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Son más conocidos por ser bestias de carga. En algunas partes del mundo
se le ha asociado, quizás injustamente, con términos de insulto o burla.
Pero en un pueblo francés a unas 174 millas (280 km) al este de París, los
arqueólogos han hecho un descubrimiento que está ayudando a reescribir mucho
de lo que sabemos sobre ellos, los burros.
En el lugar donde antes había una villa romana en el pueblo de Boinville-en-
Woëvre, un equipo desenterró los restos de varios burros que habrían eclipsado a
la mayoría de las especies con las que estamos familiarizados hoy.
"Eran burros gigantes", dice Ludovic Orlando, director del Centro de
Antropobiología y Genómica de Toulouse, en la Facultad de Medicina de Purpan
en Toulouse, Francia. "Estos especímenes, que estaban genéticamente
vinculados a los burros en África, eran más grandes que algunos tipos de caballo".
Orlando ha estado liderando un proyecto que secuenció el ADN de los esqueletos
de burro. Era parte de un estudio mucho más amplio para rastrear el origen de la
domesticación de burros y su posterior expansión a otras partes del mundo.
Recht cuenta que esto coincidió con el aumento del uso del bronce durante el
tercer milenio antes de Cristo. "Los burros podían transportar el cobre pesado a
largas distancias y a áreas donde no se encontraba de forma natural (o solo en
cantidades muy pequeñas), incluida Mesopotamia".
Los burros y otros équidos también cambiaron el arte de la guerra durante la
misma época.
"Comenzamos a verlos frente a vehículos con ruedas participando en batallas,
además de proporcionar transporte para las provisiones necesarias para un
ejército invasor", dice Recht.
Los burros eran tan apreciados que incluso aparecían en importantes rituales.
"Tanto en Egipto como en Mesopotamia, se consideraban lo suficientemente
importantes como para ser enterrados con humanos. En algunos casos, incluso
con reyes o gobernantes", dice Recth. "También hay ejemplos de burros
enterrados por derecho propio".
Agrega que en el segundo milenio antes de Cristo también se sacrificaban
burros para los llamados depósitos de fundación o construcción, es decir, los
agujeros excavados en puntos específicos de edificios o templos donde se ponían
objetos ceremoniales para evitar la ruina del lugar.
Tambén se usaban como parte de rituales en la firma de tratados.
Recht cuenta que esto coincidió con el aumento del uso del bronce durante el
tercer milenio antes de Cristo. "Los burros podían transportar el cobre pesado a
largas distancias y a áreas donde no se encontraba de forma natural (o solo en
cantidades muy pequeñas), incluida Mesopotamia".
Los burros y otros équidos también cambiaron el arte de la guerra durante la
misma época.
Un compañero constante.
La muestra más antigua estudiada por Orlando y sus colegas fueron tres burros
de la edad de bronce en Turquía.
"El análisis de radiocarbono los fecha en unos 4.500 años y tienen una
composición genética similar a las subpoblaciones asiáticas modernas", dice
Todd.
Esto sugiere que la subpoblación asiática del burro domesticado se separó de
otros linajes en esta época.
La investigación también confirma que los burros han sido un compañero mucho
más constante de los humanos que sus parientes equinos, los caballos.
"Los caballos domésticos modernos, que fueron domesticados hace unos 4.200
años, han tenido un gran impacto en la historia de la humanidad. Ahora, nuestro
estudio revela que el impacto de los burros se extiende aún más", señala
Orlando.
La utilidad duradera del animal contrasta con la atención que ha recibido en
comparación con los caballos y los perros. Aunque, si bien hoy día en muchas
partes del mundo los burros se pasan por alto, en algunos lugares, siguen siendo
tan importantes como a lo largo de la historia.
Su semejante salvaje.
Una pregunta clave que los investigadores esperan abordar en futuros estudios
es encontrar un pariente cercano del burro domesticado en la naturaleza.
Orlando, Todd y sus colegas pudieron identificar tres candidatos.
"Sabemos que el burro es descendiente del asno salvaje africano", dice Todd.
"Conocemos tres subespecies: una de ellas se extinguió en el año 200 d. C. en la
época romana, la segunda probablemente se extinguió en la naturaleza y la
tercera está en peligro crítico".
Sin embargo, se necesita más trabajo para saber si hubo o hay otras subespecies
aún no identificadas del asno salvaje africano que ayudarían a mejorar aún más
nuestra comprensión de la historia genética del burro y tal vez revelar más sobre
el importante papel que ha jugado en nuestra propia historia.