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Tema 12: Los elementos a priori del conocimiento.

 1 Introducción
 2 El concepto a priori
 3 Racionalismo y empirismo
 4 Lo a priori en Kant
o 4.1 El juicio
o 4.2 La cuestión del conocimiento y las ciencias
o 4.3 Los elementos a priori de la sensibilidad
o 4.4 Los elementos a priori del entendimiento
o 4.5 La función de las ideas trascendentales
 5 Husserl
o 5.1 La pretensión de Husserl
o 5.2 La esfera lógica
o 5.3 La percepción categorial
 6. El apriorismo de los pre-juicios y la pre-comprensión.
 7 Conclusión
 8 Bibliografía

1. Introducción

El presente tema trata de los elementos a priori en el conocimiento.


En primer lugar vamos a acercarnos a los orígenes del concepto "a
priori" y de su correlato "a posteriori". Después presentaremos qué
lugar han concedido los distintos autores a los elementos a priori en
el conocimiento humano.

2. El concepto a priori

El concepto "a priori" procede del latín y viene a significar lo que es o


se da antes o previamente. Ya en la Metafísica, Aristóteles habla de
un cierto orden o secuencia de anterioridad y posterioridad en
nuestros conocimientos, según los consideremos desde el punto de
vista de la sensación o de la razón. Según la razón, lo universal es
anterior; según la sensación, lo anterior es lo individual. Esta
secuencia la aplica también a lo que es por naturaleza y lo que es
conocido por nosotros. Lo más abstracto es anterior por naturaleza,
pero posterior según nuestro conocimiento; en cambio, lo inmediato
sensible es posterior según la naturaleza, pero anterior según nuestro
conocimiento.

Estas acotaciones de Aristóteles dieron pie a los filósofos medievales


a preguntarse qué cosas eran priora y qué posteriora, sea en el orden
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de la realidad, sea en el orden del conocimiento. En el orden del


conocimiento, Al Farabí y Averroes distinguían entre el conocimiento
a partir de las causas y el conocimiento a partir de los efectos. El
primero sería un conocimiento a priori; el segundo, a posteriori.

Las expresiones a priori y a posteriori se atribuyen a Alberto de


Sajonia. En realidad ya habían sido utilizadas por Santo Tomás y
Guillermo de Occam, entre otros, pero fue Alberto de Sajonia quien
ofreció la definición formal de los dos tipos de demostraciones:

1. La demostración que va de la causa a los efectos es llamada


demonstratio a priori y demonstratio propter quid.
2. La demostración que va de los efectos a las causas es llamada
demonstratio a posteriori y demonstratio quia.

Los conceptos medievales perduraron hasta Descartes, Locke y


Leibniz, pero con estos autores la atención empezará a dirigirse hacia
el papel de la razón y la experiencia en el conocimiento, generándose
así nuevos usos y produciéndose nuevas determinaciones de estos
conceptos. Vamos ahora a desarrollar más ampliamente la aportación
de los distintos autores.

3. Racionalismo y empirismo

Los filósofos racionalistas aceptaron la existencia de ideas innatas. No


pensaban que un niño recién nacido perciba verdades desde el
momento en que llega al mundo. Lo que pensaban era que ciertas
verdades eran virtualmente innatas, en el sentido de que la
experiencia no proporciona más que la ocasión para que la mente,
por su propia luz, perciba la verdad. Esas verdades no son
generalizaciones a partir de la experiencia. Es posible que yo perciba
la verdad de un principio evidente por sí mismo con ocasión de la
experiencia; pero la verdad del principio no depende de la
experiencia; Su verdad es lógicamente anterior a la experiencia, aun
cuando desde el punto de vista psicológico solamente podamos llegar
al reconocimiento explícito de dicha verdad con ocasión de la
experiencia.

A partir de principios evidentes en sí mismos y, en cuanto tales,


independientes de la experiencia, Descartes, Spinoza y Leibniz
pretendieron elaborar un sistema de verdades absolutamente
necesarias, libres de la contingencia y la limitación propias del
conocimiento fruto de la experiencia. Las matemáticas ofrecían a los
filósofos racionalistas el modelo del conocimiento independiente de la
experiencia, evidente en sí mismo.

Leibniz distinguió entre verdades de razón y verdades de hecho.


Las verdades de razón son eternas, necesarias, innatas y a priori; a
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diferencia de las verdades de hecho, que son empíricas y


contingentes. En el caso de las verdades de razón, no cabe pensar en
su opuesto, en su negación, pues se apoyan en el principio de
contradicción o de identidad. Las verdades de razón son evidentes en
sí mismas o son explicitación de otras verdades de razón. Las
verdades de hecho se apoyan sin embargo en otras verdades de
hecho. Si buscamos su fundamento, entramos en una serie infinita.
La diferencia entre verdades de razón como necesarias y de hecho
como contingentes afecta sólo al conocimiento humano, que es
limitado y sólo puede reconocer como verdades necesarias aquellas
que pueden ser reducidas a sus principios últimos mediante un
proceso finito. Esa contingencia no afecta al conocimiento que Dios
tiene, ya que, una vez ha creado el mundo de una determinada
manera, sí conoce el fundamento de todos los hechos.

Entre los empiristas, David Hume distinguía entre relaciones de


ideas y cuestiones de hecho. Las verdades del álgebra y la
aritmética se establecen mediante relaciones de ideas; son
necesarias, indemostrables, pero no proporcionan ningún
conocimiento acerca del mundo. No se trata de ideas innatas, pero el
fundamento de su verdad no se establece por medio de la
experiencia. Todo conocimiento que aporte información sobre el
mundo debe apoyarse, por tanto, en la experiencia, debe ser a
posteriori. El inconveniente que trae consigo el empirismo es que el
conocimiento que alcanza no puede pretender ser universalmente
válido y necesariamente cierto.

Para los racionalistas y los empiristas, lo a priori se identifica con lo


necesario y analítico, mientras lo a posteriori se identifica con lo
contingente y sintético. Los juicios a priori son analíticos y
necesarios; los juicios a posteriori son sintéticos y contingentes.

4. Lo a priori en Kant

4.1. El juicio

Según Kant expresamos nuestro conocimiento por medio de juicios.


En los juicios establecemos relaciones entre fenómenos. Para los
filósofos que hemos visto, tendríamos dos tipos de juicio:

 Los analíticos, que son necesarios y a priori.


 Los sintéticos, que son contingentes y a posteriori.

Una ciencia debe aportar conocimiento acerca del mundo y a la vez


que ese conocimiento tenga validez universal y necesaria. Kant está
pensando en el modelo que le ofrece la matemática y la física de
Newton. Ninguno de los dos tipos de juicio sirve para construir una
ciencia. Los primeros tienen validez universal, pero no aumentan
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nuestro conocimiento, como mucho, expresan lo que ya se halla


implícito en el sujeto. Los sintéticos sí producen un aumento de
información sobre el mundo, pero al depender de la experiencia, no
pueden tener carácter universal y necesario. Kant postula entonces la
necesidad de un tercer tipo de juicio: los juicios sintéticos a priori. Es
decir: juicios que aporten nuevos conocimientos sobre el mundo y a
la vez su validez esté fundamentada a priori.

Kant toma los conceptos por la relación del conocimiento con la


experiencia: a priori es un conocimiento independiente de la
experiencia; a posteriori es un conocimiento que depende de la
experiencia. Ahora bien, no es que el conocimiento sea a priori, como
si no tuviese nada que ver con la experiencia, Kant no postula la
existencia de ideas innatas; lo que es a priori es lo que hace posible
el conocimiento. Kant no trata de cómo llegamos a ciertos
conocimientos, sino de cuáles son los fundamentos de su validez.

4.2. La cuestión del conocimiento y las ciencias

El carácter científico de una rama del saber dependerá por tanto de la


posibilidad de que se den en ella juicios sintéticos a priori. Con esta
finalidad, Kant estructura su Crítica de la Razón Pura en tres partes:

1. Estética trascendental: se ocupa de las condiciones a priori de


la sensibilidad y del carácter científico de la matemática.
2. Lógica trascendental: se ocupa del entendimiento, pero en dos
funciones distintas:
1. Analítica trascendental: se ocupa de las condiciones a
priori del entendimiento y de cómo la física es ciencia.
2. Dialéctica trascendental: se ocupa de las condiciones a
priori de la razón y de si la metafísica puede ser ciencia.

En cada una de ellas, Kant define en qué consiste la facultad a


estudiar o su operación; muestra cuáles son las condiciones a priori
que hacen posible el conocimiento y su aplicación a la ciencia
correspondiente. La posibilidad de la ciencia coincidirá con la
posibilidad de realizar juicios sintéticos a priori en ella.

4.3. Los elementos a priori de la sensibilidad

Según Kant, en el conocimiento sensible no todo nos viene dado por


el objeto; el sujeto interviene de alguna manera configurando los
datos de la sensación. A los datos desorganizados de la sensación
Kant los denomina materia; la materia es lo a posteriori del
conocimiento sensible. Esos datos son organizados por el sujeto por
medio de las formas a priori del espacio y el tiempo. El resultado es el
objeto del conocimiento sensible o fenómeno; la representación
inmediata del objeto es la intuición.
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Espacio y el tiempo forman parte de los objetos del conocimiento


sensible, ya que sin ellos no habría objeto, sólo sensación informe,
pero son aportados por el sujeto cognoscente, no están fuera de él.
Todos los fenómenos están por tanto configurados a priori por las
formas del conocimiento.

Si espacio y tiempo fueran realidades independientes de él, tendrían


que ser: o realidades en sí, o relaciones entre las cosas. Si son
realidades en sí, dado que todas nuestras intuiciones se dan en el
espacio y el tiempo, tendríamos que postular la existencia de dos
realidades absolutas cuyo único sentido es acoger los objetos de
nuestro conocimiento. Si se trata de relaciones entre los objetos,
entonces sólo los podemos conocer a posteriori, al conocer los
objetos, y dicho conocimiento resultaría contingente. Los
conocimientos que dependen del espacio y el tiempo (matemáticas)
no llegarían a ser ciencia. Para Kant, entender espacio y tiempo como
formas a priori de la sensibilidad, es la única manera posible de
salvaguardar el carácter necesario y universal de la matemática: el
espacio para fundamentar la geometría y el tiempo para fundamentar
la aritmética. Nuestro conocimiento es siempre conocimiento de
fenómenos, es decir, de esa realidad transformada por las formas a
priori. No podemos conocer cómo es la cosa en sí. Suponemos que
existe por sí misma, independiente de nuestra percepción, pero no
podemos decir nada sobre ella.

4.4 .Los elementos a priori del entendimiento

Como la estética se ocupaba de las reglas de la sensibilidad en


general, así la lógica versa sobre las leyes del entendimiento en
general. Juzgar o pensar consiste en reunir diferentes
representaciones bajo una representación común a todas ellas por
medio de conceptos. El pensamiento tiende a unificar la diversidad de
representaciones que nos ofrece la sensibilidad para reunirlas en un
solo concepto. Kant denomina a esta operación síntesis. Sin esta
función no tendríamos conocimiento. A los conceptos puros que
sirven para sintetizar representaciones Kant los llama categorías.
Kant las deduce a partir de los modos de juicio, de manera que hay
tantos conceptos puros del entendimiento como funciones lógicas.

Kant establece una tabla de doce categorías, estructuradas según los


4 modos de la cantidad, cualidad, relación y modalidad (3 categorías
en cada modo). Cada categoría hace posible un tipo de juicio.

4.5. La función de las ideas trascendentales

El entendimiento, en su afán por sintetizar nuestra experiencia, de


llegar a unidades superiores, pretende alcanzar una idea absoluta,
capaz de unificar:
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 Nuestra experiencia interna mediante la idea del alma.


 Nuestra experiencia externa mediante la idea del mundo.
 La totalidad de la experiencia mediante la idea de Dios.

Estas ideas constituyen los objetos principales de la metafísica


(psicología racional, cosmología y teología natural). El problema es
que estas ideas carecen de apoyo en la experiencia, o sea, no pueden
apoyarse en ninguna intuición sensible. De este modo, no podemos
construir juicios sintéticos a priori. Por todo ello, no podemos
considerar que la metafísica sea ciencia.

Ahora bien, estas ideas responden al afán del entendimiento por


buscar una síntesis mayor. En este sentido, las ideas trascendentales
cumplen una función válida: la de animar el entendimiento a buscar
una síntesis cada vez mayor de la experiencia. Lo que no podemos
pretender es convertirlos en objeto de nuestro conocimiento.

5. Husserl

5.1. La pretensión de Husserl

Según Husserl, tanto la ciencia como la filosofía se encuentran en


crisis. El positivismo, en cuanto paradigma científico, había facilitado
un notable desarrollo de las ciencias; pero, en contrapartida, al
rechazar la metafísica, había dejado a las ciencias sin fundamento
último. Las ciencias ofrecen respuestas parciales acerca del mundo,
pero son incapaces de mostrar su propio fundamento. La ciencia
necesita una ciencia previa que pueda ofrecer el fundamento que
necesita: una teoría de la ciencia, una lógica. Es una ciencia pura, no
de hechos, que pueda ser normativa para todas las ciencias de
hechos. Este intento por fundamentar el conocimiento lo llevará a
cabo en las Investigaciones lógicas.

5.2 La esfera lógica

Para Husserl, el reino de la verdad se divide en esferas; conforme a


estas esferas deben organizarse y coordinarse las ciencias. No
siempre se han delimitado bien las esferas correspondientes a cada
ciencia. Así ha ocurrido en la lógica tradicional y la lógica psicologísta.
La primera tarea consistirá en delimitar la esfera de la lógica.

La lógica tradicional se consideraba a sí misma como un arte, una


técnica acerca del razonamiento. Para Husserl, las ciencias prácticas
deben estar fundamentadas en principios suministrados por las
ciencias teoréticas. El psicologismo ha pretendido fundamentar la
normatividad lógica en la experiencia psicológica. Las leyes lógicas
serían expresión del modo como opera el pensamiento, de las
relaciones que el pensamiento establece entre sus objetos. El
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fundamento lógico, ideal, se diluye en fundamentos reales, en


vínculos sacados de la experiencia.

"Las verdades lógicas, en lugar de ser leyes de naturaleza


conceptual pura, garantizadas a priori y absolutamente exactas,
serían necesariamente probabilidades más o menos vagas,
fundadas en la experiencia y la inducción y concernientes a
ciertos hechos de la vida psíquica humana".

La lógica como arte no puede ofrecer un fundamento a las demás


ciencias, ya que ella misma depende de la experiencia. Ya Kant había
entendido este problema y por ello distinguió entre la lógica práctica
y la lógica pura, entendida como ciencia autónoma, puramente
teorética. Husserl va a orientar su investigación en este sentido:
pretende encontrar el fundamento común de toda ciencia, es decir,
aquellos elementos constitutivos de los que no podemos prescindir
sin que desaparezca lo que da base y sentido objetivo a las ciencias.
Esos elementos nos permitirán discernir si “lo que pretende ser ciencia o
pertenecer a una ciencia como principio o consecuencia, como silogismo o
inducción, como prueba o teoría, etc., responde en realidad a semejante
intención”.

Se trata, por tanto, de verdades fundadas puramente en el contenido


o sentido de los conceptos. No pueden versar sobre ninguna materia
u objeto particular, versa sobre objetos ideales, a semejanza de la
matemática. Es una ciencia pura, a priori, independiente de toda otra
ciencia; sus leyes son aplicables a las demás ciencias y ella misma se
somete a sus leyes en cuanto a la forma. No hay conflicto entre lógica
pura y lógica aplicada. La primera se refiere al lado ideal de las
ciencias, a su forma, no atiende a los aspectos particulares de cada
una de las ciencias. La esfera de la lógica pura es una esfera ideal.
Sus leyes están fundadas únicamente en los conceptos, no en la
experiencia.

Como decíamos al hablar de Kant, Husserl no habla de la génesis de


los conceptos en el entendimiento, del origen psicológico de los
conceptos, sino del fundamento último de todo saber. Husserl insiste
en la diferencia esencial e infranqueable que hay entre las ciencias
ideales y las ciencias reales. Las primeras son a priori; las segundas,
empíricas.

5.3. La percepción categorial

Husserl distingue entre la intuición sensible y la percepción categorial.


Mediante esta última, podemos aprehender momentos no reales, no
empíricos, pero no por ello vacíos de contenido. Su contenido son
esencias, conceptos puros. La intuición categorial es a priori, en
cuanto que no depende de la experiencia; pero puede encontrar su
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cumplimiento en lo real (sensible). La percepción de las esencias


tampoco es puramente formal, ya que posee un contenido. El
concepto universal no real no se diferencia esencialmente del
concepto sensible: “el rojo, el triángulo de la mera fantasía, es
específicamente el mismo que el rojo, el triángulo de la percepción”.
Husserl rompe la identificación entre a posteriori, material y sintético,
por un lado, y a priori, formal y analítico por otro.

En conclusión, encontramos en primer lugar en Husserl una esfera de


conocimiento absolutamente a priori, que versa sobre objetos ideales,
conceptos puros, y que es la única capaz de dar fundamento teórico a
las ciencias particulares, sean teoréticas o prácticas. En segundo
lugar, ese conocimiento sobre conceptos puros no es puramente
formal ni analítico.

6. El Apriorismo de los pre-juicios y la pre-comprensión.

Gadamer es el filósofo de los prejuicios, es decir, las ideas que


configuran una tradición o cultura. "Prejuicio" no posee un significado
despectivo (que sólo adquiere en la Ilustración y ha llegado hasta
nuestros días), para Gadamer, más bien equivale a "idea",
"conjetura", "presuposición". Los prejuicios de ayer o de hoy podrán
ser los juicios de mañana. Por eso nos dice Gadamer, " los prejuicios de
un individuo son algo constitutivo de su realidad histórica, en mayor medida que
sus juicios".

Bacon fue el que se dedicó a analizar los prejuicios (idola) que


aprisionan nuestra mente. Gadamer opina que es válido el análisis
que Bacon hace de los idola,. Sin embargo, será válido precisamente
por motivos totalmente opuestos a aquellos por los cuales resultaba
válido a Bacon. Éste después de haber descubierto los idola,
poniéndolos en evidencia, afirmaba que había que purgar la mente de
ellos.

Gadamer, por contra, defiende que una vez tomada conciencia de


nuestros idola, debemos someterlos a prueba de manera incesante,
corregirlos e, incluso eliminarlos pero con objeto de reemplazarlos
por otros mejores.

7. Conclusión

Siguiendo a Ferrater Mora, podemos concluir esta exposición sobre el


concepto "a priori" y su correlato "a posteriori" distinguiendo las
siguientes concepciones de los mismos:
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1. Lo a priori como ligado a lo analítico y necesario; mientras lo a


posteriori como lo ligado a lo sintético y contingente. Leibniz y
Hume se interesaron principalmente, aunque por diversas
razones, por la naturaleza de los enunciados a priori y a
posteriori. El interés por tales enunciados estaba ligado por su
parte al problema de su origen en la mente humana.
Conocimiento a priori y conocimiento a posteriori venían a
significar que tiene su origen en la razón o en la experiencia.
2. Kant se interesó por lo a priori desde el punto de vista
epistemológico. No se preocupa por el origen de nuestros
conocimientos, sino por los elementos que pueden fundamentar
su validez. Desde esta perspectiva, postula la existencia de
juicios sintéticos (es decir, que producen una ampliación de
nuestro conocimiento), pero cuyo fundamento sea a priori y en
consecuencia sean válidos universal y necesariamente.
3. Para Husserl cabe disociar a priori de lo no empírico, pues la
intuición de esencias, siendo a priori puede tener contenido
material.
4. Los positivistas lógicos han vuelto a la distinción establecida por
Hume. Lo a priori es independiente de la experiencia, tiene
carácter analítico y, en consecuencia, las proposiciones a priori
son meras tautologías.

8. Bibliografía.

-Bacon F.(1984) Novum Organum. Orbis Barcelona.

-COPLESTON F.( 1999) Historia de la filosofía. Ariel. Barcelona

-DEAÑO A. (1980) Las concepciones de la lógica. Taurus. Madrid.

-FERRATER MORA J.(1980)Diccionario de Filosofía. Alianza


Madrid.

-Gómez Romero I.(1988) Husserl y la crisis de la razón. Cincel


Madrid.

-KANT I. (1998) Crítica de la razón pura. Alfaguara Madrid

- Gadamer H. G.(1992) Verdad y método. Fundamentos de una


hermenéutica filosófica. Sígueme Salamanca

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