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Carlos III llega a España procedente de Nápoles, con ideas ilustradas, para ocupar el trono tras la
muerte de Fernando VI. Sin cuestionar la monarquía absoluta, inicia una política reformista en la
segunda mitad del siglo XVIII, que le convierte en uno de los principales representantes del
despotismo ilustrado en Europa.
Buscaba sacar a España de su atraso, para ello impulsó la educación, reformó la administración de
justicia y el ejército y modernizó Madrid.
Sin embargo, la prioridad de Carlos III fue la reforma del sector agrario, por ser la principal actividad
económica de la España del Antiguo Régimen. Esta reforma debía hacer frente a los grandes
problemas del campo español:
➜ La agricultura de subsistencia, con un bajo rendimiento debido a que estaba poco tecnificada, lo
que originaba malas cosechas y crisis de subsistencia.
➜ La poca diversificación de cultivos, ya que el cereal ocupaba la mayor parte de las tierras.
➜ La prohibición de cercamientos por el derecho de pasto de la Mesta frente a los agricultores.
➜ El régimen de propiedad de la tierra, ya que la mayoría de las tierras eran amortizadas.
➜ Las tierras de la Iglesia y la nobleza eran explotadas mediante el sistema de arrendamiento por
campesinos que debían pagar la renta, por lo que no les quedaban ganancias para invertir en ella.
La política agraria de Carlos III buscaba el desarrollo agrícola pero sin cambiar la estructura de la
propiedad de la tierra. Las medidas adoptadas en la reforma agraria fueron:
A pesar del programa reformista y de las mejoras que se introdujeron, el despotismo ilustrado de
Carlos III estuvo muy limitado, ya que esas reformas tocaban el poder de los privilegiados, y ni el Rey
accedía porque enfrentarse con los privilegiados significaba destruir a los estamentos en los que se
asentaba la propia monarquía.