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Lengua Castellana y Literatura

TEMA 1

LENGUAJE Y COMUNICACIÓN. COMPETENCIA LINGÜÍSTICA Y


COMPETENCIA COMUNICATIVA

1. Introducción
2. Lenguaje y comunicación
2.1. Definición de lenguaje y comunicación
2.2. La semiótica o semiología
2.3. El lenguaje animal frente al lenguaje humano
2.4. Las propiedades del lenguaje humano
3. Competencia lingüística y competencia comunicativa
3.1. La competencia lingüística
3.2. La competencia comunicativa
3.3. Las funciones del lenguaje
4. Contribución a las asignaturas
5. Conclusión
6. Bibliografía

1. INTRODUCCIÓN

¿Qué es el lenguaje sino el medio por el que transmitimos nuestro mundo interior, nuestra
realidad? Con el lenguaje le damos forma a nuestro pensamiento y somos capaces de comunicarlo
con los demás individuos. Al igual que el resto de seres vivos, los seres humanos tenemos la
necesidad de comunicarnos por el hecho de ser seres sociales.

Por ello, en el desarrollo de este tema, tras una breve introducción, se describirán los
principales mecanismos que rigen el lenguaje verbal a través de dos grandes apartados. En el
primero de ellos, lenguaje y comunicación, se analizarán ambos conceptos y se explicará la
importancia de la semiótica en relación a estos términos, esto nos llevará a comparar los sistemas
de signos animales frente al humano, y las propiedades específicas de este último. El segundo
apartado será una explicación sobre la competencia lingüística y la competencia comunicativa.
Dentro de esta última, se estudiarán las funciones del lenguaje entendidas como un acto
comunicativo y no simplemente como un sistema cerrado y teórico.

Además, es fundamental para el docente el conocimiento del funcionamiento del lenguaje


humano y la comunicación, pues a través de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura se
pretende la mejora de la competencia en comunicación lingüística en todos los niveles, por ello
también se incluirá la contribución del tema a las asignaturas del módulo, tal como se especifica
en la convocatoria de estas pruebas. Finalmente, añadiremos las conclusiones de este tema.

2. LENGUAJE Y COMUNICACIÓN

El hecho comunicativo no se limita solo a la palabra, por poderosa que esta sea: son otros
muchos los lenguajes que lo integran. No obstante, debemos comenzar por la búsqueda de una
definición correcta y precisa para el lenguaje, si es que existe, para poco a poco adentrarnos en el
hecho comunicativo completo y en todos los elementos que este incluye.

2.1. Definición de lenguaje y comunicación

De manera genérica, se puede definir lenguaje como una facultad biológica de la especie
animal homo sapiens. Ninguna otra especie animal tiene una facultad homóloga. Sin embargo, la
amplitud del concepto hace que sea sumamente complejo definirlo de manera precisa.

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Lo que sí se puede afirmar es que el concepto de lenguaje está estrechamente ligado al de


comunicación. Es por eso que la mayoría de definiciones de lenguaje aluden a este segundo
concepto. Por ejemplo, para Sapir «la lengua es un método puramente humano y no instintivo
para la comunicación de ideas, emociones, y deseos por medio de símbolos producidos
voluntariamente». May, por su parte, define el lenguaje como «la intuición con que los humanos
se comunican e interactúan entre sí por medio de símbolos arbitrarios». Personalmente, resulta
bastante interesante el uso del término intuición para definir el lenguaje, ya que este es intuitivo,
los infantes van reconociendo y aprendiendo palabras y estructuras a través de un continuo de
sonidos y, para eso, es necesaria la intuición.

Si el lenguaje está estrechamente ligado a la comunicación, ¿en qué consiste exactamente


este segundo concepto? Según la Teoría de la Comunicación y la Información de Shannon y
Weaver (1948), la comunicación es el paso de una determinada información de un punto a otro
distantes en el espacio o en el tiempo. Al amparo de esta teoría se formula un esquema de la
comunicación que, con las modificaciones posteriores de Jakobson (1960), consta de seis
elementos centrales:

a) Código: un sistema convencional de señales a las que se asocian ciertos mensajes.


b) Mensaje: el resultado de la codificación, portador de la información o conjunto de
informaciones que se transmiten.
c) Emisor: el que codifica el mensaje.
d) Receptor: el que descodifica el mensaje.
e) Canal: el medio físico por el que circula la señal.
f) Contexto: el conjunto de circunstancias que rodean el acto de comunicación.

Además, debemos añadir dos elementos extralingüísticos más: el referente, es decir, la


realidad extralingüística a la que alude el mensaje codificado por la señal. Y los ruidos o
interferencias que son barreras o defectos que dificultan la comprensión del mensaje u originan
una pérdida de información.

Aunque este sea el sistema más común, crea una imagen de la comunicación humana
bastante simplista, en la que la comunicación se reduce a un intercambio mecánico de mensajes
y de señales. Sin embargo, son precisamente estos factores los que determinan el uso de la lengua,
por lo que para empezar a hablar de comunicación creemos fundamental mencionarlos.

En definitiva, las lenguas constituyen sistemas de símbolos diseñados para la


comunicación. El hecho de que constituyan sistemas de símbolos tiene como consecuencia que
para su estudio tenga especial relevancia la disciplina que se encarga del estudio del signo como
elemento de comunicación: la semiótica o semiología.

2.2. La semiótica o semiología

La semiología (o semiótica) es la ciencia que se encarga del estudio de los signos. Por
tanto, estudia los diversos sistemas de signos que se emplean en sociedad, y es la lengua, dentro
de estos sistemas, la que constituye el más importante entre todos ellos. El objetivo principal de
esta ciencia es explicar cómo nos comunicamos mediante la realización de cierta clase de
acciones, qué características especiales tienen esas acciones para posibilitar la comunicación y de
qué modo funciona el proceso de producción y compresión del significado ligado a esas acciones.

Si bien, en palabras de Jakobson, «la cuestión del signo y de los signos fue abordada varias
veces por los pensadores de la Antigüedad, la Edad Media y del Renacimiento», los orígenes de
esta ciencia concreta se remontan a dos corrientes diversas. Mientras que el término semiótica se
vincula más con la corriente estadounidense, cuyo principal representante es Peirce, el término
semiología aparece vinculado a la tradición europea, a la que pertenece Saussure. De estas dos
concepciones se derivan una serie de diferencias que dan lugar a dos teorías distintas. Por ejemplo,

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los estructuralistas saussureanos hacen hincapié en las diferencias que separan al lenguaje de otros
modos de comunicar, mientras que la semiótica peirciana recalca sus semejanzas.

Respecto a Charles Sanders Peirce (1839-1914), su mayor contribución a la semiótica fue


el inicio del estudio de los símbolos en EEUU y la caracterización de tres tipos de signos que
pueden coexistir en un mismo signo: icono, indicio y símbolo, que describiremos más adelante.

Ferdinand de Saussure (1857-1913) es quien le otorga el lugar principal a la lengua por


encima del resto de sistemas de signos empleados en sociedad. Por lo tanto, formula que la
lingüística forma parte de la semiología que, a su vez, pertenece junto con otras disciplinas a la
psicología o sociología generales. Esta teoría saussureana sobre la semiología está estrechamente
relacionada con sus teorías sobre el signo lingüístico. No obstante, la teoría de Saussure sobre la
semiología despertó poco interés entre sus contemporáneos, puesto que Saussure solo menciona
esta ciencia para luego centrar sus estudios en la lingüística, es decir, una parte de la semiología.

La teoría del signo lingüístico, anteriormente mencionada, nos va a permitir comenzar a


explicar en qué consiste el signo lingüístico y sus diferentes teorías y clasificaciones. Las unidades
constituyentes de cualquier sistema de comunicación se denominan signos.

La concepción del signo, como se ha mencionado anteriormente, no nace con Saussure,


sino que se remonta a la Antigüedad y continúa a lo largo de toda la Historia. Entre las teorías
clásicas, Aristóteles formula que el signo está constituido por dos elementos, el nombre y el
concepto. El primero es un sonido vocal y el segundo es la representación mental. Platón
relaciona el nombre con el objeto, que a su vez es representación del mundo de las ideas. Es con
la tradición estoica cuando comienza la concepción triangular del signo, con tres elementos
ligados: lo significado, lo que significa y el objeto.

Pero, ¿cómo entendía Saussure el signo a través de su teoría del signo lingüístico? El signo
lingüístico (signe) era la unión de dos componentes, el significante (signifiant) y significado
(signifié). Asimismo, el signo lingüístico tiene unas características principales:

a) Arbitrariedad: La relación entre el significante y el significado es convencional. No


hay ninguna relación entre el concepto de caballo (significado) y el conjunto de sonidos
con que nos referimos a él (significante). Por ello, varias lenguas designan el mismo
significado con significantes diferentes.
b) Linealidad del significante: en el habla los sonidos se producen de manera ordenada,
no en paralelo ni superpuestos. Como resultado, los significantes deben aparecer
necesariamente uno tras otro, en secuencia lineal, formando una cadena.
c) Inmutabilidad: la conexión entre significante y significado está establecida por cada
comunidad lingüística, de modo que ningún usuario puede, a título individual,
modificar por capricho y a su antojo tal conexión.
d) Mutabilidad: debido a la conexión convencional entre significante y significado, los
signos lingüísticos pueden verse afectados por el paso del tiempo y la evolución, que
afectan tanto a la materialidad del significante como al significado.

No obstante, este modelo se vio criticado con frecuencia. Por ejemplo, una de las
objeciones de algunos estudiosos se centró en que había toda una serie de signos lingüísticos en
los que podía observarse una clara relación directa entre el concepto y su denominación. El
ejemplo más evidente de esto son las palabras onomatopéyicas, en las que existe una relación
interna entre el concepto y los sonidos, como por ejemplo el verbo sisear, con un claro
componente imitativo.

Otros lingüistas y semantistas no aceptaron el esquema bipolar de Saussure en el que se


excluye la cosa significada. Uno de los sustitutos más interesantes es el triángulo semiótico de
Ogden y Richards. Este esquema triangular incluye la referencia (concepto significado) el
símbolo (a la vez significante y su imagen acústica) y referente (objeto, cosa nombrada).

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Recapitulando, como Saussure decidió centrarse en el lenguaje verbal, su postura ha sido


vista como un prototipo de perspectiva lingüística, mientras que es a la semiótica norteamericana
a la que se la ha visto dirigida al estudio del uso del signo, que explicaremos a continuación.

Volviendo a Peirce, es con él con quien se inicia el estudio de los signos en EEUU. Divide
los signos en los tres tipos mencionados anteriormente, que ahora desarrollamos:

a) Icono (icon): la relación es de semejanza. El significante se asemeja a la realidad a la


que quiere hacer referencia. Por ejemplo, un dibujo o un mapa.
b) Indicio (index): la relación es de contigüidad física, mecánica o de causa-efecto. Por
ejemplo, el humo indica la existencia de fuego.
c) Símbolo (symbol): la relación es convencional y no está basada en la similitud o la
contigüidad. Pertenecen a esta categoría la mayor parte de las palabras de las lenguas
naturales.

No obstante, algunos estudiosos han realizado otras clasificaciones de los signos,


atendiendo a diversos parámetros. Pongamos como ejemplo la de Hierro:

a) Dependiendo de si el intérprete es o no humano: humanos y no humanos.


b) Dependiendo de si se dan en el ámbito de la naturaleza o la cultura: naturales y
culturales.
c) Según la estructura del signo: verbales y no verbales.
d) Dependiendo de la relación entre el signo y lo significado. En este apartado, Hierro
sustituye la terminología índice, icono y símbolo de Peirce por vestigio, imagen y
símbolo. Los signos lingüísticos son un tipo de símbolos.

El estudio del signo también se ha llevado a cabo desde un enfoque psicosocial. Bühler
entiende el signo como un instrumento para orientar la vida dentro de una comunidad. El signo
de Bühler es un mediador entre dos hablantes para referirse a un estado de cosas. Vigotsky y
Luria hacen hincapié en el signo como fruto de la interacción social, y Wittgenstein, por su parte,
sostiene que el signo es de carácter social, pues se aprende su significado al usarlo en contextos
concretos.

En suma, los sistemas de signos permiten la comunicación entre individuos en sociedad.


En especial, el lenguaje es fundamental para la comunicación entre individuos. No obstante, el
lenguaje no es único del hombre, aunque es el lenguaje humano el que alcanza sus mayores
posibilidades como elemento social de comunicación y cooperación.

2.3. El lenguaje animal frente al lenguaje humano

Muchos especialistas consideran que el lenguaje es la capacidad que marca la diferencia


específica de los humanos frente a otros seres vivos. Actualmente, es un hecho comprobado que
ciertas especies animales poseen sistemas de comunicación, como los ejemplos siguientes:

Probablemente uno de los ejemplos mejor conocidos de intercambio de información en el


reino animal es el de la comunicación entre las abejas. Fue el zoólogo austriaco Karl von Frisch
quien identificó el mecanismo básico: descubrió que la abeja exploradora informa a sus
congéneres sobre la localización de una fuente de alimento por medio de patrones rítmicos
sistemáticos, a base de desplazamientos en círculo y movimientos vibratorios del abdomen, en lo
que se conoce habitualmente como “danza de las abejas” (dance language of the bee).

Otro ejemplo bien conocido es el de las señales de alarma (alarm calls) de los
cercopitecos verdes, un primate que se extiende por toda el África subsahariana. Los
primatólogos Robert Seyfarth y Dorothy Cheney descubrieron que estos monos son capaces de
producir diferentes tipos de sonidos, que utilizan en diferentes situaciones de su interacción social,
tales como los rituales de cortejo, o para establecer las relaciones jerárquicas en que se basa la
organización del grupo. Pero, sin duda, los sonidos más interesantes son las señales de alarma.

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Los cercopitecos emiten diferentes señales de alarma especializadas en función del grado de
peligro. Pueden advertir peligros menores y también peligros importantes. Cada una de las señales
es claramente diferente de las demás y provoca en los cercopitecos que la escuchan una respuesta
también muy diferente.

Estos ejemplos demuestran que existen diversos sistemas por los que los animales
intercambian información. No obstante, se puede observar que son muy diferentes al lenguaje
humano, aunque tengan una serie de propiedades que son comunes a todos los lenguajes, que
propone el lingüista Simone, como el carácter congénito (no resulta de un aprendizaje, sino que
“nace” con el organismo que lo exhibe), la relativa inmutabilidad (el carácter congénito hace
pensar que esa facultad no se altera con el tiempo), la universalidad (debemos concebir el
lenguaje como algo presente de la misma manera en todos los componentes de la especie
humana), el que no pueda ser aprendido ni olvidado, la indiferencia ante cualquier tipo de
expresión (el lenguaje se manifiesta bajo forma de asociaciones diferentes entre expresión y
contenido) y los límites (aunque sea indiferente a las distintas expresiones, el lenguaje no puede
actualizarse en infinitas maneras). El lenguaje humano posee unas características específicas.

2.4. Las propiedades del lenguaje humano

Las lenguas del mundo son muy diversas entre sí, pero todas ellas proporcionan a sus
hablantes las mismas potencialidades generales; son las propiedades que cualquier lengua posee
por el mero hecho de ser una manifestación natural de la facultad del lenguaje.

La lista original de las propiedades del lenguaje humano se debe al lingüista estadounidense
Charles F. Hockett, aunque se hayan ido añadiendo modificaciones sugeridas por otros
especialistas. La lista de Hockett es la que sigue:

a) Canal vocal-auditivo: La modalidad básica del lenguaje humano se fundamenta en la


emisión y recepción de sonidos articulados. El sonido se produce en las cuerdas
vocales, gracias a un tracto vocal especializado sobre el que los humanos tenemos
control. Las lenguas de signos emplean la modalidad gestual-visual en lugar de la
vocal-auditiva; por lo demás, comparten rasgos propios de las lenguas naturales.
b) Transmisión irradiada y recepción direccional: Como consecuencia directa de la
física del sonido, las señales lingüísticas se transmiten por el medio aéreo en todas
direcciones. El sonido se propaga en forma de onda y se expande de manera radial a
partir del punto de origen, de forma que la señal podrá ser captada por cualquier indicio
que se encuentra a una distancia adecuada. El receptor percibe la señal asociada a un
punto determinado. Esta localización es posible gracias a nuestra audición biaural, que
compara las señales recibidas por cada uno de los oídos para determinar la procedencia
del sonido.
c) Evanescencia: Las señales vocales emitidas por los seres humanos se desvanecen con
rapidez. La señal que no es captada en el momento en que se emite se pierde
irremediablemente. De esta manera, se consigue que el canal de transmisión no quede
saturado por señales que se superponen constantemente.
d) Carácter discreto: El sistema fonador humano puede emitir una gama muy variada de
sonidos. Los hablantes, sin embargo, interpretamos este continuo como si estuviera
formado por unidades discretas, es decir, no graduales, no continuas, sino diferentes y
diferencias entre sí.
e) Semanticidad: Es la existencia de un vínculo, de una asociación fija, sistemática y
constante entre la forma de un signo y el contenido que dicho signo representa. En el
caso del lenguaje humano, las señales evocan la representación mental de las entidades
o acontecimientos a que se refieren.
f) Arbitrariedad: La relación entre el significante y el significado es convencional, sin
que haya ninguna conexión natural entre las propiedades físicas de la imagen acústica
de un signo y las de la representación mental o el objeto al que dicho signo se asocia.

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g) Dualidad de estructuración (o doble articulación): Cada lengua se sirve de un


inventario limitado de sonidos distintos, pero juntos son las piezas básicas a partir de
las que se construyen unidades dotadas de significado. Estas, a su vez, se combinan en
secuencias más complejas. El lenguaje humano cuenta con unidades menores, sin
significado (fonemas) que se pueden unir en combinaciones infinitas para construir
unidades mayores con significado (palabras, oraciones, textos, etc.). La primera
articulación está constituida por esas piezas básicas, y la segunda por sus posibles
combinaciones.
h) Productividad: El lenguaje permite producir e interpretar mensajes que no se han
producido e interpretado con anterioridad. No hay un repertorio finito y limitado de
cosas que se puedan decir, las pautas de combinación gramatical de cada lengua
permiten a los hablantes construir un conjunto potencialmente ilimitado de estructuras
lingüísticas.
i) Especialización: Las actividades físicas encaminadas a la producción del lenguaje no
desempeñan ninguna otra función biológica más que la de servir como señales; y las
ondas sonoras producidas como señales lingüísticas tampoco tienen otra función que
la de transmitir los contenidos a ellas asociados.
j) Intercambiabilidad de roles: Cualquier usuario de una lengua puede producir y
reproducir cualquier mensaje, y es capaz de producir y recibir cualquier tipo de señal
construida de acuerdo con las pautas de la lengua, es decir, cualquiera puede participar
como emisor y como receptor, y estos papeles son reversibles.
k) Retroalimentación total: Cada emisor es receptor de su propia emisión, por lo que
puede vigilar y controlar su producción a medida que la emite.
l) Desplazamiento: El lenguaje nos permite hacer referencia a entidades y
acontecimientos distantes en el espacio y en el tiempo.
m) Prevaricación: El posible desplazamiento de las señales permite la transmisión de
mensajes falsos.
n) Reflexividad: Los sistemas lingüísticos de señales permiten transmitir mensajes sobre
los sistemas lingüísticos de señales, incluso sobre las señales del mismo sistema
utilizado. Es la función metalingüística de Jakobson, que veremos más adelante.
o) Transmisión cultural: Aunque es cierto que la capacidad de adquirir y utilizar una
lengua depende de nuestro código genético, el lenguaje no se desarrolla si el individuo
no está expuesto desde su infancia al uso de la lengua de su comunidad. Esta es una
consecuencia del carácter simbólico del lenguaje: al no existir una conexión natural
entre las señales y lo que estas significan, esta debe aprenderse.

3. COMPETENCIA LINGÜÍSTICA Y COMPETENCIA COMUNICATIVA

El lenguaje es, por tanto, un instrumento de representación del mundo estrechamente


vinculado al pensamiento. No obstante, el estudio del lenguaje debe alcanzar una doble
perspectiva, y a esa facultad de representación del mundo se le añade la de funcionar como medio
de comunicación, que permite transmitir mensajes e interactuar con otros.

3.1. La competencia lingüística

La competencia lingüística es el conocimiento que el hablante-oyente posee de su lengua


dada. Este concepto se enmarca dentro de la gramática generativa-transformativa de Noam
Chomsky (1965), en la que competencia es el conocimiento de un sistema homogéneo
comprobable en el hablante/oyente ideal; y a su realización efectiva en actos lingüísticos
concretos la denomina explícitamente actuación (performance) (Penas Ibáñez, 2005).

Según Eugen Coseriu, una teoría de la competencia lingüística que tenga una base objetiva
ha de partir de dos comprobaciones generales: por una parte, la lengua es una actividad humana
universal que los individuos, como representantes de tradiciones comunitarias del saber hablar,
llevan a la práctica individualmente; y por otra parte, que el concepto de hablar puede ser
considerado una actividad, el saber en que se basa esa actividad y el producto de esa actividad.

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Coseriu (1992) desarrolla el concepto del hablar estableciendo tres planos o niveles de la
actividad del hablar en correspondencia con tres planos del saber lingüístico:

a) El hablar presenta aspectos universales comunes a todos los hombres, es el ‘hablar en


general’ o ‘saber elocutivo’.
b) Todo hablar es hablar en una lengua determinada. Se habla siempre en una determinada
tradición histórica, es la ‘competencia lingüística particular’ o ‘saber idiomático’.
c) El hablar es siempre individual bajo dos aspectos: por una parte, siempre es un
individuo el que lo ejecuta; por otra parte, el hablar es individual en el sentido de que
siempre tiene lugar en una situación única determinada. Esto es la ‘competencia
textual’ o ‘saber expresivo’.

La propuesta de Coseriu está próxima a la concepción comunicativa del lenguaje. Además,


existen otra serie de factores o disciplinas que cada vez fueron teniendo mayor relevancia en el
estudio de la Lingüística y que confluyen en el paso de una competencia lingüística a una
comunicativa, y son las siguientes:

La Pragmática es la disciplina que se ocupa de las relaciones entre la facultad del lenguaje
y otros sistemas externos al lenguaje mismo. La Pragmática es una disciplina de interfaz, que
analiza la conexión entre el sistema lingüístico y los condicionantes cognitivos y sociales que
determinan la actividad verbal. Es decir, toma en cuenta todos los factores del circuito de la
comunicación.

La Sociolingüística demostró que era posible aprehender y explicar con método científico
el fenómeno de la variación. Es decir, el hecho de que existen divergencias en el seno de una
misma comunidad y de que estas divergencias son intrínsecas al saber lingüístico de cada usuario.
No todos los hablantes hispánicos poseemos el mismo sistema fonológico, ni los paradigmas
gramaticales son idénticos y la variabilidad del léxico es inmensa. En muchas ocasiones, esta
variabilidad lingüística se halla ligada a factores sociológicos (clases sociales, normas de
prestigio, etc.). Muy similar es la Etnolingüística, que estudia las relaciones entre una lengua y
el contexto sociocultural en la que se utiliza.

La Psicolingüística estudia el procesamiento del lenguaje en la mente: cómo las personas


adquieren y desarrollan el lenguaje, cómo se almacenan las unidades lingüísticas en la memoria,
y mediante qué mecanismos conseguimos recuperarlas para llevar a cabo tareas de producción y
comprensión. En la actualidad, la Psicología Cognitiva se revela capital no solo para explicar los
procesos de adquisición de lenguas, sino también el mismo proceso de compresión discursiva, la
categorización gramatical, la percepción fónica, etc.

La Semiótica que, como se ha mencionado anteriormente, se ocupa del estudio de la


significación. Esta disciplina fue iniciada por C.S. Peirce y F. de Saussure, pero en la segunda
mitad del siglo XX alcanza un desarrollo espectacular: se estudia la significación en sí misma y
sus relaciones con todos los procesos comunicativos imaginables: desde los lenguajes formales
hasta manifestaciones literarias, pasando por el lenguaje animal.

La Lingüística del Texto se inicia a finales de los sesenta con corrientes científicas que
parten de la hipótesis de que por encima del enunciado existe una organización y de que esta tiene
mucho que ver con la naturaleza del lenguaje. Esto representó una novedad frente a la lingüística
tradicional, que se asentaba sobre la palabra, y la estructural, que toma la oración como unidad
fundamental de la que partían sus análisis.

La Lingüística Aplicada es una rama de la Lingüística cuya meta es la aplicación de las


teorías, métodos y conocimientos propios de la Lingüística a la resolución de problemas diversos
en los que está implicado el uso de la lengua; en otros términos, se interesa por las aplicaciones
de la Lingüística en otras áreas de la experiencia humana. La Lingüística Aplicada comprende
disciplinas diversas: la enseñanza de las lenguas, la Lexicografía, la Logopedia, la Fonética

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Aplicada o la Lingüística Forense, entre otras. Muchas de estas ramas han progresado
espectacularmente en la actualidad, sobre todo, la enseñanza de las lenguas.

3.2. La competencia comunicativa

La comunicación está necesariamente regulada por un conjunto de normas, máximas o


principios que permiten el funcionamiento relativamente eficaz de los intercambios entre las
personas. Las normas se manifiestan como un conjunto de habilidades que se adquieren a través
de la participación en múltiples y diversas situaciones que permiten desarrollar la competencia
comunicativa.

Este término fue propuesto por el etnógrafo D. H. Hymes en 1972, y se refiere a la


capacidad de usar el lenguaje de manera apropiada en las diversas situaciones sociales en las que
puede hallarse un hablante. Para Hymes la competencia comunicativa presenta cuatro
dimensiones: el grado en que algo resulta formalmente posible (gramaticalidad), el grado en que
algo resulta factible, el grado en que algo resulta apropiado y el grado en que algo se da en la
realidad.

Dentro de la competencia comunicativa, Hymes incluye la competencia lingüística, la


estratégica y la textual. En 1983, M. Canale presenta una revisión del concepto de competencia
comunicativa y diferencia cuatro componentes:

a) Competencia gramatical: esta competencia está relacionada con el dominio del


código lingüístico (verbal y no verbal).
b) Competencia sociolingüística: es la capacidad de producir enunciados acordes a la
situación de comunicación, tanto en forma como en significado.
c) Competencia discursiva: es la capacidad de utilizar los diferentes tipos de discurso y
organizarlos en función de los parámetros de la situación de comunicación en la que
son producidos e interpretados.
d) Competencia estratégica: es la capacidad de los interlocutores para definir y matizar
progresivamente los significados que transmiten, para realizar ajustes, formular
aclaraciones, llevar a cabo precisiones y utilizar todos los recursos lingüísticos y
extralingüísticos de que disponen para evitar que se rompa la comunicación.

El concepto competencia comunicativa intenta dar cuenta de todos los elementos verbales
y no verbales que requiere la comunicación humana. Es evidente entonces el papel fundamental
que desempeña el entorno sociocultural en la adquisición y el desarrollo de la competencia
comunicativa.

En este sentido, existen cuatro grandes habilidades lingüísticas de la comunicación: hablar,


escuchar, escribir y leer. Estas son las cuatro habilidades que el usuario de una lengua debe
dominar para poder comunicarse con eficacia en todas las situaciones posibles.

Por otra parte, respecto al funcionamiento de la competencia comunicativa, hay una serie
de principios incluidos en ella, y son la adecuación, el Principio de Cooperación, el Principio de
Relevancia y el Principio de Cortesía.

En primer lugar, la adecuación es un concepto comunicativo que depende del contexto.


Implica también entender el lenguaje como una actividad orientada a conseguir algo. Ser
adecuado significa saber escoger de entre todas las soluciones lingüísticas que te da la lengua la
más apropiada para cada situación de comunicación.

En 1967 expone H. P. Grice su conferencia «Logic and conversation», en la que propone


una serie de principios no normativos, que se suponen aceptados tácitamente por cuantos
participan de buen grado en una conversación. Todos ellos se incluyen en lo que Grice denomina
Principio de Cooperación. Formula un principio general para definirlo: «Haga que su
contribución a la conversación sea, en cada momento, la requerida por el propósito o la dirección

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del intercambio comunicativo en el que está usted involucrado». El Principio de Cooperación se


desarrolla en otras normas de menos rango, a las que Grice, siguiendo a Kant, da el nombre de
categorías de cantidad, cualidad, relación y modo.

a) Categoría de cantidad: proporcione solo la información que sea necesaria.


b) Categoría de cualidad: intente que su contribución sea verdadera.
c) Categoría de relación: diga cosas relevantes.
d) Categoría de modo: sea claro.

El Principio de Relevancia aparece formulado en 1986 en el libro de Dan Sperber y


Deirdre Wilson, La Relevancia. El modelo de este principio parte de la idea de que la
comunicación humana pone en funcionamiento dos tipos de mecanismos diferentes: uno basado
en la codificación y descodificación, y otro basado en la ostensión y la inferencia, que se refieren
a la producción y a la interpretación de evidencias o pruebas.

Un hecho es manifiesto para un individuo en un momento dado solo si dicho individuo es


capaz de representárselo mentalmente y si considera verdadera esa representación. A su vez, se
denominará ostensivo a cualquier comportamiento que hace manifiesta la intención de hacer
manifiesto algo. La inferencia es el proceso por el cual se otorga validez a un supuesto sobre la
base de la validez de otro supuesto.

La originalidad de este principio reside en subrayar la preeminencia del proceso inferencial


sobre el de codificación: son relevantes las informaciones nuevas que, unidas a supuestos
conocidos, generan conocimientos que no se hubieran obtenido de no mediar esta interrelación.

En último lugar, el Principio de Cortesía fue propuesto por Geoffrey Leech en su obra
Principles of Pragmatics (1983) y parte de la necesidad de tener en consideración la vertiente
social del acto de comunicación. Conseguir la colaboración del destinatario es una de las tareas
fundamentales de la comunicación. Por ello, puede decirse que, en general, el hablante trata de
actuar de alguna manera sobre su interlocutor. Así, el tipo de relación que se establece entre los
interlocutores y el grado de distancia quedan reflejados en el lenguaje y dependen de una serie de
factores (la edad, el sexo, el grado de conocimiento previo, la autoridad, etc.). Así, la cortesía
puede entenderse como un conjunto de normas sociales establecidas por cada sociedad o un
conjunto de estrategias conversacionales destinadas a evitar o mitigar los conflictos entre los
objetivos del hablante y los del destinatario.

3.3. Las funciones del lenguaje

El término función del lenguaje hace referencia clara al estudio del lenguaje en su uso, es
decir, que lo contempla no solo como un sistema cerrado y teórico, sino como un acto
comunicativo. Por eso es interesante estudiar las funciones del lenguaje no solo referidas a la
competencia lingüística, sino a la comunicativa.

Han sido numerosos los intentos de clasificación de las funciones del lenguaje, que
dependen del punto de vista que se adopte, del criterio que se siga y de los elementos sobre los
que se ponga el acento. Aunque no existe coincidencia exacta en las propuestas de síntesis de los
distintos lingüistas, hay un aspecto que aparece como indiscutible en todos ellos: el lenguaje es
ante todo un instrumento de comunicación, específicamente humano, cuya función central es la
de representar o simbolizar la realidad. Por estas razones, lo más lógico en relación a la progresión
de este desarrollo temático ha sido explicar las funciones del lenguaje a continuación de la
competencia comunicativa.

Entre todos los esquemas de clasificación de las funciones del lenguaje, es quizás el más
conocido el del lingüista Roman Jakobson. Este esquema es una ampliación de las tres funciones
del lenguaje especificadas por Nikolái Trubetskói en Los principios de fonología, que dividía
las funciones en representativa, expresiva y apelativa. Trubetskói toma este modelo, asimismo,
de la división realizada anteriormente por un filósofo alemán: Karl Bühler. Jakobson, en 1959,

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añade las funciones fática, poética y metalingüística. Las funciones de Jakobson se orientan cada
una a un factor de la comunicación (contexto, emisor, destinatario, canal, mensaje y código):

a) Función referencial: es la orientada al contexto, es decir, a la realidad extralingüística,


al referente. La función referencial es la función por la que se comunican contenidos
objetivos. Es la función característica de la exposición del conocimiento y la específica
del lenguaje humano. Esta función es la correspondiente a la que Trubetskói
denominaba representativa.
b) Función expresiva: es la orientada al emisor. Informa de la subjetividad y actitud del
hablante. A esta función se vincula la entonación expresiva y todo lo que tenga que ver
con lo paralingüístico. El estrato puramente emotivo lo representan en el lenguaje las
interjecciones. También es propio de esta función la modalidad exclamativa, los
diminutivos, aumentativos, el orden de las palabras, etc.
c) Función apelativa: es la orientada al destinatario. En relación a ella están todos los
recursos destinados a influir en el oyente, y halla su más pura expresión gramatical en
el vocativo y el imperativo. Está muy presente en el lenguaje familiar, en el discurso
publicitario, etc.
d) Función fática: es la orientada al canal, y se da en mensajes cuya finalidad es
establecer, prolongar o interrumpir la comunicación. Predomina en un mensaje cuando
la información es muy baja o nula. Puede hacerse visible a través de un intercambio
profuso de fórmulas ritualizadas, con el simple objeto de prolongar la comunicación.
Se manifiesta en saludos, despedidas, etc.
e) Función poética: es la centrada en el mensaje. En ella la expresión lingüística atrae la
atención sobre su propia forma. Cualquier procedimiento que suponga desvío o
extrañamiento frente a la norma tiene que ver con esta función. Esta función no es
exclusiva de la literatura, la publicidad también la usa como recurso sistemático.
f) Función metalingüística: está orientada hacia el código y se da cuando se emplea el
lenguaje para referirse al propio lenguaje. Es exclusiva de las lenguas naturales, ningún
otro sistema de comunicación tiene la capacidad de referirse a sí mismo.

Algunas de estas funciones se dan también en otra serie de signos no lingüísticos. La


comunicación animal posee función expresiva y función apelativa. Además, las funciones no
aparecen por lo general aisladamente, sino que se entremezclan en un enunciado.

En último lugar, se debe tener en cuenta la perspectiva sistémico-funcional y el esquema


de funciones de Michael Halliday, que considera que la estructura lingüística tiene que ser puesta
en relación con su finalidad. Las funciones del lenguaje deben fundamentarse a partir de las
estructuras mismas de los enunciados lingüísticos del habla. El lingüista debe basarse en las
formas particulares que toma el sistema gramatical según las necesidades personales que el
lenguaje tiene que satisfacer. Así, utiliza un sistema de tres funciones:

a) Función ideacional: el lenguaje sirve para la expresión de un contenido, es decir, de


la experiencia que el hablante tiene del mundo real, incluyendo el mundo interior de su
propia conciencia. Es la equivalente a la función representativa.
b) Función interpersonal: el lenguaje sirve para establecer y mantener relaciones
sociales, es decir, de interacción con otros individuos.
c) Función textual: la capacidad de los hablantes de hacer operativo un sistema de
lengua, adecuándolo a las finalidades y al contexto. Es la que Halliday relaciona
directamente con las necesidades prácticas que mueven a hablar a una persona.

Como última consideración, en lo expuesto hasta ahora se puede afirmar que, aunque en el
lenguaje una de las funciones básicas sea la referencial, también tiene una relevancia fundamental
su dimensión social e intencional; pues toda comunicación se produce entre varios interlocutores
que interactúan en un contexto dado.

4. CONTRIBUCIÓN A LAS ASIGNATURAS

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Lengua Castellana y Literatura

El último apartado que nos corresponde desarrollar es la contribución de este tema al


desarrollo de las materias impartidas por nuestra especialidad. Como se recoge en la legislación
vigente, tanto en la LOMCE como en el Decreto de Asturias, el estudio de los contenidos literarios
y lingüísticos constituyen un componente fundamental en el desarrollo del alumnado.

Por este motivo, el primer objetivo de las asignaturas de nuestra especialidad es el


desarrollo de la competencia en comunicación lingüística en todas sus dimensiones. Por ello, las
cuatro grandes habilidades lingüísticas de la comunicación que anteriormente hemos mencionado,
hablar, escuchar, escribir y leer, corresponden a dos grandes bloques de contenido de Lengua
Castellana y Literatura de todos los niveles de la ESO y el Bachillerato, Comunicación oral:
escuchar y hablar y Comunicación escrita: leer y escribir. El desarrollo multifuncional del
lenguaje es el resultado de un aprendizaje prolongado por medio de situaciones comunicativas
variadas, sobre el que se puede actuar pedagógicamente incluso en edades avanzadas. Además,
los conceptos y teorías aquí desarrollados son muy importantes desde el punto de vista pedagógico
para el docente, puesto que aportan un profundo conocimiento teórico en cuestiones
metodológicas.

5. CONCLUSIÓN

Una vez analizado todo el hecho comunicativo y los factores implicados, podemos concluir
con que el lenguaje es una facultad imprescindible para los seres humanos. Sin el lenguaje, la
esencia del ser humano y, en gran parte, una de las capacidades que nos diferencia del resto de
seres vivos se desvanecería. Por ello, su conocimiento y su estudio son fundamentales, porque
quien domina el lenguaje estará preparado para desenvolverse plenamente en sociedad y
comunicar su mundo con los demás.

6. BIBLIOGRAFÍA

ČERNÝ, Jiří (1996): Historia de la lingüística. Cáceres: Universidad de Extremadura.

CHOMSKY, Noam (1957). Estructuras sintácticas. México: Siglo XXI.

CHOMSKY, Noam (1965). Aspectos de la teoría de la sintaxis. Madrid: Aguilar.

ESCANDELL VIDAL, Mª Victoria (1993). Introducción a la pragmática. Barcelona: Ariel.

ESCANDELL VIDAL, Mª Victoria (coord.) (2011). Invitación a la lingüística. Madrid: Editorial


Universitaria Ramón Areces.

JAKOBSON, Roman (1963). Ensayos de lingüística general. Barcelona: Seix Barral.

PENAS IBÁÑEZ, Mª Azucena (2005). Coseriu y los distintos planos de la actividad del hablar y
del saber lingüístico en relación con el contenido y las categorías lógicas del juicio. Cauce,
Revista Internacional de Filología y su Didáctica, 28, 279-306.

SAUSSURE, Ferdinand de (1916). Curso de lingüística general. Buenos Aires: Losada.

YULE, George (2004): El lenguaje. Madrid: Akal.

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