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Professor Cavazos 0º T de F H demasiado H

H U M A N O, DEMASIADO HUMANO

ESTUDIO P RE L I M I N A R

El 15 de octubre de 1844, en una pequeña ciudad alemana llamada Roecken,


nace Friedrich Nietzsche, en el seno de una familia con larga tradición de pastores
protestantes.

Su breve vida, de apenas 45 años, se truncó el 25 de agosto de 1900, tras una


internación en una clínica mental de Basilea.

Fue tan excepcional la intensidad de su corta existencia, que le alcanzó para


desmontar buena parte de los supuestos que, desde tiempo inmemorial, han
venido alimentando la larga historia de la existencia humana en Occidente.

Para ello, Nietzsche inaugura un método genealógico, una verdadera búsqueda


del origen, de la Metafísica, de la Moral y de la Ciencia.

Es una modificación revolucionaria que apunta a la esencia de la filosofía:


Pregunta por el «quién», qué habla, si habla con verdad o miente, si la oculta o
disfruta, si se sabe a quién beneficia, etc.

La herramienta que usa el filósofo es el discernimiento, que le permite separar lo


verdadero de lo amañado con malicia.

Nietzsche intuye que detrás de las verdades absolutas y universales de Platón, o


del cristianismo y su Dios único y verdadero, de las verdades objetivas del
discurso científico e, incluso, de las normas morales inapelables, puede haber
algún factor silencioso, alguna interacción de fuerzas y sentimientos, que pudiera
estar falseando continuamente la realidad, para interpretarla, acomodándola a
nuestros propios intereses:
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A esta construcción la denomina Voluntad de Poder.

De esta manera tan drástica, Nietzsche desestima la noción de la imparcialidad en


el conocer y, por tanto, la estabilidad del concepto de Verdad, sometido a
cualquier cambio de humor.

Otro tanto ocurriría con la universalidad de los conocimientos de la Ciencia.

Por otro lado, el yo, última fortaleza de la fe, también se revelará a Nietzsche
como una ilusoria creencia, una ficción imprescindible para nosotros, humanos,
demasiado humanos.

«Mi filosofía es un platonismo invertido»

afirmaba Nietzsche, confirmando así la gran confrontación.

Ese gran amante de la Verdad que fue Platón, queda así desenmascarado:

Su «mundo verdadero» es, en realidad, tan sólo una ficción, una breve brizna
de felicidad que sólo experimenta el que más sufre, una mentira que alguna
mente fatigada y dolida necesita tomar por verdadera, para redimir una
existencia que no se justifica por sí misma.

Asimismo, en el cristianismo se aprecia la misma culpabilización de la existencia,


como origen de todas las desdichas.

Una vida en la que el morir y el renacer, el crear y el destruir, el Bien y el Mal, la


Verdad y la Mentira, el placer y el dolor son lo mismo, porque el paso del tiempo
no perdona.

De este modo, nuestra conciencia desdichada se conforma con la ficción de un


Ser eterno y perfecto, del cual se excluye todo cambio y toda connotación
negativa:
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Es ajeno al Mal, al Dolor y a la Mentira.

Resulta, de esta manera, que este Ser infinitamente Verdadero, no es otra cosa
que la pura Nada, un ideal vacío, una gran mentira basada en su contradicción
con el mundo real.

En Humano, demasiado Humano, texto conformado por varios capítulos, dedica


los primeros a la religión, la moral, la filosofía, el arte y la cultura de su época.

Los siguientes tienen que ver con las relaciones entre individuos y,
particularmente, con las características del mundo femenino.

Tienen cabida también en estos capítulos la situación política de Alemania en esa


época, y los conflictos y disturbios que se produjeron tras la unificación de los
partidos socialistas de ese país.

El último capítulo, un tanto melancólico, muestra a Nietzsche a solas consigo


mismo; y sus aforismos son un monólogo que, a pesar de ser pesimista, no
implica pasividad ni resignación, ya que se advierte en todo momento el esfuerzo
tendiente a la superación.

Decide
Tu,
New
York.
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