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Alonzo L.

Gaskill
El Salvador y la serpiente

2
INTRODUCCIÓN

El evangelio de Jesucristo es incomprensiblemente amplio, asombro-


samente profundo e incuestionablemente insondable. Sus doctrinas, restau-
radas por medio del profeta José y sus sucesores, tienen el poder para satis-
facer las ansias del espiritualmente hambriento. Dan respuesta a las pregun-
tas que han atormentado a la humanidad durante milenios. Cierto es que
existe una importante distinción que es preciso señalar entre doctrina y opi-
nión (o creencia popular). Aceptar las doctrinas oficiales de la iglesia, reve-
ladas de forma profética, es un requisito para la exaltación en el reino ce-
lestial de Dios. Sin embargo, creer en los numerosos apéndices de estas
doctrinas verdaderas –que constituyen teorías, aplicaciones y opiniones de
los hombres –no es crucial para alcanzar la exaltación. De hecho, quienes
esperen salvarse posiblemente necesiten la capacidad de discernir entre
ambas.
La doctrina de la Caída sirve como buen caso de estudio de este
principio. Un autor SUD contemporáneo escribió: ―Cuando enseñó sobre la
deidad, el profeta José Smith dijo: ‗Si empezamos bien, es fácil continuar
bien; pero si empezamos mal, podríamos seguir mal y será muy difícil co-
rregirse‘. Esta misma pauta es importante cuando enseñamos sobre la Caí-
da‖.1 Qué verdad es. En la Iglesia hay muchos pareceres opuestos sobre lo
que ocurrió exactamente en Edén. En cuanto a asuntos tangenciales, no sal-
víficos, incluso los hermanos que presiden tienen sus opiniones propias.2
No obstante, sobre la verdadera doctrina, hay una armonía absoluta entre
los apóstoles y profetas. Ellos han enseñado y nosotros testificamos de ello,
que hubo una Caída al principio de la historia de esta tierra. Fue preordena-
da para ser parte del plan que se instituyó antes de que el mundo fuese. Sin
esta Caída, cada uno de nosotros estaría varado eternamente en el mundo
premortal, sin esperanza alguna de obtener un cuerpo físico. Sin la Caída,
ninguno de nosotros podría obtener la experiencia mortal tan necesaria para
nuestro progreso. Y sin la Caída (y la consiguiente expiación) se habría ne-
gado a cada una de las creaciones de Dios un cuerpo resucitado, celestial.
¡Esta es la doctrina! Muchas otras ideas que tradicionalmente compartimos
o consideramos en cuanto a la Caída son interesantes, pero en definitiva,
teóricas, y como tales deben ser entendidas.

1
Ladle (2004), 42.
2
Hinckley (1997), 84; Ballard (1997), 49; Kimball (1982), 532; Kimball and Kimball (1977),
344; Gibbons (1993), 176; Gibbons (1992), 242
El Salvador y la serpiente

Lo que sigue en las páginas de este libro no es más que una aproxi-
mación a la Caída. Este acercamiento no se presenta como la doctrina ofi-
cial de la iglesia, aunque hay mucha doctrina en este texto. Más bien, lo
que aquí se ofrece es el punto de vista del autor sobre el asunto. Por des-
gracia, en un libro de esta longitud, no es posible exponer cada enfoque
popular sobre este importante tema. Por ello, sólo se proporciona una cara
de la moneda: la que este autor considera más convincente. El lector se
dará cuenta enseguida de la plétora de fuentes que se proporcionan en apo-
yo a las ideas que este texto contiene. Más que por su capacidad para ayu-
dar al lector en un estudio complementario, el voluminoso número de refe-
rencias se proporciona por un motivo principal: establecer el hecho de que
éste es un enfoque con fundamento sólido.
En Doctrina y Convenios 91 el Señor habla al profeta José concer-
niente a los apócrifos, una colección de textos religiosos antiguos conside-
rados fuera del canon por los SUD Entre otras cosas, el Señor dice de ellos:
―Contienen muchas cosas verdaderas,… Por tanto, quien los lea, que en-
tienda, porque el Espíritu manifiesta la verdad; y el que sea iluminado por
el Espíritu logrará beneficio de ellos‖ (D.C. 91:1,4-5). En el espíritu de este
consejo inspirado, ocasionalmente este libro bebe de textos religiosos no
SUD tanto antiguos como modernos. Desde luego, no los usamos para for-
mular doctrina; ésta sólo procede del Señor por medio de Sus siervos auto-
rizados: los profetas y apóstoles divinamente llamados.
Sin embargo, como se hace evidente en la fascinación por C. S. Le-
wis entre los SUD, pareciera que algunas fuentes no SUD ven el evangelio
a través de unas lentes muy similares a las nuestras. Cuando uno de los
primitivos Padres de la Iglesia o un teólogo contemporáneo no SUD ha
ofrecido una perspectiva o aplicación de un versículo armoniosas con la
posición de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, nos
hemos sentido a gusto al citarlos. Se ofrece un breve apéndice a fin de ayu-
dar al lector a ampliar su comprensión de estas fuentes menos familiares.
Para concluir, es importante destacar que técnicamente el contenido
de este libro no es nuevo, aunque para muchos las ideas lo parecerán. Cier-
tamente los conceptos que se exponen en esta obra han sido enseñados por
profetas, antiguos y modernos. Sin embargo, algunos lectores no estarán
familiarizados con las ideas y unos pocos incluso se sentirán incómodos
por las palabras de profetas, divinamente otorgadas, pero infrecuentemente
citadas. Tal y como señaló el profeta José, incluso los Santos no siempre
llevan bien el que se les enseñe algo que no les resulta familiar o que es
contrario a lo que siempre han creído.3 Lo que sigue se propone simple-
3
Véase Smith (1976), 331; ver también Ehat and Cook (1980), 319, 386, n.18; Madsen (1989),
43; Nibley (s.d.), lecture 6, pág. 2. El profeta José Smith recalcó que ―los Santos son lentos en compren-
der‖. Según él, convencer a los miembros de la Iglesia de una idea que les resulta nueva es parecido a

4
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

mente como objeto de reflexión. Es un pequeño ofrecimiento con la espe-


ranza de aclarar lo que pudiera haber sido mal entendido, hacer más aplica-
ble lo que se considera uno de los ―tres pilares de la eternidad‖4 sobre los
que descansa todo el plan de salvación.

intentar cortar un nudo en un trozo de madera usando como cuña un pan de maíz y una calabaza, como
maza. Una vez comentó: ―He intentado durante años preparar la mente de los Santos para recibir las cosas
de Dios, pero vemos frecuentemente que algunos, después de sufrirlo todo por la obra de Dios, se harían
pedazos como el cristal en cuanto recibiesen algo contrario a sus tradiciones‖, Véase Smith (1976), 331.

5
Capítulo uno
Un malentendido frecuente
Quizás no exista una doctrina que haya sido tan incomprendida, ni
acontecimiento histórico más malinterpretado que la Caída y Adán y Eva.
Tradicionalmente, los cristianos no SUD asumen que fue un acto malo e
innecesario y que Adán y Eva fueron malditos eternamente por sus accio-
nes.1 Los cristianos SUD, por otro lado, se esfuerzan en comprender por
qué Dios daría a nuestros primeros padres un mandamiento (―multiplicaos
y henchid la tierra‖) que sólo podría obedecerse rompiendo otro (―no come-
rás del fruto prohibido‖). A este respecto, y al de otros malentendidos co-
munes, Joseph Fielding McConkie escribió:
Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, ninguna historia de las
escrituras ha sido fuente de más dificultad teológica que la historia
de Edén. Es el ejemplo por excelencia de un mal uso y abuso bíblico.
Los errores consecuencia de pervertir esta historia han originado, a
su vez, miles más. Y en ninguna historia se han confundido tan com-
pletamente lo literal y lo figurado y en ninguna otra ha causado más
tropiezos la ausencia de partes ―sencillas preciosas‖. En el misterio
de Edén tenemos un clásico caso de estudio de los peligros y dificul-
tades de los que está cargada la exégesis de las escrituras y de la ma-
nera en que las escrituras permanecen como un libro sellado para to-
dos, salvo para quienes conocen ese mismo espíritu con el que fueron
dadas.2
Aunque las varias revelaciones de la Restauración3 aclaran conside-
rablemente los sucesos y la doctrina de la Caída, aún se mantiene una con-
fusión, incluso entre los SUD, relativa a lo que realmente sucedió en Edén.
Es cierto que hay determinadas doctrinas clave que enseña la historia de la
Caída, las cuales están claramente articuladas y son bien recibidas por los
SUD. Sin embargo, junto a estas doctrinas, existen también interpretacio-
nes populares de los cuatro relatos autorizados de la Caída (Génesis, Moi-
sés, Abraham y el templo)4 que a menudo contradicen las doctrinas revela-
das gracias a la Restauración. Esto no significa que estos cuatro relatos
1
Véase Laffey (1995), 516; Bloesch (2001), 1:103–9.
2
McConkie (1990), 34.
3 El autor entiende por ―revelaciones de la Restauración‖ tanto las revelaciones canónicas que se
encuentran en Doctrina y Convenios y el Libro de Mormón como las enseñanzas de los profetas y apósto-
les de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
4
Ciertamente hay otros pasajes de las escrituras que tratan de la Caída, como 2 Nefi 2 y Alma
12. Sin embargo, estos sólo se refieren a la Caída o a algún aspecto de ella, mientras que los cuatro relatos
de las escrituras ―autorizados‖ mencionados más arriba, realmente entran en detalle en cuanto a la inmen-
sa mayoría de los acontecimientos que etiquetamos como ―la Caída del hombre‖.
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

sean de ningún modo incorrectos o sesgados; al contrario, el problema resi-


de en el hecho de que los SUD no expertos a menudo interpretan en la his-
toria de la Caída ideas equivocadas, ideas que, francamente, encajarían más
en otras tradiciones cristianas que en el evangelio restaurado de Jesucristo.
En parte esto puede deberse a que ―no tenemos un relato completo‖ de lo
que sucedió en Edén, al menos en una única fuente.5
Ciertas preguntas clave relativas al episodio de Edén surgen repeti-
damente. Por ejemplo, ¿fue un error la elección de Adán y Eva de partici-
par del fruto ―prohibido‖? Y ¿en qué sentido ese acto fue una transgresión
más bien que un pecado? O ¿qué sabían Adán y Eva en el Edén en cuanto
su propósito?, ¿qué instrucciones habían recibido?, ¿y quién fue engaña-
do?, ¿Eva?, ¿Adán?, ¿la serpiente? No todos los SUD responderán de la
misma manera a estas preguntas, pero una comprensión incorrecta de las
respuestas a ellas conduce a una comprensión equivocada de la Caída.
Lo que se expone en las páginas siguientes es un examen de esas im-
portantes preguntas y un repaso a las respuestas dadas por profetas, anti-
guos y modernos. Mediante esta revisión esperamos que el lector reconozca
que las interpretaciones populares pueden no estar necesariamente en ar-
monía con la doctrina de la Caída tal y como enseñan los representantes
ungidos del Señor. De este modo, no debería sorprenderse el lector al darse
cuenta de que sus suposiciones más arraigadas sobre la Caída se desbaratan
a medida que lee las páginas restantes de este capítulo.

¿COMETIERON ADÁN Y EVA UN ERROR EN EDÉN?


Adán y Eva no cometieron ningún error en Edén. ―Ni Adán ni Dios
lamentaron que la Caída ocurriera; de hecho, este acto es un asunto de re-
gocijo supremo‖.6 Hicieron exactamente lo que Dios les había enviado a
hacer, exactamente lo que el Padre quería que hiciesen. Robert L. Millet
escribió: ―Los SUD consideran la Caída con un optimismo atípico dentro
de la mayoría del mundo cristiano. Es un optimismo nacido de la convic-
ción de que Adán y Eva fueron al Jardín de Edén para caer, de que la Caída
fue tan parte del plan preordenado del Padre como lo fue la Expiación.
Creemos que ellos hicieron precisamente lo que había que hacer‖. 7 En otra
parte leemos:
En el cielo, no se desquiciaron cuando Adán cayó. La Caída
era parte del plan desde el principio y quienes estuvieron presentes
en el mundo premortal lo sabían y lo aceptaron aun antes de que la

5
Jackson (2001), 90; Keller (2004), 103.
6
Matthews (1990), 38.
7
Millet (1997), 11–12 ―El hijo y la hija de Dios han hecho lo que se precisaba hacer‖. Campbell
(2003), 101

7
El Salvador y la serpiente

tierra fuera creada… En el concilio premortal Lucifer propuso ―re-


dimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una
sola alma‖ (Moisés 4:1). Esto sugiere que los hijos espirituales de
Dios sabían acerca de la Caída y de la necesidad de la redención an-
tes de la creación de la tierra.8
Desde la concepción misma del plan, estaba claro que sería precisa
una Caída si los hijos de Dios tenían que llegar a ser como Él. 9 La Caída
cambiaría los cuerpos de Adán y Eva de manera que tuviesen sangre y, de
este modo, el poder de la procreación.10 Y la Caída también nos separaría a
cada uno de nosotros de la presencia inmediata de Dios, poniendo un velo
entre nosotros y nuestro creador, lo cual nos capacitaría para cambiar ente-
ramente por medio de la fe (2Nefi 2: 22 -25) algo que no podíamos hacer
en el mundo premortal Edén, donde la humanidad caminaba y hablaba con
Dios.11 Esto no significa que no existiera el albedrío en el mundo premortal
o en Edén. Al contrario, el albedrío es un principio eterno, como demuestra
la elección de la tercera parte de las huestes de los cielos al seguir a Lucifer
y no a Dios.12 Pero el grado en que podemos ejercer nuestro albedrío y las
formas en que podemos emplear ese mismo don, se ven influidas enorme-
mente tanto por el ambiente en que nos encontramos como por la naturale-
za de nuestro conocimiento.
Por ejemplo: si yo hubiese tenido el privilegio de ser testigo de la
aparición del Padre y el Hijo al profeta José Smith, tendría la certeza de que
el testimonio del profeta sobre la Primera Visión es verdadero. Mi testimo-
nio no se basaría en la fe en su testimonio o la sencilla creencia en sus
afirmaciones, sino más bien en la prueba empírica que yo tenía de ese
evento sagrado. En tal situación, me resultaría imposible andar por fe, por-
que sabría ciertamente que ese acontecimiento sucedió. En otras palabras,
tendría un ―conocimiento seguro‖. Sin embargo, puesto que no estuve allí,
me veo obligado a desarrollar fe y caminar por ella, confiando en el Espíri-
tu, en sus susurros y en los testimonios de profetas vivientes.

8
Parker (2003), 79, 89, n.3. Véase también Roberts (1996), 345. ―La razón por la que es impor-
tante que sepamos que Dios tiene un plan para la salvación del Hombre y que ese plan incluye su caída, es
que tal conocimiento dignifica la Caída y proporciona al hombre un sentido de seguridad al eliminar la
idea de azar o casualidad. La idea de un plan de Dios nos lleva a concluir que la Caída: 1) fue necesaria,
2) no fue una sorpresa para Dios, 3) no fue una franca rebelión, 4) fue un suceso real y 5) es una parte
esencial de la jornada del hombre hacia la perfección‖. Matthews, "The Fall of Man" (1990), 40–41.
9
Packer (1996), 49–50.
10
Turner (1972), 206; Clark (1997), 27; Parker (2003), 88.
11
Debemos recordar que una persona o ser con un ―conocimiento perfecto‖ todavía tiene albe-
drío. Joseph Fielding McConkie lo expresó así: ―Adán necesitaba transgredir para ser puesto a prueba y
estar sujeto al pecado, para que pudiese rechazarlo, superarlo y abrazar la rectitud… Contrariamente a las
creencias del cristianismo tradicional, Adán se sometió a la voluntad del Señor cuando participó del fruto
prohibido… La razón misma de la Caída fue crear un estado mortal de probación y ese estado no podría
llegar a existir sin la transgresión del primer hombre y la primera mujer‖. (1990), 32–33.
12
B. McConkie, "Agency" (1979), 26–28.

8
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

De forma similar, el plan de salvación requiere que usted y yo ten-


gamos un velo de olvido sobre nuestros recuerdos, destituyéndonos de la
presencia de Dios y Cristo, facilitando así la experiencia de caminar com-
pletamente por fe creyendo que lo que no se puede ver.13 El élder Neal A.
Maxwell lo explicó del siguiente modo:
Definimos el velo como la frontera entre mortalidad y eterni-
dad; es como una capa de olvido que cubre los recuerdos de expe-
riencias anteriores. Este olvido será retirado algún día y entonces ve-
remos para siempre, en lugar de ―a través de cristal, oscuramente‖ (1
Corintios 13:12)… ¡Pero afortunadamente el velo está ahí! En su sa-
biduría, Dios lo ha colocado para nuestro bien…. [No tener] el ve-
lo… interferiría con nuestra probación mortal y madurez. Sin el velo,
nuestro breve caminar mortal en un mundo de tinieblas perdería su
sentido, ¡porque uno apenas podría llevar la linterna de la fe al me-
diodía y en la presencia de la Luz del mundo! Sin el velo, no po-
dríamos experimentar el evangelio del trabajo y el sudor de nuestra
frente. Si tuviéramos la seguridad de haber entrado ya en el descanso
de Dios, ciertas cosas resultarían innecesarias; ¡Adán y Eva no lleva-
ban tarjetas de la Seguridad Social en el Jardín de Edén!... En Su san-
ta presencia tampoco podríamos escoger por nosotros mismos entre
diferentes alternativas que allí no existen, porque la corte celestial es-
tá llena de quienes han escogido y vencido, cuya compañía todavía
no merecemos… Afortunadamente, el velo nos mantiene envueltos,
como si dijéramos, a fin de que realmente podamos escoger.14
De este modo, aunque el principio eterno del albedrío siempre está
en vigor, usted y yo nos beneficiamos grandemente del don adicional de un
velo de olvido, el cual requiere que vivamos siendo obedientes a los man-
damientos de Dios, no porque hayamos visto y por lo tanto sepamos que
13
Un comentarista sud, sobre la Caída, argumentó que Dios iba a dar finalmente a Adán y a Eva
del fruto del conocimiento del bien del mal. Su ―transgresión‖, según Gerald Jones, consistió en comer
del fruto antes de que Dios se lo ofreciese. Lo compara a la intimidad prematrimonial: lo que está prohi-
bido antes del matrimonio se ordena después. Ver Jones (1997), IV-V. Una aparente imperfección de este
argumento es que si Dios hubiese dado a Adán y a Eva el fruto, entonces no habría habido transgresión y,
por tanto, ninguna obligación para ellos de dejar la presencia de Dios o de que se pusiese un velo entre
ellos y su Padre Celestial. Si esa separación no hubiese sucedido, el plan se habría frustrado porque no
habrían podido andar por fe.
Relacionado con esto, encontramos el siguiente comentario: ―Hombres y mujeres creyentes han
indicado que perciben a Eva como una pecadora, razonando que Dios habría encontrado otra manera
menos dura para que la humanidad entrase en la vida mortal si Eva no hubiese participado del fruto. La
conclusión inolvidable era que la Caída, un símbolo sacramental preordenado por Dios, no era necesa-
ria… Quizás la percepción errónea más peligrosa de toda la saga del Jardín sea la idea de que se habría
encontrado otra manera de que la humanidad hubiese entrado en la vida mortal si [Adán y] Eva no hubie-
se[n] participado del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal‖. Campbell (2003), 6, 27. 2 Nefi 2:11-
12, 15-16 parece contradecir de que Dios iba a dar a Adán y a Eva el fruto prohibido. Era necesaria una
oposición y sólo Adán y Eva podían introducirla.
14
Maxwell (1979), 9, 10–11. Véase también Maxwell (1982), 37; Cannon, en Journal of Dis-
courses, 6:187–93; Hyde, en Journal of Discourses, 13:180.

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El Salvador y la serpiente

hay una recompensa que alcanzar sino, más bien, porque nos hemos colo-
cado en la situación de sentir el Santo Espíritu de Dios confirmándonos
muestra creencia en esa recompensa prometida.
Aunque resulta habitual leer la historia de la Caída como sugiriendo
que Adán y Eva actuaron contrariamente al mandamiento de Dios, algunos
presidentes de la Iglesia han enseñado que la elección de nuestros padres de
participar del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal fue exactamen-
te lo que Dios deseaba que hiciesen. Por ejemplo, el profeta José Smith de-
claró: ―Adán no cometió pecado al comer los frutos, porque Dios había de-
cretado que debía comer y caer‖.15 Igualmente, en numerosas ocasiones el
presidente de Brigham Young abordó este asunto. Entre otras cosas, ense-
ñó:
Es mi convicción que formaba parte del designio del Señor
que Adán debiese participar del fruto prohibido y creo que Adán es-
taba al corriente de todo ello antes de venir a la tierra. Creo que no
existía otra manera que le condujese a tronos y dominios que no fue-
ra transgredir o tomar esa posición en la cual sólo la transgresión po-
día colocar al hombre, para descender por debajo de todas las cosas,
a fin de que pudieran ascender a tronos, principados y potestades;
porque ellos no podían ascender a esa posición eminente sin antes
descender, ni por ningún otro principio.16
En otra parte explicó:
Puede que algunos lamenten que nuestros primeros padres pe-
caran. Eso es un sinsentido. Si nosotros hubiéramos estado allí y
ellos no hubieran pecado, lo habríamos hecho nosotros. No voy a
culpar a Adán y a Eva, ¿por qué? Porque era necesario que el pecado
entrase en el mundo; ningún hombre podría siquiera entender el prin-
cipio de la exaltación sin su opuesto; ni uno sólo podría siquiera re-
cibir una exaltación sin ser conocedor de su opuesto. ¿Cómo pecaron
Adán y Eva? ¿Se colocaron en oposición directa a Dios y Su go-
bierno? No. Sino que transgredieron un mandamiento del Señor. Y
por medio de esta transgresión entró al mundo el pecado. El Señor
sabía que lo harían y Él había decretado que así había de ser.17
De forma similar, el Presidente Wilford Woodruf declaró: ―Adán y
Eva vinieron a este mundo para representar exactamente el papel que

15
Ehat and Cook (1980), 63.
16
Young, en Journal of Discourses, 2:302.
17
Young, en Journal of Discourses, 10:312. Véase también 17:143. ―La Madre Eva participó del
fruto prohibido. No estaríamos aquí ahora mismo si no lo hubiese hecho; nunca habríamos poseído sabi-
duría e inteligencia si no lo hubiese hecho. Todo eso estaba en la economía del cielo y no precisamos
hablar de ello; todo está bien. Nunca debemos culpar a la Madre Eva, ni en lo más mínimo‖. Young
(1998), 103. Véase también Pratt (2000), 73.

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Capítulo 1: Un malentendido frecuente

desempeñaron en el Jardín de Edén; y diré: fueron ordenados por Dios para


hacer lo que hicieron y, por consiguiente, se esperaba que comiesen del fru-
to prohibido a fin de que ese hombre pudiera conocer tanto el bien como el
mal pasando por esta escuela de experiencia que la vida nos proporciona‖.18
Años más tarde, el presidente Joseph Fielding Smith escribió: ―La
realidad es que, como se explica en el Libro de Mormón y en las revelacio-
nes dadas al profeta José Smith, la Caída fue una parte muy esencial del
plan divino. Por lo tanto, Adán y Eva hicieron precisamente lo que el Señor
pretendía que hiciesen. Si dispusiéramos del registro original, veríamos de-
clarado claramente el propósito de la Caída y explicada su necesidad‖.19
Por último, un cierto número de autoridades generales han enseñado
esta misma doctrina. El élder H.B. Roberts, por ejemplo, indicó que ―la
‗Caída‘ fue tan parte de la vida terrenal del hombre planeada por Dios co-
mo lo es la ‗redención‘ provista para él… Y no se habría proporcionado
redención alguna [en el Gran Concilio] sino como anticipación a la Caí-
da‖.20 En otras palabras, se escogió y preordenó un Salvador en el Gran
Concilio de los Cielos específicamente porque Dios había planeado la Caí-
da. Si la Caída hubiese sido algo imprevisto, Jesús no habría sido escogido
―desde la fundación del mundo‖ (Mosíah 4:6-7; 15:19) De hecho, no ha-
bría habido necesidad de un Mesías. El élder Bruce R McConkie razonó:
―Tan cierto como que la salvación viene por causa del expiación, así tam-
bién la salvación viene por causa de la Caída‖.21 En otro lugar, escribió:
Fructificad y multiplicaos. ―Proporcionad cuerpos para mi
progenie espiritual‖. Así dijo Dios. La eternidad pende de un hilo.
Los planes de Dios están en una encrucijada. Sólo hay un camino
que tomar: el de la conformidad y la obediencia. Adán,… nuestro
padre, y Eva, nuestra madre, deben obedecer. Deben caer. Deben
convertirse en mortales. La muerte ha de entrar al mundo. No hay
otro camino. Deben caer para que exista el hombre. Esa es la reali-
dad. Esa es la razón fundamental. Esa es la voluntad divina. Debes
caer, oh poderoso Adán. ¿Caer? Sí, desciende de tu premortal estado
de paz, perfección y gloria a una existencia inferior; deja la presencia
de tu Dios en el jardín y entra al mundo solitario e inhóspito…. Sí,
Adán, cae; cae por tu propio bien. Cae por el bien de la humanidad.
Cae para que exista el hombre; trae la muerte al mundo; haz lo que
causará que se lleve a cabo una expiación, con todas las bendiciones

18
Woodruff, en Journal of Discourses, 23:126.
19
Smith (1957–1966), 4:80.
20
Roberts (1996), 345.
21
B. McConkie, Ensign, 1982, 9. See also B. McConkie (1985), 82; Matthews (1990), "The Fall
of Man," 39.

11
El Salvador y la serpiente

infinitas y eternas que de ella manan. Y así, Adán cayó porque debía
caer‖. 22
En definitiva, la muerte sería el don de Adán a la humanidad, más
que su maldición sobre ella (como muchos la consideran)23 Sería un don
sólo por detrás de la Expiación de Cristo. Como otros antes que él, el élder
Jeffrey R. Holland escribió que Adán y Eva estaban dispuestos a transgre-
dir a sabiendas y conscientemente porque tenían un completo conocimiento
del plan de salvación.24
Como se ve, numerosas autoridades generales25 y muchos estudiosos
SUD26 han enseñado la doctrina de que la Caída era voluntad de Dios y que
Adán y Eva, al tomar del fruto ―prohibido‖, hicieron exactamente lo que
Dios quería que hiciesen.27 Por lo menos desde un tiempo tan temprano
como el Gran Concilio, todos fuimos conscientes de que Dios pretendía
que Adán y Eva provocasen la caída del hombre, puesto que no había otra
forma de posibilitar la vida eterna de las creaciones de Dios.
Extraer como conclusión de la historia de la Caída la creencia de que
Dios no quería que Adán y Eva comiesen del fruto ―prohibido‖ es entender
mal el plan de salvación, el Gran Concilio premortal y las enseñanzas de
los profetas de la Restauración. ¡Era el deseo de Dios y Su designio que
Adán y Eva comiesen! 28

22 B. McConkie (1978), 221.


23 M. McConkie (1998), 179.
24 See Holland (1997), 202–3. Packer (1996), 49–50; McConkie, "Eve and the Fall" (1979), 68;
B. McConkie (1985), 82; Oaks (1993), 73; Hafen (1990), 9; Holland (1997), 204; First Presidency
(1995), 102, paragraph 3.
25 Adicionalmente a las citas ya proporcionadas, véase también Widtsoe (1998), 103;Pratt
(2000): 88; Whitney (1921), 93; Roberts (1996), 344; Talmage (1975), 70; Widtsoe (1960), 192; Widtsoe
(1937), 51–52; Clark (1997), 27; Smith (1993), 2:213–15; Smith (1998), 1:109–10, 115; Packer (1996),
49–50; McConkie, "Eve and the Fall" (1979), 68; B. McConkie (1985), 82; Oaks (1993), 73; Hafen
(1990), 9; Holland (1997), 204; First Presidency (1995), 102, paragraph 3.
26
Para una mirada a los autores y académicos SUD que han abogado por esa posición, véase
LDS Bible Dictionary (1979), 670, s.v. "Fall of Adam"; Keller 2004), 103; Matthews, "The Fall of Man"
(1990), 38–41, 62, 67, 77–78; Millet (1990), 191; Millet (1997), 11–12; McConkie, "The Mystery of
Eden" (1990), 32–35; Rasmussen (1993), 14; Jackson (1994), 14; Parker (2003), 79, 88–89, n.3; Turner
(1972), 206; Peterson (1992), 213; Ludlow (1981), 114; Rockwood (1992), 6, 21, 24; Adams (1990), 99;
Campbell (2003), 6, 8, 13–14, 23, 27, 29–31, 81, 89, 101, 112–14, 166; Ladle (2004), 47; Bennion
(1988), 96–97; Bailey (1998), 23. See also Oden (2001), 100; Lewis (1993), 440; Ryken, Wilhoit, and
Longman (1998), 247; Vawter, (1977), 79.
27
Keller (2004), 104–5. "El autor [del relato de la Caída] no acusa ni culpa a la pareja por su
transgresión. De hecho, parece sugerir que su elección es buena‖. Rockwood (1992), 21.
28
―Su transgresión ‗fue… una elección dolorosa pero correcta, incluso eternamente gloriosa‖.
Hafen (1990), 9. "La familia. Una proclamación para el mundo" declara que en el mundo premortal, hijos
e hijas, procreados como espíritus,… aceptaron [el] plan [de Dios] por medio del cual Sus hijos podrían
obtener un cuerpo físico y ganar experiencia terrenal para progresar hacia la perfección‖. (1995), párrafo
3. Ese plan que aceptamos y apoyamos contemplaba que Adán y Eva viniesen a la tierra y participasen
del fruto ―prohibido‖ para que cada uno de nosotros pudiese nacer. Véase también Campbell (2003), 8.

12
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

¿EN EDÉN, QUÉ SABÍAN ADÁN Y EVA DE SU PROPÓSITO?


Un simple repaso a lo que el evangelio restaurado nos cuenta sobre
las experiencias de Adán y Eva en Edén debería ser suficiente para concluir
que sabían por qué habían sido colocados en el Jardín y que no ignoraban
el plan ni la necesidad de una caída.
Se nos informa de que nuestros primeros padres caminaban y habla-
ban con Dios mientras moraban en Edén (véase Génesis 3:8-10) El presi-
dente Brigham Young declaró que ―Adán conversaba con su Padre, quien
lo había puesto sobre esta tierra, igual que nosotros conversamos con nues-
tros padres terrenales‖.29
El Padre les enseñó muchas cosas durante su estancia en el Jardín,
una estancia que puede haber abarcado meses o posiblemente incluso
años.30 ¿Vamos a pensar que durante todo su tiempo en Edén y en todas
sus comunicaciones con Dios y Cristo, el Padre nunca les hubiera mencio-
nado la razón por la que habían sido puestos en Edén, o que Adán y Eva
nunca preguntaran por qué se encontraban allí? Esto resulta ilógico.31 De
hecho, la somera relación del mandato de Dios de no comer del árbol de la
ciencia del bien y del mal (véase Génesis 2: 17; Moisés 3:17) es evidencia
de que la discusión sobre el propósito de Adán y Eva en Edén se planteó
por lo menos en una ocasión.
En relación a lo que se les dijo, un autor ha escrito: ―Dios el Padre
caminó y habló con Sus hijos amados en el Jardín de Edén. Puesto que
ellos eran los… únicos que podrían proporcionar vida mortal para que así
sus propias promesas a todos Sus hijos pudiesen cumplirse, podemos tener
la seguridad de que Dios no los visitó para hablar de asuntos sin importan-
cia. Cada reunión, seguramente, fue un tiempo de importante instrucción y
aprendizaje.32 Del mismo modo, el élder Jeffrey R Holland nos informa de
que ―ellos tenían conocimiento completo del plan de salvación durante su
estancia en Edén‖.33
Alma dice: ―después de haberles dado a conocer el plan de reden-
ción, Dios les dio mandamientos‖ (Alma 12:32; el subrayado es mío; véase
29
Young, en Journal of Discourses, 9:149. See also Smith (1993), 5:123; Smith (1998), 1:103;
Lectures on Faith, 2:18; Pratt, en Journal of Discourses, 7:257.
30 Es una conjetura, pero un cierto número de textos no canónicos sugieren que Adán y Eva es-
tuvieron en Edén durante un extensor periodo de tiempo. Véase, por ejemplo, "2 Enoc" en Charlesworth
(1983–1985), 1:154; Talmudic tractate Sanhedrin 38b. Y también Smith (1949), 67; Reynolds and Sjo-
dahl (1955–1961), 6:86–87.
31
Campbell (2003), 67–68. "Adán y Eva estuvieron de acuerdo en ir al Jardín de Edén con una
asignación que conocían ellos y nosotros también antes de que le mundo fuese creado… Mientras Dios
caminaba y hablaba con Adán y Eva en el Jardín, ellos aprendieron que para cumplirla tendrían que
transgredir (traspasar) los límites del lugar conocido para ellos como el Jardín de Edén hacia un estado
mortal. La sangre tendría que correr por sus venas para cumplir con ello‖. Campbell (2003), 112–13.
32
Campbell (2003), 64–65.
33
Holland (1997), 202–3.

13
El Salvador y la serpiente

también Moisés 7:32). Dado que las leyes de Dios no cambian, debemos
suponer que este mismo principio estaba vigente en Edén. De hecho, el Se-
ñor declaró que concedió a Adán y Eva su conocimiento el día que los creó
(Moisés 7:32). Siendo así, claramente Adán y Eva habrían conocido su
propósito en Edén. De hecho, si no lo hubiesen sabido, no habrían podido
ejercer su albedrío, porque, como señaló el élder Bruce R. McConkie, el
conocimiento es un prerrequisito para ejercer el albedrío.34
Por la revelación moderna, sabemos que Adán y Eva hicieron conve-
nios con Dios mientras estaban el Jardín.35 Al menos, participaron en el
nuevo y sempiterno convenio del matrimonio, al ser sellados por el tiempo
y por toda la eternidad por Dios el Padre mismo. Es bastante probable que
también recibieran por lo menos una parte de sus investiduras en Edén.36
Por supuesto, sólo aquellos espiritual e intelectualmente capaces de enten-
der las promesas que están haciendo pueden realizar convenios. De otra
manera, no se les podría considera responsables de las promesas y com-
promisos que han hecho.37 Como señaló el presidente Boyd K. Packer: ―La
ley moral supone responsabilidad; ¡sin responsabilidad no hay castigo! La
ley moral se autodestruiría si se aplicase contra quienes no son responsa-
bles. No es moral hacer eso‖.38
Así, el hecho de que Adán y Eva hicieran convenios en Edén con an-
terioridad a su caída indica que eran intelectual y espiritualmente maduros
y capaces de ser considerados responsables por sus acciones.39 De hecho, si
nuestros primeros padres fueran ―como niños pequeños‖ en su intelecto o
nivel de espiritualidad, ¿cómo podrían haber sido considerados responsa-
bles por Dios cuando comieron del fruto de la ciencia del bien y del mal?

34
Véase B. McConkie (1979), 26, s.v. "Agency‖.
35
El Facsímil 2, Figura 3 del libro de Abraham, habla de ―las grandes palabras claves del Santo
Sacerdocio cual fueron reveladas a Adán en el Jardín de Edén‖. Esto implica claramente que Adán y Eva
tenían un significativo conocimiento y responsabilidad en Edén y aparentemente una parte de los ritos del
templo antes de la caída. Véase también Kimball, en Journal of Discourses, 8:330; 9:129–30, 135; Duke
(1992), 2:858.
36
El Facsímil 2, Figura 3 del libro de Abraham, habla de ―las grandes palabras claves del Santo
Sacerdocio cual fueron reveladas a Adán en el Jardín de Edén‖. Esto implica claramente que Adán y Eva
tenían un significativo conocimiento y responsabilidad en Edén y aparentemente una parte de los ritos del
templo antes de la caída. Véase también Kimball, en Journal of Discourses, 8:330; 9:129–30, 135; Duke
(1992), 2:858.
37
Véase Packer (1990), 13–14. Un académico no SUD indicó que Adán y Eva antes de caer
eran tratados como seres maduros y capaces de tomar decisiones o hacer elecciones morales. Véase Kid-
ner (1967), 63. Véase también Génesis 2:16–17, que implica eso mismo.
38
Packer (1990), 6. El presidente Packer también escribió: ―Había demasiado en cuestión como
para introducir al hombre en la mortalidad por la fuerza. Eso podía contravenir la ley misma esencia del
plan‖. Packer (1991), 78–79. ―La Caída, incluso a la luz de su primordial importancia en el plan del Pa-
dre, no podía ser impuesta a Adán ni a Eva. Ellos tenían que escoger el camino voluntariamente, por sí
mismos. Su elección tampoco podía hacerse en la ignorancia, porque escoger en tal estado no habría sido
un verdadero ejercicio del albedrío‖. Campbell (2003), 37–38.
39
Hyrum Andrus escribió que en Edén ―al hombre se le consideraba un ser independiente que
podía decidir por sí mismo. Pero también que sería responsable por sus acciones‖. Andrus (1967), 185.

14
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

Algo así sería contrario a las leyes de Dios y al plan de salvación. 40 Como
señaló el presidente Packer, no habría sido moral. Nunca somos responsa-
bles por lo que no conocemos o no podemos entender.
El élder Gerald N. Lund, de los Setenta, en una ocasión indicó que
―Libertad (Albedrío) + Conocimiento = Responsabilidad‖.41 No basta con
ser libre; uno debe ser capaz de tomar decisiones informadas.42 Por este
motivo los niños menores de ocho años no son responsables ni se les exige
el arrepentimiento para obtener el perdón cuando hacen algo contrario a las
leyes de Dios.43 Debido a su nivel intelectual, de experiencia y entendi-
miento espiritual, ellos están cubiertos por la expiación de Cristo (véase
Mosíah 3:16). De hecho, ―viven en [Cristo] por causa de su misericordia‖
(Moroni 8:19)
La explicación normal de la expresión ―bien y mal‖ en su sen-
tido literal, supone que Dios denegaría al hombre la capacidad para
discernir entre lo que es moralmente correcto y lo incorrecto, un pun-
to de vista que contradice el espíritu de la escritura. Es más, Adán no
habría sido creado ―a imagen de Dios‖ si no poseyese desde el prin-
cipio la facultad de distinguir entre el bien y el mal. Y si carecía de
tal facultad, su obediencia o desobediencia a cualquier mandamiento
no tendría significado moral.44
De este modo, Dios habría tenido que crear a Adán y Eva conscien-
tes de su propósito en Edén. Necesariamente, habrían sido intelectualmente
capaces de tal entendimiento si Dios iba a considerarlos responsables de su
decisión de comer lo que había sido ―prohibido‖.
Por causa de los aspectos metafóricos de la historia de la Caída, al-
gunos han supuesto que Adán y Eva tenían un velo sobre sus mentes cuan-
do fueron colocados en Edén, un velo semejante al que ustedes y yo esta-
mos sometidos hoy. Sin embargo, parece que éste no es el caso. En las Lec-
tures on Faith, tradicionalmente atribuidas al profeta José Smith, se nos
informa de que Adán era ―señor o gobernador de todas las cosas sobre la

40
Este autor opina que Adán y Eva eran ―como niños pequeños‖ sólo en su nivel de pureza y ex-
periencia, pero no en su intelecto o en la comprensión de su propósito en Edén.
41
Lund (1989), 104.
42
El élder John A. Widtsoe escribió: ―El Señor advirtió a Adán y a Eva de la dura batalla con las
condiciones terrenales a si escogían comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Él no iba a someter a
su hijo e hija a la miseria y a la muerte de sus cuerpos a menos que fuese por su propia elección de ellos.
Debían escoger por sí mismos. Escogieron sabiamente de acuerdo con la ley celestial de amar a otros‖.
Widtsoe (1960), 194.
43
Robert L. Millet ha escrito: ―Esto no quiere decir que los niños no puedan hacer cosas malas,
que no puede realizar actos que en otras circunstancias se considerarían pecados. Ciertamente pueden
hacerlo. Las revelaciones enseñan que sus acciones están cubiertas por el misericordioso ministerio de
nuestro Maestro. En este sentido ellos no pueden pecar. Así, ‗los niños pequeños son santos, porque son
santificados por la expiación de Jesucristo.‘‖ Millet (1995), 7.
44
Hertz (1962), 10.

15
El Salvador y la serpiente

tierra y, al mismo tiempo, disfrutaba de comunión y trato con su Creador,


sin un velo que los separase‖45 Igualmente, el élder Orson Pratt enseñó
que, en Edén, no había velo sobre Adán y Eva.46 En un editorial del Times
and Seasons de 1842, se dice que, en Edén, nuestros primeros padres ―po-
dían conversar con Dios cara a cara como nosotros conversamos con nues-
tros amigos, sin ningún velo interpuesto‖.47 El élder Parley P. Pratt,48 el
Presidente John Taylor49 y el Presidente Joseph Fielding Smith 50 declara-
ron que en Edén no había un ―velo que ocultase‖ a Dios de Adán.
En varias ocasiones, el élder Milton R. Hunter enseñó que el velo se
colocó sobre Adán y Eva después de su caída, borrando así sus recuerdos
de la vida premortal y acabando con su acceso directo a la presencia de
Dios el Padre.51 El élder B.H. Roberts declaró que ―con la Caída de Adán
parece haber venido un olvido del plan de salvación‖.52 Muchos comenta-
ristas reconocen que la idea de que Adán y Eva actuarán bajo un velo en
Edén es ilógica.53 Y si en efecto no había velo entre ellos y su Dios, enton-
ces ¿cómo podrían haber ignorado por qué habían sido enviados al Jardín?
54

El Presidente Joseph Fielding Smith señaló en una ocasión que mien-


tras Adán y Eva estaban en Edén su inteligencia era mayor que la de cual-
quier humano actual. Intelectualmente eran adultos, con gran capacidad de
razonamiento.55 Del mismo modo, en la antigüedad se creía que, antes de
su Caída, Adán poseía dones y entendimiento proféticos. La Iglesia primi-
tiva no tenía la percepción del padre Adán como el equivalente a un niño,

45
Lectures on Faith, 2:12. En 2 Enoc se afirma que durante su estancia en Edén, Adán y Eva te-
nían los cielos completamente abiertos a su vista y que, entre otras cosas, podían oír y ver a los ángeles
cantando alabanzas a Dios. Véase 2 Enoc 31:2, en Charlesworth (1983–85), 1:152, 154.
46
Pratt, en Journal of Discourses, 21:203–4; véase también 7:257.
47
Times and Seasons (1843), 672.
48
Pratt (1978), 85.
49
Taylor (1852), 108–9
50
Smith (1954), 383–84.
51
Véase Hunter (1949), 70; (1952), 122; and (1952), 36–37. Véase también Millet (2000), 161–
62.
52
Roberts (1907–1912), 2:62–63. Véase también Roberts (1996), 399–400; Joseph E. Taylor, en
Journal of Discourses, 23:246.
53
Véase, por ejemplo, John Taylor, en Journal of Discourses, 7:363; Smith (1998), 1:95; Millet
(2000), 161–62; Matthews, "The Fall of Man" (1990), 46; Bailey (1998), 22; Adams (1990), 102, 105;
Reynolds and Sjodahl (1955–1961), 4:219; Ludlow (1975), 314; Campbell (2003), 37–38, 64–68, 112–
14; Clarke (s.d.), 1:45, 50; Jamieson, Fausset, and Brown (s.d.), 18; Ginzberg (1967–1969), 1:61. Véase
también Neusner (1985), 264; Robinson (1990), 134–35; Kidner (1967), 63; 2 Enoc 31:2, en Char-
lesworth (1983–1985), 1:152, 154.
54
En el capítulo dos de esta obra examinaremos por qué a Adán y a Eva se les representa como
si no reconociesen quién era Satanás en realidad.
55
Véase Smith (1998), 1:94–95. Véase también Times and Seasons (1843), 672. Según una le-
yenda judía, ―Adán salió de las manos del Creador total y completamente desarrollado. No era como un
niño, sino como un hombre de veinte años de edad‖. Véase Ginzberg (1967–1969), 1:59. Véase también
Neusner (1985), 154; Oden (2001), 100; Jamieson, Fausset, and Brown (s.d.), 18.

16
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

ni en sus capacidades espirituales ni las intelectuales antes de la Caída.56


Más bien, se le consideraba como poseedor de una sabiduría y un conoci-
miento superiores a los de la serpiente (o Satanás).57 El élder Dahlin H
Oaks indicó también que ―nuestros primeros padres entendían la necesidad
de la Caída‖.58 El élder John A. Widtsoe escribió: ―Se les enseñó el evan-
gelio durante su estancia en el Jardín de Edén. No se les podía haber dejado
en completa ignorancia en cuanto al propósito de su creación‖.59 Una fuen-
te cristiana primitiva declara: ―No seáis engañados: nuestro padre [Adán]
no ignoraba nada‖.60 De hecho, el judaísmo sostiene que antes de la Caída
―Dios reveló [a Adán] toda la historia de la humanidad…. El relato de sus
años, el número de sus días, el cómputo de sus horas y la medida de sus
pasos, todos se le dieron a conocer‖.61
El único conocimiento del que aparentemente estaban privados Adán
y Eva durante su estancia en el Jardín era el conocimiento por la experien-
cia.62 Ciertas cosas, como la muerte espiritual consecuencia de comer del
fruto ―prohibido‖, podían ser captadas intelectualmente pero sólo entera-
mente comprendidas una vez experimentadas. Alma sugiere que antes de la
Expiación, Cristo se encontraba en una situación similar con respecto al
pecado. El declaró: ―Ahora bien, el Espíritu sabe todas las cosas; sin em-
bargo, el Hijo de Dios padece según la carne, a fin de tomar sobre sí los
pecados de su pueblo, para borrar sus transgresiones según el poder de su
redención; y he aquí, éste es el testimonio que hay en mí‖. (Alma 7:13)
Hugh Nibley señaló en cuanto este versículo que, aunque el Espíritu podía
haber mostrado a Cristo como sería ser un pecador, Jesús necesitaba expe-
rimentarlo de primera mano. Él mismo debía ―pasar por ello‖.63 El élder
Neal A. Maxwell añadió: ―Jesús sabía intelectualmente lo que debía hacer,

56
Véase, por ejemplo, Crisóstomo, "Homilies on Genesis" 15–16, en Oden (2001), 72; Agustín,
"On the Literal Interpretation of Genesis" 9.19.36, en Oden (2001), 70.
57
Véase Efrén de Siria, "Commentary on Genesis" 2.15.1, in Oden (2001), 74.
58
Oaks (1993), 73.
59
Widtsoe (1960), 193
60
Clemente de Roma, "The Clementine Homilies" 3:18, en Roberts and Donaldson (1994),
8:241.
61
Ginzberg (1967–1969), 1:61. Véase también Neusner (1985), 264; Robinson (1990), 134–35.
62
El relato hebreo del Génesis deja claro que Adán y Eva no carecían de un conocimiento ―inte-
lectual‖ del ―bien y el mal‖. Más bien, lo que no tenían era un conocimiento ―experiencial‖. En otras
palabras, entendían la diferencia entre bien y mal pero no tenían una experiencia práctica del segundo.
Esa vendría por medio de su desobediencia. Al fin y al cabo, esa es precisamente la experiencia que no
tenían, ¡la desobediencia! Véase Speiser (1962), 26; Clifford and Murphy (1990), 12; Parker (2003), 85.
Hay que reconocer, que los humanos necesitan el ―conocimiento experiencial‖ de la mortalidad
para convertirse por completo en alguien como Dios. Pero se puede madurar espiritual y mentalmente sin
muchas de las experiencias de la vida, tal y como claramente hizo Jesús en el mundo premortal (donde
llegó a ser Dios antes de experimentar la mortalidad y sin ni siquiera cometer ningún pecado). Por su-
puesto, en definitiva Adán y Eva (y usted y yo) sólo pueden llegar a ser totalmente como Dios a través de
nuestro ―conocimiento experiencial‖. Pero está claro que Adán y Eva fueron únicos durante su estancia en
Edén, al igual que Cristo fue único cuando se compara con otros espíritus progenie de Dios.
63
Véase Nibley (1988–1990), 2:297.

17
El Salvador y la serpiente

pero no por experiencia‖.64 La Expiación proporcionó a Cristo ese conoci-


miento práctico y lo mismo sucedió con Adán y Eva. A fin de obtener su
exaltación eterna, necesitaban tanto el conocimiento práctico como el inte-
lectual. La Caída sería el medio para alcanzarlo.65
La mejor forma de hacer distinciones es por medio de contras-
tes. El blanco es más blanco cuando se le coloca cerca del negro. Lo
amargo es claramente más amargo cuando contrasta con lo dulce. Pa-
ra aprender adecuadamente la diferencia entre el bien y el mal o entre
Dios y Satanás, la humanidad debía experimentar por completo la
vida en un mundo desafiante, un mundo de comparaciones y contras-
tes. Sin esta oposición de fuerzas….la creación habría sido ―en
vano‖. 66
Si Adán y Eva hubieran ignorado su propósito mientras permanecie-
ron en Edén –si hubieran sido, intelectual y espiritualmente como niños-
habría ido en contra de la naturaleza de Dios haberlos considerado respon-
sables por comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. La
Restauración nos asegura que la ley divina no exige responsabilidad a
quienes son intelectualmente ―como niños‖ y a los que no conocen la ley
(véase Moroni 8:22; 2 Nefi 9:25). Adán y Eva sí entendían por qué estaban
en Edén y qué deseaba Dios que hiciesen.

¿CUÁLES ERAN LAS INSTRUCCIONES PARA ADÁN Y EVA EN EDÉN?


Como hemos indicado, demasiado a menudo se da por supuesto que
en Edén Dios dio a Adán y a Eva dos mandamientos contradictorios (es
decir, dos mandamientos que se excluían mutuamente). En las discusiones
sobre la Caída, es habitual oír a los comentaristas sugerir que Adán y Eva
tenían que romper un mandamiento para obedecer el otro. Sin embargo, la
Restauración del evangelio deja bastante claro que Dios no se contradice a
sí mismo, de hecho, no puede hacerlo. No existe ni un solo ejemplo en las
escrituras, aparte del relato de la Caída, que apoye la noción de que Dios en
algún momento nos dé mandamientos que requieran romper otros para que
seamos obedientes a los primeros.
Algunos sugieren que el mandamiento de Dios a Abraham o Nefi (de
matar a un ser humano) fue ―un mandamiento contradictorio‖. Quienes sos-
tienen esta posición a menudo citan las palabras del profeta José Smith:
―Dios dijo: ‗No matarás‘; y en otra ocasión, ‗Destruirás por completo‘. Es-
te es el principio sobre el que se basa el gobierno de los cielos: por revela-
ción adaptada a las circunstancias en las que los hijos del reino se encuen-
64
Maxwell (1985), 72.
65
Véase Pratt (2000), 81.
66
King (1995), s.v. Moisés 4:22–25.

18
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

tran. Cualquier cosa que Dios requiere es justa, no importa qué, aunque no
podamos ver la razón de ella hasta mucho después de que los aconteci-
mientos hayan ocurrido‖.67
Aunque estas palabras se relacionan bien con las circunstancias en
que Abraham y Nefi se encontraban, no se aplican a la situación en que ha-
llamos a Adán y a Eva. Nótese que, a diferencia de Adán y Eva, tanto Nefi
como Abraham tenían la habilidad de hacer lo que Dios les había mandado.
Sencillamente se les estaba dando un mandamiento nuevo que anulaba uno
previo. Ni al Padre Abraham ni al profeta Nefi se les requirió obedecer dos
mandamientos mutuamente excluyentes, donde guardar uno exigiese rom-
per el otro.
A Adán y a Eva, por otra parte, no se les estaba dando un manda-
miento nuevo como sustitución de uno previo, sino que recibieron dos
mandamientos simultáneos que no podían ser obedecidos a la vez. Que
Dios mandase a Adán y a Eva que no comiesen del fruto de la ciencia del
bien y del mal y también les mandase multiplicarse y henchir la tierra (lo
cual sólo podrían hacer si comían del fruto ―prohibido‖), es colocarlos en
una paradoja lógica en la que posiblemente no pudiesen ser obedientes. Es-
to es contrario a la naturaleza de Dios (1 Nefi 3:7)
Además, que Dios entonces aplicase repercusiones (semejantes a
castigos) por su desobediencia a una ley –cuando Él mismo había requerido
que rompiesen esa ley a fin de cumplir otra- va totalmente en contra de la
naturaleza de Dios, del principio eterno del albedrío y del plan de salvación
al completo. Simplemente, Dios no hace eso, ni a Adán y a Eva ni a usted o
a mí. Hacerlo sería actuar de forma inmisericorde, injusta e incorrecta.
Por supuesto, hay que recordar que en ninguna parte de las escrituras
tenemos un relato completo de lo que ocurrió exactamente en el Jardín en
relación a cómo se dio el mandamiento de no comer del fruto ―prohibi-
do‖.68 En cada relato autorizado de la Caída claramente se ha perdido algo.
Algo más debe haber sucedido que no está claro en la historia de la Caída
pero que ha sido revelado por medio de los profetas modernos.
En varias ocasiones, el Presidente Joseph Fielding Smith enseñó: ―El
Señor dijo a Adán, he aquí el árbol de la ciencia del bien y del mal. Si quie-
res permanecer aquí no puedes comer de ese fruto. Si quieres permanecer
aquí, entonces te prohíbo comerlo. Pero puedes actuar por ti mismo y, co-
mer de él si quieres hacerlo. Y si lo comes, morirás‖.69 Un estudioso SUD
enseñó algo parecido:

67
Smith (1932–1951), 5:135.
68
Keller (2004), 103.
69
Smith (1982), 124. Véase también Smith (1993), 4:81; Smith (1990), 185–86, en donde el pre-
sidente Smith declara: ―La mortalidad se creó al comer del fruto prohibido, si desean denominarlo así,

19
El Salvador y la serpiente

Por tanto, ¿qué dijo Dios realmente en el jardín? Sugiero que pudo
haber dicho algo como lo siguiente: ―Si queréis permanecer en el jardín de
Edén, no deberíais comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del
mal. Sin embargo, si deseáis crecer y recibir todo lo que tengo reservado
para vosotros, tendréis que abandonar el jardín. Si coméis del árbol, seréis
expulsados a la tierra y a la mortalidad y moriréis, tanto temporal como es-
piritualmente, pero abriréis la puerta, a vosotros y a toda la humanidad, pa-
ra recibir la vida eterna como yo tengo. La elección es vuestra‖. En otras
palabras: Dios les dio información.70
Así, el según el Presidente Smith (y muchos otros71), Dios fue bas-
tante claro con Adán y Eva al respecto de que ellos tenían elección y que
esa elección no era cuál de los dos mandamientos contradictorios iban obe-
decer. Al contrario, las dos opciones que se les dieron eran las siguientes: si
querían permanecer en Edén, entonces el fruto del conocimiento del bien y
del mal estaba prohibido. Pero si querían marcharse, tendrían que comer de
ese fruto. La primera pareja habría tenido bastante claro cuáles eran sus op-
ciones y cuáles serían las repercusiones de cada elección. A diferencia de la
teoría habitual del mandamiento ―mayor‖ y el mandamiento ―menor‖72 o
―mandamientos contradictorios‖, la perspectiva del presidente Smith está
en armonía con el plan y la naturaleza de Dios.

pero yo considero que el Señor dejó claro que no estaba prohibido. Simplemente le dijo a Adán: ‗Si
deseas permanecer aquí [en el jardín] esta es la situación. Si deseas eso, no lo comas.‘‖
Parece razonable indicar que, en tanto que la posición del presidente Smith al considerar que
Adán y Eva no recibieron ―mandamientos contradictorios‖ encuentra apoyo en las enseñanzas de un cier-
to número de hermanos, varias autoridades generales han sostenido opiniones diferentes en cuanto a cómo
abordar este asunto de la aparente contradicción. En definitiva, en opinión de este autor, la interpretación
del presidente Smith parece concordar mejor con la doctrina general de la Iglesia.
70
Keller (2004), 104.
71
Véase, por ejemplo, Keller (2004), 104. También, el élder L. Lionel Kendrick escribió: ―Adán
y Eva tomaron una decisión consciente basada en las dos opciones que se pusieron ante ellos. Escogieron
la mortalidad‖. Kendrick (1996), 31. En otro lugar leemos: ―Podéis comer del árbol prohibido si deseáis
la consecuencia de que caeréis y el hombre vendrá a la mortalidad‖. Parker (2003), 87. Campbell escribió
que el ―fruto les estaba prohibido sólo si deseaban permanecer en el Jardín porque contenía los elementos
de la muerte‖. Campbell (2003), 113 (véase también 37, 75).
Un erudito en la patrística señaló que Adán no fue expulsado de Edén contra su voluntad, sino
más bien abandonó voluntariamente Edén porque era su voluntad o deseaba hacerlo. Véase Oden (2001),
100.
72
Descripciones como la que sigue son frecuentes: ―En la vida, a veces todos debemos escoger.
En ocasiones las dos posibilidades son buenas; ninguna es mala. Normalmente, sin embargo, una es de
mayor importancia que la otra. Cuando dudemos, debemos escoger la que afecte al bien de otros –la ley
mayor- antes que aquella que nos beneficie principalmente a nosotros –la ley menor- … Esa fue la elec-
ción realizada en Edén‖. Campbell (2003), 167. Una vez más, sabiendo que es imposible guardar los
dos mandamientos, el ―bueno‖ y el ―mejor‖ –la ley ―mayor‖ y la ley ―menor‖- , la sugerencia de que Dios
habría mandado ambos es problemática. Si Dios hubiera hecho tal cosa, habría colocado a Adán y a Eva
en una situación imposible.

20
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

¿EN QUÉ SENTIDO ADÁN Y EVA TRANSGREDIERON UN MANDAMIENTO


DE DIOS?

Por muy ideal que pudiera parecer Edén, no era un ambiente apro-
piado para la clase de crecimiento y desarrollo necesarios para la exalta-
ción. Puesto que ofrecía acceso directo a Dios, no podía servir como el
campo de pruebas que Sus hijos necesitaban a fin de llegar a ser como Él.
Por tanto, tal y como hemos discutido más arriba, era preciso sacarlos de
ese escenario.73
Pero ¿cómo podía Dios forzar a Adán y a Eva a salir de Edén en tan-
to que ellos estaban guardando sus mandamientos? Eso sería contrario a Su
ley y al modelo establecido en las escrituras (véase, por ejemplo, Éter 3:26;
12:20-21; D.C.67:10). Además, Dios no podía proveer oposición a su pro-
pio plan. Esto también habría sido contrario a la naturaleza de la Deidad.74
Así, a Adán y a Eva se les dio la responsabilidad de introducir un
mundo lleno de oposición, el velo de olvido y, finalmente, la muerte, y sólo
podrían hacer esto de una manera: comiendo intencionadamente de algo
que Dios había prohibido formal y específicamente no comer. La palabra
73
Véase Harper (2004), 90, 92, donde el autor habla de la necesidad que tenía la humanidad de
estar en un lugar ―fuera de la inmediata supervisión‖ y ―presencia‖ de Dios para que pudiésemos actuar
por nosotros mismos. Harper sugiere que esto se aplica tanto a Adán y a Eva como a su posteridad.
74
Gerald Lund escribió lo siguiente: ―La creación del mundo (y del hombre) se realizó en un es-
tado perfecto, santo e inocente. Haberlo hecho de otro modo habría sido contrario a la naturaleza de Dios,
lo cual origina un interesante problema. La oposición es necesaria para el progreso del hombre, pero Dios
no podía crearla y ser fiel a su naturaleza perfecta‖. Lund (1989), 102.
Kent P. Jackson escribió: ―¿Por qué Dios no creó simplemente el mundo en tal condición que el
plan se pusiese en marcha desde el principio? ¿Por qué Dios colocó a Adán y a Eva en el paraíso con la
expectativa de que tanto el uno como los otros tendrían que caer? Sugiero una doble respuesta. Primero,
todas las cosas fueron creadas para ser muy buenas, porque esa es la naturaleza de Dios y su obra. Dios
crea cosas organizadas, espirituales y en armonía con su orden. Segundo, tal vez el hombre necesitaba
ejercer su propio albedrío para caer y morir porque Dios no nos impondría esas condiciones.
Según Alma, nuestro estado caído es algo que trajimos sobre nosotros mismos (véase Alma
42:12). Sin embargo, si Dios no impondría las condiciones de la mortalidad sobre nosotros, entonces es
razonable sugerir que Adán y Eva, quienes tomaron decisiones que afectan a cada ser humano, no estaban
actuando sin nuestra aprobación específica. Puesto que ellos estaban representándonos en lo que hicieron,
es razonable pensar que en los concilios premortales nosotros les hayamos apoyado para actuar en nues-
tro nombre‖. Jackson (2001), 94–95.
En una nota relacionada, el élder Orson Pratt declaró: ―Dios no creó a un ser mortal. Sería con-
trario a su gran bondad crear un hombre mortal, sujeto al dolor, sometido a la enfermedad, a la muerte…
Si Él los hubiera hecho mortales, y por tanto sujetos al dolor, entre los seres inteligentes habría habido
algún motivo para decir que el Señor sometía al hombre, sin una razón, a las aflicciones, pesares, a la
muerte y la mortalidad. Pero Él no podía hacerlo; crear un ser sometido a cualquier clase de dolor era
contrario a la naturaleza de sus atributos, contrario a la naturaleza de esa infinita bondad que mora en el
seno del Padre y del Hijo. Pratt, en Journal of Discourses, 21:289. Véase también Pratt (2000), 81–82.
Roger Keller escribió: ―La mortalidad no puede imponerse a nadie, puesto que hacerlo violaría la
naturaleza eterna del albedrío. De este modo Adán y Eva tenían que escoger convertirse en mortales, al
igual que todos los seres humanos‖. Keller (2004), 116.
Robert J. Matthews escribió lo siguiente: ―Si Dios hubiese creado al hombre mortal, entonces la
muerte, el pecado y todas las circunstancias de la mortalidad habrían sido obra de Dios y serían eternas y
permanente por naturaleza; mientras que si el hombre trae la Caída sobre sí mismo, él es agente moral
responsable y Dios puede rescatarlo y redimirlo de su estado caído‖. Matthews, "The Fall of Man"
(1990), 60. Véase también Adams (1990), 100–101.

21
El Salvador y la serpiente

―transgredir‖ significa literalmente ―pasar por encima‖, ―cruzar‖ o ―ir más


allá de‖ un límite.75 Dios estableció límites en Edén y Adán y Eva intencio-
nadamente los ―cruzaron‖ hacia la mortalidad, no porque nuestros primeros
padres fueran pecadores, rebeldes por su naturaleza, sino, una vez más,
porque necesitaban formal y técnicamente transgredir la ley de Dios a fin
de introducir las condiciones requeridas para su crecimiento y exaltación.
¡No había otra manera! El élder Dallin H. Oaks escribió:
Esta transición, o caída, no podía acontecer sin una transgre-
sión de una ley (ver Moisés 6:59). Esta sería una infracción prevista,
una formalidad que sirviese a un propósito eterno… Eva fue la pri-
mera que transgredió los límites de Edén a fin de iniciar las condi-
ciones de la mortalidad. Su acto…fue formalmente una transgresión
pero eternamente una gloriosa necesidad para abrir la puerta hacia la
vida eterna. Adán manifestó su sabiduría al hacer lo mismo. Y así
Eva y ―Adán [cayeron] para que exista el hombre‖ (2 Nefi 2:25). Es-
te contraste sugerido entre un pecado y una transgresión nos recuer-
da la cuidada de redacción del segundo artículo de fe: ―Creemos que
los hombres serán castigados por sus propios pecados, y no por la
transgresión de Adán‖. (La cursiva es mía) También se asemeja a
una distinción que se hace en la ley y que nos es bien conocida: Al-
gunos actos, como el asesinato, son delitos porque son en sí de natu-
raleza mala; otros, como manejar un vehículo sin licencia de condu-
cir, son delitos solo por estar prohibidos por la ley. De acuerdo con
esas distinciones, el hecho que dio como resultado la Caída no fue un
pecado -o sea, algo de naturaleza mala- sino una transgresión, algo
que era malo por estar prohibido.76
Según el élder Oaks, el Padre celestial etiquetó algunos actos –quizás
algunas ―cosas‖- como fuera de los límites. Al hacerlo, proporcionó los
medios por los que Adán y Eva podían transgredir o, técnicamente, des-
obedecer a Dios y aun así hacer avanzar el plan de felicidad. Al participar
conscientemente del fruto ―prohibido‖, nuestros primeros padres rompieron
técnicamente una ley de Dios y así fueron expulsados de Edén y se colocó
un velo entre ellos y Dios.77
En el evangelio restaurado, transgresión y pecado tradicionalmente
se yuxtaponen. Ciertamente, 1 Juan 3:4 nos informa de que ―el pecado es
transgresión de la ley‖. Así, intentar una definición irrefutable y firme de
pecado y transgresión puede resultar un acto fútil de sutilezas. Sin embar-
75
Véase Random House Webster's College Dictionary (1996), 1415. Véase también Parker
(2003), 86; Campbell (2003), 39–40, 113.
76
Oaks (1993), 73. ―Esta era una transgresión de la ley pero no un pecado en sentido estricto,
¡porque era algo que Adán y Eva tenían que hacer!‖ Smith (1998), 1:115. ―Adán fue desterrado del Paraí-
so por violar un mandamiento leve‖. Ginzberg (1967–1969), 2:49.
77
Widtsoe (1937), 51–52.

22
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

go, puesto que se ha enfatizado tanto en el hecho de que Adán y Eva trans-
gredieron más que pecaron, haremos un esfuerzo por explicar esa distin-
ción.
Técnicamente hablando, transgredir es romper una de las leyes de
Dios accidental o inconscientemente.78 Es semejante a lo que hacen los
niños menores de ocho años; y, como hemos mencionado más arriba, no se
les considera responsables portales transgresiones. Por otro lado, pecar se
define tradicionalmente como ir conscientemente contra la voluntad de
Dios.79 En esos casos, al individuo que incumple la ley de Dios se le consi-
dera responsable por ese acto o pecado hasta que se arrepienta sinceramen-
te de él. Como explicaremos más adelante, Adán y Eva fueron considera-
dos transgresores más que pecadores no porque ignorasen lo correcto o lo
incorrecto o sino más bien porque sus intenciones eran completamente pu-
ras (es decir, no pecaminosas). Ellos escogieron participar de lo que Dios
formal o técnicamente había prohibido, no porque tuviesen una naturaleza
rebelde o un deseo pecaminoso sino más bien porque buscaban introducir
la mortalidad de acuerdo con el plan y la voluntad de Dios. El élder Orson
F. Whitney escribió:
El pecado es la transgresión de la ley divina, tal y como se co-
noce por medio de la conciencia o de la revelación. Un hombre peca
cuando viola su conciencia, yendo en contra de la luz y el conoci-
miento; no contra la luz y el conocimiento que ha recibido su vecino
sino el que él mismo ha recibido. Peca cuando hace lo contrario de lo
que sabe que es correcto. Hasta ese momento sólo comete un grave
error. Se pueden sufrir dolorosas consecuencias sólo por equivocarse
pero no puede cometer pecado a menos que conozca en qué consiste
lo que es pecado. Uno debe tener una conciencia antes de que pueda
desobedecerla. ―Donde no hay ley, no hay pecado… ni condena-
ción‖. ―Quien no puede discernir el bien del mal, no es culpable‖.80
De forma parecida, el presidente Brigham Young enseñó: ―Si actúo
mal a sabiendas, peco. Cuando este pueblo pueda vivir y no hacer nada ma-
lo conscientemente, sin pecar en su ignorancia, Dios perdonará liberalmen-
te ese pecado, si están listos para arrepentirse cuando se les dé a conocer y
si se abstienen de ello en el futuro‖. 81
Técnicamente, Adán y Eva fueron culpables de un acto que, por de-
finición, se califica como un pecado. Conscientemente actuaron contra la
voluntad manifiesta de Dios y así cometieron lo que normalmente sería
considerado pecado. Sin embargo, aunque sufrieron las consecuencias de
78
Véase Ludlow (1982), 494–95.
79
Véase James 4:17. Véase también Ludlow (1982), 494–95; Bennion (1959), 64.
80
Whitney (1921), 239–40.
81
Young, en Journal of Discourses, 9:220–21.

23
El Salvador y la serpiente

su elección, no se les consideró responsables de pecar porque su intención


no era maliciosa. Como ya hemos señalado, participaron de lo que estaba
―prohibido‖ en un intento –un afortunado intento- de cumplir la voluntad y
el plan de Dios. El Hermano Robert J Matthews, antiguo decano de Educa-
ción Religiosa en la universidad de Brigham Young, indicó que ―A Adán
no se le requirió arrepentirse de la transgresión que había cometido en el
jardín‖.82 De nuevo, en palabras del élder Oaks, los actos de Adán y Eva
fueron ―legal‖ o ―formalmente prohibidos‖ pero no ―malos por naturale-
za‖.83 De este modo, aunque Adán y Eva actuaran conscientemente en con-
tra del deseo verbalizado de Dios (es decir, el mandamiento de no comer
del fruto ―prohibido‖), su intención era hacer lo que Dios deseaba en última
instancia. Por este motivo su acción se considera una transgresión más que
un pecado.

¿QUIÉN FUE ENGAÑADO EN EDÉN?


Un cierto número de líderes ha enseñado que Adán y Eva merecen
nuestro respeto y admiración por haber llevado a cabo la Caída. El élder
James E. Talmage escribió: ―Se ha convertido en una práctica habitual para
la humanidad amontonar reproches sobre los progenitores de la familia y
describir el supuesto bendito estado en el que estaríamos viviendo sino fue-
ra por la Caída; mientras que nuestros primeros padres son merecedores de
nuestra más profunda gratitud por su legado a la posteridad: los medios pa-
ra ganar gloria, exaltación y vidas eternas‖.84 De forma similar, el élder Da-
llin H. Oaks declara: ―Algunos cristianos condenan a Eva por su acción,
concluyendo que ella y sus hijas están de alguna manera manchadas por
ello. ¡Pero no los SUD! Informados por la revelación, celebramos el acto
de Eva y honramos su sabiduría y valentía en el gran episodio llamado la
Caída‖.85 El élder Bruce R. McConkie escribió: ―De la misma manera en
que no hay palabras para ensalzar la grandeza del Anciano de
Días…tampoco hay lenguaje que pudiera honrar a nuestra gloriosa madre
Eva‖.86 El élder Marion G. Romney calificó la decisión de Eva de partici-

82
Matthews, "The Revelation of the Gospel to Adam" (1990), 77–78. ―Después de su expulsión
de Edén a la tierra tal como es ahora, Adán se regocijó: ‗…Bendito sea el nombre de Dios, pues a causa
de mi transgresión se han abierto mis ojos, y tendré gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré a
Dios.‘ Y Eva parecía también jubilosa: ‗…De no haber sido por nuestra transgresión, nunca habríamos
tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la
vida eterna que Dios concede a todos los que son obedientes.‘ (Moisés 5:10-11). Estas no eran las pala-
bras de pecadores o pecadores arrepentidos. Fueron pronunciadas por personas que se habían encontrado
con un gran desafío y lo habían aceptado, con el cual, como ellos insinúan, Dios estaba complacido‖.
Widtsoe (1960), 192.
83
Oaks (1993), 73.
84
Talmage (1975), 70.
85
. Oaks (1993), 73.
86
B. McConkie, "Eve and the Fall" (1979), 68. Véase también 57–68.

24
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

par del fruto de ―noble‖87 En el LDS Bible Dictionary se nos dice que ―La
Caída es una bendición y… Adán y Eva deben ser honrados por ella‖.88
Numerosos académicos y comentaristas SUD han enseñado lo mismo 89 y,
sin duda, esta idea es aceptable y correcta para los SUD. Sin embargo, si
adoptamos un enfoque literal de la narración de la Caída, tal doctrina pare-
cerá errónea. En otras palabras, una lectura literal de la historia nos dice
que la mujer ―fue engañada‖.90
Y así surge la pregunta: si Eva fue engañada ¿por qué la honramos?
Si fue confundida para desear algo contrario la voluntad de Dios, aunque
eso formase parte de su plan, Eva no debiera ser ensalzada. Debería ser
considerada como lo que sería realidad: una persona con deseos pecamino-
87
Romney (1968), 84–89; Rockwood (1992), 12.
88
LDS Bible Dictionary (1979), 670, s.v. "Fall of Adam‖.
89
Roger R. Keller escribió: ―Más que considerar la Caída como un desastre, consideramos a Eva
una heroína y la Caída como un inmenso paso adelante en el progreso eterno de la humanidad… gracias a
la valentía de Adán y Eva‖. Keller (2004), 102, 104 (véase también 105). Véase también Matthews, "The
Revelation of the Gospel to Adam" (1990), 66–67; Matthews, "The Fall of Man" (1990), 62; Campbell
(2003), 14, 19, 29; Rockwood (1992), 21; McConkie, "The Mystery of Eden" (1990), 35. ―Adán y Eva
eran dos de los hijos más nobles de Dios. Por esta razón fueron escogidos para venir a la tierra e iniciar la
vida mortal para los demás hijos de Dios… El relato de la caída del hombre en las escrituras es un esfuer-
zo por explicar el origen divino y el propósito de la vida y debería leerse con esto en mente. El relato
es…figurado y simbólico… Adán y Eva escogieron el papel valiente, el que Dios quería que escogiesen.
Ellos ‗cayeron‘ en el sentido de que dejaron la presencia de Dios y llegaron a estar sujetos a las limitacio-
nes de la mortalidad, incluyendo la muerte, la ignorancia y el pecado… Como santos de los últimos días,
honramos a Adán y a Eva porque tuvieron la valentía y la fe de llegar a ser mortales y asumir responsa-
bilidad moral. Creemos…que estaban cumpliendo la voluntad de Dios‖. Bennion (1988), 96–97.
90
Algunos lectores recordarán el comentario de Pablo a Timoteo (en 2 Timoteo 2:12-14). Según
Stephen E. Robinson, las palabras de Pablo sobre Eva siendo ―engañada‖ estaban condicionadas cultu-
ralmente y reflejaban la práctica social habitual en su época, más que la doctrina de la Iglesia primitiva.
Véase Robinson (1990), 132–33. Otro académico SUD señaló que en sus epístolas Pablo habla del estado
y la conducta de las mujeres y utiliza el relato de Adán y Eva ―fuera de contexto para ilustrar un punto…
El consejo de Pablo en asuntos relativos a las mujeres es normalmente una mezcla de principios cristianos
salpicados audazmente de costumbres judías‖. Por ejemplo, en 1 Timoteo Pablo dice que Adán no fue
engañado, sino que más bien lo fue Eva (véase 1 Timoteo 2:12-15). Sin embargo en Romanos dice que la
Caída fue culpa de Adán (véase Romanos 5:12; véase también 1 Corintios 15:22). Así, Pablo está usando
la historia de la Caída para ajustarse a las necesidades de su audiencia y al mensaje que intenta compartir.
Véase Rockwood (1992), 7–8.
Al igual que Pablo, un cierto número de autoridades generales SUD también han empleado la
historia de la Caída en formas muy variadas, supeditada a la necesidad individual de su audiencia. Algu-
nos han interpretado estas distintas aplicaciones de la Caída como contradictorias; sin embargo, en reali-
dad no existe tal contradicción. Simplemente son intentos por parte de los líderes de aplicar un relato
conocido de las Escrituras a situaciones variadas.
Asimismo, es digno de reseñar que Jesús nunca sugirió que Eva hubiese pecado. De hecho, en
Sus enseñanzas nunca usó a Adán o a Eva como modelos de pecadores. Rockwood indicó también: ―El
Midrash, el Talmud y la literatura apócrifa y pseudoapócrifa eran usadas por los judíos en tiempos de
Cristo y moldeaban la sociedad en la que había nacido. Su madre lo llevó al templo después de sus días de
purificación. Estudió la Torá junto con otros muchachos. Los cuatro registros de su ministerio lo descri-
ben teniendo un completo conocimiento de las escrituras y la ley de Moisés tal y como se encuentran en
las obras judías como el Talmud y el Midrash. Sin embargo, en ninguno de los evangelios aparece Jesús
usando la historia de Adán y Eva como explicación ni del origen del pecado ni de los roles respectivos de
hombres y mujeres,‖ tal y como lo harían los judíos. Rockwood (1992), 6. ―La tradición de Eva como una
tentadora…es totalmente producto de tradiciones posbíblicas… En 1 Timoteo 2:14… no hay rastro del
arquetipo que ha sido tan poderoso en la tradición pos bíblica de Eva como una incitadora al pecado‖.
Ryken, Wilhoit, and Longman (1998), 247. Véase también Vawter (1977), 79.

25
El Salvador y la serpiente

sos, cuyas intenciones malas y egoístas Dios pudo utilizar para hacer avan-
zar Su obra. Podríamos indicar que tanto Judas Iscariote como Lucifer co-
metieron pecados que representaron un papel en el plan de Dios y adelanta-
ron Sus propósitos. Sin embargo a ellos no los honramos por sus pecados.
De este modo, la interpretación tradicional de que Eva de alguna ma-
nera fue burlada resulta incorrecta. Tal lectura resulta contradictoria con la
doctrina que han enseñado los profetas vivientes. En Edén, Eva era intelec-
tual y espiritualmente madura, comprendía la voluntad de Dios y así tomó
conscientemente la decisión informada de adelantar el plan comiendo del
fruto que traería la mortalidad al mundo. Por este motivo la honramos. No
reverenciamos a quienes han pecado, ni siquiera si algo bueno acontece a
causa de sus traspiés. Pero en cuanto a Eva, no hay equivocación, ni malen-
tendido, ni sucumbir a la tentación, ella es una heroína porque entendió lo
que era correcto y escogió hacer exactamente eso, no porque fuese engaña-
da para hacer algo que, en definitiva, beneficiase el plan de Dios. El élder
Jeffrey R. Holland escribió: ―Adán y Eva tomaron esta decisión por un mo-
tivo todavía más generoso que los del conocimiento divino y el progreso
personal. Lo hicieron por una razón preponderante y vital para todo el plan
de salvación y todas las conversaciones mantenidas en todos los concilios
del cielo. Lo hicieron ‗para que los hombres existiesen‘‖.91 El élder Ho-
lland continuó:
Los terribles riesgos del pesar y la muerte fueron hechos que
Adán y Eva estaban dispuestos a enfrentar "para que los hombres
existiesen"… Estuvieron dispuestos a transgredir a sabiendas y cons-
cientemente (la única manera por la que podían "caer" en las conse-
cuencias de la mortalidad, de la misma forma que Elohim no podía
expulsar a personas inocentes del jardín y seguir siendo un Dios jus-
to), sólo porque tenían un conocimiento pleno del plan de salvación,
el cual les concedería una salida a su lucha con la muerte y el in-
fierno. 92
Claramente, Lucifer es el único engañado en Edén. Hugh Nibley es-
cribió: ―En la antigua tradición [Eva] es la que burla a la serpiente y la hace
caer con su inteligencia‖.93 Dios quería que Adán y Eva comiesen, pero
Lucifer ―no conocía la mente de Dios‖ (Moisés 4:6). Se deduce, por lo tan-
to, que Satanás –ya sea porque asumió que Dios deseaba que Adán y Eva
permaneciesen en Edén o porque deseaba acceder al resto de los hijos de

91
Holland (1997), 204.
92
Holland (1997), 202–3. Véase también Harper (2004), 91; Keller (2004), 103–4; Faust (1990),
132.
93
Nibley, Old Testament and Related Studies (1986), 88–89. Véase también Campbell (2003),
77.

26
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

Dios- les ofreció lo que estaba ―prohibido‖.94 Pero al actuar así, frustró su
propia obra y adelantó la de Dios. Literalmente, el acto de Satanás ayudó a
iniciar el plan de Dios, aunque la intención del adversario era frustrar Su
voluntad.95 Él estableció las circunstancias mismas en las que más adelante
Cristo ―aplastaría‖ su cabeza (véase Génesis 3:15; Moisés 4:21)

¿HISTORIA O METÁFORA?
Como se puede apreciar, no siempre acertamos en nuestra interpreta-
ción de la Caída. Una importante piedra de tropiezo en los esfuerzos por
comprender correctamente este evento sagrado y preordenado es la tenden-
cia de muchos a interpretar la historia de Adán y Eva (según figura en las
escrituras y el templo) como un relato histórico. Es cierto que Adán y Eva
fueron personas reales. Hubo de hecho un jardín en el que moraron. Se re-
lacionaron realmente con Dios y Cristo durante su estancia allí asimismo,
en Edén, no vivieron con otros humanos, sino que estaban rodeados de mu-
chos animales, aves y peces. Sabemos que durante ese período Satanás pro-
curó acabar con la obra que Adán y Eva habían sido enviados a realizar. Y,
por último, es verdad que tuvo lugar una caída, que introdujo un velo de
olvido y la muerte finalmente de cada persona que viviría sobre la tierra.
Pero la vasta mayoría de lo que se relata en las escrituras y el ritual relativo
a esto ha sido transmitido en un lenguaje metafórico o simbólico.96 En con-
secuencia, puesto que tendemos a leer la historia con una perspectiva es-
trictamente histórica, a menudo se malinterpreta o malentiende la Caída.
En la medida en que los acontecimientos que rodean a la Caída se
narran en lenguaje figurado, en los relatos de las escrituras y del templo las
94
Un comentarista conjeturó que puesto que ―el móvil de Satanás era la destrucción de la huma-
nidad; debería obtener acceso a los espíritus de los hombres y la tierra como su dominio (Moisés 4:6; 2
Nefi 2:18)‖. Adams (1990), 101. En otro lugar Adams declara: ―Satanás, no conociendo la mente ni la
voluntad de Dios, procuró destruir el plan de Dios. Procuró hacerles tomar del fruto para que así tuvieran
hijos de manera que él también pudiera tener acceso a esos espíritus‖. Adams (1991). De forma similar, el
élder Milton R. Hunter escribió: ―No sólo era el deseo de Dios que la tierra se llenase de Sus hijos e hijas,
sino que eso también estaba en armonía con los deseos del diablo. En el mundo espiritual [o vida premor-
tal] Satanás había hecho todo el daño que había podido al plan de salvación y a los hijos espirituales de
Dios antes de ser expulsado; y ahora, si [deseaba continuar] destruyendo a los hijos e hijas de Dios, era
necesario que fuesen mortales y morasen sobre la tierra. Por estas razones Lucifer estaba ansioso por que
Adán y Eva participasen del fruto prohibido‖. Hunter (1951), 118. Véase también Campbell (2003), 97.
95
Bailey (1998), 23; Campbell (2003), 97. Adán y Eva habrían escogido caer de todas maneras,
independientemente de la instigación de Satanás en Edén. Pero Lucifer estaba proporcionando la oposi-
ción necesaria para el plan que usted y yo, junto con los caídos Adán y Eva, necesitaríamos a fin de lle-
gar a ser como Dios es. De esta forma el diablo benefició a Dios involuntariamente. ―Hugh Nibley ha
sugerido que para cuando fueron tentados por el ser al que simbólicamente se llama serpiente, Adán y
Eva habían llegado a la conclusión de que debían participar del fruto del árbol de la ciencia del bien y del
mal‖. Véase Campbell (2003), 65.
96
―El relato de la Caída no es un mito. Es un registro, en un lenguaje poético y altamente figu-
rado, de un acontecimiento real‖. Reynolds and Sjodahl (1955–1961), 2:68. Una antigua interpretación de
la Caída era la siguiente: ―Nunca se pretendió que el relato fuese interpretado literalmente sino que debía
entenderse como una alegoría espiritual‖. Véase Pagels (1989), 64.

27
El Salvador y la serpiente

palabras han sido ―escogidas deliberadamente‖ para enseñarnos ―más de lo


que se ve en la superficie‖.97 Pero ¿cómo puede un profano, un miembro no
experto, distinguir entre lo que se pretendía que fuese interpretado metafó-
ricamente y lo que se concibió para ser interpretado literalmente? En mu-
chos casos, la simple lógica nos permitirá hacer esa distinción. Sin embar-
go, el Señor no nos ha dejado únicamente confiados a nuestro intelecto en
estos asuntos. En cualquier esfuerzo por entender las Santas Escrituras,
nuestra mejor guía son las enseñanzas de los profetas vivientes, acompaña-
das de la ayuda del Espíritu del Señor. Los hermanos han dejado muy cla-
ras las doctrinas de la Iglesia, incluso las relativas a la Caída. Si nos fami-
liarizamos con sus enseñanzas sobre el tema, seremos capaces de distinguir
entre las partes simbólicas y las literales de la ―historia‖.98
A fin de ilustrar este punto, ténganse en cuenta los siguientes ejem-
plos donde tanto la lógica como las doctrinas reveladas de la Iglesia aclaran
qué es y qué figurado.
 Si el hombre fue creado del polvo (véase Génesis 2:7) y la mu-
jer de una costilla (véase Génesis 2:22) ¿por qué el hombre no tiene
una costilla menos ya sea en el lado izquierdo o derecho de su caja
torácica? Si lo entendemos literalmente, parecería haber una contra-
dicción. Sin embargo, los profetas modernos han dejado claro que
no se pretendía que leyésemos este pasaje como una representación
histórica y de lo acontecido en Edén.99
 En la historia al hombre se le condena a dejar a su padre y a su
madre, allegarse a su esposa y convertirse en ―una sola carne‖ con
ella. Nadie podría cuestionarse seriamente la naturaleza metafórica
de tal declaración.
 Después de que Adán y Eva participasen del fruto ―prohibido‖,
Dios aparece representado como intentando averiguar dónde estaban
y cómo se habían dado cuenta de que estaban desnudos. Obviamente,
el Padre sabía dónde se estaban escondiendo Adán y Eva y cómo
exactamente habían descubierto su desnudez. Si entendemos la natu-
raleza de Dios, no podemos suponer que el Padre podía ignorar nada
en cuanto a estos detalles.
 En Su explicación de los castigos decretado sobre Satanás,
Dios declaró aquí Cristo o ―aplastaría‖ la cabeza de la serpiente

97
Jackson (2001), 81–82, 84.
98
Por supuesto, no extraemos doctrina de metáforas o símbolos. Más bien, sólo podemos inter-
pretar de adecuadamente las metáforas y símbolos de las escrituras y del templo entendiendo correcta-
mente las doctrinas.
99
Véase Young, en Journal of Discourses 2:6; 3:319; 7:285; Kimball (1976), 71. El élder Russell
M. Nelson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, indicó que este era un elemento metafórico en el relato,
que pretendía denotar una verdad mayor del evangelio. No es una descripción de la manera en que real-
mente fue creada Eva. Véase Nelson (1987), 87.

28
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

(véase Génesis 3: 15) ¿Vamos a interpretar literalmente este comen-


tario y por lo tanto sacar en conclusión que a causa de las acciones
de Satanás en Edén, Jesús machacará la cabeza de la serpiente? Tal
conclusión no tiene sentido.100
 Como hemos mencionado más arriba, la historia de la Caída
representa a Dios dando a Adán y a Eva dos mandamientos que se
excluían mutuamente; no podían obedecer ambos. De este modo, si
leemos este relato de forma literal, vemos a Dios como un ser injus-
to que coloca Sus hijos en situaciones imposibles. Esto es contrario a
la naturaleza de Dios, de ahí que sea evidente que lenguaje es figura-
do.

De nuevo, tal como se ha tratado anteriormente, la historia de
la Caída habla de Adán y Eva como ―niños pequeños‖. Si esto es li-
teral, entonces sería injusto que fuesen castigados por su transgre-
sión. Así que, el lenguaje utilizado tiene que ser simbólico.101
Aunque podrían ofrecerse muchos otros ejemplos, baste señalar que,
como muestra este puñado de ellos, posiblemente gran parte de la historia
de la Caída no puede considerarse literal. Hacerlo, causaría no sólo confu-
sión sino también, potencialmente, la aceptación de falsas doctrinas. Sin
embargo, si los pasajes son figurados, ¿qué están, entonces, intentando en-
señarnos? ¿Cuál es su mensaje simbólico?

UN MALENTENDIDO FRECUENTE
Generalmente se entiende que Adán y Eva eran un símbolo tipológi-
co de la raza humana. Sirven como representación de cada uno de nosotros
y nuestra propia caída de la gracia. De hecho, el presidente Gordon B.
Hinckley, hablando del santo templo y de la historia que en él se enseña,
declaró que ―ante nosotros se esboza la odisea del trayecto eterno del hom-
bre, desde la existencia premortal a través de esta vida hacia la vida del más
allá‖.102 Del mismo modo, el élder Bruce C. Hafen expresó lo siguiente:
―La experiencia de Adán y Eva es un prototipo ideal de nuestra propia ex-
periencia mortal. Su historia es nuestra historia. El ciclo completo de su
caída de la inocencia y su regreso final a Dios tipifica un patrón humano

100 Es de conocimiento común que este comentario anticipa (en lenguaje figurado) la destruc-
ción final de la obra e influencia de Satanás por Cristo. Véase, por ejemplo, B. McConkie (1978), 472;
Nyman (1985), 95; Adams (1990), 103–4.
101
Abordaremos más adelante qué es la pretendida metáfora.
102
Hinckley (1997), 636. En otro lugar leemos: ―La ceremonia de la investidura…representa el
trayecto de los individuos desde la existencia premortal a través de la vida mortal y la muerte hacia la
vida después de ésta…Las representaciones dramáticas, la ropa especial y la instrucción simbólica duran-
te las ceremonias del templo representan distintas etapas de un progreso eterno del individuo‖. Cooper
(1992), 3:1430–31. Véase también Pagels (1989), xx-xxi, xxiv.

29
El Salvador y la serpiente

general‖.103 Hugh Nibley, escribió: ―La investidura mormona… es clara-


mente un modelo, una presentación en términos figurados… No pretende
ser una imagen de realidad, sino sólo un modelo… estableciendo el patrón
de la vida del hombre sobre la tierra con sus por qué y por tanto fundamen-
tales‖.104 Haciéndose eco de los sentimientos de los hermanos antes men-
cionados, otro académico SUD ha escrito:
Entonces, ¿qué hay… de la historia de Edén? Una enumera-
ción de los acontecimientos clave de Edén permite darse cuenta de
que también nosotros tenemos el privilegio de abandonar el mundo
solitario e inhóspito y entrar en el sagrado santuario del Señor, donde
participamos básicamente en las mismas experiencias conocidas por
nuestros primeros Padres antes de la Caída. El templo es para noso-
tros como Edén fue para Adán y Eva… La historia de Edén, de he-
cho, [es] una luz que revela el sendero que todos debemos recorrer
para regresar a la vivida presencia.105
De forma similar, en una publicación SUD dedicada a examinar la
vida del Padre Adán, un autor advertía a sus lectores: ―En la mente de los
judíos y los cristianos del siglo primero, lo que Adán fue, nosotros somos;
lo que Adán podía llegar a ser, nosotros podemos llegar a ser‖.106 De hecho,
generalmente se sostiene en el mormonismo que Adán y Eva ―son repre-
sentaciones simbólicas de todos los hombres y las mujeres‖.107 Incluso en
recintos sagrados, a los santos de los últimos días se les pide que, al con-
templar la Caída, se consideren a sí mismos como si fueran Adán y Eva.108
Claramente su historia es nuestra historia; el mensaje de la Caída trata
acerca de nosotros.109
Este concepto no es exclusivo de los SUD. Incluso académicos y teó-
logos no miembros reconocen que la historia de la Caída en las escrituras
está concebida principalmente para enseñarnos a cerca de nosotros mismos.
Como uno señaló:

103
Hafen (1989), 37. ―Todos nosotros, como Adán y Eva, debemos dejar la presencia de Dios en
busca de conocimiento y crecimiento por medio de la experiencia personal… L historia de Adán y Eva es
nuestra historia‖. Hafen (1989), 33, 50.
104
Nibley (1975), xiii.
105
McConkie, "The Mystery of Eden" (1990), 29, 30, 23.
106
Robinson (1990), 128.
107
Rockwood (1992), 18.
108
Scott (1996), 74; Holland (1997), 203–4; Hafen (1990), 10; Hafen (1989), 33, 37–39, 50;
Nibley (1989), 6; McConkie, "The Mystery of Eden" (1990), 30; Matthews, "The Revelation of the Gos-
pel to Adam" (1990), 67; Rockwood (1992), 18; Cooper (1992), 3:1430–31; Adams (1990), 85; Campbell
(2003), 7, 96, 123, 166; Robinson (1990), 138; Lundquist (1989), 88; Hutchinson (1988), 69.
109
Steven Harper escribió: ―Somos similares a Adán y a Eva‖. Harper (2004), 92. En mi opi-
nión, esto sería un eufemismo. No parece que la metáfora sea algo secundario sino más bien primordial en
los relatos canónicos de la Caída.

30
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

Adán es el representante de la raza humana… Esta historia ha


de ser tomada en serio pero no literalmente… Es una [historia de las
escrituras] que revela adecuadamente la situación existencial en la
que el hombre se encuentra en el mundo… Si bien está anclada en la
historia, su significado no se limita a una historia concreta… El len-
guaje o terminología empleados es, en su mayor parte, simbólico…
Afirmar que existen elementos [figurados y simbólicos] en las escri-
turas no es desmerecer su divina inspiración ni su fundamento histó-
rico sino certificar que el espíritu Santo ha hecho uso de varias clases
de lenguaje y metáforas para transmitir la verdad divina… El relato
del Génesis se refiere no sólo a la primera caída y al primer hombre
sino a una caída universal y a un hombre universal. Adán no es tanto
una persona particular como la cabeza de la raza humana. Es tanto un
hombre genérico como el primer hombre. Es cada hombre y por tan-
to un hombre representativo. Él es el representante de nuestros pa-
dres originales y de toda la humanidad. 110
De forma similar, el prolífico Jacob Neuser señaló que en el matri-
monio y en la vida el hombre representa simbólicamente el papel de Adán
y la mujer él de Eva.111 Nuestros primeros Padres son símbolos del todo
Israel o ―los hijos de Sión‖.112 Cuando un hombre y una mujer se casan,
adoptan los roles de Adán y Eva; y esperan que su hogar pueda convertirse
en un nuevo Edén, o, mejor dicho, un templo.113
Al leer las escrituras, es difícil obviar el hecho de que hay un tema a
adámico recurrente. La historia de Adán y Eva y de su caída aparece como
telón de fondo en numerosos relatos de las escrituras. Adán se presenta
como un arquetipo de todos los demás seres humanos. Su historia puede
verse en la historia de ellos.114 Por ejemplo, Noé sale del arca, como el
principio de una raza de humanos, inmediatamente después de que los jui-
cios de Dios hayan sido derramados sobre la tierra. Ese fue también el caso
de Adán; al igual que a este, Dios le mandó a Noé ―fructificaos y multipli-
caos y henchid la tierra‖, (Génesis 9:1) Incluso la relación de Noé con los
animales parece inspirarse en el motivo adámico. Y sabiendo que el gran
profeta del diluvio estaba familiarizado con la historia de Adán, segura-
mente Noé habría reconocido esos paralelismos.

110
Bloesch (2001), 1:104–5, 106. Véase también Pagels (1989), XXI, 74.
111
Neusner (1991), 53–65.
112
Neusner (1991), 62. Véase también Neusner (1985), 174, 208, 209, 211, 213, 224, 230. "La
historia de la ‗caída‘ es el paradigma de la conducta humana frente a la tentación‖ Vawter (1977), 81, 90.
113
Neusner (1991), 62. Un autor SUD sugirió: ―En esencia, nosotros entramos en Edén cuando
entramos en el templo, porque ahí, como en Edén, estamos en un lugar donde Dios puede morar, donde
podemos hacer convenios, recibir ordenanzas y aprender todo lo necesario para encontrar el camino de
regreso a nuestro hogar celestial‖. Campbell (2003), 57.
114
Este análisis de Adán como arquetipo de otras figuras de las Escrituras se ha tomado de las
observaciones realizadas por Ryken, Wilhoit, y Longman (1998), 11–12.

31
El Salvador y la serpiente

Asimismo, la vida de Abraham también estuvo llena de motivos


adámicos. A él y a su simiente se les prometió que serían fructíferos y se
multiplicarían.115 Al hacerlo, la descendencia de Abraham engendra a Is-
rael, del mismo modo que Adán y Eva dieron a luz a la raza humana.
El Israel del convenio no es diferente. Su historia está igualmente re-
pleta de este mismo simbolismo adámico –desde su constante pugna por
obedecer los mandamiento de Dios (lo cual nos recuerda la ―desobedien-
cia‖ de Adán y Eva) hasta la arquitectura de sus templos (que imitan el Jar-
dín de Edén). Concernientes a este último paralelismo, adviértanse los si-
guientes símbolos adámicos. Se dice que Edén estaba lleno de oro y ónice,
116
y el templo de Israel los empleaba en abundancia.117 El jardín de Adán
tenía su árbol de la vida e Israel tenía el candelabro con ramas y flores, re-
presentación del árbol de Edén.118 En el templo de Salomón, se esculpieron
figuras de plantas en las paredes y en las puertas,119 creando la apariencia
de Edén para los sacerdotes que servían en él. El antiguo Israel constante-
mente usaba animales reales para los sacrificios, del mismo modo que los
animales se hallaban continuamente presentes en Edén y fueron empleados
por Adán como sacrificios una vez que abandonó el Jardín.120 En cada tem-
plo de Israel se encontraban querubines en el velo y sobre el arca, 121 recor-
dándonos al querubín con la espada encendida que sirvió para guardar o
velar Edén del hombre caído.122 La entrada al templo de Jerusalén estaba
orientada hacia el este, evocando la ubicación de la puerta de Edén. Incluso
el deber de los levitas de guardar el santuario123 nos recuerda la comisión
que Dios dio a Adán de cultivar, servir, proteger o guardar el jardín.124 Por
último, como hizo con Adán, Dios ofrece pactar bendiciones con Israel,
pero también le manda ―no harás lo que te prohíbo‖.125
¿Por qué todos estos paralelismos adámicos? Porque Adán y Eva son
nuestro modelo. Su historia es la nuestra. Noé, Abraham, el Israel del con-
venio y usted y yo debemos considerarnos a nosotros mismos como si fué-
115
Véase Génesis 12:2–3; 17:2, 6, 8; 22:16–18; 26:3–4; 28:3; 35:11–12; 47:27; 48:3–4.
116
Véase Génesis 2:12; Ezequiel 28:13; Moisés 3:12.
117
El oro y el ónice fueron empleados tanto en la arquitectura del templo como en las vestiduras
del sumo sacerdote. Véase Éxodo 25:7; 28:9–20; 35:9, 27; 38:24; 39:6, 13; Números 7:86; 1 Crónicas
29:2.
118
Véase Éxodo 25:31–40.
119
Véase 1 Reyes 6:29–35.
120
Véase Moisés 5:6.
121
Véase Éxodo 25:18–22; 26:1, 31; 36:8, 35; 37:7–9; Números 7:89; 1 Samuel 4:4; 2 Samuel
6:2; 1 Reyes 6:23–35; 8:6–7; 2 Reyes 19:15; 1 Crónicas 13:6; 2 Crónicas 3:7–14; 5:7–8; Salmos 80:1;
99:1; Isaías 37:16; Ezequiel 41:18–25, y muchas más.
122
Véase Génesis 3:24; Moisés 4:31; Alma 12:21; 42:2–3.
123
Véase Números 1:53.
124
Véase Génesis 2:15; Moisés 3:15; Abraham 5:11.
125
Compárese, por ejemplo, la instrucción en Génesis 2:17 con la de Éxodo 20:1–17.

32
Capítulo 1: Un malentendido frecuente

ramos Adán y Eva. Tenemos que ver la historia de la Caída como la histo-
ria de nuestra caída. Así, gran parte de nuestras vidas –y mucho de las de
los antiguos patriarcas y profetas- parece saturada de símbolos del paraíso
al que se renunció voluntariamente con la esperanza de obtener una heren-
cia en el reino celestial.
Lo cierto es que la historia de la Caída –como se relata en las escritu-
ras y en el templo- pretende proporcionarnos más detalle concerniente a
nuestras caídas personales (como débiles y pecadores mortales que somos)
que sobre la Caída y las figuras históricas de Adán y Eva. Cada uno de los
relatos inspirados y autorizados ha sido redactado de tal manera que sirva
de mensaje sobre nuestra necesidad de obedecer, las consecuencias de
nuestros pecados y nuestra desesperada necesidad de un Salvador que nos
redima de nuestra condición caída. Malentender esto es malinterpretar la
Caída.

SUMARIO
A la luz de nuestro análisis, deberían estar claros los siguientes con-
ceptos:
 La Caída del hombre fue planeada por Dios y enseñada en el
mundo premortal, incluso antes de que la tierra fuera creada.
 En el gran concilio la de los cielos a Adán y Eva fueron llama-
dos, sostenidos y apartados para llevar a cabo la Caída.
 Cuando Adán y Eva entraron en edén tenían acceso directo a
Dios y conversaban frecuentemente con Él concerniente al plan y
su papel en el mismo.
 Mientras estaban en Edén, nuestros primeros padres entendían
que Dios deseaba que introdujesen la mortalidad para que el plan
de salvación pudiese iniciarse para quienes esperaban en el mun-
do premortal.
 La única manera de introducir la mortalidad, la muerte y el ve-
lo de separación era transgredir intencionadamente uno de los
mandamientos de Dios.
 Dios no podía oponerse a su propio plan; no podía provocar la
muerte ni imponer un velo entre Él mismo que Sus creaciones. De
este modo, Adán y Eva sirvieron como los agentes que pondrían
en marcha cada uno de estos elementos.
 Hay que honrar a Adán y a Eva porque hicieron la voluntad de
Dios y, al hacerlo, proporcionaron una oportunidad para nuestra
exaltación.

33
El Salvador y la serpiente

 Lucifer fue el único participante en la caída que realmente fue


engañado.
 Finalmente, para discutir lo que sigue, es importante darse
cuenta de que la inmensa mayoría de lo que aprendemos de las
escrituras y del relato del templo acerca de la Caída es acerca de
nosotros y nuestra caída personal y no sobre Adán y Eva y su caí-
da de Edén. Pasar por alto esta distinción es malinterpretar tanto
lo que los relatos autorizados de la Caída intentan decirnos para
como también potencialmente malentender las doctrinas relativas
a la ella.
Ahora vamos a centrar nuestra atención en el análisis de los cuatro
relatos de la Caída y lo que pueden enseñarnos sobre la metáfora y la doc-
trina de ella. Pero antes de hacerlo me gustaría enfatizar que las ideas men-
cionadas anteriormente deben ser tenidas en cuenta cuando se lea lo que se
viene a continuación.

34
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

Capítulo dos

Usted y yo como Adán y Eva

Hace unos años, me encontraba con uno de mis antiguos alumnos


tratando varias preguntas del evangelio que él tenía. Cuando yo creía que
nuestra conversación se acercaba a su fin, me formuló una pregunta que
obviamente le había estado carcomiendo desde hacía tiempo, pero que se
sentía remiso a hacer. ―¿Por qué Dios creó a Adán del polvo pero a Eva de
la costilla de Adán?‖ Me dejó sin habla y, francamente, boquiabierto el que
hubiese pasado por alto el hecho de que esta historia tenía elementos que
simplemente son metafóricos.

Al comenzar a abordar su preocupación y participar él en el análisis,


se hizo evidente que este hermano percibía la historia de la Caída, tal y co-
mo se registra en las escrituras y el santo templo, como un relato literal ca-
rente de intención simbólica o metafórica. Aunque yo no tengo ninguna
duda de la existencia de Adán y Eva como figuras históricas así como de la
historicidad del acontecimiento al que nos referimos como la Caída, sin
embargo nunca me imaginé que alguien que asista al templo pudiera consi-
derar literal cada detalle de la historia contada en él. En otras palabras,
siempre había dado por sentado que resultaba evidente el hecho de que los
relatos del templo y de las escrituras acerca de la Caída estaban cargados de
símbolos.1 Aparentemente, no era tan obvio como yo creía.

Téngase en cuenta que el propósito principal de las escrituras no es


relatar un mensaje histórico, sino más bien llevar a los hombres a Cristo.2
Los profetas son, primero y sobre todo, maestros, no historiadores que
enumeran hechos y datos ordinarios. No podemos hacer justicia totalmente
a ningún pasaje de las escrituras si no somos capaces de ver su significado
en nuestras propias vidas o en la vida de la Iglesia. Como se cita a menudo,
Nefi animó a su pueblo a ―aplicar‖ toda escritura a sí mismos de manera
que las palabras les fuesen de provecho y tuviesen significado en sus vidas
(véase 1 Nefi 19:23). Aunque no deberíamos suponer que todo es simbóli-
co o figurado en las escrituras, no obstante tendríamos que ser sensibles al

1 Del Nuevo Testamento se desprende de manera evidente que la historia de Adán y Eva se basa
en acontecimientos históricos relativos a dos personas reales. Sin embargo, los eruditos reconocen la
narración simbólica de la historia comparándola con otros relatos claramente simbólicos de hechos histó-
ricos. Véase, por ejemplo, el relato histórico del pecado de David (en 2 Samuel 11) vuelto a narrar de
forma metafórica o simbólica (en 2 Samuel 12:1–6).
2 Véase, por ejemplo, Ricks (1992), 1:205; Matthews (1989), 13.

35
El Salvador y la serpiente

hecho de que leerlas solo por su contenido histórico es limitar seriamente el


poder de la palabra en nuestras vidas. La escritura, inspirada por Dios y da-
da por medio de profetas divinamente escogidos, no es un registro de deta-
lles insignificantes e inútiles. Más bien, es instrucción provechosa para la
vida y la salvación. Cuando los creyentes leen los libros canónicos de la
Iglesia, deberían buscar el mensaje espiritual –la aplicación personal que
les ayudará a acercarse más a Cristo- incluso en los pasajes que en un pri-
mer momento podrían parecer de naturaleza histórica. Por ejemplo, un eru-
dito bíblico declaró que las leyes y reglamentos mosaicos son ―ofensivos y
ridículos‖ si no se miran a la luz de su ―significado simbólico más profun-
do‖, por ejemplo, hacer a Israel obediente a su Dios y más semejante a Él. 3

De este modo, haciendo una analogía, la escritura es como una ma-


zorca de maíz. Las hojas son parte de la mazorca pero no es la parte nutriti-
va o apetecible. Hay que pelarla, haciendo disponible lo más importante o
beneficioso, los granos. Del mismo modo, las escrituras a menudo contie-
nen narraciones históricas, ritos de sacrificio, largas genealogías y otras
cosas por el estilo. Pero si las escrituras han de beneficiar al lector, este de-
be buscar la aplicación ―pelando el grano‖, por así decirlo. 4 Por muy in-
teresantes que sean los datos históricos, el mensaje espiritual de las escritu-
ras sobrepasa al temporal. El lector debería estar atento al significado más
profundo. Tal es ciertamente el caso cuando leemos el relato de la Caída,
un acontecimiento tan importante al que se han hecho, literalmente, cientos
de referencias a lo largo de las obras canónicas.

Como se mencionó en el capítulo uno de este libro, académicos tanto


SUD como no describen sistemáticamente la historia de Adán y Eva como
una metáfora de la caída personal de cada uno de los hijos de Dios. 5 Se-
gún escribió un académico santo de los últimos días:

Desde los primeros días de la Iglesia mormona hasta la actua-


lidad, los santos de los últimos días han enseñado continuamente que
el texto es figurado más que literal… Las enseñanzas en la doctrina
de la iglesia y los relatos que aparecen en los libros de Moisés,
Abraham y el Génesis difieren de la representación de la…caída en
la ceremonia del templo. El propósito de esta parece ser en gran me-
dida el mismo que el del relato del Génesis: presentar por medio de

3 Goppelt (1982), 46.


4 Véase Davidson (1981), 21, n.1.
5 Véase, por ejemplo, Hinckley (1997), 636; Scott (1996), 74; Holland (1997), 203–4; Hafen
(1990), 10; Hafen (1989), 33, 37–39, 50; Nibley (1989), 6; McConkie, "The Mystery of Eden" (1990), 23,
29–30; Matthews, "The Revelation of the Gospel to Adam (1990), 67; Rockwood (1992), 18; Cooper
(1992), 3:1430–31; Adams (1990), 85; Campbell (2003), 7, 96, 123, 166; Robinson (1990), 128, 138;
Lundquist (1989), 88; Hutchinson (1988), 69. Véase también Bloesch (2001), 1:104–5, 106; Pagels
(1989), xx–xxi, xxiv, 74; Neusner (1991), 53–65.

36
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

símbolos y lenguaje figurado ideas que poseen muchos niveles de


significado… Interpretar la representación visual (película) de
la…caída como sólo una historia, más que como también una repre-
sentación metafórica de verdades subyacentes, desviaría del propósi-
to de la experiencia del templo en su conjunto.6

Otro comentarista escribió lo siguiente: ―La Caída [es] un prototipo


de todos los pecados… La serpiente, la mujer y el hombre no se represen-
tan como individuos afectados por una crisis personal; más bien, son repre-
sentantes. Se nos deja con la impresión de que esta no es tanto su historia
como la nuestra, la historia de la humanidad‖. 7 De la misma manera, un
autor cristiano escribió:

Toda la historia de la Caída es una parábola de la experiencia


de cada pecador… Generalmente, se acepta que los detalles [de la
Caída] tienen que interpretarse simbólicamente más que de manera
literal… Están en total y asombrosa consonancia con las circunstan-
cias reales de la naturaleza y la experiencia humanas. Adán es el re-
presentante de la raza humana… Cuando [un hombre] lee esta narra-
ción su conciencia le susurra, como un profeta de Dios: ―Tú eres el
hombre; ¡se está contando tu historia!8

Con esta noción de que el relato de la Caída es sobre usted y sobre


mí y nuestra caída personal de la gracia, lo que sigue en las restantes pági-
nas de este capítulo es un análisis de los relatos de las escrituras acerca de
la Caída. A la luz de la evidencia abrumadora de que es nuestra propia his-
toria, nuestra intención es examinar el relato a fin de encontrar un signifi-
cado personal en la Caída. Examinaremos versículo a versículo esta historia
muchas veces repetida en un esfuerzo por ver qué nos puede enseñar sobre
cómo podríamos regresar al Dios que nos dio la vida.

6 Rockwood (1992), 22, 34–35.


7 Sailhamer (1992), 105–6, énfasis añadido. Véase también Sailhamer (1976–1992), 2:54–55.
8 Dummelow (1936), 9, 6

37
El Salvador y la serpiente

LA CREACIÓN DE ADÁN Y EVA

Génesis 1:27: Moisés 2:27: Moisés 6:9:

Y creó Dios al hombre Y yo, Dios, creé A imagen de su


a su imagen, a imagen al hombre a mi propia propio cuerpo, varón y
de Dios lo creó; varón imagen, a imagen de hembra los creó, y los
y hembra los creó. mi Unigénito lo creé; bendijo y les dio a ellos
varón y hembra los el nombre de Adán, el
creé. día en que fueron crea-
dos, y llegaron a ser
almas vivientes en la
tierra sobre el estrado
de los pies de Dios.

Creados a imagen de Dios. Como Adán y Eva, usted y yo hemos si-


do creados a imagen de Dios. El presidente Spencer W. Kimball declaró en
numerosas ocasiones: ―Somos dioses en embrión‖.9 De hecho, somos crea-
ciones de Dios, Su hijos, Su descendencia. Nuestro resucitado Padre Celes-
tial nos creó a Su imagen, a imagen ―de su propio cuerpo‖ (Moisés 6:9). El
presidente Ezra Taft Benson declaró: ―Como descendencia de Dios, tene-
mos en nosotros Sus atributos… Somos dioses en embrión y por lo tanto
con un potencial ilimitado de progreso y logro‖. 10 C. S. Lewis escribió en
una ocasión: ―Es algo serio vivir en una sociedad de posibles dioses y dio-
sas, recordar que la persona más embrutecida y menos interesante con la
que puedas hablar quizá un día sea una criatura a la cual, si la vieras ahora,
te sentirías fuertemente tentado a adorar‖. 11 Desarrollar este potencial –
esta divina comisión- es nuestro mayor afán y desafío. ¿No es apropiado
preguntarnos, si, en lo que decimos y hacemos, otros pueden ver en noso-
tros una gran parecido con nuestro Padre? Y al igual que los peces, las aves
y los animales eran ―según su especie‖ (Génesis 1; 6; Moisés 2; Abraham
4), nosotros seamos también llamados a ser ―según nuestra especie‖ (es de-
cir, ser como Dios y Cristo). 12

Llamó su nombre Adán. Aquí se hace evidente que el nombre Adán


no siempre es el nombre de una persona. Antes de la Caída, se usaba deli-

9 Kimball (1998), 170; Kimball (1969), 286.


10 Benson (1998), 21.
11 Lewis (1980), 18.
12 Véase King (1995), s.v. Moses 2:26–27.

38
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

beradamente de manera convencional para designar a los dos, al hombre y


a la mujer, a Adán y a Eva. De igual manera, las escrituras usan a menudo
el nombre-título Adán en referencia a la raza humana en su conjunto. Así,
el Señor llama ―su nombre‖ Adán (Moisés 6:9). Por ende, usted y yo somos
representados por esos dos seres divinamente escogidos.

Génesis 2:7 Moisés 3:7 Abraham 5:7

Formó, pues, Jehová Y yo, Dios el Señor, Y los Dioses formaron


Dios al hombre del formé al hombre del al hombre del polvo de
polvo de la tierra y so- polvo de la tierra, y la tierra, y tomaron su
pló en su nariz el alien- soplé en su nariz el espíritu (esto es, el es-
to de vida; y fue el aliento de vida; y el píritu del hombre), y lo
hombre alma viviente. hombre fue alma vi- pusieron dentro de él; y
viente, la primera carne soplaron en su nariz el
sobre la tierra, también aliento de vida, y el
el primer hombre; sin hombre fue alma vi-
embargo, todas las co- viente.
sas fueron creadas con
anterioridad; pero fue-
ron creadas espiritual-
mente y hechas con-
forme a mi palabra.

Del polvo de la tierra. Muchos eruditos de la Biblia han señalado


que el nombre Adán significa literalmente ―tierra‖.13 Así, Filón de Alejan-
dría sugirió que cuando oímos el nombre Adán en las escrituras es para re-
cordarnos lo que es perecedero, terrenal o temporal. 14 Cada uno somos
llamados apropiadamente Adán porque somos terrenales y perecederos.
Fuimos creados del polvo y nuestros cuerpos mortales volverán a él algún
día (véase Génesis 3:19). Además, puesto que la tierra es un símbolo están-
dar para las cosas que son temporales, mundanales o temporales por natura-
leza,15 es posible que esta descripción figurada del origen del hombre sirva
para destacar tanto nuestra naturaleza carnal o mundana como la naturaleza
temporal de nuestra experiencia mortal.

13 Speiser (1962), 16; Cornwall and Smith (1998), 6, s.v. "Adam"; Sweet (1995), 15; Hertz
(1962), 5; Neusner (1985), 183.
14 Véase Filón de Alejandría, "Interpretación alegórica" 1:29, en Yonge (1997), 35.
15 Véase Fontana (1994), 34; Todeschi (1995), 289.

39
El Salvador y la serpiente

Un alma viviente. La colocación de nuestros espíritus en nuestro ta-


bernáculo es lo que nos da vida mortal. Pero incluso como mortales, no
somos sino polvo, de hecho, menos que el polvo de la tierra (véase Mosíah
4:2; Helamán 12:7). Es la recepción del Espíritu Santo la que nos hace más
completamente ―vivos‖. Tener este Espíritu ―insuflado‖ en nuestras vidas
nos hace ―vivir en Cristo‖ (2 Nefi 25:25; véase Moroni 8:12,22). De este
modo, un escritor del siglo tercero escribió:

El hombre… fue creado de sustancias distintas y opuestas [es


decir, polvo y espíritu]…[y] estas dos cosas contienden una con otra
en el hombre: de modo que si el [espíritu del hombre], que tiene su
origen en Dios, obtiene el dominio, es inmortal y vive en luz perpe-
tua; si, por otra parte, el cuerpo domina al [espíritu] y lo somete a su
dominio, está en oscuridad y muerte eterna…[y los someterá] a un
castigo eterno. 16

Después de ser colocado en Edén, se dice que Adán era como un


niño pequeño. Ya hemos probado que Adán y Eva no eran como niños en
su intelecto o entendimiento, ni durante su tiempo en Edén ni después de la
Caída. 17 No obstante, eran como niños en su pureza, humildad, rectitud y
cercanía al Padre. Usted y yo, por otro lado, somos apropiadamente repre-
sentados con la frase ―habiendo llegado a ser como un niño‖. Cuando cada
uno de nosotros es enviado a esta tierra de probación mortal, olvidamos
todo y comenzamos nuestro trayecto mortal como niños pequeños. Todos
nuestros recuerdos de la existencia premortal son borrados y se nos coloca
bajo el cuidado vigilante del Padre y también bajo el manto protector de la
Expiación de Cristo, al menos hasta que alcanzamos la edad de responsabi-
lidad. Así, la creación de Adán es verdaderamente un anuncio de nuestra
creación y del estado de inocencia en el que entramos a este mundo.

Génesis 2:8-9 Moisés 3:8-9 Abraham 5:8-9

Y había Jehová Dios Y yo, Dios el Señor, Y los Dioses plantaron


plantado un huerto al planté un jardín hacia un jardín hacia el
oriente, en Edén, y pu- el oriente en Edén, y oriente en Edén, y allí
so allí al hombre que allí puse al hombre que pusieron al hombre,
16 Lactancio, "Instituciones divinas" 2:13, en Roberts and Donaldson (1994), 7:61.
17 Véase nuestro análisis de este asunto en el capítulo uno de esta obra. Véase también Young,
en Journal of Discourses, 9:149; Smith (1993), 5:123; Smith (1954–1956), 1:94–95, 103; Holland (1997),
202–3; Kimball, en Journal of Discourses, 8:330; 9:129–130, 135; Duke (1992), 2:858; J. McConkie
(1989), 80; Packer (1990), 6; Lund (1989), 104; Lectures on Faith, 2:12, 18; Oaks (1993), 73; Widtsoe
(1960), 193.

40
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

había formado. Y había formado. Y de la cuyo espíritu habían


Jehová Dios hizo de la tierra, yo, Dios el Se- puesto dentro del cuer-
tierra todo árbol agra- ñor, hice crecer física- po que habían formado.
dable a la vista y bueno mente todo árbol que Y los Dioses hicieron
para comer; también el es agradable a la vista que de la tierra naciese
árbol de la vida en me- del hombre; y el hom- todo árbol que es agra-
dio del huerto, y el ár- bre podía verlos. Y dable a la vista y bueno
bol de la ciencia del también se tornaron en como alimento; tam-
bien y del mal. almas vivientes. Por- bién el árbol de la vida
que eran espirituales el en medio del jardín, y
día en que los creé; el árbol de la ciencia
pues permanecen en la del bien y del mal.
esfera en que yo, Dios,
los creé, sí, todas las
cosas que preparé para
el uso del hombre; y
este vio que eran bue-
nas como alimento. Y
yo, Dios el Señor, tam-
bién planté el árbol de
la vida en medio del
jardín, y asimismo el
árbol de la ciencia del
bien y del mal.

Al este en Edén. En tiempos antiguos la dirección este representaba


normalmente la morada la presencia de Dios.18 Así, lo que venía del este se
percibía como procedente de Dios.19 Aquí aprendemos que Edén estaba al
este o, en otras palabras, en la presencia de Dios. Por tanto, Adán y Eva
caminaban con Él, le hablaban y eran instruidos por el Padre mientras estu-
vieron allí. Edén funcionaba como un templo para nuestros primeros pa-
dres.20 Para nosotros, el templo es nuestro Edén y es la morada terrenal de
Dios. Es un lugar de comunicación para quienes sean dignos de entrar. Y,
como Edén para Adán y Eva, el templo (para nosotros) puede funcionar
como un refugio del ―triste y solitario mundo‖, así como una escuela donde
podemos ser enseñados por el Señor.

18 Véase Cirlot (1962), 245; Holzapfel and Seely (1994), 17; Gaskill (2003), 150–156.
19 Véase Cooper (1995), 59; Drinkard (1992), 2:248; McConkie and Parry (1990), 44; Meyers
and Meyers (1987), 300; Ryken, Wilhoit, and Longman (1998), 225.
20 Parry (1994), 133.

41
El Salvador y la serpiente

En medio del jardín. Cada uno de los relatos indica que en el centro
de Edén se encontraba el ―árbol de la vida‖ y el ―árbol de la ciencia del
bien y del mal‖, destacando el hecho de que el bien y el mal están siempre
presentes ante nosotros durante esta probación mortal. Necesitamos la opo-
sición proporcionada por el ―árbol de la ciencia del bien y del mal‖ o el
principio del albedrío no podría funcionar por completo y usted y yo no
podríamos crecer como Dios pretendía. Un comentarista señaló sabiamen-
te: ―Obsérvese que el fruto tentador se situó en el medio del jardín, no en
un rincón apartado. No estaba en los planes de Dios mantener apartado el
fruto prohibido de la vista del hombre. El plan de vida requiere que el
hombre conozca la tentación y la supere‖.21 Esta doctrina se enseña con
claridad en el Libro de Mormón (véase 2 Nefi 2:11).

En la misma medida en que necesitamos la seducción del ―árbol del


conocimiento‖ como parte central del plan, también necesitamos a Cristo
(simbolizado por el ―árbol de la vida‖, 1 Nefi 11:8-21) en el centro de nues-
tras vidas para que no seamos vencidos por las seducciones de Satanás. El
papel central de Cristo en el plan de salvación, las escrituras y el templo
destaca, para el cristiano cumplidor, la imperativa necesidad de mantenerlo
a Él siempre en el centro de todo lo que pensemos y hagamos.

El árbol de la vida y el de la ciencia del bien y del mal. Edén tenía


muchos árboles; sin embargo, sólo se destacan dos: el árbol de la ciencia
del bien y del mal y el árbol de la vida. Estos dos árboles representan nues-
tras dos opciones: la obediencia a Dios o la obediencia nuestra propia vo-
luntad. Participar del fruto de cada árbol tiene sus consecuencias. El élder
Bruce C. Hafen escribió:

Tanto el árbol de la ciencia del bien y del mal (aprender por


medio de la experiencia mortal, a veces amarga) como el árbol de la
vida (la dulce concesión de perdón y de un carácter divino por el Pa-
dre) nos son necesarios a fin de encontrar sentido y plenitud. Ningún
árbol por sí solo, ninguna fuerza, es suficiente a menos que sea com-
pletado por el otro… En el principio, el Señor Dios enseñó esta vi-
sión de la naturaleza y propósito de la vida a Adán y Eva. Para sim-
bolizar estas enseñanzas, colocó dos árboles en el Jardín de Edén: el
árbol de la ciencia del bien y del mal y el árbol de la vida. El fruto
del primero parecía deseable, pero se volvía amargo a medida que
conducía al conocimiento del bien y del mal. El segundo era dulce y
conducía a la plenitud de una vida divina. Nosotros, como Adán y
Eva, probamos el fruto amargo del primer árbol para poder conocer
cómo apreciar el dulce fruto del segundo… La experiencia del

21 Andrus (1967), 186.

42
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

aprendizaje mortal, representada por el árbol de la ciencia del bien y


del mal, es tan necesaria que Dios puso un querubín y una espada en-
cendida para proteger el camino del árbol de la vida hasta que Adán
y Eva completasen, y nosotros, su posteridad, también, esta escuela
preparatoria. Nuestro tutorial es el evangelio, un maestro que nos lle-
va a Cristo. Pero Él no puede recibirnos y darnos totalmente el don
de la vida celestial (participar de la misma naturaleza de Dios) hasta
que hayamos aprendido por nuestra propia experiencia a distinguir el
bien del mal.22

EL PRIMER MANDAMIENTO

Génesis 1:28 Moisés 2:28 Abraham 4:28

Y los bendijo Dios y Y yo, Dios, los bendije Y dijeron los Dioses:
les dijo Dios: Fructifi- y díjeles: Fructificad y Los bendeciremos. Y
cad y multiplicaos; y multiplicaos, henchid los Dioses dijeron: Ha-
henchid la tierra y so- la tierra y sojuzgadla; y remos que fructifiquen
juzgadla; y tened do- tened dominio sobre y se multipliquen, y
minio sobre los peces los peces del mar, y llenen la tierra y la so-
del mar, y sobre las sobre las aves del cielo, juzguen; y que tengan
aves de los cielos y so- y sobre todo ser vivien- dominio sobre los pe-
bre todas las bestias te que se mueve sobre ces del mar, sobre las
que se mueven sobre la la tierra. aves del cielo y sobre
tierra. toda cosa viviente que
se mueve sobre la tie-
rra.

Multiplicaos y henchid la tierra. Vivimos en un tiempo en que la


sociedad moderna considera estas palabras antiguas e irrelevantes. De he-
cho, paradójicamente, los que reducen sus familias por razones egoístas
(entre ellas principalmente las carreras profesionales y el dinero) alegan
que quienes son obedientes a este mandamiento son realmente los egoístas.
Se oyen gritos de ―sobrepoblación‖ y ―agotamiento de los recursos‖ incluso
aunque numerosos países en realidad tienen una tasa de crecimiento cero o
negativo.23 Pero en contra del razonamiento del hombre, el Señor ha decla-
rado:
22 Hafen (1989), 29–30.
23 Como ejemplo, en el 2003 los siguientes países registraron una tasa de nacimientos negativa:
Austria, Bielorrusia, Botsuana, Bulgaria, República Checa, Estonia, Georgia, Alemania, Grecia, Hungría,

43
El Salvador y la serpiente

Pero es preciso que se haga a mi propia manera; y he aquí, esta


es la forma en que yo, el Señor, he decretado abastecer a mis santos,
para que los pobres sean exaltados, de modo que los ricos sean hu-
mildes.
Porque la tierra está llena, y hay suficiente y de sobra; sí, yo
preparé todas las cosas, y he concedido a los hijos de los hombres
que sean sus propios agentes.
De manera que, si alguno toma de la abundancia que he crea-
do, y no reparte su porción a los pobres y a los necesitados, conforme
a la ley de mi evangelio, en el infierno alzará los ojos con los malva-
dos, estando en tormento. (D.C. 104:16–18).

A menudo el egoísmo nos impide ser obedientes a los mandamientos


de Dios. E incluso por culpa de él realmente nos privamos a nosotros mis-
mos de las bendiciones que se estipuló que los mandamientos proporciona-
sen. Un comentarista señaló: ―La mayor de todas las oportunidades, apren-
der valores eternos y alcanzar potencialidades celestiales, reside en la res-
ponsabilidad y el privilegio de crear cuerpos para otros hijos espirituales de
Dios‖.24 Crecemos y llegamos a ser más como Dios cuando somos obedien-
tes a Su mandamiento para cada uno de nosotros de crear tabernáculos para
nuestros hermanos y hermanas que están esperando su oportunidad en la
mortalidad. La Primera Presidencia de la Iglesia escribió:

El Señor nos ha dicho que es el deber de cada esposo y esposa


obedecer el mandamiento dado a Adán de multiplicarse y henchir la
tierra, para que las legiones de espíritus escogidos que están esperan-
do por sus tabernáculos de carne puedan venir aquí y progresar bajo
el gran designio de Dios para convertirse en almas perfectas, porque
sin estos tabernáculos de carne ellos no pueden progresar hacia su
destino divinamente planeado. De este modo, cada esposo y esposa
deben convertirse en padres y madres en Israel de hijos nacidos bajo
el santo y eterno convenio.25

Italia, Letonia, Lituania, Rumanía, Rusia, Suecia, y Ucrania. Muchos otros también tuvieron tasas negati-
vas o cercanas a cero. Estos son sólo unos cuantos ejemplos.
24 Rasmussen (1993), 7–8.
25 Grant, Clark, and McKay (1965–1975), 6:177. Véase también Hunter (1951), 147–48;
Young, en Journal of Discourses, 4:56.

44
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

Génesis 2:10 Moisés 3:10 Abraham 5:10


Y salía de Edén un Y yo, Dios el Señor, Había un río que co-
río para regar el huer- hice que saliera un rría del Edén para
to, y de allí se repar- río del Edén para re- regar el jardín, y de
tía en cuatro brazos. gar el jardín; y de allí allí se repartía en cua-
se repartía en cuatro tro brazos.
brazos.

Un río dividido en cuatro brazos. Se nos dice que desde Edén fluía
un río en cuatro direcciones diferentes. En la cultura hebrea, el número cua-
tro significaba ―amplitud geográfica‖ o ―totalidad‖.26 De este modo, las ex-
periencias de Edén se aplican a la totalidad de la humanidad.27 Todos han
caído y todos deben regresar a la presencia de Dios a fin de participar del
árbol de la vida. Un comentarista señaló que este río edénico es un símbolo
hermoso de la vitalidad, la fuerza y la vida que fluye de un lugar santo.28
Por consiguiente, si nos encontramos en un lugar santo (por ejemplo en el
templo, la iglesia, un proyecto de servicio y, finalmente, Sión), también
nosotros disfrutaremos de vitalidad, fuerza y vida espirituales.

Génesis 2:15 Moisés 3:15 Abraham 5:11


Tomó, pues, Jehová Y yo, Dios el Señor, Y los Dioses tomaron
Dios al hombre y le tomé al hombre y lo al hombre y lo pusieron
puso en el huerto de puse en el Jardín de en el Jardín de Edén
Edén, para que lo la- Edén para que lo culti- para que lo labrase y lo
brase y lo guardase. vara y lo guardara. guardase.

Dios puso a Adán en el jardín. Mientras se encuentre en su ambiente


natural (el océano), el Nautilus pompilius (un molusco lejanamente empa-
rentado con el caracol) puede soportar hasta 61 atmósferas de presión sin
sufrir daño alguno en su concha u organismo. Sin embargo, cuando se le
saca del océano pasa a ser extremadamente frágil y se puede romper con
facilidad.29 Por analogía, se nos ha informado de que Adán no fue creado

26 Gaskill (2003), 119. Véase también Draper (1991), 24, 77, 94; Neusner (1985), 173.
27 Véase Clifford and Murphy (1990), 12.
28 Véase Kidner (1967), 63.
29 Véase Wani (2004), 113–23.

45
El Salvador y la serpiente

en Edén, sino más bien que fue llevado a esta tierra para morar y ser proba-
do.30

Adán y Eva no pertenecen a este mundo telestial. Cada vez se


sienten más como ―extranjeros y peregrinos‖ en proporción a su en-
tendimiento de su difícil situación y su potencial (Hebreos 11:13;
véase también 1Pedro 2:11; D.C. 45:13). Aun así, este ambiente pe-
ligroso les ayuda a ejercer el albedrío y, por lo tanto, obtener el co-
nocimiento que solo proporciona la experiencia independiente (véase
D.C. 93:30-31).31

La tierra no era el hogar de Adán; él era un visitante, un residente


temporal. Y lo mismo sucede con cada uno de nosotros: no estamos en ca-
sa, somos visitantes en una tierra extraña. Estamos morando en un mundo,
un ambiente, que en realidad nos hace frágiles.32 Se ha señalado que cuan-
do Adán y Eva cayeron, los humanos perdieron ciertos poderes y dones que
habían poseído en un principio; dones y poderes que nos habrían hecho
más fuertes y nos habrían protegido de los peligros de este mundo caído.33
Es verdad que gracias a la Caída la humanidad ha obtenido el poder de la
procreación; sin embargo, ciertos dones y poderes espirituales que eran
nuestros originalmente se han perdido. Como resultado, la humanidad se
encuentra sujeta a ciertas influencias mortales que prevalecen en este mun-
do telestial.

Los poderes espirituales que formaban parte de su organiza-


ción original eran poderes de vida y, por consiguiente, tenía vigor
corporal y poder mental de los que ya no disfruta. Como ser físico y
espiritual, fue organizado para permanecer para siempre. Pero ahora
no tiene poder, en el sentido último, sobre la muerte y sus influencias
degenerativas, y en ocasiones la enfermedad lo reduce a un estado de
sufrimiento y dolor. Mientras el hombre vivía en la presencia de
Dios, tenía acceso a los poderes y atributos espirituales que constitu-
yen la gloria de Dios. Por este motivo, probablemente tenía la capa-
cidad de ver como Moisés vio mientras estaba en la montaña y de
aprender como otros profetas han aprendido estimulados por la gloria
de Dios. Pero como un ser temporal, el hombre está enormemente
limitado a la habilidad de aprender sólo por medio de sus sentidos fí-

30 Young, en Journal of Discourses, 1:50; Church (1992), 6.


31 Harper (2004), 94.
32 El autor desea reconocer que esta idea no es original. Ha sido tomada de un discurso que es-
cuchó a principios de los 90. Sin embargo, después de algunos meses de búsqueda infructuosa de la fuen-
te de esta idea, el autor es incapaz de determinar el origen de esta analogía.
33 Andrus (1967), 194–95.

46
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

sicos, a menos que tenga o adquiera fe para obtener las revelaciones


del Santo Espíritu.34

Un autor santo de los últimos días señaló que ―A Adán y Eva, acos-
tumbrados a morar en…luz, este mundo mortal debió de haberles parecido
un lugar espantoso y oscuro.35 Así nos sucede a nosotros.

Lo labrase y lo guardase. Pueden percibirse algunos mensajes en el


mandamiento de Dios a Adán de ―labrar‖ y ―guardar‖ el jardín. Un comen-
tarista sugirió que esto significa que nadie es enviado a la tierra para estar
ocioso. Además, también podría sugerir que el trabajo secular puede ser
compatible con una vida espiritual, porque claramente el pasaje indica que
las ocupaciones de granjero, agricultor u horticultor son antiguas y honora-
bles.36 Un individuo puede encontrar verdadero placer en cualquier trabajo
al que Dios lo llame.37 También indicó que ―el lugar señalado como lugar
de residencia de Adán fue un jardín, no una casa de marfil ni un palacio
recubierto de oro, sino un jardín…destinado a ser la mansión y propiedad
de su gran señor, el palacio de su príncipe‖.38 Al igual que el Salvador,
Adán nació en humildes circunstancias y en ellas tenía que deleitarse (por-
que Edén significa ―deleite‖). Esta es una clara llamada a los santos a vivir
vidas sencillas más que de exceso, de humildad más que de extravagancia.
Tienen que deleitarse en las cosas de Dios y contentarse con las cosas sen-
cillas de la vida.

Algunos estudiosos del hebreo han señalado que las palabras tradu-
cidas en la versión Reina Valera como ―labrar‖ y ―guardar‖ también po-
drían traducirse como ―adorar y obedecer‖.39 Ya que una de las consecuen-
cias de la Caída fue tener que labrar y cuidar la tierra (véase Génesis 3:23;
Moisés 4:29), esta traducción alternativa tiene más sentido. Por consiguien-
te, leemos: ―Labrar y guardar el jardín significa creer en Dios y guardar los
mandamientos‖.40 Significa cultivar las virtudes que Dios ha mandado y
decidir no abandonarlas nunca.41 Un texto cristiano del siglo V declara:

34 Andrus (1967), 194–95.


35 Campbell (2003), 111.
36 El Señor no está necesariamente sugiriendo que esas son profesiones más honorables que
otras. Este versículo simplemente destaca la realidad de que tales ocupaciones seculares existían al prin-
cipio de los tiempos y eran honorables a la vista de Dios.
37 Church (1992), 6–7.
38 Church (1992), 6.
39 Sailhamer (1992), 101; Sailhamer (1976–1992), 2:45, 47, n.15. Brown, Driver, y Briggs dan
como posibles definiciones de la palabra hebrea traducida como ―labrar‖ en la versión Reina Valera,
―realizar actos de adoración‖, ―obedecer‖, ―servir con [una] ofrenda de paz y ofrenda de grano‖, ―servicio
levítico‖, ―causado para servir a Dios‖, etc.; y para la palabra hebrea traducida como ―guardar‖ en la
Reina Valera, ―observar‖, ―guardar [el] convenio‖, ―guardar mandamientos‖, ―observar‖, etc. Véase
Brown, Driver, and Briggs (1999), 712–13, 1036–37.
40 Oden (2001), 59.
41 Véase Filón de Alejandría, "Interpretación alegórica" 1:28, en Yonge (1997), 35.

47
El Salvador y la serpiente

―Labrar la tierra, guardar los mandamientos de Dios y fidelidad a esos


mandamientos era el ―trabajo‖ de Dios… ‗Trabajar‘ era guardar las pala-
bras espirituales…El texto dice ‗trabajar‘ [es decir, ‗labrar‘] y ‗guardar‘.
¿De qué? No había ladrones, viajeros o gente con malas intenciones.
¿‗Guardarla‘ de qué? De sí mismo. No perderla por transgredir el manda-
miento‖.42 Usted y yo hemos sido enviados aquí por el mismo propósito:
ver si ―labraremos y guardaremos‖ o ―adoraremos y obedeceremos‖. De-
bemos ser cuidadosos a fin de no perder con nuestras transgresiones las
bendiciones que Dios tiene reservadas para nosotros. Finalmente, también
somos mayordomos de esta tierra; una mayordomía de la que tendremos
que rendir cuentas ante Dios algún día.43

EL SEGUNDO MANDAMIENTO

Génesis 2:16-17 Moisés 3:16-17 Abraham 5:12-13


Y mandó Jehová Dios Y yo, Dios el Señor, le Y los Dioses dieron
al hombre, diciendo: di mandamiento al mandamiento al hom-
De todo árbol del huer- hombre, diciendo: De bre, diciendo: De todo
to podrás comer; mas todo árbol del jardín árbol del jardín podrás
del árbol de la ciencia podrás comer libre- comer libremente, mas
del bien y del mal no mente, mas del árbol del árbol de la ciencia
comerás, porque el día de la ciencia del bien y del bien y del mal no
que de él comieres, de del mal no comerás. comerás, porque en la
cierto morirás. No obstante, podrás ocasión en que de él
escoger según tu vo- comieres, de seguro
luntad, porque te es morirás. Ahora bien,
concedido; pero re- yo, Abraham, vi que
cuerda que yo lo prohí- era según el tiempo del
bo, porque el día en Señor, que era según el
que de él comieres, de tiempo de Kólob; por-
cierto morirás. que hasta entonces los
Dioses aún no le ha-
bían señalado a Adán
su manera de calcular
el tiempo.

42 Severiano de Gabala "Sobre la creación del mundo" 5:5, en Oden (2001), 60. Véase también
Teófilo de Antioquía, "Teófilo a Autólico" 2:24, en Roberts and Donaldson (1994), 2:104; Ginzberg
(1967– 969), 1:70.
43 Véase Nibley, "Subduing the Earth" (1988), 85–99; Nibley (1994), 3–101.

48
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

No comerás de él. La escritura registra dos mandamientos dados a


Adán y a Eva por el Padre. El primero era ―multiplicarse‖ y ―henchir‖ la
tierra (véase Génesis 1:28; Moisés 2:28; Abraham 4:28). El segundo, que
no comiesen del árbol de la ciencia del bien y del mal. 44

Como ya hemos indicado, con excesiva frecuencia estos dos dictados


(Génesis 1:28; 2:16–17) han sido etiquetados como ―mandamientos contra-
dictorios‖. Sin embargo, si esta metáfora trata sobre usted y sobre mí, en-
tonces no existe contradicción alguna en estos dos mandamientos. Aunque
Adán y Eva tenían que participar del fruto ―prohibido‖ a fin de multiplicar-
se, nosotros, en cambio, no lo necesitamos. Al contrario, se nos manda
multiplicarnos y henchir la tierra al mismo tiempo que se espera que evite-
mos participar de lo que ha sido prohibido. Y usted y yo somos capaces de
guardar ambos mandamientos al mismo tiempo.

Notablemente, los dos mandamientos que se les dieron son exacta-


mente las mismas dos opciones que se dan a toda la posteridad de Adán
cuando se arrodilla en el altar del templo y entra en el nuevo y sempiterno
convenio del matrimonio. La primera opción de Adán y Eva era permane-
cer en Edén y gozarse y disfrutar de su ambiente paradisíaco. Esto, por su-
puesto, podría proporcionarles un cierto grado de placer; sin embargo, tam-
bién habría impedido que la humanidad naciera. De forma similar, nuestra
primera ―opción‖ – si podemos denominarla así- es mirar nuestro propio
interés y posponer el tener una familia hasta que hayamos hecho todo lo
que deseamos hacer y haber obtenido todos lo que deseamos obtener.

La segunda opción de Adán y Eva era sacrificar la comodidad y el


bienestar de Edén para que usted y yo pudiésemos nacer. Del mismo mo-
do, nuestra segunda opción, para usted y para mí, es sacrificar lo que que-
remos y lo que el mundo nos dice que debemos y tenemos que obtener, a
fin de que otros puedan disfrutar la oportunidad de la mortalidad y la exal-
tación. En realidad la elección para Adán y Eva consistía en tener o no una
familia. Por ello Adán dice: ―¡Comeré para que exista el hombre!‖.45

Se ha mencionado más arriba que antes de participar del fruto del ár-
bol de la ciencia del bien y del mal Adán no podía morir. De este modo,
cuando comía de otras frutas del Jardín, no lo hacía para mantenerse con
vida, sino por disfrute o placer. Por eso, comer del fruto ―prohibido‖ sim-

44 El presidente N. Eldon Tanner señaló: "Dios nos ha indicado, como a Adán, que si hemos de
disfrutar la vida por completo, hay cosas que debemos hacer y cosas que no. En otras palabras, se nos han
dado todo para nuestro beneficio y bendición pero debemos recordar que hay unos cuantos ‗frutos prohi-
bidos‘ que nos privan de un completo disfrute y traen dolor y remordimiento si participamos de ellos‖.
Tanner (1971), 32.
45 B. McConkie (1978), 221.

49
El Salvador y la serpiente

boliza acertadamente nuestra elección de hacer aquello que nos está prohi-
bido pero que pensamos nos proporcionará placer.46 Al final, sin embargo,
las decisiones pecaminosas nos privan de los placeres que Dios tiene reser-
vados. Como indicó un padre de la iglesia primitiva: ―No se trataba del ár-
bol, como piensan algunos, sino de la desobediencia, la cual tenía en sí la
muerte‖.47

Hacia la misma época en que Cristo estaba cumpliendo Su ministerio


mortal, Filón de Alejandría escribió: ―Las indicaciones que [Dios] dirigió a
[Adán] son las siguientes: ‗De cada árbol que está en el Paraíso puedes co-
mer libremente.‘ [En otras palabras, Dios] exhorta al alma del hombre a
beneficiarse no solo de un árbol ni de una sola virtud, sino de todas las vir-
tudes; porque comer es un símbolo del alimento del alma y el alma es nu-
trida por recibir buenas cosas y por hacer acciones loables‖.48 Como alentó
Pedro:
Vosotros también, por esto mismo, poned toda diligencia en
añadir a vuestra fe virtud; y a la virtud, conocimiento; y al conoci-
miento, templanza; y a la templanza, paciencia; y a la paciencia, pie-
dad; y a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
Porque si en vosotros están estas cosas y abundan, no os deja-
rán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro
Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy
corta; está ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos
pecados.
Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra
vocación y elección, porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
(2 Pedro 1:5–10).

El Señor nos invita a participar libremente de las virtudes que se nos


ofrecen por medio del evangelio restaurado. Solo así nuestra elección pue-
de ser hecha firme. Debemos estar anhelosamente consagrados‖ en llevar a
cabo ―mucha rectitud‖ no solo en el mundo, sino en nuestras propias vidas
(véase D.C. 58:27). Se nos ha mandado ―buscar…incesantemente los mejo-
res dones‖ (D.C. 46:8). Como en Edén, también en nuestras propias vidas
están a nuestra libre disposición, en tanto que nosotros, como Adán y Eva,
nos mantengamos en terreno sagrado.

46 Nahmánides (1971–1976), 1:76.


47 Teófilo de Antioquía, "Teófilo a Autólico" 2:25, en Roberts y Donaldson (1994), 2:104.
48 Filón de Alejandría, "Interpretación alegórica" 1:31, en Yonge (1997), 36

50
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

Génesis 2:18 Moisés 3:18 Abraham 5:14


Y dijo Jehová Dios: No Y yo, Dios el Señor, Y los Dioses dijeron:
es bueno que el hombre dije a mi Unigénito que Hagamos una ayuda
esté solo; le haré ayuda no era bueno que el idónea al hombre, por
idónea para él.. hombre estuviese solo; cuanto no es bueno que
por consiguiente, le el hombre esté solo;
haré una ayuda idónea por consiguiente, for-
para él. maremos para él una
ayuda idónea.

Una ayuda idónea para el hombre. Tradicionalmente el ―título‖


ayuda idónea se ha entendido como ―un ayudante adecuado para él‖,49 ―un
ayudante antitético‖50 o ―una ayuda que le corresponde‖.51 En otras pala-
bras, sugiere una igual pero opuesta mitad del todo. O significa, como al-
gunos han supuesto, un ayudante sirviente o inferior.52 De este modo, la
relación ideal, como se describe en Edén, consiste en un hombre y una mu-
jer –esposo y esposa- perfectamente unidos: ¡dos mitades del mismo todo!
Adán y Eva representan el matrimonio ideal, el matrimonio que a cada uno
de nosotros se nos ha encargado buscar. La esposa debe ser una bendición
para su marido y el marido una bendición para su mujer. Cada uno tendrá
diferentes roles y cada uno será una bendición para el otro en maneras to-
talmente distintas. Las bendiciones que ellos derraman sobre el otro de
buena gana, no a regañadientes, los harán uno en todos los sentidos de la
palabra. En el siglo III d.C., un firme defensor de la fe cristiana señaló que
Dios le proporcionó Eva a Adán porque Él sabía qué bendición sería la mu-
jer para el hombre y la Iglesia.53 Más recientemente, un comentarista pro-
testante escribió lo siguiente: ―Quien tiene un buen Dios, un buen corazón
y una buena esposa, con quien conversar, y aun así se queja de que le falta
conversación, ni en el paraíso habría estado contento o a gusto‖.54

49 Ryken, Wilhoit, and Longman (1998), 247; Clifford and Murphy (1990), 12; Hertz (1962), 9.
Beverly Campbell define "ayuda idónea" como "un poder o fuerza igual al" hombre. Véase Campbell
(2003), 24.
50 Rasmussen (1993), 12. Véase también Neusner (1985), 180; Clarke (s.d.), 1:45.
51 Kidner (1967), 65; Speiser (1962), 17; Sailhamer, (1976–1992), 2:46; Hertz (1962), 9; Adams
(1990), 97. Jolene Edmunds Rockwood traduce el hebreo para ayuda idónea como "un poder o fuerza
igual al hombre". Véase Rockwood (1992), 16.
52 Rockwood (1992), 16.
53 Véase Tertuliano, "Contra Marción" 2:4, en Oden (2001), 64.
54 Church (1992), 7.

51
El Salvador y la serpiente

Génesis 2:19-20 Moisés 3:19-20 Abraham 5:20


Formó, pues, Jehová Y de la tierra, yo, Dios Y de la tierra formaron
Dios de la tierra toda el Señor, formé a toda los Dioses toda bestia
bestia del campo y toda bestia del campo y a del campo y toda ave
ave de los cielos, y las toda ave del cielo; y del cielo, y las llevaron
trajo a Adán para que mandé que fuesen a a Adán para ver qué
viese cómo las había de Adán para ver qué nombre les había de
llamar; y lo que Adán nombre les daría; y dar; y lo que Adán lla-
llamó a los animales también fueron almas mara a toda cosa vi-
vivientes, ese es su vivientes, porque yo, viente, tal sería su
nombre. Y puso Adán Dios el Señor, soplé en nombre.
nombre a toda bestia y ellos el aliento de vida;
ave de los cielos y a y mandé que lo que
todo animal del campo; Adán llamara a todo
mas para Adán no se ser viviente, tal fuese
halló ayuda que fuese su nombre. Y Adán dio
idónea para él. nombre a todo el gana-
do, a las aves del cielo
y a toda bestia del
campo; pero en cuanto
a Adán, no se encontró
ayuda idónea para él.

Adán dio nombre a cada criatura viviente. Según se dice, que Adán
pusiera nombre a los animales sucedió ―a fin de que Dios pudiese dar a
conocer [tanto] la sabiduría de Adán [como] la armonía que existía entre
los animales y adán antes de que transgrediera… Ni lo temían a él ni tenían
miedo unos de otros. Un animal depredador podría pasar justo al lado y e ir
detrás de uno de una especie depredada con total seguridad‖.55 Así sucederá
de nuevo cuando la tierra retorne a su esplendor edénico o paradisíaco du-
rante el Milenio. Los animales ya no tendrán por qué temernos ni nosotros
buscaremos refugio de los depredadores o los venenosos.

Haciendo una alegoría del pasaje en el siglo cuarto, Ambrosio su-


girió que las bestias del campo y las aves del aire pueden simbolizar nues-
tros ―sentidos irracionales‖ y las ―diversas pasiones del cuerpo‖, tanto las
pasionales como las moderadas. Según Ambrosio, Dios llama nuestra aten-
ción sobre ellas, de la misma manera en que él llamó la atención de Adán
sobre los animales, con la esperanza de que nos diésemos cuenta de que

55 Efrén de Siria, "Comentario a Génesis" 2.9.3, en Oden (2001), 65. Véase también Parley P.
Pratt, citado en Andrus (1967), 203-4.

52
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

somos superiores a esos deseos básicos que provoca nuestra caída de la


gracia.56

Un comentario acerca de este pasaje señala: ―Al dar nombre a las


criaturas de la tierra, [Adán] establecería su dominio sobre ellas‖.57 Aunque
Dios dio a Adán (a la humanidad) dominio sobre los animales, esta mayor-
domía conlleva obligaciones y responsabilidad.58 Adviértase que los anima-
les fueron creados antes que Adán y Eva. Un erudito judío escribió al res-
pecto de esta realidad: ―El mundo fue creado para el hombre, aunque él fue
el último en llegar de todas sus criaturas…La aparición tardía del hombre
sobre la tierra comunica una exhortación a la humildad‖.59 También a noso-
tros se nos llama a una vida de humildad y altruismo, tanto en nuestras re-
laciones mutuas como con otras creaciones de Dios.

El hecho de que Adán apareciese después de los animales también


puede destacar que los humanos son los únicos creados a imagen de Dios.
Igual que la realeza siempre entra en escena en último lugar, usted y yo,
habiendo sido creados a imagen del Rey divino, somos divinidad o realeza
en embrión.

Por último, al ir pasando los animales ante Adán, seguramente pudo


ver tanto su superioridad con respecto a ellos como que él era el único se-
mejante a Dios. También nosotros debemos recordar que solo nosotros he-
mos sido creados a imagen de Dios y por eso el Padre tiene expectativas en
cuanto a cómo viviremos nuestras vidas (es decir, a imagen y semejanza de
Su vida y la de Su Hijo Unigénito).

Génesis 2:21-24 Moisés 3:21-24 Abraham 5:15-18


Y Jehová Dios hizo Y yo, Dios el Señor, Y los Dioses hicieron
caer un sueño profundo hice que cayera un que cayera un sueño
sobre Adán, y este se sueño profundo sobre profundo sobre Adán, y
quedó dormido. Enton- Adán, y durmió; y to- durmió; y tomaron una
ces tomó una de sus mé una de sus costillas de sus costillas y cerra-
costillas y cerró la car- y cerré la carne en su ron la carne en su lu-
ne en su lugar; y de la lugar; y de la costilla gar; y de la costilla
costilla que Jehová que yo, Dios el Señor, que los Dioses habían
Dios tomó del hombre, había tomado del hom- tomado del hombre,
56 Véase Ambrosio, «Paraíso» 11:51-52, en Oden (2001), 66. Véase también Ginzberg (1967 –
1969), 5:65, n.6
57 Hertz (1962), 9. Antiguamente, poner alguien un nombre o saber el nombre de alguien, otor-
gaba al individuo con ese conocimiento poder sobre la cosa o la persona nombrada. Véase Gaskill
(2003), 219-20.
58 Véase Jones (2003).
59 Ginzberg (1967–1969), 1:49.

53
El Salvador y la serpiente

hizo una mujer y la tra- bre, hice una mujer y la formaron ellos una mu-
jo al hombre. Y dijo traje al hombre. Y jer, y se la trajeron al
Adán: Esta es ahora Adán dijo: Ahora sé hombre. Y Adán dijo:
hueso de mis huesos y que esta es hueso de Esta era hueso de mis
carne de mi carne; esta mis huesos y carne de huesos, y carne de mi
será llamada Varona, mi carne; Varona se carne; ahora será lla-
porque del varón fue llamará, porque del va- mada Varona, porque
tomada. Por tanto, de- rón fue tomada. Por del varón fue tomada;
jará el hombre a su pa- tanto, dejará el hombre por lo tanto, dejará el
dre y a su madre, y se a su padre y a su ma- hombre a su padre y a
allegará a su mujer, y dre, y se allegará a su su madre, y se allegará
serán una sola carne. esposa; y serán una so- a su esposa, y serán
la carne. una sola carne.

Sueño profundo. El ―sueño profundo‖ al que se refiere ha sido inter-


pretado, entre otras cosas, como una representación del abandono de Adán
a la voluntad de Dios y a Su divino y sabio consejo.60 No hay conflicto ni
lucha contra Dios; usted y yo debemos resignarnos al deseo de Dios; no
debemos oponernos a Sus acciones en nuestras vidas. Las palabras del él-
der Neal A. Maxwell tan frecuentemente citadas parecen aquí relevantes:

La sumisión de nuestra voluntad es la única cosa exclusivamente


personal que tenemos para colocar sobre el altar de Dios; todo lo
demás que le ―damos‖ es, en realidad, lo que Él nos ha dado o pres-
tado a nosotros. Pero cuando nos sometemos dejando que nuestra vo-
luntad sea absorbida en la voluntad de Dios, entonces, verdadera-
mente le estamos dando algo. ¡Es la única posesión exclusivamente
nuestra que podemos dar!61

La Costilla de Adán. A finales del siglo cuarto, Ambrosio escribió:


―No deja de ser significativo, también, el hecho de que la mujer haya sido
hecha de la costilla de Adán. No fue creada del mismo polvo del que él lo
fue‖.62 De este modo, desde el principio mismo quedó claro que hombres y
mujeres son distintos en su con y naturaleza y carácter.

Agustín razonaba que el hecho de que el hombre hubiera sido creado


primero y que la mujer hubiese sido creada del hombre, denota que el or-
den patriarcal en las familias estaba previsto desde el principio. El hombre

60 Church (1992), 7.
61 Maxwell (1995), 30.
62 Ambrosio, "El paraíso" 10:48, en Oden (2001), 68.

54
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

tenía que presidir en rectitud en el hogar. De no ser así, sugería él, la mujer
habría sido creada primero.63

Basándose en su experiencia como médico, el élder Russell M. Nel-


son, del Quórum de los Doce, declaró:

Eva fue formada de la costilla de Adán (véase Génesis 2:22;


Moisés 3:99; Abraham 5:16). Me resulta interesante que ciertos
animales que fueron creados por el Señor, tales como el perro y el
gato, cuenten con trece pares de costillas, mas el ser humano tiene un
par menos: doce.

Supongo que se podría haber usado otro hueso, pero la costilla,


proviniendo como proviene del costado, parece denotar compañeris-
mo a un mismo nivel. La costilla no implica dominio ni servilismo
sino una relación lateral como compañeros, que permite trabajar y
vivir, hombro a hombro.64

De manera parecida, el judaísmo sostiene que la mujer fue creada de


la costilla del hombre para que este recuerde amar a su esposa como a sí
mismo. Pablo dijo: ―Así también los maridos deben amar a sus esposas
como a sus mismos cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama‖
(Efesios 5:28). Lo que sigue ha llegado a ser una especie de interpretación
coloquial de la metáfora de la costilla: Eva ―no fue creada de su cabeza pa-
ra gobernar sobre él, ni de sus pies para ser pisoteada por él, sino de su cos-
tado para ser igual a él, bajo su brazo para ser protegida y cerca de su cora-
zón para ser amada‖.65

Otros han visto en esta metáfora –y en el origen simbólico de Eva en


el cuerpo de Adán- un mensaje acerca de la ―indisoluble‖ unidad de esposo
y esposa. La metáfora sugiere que la existencia humana está concebida co-

63 Véase San Agustín, "Sobre la interpretación literal del Génesis" 9:5 – 9, en Oden (2001), 69.
64 Nelson (1987), 87.
65 Véase Church (1992), 7. Véase también Holland and Holland (1989), 107; Ginzberg (1967–
1969), 5:90, n.47. Véase también Burton (1986), 154; Pfeiffer and Harrison (1962), 5–6; Jamieson,
Fausset, y Brown (s.d.), 19. Hertz registra el dicho de esta manera: "La mujer fue formada del costado del
hombre; por eso es el deber natural de la esposa, estar cerca, lista en cualquier momento para ser una
‗ayuda‘ para su marido; es el deber natural del marido, cuidar siempre y defender a su esposa, como parte
de su persona". Hertz (1962), 9. "No debemos crear su comienzo con la cabeza, para que no sea frívola, ni
del ojo, para que no esté mirando fijamente siempre a los hombres, ni del oído, para que no sea una fisgo-
na, ni de la boca, para que no hable demasiado (como una chismosa), ni del corazón, para que no sea
celosa, ni de la mano, para que no sea de dedos ligeros [o ladrona], ni del pie, para que no sea una azota-
calles [alguien que vaga sin rumbo o sin propósito ni dirección], sino de un lugar protegido en el hom-
bre". Neusner (1985), 191. Véase también McConkie, "The Mystery of Eden" (1990), 26.

55
El Salvador y la serpiente

mo un compañerismo de hombre y mujer. Como se mencionó más arriba,


―la historia de Adán y Eva…es un símbolo del matrimonio‖.66

Génesis 2:25 Moisés 3:25 Abraham 5:19


Y estaban ambos des- Y estaban ambos des- Y estaban ambos des-
nudos, Adán y su mu- nudos, el hombre y su nudos, el hombre y su
jer, y no se avergonza- esposa, y no se aver- esposa, y no se aver-
ban. gonzaban. gonzaban.

Desnudos y no se avergonzaban. Cuando se pierden los aspectos


simbólicos o metafóricos de los relatos de las escrituras sobre la Caída, el
lector tiende a interpretar la desnudez de Adán y Eva como una prueba de
que eran intelectualmente infantiles. Sin embargo, la escritura no pretende
hacer tal afirmación sobre nuestros primeros padres. Al contrario, Dios los
hizo responsables de sus elecciones en Edén, lo que demuestra que Adán y
Eva sabían lo que hacían. Usted y yo, por otra parte, comenzamos esta
prueba mortal ―desnudos y sin avergonzarnos‖. En nuestra niñez somos
inocentes, infantiles y sencillos.

La desnudez también pude simbolizar no avergonzarse. La Escritura


nos informa de que cuando somos rectos nuestra ―confianza se hará firme
en la presencia de Dios‖ (D.C. 121:45). No tememos el juicio o la conde-
nación. Un comentarista cristiano del siglo cuarto declara: ―No estaban
avergonzados por causa de la gloria con la que estaban revestidos. Cuando
fueron despojados de ella después de haber transgredido el mandamiento,
entonces se avergonzaron porque estaban desnudos‖.67 La desnudez de
Adán y de Eva, sin sentir vergüenza, antes de la Caída, destaca nuestros
sentimientos de seguridad cuando estamos obedeciendo las palabras, los
mandamientos y los convenios del Señor.

LA TENTACIÓN DE ADÁN Y EVA

Génesis 3:1-5 Moisés 4:5-11 2 Nefi 2:17-18


Ahora bien, la serpien- Ahora bien, la serpien- Y yo, Lehi, de acuerdo
te era astuta, más que te era más astuta que con las cosas que he
todos los animales del cualquiera de las bes- leído, debo suponer

66 Hunter (1951), 145. Véase también Ginzberg (1967–1969), 1:66; Sailhamer (1976–1992),
2:47.
67 Efrén de Siria, "Comentario a Génesis" 2.14.2, en Oden (2001), 72.

56
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

campo que Jehová tias del campo que yo, que un ángel de Dios
Dios había hecho, la Dios el Señor, había había caído del cielo,
cual dijo a la mujer: hecho. Y Satanás incitó según lo que está escri-
¿Conque Dios os ha el corazón de la ser- to; por tanto, se convir-
dicho: No comáis de piente (porque se había tió en un diablo, ha-
ningún árbol del huer- llevado a muchos en biendo procurado lo
to? Y la mujer respon- pos de él), y procuró malo ante Dios. Y por-
dió a la serpiente: Del también engañar a Eva, que había caído del cie-
fruto de los árboles del porque no conocía la lo, y llegado a ser mi-
huerto podemos comer, mente de Dios, de ma- serable para siempre,
mas del fruto del árbol nera que procuraba procuró igualmente la
que está en medio del destruir el mundo. Y miseria de todo el gé-
huerto, dijo Dios: No dijo a la mujer: ¿Con- nero humano. Por tan-
comeréis de él ni lo que Dios ha dicho: No to, dijo a Eva, sí, esa
tocaréis, para que no comeréis de todo árbol antigua serpiente, que
muráis. Entonces la del jardín? (Y hablaba es el diablo, el padre de
serpiente dijo a la mu- por boca de la serpien- todas las mentiras, así
jer: No moriréis; sino te). Y la mujer dijo a la le dijo: Come del fruto
que sabe Dios que el serpiente: Podemos prohibido, y no mori-
día en que comáis de él comer del fruto de los rás, sino que serás co-
serán abiertos vuestros árboles del jardín; mas mo Dios, conociendo el
ojos y seréis como dio- en cuanto al fruto del bien y el mal.
ses, conociendo el bien árbol que ves en medio
y el mal. del jardín, Dios ha di-
cho: No comeréis de él,
ni lo tocaréis, no sea
que muráis. Y la ser-
piente dijo a la mujer:
De cierto no moriréis;
pues Dios sabe que el
día en que de él comie-
reis se abrirán vuestros
ojos, y seréis como
dioses, conociendo el
bien y el mal.

La serpiente se acercó a Adán y a Eva. En el capítulo cuatro de este


libro explicaremos quién se acercó a Adán y a Eva (es decir, Lucifer o la
serpiente). Sin embargo, ya que la historia se refiere a nuestra caída perso-
nal, ―el silencioso deslizarse de la serpiente es un símbolo apropiado del

57
El Salvador y la serpiente

insidioso avance de la tentación‖.68 Según una leyenda, Satanás se vio limi-


tado a quedarse fuera de Edén hasta que Eva ―abrió la puerta‖ y le permitió
entrar.69 Ciertamente así ocurre en nuestras propias vidas. Como declaró el
profeta José: ―El diablo no tiene poder sobre nosotros a menos que se lo
permitamos‖.70 Satanás procura que cada uno de nosotros le invite para po-
der entrar en nuestras vidas; en cuanto abrimos la puerta, intenta causar es-
tragos. Pero si mantenemos la puerta firmemente cerrada a la tentación, el
adversario de toda la humanidad no tiene acceso a nuestros corazones. El
presidente Spencer W. Kimball declaró: "El poderoso Satanás tiene su
oportunidad. Susurra al oído de cada hombre. Algunos rechazan sus tenta-
dores ofrecimientos, otros ceden a ellos. Satanás susurra: ‗no hay pecado;
tú no eres un transgresor. Yo no soy el diablo. No hay ningún diablo. No
hay negro. Todo es blanco‘"71

Agustín señaló que Satanás, el padre del pecado, cayó de la gracia


en el mundo premortal cediendo al orgullo. Desde entonces ha utilizado su
propio vicio contra los hijos de Dios aquí en la mortalidad. Se piensa nor-
malmente que las palabras de Satanás a Adán y a Eva (es decir, ―seréis co-
mo los dioses‖) eran un intento de apelar a su orgullo o vanidad. 72 Agustín
escribió: ―Quienquiera que busque ser…autosuficiente…se retira de Aquel
que es verdaderamente suficiente para él‖.73 Son nuestros deseos orgullosos
los que nos hacen pecar contra Dios y perder nuestra herencia en el Edén
que Dios tiene reservado para cada uno de nosotros. La historia de la Caída
indica que cada uno cae debido al orgullo. Y así, la posteridad de Adán y
Eva podrá regresar a Dios sólo al sustituir su orgullo por humildad nacida
del Espíritu.74 ―Porque el hombre pecó al querer…estar libre de la tutela de
[Dios], al modo de Dios, el cual no está sometido a nadie, puesto que es el
Señor de todas las cosas‖.75

Ni lo tocaréis. Tal y como se narra la historia, a Adán y a Eva no só-


lo se les mandó abstenerse de comer el fruto prohibido, sino también se les
prohibió incluso tocarlo ―para que no quedasen atrapados‖.76 Se parece
mucho al viejo dicho ―no juegues con fuego‖. Quienes se inclinan hacia

68 Hertz (1962), 10. El Apocalipsis de Abraham sugiere que la conexión entre la serpiente y Sa-
tanás es simplemente una expresión metafórica que indica que el diablo tenía el aspecto de una serpiente.
Véase Ginzberg (1967 – 1969), 5:123 – 24, n.131.
69 "Vida de Adán y Eva," versión griega, 19:1, en Charlesworth (1983 – 1985), 2:279.
70 Ehat and Cook (1980), 60.
71 Kimball (1967), 30, énfasis añadido.
72 Véase San Agustín, "De naturaleza y gracia" 29:33, en Oden (2001), 77. Véase también
Efrén el sirio, "Comentario a Génesis" 2:16, en Oden (2001), 77; Oden (2001), 74.
73 Agustín, "Ciudad de Dios" 14:13, en Oden (2001), 77.
74 Véase a San Agustín, «en la fe y el credo de los"4:6, en Oden (2001), 77. Véase también
Oden (2001), 74.
75 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos" 2.17.25, en Oden (2001), 86.
76 Efrén el sirio, "Comentario a Génesis" 2.20.1 en la Oden (2001), 75-76.

58
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

una interpretación alegórica de la escritura, tienden a ver el hecho de que


Eva comiese del fruto como un símbolo del pensar en pecar o albergar pen-
samientos pecaminosos. El que Adán comiera, según esta escuela de pen-
samiento, podría por tanto simbolizar el acto físico de pecar que sólo suce-
de por causa de un acto previo de pensar en el pecado.77 Uno sigue al otro;
si puedes controlar tus pensamientos, controlarás tus actos. Así, Ambrosio
enseñó que la serpiente es un símbolo de los placeres del cuerpo. La mujer
representa nuestros sentidos y el hombre nuestras mentes. El placer estimu-
la los sentidos, lo cual a su vez tiene un efecto en la mente.78 De manera
parecida, el comentarista protestante Matthew Henry escribió: ―Quienes no
habrían de comer del fruto prohibido no deberían acercarse al árbol prohi-
bido‖.79 En relación a esto, existe una leyenda judía que aparece en un cier-
to número de fuentes:

La serpiente empujó a Eva contra el árbol y [entonces] dijo:


―Ves que tocar el árbol no te ha causado la muerte. Menos te dañará
comer del fruto del árbol…‖ Para dar el debido peso a estas palabras,
la serpiente comenzó a sacudir violentamente el árbol y hacer caer su
fruto. [Entonces] comió de él diciendo: ―Igual que yo no me muero
por comer del fruto, tú tampoco morirás‖… [Eva entonces] hizo un
trato con su conciencia. Primero comió sólo la piel exterior de la fru-
ta y luego, al ver que la muerte no la talaba, comió el fruto mismo.80

Esto es lo que Satanás procura que hagamos, a saber, ver a otros pe-
car aparentemente sin consecuencias, con la esperanza de que escuchemos
sus diabólicas insinuaciones y participemos de lo que se ha prohibido. De-
bemos recordar que el Señor nos ha prohibido coquetear con la tentación
tanto como ha prohibido ceder a ella.

El método de Lucifer al tentar a Eva suena muy parecido. Refleja sus


técnicas cuando nos tienta a nosotros.

Primero, el diablo procura suscitar preguntas en cuanto a la integri-


dad de Dios; ―siembra discordia entre el hombre y su creador desfigurando
el carácter de Dios‖.81 Ataca nuestra imagen mental del Padre; Dios es un
malvado más que un amigo, sugiere. Qué egoísta por Su parte al ponernos
limitaciones en cuanto a lo que podemos comer. ¿No sabe compartir? 82 Los

77 Filón de Alejandría sin duda consideró a Adán y Eva como una representación de los "dos
elementos dentro de la naturaleza humana", la mente y el cuerpo. Véase Pagels (1989), 64-65.
78 Véase Ambrosio, 15:73 «Paraíso», en Oden (2001), 89.
79 Church (1992), 8.
80 Ginzberg (1967 – 1969), 1: 72, 73 – 74. Véase también Neusner (1985), 201; Clarke (s.d.),
1:50.
81 Dummelow (1936), 9.
82 Hamilton (1982), 47.

59
El Salvador y la serpiente

comentaristas han señalado el tono incrédulo de Lucifer: ―¿Así que Dios ha


dicho…?‖ Busca incitar a plantearse de nuevo las instrucciones y los man-
damientos de Dios.83 Este es su plan de ataque diario con cada uno de noso-
tros. Quiere que veamos a Dios, a Sus mandamientos y a quienes los hacen
cumplir (por ejemplo, los líderes del sacerdocio y los padres) como dicta-
dores opresivos, que intentan controlarnos de manera egoísta.

Su segunda técnica, muy relacionada con la primera, es animar a la


autonomía. ¡Tienes albedrío! Tienes el derecho de escoger por ti mismo.
Lucifer sugiere que Dios y Sus agentes simplemente intentan oprimirte y,
por tanto, Su mandamiento es absurdo e irrelevante.84 Tú sabes tan bien
como el profeta, el obispo o tus padres lo que es mejor para ti. Matthew
Henry describió el método de Satanás de esta manera:

1. Satanás pone en tela de juicio la idea de que comer del fruto


es de hecho un pecado, sugiriendo que quizás Eva no entendió bien
(Génesis 3:1). ―La sutileza de Satanás es manchar la reputación de la
ley divina tachándola de incierta o irrazonable y así arrastrar a las
personas al pecado‖.

2 El diablo niega que haya peligro alguno en comer el fruto


(Génesis 3:4). ―Satanás enseña a los hombres primero a dudar y lue-
go a negar; primero los hace escépticos y así, poco a poco, los con-
vierte en ateos‖.

3 Nuestro adversario sugiere que se tienen muchas ventajas


por comer el fruto (Génesis 3:5). ―Después de todo, ¿cómo piensas
que Dios llegó a ser tan listo? ¡Come esto y serás como Él!‖

Lo que se describe en relación a Eva es claramente la experiencia de


cada hombre y cada mujer.85 Satán no actúa con nosotros de manera distin-
ta. Y aun así, parece que muchos nunca aprenden la lección que se enseñó
en Edén.

Actualmente no tenemos ningún registro de las escrituras en el que el


Padre diga ―ni tocarás‖ el árbol. Así, a usted y a mí se nos describe como
Eva siendo atraída por el criticismo del adversario hacia el Padre, añadien-
do ella misma la frase, en un aparente intento de magnificar o aumentar el
rigor de Dios.86 Esa es la tendencia de muchos de nosotros.87 Cuando no

83 Kidner (1967), 67. Véase también Andrus (1967), 186; Hertz (1962), 10; Rasmussen (1993),
14.
84 Hamilton (1982), 47.
85 Church (1992), 8–9.
86 Kidner (1967), 67–68; Speiser (1962), 23; Hertz (1962), 10; Pfeiffer and Harrison (1962), 7;
Peake

60
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

estamos contentos con uno de los mandamientos de Dios, tendemos a exa-


gerar la injusticia y el rigor de Dios. El popular C.S. Lewis escribió:

¿Cómo salió mal el Poder Oscuro?... En el momento en que


tenemos un ego, existe la posibilidad de ponerlo por encima de todo
—de querer ser el centro— de querer, de hecho, ser Dios. Ese fue el
pecado de Satán [en el Gran Concilio premortal]: y ese fue el pecado
que él enseñó a la raza humana [durante la Caída]… Lo que Satán
puso en la cabeza de nuestros antepasados remotos fue la idea de que
podían «ser como dioses», que podían desenvolverse por sí solos
como si se hubieran creado a sí mismos, ser sus propios amos, inven-
tar una suerte de felicidad para sí mismos fuera de Dios, aparte de
Dios. Y de ese desesperado intento ha salido casi todo lo que llama-
mos historia humana —el dinero, la pobreza, la ambición, la guerra,
la prostitución, las clases, los imperios, la esclavitud—, la larga y te-
rrible historia del hombre intentando encontrar otra cosa fuera de
Dios que lo haga feliz.88

El pecado no está en desear llegar a ser como Dios; el pecado está en


intentar hacerlo sin Dios, en intentar usurpar Su posición sobre nosotros e
intentar hacerlo fuera del camino que Él nos ha trazado por medio de la
realización de convenios y de obedecer mandamientos.

Génesis 3:6-8 Moisés 4:12-14 D.C. 29:39


Y vio la mujer que el Y cuando la mujer vio Y es menester que el
árbol era bueno para que el árbol era bueno diablo tiente a los hijos
comer, y que era agra- para comer, y que se de los hombres, de otra
dable a los ojos y había vuelto agradable manera estos no po-
deseable para alcanzar a los ojos, y un árbol drían ser sus propios
la sabiduría; y tomó de deseable para darle sa- agentes; porque si nun-
su fruto y comió; y dio biduría, tomó ella de su ca tuviesen lo amargo,
también a su marido, el fruto y comió, y dio no podrían conocer lo
cual comió así como también a su marido, y dulce.
ella. Y fueron abiertos él comió con ella. Y
los ojos de ambos, y fueron abiertos los ojos
supieron que estaban de ambos, y se dieron
desnudos. Entonces cuenta de que habían

(1919), 140; Dummelow (1936), 9; Neusner (1985), 201–2; Clarke (s.d.), 1:50.
87 Cabe señalar que la fiel madre Eva nunca habría hecho esto. Ella fue fiel a la palabra de Dios
y correcta en su interpretación de la misma. Sin embargo, debido a que esta historia es acerca de nosotros,
la adición (o cambio) del mandamiento pone de relieve lo que solemos hacer y no lo que Eva hubiera
hecho.
88 Lewis (1996), 53–54.

61
El Salvador y la serpiente

cosieron hojas de hi- estado desnudos. Y co-


guera y se hicieron de- sieron hojas de higuera
lantales. Y oyeron la y se hicieron delanta-
voz de Jehová Dios que les. Y oyeron la voz de
se paseaba en el huerto Dios el Señor, mientras
al aire del día; y se es- se paseaban en el jardín
condieron el hombre y al fresco del día, y
su mujer de la presen- Adán y su esposa fue-
cia de Jehová Dios en- ron a esconderse de la
tre los árboles del huer- presencia de Dios el
to. Señor entre los árboles
del jardín.

Sus ojos fueron abiertos, dándoles así nuevo conocimiento. Se trata


de la falsa promesa de Satanás a cada uno de nosotros. Tomamos el fruto y
lo comemos; un acto tan simple y, sin embargo, tan duro su quebrantamien-
to. La historia representa a Adán y a Eva como si se les hubiese vendido la
falsa noción de que el mal es en realidad sabiduría y sofisticación.89 Hoy en
día el diablo está intentando vendernos esa misma moto ¡y que es muy
buen negocio!

Hay una creciente tendencia en la sociedad moderna a llamar a lo


malo bueno y a lo bueno malo. ―La naturaleza del hombre es querer algo
que no puede tener‖, desear lo que está prohibido.90 La historia anuncia la
caída de muchos de los hijos de Dios porque sucumben a las perniciosas
mentiras de Satanás. Comen del fruto porque Satanás les dice que al hacer-
lo llegarán a ser ―como Dios‖. La ironía de la situación es que una vez que
participan del fruto prohibido muchos se dan cuenta de que antes de comer-
lo estaban mucho más cerca de Dios, pero ahora han caído de ese estado.91
Esto es lo que Satanás busca hacernos. ―La historia de cada tentación, y de
cada pecado, es siempre la misma: el objeto externo de atracción, la con-
moción mental interior, el aumento y triunfo del deseo apasionado, todo lo
cual termina en la degradación, la esclavitud y la ruina del alma‖. 92 El fruto
no sólo parece bueno para comer sino también conveniente. Qué perfecto
paralelismo con tanto con lo que el adversario nos tienta: lo vano, vacío,
hueco, sin sentido de este mundo materialista.93

89 Véase Kidner (1967), 69.


90 Reynolds and Sjodahl (1980), 136.
91 Véase Sailhamer (1992), 104; Sailhamer (1976–1992), 2:51.
92 Jamieson, Fausset, and Brown (s.d.), 19.
93 Reynolds and Sjodahl (1980), 136–37.

62
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

Probar lo amargo a fin de conocer lo dulce. El Patriarca de la Igle-


sia Eldred G. Smith señaló en una ocasión que la vida está diseñada de tal
manera que podamos tener experiencias similares a las que tuvieron el Pa-
dre y la Madre Celestiales, haciéndonos así como Ellos. Basándose en Doc-
trina y Convenios 29:39, declaró:

Así sucede con nosotros hoy, debemos tener lo amargo a fin de


conocer lo dulce. A veces algunos de nosotros pensamos que tene-
mos lo amargo y no bastante de lo dulce. Es normal. Todos tenemos
pruebas en la vida para fortalecernos. Cada uno piensa que tiene las
pruebas más duras o las más severas. Puede ser que sean las más di-
fíciles sólo porque son las más duras o las más difíciles para ti. El
diamante es mejorado y hecho más valioso al pulirlo. El acero se ha-
ce más duro y más valioso al templarlo. Así también la oposición
edifica el carácter del hombre.94

Eva dio del fruto a su esposo. Una vez que Eva había comido, Sata-
nás inmediatamente la alentó a que hiciera que Adán también participara de
lo que estaba prohibido. No es diferente con nosotros. Cuando adoptamos
una práctica pecaminosa, el diablo nos anima a que incitemos a otros a pe-
car o, por lo menos, a razonar con los de nuestro alrededor que nuestro
comportamiento es apropiado. De alguna forma esto apacigua las almas de
los pecadores y les da un falso sentido tanto de ―seguridad en los números‖
como de lo apropiado de la creencia. Sin embargo, en realidad, sólo sirve
para mostrar los atributos que han desarrollado. ¿Está ―la imagen de Dios
grabada en vuestros rostros‖ (Alma 5:19) ¿O es la imagen del diablo la que
irradias?

Agustín también señaló que el ―primer pecado‖ destaca la tragedia de


todo pecado. La historia de la Caída muestra a dos personas a las que se
había proporcionado todo lo que necesitaban, y algo más. No había necesi-
dad alguna, ninguna justificación, para coger más (por ejemplo, tomar del
fruto ―prohibido‖) cuando tenían ya tanto. Agustín lo expone de esta mane-
ra: ―Cada posible necesidad de nuestros primeros padres había sido cubier-
ta, y el mandamiento de abstenerse de un solo árbol de todo el jardín era
algo minúsculo‖.95 Lo mismo pasa con nosotros: no nos falta de nada. Se
nos ha dado tanto. ¡Realmente no hay justificación racional alguna para el
egoísmo del pecado!

El hecho de que Eva comiese primero del fruto es considerado por


algunos como una metáfora de la moderna enfermedad del cambio de roles.

94 Smith (1974), 63, énfasis en original. Véase también 62.


95 Véase Agustín (1950), 460. Véase también Keller (1990), 156.

63
El Salvador y la serpiente

La sociedad anima a las mujeres a abandonar sus llamamientos divinamen-


te designados en un esfuerzo por usurpar el papel divinamente designado
de los hombres.96 La Caída de Adán y Eva nos enseña que hay un orden en
todas las cosas; un orden instituido por Dios, no por el hombre. El hombre,
por convenio y decreto divino, está obligado a presidir en su hogar y fami-
lia, y será considerado responsable si no lo hace así (y en rectitud). Su es-
posa, también por decreto divino, debe funcionar como consejera y asesora
de su marido y como la criadora de los hijos que ambos han tenido. Procu-
rar revertir estos papeles o usurpar alguno de ellos es procurar derrocar o
corregir el plan de Dios. De forma similar, cuando los miembros de la Igle-
sia (la novia) buscan corregir o aconsejar a Cristo (el novio), están procu-
rando usurpar Su papel divinamente señalado. Al hacerlo, pierden bendi-
ciones y tendrán que rendir cuentas.

Se hicieron delantales de hojas de higuera. Los símbolos pueden


tener múltiples significados. Por ejemplo, la sangre puede tener una conno-
tación negativa (como pecado) y también una positiva (vida). De manera
parecida, las águilas a veces son símbolos positivos (representan instintos
maternales y protección, por ejemplo) y en ocasiones son símbolos negati-
vos (animales carroñeros). Los comentaristas tienden a subrayar tanto los
símbolos negativos como los positivos en la higuera y sus hojas. Ya que
Adán y Eva hicieron lo correcto, el simbolismo relativo a ellos sólo puede
ser positivo. Ya que usted y yo tendemos a hacer lo malo, el simbolismo
debería ser (en los casos en que actuamos de manera incorrecta) negativo.

Así, estos delantales simbolizaron una cosa para nuestros primeros


padres y otra para nosotros (como Adanes y Evas caídos). Para usted y para
mí, el ponerse los delantales es un símbolo de nuestro estado caído, un
símbolo del deseo de cubrir nuestra culpa.97 Antiguamente, estar desnudo
significaba ser inocente o estar expuesto o desprotegido.98 Cubrir la propia
desnudez simbolizaba el esfuerzo de excusarse por las acciones propias.99
Cuando pecamos, estamos simbólicamente desnudos o expuestos en nues-
tros pecados ante Dios. Así, tendemos a procurar cubrirnos (es decir, cubrir
nuestros pecados) al excusarnos, representado por el ponerse los delantales.
Un moderno experto en tipología escribió: ―Esas hojas de higuera no eran

96 Véase Oden (2001), 74, 92. Una antigua creencia hebrea sostiene que Adán fue creado antes
que Eva a fin de enviar un mensaje sobre los papeles divinamente establecidos del hombre y la mujer.
Véase Ginzberg (1967–1969), 5:88, n.41. Una fuente del siglo IV declara: "Ella se apresuró a comer antes
que su esposo para poder convertirse en directora de sí misma, para que pudiera convertirse en la que
diera órdenes al que debería dárselas". Efrén de Siria, "Comentario del Génesis" 2.20.3, en Oden (2001),
78.
97 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos" 2.15.23, en Oden (2001), 81;
Beda el Venerable, "Homilías sobre los evangelios" 1:17, en Oden (2001), 82.
98 Véase Wilson (1999), 17, 289.
99 Véase Ryken, Wilhoit, and Longman (1998), 320; Charles (1997), 59.

64
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

más que un retrato de sí mismos, porque, arrancados de su tronco, la muer-


te había comenzado, y aunque durante un tiempo pudieran permanecen
hermosos y brillantes, pronto estarían marchitos y muertos‖.100 La desnu-
dez de Adán y Eva se asocia a menudo con una pérdida del Espíritu, que
los dejó fuera del alcance de la Expiación, no teniendo nada con qué cubrir
su culpa. Es el descubrimiento de que estaban sin la protección de Dios.

En el judaísmo, su desnudez simboliza que ―llegaron a ser conscien-


tes de que estaban desnudos de buenas obras‖.101 Jacob Neuser escribió:
―La palabra ‗desnudo‘ se asocia con ‗estar vestido por el mérito resultante
de la realización de deberes religiosos‘‖.102 De manera parecida, Filón de
Alejandría declaró que esa desnudez simbolizaba el estado de ser ―total-
mente deficiente y destituido de virtud‖.103 ¿Estamos nosotros, santos de los
últimos días, alguna vez ―desnudos de buenas obras‖? ¿Estamos viviendo
vidas como la de Cristo, vidas de servicio, virtud y fidelidad? ¿Estamos
atendiendo a nuestras responsabilidades en el hogar, la Iglesia y el templo?
¿O seremos encontrados el día del juicio estando ante Dios desnudos de las
virtudes, atributos y hechos que Él nos mandó desarrollar y practicar aquí
en la mortalidad?

Al fresco del día. Los primeros cristianos consideraban importante la


idea de que Adán y Eva oyeron el sonido de Dios caminando hacia ellos
después de que habían comido de la fruta "prohibida". El sonido de los pa-
sos de Dios trajo a Adán y Eva la conciencia de su culpa. Y así como los
pasos son un informante sutil de que alguien se aproxima, para los primeros
cristianos, simbolizaban la realidad de que Dios ha puesto a nuestro alrede-
dor pequeñas experiencias diseñadas para recordarnos a Él y provocar en
nosotros el arrepentimiento.104

Como declara un documento del siglo cuarto: Dios ―deseó benefi-


ciarlos por el sonido de sus pies…para que Adán y Eva pudiesen estar pre-
parados, con este sonido, para rogar ante él‖.105 Y así sucede con nosotros.
Si estamos atentos, reconoceremos las sutiles señales de Su venida y nos
ayudarán a estar preparados para ese día en que nos presentaremos ante Su
rostro a fin de ser juzgados como quien hemos llegado a ser y lo que hemos
escogido amar.

100 Habershon (1974), 104.


101 Esta es una expresión hebrea habitual en el Talmud. Véase Ginzberg (1967–1969), 5:121–
22, n.120; "Life of Adam and Eve," en Charlesworth (1983–1985), 2:281, note 20a.
102 Neusner (1985), 205.
103 Filón de Alejandría, "Interpretación alegórica" 3:18, en Yonge (1997), 56.
104 Crisóstomo, "Homilías sobre el Génesis" 17:3–4, en Oden (2001), 82.
105 Efrén de Siria, "Comentario del Génesis" 2.24.1, in Oden (2001), 82.

65
El Salvador y la serpiente

Otra curiosa aplicación de esta frase proviene de la Iglesia Primitiva.


Jerónimo vio el ―fresco del día‖ como una referencia al ―atardecer‖, decla-
rando que, a causa de sus pecados, ―Adán había perdido la luz del sol, por-
que su brillante mediodía había terminado‖.106 Agustín hizo una observa-
ción parecida, señalando que, por su transgresión, ―también se dice con to-
da propiedad que vino a ellos en la tarde, a saber, cuando ya se les había
ocultado el sol, esto es, cuando ya había desaparecido de ellos la luz inte-
rior de la verdad‖.107 Que el momento de nuestro juicio no venga cuando la
luz del Espíritu está ausente de nuestras vidas. Si perdemos la luz del Espí-
ritu de Dios, seremos relegados a la oscuridad eterna.

Se escondieron entre los árboles. Este, apropiadamente, es uno de


los símbolos de nuestra tendencia, cuando estamos llenos de culpa, a es-
condernos en medio de las cosas de este mundo o a llenar nuestras vidas
con tales cosas, con la esperanza de que de alguna manera nuestros pecados
o errores no sean percibidos.

LAS REPERCUSIONES DE LA CAÍDA

Génesis 3:9-12 Moisés 4:15-18


Y llamó Jehová Dios al hombre y le Y yo, Dios el Señor, llamé a Adán, y
dijo: ¿Dónde estás? Y él respondió: le dije: ¿A dónde vas? Y él respon-
Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, dió: Oí tu voz en el jardín y tuve
porque estaba desnudo; y me escon- miedo, porque vi que estaba desnudo,
dí. Y le dijo: ¿Quién te ha dicho que y me escondí. Y yo, Dios el Señor,
estabas desnudo? ¿Has comido del dije a Adán: ¿Quién te ha dicho que
árbol del cual yo te mandé que no estabas desnudo? ¿Has comido del
comieses? Y el hombre respondió: árbol del cual te mandé no comer,
La mujer que me diste por compañe- pues de hacerlo de cierto morirías? Y
ra me dio del árbol, y yo comí. el hombre dijo: La mujer que tú me
diste, y mandaste que permaneciese
conmigo, me dio del fruto del árbol,
y yo comí.

¿Has comido del árbol? El árbol de la ciencia del bien y del mal re-
presenta nuestros pecados y actos de rebeldía. En un sentido, es el veneno
que destruye nuestra espiritualidad y arrebata de nuestro alcance la vida

106 Jerónimo, "Homilías" I, in Oden (2001), 82.


107 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos" 2.16.24, in Oden (2001), 83.

66
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

eterna. El sacramento, por otra parte, ―es el remedio contra el veneno que
arruinó la naturaleza humana cuando Eva y Adán comieron del fruto‖.108

Desde luego, necesitamos tanto el árbol de la vida como el de la


ciencia del bien y del mal si deseamos regresar a la presencia de Dios, ha-
biendo llegado a ser como Él. Sin embargo, así como necesitamos esta ex-
periencia mortal (en la que, debido a nuestra naturaleza caída, somos apar-
tados del Padre), también debemos con el tiempo separarnos lo más posible
del árbol de la ciencia (es decir, del pecado y de los caminos de este mundo
caído), a la vez que nos acercamos más al árbol de la vida (es decir, Cristo
y su evangelio).

La mujer que tú me diste. Recuerde: más que Adán, es usted y soy


yo quien habla. El fiel Padre Adán era inquebrantable en su resolución de
hacer la voluntad del Padre. Lo que aquí se representa trata de usted y de
mí. De este modo, dese cuenta de que no hay una confesión expuesta por el
hombre y la mujer, sino sólo excusas.109 No es una declaración sobre Adán
y Eva; es una denuncia crítica de nuestra tendencia como hombres y muje-
res caídos. Adán, que era el siguiente a Cristo en poder, fuerza y domi-
nio,110 aparece representado aquí en un intercambio metafórico representa-
tivo de nuestra tendencia a culpar a otros por nuestras pruebas y, de vez en
cuando, incluso por nuestros pecados. Aunque Pablo es bastante claro al
declarar que nunca somos tentados más allá de lo que podamos resistir
(véase 1 Corintios 10:13),111 sin embargo, la tendencia en los momentos
difíciles es asumir que Dios nos ha abandonado. De vez en cuando recurri-
mos a culparlo a Él, a Su plan, por nuestras dificultades, o, como indicó el
presidente N. Eldon Tanner, ―somos proclives a…culpar a alguien más‖.112

Un académico indicó: ―Al decir que pecó por causa de la mujer que
Dios le dio, Adán [una representación metafórica de usted y de mí] intenta
atribuir su pecar a Dios. [La metafórica] Eva también fracasa al confesar su
pecado y dice que la serpiente la engañó. Estas evasivas e intentos de auto
justificarse muestran una renuencia a arrepentirse‖.113 En vez de confesar lo

108 Oden (2001), 74.


109 Ginzberg (1967–1969), 1:76–77; Vawter (1977), 81; Kidner (1967), 70; Jamieson, Fausset,
and Brown (s.d.), 19.
110 B. McConkie, "Eve and the Fall" (1979), 58.
111 Nunca somos tentados más allá de nuestra habilidad para resistir, siempre que no nos colo-
quemos, físicamente o con nuestros pensamientos, en situaciones de tentación. Sin embargo, si escoge-
mos actuar de otra manera, podemos ser (y probablemente vamos a ser) tentados más allá de nuestra
capacidad para resistir.
112 Tanner (1971), 33. La posteridad de Adán y Eva imita su ―pasarse la pelota‖. Clarke (s.d.),
1:52.
113 Oden (2001), 84. Así, un texto argumenta que ―la llamada de Dios diciendo ¿dónde estás
Adán?‖ Era la manera en que Dios nos ofrece a usted y a mí (representados por Adán) ―una oportunidad
de arrepentimiento y confesión‖, una oportunidad que los hombres caídos (simbolizados por Adán) no

67
El Salvador y la serpiente

que había hecho mal, lo cual finalmente le habría ayudado, contó lo que se
le había hecho, lo cual no ayudó en absoluto. Por supuesto, esto no es una
representación de la respuesta real de Adán sino más bien una representa-
ción recreación simbólica de usted y de mí. Adán es representado figura-
damente como fracasando en confesar su insensatez y echándole la culpa a
Eva.114 ¡Cuán común es esta práctica! ¡Frecuentemente vemos nuestras de-
bilidades, fracasos y pecados como culpa de otros! Un comentarista añadió:

Después, siguiendo la costumbre de la soberbia, no se acusa


del pecado que cometió consintiendo en la insinuación de la mujer,
sino que hace recaer en la mujer su propia culpa, y así, sutilmente,
como valiéndose de la astucia que el miserable había engendrado en
sí mismo, intentó imputar a Dios el pecado cometido por él; pues no
dijo: ―la mujer me dio el fruto‖, sino:‖ la mujer que tú me diste‖. No
hay cosa más ordinaria para los pecadores que el querer atribuir a
Dios por todos los medios cualquiera falta de que se les acuse, y esto
tiene su origen en… la soberbia.115

Adán, ¿dónde estás? El presidente N. Eldon Tanner declaró:


―‘¿Dónde estás?‘ una pregunta que puede aplicarse y se hace a cada uno de
nosotros individual y colectivamente, y una que bien deberíamos hacernos
a nosotros mismos en cuanto se aplica a nuestra relación con Dios y nues-
tros semejantes‖.116

―Adán y Eva… ¿dónde estáis?‖ y ―¿quién os dijo que estabais


desnudos?‖ son dos de las más significativas preguntas planteadas
por Dios a nuestros padres en el Jardín de Edén (Génesis 3:9-11). Y
si Dios plantea tales cuestiones al primer hombre y la primera mujer,
implícitamente, también se nos pregunta a nosotros… En esencia, la
vida es un viaje desde ―el árbol de la vida…en medio del jardín‖
(Génesis 2:9) al ―árbol de la vida, que está en el medio del paraíso de
Dios‖. (Apocalipsis 2:7) El ―fruto‖ del árbol en Edén…puede ser
comido por quienes tienen oídos, ojos y un deseo de descubrir cómo
vencer la ignorancia, de saber, de llegar a ser. La ceremonia del tem-
plo proporciona las más claras indicaciones de lo que se requiere a
cada iniciado –cómo, por medio de aceptar y vivir leyes y convenios

aprovechan demasiado a menudo. Véase Teófilo de Antioquía, "Teófilo a Autólico" 2:26, en Roberts and
Donaldson (1994), 2:105.
114 Véase Efrén de Siria, "Comentario sobre el Génesis" 2.27.1–2, en Oden (2001), 85.
115 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos" 2.17.25, en Oden (2001), 86,
énfasis añadido. Véase también Vawter (1977), 81; Nahmánides (1971–1976), 1:83; Sailhamer (1992),
106; Sailhamer (1976–1992), 2:54; Jamieson, Fausset, and Brown (s.d.), 19; Church (1992), 10; Hertz
(1962), 11; Pfeiffer and Harrison (1962), 8; Peake (1919), 140; Dummelow (1936), 10; Clarke
(s.d.), 1:52; Rockwood (1992), 20; Keller (1990), 172–73; Reynolds and Sjodahl (1980), 138–39.
116 Tanner (1971), 33.

68
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

voluntariamente, `podemos trasladarnos desde Edén, a través de la


mortalidad, a la presencia de Dios. A fin de aprovechar plenamente
la expiación de Cristo, debemos responder, individual y colectiva-
mente, a las preguntas formuladas a Adán y a Eva, y, como Adán y
Eva, comer del fruto de esos árboles. Al hacerlo, podemos llegar a
ser ―hijos e hijas de los Dioses‖.117

Se ha indicado que el relato de Moisés cambia la pregunta de Dios de


―Adán, ¿dónde estás?‖ (Génesis 3:9) a ―Adán… ¿a dónde vas?‖ (Moisés
4:15). Es una pregunta retórica formulada por Dios, concebida para provo-
car en Adán (es decir, en usted y en mí) una introspección concerniente al
camino que estamos emprendiendo. Ambrosio escribió; ―¿Qué quiso decir
entonces con ‗Adán, dónde estás‘? ¿No quiso decir ‗en qué circunstancia
estás?‘; no ‗en qué lugar‘? No es, por tanto, una pregunta sino una repren-
sión. ¿De qué condición de bondad, beatitud y gracia…has caído a este es-
tado de miseria?‖118 En otra parte leemos: ―‗¿Dónde estás Adán?‘ Estás
atrapado en la imaginaria divinidad que la serpiente falsamente te prome-
tió? ¿O estás preparado para la muerte que Yo, el Señor, decreté sobre ti si
participabas de lo que estaba prohibido?‖119 Matthew Henry escribió: ―Si
los pecadores considerasen a dónde están yendo, no descansarían hasta re-
gresar a Dios‖.120 Este es el mensaje del Señor a nosotros. Tenemos que
preguntarnos a nosotros mismos: ¿A dónde vamos?, ¿en qué dirección y
por qué camino estamos dirigiéndonos? ―No se puede negar, las palabras
‗¿Dónde estás?‘ pretendían demostrar a Adán la vasta diferencia entre su
actual estado y el anterior…entre el señorío de Dios sobre él y el señorío de
la serpiente sobre él ahora‖.121

Porque estaba desnudo. En el relato de las escrituras sobre la Caída,


se usan dos palabras hebreas para ―desnudo‖. La primera, que se encuentra
en Génesis 2:25, se refiere a la desnudez física. La segunda, en Génesis 3:7,
remite a estar expuesto o ―bajo el juicio de Dios‖.122

San Agustín hace un comentario interesante concerniente a la cons-


ciencia de Adán de que estaba desnudo. Escribió: ―Mas Adán responde que
habiendo oído la voz de Dios se escondió porque estaba desnudo. ¡Miradle
cómo responde en un error lamentable, como si a Dios pudiera desagradar-
le el hombre desnudo conforme Él le había creado!; mas es muy propio del
error juzgar que lo que nos desagrada a nosotros, esto mismo igualmente
117 Lundquist (1989), 88.
118 Ambrosio, "Paraíso" 14:70, in Oden (2001), 84. Véase también Filón de Alejandría, "Inter-
pretación alegórica" 3:17, en Yonge (1997), 56.
119 Efrén de Siria, "Comentario sobre el Génesis" 2.26.1–2, en Oden (2001), 84.
120 Church (1992), 10.
121 Ginzberg (1967–1969), 1:76.
122 Sailhamer (1992), 103; Sailhamer (1976–1992), 2:49–50.

69
El Salvador y la serpiente

disgusta al Señor‖.123 ¡Qué cierto es! Si tenemos tendencia a ser críticos e


implacables, consideraremos crítico e implacable a Dios. Si soy impacien-
te, consideraré a Dios impaciente. Si soy irascible, así lo consideraré a Él.
Proyectamos nuestras características pecaminosas sobre Dios y, al hacerlo,
a menudo distorsionamos nuestra percepción de Él, a quien debiéramos
emular.

Cuando Adán se dio cuenta de que había transgredido y de que esta-


ba a punto de ser descubierto, inmediatamente se llenó de temor y se es-
condió, no porque pudiera esconderse de Dios sino, más bien, porque no se
sentía digno de hablar con Él.124 Esto representa a todos nosotros en nuestra
condición caída.125 Cuando pecamos debemos acercarnos más a Dios. Sin
embargo, el diablo nos dice que nos escondamos.126 Y este se ha convertido
en el instinto natural de casi todos los hijos de Dios. Más que acercarnos
Dios y procurar recuperar la compañía de Su Santo Espíritu, nos retiramos
y procuramos evitarle, haciendo así nuestra condición mucho peor. En 2
Nefi 32:8 leemos: ―Porque si escuchaseis al Espíritu que enseña al hombre
a orar, sabríais que os es menester orar; porque el espíritu malo no enseña
al hombre a orar, sino le enseña que no debe orar‖. Un erudito bíblico sa-
biamente señaló: ―Cuando Adán fue sorprendido en su transparente intento
de evasión, Yahvé le habló como un padre haría con su hijo‖.127 Incluso
cuando no estamos a la altura de lo que Dios nos ha mandado ser, Su res-
puesta a nuestro estado de incapacidad y pecado no es el rechazo, sino más
bien el cuidado y el apoyo. En la historia de la Caída se nos enseña que
cuando pecamos seremos tentados a escuchar la voz de Satanás después de
nuestro pecado tanto como lo hicimos antes de cometerlo. El relato de la
Caída nos invita a reconocer esto y volvernos a Dios, nuestro Padre, y vi-
vir.

Génesis 3:13 Moisés 4:19


Entonces Jehová Dios dijo a la mu- Y yo, Dios el Señor, dije a la mujer:
jer: ¿Qué es lo que has hecho? Y ¿Qué es esto que has hecho? Y la
dijo la mujer: La serpiente me enga- mujer respondió: La serpiente me
ñó, y comí. engañó, y yo comí.

123 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos" 2.16.24, en Oden (2001), 85.
124 Véase Ireneo, "Contra las herejías" 3.23.5, en Roberts and Donaldson (1994), 1:457.
125 Kidner (1967), 70.
126 El presidente N. Eldon Tanner lo expuso de esta manera: ―Somos como Adán en que cuando
participamos de ‗frutos prohibidos‘ o hacemos cosas que se nos ha mandado no hacer, nos avergonzamos
y nos apartamos de la Iglesia y de Dios y nos escondemos, y si continuamos en el pecado, el Espíritu de
Dios se retira de nosotros‖. Tanner (1971), 33.
127 Speiser (1962), 25.

70
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

La serpiente me engañó. ―Engañar‖ es ―hacer creer a alguien que


algo falso es verdadero; seducir a alguien con halagos y mentiras "engañar
con falsas promesas o por oficio; privar de la razón correcta por engaño;
para hacer trampa‖. 128 La escritura y el ritual nos enseñan que Satanás
prometió dos cosas a Eva: (1) que no moriría y (―) que, al participar del fru-
to, llegaría a ser como Dios. Suele decirse que la promesa de que no mori-
ría era falsa.

Sin embargo, el hebreo traducido ―de seguro no moriréis‖ se traduce


más apropiadamente ―al morir no moriréis, sino que seréis como los dio-
ses‖.129 De este modo, aunque tradicionalmente asumimos que Satanás
mintió a Adán y a Eva, parece que (según el hebreo) estaba bastante acer-
tado en lo que les dijo. Como el mismo presidente Brigham Young expre-
só: ―¡Dijo la verdad!‖130 Al morir físicamente no morirás (es decir, no mo-
rirás permanentemente), sino que llegarás a ser como los dioses (viviendo
eternamente y potencialmente llegando a ser como ellos son). ―Fiel a su
estilo [como era de esperar] Satanás había tomado una verdad y la había
aplicado de manera tal que consiguiese sus injustos propósitos‖.131 Por lo
tanto, aunque Eva no fue engañada en el sentido exacto del término, el dia-
blo procurar cada día engañarnos a usted y a mí. Y en el mundo premortal
engañó con éxito a una tercera parte de las huestes celestiales, probable-
mente con ―falsas promesas‖ y ―mentiras‖.

En este pasaje (Génesis 3:13; Moisés 4:19), Eva, al igual que Adán,
es representada echando la culpa de sus acciones a alguien más. Es un sím-
bolo perfecto de la humanidad caída. Se la presenta culpando a la serpiente
y, al hacerlo, culpa indirectamente a Dios ¡que había creado a la serpien-
te!132 Por supuesto, Eva no hizo eso. Se la caracteriza simbólicamente así
en un intento de recordarnos nuestra conducta equivocada. En muchos ca-
sos el problema no es que hayamos sido engañados; el problema es que
amamos la oscuridad más que la luz. Valoramos el consejo del mundo más
que los mandamientos de Dios.133

Adán replicó: ―La mujer que tú me diste‖ –cuidado, no ―mi esposa‖-


―me engañó‖. ―La mujer que tú me diste‖, como diciendo, ―este
desastre que tú has puesto sobre mí‖. Así es, hermanos míos, cuando
un hombre tiene no las agallas para acusarse a sí mismo, no siente

128 Reynolds and Sjodahl (1980), 134. Véase también King (1995), s.v. Moses 4:6.
129 Véase nota a pie de página 3:4a en la edición LDS de la versión de la Biblia del Rey Santia-
go. Véase también Ireneo, "Contra las herejías" 5:23, en Roberts and Donaldson (1994), 1:551; Clarke
(s.d.), 1:44, 54; Pagels (1989), 67.
130 Widtsoe (1998), 107; Young, en Journal of Discourses, 15:126.
131 Andrus (1967), 187–88.
132 Véase Vawter (1977), 81.
133 Véase Simeón el nuevo teólogo, "Discursos" 5:6, en Oden (2001), 87.

71
El Salvador y la serpiente

ningún escrúpulo en acusar a Dios.. Entonces Dios se dirige a Eva y


le dice: ―¿Por qué no guardaste el mandamiento que te di?‖ como di-
ciendo: ―Si tan solo dijeses, Perdóname, para humillar tu alma y ser
perdonada‖. Ella sólo respondió: ―La serpiente me engañó!‖, como
queriendo decir: ―si la serpiente hizo mal, ¿qué me preocupa a mí
eso?‖… Ni [Adán ni Eva] se rebajaron a auto inculparse, ni rastro de
humildad en ninguno de los dos. Y ahora, ¡miremos y consideremos
en qué forma eso sólo era una anticipación de nuestro propio esta-
do!... Esta auto justificación, este aferrarse a nuestra propia voluntad,
esta obstinación en ser nuestro propio guía.134

Eva nos recuerda a aquellos que cometen múltiples pecados. Al par-


ticipar de lo que Dios ha prohibido, pecamos contra nuestro Creador. En-
tonces, al incitar a otros a participar, hacemos la obra del diablo y llegamos
a ser parcialmente culpables de los pecados de otros, un cómplice del deli-
to, por así decirlo.135 Por último, al rehusar arrepentirnos y reconocer nues-
tra culpa, nos condenamos a nosotros mismos. La historia de la Caída nos
advierte de los peligros de esos tres hechos; nos avisa de que no seamos la
fuente de acceso al pecado para nuestras vidas o las vidas de otros.

Génesis 3:14-15: Moisés 4:20-21:


Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Y a la serpiente, yo, Dios el Señor,
Por cuanto esto hiciste, maldita se- dije: Por cuanto has hecho esto,
rás entre todas las bestias y entre maldita serás sobre todo el ganado y
todos los animales del campo; sobre sobre toda bestia del campo. Sobre
tu vientre te arrastrarás y polvo co- tu vientre te arrastrarás y polvo co-
merás todos los días de tu vida. Y merás todos los días de tu vida; y
pondré enemistad entre tú y la mu- pondré enemistad entre tú y la mu-
jer, y entre tu simiente y la simiente jer, entre tu simiente y la de ella; y
suya; esta te herirá en la cabeza, y tú él te herirá la cabeza, y tú le herirás
le herirás en el calcañar. el calcañar.

Polvo comerás. Como se ha indicado previamente, en la antigüedad,


el polvo o la tierra conllevaban la connotación simbólica de cosas tempora-

134 Doroteo de Gaza, "Instrucción espiritual" I, en Oden (2001), 87. Como Eva, nuestra tenden-
cia es la de culpar al diablo -sugiriendo que sus tentaciones o bien son demasiado grandes o su método
demasiado sutil. ―Sin embargo, la sutileza de Satanás no nos justificará en el pecado: aunque es el tenta-
dor, nosotros somos los pecadores; y de hecho, es nuestra concupiscencia lo que nos atrae y seduce‖.
Véase Church (1992), 10. "El hombre está siempre inclinado a culpar a la instigación externa a pecar
antes que a la inclinación interior‖. Véase Dummelow (1936), 10. Véase también Hunter (1951), 118.
135 Véase Church (1992), 10.

72
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

les, mundanas o fugaces.136 Por consiguiente, en el mandato de que la ser-


piente –una caracterización del diablo- ―comerá polvo‖ los comentaristas
han visto una representación de que buscaría, poseería y destruiría a quie-
nes son ―de mente mundana‖ o ponen su mente en las cosas de este mun-
do.137 Tanto aquí como en la eternidad, tomará cautivos a quienes encuen-
tren más atractivos los caminos del mundo que los mandamientos de Dios,
y tendrá poder sobre ello.138 Esto no significa que todos ellos vayan a con-
vertirse en hijos de perdición. Más bien, implica que la influencia del ad-
versario sobre ellos será eterna, porque, ya sea que terminen en el reino te-
lestial o en las tinieblas de afuera, vivirán por toda la eternidad bajo las
condiciones impuestas sobre ellos a causa de que escucharon sus enseñan-
zas y amaron sus vías.

Y, así como Dios relegó a Lucifer a pasar la eternidad con tales al-
mas, quienes pusieron su esperanza y confianza en las cosas de este mundo
y en las filosofías y éticas del hombre serán relegados a pasar la eternidad
con almas similares –¡pecadoras y poco fiables!-. La morada eterna de los
mundanos e incrédulos estará bien con Satanás y sus secuaces o bien con
quienes amaron al diablo y sus caminos. Las palabras de un obispo cris-
tiano del siglo VI destacan esta idea:

Dios dijo al diablo: ―Polvo comerás‖. ¿Es la tierra que holla-


mos bajo los pies lo que el diablo come, hermanos? No, son las per-
sonas con inclinaciones mundanas, sensuales y orgullosas, que aman
la tierra y ponen todas sus esperanzas en ella. Trabajan enteramente
por beneficios carnales…y piensan poco o nada en la salvación de
sus almas. Personas así, pues, son las que busca el diablo…Le fueron
cedidas al principio del mundo cuando se le dijo ―polvo comerás‖.
Así pues, que cada uno examine su propia conciencia. Si ve que tiene
más preocupación por su cuerpo que por su alma, que sienta temor
de que llegará ser la comida de la serpiente.139

De este modo, junto con Ambrosio, amonestamos a los santos a no


recorrer caminos del mundo, de modo que la serpiente no pueda dañarlos.
Más bien, calcen las ―sandalias del evangelio‖ que ―evitan el veneno de la
serpiente y mitigan sus mordeduras‖.140

136 Véase Fontana (1994), 34; Todeschi (1995), 289; Cesáreo de Arlés, "Sermones" 136, en
Oden (2001), 90; Gaskill (2003), 272.
137 Oden (2001), 88.
138 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos," en Oden (2001), 89.
139 Cesáreo de Arlés, "Sermones" 136, en Oden (2001), 90.
140 Ambrosio, "Huida del mundo" 7:43, en Oden (2001), 90.

73
El Salvador y la serpiente

Pondré enemistad. Recurriendo a este pasaje y al hecho de que des-


taca el poder definitivo de Cristo sobre el adversario, un autor SUD escri-
bió:

Las palabras pronunciadas metafóricamente a la ―serpiente‖


pueden reafirmarnos a todos nosotros, que aunque Satanás tiene el
poder de tentarnos, se nos ha dado poder para resistirlo. Si necesita-
mos ayuda para hacerlo o si estamos abrumados por él, podemos re-
cibir auxilio para mantenernos firmes, o recuperarnos, por medio de
la dirección de quienes tienen poder del sacerdocio para expulsar a
Satanás en el nombre de Jesucristo. Así vemos que tanto la libertad
de Satanás para actuar como su poder para dominar a las personas
son contrarrestados por la maldición que recibió (Santiago $:7; Ma-
teo 10:1; Marcos 3:15: D.C. 24:13).141

En cuanto al cambio en la relación entre la mujer y la serpiente y


cómo eso se relaciona con usted y conmigo, un comentarista del siglo XVII
escribió: ―Obsérvese aquí, que la serpiente y la mujer acaban conversar
muy confiada y amablemente sobre el fruto prohibido, y había un asombro-
so acuerdo entre ellos; pero aquí aparecen irreconciliablemente en
desacuerdo. Adviértase esto, las amistades pecaminosas justamente acaban
en contiendas mortales: los que se unen en la maldad no se unirán mucho
tiempo‖.142

Génesis 3:16 Moisés 4:22


A la mujer dijo: Multiplicaré en A la mujer, yo, Dios el Señor dije:
gran manera tus dolores en tus em- Multiplicaré en gran manera tus do-
barazos; con dolor darás a luz los lores en tus preñeces. Con dolor da-
hijos; y tu deseo será para tu mari- rás a luz los hijos, y tu deseo será
do, y él se enseñoreará de ti. para tu marido, y él se enseñoreará
de ti.

Multiplicaré en gran manera tus dolores en tus preñeces. Puede


que haya tanto un significado simbólico como literal en esta frase. En un
sentido más literal, Eva, y todas las mujeres después de ella, sufren física-
mente durante el parto a causa de la Caída y los cambios que produjo al
cuerpo físico. Sin embargo, el dolor de dar a luz un hijo ha sido también
considerado como un símbolo de los miembros de la iglesia de Cris-

141 Rasmussen (1993), 16–17.


142 Church (1992), 10.

74
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

to luchando por ―dar a luz en su alma a la templanza‖143 Agustín escribió:


―El deseo carnal….no [causa] dolor al principio, hasta que [un] hábito se
inclina hacia la mejora… A fin de que este [buen] hábito pueda nacer, hubo
una lucha con el [mal] hábito‖.144

Los dolores de dar a luz no sólo nos recuerda a la Caída; también en


un signo de inminente gozo. Del mismo modo en que los dolores dan a luz
un niño –en el que los padres se regocijan- nuestras pruebas pueden dar a
luz cambio y redención , que serán la fuente de gozo eterno para todos
aquellos que estén dispuestos a experimentar los ―dolores de parto‖ de la
probación mortal.145 El cambio no se produce con facilidad. Si hemos de
vencer deseos o hábitos pecaminosos, debe haber un significativo y labo-
rioso esfuerzo que preceda a nuestro ―nacer de nuevo‖.

Tu deseo será para con tu marido. Esta frase ha sido interpretada de


formas muy diferentes por los autores y puede significar una serie de cosas
sobre usted y sobre mí y nuestra relación con nuestros cónyuges y con Cris-
to.

En primer lugar, algunos han visto el mandato de que el ―deseo‖ de


Eva o el ―afán‖ (como dice en hebreo) hacia su marido como una referencia
al deseo sexual.146 Según algunos comentaristas, esto hace referencia al he-
cho de que la mujer actuará contrariamente a la razón, ya que tendrán hijos
aunque saben que les causará un dolor terrible. Y, a pesar de que entienden
los que causa que queden embarazadas, continúan deseando a sus esposos,
cuando la razón les dictaría evitar la fuente del dolor y el sufrimiento. Dios
puso en ellas este ―deseo‖ o ―afán‖ a fin de asegurar la continuidad de la
raza humana. Y, aunque esto acontece a causa de la Caída, al final es una
bendición para el hombre y la mujer, porque por medio de este ―deseo‖
pueden ser uno eternamente.

Una segunda interpretación de la frase sugiere que, a pesar del sufri-


miento que ella sabe que acompañará el embarazo y el parto, el anhelo de
ser madre permanece como el instinto más poderoso de la mujer. 147 La ra-
zón de este ―afán‖ o ―deseo‖ es el mismo que en la teoría mencionada más

143 Oden (2001), 92.


144 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos" 2.19.29, en Oden (2001), 93.
145 Véase Sailhamer (1992), 108; Sailhamer (1976–1992), 2:56.
146 Nahmánides indicó que la palabra hebrea traducida ―deseo‖ se refiere a ―cohabitación‖.
Véase Nahmánides (1971–1976), 1:84. En el Génesis Rabbah leemos: ―Cuando una mujer se sienta en la
silla de partos, dice: ‗Nunca volveré a tener relaciones sexuales con mi marido‘. Entonces el Santo, bendi-
to sea Él, le dice a ella: ‗Volverás a tu deseo lujuria, volverás a tener deseo carnal de tu marido‘‖. Véase
Neusner (1985), 221.
147 Hertz (1962), 12.

75
El Salvador y la serpiente

arriba: que la humanidad exista. De nuevo, las bendiciones de las familias


eternas son el resultado directo de ese ―deseo‖ dado por Dios.

Una tercera interpretación de la cláusula ―tu deseo será para con tu


marido‖ es que, a causa de dar a luz, ella también deseará la protección de
su esposo contra los peligros del mundo caído. Edén ofrecía su propia pro-
tección al hombre y a la mujer. Sin embargo, ahora son habitantes del ―tris-
te y solitario mundo‖, ese deseo de la mujer sería, entonces, la protección
de su marido, y el deseo de él, proteger a su amada compañera.

Por último, una cuarta interpretación, que parece tener un alto grado
de aplicación en la sociedad moderna, tienen que ver con la posición social
de la mujer después de la Caída. En Edén, el hombre y la mujer son presen-
tados como uno, compañeros iguales con papeles diferentes, per se.148 No
se caracteriza a uno de ellos gobernando al otro, sino que más bien se
muestra a Dios gobernándolo todo. Sin embargo, después de la Caída y a lo
largo de la historia, las mujeres han vivido con los hombres en un estado de
desigualdad. En opinión de algunos comentaristas, el Señor está informan-
do a Eva de que, por causa de la Caída, las mujeres perderían su posición
anterior en Edén, la cual deberían desear y luchar por recuperarla.149 El Se-
ñor declara: ―Tu deseo será para con tu marido, y él se enseñoreará de ti‖.
Un comentario acerca de este pasaje declara: ―De ser la ayuda idónea del
hombre [es decir, el compañero igual a él] y socio en sus afectos, su condi-
ción de ahora en adelante sería la de sometimiento humilde.150 De hecho,
algunos comentaristas han considerado ese ―deseo‖ o ―afán‖ por el hombre
como una referencia al deseo frecuente femenino por el estatus y posición
social masculinos.151 Aunque las mujeres SUD no han sido tan propensas a
esta tentación como lo han sido otras, el mundo vocifera la familiar sofiste-
ría de que los logros en la sociedad deben ser valorados más que los logros
en el clan. El deseo, por parte de algunas mujeres, de dominar en el mundo
y en el matrimonio podría ser el cumplimento de esta declaración divina.152

Si los matrimonios han de ser como en Edén, y como Dios desea que
sean ahora y en la eternidad, entonces el hombre y la mujer deben de ser
iguales y también estar dispuestos a aceptar sus papeles divinamente asig-
nados. Un comentarista no SUD señaló que demasiado a menudo ―‗amar y
proteger‘ se convierte en ‗desear y dominar‘ Si bien…el matrimonio puede

148 Vawter (1977), 85.


149 Rockwood (1992), 21. Nahmánides indicó que algunos rabinos interpretan la frase ―tu deseo
será para con tu marido‖ con el significado de ―serás colocada bajo la autoridad de tu marido se espera
que hagas lo que él desea, más que lo que deseas tú‖. Véase Nahmánides (1971–1976),1:84; Church
(1992), 12.
150 Jamieson, Fausset, and Brown (s.d.),19. Véase también Vawter (1977), 84–85.
151 Véase Peake (1919), 140.
152 Véase Schlessinger (2004).

76
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

superar esto, el empuje del pecado siempre es hacia eso‖.153 Ya sea por par-
te del hombre o de la mujer, un intento de dominar, controlar, obligar o
usurpar los papeles divinamente asignados, es un pecado.

Se podría percibir bastante de todo esto como algo negativo. Sin em-
bargo, no se pretendió que lo fuera. Durante su tiempo en Edén, la relación
entre Adán y Eva era perfecta. Aunque no podían haber tenido hijos allí, no
podemos dar por supuesto que su amor mutuo fuera menos que perfecto y
completo. Pero, como resultado de la Caída, algo cambió. Sin duda en
Edén Eva deseaba amar y estar con su marido. Pero después de la Caída
algo se desarrolló en la naturaleza de su deseo. Este nuevo ―deseo‖ o
―afán‖ serviría a los propósitos de Dios, al tiempo que requiere de Eva y
sus hijas crecer y superar los efectos de la Caída.

Génesis 3:17-19: Moisés 4:23-25:


Y a Adán dijo: Por cuanto obedecis- Y a Adán, yo, Dios el Señor, dije:
te la voz de tu mujer y comiste del Por haber escuchado la voz de tu
árbol del cual te mandé, diciendo: esposa y comido del fruto del árbol
No comerás de él; maldita será la del cual te mandé, diciendo: No
tierra por tu causa; con dolor come- comerás de él, maldita será la tierra
rás de ella todos los días de tu vida. por tu causa; con dolor comerás de
Espinos y cardos te producirá, y ella todos los días de tu vida. Espi-
comerás hierba del campo; con el nas también, y cardos te producirá,
sudor de tu rostro comerás el pan y comerás la hierba del campo. Con
hasta que vuelvas a la tierra, porque el sudor de tu rostro comerás el pan
de ella fuiste tomado; pues polvo hasta que vuelvas a la tierra —pues
eres y al polvo volverás. de cierto morirás— porque de ella
fuiste tomado: pues polvo eras, y al
polvo has de volver.

Obedeciste la voz de tu mujer. De ninguna manera esta es una de-


claración peyorativa relativa a las mujeres. La grandeza de Eva ya ha sido
demostrada, así como la igualdad entre marido y mujer. Pero en la historia
de la Caída aprendemos una de las mayores debilidades de la humanidad:
la tendencia a escuchar el consejo de otros humanos, una y otra vez, antes
que los consejos y mandamiento de Dios. Y en cada caso, cuando escoge-

153 Kidner (1967), 71. Sailhamer lo explicó de esta manera: ―En Génesis 4:7 el ‗deseo‘ conlleva
el sentido de superar o derrotar a otro…. El sentido de ‗desear‘ en 3:16 debería entenderse como el deseo
de la esposa de superar u obtener ventaja sobre su marido… Esta declaración se encuentra en agudo con-
traste con el retrato del hombre y de la mujer como ‗una carne‘… La Caída ha tenido su efecto en la rela-
ción entre el esposo y la esposa‖. Church (1992), 11.

77
El Salvador y la serpiente

mos hacerlo, las consecuencias son que sufrimos y traemos sobre nosotros
pruebas que de otra manera no serían necesarias. Somos nosotros, no Dios,
quienes introducimos las espinas, cardos, zarzas y hierbas nocivas en nues-
tras vidas, y somos nosotros quienes las alimentamos de manera que cre-
cen. Por último, sin embargo, somos nosotros los que debemos hacer el
desbrozo.

Maldita será la tierra por tu causa. Mientras que en Edén las flores
y las frutas crecían espontáneamente, así también parece que en nuestro
estado premortal la rectitud ocurría más naturalmente de lo que lo hace en
los mortales caídos. De forma similar, Moisés nos informa de que Dios
―maldijo‖ la tierra, para que produjese fruto bueno sólo tras el cultivo y el
trabajo duro.

Es así con cada uno de nosotros. Nuestras vidas requieren ―cultivo‖


para producir lo bueno. Sin embargo, Dios ha escogido establecer tales
condiciones ―por nuestro bien‖.

Espinas y cardos. Dios estableció ―enemistad‖ entre el hombre y la


tierra que labraría, igual que se colocó enemistad entre la descendencia de
la mujer y el adversario de toda la humanidad. El ―esfuerzo‖ del hombre
por el que comería el producto de la tierra se corresponde con el ―dolor‖ y
―sufrimiento‖ del parto de la mujer.154 La vida del hombre caído ha de ser
dura, lo opuesto a la existencia idílica que Adán tenía en Edén.155

Un comentarista señaló: ―Las espinas que crecen en la tierra simbo-


lizan los pecados de la humanidad extirpados por Cristo‖.156 La promesa de
Dios de ―espinas y cardos‖ representa el hecho de que tendremos pruebas
como parte de ser mortales.157 Le informa a Adán de que estas nuevas con-
diciones vinieron por haber él participado del fruto del árbol de la ciencia
del bien y del mal y ―por su causa‖, o en otras palabras, ―por su propio
bien‖. Algunos elementos en este pasaje son relevantes.

La mortalidad estará llena de pesar. El hebreo traducido como ―pesa-


re en la versión del Rey Santiago significa literalmente ―aflicción‖ o ―do-
lor‖. De este modo, el Señor está indicando que esta sería una vida de
pruebas y dolor. Pero, dice Él, es para nuestro bien.

154 Las palabras ―esfuerzo‖ y ―sufrimiento‖ están relacionadas estrechamente en hebreo, y en el


Pentateuco de Samaria son la misma. Véase Vawter (1977), 85.
155 Vawter (1977), 85.
156 Oden (2001), 92.
157 Judd King escribió: ―Las espinas, cardos y sudor se convierten en símbolos de los desafíos y
dificultades que toda la humanidad experimenta sobre la tierra mientras viven sus vidas hacen realidad
sus días‖. King (1995), s.v. Moisés 4:23–25.

78
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

―Espinas y cardos‖ crecerán espontáneamente para afligir y atormen-


tar al hombre. Estas espinas y cardos representan las pruebas de la vida di-
vinamente enviadas, las cuales de manera aparentemente espontánea apare-
cen casi a cada paso en la mortalidad. Nos afligen y atormentan (esto es,
nos ―estiran‖ y prueban) para que podamos crecer y santificar nuestro ca-
rácter.

A Adán se le animó a comer las hierbas del campo. Tanto en la an-


tigüedad como en los tiempos modernos, las plantas se han usado con pro-
pósitos medicinales. Debemos hacer las cosas espiritualmente medicinales
que el Señor nos ha proporcionado para vencer nuestros pecados y debili-
dades.

Sólo con el ―sudor de su frente‖ podrá el hombre comer su ―pan de


cada día‖. El ―sudor de la frente‖ sugiere la dificultad de la tarea. Esta pue-
de compararse al trabajo duro que se requiere para arrepentirse o cambiar
nuestra naturaleza. Por medio de este arrepentimiento se nos habilita a par-
ticipar de nuestro ―pan de cada día‖, el Pan de Vida, el cual es Cristo, el
Señor.

Por último, esta condición continuará hasta que le hombre muera


(―hasta que vuelvas a la tierra…‖). Las pruebas y test de esta vida continua-
rán a lo largo de nuestra probación mortal. A todos se nos va a requerir es-
forzarnos y luchar por cambiar.

De este modo, la descripción del Señor a Adán se refiere al propósito


de la mortalidad: lidiar con nuestras pruebas diarias confiando en Cristo y
lo que nos ha proporcionado para sobreponernos a nuestro estado caído.
Este esfuerzo no terminará antes de nuestra muerte. No es algo que poda-
mos derrotar totalmente durante la mortalidad. De hecho, es precisamente
el requisito para nuestra exaltación. Como el Señor declaró, es por ―nuestro
bien‖ que Él requiere esto de nosotros. Como dijo Matthew Henry: ―El es-
fuerzo y el sudor sugieren la dificultad bajo la que, mediante la debilidad
de la carne, el hombre trabaja, al servicio de Dios y la obra de la religión…
La maldición de esterilidad que vino sobre la tierra y el producir zarzas y
espinas, es una representación adecuada de la esterilidad de un alma co-
rrompida y pecaminosa‖.158

Un comentarista señala sagazmente: ―Es…una interpretación inco-


rrecta la que ve en estas palabras de Dios a Adán y a Eva principalmente un
mensaje punitivo… Como un cirujano que corta con su bisturí solo lo que
puede curar, Dios pone en marcha un medio de redención para reclamar a

158 Church (1992), 12.

79
El Salvador y la serpiente

los pródigos…Estas ‗sentencias‘ no son las imposiciones prescritas por una


deidad voluble. Más bien, son dones de amor , esparcidos en el camino del
hombre, para llevarlo de regreso a Dios‖.159 En otra parte leemos:

Por medio del sufrimiento [del hombre] este puede librarse de


la enfermedad que había caído sobre él en medio del paraíso. Al cas-
tigarnos con la muerte, el legislador cortó la propagación del pecado.
Y aun por ese mismo castigo también demostró su amor por noso-
tros… Dispuso las cosas de tal manera que el castigo mismo sirviese
a la meta de la salvación, puesto que la muerte provoca la separación
de esta vida y pone fin a las obras de maldad. Nos libera del trabajo,
el sudor y el dolor, y termina con el sufrimiento del cuerpo.160

Además de todo esto, el presidente Marion G. Romney indicó que


―el severo mandato ‗con el sudor de tu rostro comerás tu pan…‘‖ es una
llamada a cada santo a estar dispuesto a trabajar y ―laborar con todas sus
fuerzas para [ser] autosuficiente‖.161

La obligación del hombre de cultivar el polvo de la tierra a fin de


proveer su pan de cada día, destaca una transición en el objetivo de su vida
diaria. EN edén el enfoque del hombre estaba en las cosas de Dios. Cami-
naba y hablaba con Él a diario. Sus preocupaciones no eran del mundo,
sino las de Dios (es decir, lo que importa en un sentido eterno). Ahora se le
dice que, por causa de sus acciones, sus preocupaciones diarias serán de
este mundo (es decir, del ―polvo de la tierra‖) y, si no tiene cuidado, ellas
potencialmente van a oscurecer empañar lo que es realmente importante y
eterno. Para la inmensa mayoría de nosotros, uno de los mayores desafíos
de la mortalidad es la necesidad de recordar colocar las cosas de Dios –
cosas eternas- delante de las cosas de este mundo –cosas mundanas-. Ya no
se encuentra espiritualmente cómodo, como en Edén. Ahora esto tiene su
precio: el sacrificio de las cosas de este mundo. Y sólo con este sacrificio
podemos esperar heredar la vida eterna. Los Discursos sobre la fe registran:

159 Hamilton (1982), 48. También resulta interesante que Eva, siendo ―tentada‖ por Satanás no
ve con claridad (es decir, no ve a Lucifer como quien es realmente). Sin embargo, tras participar del fruto
del árbol de la ciencia del bien y del mal, el velo luciferino que le impedía ver a Satanás como realmente
era se retiró, y ella exclama, ―Ahora te conozco…‖. Lo mismo nos sucede a cada uno de nosotros cuando
se nos tienta para pecar. Satanás vela nuestras mentes y nubla nuestra visión concerniente a la repercusión
de nuestras acciones y los sentimientos que tendremos si sucumbimos. Cuando pecamos, sin embargo, no
sólo se retira el Espíritu de Dios sino también el velo de Satanás, y, como Eva, exclamamos metafórica-
mente: ―Ahora te conozco‖ (es decir, ―¿Cómo no he podido ver esto como lo que realmente era?‖). Tradi-
cionalmente reconocemos que era Satanás influyéndonos justo después de hacer lo que nos estaba tentan-
do a hacer. Pero en medio de la tentación él vela la verdad tan satisfactoriamente… ―Satanás desea difu-
minar nuestro conocimiento de lo absoluto del bien y del mal‖. Campbell (2003), 40.
160 Teodoreto de Ciro, "Sobre la encarnación del Señor" 6:1, en Oden (2001), 96.
161 Romney (1943), 27–28. Véase también Benson (1980), 32.

80
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

Una religión que no requiere el sacrificio de todas las cosas


nunca tiene el poder suficiente para producir la fe necesaria para vida
y salvación; porque, desde la primera existencia del hombre, la fe
necesaria para gozar de vida y salvación jamás pudo ser obtenida sin
el sacrificio de todas las cosas terrenales. Es por medio de ese sacri-
ficio, y de ninguna otra manera, que Dios ha ordenado que los hom-
bres gocen de vida eterna. Y es por medio del sacrificio de todo lo te-
rrenal, que los hombres llegan a saber que están haciendo lo que es
aceptable a la vista de Dios.162

EXPULSIÓN DE LA PRESENCIA DE DIOS

Génesis 3:20-21 Moisés 4:26-27


Y llamó Adán el nombre de su mu- Y Adán llamó Eva a su esposa, por
jer Eva, por cuanto ella fue la madre cuanto ella fue la madre de todos los
de todos los vivientes. Y Jehová vivientes; porque así yo, Dios el Se-
Dios hizo a Adán y a su mujer túni- ñor, he llamado a la primera de to-
cas de pieles, y los vistió. das las mujeres, que son muchas. Y
yo, Dios el Señor, hice túnicas de
pieles para Adán y también para su
esposa, y los vestí.

Adán llamó el nombre de su mujer Eva. Toda la humanidad provie-


ne de Eva. Ella se ha convertido en el arquetipo, el modelo para cada una
de sus hijas. Las mujeres han sido divinamente elegidas para servir como
las ―madres de todos los vivientes‖. Al respecto de esta realidad y de las
consiguientes responsabilidades de quienes llegasen a ser madres, el élder
Bruce R. McConkie declaró en una ocasión: ―Considero a Eva también
como una de las más grandes mujeres entre todas las que han venido o
vendrán a la tierra. Ella, como madre de todos los vivientes, estableció el
modelo para todas las futuras madres en cuanto a cómo criar a sus hijos en
la luz y la verdad… De este modo, al principio, se estableció el modelo
perfecto para una familia perfecta‖.163

Túnicas de pieles. En el contexto de la historia de la Caída como


nuestra historia, estas prendas tienen varios significados pertinentes.

162 Lectures on Faith, 6:7.


163 B. McConkie (1997), 64.

81
El Salvador y la serpiente

Por lo menos en parte, estas pieles fueron una cobertura en sustitu-


ción de la gloria que Adán y Eva habían poseído una vez pero que habían
perdido a causa de la Caída.164 Son una comisión a nuestros primeros pa-
dres y a nosotros, para buscar recuperar y retener el Espíritu y la luz que
irradian de Dios, Cristo y todos los seres resucitados celestiales. Son un
recordatorio de lo que espera a todos los fieles y sirven como una adverten-
cia a cada uno de nosotros para procurar llegar a ser como es Dios al procu-
rar vivir como Él manda.

En el libro de Hebreos se nos dice que el velo del temple es la carne


de Cristo (véase Hebreos10:19-22). Siendo así, cuando en la investidura
uno representa ceremonialmente su retorno a Dios, en las etapas finales, es
Cristo quien se encuentra entre el individuo y el Padre. Cristo es, por su-
puesto, nuestro intermediario (véase 1 Timoteo 2:5; 2 Nefi 2:27). Puesto
que Cristo es nuestro mediador por medio de quien nos comunicamos con
nuestro Padre (tanto ante el velo como en la oración), y a través de quien
obtenemos acceso al reino celestial, por tanto también es Cristo quien es
simbolizado por las vestiduras que Adán y Eva recibieron al irse de
Edén.165 Estas prendas representan la carne crucificada de Cristo; deben
recibirse con un convenio y recordatorio de vivir siempre conforme a lo
que representa esa cobertura recientemente adquirida. Esto debería dar un
nuevo significado a la idea de tomar sobre uno el nombre (ver 2 Nefi
31;13; Mosíah 5:8) o imagen (ver Alma 5:19; 1 Juan 3:1-3) de Cristo. Un
texto declara: ―Dios los vistió con túnicas o prendas de piel como una señal
de la protección proporcionada para ellos por medio de Cristo…por tanto,
ellos han de vestirse a sí mismos don su nombre por medio de la fe‖.166

Igualmente, las vestiduras que cubren la desnudez (es decir, los pe-
cados) del hombre y la mujer. La palabra hebrea para expiación significa
―cubrir‖.167 Un autor señaló: ―Las vestiduras fueron proporcionadas por
164 Ginzberg (1967–1969), 1:79; 5:97, 103–4. Véase también Tvedtnes (1994), 651–52. Las dos
palabras hebreas para ―luz‖ y ―piel‖ solo difieren en la letra inicial y se pronuncian igual en hebreo mo-
derno. Esto explica por qué algunas tradiciones consideran los garments de Adán y Eva hechos de luz, en
tanto que otras dicen estaban hechos de piel. Véase Tvedtnes (1994), 651. Véase también Robinson
(1990), 138; Adams (1990), 98. "Dios mató algunos animales a fin de proporcionar ropas a Adán y a
Eva‖. Ginzberg (1967–1969), 5:104, n.93. Véase también J. McConkie (1985), 202; Tvedtnes (1994),
649–50.
165 Blake Ostler escribió: "Debe señalarse que el antiguo garment llevaba algunos signos como
el velo del templo de Jerusalén…Muchos textos antiguos confunden el garment con el velo del templo, tal
como el Tratado de los misterios de Ambrosio de Milán o el hebreo Libro de Enoc, donde el ‗garment‘ y
‗velo‘ se emplean indistintamente‖. Ostler (1982), 35. "El tejido de lino posee varios aspectos simbólicos
que son relevantes… El lino fino que visten seres celestiales es descrito como ‗limpio y blanco‘ o ‗puro y
blanco‘ y es por lo tanto un símbolo apropiado de dignidad o rectitud (Véase Apocalipsis 3:4–5; 15:6;
19:8). Puesto que el lino no es el producto de un animal sujeto a la muerte, o como si dijéramos ‗corrup-
ción‘, también es un símbolo adecuado de la inmortalidad, que es llamada también ‗incorrupción‘ (Véase
1 Corinthians 15:52–54)‖. Brown (1999), 81–82. Véase también Habershon (1974), 104.
166 J. McConkie, "The Mystery of Eden" (1990), 30.
167 Brown, Driver, and Briggs (1999), 497–98.

82
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

Dios para protegernos y servir de escudo no sólo contra los crudos elemen-
tos de la naturaleza sino también contra las tentaciones de nuestra naturale-
za caída, que el adversario procura aprovechar‖.168 El élder Carlos E. Asay
escribió:

La pesada armadura que llevaban los soldados de la antigüe-


dad, que incluía yelmos, escudos y corazas, determinó el resultado de
algunas batallas. Sin embargo, las batallas reales de la vida de nues-
tra época moderna las ganarán los que lleven una armadura espiri-
tual, la armadura compuesta por la fe en Dios, la fe en uno mismo, la
fe en la causa propia y la fe en los líderes. La parte de la armadura
que se llama el garment del templo no sólo nos proporciona la como-
didad y el calor de una prenda de ropa, sino que fortalece al que la
lleva para resistir la tentación, rechazar las influencias malignas y
permanecer firme en defensa de la verdad.169

De esta forma, las ―túnicas de pieles‖ nos recuerdan que Dios no nos
ha enviado al ―triste y solitario mundo‖ sin ayuda. La Expiación de Cristo
está para auxiliarnos y cubrir nuestros pecados mientras nosotros nos esfor-
zamos por recuperar la gloria de la presencia de Dios.

Aunque en la historia Adán y Eva fueron expulsados de la presencia


de Dios por transgredir Su ley, aun así Él primero los vistió. Un comenta-
rista indicó que esto es una demostración del amor constante de Dios por
Sus creaciones, pese a todos sus pecados y debilidades. ―Incluso a punto de
expulsar al hombre y a la mujer de su presencia en el jardín, Dios manifestó
su preocupación por su progreso y bienestar‖.170 Él es nuestro Padre Celes-
tial y siempre nos trata como un verdadero padre amoroso lo haría. El élder
Richard G. Scott indicó: ―Pueden aprender cómo ser padres más eficaces
estudiando las vidas de Adán y de Eva‖.171

Por último, se ha sugerido que el hecho de que Dios hiciera ―túnicas


de pieles‖ para Adán y Eva es un llamado a los santos para que tengan en
cuenta a los necesitados y actuar en consecuencia (por ejemplo, ―estaba
desnudo y me vestisteis‖ Mateo 25:36).172 La advertencia del rey Benjamín
parece oportuna:

Y además, vosotros mismos socorreréis a los que necesiten vuestro


socorro; impartiréis de vuestros bienes al necesitado; y no permitiréis

168 Tanner (1992), 44.


169 Asay (1997), 21.
170 Vawter (1977), 87.
171 Scott (1996), 74.
172 Kidner (1967), 72.

83
El Salvador y la serpiente

que el mendigo os haga su petición en vano, y sea echado fuera para


perecer.

Tal vez dirás: El hombre ha traído sobre sí su miseria; por tanto, de-
tendré mi mano y no le daré de mi alimento, ni le impartiré de mis
bienes para evitar que padezca, porque sus castigos son justos.

Mas, ¡oh hombre!, yo te digo que quien esto hiciere tiene gran nece-
sidad de arrepentirse; y a menos que se arrepienta de lo que ha he-
cho, perece para siempre, y no tiene parte en el reino de Dios.

Pues he aquí, ¿no somos todos mendigos? ¿No dependemos todos


del mismo Ser, sí, de Dios, por todos los bienes que tenemos; por
alimento y vestido; y por oro y plata y por las riquezas de toda espe-
cie que poseemos?

Y he aquí, ahora mismo habéis estado invocando su nombre, supli-


cando la remisión de vuestros pecados. ¿Y ha permitido él que hayáis
pedido en vano? No; él ha derramado su Espíritu sobre vosotros, y ha
hecho que vuestros corazones se llenaran de alegría, y ha hecho ca-
llar vuestras bocas de modo que no pudisteis expresaros, tan extre-
madamente grande fue vuestro gozo.

Y ahora bien, si Dios, que os ha creado, de quien dependéis por vues-


tras vidas y por todo lo que tenéis y sois, os concede cuanta cosa jus-
ta le pedís con fe, creyendo que recibiréis, ¡oh cómo debéis entonces
impartiros el uno al otro de vuestros bienes!

Y si juzgáis al hombre que os pide de vuestros bienes para no pere-


cer, y lo condenáis, cuánto más justa será vuestra condenación por
haberle negado vuestros bienes, los cuales no os pertenecen a voso-
tros sino a Dios, a quien también vuestra vida pertenece; y con todo,
ninguna petición hacéis, ni os arrepentís de lo que habéis hecho.
(Mosíah 4:16–22.)

Génesis 3:22-24 Moisés 4:28-31


Y dijo Jehová Dios: He aquí el Y yo, Dios el Señor, dije a mi Uni-
hombre ha llegado a ser como uno génito: He aquí, el hombre ha llega-
de nosotros, conociendo el bien y el do a ser como uno de nosotros, co-
mal. Ahora, pues, no sea que alar- nociendo el bien y el mal; y ahora,
gue su mano y tome también del no sea que extienda su mano y tome
árbol de la vida, y coma y viva para también del árbol de la vida, y coma
siempre, por tanto, lo sacó Jehová y viva para siempre, por tanto, yo,
84
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

Dios del huerto de Edén, para que Dios el Señor, lo sacaré del Jardín
labrase la tierra de la que fue toma- de Edén para que labre la tierra de la
do. Echó, pues, fuera al hombre y cual fue tomado; porque vivo yo,
puso al oriente del huerto de Edén dice Dios el Señor, que no se han de
querubines, y una espada encendida frustrar mis palabras, pues tal como
que se revolvía por todos lados, para salen de mi boca tendrán que ser
guardar el camino del árbol de la cumplidas. De modo que expulsé al
vida. hombre, y coloqué al oriente del
Jardín de Edén querubines y una
espada encendida, la cual daba vuel-
tas por todos lados, para guardar el
camino del árbol de la vida.

Dios expulsó al hombre. Por transgredir la ley de Dios, la humani-


dad fue expulsada. Un comentarista judío señaló acertadamente: ―El peca-
do aleja al hombre de la presencia de Dios; y cuando el hombre expulsa a
Dios de su mundo, mora en un desierto en lugar de en el Jardín de
Edén‖.173 En la historia de la Caída se nos advierte de cuáles serán las con-
secuencias para quienes rechacen la palabra y la voluntad de Dios. Seremos
expulsados de Su presencia hasta que nos arrepintamos. Y si demoramos el
día de nuestro arrepentimiento hasta que sea eternamente demasiado tarde
(ver Helamán 13:38), pasaremos la eternidad desterrados de la presencia de
Dios, nuestro Padre.

El hombre ha llegado a ser uno de nosotros. Esto es un indicador de


nuestro potencial, nuestro destino, y no tanto una declaración acerca de
nuestra condición actual.

Querubines y una espada encendida. En hebreo bíblico uno se


orienta mirando hacia el este. De este modo, el traslado movimiento de
Adán y Eva a la mortalidad, y aparentemente fuera de la presencia de Dios,
fue un movimiento hacia delante, hacia Dios.174 Más que un acontecimiento
negativo, la Caída de Adán y Eva fue un progreso en el sentido estricto de
la palabra. Y también lo es para nosotros. Dejar la presencia de Dios en el
mundo premortal era la única manera en que podíamos avanzar hacia Él en
nuestra naturaleza, atributos, conocimiento y demás.

En el momento en que los primeros dela familia humana se retiraron


del Jardín de Edén, Jehová colocó ―querubines y una espada encendida‖

173 Hertz (1962), 13.


174 Véase, por ejemplo, Holzapfel and Seely (1994), 17; Gaskill (2003), 150–56.

85
El Salvador y la serpiente

para guardar el camino del árbol de la vida (Alma 12:21; 42:2; Moisés
4:31). El Señor lo hizo para proteger a Adán y a Eva. Era para impedirles
tomar del árbol en su estado caído y como consecuencia ocasionar que
―[viviesen] para siempre en sus pecados‖.175

Sobre los querubines, el especialista en símbolos Patrick Fairbairn


indicó que son ángeles que han llegado a ser como Dios y moran en Su pre-
sencia en la eternidad.176 Un diccionario de teología indicó que la palabra
hebrea querubín está probablemente relacionada con la idea de un ―inter-
cesor‖.177 Los diccionarios, tanto seculares como religiosos, a menudo de-
finen los querubines como ―seres celestiales‖.178 Joseph Fielding McConkie
escribió que los querubines se colocan para asegurar que la ―santidad de
Dios nos e viola por quienes están en transgresión o no han cumplido con
los rituales pertinentes‖.179

El árbol de la vida. El árbol de la vida fue aquello de lo cual Dios


decidió proteger al hombre caído. Los árboles tienen varios significados
simbólicos normales. Los verdes a menudo representan al justo, en tanto
que los árboles secos pueden simbolizar al inicuo.180 M. Catherine Thomas
indicó que ―a menudo en las escrituras…el árbol es un símbolo antropo-
mórfico. Un árbol sirve también como un símbolo tal porque, después de
todo, tiene extremidades, un sistema circulatorio, produce fruto, y así suce-
sivamente. En concreto, los árboles en las escrituras representan…a Cristo
y sus atributos‖.181 En otra parte leemos: ―En la antigüedad, los árboles sa-
grados…eran [los] atributos de los dioses‖.182 Susan Easton Black escri-
bió: ―El árbol de la vida está conectado con la cruz, teniendo ambos en
cierto modo el mismo significado. Ambos se relacionan con la resurrec-
ción, la vida eterna, el Señor y el ‗Amor de Dios‘… Antes de la crucifixión
de Cristo, se usaba ampliamente el símbolo del árbol de la vida. Después
de la crucifixión, la cruz parece haberlo reemplazado hasta un cierto gra-
do‖.183 Cuando Nefi deseó conocer el significado del árbol que su padre
había visto en su sueño (véase 1 Nefi 11:9-24), el ángel le mostró una vi-
sión del nacimiento de Cristo. Entonces el ángel preguntó a Nefi: ―¡He

175 O. McConkie (1975), 59.


176 Fairbairn (1989), 1:227. Véase también 1:218, 221, 223.
177 Myers (1987), 204.
178 Unger (1966), 192; Random House Webster's College Dictionary (1996), 233, s.v., "cher-
ub"; Douglas (1971), 208.
179 J. McConkie (1985), 256. McConkie se basa en Doctrina y Convenios 132:19. Véase tam-
bién Unger (1966), 192.
180 J. McConkie (1985), 274. Véase también Cooper (1995), 178. Joseph Fielding McConkie
(1985) también señaló que ―el Árbol de la Vida….contenía el poder de la vida eterna‖. J. McConkie
(1985), 274.
181 Thomas (1994), 13.
182 Julien (1996), 462. Véase también Cirlot (1962), 347.
183 Black (1988), 123, n.7.

86
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

aquí, el Cordero de Dios, sí, el Hijo del Padre Eterno! ¿Comprendes el sig-
nificado del árbol que tu padre vio?‖ (1 Nefi 11:21). A lo que Nefi respon-
dió: ―Es el amor de Dios‖ (1 Nefi 11:22). Jesús es el árbol de la vida y
también el amor de Dios (Juan 3:16)

Adviértase que era aceptable participar del árbol de la vida siempre


que Adán y Eva estuviesen guardando los mandamientos, así como se po-
día participar de la gloria de Jesús mientras estuviesen obedeciendo los
mandamientos.184 Dios colocó los querubines con sus espadas encendidas
para proteger a Adán y a Eva de la presencia directa de Cristo mientras es-
tuvieran en su estado caído. Un autor ha sugerido que, en este episodio, los
ángeles esgrimiendo espadas simbolizan centinelas que guardan el ca-
mino.185 El colocar querubines con espadas ardientes, junto con su signifi-
cado simbólico, aclara esto en mayor medida.

Las llamas evocan imagines de santificación o purga. Sin embargo,


hay otras innumerables connotaciones asociadas a este símbolo relativa-
mente popular. Las llamas son una manifestación de la naturaleza divina o
celestial de algo.186 Representan santidad, iluminación, inspiración, escla-
recimiento y purificación.187

Al igual que con las espadas, las interpretaciones simbólicas norma-


les incluyen la palabra de Dios, es decir, convenios, mandamientos, ense-
ñanzas, etc.188 Las espadas simbolizan también discernimiento,189 y lo que
separa.190

Curiosamente, parece haber una conexión lingüística entre estos dos


símbolos aparentemente separados y no relacionados. El lingüista y tipólo-
go de principios del siglo XX Harold Bayley escribió:

El simbolismo de la espada [―sword‖ en inglés] como la pala-


bra [―word‖ en inglés] de Dios se conserva en la palabra sword, es
decir se-word o is-word [que significa] ―el fuego luz de la palabra‖.
El anglo-sajón para espada era seax [que significa] ―el fuego del gran
fuego‖. De forma similar, el italiano spada evoluciona a sepada [que

184 Fairbairn (1989), 2:208.


185 J. McConkie (1985), 255–56.
186 Julien (1996), 149–50.
187 J. McConkie (1985), 259. Véase también Cooper (1995), 66–67; Todeschi (1995), 108; Fon-
tana (1994), 139.
188 Barth (1974), 800; McConkie and Parry (1990), 102; J. McConkie (1985), 272–73; Cirlot
(1962), 324; Doctrina y Convenios 6:2; 27:18; 1 Nefi 21:2; Efesios 6:17; Hebreos 4:12; Apocalipsis 1:16;
19:15.
189 Cooper (1995), 167; Fontana (1994), 72.
190 Todeschi (1995), 250.

87
El Salvador y la serpiente

se traduce] el fuego del padre luminoso, y el alemán sabel a ―fuego


de bel‖.191

De este modo, en la espada ardiente parece que tenemos un símbolo


de las palabras, mandamientos o convenios celestiales y divinamente reve-
lados, usados para discernir, proteger y separar a los justos de los desobe-
dientes. La colocación de querubines con espadas ardientes en los relatos
del Génesis y de Moisés sirve como representación de esos seres que nos
examinarán en cuanto a las cosas que hemos de aprender en esta vida, las
cuales nos son requisitos para que entremos en la presencia de Dios. El pre-
sidente Brigham Young declaró en una ocasión:

Permitidme daros una breve definición: Vuestra investidura


consiste en recibir, en la casa del Señor, todas las ordenanzas que os
son necesarias, después que hayáis salido de esta vida, para permiti-
ros volver a la presencia del Padre, para que los ángeles que están allí
de centinelas os dejen pasar, estando vosotros preparados para darles
las palabras claves, las señas y los signos pertenecientes al Santo Sa-
cerdocio, y lograr vuestra exaltación eterna a pesar de la tierra y del
infierno.192

De forma parecida, en Doctrina y Convenios 132 se nos dice que, si


guardamos los convenios que hacemos relativos al matrimonio eterno, ―los
ángeles y los dioses que están allí les dejarán pasar a su exaltación y gloria
en todas las cosas, según lo que haya sido sellado sobre su cabeza‖ (D.C.
132:19).

Colocar esos centinelas delante del árbol de la vida señalan nuestra


necesidad de las ordenanzas y convenios del templo a fin de volver a la
presencia del Padre y del Hijo, ¡siendo Jesús el árbol de la vida! 193 Por ello,
un texto cristiano del siglo VIII declara: ―Por medio de las aguas [del bau-
tismo], las llamas centelleantes, con las cuales el guardián querubín impi-
dió la entrada al paraíso cuando el primer Adán fue expulsado, serían ex-
tinguidas‖.194

191 Bayley (1990), 2:74.


192 Widtsoe (1998), 416.
193 "Sólo por medio del convenio puede restaurarse el compañerismo humano con Dios…En el
convenio, los seres humanos vuelven al estado del que disfrutan en Génesis 2:15—servir a Dios, obedecer
su voluntad y disfrutar su bendición‖. Sailhamer (1992), 110.
194 Beda el Venerable, "Homilías sobre los Evangelios" 1:12, en Oden (2001), 102.

88
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva

Moisés 5:5-8
Y les dio mandamientos de que adorasen al Señor su Dios y ofreciesen las
primicias de sus rebaños como ofrenda al Señor. Y Adán fue obediente a
los mandamientos del Señor. Y después de muchos días, un ángel del Se-
ñor se apareció a Adán y le dijo: ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y
Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó. Entonces el ángel
le habló, diciendo: Esto es una semejanza del sacrificio del Unigénito del
Padre, el cual es lleno de gracia y de verdad. Por consiguiente, harás todo
cuanto hicieres en el nombre del Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios
en el nombre del Hijo para siempre jamás.

Adán ofreció sacrificio. A causa de su transgresión de la ley de Dios,


Adán y Eva fueron expulsados de Su presencia. Cuando usted y yo rompe-
mos las leyes de Dios también somos ―expulsados‖ metafóricamente, el
Espíritu de Dios se retira y somos dejados para ahogarnos en nuestra culpa.
Sin embargo, aquí Adán y Eva nos muestran el camino; han dado el ejem-
plo que debemos seguir. Cuando se vieron a sí mismos indignos de estar en
la presencia de Dios, ofrecieron un sacrificio, como Él requería. Se ajusta-
ron a la voluntad de Dios y, al hacerlo, recibieron comunión con lo alto en
forma de un ángel. Si seguimos su ejemplo, se nos promete que el Santo
Espíritu del Padre, un mensajero de Su presencia, nos acompañará y tam-
bién podemos de nuevo estar en comunión con Dios. El élder Bruce C.
Hafen escribió:

James E. Talmage creía que la causa fisiológica de la muerte


de Cristo fue, literalmente, un corazón quebrantado. Este elemento
del sacrificio de nuestro Señor sugiere dos diferencias entre los sacri-
ficios de animales ay el sacrificio de un corazón quebrantado. Prime-
ro está la diferencia entre ofrecer de nuestras posesiones, como un
animal, y ofrecer nuestro propio corazón. Segundo, quien ofrece un
animal sin mancha, la primicia de un rebaño, actúa a semejanza del
sacrificio del Padre de su inmaculado Hijo primogénito. En cambio,
quien ofrece su propio corazón quebrantado actúa a semejanza del te-
rrible sacrificio personal del Hijo mismo. Así, la rotura metafórica de
nuestros corazones, representada por nuestro arrepentimiento y fiel
perseverancia en el crisol de la mortalidad –nuestra propia degusta-
ción de la amarga copa- es un auto sacrificio que refleja el del Salva-
dor mismo.195

195 Hafen (1989), 32.

89
El Salvador y la serpiente

No sé, sino que el Señor me lo mandó. El acto de Adán no es el de


una obediencia ciega sino más bien de fe y confianza, de sumisión. Él no
preguntó: ―Señor, ¿por qué debo hacerlo?‖, solo, ―Señor, ¿cómo debo ha-
cerlo?‖ Si esperamos recibir las bendiciones de Dios, debemos actuar por
fe, como Adán y Eva hicieron. Dios no desea que obremos movidos por
obediencia ciega, pues eso muestra falta de deseo de conocer la voluntad de
Dios, la cual Él revela de buen grado a quienes Lo buscan. De hecho, obrar
movidos por obediencia ciega, presupone un grado de pereza espiritual que
no agrada a Dios.

Al contrario, lo que Dios desea de cada uno de nosotros, como


deseó de Adán y Eva, es que estemos espiritualmente sintonizados para que
podamos saber que los mandamientos dados por medio de sus profetas y
Su palabra son efectivamente lo que Él desea para cada uno de nosotros.

CONCLUSIÓN

Mucho de la historia de Adán y Eva se relaciona con nuestras propias


vidas porque en realidad el mensaje principal de la historia de la Caída es
acerca de usted y de mí. Resumiendo esta idea, el élder Bruce C. Hafen es-
cribió:

Podemos identificarnos con los sentimientos de pérdida y los


pesares de Adán y Eva tan completamente como para decir: ―Esta es
la historia de mi vida‖. Cuando comprobemos cuánto de su historia
es nuestra historia, quizás también nosotros exclamemos, como pudo
haberlo hecho Adán: ―¡Bendito sea el nombre de Dios! Porque Cristo
vino, la mortalidad no es mi enemigo; precisamente a causa de mi
mortalidad, en esta vida, hallaré gozo, entendimiento e incluso la
presencia de Dios‖.196

196 Hafen and Hafen (1994), 79.

90
Capítulo 3

Adán y Eva como tipos de Cristo y


Su Iglesia.

Este capítulo no es sino un apéndice del anterior –―Usted y yo como


Adán y Eva‖. Es una extensión de ese concepto, basado en la realidad que
las Escrituras destacan con frecuencia la relación de convenio d Cristo con
Su Iglesia empleando los símbolos de la esposa y el esposo , para la Iglesia
y Cristo respectivamente. 1 Así pues, este capítulo se centra en aspectos de
la historia de la Caída que parecen resaltar esa relación entre Cristo y Su
pueblo del convenio. En esta sección el hombre Adán se presenta como
una representación de Dios el Padre, Su Hijo (y Salvador nuestro) Jesús, y
sus profetas. Eva, por otra parte, servirá como símbolo tipológico de la
Iglesia, la esposa de Cristo o el Israel del convenio.

LA CREACIÓN DE ADÁN Y EVA

Génesis 1:27: Moisés 2:27: Abraham 4:27

Y creó Dios al Y yo, Dios, creé So the Gods


hombre a su imagen, a al hombre a mi propia went down to organize
imagen de Dios lo imagen, a imagen de man in their own im-
creó; varón y hembra mi Unigénito lo creé; age, in the image of the
los creó. varón y hembra los Gods to form they him,
creé. male and female to
form they them.

Dios creó al hombre a Su propia imagen. Así como Adán fue el


primer humano en ser creado, Cristo es el Primogénito del Padre (ver D. C.
93:21). Adán fue creado a imagen de Dios,2 como Jesús, de quien se dice
1
Véase Isaías 54:1–6; Jeremías 31:32; Ezequiel 16:8; Oseas 2; Romanos 7:1–6; 2 Corintios 11:2;
Efesios 5:21–33; Apocalipsis 19:7; 21:2, 9. Véase también Gaskill (2003),79,191–97,321.
2
El élder McConkie habló de que Adán era ―una semejanza de Cristo‖. Véase B. McConkie
(1981), 449. El comentario del élder McConkie se encuentra en el contexto de la declaración del apóstol
Pablo de que Cristo es el ―segundo Adán‖.

91
El Salvador y la serpiente

que es la expresa imagen del Padre (véase Hebreos 1:3). Miguel llegó a ser
el ―primer…Adán‖ y Jesús es el ―último Adán‖ (1 Corintios 15:45).

Génesis 2:15 Moisés 3:15 Abraham 5:11


Tomó, pues, Y yo, Dios el Y los Dioses to-
Jehová Dios al hombre Señor, tomé al hombre maron al hombre y lo
y le puso en el huerto y lo puse en el Jardín pusieron en el Jardín de
de Edén, para que lo de Edén para que lo Edén para que lo labra-
labrase y lo guardase. cultivara y lo guardara. se y lo guardase.

Dios colocó al hombre en Edén. Edén fue el primero de los templos


terrenales. 3 El templo es la casa del Señor; el Espíritu de Cristo mora allí.
Adán fue colocado en este prototipo de templo por Dios mismo.
De la misma manera, durante Su ministerio mortal -en cumplimiento
de la ley- Cristo iba regularmente al templo, donde tanto enseñaba como
participaba en los ritos de la época.
Labrarlo y guardarlo. Como se indicó más arriba, a menudo los
comentaristas sugieren que la frase ―labrar‖ y ―guardar‖ podría traducirse
mejor por ―adorar y obedecer‖4 -o, en otras palabras, seguir las leyes y
mandamientos de Dios. De la misma forma en que Dios esperaba que
Adán fuese estrictamente obediente a todos Sus mandamientos (poniendo
así el ejemplo para toda su posteridad), igualmente Cristo fue enviado a la
tierra para dar un ejem