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Historia de la Iglesia

«¿Para qué me va a servir esto?», dijo en algún momento de su vida todo


estudiante, refiriéndose a una materia o algún tema en particular. Tanto el
creyente como el estudiante de teología no están exentos de este sentimiento.
No todos los temas son igual de atractivos para todos y no todos disfrutan
memorizar fechas, eventos importantes y personajes principales. Sin embargo,
estudiar la historia de la Iglesia sí es importante para el creyente en general y el
estudiante de teología en particular.

¿Por qué estudiar la historia de la Iglesia?[1]

1. Muchas veces se desconoce la historia de la Iglesia. Conocerla hará que


se entienda mejor muchas cosas de práxis y doctrina, entre otras.
2. Dios ha estado obrando a través de la historia. La historia es un testimonio
de la providencia soberana de Dios. Sin embargo, hay que tener claro que
la autoridad no la tiene la historia ni la tradición. La autoridad suprema es
la palabra de Dios. La historia es un testimonio latente de lo que Él ha
hecho a través de ella.
3. Cristo dijo que Él edificaría su Iglesia (Mt. 16:18). Estudiar la historia es
ver cómo la promesa se desarrolla.
4. La historia de la Iglesia es la historia del creyente como miembro de su
cuerpo. Cada creyente es parte. Por eso se debe estudiar.
5. La verdad se ha conservado y transmitido a través de la historia (Jn.
15:26). Jesucristo encargó a los apóstoles de ese testimonio, ellos a sus
discípulos, y ellos a todos los que no fueron testigos oculares (1 P. 1:8).
6. Así como el creyente es alentado por la historia de la verdad, es también
advertido por la historia del error. En el primer concilio (Hch. 10) se hizo
defensa en contra del legalismo. A pesar de esto, hay grupos que siguen
manteniendo esto (por ejemplo, los Adventistas). Siguen la ley a pesar
que eso ya había sido descartado y condenado. La nueva era, los
mormones o el gnosticismo fueron confrontados en su momento. Si no se
estudia estas cosas, se corre el riesgo de volver a caer en el mismo error.
7. Hay mucho que aprender de aquellos que caminaron con Dios (cf. He.
11).
8. Hay mucho que aprender de aquellos que fallaron en varios puntos (2 Co.
10:6). Incluso Calvino en su momento defendió tanto el bautismo de
infantes que estuvo de acuerdo en que alguien muriera por practicar lo
contrario.
9. Ser un apologista fiel incluye a menudo ser un buen historiador. Es
importante poder defender las enseñanzas bíblicas del error.
10. La historia ayuda a los pastores de este siglo a tener una perspectiva
correcta sobre su lugar en estos tiempos de la Iglesia.

Una breve advertencia

La historia de la Iglesia son eventos que sucedieron en un momento específico.


Por eso se cuenta con documentos de donde se obtiene la información de esos
sucesos. Es importante que se investigue a profundidad y no apresurarse a hacer
conclusiones apuradas y sin suficiente fundamento. Se debe tener cuidado
porque puede haber algún tipo de sesgo en el autor al describir el evento
histórico. Por eso es importante darle peso a los documentos que se consultan.
Eso es hacer historia. Se debe hacer un estudio cuidadoso de los documentos
disponibles e interpretarlos objetivamente. A diferencia de la Escritura, no
podemos confiar plenamente en libros meramente históricos y tomar como
dogma todo lo que se detalla. Hay que leer cada uno de ellos con sobriedad y
tratar de entender lo que pasó porque cada autor relata según su perspectiva,
su fuente o sus presuposiciones. También, hay un elemento filosófico a menudo,
ya que algunos son pesimistas y otros optimistas. Finalmente, en ocasiones hay
enfoques o elementos artísticos ya que se trata de presentar la historia de
manera que no sea aburrida. Es vital tener presente todo esto a la hora de
recopilar datos históricos.

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