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La historia de la

Iglesia es importante
Tiempo estimado de lectura: 5 min
Josué Pineda Dale | 29 abril 2020

«¿Para qué me va a servir esto?», dijo en algún momento de


su vida todo estudiante, refiriéndose a una materia o algún
tema en particular. Tanto el creyente como el estudiante de
teología no están exentos de este sentimiento. No todos los
temas son igual de atractivos para todos y no todos disfrutan
memorizar fechas, eventos importantes y personajes
principales. Sin embargo, estudiar la historia de la Iglesia sí es
importante para el creyente en general y el estudiante de
teología en particular.

¿Por qué estudiar la historia de la Iglesia?[1]


1. Muchas veces se desconoce la historia de la Iglesia.
Conocerla hará que se entienda mejor muchas cosas de
práxis y doctrina, entre otras.
2. Dios ha estado obrando a través de la historia. La historia
es un testimonio de la providencia soberana de Dios. Sin
embargo, hay que tener claro que la autoridad no la tiene
la historia ni la tradición. La autoridad suprema es la
palabra de Dios. La historia es un testimonio latente de lo
que Él ha hecho a través de ella.
3. Cristo dijo que Él edificaría su Iglesia (Mt. 16:18). Estudiar
la historia es ver cómo la promesa se desarrolla.
4. La historia de la Iglesia es la historia del creyente como
miembro de su cuerpo. Cada creyente es parte. Por eso
se debe estudiar.
5. La verdad se ha conservado y transmitido a través de la
historia (Jn. 15:26). Jesucristo encargó a los apóstoles de
ese testimonio, ellos a sus discípulos, y ellos a todos los
que no fueron testigos oculares (1 P. 1:8).
6. Así como el creyente es alentado por la historia de la
verdad, es también advertido por la historia del error. En

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el primer concilio (Hch. 10) se hizo defensa en contra del
legalismo. A pesar de esto, hay grupos que siguen
manteniendo esto (por ejemplo, los Adventistas). Siguen
la ley a pesar que eso ya había sido descartado y
condenado. La nueva era, los mormones o el gnosticismo
fueron confrontados en su momento. Si no se estudia
estas cosas, se corre el riesgo de volver a caer en el
mismo error.
7. Hay mucho que aprender de aquellos que caminaron con
Dios (cf. He. 11).
8. Hay mucho que aprender de aquellos que fallaron en
varios puntos (2 Co. 10:6). Incluso Calvino en su
momento defendió tanto el bautismo de infantes que
estuvo de acuerdo en que alguien muriera por practicar lo
contrario.
9. Ser un apologista fiel incluye a menudo ser un buen
historiador. Es importante poder defender las enseñanzas
bíblicas del error.
10. La historia ayuda a los pastores de este siglo a tener
una perspectiva correcta sobre su lugar en estos tiempos
de la Iglesia.

Una breve advertencia


La historia de la Iglesia son eventos que sucedieron en un
momento específico. Por eso se cuenta con documentos de
donde se obtiene la información de esos sucesos. Es
importante que se investigue a profundidad y no apresurarse a
hacer conclusiones apuradas y sin suficiente fundamento. Se
debe tener cuidado porque puede haber algún tipo de sesgo en
el autor al describir el evento histórico. Por eso es importante
darle peso a los documentos que se consultan. Eso es hacer
historia. Se debe hacer un estudio cuidadoso de los
documentos disponibles e interpretarlos objetivamente. A
diferencia de la Escritura, no podemos confiar plenamente en
libros meramente históricos y tomar como dogma todo lo que
se detalla. Hay que leer cada uno de ellos con sobriedad y
tratar de entender lo que pasó porque cada autor relata según
su perspectiva, su fuente o sus presuposiciones. También, hay
un elemento filosófico a menudo, ya que algunos son

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pesimistas y otros optimistas. Finalmente, en ocasiones hay
enfoques o elementos artísticos ya que se trata de presentar la
historia de manera que no sea aburrida. Es vital tener presente
todo esto a la hora de recopilar datos históricos.

Algunos usos prácticos


Las ilustraciones de personajes, temas o situaciones de la
historia pueden ser de gran ayuda para el predicador. Son una
herramienta valiosa porque no pasan de moda. Probablemente
tendrán más utilidad y relación con el tema expuesto que otro
tipo de ilustración. Los comentarios hechos por hombres
históricos también son útiles a la hora de predicar por la misma
razón que las ilustraciones. Se puede usar alguna cita en el
sermón que servirá para ampliar o aclarar el punto que se está
haciendo. La historia de la doctrina, por su parte, es útil para
verificar que lo que se dice es verdad —entendiendo que la
historia no tiene autoridad en sí misma sino sólo la palabra de
Dios—. Esto salvaguardará al predicador de que sus
descubrimientos exegéticos se mantienen dentro de la
ortodoxia.

La apologética por su lado, se sirve también de la historia


porque brinda herramientas para defender fácilmente en contra
de ataques, cultos y demás que ya han surgido con
anterioridad muy probablemente. Sin embargo, no se debe
olvidar que la única fuente inerrante, infalible, suficiente y
poderosa de verdad es la palabra de Dios. No hay otra fuente o
norma suprema por encima de ella. Su palabra debe ser
nuestro estándar de medición.

Reflexiones finales
Al estudiar la historia de la Iglesia el creyente aprenderá de lo
que los padres de la Iglesia hicieron y podrá valorarlos más.
Son hombres que lucharon y evitaron muchas veces que el
nombre del Señor fuera vituperado. Es sorprendente constatar
cómo defendían la verdad a costa de sus propias vidas.

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Muchas veces el creyente se encuentra muy cómodo y no está
dispuesto a dar la milla extra, mucho menos sacrificar su vida.

Es invaluable leer los escritos de estos hombres y aprender


acerca de sus vidas por medio de biografías y distintos relatos.
Es reconfortante saber que el creyente no está solo y que
antes vivieron cientos de hombres valientes. Poco a poco los
errores entraban en la iglesia, fracturando el cuerpo de Cristo;
sin embargo, Dios siempre se guarda un remanente fiel y
cumple sus propósitos. Es de mucho ánimo contemplar la
providencia de Dios en la vida y hechos de cada uno de estos
personajes.

El reto es seguir aprendiendo y disfrutarlo en el proceso. Es


importante «tomar nota» a fin de no cometer los errores que
otros cometieron. Si el creyente hace esto, aprenderá a ser
más sabio.

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