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RICARDO RODRIGUEZ RUIZ

ESCOLARIDAD
LICENCIATURA EN LITERATURA POR LA UAM-IZTAPALAPA
ESTUDIOS DE LA MAESTRÍA EN LINGÜÍSTICA HISPÁNICA POR LA
UNAM
MAESTRÍA EN CULTURA E INVESTIGACIÓN LITERARIA POR LA UACJ
ACTUALMENTE CURSA EL DOCTORADO EN HUMANIDADES A. C. EN
LITERATURA EN LA UNIVERSIDAD DE SONORA
PROFESOR INVESTIGADOR DE TIEMPO COMPLETO EN LA UACJ
DESDE 1997
ABSTRACT

La novela El Apando, 1969, consta de 55 páginas ocupadas por un solo párrafo que se

desarrolla ininterrumpidamente, digamos se despeña desde, se despliega, con

denuedo, su enigmático principio “mono y mona”, vertiginosamente sin pausa y sin

solución de continuidad, manteniendo la tensión y el interés del lector en el mayor alto

grado. Resaltan en ella las diferencias que la separan de las otras novelas de José

Revueltas; especialmente la unidad de tiempo y espacio que se reduce a uno solo y

transcurre dentro de una sola jornada, otras diferencia corresponden a la diversidad

temática, por lo menos con respecto a sus tres novelas principales anteriores: El luto

humano, Los días terrenales y Los errores. Las cuales, en términos generales, habían

tratado de personajes campesinos o proletarios urbanos vinculados a la actividad

político- social de organizaciones como el PCM. De tal manera que la formulación de la

pregunta ¿Por qué estos personajes (lumpen)? Podría homologarse con el

planteamiento de la pregunta hermenéutica, aquella que nos introduce a la mejor

interpretación posible de un texto literario, la que penetra precisamente en su esencia,

y va a la elucidación de sus múltiples determinaciones o sentidos


SOBREDETERMINACIÓN DEL PUNTO DE VISTA CARCELARIO EN EL APANDO de

JOSÉ REVUELTAS

La novela El Apando, 1969, consta de 55 páginas ocupadas por un solo párrafo que se

desarrolla ininterrumpidamente, digamos se despeña desde, se despliega, con

denuedo, su enigmático principio “mono y mona”, vertiginosamente sin pausa y sin

solución de continuidad, manteniendo la tensión y el interés del lector en el mayor alto

grado. Resaltan en ella las diferencias que la separan de las otras novelas de José

Revueltas; especialmente la unidad de tiempo y espacio que se reduce a uno solo y

transcurre dentro de una sola jornada, otras diferencia corresponden a la diversidad

temática, por lo menos con respecto a sus tres novelas principales anteriores: El luto

humano, Los días terrenales y Los errores. Las cuales, en términos generales, habían

tratado de personajes campesinos o proletarios urbanos vinculados a la actividad

político- social de organizaciones como el PCM. De tal manera que la formulación de la

pregunta ¿Por qué estos personajes (lumpen)? Podría homologarse con el

planteamiento de la pregunta hermenéutica, aquella que nos introduce a la mejor

interpretación posible de un texto literario, la que penetra precisamente en su esencia,

y va a la elucidación de sus múltiples determinaciones o sentidos

La presencia (existencia) de El Carajo es desoladora, pero inexplicable desde

una visión superficial o literal ¿Por qué la novela no habla de los obreros? Porqué

descender a lo más bajo del sistema social. Parece ilógico concentrarse en un

personaje completamente negativo, tal vez esta falta (presencia brutal de lo real) se

refiera a lo que proclama Žižek:


El caos de la naturaleza salvaje es “sublime” en la medida en que, per

negationem, recuerda la dimensión de la Idea suprasensible. Ocurre lo mismo con el

encuentro de lo real sin sentido: el sujeto nunca está simplemente ausente de ello; la

ausencia misma, la falta que la presencia brutal de lo real recuerda es el sujeto. (1994,

232)

El sujeto histórico para Revueltas ya no es el proletario, en los personajes

lumpen, precisamente en los más degradados, encuentra aquella humanidad que

merece ser redimida. La mirada hacia un espacio más amplio hacia los elementos más

marginales de la sociedad implica no necesariamente un alejamiento del marxismo,

pero definitivamente sí lo es del leninismo. En esta etapa ya manifestaba, Revueltas,

una posición estratégica más enfocada en la autogestión y en lo que llamaba la

democracia cognoscitiva más que en la dictadura del proletariado. Es decir, que esta

novela expresa un abandono de la concepción del obrero como el sujeto protagonista

histórico de la lucha de clases. Aunque esta noción misma, la lucha de clases, no deja

de ser expresada alegóricamente en la batalla mortal entre celadores y reclusos, esta

es la forma en la que es reproducida. Sin dejar de mencionar que los guardias no por

representar el bando de los explotadores no están sometidos a la misma enajenación

que los prisioneros a los que torturan. Enajenación que para el Revueltas de Los

manuscritos económico filosóficos de Marx, proviene del fetichismo de la mercancía.

Sin embargo, todas estas consideraciones están referidas a unos efectos secundarios

del texto analizado, lo dominante en la novela, por lo cual renovamos y celebramos su

lectura, es el valor estético inherente al texto, indisolublemente ligado al significante y a


su significado, el significante se halla conformado de manera artística. La diferencia

entre esta novela y las que Revueltas escribió antes consiste en que El Apando es más

universal, está menos contextualizada, no está ligada a referentes específicos, por

ejemplo los relativos a la vida partidaria o a un modo de producción determinado.

En la vivencia del arte se actualiza una plenitud de significado que no tiene que

ver tan sólo con este o aquel contenido u objeto particular, sino que más bien

representa el conjunto del sentido de la vida. Una vivencia estética contiene siempre la

experiencia de un todo infinito. Y su significado es infinito precisamente porque no se

integra con otras cosas en la unidad de un proceso abierto de experiencia, sino que

representa inmediatamente el todo (Gadamer, 48).

Estaríamos en disposición de contestar a la pregunta ¿Por qué estos

personajes? En el sentido de que “la falta que la presencia brutal de lo real recuerda es

el sujeto”. O sea que los personajes más miserables son los que más representan a la

humanidad en su conjunto. Constituyen lo más generalizable, el epítome de la

contradicción social principal. Incluso no solo en el capitalismo, sino en toda formación

social en la cual el hombre sea explotado por el hombre. Aunque en apariencia luzca

como una novela despojada de toda ideología. Por eso se manifiesta esta especie de

‘amor’ o apego de Albino hacia Meche, esta humanidad por defecto.

Esta situación —y las dos palabras absurdas (postura ginecológica) — hacían de

Meche algo ligeramente distinto a la Meche habitual: violada y prostituida, pero sin que
tal cosa constituyera un elemento de rechazo, sino por el contrario, de aproximación,

como si le añadiera un atractivo de naturaleza no definida, que Albino no se sentía

capaz de formular. (1994, 32)

Por medio del recuerdo el personaje se encuentra ligado a una presencia

entrañable y perspicua. La cual como sabemos, Meche, ocupa una posición de

liderazgo entre el grupo de mujeres que acuden a visitar a los presos. Mujeres valientes

e ingeniosas, pero que no vacilan en la comisión de lo ilícito con tal de satisfacer las

necesidades o las circunstancias del negocio de ‘sus’ hombres. Sin las figuras

femeninas la novela estaría irremediablemente mutilada, desequilibrada, las mujeres

complementan, aunque sea un lugar común el decirlo, el microuniverso del relato. Son

ellas las que se encuentran estructuralmente incluidas en la trama y que funcionan en

varios niveles de sentido como referentes de la humanidad que quiere ser expresada.

Una sociedad clasista en la que la percepción ideológica de la división de clases

fuese pura y directa, sería una sociedad armónica y sin lucha; por decirlo con Laclau: el

antagonismo de clase estaría completamente simbolizado, no sería imposible/real, sino

simplemente un rasgo estructural de diferenciación. (Žižek, En defensa de la

intolerancia. 2008, Madrid, Sequitur, 23)

Por esta razón en el texto se hace referencia a que los oficiales también se

encuentran ‘presos’. Es decir se da una identificación desidentificación entre ambos

grupos de personajes. Con lo que se produce un desvanecimiento de la línea que los

separa, pero también se hace presente que los guardias ocupan a su vez un lugar
subordinado en el sistema capitalista, así que aunque son antagónicos, ellos no forman

parte constitutiva del enemigo principal. A propósito de las contradicciones hay una,

que no es antagónica, entre el narrador y su caracterización como preso político, o sea,

intelectual revolucionario, y los personajes lumpen, la cual confiere una cierta tensión

dramática en el curso de la narración, que se manifiesta incidentalmente en giros

idiomáticos del habla de los correspondientes personajes o del propio narrador. Es la

diferencia de nivel del punto de vista del que está en la cárcel pero no pertenece al

mundo del hampa frente al punto de vista respectivo del delincuente común.

Por otra parte, de acuerdo con Gadamer:

El que un texto trasmitido se convierta en objeto de la interpretación quiere decir

para empezar que plantea una pregunta al intérprete. 'La interpretación contiene en esta

medida una referencia esencial constante a la pregunta que se le ha planteado.

Comprender un texto quiere decir comprender esta pregunta. Pero esto ocurre, como ya

hemos mostrado, cuando se gana el horizonte hermenéutico. Ahora estamos en

condiciones de reconocer éste como el horizonte del preguntar, en el marco del cual se

determina la orientación de sentido del texto, 228

Pero no se trata de la pregunta que planteamos anteriormente ¿Por qué estos

personajes? Aunque sin duda lo es muy relevante, en parte, por lo que había escrito

anteriormente: El luto humano, Los días terrenales y Los errores. En donde aparecen

personajes obreros e intelectuales que participan políticamente. Porque ya esbozamos

alguna respuesta a dicha pregunta, aun cuando esta no haya sido totalmente

satisfactoria. Quiere decir que todavía no hemos ganado totalmente el “horizonte


hermenéutico”, que no hemos dicho la última palabra en lo que se refiere a la

interpretación de esta novela. Pretender comprender la ‘pregunta’ que el texto nos

plantea, significaría vanagloriarnos de haber develado el sentido de ella en su totalidad.

Lo cual no creemos que sea posible, siempre hay lecturas potenciales que añadirán

algo a lo poco que nosotros podamos haber dicho, y a todo lo que desde 1969 se ha

dicho sobre ella. Empero podremos decir todavía algo más al respecto.

La voz de Albino le llegó del otro lado de la puerta de hierro, queda, confidencial,

con ternura. "Ya comienza a entrar la visita". La visita. La droga. Los cuerpos del humo

desleían sus contornos, se enlazaban, construían relieves y estructuras y estelas,

sujetos a su propio ordenamiento, 29

El punto de vista del narrador sigue ubicado al interior de la celda,

incidentalmente se escucha la voz de Polonio, entre comillas y sin ellas, pero

predomina el discurso del narrador quien describe las imágenes producidas por el

humo del cigarro que fuma Polonio.

Pero ahí estaba El Carajo, un anti-Dios maltrecho, carcomido, que empezó a

sacudirse con las broncas convulsiones de una tos frenética, galopante, que lo hacía

golpear con el cuerpo en forma extraña, intermitente y autónoma, con el ruido sordo y

en fuga de un bongó al que le hubieran aflojado el parche, el muro del Rincón en que se

apoyaba. Parecía un endemoniado con el ojo de buitre colérico al que asomaba la

asfixia. (30)
La referencia al tullido siempre se hace en los términos más negativos posibles.

Representa el máximo de inhumanidad o de enajenación. Por medio de la

animalización característica de Revueltas, o de otros rasgos también degradantes que

se le atribuyen. Lo cual no deja de dar un tono grotesco a la narración. Con lo que se

evidencia la intención de llegar al registro de ignominia más extremo que se pueda

concebir. El único rasgo de humanidad que muestra el personaje es la constante

presencia en su mente de la imagen de su ‘mamá’. Que, sin embargo, infantiliza al

personaje con lo que adquiere una connotación más degradada.

Hemos encontrado en esta novela que el punto de vista ideológico se encuentra

muy relacionado con el punto de vista óptico. Es más, hemos comprendido que el

punto de vista ideológico se puede sustantivar, por decirlo así, hasta identificar al

sujeto que materializa el punto de vista ideológico, por ejemplo, en este caso,

descubrimos que el narrador o encarnación del punto de vista ideológico estaba

constituido por uno de los presos, en esta instancia, ‘político’, un preso político. Con

todas las implicaciones que esto conlleva, “es la identificación simbólica (el punto

desde el que somos observados) la que domina y determina la imagen, la forma

imaginaria en la que (nos) resultamos amables.” (Žižek, 2010, 151) Es decir, que es

incluso necesario un cierto grado de identificación entre el narrador y los personajes,

para volverlos aceptables para el lector. Por lo menos los personajes explotados o

subalternos, ya que la clase dominante no está adornada precisamente por la ilusión,

ilusión que se pretenden imponer a ellos mismos y a sus subordinados:

Si la ilusión estuviera 'del lado" del conocimiento, entonces la posición cínica

sería una posición posideológica, simplemente una posición sin ilusiones: “Ellos saben
lo que hacen, y lo hacen". Pero si el lugar de la ilusión está en la realidad del hacer,

entonces esta fórmula se puede leer muy de otra manera: "ellos saben que, en su

actividad, siguen una ilusión, pero aun así lo hacen" por ejemplo. Ellos saben que su

idea de Libertad encubre una forma particular de explotación, pero aun así continúan en

pos de esta idea de Libertad. (2010, 61)

Libertad a la que Revueltas desmitifica, en la novela El Apando.

RICARDO RODRÍGUEZ RUIZ, 20 de febrero de 2018

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