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Gestión Pública
Módulo I |Guía de Estudios
Heber Cusma Saldaña | Autor del material
Programa de Especialización en Gestión Pública
Pereira, L. C. B. (1998). La reforma del Estado de los años noventa. Lógica y mecanismos de control. Desarrollo eco-
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nómico, 517-550.
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En este marco, el autor identifica como actividades principales y exclusivas del Estado el poder de
definir las leyes del país, poder de imponer la justicia, poder de mantener el orden, de defender
el país, de representarlo en el exterior, de patrullar, de recaudar impuestos, de reglamentar
las actividades económicas, de fiscalizar el cumplimiento de las leyes, de formular políticas en
el ámbito económico y social, de garantizar la estabilidad de la moneda, entre otras. En lo que
respecta al área social y científica, si bien se puede discutir la necesidad que el Estado intervenga
en el financiamiento, su ejecución no necesariamente debe ser ejercida por instituciones públicas,
sino que puede desarrollarse mediante la participación de diverso tipo de entidades como son los
organismos sin fines de lucro. Ahora bien, para la producción de bienes y servicios existe un relativo
consenso en que es necesaria la participación del sector privado, al ser más eficientes y existir una
menor subordinación a factores políticos como si se presentan en las empresas estatales.
Por otra parte, para que todas aquellas actividades principales a cargo del Estado se puedan
cumplir, existen una serie de servicios auxiliares (ejemplo, limpieza, vigilancia, transporte, servicios
técnicos, etc.) que podrían tercerizarse a efecto que sean prestados competitivamente con un
ahorro sustancial para el erario. A pesar de las diversas posturas y controversias sobre el rol que
debe cumplir el sector público, al Estado se le atribuye un papel bien definido en el suministro de
bienes públicos que promueven el desarrollo económico y social. Esto implica el cumplir con un
papel activo ante las insuficiencias y fallas del mercado, así como a preocuparse por los problemas
de equidad social.
Ahora bien, lo cierto es que desde los inicios del Estado, este ha pasado por diversas crisis (de
mercado o del Estado) que han conllevado a su redefinición respecto a cuál es la intervención
que debe cumplir en la sociedad (Véase gráfico N° 1). Las grandes crisis por las que han pasado
los Estados en el último siglo se han debido, ya sea por el mal funcionamiento del mercado, o por
la disminución en la capacidad del Estado para intervenir (Idea internacional, 2008)2. La Gran
Depresión de la década de los años treinta se originó por el mal funcionamiento del mercado.
En ese momento, el mercado estaba en total libertad mientras que se partía que el Estado debía
garantizar los derechos de propiedad y la ejecución de los contratos, sin los cuales el mercado no
podía constituirse. El Estado fue incapaz de adoptar políticas económicas viables luego que cae
el nivel de producción agregada y se disparan los índices de desempleo con posterioridad a la
primera guerra mundial.
Idea internacional (2008). Estado: funcionamiento, organización y proceso de construcción de políticas públicas.
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La crisis del Estado Liberal da lugar al surgimiento del Estado social burocrático: social porque se
reconoce que el Estado debe garantizar los derechos sociales y el pleno empleo; y, burocrático,
porque éste cumple su función mediante la contratación directa de burócratas. Los Estados eran
relativamente cerrados y autárquicos en el sentido que cada quien producía lo que se consume a
nivel interno y, el Estado tiene una participación amplia en el plano económico y social, siendo un
prestador importante de servicios.
A finales del siglo XX, el proceso de globalización tuvo como resultado una gran caída de los
costos de transporte y comunicaciones internacionales, el comercio internacional aumentó
lo que conllevó a una reorganización de la producción a nivel mundial liderada por empresas
multinacionales. Los Estados, para poder sobrevivir debían ser competitivos y esto implicaba
mejorar la asignación de recursos existentes y aumentar la eficiencia de la producción. Una
consecuencia adicional que tuvo la globalización fue la pérdida relativa de autonomía del Estado,
en la medida que su capacidad para formular políticas macroeconómicas nacionales y proteger la
economía del contexto internacional se vio reducida.
En este marco se produjo una crisis fiscal al ser el Estado incapaz de ajustar sus gastos y financiar las
políticas públicas. La respuesta a la crisis fue el replantamiento del rol que el Estado debía cumplir
en la sociedad. Por ello se plantean reformas neoliberales que implicaban privatizar, liberalizar,
desregular, flexibilizar mercados de trabajo y descargar del Estado todas aquellas funciones
vinculadas con intervenciones en el plano económico y social. Sin embargo, a finales del siglo XX
se determina que no se trataba de volver al Estado liberal de principios de siglo, sino de transitar
a un Estado que actuara como regulador y facilitador del desarrollo. El Estado debe ser social-
liberal porque debe continuar protegiendo los derechos sociales y promoviendo el desarrollo
económico; a la vez que usa los controles del mercado y disminuye los administrativos, promueve
los servicios sociales y científicos y flexibiliza los mercados de trabajo.
Cada uno de los cambios citados producidos en el rol del Estado ha tenido implicancias en las
formas de entender la administración pública y, por tanto, en la forma de concebir la modernización
de la gestión pública. A continuación, se muestra un resumen de las distintas transiciones entre
los paradigmas de modernización de la gestión pública3.
El modelo tradicional del Estado denominado “burocrático-weberiano” fue concebido como
una “máquina” y estuvo orientado a controlar la corrupción y el uso arbitrario del poder (PNUD,
2015). Este modelo utilizó normas, procedimientos y estándares para delimitar la actuación de las
entidades públicas en sus intervenciones, en la gestión interna y, en las relaciones con el mercado,
la sociedad civil y las personas (Siedentopf, 1982). Al desarrollarse en un contexto donde el Estado
tenía el rol de emitir y aplicar regulaciones, requería mantener la neutralidad mediante una
administración predecible, continua y gobernada por reglas (Osborne y Gaebler, 1994; Rhodes,
2014). Por ello, este modelo se fundamentó en un control centralizado de la toma de decisiones, en
estructuras organizacionales jerárquicas y en la reducción de la discrecionalidad de la actuación
de las entidades públicas.
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Presidencia del Consejo de Ministros (2019). Resolución de Secretaría de Gestión Pública N.° 004- 2019-PCM-
SGP, que aprueba los “Principios de actuación para la modernización de la gestión pública”.
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Además, el modelo burocrático del Estado concebía a las personas como “administrados” y,
a las entidades públicas, como organizaciones amparadas en el uso del poder del Estado (“ius
imperium”) para establecer normas y organizarse, imponer sanciones, crear o restringir derechos
u obligaciones, entre otros, primando los valores de eficiencia e imparcialidad (Bryson, 2014;
PNUD, 2015). Como consecuencia de este modelo, en muchos casos, se redujo el margen para
la innovación y se limitó el accionar de los servidores civiles al cumplimiento de lo legalmente
asignado, ocasionando que estos miraran a las entidades desde el lugar que ocupaban en sus
oficinas o direcciones, sin observar que forman parte de un todo como Estado.
Posteriormente, con la diversificación de las actividades del Estado, las entidades públicas
también asumieron el rol de proveedores de bienes y servicios; por lo que se hizo necesario
adoptar un modelo gerencial que incremente la productividad, eficacia y eficiencia, empleando
mecanismos y herramientas de gestión del sector privado (Numberg y Ellis, 1995). Estos cambios
generaron beneficios para la gestión, pero han hecho que se conciba al Estado, principalmente,
como proveedor de bienes y servicios, dejando de lado su rol regulador. Ello ha llevado a que, en
algunas ocasiones, se desnaturalice el rol de las entidades públicas (Mintzberg, 1996; Minogue y
Polidano, 1998; PNUD, 2015).
Otra de las críticas al modelo gerencial es que, al concentrarse en la mejora del desempeño de
las entidades públicas, se fragmentó la colaboración y articulación entre entidades. Así, el énfasis
en crear incentivos y propiciar la competencia generó que las entidades públicas enfoquen su
mirada a mejorar su gestión interna y no desarrollen esquemas de colaboración entre ellas para
incrementar el valor producido. Además de ello, al instalar la lógica de mercado en la administración
pública se limitó la relación entre el Estado y las personas a una relación de tipo Estado – usuario,
con lo cual se perdió el énfasis en valores como el pluralismo, la democracia, transparencia, entre
otros (Bryson, 2014).
A partir de dicha crítica, surge el enfoque de la nueva gobernanza, el cual concibe la relación
Estado- personas como un vínculo colaborativo, sustentado sobre la base de los valores de la
eficacia y eficiencia, pero sobre todo, en los valores de la democracia. En este enfoque, las personas
asumen un rol más activo como parte de la solución de los problemas públicos y la co-creación de
políticas públicas, según Kooiman (2004), la gobernanza pública responde a la configuración de
sociedades diversas, complejas y dinámicas, a través de un gobierno interactivo, o sociopolítico. El
énfasis se realiza, entonces, en la creación de valor público, a través de intervenciones que aborden
los problemas públicos de manera efectiva y útil para las personas (Bryson, 2014; PNUD, 2015).
Cuando se habla de gobernanza es importante abordar el gobierno abierto como un instrumento
que promueve los principios de transparencia, rendición de cuentas, integridad y participación
de las partes interesadas en apoyo de la democracia y el crecimiento inclusivo a través de una
cultura de gobernanza (OCDE, 2017). Los principios de gobierno abierto son la transparencia, la
rendición de cuentas, integridad y participación de partes interesadas. Por un lado, la transparencia
se entiende como la divulgación de información y datos gubernamentales relevantes de manera
oportuna, accesible, comprensible y reutilizable. La rendición de cuentas es una relación que
se refiere a la responsabilidad y el deber del gobierno, las entidades públicas, los funcionarios
públicos y los tomadores de decisiones de brindar información transparente y ser responsables
de sus acciones, actividades y desempeño. Por su lado, la integridad del sector público se refiere a
la alineación constante y el cumplimiento de valores, principios y normas éticos compartidos para
defender y priorizar el interés público sobre los intereses privados. Finalmente, la participación de
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los ciudadanos incluye las formas en que las partes interesadas pueden participar en el ciclo de
políticas, el diseño y prestación de los servicios a través de mecanismos como la información, la
consulta y la participación activa.
Como puede desprenderse de los cambios producidos en los paradigmas de modernización, es
relevante que las entidades públicas y los servidores civiles comprendan que el propósito de su
actuación es crear valor público.
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Sotelo, Aníbal (2012). La Cadena de Valor Público: Un principio ordenador que previene la colisión metodológica.
Revista Internacional de Presupuesto Público-ASIP. Nº 80. Noviembre / Diciembre 2012.
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Es interesante el papel del producto porque se encuentra entre dos campos caracterizados por
reglas de juego diferentes. El producto une esos dos mundos (al de la gestión pública y al de las
políticas públicas). Los bienes o servicios que el sector público entrega son, en algún sentido,
una flecha arrojada al vacío: una apuesta. Si bien el agregado de valor se da a lo largo de toda
la cadena, es en el cuadrante derecho, en el terreno de la incertidumbre, en donde culmina el
valor público. Es necesario aclarar, entonces, que en el marco de esta propuesta el concepto de
valor público no es entendido como la satisfacción de necesidades de ciudadanos particulares
(destinatarios, usuarios o beneficiarios) que deviene del acto de consumir los bienes o servicios
entregados por el sector público, enfoque frecuentemente usado en los métodos de evaluación
de proyectos y programas (HINTZE, 2005). Es entendido, en contraste, como el cambio que
acontece en las variables sociales; a modo de ejemplo: la disminución de la tasa de mortalidad
materna, el incremento de la tasa neta de cobertura de la educación básica o el aumento del valor
de las exportaciones.
Entender de ese modo tanto el valor público como los resultados y los impactos esperados es lo
que le otorga al modelo la potencialidad de expresar de manera integral las políticas públicas y
abordar la dimensión estratégica de las mismas (Sotelo, 2012, p. 4).
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constituye en su autoridad técnico-normativa a nivel nacional; dicta las normas y establece los
procedimientos relacionados con su ámbito; coordina su operación técnica y es responsable de
su correcto funcionamiento en el marco de la presente Ley, sus leyes especiales y disposiciones
complementarias.
Por otro lado, los sistemas administrativos tienen la funcionalidad de regular la utilización de los
recursos en las entidades de la administración pública, promoviendo la eficacia y eficiencia en su
uso, y aplica a todas las entidades públicas, es decir, es transversal, salvo que por ley expresa se
excluya a alguna. Por su lado, los sistemas administrativos regulan la utilización de los recursos
en las entidades de la administración pública, promoviendo la eficacia y eficiencia en su uso y del
mismo modo que los sistemas funcionales su aplicación es transversal en las entidades salvo que
por ley expresa se excluya a alguna.
Como se ha señalado anteriormente, la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo - LOPE (2007) define y
establece los sistemas administrativos, determinando su obligatoriedad para todas las entidades
del sector público, así como precisando que el Poder Ejecutivo tiene la rectoría sobre estos, siendo
el responsable de reglamentarlos y operarlos, con excepción del Sistema Nacional de Control.
Véase Gráfico N° 3.
Gráfico N° 3.- Los 11 Sistemas administrativos y sus rectores
Fuente: elaboración propia, sobre la base de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo (2007).
Visto desde la reflexión, existe un modelo común de gestión para la implementación de las normas
dictadas por los sistemas. Como se observa en el Gráfico N°.- 4, los rectores de los sistemas
administrativos y funcionales, establecen estándares, normas y directivas que establecen las
disposiciones para el cumplimiento de las normas que rigen. Luego estos, para la correcta
implementación de normas crean instrumentos que permiten la aplicación de los mismas a través
de plataformas, procesos u otro instrumental. Sin embargo, más allá de la sola aplicación de los
instrumentos y normas, es importante señalas a la evaluación como el medio de verificación del
objeto por el cual existen dichos sistemas, es decir, si los sistemas administrativos permiten la
eficacia y eficiencia en su uso y si los sistemas funcionales permiten el cumplimiento de las políticas
públicas. Con claridad de los resultados de la evaluación, es necesario además dar sostenibilidad
y escalabilidad a las experiencias de las entidades públicos esto a través de la promoción de
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incentivos. De manera transversal, se tiene el seguimiento, por el mismo que a través de indicadores
concretos permitan revisar de manera periódica las normas, el nivel de aplicación de instrumentos
en los tres niveles de gobierno, recoger los resultados de la evaluación y de las buenas prácticas
resultantes de los mecanismos de incentivos que permitan dar referentes a otras entidades.
Gráfico N° 4.- Modelo común de gestión para la implementación de las normas dictadas por
los sistemas
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Secretaría de Gestión Pública (2018). Informe N° D000017-2018-PCM-SSAP-GVR
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A diferencia del ROF de un ministerio, cuyas funciones tienen como base su Ley de Organización y Funciones
- LOF así como la normativa sustantiva aplicable, el ROF de la PCM, cuenta con una naturaleza particular determi-
nada en la LOPE, en cuyo segundo párrafo del artículo 17 establece que la organización y funciones de la PCM se re-
gulan mediante decreto supremo con la única formalidad del voto aprobatorio del Consejo de Ministros. Asimismo,
la Sexta Disposición Complementaria Final de los Lineamientos de Organización del Estado, aprobados mediante
Decreto Supremo N° 054-2018-PCM, en concordancia con lo dispuesto en el citado artículo 17 de la LOPE, señala
que las funciones sustantivas de la PCM se establecen mediante Decreto Supremo. Es decir, en el caso de la PCM,
su ROF equivaldría también a su LOF (Informe N° D000017-2018-PCM-SSAP- GVR).
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Aprobado por Decreto Supremo Nº 022-2017-PCM.
8Resolución Suprema N° 394-95-PCM y Decretos Supremos N° 006-2002-PCM, 083-2002-PCM, 067-2003-
PCM, 094-2005-PCM, 063-2007-PCM.
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Secretaría de Gestión Pública (2018). Informe N° D000017-2018-PCM-SSAP- GVR.
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5-A.1 El Sistema Administrativo de Modernización de la Gestión Pública tiene por finalidad velar
por la calidad de la prestación de los bienes y servicios; propiciar la simplificación administrativa;
promover y mejorar la calidad en las regulaciones en el ámbito de competencia de la Presidencia
del Consejo de Ministros; el gobierno abierto; la coordinación interinstitucional; la racionalidad
de la estructura, organización y funcionamiento del Estado; y la búsqueda de mejoras en la
productividad y en la gestión de procesos; la evaluación de riesgos de gestión y la gestión del
conocimiento, hacia la obtención de resultados.
5-A.2 La Presidencia del Consejo de Ministros a través de la Secretaría de Gestión Pública, ejerce
la rectoría del Sistema Administrativo.
Como se aprecia, esta definición de sus alcances comprende materias ya asignadas en el ROF de
la PCM a la SGP y desarrolladas en la Política Nacional de Modernización de la Gestión Pública
(por ejemplo, la coordinación, gobierno abierto, gestión de procesos, entre otras), incluyendo
otras que venían desde el extinto Sistema Nacional de Racionalización10, como es el caso de la
estructura, organización y funcionamiento del Estado y del incremento de la productividad.
En adición a ello, la Primera Disposición Complementaria Final del Decreto Legislativo N° 1446
dispuso la aprobación del Reglamento del Sistema Administrativo de Modernización de la Gestión
Pública, en un plazo máximo de treinta (30) días calendario contados desde la entrada en vigencia
del citado Decreto Legislativo. Es a partir de dicha habilitación normativa y de la necesidad de
contar con una norma que integre las materias vinculadas a la modernización de la gestión pública
que se desarrolla el Reglamento del Sistema Administrativo de Modernización, siendo aprobado
mediante Decreto Supremo N° 123-2018-PCM.
La conceptualización del Sistema Administrativo de Modernización desde la SGP se ha centrado
fundamentalmente en la precisión, definición y desarrollo de los principios y materias bajo el
ámbito del Sistema, así como en la identificación de las principales relaciones de coordinación
que debe establecer la SGP en el marco de su rectoría del Sistema para impulsar acciones de
modernización.
En primer lugar, en el Reglamento se establecen los principios que rigen el Sistema Administrativo
de Modernización, realizándose determinadas precisiones con respecto a los dispuestos en la
Ley 27658, Ley Marco de Modernización de la Gestión del Estado y en la Política Nacional de
Modernización de la Gestión Pública en el Perú. Así, por ejemplo, la concepción del principio de
orientación a resultados incluye la referencia a gestión interna, considerando que los problemas
de gestión obstaculizan también el logro de resultados requiriendo ser abordar a fin de hacer
más eficiente y eficaz el funcionamiento de la entidad pública. En adición a ello, se incorporan los
principios de flexibilidad11, simplicidad12 y armonización y reconocimiento a la heterogeneidad13.
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El primer antecedente que se puede reconocer del Sistema Administrativo de Modernización se encuentra con-
tenido en el Sistema Nacional de Racionalización, el cual se encontraba bajo la competencia del extinto Instituto
Nacional de Administración Pública – INAP, a través de la Dirección Nacional de Racionalización. La Dirección en
mención tenía a su cargo orientar y promover la modernización administrativa, el incremento de la productividad y la
evaluación organizativa en concordancia con los planes de desarrollo.
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Las entidades públicas adaptan su organización y procesos para responder oportunamente a la heterogeneidad y
coyunturas propias del entorno donde intervienen.
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Las entidades que regulan el funcionamiento y gestión de las entidades del Estado lo hacen buscando la simplici-
dad en las reglas y su operación armónica con las regulaciones emitidas por otras entidades rectoras de políticas y
sistemas.
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Al legislar sobre el funcionamiento, operación y gestión de las entidades del Estado se reconoce la heterogeneidad
de las mismas procurando la razonabilidad de las exigencias que se imponen a la administración.
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Respecto de los medios bajo el ámbito del Sistema Administrativo de Modernización de la Gestión
Pública, el citado Reglamento establece que estos se relacionan entre sí y están orientados a que
las entidades públicas mejoren su gestión interna y la calidad de la prestación de los bienes y
servicios que brindan, así como de las regulaciones que emitan, para satisfacer las necesidades
y expectativas de las personas, generando beneficios a la sociedad. Así, se distingue que este
Sistema no se compone de procesos o fases (pues no regula un proceso específico), sino que tiene
una naturaleza transversal que comprende estos medios orientados a la creación de valor público..
El Texto Único de Procedimientos Administrativos (TUPA) es un documento de gestión institucional que compen-
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dia y sistematiza de manera comprensible y clara la información de todos los procedimientos administrativos y servi-
cios prestados en exclusividad, con su correspondiente información sustentatoria (Lineamientos para la elaboración
y aprobación del Texto único de Procedimientos Administrativos – TUPA, RSGP 005-2018-PCM-SGP).
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Elaboración propia.
De manera transversal a los medios comprendidos bajo el ámbito del Sistema Administrativo de
Modernización de la gestión pública, la Secretaría de Gestión Pública - SGP también ha elaborado
documentos orientadores que buscan facilitar la comprensión del enfoque de modernización
de la SGP por parte de la administración pública, tales como los Lineamientos N° 001-2019-
SGP “Principios de actuación para la modernización de la gestión pública, los cuales establecen
lineamientos específicos, que plantean un conjunto de principios de actuación que todos los
servidores civiles se comprometen a cumplir con el fin de acercarse y recuperar la confianza de
las personas.
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futura deseada la siguiente; “Al 2030 contaremos con bienes, servicios y regulaciones de calidad
que logren resultados de política pública, basados en evidencia y que atiendan las necesidades de
las personas de manera oportuna y eficiente”.
En materia de modernización del Estado, de acuerdo a la Política de Modernización de la Gestión
al 2030, en el Perú, los esfuerzos por mejorar la gestión pública son numerosos, sin embargo,
aún existen desafíos que enfrentan las entidades públicas en los tres niveles de gobiernes, los
mismos que no han podido ser abordados de manera sostenible y estratégica por los rectores
de los diferentes sistemas administrativos que rigen en el funcionamiento del Estado. Por un
lado, existen los retos transversales como la mejora de los sistemas de medición del desempeño
y el seguimiento y evaluación de políticas públicas; así como aspectos relacionados al gobierno
abierto, la transparencia y la integridad. Del mismo modo, se tienen desafíos delimitados a un
inadecuado diseño de políticas, la generación de medios que se adecuen a las realidades del
territorio, la falta de integración de los sistemas administrativos la mejora de los modelos de
provisión de los servicios y otros que se evidencian a continuación. Todo lo mencionado afecta de
manera negativa y directamente en la manera como el Estado, a través de las entidades públicas
en cualquier espacio del territorio, cumplen sus necesidades y expectativas de los ciudadanos a
través de sus intervenciones, es decir, de los bienes y servicios que proveen y las regulaciones que
generan.
Uno de los principales problemas en el Estado peruano es el inadecuado diseño de las políticas
públicas. De acuerdo a un estudio de la OECD (2016) el Estado peruano aún carece de un enfoque
“a nivel de todo el gobierno” (whole-of-a-government) para la generación y uso de evidencia, la
evidencia debería dar el sustento a la toma de decisiones de política pública y de las regulaciones.
La evidencia permite delimitar a la población afectada por los problemas públicos y la manera
en que este tiene consecuencias en su bienestar, el no considerarla conduce a las entidades a la
generación de soluciones ineficaces o inexactas que terminan perjudicando a la población. Luego
de ello, los retos de priorización de políticas también se hacen presentes, sobre todo en ámbitos
territoriales donde son escasos se deben resolver múltiples problemas. En el Perú, en los últimos
años han proliferado distintos planes de implementación aprobados desde el Poder Ejecutivo,
de acuerdo al inventario del CEPLAN del año 2018, ya se contaba con 141 agendas, estrategias,
lineamientos, planes y políticas conducidas desde los ministerios. En esa misma línea, en el que
hacer de las políticas públicas existe una incorrecta identificación de objetivos, indicadores y
lineamientos en su diseño. Así, por ejemplo, la revisión de las propuestas de políticas registradas en
la plataforma del Consejo de Coordinación Viceministerial (CCV), evidencian la falta de precisión
de estas en torno a los responsables de la conducción de las políticas, la correcta identificación de
indicadores y metas, la población y otros, y aún de forma más sustancial, la incorrecta identificación
del problema público, la falta de aplicación de mecanismos de consulta pública y otros
En términos de medición de la calidad regulatoria, The Global Economy posee como medidor al
índice de calidad regulatoria que evidencia la habilidad del gobierno para formular e implementar
políticas y regulaciones sólidas que permitan y promocionen el desarrollo del sector privado. Perú
se encuentra por encima de México, Colombia y Brasil, sin embargo, existe una amplia brecha
respecto a países como Estados Unidos y Reino Unido. Una calificación de 2.5 en el índice
representa un sistema de calidad regulatoria fuerte y Perú se encuentra en 0.5. De ese modo,
el inadecuado diseño de políticas públicas desarrollado anteriormente es una necesidad que
necesita ser abordada y para ello se requiere potenciar el uso de los medios e instrumentos de
gestión pública.
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Por otro lado, uno de los desafíos del Estado es definir cómo se va a intervenir para implementar
la política pública en el territorio, existe una inadecuada estrategia de intervención para lograr los
objetivos de política pública. Esto se explica por la manera en que las entidades públicas abordan
los problemas públicos, de manera que intervienen como unidades verticales independientes,
llegando a creer y crear formas territoriales de pensar y formas de actuar que perjudican la
colaboración intra e interinstitucional para la implementación de una política pública, así como la
alineación de las prioridades alrededor de objetivos y metas comunes. En este punto es importante
abordar la necesidad de implementar el enfoque territorial, esto significa que los desafíos y
soluciones a los problemas o puntos críticos que dificultan la entrega o provisión del bien o servicio,
se definan teniendo en cuenta el territorio, el mismo que parte de un entendimiento ecológico,
social, productivo, económico, lingüístico, cultural, espacial y geográfico. La OCDE (2016), ha
señalado que el Perú tiene el reto de fortalecer su capacidad de coordinar políticas públicas de
manera efectiva. Asimismo, ha señalado que el Perú tiene el reto de fortalecer su capacidad de
coordinar políticas públicas de manera efectiva.
Mirando al interior de las entidades, es necesario reconocer la limitada capacidad de gestión
interna para generar bienes y servicios de calidad, esta se refiere a la organización de los medios
y a la generación de condiciones de los sistemas administrativos como soporte para la definición
e implementación de intervenciones públicas (Reglamento del Sistema Administrativo de
Modernización, 2018). Su importancia radica en que los problemas de capacidades inciden
directamente en los resultados de política. Esta realidad es más visible en aquellas políticas que
requieren largas cadenas de acción y respuesta e involucran a actores de diferentes niveles
de gobierno y que requieren mayor coordinación y habilidades de gestión, así como un mayor
seguimiento administrativo. La crisis ocasionada por la COVID-19 evidenció las limitaciones en los
sistemas administrativos y sobre todo de la capacidad de respuesta de las entidades en los niveles
local y regional.
La superación de estas limitaciones depende de la articulación entre los objetivos de política pública
y la planificación estratégica – institucional y entre el sistema de planeamiento y presupuesto, es
decir entre las acciones de las entidades públicas y la asignación de los recursos, la gestión y/o
desempeño de los bienes, recursos humanos del Estado, el aprovechamiento estratégico de las
TICs. el diseño organizacional, la integración entre las entidades para atender los eventos de vida15
de la ciudadanía y las empresas, y finalmente, la disminución de las cargas innecesarias generadas
por los sistemas administrativos. Dichas cargas innecesarias y la desarticulación de los sistemas
administrativos se evidenciaron en la Primera Encuesta Nacional para mejorar la Gestión Pública
(del año 2020) y la Evaluación de Resultados de la PNMGP (del año 2020). Como establece la
Política Nacional de Modernización de la Gestión Pública al 2030, los rectores de los sistemas
administrativos deben propiciar los espacios de “conversación” y análisis crítico sobre las
regulaciones que establecen, toda vez que muchas de estos condicionan el logro de los resultados.
Es la organización de servicios y trámites a partir de los eventos que tienen un impacto significativo en el curso de
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via de las personas y que les motiva a relacionarse con las entidades públicas ya sea para requerir la prestación de
servicios y realización de trámites (PCM, 2018).
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De ese modo, se requiere dictar medidas para articular los sistemas administrativos con el fin de
optimizar el uso de los recursos públicos en las entidades de los tres niveles de gobierno, mediante
la creación de un espacio de naturaleza permanente que permita la coordinación periódica para
promover acciones que coadyuven a mejorar los procesos de administración interna con énfasis
en aquellos relacionados entre sí. Se espera que estos estén más articulados, comprensibles y
promuevan el uso más eficiente de los recursos públicos.
La satisfacción ciudadana es resultado del desempeño de las entidades públicas en la provisión
de bienes y servicios y depende de la experiencia de los ciudadanos en sus interacciones con las
entidades. La Secretaría de Gestión Pública viene realizando encuestas nacionales de satisfacción
ciudadana cada 2 años y si bien se aprecia sostenibilidad en el nivel de satisfacción de la población,
es preciso continuar con acciones que permitan el incremento de dicho indicador. En los años
2017, 2019 y 2021, los niveles de satisfacción reportada por los ciudadanos sobre la calidad de
atención y los servicios que brindan las entidades públicas a nivel nacional son de 68%, 77% y 74%
respectivamente. Sin embargo, la misma encuesta permite reconocer oportunidades de mejora
coherentes con los aspectos de la capacidad de la gestión interna que han sido mencionados.
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De acuerdo a la PNMGP al 2030, los componentes del modelo conceptual son los siguientes:
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Fuente: Decreto Supremo Nº 103-2022-PCM – Decreto que aprueba la Política Nacional de Mo-
dernización de la Gestión Pública al 2030
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Programa de Especialización en Gestión Pública
Elaboración propia.
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Bibliografía:
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