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Gaskill
El Salvador y la serpiente
2
INTRODUCCIÓN
1
Ladle (2004), 42.
2
Hinckley (1997), 84; Ballard (1997), 49; Kimball (1982), 532; Kimball and Kimball (1977),
344; Gibbons (1993), 176; Gibbons (1992), 242
El Salvador y la serpiente
Lo que sigue en las páginas de este libro no es más que una aproxi-
mación a la Caída. Este acercamiento no se presenta como la doctrina ofi-
cial de la iglesia, aunque hay mucha doctrina en este texto. Más bien, lo
que aquí se ofrece es el punto de vista del autor sobre el asunto. Por des-
gracia, en un libro de esta longitud, no es posible exponer cada enfoque
popular sobre este importante tema. Por ello, sólo se proporciona una cara
de la moneda: la que este autor considera más convincente. El lector se
dará cuenta enseguida de la plétora de fuentes que se proporcionan en apo-
yo a las ideas que este texto contiene. Más que por su capacidad para ayu-
dar al lector en un estudio complementario, el voluminoso número de refe-
rencias se proporciona por un motivo principal: establecer el hecho de que
éste es un enfoque con fundamento sólido.
En Doctrina y Convenios 91 el Señor habla al profeta José concer-
niente a los apócrifos, una colección de textos religiosos antiguos conside-
rados fuera del canon por los SUD Entre otras cosas, el Señor dice de ellos:
―Contienen muchas cosas verdaderas,… Por tanto, quien los lea, que en-
tienda, porque el Espíritu manifiesta la verdad; y el que sea iluminado por
el Espíritu logrará beneficio de ellos‖ (D.C. 91:1,4-5). En el espíritu de este
consejo inspirado, ocasionalmente este libro bebe de textos religiosos no
SUD tanto antiguos como modernos. Desde luego, no los usamos para for-
mular doctrina; ésta sólo procede del Señor por medio de Sus siervos auto-
rizados: los profetas y apóstoles divinamente llamados.
Sin embargo, como se hace evidente en la fascinación por C. S. Le-
wis entre los SUD, pareciera que algunas fuentes no SUD ven el evangelio
a través de unas lentes muy similares a las nuestras. Cuando uno de los
primitivos Padres de la Iglesia o un teólogo contemporáneo no SUD ha
ofrecido una perspectiva o aplicación de un versículo armoniosas con la
posición de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, nos
hemos sentido a gusto al citarlos. Se ofrece un breve apéndice a fin de ayu-
dar al lector a ampliar su comprensión de estas fuentes menos familiares.
Para concluir, es importante destacar que técnicamente el contenido
de este libro no es nuevo, aunque para muchos las ideas lo parecerán. Cier-
tamente los conceptos que se exponen en esta obra han sido enseñados por
profetas, antiguos y modernos. Sin embargo, algunos lectores no estarán
familiarizados con las ideas y unos pocos incluso se sentirán incómodos
por las palabras de profetas, divinamente otorgadas, pero infrecuentemente
citadas. Tal y como señaló el profeta José, incluso los Santos no siempre
llevan bien el que se les enseñe algo que no les resulta familiar o que es
contrario a lo que siempre han creído.3 Lo que sigue se propone simple-
3
Véase Smith (1976), 331; ver también Ehat and Cook (1980), 319, 386, n.18; Madsen (1989),
43; Nibley (s.d.), lecture 6, pág. 2. El profeta José Smith recalcó que ―los Santos son lentos en compren-
der‖. Según él, convencer a los miembros de la Iglesia de una idea que les resulta nueva es parecido a
4
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
intentar cortar un nudo en un trozo de madera usando como cuña un pan de maíz y una calabaza, como
maza. Una vez comentó: ―He intentado durante años preparar la mente de los Santos para recibir las cosas
de Dios, pero vemos frecuentemente que algunos, después de sufrirlo todo por la obra de Dios, se harían
pedazos como el cristal en cuanto recibiesen algo contrario a sus tradiciones‖, Véase Smith (1976), 331.
5
Capítulo uno
Un malentendido frecuente
Quizás no exista una doctrina que haya sido tan incomprendida, ni
acontecimiento histórico más malinterpretado que la Caída y Adán y Eva.
Tradicionalmente, los cristianos no SUD asumen que fue un acto malo e
innecesario y que Adán y Eva fueron malditos eternamente por sus accio-
nes.1 Los cristianos SUD, por otro lado, se esfuerzan en comprender por
qué Dios daría a nuestros primeros padres un mandamiento (―multiplicaos
y henchid la tierra‖) que sólo podría obedecerse rompiendo otro (―no come-
rás del fruto prohibido‖). A este respecto, y al de otros malentendidos co-
munes, Joseph Fielding McConkie escribió:
Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, ninguna historia de las
escrituras ha sido fuente de más dificultad teológica que la historia
de Edén. Es el ejemplo por excelencia de un mal uso y abuso bíblico.
Los errores consecuencia de pervertir esta historia han originado, a
su vez, miles más. Y en ninguna historia se han confundido tan com-
pletamente lo literal y lo figurado y en ninguna otra ha causado más
tropiezos la ausencia de partes ―sencillas preciosas‖. En el misterio
de Edén tenemos un clásico caso de estudio de los peligros y dificul-
tades de los que está cargada la exégesis de las escrituras y de la ma-
nera en que las escrituras permanecen como un libro sellado para to-
dos, salvo para quienes conocen ese mismo espíritu con el que fueron
dadas.2
Aunque las varias revelaciones de la Restauración3 aclaran conside-
rablemente los sucesos y la doctrina de la Caída, aún se mantiene una con-
fusión, incluso entre los SUD, relativa a lo que realmente sucedió en Edén.
Es cierto que hay determinadas doctrinas clave que enseña la historia de la
Caída, las cuales están claramente articuladas y son bien recibidas por los
SUD. Sin embargo, junto a estas doctrinas, existen también interpretacio-
nes populares de los cuatro relatos autorizados de la Caída (Génesis, Moi-
sés, Abraham y el templo)4 que a menudo contradicen las doctrinas revela-
das gracias a la Restauración. Esto no significa que estos cuatro relatos
1
Véase Laffey (1995), 516; Bloesch (2001), 1:103–9.
2
McConkie (1990), 34.
3 El autor entiende por ―revelaciones de la Restauración‖ tanto las revelaciones canónicas que se
encuentran en Doctrina y Convenios y el Libro de Mormón como las enseñanzas de los profetas y apósto-
les de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
4
Ciertamente hay otros pasajes de las escrituras que tratan de la Caída, como 2 Nefi 2 y Alma
12. Sin embargo, estos sólo se refieren a la Caída o a algún aspecto de ella, mientras que los cuatro relatos
de las escrituras ―autorizados‖ mencionados más arriba, realmente entran en detalle en cuanto a la inmen-
sa mayoría de los acontecimientos que etiquetamos como ―la Caída del hombre‖.
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
5
Jackson (2001), 90; Keller (2004), 103.
6
Matthews (1990), 38.
7
Millet (1997), 11–12 ―El hijo y la hija de Dios han hecho lo que se precisaba hacer‖. Campbell
(2003), 101
7
El Salvador y la serpiente
8
Parker (2003), 79, 89, n.3. Véase también Roberts (1996), 345. ―La razón por la que es impor-
tante que sepamos que Dios tiene un plan para la salvación del Hombre y que ese plan incluye su caída, es
que tal conocimiento dignifica la Caída y proporciona al hombre un sentido de seguridad al eliminar la
idea de azar o casualidad. La idea de un plan de Dios nos lleva a concluir que la Caída: 1) fue necesaria,
2) no fue una sorpresa para Dios, 3) no fue una franca rebelión, 4) fue un suceso real y 5) es una parte
esencial de la jornada del hombre hacia la perfección‖. Matthews, "The Fall of Man" (1990), 40–41.
9
Packer (1996), 49–50.
10
Turner (1972), 206; Clark (1997), 27; Parker (2003), 88.
11
Debemos recordar que una persona o ser con un ―conocimiento perfecto‖ todavía tiene albe-
drío. Joseph Fielding McConkie lo expresó así: ―Adán necesitaba transgredir para ser puesto a prueba y
estar sujeto al pecado, para que pudiese rechazarlo, superarlo y abrazar la rectitud… Contrariamente a las
creencias del cristianismo tradicional, Adán se sometió a la voluntad del Señor cuando participó del fruto
prohibido… La razón misma de la Caída fue crear un estado mortal de probación y ese estado no podría
llegar a existir sin la transgresión del primer hombre y la primera mujer‖. (1990), 32–33.
12
B. McConkie, "Agency" (1979), 26–28.
8
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
9
El Salvador y la serpiente
hay una recompensa que alcanzar sino, más bien, porque nos hemos colo-
cado en la situación de sentir el Santo Espíritu de Dios confirmándonos
muestra creencia en esa recompensa prometida.
Aunque resulta habitual leer la historia de la Caída como sugiriendo
que Adán y Eva actuaron contrariamente al mandamiento de Dios, algunos
presidentes de la Iglesia han enseñado que la elección de nuestros padres de
participar del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal fue exactamen-
te lo que Dios deseaba que hiciesen. Por ejemplo, el profeta José Smith de-
claró: ―Adán no cometió pecado al comer los frutos, porque Dios había de-
cretado que debía comer y caer‖.15 Igualmente, en numerosas ocasiones el
presidente de Brigham Young abordó este asunto. Entre otras cosas, ense-
ñó:
Es mi convicción que formaba parte del designio del Señor
que Adán debiese participar del fruto prohibido y creo que Adán es-
taba al corriente de todo ello antes de venir a la tierra. Creo que no
existía otra manera que le condujese a tronos y dominios que no fue-
ra transgredir o tomar esa posición en la cual sólo la transgresión po-
día colocar al hombre, para descender por debajo de todas las cosas,
a fin de que pudieran ascender a tronos, principados y potestades;
porque ellos no podían ascender a esa posición eminente sin antes
descender, ni por ningún otro principio.16
En otra parte explicó:
Puede que algunos lamenten que nuestros primeros padres pe-
caran. Eso es un sinsentido. Si nosotros hubiéramos estado allí y
ellos no hubieran pecado, lo habríamos hecho nosotros. No voy a
culpar a Adán y a Eva, ¿por qué? Porque era necesario que el pecado
entrase en el mundo; ningún hombre podría siquiera entender el prin-
cipio de la exaltación sin su opuesto; ni uno sólo podría siquiera re-
cibir una exaltación sin ser conocedor de su opuesto. ¿Cómo pecaron
Adán y Eva? ¿Se colocaron en oposición directa a Dios y Su go-
bierno? No. Sino que transgredieron un mandamiento del Señor. Y
por medio de esta transgresión entró al mundo el pecado. El Señor
sabía que lo harían y Él había decretado que así había de ser.17
De forma similar, el Presidente Wilford Woodruf declaró: ―Adán y
Eva vinieron a este mundo para representar exactamente el papel que
15
Ehat and Cook (1980), 63.
16
Young, en Journal of Discourses, 2:302.
17
Young, en Journal of Discourses, 10:312. Véase también 17:143. ―La Madre Eva participó del
fruto prohibido. No estaríamos aquí ahora mismo si no lo hubiese hecho; nunca habríamos poseído sabi-
duría e inteligencia si no lo hubiese hecho. Todo eso estaba en la economía del cielo y no precisamos
hablar de ello; todo está bien. Nunca debemos culpar a la Madre Eva, ni en lo más mínimo‖. Young
(1998), 103. Véase también Pratt (2000), 73.
10
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
18
Woodruff, en Journal of Discourses, 23:126.
19
Smith (1957–1966), 4:80.
20
Roberts (1996), 345.
21
B. McConkie, Ensign, 1982, 9. See also B. McConkie (1985), 82; Matthews (1990), "The Fall
of Man," 39.
11
El Salvador y la serpiente
infinitas y eternas que de ella manan. Y así, Adán cayó porque debía
caer‖. 22
En definitiva, la muerte sería el don de Adán a la humanidad, más
que su maldición sobre ella (como muchos la consideran)23 Sería un don
sólo por detrás de la Expiación de Cristo. Como otros antes que él, el élder
Jeffrey R. Holland escribió que Adán y Eva estaban dispuestos a transgre-
dir a sabiendas y conscientemente porque tenían un completo conocimiento
del plan de salvación.24
Como se ve, numerosas autoridades generales25 y muchos estudiosos
SUD26 han enseñado la doctrina de que la Caída era voluntad de Dios y que
Adán y Eva, al tomar del fruto ―prohibido‖, hicieron exactamente lo que
Dios quería que hiciesen.27 Por lo menos desde un tiempo tan temprano
como el Gran Concilio, todos fuimos conscientes de que Dios pretendía
que Adán y Eva provocasen la caída del hombre, puesto que no había otra
forma de posibilitar la vida eterna de las creaciones de Dios.
Extraer como conclusión de la historia de la Caída la creencia de que
Dios no quería que Adán y Eva comiesen del fruto ―prohibido‖ es entender
mal el plan de salvación, el Gran Concilio premortal y las enseñanzas de
los profetas de la Restauración. ¡Era el deseo de Dios y Su designio que
Adán y Eva comiesen! 28
12
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
13
El Salvador y la serpiente
también Moisés 7:32). Dado que las leyes de Dios no cambian, debemos
suponer que este mismo principio estaba vigente en Edén. De hecho, el Se-
ñor declaró que concedió a Adán y Eva su conocimiento el día que los creó
(Moisés 7:32). Siendo así, claramente Adán y Eva habrían conocido su
propósito en Edén. De hecho, si no lo hubiesen sabido, no habrían podido
ejercer su albedrío, porque, como señaló el élder Bruce R. McConkie, el
conocimiento es un prerrequisito para ejercer el albedrío.34
Por la revelación moderna, sabemos que Adán y Eva hicieron conve-
nios con Dios mientras estaban el Jardín.35 Al menos, participaron en el
nuevo y sempiterno convenio del matrimonio, al ser sellados por el tiempo
y por toda la eternidad por Dios el Padre mismo. Es bastante probable que
también recibieran por lo menos una parte de sus investiduras en Edén.36
Por supuesto, sólo aquellos espiritual e intelectualmente capaces de enten-
der las promesas que están haciendo pueden realizar convenios. De otra
manera, no se les podría considera responsables de las promesas y com-
promisos que han hecho.37 Como señaló el presidente Boyd K. Packer: ―La
ley moral supone responsabilidad; ¡sin responsabilidad no hay castigo! La
ley moral se autodestruiría si se aplicase contra quienes no son responsa-
bles. No es moral hacer eso‖.38
Así, el hecho de que Adán y Eva hicieran convenios en Edén con an-
terioridad a su caída indica que eran intelectual y espiritualmente maduros
y capaces de ser considerados responsables por sus acciones.39 De hecho, si
nuestros primeros padres fueran ―como niños pequeños‖ en su intelecto o
nivel de espiritualidad, ¿cómo podrían haber sido considerados responsa-
bles por Dios cuando comieron del fruto de la ciencia del bien y del mal?
34
Véase B. McConkie (1979), 26, s.v. "Agency‖.
35
El Facsímil 2, Figura 3 del libro de Abraham, habla de ―las grandes palabras claves del Santo
Sacerdocio cual fueron reveladas a Adán en el Jardín de Edén‖. Esto implica claramente que Adán y Eva
tenían un significativo conocimiento y responsabilidad en Edén y aparentemente una parte de los ritos del
templo antes de la caída. Véase también Kimball, en Journal of Discourses, 8:330; 9:129–30, 135; Duke
(1992), 2:858.
36
El Facsímil 2, Figura 3 del libro de Abraham, habla de ―las grandes palabras claves del Santo
Sacerdocio cual fueron reveladas a Adán en el Jardín de Edén‖. Esto implica claramente que Adán y Eva
tenían un significativo conocimiento y responsabilidad en Edén y aparentemente una parte de los ritos del
templo antes de la caída. Véase también Kimball, en Journal of Discourses, 8:330; 9:129–30, 135; Duke
(1992), 2:858.
37
Véase Packer (1990), 13–14. Un académico no SUD indicó que Adán y Eva antes de caer
eran tratados como seres maduros y capaces de tomar decisiones o hacer elecciones morales. Véase Kid-
ner (1967), 63. Véase también Génesis 2:16–17, que implica eso mismo.
38
Packer (1990), 6. El presidente Packer también escribió: ―Había demasiado en cuestión como
para introducir al hombre en la mortalidad por la fuerza. Eso podía contravenir la ley misma esencia del
plan‖. Packer (1991), 78–79. ―La Caída, incluso a la luz de su primordial importancia en el plan del Pa-
dre, no podía ser impuesta a Adán ni a Eva. Ellos tenían que escoger el camino voluntariamente, por sí
mismos. Su elección tampoco podía hacerse en la ignorancia, porque escoger en tal estado no habría sido
un verdadero ejercicio del albedrío‖. Campbell (2003), 37–38.
39
Hyrum Andrus escribió que en Edén ―al hombre se le consideraba un ser independiente que
podía decidir por sí mismo. Pero también que sería responsable por sus acciones‖. Andrus (1967), 185.
14
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
Algo así sería contrario a las leyes de Dios y al plan de salvación. 40 Como
señaló el presidente Packer, no habría sido moral. Nunca somos responsa-
bles por lo que no conocemos o no podemos entender.
El élder Gerald N. Lund, de los Setenta, en una ocasión indicó que
―Libertad (Albedrío) + Conocimiento = Responsabilidad‖.41 No basta con
ser libre; uno debe ser capaz de tomar decisiones informadas.42 Por este
motivo los niños menores de ocho años no son responsables ni se les exige
el arrepentimiento para obtener el perdón cuando hacen algo contrario a las
leyes de Dios.43 Debido a su nivel intelectual, de experiencia y entendi-
miento espiritual, ellos están cubiertos por la expiación de Cristo (véase
Mosíah 3:16). De hecho, ―viven en [Cristo] por causa de su misericordia‖
(Moroni 8:19)
La explicación normal de la expresión ―bien y mal‖ en su sen-
tido literal, supone que Dios denegaría al hombre la capacidad para
discernir entre lo que es moralmente correcto y lo incorrecto, un pun-
to de vista que contradice el espíritu de la escritura. Es más, Adán no
habría sido creado ―a imagen de Dios‖ si no poseyese desde el prin-
cipio la facultad de distinguir entre el bien y el mal. Y si carecía de
tal facultad, su obediencia o desobediencia a cualquier mandamiento
no tendría significado moral.44
De este modo, Dios habría tenido que crear a Adán y Eva conscien-
tes de su propósito en Edén. Necesariamente, habrían sido intelectualmente
capaces de tal entendimiento si Dios iba a considerarlos responsables de su
decisión de comer lo que había sido ―prohibido‖.
Por causa de los aspectos metafóricos de la historia de la Caída, al-
gunos han supuesto que Adán y Eva tenían un velo sobre sus mentes cuan-
do fueron colocados en Edén, un velo semejante al que ustedes y yo esta-
mos sometidos hoy. Sin embargo, parece que éste no es el caso. En las Lec-
tures on Faith, tradicionalmente atribuidas al profeta José Smith, se nos
informa de que Adán era ―señor o gobernador de todas las cosas sobre la
40
Este autor opina que Adán y Eva eran ―como niños pequeños‖ sólo en su nivel de pureza y ex-
periencia, pero no en su intelecto o en la comprensión de su propósito en Edén.
41
Lund (1989), 104.
42
El élder John A. Widtsoe escribió: ―El Señor advirtió a Adán y a Eva de la dura batalla con las
condiciones terrenales a si escogían comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Él no iba a someter a
su hijo e hija a la miseria y a la muerte de sus cuerpos a menos que fuese por su propia elección de ellos.
Debían escoger por sí mismos. Escogieron sabiamente de acuerdo con la ley celestial de amar a otros‖.
Widtsoe (1960), 194.
43
Robert L. Millet ha escrito: ―Esto no quiere decir que los niños no puedan hacer cosas malas,
que no puede realizar actos que en otras circunstancias se considerarían pecados. Ciertamente pueden
hacerlo. Las revelaciones enseñan que sus acciones están cubiertas por el misericordioso ministerio de
nuestro Maestro. En este sentido ellos no pueden pecar. Así, ‗los niños pequeños son santos, porque son
santificados por la expiación de Jesucristo.‘‖ Millet (1995), 7.
44
Hertz (1962), 10.
15
El Salvador y la serpiente
45
Lectures on Faith, 2:12. En 2 Enoc se afirma que durante su estancia en Edén, Adán y Eva te-
nían los cielos completamente abiertos a su vista y que, entre otras cosas, podían oír y ver a los ángeles
cantando alabanzas a Dios. Véase 2 Enoc 31:2, en Charlesworth (1983–85), 1:152, 154.
46
Pratt, en Journal of Discourses, 21:203–4; véase también 7:257.
47
Times and Seasons (1843), 672.
48
Pratt (1978), 85.
49
Taylor (1852), 108–9
50
Smith (1954), 383–84.
51
Véase Hunter (1949), 70; (1952), 122; and (1952), 36–37. Véase también Millet (2000), 161–
62.
52
Roberts (1907–1912), 2:62–63. Véase también Roberts (1996), 399–400; Joseph E. Taylor, en
Journal of Discourses, 23:246.
53
Véase, por ejemplo, John Taylor, en Journal of Discourses, 7:363; Smith (1998), 1:95; Millet
(2000), 161–62; Matthews, "The Fall of Man" (1990), 46; Bailey (1998), 22; Adams (1990), 102, 105;
Reynolds and Sjodahl (1955–1961), 4:219; Ludlow (1975), 314; Campbell (2003), 37–38, 64–68, 112–
14; Clarke (s.d.), 1:45, 50; Jamieson, Fausset, and Brown (s.d.), 18; Ginzberg (1967–1969), 1:61. Véase
también Neusner (1985), 264; Robinson (1990), 134–35; Kidner (1967), 63; 2 Enoc 31:2, en Char-
lesworth (1983–1985), 1:152, 154.
54
En el capítulo dos de esta obra examinaremos por qué a Adán y a Eva se les representa como
si no reconociesen quién era Satanás en realidad.
55
Véase Smith (1998), 1:94–95. Véase también Times and Seasons (1843), 672. Según una le-
yenda judía, ―Adán salió de las manos del Creador total y completamente desarrollado. No era como un
niño, sino como un hombre de veinte años de edad‖. Véase Ginzberg (1967–1969), 1:59. Véase también
Neusner (1985), 154; Oden (2001), 100; Jamieson, Fausset, and Brown (s.d.), 18.
16
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
56
Véase, por ejemplo, Crisóstomo, "Homilies on Genesis" 15–16, en Oden (2001), 72; Agustín,
"On the Literal Interpretation of Genesis" 9.19.36, en Oden (2001), 70.
57
Véase Efrén de Siria, "Commentary on Genesis" 2.15.1, in Oden (2001), 74.
58
Oaks (1993), 73.
59
Widtsoe (1960), 193
60
Clemente de Roma, "The Clementine Homilies" 3:18, en Roberts and Donaldson (1994),
8:241.
61
Ginzberg (1967–1969), 1:61. Véase también Neusner (1985), 264; Robinson (1990), 134–35.
62
El relato hebreo del Génesis deja claro que Adán y Eva no carecían de un conocimiento ―inte-
lectual‖ del ―bien y el mal‖. Más bien, lo que no tenían era un conocimiento ―experiencial‖. En otras
palabras, entendían la diferencia entre bien y mal pero no tenían una experiencia práctica del segundo.
Esa vendría por medio de su desobediencia. Al fin y al cabo, esa es precisamente la experiencia que no
tenían, ¡la desobediencia! Véase Speiser (1962), 26; Clifford and Murphy (1990), 12; Parker (2003), 85.
Hay que reconocer, que los humanos necesitan el ―conocimiento experiencial‖ de la mortalidad
para convertirse por completo en alguien como Dios. Pero se puede madurar espiritual y mentalmente sin
muchas de las experiencias de la vida, tal y como claramente hizo Jesús en el mundo premortal (donde
llegó a ser Dios antes de experimentar la mortalidad y sin ni siquiera cometer ningún pecado). Por su-
puesto, en definitiva Adán y Eva (y usted y yo) sólo pueden llegar a ser totalmente como Dios a través de
nuestro ―conocimiento experiencial‖. Pero está claro que Adán y Eva fueron únicos durante su estancia en
Edén, al igual que Cristo fue único cuando se compara con otros espíritus progenie de Dios.
63
Véase Nibley (1988–1990), 2:297.
17
El Salvador y la serpiente
18
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
tran. Cualquier cosa que Dios requiere es justa, no importa qué, aunque no
podamos ver la razón de ella hasta mucho después de que los aconteci-
mientos hayan ocurrido‖.67
Aunque estas palabras se relacionan bien con las circunstancias en
que Abraham y Nefi se encontraban, no se aplican a la situación en que ha-
llamos a Adán y a Eva. Nótese que, a diferencia de Adán y Eva, tanto Nefi
como Abraham tenían la habilidad de hacer lo que Dios les había mandado.
Sencillamente se les estaba dando un mandamiento nuevo que anulaba uno
previo. Ni al Padre Abraham ni al profeta Nefi se les requirió obedecer dos
mandamientos mutuamente excluyentes, donde guardar uno exigiese rom-
per el otro.
A Adán y a Eva, por otra parte, no se les estaba dando un manda-
miento nuevo como sustitución de uno previo, sino que recibieron dos
mandamientos simultáneos que no podían ser obedecidos a la vez. Que
Dios mandase a Adán y a Eva que no comiesen del fruto de la ciencia del
bien y del mal y también les mandase multiplicarse y henchir la tierra (lo
cual sólo podrían hacer si comían del fruto ―prohibido‖), es colocarlos en
una paradoja lógica en la que posiblemente no pudiesen ser obedientes. Es-
to es contrario a la naturaleza de Dios (1 Nefi 3:7)
Además, que Dios entonces aplicase repercusiones (semejantes a
castigos) por su desobediencia a una ley –cuando Él mismo había requerido
que rompiesen esa ley a fin de cumplir otra- va totalmente en contra de la
naturaleza de Dios, del principio eterno del albedrío y del plan de salvación
al completo. Simplemente, Dios no hace eso, ni a Adán y a Eva ni a usted o
a mí. Hacerlo sería actuar de forma inmisericorde, injusta e incorrecta.
Por supuesto, hay que recordar que en ninguna parte de las escrituras
tenemos un relato completo de lo que ocurrió exactamente en el Jardín en
relación a cómo se dio el mandamiento de no comer del fruto ―prohibi-
do‖.68 En cada relato autorizado de la Caída claramente se ha perdido algo.
Algo más debe haber sucedido que no está claro en la historia de la Caída
pero que ha sido revelado por medio de los profetas modernos.
En varias ocasiones, el Presidente Joseph Fielding Smith enseñó: ―El
Señor dijo a Adán, he aquí el árbol de la ciencia del bien y del mal. Si quie-
res permanecer aquí no puedes comer de ese fruto. Si quieres permanecer
aquí, entonces te prohíbo comerlo. Pero puedes actuar por ti mismo y, co-
mer de él si quieres hacerlo. Y si lo comes, morirás‖.69 Un estudioso SUD
enseñó algo parecido:
67
Smith (1932–1951), 5:135.
68
Keller (2004), 103.
69
Smith (1982), 124. Véase también Smith (1993), 4:81; Smith (1990), 185–86, en donde el pre-
sidente Smith declara: ―La mortalidad se creó al comer del fruto prohibido, si desean denominarlo así,
19
El Salvador y la serpiente
Por tanto, ¿qué dijo Dios realmente en el jardín? Sugiero que pudo
haber dicho algo como lo siguiente: ―Si queréis permanecer en el jardín de
Edén, no deberíais comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del
mal. Sin embargo, si deseáis crecer y recibir todo lo que tengo reservado
para vosotros, tendréis que abandonar el jardín. Si coméis del árbol, seréis
expulsados a la tierra y a la mortalidad y moriréis, tanto temporal como es-
piritualmente, pero abriréis la puerta, a vosotros y a toda la humanidad, pa-
ra recibir la vida eterna como yo tengo. La elección es vuestra‖. En otras
palabras: Dios les dio información.70
Así, el según el Presidente Smith (y muchos otros71), Dios fue bas-
tante claro con Adán y Eva al respecto de que ellos tenían elección y que
esa elección no era cuál de los dos mandamientos contradictorios iban obe-
decer. Al contrario, las dos opciones que se les dieron eran las siguientes: si
querían permanecer en Edén, entonces el fruto del conocimiento del bien y
del mal estaba prohibido. Pero si querían marcharse, tendrían que comer de
ese fruto. La primera pareja habría tenido bastante claro cuáles eran sus op-
ciones y cuáles serían las repercusiones de cada elección. A diferencia de la
teoría habitual del mandamiento ―mayor‖ y el mandamiento ―menor‖72 o
―mandamientos contradictorios‖, la perspectiva del presidente Smith está
en armonía con el plan y la naturaleza de Dios.
pero yo considero que el Señor dejó claro que no estaba prohibido. Simplemente le dijo a Adán: ‗Si
deseas permanecer aquí [en el jardín] esta es la situación. Si deseas eso, no lo comas.‘‖
Parece razonable indicar que, en tanto que la posición del presidente Smith al considerar que
Adán y Eva no recibieron ―mandamientos contradictorios‖ encuentra apoyo en las enseñanzas de un cier-
to número de hermanos, varias autoridades generales han sostenido opiniones diferentes en cuanto a cómo
abordar este asunto de la aparente contradicción. En definitiva, en opinión de este autor, la interpretación
del presidente Smith parece concordar mejor con la doctrina general de la Iglesia.
70
Keller (2004), 104.
71
Véase, por ejemplo, Keller (2004), 104. También, el élder L. Lionel Kendrick escribió: ―Adán
y Eva tomaron una decisión consciente basada en las dos opciones que se pusieron ante ellos. Escogieron
la mortalidad‖. Kendrick (1996), 31. En otro lugar leemos: ―Podéis comer del árbol prohibido si deseáis
la consecuencia de que caeréis y el hombre vendrá a la mortalidad‖. Parker (2003), 87. Campbell escribió
que el ―fruto les estaba prohibido sólo si deseaban permanecer en el Jardín porque contenía los elementos
de la muerte‖. Campbell (2003), 113 (véase también 37, 75).
Un erudito en la patrística señaló que Adán no fue expulsado de Edén contra su voluntad, sino
más bien abandonó voluntariamente Edén porque era su voluntad o deseaba hacerlo. Véase Oden (2001),
100.
72
Descripciones como la que sigue son frecuentes: ―En la vida, a veces todos debemos escoger.
En ocasiones las dos posibilidades son buenas; ninguna es mala. Normalmente, sin embargo, una es de
mayor importancia que la otra. Cuando dudemos, debemos escoger la que afecte al bien de otros –la ley
mayor- antes que aquella que nos beneficie principalmente a nosotros –la ley menor- … Esa fue la elec-
ción realizada en Edén‖. Campbell (2003), 167. Una vez más, sabiendo que es imposible guardar los
dos mandamientos, el ―bueno‖ y el ―mejor‖ –la ley ―mayor‖ y la ley ―menor‖- , la sugerencia de que Dios
habría mandado ambos es problemática. Si Dios hubiera hecho tal cosa, habría colocado a Adán y a Eva
en una situación imposible.
20
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
Por muy ideal que pudiera parecer Edén, no era un ambiente apro-
piado para la clase de crecimiento y desarrollo necesarios para la exalta-
ción. Puesto que ofrecía acceso directo a Dios, no podía servir como el
campo de pruebas que Sus hijos necesitaban a fin de llegar a ser como Él.
Por tanto, tal y como hemos discutido más arriba, era preciso sacarlos de
ese escenario.73
Pero ¿cómo podía Dios forzar a Adán y a Eva a salir de Edén en tan-
to que ellos estaban guardando sus mandamientos? Eso sería contrario a Su
ley y al modelo establecido en las escrituras (véase, por ejemplo, Éter 3:26;
12:20-21; D.C.67:10). Además, Dios no podía proveer oposición a su pro-
pio plan. Esto también habría sido contrario a la naturaleza de la Deidad.74
Así, a Adán y a Eva se les dio la responsabilidad de introducir un
mundo lleno de oposición, el velo de olvido y, finalmente, la muerte, y sólo
podrían hacer esto de una manera: comiendo intencionadamente de algo
que Dios había prohibido formal y específicamente no comer. La palabra
73
Véase Harper (2004), 90, 92, donde el autor habla de la necesidad que tenía la humanidad de
estar en un lugar ―fuera de la inmediata supervisión‖ y ―presencia‖ de Dios para que pudiésemos actuar
por nosotros mismos. Harper sugiere que esto se aplica tanto a Adán y a Eva como a su posteridad.
74
Gerald Lund escribió lo siguiente: ―La creación del mundo (y del hombre) se realizó en un es-
tado perfecto, santo e inocente. Haberlo hecho de otro modo habría sido contrario a la naturaleza de Dios,
lo cual origina un interesante problema. La oposición es necesaria para el progreso del hombre, pero Dios
no podía crearla y ser fiel a su naturaleza perfecta‖. Lund (1989), 102.
Kent P. Jackson escribió: ―¿Por qué Dios no creó simplemente el mundo en tal condición que el
plan se pusiese en marcha desde el principio? ¿Por qué Dios colocó a Adán y a Eva en el paraíso con la
expectativa de que tanto el uno como los otros tendrían que caer? Sugiero una doble respuesta. Primero,
todas las cosas fueron creadas para ser muy buenas, porque esa es la naturaleza de Dios y su obra. Dios
crea cosas organizadas, espirituales y en armonía con su orden. Segundo, tal vez el hombre necesitaba
ejercer su propio albedrío para caer y morir porque Dios no nos impondría esas condiciones.
Según Alma, nuestro estado caído es algo que trajimos sobre nosotros mismos (véase Alma
42:12). Sin embargo, si Dios no impondría las condiciones de la mortalidad sobre nosotros, entonces es
razonable sugerir que Adán y Eva, quienes tomaron decisiones que afectan a cada ser humano, no estaban
actuando sin nuestra aprobación específica. Puesto que ellos estaban representándonos en lo que hicieron,
es razonable pensar que en los concilios premortales nosotros les hayamos apoyado para actuar en nues-
tro nombre‖. Jackson (2001), 94–95.
En una nota relacionada, el élder Orson Pratt declaró: ―Dios no creó a un ser mortal. Sería con-
trario a su gran bondad crear un hombre mortal, sujeto al dolor, sometido a la enfermedad, a la muerte…
Si Él los hubiera hecho mortales, y por tanto sujetos al dolor, entre los seres inteligentes habría habido
algún motivo para decir que el Señor sometía al hombre, sin una razón, a las aflicciones, pesares, a la
muerte y la mortalidad. Pero Él no podía hacerlo; crear un ser sometido a cualquier clase de dolor era
contrario a la naturaleza de sus atributos, contrario a la naturaleza de esa infinita bondad que mora en el
seno del Padre y del Hijo. Pratt, en Journal of Discourses, 21:289. Véase también Pratt (2000), 81–82.
Roger Keller escribió: ―La mortalidad no puede imponerse a nadie, puesto que hacerlo violaría la
naturaleza eterna del albedrío. De este modo Adán y Eva tenían que escoger convertirse en mortales, al
igual que todos los seres humanos‖. Keller (2004), 116.
Robert J. Matthews escribió lo siguiente: ―Si Dios hubiese creado al hombre mortal, entonces la
muerte, el pecado y todas las circunstancias de la mortalidad habrían sido obra de Dios y serían eternas y
permanente por naturaleza; mientras que si el hombre trae la Caída sobre sí mismo, él es agente moral
responsable y Dios puede rescatarlo y redimirlo de su estado caído‖. Matthews, "The Fall of Man"
(1990), 60. Véase también Adams (1990), 100–101.
21
El Salvador y la serpiente
22
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
go, puesto que se ha enfatizado tanto en el hecho de que Adán y Eva trans-
gredieron más que pecaron, haremos un esfuerzo por explicar esa distin-
ción.
Técnicamente hablando, transgredir es romper una de las leyes de
Dios accidental o inconscientemente.78 Es semejante a lo que hacen los
niños menores de ocho años; y, como hemos mencionado más arriba, no se
les considera responsables portales transgresiones. Por otro lado, pecar se
define tradicionalmente como ir conscientemente contra la voluntad de
Dios.79 En esos casos, al individuo que incumple la ley de Dios se le consi-
dera responsable por ese acto o pecado hasta que se arrepienta sinceramen-
te de él. Como explicaremos más adelante, Adán y Eva fueron considera-
dos transgresores más que pecadores no porque ignorasen lo correcto o lo
incorrecto o sino más bien porque sus intenciones eran completamente pu-
ras (es decir, no pecaminosas). Ellos escogieron participar de lo que Dios
formal o técnicamente había prohibido, no porque tuviesen una naturaleza
rebelde o un deseo pecaminoso sino más bien porque buscaban introducir
la mortalidad de acuerdo con el plan y la voluntad de Dios. El élder Orson
F. Whitney escribió:
El pecado es la transgresión de la ley divina, tal y como se co-
noce por medio de la conciencia o de la revelación. Un hombre peca
cuando viola su conciencia, yendo en contra de la luz y el conoci-
miento; no contra la luz y el conocimiento que ha recibido su vecino
sino el que él mismo ha recibido. Peca cuando hace lo contrario de lo
que sabe que es correcto. Hasta ese momento sólo comete un grave
error. Se pueden sufrir dolorosas consecuencias sólo por equivocarse
pero no puede cometer pecado a menos que conozca en qué consiste
lo que es pecado. Uno debe tener una conciencia antes de que pueda
desobedecerla. ―Donde no hay ley, no hay pecado… ni condena-
ción‖. ―Quien no puede discernir el bien del mal, no es culpable‖.80
De forma parecida, el presidente Brigham Young enseñó: ―Si actúo
mal a sabiendas, peco. Cuando este pueblo pueda vivir y no hacer nada ma-
lo conscientemente, sin pecar en su ignorancia, Dios perdonará liberalmen-
te ese pecado, si están listos para arrepentirse cuando se les dé a conocer y
si se abstienen de ello en el futuro‖. 81
Técnicamente, Adán y Eva fueron culpables de un acto que, por de-
finición, se califica como un pecado. Conscientemente actuaron contra la
voluntad manifiesta de Dios y así cometieron lo que normalmente sería
considerado pecado. Sin embargo, aunque sufrieron las consecuencias de
78
Véase Ludlow (1982), 494–95.
79
Véase James 4:17. Véase también Ludlow (1982), 494–95; Bennion (1959), 64.
80
Whitney (1921), 239–40.
81
Young, en Journal of Discourses, 9:220–21.
23
El Salvador y la serpiente
82
Matthews, "The Revelation of the Gospel to Adam" (1990), 77–78. ―Después de su expulsión
de Edén a la tierra tal como es ahora, Adán se regocijó: ‗…Bendito sea el nombre de Dios, pues a causa
de mi transgresión se han abierto mis ojos, y tendré gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré a
Dios.‘ Y Eva parecía también jubilosa: ‗…De no haber sido por nuestra transgresión, nunca habríamos
tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la
vida eterna que Dios concede a todos los que son obedientes.‘ (Moisés 5:10-11). Estas no eran las pala-
bras de pecadores o pecadores arrepentidos. Fueron pronunciadas por personas que se habían encontrado
con un gran desafío y lo habían aceptado, con el cual, como ellos insinúan, Dios estaba complacido‖.
Widtsoe (1960), 192.
83
Oaks (1993), 73.
84
Talmage (1975), 70.
85
. Oaks (1993), 73.
86
B. McConkie, "Eve and the Fall" (1979), 68. Véase también 57–68.
24
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
par del fruto de ―noble‖87 En el LDS Bible Dictionary se nos dice que ―La
Caída es una bendición y… Adán y Eva deben ser honrados por ella‖.88
Numerosos académicos y comentaristas SUD han enseñado lo mismo 89 y,
sin duda, esta idea es aceptable y correcta para los SUD. Sin embargo, si
adoptamos un enfoque literal de la narración de la Caída, tal doctrina pare-
cerá errónea. En otras palabras, una lectura literal de la historia nos dice
que la mujer ―fue engañada‖.90
Y así surge la pregunta: si Eva fue engañada ¿por qué la honramos?
Si fue confundida para desear algo contrario la voluntad de Dios, aunque
eso formase parte de su plan, Eva no debiera ser ensalzada. Debería ser
considerada como lo que sería realidad: una persona con deseos pecamino-
87
Romney (1968), 84–89; Rockwood (1992), 12.
88
LDS Bible Dictionary (1979), 670, s.v. "Fall of Adam‖.
89
Roger R. Keller escribió: ―Más que considerar la Caída como un desastre, consideramos a Eva
una heroína y la Caída como un inmenso paso adelante en el progreso eterno de la humanidad… gracias a
la valentía de Adán y Eva‖. Keller (2004), 102, 104 (véase también 105). Véase también Matthews, "The
Revelation of the Gospel to Adam" (1990), 66–67; Matthews, "The Fall of Man" (1990), 62; Campbell
(2003), 14, 19, 29; Rockwood (1992), 21; McConkie, "The Mystery of Eden" (1990), 35. ―Adán y Eva
eran dos de los hijos más nobles de Dios. Por esta razón fueron escogidos para venir a la tierra e iniciar la
vida mortal para los demás hijos de Dios… El relato de la caída del hombre en las escrituras es un esfuer-
zo por explicar el origen divino y el propósito de la vida y debería leerse con esto en mente. El relato
es…figurado y simbólico… Adán y Eva escogieron el papel valiente, el que Dios quería que escogiesen.
Ellos ‗cayeron‘ en el sentido de que dejaron la presencia de Dios y llegaron a estar sujetos a las limitacio-
nes de la mortalidad, incluyendo la muerte, la ignorancia y el pecado… Como santos de los últimos días,
honramos a Adán y a Eva porque tuvieron la valentía y la fe de llegar a ser mortales y asumir responsa-
bilidad moral. Creemos…que estaban cumpliendo la voluntad de Dios‖. Bennion (1988), 96–97.
90
Algunos lectores recordarán el comentario de Pablo a Timoteo (en 2 Timoteo 2:12-14). Según
Stephen E. Robinson, las palabras de Pablo sobre Eva siendo ―engañada‖ estaban condicionadas cultu-
ralmente y reflejaban la práctica social habitual en su época, más que la doctrina de la Iglesia primitiva.
Véase Robinson (1990), 132–33. Otro académico SUD señaló que en sus epístolas Pablo habla del estado
y la conducta de las mujeres y utiliza el relato de Adán y Eva ―fuera de contexto para ilustrar un punto…
El consejo de Pablo en asuntos relativos a las mujeres es normalmente una mezcla de principios cristianos
salpicados audazmente de costumbres judías‖. Por ejemplo, en 1 Timoteo Pablo dice que Adán no fue
engañado, sino que más bien lo fue Eva (véase 1 Timoteo 2:12-15). Sin embargo en Romanos dice que la
Caída fue culpa de Adán (véase Romanos 5:12; véase también 1 Corintios 15:22). Así, Pablo está usando
la historia de la Caída para ajustarse a las necesidades de su audiencia y al mensaje que intenta compartir.
Véase Rockwood (1992), 7–8.
Al igual que Pablo, un cierto número de autoridades generales SUD también han empleado la
historia de la Caída en formas muy variadas, supeditada a la necesidad individual de su audiencia. Algu-
nos han interpretado estas distintas aplicaciones de la Caída como contradictorias; sin embargo, en reali-
dad no existe tal contradicción. Simplemente son intentos por parte de los líderes de aplicar un relato
conocido de las Escrituras a situaciones variadas.
Asimismo, es digno de reseñar que Jesús nunca sugirió que Eva hubiese pecado. De hecho, en
Sus enseñanzas nunca usó a Adán o a Eva como modelos de pecadores. Rockwood indicó también: ―El
Midrash, el Talmud y la literatura apócrifa y pseudoapócrifa eran usadas por los judíos en tiempos de
Cristo y moldeaban la sociedad en la que había nacido. Su madre lo llevó al templo después de sus días de
purificación. Estudió la Torá junto con otros muchachos. Los cuatro registros de su ministerio lo descri-
ben teniendo un completo conocimiento de las escrituras y la ley de Moisés tal y como se encuentran en
las obras judías como el Talmud y el Midrash. Sin embargo, en ninguno de los evangelios aparece Jesús
usando la historia de Adán y Eva como explicación ni del origen del pecado ni de los roles respectivos de
hombres y mujeres,‖ tal y como lo harían los judíos. Rockwood (1992), 6. ―La tradición de Eva como una
tentadora…es totalmente producto de tradiciones posbíblicas… En 1 Timoteo 2:14… no hay rastro del
arquetipo que ha sido tan poderoso en la tradición pos bíblica de Eva como una incitadora al pecado‖.
Ryken, Wilhoit, and Longman (1998), 247. Véase también Vawter (1977), 79.
25
El Salvador y la serpiente
sos, cuyas intenciones malas y egoístas Dios pudo utilizar para hacer avan-
zar Su obra. Podríamos indicar que tanto Judas Iscariote como Lucifer co-
metieron pecados que representaron un papel en el plan de Dios y adelanta-
ron Sus propósitos. Sin embargo a ellos no los honramos por sus pecados.
De este modo, la interpretación tradicional de que Eva de alguna ma-
nera fue burlada resulta incorrecta. Tal lectura resulta contradictoria con la
doctrina que han enseñado los profetas vivientes. En Edén, Eva era intelec-
tual y espiritualmente madura, comprendía la voluntad de Dios y así tomó
conscientemente la decisión informada de adelantar el plan comiendo del
fruto que traería la mortalidad al mundo. Por este motivo la honramos. No
reverenciamos a quienes han pecado, ni siquiera si algo bueno acontece a
causa de sus traspiés. Pero en cuanto a Eva, no hay equivocación, ni malen-
tendido, ni sucumbir a la tentación, ella es una heroína porque entendió lo
que era correcto y escogió hacer exactamente eso, no porque fuese engaña-
da para hacer algo que, en definitiva, beneficiase el plan de Dios. El élder
Jeffrey R. Holland escribió: ―Adán y Eva tomaron esta decisión por un mo-
tivo todavía más generoso que los del conocimiento divino y el progreso
personal. Lo hicieron por una razón preponderante y vital para todo el plan
de salvación y todas las conversaciones mantenidas en todos los concilios
del cielo. Lo hicieron ‗para que los hombres existiesen‘‖.91 El élder Ho-
lland continuó:
Los terribles riesgos del pesar y la muerte fueron hechos que
Adán y Eva estaban dispuestos a enfrentar "para que los hombres
existiesen"… Estuvieron dispuestos a transgredir a sabiendas y cons-
cientemente (la única manera por la que podían "caer" en las conse-
cuencias de la mortalidad, de la misma forma que Elohim no podía
expulsar a personas inocentes del jardín y seguir siendo un Dios jus-
to), sólo porque tenían un conocimiento pleno del plan de salvación,
el cual les concedería una salida a su lucha con la muerte y el in-
fierno. 92
Claramente, Lucifer es el único engañado en Edén. Hugh Nibley es-
cribió: ―En la antigua tradición [Eva] es la que burla a la serpiente y la hace
caer con su inteligencia‖.93 Dios quería que Adán y Eva comiesen, pero
Lucifer ―no conocía la mente de Dios‖ (Moisés 4:6). Se deduce, por lo tan-
to, que Satanás –ya sea porque asumió que Dios deseaba que Adán y Eva
permaneciesen en Edén o porque deseaba acceder al resto de los hijos de
91
Holland (1997), 204.
92
Holland (1997), 202–3. Véase también Harper (2004), 91; Keller (2004), 103–4; Faust (1990),
132.
93
Nibley, Old Testament and Related Studies (1986), 88–89. Véase también Campbell (2003),
77.
26
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
Dios- les ofreció lo que estaba ―prohibido‖.94 Pero al actuar así, frustró su
propia obra y adelantó la de Dios. Literalmente, el acto de Satanás ayudó a
iniciar el plan de Dios, aunque la intención del adversario era frustrar Su
voluntad.95 Él estableció las circunstancias mismas en las que más adelante
Cristo ―aplastaría‖ su cabeza (véase Génesis 3:15; Moisés 4:21)
¿HISTORIA O METÁFORA?
Como se puede apreciar, no siempre acertamos en nuestra interpreta-
ción de la Caída. Una importante piedra de tropiezo en los esfuerzos por
comprender correctamente este evento sagrado y preordenado es la tenden-
cia de muchos a interpretar la historia de Adán y Eva (según figura en las
escrituras y el templo) como un relato histórico. Es cierto que Adán y Eva
fueron personas reales. Hubo de hecho un jardín en el que moraron. Se re-
lacionaron realmente con Dios y Cristo durante su estancia allí asimismo,
en Edén, no vivieron con otros humanos, sino que estaban rodeados de mu-
chos animales, aves y peces. Sabemos que durante ese período Satanás pro-
curó acabar con la obra que Adán y Eva habían sido enviados a realizar. Y,
por último, es verdad que tuvo lugar una caída, que introdujo un velo de
olvido y la muerte finalmente de cada persona que viviría sobre la tierra.
Pero la vasta mayoría de lo que se relata en las escrituras y el ritual relativo
a esto ha sido transmitido en un lenguaje metafórico o simbólico.96 En con-
secuencia, puesto que tendemos a leer la historia con una perspectiva es-
trictamente histórica, a menudo se malinterpreta o malentiende la Caída.
En la medida en que los acontecimientos que rodean a la Caída se
narran en lenguaje figurado, en los relatos de las escrituras y del templo las
94
Un comentarista conjeturó que puesto que ―el móvil de Satanás era la destrucción de la huma-
nidad; debería obtener acceso a los espíritus de los hombres y la tierra como su dominio (Moisés 4:6; 2
Nefi 2:18)‖. Adams (1990), 101. En otro lugar Adams declara: ―Satanás, no conociendo la mente ni la
voluntad de Dios, procuró destruir el plan de Dios. Procuró hacerles tomar del fruto para que así tuvieran
hijos de manera que él también pudiera tener acceso a esos espíritus‖. Adams (1991). De forma similar, el
élder Milton R. Hunter escribió: ―No sólo era el deseo de Dios que la tierra se llenase de Sus hijos e hijas,
sino que eso también estaba en armonía con los deseos del diablo. En el mundo espiritual [o vida premor-
tal] Satanás había hecho todo el daño que había podido al plan de salvación y a los hijos espirituales de
Dios antes de ser expulsado; y ahora, si [deseaba continuar] destruyendo a los hijos e hijas de Dios, era
necesario que fuesen mortales y morasen sobre la tierra. Por estas razones Lucifer estaba ansioso por que
Adán y Eva participasen del fruto prohibido‖. Hunter (1951), 118. Véase también Campbell (2003), 97.
95
Bailey (1998), 23; Campbell (2003), 97. Adán y Eva habrían escogido caer de todas maneras,
independientemente de la instigación de Satanás en Edén. Pero Lucifer estaba proporcionando la oposi-
ción necesaria para el plan que usted y yo, junto con los caídos Adán y Eva, necesitaríamos a fin de lle-
gar a ser como Dios es. De esta forma el diablo benefició a Dios involuntariamente. ―Hugh Nibley ha
sugerido que para cuando fueron tentados por el ser al que simbólicamente se llama serpiente, Adán y
Eva habían llegado a la conclusión de que debían participar del fruto del árbol de la ciencia del bien y del
mal‖. Véase Campbell (2003), 65.
96
―El relato de la Caída no es un mito. Es un registro, en un lenguaje poético y altamente figu-
rado, de un acontecimiento real‖. Reynolds and Sjodahl (1955–1961), 2:68. Una antigua interpretación de
la Caída era la siguiente: ―Nunca se pretendió que el relato fuese interpretado literalmente sino que debía
entenderse como una alegoría espiritual‖. Véase Pagels (1989), 64.
27
El Salvador y la serpiente
97
Jackson (2001), 81–82, 84.
98
Por supuesto, no extraemos doctrina de metáforas o símbolos. Más bien, sólo podemos inter-
pretar de adecuadamente las metáforas y símbolos de las escrituras y del templo entendiendo correcta-
mente las doctrinas.
99
Véase Young, en Journal of Discourses 2:6; 3:319; 7:285; Kimball (1976), 71. El élder Russell
M. Nelson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, indicó que este era un elemento metafórico en el relato,
que pretendía denotar una verdad mayor del evangelio. No es una descripción de la manera en que real-
mente fue creada Eva. Véase Nelson (1987), 87.
28
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
UN MALENTENDIDO FRECUENTE
Generalmente se entiende que Adán y Eva eran un símbolo tipológi-
co de la raza humana. Sirven como representación de cada uno de nosotros
y nuestra propia caída de la gracia. De hecho, el presidente Gordon B.
Hinckley, hablando del santo templo y de la historia que en él se enseña,
declaró que ―ante nosotros se esboza la odisea del trayecto eterno del hom-
bre, desde la existencia premortal a través de esta vida hacia la vida del más
allá‖.102 Del mismo modo, el élder Bruce C. Hafen expresó lo siguiente:
―La experiencia de Adán y Eva es un prototipo ideal de nuestra propia ex-
periencia mortal. Su historia es nuestra historia. El ciclo completo de su
caída de la inocencia y su regreso final a Dios tipifica un patrón humano
100 Es de conocimiento común que este comentario anticipa (en lenguaje figurado) la destruc-
ción final de la obra e influencia de Satanás por Cristo. Véase, por ejemplo, B. McConkie (1978), 472;
Nyman (1985), 95; Adams (1990), 103–4.
101
Abordaremos más adelante qué es la pretendida metáfora.
102
Hinckley (1997), 636. En otro lugar leemos: ―La ceremonia de la investidura…representa el
trayecto de los individuos desde la existencia premortal a través de la vida mortal y la muerte hacia la
vida después de ésta…Las representaciones dramáticas, la ropa especial y la instrucción simbólica duran-
te las ceremonias del templo representan distintas etapas de un progreso eterno del individuo‖. Cooper
(1992), 3:1430–31. Véase también Pagels (1989), xx-xxi, xxiv.
29
El Salvador y la serpiente
103
Hafen (1989), 37. ―Todos nosotros, como Adán y Eva, debemos dejar la presencia de Dios en
busca de conocimiento y crecimiento por medio de la experiencia personal… L historia de Adán y Eva es
nuestra historia‖. Hafen (1989), 33, 50.
104
Nibley (1975), xiii.
105
McConkie, "The Mystery of Eden" (1990), 29, 30, 23.
106
Robinson (1990), 128.
107
Rockwood (1992), 18.
108
Scott (1996), 74; Holland (1997), 203–4; Hafen (1990), 10; Hafen (1989), 33, 37–39, 50;
Nibley (1989), 6; McConkie, "The Mystery of Eden" (1990), 30; Matthews, "The Revelation of the Gos-
pel to Adam" (1990), 67; Rockwood (1992), 18; Cooper (1992), 3:1430–31; Adams (1990), 85; Campbell
(2003), 7, 96, 123, 166; Robinson (1990), 138; Lundquist (1989), 88; Hutchinson (1988), 69.
109
Steven Harper escribió: ―Somos similares a Adán y a Eva‖. Harper (2004), 92. En mi opi-
nión, esto sería un eufemismo. No parece que la metáfora sea algo secundario sino más bien primordial en
los relatos canónicos de la Caída.
30
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
110
Bloesch (2001), 1:104–5, 106. Véase también Pagels (1989), XXI, 74.
111
Neusner (1991), 53–65.
112
Neusner (1991), 62. Véase también Neusner (1985), 174, 208, 209, 211, 213, 224, 230. "La
historia de la ‗caída‘ es el paradigma de la conducta humana frente a la tentación‖ Vawter (1977), 81, 90.
113
Neusner (1991), 62. Un autor SUD sugirió: ―En esencia, nosotros entramos en Edén cuando
entramos en el templo, porque ahí, como en Edén, estamos en un lugar donde Dios puede morar, donde
podemos hacer convenios, recibir ordenanzas y aprender todo lo necesario para encontrar el camino de
regreso a nuestro hogar celestial‖. Campbell (2003), 57.
114
Este análisis de Adán como arquetipo de otras figuras de las Escrituras se ha tomado de las
observaciones realizadas por Ryken, Wilhoit, y Longman (1998), 11–12.
31
El Salvador y la serpiente
32
Capítulo 1: Un malentendido frecuente
ramos Adán y Eva. Tenemos que ver la historia de la Caída como la histo-
ria de nuestra caída. Así, gran parte de nuestras vidas –y mucho de las de
los antiguos patriarcas y profetas- parece saturada de símbolos del paraíso
al que se renunció voluntariamente con la esperanza de obtener una heren-
cia en el reino celestial.
Lo cierto es que la historia de la Caída –como se relata en las escritu-
ras y en el templo- pretende proporcionarnos más detalle concerniente a
nuestras caídas personales (como débiles y pecadores mortales que somos)
que sobre la Caída y las figuras históricas de Adán y Eva. Cada uno de los
relatos inspirados y autorizados ha sido redactado de tal manera que sirva
de mensaje sobre nuestra necesidad de obedecer, las consecuencias de
nuestros pecados y nuestra desesperada necesidad de un Salvador que nos
redima de nuestra condición caída. Malentender esto es malinterpretar la
Caída.
SUMARIO
A la luz de nuestro análisis, deberían estar claros los siguientes con-
ceptos:
La Caída del hombre fue planeada por Dios y enseñada en el
mundo premortal, incluso antes de que la tierra fuera creada.
En el gran concilio la de los cielos a Adán y Eva fueron llama-
dos, sostenidos y apartados para llevar a cabo la Caída.
Cuando Adán y Eva entraron en edén tenían acceso directo a
Dios y conversaban frecuentemente con Él concerniente al plan y
su papel en el mismo.
Mientras estaban en Edén, nuestros primeros padres entendían
que Dios deseaba que introdujesen la mortalidad para que el plan
de salvación pudiese iniciarse para quienes esperaban en el mun-
do premortal.
La única manera de introducir la mortalidad, la muerte y el ve-
lo de separación era transgredir intencionadamente uno de los
mandamientos de Dios.
Dios no podía oponerse a su propio plan; no podía provocar la
muerte ni imponer un velo entre Él mismo que Sus creaciones. De
este modo, Adán y Eva sirvieron como los agentes que pondrían
en marcha cada uno de estos elementos.
Hay que honrar a Adán y a Eva porque hicieron la voluntad de
Dios y, al hacerlo, proporcionaron una oportunidad para nuestra
exaltación.
33
El Salvador y la serpiente
34
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
Capítulo dos
1 Del Nuevo Testamento se desprende de manera evidente que la historia de Adán y Eva se basa
en acontecimientos históricos relativos a dos personas reales. Sin embargo, los eruditos reconocen la
narración simbólica de la historia comparándola con otros relatos claramente simbólicos de hechos histó-
ricos. Véase, por ejemplo, el relato histórico del pecado de David (en 2 Samuel 11) vuelto a narrar de
forma metafórica o simbólica (en 2 Samuel 12:1–6).
2 Véase, por ejemplo, Ricks (1992), 1:205; Matthews (1989), 13.
35
El Salvador y la serpiente
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Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
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El Salvador y la serpiente
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Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
13 Speiser (1962), 16; Cornwall and Smith (1998), 6, s.v. "Adam"; Sweet (1995), 15; Hertz
(1962), 5; Neusner (1985), 183.
14 Véase Filón de Alejandría, "Interpretación alegórica" 1:29, en Yonge (1997), 35.
15 Véase Fontana (1994), 34; Todeschi (1995), 289.
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El Salvador y la serpiente
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Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
18 Véase Cirlot (1962), 245; Holzapfel and Seely (1994), 17; Gaskill (2003), 150–156.
19 Véase Cooper (1995), 59; Drinkard (1992), 2:248; McConkie and Parry (1990), 44; Meyers
and Meyers (1987), 300; Ryken, Wilhoit, and Longman (1998), 225.
20 Parry (1994), 133.
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El Salvador y la serpiente
En medio del jardín. Cada uno de los relatos indica que en el centro
de Edén se encontraba el ―árbol de la vida‖ y el ―árbol de la ciencia del
bien y del mal‖, destacando el hecho de que el bien y el mal están siempre
presentes ante nosotros durante esta probación mortal. Necesitamos la opo-
sición proporcionada por el ―árbol de la ciencia del bien y del mal‖ o el
principio del albedrío no podría funcionar por completo y usted y yo no
podríamos crecer como Dios pretendía. Un comentarista señaló sabiamen-
te: ―Obsérvese que el fruto tentador se situó en el medio del jardín, no en
un rincón apartado. No estaba en los planes de Dios mantener apartado el
fruto prohibido de la vista del hombre. El plan de vida requiere que el
hombre conozca la tentación y la supere‖.21 Esta doctrina se enseña con
claridad en el Libro de Mormón (véase 2 Nefi 2:11).
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Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
EL PRIMER MANDAMIENTO
Y los bendijo Dios y Y yo, Dios, los bendije Y dijeron los Dioses:
les dijo Dios: Fructifi- y díjeles: Fructificad y Los bendeciremos. Y
cad y multiplicaos; y multiplicaos, henchid los Dioses dijeron: Ha-
henchid la tierra y so- la tierra y sojuzgadla; y remos que fructifiquen
juzgadla; y tened do- tened dominio sobre y se multipliquen, y
minio sobre los peces los peces del mar, y llenen la tierra y la so-
del mar, y sobre las sobre las aves del cielo, juzguen; y que tengan
aves de los cielos y so- y sobre todo ser vivien- dominio sobre los pe-
bre todas las bestias te que se mueve sobre ces del mar, sobre las
que se mueven sobre la la tierra. aves del cielo y sobre
tierra. toda cosa viviente que
se mueve sobre la tie-
rra.
43
El Salvador y la serpiente
Italia, Letonia, Lituania, Rumanía, Rusia, Suecia, y Ucrania. Muchos otros también tuvieron tasas negati-
vas o cercanas a cero. Estos son sólo unos cuantos ejemplos.
24 Rasmussen (1993), 7–8.
25 Grant, Clark, and McKay (1965–1975), 6:177. Véase también Hunter (1951), 147–48;
Young, en Journal of Discourses, 4:56.
44
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
Un río dividido en cuatro brazos. Se nos dice que desde Edén fluía
un río en cuatro direcciones diferentes. En la cultura hebrea, el número cua-
tro significaba ―amplitud geográfica‖ o ―totalidad‖.26 De este modo, las ex-
periencias de Edén se aplican a la totalidad de la humanidad.27 Todos han
caído y todos deben regresar a la presencia de Dios a fin de participar del
árbol de la vida. Un comentarista señaló que este río edénico es un símbolo
hermoso de la vitalidad, la fuerza y la vida que fluye de un lugar santo.28
Por consiguiente, si nos encontramos en un lugar santo (por ejemplo en el
templo, la iglesia, un proyecto de servicio y, finalmente, Sión), también
nosotros disfrutaremos de vitalidad, fuerza y vida espirituales.
26 Gaskill (2003), 119. Véase también Draper (1991), 24, 77, 94; Neusner (1985), 173.
27 Véase Clifford and Murphy (1990), 12.
28 Véase Kidner (1967), 63.
29 Véase Wani (2004), 113–23.
45
El Salvador y la serpiente
en Edén, sino más bien que fue llevado a esta tierra para morar y ser proba-
do.30
46
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
Un autor santo de los últimos días señaló que ―A Adán y Eva, acos-
tumbrados a morar en…luz, este mundo mortal debió de haberles parecido
un lugar espantoso y oscuro.35 Así nos sucede a nosotros.
Algunos estudiosos del hebreo han señalado que las palabras tradu-
cidas en la versión Reina Valera como ―labrar‖ y ―guardar‖ también po-
drían traducirse como ―adorar y obedecer‖.39 Ya que una de las consecuen-
cias de la Caída fue tener que labrar y cuidar la tierra (véase Génesis 3:23;
Moisés 4:29), esta traducción alternativa tiene más sentido. Por consiguien-
te, leemos: ―Labrar y guardar el jardín significa creer en Dios y guardar los
mandamientos‖.40 Significa cultivar las virtudes que Dios ha mandado y
decidir no abandonarlas nunca.41 Un texto cristiano del siglo V declara:
47
El Salvador y la serpiente
EL SEGUNDO MANDAMIENTO
42 Severiano de Gabala "Sobre la creación del mundo" 5:5, en Oden (2001), 60. Véase también
Teófilo de Antioquía, "Teófilo a Autólico" 2:24, en Roberts and Donaldson (1994), 2:104; Ginzberg
(1967– 969), 1:70.
43 Véase Nibley, "Subduing the Earth" (1988), 85–99; Nibley (1994), 3–101.
48
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
Se ha mencionado más arriba que antes de participar del fruto del ár-
bol de la ciencia del bien y del mal Adán no podía morir. De este modo,
cuando comía de otras frutas del Jardín, no lo hacía para mantenerse con
vida, sino por disfrute o placer. Por eso, comer del fruto ―prohibido‖ sim-
44 El presidente N. Eldon Tanner señaló: "Dios nos ha indicado, como a Adán, que si hemos de
disfrutar la vida por completo, hay cosas que debemos hacer y cosas que no. En otras palabras, se nos han
dado todo para nuestro beneficio y bendición pero debemos recordar que hay unos cuantos ‗frutos prohi-
bidos‘ que nos privan de un completo disfrute y traen dolor y remordimiento si participamos de ellos‖.
Tanner (1971), 32.
45 B. McConkie (1978), 221.
49
El Salvador y la serpiente
boliza acertadamente nuestra elección de hacer aquello que nos está prohi-
bido pero que pensamos nos proporcionará placer.46 Al final, sin embargo,
las decisiones pecaminosas nos privan de los placeres que Dios tiene reser-
vados. Como indicó un padre de la iglesia primitiva: ―No se trataba del ár-
bol, como piensan algunos, sino de la desobediencia, la cual tenía en sí la
muerte‖.47
50
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
49 Ryken, Wilhoit, and Longman (1998), 247; Clifford and Murphy (1990), 12; Hertz (1962), 9.
Beverly Campbell define "ayuda idónea" como "un poder o fuerza igual al" hombre. Véase Campbell
(2003), 24.
50 Rasmussen (1993), 12. Véase también Neusner (1985), 180; Clarke (s.d.), 1:45.
51 Kidner (1967), 65; Speiser (1962), 17; Sailhamer, (1976–1992), 2:46; Hertz (1962), 9; Adams
(1990), 97. Jolene Edmunds Rockwood traduce el hebreo para ayuda idónea como "un poder o fuerza
igual al hombre". Véase Rockwood (1992), 16.
52 Rockwood (1992), 16.
53 Véase Tertuliano, "Contra Marción" 2:4, en Oden (2001), 64.
54 Church (1992), 7.
51
El Salvador y la serpiente
Adán dio nombre a cada criatura viviente. Según se dice, que Adán
pusiera nombre a los animales sucedió ―a fin de que Dios pudiese dar a
conocer [tanto] la sabiduría de Adán [como] la armonía que existía entre
los animales y adán antes de que transgrediera… Ni lo temían a él ni tenían
miedo unos de otros. Un animal depredador podría pasar justo al lado y e ir
detrás de uno de una especie depredada con total seguridad‖.55 Así sucederá
de nuevo cuando la tierra retorne a su esplendor edénico o paradisíaco du-
rante el Milenio. Los animales ya no tendrán por qué temernos ni nosotros
buscaremos refugio de los depredadores o los venenosos.
55 Efrén de Siria, "Comentario a Génesis" 2.9.3, en Oden (2001), 65. Véase también Parley P.
Pratt, citado en Andrus (1967), 203-4.
52
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
53
El Salvador y la serpiente
hizo una mujer y la tra- bre, hice una mujer y la formaron ellos una mu-
jo al hombre. Y dijo traje al hombre. Y jer, y se la trajeron al
Adán: Esta es ahora Adán dijo: Ahora sé hombre. Y Adán dijo:
hueso de mis huesos y que esta es hueso de Esta era hueso de mis
carne de mi carne; esta mis huesos y carne de huesos, y carne de mi
será llamada Varona, mi carne; Varona se carne; ahora será lla-
porque del varón fue llamará, porque del va- mada Varona, porque
tomada. Por tanto, de- rón fue tomada. Por del varón fue tomada;
jará el hombre a su pa- tanto, dejará el hombre por lo tanto, dejará el
dre y a su madre, y se a su padre y a su ma- hombre a su padre y a
allegará a su mujer, y dre, y se allegará a su su madre, y se allegará
serán una sola carne. esposa; y serán una so- a su esposa, y serán
la carne. una sola carne.
60 Church (1992), 7.
61 Maxwell (1995), 30.
62 Ambrosio, "El paraíso" 10:48, en Oden (2001), 68.
54
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
tenía que presidir en rectitud en el hogar. De no ser así, sugería él, la mujer
habría sido creada primero.63
63 Véase San Agustín, "Sobre la interpretación literal del Génesis" 9:5 – 9, en Oden (2001), 69.
64 Nelson (1987), 87.
65 Véase Church (1992), 7. Véase también Holland and Holland (1989), 107; Ginzberg (1967–
1969), 5:90, n.47. Véase también Burton (1986), 154; Pfeiffer and Harrison (1962), 5–6; Jamieson,
Fausset, y Brown (s.d.), 19. Hertz registra el dicho de esta manera: "La mujer fue formada del costado del
hombre; por eso es el deber natural de la esposa, estar cerca, lista en cualquier momento para ser una
‗ayuda‘ para su marido; es el deber natural del marido, cuidar siempre y defender a su esposa, como parte
de su persona". Hertz (1962), 9. "No debemos crear su comienzo con la cabeza, para que no sea frívola, ni
del ojo, para que no esté mirando fijamente siempre a los hombres, ni del oído, para que no sea una fisgo-
na, ni de la boca, para que no hable demasiado (como una chismosa), ni del corazón, para que no sea
celosa, ni de la mano, para que no sea de dedos ligeros [o ladrona], ni del pie, para que no sea una azota-
calles [alguien que vaga sin rumbo o sin propósito ni dirección], sino de un lugar protegido en el hom-
bre". Neusner (1985), 191. Véase también McConkie, "The Mystery of Eden" (1990), 26.
55
El Salvador y la serpiente
66 Hunter (1951), 145. Véase también Ginzberg (1967–1969), 1:66; Sailhamer (1976–1992),
2:47.
67 Efrén de Siria, "Comentario a Génesis" 2.14.2, en Oden (2001), 72.
56
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
campo que Jehová tias del campo que yo, que un ángel de Dios
Dios había hecho, la Dios el Señor, había había caído del cielo,
cual dijo a la mujer: hecho. Y Satanás incitó según lo que está escri-
¿Conque Dios os ha el corazón de la ser- to; por tanto, se convir-
dicho: No comáis de piente (porque se había tió en un diablo, ha-
ningún árbol del huer- llevado a muchos en biendo procurado lo
to? Y la mujer respon- pos de él), y procuró malo ante Dios. Y por-
dió a la serpiente: Del también engañar a Eva, que había caído del cie-
fruto de los árboles del porque no conocía la lo, y llegado a ser mi-
huerto podemos comer, mente de Dios, de ma- serable para siempre,
mas del fruto del árbol nera que procuraba procuró igualmente la
que está en medio del destruir el mundo. Y miseria de todo el gé-
huerto, dijo Dios: No dijo a la mujer: ¿Con- nero humano. Por tan-
comeréis de él ni lo que Dios ha dicho: No to, dijo a Eva, sí, esa
tocaréis, para que no comeréis de todo árbol antigua serpiente, que
muráis. Entonces la del jardín? (Y hablaba es el diablo, el padre de
serpiente dijo a la mu- por boca de la serpien- todas las mentiras, así
jer: No moriréis; sino te). Y la mujer dijo a la le dijo: Come del fruto
que sabe Dios que el serpiente: Podemos prohibido, y no mori-
día en que comáis de él comer del fruto de los rás, sino que serás co-
serán abiertos vuestros árboles del jardín; mas mo Dios, conociendo el
ojos y seréis como dio- en cuanto al fruto del bien y el mal.
ses, conociendo el bien árbol que ves en medio
y el mal. del jardín, Dios ha di-
cho: No comeréis de él,
ni lo tocaréis, no sea
que muráis. Y la ser-
piente dijo a la mujer:
De cierto no moriréis;
pues Dios sabe que el
día en que de él comie-
reis se abrirán vuestros
ojos, y seréis como
dioses, conociendo el
bien y el mal.
57
El Salvador y la serpiente
68 Hertz (1962), 10. El Apocalipsis de Abraham sugiere que la conexión entre la serpiente y Sa-
tanás es simplemente una expresión metafórica que indica que el diablo tenía el aspecto de una serpiente.
Véase Ginzberg (1967 – 1969), 5:123 – 24, n.131.
69 "Vida de Adán y Eva," versión griega, 19:1, en Charlesworth (1983 – 1985), 2:279.
70 Ehat and Cook (1980), 60.
71 Kimball (1967), 30, énfasis añadido.
72 Véase San Agustín, "De naturaleza y gracia" 29:33, en Oden (2001), 77. Véase también
Efrén el sirio, "Comentario a Génesis" 2:16, en Oden (2001), 77; Oden (2001), 74.
73 Agustín, "Ciudad de Dios" 14:13, en Oden (2001), 77.
74 Véase a San Agustín, «en la fe y el credo de los"4:6, en Oden (2001), 77. Véase también
Oden (2001), 74.
75 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos" 2.17.25, en Oden (2001), 86.
76 Efrén el sirio, "Comentario a Génesis" 2.20.1 en la Oden (2001), 75-76.
58
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
Esto es lo que Satanás procura que hagamos, a saber, ver a otros pe-
car aparentemente sin consecuencias, con la esperanza de que escuchemos
sus diabólicas insinuaciones y participemos de lo que se ha prohibido. De-
bemos recordar que el Señor nos ha prohibido coquetear con la tentación
tanto como ha prohibido ceder a ella.
77 Filón de Alejandría sin duda consideró a Adán y Eva como una representación de los "dos
elementos dentro de la naturaleza humana", la mente y el cuerpo. Véase Pagels (1989), 64-65.
78 Véase Ambrosio, 15:73 «Paraíso», en Oden (2001), 89.
79 Church (1992), 8.
80 Ginzberg (1967 – 1969), 1: 72, 73 – 74. Véase también Neusner (1985), 201; Clarke (s.d.),
1:50.
81 Dummelow (1936), 9.
82 Hamilton (1982), 47.
59
El Salvador y la serpiente
83 Kidner (1967), 67. Véase también Andrus (1967), 186; Hertz (1962), 10; Rasmussen (1993),
14.
84 Hamilton (1982), 47.
85 Church (1992), 8–9.
86 Kidner (1967), 67–68; Speiser (1962), 23; Hertz (1962), 10; Pfeiffer and Harrison (1962), 7;
Peake
60
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
(1919), 140; Dummelow (1936), 9; Neusner (1985), 201–2; Clarke (s.d.), 1:50.
87 Cabe señalar que la fiel madre Eva nunca habría hecho esto. Ella fue fiel a la palabra de Dios
y correcta en su interpretación de la misma. Sin embargo, debido a que esta historia es acerca de nosotros,
la adición (o cambio) del mandamiento pone de relieve lo que solemos hacer y no lo que Eva hubiera
hecho.
88 Lewis (1996), 53–54.
61
El Salvador y la serpiente
62
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
Eva dio del fruto a su esposo. Una vez que Eva había comido, Sata-
nás inmediatamente la alentó a que hiciera que Adán también participara de
lo que estaba prohibido. No es diferente con nosotros. Cuando adoptamos
una práctica pecaminosa, el diablo nos anima a que incitemos a otros a pe-
car o, por lo menos, a razonar con los de nuestro alrededor que nuestro
comportamiento es apropiado. De alguna forma esto apacigua las almas de
los pecadores y les da un falso sentido tanto de ―seguridad en los números‖
como de lo apropiado de la creencia. Sin embargo, en realidad, sólo sirve
para mostrar los atributos que han desarrollado. ¿Está ―la imagen de Dios
grabada en vuestros rostros‖ (Alma 5:19) ¿O es la imagen del diablo la que
irradias?
63
El Salvador y la serpiente
96 Véase Oden (2001), 74, 92. Una antigua creencia hebrea sostiene que Adán fue creado antes
que Eva a fin de enviar un mensaje sobre los papeles divinamente establecidos del hombre y la mujer.
Véase Ginzberg (1967–1969), 5:88, n.41. Una fuente del siglo IV declara: "Ella se apresuró a comer antes
que su esposo para poder convertirse en directora de sí misma, para que pudiera convertirse en la que
diera órdenes al que debería dárselas". Efrén de Siria, "Comentario del Génesis" 2.20.3, en Oden (2001),
78.
97 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos" 2.15.23, en Oden (2001), 81;
Beda el Venerable, "Homilías sobre los evangelios" 1:17, en Oden (2001), 82.
98 Véase Wilson (1999), 17, 289.
99 Véase Ryken, Wilhoit, and Longman (1998), 320; Charles (1997), 59.
64
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
65
El Salvador y la serpiente
¿Has comido del árbol? El árbol de la ciencia del bien y del mal re-
presenta nuestros pecados y actos de rebeldía. En un sentido, es el veneno
que destruye nuestra espiritualidad y arrebata de nuestro alcance la vida
66
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
eterna. El sacramento, por otra parte, ―es el remedio contra el veneno que
arruinó la naturaleza humana cuando Eva y Adán comieron del fruto‖.108
Un académico indicó: ―Al decir que pecó por causa de la mujer que
Dios le dio, Adán [una representación metafórica de usted y de mí] intenta
atribuir su pecar a Dios. [La metafórica] Eva también fracasa al confesar su
pecado y dice que la serpiente la engañó. Estas evasivas e intentos de auto
justificarse muestran una renuencia a arrepentirse‖.113 En vez de confesar lo
67
El Salvador y la serpiente
que había hecho mal, lo cual finalmente le habría ayudado, contó lo que se
le había hecho, lo cual no ayudó en absoluto. Por supuesto, esto no es una
representación de la respuesta real de Adán sino más bien una representa-
ción recreación simbólica de usted y de mí. Adán es representado figura-
damente como fracasando en confesar su insensatez y echándole la culpa a
Eva.114 ¡Cuán común es esta práctica! ¡Frecuentemente vemos nuestras de-
bilidades, fracasos y pecados como culpa de otros! Un comentarista añadió:
aprovechan demasiado a menudo. Véase Teófilo de Antioquía, "Teófilo a Autólico" 2:26, en Roberts and
Donaldson (1994), 2:105.
114 Véase Efrén de Siria, "Comentario sobre el Génesis" 2.27.1–2, en Oden (2001), 85.
115 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos" 2.17.25, en Oden (2001), 86,
énfasis añadido. Véase también Vawter (1977), 81; Nahmánides (1971–1976), 1:83; Sailhamer (1992),
106; Sailhamer (1976–1992), 2:54; Jamieson, Fausset, and Brown (s.d.), 19; Church (1992), 10; Hertz
(1962), 11; Pfeiffer and Harrison (1962), 8; Peake (1919), 140; Dummelow (1936), 10; Clarke
(s.d.), 1:52; Rockwood (1992), 20; Keller (1990), 172–73; Reynolds and Sjodahl (1980), 138–39.
116 Tanner (1971), 33.
68
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
69
El Salvador y la serpiente
123 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos" 2.16.24, en Oden (2001), 85.
124 Véase Ireneo, "Contra las herejías" 3.23.5, en Roberts and Donaldson (1994), 1:457.
125 Kidner (1967), 70.
126 El presidente N. Eldon Tanner lo expuso de esta manera: ―Somos como Adán en que cuando
participamos de ‗frutos prohibidos‘ o hacemos cosas que se nos ha mandado no hacer, nos avergonzamos
y nos apartamos de la Iglesia y de Dios y nos escondemos, y si continuamos en el pecado, el Espíritu de
Dios se retira de nosotros‖. Tanner (1971), 33.
127 Speiser (1962), 25.
70
Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
En este pasaje (Génesis 3:13; Moisés 4:19), Eva, al igual que Adán,
es representada echando la culpa de sus acciones a alguien más. Es un sím-
bolo perfecto de la humanidad caída. Se la presenta culpando a la serpiente
y, al hacerlo, culpa indirectamente a Dios ¡que había creado a la serpien-
te!132 Por supuesto, Eva no hizo eso. Se la caracteriza simbólicamente así
en un intento de recordarnos nuestra conducta equivocada. En muchos ca-
sos el problema no es que hayamos sido engañados; el problema es que
amamos la oscuridad más que la luz. Valoramos el consejo del mundo más
que los mandamientos de Dios.133
128 Reynolds and Sjodahl (1980), 134. Véase también King (1995), s.v. Moses 4:6.
129 Véase nota a pie de página 3:4a en la edición LDS de la versión de la Biblia del Rey Santia-
go. Véase también Ireneo, "Contra las herejías" 5:23, en Roberts and Donaldson (1994), 1:551; Clarke
(s.d.), 1:44, 54; Pagels (1989), 67.
130 Widtsoe (1998), 107; Young, en Journal of Discourses, 15:126.
131 Andrus (1967), 187–88.
132 Véase Vawter (1977), 81.
133 Véase Simeón el nuevo teólogo, "Discursos" 5:6, en Oden (2001), 87.
71
El Salvador y la serpiente
134 Doroteo de Gaza, "Instrucción espiritual" I, en Oden (2001), 87. Como Eva, nuestra tenden-
cia es la de culpar al diablo -sugiriendo que sus tentaciones o bien son demasiado grandes o su método
demasiado sutil. ―Sin embargo, la sutileza de Satanás no nos justificará en el pecado: aunque es el tenta-
dor, nosotros somos los pecadores; y de hecho, es nuestra concupiscencia lo que nos atrae y seduce‖.
Véase Church (1992), 10. "El hombre está siempre inclinado a culpar a la instigación externa a pecar
antes que a la inclinación interior‖. Véase Dummelow (1936), 10. Véase también Hunter (1951), 118.
135 Véase Church (1992), 10.
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Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
Y, así como Dios relegó a Lucifer a pasar la eternidad con tales al-
mas, quienes pusieron su esperanza y confianza en las cosas de este mundo
y en las filosofías y éticas del hombre serán relegados a pasar la eternidad
con almas similares –¡pecadoras y poco fiables!-. La morada eterna de los
mundanos e incrédulos estará bien con Satanás y sus secuaces o bien con
quienes amaron al diablo y sus caminos. Las palabras de un obispo cris-
tiano del siglo VI destacan esta idea:
136 Véase Fontana (1994), 34; Todeschi (1995), 289; Cesáreo de Arlés, "Sermones" 136, en
Oden (2001), 90; Gaskill (2003), 272.
137 Oden (2001), 88.
138 Agustín, "Dos libros sobre el Génesis contra los maniqueos," en Oden (2001), 89.
139 Cesáreo de Arlés, "Sermones" 136, en Oden (2001), 90.
140 Ambrosio, "Huida del mundo" 7:43, en Oden (2001), 90.
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Por último, una cuarta interpretación, que parece tener un alto grado
de aplicación en la sociedad moderna, tienen que ver con la posición social
de la mujer después de la Caída. En Edén, el hombre y la mujer son presen-
tados como uno, compañeros iguales con papeles diferentes, per se.148 No
se caracteriza a uno de ellos gobernando al otro, sino que más bien se
muestra a Dios gobernándolo todo. Sin embargo, después de la Caída y a lo
largo de la historia, las mujeres han vivido con los hombres en un estado de
desigualdad. En opinión de algunos comentaristas, el Señor está informan-
do a Eva de que, por causa de la Caída, las mujeres perderían su posición
anterior en Edén, la cual deberían desear y luchar por recuperarla.149 El Se-
ñor declara: ―Tu deseo será para con tu marido, y él se enseñoreará de ti‖.
Un comentario acerca de este pasaje declara: ―De ser la ayuda idónea del
hombre [es decir, el compañero igual a él] y socio en sus afectos, su condi-
ción de ahora en adelante sería la de sometimiento humilde.150 De hecho,
algunos comentaristas han considerado ese ―deseo‖ o ―afán‖ por el hombre
como una referencia al deseo frecuente femenino por el estatus y posición
social masculinos.151 Aunque las mujeres SUD no han sido tan propensas a
esta tentación como lo han sido otras, el mundo vocifera la familiar sofiste-
ría de que los logros en la sociedad deben ser valorados más que los logros
en el clan. El deseo, por parte de algunas mujeres, de dominar en el mundo
y en el matrimonio podría ser el cumplimento de esta declaración divina.152
Si los matrimonios han de ser como en Edén, y como Dios desea que
sean ahora y en la eternidad, entonces el hombre y la mujer deben de ser
iguales y también estar dispuestos a aceptar sus papeles divinamente asig-
nados. Un comentarista no SUD señaló que demasiado a menudo ―‗amar y
proteger‘ se convierte en ‗desear y dominar‘ Si bien…el matrimonio puede
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Capítulo 2: Usted y yo como Adán y Eva
superar esto, el empuje del pecado siempre es hacia eso‖.153 Ya sea por par-
te del hombre o de la mujer, un intento de dominar, controlar, obligar o
usurpar los papeles divinamente asignados, es un pecado.
Se podría percibir bastante de todo esto como algo negativo. Sin em-
bargo, no se pretendió que lo fuera. Durante su tiempo en Edén, la relación
entre Adán y Eva era perfecta. Aunque no podían haber tenido hijos allí, no
podemos dar por supuesto que su amor mutuo fuera menos que perfecto y
completo. Pero, como resultado de la Caída, algo cambió. Sin duda en
Edén Eva deseaba amar y estar con su marido. Pero después de la Caída
algo se desarrolló en la naturaleza de su deseo. Este nuevo ―deseo‖ o
―afán‖ serviría a los propósitos de Dios, al tiempo que requiere de Eva y
sus hijas crecer y superar los efectos de la Caída.
153 Kidner (1967), 71. Sailhamer lo explicó de esta manera: ―En Génesis 4:7 el ‗deseo‘ conlleva
el sentido de superar o derrotar a otro…. El sentido de ‗desear‘ en 3:16 debería entenderse como el deseo
de la esposa de superar u obtener ventaja sobre su marido… Esta declaración se encuentra en agudo con-
traste con el retrato del hombre y de la mujer como ‗una carne‘… La Caída ha tenido su efecto en la rela-
ción entre el esposo y la esposa‖. Church (1992), 11.
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mos hacerlo, las consecuencias son que sufrimos y traemos sobre nosotros
pruebas que de otra manera no serían necesarias. Somos nosotros, no Dios,
quienes introducimos las espinas, cardos, zarzas y hierbas nocivas en nues-
tras vidas, y somos nosotros quienes las alimentamos de manera que cre-
cen. Por último, sin embargo, somos nosotros los que debemos hacer el
desbrozo.
Maldita será la tierra por tu causa. Mientras que en Edén las flores
y las frutas crecían espontáneamente, así también parece que en nuestro
estado premortal la rectitud ocurría más naturalmente de lo que lo hace en
los mortales caídos. De forma similar, Moisés nos informa de que Dios
―maldijo‖ la tierra, para que produjese fruto bueno sólo tras el cultivo y el
trabajo duro.
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159 Hamilton (1982), 48. También resulta interesante que Eva, siendo ―tentada‖ por Satanás no
ve con claridad (es decir, no ve a Lucifer como quien es realmente). Sin embargo, tras participar del fruto
del árbol de la ciencia del bien y del mal, el velo luciferino que le impedía ver a Satanás como realmente
era se retiró, y ella exclama, ―Ahora te conozco…‖. Lo mismo nos sucede a cada uno de nosotros cuando
se nos tienta para pecar. Satanás vela nuestras mentes y nubla nuestra visión concerniente a la repercusión
de nuestras acciones y los sentimientos que tendremos si sucumbimos. Cuando pecamos, sin embargo, no
sólo se retira el Espíritu de Dios sino también el velo de Satanás, y, como Eva, exclamamos metafórica-
mente: ―Ahora te conozco‖ (es decir, ―¿Cómo no he podido ver esto como lo que realmente era?‖). Tradi-
cionalmente reconocemos que era Satanás influyéndonos justo después de hacer lo que nos estaba tentan-
do a hacer. Pero en medio de la tentación él vela la verdad tan satisfactoriamente… ―Satanás desea difu-
minar nuestro conocimiento de lo absoluto del bien y del mal‖. Campbell (2003), 40.
160 Teodoreto de Ciro, "Sobre la encarnación del Señor" 6:1, en Oden (2001), 96.
161 Romney (1943), 27–28. Véase también Benson (1980), 32.
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Igualmente, las vestiduras que cubren la desnudez (es decir, los pe-
cados) del hombre y la mujer. La palabra hebrea para expiación significa
―cubrir‖.167 Un autor señaló: ―Las vestiduras fueron proporcionadas por
164 Ginzberg (1967–1969), 1:79; 5:97, 103–4. Véase también Tvedtnes (1994), 651–52. Las dos
palabras hebreas para ―luz‖ y ―piel‖ solo difieren en la letra inicial y se pronuncian igual en hebreo mo-
derno. Esto explica por qué algunas tradiciones consideran los garments de Adán y Eva hechos de luz, en
tanto que otras dicen estaban hechos de piel. Véase Tvedtnes (1994), 651. Véase también Robinson
(1990), 138; Adams (1990), 98. "Dios mató algunos animales a fin de proporcionar ropas a Adán y a
Eva‖. Ginzberg (1967–1969), 5:104, n.93. Véase también J. McConkie (1985), 202; Tvedtnes (1994),
649–50.
165 Blake Ostler escribió: "Debe señalarse que el antiguo garment llevaba algunos signos como
el velo del templo de Jerusalén…Muchos textos antiguos confunden el garment con el velo del templo, tal
como el Tratado de los misterios de Ambrosio de Milán o el hebreo Libro de Enoc, donde el ‗garment‘ y
‗velo‘ se emplean indistintamente‖. Ostler (1982), 35. "El tejido de lino posee varios aspectos simbólicos
que son relevantes… El lino fino que visten seres celestiales es descrito como ‗limpio y blanco‘ o ‗puro y
blanco‘ y es por lo tanto un símbolo apropiado de dignidad o rectitud (Véase Apocalipsis 3:4–5; 15:6;
19:8). Puesto que el lino no es el producto de un animal sujeto a la muerte, o como si dijéramos ‗corrup-
ción‘, también es un símbolo adecuado de la inmortalidad, que es llamada también ‗incorrupción‘ (Véase
1 Corinthians 15:52–54)‖. Brown (1999), 81–82. Véase también Habershon (1974), 104.
166 J. McConkie, "The Mystery of Eden" (1990), 30.
167 Brown, Driver, and Briggs (1999), 497–98.
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Dios para protegernos y servir de escudo no sólo contra los crudos elemen-
tos de la naturaleza sino también contra las tentaciones de nuestra naturale-
za caída, que el adversario procura aprovechar‖.168 El élder Carlos E. Asay
escribió:
De esta forma, las ―túnicas de pieles‖ nos recuerdan que Dios no nos
ha enviado al ―triste y solitario mundo‖ sin ayuda. La Expiación de Cristo
está para auxiliarnos y cubrir nuestros pecados mientras nosotros nos esfor-
zamos por recuperar la gloria de la presencia de Dios.
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Tal vez dirás: El hombre ha traído sobre sí su miseria; por tanto, de-
tendré mi mano y no le daré de mi alimento, ni le impartiré de mis
bienes para evitar que padezca, porque sus castigos son justos.
Mas, ¡oh hombre!, yo te digo que quien esto hiciere tiene gran nece-
sidad de arrepentirse; y a menos que se arrepienta de lo que ha he-
cho, perece para siempre, y no tiene parte en el reino de Dios.
Dios del huerto de Edén, para que Dios el Señor, lo sacaré del Jardín
labrase la tierra de la que fue toma- de Edén para que labre la tierra de la
do. Echó, pues, fuera al hombre y cual fue tomado; porque vivo yo,
puso al oriente del huerto de Edén dice Dios el Señor, que no se han de
querubines, y una espada encendida frustrar mis palabras, pues tal como
que se revolvía por todos lados, para salen de mi boca tendrán que ser
guardar el camino del árbol de la cumplidas. De modo que expulsé al
vida. hombre, y coloqué al oriente del
Jardín de Edén querubines y una
espada encendida, la cual daba vuel-
tas por todos lados, para guardar el
camino del árbol de la vida.
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para guardar el camino del árbol de la vida (Alma 12:21; 42:2; Moisés
4:31). El Señor lo hizo para proteger a Adán y a Eva. Era para impedirles
tomar del árbol en su estado caído y como consecuencia ocasionar que
―[viviesen] para siempre en sus pecados‖.175
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aquí, el Cordero de Dios, sí, el Hijo del Padre Eterno! ¿Comprendes el sig-
nificado del árbol que tu padre vio?‖ (1 Nefi 11:21). A lo que Nefi respon-
dió: ―Es el amor de Dios‖ (1 Nefi 11:22). Jesús es el árbol de la vida y
también el amor de Dios (Juan 3:16)
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Moisés 5:5-8
Y les dio mandamientos de que adorasen al Señor su Dios y ofreciesen las
primicias de sus rebaños como ofrenda al Señor. Y Adán fue obediente a
los mandamientos del Señor. Y después de muchos días, un ángel del Se-
ñor se apareció a Adán y le dijo: ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y
Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó. Entonces el ángel
le habló, diciendo: Esto es una semejanza del sacrificio del Unigénito del
Padre, el cual es lleno de gracia y de verdad. Por consiguiente, harás todo
cuanto hicieres en el nombre del Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios
en el nombre del Hijo para siempre jamás.
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CONCLUSIÓN
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Capítulo 3
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El Salvador y la serpiente
que es la expresa imagen del Padre (véase Hebreos 1:3). Miguel llegó a ser
el ―primer…Adán‖ y Jesús es el ―último Adán‖ (1 Corintios 15:45).