan de diálogos, polémicas, acuerdos e intercambio de argumentos entre
las partes podremos ver que cada vez es menor el lugar para la militancia recalcitrante,
las facciones políticas extremas y la intolerancia.
Gobernar mediante políticas públicas significa redescubrir el diálogo, descubrir que los
recursos no son ilimitados y que todo debe tener un orden y una responsabilidad,
expresada a través, insisto, no solo del costo político, sino del costo social, pues a fin
de cuentas, las políticas públicas implican eso, las decisiones del gobierno que
incorporan la opinión, participación y corresponsabilidad del gobierno y los ciudadanos
electores y contribuyentes (incluyendo su dinero).

Debemos implementar la noción que se tiene de las ciencias políticas a través de un


modelo fundamentado en la riqueza cultural e intelectual, de aquí es de donde parte la
importancia de la educación no solo por las cuestiones inherentes al desarrollo
humano social, sino hacia la constitución de una nueva concepción del estado como un
rector de igualdad y posibilidades para la población, además existe la obligación de
establecer los escenarios y la definición puntual de los espectros de Gobierno
Necesario y de Gobierno Innecesario. Es lo que han sugerido los modelos desarrollados
en Norteamérica a través de las filosofías de John Dewey, Max Weber y Kart Popper.
Entre las corrientes de mayor importancia en la fusión de la ciencia y la política cabe
destacar a H.D. Lasswell, quien reclama y constituye una fuente de gobierno ilustrado,
basado y cuestionado por la razón y que se expresa mediante su propuesta de Policy
Science.

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