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Alejandra Salazar Castaño

Análisis de novela

Miguel Ángel Bracho Diaz

Agosto 18 del 2021

Épica y novela

Dos autores importantes en el campo de la crítica literaria del siglo XX pensaron la relación

entre épica y novela. El primero de ellos fue el filósofo marxista Gyorgy Lukács que en un

texto suyo de 1934, titulado “La novela como epopeya burguesa”, estudia la relación entre

ambos géneros. Por su parte, Mijaíl Bajtín, teórico soviético, trató este problema en su texto

“Épica y novela” publicado en el año 1989, pero escrito en el año 1941. La razón de este

interés se ve justificado en la importancia que estos dos géneros tienen en distintos periodos

históricos. En la Antigüedad la épica fue un género de extrema relevancia debido a su

capacidad de condensar el espíritu de su época; y, de otro lado, la novela ha llegado a

posicionarse en la Modernidad en un lugar privilegiado, al punto de que se ha pensado que

si alguien desea consagrarse como escritor debe debutar necesariamente en el género

novelístico.

Bajtín empieza por enfatizar que la novela es un género en proceso de formación

que todavía no se encuentra cristalizado. En palabras suyas: “Las fuerzas que constituyen el

género novelesco actúan ante nuestros ojos: el nacimiento y el proceso de formación del

género novelesco tienen lugar a plena luz del día histórico” (449). En contraste con la

novela, la épica aparece como un género acabado y profundamente envejecido. Es por esta
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razón que en el conjunto unitario de la literatura sólo forman parte de éste los géneros ya

consumados, aquellos que tienen una fisonomía clara y precisa; por sus características, de

este conjunto se excluye a la novela, cuya genealogía, además, se remonta a los géneros

menores: el diálogo socrático, la sátira menipea, etc. Para Bajtín, la condición de apertura

de la novela lejos de ser un inconveniente es más bien determinante en las posibilidades del

género: cuando la novela establece su predominio, contribuye a la renovación de todos los

demás géneros y marca así la dirección que sigue la literatura en general, de ahí la

excepcional importancia de la novela como objeto de estudio de la teoría y la crítica

literaria.

Sumado a lo anterior, otros elementos contribuyen a pensar las diferencias entre

épica y novela. Bajtín señala tres rasgos esenciales de la epopeya: 1. ésta se sirve del

pasado épico nacional; 2. se sirve igualmente de la tradición, de la leyenda fundacional y no

de las experiencias personales o de la ficción; 3. el universo épico está separado de la

contemporaneidad, es decir, de la época del poeta y del oyente por una distancia épica

absoluta, es decir, la epopeya no es poema sobre el presente, sobre su propio tiempo. Ese

pasado épico se caracteriza por ser absoluto y perfecto; en él no hay lugar para lo

problemático, para lo irresoluto: es una totalidad autosuficiente.

Por el contrario, la novela parte de una valoración y comprensión de la realidad

contemporánea: ella lleva a cabo un proceso de destrucción de la distancia que separa su

objeto del acto narrativo. Bajtín señala, además, que en esto la risa juega un papel

fundamental, dado que ella contribuye a anular la distancia épica así como todo tipo de

jerarquías. La risa posee la capacidad de acercar al objeto y de derribar el respeto por él: en
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la novela hay una relación familiar con el objeto, lo que permite que tenga lugar una

operación de desmenuzamiento e investigación del mismo.

La principal diferencia que Lukács establece con Bajtín es que aquél afirma que la

novela no abandona totalmente la épica, puesto que ésta aspira a comprender la totalidad

del entramado social. Dice Lukács: “La novela posee, de un lado, las características

estéticas universales de la épica grande, del epos, y sufre, de otro lado, todas las

modificaciones que trae consigo la época burguesa, que posee un carácter radicalmente

diferente” (32). Es decir, desde la perspectiva de Lukács, toda gran novela procura

convertirse en epos y, al igual que éste, busca ofrecer una imagen completa del mundo, una

imagen de su época. Para Lukács, los novelistas alcanzan una penetración tan profunda en

los problemas de su sociedad que logran presentar un cuadro muy amplio de la misma. En

este sentido, la novela no busca resolver las contradicciones que ella misma presenta, sino

simplemente mostrarlas, ponerlas en escena. Por esa razón, Lukács ve en la escritura de

Marcel Proust la decadencia de la novela, dado que éste no se preocupa por indagar a través

de sus personajes en la problemática social: aunque se enfoca en las peripecias de un sujeto,

éste no aparece en tensión con su mundo.

En cuanto a la relación de la novela con la época burguesa, Lukács señala la

contradicción que reside en el desarrollo de la sociedad capitalista, cuya permanente

revolución de la producción y de la sociedad contrasta con la profunda degradación a la que

este modo de producción somete al ser humano. Esto tiene consecuencias importantes en el

género, puesto que, por ejemplo, para la novela es imposible la configuración de un héroe

positivo.
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Referencias

Bajtín, Mijaíl. “Épica y novela”. Teoría y estética de la novela, Taurus, 1989, pp. 449-485.

Lukács, Gyorgy. “La novela como epopeya burguesa”. Escritos de Moscú. Estudios sobre

política y literatura, Gorla, 2011, pp. 29-75.

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