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el colapso ecológico ya llegó

desarrollo económico aparte de cuiddo de medioambiente. No podía mezclarse.


Mov ambientalista: no puede haber desarrollo económico sin cuidar medioambiente y
nuestros recursos.

El presente trabajo tiene como objetivo fundamental discutir y analizar el proceso de


conformación, en los últimos treinta años en el contexto latinoamericano, de un nuevo
actor sociopolítico como son los movimientos sociales, ante el agotamiento del modelo
de Estado, específicamente del Estado Benefactor, así como el progresivo fracaso que
están teniendo los partidos políticos como instancias de intermediación entre el Estado y
el resto de la sociedad.
El ambientalismo a movimiento histórico resalta que éste ha asumido distintas
“configuraciones” y establecido distintos “sistemas de oportunidades políticas”, de
acuerdo a las circunstancias sociopolíticas, la identificación del opositor y, el tipo de
alianzas que deban realizar con fines de demandar mejor calidad de vida o denunciar los
riesgos y consecuencias que derivan los problemas ambientales a nivel global
El empirismo científico-tecnológico que ha predominado y justificado el desarrollo
industrial en aras del “bienestar colectivo” de las sociedades modernas, compromete
hoy toda posibilidad de vida futura, debido a los efectos destructivos que sobre el
ambiente
ha tenido la práctica productiva-consumista dominante que rige el mundo moderno.
Bien lo señalaba en la década del setenta del pasado siglo, el Club de Roma cuando
alertaba a los gobiernos acerca de las terribles consecuencias que sobre el ambiente
tenía el crecimiento económico descontrolado en los países industrializados, con
nefastas implicaciones para la especie humana. Es a partir de este llamado de alerta que
la ecología comienza a ampliar su visión y objeto de estudio dedicándose a analizar,
además de las interrelaciones de las poblaciones animales y / o vegetales, a verificar las
implicaciones
entre el ambiente y las culturas, así como la búsqueda de alternativas ante los impactos
ambientales negativos que ocasionan los procesos de explotación, producción y
consumo.
Ante la dimensión del problema ambiental en el mundo y, especialmente en América
Latina, surgen como respuesta los nuevos movimientos ambientales, donde se considera
el ambiente como un nuevo derecho de ciudadanía, como un problema político que
requiere de la participación de la población en la gestión ambiental y, en la organización
social para la satisfacción de sus necesidades y el mejoramiento de la calidad de vida de
las comunidades.
El ambientalismo, como proyecto político alternativo en América Latina plantea un
nuevo ámbito de participación en la medida que ha logrado penetrar la opinión pública y
capitalizar la voluntad colectiva, para organizarse, actuar e incidir más allá de los
partidos sobre los problemas de orden ambiental que afectan a una colectividad, pero
que en algunos casos trasciende al ámbito internacional.
el ecologismo surge en los noventa del siglo pasado, como un movimiento a favor de un
orden mundial no violento y de denuncia de los problemas ambientales que ocasiona la
industrialización, se ha abocado a la solicitud de incorporación de sus demandas,
premisas ecológicas y visiones particulares de sociedad en la conformación de la
plataforma política de numerosos partidos de corte tradicional, incluso en la creación de
partidos verdes o ecológicos, lo que les ha valido para ganar puestos en los parlamentos
de algunos países que integran la Comunidad Europea, Japón y Estados Unidos.
En los últimos años los movimientos ambientales en América Latina han alcanzado
ciertos logros y tenido impactos más o menos significativos, sin que esto implique que
se haya podido modificar el patrón capitalista global de producción – consumo
dominante, donde el crecimiento económico y el dominio de los mercados sigue siendo
la clave del “éxito”, en términos de “bienestar material”.
Es el caso por ejemplo de la incorporación del tema ambiental en las agendas nacionales
e internacionales
(Los movimientos ambientales en América Latina como respuesta sociopolítica al
desarrollo global, Nancy Santana Cova)

CONTEXTO EN EL QUE SURGE


Durante mucho tiempo, en Occidente, las historias de las luchas y formas de resistencia
colectiva estuvieron asociadas a las estructuras organizativas de la clase obrera,
entendida como actor privilegiado del cambio histórico. La acción organizada de la
clase obrera se conceptualizaba en términos de '"movimiento social", en la medida en
que aparecía como actor central y como potencial expresión privilegiada de una nueva
alternativa societal, diferente del modelo capitalista vigente. Sin embargo, a partir de
1960, la multiplicación de las esferas de conflicto, los cambios en las class populares y
la consiguiente pérdida de centralidad del conflicto industrial pusieron de manifesto la
necesidad de ampliar las definiciones y las categorías analíticas. Se instituyó la
categoría-empírica y teórica de "nuevos movimientos sociales" para caracterizar la
acción de los diferentes colectivos que expresaban una nueva politización de la
sociedad, al hacer ingresar en la agenda pública temáticas y conflictos tradicionalmente
considerados como propios del ámbito privado o bien naturalizados y asociados de
manera implícita al desarrollo industrial.
En este marco fueron comprendidos los nacientes movimientos ecologistas o
ambientales, que junto con los movimientos feministas, pacifistas y estudiantiles,
ilustraban la emergencia de nuevas coordenadas culturales y políticas. El movimiento
ecologista apuntaba sus críticas al productivismo, que alcanzaba tanto al capitalismo
como al socialismo soviético, mientras aparecía unificado en el cuestionamiento al uso
de energía nuclear. En los años setenta, como ya hemos visto, la cuestión ambiental
ingresa en la agenda global. Surgen así instituciones internacionales y nuevas
plataformas de intervención (como el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo -PNUD), diferentes organizaciones de tipo ecologista, los primeros partidos
Verdes (con el partido alemán como modelo) y numerosas ONG, todos ellos con
tendencias y orígenes ideológicos muy contrastantes, desde los más conservadores hasta
los más radicales.
Si bien desde los años cincuenta existían organizaciones conservacionistas en diversos
países, tenían escasa repercusión en América Latina.
En trabajos escritos durante los años noventa, Enrique Leff y Eduardo Gudynas, dos
referentes en el tema, señalaban la heterogeneidad del movimiento ambiental y su
carácter policlasista -aunque marcado por la presencia de las clases medias- y
enfatizaban su débil identidad, cohesión y continuidad. Esta debilidad aparecía ligada a
la idea central que recorría a las élites políticas latinoamericanas -derechas e izquierdas
reunidas- de que la preocupación por el ambiente era una cuestión de agenda de los
países industrializados, ya que el principal problema en nuestro continente era la
pobreza, no la contaminación.
Por otro lado, los pioneros en el campo del ambientalismo -quienes debatían en las
diferentes conferencias internacionales sobre desarrollo sustentable promovían un
incipiente pensamiento de defensa ambiental. Y además contribuyeron a generar, paso a
paso, un saber experto independiente de las grandes transnacionales conservacionistas.
Cada país tiene su propia legión de pioneros del ambientalismo. En la Argentina, uno de
los más destacados es Miguel Grinberg, creador de la mítica revista Mutantia, quien
introdujo numerosos temas vinculados a la ecología y siempre fue muy crítico del
proceso de expropiación del discurso "verde" por el poder transnacional. Entre los años
setenta y ochenta aumentó el número de grupos ambientalistas, pero también hubo una
marcada tendencia a la institucionalización.

EL MOVIMIENTO SOCIAL
El movimiento por la justicia ambiental y climática comparte el ethos de los
movimientos alterglobalización, de los cuales forma parte. La acción directa y lo
público, la vocación nómade por el cruce social y la multipertenencia, las redes de
solidaridad y los grupos de afinidad aparecen como piedra de toque en el proceso
siempre fluido y constante de construcción de la identidad. En tanto movimiento de
movimientos, sus formas son plurales y adoptan diferentes niveles de involucramiento y
acción, que van desde grandes y pequeñas organizaciones que desarrollan una
persistente tarea militante y registran continuidad en el tiempo, hasta otras más fluidas y
transitorias como redes o alianzas surgidas con el objetivo de realizar una determinada
acción y que lego se disuelven o quedan en estado de latencia. Así, el movimiento para
la justicia ambiental y climática incluye desde organizaciones de base (colectivos
ecologistas y feministas, movimientos socioambientales locales y culturales, ONG
ambientalistas, organizaciones de pueblos originarios); redes de organizaciones y
movimientos sociales nacidos como instancias de coordinación para realizar acciones de
protesta puntuales, específicas y simultáneas en diferentes partes del mundo (ya sea ante
la OMC, la COP o el Foro de Davos) y protestas de jóvenes en forma de "huelgas
climáticas" como las que promueven Fridays for Future y Jóvenes por el Clima, hasta
movilizaciones espontáneas, algunas de carácter masivo y transversal, que denuncian la
inacción de los gobiernos ante los crímenes ambientales (como sucedió en Brasil y otras
partes del mundo en relación con los múltiples incendios de la Amazonía e incluso en
Australia, done miles de manifestantes, sobre todos jóvenes, marcharon en enero de
2020).
Puede suceder que algunas de estas acciones, pese a su masividad, se agoten en la
dimensión cultural-expresiva y no alcancen dimensión política. Pero ante la
envergadura de la crisis climática, las movilizaciones adquieren contornos sociales y
participativos cada vez más amplios y transversales e incluyen a amplios sectors de la
ciudadanía que toman conciencia de la gravedad de la crisis y la necesidad de exigir
políticas activas urgentes y transformadoras. Estamos ante la emergencia de un a nuevo
activismo climático, muy vinculado a la juventud, que desborda cualquier organización
de base y apunta a conformar, antes que un movimiento social, una sociedad en
movimiento.
En 1988, la tapa de la revista Times mostraba un globo terráqueo atado con varias
vueltas de soga y un colorido atardecer como fondo bajo el sugestivo título "Planeta del
año: la Tierra en peligro de extinción" Treinta y un años después, en diciembre de 2019,
la portada de la revista publicaba el rostro de la joven sueca elegida como "la persona
del año" con el subtítulo "Greta Thunberg, el poder de la juventud". Greta fue la persona
más joven en aparecer en la portada de la conocida revista. O, en palabras de los
editores: "Si bien la revista tiene un largo historial en el reconocimiento del poder de la
juventud, nunca antes había elegido a una adolescente”.
•En términos de activismo climático, muchas cosas cambiaron desde el Acuerdo de
París hasta la cumbre de Madrid, muchas de ellas vinculadas con la irrupción de los
jóvenes que asumieron el protagonismo del movimiento por la justicia climática. Ya
dijimos que en 2015 la gran estrella de la contracumbre parisina fue la escritora
canadiense Naomi Klein, que acababa de publicar Esto lo cambia todo. El capitalismo
contra el clima. En diciembre de 2019, en Madrid, la figura insoslayable fue Greta
Thunberg, la adolescente sueca que dos años atrás había iniciado una cruzada contra el
cambio climático. En agosto de 2018, lego de varias olas de calor e incendios forestales
que convirtieron el apacible verano sueco en un inferno, una jovencita de aspecto frágil
lanzó la primera "huelga estudiantil por el clima". Con apenas 14 años y afectada por el
sindrome de Asperger, Greta Thunberg dejó de asistir a clase para plantarse todos los
días frente al Parlamento y denunciar los riesgos de la inacción de las élites políticas y
económicas ante el acelerado cambio climático. Su perseverancia, su obstinación y la
impactante crudeza de sus declaraciones la hicieron célebre de la noche a la mañana. Su
llamado dio la vuelta el mundo y encontró eco en miles de adolescentes y jóvenes que -
unidos en el movimiento Fridays for Future- se pusieron a la cabeza del movimiento
global por la justicia climática.
Las palabras de Greta poseen una fuerza dramática inusual, en sintonía con la gravedad
de la hora. "No quiero que tengan esperanza, quiero que entren en pánico. Quiero que
sientan el miedo que yo siento todos los días y luego quiero que actúen", les dijo a los
líderes del Foro Económico Mundial reunidos en Davos en enero de 2019. "Todo esto
está mal. Yo no debería estar aquí. Debería estar de vuelta en la escuela, al otro lado del
océano. ¿Sin embargo, ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, en busca de esperanza?
¿Cómo se atreven?". "Estamos en el comienzo de una extinción masiva. Y de lo único
que pueden hablar es de dinero y cuentos de hadas de crecimiento económico eterno.
¿Cómo se atreven?". "Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías.
Y, sin embargo, soy de los afortunados", dijo en septiembre de ese año en Nueva York,
en la cumbre de Jóvenes por el Clima de la ONU.
En su paso por la COP 25 en Madrid, Greta se rodeó de activistas, sobre todo indígenas,
y de científicos estudiosos del cambio climático. A la hora de hablar ante los políticos y
observadores tradicionales, evitó la emoción y las frases contundentes para apelar a los
datos científicos sobre la situación del clima. Su lema fue, más que nunca: "Escuchen a
los científicos" El "efecto Greta Thunberg" se tradujo en el lanzamiento de las huelgas
globales contra el cambio climático, cuyo impacto y masividad sorprendieron a propios
y extraños. Durante la segunda huelga global, el 15 de marzo de 2019, más de 1,4
millones de jóvenes se manifestaron en 125 países y 2083 ciudades. En la tercera, el 20
de septiembre de ese mismo año, fueron 4 millones en 163 países, entre ciudades del
Norte y del Sur. La convocatoria de Greta y, por extensión, la acción de los nuevos
movimientos por la justicia climática, pusieron en evidencia el fracaso de los grandes
objetivos que se había trazado la humanidad casi medio siglo atrás, al inaugurar la era
de las cumbres climáticas globales. En primer lugar, el fracaso del llamado "desarrollo
sustentable o sostenible" como nuevo paradigma, vaciado de todo contenido
transformador y sacrificado en los altares del capitalismo y del libre mercado. En
segundo lugar, el quiebre del pacto intergeneracional que, desde la época de las
primeras cumbres, buscaba garantizar el derecho de las futuras generaciones a una
herencia adecuada que les permitiera un nivel de vida no inferior al de la generación
actual.
¿Pueden tener vuelta atrás estos quiebres? Todo depende de las decisiones políticas que
las élites políticas y económicas adopten a nivel global en el corto plazo. No más de una
década, esta que acaba de comenzar. Como expresa una carta firmada por más de once
mil científicos de todo el mundo: "La crisis climática ha llegado y va mucho más rápido
de lo que la mayoría de los científicos esperaba. Es más severa que lo previsto, amenaza
los ecosistemas naturales y el destino de la humanidad". El tiempo es poco y los
desafíos requieren audacia y rigor, pues "las reacciones en cadena climática pueden
causar alteraciones significativas en los ecosistemas, las sociedades y las economías,
que podrían hacer que grandes áreas de la Tierra se vuelvan inhabitables" Una solución
urgente requeriría no solo una reducción drástica de la emisión de gases de efecto
invernadero, sino también una disminución en el metabolismo social, lo cual implicaría
menos consumo de materia y energía. Sobre la participación cada vez más amplia de la
sociedad civil y las características del movimiento de justicia climática, cabe
preguntarse: ¿se trata de un movimiento de movimientos o estamos ante la emergencia
de la sociedad en movimiento, comparable a la potencia femenina que vislumbramos
cada vez que se movilizan los poderosos colectivos de mujeres contra el patriarcado y la
violencia de género?
En suma, el movimiento por la justicia climática es hijo de los movimientos pacifistas y
ecologistas de los años ochenta, pero sobre todo de los más recientes y más
comprometidos en la lucha contra todo tipo de desigualdad y contra las diversas formas
de dominación neocolonial, racista y patriarcal. Es hijo de las luchas del Sur contra el
neoextractivismo y de las masivas movilizaciones feministas que recorren el mundo.
Los tempos se han acortado de modo indefectible. Pese a las continuas manifestaciones
en todo el mundo y al creciente protagonismo de los jóvenes, la brevedad es tanta que
podríamos medirla con un reloj de arena. La radicalidad requerida en las posiciones y
demandas es tanta que no basta con organizar movilizaciones que vehiculicen desde
abajo las dimensiones expresivas de la lucha o se autolimiten al legitimar las tibias
reformas que priorizan las leyes del mercado (bonos de carbono, entre otras).
El mensaje es cada vez más rotundo, como manifiestan los jóvenes, que son los
verdaderos protagonistas de esta hora crucial: para generar cambios reales no solo es
necesario desarrollar la dimensión expresiva, sino también avanzar desde abajo en la
confrontación colectiva con el poder global y sus manifestaciones locales y territoriales,
de modo que las decisiones sobre el futuro del planeta y de la humanidad no continúen
secuestradas por una reducida élite política y económica que atenta contra el tejido de la
vida. Para avanzar en una dirección transformadora, hacia una sociedad posfósil que
plantee una transición justa y sustentable, la dimensión emancipatoria desde abajo debe
activar la dimensión reguladora de los Estados en todos sus niveles.

SURGIMIENTO JOVENES POR EL CLIMA


Origen protestas
Cuando Greta Thunberg decidió faltar a la escuela todos los viernes para exigir medidas
urgentes a su gobierno, no lo hizo clamando únicamente por soluciones para la juventud
sueca o europea. Se declaró en huelga por la furia que le generó el hecho de que las
sociedades de los países del norte global hubieran construido su estilo de vida a costa de
los países del sur, con la colonización y la extracción masiva de recursos naturales. Este
último punto es clave. Los pibes y las pibas de Europa no están padeciendo las peores
consecuencias del cambio climático, pero aun así se manifiestan motivados por un
reclamo colectivo que trasciende las fronteras geográficas.
Fundación jóvenes por el clima
El nacimiento de JOCA, el 15M y el mes más intenso de nuestras vidas
El video de greta que a mí me había inspirado se estaba difundiendo masivamente por
nuestros círculos de amistades en redes sociales. Sin embargo, ningun espacio estaba
transformando ese interes en una convocatoria concreta. Ese roles el que decidimos
ocupar cuando creamos joca.
Lo primero era difundir la convocatoria. Movimientos sociales, militantes estudiantiles,
la política en general todavía no concebía la crisis climática y ecológica como una causa
por la que militar. Lo que veíamos era mucho interés en grupos cercanos por fuera de la
militancia tradicional. Armamos una página de Instagram, difundimos una gacetilla de
prensa a los pocos contactos en medios que habíamos podido conseguir y nos pusimos
como objetivo hacer todo lo posible para que la convocatoria se volviera viral.
Nuestras redes seguían creciendo y empezaron a contactarnos grupos ambientales que
veían con mucho entusiasmo el interés juvenil en el tema. Las organizaciones con más
historia de activismo ambiental se unieron a nosotros para sumar energía y potenciar el
impacto de esta nueva generación de militants ambientales. Estas Organizaciones lego
formarían la Alianza por el Clima, un conjunto de ONG que, al igual que nosotros,
buscaban prevenir los peores efectos de la crisis climática y ecológica. Aportaron su
experiencia y su apovo logístico. Y así nació una coalición que persiste en la actualidad.

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