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políticas represivas. Sin cambios en las instituciones políticas hay pocas posibilidades de que el
crecimiento económico sea inclusivo o que conduzca a políticas inclusivas. “
2. Misión de la Unidad 3
Esta unidad presenta algunos conceptos e ideas relacionados con la dimensión económica de la
Administración Pública Moderna. Si en las semanas anteriores se ha considerado el rol que desempeña
el servidor público y las bases jurídicas de la administración, ahora se dirigirá la mirada a la Economía
Pública, que es una rama de las ciencias económicas que estudia el impacto económico del sector
público en el desarrollo nacional.
Se explicará con amplitud lo que significa eficacia y eficiencia para que el participante tenga una
perspectiva de las implicaciones que tiene un sector público eficaz y eficiente en la vida personal y
colectiva de los ciudadanos.
También abordaremos uno de los temas más debatidos como lo es definir las funciones económicas del
gobierno. Este asunto, nos servirá para subrayar que la Administración Pública no es solamente el gran
proveedor de bienes y servicios públicos, sino también el actor de primer orden en la economía y, por
tanto, en su éxito o fracaso, según sea el caso.
Concluiremos este módulo, analizando los Objetivos de Desarrollo Sostenible - ODS-, que son un
llamado universal de las Naciones Unidas a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger
el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad. Así como el Plan Nacional de
Desarrollo: K’atun, Nuestra Guatemala 2032, el cual considera la participación ciudadana como un
elemento fundamental, plantea una visión de largo plazo y se orienta a institucionalizar la planificación
del desarrollo en el nivel territorial, sectorial e institucional dentro del Estado y sus organismos.
Obviamente, existen otros asuntos conexos que, por razones de tiempo y espacio, no se incluyen en
esta mirada panorámica. Por ejemplo: la teoría del presupuesto nacional, las implicaciones de la política
económica o la relación entre el desarrollo y la planificación estratégica. Pero éstos ya son temas que
serán tratados en otros niveles de estudio.
extraordinariamente de que los gobiernos permitan o no, a los competidores extranjeros, vender
bienes en nuestro país sin aranceles o contingentes.
• Todos somos beneficiarios de los servicios públicos: nos movemos por calles y avenidas que
requieren cierta seguridad y mantenimiento. Nuestra salud depende de la eficiencia del Estado para
asegurar la pureza del agua que bebemos y la seguridad de nuestros ahorros de la efectividad de
las regulaciones financieras.
• Los industriales pueden producir y los comerciantes vender, porque hay un sistema de leyes y de
castigos que les permite asegurarse que les paguen lo que les deben. Al mismo tiempo, que los
consumidores son favorecidos porque el sector público registra y controla la actividad lucrativa.
En conclusión, nada se podría producir, comerciar o incluso almacenar fuera de la protección que el
Estado le brinda al sistema económico. De tal manera que podemos afirmar que la funcionalidad del
sector público es la más importante variable en la consecución del bienestar y el progreso de la
población. Todas estas actividades, necesarias para la supervivencia, la convivencia social y la felicidad
personal contradicen a quienes, por ignorancia o mala fe, argumentan que “el sector público NO
produce” y que seríamos menos pobres y más felices ¡si tan solo tuviéramos menos Estado!
Paradójicamente las personas que más critican la acción del Estado son las mismas que demandan su
intervención cuando se ven afectadas por las crisis económicas, el infortunio o la descomposición
social, fruto del desempleo y la pobreza.
4. El Sector Público
Por tanto, en el estudio de la dimensión económica de la Administración Pública, conviene analizar el
llamado sector público que representa la intervención e incidencia del Estado en la economía nacional.
Existe un amplio consenso en torno a que el sector público es un importante productor de bienes y
servicios, y que administra elevadas cantidades de inversión que le confiere trascendencia en la
formación y uso del producto e ingreso de la economía. En pocas palabras, el sector público es
responsable, en última instancia, del funcionamiento de los demás sectores de la economía.
Pero, ¿qué es el sector público? Es el conjunto de instituciones u organismos que participan (o regulan)
de una forma u otra, en las decisiones económicas de un país. En ese sentido, el sector público se
encargará de todas aquellas acciones de la Administración Pública que están vinculadas a ingresos y
gastos públicos, tal es el caso de los impuestos y de los gastos en los que incurre el Gobierno. Al mismo
tiempo, participa activamente en la regulación de los fallos de mercado, promueve la estabilidad
financiera e impulsa el desarrollo. Debe señalarse también que el sector público no es autónomo ni
independiente. Estará siempre condicionado, por un lado, por el modelo económico prevaleciente y por
el marco global interno o externo, según corresponda a un modelo económico de producción
agroexportadora, como en el caso de Guatemala, le corresponderá un tipo de sector público diferente al
que podríamos encontrar en una economía industrializada, por ejemplo. Ciertamente que aquí, surge
una importante cuestión a señalar, en el caso de nuestro país. Porque es evidente que, no siendo un país
capitalista desarrollado ni una economía de mercado libre, como la que describen los libros de texto, la
Administración Pública se encuentra condicionada precisamente por las formas mixtas que adopta la
economía nacional. Así, tenemos que la economía guatemalteca es predominante informal (60%) y en
muchos sectores aún prevalece una economía de subsistencia, mientras que por otro lado existe un
pequeño sector económico moderno que utiliza tecnología de punta y está conectado a los mercados
mundiales. De ahí que tengamos formas arcaicas de administrar los asuntos públicos a la par de islas de
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UNIDAD 3 EL ESTADO Y EL DESARROLLO
6. El Estado y el Desarrollo
Hay que recordar que, hasta hace poco tiempo, los gobiernos tenían una estructura relativamente
sencilla y sus servicios, eran los tradicionales del Estado Liberal. Por ejemplo, en Guatemala durante las
dictaduras anteriores a la Revolución de 1944, no existía gran presión por obtener bienes y servicios del
sector público, salvo los de policía, defensa nacional, relaciones exteriores, educación (en forma parcial)
y determinadas obras públicas. La dirección del gobierno se concentraba en mantener el “status quo”:
buenos caminos y bajos salarios para hacer rentable la exportación, así como cumplir los deseos de la
figura autoritaria del señor presidente.
Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, con la reconstrucción de Europa y el creciente rol
del sector público, esta situación fue cambiando. Los países tomaron como meta el desarrollo nacional,
pasando el Estado a ser el motor de ese proceso y proveedor importante de bienes y servicios.
El sector público experimentó entonces un increíble auge que llegó a conformar políticas públicas
alrededor de un “Estado de Bienestar” (Welfare State) basado en la convicción que el Estado tendría
bajo su protección al ciudadano desde la cuna hasta la tumba.
Tal creencia se mantuvo inmutable hasta que en los años ochenta fue advertido, por la evidencia
empírica, que el exceso de intervencionismo estatal en la economía producía efectos adversos y que los
abultados servicios sociales se hacían cada vez más pesados en las espaldas de los contribuyentes.
La crisis económica y social de los años setenta y ochenta hizo que se posicionara a nivel mundial el
credo neoliberal que pregonaba el adelgazamiento del Estado y la liberalización de la economía. La
profunda desconfianza en la capacidad del Estado como actor principal de la economía, produjo que
algunas personas creyeran ingenuamente que el Estado había fracasado y que, si se libraba a las fuerzas
del mercado, éstas habrían de producir riqueza y bienestar por si solas para todos. De ahí, que las
posiciones se fueron radicalizando y ya no se pidió únicamente el adelgazamiento del Estado, sino que
éste fuera vaciado de su poder político.
Sin embargo, al final de los años noventa, la fe en el modelo neoliberal empezó a desquebrajarse cuando
se empezaron a acumular las evidencias que la pobreza aumentaba con Estados debilitados y que el
mercado por si solo era incapaz de crear riqueza para todos. En ese ambiente de revisión de políticas
económicas, en el año 1997 una institución financiera de alcance planetario como lo es el Banco
Mundial, publicó el Informe El Estado en Transformación, que llama a reconsiderar de nuevo el rol del
Estado y las funciones económicas del gobierno para alcanzar el desarrollo.
Una sola frase del Informe resume el espíritu de este importante documento:
“El Estado no puede por sí solo producir desarrollo,
pero tampoco podrá haber desarrollo sin Estado”.
Otra circunstancia a mencionar en la revisión del modelo neoliberal, lo constituye la rectificación que
hace Francis Fukuyama, famoso economista norteamericano, en su libro “La Construcción del Estado”
(2004), cuando abandonando su antigua fe neoliberal afirma:
“La construcción y fortalecimiento del Estado son las tareas más importantes que tiene ante sí la
civilización occidental”.
El debate aún se mantiene y los efectos perjudiciales de la aplicación de las recetas neoliberales son
motivo de investigación y reflexión. No obstante, desde el inicio del Siglo XXI puede observarse que el rol
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del Estado y la trascendencia económica que tiene el sector público, han regresado al primer plano.
Definitivamente el Estado vuelve a estar en el centro de la consecución del desarrollo nacional.
No se trata, sin embargo, de regresar a las viejas formas de intervencionismo estatal, como por ejemplo
el control de precios, sino de encontrar las maneras en que el nuevo Estado sea un actor estratégico,
promotor y alentador de la economía de mercado. Esto, necesariamente implica la reforma del Estado
no su debilitamiento.
7. Estado y Mercado
El papel del Estado en la actividad económica es motivo de polémica: unos piden “más mercado”;
mientras otros, “más Estado”. Sin embargo, ni siquiera desde la ciencia hay forma de resolver este falso
dilema. No existe una demostración científica que revele cuál es la proporción más eficiente o justa
entre mercado y Estado.
Muchas personas identifican el desarrollo con el mercado. Sin embargo, el mercado es una categoría
social determinada por su inserción en instituciones políticas, en estructuras sociales y procesos
culturales. El mercado por sí sólo no tiene ningún sentido porque presupone para su existencia que
exista “una política de orden” mantenida por el Estado. Como queda demostrado en la experiencia,
ha sido siempre el Estado el que ha asumido la tarea de “instaurar” una sociedad moderna.
Nunca los mercados han sido capaces de construir espontáneamente infraestructura física (carreteras
y puentes) o diseñar sistemas jurídicos que aseguren la certeza y la libertad que requiere el comercio y
la industria.
Las naciones hoy desarrolladas salieron de la pobreza porque hubo un esfuerzo deliberado y planificado
para fomentar la educación, la igualdad de oportunidades y garantizar los derechos políticos de las
personas (ver comentario en la sección de este módulo “En el Umbral”).
Nunca se han producido los beneficios sociales de las “fuerzas del mercado” sin Estados fuertes,
inteligentes y democráticos.
8. Cuestiones pendientes
Finalmente, debemos señalar que, como toda ciencia, la Economía Pública debate algunas cuestiones
que se refieren a la actuación pública en una economía de mercado y que, a manera de ejemplo, se
pueden mencionar las siguientes:
• ¿Cómo se justifica la intervención pública en una economía de mercado?
• ¿Puede ese comportamiento perjudicar a los ciudadanos a pesar de que una intervención
pública esté justificada?
• ¿Amenazan los ingresos públicos la eficiencia y el crecimiento de la economía?
• ¿Responde la ejecución del gasto público a los criterios de eficiencia, eficacia y equidad?
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La dimensión de eficiencia está íntimamente relacionada con los sistemas de gestión financiera y de
adquisiciones, aunque también son relevantes otros factores como la gestión de la información y la
visión fiscal de mediano plazo.
Los siguientes son algunos atributos deseables de una gestión pública desde el punto de vista de la
eficiencia:
• Capacidad de operar bajo un entorno de reglas fiscales claras que promuevan la estabilidad.
• Capacidad de asignar recursos presupuestarios en concordancia con los requerimientos de las
entidades.
• Contar con un sistema de administración financiera integrada, lo cual incluye procesos activos de
Tesorería, que minimicen los costos de oportunidad de los recursos y que aseguren pagos
puntuales a los acreedores.
• Contar con un sistema de adquisiciones y contrataciones que permita el acceso ágil a insumos de
calidad y minimice sus costos.
• Contar con políticas y procesos de gestión de recursos humanos que aseguren que los perfiles,
las competencias y la cantidad de funcionarios públicos estén en concordancia con los objetivos
institucionales.
A manera de conclusión, se trata de tener presentes las clásicas 3 Es de la Gestión Púbica Efectiva:
Eficacia: GASTAR SABIAMENTE: Relación entre los resultados planeados y los reales del proyecto,
programa o actividades.
Eficiencia: GASTAR BIEN: Relación entre la producción de bienes y servicios y los recursos empleados
para producirlos.
Economía: GASTAR MENOS: Minimización del costo de los insumos adquiridos o empleados,
considerando la calidad adecuada.
Después de estas explicaciones, y como vimos en el video, no siempre es fácil alcanzar la eficacia, la
eficiencia y la economía al mismo tiempo. Son variables independientes que muchas veces entran en
contradicción y que suele sacrificarse una o dos de ellas a favor de una tercera cualidad.
En el caso de la Administración Pública, hay numerosos ejemplos de los dilemas que se plantean a los
directivos y a los funcionarios cuando se trata de implementar los planes de gobierno y tienen que
sacrificar la eficacia por la eficiencia o a la inversa.
Se puede ser eficaz –es decir obtener los resultados planteados– sin ser eficiente porque no se ha
realizado la mejor combinación de los insumos.
Por ejemplo, se ha atendido el cien por ciento de los niños, pero con un alto grado de ineficiencia, dado
que podría haberse satisfecho la demanda con un 30% menos de médicos, reasignándose parte de estos
recursos humanos a otros programas de salud.
En este último caso, también podríamos decir que se ha actuado con falta de economía, dado que uno
y otro parámetro –eficiencia como combinación de insumos, y economicidad como valoración del
costo– están íntimamente ligados y son interdependientes.
1
Tomado de: BID (2015), Construyendo gobiernos efectivos: Logros y retos de la gestión pública para
resultados en América Latina y el Caribe – Págs. 31-38. 2
https://publications.iadb.org/bitstream/handle/11319/6960/Construyendogobiernos-
efectivos.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Estos 17 Objetivos se basan en los logros de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, aunque incluyen
nuevas esferas como el cambio climático, la desigualdad económica, la innovación, el consumo
sostenible, la paz y la justicia, entre otras prioridades. Los Objetivos están interrelacionados, con
frecuencia la clave deléxito de uno, involucrará las cuestiones más frecuentemente vinculadas con otro.
• Corresponsabilidad entre los distintos actores y sectores para alcanzar las metas y resultados
del desarrollo nacional.
• Transparencia de la acción pública como parte de la participación ciudadana, la rendición de
cuentas y el derecho de acceso a la información pública, como garantía de la eficiencia y eficacia
del uso de los recursos del Estado.
Las actividades del sector público nos involucran desde la cuna hasta la tumba y son responsables de la
calidad de vida de todos. La Economía Pública se ocupa del estudio de la incidencia e impacto del sector
público en la sociedad, así como las regulaciones e intervenciones estatales en la economía nacional.
El Estado por sí solo no produce desarrollo, pero sin la intervención del Estado es imposible el desarrollo.
El Estado tiene que “instaurar” la sociedad moderna en los países subdesarrollados.
Bibliografía:
Información obtenida de Curso Administración Pública, Pensamiento y Acción, INAP, 2018.