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Jesús nos enseña a creer

¿Qué significa creer en Dios?


Tener fe es creer en Dios ¿Qué significa creer en Dios? Se habla a veces de manera tan superficial
sobre las cuestiones más importantes de la vida, y se opina
con tal ignorancia sobre la religión, que ahora se hace
necesario aclarar, incluso, las cosas más elementales como
el ¿qué significa creer en Dios?
A los cristianos de hoy nos toca vivir en un mundo en el
que muchos hombres han desplazado a Dios de su vida y
viven como si Dios no existiera; bastantes incluso niegan
explícitamente su existencia. El increencia, la indiferencia,
el ateísmo, nos rodean y acechan nuestra vida de fe.
Como dijo hace siglos Blaise Pascal: Si no creemos por ninguna razón, entonces por lo menos
debemos creer porque Dios es nuestra mejor opción. Si lo seguimos y Él no existe, entonces no
habremos perdido nada. Pero si no lo seguimos y Él sí existe, entonces lo perderíamos todo. Así
que no tenemos nada que perder al creer en Dios, al vivir y pensar que Él es la realidad más segura
en el universo. Esto no significa que lo entenderemos todo. No, nunca lo entenderemos todo. Fe
significa confiar en Dios aun cuando no lo entendemos todo. Lo podemos adorar aun cuando
tenemos dudas (Mateo 28:17).
Cuando una persona habla “desde fuera”, sin conocer por experiencia personal lo que es creer en
Dios, piensa: Creo que Dios existe, pero no lo puedo asegurar. Sin embargo, para el que vive desde
la fe, creer en Dios es otra cosa. Cuando el creyente dice a Dios “yo creo en Ti”, está diciendo: “No
estoy solo, Tú estás en mi origen y en mi destino último; Tú me conoces y me amas; no me dejarás
nunca abandonado, en Ti apoyo mi existencia; nada ni nadie podrá separarme de tu amor y
comprensión”.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice “Por su revelación, «Dios invisible habla a los
hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la
comunicación consigo y recibirlos en su compañía» (DV 2). La respuesta adecuada a esta
invitación es la fe. Dios es nuestro Padre y se necesita fe
para creer que Dios nos ama y que Él provee para nuestras
necesidades.
Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia
y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su
asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5). La sagrada
Escritura llama «obediencia de la fe» a esta respuesta del
hombre a Dios que revela”.
Entonces, la fe es la respuesta del hombre a la revelación
divina. Dios ha querido comunicarse a sí mismo, darse a conocer, para invitar a los hombres a
participar de la vida divina. A través de la mediación de la Iglesia, la revelación divina llega a
nosotros. En el creer se manifiestan la confianza, la obediencia y la entrega. Esto lo podemos ver
reflejado en los grandes personajes de la Sagrada Escritura. Como en Abraham, que al escuchar lo
que Dios le pedía lo puso en práctica, en la Virgen María que igualmente escucha y obedece.
Le creemos a Dios. La fe se fundamenta, en la autoridad de Dios que se revela a sí mismo, Dios ni
se engaña ni nos engaña, su autoridad es la autoridad de la Verdad. Creemos a Dios y creemos en
Dios, porque Él constituye el centro y el contenido de la fe. La revelación divina nos da a conocer,
ante todo, el Misterio que es Dios, en el cual el hombre encuentra la salvación.
Por eso, para creer, lo decisivo no son las “pruebas” a favor o en contra de la existencia de Dios,
sino la postura interior que uno adopta ante el misterio último de la vida. Nuestro mayor problema
hoy es no vivir desde el fondo de nuestro ser. Vivimos por lo general, en una superficialidad,

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separados de lo profundamente esencial.
Dios requiere la fe, ya que permite a los humanos la capacidad de elegirlo o rechazarlo. Sin la
capacidad de elegir, la humanidad dejaría de ser humana tal como la conocemos. Porque la gente
puede optar por tener fe o no tener fe, hay una manera de que Dios pueda saber quienes son los que
han creído en Él y quienes no.
La fe en Dios no es "fe ciega", como algunos sostienen. Sino es una elección basada en la
información disponible. La Biblia, el mundo creado, las vidas cambiadas de los creyentes,
Jesucristo, y otras maneras en que Dios actúa en nuestro mundo constituye una prueba suficiente
para que la gente elija la fe en Dios. Como Jesús enseñó en
Lucas 16:31
: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se
levante de entre los muertos.”
Es por fe que podemos amar a otras personas. La fe nos libera del miedo de hacer el ridículo o ser
rechazados. Podemos amar a otros sin preocuparnos de lo que nos harán, porque confiamos en que
Cristo nos recompensará generosamente.
Mediante la fe en Dios, podemos ser generosos
con otros. Mediante la fe en Dios, podemos
ponerlo primero en nuestras vidas.
Cuando creemos que Dios es tan bueno como dice
ser, entonces lo atesoraremos sobre todas las
cosas, y estaremos dispuestos a hacer los
sacrificios que Él nos pide que hagamos.
Confiaremos en Él, y mediante esa confianza,
experimentaremos el gozo de la salvación. La vida
cristiana es, de principio a fin, cuestión de confiar
en Dios

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