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SECRETARIA DE JURISPRUDENCIA, DIFUSIÓN Y NUEVAS

TECNOLOGÍAS

BOLETÍN TEMÁTICO NRO. 2 – AÑO 2022

FUERO PENAL JUVENIL

Índice

1. Privación de la libertad:
1. a) Prisión preventiva Causa Nro. 69.944 Sala V
Causa Nro. 85.601 Sala I

1. b) Condena Causa Nro. 72.213 Sala IV

2. Ejecución de la Pena Causa Nro. 72.631 Sala I


Causa Nro. 65.045 Sala III
Causa Nro. 75.135 Sala V
Causa Nro. 84.021 Sala II
Causa Nro. 97.470 Sala I

3. Ley 22.278 Arts. 4 y 8

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3. a) Necesidad y ponderación del tratamiento tutelar:
Causa Nro. 108.179 Sala II
Causa Nro. 110.998 Sala I
Causa Nro. 88.310 Sala I

3. b) Necesidad e imposición de pena:


Causa Nro. 64.208 Sala IV
Causa Nro. 78.827 Sala I

4. Derecho a ser oído. Art. 60 Ley 13.634


Causa Nro. 93.683 Sala II
Causa Nro. 81.398 Sala IV
Causa Nro. 110.370 Sala I

5. Medidas de Seguridad. Art. 64 Ley 13.634


Causa Nro. 110.264 Sala IV
Causa Nro. 68.292 Sala III

6. Unificación Causa Nro. 98.485 Sala IV


Causa Nro. 88.002 Sala I
Causa Nro. 110.296 Sala II

7. Suspensión de juicio a prueba


Causa Nro. 65.239 Sala III
Causa Nro. 85.626 Sala I.

7. a) Perspectiva de género
Causa Nro. 77.515 Sala IV

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8. Juicio por jurados Causa Nro. 101.057 Sala V
Causa Nro. 108.431 Sala V

9. Sentencias de otros tribunales Causa “Marsiglio” SCBA


Causa “H., H. E.” SCBA
Causa “Mendoza” CIDH
Causa “Maldonado” CSJN
“R., B. C.” Juzgado Penal de
Niños y Adolescentes. Paraná
Causa N° 2203 Tribunal de
Responsabilidad Penal Juvenil Nº 2 de San
Martin.

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1. Privación de la libertad

1. a) Prisión preventiva

Sala V, Causa Nro. 69.944 “F., J. A. s/ Recurso de Casación”, Registro 932 de


fecha 15/10/2015.-

 El artículo 43 de la Ley 13.634 pone un coto temporal a la duración de la


prisión preventiva durante la sustanciación del proceso, estableciendo un lapso
máximo de duración de 180 días, prorrogable, por igual período temporal, en
casos excepcionales y fundando debidamente la necesidad. (Celesia SD)

 La limitación temporal establecida en el artículo 43 de la Ley 13.634 se


encuentra acompañada de la cláusula “si no se hubiere realizado el juicio”, por
lo que su interpretación se debe efectuar en forma conjunta. (Celesia SD)

 El plazo máximo de duración de la prisión preventiva estipulado en 180 días,


debe regir hasta la sustanciación del correspondiente juicio de responsabilidad,
a partir del cual, de acuerdo a las circunstancias concretas del caso, y siempre
fundando la necesidad de su imposición, el Tribunal puede optar por la
continuidad de la medida de coerción. (Celesia SD)

 El límite temporal establecido en el artículo 43 de la Ley 13.634 resulta una


garantía a favor del joven, por la cual no podrá ser detenido por más de 180
días, salvo excepción justificada, sin que se realice el juicio correspondiente.
(Celesia SD)

 La limitación temporal que establece el artículo 43 de la Ley 13.634 no debe


confundirse con la determinación del plazo razonable de duración de la prisión
preventiva durante el desarrollo del proceso, pues efectuado el debate y
determinada la responsabilidad del joven, el Tribunal podrá, fundadamente
disponer que permanezca o se disponga su detención, sin que el plazo de 180

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días resulte limitado por la duración de la medida de coerción a imponer.
(Celesia SD)

En la ciudad de La Plata a los 15 días del mes de octubre de dos mil quince se
reúnen en Acuerdo Ordinario, los Señores Jueces de la Sala Quinta del Tribunal de
Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires doctores, Martín Manuel Ordoqui y
Jorge Hugo Celesia, para resolver en la causa Nº 69.944 caratulada “F. J. A. s/
RECURSO DE CASACIÓN”. Practicado el sorteo de ley resultó en la votación que
debía observarse el orden siguiente: CELESIA - ORDOQUI.
ANTECEDENTES
El 16 de diciembre de 2014 la Sala Tercera de la Cámara de Apelación y
Garantías en lo Penal del Departamento Judicial Mercedes, resolvió confirmar el auto
dictado por el Tribunal de Responsabilidad Penal por el cual se revocó el arresto
domiciliario oportunamente concedido a J. A. F.
Contra dicho pronunciamiento la Sra. Defensora Oficial Dra. María Celeste Vila,
interpuso el recurso de casación que figura a fs. 25/36vta.
Cumplidos los trámites de rigor, esta causa se encuentra en condiciones de ser
resuelta, por lo que el Tribunal decidió tratar y votar la siguiente
C U E S T I O N:
¿Resulta admisible el recurso de casación?
A la cuestión planteada, el señor juez doctor Celesia dijo:
I-
La impugnante sostiene que la resolución dictada por la Cámara se ha
apartado de la observancia de las normas procesales y constitucionales vigentes,
conculcándose las garantías del debido proceso, defensa en juicio y presunción de
inocencia y el derecho a permanecer en libertad durante la tramitación del proceso.
Entiende que la resolución dictada resulta equiparable a sentencia definitiva,
habiendo causado un gravamen irreparable a su defendido afectando su libertad
personal.
Considera que la resolución impugnada resulta susceptible de ser revisada por
el Tribunal de Casación conforme a lo normado en el artículo 450 del C.P.P.
Señala que el joven J. A. F. por decisión de la Excelentísima Cámara de
Apelación y Garantías con fecha 28 de enero de 2014 obtuvo su libertad por
vencimiento del plazo máximo de prisión preventiva que prevé la ley del Fuero de

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Responsabilidad Penal Juvenil, dictándose con fecha 3 de febrero de 2014 una
medida cautelar de las enumeradas en el artículo 42 de la ley 13.634, siendo ésta el
arresto domiciliario, bajo modalidad atemperada, con autorización laboral.
Agrega que con fecha 19 de marzo de 2014 se condenó al joven F. a la pena
de 15 años de prisión por el delito de homicidio calificado; sentencia que fue apelada y
revocada parcialmente por la Alzada, órgano que redujo la pena a 10 años de prisión,
este último resolutorio no se encuentra firme por haberse interpuesto el
correspondiente recurso extraordinario ante la Suprema Corte de Justicia de la
provincia.
Considera que a su defendido no se le ha morigerado la prisión preventiva, ya
que la misma se encontraba agotada, sino que el mismo se encontraba en libertad,
situación que no varió con el dictado de la sentencia respectiva.
Por otro lado, considera que no se le ha dado tratamiento al pedido de revisión
de la medida impetrada en los términos del artículo 73 de la ley 13.634.
Resalta que la resolución ha basado su análisis del arresto domiciliario como
morigeración a la prisión preventiva perdiendo de vista el marco en que fue dictada
dicha medida.
La medida de arresto domiciliario fue dictada una vez que se había decretado
el cese de la prisión preventiva por vencimiento de los plazos legales por lo que de
ninguna manera puede concluirse que la medida dispuesta resulta morigeradora de la
prisión preventiva la cual ha cesado y no ha sido prorrogada.
Indica que la detención de F. se ha resuelto sin la existencia de una prisión
preventiva vigente, en clara violación al principio de legalidad, sin haberse dispuesto
una nueva medida de coerción luego del dictado de la sentencia, habiéndose
mantenido las medidas soci-educativas vigentes y sin haberse invocado ningún peligro
procesal concreto.
Por lo expuesto, solicita se revoque la resolución dictada por la Alzada
departamental, se revise la medida aplicada y se ordene la libertad del joven F.
I.b.- El Señor Defensor Adjunto ante este Tribunal, Doctor Daniel Aníbal
Sureda, mantiene el recurso de casación interpuesto ampliando sus fundamentos.
II-
Adelanto que el recurso impetrado es inadmisible.
Tiene dicho esta alzada que las normas que regulan la admisibilidad de la vía
casatoria tienen una importante función delimitadora del objeto del recurso que es la

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consagración legislativa de las razones que procuran conjugar en un adecuado
equilibrio dos tendencias opuestas, que pugnan por su prevalencia dentro del proceso:
por un lado los principios de legalidad y justicia, según los cuales los recursos son
garantías para las partes e instrumentos de perfección procesal en el ejercicio de los
derechos constitucionales del debido proceso previo y la defensa en juicio; y, por otra
parte, las exigencias de certeza y seguridad jurídica, que se obtienen mediante la
estabilidad de las resoluciones y tienden al logro de los propósitos de celeridad y
economía propios del proceso penal moderno.
En el régimen general de los recursos previsto en el nuevo ordenamiento
procesal, las resoluciones judiciales resultan impugnables sólo por los medios y en los
casos expresamente establecidos en la ley.
En el caso del recurso de casación se prevén resguardos formales de
admisibilidad que, en el aspecto objetivo de la impugnabilidad, se refieren en primer
lugar al tipo de resoluciones que pueden ser materia del recurso, debiendo tratarse de
sentencias definitivas de juicio oral, juicio abreviado y directísimo en lo criminal, es
decir de aquellas que ponen fin al proceso o impiden su continuación, y los autos de
segunda instancia cuando los mismos tengan carácter revocatorio, conforme lo
dispuesto por el art. 450 del ceremonial.
La situación objetiva de este tipo de resoluciones parece excluir la hipótesis
traída por la recurrente, en la que la Cámara de Apelación y Garantías no revoca el
auto recurrido sino que deniega la presentación impugnaticia. De otro modo, al
legislador le hubiese bastado con consignar en el artículo 450 que el recurso de
casación procedería contra todas las decisiones de la Cámara de Apelación y
Garantías que abastezcan las exigencias contenidas en la segunda parte del
mencionado párrafo segundo, que tampoco es lo que ha tenido en miras la reforma de
la ley 13.812.
La nueva redacción del artículo 450 no ha venido a consagrar un derecho del
imputado al “segundo recurso” o “triple conforme”. Esa alternativa ni siquiera se
encuentra prevista para el caso de las sentencias definitivas. Tan sólo se trata de una
solución legislativa adoptada para los supuestos en los que el imputado o el
condenado, en los hechos, quedarían desprovistos de un recurso efectivo contra la
decisión de la Cámara de Apelaciones que les denegara, por primera vez, su libertad
personal.

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Por consiguiente, cuando el derecho o la facultad de recurrir una determinada
resolución ha sido satisfecho a través de la apelación, con la aclaración antes
mencionada, y no se presentan las situaciones de excepción (lo cual podría tornar,
según el caso, necesaria la intervención de este Tribunal como instancia previa de
acceso a la Corte local) la ley procesal no le acuerda a las partes una tercera vía
ordinaria de impugnación. Los recursos de apelación y casación, en este sentido, no
son remedios sucesivos, sino alternativos.
En resumen, en el escenario de consideraciones antes expuesto – reitero – la
procedencia del recurso de casación contra un auto de segunda instancia está
subordinada a que dicho auto tenga carácter revocatorio.
Sentado lo anterior, cabe señalar que si lo que se pretende es sortear el
valladar formal que constituyen las normas que regulan las diversas vías impugnativas
(en el caso concreto, el art. 450 del C.P.P.), antes que nada, deben hallarse
exteriorizados con suficiencia los recaudos que permitirían lograr con éxito su acceso
a la instancia federal, lo que no ocurre en este caso por la manifiesta generalidad de
los planteos que bajo esa etiqueta trae la recurrente.
Atendiendo a los argumentos desarrollados por la Defensa y de la lectura del
legajo, considero que no estamos ante un caso de arbitrariedad, en tanto las
circunstancias ponderadas para justificar la revocatoria de la prisión domiciliaria no
contradicen el derecho vigente sino que, por el contrario, se han valido de éste.
Como punto de partida cabe señalar que al disponerse con fecha 3 de febrero
de 2014 la prisión domiciliaria del imputado F. se ha creado una ficción jurídica,
consentida por las partes, que ha generado consecuencias en el proceso.
En tal sentido, habiéndose agotado el tiempo de detención preventiva conforme
lo normado en el artículo 43 de la ley 13.634, no correspondía limitar la libertad del
imputado.
Sin perjuicio de ello, se dispuso el arresto domiciliario del joven en función de la
edad, la pena en expectativa, la complejidad del hecho y fundamentalmente la
proximidad del debate.
Ante la revocación de la prisión domiciliaria por incumplimiento de las
obligaciones impuesta la Defensa aduce tal inconsistencia originaria, la cual
oportunamente consintió, y solicita se otorgue la libertad del imputado.
Ahora bien, se verifica que con el dictado de la correspondiente sentencia
condenatoria con fecha 19 de marzo de 2014, lo que sitúa al imputado, ante la

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realización del correspondiente juicio, fuera de los alcances del artículo 43 de la
mentada normativa, se dispuso que queden efectivas las medidas socioeducativas
impuestas.
No puede sostenerse que el joven F. continúe detenido por incumplimiento de
las obligaciones impuestas al otorgársele la prisión domiciliaria que en su origen
resultó defectuosa, sino que con el dictado de la sentencia, las circunstancias que en
su oportunidad sustentaron el dictado de la prisión domiciliaria, variaron encontrando
nuevos fundamentos para sostener el estado de detención preventivo del imputado
(artículos 144, 148 y concordantes, y 371 del C.P.P. y 43 de la ley 13.634)
Con el dictado de la sentencia condenatoria, imperó un cambio de
circunstancias que dieron causa a la medida de coerción cuya revocación hoy es
cuestionada.
En tal sentido, el artículo 43 de la ley 13.634 ha puesto un coto temporal a la
duración de la prisión preventiva durante la sustanciación del proceso, estableciendo
un lapso máximo de duración de 180 días, prorrogable, en casos excepcionales y
debidamente fundada la necesidad, por igual período temporal.
Más de la lectura de la norma en cuestión, se observa que tal limitación
temporal se encuentra acompañada de la cláusula “si no se hubiere realizado el juicio”,
lo que conlleva a que su interpretación se deba efectuar de forma conjunta.
Bajo tal entendimiento, el plazo máximo de duración de la prisión preventiva
estipulado en 180 días, debe regir hasta la sustanciación del correspondiente juicio de
responsabilidad, a partir del cual, de acuerdo a las circunstancias concretas del caso, y
siempre fundando la necesidad de su imposición, el Tribunal puede optar por la
continuidad de la medida de coerción.
Así, el límite temporal aparecería como una garantía a favor del joven, por la
cual no podrá ser detenido por más de 180 días (salvo excepción justificada) sin que
se realice el juicio correspondiente.
Más, tal limitación no deberá confundirse con la determinación del plazo
razonable de duración de la prisión preventiva durante el desarrollo del proceso, pues
efectuado el debate y determinada la responsabilidad del joven, el Tribunal podrá,
fundadamente, disponer que el joven permanezca en, o se disponga su, detención sin
que el plazo de 180 días resulte limitado por la duración de la medida de coerción a
imponer.

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Lo expuesto, me lleva a sostener que, en el caso concreto, aquello que en su
origen fue defectuoso pero consentido, resultó subsanado con el dictado de la
sentencia condenatoria.
Sentado lo anterior, por otro lado, de atenernos a la inexistencia de la prisión
domiciliaria por imposibilidad material ante el agotamiento de la prisión preventiva,
fundamento utilizado por la Defensa para criticar el revocamiento de tal beneficio,
resultaría ilógico computar el tiempo de duración de tal atenuación del medio coercitivo
a los efectos del cómputo de pena, más aún cuando el imputado incumplió las
obligaciones allí impuestas.
Es decir, los mismos argumentos utilizados por la Defensa para impugnar la
revocación podrán ocasionar un perjuicio al imputado a la hora de realizar el cómputo
respectivo. Si no existió prisión domiciliaria y no se puede revocar la misma, tampoco
puede computarse dicho lapso como cumplimiento de pena.
La solución arribada, no ocasiona perjuicio al imputado, al computarse el
tiempo cumplido bajo la apariencia de una prisión domiciliaria como cumplimiento de
pena.
Concluyendo, si bien ha existido una ficción jurídica al otorgársele la prisión
domiciliaria al imputado, aún bajo su consentimiento, tal situación ha variado desde el
dictado de la sentencia condenatoria otorgando legitimidad a la medida de coerción,
no observándose arbitrariedad en los argumentos brindados por la Cámara de
Apelación y Garantías para confirmar la revocación de la prisión domiciliaria
oportunamente dispuesta.
La arbitrariedad no puede resultar de la sola disconformidad con la solución
adoptada, sino que requiere la constatación de un apartamiento de los criterios
mínimos de la argumentación jurídica. (CSJN, 29/5/2007, “Davedere, Ana María v.
Mediconex S.A y otros”).
Entonces, como quedara dicho, sin mayores alusiones al caso concreto en el
que efectivamente quedaran demostradas las transgresiones constitucionales y
arbitrariedad denunciadas, la mera invocación de la presencia de una cuestión federal
no logra enervar lo explicado en la primera parte de este voto, con lo que, tratándose
la presente de una impugnación interpuesta contra la resolución dictada en el marco
de otra impugnación, en la que la Sala Tercera de la Cámara de Apelación y Garantías
en lo Penal del Departamento Judicial Mercedes confirmó la revocatoria de la prisión
domiciliaria de J. A. F., decidido en primera instancia, no resultan, en el caso,

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observadas las exigencias del artículos 450 del C.P.P., por lo que propongo el rechazo
del recurso de casación interpuesto por inadmisible, sin costas (arts. 530, 531 y
ccdtes. del C.P.P.).
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el señor juez doctor Ordoqui dijo:
Adhiero al voto del doctor Celesia en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente
SENTENCIA
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, la Sala V del Tribunal
R E S U E L V E:
RECHAZAR POR INADMISIBLE, sin costas, el recurso de casación interpuesto
por los motivos expuestos al tratar la cuestión planteada.
Rigen los artículos 421, 450 –según ley 13.812- 451, 456, 465 inciso 2º, 530 y
531 del Código Procesal Penal.
Regístrese, notifíquese y, oportunamente, devuélvase para el cumplimiento de
las notificaciones pendientes.
FDO: JORGE HUGO CELESIA – MARTIN MANUEL ORDOQUI
Ante mí: María Espada

Sala I, Causa Nro. 85.601 “Lezcano, Mariano Ivan. s/ Recurso de Casación”,


Registro 102 de fecha 22/8/2018.

 “La necesidad o no de la imposición de una sanción y eventualmente su


reducción, depende, principalmente, del resultado del tratamiento tutelar (art.
4º, ley 22.278), cuya finalidad es proteger y reencausar a la persona menor de
edad para que pueda desempeñar un papel constructivo y productivo en la
sociedad. (confr. directrices de las Reglas mínimas de las Naciones Unidas
para la Administración de la Justicia de menores” -“Reglas de Beijing”- (19.1),
incluidas en el preámbulo de la “Convención sobre los Derechos del Niño”, de
jerarquía constitucional -art. 75 inc. 22- y en las “Reglas de las Naciones
Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad” -adoptadas

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por la Asamblea general en su resolución 45/113 del 14/12/1990-, letra y
espíritu de los arts. 3 y 37 inc. b de la citada ley 23849/90)”. (MAIDANA SD).

“Registrado bajo el Nro.102 Año 2018”


ACUERDO
En la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Sede de la Sala I del
Tribunal de Casación Penal (Cf. Ac. 1805 de la S.C.J.B.A.), el 22 de Febrero de dos
mil dieciocho, se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores jueces doctores Ricardo R.
Maidana y Daniel Carral (art. 451 del Código Procesal Penal) bajo la presidencia del
primero de los nombrados, a los efectos de resolver la Causa nro. 85.601, caratulada
“L., M. I. S/ RECURSO DE CASACIÓN”, conforme al siguiente orden de votación:
MAIDANA - CARRAL.
ANTECEDENTES
El 31 de marzo de 2016, el Juez Dr. Néstor Salas titular del Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil nro. 2 del Departamento Judicial Mar del Plata, previo
acordar en forma conjunta el Fiscal, el imputado y su defensor el trámite de juicio
abreviado en los términos del artículo 395 c.c. y s.s. del C.P.P., declaró a M. I. L.
coautor penalmente responsable del delito de robo agravado por el uso de arma de
fuego apta conforme el art. 166, inciso segundo, párrafo segundo (fs. 1/5).
Asimismo, en dicho pronunciamiento se declaró la cesura de juicio,
postergándose el juicio de punición hasta tanto se efectúe el cumplimiento del año de
tratamiento tutelar y el menor cumpla los dieciocho (18) años de edad, conforme lo
establecido en el art. 4 de la Ley 22.278.
Posteriormente, el 12 de junio de 2017, el mentado Magistrado condenó a M. I.
L. a la pena de tres (3) años y cuatro (4) meses de prisión, accesorias legales y
costas, por resultar coautor penalmente responsable del delito de robo agravado por el
uso de arma de fuego apta. (Arts. 68 a 77, Ley 13.634; 4 de la ley 22.278; y 40, 41 y
166, inciso segundo, párrafo segundo, fs. 18/23).
Contra este último pronunciamiento, la Defensora Oficial, Dra. María Fernanda
Saumell, interpuso recurso de casación, el que figura a fojas 29/52.
Ingresado el legajo a la Sala I de este Tribunal con fecha 18 de septiembre de
2017, realizada la audiencia de visu, y encontrándose la causa en estado de dictar
sentencia, se dispuso plantear y resolver las siguientes:
CUESTIONES

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Primera: ¿Es admisible el recurso interpuesto?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada el señor juez, doctor MAIDANA, dijo:
Tras una lectura de la resolución impugnada y del recurso en tratamiento,
entiendo que el Tribunal de Casación es el Órgano jurisdiccional encargado de
resolver este tipo de cuestiones.
A mayor abundamiento, recientemente y mediante la resolución número P-
129540-CC del 27-09-2017 (entre otras similares de igual fecha), la Suprema Corte de
Justicia de la Provincia de Buenos Aires resolvió la cuestión que generaba el juego de
los artículos 26, 27 y 61 de la ley 13634 -que regula el fuero penal del niño- con su
nueva redacción (según ley 14765), entendiendo que el criterio determinante para
saber a qué organismo corresponde revisar las sentencias definitivas, o equiparables,
recaídas en el ámbito del Fuero Penal Juvenil, está fijado en razón de la materia
correccional o criminal del delito en trato, independientemente del órgano jurisdiccional
del cual emanó el fallo.
El Tribunal de Casación, entonces, entenderá en la revisión de sentencias
definitivas, o equiparables, en materia criminal, ya sea que la dicte el Tribunal de
Responsabilidad Penal Juvenil, el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil o el
Juzgado de Garantías del Joven, mientras que las Cámaras de Apelación y Garantías
en lo Penal de todo departamento judicial tendrán competencia para revisar los
mismos fallos en materia correccional -de conformidad con el art. 26 y 450 del C.P.P-.
En el caso particular, M. I. L. fue condenado la pena de tres (3) años y cuatro
(4) meses de prisión, accesorias legales y costas, por resultar coautor penalmente
responsable del delito de robo agravado por el empleo de arma de fuego, como fuera
reseñado (arts. 45 y 166, inciso segundo, párrafo segundo, del CP; fs. 1/5 y 18/23).
A partir de lo expuesto y en concordancia con lo dispuesto en los arts. 22, 24 y
26 del CPP, queda claro que, en el caso, se trata de materia criminal, lo que justifica la
competencia revisora de esta sede.
Asimismo, tratándose la impugnada de una sentencia definitiva y ajustándose
la vía utilizada a la competencia asignada a este cuerpo por los artículos 20 inc. 1,
401, 450 primer párrafo, 451, 454 inc. 1 y c.c. del C.P.P., el recurso resulta admisible
por lo que resta establecer la amplitud que corresponde otorgarle.
Al respecto, cabe destacar que al haberse escogido en autos el procedimiento
de juicio abreviado (art. 395 c.c. y s.s. del C.P.P.), la posibilidad fáctica de evaluar la

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prueba es idéntica a la que tuvo el A Quo, por existir par conditio en éste y el Ad
Quem, siendo que las actas sobre las que falló el primero, y que constan
instrumentalmente en el expediente, son las mismas que ahora se someten a examen
de este Tribunal.
Por tal razón, la posibilidad de conocimiento es la misma que tuvo el
sentenciante con la sola restricción de los puntos de la resolución que refieren a los
motivos de agravio (434 c.c. y s.s. del C.P.P.). No ocurre lo mismo cuando la decisión
se dicta luego de un juicio oral y público, pues lo que surja directa y únicamente de la
inmediación no será revisable.
No puede dejar de advertirse que subsiste en nuestro ordenamiento procesal el
sistema bilateral de recursos por lo que, de accederse a un reclamo formulado por el
Ministerio Público contra una absolución, se trataría de la primera condena para el
imputado y habrá de plantearse la cuestión de la idoneidad del remedio impugnatorio a
la luz de las exigencias impuestas por nuestra Constitución y los instrumentos
internacionales que la integran (arts. 75 inc. 22 CN, 8.2.h CADH y 14.5 PIDCyP).
El temperamento propiciado, además, es reclamado por el derecho
internacional de los derechos humanos y el sistema interamericano que considera que
el derecho a recurrir la sentencia condenatoria es una garantía primordial que se debe
respetar en el marco del debido proceso legal, en aras de permitir que ésta sea
revisada por un tribunal distinto y de jerarquía orgánica superior, sin que puedan
establecerse válidamente restricciones que infrinjan su esencia (art. 14.5 P.I.D.C.P.;
en lo pertinente, Corte IDH, Herrera Ulloa vs. Costa Rica, sent. del 2 de julio de 2004 y
Maurach Reinhart, “Derecho Penal. Parte General,” Act. de Gössel y Zipf, Ed. Astrea,
Buenos Aires, 1995, II, pp. 793 y sigs.).
Lo propio ocurre con la Suprema Corte de Justicia de la Provincia que, en
reiteradas oportunidades, ha afirmado que el derecho a la revisión judicial de la
sentencia de condena y de la pena, que ha ido adquiriendo a través de la doctrina
emergente de los organismos internacionales -particularmente de los diversos
dictámenes de la CIDH y los pronunciamiento de la Corte IDH-, inhibe cualquier
posibilidad de limitar ab initio el control de la sentencia dictada a través del
procedimiento abreviado establecido en el art. 395 del C.P.P. (v. causas P. 90.327, Ac.
1-III-2006, 91.826, Ac. 18-II-2009 y P. 101.451, Ac. 1-VI-2011).

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En función de lo expuesto, el recurso es admisible (arts. 18 CN, 8.2.h CADH;
14.5 del PIDCyP; 20 inc. 1, 22, 24, 26, 401, 421, 450, 451, y 454 inc. 1 del C.P.P.; 4,
Ley 22.278; 18, 58, 61, y ccs., Ley 13.634; 14, 15, 19, 32 y cctes., Ley 13.298).
VOTO POR LA AFIRMATIVA.
A la misma primera cuestión planteada el señor Juez, doctor CARRAL, dijo:
Adhiero al voto del doctor Maidana en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
VOTO POR LA AFIRMATIVA.
A la segunda cuestión planteada el señor juez, doctor MAIDANA, dijo:
La impugnante centra su embate en la necesidad de imposición de pena en el
caso, y la ausencia de justificación suficiente en la decisión arribada para apartarse de
los principios de ultima ratio y subsidiariedad del ejercicio del poder punitivo. Expresa
que la sentencia resulta arbitraria, dotada de afirmaciones dogmáticas y fundamentos
aparentes, y sustentada en una absurda valoración de la prueba que trastocó
garantías constitucionales, dejando de lado los principios rectores del fuero penal
juvenil relacionados con las condiciones materiales que deben configurarse para
imponer un castigo. Alega que durante el tratamiento tutelar ha quedado acreditado
que el joven se insertó en el mercado laboral, recibió acompañamiento familiar, no
resultó condenado en otros procesos y no padeció de problemas de adicciones.
Cuestiona la utilización de motivos de reflexión, arrepentimiento o indicadores
subjetivos como fundamento de la imposición de la pena. Entiende que la modalidad
del hecho no reviste entidad significativa que amerite la sanción penal impuesta.
Critica los informes del Cuerpo Técnico Auxiliar que refieren a transgresiones de su
defendido, como a la falta de reflexión y arrepentimiento, por sustentarse en una única
breve entrevista y contener datos falaces, resaltando las conclusiones del Perito
Psiquiatra Dr. Beltrami, quien se expresa en sentido contrario, evidenciando un
progreso en los aspectos de la personalidad que muestran sentimiento de
arrepentimiento y culpa por lo sucedido y empatía con las persona que resultan
víctimas de hechos delictivos. Considera que no puede valorarse la conducta imputada
en otro proceso en trámite sin conculcar el principio de inocencia. Resalta que el Juez
de grado no ha ponderado el impacto negativo que la pena acarreará a su defendido.
Señala que la carga horaria del trabajo le impidió cumplir debidamente con la
participación en un espacio educativo y la asistencia al Centro de Referencia. Afirma
que si el resultado del abordaje tutelar no ha sido negativo, como bien lo ha señalado

15
el Juez de grado, entonces, corresponde que el Estado no aplique sanción punitiva
alguna a L.. Destaca el acompañamiento familiar que recibe actualmente el joven de
su tío y padre. Solicita se haga lugar al recurso de casación interpuesto eximiendo de
pena a su representado. Hace reserva del Caso Federal.
La Defensora Adjunta de Casación, Dra. Susana Edith de Seta, mantiene el
recurso y postula la procedencia del remedio incoado (fojas 58/vta.).
La Fiscal Adjunta de Casación, Dra. Daniela Bersi, solicita el rechazo del
recurso de conformidad a los argumentos que desarrolla en su dictamen de fojas
59/60.
Limitados de tal modo los motivos de agravio consignados por la impugnante,
el conocimiento del proceso se circunscribirá a los que fueran expuestos (art. 434 y
ccs. del CPP; v. TCPBA, Sala I, c. 77.456 “Silva, Sergio Daniel s/ Recurso de
Casación,” sent. del 8 de noviembre de 2016, reg. 949/16, entre otras).
El órgano sentenciante ha tenido por acreditado que: “El día 8 de febrero de
2015, siendo aproximadamente las 20:30 horas mientras la Sra. Blanca Azucena
Granier se encontraba caminando junto a su esposo, Sr. Ricardo Alberto Rivas por
calle Uruguay n° 1239 de este medio, fueron interceptados por dos sujetos de sexo
masculino quienes circulaban a bordo de una moto marca Honda modelo Titan negra
dominio 094-GOI de 150 cc; exhibiéndole el acompañante quien descendió del rodado,
un revólver calibre 22 largo, marca Brenta serie n° 16408 con cuatro cartuchos intactos
en su interior del mismo calibre –secuestrados en autos- logrando de esta manera
apoderarse ilegítimamente de una cartera negra pequeña que contenía un manojo de
llaves, medicamentos, un abanico y un celular marca Nokia modelo 1616 2B, quienes
se dieron a la fuga por calle Uruguay en dirección a 25 de mayo, recuperándose
posteriormente solo el celular y su funda” (fs. 1/vta.).
No puede soslayarse que la impugnante acordó el trámite de juicio abreviado
en los términos del artículo 395 c.c. y s.s. del CPP., limitándose el letrado a prestar
conformidad con la materialidad ilícita, la autoría responsable, la calificación legal y la
pena solicitadas, consintiendo así en el empleo de la evidencia colectada y
renunciando al ejercicio de las facultades propias del debate (v. TCPBA, Sala I, c.
78.705, "Acevedo Vélez y otro s/ Recurso de Casación", sent. del 1 de diciembre de
2016, reg. 1033/16, entre otras).
En tal marco, se acordó imponer a L. la pena de tres (3) años y cuatro (4)
meses de prisión por resultar coautor del delito de robo con arma de fuego, monto que

16
representa el mínimo de la escala penal prevista para el delito en cuestión con la
reducción prevista en el art. 4 de la ley 22.278.
Los términos acordados fueron respetados por el A Quo, por lo que el agravio,
circunscripto a la individualización de la sanción penal, se limita, únicamente, a la
necesidad de imponer pena en el caso, y no, así, al monto de la misma.
En tal marco, procederé al análisis de los fundamentos expuestos en el
decisorio impugnado para determinar la aplicación de la pena impuesta, considerando
que, frente a las circunstancias de la causa, tampoco puede ignorarse que versa sobre
un delito cometido por una persona menor de edad que se ha convertido en adulta,
conforme las disposiciones legales. Es por ello, que considero pertinente efectuar
algunas consideraciones previas.
Tengo dicho que nuestro ordenamiento positivo ha consagrado un esquema
relativo, por oposición a uno de penas fijas, donde a cada tipo legal le corresponde un
límite que refleja el valor proporcional de la norma dentro del sistema y en el cual el
juez debe fijar cuál es la sanción adecuada al caso que se le presenta.
Este marco configura una escala de gravedad continua y de crecimiento
paulatino, en la que el legislador establece todos los casos posibles, desde el más leve
hasta el más grave que se pueda concebir, y el sentenciante debe ubicar cada una de
las controversias sometidas a su conocimiento, procurando hacerlo en el segmento
correcto (Ziffer, Patricia, Lineamientos de la determinación de la pena, Ad-hoc, 1999,
p. 37).
Esta operación intelectual, por supuesto, no se encuentra exenta de
dificultades y aunque estrecha considerablemente el espacio para la discrecionalidad,
a través de la evaluación conjunta del ilícito, el grado de culpabilidad del imputado con
el correctivo de la peligrosidad y las reglas de los arts. 40 y 41 CP, no nos permite
arribar a un monto con precisión matemática.
Cabe mencionar que el principio de proporcionalidad es un elemento distintivo
de todo ordenamiento jurídico sometido a los principios del Estado de derecho,
compuesto por criterios de idoneidad (para la consecución de su objetivo), necesidad
(atendiendo al derecho penal como ultima ratio o in dubio pro libertate) y exigibilidad,
que se establece con el fin último de lograr un trato justo y de gravamen adecuado
para el ciudadano (HASSEMER, Winfried, “El principio de proporcionalidad como límite
de las intervenciones jurídico-penales”, en El principio de proporcionalidad penal,
Editorial Ad-Hoc, 2014).

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Frente a lo expuesto, es posible afirmar que resulta imposible sistematizar la
determinación de la pena y, por lo tanto, deviene necesario que el juez intente acceder
a la individualidad de quien se encuentre sujeto a un proceso penal, tal como lo
permite la formulación del art. 41 del C.P. (Ziffer, P., 1999. Lineamientos de la
Determinación de la Pena. Buenos Aires: Ad-Hoc.).
En el caso, tratándose de un proceso de menores, el juicio valorativo en la
determinación de la pena requiere, asimismo, la contemplación sobre la necesidad de
la aplicación de pena, la que se halla sujeta al evalúo de explícitas pautas
contempladas en el art. 4 de la ley 22.278.
Pero esta evaluación no debe efectuarse aislada de los principios
mencionados, por lo que resulta imperioso que la justificación de la pena impuesta
esté lo más erradicada posible de elementos irracionales, es decir, que sea explícita y
controlable en sus argumentos.
Por ello, es necesario que la decisión del juez esté expresamente fundada,
pues la pena como privación de libertad es la injerencia máxima que el Estado puede
tener sobre un individuo. Es aquí en donde entra en juego todo lo dicho anteriormente,
a través de la valoración de cada elemento particular a la causa.
Pero del mismo modo, la determinación de la pena no puede ser ajena a su
finalidad resocializadora, establecida explícitamente en los tratados de derechos
humanos con jerarquía constitucional, que también deberá analizarse a la luz de las
características del caso.
Teniendo en cuenta el principio de igualdad, la protección especial que
requieren los niños y el fin resocializador de la pena, es que la citada Convención
sobre los Derechos del Niño establece en sus artículos 37 y 40 que los niños en
conflicto con la ley tienen derecho a recibir un trato que fomente su sentido de la
dignidad y de su valor, que tenga en cuenta su edad y que aspire a su reintegración en
la sociedad. A la vez que establece que el ingreso de jóvenes en conflicto con la ley a
un centro de reclusión -o cualquier otra institución cerrada-, debe ser una medida de
último recurso, que ha de evitarse siempre que sea posible y, de no ser posible, que
ha de establecerse durante el período más breve que proceda (Comité sobre
Derechos del Niño, OG 10, 2007 “Los derechos del niño en la justicia de menores,”
CRC/C/GC/10).
Tal es la protección que otorga la Convención a los menores en conflicto con la
ley y en contextos de encierro que su Comité establece, lógicamente, la separación de

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los niños y los adultos, pero a la vez estipula que el hecho de alcanzar la mayoría de
edad, es decir cumplir los 18 años de edad, no significa que automáticamente el joven
deba ser trasladado a una institución para adultos. Por el contrario, el Comité
establece que la persona “debería poder permanecer en el centro de menores si ello
coincide con el interés superior del niño y no atenta con el interés superior de los niños
menores de edad internados en el centro” (Conforme en tal sentido Comité sobre
Derechos del Niño, OG 10, 2007 “Los derechos del niño en la justicia de menores,”
CRC/C/GC/10, pág. 24 párr. 86).
Toda esta normativa encuentra su fundamentación en los posibles efectos
nocivos que pueda tener la privación de libertad –especialmente en los niños, niñas y
adolescentes-, por lo que ampara la regla de la libertad y de la privación como su
excepción.
A la luz de todo lo dicho, no es posible afirmar que el decisorio impugnado sea
arbitrario y contrario a los presupuestos que dicta la normativa internacional. Por el
contrario, el sentenciante ha fundamentado acabadamente las razones que lo llevaron
a imponer la pena mencionada.
De la simple lectura de la sentencia se visualiza la detallada valoración
realizada de la normativa nacional e internacional vigente, así como de las
circunstancias particulares del caso, es decir, la modalidad del hecho, los
antecedentes personales, el análisis del tratamiento tutelar, –informes del Centro de
Referencia, del Centro Cerrado, de la Licenciada María Daniela Camerucci, Perito
Asistente Social del Cuerpo Técnico Auxiliar del Fuero de Responsabilidad Penal
Juvenil de Mar del Plata, las pericias de la Dra. Claudia Bertarini, Perito Psicóloga, y
del Dr. Beltrami-, y la impresión personal que tuviera el sentenciante (fs. 22vta.).
En tal marco valorativo, el A Quo concluyó que el tratamiento tutelar no arrojó
los resultados esperados, no observándose avances significativos, con los caracteres
de firmeza y regularidad, que permitan afirmar que M. I. L. se haya reinsertado
positivamente en la sociedad.
En tal sentido, el juez de grado al referirse a la modalidad del hecho se remitió
a los fundamentos expuesto en el auto de responsabilidad, señalando, al contrario de
lo expresado por la Defensa, lo “inconcebible e inexcusable” que resulta la
circunstancia de que un menor deambule por la vida armado. En este punto, cabe
resaltar que –contrariamente a lo solicitado por la Defensa- el hecho atribuido a L. se
encuentra en el grupo de los delitos más graves contra la propiedad (art. 166 inc. 2°

19
párr. 2do., CP), superado en su desvalor por el homicidio en ocasión de robo y las
hipótesis de secuestro extorsivo agravado.
Asimismo, al brindar los fundamentos de su conclusión, resaltó que el joven
contó con todas las herramientas, sin perjuicio de ello, su cumplimiento fue irregular, al
punto que la medida debió readecuarse varias veces.
En tal marco, se detallaron las diferentes adecuaciones que se evidenciaron en
el tratamiento y los motivos a las que respondían (prisión preventiva, concesión de la
libertad, viaje a Santiago del Estero, horario laboral, arresto domiciliario nocturno, etc.).
Durante el período de tratamiento, el Tribunal valoró positivamente la voluntad
demostrada por el joven al obtener un trabajo, y el desarrollo del mismo, sin perjuicio
de ello, resaltó la falta de incorporación al sistema educativo y de aprendizaje de un
oficio, más allá de los compromisos asumidos en tal aspecto, y la sistemática
inasistencia al Centro de Referencia.
Asimismo, meritó los informes referidos, resaltando lo atinente a que la familia
ha sido débil en cuanto a la contención, que se evidencian dificultades en el joven para
mantener una conducta con apego a las normas, y la discontinuidad en el tratamiento
sugerido por el Centro de Referencia.
Hizo hincapié en el informe ambiental de fecha 18 de mayo de 2017, en el cual
se indicó la falta de acompañamiento en las medidas judiciales impuestas, la
sobreprotección que ejerce su madre, quien minimizó la problemática y las
responsabilidades.
Adunó a ello, lo informado por la perito psicóloga, en cuanto refirió que no se
observan cambios respecto a sus amistades y los grupos que frecuenta, las acciones y
los intereses son los mismos y continúa con actividades transgresoras y fuera de las
normas sociales habituales. No hay un proceso reflexivo ni tampoco ha realizado
nunca un tratamiento o apoyo que le permita otra lectura de sus comportamientos. Los
límites familiares están desdibujados y actualmente el joven se mantiene muy lejos de
ellos. No hay cambios significativos.
Finalmente, en coincidencia con lo expuesto, ponderó lo dictaminado por el Dr.
Beltrami, quien expresó que “Impresionaría que habría podido establecer algún tipo de
postura de carácter empático con aquellos que resultan víctimas de situaciones de
inseguridad”, justificándolo en las continuas interrupciones en el tratamiento, no
siempre razonablemente fundadas.

20
Asimismo, señaló que, con relación a las autoridades, refiere que las mismas
no aparecen como un referente a respetar, las intervenciones no son sostenidas, las
transgrede y no ha tenido consecuencias.
En contestación a los agravios de la Defensa en este punto, de la lectura cabal
de las constancias que componen el presente legajo se observa que el Dr. Beltrami,
en respuesta a los puntos periciales expresó, textualmente, “No existen referencias
sobre si se alcanzó un nivel apropiado de reflexión y posicionamiento crítico hacia su
conducta. Durante la evaluación M. hizo referencia a aspectos relacionados con los
efectos del arrepentimiento y los sentimientos culpógenos en su psiquismo y en su
vinculación con la realidad y los otros” (lo resaltado me pertenece), y no a que el
“joven demostró aspectos…” como señalo la Defensa en su escrito.
Renglón seguido, el perito afirma que “Impresionaría que habría podido
establecer algún tipo de postura de carácter empático con aquellos que resultan
víctimas de situaciones de seguridad” (fs. 10), frase citada por la Defensa en sus
agravios, que, en atención al contexto en que fue utilizada (párrafos precedentes) y al
uso del tiempo verbal condicional simple y compuesto, le imprime un sentido que lejos
de favorecer a los intereses de la Defensa, viene a reforzar el criterio sostenido por el
A Quo.
En igual sentido, de las pruebas contempladas queda suficientemente
demostrada la falta de contención del grupo familiar, sin que las alegaciones de la
Defensa sobre el tópico, con sustento, especialmente, en el rol desempeñado por el
padre y el tío, permitan sostener lo contrario.
Finalmente, concluyó que no se ha demostrado el cumplimiento de los
objetivos del proceso penal juvenil, conforme lo prescripto en el art. 40 de la
Convención sobre los Derechos del Niño, entendiendo que corresponde imponer pena
al joven L.
Lo expuesto, descarta los argumentos defensista sobre la ausencia de
contemplación sobre el impacto negativo de la pena y disipa cualquier duda sobre el
carácter otorgado por el sentenciante al tratamiento tutelar.
La decisión adoptada encuentra debida fundamentación en las premisas
valoradas a que se hiciera mención, más allá de las referencias efectuadas a la
existencia de otro proceso seguido al joven y a las reservas de carácter subjetivo que
se hicieran mención en la sentencia cuestionada, y que son objeto de cuestionamiento
por la Defensa.

21
Por otro lado, la justificación del incumplimiento con sustento en la excesiva
carga horaria laboral no permite dar respuesta acabada a las sistemáticas
irregularidades evidenciadas.
Por último, los aspectos positivos del tratamiento (en lo referente a lo laboral y
las adicciones), que fueron suficientemente contemplados, no permiten contrarrestar
las falencias sindicadas.
Así, la necesidad o no de la imposición de una sanción y eventualmente su
reducción, depende, principalmente, del resultado del tratamiento tutelar (art. 4º, ley
22.278), cuya finalidad es proteger y reencausar a la persona menor de edad para que
pueda desempeñar un papel constructivo y productivo en la sociedad. (confr.
directrices de las Reglas mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la
Justicia de menores” -“Reglas de Beijing”- (19.1), incluidas en el preámbulo de la
“Convención sobre los Derechos del Niño”, de jerarquía constitucional -art. 75 inc. 22-
y en las “Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados
de Libertad” -adoptadas por la Asamblea general en su resolución 45/113 del
14/12/1990-, letra y espíritu de los arts. 3 y 37 inc. b de la citada ley 23849/90), y en el
caso, la valoración que efectuara el A Quo del resultado del mismo, y el resultado de la
audiencia de visu (acta de fs. 78), permite acompañar la decisión de imposición de
pena en el caso.
En tal sentido, la pena de tres (3) años y cuatro (4) meses de prisión,
accesorias legales y costas (por resultar coautor penalmente responsable del delito de
robo agravado por el uso de arma de fuego apta), se ajusta a la necesidad, idoneidad
y exigibilidad como criterios propios del principio de proporcionalidad y constituye la
medida de la culpabilidad del acto atribuido (arts. 4 de la ley 22.278; y 40, 41 y 166,
inciso segundo, párrafo segundo, CP).
En consecuencia, propongo rechazar, por improcedente, el recurso de
casación interpuesto a fs. 31/52 en favor de M. I. L., con costas (arts. 4 de la ley
22.278; 40, 41 y 166, inciso segundo, párrafo segundo, CP; 106, 209, 210, 448 inc. 1,
450, 530, 531, cits. y c.c., CPP; 33, 58, 68 y 70, Ley 13.634).
ASÍ LO VOTO.
A la misma segunda cuestión planteada el señor juez, doctor CARRAL, dijo:
Adhiero al voto de mi colega preopinante en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
ES MI VOTO.

22
Con lo que terminó el Acuerdo dictándose la siguiente:
SENTENCIA
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede, el Tribunal resuelve:
I. Declarar admisible la impugnación deducida por la Defensora Oficial,
Dra. María Fernanda Saumell.
II. Rechazar, por improcedente, el recurso de casación interpuesto a fs.
31/52 en favor de M. I. L., con costas.
Rigen los arts. 1, 18 y 75 inc. 22, CN; 8.2.h, CADH; 14.5, PIDCP; 3, 37 y 40,
CIDN; 4 de la ley 22.278; 40, 41 y 166, inciso segundo, párrafo segundo, CP; 106,
209, 210, 448 inc. 1, 450, 530, 531, cits. y c.c., CPP; 33, 58, 68 y 70, Ley 13.634
Regístrese, notifíquese a las partes y oportunamente devuélvase al Tribunal de
origen.
FDO. RICARDO MAIDANA. DANIEL CARRAL (JUECES)
ANTE MI: JORGE ALVAREZ (SECRETARIO)

1. b) Condena

Sala IV, Causa Nro. 72.213 “M., R. C. s/ Recurso de Casación”, Registro 499 de
fecha 25/08/2015.-

 La detención ordenada por el Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil bajo


las previsiones del artículo 371 in fine del Código Procesal Penal, no deviene
ilegal ni arbitraria en tanto es dictada conforme a derecho y por autoridad
competente.

En la ciudad de La Plata a los 25 días del mes de agosto del año dos mil
quince, se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores Jueces de la Sala Cuarta del
Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, doctores Carlos Ángel
Natiello y Mario Eduardo Kohan, bajo la Presidencia del primero de los nombrados,
para resolver en causa N° 72.213 de este Tribunal, caratulada: "M., R. C. s/ Recurso
de Casación (Art. 417 C.P.P.)”. Practicado el sorteo de ley, resultó que en la votación
debía observarse el orden: KOHAN-NATIELLO procediendo los mencionados
magistrados al estudio de los siguientes:

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ANTECEDENTES
I.-
Llega esta causa por recurso de Casación deducido por la Señora Defensora
Oficial del Departamento Judicial La Plata, doctora María Elía Klappenbach, contra el
auto dictado por la Excma. Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal
departamental, mediante el cual, con fecha 5/06/15, rechazó la acción de Hábeas
Corpus deducida en virtud de la orden de detención dictada por el Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil n° 1 contra M..
La defensa denuncia inobservancia de los arts. 18 de la C.N., 3, 5, 37 y 40 de
la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, 5 y 36 de la ley 13.634, y del
PIDCyP.
Refiere que su pupilo se hallaba gozando de libertad, se sometió a la acción de
la justicia, al tomar conocimiento de que se había dictado una orden de detención en
su contra se presentó voluntariamente a los efectos de que se efectivice, y a los pocos
días se ordenó su arresto domiciliario, el que cumplió en forma tal que el Tribunal de
Juicio dispuso –de oficio- el levantamiento del mismo.
Sostiene que M. en libertad participó de todas las diligencias y citaciones que
se realizaron, y compareció a juicio donde fue condenado y se dispuso su arresto
domiciliario.
Expresa que como la sentencia no adquirió firmeza y su asistido se hallaba
cumpliendo la medida impuesta, ésta debe mantenerse.
Alude al agravamiento que le ocasiona tener que permanecer en una unidad
carcelaria a un joven que se le imputa un hecho que habría cometido cuando contaba
con 16 años de edad y era su única causa, y que permaneció todo el transcurso de la
causa en libertad y acató las condiciones.
Aduna que ello se ve constatado a través del informe psicológico realizado, y
peticiona de modo subsidiario se disponga el alojamiento del joven en un instituto
dependiente de la secretaría de la niñez (art. 85 de la ley 13.634).
Alega que se presenta la situación paradójica de haber transcurrido su pupilo el
proceso en libertad por haber demostrado compromiso, y que ahora por haber
alcanzado los 18 años de edad debe ser alojado en un establecimiento de peores
características que aquél que le hubiese correspondido al inicio de las actuaciones.
Denuncia violación a la garantía de defensa en juicio y al debido proceso legal,
al derecho a la libertad y al principio de inocencia.

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Solicita se haga lugar al presente planteo disponiendo la libertad de su
representado.
II.-
Radicado el recurso en Sala (fs. 32), notificadas las partes, el señor Defensor
Adjunto ante esta Sede, doctor Nicolás Agustín Blanco, se remitió a los argumentos
del recurso originario.
III.-
Encontrándose la causa en estado de dictar sentencia, la Sala IV del Tribunal
decidió plantear y votar las siguientes:
CUESTIONES
1ra.) ¿Es admisible el recurso de casación interpuesto?
2da.) ¿Es procedente?
3ra.) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Al haberse deducido en tiempo oportuno, adjuntando la documental requerida,
y tratándose de una resolución que deniega un hábeas corpus, el recurso de casación
resulta admisible en los términos del artículo 417 del C.P.P.-
Voto por la afirmativa.
A la misma primera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Adhiero al voto del doctor Kohan, expidiéndome en igual sentido y por los
mismos fundamentos.
Voto por la afirmativa.
A la segunda cuestión planteada el Señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Abocado a la cuestión fondal aquí traída corresponde destacar que, de acuerdo
con lo que surge de la lectura del presente legajo, el Juzgado de Responsabilidad
Penal Juvenil n° 1 de La Plata con fecha 29/12/14 condenó a M. a la pena de tres
años y seis meses de prisión, accesorias legales y costas, por ser considerado autor
penalmente responsable del delito de abuso sexual agravado por su comisión con
acceso carnal, en los términos del art. 119, tercer párrafo, en relación con el primer
párrafo, del CP.
Contra ello interpusieron recursos de apelación las partes del proceso, y el 30
de abril del 2015 la Sala III de la Cámara de La Plata confirmó la condena, pero no así
el monto de pena, el cual quedó fijado en cuatro años y seis meses de prisión,
accesorias legales y costas.

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En atención a ello la señora Fiscal del fuero solicita se ordene la detención del
encausado resolviendo, con fecha 2/06/15 el Tribunal de Responsabilidad Penal
Juvenil, hacer cesar el arresto domiciliario del nombrado y convertir la medida de
coerción impuesta de efectivo cumplimiento, ordenando su detención.
Los argumentos brindados por dicho organismo para decidir en ese sentido,
fueron los siguientes: “…si bien el Tribunal al momento de dictar sentencia respecto de
la imposición de pena no ha hecho lugar a la medida coercitiva solicitada por la
Fiscalía, ha resuelto hasta tanto se expida la Alzada, deberá cumplir un medida
coercitiva bajo la modalidad de arresto domiciliario…habiendo resolución de la Excma.
Cámara…y habiendo además readecuado la pena en su quantum, cabe en la
actualidad agravar la medida coercitiva que viene cumpliendo, ordenando la
detención…Que el incremento de la pena impuesta por la Sala III de la Excelentísima
Cámara…genera un aumento en los peligros procesales de frustración del proceso,
requisito establecido en el art. 371 “in fine” y ccs. del C.P.P…”. (Ver fs. 14/15 vta.).
Frente a ello, la defensa del encausado deduce acción de Hábeas Corpus, la
cual fue rechazada por la Sala III de la Cámara de Apelaciones y Garantías en lo
Penal de La Plata, mediante los siguientes argumentos: “…La orden de detención
dictada contra C. R. M. encuentra fundamento -tal como lo considera el Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil- en la disposición contenida en el último párrafo del art.
371 del C.P.P.. La norma procesal aludida, resulta acorde con la disposición
establecida por el art. 9 inc. 3° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
en tanto establece que, si bien la prisión preventiva de las personas que deban ser
juzgadas no debe ser la regla general, la libertad puede estar restringida a fin de
garantizar la ejecución del fallo…también resultan aplicables principios rectores de la
sentencia previstos en el art. 17, puntos 1, 2 y 3 de las Reglas mínimas de las
Naciones Unidas para la Administración de la justicia de menores (“Reglas de
Beijing”)...el peligro procesal previsto en el ordenamiento procesal (art. 148) aumenta,
naturalmente, con el dictado de una sentencia condenatoria de cumplimiento
efectivo…el art. 371 del C.P.P. autoriza expresamente al Tribunal a disponer la
detención en caso de dictarse veredicto condenatorio y correspondiera la imposición
de una pena privativa de libertad de efectivo cumplimiento …al no resultar arbitraria ni
ilegal la orden de detención dictada contra el causante M., corresponde rechazar la
acción de habeas corpus…”. (Conf. fs. 16/18 del presente legajo).

26
Así las cosas, contra esta decisión, la Defensora Oficial, doctora Klappenbach,
dedujo el presente recurso de Casación en los términos del art. 417 del CPP,
peticionando se disponga la inmediata libertad de su representado, el cual, adelanto,
no tendrá acogida favorable.
Sentado lo dicho, debo manifestar que la decisión impugnada constituye
derivación razonada del derecho vigente en cuanto en el caso particular, la pena en
expectativa –cuatro años y seis meses de prisión, accesorias legales y costas del
proceso-, la naturaleza y características propias del hecho - abuso sexual agravado
por su comisión con acceso carnal, en los términos del art. 119, tercer párrafo, en
relación con el primer párrafo, del CP-, resultan fundamentos válidos y suficientes para
denegar el beneficio en trato, conforme el juego armónico de los arts. 148 y 371 del
CPP.
A contramano de lo afirmado por la defensa, y en parecer que comparto con los
Sres. Jueces del órgano de juicio y por los Sres. Camaristas, advierto que la detención
ordenada por el Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil n° 1 de La Plata, contra la
persona de M., bajo las previsiones del artículo 371 in fine del C.P.P., no deviene ilegal
ni arbitraria, en cuanto fue dictada conforme a derecho y por autoridad competente, y
por encontrar valederas las razones precedentemente expuestas que justificaron la
aplicación de la medida de coerción hoy cuestionada.
Aduno a ello, que el estado de inocencia, no impide que en forma más o menos
intensa, aparezca en el proceso una presunción de culpabilidad que justifique medidas
precautorias en contra del imputado, como en el caso en estudio.
Así, el Art. 7 de la Convención Americana fija las condiciones que deben
mediar para poder privar a una persona de su libertad. El art. 7.1 establece que "Toda
persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales"; el art. 7.2 prescribe
que "Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las
condiciones fijadas de antemano por las constituciones políticas de los Estados Partes
o por las leyes dictadas conforme a ellas"; el art. 7.3 dice, por su parte, que "Nadie
puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios"; mientras que el art. 7.4
expresa que "Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de
su detención y notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella"; a su
turno el art. 7.5 manifiesta que "Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin
demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones
judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta

27
en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar
condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio"; a su vez, el
art. 7.6 reza que "Toda persona privada de su libertad tiene derecho a recurrir ante un
juez o tribunal competente, a fin de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de
su arresto o detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueren ilegales.
En los Estados Partes cuyas leyes prevén que toda persona que se viera amenazada
de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a
fin de que éste decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser
restringido ni abolido. Los recursos podrán interponerse por sí o por otra persona"; por
lo demás, el art. 7.7 dispone que "Nadie será detenido por deudas. Este principio no
limita los mandatos de autoridad judicial competente dictados por incumplimiento de
deberes alimentarios”.
Si bien es cierto que toda persona acusada de la comisión de un ilícito tiene
derecho a su libertad corporal y ambulatoria mientras una sentencia firme en su contra
no haga cesar su presunción de inocencia, también lo es la posibilidad del juez de
privársela en forma preventiva siempre que la prisión tenga una duración razonable y
en tanto concurran motivos razonables. (Conf. BIDART CAMPOS, Germán "Manual de
la Constitución Reformada", T. II, p. 298, EDIAR, Buenos Aires, 1997).
Para HASSEMER (Winfried, en su opúsculo "De los presupuestos de la prisión
preventiva" en su obra recopilatoria, "Crítica al Derecho Penal", p. 126, Ad-Hoc,
Buenos Aires, 1995, trad. ZIFFER, Patricia S.). la utilización de la prisión preventiva
debe ser limitada, expresando al respecto que "Si no abusamos de la prisión
preventiva como instrumento para la intervención en las crisis, valores irrenunciables
como la prohibición de exceso y la presunción de inocencia tienen mejores chances de
sobrevivir, también, y justamente, en la conciencia de la población".
En ese marco se inscribe el sistema de aseguramiento cautelar de tipo
personal establecido en nuestro Código Procesal Penal, bajo los principios rectores
que emergen del texto constitucional y de los tratados antes mencionados, que poseen
igual rango.
Y dentro de ese plexo integrado por cautelas y contracautelas, advierto que el
precepto contenido en el art. 371 “in fine” del C.P.P. no es más que una medida de las
primeramente mencionadas, sin que encuentre menoscabo a alguno de los preceptos
que las inspiran.

28
Lo expuesto sella la suerte del presente remedio, habida cuenta que los
argumentos defensistas no logran desvirtuar lo decidido, correspondiendo en
consecuencia homologar el pronunciamiento impugnado.
Voto por la negativa.
A la misma segunda cuestión planteada el Señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Adhiero al voto del doctor Kohan, expidiéndome en igual sentido y por los
mismos fundamentos.
Voto por la negativa.
A la tercera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Visto el modo en que han sido resueltas las cuestiones precedentes,
corresponde: 1) declarar admisible el recurso de Casación interpuesto por la Señora
Defensora Oficial del Departamento Judicial La Plata, doctora María Elía Klappenbach,
a favor de R. C. M.; y 2) rechazar el mismo por improcedente, sin costas en esta
instancia por haber existido razones plausibles para litigar (arts. 106, 148, 210, 371,
417, 530 y 531 del C.P.P.).
Así lo voto.
A la misma tercera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Adhiero al voto del doctor Kohan, expidiéndome en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
Con lo que terminó el Acuerdo, dictándose la siguiente:
SENTENCIA
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede, el Tribunal resuelve:
I.- Declarar admisible el recurso de Casación interpuesto por la Señora
Defensora Oficial del Departamento Judicial La Plata, doctora María Elía Klappenbach,
a favor de R. C. M..
II.- Rechazar el mismo por improcedente, sin costas en esta instancia.
Arts. 106, 148, 210, 371, 417, 530 y 531 del C.P.P.
Regístrese. Notifíquese. Oportunamente devuélvase.
FDO: MARIO EDUARDO KOHAN - CARLOS ÁNGEL NATIELLO
ANTE MÍ: María Victoria Nicastro

29
2. Ejecución de la Pena

Sala I -conf. Ac. S.C.B.A. 1805-, Causa Nro. 72.631 ““H., M. M. o H., M. s/ Recurso
de Casación”, Registro 785 de fecha 10/12/2015.-

 Las normas especiales del Fuero Penal Juvenil tienen prioridad de aplicación
por sobre las subsidiarias provenientes del fuero de adultos -cfr. arts. 1° y 85
C.P.P.- (Carral SD)

 El artículo 79 de la Ley 13.634 no hace mención alguna a un recaudo temporal


para la concesión de la libertad asistida, pero no significa ello que deba ser
aplicado analógicamente el previsto por el artículo 104 de la Ley 12.256,
cuando se pueden restringir derechos reconocidos a los jóvenes en la ley
especial. (Carral SD)

 Al decidirse una privación de la libertad de un niño o niña, deberán agotarse


previamente todas las medidas que permitan arribar al cumplimiento de las
finalidades precautorias o de reintegración social, según se trate de una
medida precautoria previa al dictado de una sentencia condenatoria o se trate
de una pena. (Carral SD)

 El derecho del joven a que la privación de la libertad sea por el menor tiempo
posible en consideración al interés superior del niño y a su reintegración al
seno social, resulta conculcado cuando se integra la norma específica del
artículo 79 de la Ley 13.634 con una exigencia de la ley de ejecución penal de
adultos que no se corresponde con los fines del sistema provincial de
protección integral del niño. (Carral SD)

En la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, sede de la sala I del


Tribunal de Casación Penal (cf. Ac. 1805 de la S.C.J.B.A.), el 10 de diciembre de dos
mil quince se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores jueces doctores Daniel Carral y
Ricardo Borinsky (art. 451 del C.P.P.), con la presidencia del primero de los
nombrados, a los efectos de resolver la Causa Nº 72.631 caratulada “H., M. M. o H.,

30
M. s/ Recurso de Casación”, conforme al siguiente orden de votación: CARRAL –
BORINSKY.
ANTECEDENTES
I.-
La Sala II de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal del
Departamento Judicial de Bahía Blanca, con fecha 29 de mayo de 2015, en el marco
de la causa n° 666/2012 del registro del Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil -
I.P.P. n° 02-00-014079-11/00- considerando que no se configuró el recaudo temporal
del art. 104 de la ley 12.256, revocó la decisión del inferior por la cual se había
otorgado la libertad asistida al joven M. H.
II.-
Contra dicha resolución deduce recurso de casación el Defensor Oficial del
nombrado denunciando que el a quo aplicó en los hechos una norma subsidiaria del
fuero de adultos –la ley 12.256- sin consideración a la especialidad de la materia penal
juvenil, restringiendo arbitraria e ilegalmente el derecho de su defendido a acceder a
una libertad anticipada al exigir un requisito de la ley de ejecución penal de mayores
no contemplado para los jóvenes.
En tal sentido, agrega que en consonancia con los arts. 37 inc. b) y 40.4 de la
Convención de los Derechos del Niño, el régimen para la libertad asistida del art. 79 de
la ley 12.634 difiere absolutamente del regulado en la ley 12.256, pudiendo aplicarse
ésta solo supletoriamente en tanto “no restrinja los derechos reconocidos por la ley
13.634”, según lo estatuye el art. 85 de la ley juvenil; y que al no prever un
determinado plazo para la concesión de la libertad anticipada, operativiza el principio
de ultima ratio y de máxima brevedad en la utilización de la pena privativa de la
libertad. Abunda en citas jurisprudenciales internacionales y locales y concluye que M.
H. cumple con los requisitos para el otorgamiento de dicha libertad anticipada.
Solicita se deje sin efecto la resolución agraviante y hace expresa reserva del
caso federal.
III.-
Adjudicados que fueron los autos a esta Sala I, se notificaron a las partes.
Concluido el trámite de ley y puestos los autos en condiciones de resolver, el
Tribunal decide plantear y votar las siguientes
CUESTIONES:
Primera: ¿Es procedente el recurso de casación deducido?

31
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión el señor juez doctor Carral dijo:
Adelanto que el recurso de casación habrá de merecer una acogida favorable,
para lo cual, pasaré a desgranar y precisar cuestiones que estimo fundamentales para
responder los agravios del casacionista.
I.-
El art. 40.3 de la Convención de los Derechos del Niños (arts. 31 y 75 inc. 22°
C.N.), establece el principio de especialidad en materia penal infanto-juvenil, en los
siguientes términos: “Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para
promover el establecimiento de leyes, procedimientos, autoridades e instituciones
específicos para los niños de quienes se alegue que han infringido las leyes penales o
a quienes se acuse o declare culpables de haber infringido esas leyes”.
Explicando esta cuestión, la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el
famoso precedente “Maldonado” (Fallos ), con cita del párr. 54 de la Opinión
Consultiva 17/2002 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos “Condición
Jurídica y Derechos Humanos del Niño”, destacó que “los menores cuentan con los
mismos derechos constitucionales que los adultos, [pero] no debe perderse de vista
que de dicho principio no se deriva que los menores, frente a la infracción de la ley
penal, deban ser tratados exactamente igual que los adultos”.
“En efecto, lo contrario implicaría arribar a un segundo paradigma equivocado
–como aquel elaborado por la doctrina de la ‘situación irregular’- de la justicia de
menores, pues reconocer que los menores tienen los mismos derechos que el
imputado adulto, no implica desconocerles otros derechos propios que derivan de su
condición de persona en proceso de desarrollo”.
“En suma, los niños poseen los derechos que corresponden a todos los seres
humanos, menores y adultos, y tienen además derechos especiales derivados de su
condición, a los que corresponden deberes específicos de la familia, de la sociedad y
el Estado…” (consid. 32°).
A nivel provincial, el legislador bonaerense mediante el dictado la ley 13.634,
reconociendo “a los niños los mismos derechos, deberes y garantías que a los
adultos, y por su particular condición de ser personas en desarrollo, se les conceden
derechos y garantías especiales,” (v. Fundamentos de la ley 13.634), ha dado plena
vigencia a este principio.

32
Ello lleva a que las normas especiales del fuero penal juvenil tengan prioridad
de aplicación por sobre las subsidiarias provenientes del fuero de adultos (arts. 1 y 85
ley 13.634). En concreto, es aplicable la ley 11.922 en tanto que no resultó modificada
la misma por la ley específica (art. 1), y en materia de “ejecución de penas o de
medidas impuestas a los procesados, [la legislación provincial se aplicará
subsidiariamente] en la medida que no restrinja los derechos reconocidos por la… ley”
13.634 (art. 85).
II.-
De conformidad con el art. 79 de la ley 13.634, la libertad asistida “consiste en
otorgar la libertad del niño, quien asistirá a programas educativos, de orientación y de
seguimiento. El Juez o Tribunal designará a una persona capacitada para acompañar
el caso, la cual podrá ser recomendada por los Servicios Locales de Protección, ya
sea por entidad o programa de atención”.
“La libertad asistida será fijada por un plazo mínimo de seis (6) meses y
máximo de doce (12), pudiendo ser interrumpida, prorrogada o revocada en cualquier
tiempo o sustituida por otra medida, previa consulta al orientador, al Agente Fiscal y al
Defensor”.
El texto no hace mención alguna a un recaudo temporal como acierta en indicar
el a quo, pero no significa ello que deba ser aplicado analógicamente el previsto para
el art. 104 de la ley 12.256, cuando ello puede restringir derechos reconocidos a los
jóvenes en la ley especial 13.634.
Repárese incluso que el régimen de semilibertad establecido como tránsito
hacia la completa libertad por el art. 80 de la ley penal juvenil, tampoco exige un
tiempo determinado de prisión efectiva del joven o el recorrido gradual de instancias
de tratamiento. Ello tiene sus razones:
En materia de privación de la libertad de niños, niñas y jóvenes, la ley provincial
13.634 expresa con claridad los lineamientos que habrán de seguirse en su art. 7, “la
internación y cualquier otra medida que signifique el alojamiento del niño en una
institución pública, semipública o privada, cualquiera sea el nombre que se le asigne a
tal medida y aún cuando sea provisional, tendrá carácter excepcional y será aplicada
como medida de último recurso, por el tiempo más breve posible y debidamente
fundada”. A su vez, el art. 36 inc. 4° lo complementa disponiendo “que la privación de
libertad sea sólo una medida de último recurso y que sea aplicada por el período más
breve posible, debiendo cumplirse en instituciones específicas para niños, separadas

33
de las de los adultos, a cargo de personal especialmente capacitado teniendo en
cuenta las necesidades de su edad”.
De esta manera, al decidirse una privación de la libertad de un niño o niña,
deberán agotarse previamente todas las medidas que permitan arribar al cumplimiento
de las finalidades precautorias o de reintegración social que se pretenden (art. 40.1 y 4
C.D.N.), según se trate de una medida precautoria previa al dictado de una sentencia
condenatoria o se trate de una pena. En casos excepcionales y sólo cuando resulte
imposible el empleo de una medida alternativa al internamiento en una institución de
encierro, como último recurso, puede el Magistrado del fuero especializado disponer
este tipo de medidas restrictivas por el tiempo más breve posible (art. 37.b) C.D.N.;
reglas 13 y 17 Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la
Justicia de Menores). Para el eficaz cumplimiento de esta manda, el Juez debe ejercer
un control regular, profundo y periódico del modo de cumplimiento de cada medida
privativa de la libertad, del ámbito en el que se lleva a cabo, de la situación del niño o
niña que la padece y de las consecuencias que en él o ella refleja la medida y la forma
en que se desarrolla. Ello así, puesto que el sistema de justicia juvenil, debe hacer
hincapié en el bienestar de los jóvenes y brindar siempre una respuesta proporcionada
en consideración al ilícito cometido y a la persona de su ejecutor (regla 5 de las Reglas
Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de Menores). La
labor del juez tiene siempre la guía impuesta por el interés superior del niño (art. 3
C.D.N.; Comité de los Derechos del Niño, Observación General Nº 10 (2007), “Los
derechos del niño en la justicia de menores”, párr.10)), lo cual determina que las
medidas cautelares o penales impuestas a los jóvenes sean eminentemente
modificables y sustituibles considerando el bienestar del niño, el desarrollo del proceso
de reintegración social y la asunción de una función constructiva en la sociedad (art.
40.1 C.D.N.).
Este es el sentido poseen las medidas de libertad anticipada, como la libertad
asistida del art. 79 de la ley 13.634, y la razón por la cual carecen de un requisito
temporal que la Cámara tomó de la ley de ejecución penal para adultos. Lo señalado
más arriba tiene reflejo en la ley penal juvenil que dispone la mutabilidad de las
medidas impuestas al joven (art. 71) o aún su cese anticipado, es decir, sin llegar a su
cumplimiento pleno, cuando sus objetivos se hubieran cumplido (art. 84). De allí que la
necesaria discrecionalidad que reclama la materia para el logro de sus fines (regla 6
de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de

34
Menores) pone de relieve la innecesariedad de fijar un tiempo determinado de prisión
efectiva para acceder a una liberación previa al cumplimiento completo de la sanción
penal.
Entonces, el derecho del joven a que la privación de la libertad sea por el
menor tiempo posible en consideración al interés superior del joven y a su
reintegración al seno social, resulta conculcado cuando se integra la norma específica
del art. 79 de la ley 13.634 con una exigencia de la ley de ejecución penal de adultos
que no se corresponde con los fines y objetivos del sistema de protección integral del
niño vigente en nuestro territorio provincial a través de las Cartas Magnas nacional y
provincial, la Convención de los Derechos del Niños, y la normativa provincial citada.
Por consiguiente, habiendo cumplido el Tribunal de Responsabilidad Juvenil
con las exigencias del art. 79 de la ley 13.634 al dictar la resolución luciente a fs. 2/4
de este incidente impugnativo, corresponde casar el auto recurrido recuperando
vigencia el que fuera revocado por la Sala II de la Cámara de Apelación y Garantías
en lo Penal del Departamento Judicial de Bahía Blanca en estos autos.
En tal inteligencia, con los alcances indicados en los acápites que anteceden, a
esta primera cuestión VOTO POR LA AFIRMATIVA.
A la primera cuestión el señor juez doctor Borinsky dijo:
Adhiero, por sus fundamentos, a lo expresado por el doctor Carral, y a esta
cuestión VOTO POR LA AFIRMATIVA.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Carral dijo:
En atención al resultado que arroja el tratamiento de la cuestión precedente
corresponde 1) casar la resolución en crisis y mantener la vigencia del auto dictado por
el Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil por la cual se otorga la libertad asistida a
M. H., sin costas en esta Sede (arts. 18 y 75 inc. 22 C.N.; 8.2.h C.A.D.H.; 20 inc. 1º,
421, 433, 448, 450, 451, 454 inc. 4°, 456, 460, 530, 532 y ccdtes. C.P.P.); 2) tener
presente la reserva del caso federal (art. 14 ley 48).
ASÍ LO VOTO.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Borinsky dijo:
Voto en igual sentido que el doctor Carral, por sus fundamentos.
ASÍ LO VOTO.
Por lo que se dio por finalizado el Acuerdo, dictando el Tribunal la siguiente
SENTENCIA

35
I.- CASAR la resolución en crisis y mantener la vigencia del auto dictado por el
Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil por la cual se otorga la libertad asistida a
M. H., sin costas en esta Sede.
II.- TENER PRESENTE la reserva del caso federal.
Rigen los arts. 18 y 75 inc. 22 de la Constitución Nacional; 8.2.h) de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos; y 20 inc. 1º, 421, 433, 448, 450,
451, 454 inc. 4º, 456, 460, 530, 532, y ccdtes. del Código Procesal Penal; 14 ley 48.
Regístrese, notifíquese y remítase a la Mesa Única General de Entradas para
su devolución a origen.
FDO. : RICARDO BORINSKY – DANIEL CARRAL
Ante mí: Jorge Andrés Álvarez

Sala III, Causa Nro. 65.045 “F., A. M., s/ Recurso de Casación”, Registro 895 de
fecha 11/08/2015.-

 El artículo 30 de la Ley 13.634 establece que en el Fuero de Responsabilidad


Penal Juvenil, será competente en materia de ejecución penal el órgano
judicial que haya impuesto la sanción -art. 40 inc. 3° de la Convención sobre
Derechos del niño- (Violini SD)

En la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Sede de la Sala III del


Tribunal de Casación Penal, el de 11 de agosto dos mil quince se reúnen en Acuerdo
Ordinario los señores jueces doctores Ricardo Borinsky y Víctor Violini, con la
presidencia del primero de los nombrados, a los efectos de resolver la Causa n°
18.484 (Registro de Presidencia nº 65.045) “F., A. M., s/ recurso de casación”,
conforme al siguiente orden de votación: VIOLINI - BORINSKY.
ANTECEDENTES
En lo que interesa destacar, la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal
de Junín confirmó la resolución del Juez de Ejecución, mediante la cual se denegó la
inclusión del Joven A. M. F. en el régimen de la libertad asistida.
Contra dicho pronunciamiento, interpuso recurso de casación la Defensa
Oficial, por el cauce de los artículos 448 y siguientes del Código Procesal Penal.

36
Concedido y radicadas las actuaciones ante esta instancia y notificadas las
partes, la Sala se encuentra en condiciones de resolver, por lo que se tratan y votan
las siguientes
CUESTIONES
Primera: ¿Es procedente el recurso de casación interpuesto?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
VOTACIÓN
A la primera cuestión planteada, el señor juez doctor Violini dijo:
En el análisis de los autos, debe observarse ante todo que el artículo 30 de la
Ley 13.634 establece que será competente en materia de ejecución penal, el órgano
judicial que haya impuesto la medida, es decir la sanción, por lo que, la disposición de
la Cámara que asigna dicha competencia al Juzgado de Ejecución departamental,
contradice el texto de la ley y los Pactos que rigen la materia (artículo 40 inciso 3 de la
Convención sobre los Derechos del Niño, Ley 23.849).
En segundo término, la Cámara no responde el agravio expuesto por la
Defensa, pues mal puede sostenerse que deviene "abstracto" el pedido de aplicación
de la Ley 13.634, si la respuesta a tal pedido ha sido el análisis de la Ley 12.256.
Por estos fundamentos, entonces propongo al Acuerdo, declarar procedente el
recurso de casación interpuesto; revocar el auto impugnado, y devolver jurisdicción a
la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Junín a fin que dicte nuevo
pronunciamiento conforme a derecho; extraer copias del auto de fs. 1/4 en el que se
pone de manifiesto la distribución de competencias en el Departamento Judicial Junín
y remitir a la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires para su
conocimiento (artículos 18 de la Constitución Nacional; 40 inciso 3 de la Convención
sobre los Derechos del Niño, Ley 23.849; 30 Ley 13.634; 448, 450, 451, 454, 465, 530
y 531 del Código Procesal Penal).
A la primera cuestión planteada, el señor juez doctor Borinsky dijo:
Que, por sus fundamentos, adhiero al voto del doctor Violini y a esta primera
cuestión me pronuncio POR LA AFIRMATIVA.
A la segunda cuestión planteada, el señor juez doctor Violini dijo:
En atención al resultado que arroja el tratamiento de la cuestión precedente
corresponde declarar procedente el recurso de casación interpuesto; revocar el auto
impugnado, y devolver jurisdicción a la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal
de Junín a fin que dicte nuevo pronunciamiento conforme a derecho; extraer copias del

37
auto de fs. 1/4 en el que se pone de manifiesto la distribución de competencias en el
Departamento Judicial Junín y remitir a la Suprema Corte de Justicia de la Provincia
de Buenos Aires para su conocimiento (artículos 18 de la Constitución Nacional; 40
inciso 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño, Ley 23.849; 30 Ley 13.634;
448, 450, 451, 454, 465, 530 y 531 del Código Procesal Penal). ASÍ LO VOTO.-
A la segunda cuestión planteada, el señor juez doctor Borinsky dijo:
Voto en igual sentido que el doctor Violini.
Por lo que se dio por finalizado el Acuerdo, dictando el Tribunal la siguiente
RESOLUCIÓN
I) DECLARAR PROCEDENTE el recurso de casación interpuesto.
II} REVOCAR el auto impugnado, y devolver jurisdicción a la Cámara de
Apelación y Garantías en lo Penal de Junín a fin que dicte nuevo pronunciamiento
conforme a derecho.
III) EXTRAER copias del auto de fs. 1/4 en el que se pone de manifiesto la
distribución de competencias en el Departamento Judicial Junín y remitir a la Suprema
Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires para su conocimiento.
Rigen los artículos 18 de la Constitución Nacional; 40 inciso 3 de la Convención
sobre los Derechos del Niño, Ley 23.849; 30 Ley 13.634; 448, 450, 451, 454, 465, 530
y 531 del Código Procesal Penal.
Regístrese, notifíquese y oportunamente, remítase a origen.
FDO.: VICTOR HORACIO VIOLINI - RICARDO BORINSKY
Ante Mí: Karina Echenique.

Sala V, Causa Nro. 75.135 -75.694 “B., E. s/ Recurso de Casación”, Registro 498
de fecha 05/07/2016.-

 El traslado de una joven adulta del centro de contención donde accede a su


derecho a la educación –en el caso, Universidad de Letras- como a tratamiento
psicólogico y psiquiátrico, a una unidad del Servicio Penitenciario que no
garantiza su continuidad, constituye una situación excepcional que habilita el
conocimiento de este Tribunal. (Celesia SD)

38
 Conforme lo establecido en las Reglas de Beijing se encuentra habilitada la
imposición de medidas alternativas para asegurar que los niños sea tratados
de manera apropiada para su bienestar y guardando proporción tanto con sus
circunstancias como con la infracción. (Celesia SD)

En la ciudad de La Plata, a los 05 días del mes de julio de dos mil dieciséis,
reunidos en Acuerdo Ordinario, los Señores Jueces de la Sala Quinta del Tribunal de
Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, doctores Jorge Hugo Celesia y
Martín Manuel Ordoqui, para resolver el recurso de casación interpuesto en la
presente causa nro. 75.135, caratulada “B., E. s/ Recurso de Casación” y su
acumulada nro. 75.694 caratulada “Bruno Emilia s/ Recurso de Casación (Art. 417
C.P.P.)”, practicado el sorteo de ley resultó que en la votación debía observarse el
orden siguiente: CELESIA- ORDOQUI (art. 451 in fine del C.P.P).
ANTECEDENTES
El 30 de noviembre de 2015 el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil n° 1
del Departamento Judicial La Plata dictó, por medio del procedimiento de juicio
abreviado, sentencia condenando a E. B. a la pena de 11 años y 6 meses de prisión
de efectivo cumplimiento por el delito de homicidio agravado por el vínculo y por ser
cometido con ensañamiento y alevosía en los términos del artículo 80 incisos 1 y 2 del
C.P., del que resultare víctima la Sra. Brambilla María Florencia, y disponer el traslado
de la joven a una Unidad dependiente del Servicio Penitenciario con programa para
jóvenes-adultos, debiendo garantizarse la continuidad del tratamiento interdisciplinario.
Lo decidido resultó cuestionado por la Defensa por medio de dos herramientas
procesales, acción de hábeas corpus y recurso de casación, limitándose los motivos
de agravio de ambas presentaciones a objetar el traslado dispuesto de la joven a una
Unidad del Servicio Penitenciario.
Respecto de la acción de habeas corpus, cabe señalar que resultó presentada
de forma originaria ante la Sala Cuarta de la Cámara de Apelación y Garantías, siendo
rechazada por la Alzada local por encontrar las razones dadas por la juez del juzgado
de responsabilidad penal juvenil fundadas, lo que derivó en la impugnación de la
Defensa por medio de la vía del artículo 417 del C.P.P.
Cumplidos los trámites de rigor, esta causa se encuentra en condiciones de ser
resuelta, por lo que el Tribunal decidió tratar y votar las siguientes:

39
CUESTIONES
Primera: ¿Resulta admisible el recurso de casación interpuesto?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada, el señor juez doctor Celesia dijo:
En primer lugar, se hallan reunidos los requisitos de tiempo y forma exigidos
normativamente a los fines de otorgar legitimidad a los actos de interposición de los
remedios casatorios.
Por otro lado, más allá de los reparos que podrían formularse a la selección de
las vías de impugnación, considero que se encuentran abastecidas las exigencias
relativas a la impugnabilidad objetiva y subjetiva, en tanto se trata de una resolución
pasible de ser recurrida en los términos de los artículos 61 de la ley 13.634 y 417, 450
y 451 del Código Procesal Penal.
En relación al recurso de casación n° 75.694 cabe destacar que si bien el
pronunciamiento de la alzada departamental resulta confirmatorio del dictado en la
instancia de origen, abasteciéndose formalmente la garantía de la doble conformidad,
el planteo de la defensa respecto de la existencia de una situación de agravamiento de
las condiciones de detención constituye una situación excepcional que habilita el
conocimiento de este Tribunal.
La defensa se encuentra legitimada para hacer uso del recurso interpuesto a
tenor de lo establecido en el artículo 454 inc. 4 del ritual y, por lo tanto, debe
declararse admisible y proceder el Tribunal a decidir sobre los fundamentos de los
motivos que lo sustentan (artículos 454, inciso 4º, 464 y 465 del Código Procesal
Penal).
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el señor juez doctor Ordoqui dijo:
Adhiero al voto del Dr. Celesia, en igual sentido y por los mismos fundamentos.
Así lo voto.
A la segunda cuestión planteada, el señor juez doctor Celesia dijo:
I.
Como punto de partida, debo señalar que existiendo identidad objetiva y
subjetiva entre el recurso de casación registrado bajo el n° 75.135 y el n° 75.694, al
tratarse de impugnaciones presentadas por la Defensoría Oficial cuya pretensión se
centra en revocar el traslado ordenado por el Juzgado de Responsabilidad Penal
Juvenil, su abordaje se efectuará de forma conjunta.

40
I.a- La defensa sostiene que la resolución que dispone que la joven cumpla la
pena en un establecimiento de adultos, no especializado para los jóvenes sujetos al
proceso penal juvenil, contradice los derechos receptados en los artículos 14, 16, 18 y
75 inc. 22 de la Constitución Nacional; 37 y 40 de la Convención de los Derechos del
Niño; Reglas 5, 17, 18, 19 de Beijing y Regla 1 y 11 de los jóvenes privados de la
libertad.
Señala que no existe dentro del Servicio Penitenciario ningún establecimiento
especializado ni al menos con programas de jóvenes adultos, no pudiéndose
garantizar el cumplimiento de las exigencias constitucionales por medio de las
referencias genéricas efectuadas por el órgano de grado.
Agrega que en el informe adjuntado se deja constancia que tanto en la Unidad
como en el resto de las Unidades no se cuenta con un tratamiento específico ni
secciones especiales para jóvenes adultas, como también de la imposibilidad de
afrontar el traslado a la Universidad.
Sostiene que el ingreso al Servicio conllevaría a un agravamiento de las
condiciones, no sólo por el riesgo que correría su integridad física, sino al suspender el
tratamiento psiquiátrico y psicológico y el estudio en la Facultad de Letras.
Resalta que en el Centro de Contención Pelletier recibe un tratamiento
psicológico y psiquiátrico permanente y siempre con los mismos profesionales que la
abordaron cuando la joven tenía 16 años.
Manifiesta que el bienestar de Emilia se vería garantizado con seguir con la
Facultad de Letras, estudio que le permite su resocialización y acercarse con su padre.
Entiende que la resolución de la Sra. Juez agravaría las condiciones de
detención que viene sufriendo Emilia Bruno, por no respetar la ejecución de la pena y
los principios internacionales mentados, solicitando que se disponga que la joven
continúe cumpliendo la pena en el establecimiento en que se encontraba.
I.b.- Del informe confeccionado por la Secretaria de Asuntos Institucionales de
la Presidencia del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires,
Silvana Sandra Paz, se vislumbran las condiciones de detención a las cuales se
encuentra sujeta la joven E. B. en el anexo psiquiátrico de mujeres de la Unidad
Carcelaria n° 45, como así, se informa la situación de Emilia Bruno desde el aspecto
psicológico a partir de una entrevista mantenida con la licenciada Florencia Borgoglio y
la obturación de la educación universitaria en la Facultad de Letras.

41
I.c.- A partir de la audiencia llevada a cabo este Tribunal ha tenido contacto
personal con la joven, tomando conocimiento de sus inquietudes y su condición actual
de detención. Asimismo, han intervenido diferentes representantes de la menor
quienes manifestaron la conveniencia de que E. retorne al lugar de alojamiento en el
Centro de Contención Pelletier, atento que en la Unidad no cuenta con la posibilidad
de acceder al programa de jóvenes adultos, cerciorándose la posibilidad de estudio en
la Universidad de Letras, como el acompañamiento psicológico y psiquiátrico que
venía desarrollando con anterioridad, medidas que constituyen pilares fundamentales
en el proceso de resocialización.
Agregan que no vislumbra peligro de fuga, habiéndose encontrado la joven
siempre a derecho, y que existe la posibilidad de que se aloje en el Pelletier bajo el
sistema de monitoreo electrónico, o en el mejor de los casos, de gozar de una prisión
domiciliaria.
I.d.- La Fiscal Adjunta ante este Tribunal, Dra. Daniela Bersi, no encuentra
objeción a que Emilia Bruno acceda a algún beneficio que le permita el cumplimiento
de la pena impuesta bajo un régimen menos gravoso que el actual, en especial para
garantizar la continuidad de sus estudios universitarios y el tratamiento psicológico y
psiquiátrico iniciado, en la medida que se arbitren los medios necesarios para controlar
el cumplimiento de las condiciones y límites que se impongan mediante alguna técnica
o sistema electrónico o computarizado.
II.-
Los recursos impetrados merecen ser favorablemente acogidos.
Como cuestión preliminar se observa que existe coincidencia de pretensiones
entre las partes, promoviendo el otorgamiento a Emilia Bruno de algún beneficio que le
permita continuar con sus estudios universitarios y el tratamiento psicológico que
viniera desarrollando.
Bajo tal marco, corresponde analizar la razonabilidad y legalidad de lo
peticionado a partir de las circunstancias particulares del caso.
Como punto de partida debemos tener en cuenta que la Convención sobre los
Derecho del Niño, que reviste jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 de la C.N.),
dispone en su artículo 3° que toda medida concerniente a los niños que tomen los
tribunales deberán atender de forma primordial al interés superior del niño, debiendo
ser éste el norte a seguir para resolver la cuestión suscitada.

42
En tal sentido, a lo largo del legajo, las partes han plasmado su inquietud en el
modo de cumplimiento actual de la pena respecto de la condenada E. B., toda vez que
el Servicio Penitenciario Bonaerense no contaría con un programa destinado a
albergar jóvenes-adultos de sexo femenino, o alternativa que garantice los derechos
de la joven, resaltando que el traslado a una Unidad Penitenciaria ordenado por la
Juez de grado ha venido a agravar las condiciones de detención, especialmente
cerciorando el derecho de proseguir sus estudios y el tratamiento psicológico, medidas
a las cuales le imprimen el carácter de trascendentes a los fines de resocialización de
la pena.
En tal sentido, debemos resaltar lo normado en el art. 37.c) de la Convención
de los Derechos del Niño en cuanto dispone que “todo niño privado de libertad estará
separado de adultos”. En igual sentido se expresa la vigésima sexta regla de Beijing,
“los menores confinados en establecimiento penitenciarios se mantendrán separados
de los adultos y estarán detenidos en un establecimiento separado o en una parte
separada de un establecimiento en el que también estén encarcelados adultos”.
Se observa del informe confeccionado por la Dra. Silvana Paz, en concordancia
con lo manifestado por las partes, que, actualmente, E. B. se encontraría alojada
dentro del anexo psiquiátrico de la Unidad Carcelaria N° 45 compartiendo el habitáculo
con internas adultas, lo que iría en contrasentido a los parámetros internacionales.
Por otro lado, “la capacitación y el tratamiento de menores confinados en
establecimientos penitenciarios tienen por objeto garantizar su cuidado y protección,
así como su educación y formación profesional para permitirles que desempeñen un
papel constructivo y productivo en la sociedad” (26.1 de las Reglas de Beijing); en
igual sentido el artículo 40 inc. 1 de la Convención de los Derechos del Niño proclama
que todo niño a quien se declare culpable de haber infringido las leyes penales tiene
derecho a ser tratado de manera acorde con el fomento de su sentido de dignidad,
debiéndose tener en cuenta la importancia de promover la reintegración del niño y de
que éste asuma una función constructiva en la sociedad.
En contraposición a dichos fines, se observa que el traslado a la Unidad ha
menguado la posibilidad de E. de concurrir a la Facultad de Letras y ha interrumpido el
tratamiento psicológico y psiquiátrico que venia desarrollando durante su inclusión en
el Centro de Contención Pelletier, sin perjuicio de concurrir, dentro de las posibilidades
brindadas por el Servicio Penitenciario, a las sesiones con la profesional del área de

43
psicología, lo que conlleva un retroceso en el fin de reinserción social al que debe
tender la pena.
Sentado lo anterior, “El confinamiento de menores en establecimientos
penitenciarios se utilizará en todo momento como último recurso y por el más breve
plazo posible” (décimo novena Regla de Beijing), y en tal sentido se habilita la
imposición de medidas alternativas para asegurar que los niños sean tratados de
manera apropiada para su bienestar y que guarde proporción tanto con sus
circunstancias como con la infracción (art. 40 inc. 4to de la Convención de los Derecho
del Niño), lo que concuerda con lo establecido en la décimo octava Regla de Beijing
“para mayor flexibilidad y para evitar en la medida de lo posible el confinamiento en
establecimientos penitenciarios, la autoridad competente podrá adoptar una amplia
diversidad de decisiones”, entre las que se menciona la libertad vigilada.
Cabe resaltar, que habiendo tomado contacto directo este Tribunal con la
menor B., a través de la audiencia celebrada en esta sede, a la cual concurrieron sus
representantes, se tuvo la posibilidad de oír a la menor y conocer sus necesidades,
inquietudes, y el contexto social-familiar que la rodea, donde la menor pudo expresar
su voluntad de retornar a su anterior lugar de alojamiento y los motivos de porqué así
lo desea, así como permitió formar, aunque sea prematuro, un concepto positivo de su
personalidad, y en especial de sus proyectos de vida.
Por otro lado, se verifica que en su anterior recepción en el Centro de
Contención Pelletier, las exigencias solicitadas se encontraban satisfechas, y existiría
la posibilidad, conforme lo señalado por las representantes legales, de volver a ser
recepcionada en dicho instituto.
En tal sentido, considerando las circunstancias particulares del caso, en
especial que la Unidad Carcelaria N° 45 en que se encuentra alojada E. B. no cumple
con los parámetros para hacer frente a las exigencias de carácter nacional e
internacional para albergar a jóvenes adultos de sexo femenino, que el traslado
dispuesto ha dificultado el derecho a la educación e interrumpido su tratamiento
psicológico y psiquiátrico, que la joven E. ha demostrado a lo largo del proceso una
conducta sujeta a derecho, lo que demuestra, a pesar de haberse dictado sentencia
condenatoria, una disminución del temor al no acatamiento de la sanción, sumado a la
buena impresión personal que ha demostrado tanto la joven como su contexto familiar
y social, la coincidencia de pretensión de las partes, y, en especial, atendiendo a la
voluntad de E. de retornar al Centro de Contención Pelletier, entiendo que

44
corresponde, en atención al carácter especial que reviste el marco normativo que
regula el Régimen Penal Juvenil al cual se hizo referencia, en salvaguarda del interés
superior del niño y resultando razonable, hacer lugar a lo peticionado casando lo
ordenado en el punto segundo de la sentencia dictada con fecha 30 de noviembre de
2015 por el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 del Departamento Judicial
La Plata, y disponer el inmediato traslado de la joven E. B. al Centro de Contención
Pelletier, medida que deberá hacer efectiva el Juez de grado bajo las condiciones que
estime prudentes para asegurar el cumplimiento de la condena, teniendo en
consideración las manifestaciones de la Dra. Daniela Bersi, Agente Fiscal Adjunta del
Tribunal de Casación, debiendo garantizar el derecho a la formación superior de la
joven y la continuidad de su tratamiento psicológico y psiquiátrico, como se venía
desarrollando con anterioridad al traslado a la Unidad Penitenciaria. Sin costas en esta
instancia (arts. 1, 14, 16, 18 y 75 inc. 22 de la Constitución Nacional; 37 y 40 de la
Convención de los Derechos del Niño; Reglas 18, 19, 26 de Beijing; y 530, 531 y
ccdtes del C.P.P).
Por último, respecto de la petición de arresto domiciliario formulado por la
Defensa, corresponde reconducir la evaluación de su procedencia en la instancia de
grado.
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el señor juez doctor Ordoqui dijo:
Adhiero al voto de mi colega preopinante, doctor Celesia.
Así lo voto.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente
SENTENCIA
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, la Sala V del Tribunal de
Casación Penal por unanimidad
R E S U E L V E:
I.- DECLARAR ADMISIBLES los recursos de casación interpuestos por la
defensa.
II.- HACER LUGAR a los recursos de casación interpuestos, casando lo
ordenado en el punto segundo de la sentencia dictada con fecha 30 de noviembre de
2015 por el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 del Departamento Judicial
La Plata, y disponer el inmediato traslado de la joven E. B. al Centro de Contención
Pelletier, medida que deberá hacer efectiva el Juez de grado bajo las condiciones que

45
estime prudentes para asegurar el cumplimiento de la condena, teniendo en
consideración las manifestaciones de la Dra. Daniela Bersi, Agente Fiscal Adjunta del
Tribunal de Casación, debiendo garantizar el derecho a la formación superior de la
joven y la continuidad de su tratamiento psicológico, como se venía desarrollando con
anterioridad al traslado a la Unidad Penitenciaria. Sin costas en esta instancia
III.- Reconducir la solicitud de prisión domiciliaria en la instancia de grado.
Arts. 1, 14, 16, 18 y 75 inc. 22 de la Constitución Nacional; 37 y 40 de la
Convención de los Derechos del Niño; Reglas 18, 19, 26 de Beijing; y 417, 448, 450,
451, 454, 530, 531 y ccdtes del C.P.P.
Número único 06-00-31383-11.
Regístrese, notifíquese a la Defensa y oportunamente devuélvase.
FDO.: JORGE HUGO CELESIA – MARTIN MANUEL ORODQUI
ANTE MI: María Espada.

Sala II, Causa Nro. 84.021 “V., J. E. s/ Recurso de Casación”, Registro 800 de
fecha 21/11/2017.

 “Deviene arbitraria la fundamentación de la sentencia de la Cámara de


Apelación, correspondiendo por ello su reenvío a origen para el dictado de un
nuevo pronunciamiento, atento que si bien, en apariencia, la misma expresa
los motivos que justifican la revocación de la sentencia dictada por un juzgado
del fuero minoril departamental que modifica la medida de privación de libertad
que pesa sobre el joven condenado por una de arresto domiciliario total; sus
conclusiones no se asienten en premisas válidas –conf. art. 71, en función del
art. 80 de la Ley 13.634”. (MANCINI SD).

En la ciudad de La Plata a los 21 días del mes de noviembre del año dos mil
diecisiete, reunidos en Acuerdo Ordinario, los Señores Jueces de la Sala Segunda del
Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, doctores Fernando Luís
María Mancini y Martín Manuel Ordoqui, para resolver el presente recurso de casación
interpuesto en favor de J. M. V. en la presente causa nº 84.021 de trámite ante este
Tribunal; practicado el sorteo de ley, resultó que en la votación debía observarse el
orden siguiente: MANCINI – ORDOQUI.

46
ANTECEDENTES
Llegan las presentes actuaciones a conocimiento de este Tribunal en virtud del
recurso de casación impetrado por el señor Defensor Oficial David Perelmuter, contra
el pronunciamiento recaído en la causa nro. 00-051990-14 del registro de la Sala III de
la Excelentísima Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal del Departamento
Judicial Lomas de Zamora, que revocó la sentencia dictada por el Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil nro. 2 del citado Departamento Judicial que había
modificado la medida de privación de libertad que pesaba sobre el joven J. E. V. por
una de arresto domiciliario total.
Cumplidos los trámites de rigor, y hallándose la causa en estado de ser
resuelta, este Tribunal ha decidido plantear y votar las siguientes:
CUESTIONES
Primera: ¿Es admisible el recurso interpuesto?
Segunda: ¿Es procedente?
VOTACIÓN
A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Mancini, dijo:
I. El recurso en trato satisface los requisitos de tiempo y forma regulados, en lo
pertinente, por los artículos 451 y ccdtes. del C.P.P., a la vez que el recurrente se
encuentra legitimado para impugnar.
Teniendo en cuenta que la resolución objeto de recurso es susceptible de ser
impugnada por esta vía de conformidad con el art. 450 del C.P.P, corresponde admitir
el presente recurso de casación (arts. 421, 448 inc. 1º, 450, 454, 464 y ccdtes. del
C.P.P y 61 de la ley 13.634).
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor Ordoqui dijo:
Adhiero al voto de mi colega preopinante en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Mancini dijo:
I. El Defensor se agravió de que la Cámara no aplicó la normativa
especializada del fuero que promueve el interés superior del niño que lo coloca en una
situación privilegiada de derechos, siendo la ley de ejecución de mayores simplemente
subsidiaria.

47
Puntualmente criticó que la Cámara para resolver analizó únicamente los
artículos 80 y 85 de la ley 13.634, sin tener en cuenta el complejo y correcto
razonamiento en que la Jueza fundó la concesión a V. del arresto domiciliario al
valorar de manera armónica los artículos 33, 36, 71, 80, 84 y 85 de la ley 13.634.
A continuación el Defensor realizó un análisis dogmático sobre los principios
que regulaban el sistema de responsabilidad juvenil, resaltando sus fines educativos,
resocializadores y no retributivos, criticando que la resolución de la Cámara
contrariaba abiertamente la inserción, el fortalecimiento de lazos familiares y la
promoción de conductas constructivas y responsables ante la sociedad, en tanto la
detención de V. en una institución carcelaria de adultos en nada contribuía con esos
objetivos.
Resaltó que la Cámara no valoró los efectos irreparables que el encierro
causaría en V., desatendiendo la Alzada la función pedagógica y educativa de la pena,
como también que la restricción de libertad debe ser por el plazo más breve posible y
solo como último recurso, realizando consideraciones de política criminal sobre la
cuestión.
En igual sentido el defensor se agravió de que la Cámara no valoró
acabadamente los informes institucionales y personales que demostraban los
progresos de V.
Citó tratados internacionales de Derechos Humanos, especialmente los
artículos 37, 40 y 41 de la Convención sobre los Derechos del Niño, 10.3 del PIDCyP y
18 y 75 inciso 22º CN, como también fallos jurisprudenciales y observaciones
generales del Comité sobre los Derechos del Niño que entendió pertinentes.
El recurrente explicó que la inobservancia de los citados preceptos
constitucionales podía colocar al Estado Nacional y Provincial en actos de
responsabilidad internacional.
Por todo ello solicitó se revoque el fallo puesto en crisis y se ratifique el arresto
domiciliario otorgado a V.
Finalmente realizó reserva de caso federal.
II. A fojas 43/44 obra la presentación del señor Defensor de Casación, doctor
Mario Luis Coriolano, quien mantuvo la impugnación original, agregando que la
restricción de libertad en el fuero de menores posee exigencias normativas más
exhaustivas, resultando el fallo de la Cámara infundado y arbitrario, sin perjuicio de

48
afectar el interés superior del niño en tanto la pena privativa de libertad a los menores
debe ser un último recurso y durante el periodo más breve posible.
El Defensor, luego de repasar los fundamentos del resolutorio recurrido,
destacó que la Cámara se desatendió de motivación alguna y no ponderó las
especiales características del fuero de menores que justificaban la medida otorgada
sin necesidad de aplicar la ley de mayores.
Por todo ello solicitó se revoque el resolutorio de Cámara y se restituya la
resolución dictada originalmente.
Realizó citas jurisprudenciales que entendió útiles y ratificó la reserva de caso
federal.
III. Por su parte a fojas 47/49 obra dictamen de la señora Fiscal Adjunta de
Casación, doctora María Laura D’Gregorio, quien luego de realizar citas
jurisprudenciales que entendió de aplicación al caso, puntualmente estimó que V.
podría realizar las distintas actividades como tratamiento psicológico, tareas
educativas y laborales cumpliendo una internación diurna o nocturna como lo
establece el artículo 80 de la ley 13.634.
Estimó que la readaptación mediante un proceso gradual prepara al joven para
su reintegro al medio libre y le permitan en el futuro adecuar su comportamiento para
evitar una nueva prisonización, por lo cual solicitó el rechazo del recurso interpuesto.
IV. El recurso deberá prosperar al entenderse que el fallo de la Cámara
adolece de defectos de fundamentación que lo tornan arbitrario.
En tal sentido, la Cámara al revocar el fallo de primera instancia, explicó que
“Analizada la cuestión, se advierte que J. E. V. fue condenado el 17 de julio de 2015 a
la pena de 8 años de prisión, accesorias legales y costas, por el delito de homicidio en
ocasión de robo, la cual se encuentra firme al día de la fecha. Ahora bien, en base a lo
expuesto el art. 85 de la ley 13.634 y sus modif., se prevé que ‘Será de aplicación
subsidiaria la legislación provincial sobre ejecución de penas o de medidas impuestas
a los procesados, en la medida que no restrinja los derechos reconocidos por la
presente ley’. Que el art. 80 de la ley 13.634 regula el supuesto de arresto domiciliario
diurno o nocturno, más no prevé el supuesto contemplado por la A Quo, ‘arresto
domiciliario total’”.
A continuación, y sin otra consideración sobre la ley de menores, ni los
principios que son de aplicación al fuero minoril, la Cámara resolvió la cuestión en
base únicamente a la ley penal aplicable a los mayores, explicando que “Sin embargo,

49
dicho instituto se encuentra regulado en el art. 10 del Código Penal, disponiendo la
detención domiciliaria para casos especiales entre los que, evidentemente, no se
encuentra comprendido el condenado V. También el art. 19 de la ley 12.256 trata los
diferentes supuestos de quienes pueden permanecer en detención domiciliara en
forma similar a la prevista por el ordenamiento de fondo, advirtiéndose que de ambos
artículos no se da la situación en cuestión. Además, el art. 15 de la mentada ley refiere
a los jóvenes adultos (de 18 a 21 años) en el cual menciona donde serán alojados y
las formas de aplicación. De dicho análisis, observamos que no se encuentra legislado
el supuesto arresto domiciliario irrestricto en nuestra legislación, para circunstancias
como la presente, no pudiendo la magistratura convenir el modo de cumplimiento de la
conducta a su libre arbitrio”.
Cabe reiterar que, según surge de la trascripción del fallo, la Cámara se limitó a
señalar que el “arresto domiciliario total” no estaba regulado en la ley de menores,
para sin más, tratar el tema como un caso de mayores, pero sin evaluar, repasar o
desarticular los sólidos argumentos dados por la Magistrada de primera instancia, ni si
la solución legal por ella escogida era o no compatible con la ley de menores.
En tal sentido se observa que la Jueza de Responsabilidad Penal Juvenil,
doctora Marta Pascual, en su resolutorio de fojas 23/30, entre otras consideraciones
concretas a las constancias de la causa y a los principios que regulan la ley de
menores, explicó que resultaba “adecuado dar curso favorable a la petición defensista,
en tanto, entiendo se encuentran reunidos la totalidad de los elementos necesarios
para proceder conforme lo normado por el artículo 71, en función del artículo 80 de la
Ley 13.634, y, consecuentemente, sustituir la medida de encierro que pesa sobre el
joven V., por una alternativa, tal como el arresto domiciliario a cumplirse dentro de su
residencia familiar”.
Luego de transcribir los artículos 33, 36 inciso 3º y 4º, 71, 80, 84 y 85 de la ley
de menores (13.634), la Jueza explicó que “a modo de síntesis, de ellas se derivan:
los principios rectores de este fuero especializado; el fin socio-educativo que exigen
los procesos juveniles; la privación de libertad como medida de última ratio y por el
término más breve que proceda; la posibilidad de prorrogar, suspender, revocar o
sustituir las medidas impuestas a los jóvenes con posterioridad al auto de
responsabilidad; de contarse con recursos continentes adecuados; la concreción de la
sustitución del régimen privativo de la libertad por uno de semi-libertad bajo la
modalidad de internación domiciliaria, y, para el caso de no contar con estos medios la

50
implementación en establecimientos especialmente destinados a ese fin; el cese
anticipado de las medidas restrictiva de la libertad, ya sea por el cumplimiento de su
plazo, por alcanzar sus objetivos, o por la imposición de otra medida; y el inequívoco
carácter subsidiario de la Ley de Ejecución Bonaerense, con más la indubitable
posibilidad de aplicar tal plexo normativo, si y sólo si, este último mantuviese
inalterables y no restringiese las disposiciones emergentes de la normativa
especializada. Dable es señalar además que los contenidos de las normas de este
fuero resultan concordantes con el establecido por el marco de la C.I.D.N de jerarquía
consititucional, en función del artículo 75 inciso 22 –arts. 3, 37 ‘b’, 40.1 y 4. Bajo este
andamiaje normativo es que no dejo de salir de mi asombro cuando las partes insisten
en basamentar sus solicitudes u oposiciones en la Ley de Ejecución Penal Provincial,
y soslayan así, de forma deliberada, la clara y contundente legislación juvenil. Y es
que –no cabe duda alguna-, al pasarse por alto la legislación especial, se echa por
tierra, sin más ni más, la especialidad del fuero ... En base a las consideraciones
previamente expuestas, en aras de su interés superior –traducido en el caso en
reintegrar al joven a su seno familiar, puesto que ha quedado demostrado que el
mismo cuenta con los recursos de contención adecuados y exigidos por el artículo 80
de la Ley nro 13634-, estimo menester sustituir la medida de privación de libertad
institucional que pesa sobre el joven V., por la de arresto domiciliario total”.
Ante los fundamentos desarrollados para conceder el arresto domiciliario a V.,
la revocatoria de la Cámara se muestra insuficiente pues no permite seguir el itinerario
lógico por el cual desestimó aquellas premisas, máxime cuando la ley de menores
establece que las medidas que prevé el régimen de semilibertad pueden aplicarse de
forma simultánea, sucesiva o alternada (art. 71 ley 13.634), limitándose la
interpretación de la Alzada a decir que el arresto domiciliario “total” no estaba
regulado.
En igual sentido la resolución de la Cámara aparece incompleta en tanto no
valoró ninguna de las circunstancias concretas de la causa, ni evaluó si correspondía
alguna alternativa a la privación de libertad conforme la solicitud original de la defensa,
ni ordenó a la jueza de menores el dictado de un nuevo pronunciamiento (en caso de
que lo creyera oportuno), limitándose en la parte resolutiva a revocar el fallo.
La obligación de los jueces de fundar las sentencias, surge expresa del artículo
171 de la Constitución PBA que dispone que “Las sentencias que pronuncien los
jueces y tribunales letrados, serán fundadas en el texto expreso de la ley; y a falta de

51
éste, en los principios jurídicos de la legislación vigente en la materia respectiva, y en
defecto de éstos, en los principios general del derecho, teniendo en consideración
las circunstancias del caso”.
Tal obligación es explicitada para el proceso penal por el artículo 106 CPP que
fija además las consecuencias de su inobservancia, al establecer que “Las sentencias
y los autos deberán ser motivados, bajo sanción de nulidad”.
Que conforme la postura que mantengo sobre la cuestión, la motivación de las
decisiones judiciales configura una garantía esencial del régimen republicano que se
alza como una valla infranqueable frente a la arbitrariedad, pues permite a las partes, y
a todos los miembros del sistema, controlar la actividad jurisdiccional y, en caso de
mediar disconformidad con el razonamiento adoptado, cuestionarlas a través de las
vías de impugnación brindadas por el ordenamiento procesal.
Esta exigencia implica que la sentencia debe contener un análisis descriptivo y
demostrativo del razonamiento que se tuvo en vista al resolver, pues cuando la
fundamentación no alcanza a conformar un desarrollo que permita el análisis crítico se
hace imposible el control recursivo, vulnerándose el debido proceso.
En el caso, no puede apreciarse el itinerario lógico que condujo al a quo para
entender que la situación de V. no podía ser resuelta por medio de la normativa y
principios que rigen el fuero de menores (y en su caso conceder o denegar el beneficio
solicitado por la defensa), para luego resolver, sin más, el caso aplicando la ley de
mayores.
Deviene entonces arbitraria la fundamentación de la Cámara, en tanto si bien
en apariencia se expresaron los motivos que justificaban la decisión asumida, sus
conclusiones no se asentaron en premisas válidas.
En razón de lo expuesto, propongo hacer lugar al recurso deducido, declarar la
nulidad del decisorio impugnado y reenviar las actuaciones a la Cámara de origen a fin
de que, con diversa integración, se proceda a dictar un pronunciamiento judicial válido.
Sin Costas en esta instancia (Artículos 168 y 171 CPBA y 106, 210, 448, 450, 461, 530
y ccdates. del C.P.P y 33, 36, 71, 80 y 85 de la ley 13.634).
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor Ordoqui dijo:
Adhiero al voto de mi colega preopinante en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.

52
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente
SENTENCIA
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, la Sala II del Tribunal
RESUELVE
I- DECLARAR FORMALMENTE ADMISIBLE el recurso interpuesto por el señor
Defensor Oficial David Perelmuter, contra el pronunciamiento recaído en la causa nro.
00-051990-14 del registro de la Sala III de la Excelentísima Cámara de Apelación y
Garantías en lo Penal del Departamento Judicial Lomas de Zamora, que revocó la
sentencia dictada por el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil nro. 2 del citado
Departamento Judicial que había modificado la medida de privación de libertad que
pesaba sobre el joven J. E. V. por una de arresto domiciliario total.
II- HACER LUGAR al recurso de casación, DEJAR SIN EFECTO del decisorio
citado y REENVIAR las actuaciones a la Cámara de origen a fin de que, con una
nueva integración, dicte un nuevo fallo respetuoso de los considerandos que
anteceden. Sin Costas en esta instancia (Artículos 168 y 171 CPBA y 106, 210, 448,
450, 461, 530 y ccdates. del C.P.P y 33, 36, 71, 80 y 85 de la ley 13.634).
Regístrese, notifíquese y oportunamente devuélvase.
FDO.: FERNANDO LUIS MARIA MANCINI – MARTIN MANUEL ORDOQUI
ANTE MI: GONZALO SANTILLAN ITURRES

Sala I, Causa Nro. 97.470 “P., L. J. s/ Recurso de Casación”, Registro 1156 de


fecha 26/11/2019.

 “El traslado a un establecimiento para adultos no debe realizarse de manera


automática una vez cumplida la mayoría de edad, sino que debe estar sujeto al
análisis de las circunstancias particulares del caso, que refieren tanto al
encausado como al contexto en el que éste se encuentra inserto y su impacto
en el interés superior de los menores también alojados en el establecimiento”.
(MAIDANA SD).

"Registrado bajo el Nro. 1156 Año 2019"

ACUERDO

53
En la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Sede de la Sala I del
Tribunal de Casación Penal (Cf. R.C. 1805 de la S.C.J.B.A.), el 26 de noviembre de
2019 se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores jueces doctores Daniel Carral y
Ricardo Maidana (art. 451 del Código Procesal Penal), con la presidencia del primero
de los nombrados, a los efectos de resolver la Causa N° 97470 caratulada “P., L. J. S/
RECURSO DE CASACION”, conforme al siguiente orden de votación: MAIDANA -
CARRAL.
ANTECEDENTES
El 27 de diciembre de 2018, la Sala II de la Excma. Cámara de Apelación y
Garantías del Departamento Judicial Lomas de Zamora, revocó la decisión de la Dra.
Marta Pascual, Jueza a cargo del Tribunal Único de Responsabilidad Juvenil, en
cuanto denegó el traslado de L. J. P. a una Unidad del Servicio Penitenciario
Provincial.
Contra dicha decisión, el Defensor Oficial, Dr. David Perelmuter,
interpuso el recurso de casación que luce a fs. 20/26.
Habiendo ingresado el legajo a la Sala I de este Tribunal con fecha 25 de junio
de 2019, encontrándose la causa en estado de dictar sentencia, se dispuso plantear y
resolver las siguientes:
CUESTIONES
Primera: ¿Es admisible el recurso de casación interpuesto?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada el señor juez, doctor MAIDANA, dijo:
Afirma el impugnante que la resolución se trata de un auto que agrava
notoriamente los derechos fundamentales del joven, contraría los principios de la
Convención de los Derechos del Niño, las Reglas de “Beijing” y pone fin a la acción,
por lo tanto, susceptible de ser impugnado por la vía casatoria. Considera que se
encuentra nuevamente ante un resolutorio que se desentiende de todos los
lineamientos y derechos contemplados en el fuero especializado, en desmedro de su
asistido, no sólo por no ajustarse a las normas que regulan la materia minoril, que
tiene como eje fundamental la resocialización, sino que –además- trunca todo dicho
proceso por el que está transitando el joven (ver fs. 21vta.). Destaca que el traslado de
su defendido hacia la órbita del SPB, implicaría transitar la etapa de ejecución de la
pena de manera desfavorable, sometiéndolo a un tratamiento no acorde con la
normativa que corresponde al caso (cfr. fs. 22vta.). Refiere que argumentar el simple

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hecho de que su representado adquirió la mayoría de edad, para dar cumplimiento a la
medida privativa de la libertad en una institución “cerrada” del SPB, es vulnerar los
derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico nacional e internacional en la
materia, violentado el interés superior del Niño. Cita consideraciones del fallo
“Mendoza” de la Corte IDH y distinta jurisprudencia. Entiende que la realidad
imperante denota que las Unidades penitenciarias que informan contar con programas
especiales para personas entre los 18 y 21 años de edad, en la práctica son obsoletos.
Solicita se haga lugar al recurso y se revoque la sentencia cuestionada. Hace reserva
del caso federal.
La Dra. Susana Edith De Seta, comparte los argumentos de su colega de
instancia (fs. 35/vta.).
Sin perjuicio que, de acuerdo a lo dispuesto por el art. 433 CPP, corresponde a
la Cámara de Apelación y Garantías interviniente evaluar si la resolución era
recurrible, junto a los demás requisitos que la norma prevé, a esta altura, se impone
examinar lo resuelto por el A Quo a fs. 27/vta.
Al respecto, no se advierte que la resolución de la Alzada Departamental,
encuadre en alguno de los supuestos previstos en el artículo 450 del Código Procesal
Penal, al no dirigirse contra alguno de los autos expresamente enumerados, no
encontrarse en juego la libertad del causante y no atacar una decisión que ponga fin a
la acción, a la pena o a una medida de seguridad (v. TCPBA, Sala VI, c. N° 55.276,
“BEGUÉ, Juan Andrés s/ Recurso de queja (art. 433 CPP)”, sent. del 5 de marzo de
2013, reg. 33/2013; y c. N° 59.614, “AMADO, Sandra Gabriela s/ Recurso de Queja
(art. 433 CPP)”, sent. del 29 de noviembre de 2013, reg. 601/13).
Sin perjuicio de ello, corresponde examinar si concurre en el caso alguna
cuestión federal suficiente o un supuesto de gravedad institucional que imponga
examinar los agravios planteados, con el fin de facilitar el tránsito de la causa hacia su
tribunal superior (ver Sala I, C. 76871, res. 7 de julio de 2016, reg. 568/16; c. 79.913,
res. 29 de diciembre de 2016, reg. 1143/16).
La materia involucra una cuestión federal cuyo planteo es útil para demostrar
la infracción alegada, pues se encuentra en juego el alcance de disposiciones de
jerarquía constitucional (CIDN; arts. 75 inc. 22 y 18 CN) y se advierte un apartamiento
de la solución legal prevista para el caso, lo que constituye una causal definida de
arbitrariedad (art. 14 ley 48).

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Con ello, concurren cuestiones excepcionales que autorizan la intervención de
esta instancia (TCPBA, Sala I, c. 80.819, rta. 14 de febrero 2017, reg. 144/17, entre
otros).
VOTO POR LA AFIRMATIVA.
A la misma primera cuestión planteada el señor juez, doctor CARRAL, dijo:
Adhiero al voto del doctor Maidana en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
VOTO POR LA AFIRMATIVA.
A la segunda cuestión planteada el señor juez, doctor MAIDANA dijo:
Sentadas las bases de la impugnación, corresponde ingresar a su abordaje.
De los antecedentes de la causa surge que el 26 de octubre de 2017, la Sala I
de la Excma. Cámara de Apelación y Garantías Departamental, revocó la decisión de
la Dra. Marta Pascual, Jueza a cargo del Tribunal Único de Responsabilidad Penal
Juvenil, que había denegado el traslado del joven imputado a una Unidad del Servicio
Penitenciario Provincial.
Posteriormente, con fecha 24 de agosto de 2018, esta misma Sala I, hizo lugar
al recurso de casación interpuesto por la defensa oficial de L. J. P., casó el decisorio
anteriormente mencionado y devolvió los autos para el dictado de un nuevo
pronunciamiento.
En base a ello, el 27 de diciembre de 2018, la Sala II de la citada Cámara de
Apelación y Garantías, revocó nuevamente el auto de la Jueza A Quo y ordenó el
traslado del joven encausado a una dependencia del Servicio Penitenciario Provincial
(fs. 3/5).
Esta última decisión es la que viene recurrida actualmente por el Defensor
Oficial.
A los efectos de no reiterar aquello expresado en el decisorio anteriormente
citado con respecto a los fines y objetivos del fuero especial juvenil regido por
normativa nacional e internacional jerarquizada constitucionalmente, remito a lo
previamente expuesto.
Sin perjuicio de ello, considero pertinente volver a repetir que el Comité de
Derechos del Niño, órgano de interpretación de la normativa contenida en la
Convención de Derechos del Niño, ha indicado que la persona "debería poder
permanecer en el centro de menores si ello coincide con el interés superior del niño y
no atenta con el interés superior de los niños menores de edad internados en el

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centro" cuando ésta hubiera cumplido los 18 años de edad (Conforme en tal sentido
Comité sobre Derechos del Niño, OG 10, 2007 "Los derechos del niño en la justicia de
menores," CRC/C/GC/10, pág. 24 párr. 86); (cfr. Sala I TCPBA, c. 82631 "Aguilar Díaz,
Cristopher Ivan s/Recurso de Casación interpuesto por Agente Fiscal), res.
10/04/2018, reg. 248/2018).
Es decir, el traslado a un establecimiento para adultos no debe realizarse de
manera automática una vez cumplida la mayoría de edad, sino que debe estar sujeto
al análisis de las circunstancias particulares del caso, que refieren tanto al encausado
como al contexto en el que éste se encuentra inserto y su impacto en el interés
superior de los menores también alojados en el establecimiento.
De la lectura del decisorio cuestionado, no encuentro que dicho análisis haya
sido efectuado, amén de que en las constancias de la causa figuran las actividades en
las que ha estado inserto el joven Pinera, así como su conducta en el contexto de
encierro.
En referencia a ello, surge un informe elaborado por la Licenciada en
Psicología Nerina Zarranz, en donde consta que, este año, el encausado se encuentra
cursando el sexto año del colegio secundario y participa de talleres de comunicación
social, computación, entrenamiento físico y deportes, y fotografía (fs. 10 y 13). La
especialista refirió también a la relación del joven con sus pares, sobre la explicó que
se caracteriza por modos más adultos debido a que comparte el pabellón y sus días
con 7 jóvenes también mayores de edad (fs. 10). Y, por otro lado, también mencionó el
trato respetuoso del encausado con los asistentes y la dirección del centro (fs. 10).
Asimismo, en dicho informe la Licenciada Zarranz plasmó que P. asiste con
predisposición a un espacio terapéutico en el que ha desplegado diversas cuestiones
personales que incluyen, entre otras, su reciente paternidad y la relación con sus
progenitores (fs. 11).
Por otro lado, de las demás constancias de la causa, entre las que figura el
informe educativo, encuentro que el joven imputado participó, durante el 2018 de
varios talleres y de la construcción de una nueva edición de la revista "Seguir
Soñando", a la que aportó textos de su propia autoría (fs. 13).
Ahora bien, observo que el A Quo soslayó el marco legal de referencia,
limitándose a referirse al interés superior de los menores en el contexto de encierro y a
la posibilidad de P. de insertarse en un programa para jóvenes adultos del servicio
penitenciario provincial.

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Agrego que en dicho decisorio tampoco se consideró la buena conducta del
joven y su compromiso educativo, formacional y terapéutico, así como no se analizó si
su comportamiento y presencia afectarían los derechos de sus compañeros menores
de edad. Frente a ello reitero que, de los informes anteriormente mencionados, no
surge conducta alguna del aquí encausado que pueda afectar la protección de los
intereses de los menores de edad con quienes comparte ciertos espacios de
convivencia.
Por el contrario, su inmediato traslado a un establecimiento para adultos
implicaría coartar sus propios derechos y perjudicar el correcto desarrollo de sus
intereses y de las posibilidades de inserción social futuras que se encuentra en
proceso de adquirir.
En conclusión, se han soslayado las aspiraciones, principios y normas
previstas por la normativa internacional con jerarquía constitucional encabezada por la
Convención sobre los Derechos del Niño, que parte de la protección del interés
superior del niño y se orienta esencialmente a una pronta reinserción social y familiar
del joven en conflicto con la ley penal.
Estas circunstancias permiten afirmar que la decisión adoptada adolece de
arbitrariedad al no contar con base legal suficiente que le brinde sustento (CSJN,
Fallos: 297:462), lo que merece su descalificación como acto jurisdiccional válido.
Por lo que propongo al Acuerdo hacer lugar al recurso de casación interpuesto
a fs. 20/26., casar el pronunciamiento impugnado y mantener a Leandro Julián Pinera
en el Centro Cerrado Almafuerte; sin costas, atento el resultado favorable (arts. 37 y
40 CDN, OG 10, 2007 Comité Sobre los Derechos del Niño; 18 y 75 inc. 22 CN; 5,7,
33,36 85 y ccs. Ley 13.634, 106, 450, 451, 454, 456, 460, 530 y 531 CPP).
ASÍ LO VOTO.
A la misma segunda cuestión planteada el señor juez, doctor CARRAL, dijo:
Adhiero al voto de mi colega preopinante en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
ES MI VOTO.
Con lo que terminó el Acuerdo dictándose la siguiente:
SENTENCIA
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede, el Tribunal resuelve:
I. Declarar admisible el recurso interpuesto por el Defensor Oficial, Dr. David
Perelmuter, en favor de L. J. P., sin costas;

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II. Casar lo resuelto el 27 de diciembre de 2018 por la Sala II de la Excma.
Cámara de Apelación y Garantías del Departamento Judicial Lomas de Zamora;
III. Mantener al mencionado joven en el Centro Cerrado Almafuerte;
IV. Tener presente la reserva del caso federal.
Rigen los arts. 37 y 40, CDN; 18 y 75 inc. 22, CN; 14 y 15, ley 48; 5, 7, 33, 36,
85 y ccs, ley 13.634; 106, 448, 450, 451, 454, 456, 461, 530 y 531, CPP.
Regístrese, notifíquese a las partes y oportunamente devuélvase al Tribunal de
origen.
FIRMADO: RICARDO MAIDANA – DANIEL CARRAL (JUECES). ANTE MÍ: JORGE
ANDRES ALVAREZ (SECRETARIO).

3. Ley 22.278 Arts. 4 y 8

3. a) Necesidad y ponderación del tratamiento


tutelar
Sala II, Causa Nro. 108.179 “A. S., P. R. s/Recurso de Casación”, Registro 1008
de fecha 28/09/2021

 [Si] el imputado al momento de la sentencia ya había cumplido los dieciocho


años de edad y había recibido tratamiento tutelar por un lapso mayor al año,
todo lo cual, aunado con la previa declaración de su responsabilidad penal,
[ello] da cuenta de la satisfacción de las exigencias establecidas por el artículo
4 de la ley 22.278, encontrándose -desde ese aspecto- abastecidos los
extremos que viabilizan el discernimiento sobre la necesidad de imponer una
sanción al joven infractor. (Budiño SD)
 La convivencia de la ley 22.278 con el nuevo régimen penal juvenil exige de los
magistrados la imperiosa necesidad de conglobar dicha normativa con los
estándares internacionales vigentes, sin relegar las modalidades que
favorezcan al joven en el proceso de determinación de la sanción, la que
incluso puede ser dejada de lado. En otras palabras, la labor debe alejarse del

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enfoque tutelar tradicional que dogmáticamente empleaba la norma. La
conducta asumida por el joven con posterioridad al hecho cometido, siendo
provisto de herramientas y medios que permitan “lograr la autodeterminación
del sujeto, a través de mecanismos internos que le permitan discernir y
diferenciar aquello que resulta bueno y/o perjudicial para sí mismo y/o un
tercero” bien puede concretarse en este espacio (tratamiento tutelar) y así
contemplar la necesidad o no de aplicar la pena. (Budiño SD)
 En materia de responsabilidad de los jóvenes en conflicto con la ley penal la
labor judicial no debe ceñirse a respuestas clásicas, por el contrario la
respuesta punitiva juvenil debe diversificarse. De allí que válidamente a través
de la aplicación del tratamiento tutelar bien puede, de llegarse a la necesidad
de aplicar una sanción, realizarse otra gradación en el marco de la pena,
incluso en el marco de la privación de la libertad (Budiño SD)

En la ciudad de La Plata, sede del Tribunal de Casación Penal de la Provincia


de Buenos Aires, se reúnen en Acuerdo Ordinario los Jueces integrantes de la Sala
Segunda, doctor Fernando Luis María Mancini y doctora María Florencia Budiño, para
resolver en la presente causa 108.179, caratulada “A. S., P. R. S/ RECURSO DE
CASACIÓN”. Practicado el sorteo de ley, resultó que en la votación debe observarse el
orden BUDIÑO – MANCINI.
ANTECEDENTES
El Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 del Departamento Judicial
San Martín, mediante procedimiento de juicio abreviado, condenó por sentencia del 4
de diciembre de 2020, a P. R. A. S. como partícipe necesario del delito de homicidio
cometido mediante el uso de arma de fuego a la pena de seis años de prisión,
accesorias legales y costas del proceso, imponiéndole reglas de conducta en los
términos de los arts. 58, inc. 1, 2 y 3; 68, inc. 8° y art. 77, inc. 1, 2 y 3 de la Ley 13634.
Contra dicha sentencia la señora Defensora Oficial doctora Laura Andrea
Marconi interpuso recurso de casación.
Encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia, el Tribunal decidió
plantear y votar las siguientes
CUESTIONES
Primera: ¿Es admisible el recurso interpuesto?
Segunda: ¿Es procedente?

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VOTACIÓN
A la primera cuestión planteada, la doctora Budiño, dijo:
El recurso satisface los requisitos regulados, en lo pertinente, por los artículos
451 y concordantes del C.P.P, a la vez que la impugnante se encuentra legitimada
para recurrir, y enmarcándose la sentencia objeto del recurso dentro de las
resoluciones que el Código de rito establece como susceptibles de ser impugnadas
por esta vía, debe entonces admitirse el presente recurso de casación. (Arts. 61 de la
ley 13.634 y 421, 448 inc. 1º, 450, 451, 454 inc. 1º, 464 inc. 2º y concordantes del
C.P.P.).
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el doctor Mancini dijo:
Adhiero al voto de mi colega preopinante en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
A la segunda planteada, la doctora Budiño, dijo:
I. Que la defensa del acusado denunció la violación del debido proceso legal,
del principio acusatorio y de la garantía constitucional de defensa en juicio, toda vez
que se ha dictado sentencia declarando penalmente responsable al joven S. e
imponiéndole la pena de 6 años de prisión, accesorias legales y costas, sin que se
hubiera llevado a cabo la audiencia del art. 4 de la ley 22.278, es decir la audiencia de
cesura de juicio que con carácter de obligatoriedad se halla legalmente prevista en
este fuero de especialidad, a diferencia de lo que ocurre en el
fuero de adultos.
La magistrada a quo dictó sentencia de imposición de pena, sin que se hubiera
expedido el Agente Fiscal interviniente en relación a su solicitud de imposición ni se le
ha permitido justificar su necesidad (ya que en el fuero penal juvenil, hasta es posible
no obstante la solicitud de juicio abreviado que el Agente Fiscal solicite la no
imposición de sanción, o peticione una pena menor), como tampoco y en función de
ello, ha podido ésta Defensa argumentar en favor de la absolución, o de la imposición
de una pena menor.
Destacó la recurrente que el hecho de que las partes no se opusieran a los
puntos de pericia vinculados a los informes a elaborar por el CTA departamental
necesarios para la realización de la audiencia del art. 4 ley 22.278, en modo alguno

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permite arribar a la conclusión, de que por ello, no era necesaria la realización de tal
audiencia.
Ello impone –según sostuvo- se declare la nulidad de lo actuado,
correspondiendo la realización de la audiencia del art. 4 que la ley 22.278 establece, al
haberse afectado el principio acusatorio y la bilateralidad del proceso, citando en
apoyo de su postura el art. 40 b) v de la Convención de los Derechos del Niño, la
Opinión Consultiva nº 17 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y fallos
de esta Casación Provincial, como los arts.18 y 75, inc. 22, de la Constitución
Nacional; art. 171 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, art. 8 de la C.A.;
arts. 40 y 41 del Código Penal y 6, 7, 33, 36 y 58 de la ley 13.634.
En otro sentido también fustigó los motivos de la jueza de la instancia para
imponer pena, pues alegó que ellos resultan contra legem, y violatorios de los
principios constitucionales que rigen en el proceso penal juvenil.
Ello así pues no se han tenido en cuenta los parámetros de especialidad del
fuero, siendo que en el proceso penal juvenil la declaración de autoría y
responsabilidad, no basta para la imposición de una pena, a diferencia de lo que
sucede en el régimen penal de adultos.
Aseveró la impugnante que los jóvenes tienen derechos especiales derivados
de su condición (OC antes cit.). Así, la cesura de juicio (art. 4 de la ley 22.278) se halla
prevista como garantía del joven, en aras de su resocialización y reintegración social.
Legalmente se establece en materia penal juvenil, que sólo debe imponerse
pena, cuando se haya acreditado la necesidad de su imposición, habiendo expresado
la Corte Suprema Nacional en el precedente Maldonado que existe en la normativa de
la ley 22.278 un aspecto que no aparece en el Código Penal: la facultad y el deber del
juez de ponderar la “necesidad de la pena”, la cual hacer referencia a que en modo
alguno puede ser equiparada a “gravedad del hecho” o a “peligrosidad” como parece
entenderlo el a quo.
Antes bien, la razón por la que el legislador concede al juez una facultad tan
amplia al momento de sentenciar a quien cometió un hecho cuando aún era menor de
dieciocho años se relaciona con el mandato de asegurar que estas penas,
preponderantemente, atiendan a fines de resocialización, o para decirlo con las
palabras de la Convención de los derechos del Niño, a “la importancia de promover la
reintegración social del niño y de que éste asuma una función constructiva en la
sociedad (art. 40 inc. 1).

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Aseguró la defensa que el mandato resocializador, en el caso de los menores,
es mucho más constrictivo y se traduce en el deber de fundamentar la necesidad de la
privación de libertad impuesta, desde el punto de vista de las posibilidades de
readaptación, lo cual supone ponderar cuidadosamente en ese juicio de necesidad los
posibles efectos nocivos del encarcelamiento.
Subrayó la recurrente que el a quo no fundamentó válidamente por qué era
necesaria la imposición de pena a A. S., ni se ha acreditado como la imposición de
seis años de prisión atenderá a la resocialización del joven, y en ello radica su
arbitrariedad y su ostensible violación de los derechos constitucionales específicos del
fuero penal juvenil, en lo esencial, aquel que determina que la privación de libertad
debe ser el último recurso y por el período más breve que procede, y que debe
garantizárseles a los jóvenes su reinserción social.
Objetó que no se señalaron en el pronunciamiento cuáles serán las
herramientas que se le brindarán al joven mediante la continuidad de la pena y el
consiguiente encierro en una institución total (cárcel), que le posibilitarán su
reinserción social.
Reclamó la presentante que tampoco puede obviarse que el fuero penal juvenil
no está destinado a la “conversión” de los jóvenes en seres útiles a la sociedad, ya
que esto vulnera flagrantemente el principio de culpabilidad. Y menos aún al merituar
el estado actual de las cárceles agravado por la situación de pandemia provocada por
el covid 19, lo que impide que dichas instituciones brinden escolaridad, formación en
oficios, acceso a actividad laboral; y menos aún acceder a asistencia psicológica,
cuando por otra parte, de ser absuelto, surge que el joven de obtener su libertad posee
un proyecto de trabajo en el club de Polo Los Robles y posee una vivienda en la cual
residir ofrecida por la Sra. Andrea Itatí Arizaga.
Agregó que la evaluación de fecha 28/9/20 tampoco demuestra la necesidad de
la pena impuesta por la jueza a quo, por lo que la imposición de sanción, y la
consecuente continuidad de la privación de libertad del joven P. A. S. en una unidad
penal, de ninguna forma contribuye ni a su reinserción social ni a que el joven asuma
una función constructiva en la sociedad como objetivos primordiales del fuero penal
juvenil.
Tampoco puede perderse de vista en este análisis, que P. era menor de edad
al tiempo de comisión de los delitos, como las condiciones de vulnerabilidad social que

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rodean y rodearon a la vida del joven, y de las que dan cuenta los informes realizados
oportunamente por el Cuerpo Técnico Auxiliar.
Estas condiciones de vulnerabilidad –indicó- tal como lo tiene dicho la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en el informe sobre Justicia Juvenil en las
Américas, nunca pueden ponderarse en perjuicio del joven, sino justamente de la
forma contraria para atenuar su responsabilidad.
En la recomendación específica B.18.h), destacó, se dispone establecer que
las circunstancias personales del niño únicamente pueden operar para disminuir o
atenuar la respuesta punitiva de los Estados, excluyendo expresamente como criterio
para la determinación de la sanción toda consideración referida a las necesidades del
niño. Por otra parte, la individualizada como B.18.i) reclama adoptar las medidas
necesarias para neutralizar o disminuir los efectos desocializadores de la privación de
libertad, garantizando que toda forma de intervención se oriente al fortalecimiento de
los vínculos familiares y comunitarios.
Con invocación de las Reglas de Beijing, y los principios que informan el
régimen minoril, propició la absolución e inmediata libertad de su asistido, o
subsidiariamente se imponga una sanción situada en el mínimo legal establecido de
cinco años y cuatro meses de prisión, conforme lo establecido en los arts. 45, 41 bis y
79 del CP. pues no hay razón alguna para apartarse de allí si se consideran las
atenuantes propuestas, que tienen que ver con la juventud del joven al tiempo de
comisión del evento, y la menor culpabilidad en razón de la edad; y las condiciones de
vulnerabilidad social del joven.
II. Que por su parte el Defensor Oficial Adjunto ante esta Casación, doctor
José María Hernández, mantuvo la impugnación por las razones de hecho y derecho
que expuso en su presentación.
III. Que la señora Fiscal Adjunta ante esta instancia revisora, doctora Daniela
Bersi, postuló el rechazo del recurso en su fundamentado dictamen.
IV. Adelanto que haré lugar al recurso conforme los fundamentos que siguen.
Liminarmente cabe destacar no ha sido objeto de recurso la determinación de
la responsabilidad penal de A. S. por el hecho imputado, circunscribiéndose la queja a
la decisión sobre la imposición de pena, cuestionando el procedimiento por el cual se
arribó a ella, cuanto las consideraciones formuladas por el a quo para resolver
afirmativamente sobre la necesidad de imponer sanción. En tal marco, corresponde
analizar los fundamentos del a quo sobre los que edificó la construcción de la pena.

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Desde luego que la situación que llega a nuestro conocimiento no se identifica
con las que alumbraron las decisiones de esta Sala trazadas en la causa 94.106 y las
que le siguieron de similar estirpe, pues conforme surge del pronunciamiento recurrido
–y tales circunstancias no han sido puestas en entredicho- el imputado al momento de
la sentencia ya había cumplido los dieciocho años de edad y había recibido
tratamiento tutelar por un lapso mayor al año, todo lo cual, aunado con la previa
declaración de su responsabilidad penal, da cuenta de la satisfacción de las
exigencias establecidas por el artículo 4 de la ley 22.278, encontrándose -desde ese
aspecto- abastecidos los extremos que viabilizan el discernimiento sobre la necesidad
de imponer una sanción al joven infractor.
Empero, las expresas afirmaciones del fallo y la sentencia dan cuenta que la
respuesta punitiva por la que se volcó el a quo aparece enervada por consideraciones
que no pueden ser sostenidas, y que a la postre, llevaron a la desconsideración de
aspectos que –en la propia lógica del pronunciamiento- debieron haber ingresado al
panorama determinador de la dosificación penal en beneficio del imputado.
Cierto es que al momento de presentar las partes a la jurisdicción el acuerdo de
abreviación del juicio, con la calificación pactada por ellas y la pena que estimaban
pertinente, ninguna consideración formularon sobre circunstancias agravantes o
atenuantes de la sanción que merecieran evaluación particular en el caso.
Frente a ello el a quo no se abstuvo de examinar aquel tramo de la decisión,
señalando concretamente que “…evalúo como agravantes del hecho por el cual A. S.
fuera procesado, la pluralidad de intervinientes en el ilícito, como modo de asegurar el
éxito de sus reprochables fines, sirviéndose de la mayor desprotección de los bienes
jurídicos amparados por las normas, como así también, la nocturnidad y la violencia
desmedida utilizada contra la víctima indefensa, que pone de resalto el grado de
peligrosidad evidenciado en ese entonces por el causante, todo ello evidenciado en las
piezas procesales incorporadas a la presente causa y detalladas en las cuestiones
segunda y tercera del presente Veredicto.” En parigual se afirmó “Como atenuante
considero la historia familiar desgraciada del joven A. S., y el desapego afectivo
evidenciado por su familia ampliada.”
A partir de allí, y con pretenso apoyo en la disposición del artículo 371, inciso 5,
del ritual, concluyó que “…no he de meritar los agravantes ni el atenuante
mencionados al momento de abordar el tópico relativo a la imposición de la pena.”,

65
pues “… como las partes no han planteado estas cuestiones, no las tendré en cuenta
en la graduación de pena…”.
Es claro para mí que el juzgador advirtió la concurrencia en el caso de índices
que consideró relevantes a los fines de la determinación de la sanción –en más y en
menos-, como también, que incurrió en una desinterpretación de la disposición citada,
a la cual dotó de un contenido limitante que la norma no trae, al menos con la amplitud
fijada en el fallo, y que llevó a marginar –infundadamente- las circunstancias que el
propio juzgador comprobó y advirtió con virtualidad atenuante.
Si bien es cierto que la falta de postulación de las partes sobre extremos
severizantes levantaba un límite que vedaba su consideración oficiosa, tal
temperamento no impactaba por igual sobre las circunstancias de tono minorante,
pues la falta de “discusión” al que alude la disposición citada por el a quo podía ser
superada por el tribunal si “…las encontrare pertinentes, en este último caso siempre
que fueran en favor del condenado” (art. 371 CPP).
Que es función de esta Casación velar por la recta aplicación de la ley, y
cuanto se advierte de los antecedentes del caso, es que se asignó a dicha norma un
contenido que no tiene, lo cual se proyectó en forma trascendente –y perjudicial- a los
intereses del acusado, al privarse de toda proyección minorante de la reacción estatal
a las circunstancias que el propio tribunal concibió como pautas de atenuación del
reproche.
Así entonces, y por fuera de las consideraciones que pudiere realizarse en
torno a la tramitación de la audiencia reclamada por la defensa, la discusión en torno a
la sanción que pudiere llegar a corresponder, y su necesidad, aparece atravesado por
un déficit arrastrado de aquella equívoca consideración en punto al alcance pregonado
del artículo 371 del rito, pues en el escenario en donde se juegan las variables
determinadoras de aquellas respuestas, la culpabilidad juega un rol protagónico, al
erigirse como límite máximo a la fijación de la sanción penal.
Resulta indisputable que los concretos extremos de atenuación que el juzgador
enunció en el caso debieron impactar –en la propia lógica del pronunciamiento- en una
reducción de la reprochabilidad, pues hacia allí apuntaban por su naturaleza
desvinculada del contenido de ilícito, y dicha merma –en la medida que fuera- hubiera
significado, en cuanto límite, un acotamiento de la respuesta punitiva, que si no se
hizo, fue por un desacierto en la aplicación de la ley.

66
Desde luego que en el diseño del art. 4 de la ley 22.278 existen, junto a la
culpabilidad, otras pautas que también pueden consultarse a fin de establecer –o no-
la reacción punitiva del Estado, pero ninguna de ellas permite soslayar el rol
determinante de la culpabilidad como frontera hasta la que llega la legitimación de la
dolorosa necesidad de la pena.
Si en el sub examine el juzgador verificó circunstancias que estrechaban la
reprochabilidad de la grave conducta asumida por el acusado, ningún impedimento
legal vedaba su evaluación y proyección diminuente en la construcción de una
respuesta punitiva respetuosa de los principios de legalidad y culpabilidad, como de
las normas internacionales de derechos humanos que abonan el sistema penal juvenil.
Siendo ello así, entiendo que corresponde la anulación parcial del
pronunciamiento a nivel de la determinación de la pena, corriendo el límite que
artificialmente se fijó el a quo para marginar las atenuantes señaladas en el fallo, las
que deben ser ingresadas y proyectadas a los fines de la dosificación penal.
Asimismo, inmersos como estamos en el especial campo del régimen penal
juvenil, no puede soslayarse que aquella determinación de la pena del joven en
conflicto con la ley penal debe llevarse a cabo ponderando los lineamientos de la CDN,
sin quedar sometida exclusivamente a las normas rigen el régimen penal de menores.
La convivencia de la ley 22.278 con el nuevo régimen penal juvenil exige de
los magistrados la imperiosa necesidad de conglobar dicha normativa con los
estándares internacionales vigentes, sin relegar las modalidades que favorezcan al
joven en el proceso de determinación de la sanción, la que incluso puede ser dejada
de lado. En otras palabras la labor debe alejarse del enfoque tutelar tradicional que
dogmáticamente empleaba la norma. La conducta asumida por el joven con
posterioridad al hecho cometido, siendo provisto de herramientas y medios que
permitan “lograr la autodeterminación del sujeto, a través de mecanismos internos que
le permitan discernir y diferenciar aquello que resulta bueno y/o perjudicial para sí
mismo y/o un tercero” bien puede concretarse en este espacio (tratamiento tutelar) y
así contemplar la necesidad o no de aplicar la pena. En materia de responsabilidad de
los jóvenes en conflicto con la ley penal la labor judicial no debe ceñirse a respuestas
clásicas, por el contrario la respuesta punitiva juvenil debe diversificarse.
De allí que válidamente a través de la aplicación del tratamiento tutelar bien
puede, de llegarse a la necesidad de aplicar una sanción, realizarse otra gradación en
el marco de la pena, incluso en el marco de la privación de la libertad.

67
Este carácter, esencialmente dinámico, recomienda la renovación de la
decisión sobre la necesidad de imposición de pena y, eventualmente su magnitud,
pues el tiempo transcurrido desde que fuera resuelto en primera instancia, aconsejan
brindar una respuesta informada por la actual situación del joven infractor –con
avances o retrocesos- que permitan atender a que la imposición de pena importa el
efecto conclusivo que el tratamiento arroja. A la vez, ello garantiza la posibilidad de
efectuar una revisión judicial amplia y sencilla de lo decidido sobre el particular.
Por todo lo expuesto propicio al acuerdo casar parcialmente el fallo recurrido a
nivel de la imposición de la pena, disponiendo el reenvío de las presentes actuaciones
a la instancia de origen para el dictado del pronunciamiento teniendo en consideración
las diminuentes que fueron marginadas en el fallo recurrido, decidiéndose lo que
corresponda en torno a la necesidad de su imposición y su eventual magnitud,
resultante esto de un procedimiento que asegure a las partes la alegación sobre el
punto en base a la situación actual del infractor allegada por las medidas que se
estimen conducentes, sin que ello conlleve a la redefinición de las pautas o la
adopción de otras que, en el marco del tratamiento tutelar, puedan implicar un
desmejoramiento de su situación actual. Sin costas (arts. 18 y 19 CN; 3 y 40 CDN; 4
ley 22.278; 33, 58 y concordantes ley 13.634; y 106, 207, 371, 448, 461, 530, 531 y
concs. CPP).
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el doctor Mancini dijo:
Adhiero al voto de mi colega preopinante en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente
SENTENCIA
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, la Sala II del Tribunal de Casación
Penal
RESUELVE
I. DECLARAR FORMALMENTE ADMISIBLE el recurso de casación interpuesto
por la Defensa Oficial.
II. CASAR PARCIALMENTE el fallo recurrido, DEJAR SIN EFECTO LA
IMPOSICIÓN DE PENA a P. R. A. S., y DISPONER EL REENVÍO de las presentes
actuaciones a la instancia de origen para el dictado del pronunciamiento teniendo en

68
consideración las diminuentes que fueron marginadas en el fallo recurrido,
decidiéndose lo que corresponda en torno a la necesidad de su imposición y su
eventual magnitud, resultante esto de un procedimiento que asegure a las partes la
alegación sobre el punto en base a la situación actual del infractor allegada por las
medidas que se estimen conducentes, sin que ello conlleve a la redefinición de las
pautas o la adopción de otras que, en el marco del tratamiento tutelar, puedan implicar
un desmejoramiento de su situación actual. Sin costas.
Rigen los arts. 18 y 19 CN; 3 y 40 CDN; 4 ley 22.278; 33, 58 y concordantes ley
13.634; y 106, 207, 371, 448, 461, 530, 531 y concs. CPP.
Regístrese. Notifíquese y, oportunamente, remítase.
Suscripto y registrado por el actuario firmante, en la ciudad de La Plata, en la fecha
indicada en la constancia de la firma digital (Ac. SCBA 3971/20).
REFERENCIAS:
Funcionario Firmante: 28/09/2021 14:40:10 - BUDIÑO María Florencia - JUEZ
Funcionario Firmante: 28/09/2021 14:45:03 - MANCINI HEBECA Fernando Luis Maria
- JUEZ
Funcionario Firmante: 28/09/2021 14:45:39 - MORANDI Diego Enrique
TRIBUNAL DE CASACION PENAL SALA II - LA PLATA
NO CONTIENE ARCHIVOS ADJUNTOS

Sala I, Causa Nro. 110.998 “A., W. J. s/ Recurso de Casación”, Registro 27 de


fecha 8/2/2022.

 “En el proceso penal juvenil -una vez establecida la responsabilidad penal- rige
la denominada "cesura de juicio" dedicada a determinar la necesidad de la
sanción penal y, cuando corresponda, su individualización. En ese marco, se
faculta al magistrado a examinar con mayor detenimiento la respuesta punitiva
frente al delito y, en especial, evaluar la concreta posibilidad de que no resulte
pertinente aplicarla (art. 4, ley 22.278)”. (CARRAL SD).
 “Si el tribunal estima que los fines reeducativos y de integración social
perseguidos con la intervención del fuero especializado no están cumplidos y
se decide por la continuidad de las medidas tendientes a promover el logro de

69
aquellos fines, los resultados del tratamiento del sujeto -favorables o
desfavorables- deberán ser un parámetro a considerar al determinar lo que
resta de intervención, en relación con la meta propuesta”.(CARRAL SD).
 “El apego o desapego del joven a las pautas impuestas, la existencia o
inexistencia de proyectos, su posicionamiento subjetivo frente a la infracción a
la norma penal y -en general- los aspectos positivos o negativos informados,
serán datos que permitirán efectuar una razonable prognosis sobre la
posibilidad cierta de cumplir los fines propuestos y calibrar la medida de la
sanción impuesta”. (CARRAL SD).
 “Los resultados de la intervención judicial no solo permiten objetivar el juicio
sobre la necesidad de la sanción, sino sobre su extensión, pues la imposición
de una pena -traducida en el mantenimiento del encierro y proporcional al
delito cometido- implica también la continuidad del abordaje institucional que
todavía se considera necesario para lograr la reintegración del joven en la
sociedad”. (CARRAL SD).
 “Los datos que arroje el abordaje interdisciplinario del joven será la información
más fiable para conocer su progreso, es decir, si las herramientas puestas a su
disposición fueron efectivamente aprovechadas y se encaminan al
cumplimiento de los fines del fuero”. (CARRAL SD).

ACUERDO
La Sala I del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires,
integrada por los señores jueces doctores Daniel Carral y Ricardo Maidana (art. 451
del Código Procesal Penal), con la presidencia del primero de los nombrados, de
conformidad con lo establecido en la Ac. 3975/2020 de la SCBA, procede al dictado de
sentencia en el marco de la Causa N° 110998 caratulada “ALVAREZ WALTER
JAVIER S/ RECURSO DE CASACIÓN”, conforme al siguiente orden de votación:
CARRAL - MAIDANA.
ANTECEDENTES
Llegan estas actuaciones para conocimiento del Tribunal, a raíz del recurso de
casación interpuesto por la defensora de Walter Javier Álvarez contra la sentencia
dictada, con fecha 18 de mayo de 2021, por el Tribunal de Responsabilidad Penal
Juvenil N° 2 de San Martín -con integración unipersonal y mediante el procedimiento
de juicio abreviado-, a través de la cual se condenó al mencionado a la pena de cuatro

70
(4) años de prisión, accesorias legales y costas del proceso, por resultar autor
responsable del delito de homicidio simple en grado de tentativa (arts. 42 y 79, Cód.
Penal).
En el recurso incorporado al expediente electrónico del legajo casatorio, la
defensa denuncia la arbitrariedad en que habría incurrido el magistrado de la instancia
al no haber acreditado la necesidad de imposición de pena y alega -en lo sustancial-
que el tribunal no habría ajustado su decisión al resultado del tratamiento tutelar del
joven.
En ese sentido, refiere que el magistrado afirmó la necesidad de imponer una
sanción y, consecuentemente, estableció su monto considerando la gravedad del
injusto cometido y efectuando un análisis sesgado y arbitrario de los informes del
joven, que verificaban -en la apreciación de la recurrente- un progreso ajustado a los
fines del fuero minoril.
Por ello, y en tanto entiende -además- que se aplicaron erróneamente los
parámetros establecidos en la ley 22.278 y las directrices del Comité de Derechos del
Niño y del resto de los instrumentos internacionales que rigen el proceso penal juvenil,
solicita que se absuelva de pena a Álvarez o, en subsidio, se reduzca la impuesta (cfr.
art. 4, ley 22.278).
Practicado que fuera el sorteo de rigor y notificadas las partes, el recurso radicó
en la Sala.
El representante del Ministerio Público Fiscal postuló el rechazo del recurso
interpuesto por los argumentos que desarrolla en su dictamen -el cual se encuentra
incorporado al expediente electrónico-.
Realizada la audiencia del art. 60 de la ley 13.634 y puestos los autos en
condiciones de resolver, el Tribunal decide plantear y votar las siguientes
CUESTIONES
Primera: ¿Es procedente el recurso de casación interpuesto?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
VOTACION
A la primera cuestión el señor juez doctor Carral dijo:
I. El Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil N° 2 de San Martín, luego de
celebrar la audiencia en los términos del art. 4 de la ley 22.278, resolvió condenar a
Walter Javier Álvarez a la pena de cuatro (4) años de prisión, accesorias legales y
costas del proceso, por resultar autor responsable del delito de homicidio simple en

71
grado de tentativa; resultando dicha pena coincidente con la que fuera consentida
oportunamente por la defensa, en el acuerdo de juicio abreviado presentado por las
partes.
II. Los términos en que están formulados los agravios de la defensa me obligan
a realizar una serie de aclaraciones para asegurar su correcto abordaje.
En primer lugar, observo que el tribunal anterior -en la primera cuestión de la
sentencia-, luego de analizar las características del delito atribuido al joven y destacar
aspectos que catalogó como negativos en el resultado de su tratamiento -en particular,
la falta de sujeción al proceso-, resolvió la necesidad de imponerle una sanción, al
estimar que los fines de integración social perseguidos en la intervención del fuero
especial no estaban cumplidos.
Sobre el punto, recuerdo que en el proceso penal juvenil -una vez establecida
la responsabilidad penal- rige la denominada "cesura de juicio" dedicada a determinar
la necesidad de la sanción penal y, cuando corresponda, su individualización. En ese
marco, se faculta al magistrado a examinar con mayor detenimiento la respuesta
punitiva frente al delito y, en especial, evaluar la concreta posibilidad de que no resulte
pertinente aplicarla (art. 4, ley 22.278).
Continuando con la sentencia impugnada, noto que, establecida la necesidad
de la sanción penal, el colega de la instancia estimó adecuada la imposición de una
pena de cuatro años de prisión “…teniendo en especial consideración la extrema
gravedad del hecho imputado al joven Walter Javier Álvarez y las características en las
que se produjo dicho injusto, en el cual el aquí imputado exteriorizó un notorio
menosprecio por la vida de la víctima…” (“segunda cuestión”, al final, de la sentencia
en crisis).
Frente a ello, la defensora afirma que el tribunal omitió en la estimación de la
pena el resultado del seguimiento institucional del joven y sin proponer la exclusión de
la gravedad del injusto como parámetro para su determinación, exige que también se
valoren los progresos del joven para eximirlo de pena o, en subsidio, reducir la
aplicada.
En este punto, coincido con la defensa en que establecida la necesidad de
imponer una sanción, el juicio sobre su determinación no puede estar desvinculado de
los resultados del tratamiento tutelar del joven, en atención a las finalidades propias
del fuero especializado, el cual se orienta a que “…asuma una actitud constructiva y
responsable ante la sociedad, adquiriendo respeto por los derechos humanos y las

72
libertades fundamentales de todas las personas” (art. 33, ley 13.634); y en tanto todo
el procedimiento judicial tiene que cumplir una función educativa (cfr. art. 36 inc. 3, ley
cit.).
En efecto, si el tribunal estima que los fines reeducativos y de integración social
perseguidos con la intervención del fuero especializado no están cumplidos y se
decide por la continuidad de las medidas tendientes a promover el logro de aquellos
fines, los resultados del tratamiento del sujeto -favorables o desfavorables- deberán
ser un parámetro a considerar al determinar lo que resta de intervención, en relación
con la meta propuesta.
En ese sentido, el apego o desapego del joven a las pautas impuestas, la
existencia o inexistencia de proyectos, su posicionamiento subjetivo frente a la
infracción a la norma penal y -en general- los aspectos positivos o negativos
informados, serán datos que permitirán efectuar una razonable prognosis sobre la
posibilidad cierta de cumplir los fines propuestos y calibrar la medida de la sanción
impuesta.
Así, los resultados de la intervención judicial no solo permiten objetivar el juicio
sobre la necesidad de la sanción, sino sobre su extensión, pues la imposición de una
pena -traducida en el mantenimiento del encierro y proporcional al delito cometido-
implica también la continuidad del abordaje institucional que todavía se considera
necesario para lograr la reintegración del joven en la sociedad.
Desde esa perspectiva, los datos que arroje el abordaje interdisciplinario del
joven será la información más fiable para conocer su progreso, es decir, si las
herramientas puestas a su disposición fueron efectivamente aprovechadas y se
encaminan al cumplimiento de los fines del fuero.
III. Con esta aclaración preliminar, observo que los informes citados por la
recurrente dieron cuenta del progreso del joven en las distintas áreas evaluadas.
En ese sentido, el informe realizado por el Grupo de Admisión y Seguimiento
del Servicio Penitenciario Bonaerense (S.P.B.), de fecha 11 de noviembre de 2020,
indicó que el joven se encuentra alojado en un régimen cerrado; y destacó que no
presenta dificultades para adaptarse a las normas “para la sana convivencia y el
normal desenvolvimiento de las actividades diarias”, y que mantiene una buena
relación con sus pares, así como con el personal del S.P.B. (V. Informe Integral, el
cual se encuentra agregado al expediente electrónico).

73
Además, se informa que no registra sanciones disciplinarias, ni “actuaciones
administrativas circunstanciadas” (V. Informe cit.).
En lo que respecta al aspecto educativo, la institución penitenciaria comunica
que Álvarez se encuentra en lista de espera para futuras actividades; en cuanto a lo
laboral, no se encuentra inscripto en ninguna tarea; y en lo referido al “Programa
Integral de Asistencia y Tratamiento para Jóvenes Adultos” (PIATJA), se encuentra
realizando rugby y, además, se resalta “el proceso sostenido por el joven en relación a
los objetivos propuestos, compromiso y responsabilidades asumidas con las tareas”
(V. Informe cit.).
Finalmente, en lo referido al aspecto psicológico, se destaca que Álvarez
muestra conciencia tanto acerca de su accionar como del daño ocasionado y, por otro
lado, que no se observan signos ni indicadores de ansiedad o angustia con relevancia
clínica (V. Informe cit.).
Por su parte, el informe realizado por el Cuerpo Técnico Auxiliar del Fuero -con
fecha 3 de mayo de 2021- señala que el joven se muestra dispuesto a las
evaluaciones realizadas; que conserva su autonomía psíquica, su capacidad para
comprender y, por ende, obrar en consecuencia; y que “puede proyectarse en una vida
futura continuando el buen proceso que venía llevando a cabo desde el momento de
su externación” (V. Informe efectuado por la Perito Trabajadora Social Daulte y por la
Perito Psicóloga Peruzzi, también incorporado al expediente electrónico).
Respecto a la falta de sujeción al proceso destacada por el colega de la
instancia -como un aspecto central para afirmar la necesidad de pena y, al mismo
tiempo, para denegar la petición de reducción, en los términos del mentado art. 4-, se
indica que:
“…cabe detallar que el joven cumplió con todos los dispositivos indicados por el
juzgado y que si no se presentó a firmar fue porque en el CESOC de Tigre le dijeron a
él y la madre que se comunicarían ellos con V.S. para informar la situación de jornada
extendida laboral y que también se [l]o informarían a su defensora. Esto no se produjo
y el joven quedó privado de su libertad. Esto ya fue informado por las peritos
intervinientes en el mes de junio de 2020, quienes luego de varias comunicaciones
telefónicas consiguieron que el CESOC de Tigre elevara un informe sobre el joven, el
cual dejó sin especificar esta omisión por ellos efectuada.
Su proyecto, de conseguir la libertad, es volver a vivir con sus padres en
Tortuguitas, continuar con los estudios secundarios en un CENS (centro para adultos)

74
cercano al domicilio, podría trabajar en una verdulería con un tío y continuar con el
oficio de peluquería…” (Informe antes cit.).
Por otro lado, se hace hincapié en que ya desde el comienzo del proceso y,
además, al momento de la revisión de la medida a los tres meses de su detención:
"el joven no presentaba situaciones vinculadas al espacio delictivo, como así
tampoco características propias de los jóvenes que suelen habitar las instituciones de
este sistema, lo que conllevaba a que el joven se encontrara en una situación de
angustia permanente y que la permanencia del joven en un dispositivo del sistema
penal juvenil no resultaría favorable en tanto adscripción de conductas y códigos que
nunca le fueron familiares ni propios".
También, del mismo Informe surge que desde el “CESOC de San Isidro,
Equipo Tigre” se evaluó como muy buena la evolución del joven en libertad y al ajuste
a las pautas indicadas al momento de su egreso, con cumplimiento permanente de las
mismas. El último informe de evaluación expresa que el joven "se presentó de manera
regular y cada vez que ha sido citado a este centro, lo hizo con buena predisposición y
abierto al diálogo".
Asimismo, el Equipo mencionado resalta que:
“…se trabajó profundamente en el Eje de la Responsabilidad subjetiva
pudiendo mostrarse reflexivo al respecto y que asimismo pueden dar cuenta que pudo:
Sostener la escolaridad (Presento Certificados), Continuar con el curso de Peluquería
(Presento Certificados), Realizar un tratamiento psicológico, (Presento Certificado),
realizarse chequeos médicos correspondientes (sacando turnos) Sostener las
entrevistas pautadas con este CESOC y presentarse al juzgado de manera regular…”
(Informe antes cit.).
Por último, es importante señalar que las peritos de referencia indicaron que “la
problemática base de este joven en sus problemas conductuales y consumos, estaba
contenida con seguimiento de CESOC de Tigre”; que “es consciente de sus conductas
y las consecuencias de las mismas, actualmente habiendo realizado un cambio de
conciencia en sus decisiones”; y concluyeron -categóricamente, en mi opinión- que:
“…queremos destacar que, coincidiendo con lo evaluado en diciembre 2018,
junio de 2020 y en noviembre de 2020, las peritas intervinientes estiman que ante la
buena evolución de Walter Javier Álvarez, quien jamás entendió que estaba
incumpliendo una norma [en relación con sus incomparecencias al tribunal

75
interviniente], en nada podrá ayudar a que se cumplan con las pautas del Fuero, que
el mismo quede detenido en el sistema de adultos…”.
A mi juicio, las conclusiones expuestas por las profesionales que
evaluaron la situación de Álvarez coincidieron en señalar una buena inserción
institucional y, sobre todo, el trabajo reflexivo emprendido por el joven a partir del
hecho cometido.
No escapa a mi análisis que la falta de presentación al órgano jurisdiccional
interviniente, por parte del joven imputado, se encuentra sobradamente acreditada en
la sentencia en crisis.
Sin embargo, observo que, al momento de evaluar los resultados del
tratamiento tutelar, dicha circunstancia fue sobreestimada por el juez de la instancia
anterior para justificar su decisión contraria a la opinión subyacente en los párrafos
precedentes, lo cual resulta -desde mi óptica- indicativo de la arbitrariedad
denunciada.
En efecto, al resolver en sentido contrario al pretendido por la defensa, el
magistrado si bien advirtió “algunos aspectos positivos de su tratamiento” -y se refirió a
que el joven es consciente de sus conductas y sus consecuencias, demostrando un
cambio de conciencia en sus decisiones-, los confrontó con otros “aspectos negativos”,
destacando la gravedad del hecho y, como dije antes, “su falta de sujeción al proceso,
evidenciada por sus reiteradas incomparecencias ante las citaciones que le fueran
cursadas desde esta Sede, circunstancia que derivó en la posterior declaración de
rebeldía procesal decretada a su respecto, constituye, a mi entender un hito negativo
insoslayable…” (V. “primera cuestión” de la sentencia atacada).
En mi apreciación, insisto, los datos y conclusiones emergentes de los informes
practicados por los profesionales intervinientes, las cuales permiten verificar un
progreso en el tratamiento tutelar -tal como quedara expuesto en los párrafos
precedentes-, fueron subestimados o, en cierto punto, invisibilizados por el colega del
tribunal anterior y, al mismo tiempo, las incomparecencias al órgano jurisdiccional
fueron exageradamente ponderadas al erigirlas como un “hito negativo insoslayable”.
En definitiva, encuentro que desde el área psicológica pudo afirmarse el
progreso del joven y similares conclusiones cabe sostener en relación con el área
social evaluada, por lo que la posición de la defensa en este punto debe confirmarse.
IV. Ahora bien, no obstante, el déficit advertido en el razonamiento del tribunal
al evaluar los alcances de los informes institucionales señalados, coincido en que la

76
gravedad del injusto cometido por Álvarez es un parámetro que debe incluirse en el
juicio relativo a la necesidad de la sanción, junto con el resto de los indicados en el art.
4 de la ley 22.278, lo cual permite convalidar ese extremo de la decisión.
En ese sentido, considero que el hecho de haber apuñalado -con dos cuchillas
de carnicero, según se indica en la sentencia- a la víctima, luego de que su progenitor
le hubiera aplicado a este sujeto un golpe en la espalda con un “fierro de pileta”,
provocándole -en definitiva- herida en la región del tórax anterior, neumotórax herida
en región tercer y cuarto espacio intercostal izquierdo, lesiones caracterizadas como
graves, resulta un baremo insoslayable en el sentido antes señalado.
Sin embargo, aquel análisis permite verificar que el tribunal omitió los avances
del joven en las distintas áreas evaluadas al momento de ajustar la respuesta
punitiva, que -como se explicó más arriba- debían incluirse si consideramos que la
“necesidad de la sanción” fundamenta la aplicación de una pena pero también, en su
extensión, tiende a cumplir las finalidades específicas perseguidas en el fuero juvenil,
que en el caso concreto y según las profesionales intervinientes cuenta con un
pronóstico favorable.
Cabe recordar, como ha explicado la Corte Federal en el precedente
“Maldonado, Daniel E. y otro” (Fallos 328:4343, consid. 22) que:
“…la razón por la que la que el legislador concede al juez una facultad tan
amplia al momento de sentenciar a quien cometió un hecho cuando aún era menor de
18 años se relaciona con el mandato de asegurar que estas penas,
preponderantemente, atiendan a fines de resocialización, o para decirlo con las
palabras de la Convención del Niño, a ‘la importancia de promover la reintegración
social del niño y de que éste asuma una función constructiva en la sociedad’ (art. 40,
inc. 1°) …”.
También estimo importante señalar en este punto que el joven lleva detenido
más de un año y ocho meses a la fecha, no habiendo disminuido su compromiso en el
tratamiento.
Ello surge del Informe del C.T.A., de fecha 3 de mayo de 2021 -ya
mencionado-, donde se informa que Álvarez participa en un proyecto de rugby llamado
“Los Gladiadores” -actividad deportiva diaria de 7.30 a 11-, aclarándose que durante el
año 2020 realizó la actividad escolar a través de cuadernillos (primer año de
secundaria) y que en los cuatro meses que habían transcurrido del 2021 aún no había

77
comenzado la escolaridad; agregando que como sabe cortar el pelo suele asistir a sus
compañeros en esa actividad.
En similar sentido -y en forma complementaria-, destaco el contacto que
posibilitó la audiencia del art. 60 de la ley 13.634 (foja 8 del Legajo Casatorio), donde
el joven mencionado describió su situación actual, que incluye la continuidad de la
actividad deportiva señalada y comentó que no está recibiendo tratamiento psicológico
porque dicho servicio no se encuentra disponible en la Unidad Penitenciaria.
En definitiva, considero que el progreso demostrado por el joven y la finalidad
eminentemente educativa que debe primar en todo el proceso penal juvenil (art. 36 inc.
3, ley 13.634) conlleva a examinar con mayor detenimiento la proporcionalidad de la
sanción punitiva a imponer.
En ese sentido, se ha señalado que:
"…cuando el aparato estatal tenga que intervenir ante infracciones cometidas
por menores de edad, debe hacer los mayores esfuerzos para garantizar la
rehabilitación de los mismos, en orden a permitirles que desempeñen un papel
constructivo y productivo en la sociedad…" (Corte IDH, Caso "Villagrán Morales", sent.
del 19/11/99).
Por ello, y considerando que un reenvío para que un nuevo tribunal sustancie y
decida la cuestión relativa a la pena, sujeta a la interpretación delineada, constituiría
una dilación que debemos evitar (arts. 15, Const. Pcial; y 2, CPP), propicio asumir
competencia positiva, especialmente a fin de no afectar el proceso cumplido por
Walter Javier Álvarez y fomentar su continuidad.
Establecido lo anterior, destaco inicialmente que la escala punitiva que -en
abstracto- resulta aplicable, conforme la figura en la cual fue subsumido el hecho
atribuido al joven mencionado, parte de un mínimo de cuatro años de prisión -
conforme lo previsto en los artículos 42 y 79 del Código Penal-.
Por otro lado, el art. 4 de la ley 22.278 faculta al juez para reducir la pena a
imponer en la “forma prevista para la tentativa”. Su aplicación y remisión a los arts. 42
y 44 del código sustantivo conforman entonces -en el caso concreto- una escala penal
que parte en su mínimo de dos años de prisión.
A partir de allí, y sin perder de vista las circunstancias atenuantes y agravantes
de pena calibradas en el fallo de la instancia, considero adecuada la fijación de la pena
en tres (3) años y dos (2) meses de prisión, manteniendo intactas el resto de las
declaraciones de la sentencia, sin costas (arts. 18 y 75 inc. 22, Const. nac.; 8.2.h,

78
CADH; 15, Const. Pcial.; 42, 44, 45 y 79, Cód. Penal; 4, ley 22.278; 18 y 61, ley
13.634; y 2, 448, 450, 454, 459, 530 y 531, CPP).
Por los motivos expuestos, a esta primera cuestión VOTO PARCIALMENTE
POR LA AFIRMATIVA.
A la primera cuestión el señor juez doctor Maidana dijo:
Adhiero, por sus fundamentos, a lo expresado por el doctor Carral y a esta
primera cuestión VOTO PARCIALMENTE POR LA AFIRMATIVA.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Carral dijo:
Que de conformidad al resultado que arroja el tratamiento de la cuestión
precedente, corresponde hacer lugar parcialmente al recurso de casación interpuesto
y casar la sentencia impugnada, a nivel de la sanción impuesta, sin costas; y condenar
a Walter Javier Álvarez a la pena de tres (3) años y dos (2) meses de prisión,
manteniendo intactas el resto de las declaraciones de la sentencia (arts. 18 y 75 inc.
22, Const. nac.; 8.2.h, CADH; 15, Const. Pcial.; 42, 44, 45 y 79, Cód. Penal; 4, ley
22.278; 18 y 61, ley 13.634; y 2, 448, 450, 454, 459, 530 y 531, CPP). ASI LO VOTO.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Maidana dijo:
Voto en igual sentido que el doctor Carral, por sus fundamentos.
Por lo que se dio por finalizado el Acuerdo, dictando el Tribunal la siguiente:
SENTENCIA
I. HACER LUGAR PARCIALMENTE al recurso de casación interpuesto y
CASAR la sentencia impugnada, a nivel de la sanción impuesta, sin costas.
II. CONDENAR a Walter Javier Álvarez a la pena de tres (3) años y dos (2)
meses de prisión, manteniendo intactas el resto de las declaraciones de la sentencia.
III. TENER PRESENTE la reserva del caso federal.
Rigen los artículos 18 y 75 inc. 22 de la Constitución Nacional; 8.2.h. de la
Convención Americana de Derechos Humanos; 15 de la Constitución Provincial; 42,
44, 45 y 79 del Código Penal; 4 de la ley 22.278; 18 y 61 de la ley 13.634; 2, 448, 450,
454, 459, 530 y 531 del Código Procesal Penal; y 14 de la ley 48.
Regístrese electrónicamente. Notifíquese y oportunamente radíquese en el
órgano de origen.

REFERENCIAS:
Funcionario Firmante: 08/02/2022 08:41:54 - CARRAL Daniel Alfredo
Funcionario Firmante: 08/02/2022 10:38:14 - MAIDANA Ricardo Ramón - JUEZ

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Funcionario Firmante: 08/02/2022 10:40:44 - GONZÁLEZ Pablo Gastón - AUXILIAR
LETRADO RELATOR DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL
TRIBUNAL DE CASACION PENAL SALA I - LA PLATA
NO CONTIENE ARCHIVOS ADJUNTOS
Registrado en REGISTRO DE SENTENCIAS el 08/02/2022 10:47:19 hs. bajo el
número RS-27-2022 por GONZALEZ PABLO GASTON.

Sala I, Causa Nro. 88.310, “G., J. L. s/Recurso de Casación interpuesto por


agente fiscal”, Registro 939 de fecha 30/10/2018.

 La Fiscalía considera que la carencia de motivaciones laborales significa que el


joven no alcanzó los objetivos del fuero. Si bien el trabajo tiene como finalidad
primordial lograr la revinculación social, el menor debe poder optar por el
trabajo que desee desempeñar, lo que significa que el trabajo no es una
obligación ni una imposición, sino que es un derecho que gozan los
procesados y condenados. En este sentido, entiendo que no puede
considerarse como aspecto negativo la falta de incursión en el plano laboral.
Por ello, es que corresponde valorar aquellos elementos objetivos que son
susceptibles de ponderación. (Carral SD)

"Registrado bajo el Nro. 939 Año 2018"


ACUERDO
En la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Sede de la Sala I del
Tribunal de Casación Penal (Cf. Ac. 1805 de la S.C.J.B.A.), el 30 de OCTUBRE de dos
mil dieciocho se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores jueces doctores Ricardo
Maidana y Daniel Carral (art. 451 del Código Procesal Penal), con la presidencia del
primero de los nombrados, a los efectos de resolver la Causa N° 88310 caratulada “G.,
J. L. S/ RECURSO DE CASACION INTERPUESTO POR AGENTE FISCAL”, conforme
al siguiente orden de votación: CARRAL - MAIDANA.
ANTECEDENTES
I.- El titular del Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil n°2 del
Departamento Judicial La Matanza, en el marco de la causa nro. 2275/2015 (I.P.P nro.
05-00-002341-15) y su acorallada causa nro. 1054/2015 (I.P.P nro. 05-00-002341-15),
en trámite de juicio abreviado, con fecha 1 de diciembre de 2017 resolvió absolver de

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pena a G., J. L., respecto del delito de robo doblemente agravado por ser en poblado y
en banda y por el uso de arma de utilería, en concurso material con el delito de robo
agravado por el empleo de arma de fuego cuya aptitud para el disparo no puede
tenerse por acreditada
II.- Contra dicha sentencia el agente fiscal del fuero de Responsabilidad Penal
Juvenil -Dr. Marcelo R. Germinario- deduce recurso de casación, denunciando la
inobservancia del art. 4 de la ley 22.278 y la imposición de una pena, por considerar
que el joven G. no ha alcanzado los objetivos socio-educativos previstos por la ley del
Fuero minoril, para eximirlo de ella.
III.- Notificadas las partes y puestos los autos en condiciones de resolver, el
Tribunal decide plantear y votar las siguientes
CUESTIONES:
Primera: ¿Es procedente el recurso de casación deducido?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión el señor juez doctor Carral dijo:
El recurso de casación interpuesto por el representante del Ministerio Fiscal
especializado no habrá de prosperar.
En primer lugar, el agente fiscal sostiene que el menor no alcanzó los objetivos
del fuero, toda vez que cometió un delito siendo mayor. En cuanto a este punto, no
puedo dejar de observar que con fecha 30 de diciembre de 2015 se dictó en autos la
sentencia de juicio abreviado, por la cual se lo declaró penalmente responsable a J. G.
y se le impuso en el marco del art. 56 inc 2 de la ley 13634 una serie de obligaciones,
entre ellas, la de no cometer delitos. Asimismo, advierto que el delito mencionado por
la Fiscalía -I.P.P. 05-00-048671-15/00- resulta ser de fecha 9 de diciembre del año
2015, es decir, es anterior a la sentencia de juicio abreviado, no existiendo constancias
posteriores de que el joven hubiera incumplido la misma y a la vigencia de dicha pauta
conductual.

En este sentido, el informe institucional efectuado con fecha 7 de agosto del


año 2017, describe que el joven G. es un interno de un concepto bueno, que registra
una conducta ejemplar alfanumérica nueve (9) y que no posee motivaciones laborales.
La Fiscalía considera que la carencia de motivaciones laborales significa que el joven
no alcanzó los objetivos del fuero. Si bien el trabajo tiene como finalidad primordial
lograr la revinculación social, el menor debe poder optar por el trabajo que desee

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desempeñar, lo que significa que el trabajo no es una obligación ni una imposición sino
que es un derecho que gozan los procesados y condenados. En este sentido, entiendo
que no puede considerarse como aspecto negativo la falta de incursión en el plano
laboral. Por ello, es que corresponde valorar aquellos elementos objetivos que son
suceptibles de ponderación. En resumen y habiendo realizado un examen integral, se
evidencia el adecuado desempeño institucional en cuanto a su conducta y concepto
del joven (conforme art. 43, 44 de las Reglas de las Naciones Unidas de Protección de
los Menores Privados de Libertad; art. 9° inc. 6 de la ley 12256 y art. 85 de la ley
13634).

Afirmado lo anterior, no puedo dejar de mencionar que la sanción penal en el


fuero minoril no es de carácter punitivo, sino que tiene como norte promover la
reintegración del niño y de que este asuma una función constructiva en la sociedad
(conforme al art. 40 C.I.D.N.). Se ha señalado que "[l]a gran dificultad de nuestro
sistema penal juvenil radica en ser un sistema que parece abocado solamente a la
persecución y el castigo, desatendiendo otros objetivos que deben ser tenidos en
especial consideración cuando se trabaja con menores que han infringido la ley penal,
concretamente, el aspecto preventivo y el objetivo de ver la posibilidad de sustituir el
castigo de la privación de la libertad por medidas que tiendan a la rehabilitación y a la
reinserción del menor delincuente. Sólo de esta manera se estará cumpliendo con la
finalidad de atender al interés superior del niño, principio rector de todo el sistema de
protección de niños" (Trucco, Marcelo F., "Estándares internacionales en la justicia
penal juvenil. El caso 'Mendoza'", LL 2013-E-497).

En este aspecto, el recurso interpuesto por el fiscal, nada aporta puesto que no
se han explicitado con precisión cuáles son las razones por las cuales resulta
necesaria la aplicación de pena. La necesidad o no de la imposición de una sanción y
eventualmente su reducción, depende, principalmente, del resultado del "tratamiento
tutelar" (art. 4º ley 22.278), cuya finalidad es proteger y reencausar a la persona menor
de edad para que pueda desempeñar un papel constructivo y productivo en la
sociedad y sobre su base ponderar la necesidad de aplicar una sanción penal (confr. a
las Reglas mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de
menores” -“Reglas de Beijing”- (19.1); art. 4 inc. 3 de la ley 22278).

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En tal inteligencia, y con los alcances indicados en los acápites que anteceden,
a esta primera cuestión VOTO POR LA NEGATIVA.
A la primera cuestión el señor juez doctor Maidana dijo:
Voto en igual sentido que el doctor Carral, por sus fundamentos. VOTO POR
LA NEGATIVA.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Carral dijo:
En atención al resultado que arroja el tratamiento de la cuestión anterior
corresponde RECHAZAR el recurso de casación deducido por el agente fiscal.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Maidana dijo:
Voto en igual sentido que el doctor Carral, por sus fundamentos.
ASÍ LO VOTO.
Por lo que se dio por finalizado el Acuerdo, dictando el Tribunal la siguiente
SENTENCIA
I.- RECHAZAR el recurso de casación deducido por el Ministerio Publico Fiscal.
Rigen los artículos 18 y 75 inc. 22º de la Constitución Nacional; 8.2.h) de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos; 40 de la C.I.D.N.; 43, 44 de las
Reglas de las Naciones Unidas de Protección de los Menores Privados de Libertad; 9°
inc. 6 de la ley 12256; 85 de la ley 13634; 20, 421, 433, 448, 450, 451, 454, 456, 530,
532 y ccdtes. del Código Procesal Penal.
Regístrese, notifíquese y remítase a la Mesa Única General de Entradas para
su devolución a origen.
MAIDANA - CARRAL (JUECES)

ANTE MÍ: JORGE ANDRES ALVAREZ (SECRETARIO)

3. b) Necesidad e imposición de pena

Sala IV, Causa Nro. 64.208 “A.A.D. s/ Recurso de Queja”, Registro 67 de fecha
19/02/2015.-

 “Ni de la letra de la ley ni de la doctrina sentada por la Corte Suprema en el


precedente "Maldonado", surge que exista obligación por parte de los

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Juzgadores de aplicar la escala reducida del artículo 4 de la Ley 22.278. al
determinar el monto de pena a imponer”. (Kohan SD)

 “Siguiendo los lineamientos de la Corte Nacional en el precedente


"Maldonado", la incuestionable inmadurez emocional del imputado al cometer
el hecho, impone que el reproche penal de la culpabilidad penal que se le
formula no puede tener la misma entidad que el formulado normalmente a un
adulto”. (Kohan SD)

En la ciudad de La Plata a los 19 días del mes febrero del año dos mil quince,
se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores Jueces de la Sala Cuarta del Tribunal de
Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, doctores Carlos Ángel Natiello y
Mario Eduardo Kohan, bajo la Presidencia del primero de los nombrados, para resolver
en causa Nº 64.208 de este Tribunal, caratulada: “A.A.D. s/ recurso de queja (art. 433
CPP)”. Practicado el sorteo de ley, resultó que en la votación debía observarse el
orden: KOHAN - NATIELLO procediendo los mencionados magistrados al estudio de
los siguientes:
ANTECEDENTES
I. Llegan los presentes actuados a conocimiento de este Tribunal en virtud del
recurso de casación deducido por la Sra. Defensora Oficial de la Unidad de Defensa
del Departamento Judicial La Matanza, sede Descentralizada de Laferrere, Dra. Laura
Julia Bednarz, contra la sentencia dictada con fecha 20 de diciembre de 2013 por la
que la Sala Segunda de la Cámara de Apelación y Garantías de ese Departamento
Judicial condenó a A.D. A., mediante procedimiento de juicio abreviado, a la pena de
catorce años de prisión, accesorias legales y costas del proceso, por haber sido
encontrado coautor penalmente responsable de los delitos de homicidio en ocasión de
robo, agravado por el empleo de arma de fuego, en concurso real con robo agravado
por el empleo de armas y por haber sido cometido en lugar poblado y en banda, en
tres hechos (arts. 40, 41, 41bis, 55, 165, 166 inc. 2° y 167 inc. 2° del C.P. y 2, 4, 6 y 8
de la Ley 22.278).
La impugnación efectuada se basó en dos agravios: el primero de ellos se
sustentó en el hecho en que al haberse pactado un juicio abreviado donde, tanto el
acusador como el imputado junto a su defensa técnica, pactaron no sólo la pena a
imponer, sino que además solicitaron que los juzgadores aplicaran la reducción

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prevista para la tentativa, de acuerdo a las previsiones del art. 4° de la Ley 22.278. En
este sentido consideró que el Juzgador estaba obligado por el acuerdo presentado, a
imponer una pena reducida, sobre todo teniendo en cuenta que, dadas las
características propias del presente proceso, el justiciable no tuvo la posibilidad de
contar con el tratamiento tutelar que la ley impone.
En segundo lugar, entendió erróneamente aplicado el art. 165 del Código
Penal. Afirma que la sentencia materia de recurso no realizó una descripción fáctica
que permita advertir que rol le cupo a A en los diversos hechos que se juzgan,
achacándole al nombrado el resultado mortal de manera objetiva. Agrega que la
representación de dicho resultado exige al menos algún grado de abstracción,
capacidad que en un menor de edad no se verifica, y mucho menos en una persona
de las características de su defendido.
Es así que el “a quo” resolvió no conceder el recurso de casación deducido por
la Defensa. La negativa de la Cámara se sustentó básicamente en que la parte
interesada nunca manifestó su voluntad recursiva dentro de los plazos legales
pertinentes, y que el remedio procesal intentado fue interpuesto de manera
extemporánea, en contraposición con lo normado por los arts. 421 y 451, tercer
párrafo del C.P.P.
Contra dicha resolución la Señora Defensora Oficial, interpuso la presente
queja en los términos del art. 433 del Ritual.
II.- Radicada por sorteo la presente causa (fs. 50), fueron notificadas las partes,
momento en que el Señor Defensor Oficial Adjunto ante esta Casación, Dr. Nicolás
Agustín Blanco, mantuvo expresamente tanto la queja incoada como el recurso de
casación deducido, peticionando en idéntico sentido.
Afirma que lo resuelto por la Cámara no sólo resulta contrario a la doctrina de
la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, sino que además
solicita se declare la nulidad del acta de notificación obrante a fojas 29vta., en tanto la
misma resulta violatoria de los arts. 118, 119, 121, inc. 3°, 126 y 131 inc. 2° del C.P.P.,
motivo por el cual el derecho a recurrir dicho fallo condenatorio fue correctamente
ejercido por el imputado.
De esta manera, solicita la reducción de la escala penal prevista para la
tentativa, conforme fuera oportunamente acordado por las partes, denunciando
asimismo la errónea aplicación del art. 165 del Código Penal. En este mismo sentido
observa que la Juez de grado desnaturalizó las reglas del juicio abreviado,

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modificando la calificación de los hechos, resultando la misma más gravosa para el
imputado.
Hace reserva del Caso Federal (fojas 57/63).
A su turno el Señor Fiscal Adjunto ante esta Casación, Dr. Jorge Armando
Roldán, entendió que el recurso debe prosperar sólo parcialmente, en el entendimiento
que no procede el agravio tendiente a cuestionar el encuadre legal dado por el
sentenciante, toda vez que, dada la naturaleza de los hechos descriptos, no existe
ninguna prueba que indique que el acusado no haya podido comprender la
criminalidad de sus actos, ni el contenido subjetivo del mentado tipo penal.
Sumado a ello señaló que el agravio introducido por el Señor Defensor Oficial
Adjunto ante este Tribunal tampoco debe prosperar, tanto por su extemporaneidad,
como así también por su improcedencia, debido a que el juzgador dio acabados
fundamentos de porqué procedió a mutar el encuadre legal originalmente pactado por
las partes, el cual no resultó más perjudicial para el encartado.
Finalmente estimó que le asiste razón a la defensa en cuanto a la
inobservancia del art. 4° de la Ley 22.278, atento a que las partes al suscribir el
respectivo acuerdo de juicio abreviado hicieron especial hincapié en la procedencia de
la reducción de la escala penal prevista para la tentativa, y que ello resulta procedente
por imperio del control de convencionalidad, única forma de armonizar el Régimen
Penal Juvenil argentino con las respectivas exigencias internacionales (dictamen de
fojas 64/67).
III.- Cumplidos los trámites de rigor y hallándose en estado de dictar sentencia,
la Sala IV del Tribunal decidió plantear y votar las siguientes:
CUESTIONES
1ra.) ¿Es formalmente admisible la queja deducida, y en su caso el recurso de
casación interpuesto?
2da.) ¿Es procedente el remedio procesal impetrado?
3ra.) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Kohan, dijo:
La presente queja fue interpuesta en forma tempestiva, bajo el cumplimiento de
los requisitos establecidos por el artículo 433 del Código Procesal Penal, por lo que
corresponde declarar admisible la misma.
Del mismo modo, adentrándome al análisis de la admisibilidad del recurso de
casación incoado, entiendo que resultan atendibles los reclamos efectuados por el

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Señor Defensor Oficial Adjunto ante esta Casación, Dr. Blanco, por cuanto tratándose
Á. de una persona analfabeta, la lectura del acta cuestionada por una persona de su
confianza resulta insuperable, puesto que se trata, al fin de cuentas, de un acto que
habrá otorgado él mismo. En su virtud, no es aceptable que la lectura sea potestativa,
en tanto es necesario y obligatorio que siempre firme una persona que revista tal
calidad (En este mismo sentido, Granillo Fernández - Herbel, “Código de
Procedimiento Penal de la Provincia de Buenos Aires”, comentado y anotado, 2da.
edición actualizada y ampliada, Tomo I, Editorial La Ley, Buenos Aires, 2009, pp.
387/388).
Sumado a ello no puedo dejar de observar que tampoco se ha dado
cumplimiento a lo normado por los arts. 126 y 131 del Ritual, por cuanto nunca se dejó
constancia que el acusado contara oportunamente con una copia de la sentencia
recurrida, motivo por cual es que considero que debe declararse la nulidad del acta
referida (arts. 201, 203 y 207 del C.P.P.), debiendo estarse a la manifestación
efectuada por el causante en la sede de la Defensoría Oficial glosada a fojas 30 del
pertinente recurso de casación.
Conforme lo expuesto y dadas las particularidades que el presente caso
reviste, la voluntad recursiva de Á. fue expresada de la única manera en que este
pudo hacerlo, es decir, cuando tuvo la efectiva posibilidad de tomar contacto con su
defensa técnica, la cual canalizó la voluntad de éste a través del remedio procesal
impetrado, por lo que el derecho a recurrir el fallo condenatorio fue correctamente
ejercido por esa parte.
Por todo lo demás entiendo que el recurso es admisible pues además de
haberse deducido en tiempo y forma, se dirige a cuestionar una sentencia definitiva
que, por su carácter condenatorio, genera agravio al imputado y su defensa (arts. 18 y
75 inc. 22 de la C.N.; 1.1, 8 inc. 2 ap. "h" y 25 de la C.A.D.H.; 14 inc. 5 del P.I.D.C.P.;
395, 401, 421, 448, 450, 451, 454 inc. 1º y ccdtes. del C.P.P.).
Voto por la afirmativa.
A la misma primera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Adhiero al voto del doctor Kohan, expidiéndome en igual sentido y por los
mismos fundamentos.
Voto por la afirmativa.
A la segunda cuestión planteada el Señor Juez, doctor Kohan, dijo:

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I. Previo a todo debo dejar sentado que abordaré el agravio sustentado por el
Señor Defensor Oficial Adjunto ante este Tribunal, Dr. Blanco, en lo atinente a la
presunta violación de las reglas del juicio abreviado oportunamente celebrado, más
precisamente en lo atinente a la calificación otorgada por el “a quo” a los eventos
reseñados, no solamente por la relevancia que reviste sino que además el mismo se
encuentra íntimamente vinculado a los planteos originalmente efectuados por las
partes, el que, desde ya adelanto, merece ser rechazado.
Como primera cuestión es dable destacar que por imperio del art. 71 del
Código Penal, se puede afirmar, sin hesitación, que se encuentran vigentes en nuestra
legislación, los principios de inderogabilidad de la jurisdicción penal, sujeción de toda
la función judicial a la ley, indisponibilidad de las situaciones penales e igualdad, de lo
que se deriva la potestad de los jueces para someter el acuerdo a su jurisdicción,
homologando o rechazando el mismo, sin desnaturalizar, por vía de la aplicación del
régimen de los arts. 395 y siguientes del C.P.P., los principios prealudidos.
De esta manera todo aquello que no integre el instituto mencionado, o que el
Tribunal considere impertinente a los fines de resolver conforme a Derecho, se
transformará en un valladar que impedirá al Juez fallar, debiendo éste rechazar dicho
pacto por existir una discrepancia insalvable con lo plasmado en el acuerdo, de
conformidad con los normado por los arts. 395 y siguientes del ordenamiento Ritual.
Lo mismo ocurre cuando el temperamento a adoptarse por el Juzgador pueda acarrear
consecuencias penales no convenidas.
Sin perjuicio de lo expuesto, y en el caso en particular, entiendo que la
sentenciante, si bien no ha hecho lugar al pedido de reducción de la pena prevista
para la tentativa, lo cierto es que en su decisión no se advierte violación al pacto al que
arribaran las partes, respetando la pena convenida, como así tampoco al principio
acusatorio que rige nuestro ordenamiento procesal penal, ello por cuanto en el fallo
aquí recurrido la magistrada interviniente determinó cual era la significación jurídica
que correspondía otorgarle a los hechos ventilados en el presente proceso, brindando
acabados fundamentos sobre la calificación legal adoptada, apartándose del acuerdo
celebrado por las partes, y ello no resulta reñido con norma procesal o constitucional
alguna, toda vez que el sustrato fáctico nunca fue alterado por el órgano mérito, como
así tampoco en el supuesto “sub examine” existió algún grado de sorpresa provocando
la indefensión del enjuiciado o que la acusación se haya visto alterada a partir de los

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cambios en la fórmula jurídica escogida, por lo que con la situación descripta no se
evidencia perjuicio alguno hacia el nombrado.
Sostengo ello debido a que -como adelantara- el “a quo” no sólo mantuvo la
pena de catorce años de prisión acordada por las partes, sino que además la
calificación jurídica impuesta no colocó al enjuiciado en una situación distinta o más
gravosa en la que ya se encontraba al momento de celebrarse el acuerdo de juicio
abreviado antes mencionado frente al supuesto contemplado por los arts. 14 del
Código Penal, 56bis de la Ley 24.660 y 100 de la Ley 12.256.
II. Continuando con el análisis del recurso deducido, procederé a referirme al
agravio tendiente a denunciar la errónea aplicación de los extremos legales del art.
165 del C.P., en virtud de no encontrarse debidamente probada la existencia del dolo
específico que la figura requiere, es decir, la no representación en el plan de la
posibilidad de fallecimiento de la víctima, del por entonces menor, el que considero no
puede tener acogida favorable.
Es que entiendo que, del cúmulo de pruebas existentes en el marco del
presente proceso, y que fueran oportunamente analizadas por la sentenciante en el
fallo puesto en crisis, se encuentran reunidos los extremos exigidos por el art. 165 del
C.P., siendo acertada la decisión a la que arribó el “a quo”, al quedar delimitados
exactamente cuáles evidencias tuvo en cuenta, a las que las partes elevaron al rango
de prueba en virtud del acuerdo de juicio abreviado celebrado, a fin de dar por
probados tales presupuestos.
De tal manera quedó suficientemente acreditado para este juicio, que en la
oportunidad, hubo una acción conjunta de varios sujetos activos, enderezada a
desapoderar a las distintas víctimas de dinero en efectivo y demás objetos de valor,
mediante un plan previamente establecido, donde los incusos no sólo se dividieron en
dos grupos sino que también procedieron a utilizar varias armas de fuego, y que en
ese trance, no dudaron en utilizar las mismas en los distintos hechos que tomaron
intervención, donde encontró la muerte Alberto Ramón Deabato, personal de la Policía
Federal Argentina, quien había sorprendió a los malvivientes en su faena delictiva.
En este itinerario dichos sujetos no sólo no dudaron en utilizar las armas de
fuego contra la humanidad de la víctima, sino que continuaron empleando las mismas
en los distintos atracos, reforzando la intensidad de sus ataques, destacando que
finalmente, luego de ocurridos los eventos descriptos se reagruparon y se dieron a la
fuga de aquél lugar, interceptando y sustrayendo un rodado marca Fiat Duna,

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empleando con tales fines las armas de fuego en cuestión, no sólo para intimidar a
ésta última víctima, sino que también efectuaron disparos con dichos adminículos para
cubrir su huída.
De este modo el tipo penal contenido en el art. 165 del C.P. se trata de un
delito complejo de robo con homicidio, al que algunos denominan mixto, compuesto, y
hasta acompañado, constituye una infracción que asocia un atentado contra la vida
con otro contra la propiedad, en el que la idea lucrativa debe siempre presidir la
dinámica comisiva y ser la prevaleciente, bien sea mediante relación de medio a fin,
bien sea de otro modo.
A todo evento destaco que en el robo calificado del art. 165 del C.P. la muerte
resultante puede ser tanto dolosa como culposa y, salvo caso fortuito, en el mismo
quedan incursos todos los que hubiesen participado en el desapoderamiento violento
aún cuando no hayan sido autores de la muerte, desde que el grado de participación
debe analizarse respecto del ilícito base y no con relación al resultado cualificante
(conf. S.C.B.A. causa P. 37.633 y 41.169, entre otras).
De los elementos analizados por la Cámara no existe circunstancia alguna que
degrade la concluyente prueba de incriminación existente para con el imputado,
debiendo responder éste por el complejo delictivo, en calidad de coautor.
Tal conclusión, que mantiene el hecho en el tipo complejo aplicado en la
sentencia, muestra su apego a la coautoría funcional y la regla de la comunicabilidad,
pues ninguno de los participantes puede desprenderse de la noción de que, valga la
repetición, la coautoría es autoría particularizada en razón que el dominio del hecho es
común a varias personas con el fin de obtener el mismo resultado típico.
En el sistema de ampliación del concepto de autor, que trae el Código Penal,
como opuesta a la cooperación, auxilio o ayuda constitutiva de la complicidad primaria,
se encuentra la coautoría afirmada en origen, por la puesta en obra del delito en sí,
mediante el aporte objetivo realizado por los intervinientes, a fin de ejecutarlo, como
explica Ricardo C. Núñez (ver “Derecho Penal Argentino”, editorial Bibliográfica
Omeba, Buenos Aires, Tomo II páginas 284 y siguientes) y recepta la Suprema Corte
de Justicia de la Provincia al concluir (ídem ant. Argañarás-Casas Peralta, Tomo IV, p.
252, número 150) que, tan autor es el que infiere la lesión como el que lo ayuda con su
acción, dándole oportunidad para que ella produzca su efecto.

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Por tanto, todos los que cumpliendo el acuerdo previo, concurren al robo
portando armas de fuego y realizan actos coadyuvantes y necesarios para la
consumación del hecho planeado; son coautores.
Por otras palabras, se representaron la posibilidad de golpear, herir o matar, a
quien se opusiera a sus designios, y siendo así, la “societas sceleris” que se ha
representado y decidido para lesionar o ultimar a otros, los hace a todos responsables,
aunque en el momento comisivo sea otro el que saque a relucir el arma, la dispare y
mate; y por estos fundamentos el motivo dirigido a conmover la conclusión a nivel de
coautoría debe decaer (artículos 45 y 165 del Código Penal; 210, 448, 451, 456 y 459
del Código Procesal Penal).
En el caso, ha quedado acreditado que todos los encausados no dudaron en
llevar adelante una empresa delictiva de gran peligrosidad, consistente en portar
armas de fuego, intimidando con dichos elementos a las distintas víctimas de marras,
efectuando disparos para cubrir su huída con el fin de retirarse de la escena de los
hechos.
Hubo de parte del activo conformidad en ello. Por tal motivo no se podrá negar
la participación de quien estuvo de acuerdo en llevar tal empresa delictual, por lo que
no se trata del caso aquel en que alguno ignorara dicha circunstancia, y por lo tanto se
encuentre en condiciones de evadir la aplicación de la agravante de mención.
Basta comprobar que el dolo eventual resulte predicable de la acción que
preside la actuación de cada uno de los intervinientes.
Del mismo modo nuestra jurisprudencia viene sosteniendo que la figura
contenida en el art. 165 del C.P. constituye un robo a la vez que se produce un
homicidio, y basta que la muerte se produzca con motivo u ocasión de aquel para que
queden incursos en la figura todos los partícipes en el desapoderamiento violento,
siendo irrelevante el grado de participación en el homicidio puesto que la misma sólo
debe analizarse con respecto al robo; debiendo sólo excluirse de la citada figura
aquellos supuestos en que el resultado calificante aparezca como un hecho accidental
subjetivamente desvinculado del autor pues lo contrario implicaría violar el precepto
contenido en el art. 19 de la Constitución Nacional al prohibir la causación de un
resultado que no se haya podido siquiera prever (TC0002 LP 4116 RSD-1040-1 S 27-
12-2001 , Juez CELESIA (SD) CARATULA: D.,H. s/ Recurso de Casación, MAG.
VOTANTES: Celesia-Hortel-Mancini, TRIB. DE ORIGEN: CP0002QL).

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También se ha dicho que si cuando el acusado estaba perpetrando el
apoderamiento con armas otro de los coautores dio muerte al damnificado, ésta le era
previsible, y estuvo directamente vinculada con la comisión del robo a través del dolo
eventual que presidió el obrar del procesado y que abastece el elemento subjetivo
requerido por el artículo 165 del Código Penal, ya que si se exigiese otra
ultraintencionalidad -dolo directo más especial elemento del ánimo- la conducta se
desplazaría a la figura del homicidio "criminis causae" (TC0003 LP 6672 RSD-225-4 S
1-7-2004 , Juez Mahiques (SD) CPE Art. 165 CARATULA: B.,P. s/ Recurso de
casación MAG. VOTANTES: Mahiques-Borinsky-Domínguez, TRIB. DE ORIGEN:
CP0001LZ).
Así, la particularidad que presenta la coautoría frente a las restantes formas de
autoría se refleja en el dominio sobre la realización del suceso delictivo que pertenece
a varias personas, las que actúan de modo concertado y en función del acuerdo previo
asumido por ellos. En estos casos la titularidad por la comisión del hecho reviste una
particular característica: la realización del delito se presenta como la obra en conjunto
de varios individuos (autores), cuyos aportes para su ejecución resultan ser
recíprocamente dependientes para la consumación exitosa del plan delictivo común.
En definitiva, la coautoría se define y se diferencia al mismo tiempo por sus dos
presupuestos, objetivo y subjetivo: la decisión común para realizar el delito y la
necesidad de dar realidad a dicho acuerdo mediante el aporte al hecho ejecutado de
forma conjunta, circunstancias que se encuentran a mi juicio, innegablemente
presentes, en el sub lite.
No puedo dejar de señalar que la parte que se dice agraviada no logró rebatir
los fundamentos desarrollados por la sentenciante, a la vez que no ha podido
demostrar que Á. no haya podido representarse el resultado mortal, limitándose a
realizar meras afirmaciones de carácter dogmático sobre tal circunstancia, de modo tal
que la calificación legal otorgada por el “a quo” a los hechos de marras resultó ser
adecuada.
III. Finalmente abocado al tratamiento del agravio a través del cual las partes
peticionan se aplique la pena reducida para la tentativa, en función de lo normado por
el art. 4 de la Ley 22.278, considero que dicho reclamo no puede prosperar.
En el punto en cuestión la Corte Suprema de Justicia de la nación ha tenido la
posibilidad de expedirse en el precedente “Maldonado” del 7/12/2005 (M. 1022 XXXIX,
causa nro. 1174C) sobre el sistema de juzgamiento de niños y adolescentes, y sobre

92
los parámetros que deben ser tenidos en cuenta a la hora de la imposición de una
pena.
Así el Alto Tribunal expuso que resulta constitucionalmente obligatorio valorar
la minoridad de edad al momento del hecho como consecuencia del art. 40 inc. 1° de
la Convención sobre los Derechos del Niño, toda vez que entendió que en los casos
de menores la concreta situación emocional al cometer el hecho, sus posibilidades
reales de dominar el curso de los acontecimientos, o bien, la posibilidad de haber
actuado impulsivamente o a instancia de sus compañeros, o cualquier otro elemento
que pudiera afectar la culpabilidad adquieren una significación distinta, que no puede
dejar de ser examinada al momento de determinar la sanción a imponer.
También estableció que en la ley 22.278 existe un aspecto que no aparece en
el Código Penal: la facultad y el deber del Juez de ponderar “la necesidad de la pena”,
y que tal circunstancia no puede ser equiparada a “gravedad del hecho” o a
“peligrosidad”.
Ahora bien, la razón por la cual el legislador concede al Juez una facultad tan
amplia al momento de sentenciar a quien cometió un hecho cuando aún era menor de
dieciocho años de edad se relaciona con el mandato de asegurar que estas penas,
preponderantemente, atiendan a los fines de resocialización (en función de lo normado
por los arts. 5, inc. 6° de la C.A.D.H., y 10, inc. 3° del P.I.D.C.P.), y en términos de la
Convención sobre los Derechos del Niño para promover su reintegración social y que
este asuma una función constructiva en la sociedad (art. 40, inc. 1°).
Siguiendo con sus lineamientos, la Corte Federal dijo que al momento de
determinar la pena, el Tribunal de Juicio no puede omitir la consideración relativa a su
concreta necesidad en relación a ese autor en concreto, y que la medida de la pena no
puede exceder la del reproche que se le formule a la persona que por haber escogido
el ilícito cuando tuvo la posibilidad de comportarse conforme a la norma, o sea, que la
pena debe ser proporcional a la culpabilidad del autor, y esta culpabilidad se determina
según el ámbito de determinación en la constelación situacional en que hubiese
actuado y en relación a sus personales capacidades en esas circunstancias, de este
modo nuestra Constitución impuso desde siempre un derecho penal de acto (del voto
de la mayoría).
Es claro que los niños y jóvenes en conflicto con la ley penal incurren en
comportamientos ilícitos de “alto contenido antijurídico” y que debe tenerse en cuenta
que estos no tienen el mismo grado de madurez emocional que debe suponerse y

93
exigirse en los adultos, lo que es verificable en la experiencia común y corriente de la
vida familiar y escolar, en que se corrigen acciones de los niños que en los adultos
serían patológicas.
Siguiendo estos lineamientos la Corte sostuvo que esta incuestionada
inmadurez emocional impone, sin lugar a duda que el reproche penal de la
culpabilidad que se formula al niño no puede tener la misma entidad que el formulado
normalmente a un adulto. Desde este punto de vista, la culpabilidad por el acto del
niño es de entidad inferior a la del adulto, como consecuencia de su personalidad
inmadura en la esfera emocional.
Formuladas las aclaraciones pertinentes, entiendo que el pedido de reducción
de pena efectuado a través del presente recurso merece ser rechazado, toda vez que
las partes no explicaron de que manera la resolución atacada haya vulnerado los
requisitos del art. 106 del C.P.P., es decir, la motivación en hechos y derecho,
limitándose a exponer su discrepancia basados únicamente en torno al acuerdo de
juicio abreviado y a la falta de tratamiento tutelar, pero lo cierto es que ni de la letra de
la ley, ni de la doctrina sentada por la Corte en “Maldonado” surge que exista
obligación por parte de los Juzgadores de aplicar la pretendida escala reducida.
En dicho precedente la Corte no ha aceptado la línea argumental desarrollada
por la defensa, toda vez que si bien ha considerado que dicha reducción consiste en
una regla, no la ha investido de carácter obligatorio (En el mismo sentido Divito, Mauro
A., “El fallo “M., D. E.”. “¿Cómo se aplica la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño?”, en Jurisprudencia Penal de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, sumarios y análisis de fallos, Editorial Hammurabi, Buenos Aires, 2009, pp. 29
y siguientes).
Adentrándonos en el caso en concreto, lo cierto es que el “a quo”, a los fines de
analizar la necesidad de la pena y descartar fundadamente la escala prevista para
tentativa, ha desarrollado en extenso los parámetros regulados por el art. 4 de la Ley
22.278, a saber: la modalidad del hecho, los antecedentes del joven, los motivos que
arribaron al fracaso de poder contar con un tratamiento tutelar y la impresión directa
recogida en la audiencia celebrada al efecto, como así también las pautas contenidas
en los arts. 40 y 41 del Código Penal.
De esta manera tuvo en cuenta que en el ilícito de trato tomaron intervención
conjunta y organizada una pluralidad de agentes activos -seis en total-, quienes
actuaron armados con fines de facilitar la consumación de los atracos descriptos, en

94
un lugar poblado, y que a través de dicha convergencia lograron infundir mayor temor
en las víctimas, y que en ese trance se produjo el homicidio de Alberto Ramón
Deabato. Finalmente fue puesto de resalto que luego de perpetrados los ilícitos los
incusos volvieron a reunirse para darse a la fuga a bordo de un rodado Fiat Duna, el
que también sustrajeron mediante intimidación con armas de fuego, y que no dudaron
en utilizar las mismas para cubrir su huída, todo lo cual demuestra las gravísimas
consecuencias verificadas, como así también la extensión del daño causado.
Continuando con el análisis de las circunstancias personales de A el “a quo”
puso de resalto que el incuso no pudo cumplir con el período legal de tratamiento
tutelar, toda vez que dicha circunstancia se debió a que el nombrado se sustrajo del
accionar de la Justicia. Detalló que éste fue detenido días después de los sucesos
(mientras se le realizaban curaciones en una herida reciente, producto del ingreso de
un proyectil de arma de fuego en su pierna derecha), siendo colocado a disposición
del Tribunal de Menores interviniente.
A diferencia de lo que sostiene la Defensa Oficial, señaló que el encartado
contó con diversas herramientas de tratamiento, a través de las que se lo trató de
contener y renovar el vínculo con sus padres, quienes tenían impedimentos de visitarlo
en el lugar donde se encontraba alojado, los que estaban más interesados en que su
hijo recuperara la libertad a que fuera debidamente tratado. Lo dicho se patentizó con
el hecho en que luego de haber obtenido su soltura A. se desinteresó del proceso,
encontrándose gran tiempo prófugo.
Finalmente fue valorada la impresión negativa que generó el justiciable al tomar
contacto directo con la magistrada votante, en el marco de la audiencia prevista por los
arts. 40 y 41 del C.P., quien manifestó que el incuso presentó una actitud
desinteresada y despreciativa hacia este proceso, encontrándose preocupado
únicamente en realizar cálculos matemáticos respecto al tiempo que le restaba para
acceder a algún tipo de beneficio.
Asimismo señaló que el camino de la vida escogido por A. ha sido el delito,
toda vez que registra una pena de efectivo cumplimiento que actualmente purga, lo
que indica que su familia no fue fuente de referencia y contención, donde el causante
demostró un comportamiento desajustado, quien además nunca capitalizó el apoyo
profesional que se le brindara desde distintos ámbitos, lo cual se ve evidenciado en el
informe confeccionado por el Servicio Penitenciario Bonaerense. Allí se anoticia que el
encausado fue dado de baja de la cursada de los estudios del nivel primario debido a

95
sus inasistencias, y que a esta altura, la observación efectuada por la parte recurrente
en torno a la arbitraria valoración de dicha constancia, no es tal, toda vez que el
contenido de ese documento podrá ser utilizado ante una eventual solicitud de algún
beneficio a favor encartado, pero nunca servirá para fundar la reducción de la pena,
como pretende la impugnante.
Quien suscribe entiende que la sentencia cuestionada cumple con todos los
recaudos legales, toda vez que aparece como debidamente fundada, siendo posible
controlar los motivos que inspiraron dicho pronunciamiento judicial.
No advierto falta de fundamentación (art. 106 del C.P.P.) en la conclusión
expuesta por el “a quo”, pues la ausencia de tal requisito arraiga en el uso indebido de
la ley, definido como un acto que no se funda en los hechos y/o el derecho, y que de la
simple lectura del decisorio traído a estudio surge que la Sra. Juez de grado respetó
los parámetros legales para fundar los motivos de su decisión, basándose en los
elementos de prueba que obran en la causa.
La sentencia cuestionada no se halla desprovista de apoyo legal, ni es el
resultado de la mera voluntad del Juzgador, situación que se presentaría en el caso de
encontrarnos ante una total ausencia de fundamentación o valoración sobre la prueba
colectada y su fuerza convictiva, como así también la omisión de cualquier cita,
consideración o premisa de la que se desprenda la conclusión a la que se arriba,
impidiendo el debido control de las partes sobre la justicia de la resolución y su crítica
recursiva ante este Tribunal, cuestiones ambas que presuponen un decisorio fundado
en el cual, además del derecho aplicado, pueda revisarse el iter lógico seguido por los
sentenciantes para la formación de su convicción sincera respecto de los hechos del
proceso.
Tengo para mí que en estos autos, el Tribunal “a quo” nunca omitió el análisis
de las distintas circunstancias sobre las que sustentó su decisión, razón por la cual no
encuentro vulneración alguna al art. 106 del C.P.P. ni a los arts. 168 y 171 de la
Constitución de la Provincia de Buenos Aires.
Por todo lo expuesto, voto por la negativa.
A la misma segunda cuestión planteada el Señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Adhiero en un todo al voto de mi colega de primera nominación.
Sólo deseo agregar que conforme lo he sostenido en otras oportunidades (cfr.
mi voto en causa nº 40.946 de la Sala I este Tribunal según ley 11.982 "Bustamante,
Raúl Daniel s/ recurso de casación", sent. 30/5/2013, reg. 860) queda claro que la

96
selección de la escala es facultad privativa del Juez, así la Cámara de Casación
Nacional ha sostenido que: “…no consulta la literalidad de la ley, que no impone la
modificación de la escala de modo imperativo y general para todos los casos, sino que
establece un poder o facultad de los jueces (arg. Pudiendo reducirla), ni la lógica de la
disposición, que permite una pena reducida atendiendo a criterios preventivo
especiales como correctores del reproche de culpabilidad merecido…” (CNCasación
Penal, sala II, causa nº 8783, “Cuello, Hernán s/ recurso de casación”, sent. del
25/9/2008). En el mismo carril: “…Clara es la ley al respecto, cuando señala que si
fuese necesario aplicarle una sanción al menor, se la podrá (“pudiendo”) reducir en la
forma prevista para la tentativa. Y el reconocimiento de esa prerrogativa facultativa al
magistrado competente, implica su consiguiente obligación de fundamentar en cada
caso particular qué medida resulta más conveniente adoptar en aras de la
resocialización del menor…” (CNCasación Penal, Sala IV, causa nº 8365, sent. del
3/XI/2003).
Por otro lado, el juzgador explicó claramente en la cuestión segunda de la
sentencia porqué decidió como lo hizo, en las minuciosas referencias que hiciera el
doctor Kohan en el voto que acompaño.
A mayor abundamiento, cabe traer a colación el voto de la Dra. Argibay en el
citado precedente “Maldonado” al señalar que “…esta interpretación me parece la mas
leal al texto que finalmente se acordó –art. 37.b de la Convención sobre los Derechos
del Niño-. Además, una lectura diferente (…) implicaría que el texto se anulase a sí
mismo: si siempre fuese obligatorio poner la pena más baja prevista en la escala
penal, la escala misma perdería sentido y las penas previstas para los menores
debería ser siempre fijas o únicas; si fuese así, no tendría sentido una regla que
obligue a aplicar la pena más breve…” (consid, 17, voto de la Dra. Carmen Argibay in
re “Maldonado”, Fallos 328:4343, 7/12/2005).
Por todo lo expuesto a esta segunda cuestión voto por la negativa.
A la tercera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Visto el modo en que han sido resueltas las cuestiones precedentes,
corresponde: 1) declarar la nulidad del acta de notificación glosada a fojas 29/vta. de la
presente queja, por los argumentos vertidos en la cuestión primera, debiendo estarse
a la manifestación efectuada por el causante en la sede de la Defensoría Oficial, la
cual se encuentra glosada a fojas 30 del recurso de casación deducido en su
oportunidad; 2) declarar formalmente admisible la queja y el recurso de casación

97
impetrados por la Sra. Defensora Oficial de la Unidad de Defensa del Departamento
Judicial La Matanza, sede Descentralizada de Laferrere, Dra. Laura Julia Bednarz, a
favor de A. D. A.; 3) rechazar los remedios procesales interpuestos por improcedentes,
sin costas en esta instancia, por entender que existieron razones plausible para litigar,
y: 4) tener presente la reserva del Caso Federal oportunamente efectuada (arts. 18 y
75 inc. 22 de la C.N.; 1.1, 8 inc. 2 ap. "h" y 25 de la C.A.D.H.; 14 inc. 5 del P.I.D.C.P.;
118, 119, 121 inc. 3°, 126, 131 inc. 2°, 201, 203, 207, 210, 395, 401, 421, 433, 448,
450, 451, 454 inc. 1º, 456, 459, 530 y 531 ccdtes. del C.P.P.; 40, 41, 41bis, 55, 165,
166 inc. 2° y 167 inc. 2° del C.P. y 2, 4, 6 y 8 de la Ley 22.278 del Código Penal.;
artículo 14 de la ley 48).
Así lo voto.
A la misma tercera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Adhiero al voto del doctor Kohan, expidiéndome en igual sentido y por los
mismos fundamentos.
Así lo voto.
Con lo que terminó el Acuerdo, dictándose la siguiente:
SENTENCIA
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede, el Tribunal resuelve:
I.- Declarar la nulidad del acta de notificación glosada a fojas 29/vta. de la
presente queja, por los argumentos vertidos en la cuestión primera, debiendo estarse
a la manifestación efectuada por el causante en la sede de la Defensoría Oficial, la
cual se encuentra glosada a fojas 30 del recurso de casación deducido en su
oportunidad.
II.- Declarar formalmente admisible la queja y el recurso de casación
impetrados por la Sra. Defensora Oficial de la Unidad de Defensa del Departamento
Judicial La Matanza, sede Descentralizada de Laferrere, Dra. Laura Julia Bednarz, a
favor de A. D. Á.
III.- Rechazar el remedio procesal interpuesto por improcedente, sin costas.
IV.- Tener presente la reserva del Caso Federal oportunamente efectuada.
Rigen los artículos 18 y 75 inc. 22 de la C.N.; 1.1, 8 inc. 2 ap. "h" y 25 de la
C.A.D.H.; 14 inc. 5 del P.I.D.C.P.; 118, 119, 121 inc. 3°, 126, 131 inc. 2°, 201, 203,
207, 210, 395, 401, 421, 433, 448, 450, 451, 454 inc. 1º, 456, 459, 530 y 531 ccdtes.
del C.P.P.; 40, 41, 41bis, 55, 165, 166 inc. 2° y 167 inc. 2° del C.P. y 2, 4, 6 y 8 de la
Ley 22.278 del Código Penal.; artículo 14 de la ley 48.

98
Regístrese. Notifíquese y oportunamente devuélvase.
FDO: MARIO EDUARDO KOHAN - CARLOS ÁNGEL NATIELLO
Ante Mí: Olivia Otharán

Sala I, Causa Nro. 78.827 “S. J. F. s/ Recurso de Casación”, Registro 1044 de


fecha 6/12/2016.

 “El ordenamiento jurídico internacional de derechos humanos obliga a los


Estados, a través del sistema de justicia, a respetar los principios de interés
superior del niño, especialmente, cuando se encuentre involucrado en un
proceso siendo víctima, testigo o imputado. Los niños en conflicto con la ley
tienen derecho a recibir un trato que fomente su sentido de la dignidad y de su
valor, que tenga en cuenta su edad y que aspire a su reintegración en la
sociedad. Tal es la protección a los menores en conflicto con la ley y en
contextos de encierro que se establece la separación de los niños y los
adultos, pero a la vez estipula que el hecho de alcanzar la mayoría de edad, es
decir cumplir los 18 años de edad, no significa que automáticamente el joven
deba ser trasladado a una institución para adultos. Por el contrario, la persona
debería poder permanecer en el centro de menores si ello coincide con el
interés superior del niño y no atenta con el interés superior de los niños
menores de edad internados en el centro”. (Maidana SD).

"Registrado bajo el Nro.1044 Año 2016"


ACUERDO
En la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Sede de la Sala I del
Tribunal de Casación Penal (Cf. Ac. 1805 de la S.C.J.B.A.), el seis de diciembre de
dos mil dieciséis, se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores jueces doctores Daniel
Carral y Ricardo R. Maidana (art. 451 del Código Procesal Penal) bajo la presidencia
del primero de los nombrados, a los efectos de resolver la Causa nro. 78.827,
caratulada “S. J. F. S/ Recurso de Casación”, conforme al siguiente orden de votación:
Maidana – Carral.
ANTECEDENTES

99
El 21 de junio de 2016, la Sra. Jueza integrante del Tribunal Único de
Responsabilidad Juvenil del Departamento Judicial Lomas de Zamora, Dra. Miriam
Beatriz Buzzo, actuando en forma unipersonal (art. 22 primer párrafo in fine C.P.P.),
previo acordar en forma conjunta el Fiscal, el imputado y su defensora el trámite de
juicio abreviado en los términos del artículo 395 c.c. y s.s. del C.P.P., condenó a J. F.
S. a la pena de cinco (5) años y cuatro (4) meses de prisión de cumplimiento efectivo,
con costas, por resultar autor penalmente responsable del delito de homicidio simple
(arts. 18 de la Constitución Nacional; arts. 15 y 168 de la Constitución de la Provincia
de Buenos Aires; arts 5, 26, 29 inc. 3º, 45 y 79 del Código Penal; arts. 375, 399, 530,
531 y cdtes. del Código Procesal Penal, y art. 56 de la Ley 13.634).
Contra dicho pronunciamiento, la Defensora Oficial a cargo de la Unidad de
Defensa Penal Juvenil Nº 1, Dra. Vanina N. Lamandía, interpuso recurso de casación
que figura a fojas 20/23.
Encontrándose la causa en estado de dictar sentencia, la Sala I del Tribunal
dispuso plantear y resolver las siguientes:
CUESTIONES
Primera: ¿Es admisible el recurso interpuesto?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada el señor Juez, doctor MAIDANA, dijo:
Tratándose la impugnada de una sentencia definitiva y ajustándose la vía
utilizada a la competencia asignada a este cuerpo por los artículos 20 inc. 1, 401, 450
primer párrafo, 451, 454 inc. 1 y c.c. del C.P.P., el recurso resulta admisible por lo que
resta establecer la amplitud que corresponde otorgarle.
Al respecto, cabe destacar que al haberse escogido en autos el procedimiento
de juicio abreviado (art. 395 c.c. y s.s. del C.P.P.), la posibilidad fáctica de evaluar la
prueba es idéntica a la que tuvo el A Quo, por existir par conditio en éste y el Ad
Quem, siendo que las actas sobre las que falló el primero, y que constan
instrumentalmente en el expediente, son las mismas que ahora se someten a examen
de este Tribunal.
Por tal razón, la posibilidad de conocimiento es la misma que tuvo el
sentenciante con la sola restricción de los puntos de la resolución que refieren a los
motivos de agravio (434 c.c. y s.s. del C.P.P.). No ocurre lo mismo cuando la decisión
se dicta luego de un juicio oral y público, pues lo que surja directa y únicamente de la
inmediación no será revisable.

100
Este es el caso, por ejemplo, de la impresión de los testigos, de lo que los
magistrados deben dar cuenta circunstanciada para que pueda ser tenido como
elemento fundante válido, conforme a la teoría del agotamiento de la capacidad de
revisión o “máximo esfuerzo revisor,” consagrada por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación en el fallo Casal (Fallos, 328:3399).
No puede dejar de advertirse que subsiste en nuestro ordenamiento procesal el
sistema bilateral de recursos por lo que, de accederse a un reclamo formulado por el
Ministerio Público contra una absolución, se trataría de la primera condena para el
imputado y habrá de plantearse la cuestión de la idoneidad del remedio impugnatorio a
la luz de las exigencias impuestas por nuestra Constitución y los instrumentos
internacionales que la integran (arts. 75 inc. 22 CN, 8.2.h CADH y 14.5 PIDCyP).
El temperamento propiciado, además, es reclamado por el derecho
internacional de los derechos humanos y el sistema interamericano que considera que
el derecho a recurrir la sentencia condenatoria es una garantía primordial que se debe
respetar en el marco del debido proceso legal, en aras de permitir que ésta sea
revisada por un tribunal distinto y de jerarquía orgánica superior, sin que puedan
establecerse válidamente restricciones que infrinjan su esencia (art. 14.5 P.I.D.C.P.;
en lo pertinente, Corte IDH, Herrera Ulloa vs. Costa Rica, sent. del 2 de julio de 2004 y
Maurach Reinhart, “Derecho Penal. Parte General,” Act. de Gössel y Zipf, Ed. Astrea,
Buenos Aires, 1995, II, pp. 793 y sigs.).
Lo propio ocurre con la Suprema Corte de Justicia de la Provincia que, en
reiteradas oportunidades, ha afirmado que el derecho a la revisión judicial de la
sentencia de condena y de la pena, que ha ido adquiriendo a través de la doctrina
emergente de los organismos internacionales -particularmente de los diversos
dictámenes de la CIDH y los pronunciamiento de la Corte IDH-, inhibe cualquier
posibilidad de limitar ab initio el control de la sentencia dictada a través del
procedimiento abreviado establecido en el art. 395 del C.P.P. (v. causas P. 90.327, Ac.
1-III-2006, 91.826, Ac. 18-II-2009 y P. 101.451, Ac. 1-VI-2011).
En función de lo expuesto, el recurso es admisible (arts. 18 CN, 8.2.h CADH;
14.5 del PIDCyP; 20 inc. 1, 401, 421, 450, 451, y 454 inc. 1 del C.P.P.).
VOTO POR LA AFIRMATIVA.
A la misma primera cuestión planteada el señor Juez, doctor CARRAL, dijo:
Adhiero al voto del Dr. Maidana en igual sentido y por los mismos fundamentos.
VOTO POR LA AFIRMATIVA.

101
A la segunda cuestión planteada el señor Juez, doctor MAIDANA, dijo:
Expresa la impugnante que el A Quo ha incurrido en una errónea aplicación de
los artículos 4 de la Ley 22.278 y 40 y 41 del Código Penal, por lo que se agravia del
quantum punitivo aplicado. Considera que la valoración insuficiente de las
circunstancias atenuantes provocó la inobservancia de las formas esenciales del
decisorio, tornándolo en defectuoso y arbitrario. Sostiene que el sentenciante no
puede imponer una pena más grave que la acordada por las partes y que, pese a
haberse fijado su máximo en seis años, la defensa introdujo una serie de atenuantes
de manera autónoma que debieron haberse evaluado conforme al art. 41 del C.P. para
reflejarse eficazmente en el monto punitivo. Explica que el A Quo valoró como
atenuantes la minoridad del imputado, la carencia de antecedentes penales, las
circunstancias personales y la buena impresión personal, a la vez que descartó las
agravantes de modalidad y características del hecho y la futilidad del motivo que lo
llevó a cometer el delito y las atenuantes de buena conducta y predisposición al
proceso del imputado. Afirma que las atenuantes descartadas, previamente
mencionadas, son también motivo de agravio, así como la referente a la relación entre
autor y víctima, en cuanto acredita la discusión previa al hecho y la provocación de la
víctima actuando como agresor. Solicita se revoque parcialmente la sentencia,
disminuyéndose significativamente la pena al tener en cuenta las atenuantes
propuestas y las agravantes y atenuantes oportunamente descartadas. Hace reserva
del caso federal.
La Defensora Adjunta de Casación, Dra. Susana Edith De Seta, mantiene en
su totalidad los motivos de agravio introducidos por su colega de la instancia, en los
términos expuestos en su presentación de fojas 42/vta.
La Fiscal Adjunta de Casación, Dra. María Laura D´Gegorio, postula el rechazo
del remedio incoado de acuerdo a los argumentos que desarrolla en su dictamen de
fojas 55/57vta.
Limitados de tal modo los motivos de agravio, el conocimiento del proceso se
circunscribirá a los que fueran expuestos -art. 434 y cc. Del CPP- (v. de esta Sala,
causa nº 55.583 “Mendoza, Fidel Ángel s/ Recurso de Casación,” sent. del 14 de mayo
de 2013, reg. 138/13; c. nº 55.868 “Benítez, Julio César s/ Recurso de Casación,” sent.
del 12 de julio de 2013, reg. 237/13, y c. nº 56.420 “Díaz Quintela, Víctor Antonio s/
Recurso de Casación,” sent. del 30 de julio de 2013, reg. 283/13, entre otras).

102
El órgano sentenciante ha tenido acreditado lo siguiente: “Que el día 31 de
agosto de 2015 siendo alrededor de las 19:00 horas, en la calle Belgrano casi altura
catastral nº 55 de la localidad y partido de Lomas de Zamora, un sujeto de sexo
masculino, por circunstancias del momento, le asestó un elemento punzo cortante del
tipo cuchillo a Cristian Sebastián Miño, con claras intenciones de causarle la muerte,
provocándole una herida a la altura del cuello de tal magnitud, que a la postre
ocasionó su óbito” (fs.7).
Adentrándome en el análisis de los motivos de agravio, no puede soslayarse a
esta altura que el imputado, representado por su defensora, acordó el trámite de juicio
abreviado en los términos del artículo 395 c.c. y s.s. del C.P.P., consintiendo en el
empleo de las pruebas colectadas, renunciando a ejercer sus facultades durante la
audiencia de debate y acordando sobre la calificación legal del hecho y la pena.
Frente a las circunstancias de la causa, tampoco puede ignorarse que la
presente versa sobre un delito cometido por una persona menor de edad que,
recientemente, se ha convertido en adulto conforme a las disposiciones legales. Es por
ello, que considero pertinente efectuar algunas consideraciones previas.
Tengo dicho que nuestro ordenamiento positivo ha consagrado un esquema
relativo, por oposición a uno de penas fijas, donde a cada tipo legal le corresponde un
límite que refleja el valor proporcional de la norma dentro del sistema y en el cual el
juez debe fijar cuál es la sanción adecuada al caso que se le presenta.
Este marco configura una escala de gravedad continua y de crecimiento
paulatino, en la que el legislador establece todos los casos posibles, desde el más leve
hasta el más grave que se pueda concebir, y el sentenciante debe ubicar cada una de
las controversias sometidas a su conocimiento, procurando hacerlo en el segmento
correcto (Ziffer, Patricia, Lineamientos de la determinación de la pena, Ad-hoc, 1999,
p. 37).
Esta operación intelectual, por supuesto, no se encuentra exenta de
dificultades y aunque estrecha considerablemente el espacio para la discrecionalidad,
a través de la evaluación conjunta del ilícito, el grado de culpabilidad del imputado con
el correctivo de la peligrosidad y las reglas de los arts. 40 y 41 CP, no nos permite
arribar a un monto con precisión matemática.
Con esto no pretendo abonar la tesis que sostiene la imposibilidad de ejercer
un control sobre la cuestión en esta instancia, sino simplemente poner de resalto los
límites de este análisis, que resultan tanto de la disparidad de conocimiento que, por

103
los distintos roles que cada uno está llamado a desempeñar en el proceso, existe entre
el A Quo y el suscripto y los contornos necesariamente difusos que supone la tarea.
Habiendo efectuado estas aclaraciones, entiendo necesario resaltar que la
determinación de la pena, dentro del marco establecido, tiene un componente
importante de discrecionalidad, por lo que debe estar jurídicamente vinculada, es
decir, ligada a las normas positivas y a los principios generales tanto de nivel nacional
como internacional.
Así es que, dicha determinación debe estar regida por el principio de
juridicidad, que implica esa conexión con la norma, aplicando el derecho al momento
de la cuantificación penal, y utilizando un razonamiento claro y un criterio jurídico
(Zaffaroni, E., et al., Tratado De Derecho Penal, Parte General, EDIAR, 2000).
Como asimismo por el principio de igualdad, es decir, aquel que dicta que la
determinación no puede discriminar arbitrariamente por ciertas circunstancias
personales –como la nacionalidad-, que no son relevantes para medir el grado de
culpabilidad.
Pero que sí requiere tener en cuenta otras, cuando éstas implican, por ejemplo,
encontrarse en una situación especial de vulnerabilidad, como es el caso de los
menores que han incurrido en algún conflicto con la ley penal, para otorgar la
protección especial necesaria a fin de suplir tal circunstancia.
Este principio de igualdad, esencial a la organización democrática y al Estado
de derecho, que implica un trato igualitario frente a la ley y la implementación de
medidas activas y prácticas para combatir las desigualdades imperantes, ha impulsado
la gran cantidad de normativa internacional y nacional con el objetivo de proteger a los
grupos o colectivos sociales vulnerados.
En el derecho penal, reitero, el principio de igualdad en la determinación de la
pena implica el rechazo de todos aquellos elementos que no son relevantes para
medir el disvalor de la conducta que se juzga y, por el contrario, la incorporación y
consideración de todos aquellos que sí influyen en tal valoración. Tal es el caso que
nos ocupa, que tiene como imputado a una persona que, habiendo recientemente
cumplido los 18 años, cometió el delito objeto de la presente siendo aún adolescente.
El ordenamiento jurídico internacional de derechos humanos, con el fin de
suplir la vulnerabilidad existente en los niños, niñas y adolescentes, obliga a los
Estados, a través del sistema de justicia -como en este caso-, a respetar los principios
de interés superior del niño, derechos a un trato digno, protección de su libertad

104
(incluida la libertad física) y derecho a la seguridad, entre tantos otros, especialmente
cuando se encuentre involucrado en un proceso siendo víctima, testigo o imputado
(art. 1 CDN).
Asimismo, la determinación debe construirse en relación al principio de
proporcionalidad. Este principio se consagra como un principio limitador de la
discrecionalidad y arbitrariedad del Estado en la intervención que afecte los derechos
fundamentales del individuo, y exige una relación de cierto equilibrio entre la gravedad
del delito y la gravedad de la pena. Pues no es el fin de la pena la realización de la
justicia a través del castigo, sino la tutela de los bienes jurídicos cuyo disfrute pretende
garantizar el derecho, es decir, la prevención.
La proporcionalidad se presenta pues, como un “criterio de interpretación de las
limitaciones que cada derecho fundamental tolera en aras de la satisfacción de otros
derechos fundamentales […].” (MIR PUIG, Santiago, “El Principio de Proporcionalidad
como Fundamento Constitucional de Límites Materiales del Derecho Penal,” en “El
Principio de Proporcionalidad Penal,” 1ra ed., Buenos Aires, Ad-Hoc, p. 343). En el
caso concreto, se refleja en la limitación del derecho a la libertad restringido por la
pena y la satisfacción social futura del derecho afectado por el delito.
A todo ello aduno que no debe ser ajena a la determinación de la pena la idea
de justicia, entendiendo por ello que toda “pena justa es aquella que se adecua a las
particularidades del caso concreto” (Ziffer, P., 1999. Lineamientos de la Determinación
de la Pena. Buenos Aires:Ad-Hoc., pág. 27). Sobre la base de este entendimiento
occidental de la individualidad del ser humano, es que resulta imposible sistematizar la
determinación de la pena y, por lo tanto, deviene necesario que el juez intente acceder
a la individualidad de quien se encuentre sujeto a un proceso pena, tal como lo permite
la formulación del art. 41 del C.P. (Ob. cit.).
Pero esta individualización de las circunstancias personales no debe efectuarse
aislada de los principios mencionados, por lo que resulta imperioso que la justificación
de la pena impuesta esté lo más erradicada posible de elementos irracionales, es
decir, que sea explícita y controlable en sus argumentos.
Por todo lo expuesto, es necesario que la decisión del juez esté expresamente
fundada, pues la pena como privación de libertad es la injerencia máxima que el
Estado puede tener sobre un individuo. Es aquí en donde entra en juego todo lo dicho
anteriormente, a través de la valoración de cada elemento particular a la causa, entre
ellos, las circunstancias atenuantes y agravantes.

105
Pero del mismo modo, en su aspecto jurídico, la determinación de la pena no
puede ser ajena a su finalidad resocializadora, establecida explícitamente en los
tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional, que también deberá
analizar las características del caso.
Teniendo en cuenta el principio de igualdad, la protección especial que
requieren los niños y el fin resocializador de la pena, es que la citada Convención
sobre los Derechos del Niño establece en sus artículos 37 y 40 que los niños en
conflicto con la ley tienen derecho a recibir un trato que fomente su sentido de la
dignidad y de su valor, que tenga en cuenta su edad y que aspire a su reintegración en
la sociedad. A la vez que establece que el ingreso de jóvenes en conflicto con la ley a
un centro de reclusión -o cualquier otra institución cerrada-, debe ser una medida de
último recurso, que ha de evitarse siempre que sea posible y, de no ser posible, que
ha de establecerse durante el período más breve que proceda (Comité sobre
Derechos del Niño, OG 10, 2007 “Los derechos del niño en la justicia de menores,”
CRC/C/GC/10).
Tal es la protección que otorga la Convención a los menores en conflicto con la
ley y en contextos de encierro que su Comité establece, lógicamente, la separación de
los niños y los adultos, pero a la vez estipula que el hecho de alcanzar la mayoría de
edad, es decir cumplir los 18 años de edad, no significa que automáticamente el joven
deba ser trasladado a una institución para adultos. Por el contrario, el Comité
establece que la persona “debería poder permanecer en el centro de menores si ello
coincide con el interés superior del niño y no atenta con el interés superior de los niños
menores de edad internados en el centro” (Conforme en tal sentido Comité sobre
Derechos del Niño, OG 10, 2007 “Los derechos del niño en la justicia de menores,”
CRC/C/GC/10, pág. 24 párr. 86).
Toda esta normativa encuentra su fundamentación en los posibles efectos
nocivos que pueda tener la privación de libertad –especialmente en los niños, niñas y
adolescentes-, por lo que ampara la regla de la libertad y de la privación como su
excepción.
A la luz de todo lo dicho, corresponde analizar las particularidades del caso
concreto, en el que S. ha sido condenado a la pena de 5 años y 4 meses de prisión,
con más accesorias legales y pago de las costas del proceso, como autor de homicidio
simple, sin cómputo de agravantes y con las siguientes atenuantes: minoridad del
joven al momento de la comisión del delito, carencia de antecedentes, circunstancias

106
familiares -comprobadas mediante los informes efectuados por la Licenciada en
Psicología María Laura Abud y la Médica Psiquiatra Dra. Renata Wesse- y buena
impresión personal (fs. 13vta./15).
No obstante haberse pactado una pena máxima de 6 años en el acuerdo
suscripto por las partes y haberse ésta disminuido consecuencia de la valoración de
las atenuantes mencionadas, entiendo a mi juicio que asiste razón en parte a la
recurrente en cuanto afirma que hay fundamentos para no avalar la tesitura adoptada
en el tópico por el A Quo, siendo que, dada la ausencia de agravantes y las
atenuantes consideradas, debe disminuirse el quantum punitivo establecido.
Por todo lo expuesto previamente en relación a los principios rectores de la
determinación de la pena, considero que la individualización de las particulares del
caso, reflejadas en una serie de circunstancias personales referentes al autor que
actuaron como atenuantes, obligan a su consideración proporcional para la
disminución de la pena impuesta.
Entonces, corresponde la reducción de la sanción impuesta la que, visto el
cómputo de las cuatro atemperantes citadas y ninguna circunstancia severizante, la
magnitud del injusto y los parámetros contenidos en el art. 41 del C.P., estimo
pertinente fijar en cuatro (4) años de prisión, accesorias legales y costas.
Por otro lado, entiendo que, tal como expresara el A Quo, no ha quedado
comprobada la provocación que la víctima efectuara a S. y que diera origen a la
discusión cuya consecuencia tiene por objeto el hecho de la presente causa.
Por las razones dadas, propongo al Acuerdo declarar admisible el recurso de
casación interpuesto por la Defensora Oficial, Dra. Vanina N. Lamandía y casar
parcialmente el decisorio impugnado reduciendo la pena impuesta a cuatro (4) años de
prisión (arts. 20 inc. 1, 106, 209, 210, 366, 373, 421, 433, 448 inc. 1, 450, 460 a
contrario sensu, 530, 531, 532 y c.c. del C.P.P.). Por otro lado, deberá tenerse
presente la reserva del caso federal efectuada.
ASÍ LO VOTO.
A la misma segunda cuestión planteada el señor Juez, doctor CARRAL, dijo:
Adhiero al voto de mi colega preopinante en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
ES MI VOTO.
Con lo que terminó el Acuerdo dictándose la siguiente:
SENTENCIA

107
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede, el Tribunal resuelve:
I. DECLARAR ADMISIBLE la impugnación deducida por la Defensora Oficial
Vanina N. Lamandía;
II. CASAR PARCIALMENTE lo resuelto con fecha 21 de junio de 2016 por la
Sra. Jueza, Dra. Miriam Beatriz Buzzo, integrante del Tribunal Único de
Responsabilidad Penal Juvenil del Departamento Judicial Lomas de Zamora; y en
consecuencia REDUCIR la pena impuesta a J. F.S., fijándola en cuatro (4) años de
prisión.
III. TENER PRESENTE la reserva del caso federal efectuada, en los términos
del art. 14 de Ley 48.
Rigen los arts. 1, 18 y 75 inc. 22 CN; 76 bis del C.P., 20, 106, 210, 404, 421,
433, 448 inc. 1, 450, 460 a contrario sensu, 530, 531, 532 y c.c. del C.P.P.
Regístrese, comuníquese, notifíquese y oportunamente devuélvase el legajo al
órgano de origen, para su adjunción al principal que le sirve de antecedente.
FDO: RICARDO R. MAIDANA – DANIEL CARRAL
Ante mí: Jorge Andrés Álvarez.

4. Derecho a ser oído. Art. 60 Ley 13.634

Sala II, Causa Nro. 93.683 “M., M. A. s/Recurso de Casación” Registro 549
de fecha 29/08/2019.-

 Al no surgir de las constancias de la causa] que el a quo para decidir


haya tomado, con carácter previo, contacto directo y personal con el joven, (…) [Se
afecta] el derecho constitucional -y supra nacional- a ser oído, y contraría su derecho
a la defensa en juicio (art. 18 C.N.). (Budiño SD)
 El derecho del niño a ser oído, el cual debe ser garantizado en todo
procedimiento judicial en que un niño se vea afectado -sea como víctima, testigo o
imputado- y en cada una de las etapas de dicho proceso, y el cual debe leerse
atravesado por el interés superior de ese niño y, en el caso, su derecho a la defensa
material, impone al Órgano que a su respecto deba decidir la obligación de una
escucha atenta y empática, pero por sobre todo, a una escucha activa y crítica, que no

108
derive en un simple formulismo legal a cumplir, y deviene en el pilar fundamental que
erige a ese niño en su calidad de sujeto, y como tal, resulta insoslayable. (Budiño SD)
 La naturaleza multipropósito de la audiencia [prevista por el artículo 60 de la
Ley 13.634], posibilitaba al [juez] valorar el impacto que la cuestión jurídica a
resolver tendría en la vida del joven. (Budiño SD)

En la ciudad de La Plata a los 29 días del mes de agosto del año dos mil
diecinueve, reunidos en Acuerdo Ordinario, los Jueces de la Sala Segunda del
Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, doctores María Florencia
Budiño y Fernando Luis María Mancini, para resolver el presente recurso de casación
interpuesto a favor de M. A. M. en la presente causa Nº 93.683 de trámite ante este
Tribunal; practicado el sorteo de ley, resultó que en la votación debía observarse el
orden siguiente: BUDIÑO – MANCINI.
ANTECEDENTES
Llegan los presentes autos a este Tribunal como consecuencia del recurso de
queja interpuesto por la Defensora Oficial, Dra. Milena M. Menichelli, contra el
resolutorio de fecha 16 de octubre de 2018, dictado en la causa 470/2014 del registro
de la Sala I de la Excelentísima Cámara de Apelación y Garantías del Departamento
Judicial de Bahía Blanca, que declaró inadmisible el recurso de casación impetrado
contra el pronunciamiento de fecha 24 de julio de 2018 (de la misma Sala) que hizo
lugar al recurso fiscal interpuesto, revocó la resolución de primera instancia y ordenó
una nueva, remitiendo la causa a primera instancia a fin de que resuelva un nuevo
juez hábil, siguiendo las pautas delineadas por esa resolución.
Cumplidos los trámites de rigor, y hallándose la causa en condiciones de ser
resuelta, este Tribunal ha decidido plantear y votar las siguientes:
CUESTIONES
Primera: ¿Es formalmente admisible el recurso de queja interpuesto?
Segunda: ¿Es procedente?
Tercera: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
VOTACIÓN
A la primera cuestión planteada, la doctora Budiño dijo:
La queja resulta formalmente admisible en los términos del art. 433 del C.P.P.,
toda vez que se encuentran reunidos los requisitos relativos al tiempo y a la forma de
su interposición, lo que así se deberá declarar en la presente.

109
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el doctor Mancini dijo:
Adhiero al voto de la doctora Budiño en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
A la segunda cuestión planteada, la doctora Budiño dijo:
I. En cuanto a la procedencia de la queja, la defensa planteó que el motivo de
inadmisibilidad del recurso de casación presentado por los camaristas (esto es, que el
pronunciamiento impugnado no constituía sentencia definitiva ni equiparable a tal)
soslayó el importante dato de que, la remisión ordenada, conduciría necesariamente al
dictado de una pena de prisión de efectivo cumplimiento, por la desaparición de la
condicionalidad impuesta en el Fuero Penal Juvenil, existiendo un riesgo inminente
para la libertad de M..
En tal contexto, planteó que la decisión recurrida en casación debía ser
equiparada a una sentencia definitiva, máxime cuando el fallo a dictar sería revisado
por el mismo Órgano Jurisdiccional que ya fijó su postura contraria a la Defensa.
A partir de esos postulados, objetó el pronunciamiento de inadmisibilidad
emanado del a quo aduciendo que fue arbitrario y restrictivo, soslayando el tratamiento
de las cuestiones federales involucradas, a saber: la garantía del debido proceso legal,
el derecho de defensa en juicio, el sistema republicano de gobierno, el derecho del
joven a ser oído por la autoridad judicial, la prohibición del non bis in idem, entre otros,
conforme los arts. 18 y 75 inc. 22 C.N., 15 C.P.B.A., 1, 5.5, 8.2, 8.5, 19 y 25 C.A.D.H.,
14 P.I.D.C. y P., 3, 12 y 37 C.I.D.N., y 1, 2, 3, 5, 6, 8, 9, 17, 18, 19, 21, 23, 26, 27, 28 y
29 de las Reglas de Beijing. Asimismo, adunó jurisprudencia que entendió aplicable al
caso.
Por todo ello, solicitó se declare la procedencia de la queja haciendo reserva
del caso federal.
II. A fojas 134 se notificó la Defensora Oficial Adjunta ante esta instancia, Dra.
Susana Edith de Seta.
A fojas 136 obra el acta de la audiencia celebrada en esta sede conjuntamente
con M. A. M. y la Dra. De La Seta.
III. Por su parte, a fojas 138/140 contestó la vista conferida el Fiscal Adjunto
ante esta instancia, Dr. Jorge Armando Roldán, quien postuló se declaren formalmente

110
admisibles la queja y el recurso de casación y sea rechazado el remedio casatorio,
una vez analizada la cuestión de fondo.
IV. Corresponde hacer lugar a la queja pues, sin perjuicio de que la resolución
atacada mediante recurso de casación -en principio- no integrase el catálogo de
supuestos previstos por el art. 450 C.P.P., de todos modos, mediando cuestión federal
suficiente a través de la denuncia circunstanciada y suficientemente planteada de
violación (entre otros) al debido proceso y derecho a ser oído del joven, así también
como de arbitrariedad, obliga a la apertura del recurso casatorio como tránsito
obligado previo de los recursos extraordinarios que pudieren corresponder.
Así entonces, a la cuestión planteada, voto por la afirmativa.
A la misma cuestión planteada, el doctor Mancini dijo:
Adhiero al voto de la doctora Budiño en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
A la tercera cuestión planteada, la doctora Budiño dijo:
I. En su recurso de casación la Defensa solicitó la nulidad del fallo por violación
al derecho del joven a ser oído por la autoridad judicial (art. 12 C.I.D.N.) e
inobservancia de los arts. 3 y 60 de la Ley Nº 13.634, todo ello en violación al derecho
de la defensa material, conforme los arts. 18 y 75 inc. 22 C.N., y arts. 3, 12, 37 y 40
C.I.D.N.-
Señaló que la Cámara dictó el pronunciamiento impugnado sin tener contacto
personal previo con el causante, privando de ese modo a M. del derecho a ser oído, a
informarse de su situación y manifestarse sobre los aspectos que pudieran afectar su
interés, puntualizando la Defensora que la omisión aludida perjudicó al joven “en
haberle impedido poder expresarse y hacer conocer a los magistrados actuantes su
estado personal actual, sus proyectos a futuro, sus reflexiones acerca de las
situaciones en conflicto con la ley penal por las que ha atravesado, la manera en que
estaría vivenciando el cumplimiento de la penalidad impuesta en autos, así como
cualquier otra opinión relacionada al asunto que judicialmente lo afecta (art. 12
C.I.D.N.)y que sea considerado a los fines de garantizar el ´interés superior del niño´,
reconocido convencionalmente, como pauta interpretativa a valorar por la judicatura
especializada”.
Así entonces solicitó la casación y anulación del fallo impugnado.
II. Entiendo que el recurso de casación es procedente.

111
Efectivamente, al tomar contacto con los antecedentes del legajo, no surge que
el a quo para decidir haya tomado, con carácter previo, contacto directo y personal con
el joven, lo cual afecta el derecho constitucional -y supra nacional- a ser oído, y
contraría su derecho a la defensa en juicio (art. 18 C.N.).
El art. 3 de la Ley Nº 13.634 prevé en lo pertinente que: “Los niños tienen
derecho a ser oídos en cualquier etapa del proceso, a peticionar, a expresar sus
opiniones y a que éstas se tengan en cuenta en las decisiones que afecten o hagan a
sus derechos, considerando su desarrollo psicofísico...”. Paralelamente, y con
vinculación al trámite recursivo en el Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil, el art.
60 de la mentada ley señala que: “Recibidos los autos y notificado el Agente Fiscal del
Joven, la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal deberá tomar contacto directo
y personal con el niño, bajo pena de nulidad. Podrá asimismo oír a las partes para
completar su información acerca de las circunstancias del caso” (el resaltado me
pertenece).
Asimismo, y a los fines de ahondar en su debido significado y en la implicancia
que tiene el “interés superior del niño” al momento de meritar cualquier decisión que
afecte a un niño y así determinar la normativa aplicable al caso y la ponderación entre
derechos fundamentales contrapuestos, la Ley Nº 13.298 de Promoción y Protección
Integral de los Derechos de los Niños, establece en su art. 4 lo siguiente: “Se entiende
por interés superior del niño la máxima satisfacción integral y simultánea de sus
derechos en un marco de libertad, respeto y dignidad, para lograr el desenvolvimiento
de sus potencialidades, y el despliegue integral y armónico de su personalidad. Para
determinar el interés superior del niño, en una situación concreta, se debe apreciar: a)
La condición específica de los niños como sujetos de derecho. b) La opinión de los
niños de acuerdo a su desarrollo psicofísico. c) La necesidad de equilibrio entre los
derechos y garantías de los niños, y sus deberes. d) La necesidad de equilibrio entre
los derechos y garantías de los niños, y las exigencias de una sociedad justa y
democrática. En aplicación del principio del interés superior del niño, cuando exista
conflicto entre los derechos e intereses de todos los niños, frente a otros derechos e
intereses igualmente legítimos, prevalecerán los primeros” (el resaltado me
pertenece).
En consonancia con las normas precitadas, las cuales son resultado de la
normativa internacional en la materia y que integran nuestra Constitución Nacional (art.
75 inc. 22), la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (Ley Nº 23.849)

112
establece -en lo pertinente- en su art. 3 lo siguiente: “En todas las medidas
concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar
social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una
consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño…” y en su
art. 12 señala: “1. Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de
formarse un juicio propio del derecho de expresar su opinión libremente en todos los
asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño,
en función de la edad y madurez del niño. 2. Con tal fin, se dará en particular al niño
oportunidad de ser escuchado en todo procedimiento judicial o administrativo que
afecte al niño, ya sea directamente o por medio de un representante o de un órgano
apropiado, en consonancia con las normas de procedimientos de la ley nacional”.
Se advierte pues, sin hesitación, que el “derecho a ser oído” de raigambre
constitucional y cuya afectación se encuentra sancionada con la nulidad, excede el
mero oír y exige del Juez la obligación de una escucha activa y empática, pues se ve
atravesada por la necesidad del Juez de evaluar el interés superior del niño en cada
decisión que lo afecte, y que en el Fuero Penal Juvenil adquiere, asimismo, una
dimensión vital, dado el amplio margen de facultades que tiene el Juez para decidir,
haciendo primar el principio rector de interés superior del niño, y que en modo alguno
puede soslayar el contacto directo e inmediato con el joven afectado, que va a permitir
advertir si en su caso concreto se constatan el cumplimiento de los fines del proceso
que a él lo afectan (conf. Art. 33 Ley Nº 13.634).
Tal es la importancia y dimensión del “derecho a ser oído” referenciado “ut-
supra” que el Comité de Derechos del Niño, intérprete de la Convención en tanto tiene
a su cargo velar por aplicación de la Convención Internacional de Derechos del Niño,
recepcionar los informes de los Estados y brindar opiniones y recomendaciones (conf.
arts. 42/45 C.I.D.N.), en el año 2009 dictó la Observación General Nº 12 “El Derecho
del Niño a ser escuchado” que establece: “El derecho de todos los niños a ser
escuchados y tomados en serio constituye uno de los valores fundamentales de la
Convención. El Comité de los Derechos del Niño ("el Comité") ha señalado el artículo
12 como uno de los cuatro principios generales de la Convención, junto con el derecho
a la no discriminación, el derecho a la vida y el desarrollo y la consideración primordial
del interés superior del niño, lo que pone de relieve que este artículo no solo establece
un derecho en sí mismo, sino que también debe tenerse en cuenta para interpretar y
hacer respetar todos los demás derechos” (El resaltado me pertenece. Cfr. Comité de

113
los Derechos del Niño, Observación General nº 12, “El derecho del niño a ser
escuchado”, 20 de julio de 2009, CRC/C/GC/12, párr. 2).
A su vez, el Comité recalcó: “El párrafo 1 del artículo 12 dispone que los
Estados partes "garantizarán" el derecho del niño de expresar su opinión libremente.
"Garantizarán" es un término jurídico de especial firmeza, que no deja margen a la
discreción de los Estados partes. Por consiguiente, los Estados partes tienen la
obligación estricta de adoptar las medidas que convengan a fin de hacer respetar
plenamente este derecho para todos los niños...” (Cfr. El Comité, Observación General
nº 12 precitada, párr. 19).
Esta escucha se recomienda que sea directa (Observación General Nº 12
precitada, párr. 35) y como se venía de destacar, debe ser una escucha cualitativa y
merituada por el Órgano encargado de la misma, que debe dar cuenta de su
valoración (Cfr. El Comité, Observación General Nº 12 precitada, párr. 45).
En cuanto a los procesos penales, el Comité es categórico al señalar que “En
los procedimientos penales, el derecho del niño a expresar su opinión libremente en
todos los asuntos que afectan al niño debe ser respetado y observado
escrupulosamente en todas las etapas del proceso de la justicia juvenil”, estableciendo
que estas etapas alcanzan la etapa de sentencia y de ejecución de las medidas
impuestas (Observación General Nº 12 precitada, párrs. 57 y 58).
En cuanto a la vinculación existente entre los arts. 3 y 12 de la C.I.D.N., el
Comité destaca que: “No existe tensión entre los artículos 3 y 12, sino solamente
complementariedad entre los dos principios generales: uno establece el objetivo de
alcanzar el interés superior del niño y el otro ofrece la metodología para lograr el
objetivo de escuchar al niño o a los niños. En realidad, no es posible una aplicación
correcta del artículo 3 si no se respetan los componentes del artículo 12. Del mismo
modo, el artículo 3 refuerza la funcionalidad del artículo 12 al facilitar el papel esencial
de los niños en todas las decisiones que afecten a su vida” ((Cfr. El Comité,
Observación General nº 12 precitada, párr. 74).
Por su parte, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha destacado in re
“García Méndez” que los tribunales están obligados a atender como consideración
primordial al interés superior del niño (Fallos: 331:2691, G. 147. XLIV, sent.
02/12/2008).
Conforme lo expuesto precedentemente, se vislumbra que el derecho del niño
a ser oído, el cual debe ser garantizado en todo procedimiento judicial en que un niño

114
se vea afectado -sea como víctima, testigo o imputado- y en cada una de las etapas
de dicho proceso, y el cual debe leerse atravesado por el interés superior de ese niño
y, en el caso, su derecho a la defensa material, impone al Órgano que a su respecto
deba decidir la obligación de una escucha atenta y empática, pero por sobre todo, a
una escucha activa y crítica, que no derive en un simple formulismo legal a cumplir, y
deviene en el pilar fundamental que erige a ese niño en su calidad de sujeto, y como
tal, resulta insoslayable.
No es menos importante destacar que es objetivo primordial de todo proceso
penal juvenil que “...el niño asuma una actitud constructiva y responsable ante la
sociedad, adquiriendo respeto por los derechos humanos y las libertades
fundamentales de todas las personas...” (art. 33 Ley Nº 13.634), y en ese marco,
escuchar lo que el niño -hoy adulto, pero sujeto a un proceso como “niño” que a la
fecha le genera consecuencias y que sería deseable que en él haya hecho mella-
tenga que decir, pues solo esta escucha permitiría constatar, como destaca su
Defensa en el escrito recursivo “...poder expresarse y hacer conocer a los magistrados
actuantes su estado personal actual, sus proyectos a futuro, sus reflexiones acerca de
las situaciones en conflicto con la ley penal por las que ha atravesado, la manera en
que estaría vivenciando el cumplimiento de la penalidad impuesta en autos...”.
En concordancia con lo expuesto, pondero asimismo que la naturaleza
multipropósito de la audiencia, posibilitaba al a quo valorar el impacto que la cuestión
jurídica a resolver tendría en la vida del joven, resultando en tal contexto lo resuelto
por la Cámara ajeno por completo a las circunstancias que el caso concreto pudiera
presentar.
Cabe resaltar que la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos
Aires (causa P. 119.841 sentencia del 01/04/2015) resolvió que la infracción procesal
al art. 60 de la Ley N.º 13.634 configura una: “...transgresión del art. 12.2 de la
Convención sobre los Derechos del Niño en cuanto establece que debe dársele
oportunidad de ser escuchado ya sea directamente o por medio de un representante o
de un órgano apropiado, en consonancia con las normas de procedimiento de la ley
nacional. Esta última expresión de la Convención remite a la regulación de derecho
interno que, en el caso de la Provincia de Buenos Aires -y en lo que aquí interesa-
reglamenta aquella disposición en el art. 60 de la ley 13.634 al establecer de manera
imperativa el contacto directo y personal con la alzada, bajo pena de nulidad...”
(Considerando 4). A lo que adunó que “...La necesidad del contacto con el joven ha

115
sido motivo de pronunciamiento en diversas oportunidades, en relación a distintos
litigios, entre los cuales pueden citarse los siguientes: Corte I.D.H., Opinión Consultiva
OC-17/2002 de 28 de agosto de 2002, párrs. 99/102 y "Caso Atala Riffo y Niñas Vs.
Chile", sentencia de 24 de febrero de 2012, párrs. 196/208 -este último, en un proceso
de tuición-; C.S., "Marteau" (sent. del 17/III/2009) y "Maldonado" (sent. del 7/XII/2005)
-con el objeto de la determinación de la pena-; "P., G.M. y P., C.L." (sent. del
27/XI/2012) -en relación a modalidades alternativas de acogimiento, guarda, etc.”
(Considerando 5) y, consecuentemente, consideró que solo quedaba un camino y este
es el aquí propuesto, hacer lugar al reclamo deducido y anular la sentencia recurrida.
En razón de lo expuesto, propongo hacer lugar al recurso de queja, declarar
admisible y procedente el recurso de casación interpuesto y declarar la nulidad del
resolutorio de fecha 24 de julio de 2018 dictado en la causa 470/2014 del registro de la
Sala I de la Excelentísima Cámara de Apelación y Garantías del Departamento
Judicial Bahía Blanca que revocó la resolución del Juzgado de Responsabilidad Penal
Juvenil nro. 2 del mismo Departamento Judicial, debiéndose remitir la causa a la citada
Sala a fin de que, debidamente integrada, dicte nueva resolución, previo dar
cumplimiento con la obligación impuesta por el art. 60 de la Ley Nº 13.634. Sin costas
en esta instancia.
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el doctor Mancini dijo:
Adhiero al voto de la doctora Budiño, en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente
SENTENCIA
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, la Sala II del Tribunal de Casación
Penal
R E S U E L V E:
I. DECLARAR FORMALMENTE ADMISIBLE el recurso de queja interpuesto
(art. 433 segundo párrafo del C.P.P.).
II. DECLARAR ADMISIBLE y PROCEDENTE EL RECURSO DE CASACIÓN
INTERPUESTO; ANULAR del resolutorio de fecha 24 de julio de 2018 dictado en la
causa 470/2014 del registro de la Sala I de la Excelentísima Cámara de Apelación y
Garantías del Departamento Judicial Bahía Blanca, por los motivos expuestos en el

116
desarrollo de la tercera cuestión planteada; y REENVIAR los autos a la instancia de
origen a fin de que el órgano a quo, debidamente integrado, dicte nueva resolución,
previo dar cumplimiento con la obligación impuesta por el art. 60 de la Ley Nº 13.634.
Sin costas en esta instancia.
Rigen los arts. 18 y 75 inc. 22 C.N., 3, 12 y concordantes de la C.I.D.N., 1, 3 y
60 Ley Nº 13.634, y 201, 202, 205, 421, 433, 448, 450, 454, 464, 530, 531 y
concordantes del C.P.P.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
Firmado Dra María Florencia Budiño, Jueza de la Sala II del Tribunal de
Casación Penal, Dr. Fernando Luis María Mancini, Juez de la sala II del Tribunal de
Casación Penal. Ante mí: Armando Méndez Secretario de la Sala II del Tribunal de
Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires.

Sala IV, Causa Nro. 81.398 “P., L. D. s/ Recurso de Queja”, Registro 554 de fecha
8/6/2017.

 “Corresponde anular el decisorio de la Cámara de Apelaciones que confirma la


resolución del Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil, que no hizo lugar a
la incorporación del encartado en el régimen de libertad condicional
prescindiendo de la audiencia prevista en el artículo 60 de la Ley N° 13.634,
pues transgrede las garantías constitucionales de defensa en juicio, debido
proceso legal y derecho de ser oído”. (KOHAN SD).

En la ciudad de La Plata a los 8 días del mes de junio del año dos mil
diecisiete, se reúnen en Acuerdo Ordinario los Señores Jueces de la Sala Cuarta del
Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, doctores Carlos Ángel
Natiello y Mario Eduardo Kohan, bajo la Presidencia del primero de los nombrados,
para resolver en causa N° 81.398 de este Tribunal, caratulada: “P., L. D. s/ Recurso de
Queja (art. 433 del C.P.P.)”. Practicado el sorteo de ley, resultó que en la votación
debía observarse el orden: KOHAN-NATIELLO, procediendo los mencionados
magistrados al estudio de los siguientes:
ANTECEDENTES
I.- La Defensora Oficial del fuero minoril del Departamento Judicial Moreno-

117
Gral. Rodríguez, doctora Mariana Roncoroni, viene en queja ante esta Sede en virtud
de que la Sala III de la Excma. Cámara de Apelación y Garantías en lo penal de
Mercedes le denegara la concesión del recurso de Casación que fuera impetrado
contra su decisorio de fecha 1/11/2016, mediante el cual, por mayoría, confirmó la
resolución adoptada por Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil nro. 1 que no hizo
lugar a la incorporación del encartado en el régimen de la libertad condicional (art. 13
del C.P.).
II.- En su libelo recursivo denuncia arbitrariedad en el decisorio del “a quo”,
reclamando la nulidad del pronunciamiento bajo el argumento de que se ha efectuado
una errónea interpretación y aplicación de la ley que rige la materia, al prescindirse de
la audiencia prevista por el art. 60 de la ley 13.634 con el argumento de que su
defendido alcanzó la mayoría de edad, desconociendo de tal modo las garantías
constitucionales de su asistido (arts. 18 y 75 inc. 22 de la C.N.). Cita precedente de la
CSJN en apoyo de su postura (. fs. 19vta., 20 y 21 del presente).
Por otro lado, cuestiona la denegatoria al beneficio pretendido –libertad
condicional- aduciendo que se han ignorado las propuestas laborales ofrecidas.
Señala que en el informe actualizado del devenir institucional de P. se comunica
que su concepto general ha sido regular, que posee conducta nueve (9). Que si bien
quebrantó el beneficio de salidas transitorias que le fuera otorgado, debe considerarse
que P. regresó por propia voluntad a la unidad dos meses posteriores a la fuga. No
debe olvidarse que la detención y encarcelamiento de un adolescente debe ser
utilizada como último recurso y siempre por el menor tiempo posible. Que el
aislamiento de una persona que está en formación, lejos de promover cambios
positivos de conducta, contribuye a su desarraigo y a su desocialización.
Solicita se case el decisorio impugnado y se resuelva en el sentido propiciado.
Hace reserva de interponer recurso extraordinario Federal en los términos del
art. 14 de la ley 48.
III.- Radicada la queja en Sala (fs. 33) y notificadas las partes, el Defensor de
Casación, doctor Mario Luis Coriolano se pronuncia por la admisibilidad y procedencia
del remedio incoado, solicitando la aplicación del criterio establecido en causa nro.
77.224 “Villalba, Franco s/ recurso de Queja (art, 433 del C.P.P.)”, sent. Del
27/09/2016.
IV.- Encontrándose la presente en estado de dictar resolución, la Sala IV del
Tribunal dispuso plantear y resolver las siguientes:

118
CUESTIONES
1ra.) ¿Es admisible y procedente la queja interpuesta?
2da.) En su caso, ¿es procedente el recurso de casación?
3ra.) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Kohan, dijo:
La queja fue interpuesta en tiempo y forma, adjuntándose la documental que
ordena el art. 433 del C.P.P., con lo cual cabe declararla admisible. Asimismo, la
estimo procedente en tanto la atacada resulta impugnable por esta vía a tenor de lo
normado en el art. 450 tercer párrafo mismo cuerpo normativo.
Voto por la afirmativa.
A la misma primera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Adhiero al voto del doctor Kohan, toda vez que, amén de que en el caso se
encuentra garantizada la doble conformidad judicial, entiendo que el remedio
impetrado resulta admisible en los términos del art. 450 del C.P.P., por cuanto se
dirige contra una resolución que deniega la libertad personal del encausado,
ocasionándole un perjuicio que podría resultar de imposible reparación ulterior, razón
por la que ha de considerarse equiparable a sentencia definitiva “por afectar un
derecho que requiere tutela judicial inmediata” (conf. SCJBA, causas P. 94.377, sent.
del 18/04/2007; P. 112.802, sent. del 26/10/2011, entre otras).
Voto por la afirmativa.
A la segunda cuestión planteada el Señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Entrando al análisis del recurso interpuesto, adelanto que asiste razón a la
recurrente en cuanto denuncia inobservancia de lo normado por el art. 60 de la ley
13.634 en violación al derecho de defensa (arts. 18 y 75 inc. 22 de la Constitución
nacional, 3, 12, 37 y 40 de la Convención del Niño).
Cabe destacar, a contramano de lo afirmado por los sentenciantes, que el
presente no involucra un supuesto de ultraactividad de la ley de rito aplicable (v. fs.
11vta.). En efecto, P. se encuentra sujeto al régimen de ejecución penal juvenil, a
razón de haber sido condenado por el Tribunal de responsabilidad Penal Juvenil nro. 1
de Mercedes a la pena de 11 años de prisión por ser autor penalmente responsable
del delito de homicidio calificado “criminis causae”, por el hecho cometido en su
minoridad, rigiendo respecto de él todos los principios, garantías y derechos
especiales propios del fuero (conf. CSJN in re “Maldonado” Fallo: 328:4343),
independientemente de que en la actualidad haya alcanzado la mayoría de edad.

119
Sentado lo dicho, nótese que la interpretación y el alcance dado por los
sentenciantes a la norma en trato transgrede a la garantía constitucional de la defensa
en juicio, el debido proceso legal y el derecho de ser oído, lo que genera un perjuicio al
imputado de autos y conlleva a la nulidad de la resolución dictada por el citado órgano
jurisdiccional con fecha 25 de octubre de 2016 (arts. 18 y 75 inc. 22 de la Constitución
Nacional, 12 de la C.D.N. 24 de la ley 26.061, 3 de la ley 13.634, 201 y 203 del
C.P.P.).
En esa inteligencia el art. 60 de la ley 13.634 impone a los jueces de la Cámara
la obligación de tomar contacto directo y personal con el niño, bajo penal de nulidad.
A este respecto, se ha pronunciado la SCJBA: “… Tal infracción procesal
configura una transgresión del art. 12.2 de la Convención sobre los Derechos del Niño
en cuanto establece que debe dársele oportunidad de ser escuchado ya sea
directamente o por medio de un representante o de un órgano apropiado, en
consonancia con las normas de procedimientos de la ley nacional.
Esta última expresión de la Convención remite a la regulación del derecho
interno que, en el caso de la Provincia de Buenos Aires -y en lo que aquí interesa-
reglamenta aquella disposición en el art. 60 de la ley 13.634 al establecer de manera
imperativa el contacto directo y personal con la alzada, bajo pena de nulidad... La
necesidad del contacto con el joven ha sido motivo de pronunciamiento en diversas
oportunidades, en relación a distintos litigios, entre los cuales pueden citarse los
siguientes: Corte I.D.H., Opinión Consultiva OC-17/2002 de 28 de agosto de 2002,
párrs. 99/102 y "Caso Atala Riffo y Niñas Vs. Chile", sentencia de 24 de febrero de
2012, párrs. 196/208 -este último, en un proceso de tuición-; C.S., "Marteau" (sent. del
17/III/2009) y "Maldonado" (sent. del 7/XII/2005) -con el objeto de la determinación de
la pena-; "P., G.M. y P., C.L." (sent. del 27/XI/2012) -en relación a modalidades
alternativas de acogimiento, guarda, etc.-…” (SCJBA, causa P. 11841, sent. del
1/4/2015).
En igual sentido se ha pronunciado esta Sala en el precedente citado por el
Defensor de Casación (C. nro. 77.224, “VILLALBA, Franco s/ Recurso de Queja (art.
433 del C.P.P.)”, sent. del 27/09/2016, reg. interno nro. 809).
En la misma senda, debo señalar que el artículo 3 de la ley 13.634 establece
que: “Los niños tienen derecho a ser oídos en cualquier etapa del proceso, a
peticionar, a expresar sus opiniones y a que éstas se tengan en cuenta en las
decisiones que afecten o hagan a sus derechos, considerando su desarrollo

120
psicofísico…El Juez garantizará debidamente el ejercicio de este derecho”. Por su
parte el artículo 12 de la C.D.N. reza: “1- Los Estados Partes garantizarán al niño que
esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión
libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en
cuenta las opiniones del niño, en función de la edad y madurez del niño. 2- Con tal fin,
se dará en particular al niño oportunidad de ser escuchado en todo procedimiento
judicial o administrativo que afecte al niño, ya sea directamente o por medio de un
representante de un órgano apropiado, en consonancia con las normas de
procedimiento de la ley nacional.”. Asimismo, ha dicho nuestra Suprema Corte de
Justicia de la Provincia de Buenos Aires que: “…en asuntos en los que se encuentra
comprometida la persona de menores, éstos sean directa y personalmente conocidos
y debidamente escuchados por aquellos que tengan la potestad de decidir legalmente
sobre la conflictiva que los aqueja… El derecho a ser oídos reviste carácter
personalísimo por que no puede admitirse que se supla su ejercicio a través de la
figura del representante promiscuo del menor, el Asesor de menores. Escuchar a los
menores no implica que deba atenderse necesariamente a sus preferencias
expresadas, sino que tales exteriorizaciones deberán ser tenidas en cuenta al
momento de pronunciar sentencia” (Conf. SCJBA, A2078, 20/09/2006).
En virtud de lo expuesto, propongo al Acuerdo, anular el decisorio en crisis y
remitir copia de la presente a la Excma. Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal
del Departamento Judicial Mercedes, a fin de que debidamente integrada, dicte un
nuevo pronunciamiento previo a dar cumplimiento a la diligencia omitida (art. 60 de la
ley 13.634).
Voto en consecuencia por la afirmativa.
A la misma segunda cuestión planteada el señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Adhiero al voto del doctor Kohan, expidiéndome en igual sentido y por los
mismos fundamentos.
Voto por la afirmativa.
A la tercera cuestión planteada el señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Visto el modo en que ha sido resuelta la cuestión precedente, corresponde: 1)
declarar admisible y procedente la queja interpuesta por la Defensora Oficial, doctora
Mariana Roncoroni en favor de L. D. P.; 2) anular el decisorio en crisis y remitir copia
de la presente a la Sala III de la Excma. Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal
del Departamento Judicial Mercedes, a fin de que debidamente integrada, dicte un

121
nuevo pronunciamiento, previo a dar cumplimiento a la diligencia omitida (arts. 18 y 75
inc. 22 de la C.N., 1, 3, 60, y ccdtes. de la ley 13.634, 1, 106, 201, 203, 210, 433, 450,
461, 530 y 531 del C.P.P.) y 3) tener presente la reserva del caso federal planteado
(art. 14 de la ley 48).
Así lo voto.
A la misma tercera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Adhiero al voto del doctor Kohan expidiéndome en igual sentido y por los
mismos fundamentos.
Así lo voto.
Con lo que se dio por terminado el Acuerdo dictándose la siguiente:
SENTENCIA
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede, el Tribunal resuelve:
I.- Declarar admisible y procedente la queja interpuesta por la Defensora
Oficial, doctora Mariana Roncoroni en favor de L. D. P.
II.- Anular el decisorio en crisis y remitir copia de la presente a la Sala III de la
Excma. Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal del Departamento Judicial
Mercedes, a fin de que debidamente integrada, dicte un nuevo pronunciamiento,
previo a dar cumplimiento a la diligencia omitida.
Arts. 18 y 75 inc. 22 de la C.N., 1, 3, 60, y ccdtes. de la ley 13.634, 1, 106, 201,
203, 210, 433, 450, 461, 530 y 531 del C.P.P.
III.- Tener presente la reserva del caso federal planteado.
Art. 14 de la ley 48.
Regístrese. Notifíquese. Oportunamente, remítase.
FDO: MARIO EDUARDO KOHAN - CARLOS ANGEL NATIELLO
ANTE MÍ: Olivia Otharán

Sala I, Causa Nro. 110.370 “C., K.A. s/ Recurso de Casación”, Registro 844 de
fecha 10/8/2021.

 “La falta de concreción de la audiencia (de contacto) -aunque más no sea a


través de medios telemáticos-, imposibilitó al joven de ejercer adecuadamente
su derecho a ser oído, y consecuentemente implicó una afectación directa en
el ejercicio de su defensa”. (CARRAL SD).

122
 “La circunstancia referente a que el menor de edad imputado de un delito
cumpla la mayoría de edad, no deja de imponer el cumplimiento de las
exigencias particulares que fueran impuestas a partir del procedimiento
trascurrido ante el fuero de Responsabilidad Penal Juvenil”. (CARRAL SD).

 “El bloque normativo que rige en materia penal juvenil, (…) permite advertir
que la dimensión pedagógica de este fuero, se encuentra íntimamente
vinculada con la participación activa del menor de edad en el proceso, siendo
que el contacto directo en las audiencias en las que pueda intervenir directa o
indirectamente se encuentra íntimamente vinculado con tal finalidad (arts. 12
de la CIDN; 2, 3, 6, 33 y 36 inc. 3° de la ley n° 13.634)”. (CARRAL SD).

ACUERDO
La Sala I del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires,
integrada por los señores jueces doctores Daniel Carral y Ricardo Maidana (art. 451
del Código Procesal Penal), con la presidencia del primero de los nombrados, de
conformidad con lo establecido en la Ac. 3975/2020 de la SCBA, procede al dictado de
sentencia en el marco de la Causa N° 110370 caratulada “C. K. A. S/ RECURSO DE
CASACION”, conforme al siguiente orden de votación: CARRAL - MAIDANA.
ANTECEDENTES
En lo que interesa destacar, la señora juez a cargo del Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil N° 2 del Departamento Judicial Mar del Plata, condenó
a K. A. C. a la pena única de dieciocho (18) años de prisión, comprensiva de la de
trece (13) años y seis (6) meses de prisión impuesta en dicha instancia con fecha 11
de diciembre de 2014 por resultar autor del delito de homicidio criminis causa (art. 80
inc 7 del CP), acaecido el 4 de enero 2013 en Mar del Plata; y coautor del delito de
robo agravado por su comisión con arma de fuego apta para el disparo en grado de
tentativa (arts. 42 y 166, segundo párrafo del CP), ocurrido el 22 de marzo de 2013 en
esta ciudad; así como el de homicidio en grado de tentativa (arts. 42 y 79 del CP),
hecho cometido el 7 de agosto de 2012; y de la dictada por el Tribunal en lo Criminal
nº 3 del Departamento Judicial La Matanza de fecha 27 de marzo de 2018 mediante la
cual condenó al nombrado a la pena de diez (10) años de prisión, accesorias legales y

123
costas del proceso, por resultar autor del delito de homicidio en ocasión de robo
(hecho acaecido el 17-5-2014, en La Tablada, Partido de La Matanza, C. 2239/16), y
robo agravado por el uso de arma de fuego y por haberse cometido en lugar poblado y
en banda, privación ilegal de la libertad agravada por la participación de tres o más
personas y por tratarse de una víctima menor de edad y violación de domicilio
(acaecido el 9-10-14, en la localidad de Lanús, Partido de Lanús, C. 616/16).
El señor defensor interpuso el recurso de casación bajo estudio, en tanto
considera que en el caso se impone la declaración de nulidad de la sentencia atacada,
por no haberse celebrado audiencia previa para el dictado de dicho pronunciamiento,
señA.do también que no se dio adecuado tratamiento a una cuestión esencial.
A más de ello, el recurrente señala que no se han aplicado al caso los
principios del fuero juvenil.
En tal sentido, peticiona que se case el fallo recurrido, disponiendo la nulidad
de la resolución y el reenvío a fin de que un juez hábil dicte un nuevo fallo.
En subsidio, la defensa promueve que se case el decisorio puesto en crisis y se
dicte un nuevo pronunciamiento, imponiendo al nombrado la pena única de 15 años de
prisión, comprensiva de la pena de 13 años y 6 meses de prisión dictada en el fuero
de Responsabilidad Penal Juvenil (Mar del Plata) y la pena de 10 años de prisión
dictada en el fuero de adultos (La Matanza).
Finalmente, el recurrente hace reserva del Caso Federal (art. 14 de la ley 48).
Sorteadas que fueron las actuaciones se notificó a las partes (sistema
informático -AUGUSTA-).
Así fue que en oportunidad de presentar su memorial, el señor defensor
adjunto ante este tribunal, sostuvo y reforzó los argumentos vertidos por el recurrente
(sistema informático -AUGUSTA-).
Ingresada a la Sala con fecha 30 de junio de 2021, el Tribunal se encuentra en
condiciones de dictar sentencia, decidiendo plantear y votar las siguientes
CUESTIONES
Primera: ¿Es procedente el recurso de casación interpuesto?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
VOTACION
A la primera cuestión el señor juez doctor Carral dijo:
I. De la lectura del legajo recursivo obrante en el sistema informático, se
desprende que la Sala IV de este tribunal dispuso que el órgano del Fuero de

124
Responsabilidad Penal Juvenil debía ser el que unificara las condenas impuestas a C..
Consecuentemente, la magistrada de la instancia corrió vista a las partes, y
pese a la expresa solicitud de la defensa a fin de que se realice la audiencia prevista
normativamente (arts. 41 del CP, 2 de la ley 13.634, 18 del CPP), dicho acto no fue
cumplimentado.
En tal sentido, la defensa sostiene que teniendo en cuenta que la sentenciante
no ha tenido contacto con su asistido desde hace cuatro años aproximadamente, este
trato directo no sólo resulta necesario por la imposición normativa ya citada, sino
también por las propias circunstancias del caso, que permiten advertir la necesidad en
cuanto a que C. pueda ejercer su derecho a ser oído, efectivizando de ese modo el
derecho de defensa.
A su vez, el recurrente indica que la decisión bajo estudio también le causó
agravio al no dar adecuado tratamiento a una cuestión esencial, violentando así lo
normado por el art. 168 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires y 10 del
Código Procesal Penal.
Así resalta el defensor que su postulado en cuanto a que la unificación de las
condenas no debía ser superior a los 15 años de prisión, de conformidad con los
principios rectores del fuero penal juvenil y los instrumentos internacionales que
conforman la doctrina de la protección integral y la correcta aplicación del art. 4 de la
ley 22.278, no tuvo adecuado tratamiento.
Asimismo, agrega que de la condena oportunamente impuesta a C. en el fuero
de adultos (10 años de prisión), al mismo sólo le restan cumplir 3 años y 6 meses de
prisión. En consecuencia, si se unifican las penas (luego de casi 7 años) no debiera
alongarse el encierro por un periodo mayor al señalado precedentemente, toda vez
que sólo correspondería proceder a la unificación respecto a la porción que no se ha
cumplido aún; y en ese orden el letrado vuelve a propiciar que se disponga la nulidad
del fallo cuestionado.
Subsidiariamente, la defensa peticiona que se case la sentencia y se dicte un
fallo acorde a derecho, aplicando los principios del fuero especializado, a fin de reducir
la pena única impuesta por la magistrada, la que entiende excesiva y
desproporcionada.
ii: En primer lugar, debo adelantar que el recurso de casación habrá de recibir
favorable acogida.
En tal sentido, pasaré a desgranar y precisar cuestiones que estimo

125
fundamentales para responder los agravios del casacionista.
Más allá de no coincidir con la totalidad de las consideraciones vertidas por el
recurrente, no puedo dejar de advertir que de conformidad con lo sostenido en el
remedio bajo estudio y el posterior memorial presentado por el defensor adjunto ante
esta instancia, se advierte que previo a resolver la unificación de las condenas
recaídas sobre C., se corrió vista a la defensa de la instancia de origen, momento en
que su representante se opuso a la mencionada unificación, por tratarse de penas de
distintos fueros, y además solicitó expresamente que con carácter previo, se fije una
audiencia de contacto con el joven a fin de garantizar su derecho a ser oído (art. 18
CPP, arts. 2 y 3 Ley 13.634 y 12 CDN).
Posteriormente, con fecha 21 de abril del 2021 la titular del Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil N° 2 de Mar del Plata impuso la pena única de 18 años
de prisión, comprensiva de la de 13 años y 6 meses de prisión impuesta por esa
instancia con fecha 11 de diciembre de 2014 y de la dictada por el Tribunal en lo
Criminal Nº 3 del Departamento Judicial La Matanza de fecha 27 de marzo de 2018
mediante la cual condenó al nombrado a la pena de diez (10) años de prisión,
accesorias legales y costas del proceso, ello sin celebrarse la audiencia de contacto
que previamente fue solicitada por la defensa.
A ello, cabe agregar que conforme lo plasmado en la presentación recursiva, el
judicante no había tomado contacto directo con el nombrado desde un lapso
aproximado de cuatro años.
Este dato, que en ningún caso resulta menor, cobra especial valor al advertir la
vinculación del presente con el plus de derechos que gobierna el fuero de
Responsabilidad Juvenil, el cual no resulta ajeno a la decisión bajo examen.
Ahora bien, sentado lo expuesto no puedo más que coincidir con la defensa en
su exposición argumentativa referente a éste punto. Puesto que la celebración de
dicha audiencia, constituye en el caso -a partir de su expresa petición-, un acto
esencial a los efectos de garantizar el debido proceso y la defensa en juicio.
La falta de concreción de dicha entrevista -aunque más no sea a través de
medios telemáticos-, imposibilitó al joven de ejercer adecuadamente su derecho a ser
oído, y consecuentemente implicó una afectación directa en el ejercicio de su defensa.
En este sentido, me permitiré tomar prestadas algunas palabras de Julio B. J.
Maier, quien ha sostenido que: "La base esencial a defenderse reposa en la
posibilidad de expresarse libremente (...). El derecho a ser oído alcanza su expresión

126
real en la audiencia del imputado ante el tribunal. (...) La audiencia del imputado no
sólo se debe procurar en relación a la sentencia final sino también, según dijimos, en
orden a las decisiones interlocutorias que conforman la situación del imputado durante
el procedimiento. (...) el imputado está facultado a requerir que lo escuchen en
cualquier momento del procedimiento (...), bajo las únicas condiciones de referirse a la
imputación y no utilizar su facultad para perturbar o demorar el procedimiento." (Julio
B. J. Maier, "Derecho procesal penal", Tomo I, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2°
edición, págs. 552, 562 y 563).
A lo expuesto, cabe agregar que ante la intervención del fuero de
Responsabilidad Penal Juvenil, y el plus de derechos que este ámbito impone, por
tratarse una de las condenas a unificar de una sanción impuesta por ese régimen; no
se puede dejar de tener en consideración que el art. 40.3 de la Convención de los
Derechos del Niños (arts. 31 y 75 inc. 22° C.N.), establece el principio de especialidad
en materia penal infanto-juvenil, en los siguientes términos: "Los Estados Partes
tomarán todas las medidas apropiadas para promover el establecimiento de leyes,
procedimientos, autoridades e instituciones específicos para los niños de quienes se
alegue que han infringido las leyes penales o a quienes se acuse o declare culpables
de haber infringido esas leyes".
Explicando esta cuestión, la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el
famoso precedente "Maldonado", con cita del párr. 54 de la Opinión Consultiva
17/2002 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos -Condición Jurídica y
Derechos Humanos del Niño-, destacó que "los menores cuentan con los mismos
derechos constitucionales que los adultos, [pero] no debe perderse de vista que de
dicho principio no se deriva que los menores, frente a la infracción de la ley penal,
deban ser tratados exactamente igual que los adultos".
"En efecto, lo contrario implicaría arribar a un segundo paradigma equivocado -
como aquel elaborado por la doctrina de la "situación irregular"- de la justicia de
menores, pues reconocer que los menores tienen los mismos derechos que el
imputado adulto, no implica desconocerles otros derechos propios que derivan de su
condición de persona en proceso de desarrollo".
"En suma, los niños poseen los derechos que corresponden a todos los seres
humanos, menores y adultos, y tienen además derechos especiales derivados de su
condición, a los que corresponden deberes específicos de la familia, de la sociedad y
el Estado..." (consid. 32°).

127
A nivel provincial, el legislador bonaerense mediante el dictado la ley 13.634,
reconociendo "a los niños los mismos derechos, deberes y garantías que a los adultos,
y por su particular condición de ser personas en desarrollo, se les conceden derechos
y garantías especiales," (v. Fundamentos de la ley 13.634), ha dado plena vigencia a
este principio.
Ello lleva a que las normas especiales del fuero penal juvenil tengan prioridad
de aplicación por sobre las subsidiarias provenientes del fuero de adultos (arts. 1 y 85
ley 13.634). En concreto, es aplicable la ley 11.922 en tanto que no resultó modificada
la misma por la ley específica (art. 1), y en materia de "ejecución de penas o de
medidas impuestas a los procesados, [la legislación provincial se aplicará
subsidiariamente] en la medida que no restrinja los derechos reconocidos por la... ley"
13.634 (art. 85).
Tales consideraciones no pierden vigencia por el sólo paso del tiempo, es decir
que la circunstancia referente a que el menor de edad imputado de un delito cumpla la
mayoría de edad, no deja de imponer el cumplimiento de las exigencias particulares
que fueran impuestas a partir del procedimiento trascurrido ante el fuero de
Responsabilidad Penal Juvenil.
Estas últimas consideraciones valen ser destacadas en virtud de ciertos
pasajes argumentativos expuestos por la magistrada de la instancia que parecieran
alejarse de tales directrices.
Así, teniendo en cuenta las particularidades del caso, también debo señalar
que uno de los postulados más importantes del modelo de protección integral es el de
reconocer al niño como titular de derechos, con una capacidad progresiva para
ejercerlos.
De este modo, la doctrina referida "...reafirma el principio de autonomía del niño
como persona; así se le acuerda la facultad de ser oído, desplegando una actitud
participativa, teniéndose en cuenta su opinión en cada resolución que lo afecte. Así lo
establece la Convención en el art. 12, inc.1°. (...)" (Betina D. Ungaro, "Procedimiento
de responsabilidad penal juvenil de la Provincia de Buenos Aires", Cathedra Jorídica,
Buenos Aires, 2008, pág. 49).
En esa misma línea, la Observación General n° 24 del Comité de los Derechos
del Niño (ONU), ha sostenido en el punto n° 45 que: "Los niños tienen derecho a ser
escuchados directamente, y no solo a través de un representante, en todas las etapas
del proceso, desde el momento en que entren en contacto con el sistema.", de modo

128
que ha dado una interpretación de las disposiciones del art. 12 de la CIDN, que
impone la observancia del mismo a los operadores del sistema judicial.
A su vez, cabe destacar la trascendencia de esta cuestión, que por su obviedad
parece ser pasada por alto, y por lo tanto se advierte la necesidad de su tutela en
forma continua.
Justamente en este sentido se manifestó la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, que además de recordar que la responsabilidad internacional del estado se
encuentra en juego al haberse comprometido a la adecuada tutela del "derecho a ser
oído" (art. 75 inc. 22° de la CN y 12 de la CIDN), también se ocupó de resaltar la
necesidad de tutelar la modalidad en la que este derecho debe ser ejercido y
amparado.
En ese orden, nuestro más Alto Tribunal ha sostenido que: "Debe recordarse
que esa norma impone a los Estados Partes la obligación de garantizar a la niña o al
niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el "derecho de expresar su
opinión libremente" en todos los asuntos que lo afecten, particularmente, en cualquier
procedimiento judicial o administrativo, ya sea "directamente o por medio de un
representante o de un órgano apropiado, en consonancia con las normas de
procedimiento de la ley nacional" (cf. artículo 12 cit.)."; recalcando a su vez "...la
necesidad de que los jueces se ocupen de velar por el respeto de los derechos de los
que son titulares cada niña, niño o adolescente bajo su jurisdicción, "que implica
escucharlos con todas las garantías a fin de hacer efectivos sus derechos (conf. arts.
12.2 y 40.2.b de la Convención sobre los Derechos del Niño)" (cf. "García Méndez"
citado, considerando 10 del voto de la mayoría)." (CSJN causa "H., A. O. s/ infracción
ley 23.737”, sent. de 24-6-2021).
Con todo ello, entiendo que vale recordar que el bloque normativo que rige en
materia penal juvenil, también permite advertir que la dimensión pedagógica de este
fuero, se encuentra íntimamente vinculada con la participación activa del menor de
edad en el proceso, siendo que el contacto directo en las audiencias en las que pueda
intervenir directa o indirectamente se encuentra íntimamente vinculado con tal finalidad
(arts. 12 de la CIDN; 2, 3, 6, 33 y 36 inc. 3° de la ley n° 13.634).
Sentado lo expuesto, y a modo de conjugar la cuestión específica del caso con
las garantías constitucionales referidas bajo el amparo que la especialidad impuesta
por el fuero penal juvenil, cabe recordar que en el referido precedente "Maldonado"
(Fallos 328: 4343) la Corte Federal, estableció la obligatoriedad para el Tribunal que

129
fija la pena de tomar conocimiento de visu del condenado previo a ello. Al referirse a la
pauta del art. 41, inc. 2º, in fine, la Corte estableció: "...Que existe otro aspecto
concluyente respecto del cual ambas regulaciones coinciden, pero que al a quo no le
pareció relevante: la necesidad de tomar conocimiento de visu del condenado antes de
determinar la pena. Así, el art. 41, inc. 2°, in fine, del Código Penal señala claramente
que "El juez deberá tomar conocimiento directo y de visu del sujeto... en la medida
requerida para cada caso"[...] Que se trata de una regla claramente destinada a
garantizar el derecho del condenado a ser oído antes de que se lo condene, así como
a asegurar que una decisión de esta trascendencia no sea tomada por los tribunales
sin un mínimo de inmediación. Desde el punto de vista de la ley penal de fondo, una
pena dictada sin escuchar lo que tiene que decir al respecto el condenado no puede
considerarse bien determinada".
Asimismo, teniendo en cuenta el prolongado período temporal transcurrido sin
que la magistrada de la instancia tuviera contacto con C., es dable tener en cuenta que
la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires ha establecido la necesidad de que
los jueces tomen conocimiento directo y de visu del imputado cuando la nueva
individualización de la pena se produzca transcurrido un lapso de tiempo considerable
entre el hecho delictivo y la individualización de la pena, al sostener que: "...deberá
cumplirse con la manda del art. 41 inc. 2º in fine del C.P. según la cual se tendrán en
cuenta para fijar la pena, entre diversas circunstancias, "las condiciones personales"
del agente del delito, pues se ha producido, de hecho, una suerte de alongada cesura
del juicio (contemplada en sentido estricto en el sistema procesal instaurado por la ley
11.922 y sus modif., en el art. 372 del C.P.P.) que impone no omitir el cumplimiento de
dicha regla." (causa P. 73.366 "G., M.D. s/ Robo" del 31 de agosto de 2007).
Sobre la base de las consideraciones efectuadas, cabe tener en cuenta que el
art. 203 del C.P.P. dispone que ante la conculcación de garantías constitucionales -
como el presente caso-, la nulidad del acto que implique tal afectación se impone,
incluso ante la ausencia de alguna petición de las partes; por lo tanto, no queda más
que direccionar mi posición en ese sentido.
Ello así, toda vez que, como fue explicitado, el no haber realizado la audiencia
oportunamente peticionada, imposibilitó a C. de ejercer su derecho a ser oído-, como
así también garantizar el plus de derechos que lo ampara en orden a una de las
condenas que pesan en su contra; todo lo cual, implica una afectación directa y
ostensible al ejercicio de su derecho de defensa (arts. 18 y 75 inc. 22 C.N.; 12 CDN; 2,

130
3, 6, 33, 36.3 ley 13.634).
Por lo tanto, todas estas consideraciones no habilitan a otra conclusión más
que la ineludiblemente declaración de nulidad de la sentencia unificatoria que fue
dictada sin haberse tomado contacto con el joven, conforme lo peticionara la defensa.
III. En consecuencia, propongo al acuerdo: hacer lugar al recurso de casación
interpuesto por el la defensa de K. A. C., y consecuentemente declarar la nulidad de la
sentencia de unificación de pena dispuesta por la titular del Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil N° 2 de Mar del Plata, con reenvío a la instancia de
origen a fin de que otro juez hábil dicte un nuevo pronunciamiento conforme los
lineamientos expuestos en la presente sentencia, sin costas. (Artículos 14.5 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 8.2.h. de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; 12 y 40 CIDN; 18 y 75 inc. 22° de la Constitución Nacional; 58 del
CP; 2, 3, 6, 33, 36.3 ley 13.634; 448, 451, 454, 459, 461, 530 y 531 del Código
Procesal Penal). Así lo voto.
A la primera cuestión planteada el señor juez doctor Maidana expresó:
Adhiero a lo expuesto, por mi colega doctor Carral, por los mismos motivos y
fundamentos. Así lo voto.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Carral expresó:
Que en orden al resultado arrojado por el tratamiento de las cuestiones
precedentes, corresponde: hacer lugar al recurso de casación interpuesto por el señor
defensor, y consecuentemente declarar la nulidad de la sentencia de unificación de
pena dispuesta por la titular del Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 2 de
Mar del Plata, con reenvío a la instancia de origen a fin de que otro juez hábil dicte un
nuevo pronunciamiento conforme los lineamientos expuestos en la presente sentencia,
sin costas. (Artículos 14.5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos;
8.2.h. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 12 y 40 CIDN; 18 y 75
inc. 22° de la Constitución Nacional; 58 del CP; 2, 3, 6, 33, 36.3 ley 13.634; 448, 451,
454, 459, 461, 530 y 531 del Código Procesal Penal). Así lo voto.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Maidana dijo:
Adhiero al voto del doctor Carral, y me pronuncio en igual sentido. Así lo voto.
Por lo que se dio por finalizado el Acuerdo, dictando el Tribunal la siguiente:
SENTENCIA
HACER LUGAR al recurso de casación interpuesto por la defensa de K. A. C.,
y consecuentemente declarar la nulidad de la sentencia de unificación de pena

131
dispuesta por la titular del Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 2 de Mar del
Plata, con reenvío a la instancia de origen a fin de que otro juez hábil dicte un nuevo
pronunciamiento conforme los lineamientos expuestos en la presente sentencia, sin
costas.
Rigen los artículos 14.5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos;
8.2.h. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 12 y 40 CIDN; 18 y 75
inc. 22° de la Constitución Nacional; 58 del CP; 2, 3, 6, 33, 36.3 ley 13.634; 448, 451,
454, 459, 461, 530 y 531 del Código Procesal Penal.
Regístrese, notifíquese y remítase a la Mesa Única General de Entradas para
su devolución a origen.
Suscripto y Registrado en la Ciudad de La Plata, en la fecha indicada en la constancia
de la firma digital del Actuario (Ac. 3975/20), bajo el N° 844.
REFERENCIAS:
Funcionario Firmante: 10/08/2021 09:19:34 - CARRAL Daniel Alfredo
Funcionario Firmante: 10/08/2021 10:19:32 - MAIDANA Ricardo Ramón - JUEZ
Funcionario Firmante: 10/08/2021 10:40:37 - ALVAREZ Jorge Andrés - SECRETARIO
DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL
TRIBUNAL DE CASACION PENAL SALA I - LA PLATA
NO CONTIENE ARCHIVOS ADJUNTOS

5. Medidas de seguridad. Art. 64 Ley 13.634

Sala I, Causa Nro. 110.264 “. s/ Recurso de Casación”, Registro 1148 de fecha


23/11/2017.

 “En los procesos seguidos a niños, niñas o adolescentes infractores de la ley


penal, el Estado encuentra limitado el poder punitivo en un mayor grado
respecto de los adultos, a fin de disminuir el carácter innegablemente
retributivo del sistema penal. Conforme los estándares internacionales, la
intervención del ius puniendi obedecerá solamente en aquellos casos en los
que se cometa un delito. Estas situaciones de aplicación excepcional deben

132
respetar la normativa del debido proceso legal y las características especiales
que el sistema de responsabilidad penal juvenil posee”. (NATIELLO SD).

 “La ley 13.634 (…) estipula que, sin perjuicio de la inimputabilidad por razón de
edad, bajo circunstancias de extrema gravedad, el juzgador podrá disponer la
restricción de la libertad ambulatoria (cfr. arts. 63 y 64 ley 13.634). Esta medida
no debe confundirse con el sistema protectorio propio del régimen tutelar, toda
vez que debe respetar los principios de excepcionalidad, razonabilidad y
legalidad, los que no pueden ser omitidos por el juzgador en su aplicación.
Asimismo, debe resaltarse que la misma tiene naturaleza de medida -en el
sentido propio del término- y no de pena, que encuentra su relación con la
imposibilidad del Estado de procesar penalmente a los niños antes de una
determinada edad en el marco de una decisión político-criminal, y forma parte
de reconocer al joven infractor como un sujeto de derecho capaz de
comprender sus acciones y dirigirlas. En consecuencia, esta medida deberá
ser limitada en el tiempo, y fundamentada en las necesidades del niño,
priorizando al máximo su libertad”. (NATIELLO SD).

 “Los niños, niñas y adolescentes víctimas de delitos, se encuentran en una


situación de particular vulnerabilidad, y requieren una protección específica de
sus derechos”. (NATIELLO SD).

 “La aplicación de la medida restrictiva de la libertad impuesta a un niño no


punible, no trasgrede los postulados de la Constitución Nacional y los Tratados
Internacionales que la componen, y que la misma podrá admitirse bajo ciertos
recaudos precisos”. (NATIELLO SD).

 “La aplicación de cualquier tipo de medida de seguridad se encuentra


supeditada a la comprobación de determinadas circunstancias objetivas que
tengan como única alternativa la imposición de una restricción de tal magnitud
–considerando especialmente el carácter estrictamente excepcional del fuero
de responsabilidad penal juvenil-“.(NATIELLO SD).

133
En la ciudad de La Plata, se reúnen en Acuerdo Ordinario los Señores Jueces
de la Sala Cuarta del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires,
doctores Carlos Ángel Natiello y Mario Eduardo Kohan, bajo la Presidencia del primero
de los nombrados, para resolver en causa N° 110.264 de este Tribunal, caratulada: "A.
G., G. I. s/ Recurso de Casación”. Practicado el sorteo de ley, resultó que en la
votación debía observarse el orden: NATIELLO-KOHAN, procediendo los
mencionados magistrados al estudio de los siguientes:
ANTECEDENTES
I.- Se inician las presentes actuaciones en virtud del recurso de casación
deducido por la Sra. Defensora Oficial del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil del
Departamento Judicial San Martín, Dra. María Lucrecia Sammartino, contra el auto
dictado por la Sala II de la Excma. Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de la
citada departamental, por el cual decidió revocar la resolución del Juzgado de
Garantías del Joven N° 2, en cuanto dispuso la libertad de G. I. A. G. como alternativa
a la medida restrictiva de la libertad ambulatoria.
Denuncia la inobservancia de lo dispuesto en la Convención de los Derechos
del Niño, arts. 2 y 29 de la ley 26.061, art. 33 de la ley 13.634 y art. 448 del C.P.P.
Menciona que su defendido de catorce años se encuentra imputado por
haberle efectuado tocamientos a su hermana de ocho, y según la fiscalía, la
introducción de un dedo constituiría un acto análogo al acceso carnal.
Destaca que la niña no tiene ningún tipo de lesiones, dado que, al momento de
ser entrevistada por el Centro de Asistencia a la Víctima, no hizo referencia respecto
de haber sido víctima de situaciones de abuso, y negó situaciones de fuerte impacto
emocional tales como las denunciadas.
Indica que la privación de libertad debe ser el último recurso del proceso penal
juvenil, y la falta de pruebas respecto de la responsabilidad del niño implica que debe
ordenarse su libertad.
Considera que los magistrados de la Alzada local han actuado mediante un
criterio de prevención especial negativa, al estimar que debe evitarse que su defendido
incurra en conductas disvaliosas.
Sostiene que trabajadora social del Cuerpo Técnico Auxiliar, Lic. Mariana
Angriman, señaló que las consecuencias producto de la intervención judicial a veces
son más gravosas que las que “se intentan prevenir”.
Manifiesta que el hecho denunciado debería analizarse y valorarse a la luz de

134
la perspectiva de la psicología infantojuvenil, y no como una mera imputación penal,
donde se ubica una víctima y un victimario y se obra en consecuencia.
Afirma que si no se analiza la cuestión bajo la perspectiva de expertos
profesionales, podrían esperarse consecuencias no deseadas para los niños, algunas
de las cuales se han evidenciado en este corto tiempo de intervención judicial.
Peticiona se case la resolución impugnada y, se mantenga en consecuencia la
vigencia de la libertad oportunamente concedida a G. I. A. G..
II.- Concedido y elevado el recurso de casación por el órgano “a quo”, fue
radicado en sala por sorteo y notificadas las partes –conforme las constancias
obrantes en el Sistema Informático Augusta-. En dicha oportunidad, la Sra. Fiscal
Adjunta ante esta Sede, Dra. María Laura D’ Gregorio, se expidió por su rechazo.
III.- Hallándose la causa en estado de dictar sentencia, los Sres. Jueces
decidieron plantear y votar las siguientes:
CUESTIONES
1ra.) ¿Es admisible el recurso de casación deducido?
2da.) En su caso: ¿Es procedente?
3ra.) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Natiello, dijo:
El recurso se dedujo en tiempo y forma, cf. arts. 421 y 451 del C.P.P.,
resultando el mismo admisible, a fin de garantizar la doble conformidad judicial (cf. art.
8.2 h de la CADH).
Voto por la afirmativa.
A la misma primera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Adhiero al voto del Dr. Natiello, expidiéndome en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Voto por la afirmativa.
A la segunda cuestión planteada el Señor Juez, doctor Natiello, dijo:
I.- De la lectura de las actuaciones que se encuentran digitalizadas, puede
observarse que la UFI del Fuero de Responsabilidad Juvenil del Departamento Judicial
San Martín, le atribuye a G. I. A. G., de catorce años de edad, el delito de abuso
sexual con acceso carnal -por acto análogo- agravado por el vínculo, por tratarse de
una menor de edad y por resultar conviviente en calidad de autor material (arts. 45,
119 primer y tercer párrafo en función del inciso b. y f. del C.P.).
Al momento de llevar a cabo la audiencia estipulada en el art. 60 de la ley

135
13.634, la Magistrada del Juzgado de Garantías del Joven N° 2, consideró
conveniente que el niño recuperara su libertad, pero presentándose ante la justicia de
ser convocado, estar bajo el estricto cuidado de la madre, estudiar, llevar a cabo un
tratamiento psicoterapéutico y principalmente no tener contacto con su hermana de
ocho años de edad -víctima de autos-.
Contra dicho pronunciamiento interpuso recurso de apelación el Representante
de la Vindicta Pública, Dr. Sirni, el que fue denegado por improcedente por la Jueza de
Grado, y contra ello, interpuso una queja ante la Alzada local.
La Excma. Cámara interviniente hizo lugar a lo peticionado por el Agente
Fiscal, revocando por prematura la alternativa a la medida de seguridad restrictiva de
la libertad ambulatoria del joven infractor (art. 64 de Ley 13.634), dado que hasta el
momento no se llevaron a cabo los informes y pericias pertinentes que resultan
necesarios para tener un conocimiento acabado de la problemática investigada. Dicho
temperamento motivó que la defensa articulara el pertinente recurso de casación, el
que fue concedido y elevado por el órgano “a quo” a esta sede.
Sellada la admisibilidad del mismo al tratar la primera cuestión corresponde el
estudio del fondo.
II.- Para revocar la libertad de A. G., los sentenciantes estimaron primordial
resguardar tanto sus derechos como los de la víctima, considerando la gravedad de
los hechos denunciados, la modalidad y consecuencias de los mismos, y que el
Estado no puede desatender la obligación de resguardar a un niño o niña en un
contexto familiar incierto, como es el caso de autos.
Mediante un amplio desarrollo, la Excma. Cámara valoró lo manifestado por el
Agente Fiscal como representante de la presunta víctima, respecto de que la
Magistrada Garante adoptó su decisión sin contar con las herramientas necesarias
para evaluar la realidad del joven infractor.
En este sentido, entendieron que a la luz de la normativa vigente, es necesario
certificar prudentemente cada aspecto de relevancia, “previo” a la adopción de
decisiones que impacten en la realidad de los niños, mediante pericias e informes
pertinentes: “Ello es, escuchar y evaluar profesionalmente a la niña de ocho años de
edad, contar con un informe médico completo respecto de su estado de salud y
recabar un informe socio-ambiental en aras de corroborar el contexto familiar y
vincular de los menores, así como también poder dilucidar si realmente el suceso
investigado habría sido un episodio excepcional, único y aislado, provocado por la

136
inexperiencia, las hormonas y el descubrimiento sexual del joven (tal como se alegara
en la instancia)” (fs. 2 del resolutorio cuestionado).
III.- Sentado ello, en primer lugar, no escapa al suscripto la situación particular
existente, que refiere a una medida de seguridad interpuesta a un niño inimputable por
tener catorce años de edad, mientras que su propia hermana y víctima de autos tiene
apenas ocho. Debido a ello, la decisión que se adopte al respecto deberá
necesariamente resguardar los derechos tanto de uno como del otro, en aras de la
protección del interés superior de ambos.
En los procesos seguidos a niños, niñas o adolescentes infractores de la ley
penal, el Estado encuentra limitado el poder punitivo en un mayor grado respecto de
los adultos, a fin de disminuir el carácter innegablemente retributivo del sistema penal.
Conforme los estándares internacionales, la intervención del ius punendi obedecerá
solamente en aquellos casos en los que se cometa un delito. Estas situaciones de
aplicación excepcional deben respetar la normativa del debido proceso legal y las
características especiales que el sistema de responsabilidad penal juvenil posee.
La ley 13.634 es complementaria de la ley 13.298, que a su vez recepta los
postulados de la ley 26.061, que acogen los principios rectores del sistema
internacional de Derechos Humanos en general, y los derechos del niño en particular.
La misma estipula que sin perjuicio de la inimputabilidad por razón de edad, bajo
circunstancias de extrema gravedad, el juzgador podrá disponer la restricción de la
libertad ambulatoria (cfr. arts. 63 y 64 ley 13.634).
Esta medida no debe confundirse con el sistema protectorio propio del régimen
tutelar, toda vez que debe respetar los principios de excepcionalidad, razonabilidad y
legalidad, los que no pueden ser omitidos por el juzgador en su aplicación. Asimismo,
debe resaltarse que la misma tiene naturaleza de medida -en el sentido propio del
término- y no de pena, que encuentra su relación con la imposibilidad del Estado de
procesar penalmente a los niños antes de una determinada edad en el marco de una
decisión político-criminal, y forma parte de reconocer al joven infractor como un sujeto
de derecho capaz de comprender sus acciones y dirigirlas.
En consecuencia, esta medida deberá ser limitada en el tiempo, y
fundamentada en las necesidades del niño, priorizando al máximo su libertad.
En este sentido, la doctrina ha señalado: “A los fines de la determinación de la
medida, el juez deberá tener en consideración una serie de condiciones vinculadas a
la acreditación del hecho, la participación del niño y su responsabilidad, la gravedad

137
del hecho y proporcionalidad de la medida, entre otras (conf. art. 70). A la luz del
abanico de las medidas analizadas con las cuales cuenta la justicia juvenil frente a un
hecho delictivo que involucre a un niño inimputable en razón de su edad, recién en
última instancia, en casos de extrema gravedad, es posible aplicar una medida de
seguridad restrictiva de la libertad ambulatoria. Esta medida, a diferencia de las
anteriores que pueden ser resueltas de oficio por el juez, solo procede a requerimiento
del fiscal y tiene reducida su aplicación a aquellos casos que, por su extrema
gravedad, se impone o aconseja la necesidad de privar de la libertad ambulatoria a un
niño inimputable por su edad. La privación de libertad debe ser resuelta por el juez con
determinación del lugar de aplicación y del tiempo de duración (…)” (Vuotto, L. 2017.
Legitimación y justificación de la aplicación de la medida de seguridad establecida en
la ley 13.634. En V. Deymonnaz (Ed.), Nuevos Problemas de la Justicia Juvenil.
Dirigido por Mary Beloff. pp. 311-312. Ad Hoc.).
Por otro lado, en el caso que nos ocupa, la aplicación de una eventual medida
de seguridad encontraría su fundamento no sólo en la salvaguarda del niño infractor –
en relación a las circunstancias del delito- sino en la víctima, que no puedo dejar de
mencionar, es la hermana del joven aquí acusado.
En virtud de ello, debo destacar que los niños, niñas y adolescentes víctimas
de delitos, se encuentran en una situación de particular vulnerabilidad, y requieren una
protección específica de sus derechos.
Ello es así, por cuanto el art. 19 de la Convención de los Derechos del Niño,
receptada en el art. 75 inc. 22 de nuestra Constitución Nacional, estipula que los
Estados deberán adoptar las medidas necesarias para proteger y asistir al niño o niña
víctima de abuso sexual, siempre respetando el principio de “autonomía progresiva”, el
derecho a ser oído y el grado de desarrollo que presente. Tales circunstancias
encuentran íntima relación con el ejercicio de la acción penal pública, que, por
definición, es irrevocable indisponible e indivisible, en los supuestos de abusos
sexuales contra niños niñas y adolescentes.
Así las cosas, estimo que la aplicación de la medida restrictiva de la libertad
impuesta a un niño no punible, no trasgrede los postulados de la Constitución Nacional
y los Tratados Internacionales que la componen, y que la misma podrá admitirse bajo
ciertos recaudos precisos.
IV.- Ahora bien. Sin perjuicio de lo precedentemente expuesto, debo destacar
que la aplicación de cualquier tipo de medida de seguridad se encuentra supeditada a

138
la comprobación de determinadas circunstancias objetivas que tengan como única
alternativa la imposición de una restricción de tal magnitud –considerando
especialmente el carácter estrictamente excepcional del fuero de responsabilidad
penal juvenil-.
Es función de los magistrados competentes controlar la procedencia de la
medida en cada causa, como también, periódicamente, si las circunstancias que las
motivaron han cambiado, así como la vigencia de su necesidad y razonabilidad.
En razón de ello, entiendo que en el caso que nos ocupa, la Alzada
interviniente adoptó una decisión restrictiva de los derechos del joven infractor, sin
contar con los informes a los que ella misma alude en fs. 2 de su resolución,
trascriptos en el punto II de este decisorio.
De esta manera, contar mínimamente con un informe psicológico sobre la niña
víctima, un informe médico respecto de su estado de salud, y uno socioambiental que
permita corroborar el contexto familiar y vincular de los niños, es un requisito ineludible
para adoptar un temperamento de tal envergadura.
Por lo expuesto, estimo que corresponde anular la resolución pronunciada en
fecha 15 de marzo de 2.021 por la Sala II de la Excma. Cámara de Apelación y
Garantías en lo Penal de San Martín (cfr. art. 461 del C.P.P.), encomendando a dicho
órgano jurisdiccional con carácter urgente, la realización de los informes y pericias
aludidos que permitan dilucidar acerca de la problemática investigada, debiendo en
consecuencia dictarse un nuevo pronunciamiento conforme a derecho.
Así lo voto.
A la misma segunda cuestión planteada el Señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Adhiero al voto del Dr. Natiello, expidiéndome en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
A la tercera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Visto el modo en que ha sido resuelta la cuestión precedente, corresponde: 1)
Declarar admisible y procedente el recurso de casación deducido por la Sra.
Defensora Oficial del Departamento Judicial San Martín, Dra. María Lucrecia
Sammartino, en favor de G. I. A. G.. 2) Anular la resolución pronunciada en fecha 15
de marzo de 2.021 por la Sala II de la Excma. Cámara de Apelación y Garantías en lo
Penal de San Martín, encomendando a dicho órgano jurisdiccional con carácter
urgente, la realización de los informes y pericias aludidos que permitan dilucidar

139
acerca de la problemática investigada, debiendo en consecuencia dictarse un nuevo
pronunciamiento conforme a derecho, sin costas en esta instancia. (art. 19 de la
Convención de los Derechos del Niño; 18 y 75 inc. 22 de la C.N.; 168 y 171 de la
Const. de la Pcia. de Bs. As.; 33, 63 y 64 de ley 13.634; 106, 210, 448, 461, 530 y 531
del C.P.P.).
Así lo voto.
A la misma tercera cuestión planteada el Señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Adhiero al voto del Dr. Natiello, expidiéndome en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
Con lo que terminó el Acuerdo, dictándose la siguiente:
SENTENCIA
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede, el Tribunal resuelve:
I.- Declarar admisible y procedente el recurso de casación deducido por la Sra.
Defensora Oficial del Departamento Judicial San Martín, Dra. María Lucrecia
Sammartino, en favor de G. I. A. G..
II.- Anular la resolución pronunciada en fecha 15 de marzo de 2.021 por la Sala
II de la Excma. Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de San Martín,
encomendando a dicho órgano jurisdiccional con carácter urgente, la realización de los
informes y pericias aludidos que permitan dilucidar acerca de la problemática
investigada, debiendo en consecuencia dictarse un nuevo pronunciamiento conforme a
derecho, sin costas en esta instancia.
Art. 19 de la Convención de los Derechos del Niño; 18 y 75 inc. 22 de la C.N.;
168 y 171 de la Const. de la Pcia. de Bs. As.; 33, 63 y 64 de ley 13.634; 106, 210, 448,
461, 530 y 531 del C.P.P.
Regístrese. Notifíquese y oportunamente remítase.
REFERENCIAS:
Funcionario Firmante: 25/11/2021 13:51:51 - NATIELLO Carlos Angel
(cnatiello@jusbuenosaires.gov.ar) - JUEZ
Funcionario Firmante: 25/11/2021 15:37:33 - KOHAN Mario Eduardo - JUEZ
Funcionario Firmante: 25/11/2021 15:52:12 - OTHARÁN Olivia - SECRETARIO DEL
TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL
TRIBUNAL DE CASACION PENAL SALA IV - LA PLATA

140
NO CONTIENE ARCHIVOS ADJUNTOSRegistrado en REGISTRO DE SENTENCIAS
el 26/11/2021 11:10:23 hs. bajo el número RS-202-2021 por NICASTRO MARIA
VICTORIA.

Sala III, Causa Nro. 68.292 “V., L. A. s/ Habeas Corpus”, Registro 939 de fecha
18/12/2014.

 “Es ilegítima la medida de seguridad dispuesta respecto a un niño de quince


años en conflicto con la ley penal a tenor de lo normado por la Constitución
Nacional; la Convención de los Derechos del Niño; el artículo 1 de la ley
22.278 y 64 de la ley 13.634. Interpretar lo contrario, en desconocimiento del
interés superior del niño, lleva -amén de poner en peligro la responsabilidad del
Estado Argentino frente a los representantes de la sociedad internacional-, a
retrotraernos al paradigma del niño como objeto de protección”. (VIOLINI MA)

ACUERDO
En la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Sede de la Sala de Feria
del Tribunal de Casación, a los 18 días del mes de diciembre de dos mil catorce, se
reúnen en Acuerdo Ordinario los señores jueces doctores Víctor Violini, Ricardo
Borinsky y Benjamín Sal Llargués, con la presidencia del primero de los nombrados, a
fin de resolver la causa N° 68.292 (Registro de Sala N° 18.945), caratulada “V., L. A.
s/hábeas corpus” conforme el siguiente orden de votación: BORINSKY-VIOLINI-SAL
LLARGUÉS.
ANTECEDENTES
El Defensor Oficial interpone acción de hábeas corpus (fs. 352/385) en los
términos de los artículos 405, 406 y siguientes del Código Procesal Penal; 43 de la
Constitución Nacional y 15 de la Provincial; en virtud de la privación -a su juicio-
ilegítima de la libertad, contraria a toda manda Constitucional y Convencional, que
viene sufriendo el niño de quince años de edad, L. A. V., en un establecimiento
destinado a adolescentes pasibles de sanción penal, a partir de la medida provisoria
de seguridad, restrictiva de la libertad ambulatoria, dispuesta -según el recurrente- de
oficio, sin juicio, ni sustanciación, por la Sala I de la Cámara de Apelación y Garantías
en lo Penal de Mar del Plata.

141
Solicita se deje sin efecto la misma y se ordene la inmediata libertad de su
asistido, por las siguientes razones de hecho y de derecho:
Que la vía intentada es admisible ya que se trata de un supuesto que conlleva
responsabilidad internacional del Estado en tanto se autorizó el cautiverio de una
persona en incipiente estado de maduración al margen de toda previsión legal, a pesar
del cierre definitivo del proceso penal por sobreseimiento; a la par que la Suprema
Corte habilitó la competencia del Tribunal de Casación en materia de hábeas corpus
en el régimen de Responsabilidad Penal Juvenil (P. 111.683; P.111.280 y P. 116.861
“Lugo”).
Que no existen elementos objetivos que acrediten que V. realizó la conducta
que se le atribuye, pues no sólo se demostró que no fue él quien disparó contra la
víctima, sino que su intervención en el hecho -supuestamente en carácter de cómplice-
surge únicamente a partir de los dichos de su consorte de causa -también menor de
edad- y de un testigo de identidad reservada que, conforme establece el artículo 233
bis del Código Procesal, por sí solo no puede fundar la imposición de una medida
cautelar, debiéndose ordenar su libertad por falta de mérito.
Que lo resuelto por la Cámara implica una clara violación a la prohibición de
“reformatio un pejus”, en tanto si bien por un lado sobreseyó a V. por ser menor de
dieciséis años de edad -revocando así lo resuelto por la Jueza de Garantías del Joven
N° 2 que había dispuesto diferir el sobreseimiento-, a pesar de ello, de oficio, mantuvo
la privación de la libertad no ya como medida cautelar -como había resuelto la Juez de
grado- sino como medida de seguridad de naturaleza material dictada al margen de
toda disposición sustancial y constitucional en relación a un niño no punible, sino a
partir de una novedosa e inconstitucional interpretación del artículo 64 de la ley
provincial 13.634 y su remisión a los artículos 1 de la ley 22.278 y 34 inciso 1° del
Código Penal, lo cual empeoró la situación procesal de V. originada en el fallo anterior,
cuando sólo se interpuso recurso de la defensa.
Que la medida de seguridad dispuesta por la Cámara excede el marco de la
solicitada por el Fiscal a los fines de la elaboración de una estrategia y adopción de
una medida de protección de derechos en sede administrativa, siempre accesoria a la
existencia de un proceso penal, que en el caso se cerró definitivamente a partir del
dictado del sobreseimiento.

142
Que lo resuelto devino sorpresivo y significa un trato más perjudicial del que -tal
vez- podría recibir un adulto que, salvo problemas psiquiátricos graves, una vez
sobreseído podría ser puesto inmediatamente en libertad.
Que para la Cámara, V. es peligroso por sus antecedentes, es molesto y no
puede volver al medio libre, aunque sea a una casa de abrigo pues de allí puede
fugarse, siendo esas las razones por las que decidió encerrarlo para que no pueda
volver al medio social, argumentos propios de un derecho penal de autor y de
resguardo social, inadmisibles en clave constitucional para la justicia de adultos y, con
mayor razón, absolutamente incompatibles con el interés superior del niño.
Que luego de dictado un sobreseimiento en causa penal, la medida de
seguridad que implica encierro coactivo deviene contraria a la Constitución Nacional
pues impide la continuidad de la intervención de este fuero, debiendo hacerlo los entes
administrativos que por ley 13.298 son competentes y, si fuere menester, el Tribunal
de Familia.
Que la interpretación que la Cámara hizo del artículo 64 de la ley provincial
13.634 es inconstitucional pues el propósito de dicha ley no puede ser otro que la
indagación de un abordaje complaciente con la problemática del joven y no el de
remitir a la medida contemplada en el artículo 34 inciso 1° del Código Penal o al
artículo 1 de la ley 22.278.
Que la ley 13.634 es provincial, y como tal, no puede dictar normas de
naturaleza penal, y sin duda que el régimen de medidas de seguridad es un tema
penal que las provincias no pueden regular (artículos 1, 5, 31 y 75 inciso 12 de la
Constitución Nacional); ni tampoco se da el supuesto que la norma provincial conceda
mayores garantías o amplíe los derechos en favor de la persona, en cuyo caso
debería observarse conforme lo dispone el artículo 57 de la Constitución Provincial.
Que el artículo 63 de la ley 13.634 establece la pertinencia de aplicar algunas
medidas de protección integral de derechos establecida por ley 13.298, la que no
habilita que se imponga al niño medida de sujeción alguna que implique restricción a la
libertad (artículo 11.1 de las Reglas de Beijing).
Que los defectuosos términos en los que se redactó el artículo 64 de la ley
13.634 que autorizan en casos de extrema gravedad la imposición de una medida de
seguridad restrictiva de la libertad, constituye un resabio del sistema tutelar contrario a
la ley fundamental, y debe interpretarse -junto al artículo 1 de la ley 22.278- con el
alcance que surge de la Constitución y la Convención de los Derechos del Niño, en

143
virtud del cual el joven es sujeto de derecho y no de protección, lo que impide justificar
cualquier privación de libertad con el argumento que allí se encuentra seguro y
custodiado, cuando en realidad sufre un verdadero castigo.
Que el precedente “García Méndez” de la C.S.J.N. invocado para justificar la
arbitraria medida, en realidad aporta fundamentos en favor de la improcedencia de lo
resuelto, en tanto postula que para estos casos de niños que no pueden ser acusados,
si es necesario, se procederá a “adoptar medidas especiales de protección en el
interés superior de esos niños” y claramente la cuestionada no reviste tal carácter.
Que lo resuelto desconoce el principio “pro homine” pues si V. sufre una
vulnerabilidad por derechos básicos/humanos insatisfechos, además de una
problemática socio familiar de base, la medida protectoria que puede autorizar el
artículo 64 de la ley 13.634 correctamente interpretada, sólo puede ser aquella en la
que deba intervenir el Tribunal de Familia, desde el dictado del sobreseimiento o, en
su defecto, los entes administrativos, pero nunca una restricción de la libertad que es
siempre el último recurso.
Que las razones tutelares, de peligrosidad social, control y neutralización
invocadas, resultan un cachetazo directo a las pautas constitucionales y todas las
conquistas del derecho internacional de DDHH sobre la infancia, en especial el artículo
19 de la C.A.D.H. que obliga a los estados a adoptar medidas de protección positivas,
y sin duda que la privación de la libertad forzosa como medio para concretar esas
medidas es un absurdo intolerable (Corte IDH, OC/17 punto 95).
Que sólo si se hubiera probado la peligrosidad para sí o para terceros -por
supuesto no es el caso de V. cuya presunta conflictividad, que dio lugar a medidas de
protección de derechos, es de orden socio-familiar, de desprotección e insatisfacción
de derechos- a través de un camino procesal sustancioso, con riguroso respeto del
contradictorio y reglas del debido proceso, podría adoptarse una medida de seguridad
conforme el texto del artículo 34 inciso 1° del Código Penal.
Que se ha incumplido la manda del artículo 1 de la ley 11922 -texto según ley
14.296- que establece que para la imposición de una medida de seguridad en los
términos del artículo 34 inciso 1° del Código Penal, se observen las normas relativas al
procedimiento del juicio previo sobre la existencia del hecho y la participación del
joven, lo que no aconteció en autos.
Que la determinación judicial de peligrosidad para sí y para terceros también
exige una sustanciación pretenciosa.

144
Que así lo resolvió la Corte Federal en los precedentes “Antuña” (causa N°
12.434 del 13/11/2012) y “R, M. J” al decir que para el dictado de una medida de
seguridad previamente debe acreditarse con certeza que el sujeto cometió el hecho
previsto como delito, que no ha obrado en virtud de una justificación o excusa y que
por él habría podido ser objeto de una pena privativa de libertad si no hubiera sido
incapaz de culpabilidad.
Que el máximo Tribunal Federal extendió las garantías del debido proceso a
las instancias de incapacidad de culpabilidad y peligrosidad por razones mentales, y la
existencia del hecho y participación del imputado o acusado (“Tufano”).
Que la detención que viene sufriendo V. es ilegal, pues más allá que se la
califique como medida de seguridad, ni siquiera fue dictada respetando la garantía de
un debido proceso, ni se demostró que el niño padeciera algún problema de índole
mental que haga menester su internación, previo diagnóstico que por esa causa es
peligroso para sí y para terceros, ni es admisible que esa peligrosidad deba
confirmarse a través de las distintas evaluaciones que como fin de la medida cautelar
que en su momento solicitó, se asiente en sus comportamientos previos,
presuntamente contrarios a la ley penal.
Que se vulneran los principios de igualdad y proporcionalidad si se entiende
como razonable que una persona a la que el Estado no quiere castigar, se vea
afectada en sus derechos en una medida mayor de la que le hubiese correspondido de
haber sido eventualmente condenado como autor responsable.
Que la Corte Federal tiene dicho que las únicas medidas de seguridad
admisibles en nuestro derecho son las curativas, por lo que más allá del nomen iuris
que se pretenda darle, la aplicada al joven no lo es, pues se asienta en razones de
peligrosidad y constituye una restricción ilegal de la libertad de carácter asegurativa
con invocación del artículo 34 inciso 1° del Código Penal.
En virtud de todo lo expuesto, solicita se case el pronunciamiento atacado y se
ordene la inmediata libertad del niño de 15 años que ha sido sobreseído por la edad
en esta causa penal, que al día de la fecha continúa privado de su libertad en un
establecimiento dependiente de la Secretaría de la Niñez y Adolescencia, de carácter
punitivo y cerrado, sin perjuicio de la vacante que posee en una casa especializada de
abrigo local; y se disponga la intervención de los entes administrativos encargados por
ley para atender la problemática del joven (artículos 1, 16, 18, 19, 31, 33, 75 inciso 22
de la Constitución Nacional; 7, 8, 19 y 25 de la C.A.D.H.; 2, 3, 4, 37 y 40 de la C.I.D.N.;

145
34 inc. 1 del Código Penal; 1 de la ley 22.278; 1 y 405 del Código Procesal Penal; 43,
63 y 64 de la ley 13.634; 35 y concordantes de la ley 13.298).
Radicadas las actuaciones con debida noticia a las partes, la Sala se encuentra
en condiciones de resolver, por lo que se plantean y votan las siguientes
CUESTIONES
Primera: ¿Corresponde hacer lugar al habeas corpus interpuesto?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión el señor juez doctor Borinsky dijo:
Primero. Conforme reseña el Defensor en su presentación, el Fiscal solicitó a la
Juez de Garantías una medida cautelar y la intervención del Servicio Zonal en virtud
de la gravedad del hecho endilgado a V., sumado a la problemática personal, familiar,
barrial y social que atraviesa el niño, que evidencian un trastorno conductual que se
traduce en la falta de motivación en el respeto de la norma penal.
El representante del Ministerio Público peticionó se aloje a V. en un
establecimiento de régimen cerrado donde sea posible realizar en su persona distintos
peritajes que constituyan un estudio de su personalidad, a fin de determinar si existe
peligrosidad para sí o para terceros (sic).
Para establecer el programa o medida que corresponda aplicar al caso, solicitó
se dé intervención al ente administrativo Servicio Zonal de Promoción y Protección de
Derechos Local y al Centro de Referencia.
Por su parte, el Defensor solicitó se ordene la libertad por falta de mérito; se
dicte el sobreseimiento en atención a la edad de su asistido; se haga cesar la
detención que viene sufriendo V.; y se disponga una “medida de abrigo” en los
términos que prevé la ley 13.298, al punto que consiguió una vacante en la casa
especializada del Paraje San Francisco para que, una vez allí, se estipule en detalle el
tipo de abordaje, con intervención -de corresponder- del Tribunal de Familia, tal como
reza la ley de Promoción y Protección de Derechos.
La Jueza de Garantías del Joven N° 2 de Mar del Plata rechazó el pedido de
libertad por falta de mérito al considerarla prematura; hizo lugar a la medida solicitada
por el Fiscal y ordenó el alojamiento con carácter provisorio y excepcional del niño en
el Instituto de Recepción de Batán -separado del resto de los jóvenes punibles-, a fin
que los integrantes del Equipo Técnico realicen las evaluaciones que fueren menester,
tanto en la persona del joven como en su grupo familiar, y concedió la intervención

146
solicitada a los entes del Poder Ejecutivo; a la par que corrió vista al Fiscal y Particular
Damnificado de la solicitud de sobreseimiento por la edad del joven.
Fundó su decisión en: i) la necesidad de agotar la investigación, pues el
derecho a la verdad -no sólo de la víctima sino del denunciado- reclama se ordenen
las medidas de investigación pertinentes, toda vez que en el caso no existen
elementos que permitan desvincular fehacientemente al joven del hecho que se le
endilga; y ii) en que no se agotó el objeto de la medida dispuesta, esto es, determinar
cuál es la estrategia de abordaje adecuada para la situación concreta del joven (art. 63
de la ley 13.634).
V. fue evaluado y entrevistado por profesionales del Cuerpo Técnico Auxiliar
del Fuero Penal Juvenil y de los entes del Poder Ejecutivo en el marco de la le 13.298.
El Centro Provincial de Adicciones sugirió tratamiento psicoterapéutico
individual en virtud de la adicción a sustancias tóxicas, marihuana y pastillas que
padece desde que tenía trece años de edad.
Contra la decisión de la Jueza de Garantías del Joven, la defensa interpuso
recurso de apelación que fue resuelto por la Sala I de la Cámara de Apelación y
Garantías en lo Penal de Mar del Plata que aceptó parcialmente la crítica, dictó el
sobreseimiento de V. por no haber alcanzado la edad que la ley nacional establece
para su punibilidad penal, pero mantuvo la medida de seguridad prevista en la
instancia.
Sostuvo la Cámara que no obstante el cierre del proceso penal respecto del
joven -a partir del dictado del sobreseimiento-, ello no excluye la disposición de alguna
medida provisoria de seguridad restrictiva de la libertad ambulatoria, prevista en la
legislación de fondo, conforme lo autoriza el artículo 64 de la ley 13.634 legitimando la
intervención de la justicia penal aconsejada respecto del niño inimputable.
Entre los fundamentos esgrimidos para tal decisión, tuvo en cuenta: i) el temor
de fuga y posible progreso de la escala delictiva del joven que una medida voluntaria
de abrigo implica; ii) el historial de aplicación de medidas de protección reiteradamente
fallidas -cinco sobreseimientos similares al ahora propiciado, todos por hechos graves-
al que la conflictividad del joven V. con la ley penal ha dado lugar; iii) la insuficiencia de
una intervención estatal articulada exclusivamente sobre la voluntariedad para su
realización por parte del niño; iv) que la continuidad de la medida dispuesta por la Juez
de grado no es una privación ilegal de la libertad pues ha sido correctamente
supeditada a la búsqueda de estrategias de abordaje y evaluaciones con el Director de

147
la Niñez local; y v) que el Comité de los Derechos del Niño ha reconocido que si bien
no pueden ser formalmente acusados en un proceso penal, si es necesario proceder a
adoptar medidas especiales de protección en el interés superior del niño (Observación
General 10/2007).
Segundo. Lo resuelto por la Cámara es derivación razonada del derecho
vigente con arreglo a las circunstancias del caso, por lo que corresponde rechazar,
con costas, el habeas corpus interpuesto (artículos 405, 417, 450, 465, 530 y 531 del
Código Procesal Penal).
ASI LO VOTO.
A la primera cuestión el señor juez doctor Violini dijo:
Me permito disentir con el voto que abre el Acuerdo.
Así, la resolución de la Cámara que originara el presente recurso, carece de
lógica fundamentación que me permita acompañarlos en su decisión, desde que es
ilegítima la medida de seguridad dispuesta respecto a un niño de quince años en
conflicto con la ley penal a tenor de lo normado por la Constitución Nacional; la
Convención de los Derechos del Niño; el artículo 1 de la ley 22.278 y 64 de la ley
13.634.
Interpretar lo contrario, en desconocimiento del interés superior del niño, lleva -
amén de poner en peligro la responsabilidad del Estado Argentino frente a los
representantes de la sociedad internacional-, a retrotraernos al paradigma del niño
como objeto de protección.
Por ello, entiendo -y así lo propongo al Acuerdo- que corresponde hacer lugar
al hábeas corpus interpuesto -sin costas-, casar la resolución de la Sala I de la
Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Mar del Plata, en cuanto confirma la
medida de seguridad dispuesta respecto de L. A. V., ordenando, como medida de
protección especial, su traslado a la Casa de Abrigo Especializada del Paraje San
Francisco, con intervención del Fuero de Familia y del Asesor de Incapaces que por
orden de turno corresponda (artículos 1 de la ley 22.278; 401, 405, 450, 451, 463, 465,
530 y 531 del Código Procesal Penal; 64 de la ley 13.634; y 35 y concordantes de la
ley 13.298). VOTO POR LA AFIRMATIVA.
A la primera cuestión el señor juez doctor Sal Llargués dijo:
Adhiero al voto del Doctor Violini.

148
En síntesis expresa -mutatis mutandi- idénticos argumentos a los que he
desarrollado en causa N° 52.327 “Niños y Adolescentes de los Departamentos
Judiciales de la Provincia de Buenos Aires s/hábeas corpus colectivo”.
ASI LO VOTO.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Borinsky dijo:
Que de conformidad al resultado que arroja el tratamiento de la cuestión
precedente, corresponde hacer lugar al hábeas corpus interpuesto, sin costas; casar la
resolución de la Sala I de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Mar del
Plata en cuanto confirma la medida de seguridad dispuesta respecto de L. A. V.; y
ordenar, como medida de protección especial, su traslado a la Casa de Abrigo
Especializada del Paraje San Francisco, con intervención del Fuero de Familia y del
Asesor de Incapaces que por orden de turno corresponda.
ASÍ LO VOTO.
A la segunda cuestión los señores jueces doctores Violini y Sal Llargués
dijeron:
Voto en igual sentido que el doctor Borinsky.
Con lo que no siendo para más se dio por terminado el Acuerdo dictando el
Tribunal la siguiente
RESOLUCIÓN
I.- Hacer lugar al hábeas corpus interpuesto, sin costas.
II.- Casar la resolución de la Sala I de la Cámara de Apelación y Garantías en
lo Penal de Mar del Plata en cuanto confirma la medida de seguridad dispuesta
respecto de L. A. V.
III.- Ordenar, como medida de protección especial, el traslado de L. A. V. a la
Casa de Abrigo Especializada del Paraje San Francisco, con intervención del Fuero de
Familia y del Asesor de Incapaces que por orden de turno corresponda.
Rigen los artículos 18 y 75 inciso 22 de la Constitución Nacional; 7, 8, 19 y 25
de la C.A.D.H.; 2, 3, 4, 37 y 40 de la C.I.D.N.; 1 de la ley 22.278; 401, 405, 450, 451,
463, 465, 530 y 531 del Código Procesal Penal; 64 de la ley 13.634; y 35 y
concordantes de la ley 13.298.
FDO. : RICARDO BORINSKY - VICTOR HORACIO VIOLINI – BENJAMIN R. M. SAL
LLARGUES. Ante mi: Karina Echenique.

149
6. Unificación

Sala IV, Causa Nro. 98.485 “G.C.G. s/ Recurso de Casación”, Registro 1085 de
fecha 26/11/2019.-

 “Si bien mi postura tradicional ha sido por la imposibilidad de proceder a


realizar una unificación de condenas entre ambos fueros, por considerar que
una sentencia dictada en un proceso de menores no revestiría realmente la
totalidad de las características de una sentencia condenatoria de materia penal
a las que hace referencia la normativa del artículo 58 del Código Penal y por
ende no tendrían igual entidad (causa N°74.253 entre muchas otras), lo cierto
es que del fallo dictado por la Suprema Corte de Justicia Provincial en causa P.
129.890 de fecha 13 de marzo de 2019 se desprende que dicho Tribunal ha
convalidado implícitamente el procedimiento de unificación de condenas entre
el fuero Penal de Responsabilidad Penal Juvenil y otro del Fuero de mayores.
Lo allí resuelto, y en mérito a propiciar la uniformidad de la doctrina legal
aplicable, me lleva a tener por bien unificadas las condenas registradas (…).”.
(Natiello SD.)

En la ciudad de La Plata a los 26 días del mes de noviembre del año dos mil
diecinueve, se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores Jueces de la Sala Cuarta del
Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, doctores Carlos Ángel
Natiello y Mario Eduardo Kohan, bajo la Presidencia del primero de los nombrados,
para resolver en causa N° 98.485 de este Tribunal, caratulada: "G., C. G. s/recurso de
Casación". Practicado el sorteo de ley, resultó que en la votación debía observarse el
orden: NATIELLO – KOHAN, procediendo los mencionados magistrados al estudio de
los siguientes:
ANTECEDENTES
I.- Llegan los autos a consideración de este Tribunal como consecuencia del
recurso de Casación deducido por la señora Defensora Oficial del Departamento
Judicial Lomas de Zamora, doctora Paula Rodríguez Herlein, contra la sentencia
dictada por el Tribunal en lo Criminal Nº 2 Departamental que, con fecha 17 de abril de
2019 condenó a C. G. G. a la pena única de seis años y diez meses de prisión,

150
accesorias legales y costas, comprensiva de la pena única de cinco años y seis mes
de prisión, accesorias legales y costas, por resultar autor penalmente responsable del
delito de robo agravado por el empleo de arma de fuego en grado de tentativa y robo
agravado por haberse cometido mediante el empleo de arma de utilería, en concurso
material; y la pena de dos años de prisión de efectivo cumplimiento por resultar autor
penalmente responsable del delito de robo calificado por su comisión mediante el
empleo de arma cuya aptitud para el disparo no pueda tenerse por acreditada y por su
comisión en poblado y en banda (cuatro hechos) concursando materialmente entre sí,
impuesta por el Tribunal de Responsabilidad Penal N°1 Departamental -causa
N°61.610/1-.
II. La defensa, como único motivo de agravio, denuncia inobservancia de los
artículos 40 y 41 del Código Penal. Considera al respecto que no se han respetado las
reglas de la proporcionalidad y las pautas de individualización de la pena y de la
unificación (artículo 58 del C.P.) en relación a la imposición de pena a una persona
que cometió uno de los hechos siendo menor de edad. Peticiona casación. Hace
reserva del caso federal (artículo 14 ley 48).
III. Concedido el recurso por el “a quo”, las partes fueron notificadas de la
radicación de la causa por ante esta Sala. Así, la señora Defensora Oficial ante esta
sede, doctora Susana De Seta, mantuvo el recurso de origen (fs. 45/vta.). A su turno,
la señora Fiscal Adjunto ante este Tribunal, Dra. Alejandra Moretti, propició el rechazo
del presente recurso por considerar que no se evidenciaba la violación legal
denunciada (fs. 46/47vta.).
IV. Cumplidos los trámites de rigor y hallándose la causa en estado de dictar
sentencia, este Tribunal decidió plantear y votar las siguientes:
CUESTIONES
1ra.) ¿Es admisible el recurso de casación interpuesto?
2da.) ¿Es procedente el mismo?
3ra.) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada el señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Entiendo que el recurso es admisible pues además de haberse deducido en
tiempo y forma, se dirige a cuestionar una sentencia definitiva que, por su carácter
condenatorio, genera agravio al imputado y su defensa (arts. 18 y 75 inc. 22 de la
C.N.; 1.1, 8 inc. 2 ap. "h", 25 de la C.A.D.H.; 14 inc. 5 del P.I.D.C.P.; 421, 448, 450,
451, 454 inc. 1º y ccdtes. del C.P.P.). Voto por la afirmativa.

151
A la misma primera cuestión el señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Adhiero al voto del doctor Natiello, expidiéndome en igual sentido y por los
mismos fundamentos. Voto por la afirmativa.
A la segunda cuestión planteada el señor Juez, doctor Natiello, dijo:
I. La queja defensista se centra en cuestionar el quantum punitivo fijado por el
sentenciante, denunciando falta de motivación y errónea aplicación de los artículos 40
y 41 del Código Penal. Lo cierto es que, previo a ello debo hacer una mención
respecto a la legalidad de la unificación de condenas entre el fuero minoril y el fuero
ordinario. Si bien mi postura tradicional ha sido por la imposibilidad de proceder a
realizar una unificación de condenas entre ambos fueros, por considerar que una
sentencia dictada en un proceso de menores no revistiría realmente la totalidad de las
características de una sentencia condenatoria de materia penal a las que hace
referencia la normativa del artículo 58 del Código Penal y por ende no tendrían igual
entidad (causa N°74.253 entre muchas otras), lo cierto es que del fallo dictado por la
Suprema Corte de Justicia Provincial en causa P. 129.890 de fecha 13 de marzo de
2019 se desprende que dicho Tribunal ha convalidado implícitamente el procedimiento
de unificación de condenas entre el fuero Penal de Responsabilidad Penal Juvenil y
otro del Fuero de mayores. Lo allí resuelto, y en mérito a propiciar la uniformidad de la
doctrina legal aplicable, me lleva a tener por bien unificadas las condenas registradas
por el encausado de autos, desde que el condenado fue juzgado por un delito
cometido como menor, ya siendo adulto; y por ello correspondería considerarlo como
tal para la determinación del procedimiento a emplearse, destacando que G. era
mayor al recibir ambas condenaciones, y dar así andamiaje al agravio introducido por
la defensa.
II. Sentado ello, debo decir que la consideración de los factores para la
determinación de la pena, incluyendo aquella resultante de la aplicación del
procedimiento unificatorio previsto en el artículo 58 del Código Penal, es una facultad
propia de los jueces de mérito, siendo necesario para la procedencia de la
impugnación sobre dicha cuestión que el recurrente demuestre que en la decisión se
encuentra presente un vicio o defecto en la determinación fáctica de las circunstancias
valoradas para el juicio de mensura punitiva, una errónea aplicación de las respectivas
normas sustantivas, o una vulneración a garantías constitucionales que puedan incidir
en la determinación del quantum de pena, tornándola inusitada o desproporcionada, y
habilitando de tal manera su control ante esta instancia extraordinaria. Al respecto y en

152
lo que hace a la fundamentación en el juicio de mensura punitiva, no puede soslayarse
que el Tribunal de instancia ha evaluado expresamente aquellas pautas de mensura
de la sanción que fueron oportunamente valoradas en los pronunciamientos que han
sido materia de unificación. Cumple entonces recordar que en orden a la fijación de la
pena, su individualización surge de la ponderación de las pautas contenidas en los
artículos 40 y 41 del Código Penal, que la ubicarán en los límites de la escala que
prevé al figura tipificada en el citado cuerpo legal. En ese sentido, considero que la
justa transmutación de la cuantía del injusto y de la culpabilidad en magnitudes
penales no es susceptible de establecerse en cantidades prefijadas legislativamente
(más allá de los extremos en las escalas) o jurisprudencialmente dado que resulta
imposible -en mi criterio- estandarizar los juicios de valor para traducirlos en
cantidades numéricas. Por tanto, para establecer el “quantum” de pena a imponerse
no puede apelarse a fórmulas matemáticas preestablecidas sino que debe atenderse a
los principios de culpabilidad, razonabilidad y proporcionalidad, a la vez que debe
tenerse en mira una adecuada reinserción social. Por otro lado, entiendo que el punto
de ingreso en el marco punitivo no debe seguir una escala de gravedad continua sino
que, por el contrario, el mínimo y el máximo de la escala penal con que se reprima un
delito deben ser tomadas como indicadores del valor proporcional de las normas en
cuestión toda vez que, a diferencia de lo que ocurría con los antecedentes legislativos
nacionales -Código Tejedor, Códigos de 1886, ley 4189 de 1906- que prescribían la
imposición de una pena media para aquellos supuestos en los que se verificaran la
existencia de agravantes y/o atenuantes, oscilando en más o en menos el monto de
aquella al considerar pautas severizantes o diminuentes, en nuestro sistema actual no
está previsto procedimiento o criterio formal alguno en el sentido indicado
precedentemente, permitiendo al Juez de juicio la elección de la sanción que
considere adecuada para el caso concreto, en la inteligencia de que cada hecho y
cada autor son diferentes y presentan particularidades que difícilmente puedan
reducirse a criterios rígidos y estandarizados. Así, parte de la doctrina ha dicho -en
tesitura que comparto- que “…Es cierto que la determinación de la pena supone un
complejo de decisiones relativas a diferentes operaciones intelectuales. Éstas no
tienen un orden sistemático, más es inevitable que se parta desde el marco penal que
surge de la subsunción de la conducta en un tipo penal específico… A partir de
entonces y tomando como base el hecho cometido y su autor, será posible asignar
relevancia a ciertas cuestiones y descartar aquellas que no modifiquen la decisión por

153
no tener influencia para la finalidad a alcanzar. La ley estructura esta decisión como
discrecional del juez del hecho, porque sólo él está en condiciones de valorar
acabadamente la personalidad del autor, permitiéndose interpretar que detrás de esa
concepción se encuentra la idea de decisión en la que se fija la pena no es
estrictamente aplicación del Derecho, sino que tiene un componente irracional o
intuitivo, puesto que la impresión que el autor deja en el juez durante el juicio no puede
ser suficientemente transmitida por escrito…” (Lurati, Carina, “El sistema de pena
única en el Código Penal argentino”, 1ra. Edición año 2008, Páginas 224/225, Ed.
Rubinzal – Culzoni). Y respecto de la pena impuesta, salvo supuestos excepcionales
de notoria desproporción o irracionalidad, el remedio casatorio que se limita a tildar de
excesivo el monto de la pena escogido por el "a quo" resulta improcedente (este
Tribunal, Sala II, c. “Bagaglia” N° 4442, rta. 28/2/2 reg. 58 y c. n° 13.161, rta. 11/4/06).
En esa línea de pensamiento se ubica la Corte Suprema de Justicia de la Nación que
ha sostenido que “…el ejercicio por parte de los magistrados de sus facultades para
graduar las sanciones dentro de los límites ofrecidos para ello por las leyes
respectivas se vincula con cuestiones de hecho prueba y derecho común propias de
los jueces de la causa y ajenas, por ende, al ámbito de la apelación federal
extraordinaria”. (C.S.J.N., Fallos: 237:423;; 304:1626; 305:293 y 494; 306:1669;
308:2547; 315:807 y 1699, entre otros).En sintonía con la postura enunciada, debo
señalar que la Suprema Corte de Justicia ha descartado expresamente la obligación
de partir siempre del mínimo legal de la escala penal y también ha sostenido que la
inexistencia de agravantes y la concurrencia de atenuantes no implica de por sí la
necesidad legal de imponer el mínimo de pena contemplado para el delito respectivo,
ni la transgresión de los arts. 40 y 41 del Código Penal (cfr. P. 56.481, sent. del 27-II-
1996 y P. 38.661, sent. del 6-II-1990), como asimismo que no existe punto de ingreso
a la escala penal (cfr. P.79.708, sent. del 18-VI-03). Del mismo modo se ha sostenido
que no hay método alguno que permita transformar los juicios valorativos en
cantidades numéricas de modo que, salvo supuestos excepcionales de notoria
desproporción o irracionalidad, resulta improcedente el recurso casatorio que se limita
a tildar de excesivo el monto de la pena escogido por el “a quo”. Por otra parte,
también corresponde señalar que, cuando se trata de la unificación de penas
dispuesta en el marco del artículo 58 del Código Penal, la decisión debe atenerse a las
reglas previstas por el artículo 55 del mismo cuerpo legal. Además, la aplicación de las
normas correspondientes al concurso real supone la composición de la sanción con

154
miras a lograr una más justa dosificación de la pena, pero ello en modo alguno obsta a
que en determinados supuestos puedan sumarse aritméticamente las penas
impuestas, siendo este último el límite máximo al que debe atenerse el órgano que
debe entender en la unificación, lo cual no ocurre en el sub lite al haberse aplicado el
método composicional conforme fuera expuesto precedentemente. De tal modo, como
la pena única impuesta en los autos recurridos respecto de Ramos se encuentra
dentro de los parámetros fijados en los artículos 55 y 58 del ordenamiento sustantivo,
la queja dirigida a su respecto, sin demostrar la presencia de ninguno de los vicios o
vulneraciones normativas mencionados anteriormente, resulta insuficiente.
Consecuentemente, corresponde rechazar el recurso de casación interpuesto.
Voto por la negativa.
A la misma segunda cuestión planteada el señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Adhiero al voto del doctor Natiello, expidiéndome en igual sentido y por los
mismos fundamentos. Voto por la negativa.
A la tercera cuestión planteada el señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Visto el modo en que han quedado resueltas las cuestiones precedentes
estimo corresponde: 1) declarar admisible el recurso de Casación interpuesto por la
señora Defensora Oficial del Departamento Judicial Lomas de Zamora, doctora Paula
Rodríguez Herlein, en favor de C. G. G.; 2) rechazar el mismo por improcedente, sin
costas por existir razón plausible para litigar (arts. 421, 448, 451, 454 inciso 1º, 456,
530 y 531 del Código Procesal Penal; 40, 41, 55 y 58 del Código Penal) y 3) tener
presente la reserva del caso federal efectuada (artículo 14 ley 48).Así lo voto.
A la misma tercera cuestión planteada el señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Adhiero al voto del doctor Natiello, expidiéndome en igual sentido y por los
mismos fundamentos.Así lo voto.
Con lo que terminó el Acuerdo, dictándose la siguiente:
SENTENCIA
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede, la Sala Cuarta del Tribunal
resuelve:
I. Declarar admisible el recurso de Casación interpuesto por la señora
Defensora Oficial del Departamento Judicial Lomas de Zamora, doctora Paula
Rodríguez Herlein, en favor de C. G. G.

155
II. Rechazar el mismo por improcedente, sin costas por existir razón plausible
para litigar. Artículos 421, 448, 451, 454 inciso 1º, 456, 530 y 531 del Código
Procesal Penal; 40, 41, 55 y 58 del Código Penal.
III. Tener presente la reserva del caso federal efectuada. Artículo 14 ley 48.
Regístrese. Notifíquese. Remítase copia certificada de lo aquí resuelto al
Tribunal de origen. Oportunamente devuélvase.
CARLOS ANGEL NATIELLO MARIO EDUARDO KOHAN
ANTE MÍ: Olivia Otharán

Sala I, Causa Nro. 88.002 “M., F. J. s/ Recurso de Casación”, Registro 544 de


fecha 12/07/2018.-

 La unificación de penas o de condenas se fundamenta en la necesaria unidad


de la reacción penal en aras de lograr una unidad de trato punitivo y evitar que
un sujeto que cometió una pluralidad de infracciones quede sometido a
distintos regímenes, a expensas de una multiplicidad de manifestaciones de la
coerción penal, de modo desordenado y con posibilidad irracional de exceso
punitivo. Por eso, la unidad de coerción material debe expresarse siempre bajo
los parámetros de una “pena total”, se trate de una unificación de penas o del
caso de una unificación de condenaciones. (Carral SD)

"Registrado bajo el Nro. 554 Año 2018"


ACUERDO
En la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Sede de la Sala I del
Tribunal de Casación Penal (Cf. Ac. 1805 de la S.C.J.B.A.), el 12 de julio de dos mil
dieciocho se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores jueces doctores Ricardo
Maidana y Daniel Carral (art. 451 del Código Procesal Penal), con la presidencia del
primero de los nombrados, a los efectos de resolver la Causa N° 88002 caratulada “M.,
F. J. S/ RECURSO DE CASACION”, conforme al siguiente orden de votación:
CARRAL - MAIDANA.
ANTECEDENTES:

I. El Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 de Mar del Plata,

156
mediante el pronunciamiento dictado el 22 de agosto de 2017, unificó las sentencias
condenatorias registradas por F. J. M., imponiéndole la pena única de siete (7) años y
seis (6) meses de prisión, comprensiva de la dictada en la presente causa –dos (2)
años y seis (6) meses de ejecución condicional-, y la impuesta por el Tribunal en lo
Criminal N° 3 departamental –seis (6) años y seis (6) meses de prisión- (fs. 38/42).
II. La defensa oficial de F. J. M. interpuso recurso de casación (fs. 50/64).
Como primer motivo de agravio, esgrime que la unificación de una sentencia
condenatoria dictada por el fuero penal juvenil, con otra originada en el fuero ordinario,
resulta contraria a la Constitución Nacional, por cuanto desconoce la naturaleza disímil
de las sanciones impuestas en uno y otro caso, además de las diferencias en torno a
los fines, medios y propósitos de cada uno de los procesos (arts. 18 y 75, inc. 22,
Const. nac.; 37 y 40, CIDN).
Argumenta que, contrariamente a lo sostenido por la juzgadora, la pena que se
impone en el marco de un proceso de menores no tiene la misma esencia que la
derivada de un proceso seguido a un adulto.
Señala que los derechos y garantías que la normativa internacional reconoce a
toda persona menor de dieciocho (18) años de edad al momento del hecho, se
extienden a todas las etapas del proceso, incluida la ejecución de la sanción aplicable,
y que tal manda se vería afectada en este caso, por su cumplimiento en forma
conjunta con una pena derivada del proceso ordinario.
Cita jurisprudencia de este Tribunal de Casación, para concluir sosteniendo la
improcedencia de la unificación de penas decidida en el pronunciamiento en crisis.
Como segundo motivo de agravio, denuncia la errónea aplicación de las
disposiciones contenidas en los arts. 27 y 58 del ordenamiento sustantivo.
En ese orden de ideas, señala que en el caso en trato se verifica un supuesto
de unificación de condenas, pues todos los hechos atribuidos al acusado ocurrieron
con anterioridad al dictado de la primera sentencia. Sostiene en consecuencia, que
luego del pronunciamiento que impuso una condena de ejecución condicional, el
acusado no cometió “un nuevo delito”, además de haber operado el vencimiento de las
reglas que allí se le impusieron.
También destaca, que la pena de ejecución condicional fue impuesta por un
fallo dictado por el fuero especializado, en circunstancias en que Maldonado se
encontraba detenido por otra causa que tramitaba ante el fuero de adultos.
A partir de esa circunstancia, considera que la unificación de penas coloca al

157
nombrado en una situación desfavorable –contrariamente al fin perseguido por el art.
58 del código sustantivo-, esto es “Maldonado no puede estar en peores condiciones
por haber cumplido su condena en forma condicional que si lo hubiera hecho en forma
efectiva, pues en puridad todo el tiempo que duró la condena de ´ejecución
condicional´ Maldonado estuvo detenido”.
Como tercer motivo de agravio, denuncia la errónea aplicación del art. 58 del
Código Penal, por cuanto a su criterio, el fallo revela una confusión entre los distintos
supuestos contemplados en la norma mencionada. Hace notar que si bien en el
pronunciamiento se incluyeron citas doctrinarias relativas a la unificación de condenas,
luego se hicieron varias referencias –como la vinculada al uso de un criterio
composicional- que revelan que el caso fue decidido por la sentenciante como si se
tratara de una unificación de penas, error que termina perjudicando los intereses del
acusado.
Por último, en lo que hace a las pautas de mensura contempladas en los arts.
40 y 41 del Código Penal, critica la omisión por parte de la juzgadora, de valorar las
atenuantes propuestas por el agente fiscal, y también cuestiona que se hayan
estimado agravantes no alegadas por la fiscalía. En igual sentido, se queja por la
apreciación como pauta aumentativa de “la reiteración delictiva”.
En función de todo ello, solicita la reducción de la pena impuesta, estimando
que una correcta aplicación de los principios rectores del fuero penal juvenil conlleva a
la determinación de la sanción en el mínimo legal aplicable (cinco años y cuatro meses
de prisión).
III. Sorteadas que fueron las actuaciones, se notificó a las partes (fs. 71/vta.).
La defensa oficial ante esta instancia sostuvo en todos sus términos los
motivos de agravio desarrollados por la recurrente e hizo expresa reserva del caso
federal (fs. 72).
La fiscalía postuló el rechazo del remedio recursivo deducido por la
contraparte, por los argumentos desarrollados en el dictamen de fs. 73/76.
Por último, se realizó la audiencia “de visu”, documentada en el acta de fs. 107.
Así, el Tribunal se encuentra en condiciones de resolver, decidiendo plantear y
votar las siguientes
CUESTIONES
Primera: ¿Es procedente el recurso de casación interpuesto?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?

158
A la primera cuestión el señor juez doctor Carral expresó:
I. De la lectura del legajo recursivo se desprende que una vez corridas las
respectivas vistas a las partes, el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 de
Mar del Plata decidió condenar a F. J. M., a la pena única de siete (7) años y seis (6)
meses de prisión, y costas del proceso, comprensiva de la dictada en la presente
causa –dos (2) años y seis (6) meses de prisión de ejecución condicional- y la
impuesta por el Tribunal en lo Criminal N° 3 departamental –seis (6) años y seis (6)
meses de prisión- (fs. 38/42).
II. Corresponde examinar el primero de los agravios introducidos por la
defensa, que critica el fallo por considerar que no resulta procedente la unificación de
penas cuando una de ellas fue dictada por el fuero penal juvenil.
Disiento con la argumentación del impugnante, puesto que en mi opinión, en
casos como el presente corresponde la aplicación del instituto previsto en el art. 58 del
Código Penal (conf. causa N° 86286, “Tolosa, Lucas Patricio s/ Recurso de Casación
Interpuesto por Agente Fiscal”, Rta: 3/5/2018; y causa N° 84631, “Avendaño, Jorge
Andrés s/Recurso de Casación, Rta: 19/4/2018).
En efecto, la unificación de penas o de condenas se fundamenta en la
necesaria unidad de la reacción penal en aras de lograr una unidad de trato punitivo y
evitar que un sujeto que cometió una pluralidad de infracciones quede sometido a
distintos regímenes, a expensas de una multiplicidad de manifestaciones de la
coerción penal, de modo desordenado y con posibilidad irracional de exceso punitivo.
Por eso, la unidad de coerción material debe expresarse siempre bajo los parámetros
de una “pena total”, se trate de una unificación de penas o del caso de una unificación
de condenaciones (cfr. Zaffaroni – Slokar – Alagia, Derecho Penal. Parte General,
Ediar, Buenos Aires, 2000, pág. 961 y sgts.). Lo referido mal puede contrariar el
interés superior del joven sometido a proceso (art. 3 C.D.N.) al unificar la reacción
punitiva emergente de distintos procesos, uno de adultos y el restante, juvenil, cuando
se intenta por esta vía evitar todo trato desigual en el cumplimiento de la sanción
penal.
En tal sentido, y tal como se expresara en la causa n° 75.531, “Alderete,
Emanuel E.”, el régimen penal aplicable a las personas menores de dieciocho años
previsto por la ley 22.278 introduce ciertas particularidades concernientes a su
punibilidad y a la aplicación de sanciones y al régimen de la reincidencia, pero no
excluye la aplicación de las disposiciones del Código Penal a los supuestos y

159
situaciones que no se encuentra reguladas en la norma citada –como la de autos-, por
lo que no se advierte que existan obstáculos para proceder conforme lo dispuesto en
el art. 58 de dicho cuerpo legal.
III. El segundo motivo de agravio desarrollado por el impugnante, de acuerdo
con el cual habrían sido aplicadas erróneamente las normas contenidas en los arts. 27
y 58 del Código Penal, tampoco es de recibo.
En ese orden de ideas, comienzo por señalar que tal como se indicara el fallo
en crisis (fs. 40 último párrafo), se presenta en este legajo un supuesto de unificación
de condenas o concurso real resuelto en pluralidad de sentencias (art. 58 segunda
parte del CP), que se verifica cuando en las diversas sentencias, ningún delito es
posterior al dictado de una condena firme, es decir, “cuando las condenas se siguen
unas a otras, pero los delitos que las motivan se cometieron sin condenas anteriores”
(conf. Zaffaroni, Alagia y Slokar, Manual de Derecho Penal Parte General, Edit. Ediar,
2005, página 752).
En efecto, F. J. M. fue condenado por el Tribunal en lo Criminal N° 3
departamental, por dos hechos ocurridos el 12 y 16 de octubre de 2013, mediante
sentencia dictada el 16 de septiembre de 2015 (fs. 17/22); y fue condenado por el
Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 1, por tres hechos cometidos el 17 de
mayo, 15 de julio y 14 de agosto del año 2011, mediante sentencia dictada el 31 de
octubre del año 2014 (fs. 1/11).
Vale decir que la totalidad de los ilícitos por los que resultó condenado
Maldonado en las dos sentencias aludidas (17 de mayo de 2011, 15 de julio de 2011,
14 de agosto de 2011, 12 de octubre de 2013 y 16 de octubre de 2013), tuvieron lugar
con anterioridad a que recayera el primer pronunciamiento condenatorio -31 de
octubre de 2014-.
Las constancias del legajo mencionadas llevan a responder en forma negativa
al agravio de la defensa analizado en este apartado.
La unificación de penas dispuesta en el fallo en crisis no obedece a la comisión
de un nuevo delito con posterioridad a la imposición de una sanción de ejecución
condicional (art. 27, Cód. Penal) –como lo plantea el recurrente-, sino a la existencia
de dos sentencias condenatorias que adquirieron firmeza, y que fueron dictadas en
infracción a las reglas concursales contempladas en los arts. 55 a 57 del código de
fondo.

160
Tampoco puede aceptarse el argumento del impugnante de acuerdo con el
cual la unificación resultaría improcedente por haber cumplido el acusado las pautas
que se le impusieron en la sentencia que estableció la ejecución condicional de una de
las penas.
En ese punto, la señora juez de la instancia respondió acertadamente, que la
pena impuesta mediante el pronunciamiento dictado en esta causa no se cumplió ni se
agotó, puesto que su ejecución fue suspendida en los términos contemplados en el art.
26 del Código Penal.
IV. Resta examinar el agravio vinculado con las pautas de mensura (arts. 40 y
41, Cód. Penal), y el monto de la pena única impuesta.
En esa dirección, corresponde señalar que en el pronunciamiento en crisis se
valoraron como circunstancias agravantes de la sanción: a) la reiteración delictiva (tres
hechos atribuidos en la causa N° 218, y dos endilgados en la causa n° 5643); b) la
nocturnidad en los tres sucesos por los que fue condenado en esta causa; c) el plus de
violencia ejercida en el marco de uno de aquellos acontecimientos; d) utilización de
armas de fuego en la vía pública -causa n° 5643 del Tribunal Criminal N° 3
departamental-, e) el daño psicológico producido a la víctima y a su grupo familiar -
causa n° 5643-, y f) la intimidación de testigos -causa n° 5643-.
En lo que se refiere a las dos primeras pautas enumeradas ("reiteración
delictiva" y “nocturnidad”), entiendo que la crítica de la defensa no es acertada, puesto
que ambas fueron estimadas al momento del dictado de la primera sentencia
condenatoria dictada en esta causa (ver fs. 5 y 8 de este legajo). La omisión por parte
del fiscal de mencionar una de esas circunstancia -nocturnidad- al emitir el dictamen
de fs. 33/4, no constituye un obstáculo para su estimación en el sentido establecido en
el fallo en crisis.
En cambio, encuentro procedentes los cuestionamientos esgrimidos contra las
pautas agravantes identificadas anteriormente con las “d” y “f”.
En tal sentido, se advierte que tanto la utilización de armas de fuego en la vía
pública, como la intimidación a testigos, fueron descartadas como pautas
aumentativas de la sanción, en la sentencia dictada por el Tribunal en lo Criminal N° 3
(fs. 19vta), razón por la cual no debieron ser estimadas al momento del dictado del
pronunciamiento que unificó aquella sentencia con la dictada en esta causa.
Por otro lado, asiste razón al impugnante cuando señala la existencia de
pautas atenuantes (buen concepto del acusado y ausencia de antecedentes penales),

161
que fueron ponderadas en la sentencia dictada por el Tribunal en lo Criminal N° 3
departamental (fs. 19), que también fueron estimadas en ese sentido por el agente
acusador en su dictamen de fs. 33/34, sin que en el pronunciamiento unificatorio se
haya expresado motivo alguno para descartar su consideración (ver fs. 41/vta.).
Por las razones expresadas, entiendo que corresponde obliterar dos de las
agravantes valoradas en el fallo en crisis (utilización de armas de fuego en la vía
pública e intimidación a testigos), y agregar a la atenuante ponderada (fs. 41), el buen
concepto y la ausencia de antecedentes condenatorios.
Sentado lo anterior, considero que la quita de dos de las agravantes que la
juzgadora tuvo en consideración para establecer la pena finalmente impuesta, y la
suma de dos atenuantes que correspondía estimar, deben tener un impacto razonable
en la entidad de la pena.
En esa línea de ideas, cabe recordar la calificación legal de los hechos
atribuidos al acusado: robo agravado por el uso de arma en tentativa, robo agravado
por el uso de arma, robo agravado por el uso de arma en tentativa, homicidio agravado
por el uso de arma de fuego en tentativa, y tenencia ilegal de arma de fuego de uso
civil, en concurso real.
Los tres primeros delitos le fueron atribuidos en el proceso tramitado ante el
fuero penal juvenil, resultando aplicable la reducción de la escala penal respectiva en
función de lo establecido en el art. 4 de la ley 22278.
En función de tales parámetros, la regulación contenida en el art. 55 del código
sustantivo impone que la pena mínima aplicable en abstracto sea de cinco (5) años y
cuatro (4) meses de prisión, mientras que el máximo supera los veinticinco años de
prisión (arts. 41 bis, 42, 45, 55, 79, 166 inc. 2, y 189 bis, Cód. Penal).
En ese marco, estimo justo imponer a F. J. M. la pena única de siete (7) años
de prisión, comprensiva de la dictada en esta causa por el Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 de Mar del Plata, y la emitida por el Tribunal en lo
Criminal N° 3 departamental.
En tal inteligencia, y con los alcances indicados en los acápites que anteceden,
a esta primera cuestión VOTO PARCIALMENTE POR LA AFIRMATIVA.
A la primera cuestión el señor juez doctor Maidana dijo:
Voto en igual sentido que el doctor Carral, por sus fundamentos. VOTO
PARCIALMENTE POR LA AFIRMATIVA.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Carral dijo:

162
En atención al resultado que arroja el tratamiento de la cuestión anterior
corresponde CASAR PARCIALMENTE la sentencia dictada contra Fernando Javier
Maldonado e IMPONER al nombrado la pena única de siete (7) años de prisión,
comprensiva de la pena impuesta en la presente n° 218 del registro del Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 de Mar del Plata, y la impuesta en la causa N°
5643 del registro del Tribunal en lo Criminal N° 3 departamental, manteniendo el resto
de las declaraciones de la sentencia impugnada, sin costas en esta Sede (arts. 18 y 75
inc. 22, Const. nac; 8.2.h), CADH.; 40, 41, 41 bis, 42, 45, 55, 58, 79, 166 inc. 2, y 189
bis, Cód. Penal; 448, 450, 454 inc. 1, 459, 460, 530 y 532, CPP.). ASÍ LO VOTO
A la segunda cuestión el señor juez doctor Maidana dijo:
Voto en igual sentido que el doctor Carral, por sus fundamentos. ASÍ LO
VOTO.
Por lo que se dio por finalizado el Acuerdo, dictando el Tribunal la siguiente
SENTENCIA
I. HACER LUGAR PARCIALMENTE al recurso de casación deducido por la
defensa, sin costas.
II. CASAR PARCIALMENTE la sentencia dictada por el Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 de Mar del Plata (obrante en copia a fs. 38/42), e
IMPONER a F. J. M. la pena única de siete (7) años de prisión, comprensiva de la
pena impuesta en la presente causa n° 218, y la impuesta en la causa N° 5643 del
registro del Tribunal en lo Criminal N° 3 departamental, manteniendo el resto de las
declaraciones de la sentencia impugnada.
Rigen los artículos 18 y 75 inc. 22, de la Constitución Nacional; 8.2.h), de la
Convención Americana de Derechos Humanos; 40, 41, 41 bis, 42, 45, 55, 58, 79, 166
inc. 2, y 189 bis, del Código Penal; 448, 450, 454 inc. 1, 459, 460, 530 y 532, del
Código Procesal Penal.
Regístrese, notifíquese y remítase a la Mesa Única General de Entradas para
su devolución a origen.
FDO: DANIEL CARRAL - RICARDO MAIDANA
Ante Mi: JORGE ANDRES ALVAREZ

163
Sala II, Causa Nro. 110.296 “A. A. B. E. s/ Recurso de Casación” Registro 520 de
fecha 28/12/2021.-

 No existe previsión legislativa que –como pretende la parte- impida unificar las
distintas sanciones recaídas sobre un mismo sujeto, por más que hayan sido
dictadas por distintos fueros. El sistema del art. 58 del C.P. tiene como
finalidad, además de asegurar las reglas del concurso material, garantizar la
unidad penal en todo el territorio evitando que un condenado múltiple por
distintos organismos jurisdiccionales –en épocas sucesivas- quede sometido a
un régimen punitivo plural. (Budiño SD)

En la ciudad de La Plata, sede del Tribunal de Casación Penal de la Provincia


de Buenos Aires, se reúnen en Acuerdo Ordinario los jueces integrantes de la Sala
Segunda, doctora María Florencia Budiño y doctor Fernando Luís María Mancini, para
resolver en la presente causa 110.296, caratulada “A. A. B. E. S/ RECURSO DE
CASACION”. Practicado el sorteo de ley, resultó que en la votación debe observarse el
orden BUDIÑO - MANCINI.
ANTECEDENTES
Llegan los presentes autos a este Tribunal como consecuencia del recurso de
casación interpuesto por el Señor Defensor Oficial Dr. Sergio Raúl Robles en favor de
Brian Emanuel Albero contra en contra de la sentencia dictada por el Tribunal en lo
Criminal número 8 del Departamento Judicial de Lomas de Zamora mediante la cual
se unificaron condenas dictadas respecto de B. E. A., y se lo condenó a cumplir en
definitiva la pena única de nueve años y tres meses de prisión, accesorias legales y
costas del proceso. Comprensiva de la dictada en la causa nro. 69323-13 por el delito
de abuso sexual agravado por acceso carnal y por su relación de hermano y la dictada
por el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 del Departamento judicial de
Mar del Plata, que condenó al nombrado a la pena de un año y seis meses de prisión,
por resultar coautor penalmente responsable del delito de robo agravado por haberse
perpetrado en lugar poblado y en banda.
Efectuadas las vistas correspondientes, y hallándose la causa en estado de
dictar sentencia, este Tribunal decidió plantear y votar las siguientes
CUESTIONES
Primera: ¿Es admisible el recurso interpuesto?

164
Segunda: ¿Es procedente?
VOTACIÓN
A la primera cuestión planteada, la doctora Budiño, dijo:
Se encuentran reunidos los requisitos exigidos para la admisión del recurso
deducido, tanto en los aspectos relativos al tiempo y la forma de su interposición,
como al derecho a impugnar de quien recurre, fundado en el carácter definitivo de la
resolución impugnada, siendo que por ella se resuelve el monto de pena a la que se
condena al imputado.
En consecuencia, considero que el recurso interpuesto es admisible, debiendo
el Tribunal expedirse sobre su fundabilidad y procedencia.
Voto, entonces, por la afirmativa.
Arts. 421, 448 inc. 2°, 450, 451, 454 inc. 1º, 464, 465 inc. 2º del C.P.P
A la misma cuestión planteada, el doctor Mancini dijo:
Adhiero al voto de mi colega preopinante en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
A la segunda cuestión planteada, la doctora Budiño, dijo:
I. Denuncia la falta de motivación de la unificación de las penas dictadas,
teniendo en cuenta que una de las penas fue dictada por un Juzgado de
Responsabilidad Juvenil, según la normativa aplicable a dicho fuero.
Asimismo, sostiene que la misma debió ser dictada por el mencionado Juzgado
de Responsabilidad Juvenil, pues sostiene que “… entendería más en la problemática
de mayores que hubieran estado bajo su órbita…”.
II. Al tomar intervención, La Sra. Fiscal Adjunta ante este Tribunal Daniela Bersi
propició el rechazo del recurso.
III. El recurso es improcedente.
No existe previsión legislativa que –como pretende la parte- impida unificar las
distintas sanciones recaídas sobre un mismo sujeto, por más que hayan sido dictadas
por distintos fueros.
El sistema del art. 58 del C.P. tiene como finalidad, además de asegurar las
reglas del concurso material, garantizar la unidad penal en todo el territorio evitando
que un condenado múltiple por distintos organismos jurisdiccionales –en épocas
sucesivas- quede sometido a un régimen punitivo plural.
En este tren la ley contiene normas de carácter sustancial y procesal, en cuanto

165
hacen obligatoria la aplicación de sus reglas y determinan incluso al juez de la
sentencia unificadora que a todo evento amplía su competencia (territorial o por razón
de la materia) para unificar penas impuestas por otros tribunales.
Contrariamente a lo sostenido por el recurrente, el a quo dio razón del motivo de
la unificación, al sostener que “…Coincido en cuanto a que debe aplicarse el art. 55
del C. Penal, dado las datas que aclaro: el hecho de Mar del Plata es el 1/4/11 y la
sentencia condenatoria es del 28/5/18… Resulta asimismo que el evento delictivo que
diera origen a la presente causa es del 24/11/13 - posterior al hecho marplatense y
antes de la sentencia que correspondió al mismo - y la sentencia de estos autos es del
19/2/15…”.
A su vez, se cumplió con el traslado a las partes en el que la defensa prestó
consentimiento a la aplicación del método composicional pero difirió con la pena
solicitada por la Fiscalía.
Asimismo, advierto que se cumplió con lo normado por el art. 58 en orden a la
competencia para dictar la pena única en casos de unificación de condenas como el
presente.
En cuanto a la determinación del concreto monto de pena única, las críticas del
recurrente no constituyen más que su particular apreciación pero de ningún modo
logran demostrar la alegada falta de fundamentación. Por el contrario, se advierte que
la decisión en este punto ha sido debidamente fundamentada, toda vez que se hizo
mención en ella a las pautas valoradas, explicando la incidencia que tuvieron en cada
una de las causas unificadas, haciendo cita además de las normas sustantivas y
procesales pertinentes, todo lo cual impide afirmar que la elección de la pena fuera
consecuencia de la arbitrariedad del magistrado.
A partir de ello, concluyo en que no se presentan las irregularidades
denunciadas por el recurrente, por lo que propongo al acuerdo el rechazo del recurso
deducido.
Arts. 58 y 55 del C.P., 448, 464, 530, 531 y ccdtes. del C.P.P.
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el doctor Mancini dijo:
Adhiero al voto de la Dra. Budiño en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente

166
SENTENCIA
Vista la forma como han quedado resueltas las cuestiones planteadas en el
Acuerdo que antecede, la Sala II del Tribunal de Casación Penal
R E S U E L V E:
I. Declarar formalmente admisible el recurso de casación interpuesto.
II. RECHAZAR el recurso de casación intentado por la defensa de B. E. A.
contra la sentencia unificadora dictada por el Tribunal en lo Criminal nro. 8 del
Departamento Judicial Lomas de Zamora en causa 69323-13 de esa sede, por los
fundamentos expuesto al tratar la segunda cuestión planteada en la presente, con
costas.
Regístrese, notifiquese y encomiéndese al Servicio Penitenciario la notificación
personal del imputado, con entrega de copia íntegra de la presente. Una vez agotado
ese cometido, se solicita que dichas diligencias sean remitidas a esta Alzada.
Oportunamente devuélvase al Tribunal de origen.
REFERENCIAS:
Funcionario Firmante: 28/12/2021 13:33:54 - BUDIÑO María Florencia - JUEZ
Funcionario Firmante: 28/12/2021 13:38:17 - MANCINI HEBECA Fernando Luis Maria
- JUEZ
Funcionario Firmante: 28/12/2021 13:39:37 - MORANDI Diego Enrique
Registrado en REGISTRO DE SENTENCIAS el 29/12/2021 12:54:31 hs. bajo el
número RS-520-2021 por AITRA RODRIGO.

7. Suspensión del Juicio a prueba

Sala III, Causa Nro. 65.239 “A. D. A. s/ Recurso de Casación” Registro 375 de
fecha 21/04/2015.-
 “La sentencia de la Cámara de Apelación y Garantías que revoca la
resolución del Juzgado de Garantías que otorga la suspensión del juicio
a prueba, fundada en la prohibición del párrafo sexto del artículo 76 ter
del Código Penal por haberle sido concedida al imputado en un proceso
tramitado ante el Fuero Penal Juvenil, no se ajusta a derecho al poner

167
en riesgo la responsabilidad internacional del Estado Argentino -conf.
ley 13.634 y su modificatoria Ley 14.537 y complementarias, 18 y 75
inc. 22 C.N”. (Dr. Violini-S. D).

ACUERDO
En la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Sede de la Sala III
del Tribunal de Casación Penal, a los días del mes de 21 de 2.015, se reúnen
en Acuerdo Ordinario los señores jueces doctores Víctor Horacio Violini y
Ricardo Borinsky, con la presidencia del primero de los nombrados, a fin de
resolver en la causa Nº 65.239 caratulada “A., D. A. s/recurso de casación”,
conforme al siguiente orden de votación: VIOLINI-BORINSKY.
ANTECEDENTES
En lo que interesa destacar, la Cámara de Apelación y Garantías en lo
Penal de Azul revocó la suspensión de juicio a prueba otorgada a favor de D.
A. A.
Contra dicho pronunciamiento, interpone recurso de casación la Defensa
Oficial.
Radicado y notificadas las partes, la Sala se encuentra en condiciones
de resolver, por lo que se tratan y votan las siguientes
CUESTIONES
Primera: ¿Corresponde hacer lugar al recurso interpuesto?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento debe dictarse?
VOTACIÓN
A la primera cuestión, el señor juez doctor Violini dijo:
El Bloque Federal Constitucional establece que los tratados y
concordatos tienen, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno
de la primera parte de la Constitución y deben entenderse complementarios de
los derechos y garantías por ella reconocidos (artículo 75 inciso 22º
Constitución Nacional).
Entre ellos se incluye a la Convención sobre los Derechos del Niño.

168
Ardua ha sido la tarea en nuestra provincia para la adecuación de su
legislación a la normativa internacional respecto a esta temática, la que incluso
se ha visto reflejada en el Fallo Verbitsky que exhorta a los Poderes Ejecutivo y
Legislativo de la Provincia de Buenos Aires a adecuar su legislación procesal
penal en materia de prisión preventiva y excarcelación, y su legislación de
ejecución penal y penitenciaria, a los estándares constitucionales e
internacionales.
A su vez, el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas,
en el año 2002 recomendó al Estado Argentino que revise sus leyes y prácticas
relativas al sistema de justicia de menores, como así también que incorpore en
sus leyes y prácticas las Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de
los Menores Privados de Libertad, y que adopte las medidas necesarias para
mejorar las condiciones de encarcelamiento (Observaciones finales del Comité
de los Derechos del Niño: Argentina. 9/10/2002. CRC/C/15/Add. 187 9 de
octubre de 2002).
En paralelo se sanciona la ley 13.634, su modificatoria 14537 y
complementarias, estableciéndose en su artículo 10º que se consideran
principios interpretativos de la misma, a las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas para la Administración de Justicia de Menores (Reglas de Beijing)
Resolución Nro. 40/33 de la Asamblea General; las Reglas de las Naciones
Unidas para la protección de los menores privados de libertad, Resolución Nro.
45/113 de la Asamblea General, y las Directrices de Naciones Unidas para la
prevención de la Delincuencia Juvenil (Directrices del RIAD), Resolución
45/112.
El artículo 21.1 de las Reglas de Beijing expresa que los registros de
menores delincuentes serán de carácter estrictamente confidencial y no podrán
ser consultados por terceros. Sólo tendrán acceso a dichos archivos las
personas que participen directamente en la tramitación de un caso en curso,
así como otras personas debidamente autorizadas. Continúa en el artículo 21.2
estableciendo que los registros de menores delincuentes no se utilizarán en

169
procesos de adultos relativos a casos subsiguientes en los que esté implicado
el mismo delincuente.
La sentencia de la Cámara que revocó la resolución del Juzgado de
Garantías Nº1 que hiciera lugar a la suspensión de juicio a prueba que se le
sigue a D. A. A., fundada en la prohibición que establece el párrafo sexto del
artículo 76 ter del Código Penal al haberle sido concedida al nombrado en un
proceso tramitado ante el Fuero Penal Juvenil, no se ajusta a derecho al poner
en riesgo la responsabilidad internacional del Estado Argentino,
correspondiendo su casación.
Por lo expuesto, estimo que corresponde declarar procedente el recurso
interpuesto, sin costas, casar la resolución impugnada, y estar a lo resuelto por
el titular del Juzgado de Garantías Nº 1 de Tandil (artículos 18 y 75 inciso 22º
de la Constitución Nacional; 448, 450, 460, 465, 530 y 531 del Código Procesal
Penal). ASÍ LO VOTO.
A la primera cuestión, el señor juez doctor Borinsky dijo:
Adhiero, por sus fundamentos, al voto del doctor Borinsky y también me
pronuncio POR AFIRMATIVA.
A la segunda cuestión, el señor juez doctor Violini dijo:
Que de conformidad al resultado que arroja el tratamiento de la cuestión
precedente corresponde declarar procedente el recurso interpuesto, sin costas
y casar la resolución impugnada, y estar a lo resuelto por el titular del Juzgado
de Garantías Nº 1 de Tandil (artículos 18 y 75 inciso 22º de la Constitución
Nacional; 448, 450, 460, 465, 530 y 531 del Código Procesal Penal). ASÍ LO
VOTO.
A la segunda cuestión, el señor juez doctor Borinsky dijo:
Voto en igual sentido que el doctor Violini.
Por lo que se dio por finalizado el Acuerdo, dictando el Tribunal la
siguiente:
RESOLUCIÓN
I.- HACER LUGAR al recurso interpuesto, sin costas.
II.- CASAR LA RESOLUCIÓN impugnada, y estar a lo resuelto por el

170
titular del Juzgado de Garantías Nº 1 de Tandil.
Rigen los artículos 18 y 75 inciso 22º de la Constitución Nacional; 448,
450, 460, 465, 530 y 531 del Código Procesal Penal.
Regístrese, notifíquese y oportunamente remítase a origen para su
archivo.
FDO.: VÍCTOR HORACIO VIOLINI – RICARDO BORINSKY
ANTE MI: KARINA ECHENIQUE

Sala I, Causa Nro. 85.626 “C., A. A. s/ Recurso de Casación”, Registro 1148 de


fecha 23/11/2017.

 “En las causas de contenido punitivo que involucren a niños y


adolescentes como imputados y en función del deber de atención del
"interés superior del niño", se impone como regla la evitación de toda
respuesta meramente retributiva y, en consecuencia, debe garantizarse
su bienestar integral mediante la adopción de vías alternativas tanto al
proceso como a la imposición de penas privativas de derechos”.

"Registrado bajo el Nro. 1148 Año 2017"


ACUERDO
En la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Sede de la Sala I del
Tribunal de Casación Penal (Cf. Ac. 1805 de la S.C.J.B.A.), el 23 de noviembre de dos
mil diecisiete se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores jueces doctores Ricardo R.
Maidana y Daniel Carral (art. 451 del Código Procesal Penal), con la presidencia del
primero de los nombrados, a los efectos de resolver la Causa N° 85626 caratulada “C.,
A. A. S/ RECURSO DE CASACION”, conforme al siguiente orden de votación:
CARRAL - MAIDANA.
ANTECEDENTES
1º) El 29 de junio de 2017 la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal del
Departamento Judicial de Dolores -en causa de su registro n° 19662/ IPP 03-303-12-
confirmó el auto dictado por el titular del Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil

171
departamental, que rechazó el pedido de suspensión del juicio a prueba incoado por la
defensa de A. A. C. (fs. 1/3vta.).
Contra dicho pronunciamiento interpusieron recurso de casación sus
defensores de confianza, Dres. Alfredo J.M. Gascón y Herminio Macchi (fs. 10/18vta.).
Cuestionan la resolución atacada pues a su criterio la Cámara resolvió de
modo aparente asumiendo acríticamente la postura de la fiscalía y del juzgado de
origen, con el agravante que resuelve la materia en abierto perjuicio del menor
imputado sin las explicitaciones debidas.
SeñA. que la denegatoria de la suspensión del juicio a prueba invocando
exclusivamente la causal de la "oposición de la fiscalía" sin el debido control de
logicidad y fundamentación, es arbitrariamente cercenadora del instituto y
desconocedora absoluta del principio pro homine que ampara a su defendido.
Desde esa arista, indican que ambas instancias departamentales han ignorado
"la envergadura de la jerarquía axiológica de los principios en juego", que se
relacionan con la aplicación al caso concreto de la ley penal juvenil y la posibilidad de
sortear el impacto que puede acarrear que se lleve adelante el juicio a través de
institutos idóneos, como la suspensión del juicio a prueba con reglas de conducta
adecuadas.
A su vez indican que si bien el dictamen fiscal sostuvo la improcedencia del
beneficio en los presentes autos, es evidente que el mismo se asienta en una
interpretación de derecho común (arts. 76 bis, párr 1°, 2° y 4° CP) y no en la especial
del proceso de juzgamiento penal juvenil, que establece que aun declarando la
responsabilidad penal, no se aplica una sanción (art. 56 inc. 2 LRPJ) resultando pues
incongruente que se impida que a través de un instituto alternativo pueda llegarse a
una misma solución del conflicto penal.
Al respecto, enfatizan que se abastecen los presupuestos que permiten la
aplicación de la suspensión del juicio a prueba en el caso examinado, dado que su
representado carece de antecedentes penales y en la descartable hipótesis de una
condena, la misma sería de cumplimiento condicional, por su condición de primario,
destacando que su defendido ha comparecido al proceso y no ha interferido en la
investigación.
Por otra parte razonan que el análisis de las circunstancias del caso que debe
realizarse para pronosticar una eventual condena condicional (art. 76 bis 4° párrafo
CP), debe enmarcarse dentro de la escala penal reducida en la forma prevista para la

172
tentativa estipulada en el artículo 4 de la ley 22278, en virtud del menor grado de
culpabilidad o reproche de las personas menores de edad.
Concluyen que el decisorio impugnado carece de fundamentos idóneos y
suficientes y desconoce las máximas especiales aplicables al caso de menores y en
particular la pertinencia del instituto en examen para estos supuestos, tal como lo
reconoce la Convención sobre los derechos del Niño (art. 40.3b) y el fallo "Maldonado"
de la CSJN, que han recomendado la vía alternativa en los casos de procesos
penales.
Efectúan reserva del caso federal (art. 14, ley 48) y solicitan se case la
sentencia impugnada.
2º) Asignado por sorteo de Presidencia en el recuso a la Sala I, se notificó a las
partes técnicas (fs. 19/vta).
Recepcionada la impugnación en la Sala el día 20 de septiembre de 2017, el
Tribunal se encuentra en condiciones de resolver, decidiendo plantear y votar las
siguientes
CUESTIONES
Primera: ¿Es admisible y en su caso procedente el recurso de casación
interpuesto?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada el señor juez doctor Carral, dijo:
I. Dejo sentado que la decisión cuestionada admite su revisión en esta
instancia casatoria por cuanto los alcances de la misma importan un perjuicio de
imposible reparación ulterior, lo que torna a dicho resolutorio equiparable a sentencia
definitiva (art. 450 del ritual) a partir de que la parte peticionante no podrá reeditar
dicha solicitud de suspensión de juicio a prueba en etapas ulteriores del proceso.
A su vez el tema ha sido resuelto por este Tribunal de Casación en Acuerdo
Pleno de causa 52.274 – 52.462 “B. L. E. y otros s/Recurso de Queja (art. 433 CPP)”,
de fecha 9/9/2013 (a cuyos fundamentos me remito en honor a la brevedad), donde se
resolvió que la resolución que deniega la suspensión del juicio a prueba prevista en el
artículo 76 bis del CP, es sentencia equiparable a definitiva.
II. Ahora bien, sentado ello, adelanto que el recurso incoado merece prosperar.
Los argumentos del fiscal y la convalidación que de los mismos efectúa la
decisión impugnada, por estimarlos fundados, permite constatar que en el caso se ha
aplicado erróneamente la ley sustantiva como consecuencia de una interpretación que

173
ha soslayado la necesidad de someter lo decidido a los principios, derechos y
garantías que rigen en los procesos seguidos contra personas que habrían cometido
delitos siendo menores de edad.
Cabe reparar que desde un primer momento la fiscalía apuntó a la imposición
de una pena de ejecución condicional -estimándola en tres años de prisión en
suspenso, sujeta al resultado de un año de tratamiento penal reeducativo-,
proponiendo la solución alternativa del conflicto a través del instituto del juicio
abreviado, en el marco del proceso que se le sigue a A. A. C. por la presunta comisión
de un hecho calificado como lesiones graves.
A su turno la defensa rechazó el planteo y solicitó para su asistido la
suspensión del juicio a prueba, ofrecimiento que no fue aceptado por la fiscalía, pues a
su entender el caso ingresa dentro de las previsiones del art. 76 bis cuarto párrafo, por
lo que resulta necesaria la anuencia fiscal, fundando los motivos de su falta de
aquiescencia, en la modalidad del hecho enrostrado, la insuficiencia de la reparación
económica ofrecida, y concretando su posición en razones de política criminal.
El razonamiento de las instancias jurisdiccionales anteriores, ofrecen sólo un
argumento aparente que hace campamento exclusivamente en la formalidad que se
limita a corroborar la existencia de una oposición, sin ingresar en el control mínimo de
razonabilidad. En este sentido luce contradictorio que si la parte acusadora entendió
viable para el caso un acuerdo de juicio abreviado y estimó la pena eventualmente a
recaer individualizándola en tres años, considerando además que dicha condena
podría ser de ejecución condicional, sujeta al mentado tratamiento educativo y, acto
seguido, decide no prestar su consentimiento para la suspensión del proceso a prueba
(conf. fs. 43), tal oposición luce por completo irrazonable, cuando en definitiva sólo
acampa en razones de política criminal que no explica.
Es que el control de razonabilidad de la posición asumida por el Ministerio
Público Fiscal, sea tanto para prestar su anuencia como para sostener su oposición
debe hacer eje en las previsiones de ley.
En este sentido, si la persecución pública individualizó la pretensa sanción a
imponer en caso de recaer veredicto condenatorio, en una pena de ejecución en
suspenso; esta situación satisface una de las exigencias objetivas que como
presupuesto de admisibilidad y procedibilidad ostenta la suspensión de juicio a prueba.
Luego también puede verse que se encuentran corroborados el resto de los
presupuestos objetivos y subjetivos que dimanan de la regulación del instituto.

174
Lo propio vale decir respecto del argumento del ministerio público fiscal en
cuanto sólo se limita a rechazar la oferta reparatoria por "insuficiente" sin brindar
parámetros de mensuración que permiten entender las razones que además expliquen
en qué grado el joven no ha agotado, en la medida de lo posible, su esfuerzo de
compensación, cuanto más cuando existe una vía alternativa por dónde puede
procurarse una indemnización bajo parámetros de responsabilidad del fuero
específico.
Asimismo, resulta palmaria la falta de tratamiento de la circunstancia específica
de que el imputado habría cometido el hecho siendo menor de edad, dato que
necesariamente debió ser considerado para una adecuada interpretación de las
normas legales y convencionales encaminadas a hacer efectiva una mayor protección
a los niños, niñas y adolescentes que sean sometidos a procesos de responsabilidad
penal juvenil.
En relación a este punto la Convención de los Derechos del Niño, de jerarquía
constitucional, establece que la privación de libertad es una medida que sólo puede
aplicarse en forma excepcional, toda vez que la "detención, el encarcelamiento o la
prisión de un niño ... se utilizará tan sólo como medida de último recurso y durante el
período más breve que proceda" (CDN, art. 37.b).
También las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de
la Justicia de Menores (conocidas como "Reglas de Beijing") tienden a minimizar la
intervención punitiva en esta materia, y a establecer -en forma expresa- que durante la
tramitación de la causa "la autoridad competente podrá suspender el proceso en
cualquier momento" (art. 17.4).
En definitiva, en los procesos penales que involucren a menores de edad como
imputados, además de las disposiciones mencionadas, también reviste particular
importancia la aplicación del principio rector denominado "interés superior del niño", en
tanto garantía que procura evitar la imposición de penas privativas de libertad
tendiendo -en lo posible- a garantizar el bienestar general del niño mediante la
adopción de vías alternativas.
Es decir, en las causas de contenido punitivo que involucren a niños y
adolescentes como imputados y en función del deber de atención del "interés superior
del niño", se impone como regla la evitación de toda respuesta meramente retributiva
y, en consecuencia, debe garantizarse su bienestar integral mediante la adopción de

175
vías alternativas tanto al proceso como a la imposición de penas privativas de
derechos.
A resultas de lo dicho la intelección desarrollada por la Cámara que se limita a
justificar su rechazo en la oposición fiscal, a la que tuvo por debidamente fundada,
omitiendo el tratamiento de temas de ineludible consideración, se vislumbra
inaceptable y debe ceder.
En consecuencia, VOTO POR LA AFIRMATIVA.
A la primera cuestión el señor juez doctor Maidana dijo:
Adhiero a lo expresado por el doctor Carral, por sus fundamentos, y a esta
cuestión también VOTO POR LA AFIRMATIVA.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Carral dijo:
En atención al resultado que arroja el tratamiento de la cuestión precedente
corresponde: 1) declarar admisible el recurso de casación articulado por la defensa,
sin costas; 2) casar la decisión impugnada y conceder la suspensión de juicio a prueba
en favor de A. A. C., sujeto a las condiciones que oportunamente disponga el titular del
Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil n° 1 departamental (arts. 8.2h de la CADH,
14.5 del PIDCyP; 76 bis CP; 106, 404, 450, 460, 530 y 532 del CPP).
ASI LO VOTO.
A la segunda cuestión el señor juez doctor Maidana dijo:
Voto en igual sentido que el doctor Carral, por sus fundamentos.
Por lo que se dio por finalizado el Acuerdo, dictando el Tribunal la siguiente:
SENTENCIA
I. Declarar admisible el recurso de casación articulado por la defensa, sin
costas.
II. Casar la decisión impugnada y conceder la suspensión de juicio a prueba en
favor de A. A. C., sujeto a las condiciones que oportunamente disponga el titular del
Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil n° 1 departamental.
Rigen los artículos 8.2h de la CADH, 14.5 del PIDCyP; 76 bis CP; 106, 404,
450, 460, 530 y 532 del CPP.
Regístrese. Notifíquese y remítase a la Mesa Única General de Entradas para
su devolución a origen.
FDO.: DANIEL CARRAL – RICARDO MAIDANA
ANTE MÍ: JORGE ANDRES ALVAREZ.

176
7. a) Perspectiva de género
Sala I, Causa Nro. 77.515 “C., S.E. s/ Recurso de Casación”, Registro 142 de
fecha 2/03/2017.

 “Resulta acertada la confirmación por parte de la Cámara Departamental del


auto dictado por el Juzgado de Responsabilidad Juvenil que deniega la
suspensión del juicio a prueba, basándose en la oposición del Agente Fiscal,
quien funda su disconformidad en la circunstancia de que el delito enmarcado
en el artículo 80 inciso 11 en relación al artículo 90 del Código Penal, es contra
una niña en un contexto de violencia de género -en el caso, relación de
noviazgo entre ambos menores de edad”. (NATIELLO SD).

En la ciudad de La Plata a los 2 días del mes de marzo del año dos mil
diecisiete, se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores Jueces de la Sala Cuarta del
Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, doctores Carlos Ángel
Natiello y Mario Eduardo Kohan, bajo la Presidencia del primero de los nombrados,
para resolver en causa N° 77.515 de este Tribunal, caratulada "C., S. E. s/ Recurso de
Casación". Practicado el sorteo de ley, resultó que en la votación debía observarse el
orden: NATIELLO – KOHAN, procediendo los mencionados magistrados al estudio de
los siguientes:
ANTECEDENTES
I.- La Excma. Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal del Departamento
Judicial Zárate-Campana, rechazó el recurso de apelación interpuesto y confirmó el
auto dictado por el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil nro. 1 de la misma
circunscripción judicial por el cual se rechazara el otorgamiento del beneficio de la
suspensión del juicio a prueba respecto de S. E. C., debiendo proseguir los autos
según su estado.
II.- Contra dicho pronunciamiento interpuso recurso de casación la Defensora
Oficial, Karina Paola Dib.
Sostiene, con cita del Plenario de este Cuerpo dictado en causa nro. 52.274 y
su acumulada 52.462 “B. L. E. y otro s/ Recurso de Queja (Art. 433 CPP)”, del

177
9/09/2013, que la atacada resulta sentencia equiparable a definitiva, correspondiendo
consecuentemente la apertura de la vía intentada. Que asimismo corresponde abrir el
tratamiento del recurso por involucrar una cuestión federal, en orden a los alcances de
la Convención sobre los derechos del Niño.
III.a- Como primer motivo de reclama la nulidad del decisorio puesto en crisis
denunciando la inobservancia del art. 168 de la Const. de la Provincia, argumentando
que los sentenciantes no brindaron su voto individual respecto de las cuestiones
esenciales a decidir, con el aditamento de que han votado sólo dos de los magistrados
por encontrarse vacante el cargo restante.
b- También reclama la nulidad del pronunciamiento por entender que se ha
omitido el tratamiento de una cuestión esencial invocada por esa parte en relación a la
agravante contemplada en el art. 80 inc. 11 del C.P., que se entendía no aplicable al
caso, pues el texto legal establece que la conducta típica recae sobre la acción
ejercida por un “hombre” y no por un adolescente o niño (art. 1de la Convención sobre
los Derechos del Niño). Que sobre el punto la Cámara expresa, contrariamente a lo
ocurrido, que ello no fue cuestionado, lo cual torna arbitrario el decisorio en cuestión,
violentando además la garantía del doble conforme (art. 8.2 de la CADH).
IV.- Sin perjuicio de lo antes dicho, refiere que el caso no involucra violencia de
género, por cuanto no existen elementos que permitan tener por acreditado que la
agresión que se habría ejercido sobre la persona de M. R. haya sido motivada por una
idea de inferioridad de la mujer, basada en un odio de género, por el sólo hecho de
pertenecer al sexo femenino, o abusándose de una relación desigual de poder basada
en la idea de superioridad masculina e inferioridad de la mujer. Que el caso aparece
como una conducta aislada, pero no motivada en el odio de género.
Considera que el fallo atacado, desconoce que el imputado resulta un
adolescente menor de edad a quien le resulta aplicable el bloque normativo que
conforma el modelo de protección integral del menor de edad, tendiente a garantizar el
interés superior del niño internacional (art. 3 y 40 de la CDN), cuestionando asimismo
mediante variadas citas los alcances dados al precedente de la CSJN “Góngora”,
como al así también al deber de “sancionar” derivado de la Convención de Belem do
Pará, sin dejar de confrontarlo con la especialidad del fuero, que importa un plus de
derechos específicos en razón de la condición minoril de su asistido.
Solicita se case el pronunciamiento impugnado y se resuelva en el sentido
propiciado.

178
Hace reserva de interponer recurso extraordinario federal (art. 14 de la ley 48).
V.- Radicado el recurso en Sala (fs. 37), notificadas las partes, la Defensora
Adjunta ante esta Sede, doctora Susana Edith de Seta, se pronuncia por la
admisibilidad y procedencia del recurso interpuesto.
Lo propio hace la Fiscal Adjunta ante este Tribunal, María Laura D´Gregorio
propiciando el rechazo de la impugnación.
VI.- Hallándose la presente en estado de dictar sentencia, los jueces de la Sala
decidieron plantear y resolver las siguientes:
CUESTIONES
1ra.) ¿ ¿Es admisible y en su caso, procedente el recurso de casación
interpuesto?
2da.) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada el señor Juez, doctor Natiello, dijo:
I.- Habiéndose interpuesto en tiempo y forma, en los términos de los artículos
421 y 451 del C.P.P., corresponde declarar la admisibilidad del recurso impetrado, a
raíz de lo resuelto en el Acuerdo Plenario de este Tribunal en causa nro. 52.274 y su
acumulada 52.462 “B. L. E. y otro s/ Recurso de Queja (Art. 433 CPP)”, del 9/09/2013,
donde quedara establecido que la resolución que deniega la suspensión del juicio a
prueba prevista en el artículo 76 bis del Código Penal es sentencia equiparable a
definitiva.
II.- En lo que atañe a su procedencia, no voy a acompañar la pretensión del
recurrente.
a) En primer lugar, dando respuesta al primer motivo de agravio he de señalar
que el art. 168 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, establece: “Los
tribunales de justicia deberán resolver todas las cuestiones que le fueren sometidas
por las partes, en la forma y plazos establecidos al efecto por las leyes procesales.
Los jueces que integran los tribunales colegiados, deberán dar su voto en
todas las cuestiones esenciales a decidir. Para que exista sentencia debe concurrir
mayoría de opiniones acerca de cada una de ellas”.
Ahora bien, dicho esto, la naturaleza jurídica de la decisión que aquí se
cuestiona difiere, de la contemplada en el segundo párrafo del art. 168 de la
Constitución Provincial.
En efecto, en el Libro I - Título V - el art. 105 del Código Procesal Penal de la
provincia (dentro del capítulo II Actos y resoluciones judiciales) da cuenta de las

179
decisiones que podrán ser tomadas por parte del Juez o Tribunal. Allí se exhiben:
sentencias para poner término al proceso, después de su íntegra tramitación; autos,
para resolver un incidente o artículo del proceso o cuando el Código así lo exija o
decretos, en los demás casos, o cuando esta forma sea especialmente prescripta.
Por otra parte, el art. 450 es el que impone de manera taxativa las distintas
resoluciones que podrán ser materia de impugnación a través de un recurso de
casación. En dicha normativa se advierten la presencia de dos tipos de resoluciones.
Por un lado, en el primer párrafo del artículo antes mencionado, se hace
referencia a las sentencias definitivas, en tanto que en el segundo y tercer párrafo a
una serie de autos también impugnables ante este Tribunal, cuando los mismos
"...pongan fin a la acción, a la pena, a una medida de seguridad o corrección; o
imposibiliten que continúen; o denieguen la extinción o suspensión de la pena o el
pedido de sobreseimiento en el caso que se haya sostenido la extinción de la acción
penal” (segundo párrafo). Asimismo dispone que “también podrá deducirse respecto
de los autos dictados por la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal cuando
denieguen la libertad personal, incluso en la etapa de ejecución (tercer párrafo)”.
Así las cosas, debe ponerse de resalto que la decisión que se cuestiona es un
auto y no una sentencia definitiva a la que se hace mención en el primer párrafo del
art. 450 del C.P.P..
Dicho esto, considero que el alcance de las formalidades que exige el art. 168,
párrafo segundo de la Constitución de la Provincia, deben ser observadas y cumplidas
por las sentencias definitivas del primer párrafo del art. 450 del C.P.P., esto es,
aquellas que ponen fin al juicio y concluyen la cuestión de fondo, condenando o
absolviendo. No así, los autos aludidos en el segundo y tercer párrafo de la norma
adjetiva antes citada (entre los que se encuentra la resolución impugnada), los que no
resultan "sentencias" en el sentido de la disposición constitucional en cuestión, sin
perjuicio de su equiparación con aquéllas.
Dicha distinción encuentra sustento normativo en el art. 464 inc. 1º del código
adjetivo, en cuanto señala los supuestos de abreviación y dispone que procederán
cuando se recurra "...Cualquier auto de los previstos en el art. 450 que no sea una
sentencia...".
Ello es así habida cuenta que el propio ordenamiento rituario realiza distingos
entre lo que es la sentencia definitiva y resolución, estableciendo formalidades
disímiles y menos rigurosas para estas últimas como puede ser el dictado de las

180
mismas por uno o dos de los integrantes del órgano cuando fuere colegiado (por
ejemplo: arts. 168 bis, 404, 415 y 440 del C.P.P.).
En función de lo expuesto no advierto que se haya incumplido con la manda
constitucional, por lo que corresponde no hacer lugar al agravio planteado.
b) Tampoco considero que haya habido omisión de tratamiento de cuestiones
esenciales por parte del “a quo”, dado que el planteo esbozado por la parte dirigido a
cuestionar la calificación legal prima facie otorgada al hecho, esencialmente la
agravante prevista por el art. 80 inc. 11 en relación al art. 90, ha sido desechada por el
órgano “a quo”, al considerar que “…el hecho fue perpetrado por un menor que
contaba en ese momento con 16 años de edad y por lo tanto era punible en el marco
de lo normado en el art. 1 de la ley 22.278, y resultó victima de su accionar una joven
adolescente de su misma edad y con quien habría mantenido una relación de
noviazgo.
En el caso, a partir de las edades de la víctima y victimario resulta aplicable
para ambos actores del conflicto la Convención de los Derechos del Niño (CDN) …
cuyo principio rector del interés superior del niño debe ser la directriz principal para
dirimir la controversia que se suscita en el plano judicial.
Asimismo y como consecuencia de que la víctima es una mujer, resultan
aplicables al caso los instrumentos internacionales específicos como CEDAW y Belem
do Para…” (v. fs. 2vta.). Es decir, contrariamente a lo afirmado por la defensa, a la
hora de resolver el pedimento el “a quo” tuvo especialmente en cuenta la condición de
menor del encartado, atendiendo a los principios rectores del régimen del fuero minoril
(art. 33 de la ley 13.634), sin desatender por su parte a los derechos con jerarquía
constitucional que le asisten a la víctima de autos –también menor de edad-. Sobre el
tópico se refirió a la “… necesidad de que los Estados den efectividad a los derechos
reconocidos por la Convención …el derecho del niño a ser oído…el derecho que los
casos de violencia, malos tratos y abusos cometidos con niños, niñas y adolescentes
sean debidamente investigados y se castigue a sus autores y promueve la adopción
de medidas para la recuperación física y psicológica de los niños víctimas de delitos.
A ello se agrega que por ser la víctima mujer y por tratarse de un hecho
cometido en un contexto de género, extremo éste no controvertido por el apelante,
goza de una protección convencional adicional derivada del CEDAW y de la
Convención de Belem do Pará…” (v. fs. 3/3vta.). Respecto de esto último, cabe
señalar que lo no controvertido por la defensa resulta ser la base fáctica de los hechos

181
que se le imputan a C., que impresionan sensiblemente como una problemática de
género, que se ve puesta al descubierto, no sólo por la relación de noviazgo
preexistente entre víctima y victimario –ambos menores- sino por la materialidad
descripta por el fiscal en su imputación (conforme surge del audio de la audiencia de
finalización agregado al presente), transcripto a su vez por la defensa en su escrito a
fs. 21/21vta del presente, dando cuenta de la imputación consistente en que: “…el día
5 de Abril del corriente 2014, en horas de la madrugada…luego de que el encartado
de autos S. E. C. junto con M. R., quienes en ese momento mantenía una relación de
noviazgo, salieron del local bailable de nombre “Bardot”…es que al llegar a la
intersección de éstas dos últimas arterias, el nombrado C. comenzó a golpear a M. R.,
propinándole varios golpes de puño en su rostro, lo que ocasionó que la misma cayera
al suelo, causándole traumatismos múltiples, hematomas en rodilla izquierda,
hematoma bipalpebral en ambos ojos, a predominio izquierdo, céfalo hematoma
parietooccipital izquierdo, y heridas cortantes en labio superior izquierdo la que fuera
suturada cuya secuela se la considera deformación del rostro jurídico ya que es visible
a simple vista y altera la armonía y la simetría del rostro…”. Así, contrariamente a lo
afirmado por la defensa, la propia descripción del hecho atribuido al encartado devela
que su accionar se enmarca en un contexto de violencia de género.
De tal modo, considero que el agravio defensista ha sido desplazado
razonablemente por los argumentos esgrimidos por los Sres. Camaristas en su
decisorio y referenciados ut supra. En ese orden de ideas, la Suprema Corte de
Justicia de la Provincia de Buenos Aires en el P. 110. 313 “N., G. C. s/ Recurso
extraordinario de nulidad en causa nº 16.971 Cámara de Apelación y Garantías en lo
Penal Sala I del Departamento Judicial Mar del Plata” del 16 de mayo de 2012 resolvió
“…A ello cabe adunar que, conforme el criterio de esta Corte, la preterición a que se
refiere el art. 168 de la Carta Magna local ocurre cuando el juzgador ha excluido el
tema por descuido, pero no cuando la materia se encuentra desplazada por el
razonamiento expuesto en el pronunciamiento…” (Ac. 90.240, 4-II-2004; Ac. 100. 703,
5- III- 2008; P. 109.775, res. Del 9- XII- 2010; e.o.).
III.- Sentado lo dicho, y en sintonía con el “a quo”, entiendo inviable el instituto
pretendido, teniendo en cuenta lo dispuesto en los arts. 1, 2 y 7 de la Convención
Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer,
ratificada por nuestro país mediante ley 24.632, y la Convención de los Derechos del
Niño y lo resuelto por la CSJN en la causa “Góngora”.

182
De este modo, se advierte que la denegatoria a la concesión del instituto de la
suspensión del juicio a prueba, reposa en la oposición que efectuara el representante
del Ministerio Público que, conforme se despende de la escucha del audio
acompañado, no sólo fue legal sino fundada y razonada, requisito básico para cumplir
con el standard fijado por esta Sede, en el plenario citado supra.
En el caso particular, la oposición Fiscal resultó concordante y comprensiva de
la oposición del representante legal de la víctima (v. fs. 4 del presente) lo que resulta
amparado por las convenciones internacionales a las cuales ha adherido nuestro país:
la Convención sobre los Derechos del Niño –de jerarquía constitucional- y la
Convención para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer,
comúnmente llamada “Convención de Belém do Pará”. Ambos instrumentos
internacionales protegen cualquier acto de violencia contra la mujer y, precisamente,
en el sub lite, se trató de esta doble condición en la víctima, es decir, mujer y niña.
Por lo tanto, y como bien sostuvo el Cimero departamental, la no aplicación del
instituto de la suspensión del juicio a prueba se encuentra en consonancia con la
obligación del Estado Federal de prevenir, investigar y sancionar hechos como el aquí
investigado, otorgando la posibilidad de llegar a un juicio justo.
En función de lo expuesto en los párrafos precedentes, encuentro ajustada a
derecho (arts. 106 y 210 del CPP) la decisión de la Alzada en cuanto confirmó el auto
dictado por el Juzgado de responsabilidad Juvenil nro. 1 que denegó la suspensión del
juicio a prueba al encausado, basándose en la oposición del Sr. Agente Fiscal, quien
acertadamente fundó su disconformidad en la circunstancia de que el delito que se le
enrostra a C. se da contra una niña en un contexto de violencia de género.
El razonamiento empleado por el Fiscal, contó entonces con debida
fundamentación y sus razones fueron ajustadas a derecho, enlazando las razones de
conveniencia político-criminal con las notas características del caso en estudio:
gravedad del delito, su contexto de ejecución y la opinión que al respecto pudiese
tener el representante legal de la víctima.
En el caso, el representante de la vindicta pública basó su oposición en la
naturaleza del hecho, ya que se trató de un acometimiento contra la integridad física
de la menor, en un modo por demás salvaje, por parte de quien fuera el novio,
resultando lógica la opinión del representante legal de la víctima.
Recuerdo que en el Plenario citado en la primera cuestión, he sostenido que:
“…Si bien esa aquiescencia -que implica la resignación por el fiscal del ejercicio de la

183
acción en aras de la resolución del conflicto que la generó-, resulta ser indispensable y
necesaria para su procedencia, soy de la idea que su oposición debe estar revestida
de ciertos requisitos. Así, no puede el fiscal oponerse alegando simplemente que su
deseo es proseguir con el ejercicio de la acción penal.
A estar a la letra del art. 54 de la ley Orgánica del Ministerio Público, “...el
Agente Fiscal desarrollará su tarea actuando con criterio objetivo, sin ocultar
elementos de prueba favorable a la Defensa” y, con referencia a situaciones como las
de autos, establece el art. 67 de ese texto que “A fin de propiciar fórmulas
conciliatorias, la aplicación al caso del procedimiento abreviado o la suspensión del
juicio a prueba, el fiscal interviniente deberá promover entrevista con la defensa a los
fines de consensuar criterios de actuación”.
Cuando la ley habla de “criterios de actuación” a establecer en consenso, no
puede razonablemente referirse a una resolución irrazonable e infundada.
La razonabilidad viene exigida por la República, el fundamento, no sólo por
aquélla sino porque –un argumento hermenéutico es invulnerable al necesario
contralor, sea jerárquico en el ámbito del Ministerio Público, sea judicial –como en el
presente- en el contexto de una impugnación…”.
“…Como puede advertirse, si el Fiscal no presta conformidad alegando
oponerse “...en defensa de los intereses sociales que representa respecto de ambos
imputados, pues es deseo del fiscal proseguir con el ejercicio de la acción penal...”,
esa oposición devendría infundada. Sería una afirmación dogmática y desprovista de
toda fundamentación: no explicaría por qué debe proseguir el proceso puesto que ello
no puede ser fruto del capricho del acusador sino de ese ejercicio que el Estado ha
dejado a su cargo.
Esos conceptos, a su vez, no son otra cosa que lo que establece el art. 1º de la
aludida Ley Orgánica del Ministerio Público que le asigna a sus integrantes la
obligación de actuar “...con legitimación plena en defensa de los intereses de la
sociedad y en resguardo de la vigencia equilibrada de los valores jurídicos
consagrados en las disposiciones constitucionales y legales...”.
Y entonces se hace necesario acudir a la norma del art. 76 bis del C.P. en
donde queda dicho que esa suspensión se asocia a la concesión de la condenación
condicional, a cuya reglamentación reenvía.

184
Como resulta clara la norma del art. 26 del mismo texto de fondo ordena, bajo
sanción de nulidad, que el auto que dispone la ejecución condicional de la pena sea
fundado expresamente.
Va más lejos aún el texto indicado, puesto que suministra al juzgador los
parámetros a discernir para elaborar su decisión.
La decisión debe fundarse “...en la personalidad moral del condenado, su
actitud posterior al delito, los motivos que lo impulsaron a delinquir, la naturaleza del
hecho y las demás circunstancias que demuestren la inconveniencia de aplicar
efectivamente la privación de libertad...”.
La misma disposición establece que el tribunal puede reclamar informaciones
al efecto y faculta a las partes a aportar prueba útil.
De tal suerte resulta claro que la suspensión procede cuando medien
circunstancias de las enumeradas, ó alguna otra que, contingentemente, se presente y
aconseje ese temperamento.
Esto es lo que demuestra que la oposición del acusador a dicha suspensión ha
de ser fundada en alguna de las circunstancias aludidas puesto que de lo contrario,
esa resolución sería irrevisable en el contexto del Ministerio que el funcionario integra
o en el marco de una impugnación como la presente.
Estos razonamientos hermenéuticos son repugnantes a la Constitución
estadual que -cuando reclama la fundamentación– no puede entenderse referida sólo
a los actos de los organismos jurisdiccionales…”.
La necesidad de contar con la aquiescencia fiscal en todos los supuestos, va
en consonancia con la doctrina de este Tribunal en pleno y lo recientemente resuelto
por nuestro Máximo Tribunal provincial, donde entre otras cuestiones tratadas sobre el
instituto en cuestión, se pronunció en forma similar respecto a la anuencia fiscal.
En ese sentido, el voto del magistrado que lideró el acuerdo, señaló que la
norma exige además del cumplimiento de las condiciones objetivas, una valoración
subjetiva que deberá efectuar el Agente Fiscal. SeñA.do que “la atribución de controlar
la motivación y razonabilidad de la opinión del representante del Ministerio Público
Fiscal no autoriza al juez a sustituirla por la suya (..)” (SCJBA P.125.430 de fecha
7/09/2016).
Desde esta perspectiva insisto que el Sr. Agente Fiscal ha dado razones
suficientes para oponerse a la concesión de la suspensión del proceso a prueba,

185
resultando necesaria la realización del juicio, situación que fuera analizada y valorada
correctamente por la Cámara respecto de los alcances de la citada oposición.
Es que, como sostuviera mi distinguido colega de Sala, Dr. Kohan, la República
Argentina adhirió a la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar
la Violencia contra la Mujer por intermedio de la ley 24.632. Ello trae aparejado que de
aplicar el instituto regulado por el art. 76 bis del C.P., implicaría afectar las
obligaciones de prevenir, investigar y sancionar hechos como los que aquí se
cuestionan (Conf. causa nro. 69.962 de esta Sala, “CUMINATO, Ezio Raúl s/ Recurso
de Casación”, sent. del 27/08/20015, reg. 519, entre muchas otras).
De esta forma, sin dejar de tener en cuenta el estadio procesal en el que se
encuentra el caso, los hechos acontecidos en el sub lite se adecuan en la normativa
del art. 2.a de la Convención citada. Así, el marco fáctico descripto en la requisitoria de
elevación a juicio (ver fs. 2/3 del presente legajo) no se puede deslindar de la primera
parte del art. 7 de la citada Convención que condena todas las formas de violencia
contra la mujer y que pone en cabeza del Estado la obligación de investigar y
sancionar tal situación. Y, el art. 7 de la aludida Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer establece que “Los
Estados Partes condenan todas las formas de violencia contra la mujer y
convienen en adoptar, por todos los medios apropiados y sin dilaciones,
políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia y en llevar
a cabo lo siguiente: a. abstenerse de cualquier acción o práctica de violencia contra
la mujer y velar por que las autoridades, sus funcionarios, personal y agentes e
instituciones se comporten de conformidad con esta obligación; b actuar con la
debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la
mujer; c. incluir en su legislación interna normas penales, civiles y administrativas, así
como las de otra naturaleza que sean necesarias para prevenir, sancionar y erradicar
la violencia contra la mujer y adoptar las medidas administrativas apropiadas que sean
del caso; d. adoptar medidas jurídicas para conminar al agresor a abstenerse de
hostigar, intimidar, amenazar, dañar o poner en peligro la vida de la mujer de cualquier
forma que atente contra su integridad o perjudique su propiedad; e. tomar todas las
medidas apropiadas, incluyendo medidas de tipo legislativo, para modificar o abolir
leyes y reglamentos vigentes, o para modificar prácticas jurídicas o consuetudinarias
que respalden la persistencia o la tolerancia de la violencia contra la mujer; f.
establecer procedimientos legales justos y eficaces para la mujer que haya sido

186
sometida a violencia, que incluyan, entre otros, medidas de protección, un juicio
oportuno y el acceso efectivo a tales procedimientos; establecer los mecanismos
judiciales y administrativos necesarios para asegurar que la mujer objeto de violencia
tenga acceso efectivo a resarcimiento, reparación del daño u otros medios de
compensación justos y eficaces, y  h. adoptar las disposiciones legislativas o de otra
índole que sean necesarias para hacer efectiva esta Convención” (El resaltado me
pertenece).
Entonces, no dejo de resaltar que tanto el accionar del Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil nro. 1 como el de los Sres. Camaristas reflejado en sus
resoluciones judiciales, implican cumplimiento a los deberes asumidos por el Estado
Argentino cuando el art. 7 de la Convención instituye la realización de un juicio
oportuno como procedimiento legal adecuado para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia de género.
En este mismo sentido resolvió la Cámara Nacional de Casación Penal
manifestando que: “La suspensión del proceso a prueba es inconciliable con el deber
que tiene el estado de investigar, esclarecer los hechos de violencia contra la mujer, y
de sancionar a sus responsables en un juicio con las debidas garantías. Por ello, la
fiscalía al oponerse a la suspensión y promover la realización del juicio para escuchar
a la mujer, para esclarecer los hechos acaecidos, y para establecer qué sucedía en la
vivienda y para pedir una condena adecuada al hecho…se ha ajustado a las
obligaciones internacionales asumidas por la República Argentina por el art. 7 de la
Convención de Belém do Pará.” (Causa Nº 13.240 “Calle Aliaga, Marcelo s/ Recurso
de Casación”, Sala II del voto del Dr. García, sent. del 30/11/2010).
Con relación al alcance del concepto ‘juicio oportuno’ al que se hace referencia
en la Convención se ha manifestado la Corte Suprema de Justicia la Nación al
considerar que: “el sentido del término juicio expresado en la cláusula en examen
resulta congruente con el significado que en los ordenamientos procesales se otorga a
la etapa final del procedimiento criminal…en tanto únicamente de allí puede derivar el
pronunciamiento definitivo sobre la culpabilidad o inocencia del imputado, es decir,
verificarse la posibilidad de sancionar esta clase de hechos exigida por la Convención”
(C.S.J.N., “Góngora”, Causa nº 14.092 del 23/4/2013).
Asimismo, el Máximo Tribunal de la Nación fue contundente y expresó en el
precedente jurisprudencial citado que “la concesión de la suspensión del proceso a
prueba al imputado frustraría la posibilidad de dilucidar en aquél estadio procesal la

187
existencia de hechos que prima facie han sido calificados como de violencia contra la
mujer, junto con la determinación de la responsabilidad de quien ha sido imputado de
cometerlos y de la sanción que, en su caso, podría corresponderle”.
Por todo lo expuesto, considero ajustado a derecho el pronunciamiento de la
Cámara y, consecuentemente, postulo el rechazo de la impugnación.
Así lo voto.
A la misma primera cuestión planteada el señor Juez, doctor Kohan, dijo:
Adhiero al voto del doctor Natiello, expidiéndome en igual sentido y por los
mismos fundamentos.
Simplemente agrego que la oposición fiscal a la concesión de la suspensión del
proceso a prueba es vinculante y sella la suerte adversa del planteo defensista,
conforme surge de la más pura interpretación de la norma del art. 76 bis del código de
fondo, más entiendo que su oposición no puede ser infundada o caprichosa, el
ejercicio responsable de las facultades que le son conferidas (más allá de la
obligatoriedad de motivar debidamente sus dictámenes que emerge del citado art. 56
del C.P.P.) resultan necesarias para que el órgano jurisdiccional pueda cumplir con la
función que le compete, que es la de controlar la logicidad de la postura del órgano
acusador. En efecto, la oposición fiscal al pedido de suspensión de juicio a prueba
debe ser razonada y fundada porque de lo contrario estaríamos frente a un área
reservada al arbitrio de una de las partes, situación insostenible en nuestro
ordenamiento legal.
En ese norte, corresponde señalar que para ser válidos los dictámenes
fiscales, deberán ser motivados, exigencia que comporta tanto una garantía en
beneficio de los eventuales imputados y acusados, como también para el Estado en
cuanto asegura la recta administración de justicia.
De igual forma, esta garantía constitucional de justicia fundada en el régimen
republicano de gobierno, impone la publicidad de las razones que tuvieron en cuenta
los fiscales al formular sus requerimientos y facilita el control de la actuación judicial
por parte del pueblo, de quien en definitiva emana la autoridad. Sin duda alguna, la
exigencia de motivar responde al propósito de que la colectividad pueda controlar así
la conducta de quienes administran justicia en su nombre (cfr. C.N.C.P., Sala III, causa
Nro. 9808 "Generoso, Carlos Orlando s/ recurso de casación" (Reg. 121/09) y sus
citas, voto del Dr. Riggi).

188
Esta exigencia de motivación referida es el único mecanismo para "…
resguardar a los particulares y a la colectividad contra las decisiones arbitrarias de los
jueces y, en el caso de autos de los dictámenes fiscales], que no podrán así dejarse
arrastrar por impresiones puramente subjetivas ni decidir las causas a capricho, sino
que están obligados a enunciar las pruebas que dan base a su juicio y a valorarlas
racionalmente" (cfr. Fallo "Generoso" y sus citas).
En síntesis, tanto la jurisprudencia como el propio espíritu del legislador, puesto
de manifiesto al promulgar la Ley 24.316, da sustento a la afirmación que consiste en
que la actuación del fiscal, en la aplicación de la suspensión del juicio, resulta
preponderante, pues es él quien decide, luego de un amplio análisis de las
circunstancias fácticas y jurídicas emanadas del caso concreto, si presta o no su
consentimiento a la concesión del beneficio, quedando por ende el órgano
jurisdiccional, luego de efectuar su propio control de logicidad y fundamentación,
supeditado al mismo.
Lo manifestado precedentemente, encuentra sustento en lo resuelto en el
Acuerdo Plenario de este Tribunal de Casación citado por mi colega de sala, donde se
decidió que la anuencia fiscal es necesaria en todos los casos, debiendo la misma
estar debidamente fundada, como ha acontecido en el ‘sub lite’.
Desde esta perspectiva considero que el Sr. Agente Fiscal ha dado razón
suficiente para oponerse a la concesión de la suspensión del proceso a prueba,
situación que fuera analizada y valorada correctamente por la Cámara respecto de los
alcances de la citada oposición.
Así lo voto.
A la segunda cuestión planteada el señor Juez, doctor Natiello, dijo:
Visto el modo en que ha sido resuelta la cuestión precedente corresponde: 1)
declarar formalmente admisible el recurso de casación interpuesto por la Defensora
Oficial, doctora Karina Paola Dib, a favor de S. E. C.; 2) rechazar el mismo por
improcedente, sin costas en esta Sede atento existir motivos suficientes para recurrir
(arts. 18 y 75 inc. 22 de la C.N.; 8.2.h. de la CADH; 14.5 del P.I.D.C. y P.; 3.1 de la
C.D.N.; 7 de la CIPSyEVCM.; 15, 168 y 171 de la Const. Pcial.; 76 bis, 90 y 92 del
C.P.; 106, 448, 450, 451, 530 y 531 del C.P.P.) y 3) tener presente la reserva del caso
federal formulada por la defensa (art. 14 de la ley 48).
Así lo voto.
A la misma segunda cuestión planteada el señor Juez, doctor Kohan, dijo:

189
Adhiero al voto del doctor Natiello, expidiéndome en igual sentido y por los
mismos fundamentos.
Así lo voto.
Con lo que se dio por finalizado el Acuerdo dictándose la siguiente:
SENTENCIA
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede la Sala Cuarta del Tribunal
resuelve:
I.- Declarar formalmente admisible el recurso de casación interpuesto por la
Defensora Oficial, doctora Karina Paola Dib, a favor de S. E. C..
II.- Rechazar el mismo por improcedente, sin costas en esta Sede atento existir
motivos suficientes para recurrir.
Arts. 18 y 75 inc. 22 de la C.N.; 8.2.h. de la CADH; 14.5 del P.I.D.C. y P.; 3.1 de
la C.D.N.; 7 de la CIPSyEVCM.; 15, 168 y 171 de la Const. Pcial.; 76 bis, 90 y 92 del
C.P.; 106, 448, 450, 451, 530 y 531 del C.P.P..
III.-Tener presente la reserva del caso federal formulada por la defensa.
Art. 14 de la ley 48.
Regístrese. Notifíquese. Oportunamente devuélvase.
CARLOS ANGEL NATIELLO MARIO EDUARDO KOHAN
ANTE MÍ: Olivia Otharán

8. Juicio por jurados

Sala V, Causa Nro. 101.057 “S., R. A. s/ Recurso de Casación”, Registro 932 de


fecha 15/10/2020.-

 “En un procedimiento de incipiente instauración en nuestra provincia, como lo


es el juicio por jurados, es probable que a futuro necesite de una regulación
especial para incluir la competencia de jóvenes en conflicto con la ley penal en
un proceso a terminarse por jurados populares (art.118 C.N.), regulación que
debe tener presente los principios de especialidad y las restricciones que se
vinculan a la publicidad acotada, trascendencia pública de conductas de

190
menores, entre otros aspectos restrictivos que se imponen desde las reglas
transnacionales”(Carral SD).

 “El procedimiento de juicio por jurados no se encuentra contemplado en la


legislación vigente para el ámbito de la responsabilidad penal juvenil, definición
legislativa que no puede ser suplida por este Tribunal por exceder su potestad
reglamentaria”. (Carral SD).

En la ciudad de La Plata, a los 15 días del mes de Octubre de dos mil veinte,
reunidos en Acuerdo Ordinario, los Señores Jueces de la Sala Quinta del Tribunal de
Casación Penal, integrada por los doctores Daniel Carral y Ricardo Borinsky, a fin de
resolver el recurso de casación interpuesto en la causa N°101.057 seguida a R. A. S.;
practicado el sorteo de ley resultó que en la votación debía observarse el orden
siguiente: CARRAL-BORINSKY.
ANTECEDENTES
El Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil N°2 del Departamento Judicial
San Martín, declaró a R.A. S. coautor responsable de los delitos de homicidio
agravado criminis causae en concurso real con robo agravado por el uso de arma de
fuego y autor responsable del delito de portación ilegal de arma de guerra, en
concurso material entre sí, y mantuvo la medida de coerción, dispuesta sobre el
nombrado, de internación.
Contra dicha resolución, la Defensora Oficial del fuero de Responsabilidad
Juvenil de dicho departamento judicial, María Lucrecia Sammartino, interpuso el
recurso de casación que figura a fojas 54/62 y vta. Cumplidos los trámites de rigor,
esta causa se encuentra en condiciones de ser resuelta, por lo que el Tribunal decidió
tratar y votar las siguientes:
CUESTIONES
Primera: ¿Es procedente el remedio intentado?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada, el señor juez doctor Carral dijo:
I. En primer lugar, la recurrente plantea la inconstitucionalidad de la acordada
838/15 de la Suprema Corte de Justicia (arts. 118, Cons. nac.; 22 bis, 202, 205 y 338,
CPP; 1 y 2, ley 13.634).

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Reseña que, al celebrarse la audiencia prevista por el art. 338 del CPP y 51 de
la ley 13.634, planteó la nulidad de la integración del tribunal con jueces letrados.
Señala que, en dicha oportunidad, con base en la resolución 838/15, el Tribunal de
responsabilidad juvenil rechazó su pedido y, en virtud de ello, formuló protesta de
recurrir en casación. Afirma que insistió sobre el planteo al inicio del debate.
Considera que el juicio por jurados integra la garantía de juez natural prevista
en el art. 18 de la Constitución nacional y del debido proceso legal.
Estima que las normas internacionales que regulan el proceso penal juvenil, en
particular la Convención sobre los Derechos del Niño (arts. 3, 12, 37 y 40), forman un
cuadro de garantías específicas que constituyen un plus de manera que la niñez
nunca puede tener menos derechos o garantías que un adulto en el marco de un
proceso penal.
Dice que, en función de dicho principio, la ley 13.634 estableció que las normas
del Código procesal se aplicarán en cuanto no resulten modificadas por dicha ley (art.
1).
Argumenta que la resolución 838/15 de la SCJ niega un derecho que los
jóvenes tienen al ser habitantes del suelo argentino y de la provincia de Buenos Aires
(arts. 118, Cons. nac. y ley 14.543).
Afirma que el juicio por jurados no es un agravamiento procesal sino la
realización de una garantía constitucional a la cual los jóvenes tienen derecho.
Solicita que se declare la inconstitucionalidad de la resolución 838/15 de la SCJ
y del debate por defecto insalvable en la integración del Tribunal.
En segundo lugar, considera que la prueba fue valorada en forma arbitraria (art.
210, CPP).
Menciona que se secuestró en poder de su asistido un bolso con ropa que no
guarda ninguna relación con el hecho investigado.
Asimismo, dice que el estudio de ADN y el antropométrico dieron resultado
negativo al igual que el estudio dactiloscópico. Señala que tampoco se efectuó
dermotest.
En cuanto al testigo Tuama, sostiene que, en el juicio, explicó que la rueda la
integraban dos conocidos a los cuales descartó y que los dos restantes podían ser los
autores del hecho.
Critica la valoración que hizo el sentenciante de dicha diligencia en tanto
consideró que se trataba de un reconocimiento positivo.

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Similares cuestionamientos efectúa en torno a la conclusión a la que arribó el
Tribunal respecto de la segunda víctima, Sergio Ramírez. Reseña que, en la diligencia
de reconocimiento en rueda de personas, Ramírez dudó entre el número dos y el
cuatro. Afirma que, en el debate, luego de que se le exhibiera una fotografía, el testigo
señaló al número dos y el Tribunal calificó el reconocimiento como positivo.
Opina que, pese a la claridad del testimonio de Tamara Segovia, el
sentenciante construyó una prueba de culpabilidad a partir del sobrenombre de Braian
aportado por la testigo. Postula que el Tribunal no tuvo en cuenta que en la misma
calle vivían los hermanos de S., específicamente Samuel o Braian a quien apodaban
“Zepe”.
Con respecto a la declaración de Edmundo Sánchez, entiende que, en el caso
en que su sobrino Samuel hubiera efectuado alguna manifestación referida a que
habría matado a alguien, la misma carece de valor probatorio, máxime si, como dijo
Sánchez, el imputado no estaba en pleno uso de sus facultades mentales debido a
que se encontraba intoxicado (arts. 18, Cons. nac.; 60 y 308, CPP; 36.1 y 2, ley
13.634). Añade que el uso de esa declaración como prueba en contra de su asistido
afecta el derecho de defensa.
Estima que lo expuesto lleva a concluir que se han aplicado erróneamente los
preceptos legales contenidos en los arts. 1 y 210 del CPP; en función de los arts. 168
y 171 de la Constitución provincial, 376 y 40 de la Convención sobre los derechos del
niño; 18, 19 y 75 inc. 22 de la Constitución nacional, 7 y 8 de la CADH.
Solicita que se absuelva al joven S.
II. El señor Defensor Adjunto ante este Tribunal, Daniel Aníbal Sureda,
mantiene el recurso de casación deducido y peticiona en idéntico sentido.
III. El señor Fiscal Adjunto de Casación, Fernando Luis Galán, propicia el
rechazo del recurso interpuesto.
Con respecto a los agravios de naturaleza federal, entiende que ya fueron
resueltos por nuestro máximo Tribunal provincial al establecer que el juicio por jurados
no se encuentra contemplado en la legislación vigente para el ámbito de la
responsabilidad penal juvenil. Entiende que esta definición legislativa no puede ser
suplida por tribunal alguno en tanto excede su potestad reglamentaria.
En cuanto a la atribución de la autoría, considera que la impugnante no aporta
ningún argumento de peso para atacar el fallo cuestionado.

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Opina que del marco probatorio analizado no surge margen de duda. En
consecuencia, propicia el rechazo de los agravios postulados.
IV. Adelanto que el recurso interpuesto no puede prosperar.
En la audiencia celebrada para dar cumplimiento al art. 338 del CPP, la
defensa de S. planteó la nulidad de la integración del Tribunal con jueces letrados. En
esa oportunidad, para fundar su pedido, alegó que correspondía que el juicio se
realizara con jurados.
Al resolver, el Tribunal consideró que no correspondía hacer lugar a la nulidad
solicitada debido a que, tal como lo había señalado el Ministerio Público Fiscal, se
trataba de una cuestión resuelta por la Suprema Corte de Justicia en la AC 838/15. La
Defensa formuló protesta de recurrir en casación (v. fs. 886 del principal).
En el inicio del debate, la señora Defensora refirió que ya había formulado
protesta de recurrir en casación por la integración del Tribunal “de conformidad con la
Acordada dictada por la Suprema Corte y no por Jurados” (v. fs. 2 y vta. de este
legajo).
Reseñados los antecedentes del planteo, en primer lugar, corresponde señalar
que la resolución 838/15 fue dictada por la SCJ debido a las consultas e inquietudes
recibidas de parte de los magistrados del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil en
ejercicio de sus atribuciones, de conformidad a lo establecido por los artículos 164 de
la Constitución provincial y 32 inciso “a” de la ley 5827.
Al analizar la cuestión, el máximo Tribunal provincial dijo que:
“la ley de juicio por jurados (N° 14.543 -B.O.P. del 20-XI-2013-, texto según Ley
N° 14.589 -B.O.P. 16-V- 2014-) incorporó, entre los órganos de la Administración de
Justicia, al "Tribunal de jurados" el que ejercerá su jurisdicción en el territorio de la
Provincia con la competencia y los alcances que le atribuye la Ley N° 11.922 y sus
modificatorias (arts. 1 inciso 10 y 61 bis de la ley 5827 y sus modificatorias).
Que además la mencionada Ley incorporó al Código Procesal Penal, como
órgano de juzgamiento al "Tribunal de jurados" (art. 22 bis y concordantes) sin, por el
contrario, haber reformado la Ley especial que rige el enjuiciamiento de jóvenes en
conflicto con la ley penal, N° 13.634, según la cual el juicio compete a los jueces y
tribunales de responsabilidad penal juvenil (art. 18 y concordantes).
Que asimismo deben tenerse en cuenta las particularidades del fuero, dadas
por la especial normativa nacional y supranacional que lo regula.

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Que de lo expuesto se desprende que el procedimiento de juicio por jurados no
se encuentra contemplado en la legislación vigente para el ámbito de la
responsabilidad penal juvenil, definición legislativa que no puede ser suplida por este
Tribunal por exceder su potestad reglamentaria”.
Por otra parte, es sabido que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
afirmado que la declaración de inconstitucionalidad de una norma, es una materia en
la que rige un criterio restrictivo por significar la última ratio del orden jurídico (Fallos
331:2799), advirtiendo sobre el riesgo de trastocar el sentido republicano de nuestro
sistema de gobierno, recomendando, en consecuencia, asumir suma prudencia a la
hora de evaluar la posible inconstitucionalidad de una ley (Fallos 14: 425; 105:22; 112:
63; 182: 317); lo cual implica que deberá prestarse suma cautela en la evaluación
respectiva.
Así, cualquier intento tendiente a deslegitimar la validez constitucional de cierta
regulación impone a quien lo pretende demostrar claramente de qué manera la ley que
se cuestiona -en el presente la resolución 838/15 de la SCJ- contraría la Constitución
nacional, exigencia que no se halla cumplida si no se demuestra cuál sería el perjuicio
efectivamente irrogado, como ocurre en el caso (Fallos 332:5).
Es cierto que el juicio por jurados en nuestro modelo constitucional tiene una
doble imposición no sólo como garantía del imputado sino también como garantía de
la participación de la sociedad en los actos de administración de justicia.
Más allá de ello, en el reciente fallo de nuestra Corte Federal en el caso
“Canales”, fue expreso el reconocimiento a las provincias para legislar en aquellas
materias que no fueron expresamente delegadas a la Nación y dentro de esas
competencias locales es válido ingresar lo resuelto por nuestro máximo Tribunal
Provincial.
En ese sentido, como se ha visto, el Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil
decidió la cuestión, suscitada ante la instancia de origen, de conformidad con lo
estipulado por la Suprema Corte de Justicia y la recurrente no se ha hecho cargo,
además, de que el Código Procesal Penal es aplicable a las causas seguidas respecto
a niños en cuanto no sea modificado por la ley 13.634 (art. 1), todo lo cual determina la
insuficiencia del reclamo (art. 495, CPP). Así, también lo ha resuelto nuestro máximo
Tribunal provincial en la causa P. 126.899 (sent. del 14 de junio de 2017).
Por lo demás, en un procedimiento de incipiente instauración en nuestra
provincia es probable que a futuro necesite de una regulación especial para incluir la

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competencia de jóvenes en conflicto con la ley penal en un proceso a terminarse por
jurados populares (art.118 C.N.), regulación que debe tener presente los principios de
especialidad y las restricciones que se vinculan a la publicidad acotada, trascendencia
pública de conductas de menores, entre otros aspectos restrictivos que se imponen
desde las reglas transnacionales.
Resta añadir en cuanto a la obligatoriedad de la doctrina emanada de los
tribunales superiores que, en reiteradas ocasiones (P46.199; P391.49), la Suprema
Corte de Justicia ha señalado que:
“si bien es cierto que sus fallos “deciden” nada más que en el caso concreto
sometido a su conocimiento y no obligan legalmente sino en él (elemento diferenciador
entre las funciones legislativa y judicial), los jueces de los Tribunales inferiores tienen
el deber -sino legal, moral- de conformar sus decisiones a lo que la Corte Suprema ha
resuelto en casos análogos.
Tal deber se funda, en primer lugar, en la presunción de verdad y justicia que
inviste los fallos del Tribunal que se encuentra en situación de singular prestigio
institucional.
Tiene, además, por función quitar virtualidad a futuros trámites recursivos, que
atentarían contra la celeridad y la economía procesal.
La univocidad jurisprudencial con la Corte Suprema de Justicia, juez final de
todo el derecho argentino, elimina la posibilidad del strepitus foris que de seguro
producen los fallos contradictorios, vela por el derecho de defensa de los particulares y
hace, en definitiva, a la concreción del principio de seguridad jurídica”.
Por lo expuesto, propicio el rechazo de la inconstitucionalidad planteada.
Con respecto a la autoría que cuestiona la recurrente, considero que el recurso
es insuficiente para conmover lo resuelto por los magistrados intervinientes, toda vez
que su contenido es una reedición de lo ya expuesto ante el órgano jurisdiccional
originario, sin aportar en esta sede argumentos que refuten la oportuna respuesta
obtenida en esa instancia.
En clave recursiva, para una impugnación en casación exitosa es necesario
abordar críticamente los argumentos esgrimidos por el órgano de juicio, de manera tal
que ese objetivo difícilmente se logre cuando –como en este caso- la parte agraviada
se desentiende de las razones expuestas en la pieza judicial recurrida.

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Además, el panorama para la recurrente se complejiza cuando la respuesta
ofrecida por el juzgador se encuentra elaborada de manera lógica, sólida, avalada con
elementos probatorios y fundada en el ordenamiento jurídico vigente.
El Tribunal tuvo por acreditado que “el día 26 de abril de 2018, siendo
alrededor de las 5:30 hs (hehco 1) en inmediaciones de la avenida Bartolomé Mitre y
Zanella de la localidad de Villa Pineral, partido de Tres de Febrero, la víctima Carlos
Fabián Manduca fue abordado por tres sujetos masculinos entre los que se hallaba el
menor R. A. S.; en dicha circunstancia comenzó un forcejeo y golpes entre uno de los
atacantes con el Sr. Manduca, quien cae al piso junto con el arma de fuego que tenía
en su poder.
Así con el objeto de facilitar y consumar el apoderamiento de bienes de valor
propiedad de la víctima, el aquí imputado S. se acercó, tomo el arma de fuego que se
encontraba tirada en la calle y le efectuó un disparo que impacto en la región frontal
derecha, a dos centímetros de la línea media de su cabeza, lo que le produjo una
hemorragia cerebral subaracnoidea, con fractura del hueso frontal, herida que
ocasionó su fallecimiento.
Luego de ello el grupo agresor desapoderó al Sr. Manduca ilegítimamente del
arma de mención, que resulta ser una pistola semiautomática marca Bersa calibre 9
mm Nº de serie E70383 propiedad del mismo, y de un vehículo marca Ford, modelo
Ecosport, 1.6, dominio colocado EOW-917, de color gris, propiedad de su concubina la
Sra. Olga Burgardt Medina, que se encontraba estacionada en el lugar y a bordo de la
cual se dan a la fuga, disponiendo libremente de ellas.
Luego de haber ocurrido el suceso relatado, (hecho 2), ese mismo 26 de abril
de 2018, siendo las 5:45 horas aproximadamente, mientras se daban a la fuga a bordo
de la camioneta sustraída, S. junto a los otros 2 sujetos, abordaron en inmediaciones
de las arterias Juan José Paso y Roca de la localidad de Ciudadela, partido de Tres de
Febrero de esta Provincia, a la segunda de las víctimas, el Sr. Sergio Esteban
Ramírez y mediante intimidación con el arma de fuego apta y lista para el disparo que
le habían sustraído al Sr. Manduca, la que utilizaron de manera impropia, propinándole
a la víctima Sr. Ramírez, dos golpes en la cabeza, que le causaron un traumatismo
contuso en región temporoparietal derecha con herida cortante de 2 cm, le exigieron la
entrega de bienes de valor, logrando desapoderarlo ilegítimamente de 2 celulares, uno
de llos sin funcionar marca Samsung Trend de color negro con gris y el segundo de
ellos marca LG, modelo K8, de color negro, de la empresa “Claro”, de una remera

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color azul oscuro y pantalón azul claro, zapatos de seguridad negros, una billetera de
cuero negra con su D.N.I. y $160 en efectivo, para luego darse a la fuga disponiendo
libremente de los objetos sustraídos.
Luego de ocurrido el primer hecho, en las mismas circunstancias de tiempo,
modo y lugar, R. A. S. portó sin la debida autorización legal para ello un arma de fuego
de guerra, es decir la pistola semiautomática marca Bersa registrada a nombre de
Carlos Fabián Manduca, apta y lista para el disparo la cual fue tomada ilegítimamente
en el hecho 1 y usada en forma impropia en el hecho 2 contra el cuerpo de Sergio
esteban Ramírez” (sic).
En primer lugar, debo señalar que los agravios de la señora defensora
pretenden cuestionar la autoría del imputado en el denominado hecho 1. Al respecto,
advierto que el relato de los testigos presenciales sumado a los restantes elementos
probatorios, especialmente las filmaciones de las cámaras de seguridad, permitió al
sentenciante reconstruir lo ocurrido esa noche.
En ese sentido, el Tribunal estableció que la secuencia en la cual ocurrieron los
hechos surgió del acta de llamadas al sistema de emergencias 911; del informe
elaborado por el subcomisario Spinache (fs. 8 del principal) donde se dejó constancia
del ilícito del cual fue víctima el señor Ramírez, y de las pericias realizadas por la
doctora Andrada, en la cual se relevó la herida cortante en el cuero cabelludo que
presentaba el nombrado, y por la doctora Domarco, que determinó que la lesión fue
producto de un golpe o choque contra un elemento duro, compacto de bordes
aristados y/o filosos.
Para atribuir el resultado muerte a la conducta desplegada por el acusado y sus
consortes, en primer lugar, el sentenciante tuvo en cuenta el aporte de las imágenes
de video reproducidas en el debate. Dijo que, en dichas imágenes, podía observarse a
los agresores, entre los cuales, se encontraba S..
También valoró el relato del testigo presencial Roberto Carlos Tuama quien en
el juicio manifestó que mientras se dirigía a su trabajo a bordo de una bicicleta, al
circular por la calle Mitre y México, vio a un grupo de personas discutir en las calles
Zanella y Mitre. Afirmó que la víctima cayó al suelo y uno de los agresores levantó el
arma y le pegó un tiro. Explicó que los sujetos salieron corriendo y el declarante
comenzó a caminar en sentido contrario al que venía circulando por la calle Mitre. Dijo
que se dio vuelta y observó que los atacantes regresaron al lugar del hecho y se
subieron a una camioneta que se encontraba en el lugar. Describió al vehículo

198
afirmando que se trataba de una Ecosport, color blanco. Expresó que el sujeto que
peleó con la víctima se subió en el lugar del conductor, que el que efectuó el disparo
se ubicó en el asiento de atrás del lado del conductor y el que le metió la mano en el
bolsillo a la víctima, lo hizo de acompañante. Aclaró que recibió amenazas telefónicas,
por whatsapp y que una persona, con quien se tomó a golpes de puño, lo interceptó
con un cuchillo en la calle Tres de Febrero. Destacó que esa persona le dijo que se
fijara lo que iba a hablar, que “era un buchón de la gorra”.
En cuanto a las diligencias de reconocimiento en rueda de personas de fs.
139/141 y 142/144, al celebrarse la audiencia prevista en el art. 338 del CPP, la
defensa se opuso a su incorporación. Fundamentó su postura diciendo que “deberán
acreditarse al tiempo de que dichas personas presten declaración testimonial” (v. fs.
887 y vta. del principal).
El Tribunal resolvió que la incorporación de la prueba en la que hubiera
mediado oposición se llevaría a cabo de acuerdo a lo normado por el art. 55 de la ley
13.634.
Se desprende de la lectura del acta de debate que la Fiscalía solicitó la
incorporación por lectura de la diligencia de reconocimiento en rueda de personas de
fs. 142/143, lo que se hizo con anuencia de la Defensa (fs. 6 de este legajo).
En la diligencia de reconocimiento en rueda de personas de fs. 142/144 del
principal, consta que el testigo Tuama manifestó: “cree que puede ser el N°3 o el N°4.
Que cree que el N°4 es el que peleo, o duda que quizás fue el N°3. Que sería uno de
los que estuvo en el lugar del hecho. Que el que peleó era más grande… para que
diga si la persona que reconoce como N°3, era uno de los dos que se abA.za primero
contra la víctima, refiere que sí” (sic). El lugar N°3 en la ronda fue ocupado por el
imputado.
Al ser sometido al interrogatorio de las partes, en el juicio, Tuama explicó que
el primer reconocimiento que hizo en la Fiscalía fue positivo. Agregó que pudo
reconocer al sujeto que había efectuado el disparo quien era menor. Asimismo, aclaró
que, ese mismo día, participó de la diligencia de reconocimiento del mayor de edad y
dijo que, si bien conocía del barrio a dos de las personas que conformaban la rueda,
ninguna de ellas había participado en el hecho por el cual estaba detenido el menor de
edad.
Ninguna duda expresó el testigo acerca de la identificación de la persona
menor de edad a quien le atribuyó haber efectuado el disparo que ultimó a la víctima e

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incluso, en el reconocimiento practicado con respecto a los mayores de edad, desligó
a los dos participantes que conocía del barrio y aseguró que no tenían relación con el
hecho.
La víctima del hecho 2, Sergio Ramírez, recordó que cuando se disponía a
entrar a trabajar se le acercó una camioneta color marrón y gris. Afirmó que bajó una
persona de la puerta de atrás y le pidió que se quedara quieto, que era un robo. Dijo
que se bajó otra persona de la camioneta con un arma de fuego calibre 9mm. Aclaró
que le robaron sus pertenencias y le pegaron dos culatazos en la cabeza. Destacó que
el que tenía el arma era de tez trigueña, aproximadamente de 1,70 metros de altura,
llevaba un buzo con capucha negro, jean y zapatillas.
También la Fiscalía solicitó que se le exhibiera a Ramírez el reconocimiento en
rueda de personas realizado en la investigación (fs. 139/140 del principal) y la
fotografía de fs. 141. Las pruebas fueron exhibidas sin oposición de la Defensa. En el
acta de dicha diligencia consta que “Duda entre el N° y el N°2. esta persona es la que
tenía el arma, por la contextura y el color de piel. Que cree que es el que le pegó” (sic).
El lugar N°2 fue ocupado por S..
En el juicio, Ramírez refirió que no tuvo ninguna duda al reconocer al menor
que llevaba el arma con la cual le pegó dos culatazos.
No puedo acompañar a la parte recurrente en sus críticas al modo como los
testigos Tuama y Ramírez reconocieron a su ahijado procesal; estimo, por el contrario,
que la significación que ha de atribuirse al reconocimiento en rueda de personas, lo es
en el conjunto de las probanzas.
No puede desatenderse a una cuestión ineludible: el reconocimiento en fila de
personas regulado por el art. 257 ss. y concs. del digesto formal bonaerense, es
complementario de la declaración testimonial del reconociente; es más, la integra y su
mérito no puede hacerse en solitario, sino de conformidad con el resto de las pruebas
bajo la guía de la sana crítica (arts. 210 y 373, CPP).
Aún, cuando la Defensora Oficial postula un claro desacuerdo con el mérito
otorgado a los mencionados informes de fs. 142/144 7 139/140, no es menos cierto
que no lo sustenta en cuestiones objetivas que lo desvirtúen. Como si fuera poco, las
filmaciones y la percepción de los señores jueces en el marco de la inmediatez del
juicio oral y público, dejan al descubierto una simple discordancia con su empleo
probatorio sin un intento fundado de desacreditarlo.

200
También los magistrados de la instancia dieron una acabada respuesta al
cuestionamiento que la recurrente reitera ante esta instancia en relación al testimonio
de Tamara Segovia.
Así, en primer lugar, valoraron el resultado de la investigación realizada
por los funcionarios de la policía Jorge González, Néstor Vega, Leonardo Spinache y
Rafael Oliva quienes se encargaron de recolectar información entre los vecinos y
también las cámaras de seguridad cercanas al lugar del hecho que los llevaron a
identificar a los autores. Tuvieron en cuenta las manifestaciones del oficial notificador
Pablo Moyano quien mencionó que cuando pudo acceder a la familia de un tal Murillo,
le dijeron que se había mudado a otra provincia y que siempre robaba con un tal
“Zepe” o S. y con Gamarra. El testigo, al dar razón de sus dichos, agregó que sabía
que “el nombre Zepe” era de Rodrigo debido a las notificaciones que tuvo que realizar
en su domicilio de la calle Trenque Lauquen Nº4121.
Y más allá de que en la misma calle vivieran los hermanos S., como
sostiene la Defensa, ello no resulta suficiente para tildar de arbitrario el razonamiento
del sentenciante que lo llevó a afirmar la coautoría del acusado en los eventos
juzgados.
En efecto, acerca del testimonio de Tamara Segovia los magistrados de
la instancia advirtieron que la nombrada, en la filmación exhibida durante el debate,
reconoció a “Zepe” aunque dijo que se trataba de Braian. Destacaron que no tuvo
ninguna duda al relacionar el apodo con la persona que identificó en el video y explicó
que lo conocía del barrio.
Con acierto, el Tribunal concluyó que, teniendo en cuenta el video de
las cámaras de seguridad donde podía observarse a S., sumado a los testimonios de
Tuama y Ramírez y a la secuencia fáctica que se tuvo por acreditada junto a la
restante información obtenida durante la investigación, no era posible sostener la
ajenidad de R. A. S. en el hecho investigado.
En cuanto al testimonio de Edmundo Sánchez, es necesario diferenciar
ciertas cuestiones.
Por un lado, los dichos de Sánchez escuchados por personal policial tienen
plena validez como fuente de una línea investigativa en la etapa de instrucción;
siempre -claro está- que no se encuentre objetado el modo de obtención, esto es:
mediante coacción, intimidación y/o en violación de garantías constitucionales;
circunstancia no alegada por la defensora y mucho menos acreditada en el legajo.

201
Entonces, frente a la presencia del interesado en el asiento de la seccional policial, a
fin de manifestar lo vivenciado, no es dable exigir a los agentes del orden una inacción
funcional. De no ser ello así, se encontrarían ante la disyuntiva de incumplir con los
deberes que dada su función les incumbe.
Ahora bien, aclarado este punto, asiste razón a la defensa cuando plantea que
el testimonio del tío del imputado se encuentra comprendido en la prohibición de
declarar establecida por el art. 234 del CPP, mandato que impide incluir en la
valoración probatoria aquellas manifestaciones que perjudiquen al imputado. Sin
embargo, aun prescindiendo del aludido testimonio, tanto la materialidad ilícita como la
autoría responsable del encartado encuentra sustento autónomo y suficiente en el
resto de los elementos considerados por el sentenciante, a los que anteriormente hice
referencia.
La conclusión a la que arribó el Tribunal de la instancia se encuentra fundada
en una pluralidad de elementos convictivos armonizados y relacionados sin fisuras, no
pudiendo ser tachada de arbitraria o ilógica; vicios cuya presencia tampoco ha logrado
demostrar la impugnante.
Por otro lado, tampoco la defensa ha dado cuenta de los motivos por los cuales
considera vulnerado el derecho de defensa en juicio, ni especificó de manera concreta
el perjuicio causado. La ley impone que el impugnante individualice en forma concreta
y específica aquellos vicios que justifican su impugnación. Nada de lo cual ha
realizado la impugnante, limitándose sólo a denunciar la transgresión de la manda del
art. 234, sin hacerse cargo de demostrar de qué modo y con cuales alcances, la
detracción de la mentada probanza hubiese modificado el resultado del proceso,
máxime cuando la lectura del veredicto permite concluir que el hecho y la autoría del
mismo no fue construida exclusivamente en base a la cuestionada declaración, sino
que, por el contrario, se basó en diversos elementos arrimados al proceso.
En función de lo expuesto, entiendo que corresponde propiciar el rechazo del
recurso interpuesto, toda vez que lo resuelto se presenta respetuoso de lo normado en
los artículos 106, 210 y 373 del Código Procesal Penal, y concordante con los
postulados que demarca la sana crítica racional, sin que se advierta la presencia de
signos de arbitrariedad o absurdo valorativo, pues lo resuelto por el a quo encuentra
sustento en los razonados criterios que expuso al tiempo de valorar el contenido de la
prueba reunida, todo lo cual permite acompañar la decisión adoptada en cuanto a que
se encuentra acreditada la coautoría atribuida a R. A. S. respecto a los delitos de

202
homicidio agravado criminis causae en concurso real con robo agravado por el uso de
arma de fuego y la autoría del delito de portación ilegal de arma de guerra, todos en
concurso real entre sí.
Por demás, no huelga recordar en orden a los disconformidades efectuadas por
la parte agraviada, que el vicio de absurdo no se consuma por el hecho de que el
Tribunal de grado prefiera o atribuya trascendencia a un medio probatorio respecto de
otro, o se incline por la verosimilitud de alguna prueba en particular en desmedro de
otra, sino que se debe evidenciar un error grave, manifiesto y fundamental que
conduzca a conclusiones inconciliables con las constancias objetivas de la causa, lo
que en el particular de acuerdo a los argumentos vertidos en los párrafos precedentes
no ha ocurrido.
En conclusión, observo que el Tribunal sentenciante dictó un pronunciamiento
ajustado a derecho, fundando y acreditando la responsabilidad del acusado en los
injustos con prueba eficientemente reunida, sin menoscabar garantías fundamentales;
todo lo cual razonadamente se encuentra convalidado frente a la entidad cargosa de la
totalidad de las declaraciones testimoniales llevadas a cabo en el debate y la
documental incorporada por su lectura al juicio, a partir de las cuales es posible
sostener, con el grado de certeza requerido, que el acusado resulta responsable de los
delitos juzgados.
En función de lo expuesto, propicio el rechazo del recurso interpuesto, con
costas (arts. 45, 55, 80 inc. 7, 166 inc. 2 primer párr. y 189 bis segundo, cuarto párr.,
CP; 1, 106, 210, 234, 373, 448, 451, 530, 531 y concs., CPP).
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el señor juez doctor Borinsky dijo:
Adhiero al voto del doctor Carral, por sus fundamentos, y a esta primera
cuestión, también me pronuncio por la NEGATIVA.
A la segunda cuestión planteada, el señor juez doctor Carral dijo:
En atención al resultado que arroja el tratamiento de la cuestión precedente
corresponde rechazar, con costas, el recurso de casación interpuesto por la defensa y
confirmar la sentencia atacada en todo cuanto fuera materia de agravio (arts. 45, 55,
80 inc. 7, 166 inc. 2 primer párr. y 189 bis segundo, cuarto párr., CP; 1, 106, 210, 234,
373, 448, 451, 530, 531 y concs., CPP).
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el señor juez doctor Borinsky dijo:

203
Adhiero al voto del señor juez doctor Carral en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente
SENTENCIA
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, la Sala V del Tribunal
R E S U E L V E:
RECHAZAR, con costas, el recurso de casación interpuesto por la defensa y
CONFIRMAR la sentencia atacada en todo cuanto fuera materia de agravio (arts. 45,
55, 80 inc. 7, 166 inc. 2 primer párr. y 189 bis segundo, cuarto párr., CP; 1, 106, 210,
234, 373, 448, 451, 530, 531 y concs., CPP).
Regístrese, notifíquese a la Defensa y al Ministerio Público Fiscal y
oportunamente devuélvase.
FIRMADO: DANIEL CARRAL - RICARDO BORINSKY. JUECES
ANTE MÍ: MARÍA ESPADA. SECRETARIO

Sala V, Causa Nro. 108.431 “G. N. E. s/ Recurso de Queja”, Registro 1234 de


fecha 18/11/2021.-

 “En el ámbito penal juvenil y frente a la posibilidad de arribar a un posible juicio


oral en el cual se determine la culpabilidad o no de un niño o niña, se advierte
sin mayor hesitación que nos encontramos frente a un individuo que resulta
punible por su edad y, en consecuencia, se ha considerado desde el Estado y
conforme la normativa nacional e internacional, que se encuentra en
condiciones madurativas de afrontar un debate oral y las consecuencias que
del mismo se deriven, esto es: la posibilidad de una condena y la imposición de
una pena. Frente a tal posibilidad, y no dejando de advertir el componente
educativo que de por sí conlleva el proceso penal juvenil respecto de todo niño
involucrado en el mismo, su decisión respecto de la modalidad en que ha de
ser juzgado y en cabeza de quien se encuentre la decisión sobre su
culpabilidad o no -sin dejar de recordar que en cuánto a la necesidad o no en
su caso de imponer pena y la mensuración de la misma, será el juez
especializado quien afronte esa función- no solo no puede dejar de ser tenida
en cuenta, sino que justamente se afectaría su integridad como sujeto, su
confianza en el proceso que se le sigue y su igualdad con relación al mismo

204
derecho concedido a un adulto frente al mismo caso, si fuera descartada”.
(Kohan y Budiño MA)
 “No existe regulación que impida o vede la aplicación del sistema de jurados
populares a los procesos seguidos a los jóvenes en conflicto con la ley penal”.
(Kohany Budiño MA).

En la ciudad de La Plata, reunidos en Acuerdo Ordinario, los Señores Jueces


de la Sala Quinta del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires,
integrada por los doctores Fernando Luís María Mancini, Mario Eduardo Kohan y
María Florencia Budiño, para resolver en la causa Nº 108431 caratulada "G. N. E. s/
RECURSO DE QUEJA (art. 433 CPP)". Practicado el sorteo de ley resultó en la
votación que debía observarse el orden siguiente: MANCINI - KOHAN - BUDIÑO.
ANTECEDENTES
La Sala II de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal del
Departamento Judicial La Plata confirmó el pronunciamiento dictado por el Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil n° 2 local que no hizo lugar a la implementación del
procedimiento de juicio por jurados en favor de N. E. G.
Contra dicha resolución, la señora Defensora Oficial, doctora María Elia
Klappenbach, dedujo recurso de casación, cuyo rechazo por parte de la Cámara de
Apelaciones ha motivado la interposición de la presente queja, en los términos del
artículo 433 del Código Procesal Penal.
Hallándose la causa en estado de dictar sentencia, este Tribunal decidió
plantear y votar las siguientes:
CUESTIONES
Primera: ¿Es formalmente admisible la queja y en su caso procedente el
recurso de casación?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
VOTACIÓN
A la primera cuestión planteada, el doctor Mancini dijo:
I- La recurrente refiere que la resolución atacada es recurrible porque causa un
gravamen de imposible reparación ulterior y por lo tanto equiparable a sentencia
definitiva.
Alegó que la misma presenta una ausencia de reconocimiento del piso de
derechos garantizado a los jóvenes (Comité de Derechos Humanos en la Observación

205
General Nº 13, párrafo 16, "Los menores deben disfrutar por lo menos de las mismas
garantías y protección que se conceden a los adultos en el art. 14 del Pacto
Internacional De Derechos Civiles Y Político") y con ello la vulneración del debido
proceso legal juvenil, conforme a los arts. 18 y 72 inc. 22 de la Constitución Nacional,
Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, Art. 3 40.2.IV; Convención
Americana sobre Derechos Humanos, artículo 19 y 8; Observación General Nro. 24
del Comité de los Derechos del Niño (ONU) ptos. 46 y 61.
Relata que la negativa a abordar la problemática planteada importaría una
violación a las normas constitucionales e instrumentos internacionales, en lo relativo al
derecho de acceso a la jurisdicción y a obtener una efectiva protección jurisdiccional.
Denuncia que las decisiones en ambas instancias fueron adoptadas en
violación al derecho del joven a ser oído. Así, no obstante haber manifestado su
intención de ser juzgado por un jurado popular, se desestimó su pedido sin escucharlo.
Cuestiona la arbitrariedad del fallo de la Alzada que, invocando el principio de
trato diferenciado que rige el Derecho Penal Juvenil, confirma el rechazo del pedido
pero sin dar ninguna justificación de porqué el instituto en cuestión vulneraría dicho
precepto.
Solicita se haga lugar al recurso y se declare inválido el pronunciamiento de la
Cámara.
II- En relación a la admisibilidad de la queja, observo que en el caso se
encuentran reunidos los requisitos relativos tanto al tiempo como a la forma de su
interposición, por lo que resulta formalmente admisible en los términos del artículo 433
del Código Procesal Penal.
Sin embargo, a mi juicio, la misma no es procedente pues el recurso de
casación fue bien declarado inadmisible.
El pedido formulado por la Defensa, ya ha sido revisado por la Cámara de
Apelación y Garantías a través del tratamiento brindado al recurso de apelación
interpuesto en cuanto confirmó la resolución dictada por el Juzgado interviniente (art.
421 in fine del CPP).
En situaciones como la de autos, esta Sala sostuvo reiteradamente que se está
ante uno de los supuestos para los cuales el ordenamiento procesal vigente no tiene
previsto recurso de casación.
En efecto, el artículo 450 establece: "Además de los casos especialmente
previstos, podrá deducirse el recurso de casación contra las sentencias condenatorias

206
dictadas en juicio por jurados y contra las sentencias definitivas de juicio oral, juicio
abreviado y directísimo en lo criminal, sin perjuicio de lo dispuesto por el art. 417 del
CPP."
"Asimismo, podrá deducirse respecto de los autos dictados por la Cámara de
Apelación y Garantías en lo Penal revocatorios de los de primera instancia siempre
que pongan fin a la acción, a la pena, o a una medida de seguridad o corrección, o
imposibiliten que continúen; o denieguen la extinción o suspensión de la pena o el
pedido de sobreseimiento en el caso que se haya sostenido la extinción de la acción
penal".
Entonces aparece claro que la decisión de la Cámara que confirmó la decisión
originaria, rechazando así la apelación interpuesta por la defensa, no resulta un
supuesto revisable mediante la vía casatoria pretendida (conf. arts. 450, 454 y ccdtes.,
CPP).
Por otro lado, no se advierten en este supuesto circunstancias límites de
arbitrariedad, absurdo o gravedad institucional que habiliten excepcionar la regla
general antes enunciada, cuya presencia por cierto no ha sido demostrada, en tanto la
denuncia de arbitrariedad sobre la decisión de la alzada de no hacer lugar al pedido de
implementación del procedimiento de juicio por jurados, fundando tal postura en que la
"diferenciación que justifica un tratamiento distinto entre menores y mayores no es
caprichosa y, precisamente, se instrumenta en base al Interés Superior del Niño,
teniendo en cuenta sus particulares características y considerándolo como pleno
sujeto de derechos que merece especial atención (...)", en efecto, la posición que se
ciñe a sostener, no puede interpretarse sino como una opinión divergente y paralela
respecto de la resolución arribada que no permiten abrir la competencia de este
tribunal.
Por consiguiente, cuando el derecho o la facultad de recurrir una determinada
resolución ha sido satisfecho a través de la apelación y no se presentan las
situaciones de excepción ya mencionadas en este voto (lo cual podría tornar, según el
caso, necesaria la intervención de este Tribunal como instancia previa de acceso a la
Corte local), la ley procesal no le acuerda a las partes una tercera vía ordinaria de
impugnación. Los recursos de apelación y casación, en este sentido, no son remedios
sucesivos, sino alternativos.
Los recursos no se conciben, dado su carácter excepcional, fuera del orden
fijado en las leyes. Configuraría un ejercicio autoritario de las propias atribuciones la

207
pretensión de resolver, bajo el argumento de reparar supuestas irregularidades en las
resoluciones de los órganos del proceso, cuestiones que excedan las facultades
legalmente otorgadas a este Tribunal.
III. Con relación a la cuestión federal invocada, para superar el valladar formal
que constituyen las normas que regulan las diversas vías impugnativas, en el caso
concreto el artículo 450 del CPP, deben hallarse exteriorizados con suficiencia los
recaudos que permitirían sortear con éxito su acceso a la instancia federal. En este
sentido, la impugnante no demuestra suficientemente el carácter federal de los
agravios que pretende someter a conocimiento y decisión de este Tribunal.
Resulta insuficiente la mera invocación de una cuestión federal basamentada
en genéricas postulaciones tales como la violación del derecho de defensa en juicio,
debido proceso, si no se la desarrolla y se la asocia a lo actuado en el caso concreto.
De esta forma no se abastecen los perfiles con que debe contar el planteo de una
cuestión federal para ser admisible, suficiente y atendible.
Las falencias argumentales de la queja federal no resultan aptas para
demostrar que la decisión controvertida en esta instancia casatoria importe la
afectación constitucional que se pregona.
IV. En consecuencia, evidenciada la ausencia de los requisitos objetivos
exigidos por el artículo 450 del rito, propongo que la queja en análisis sea declarada
improcedente. Con costas (arts. 106, 421, 450, 454, 456, 464, 530, 531 y concs., CPP,
arts. 14 y 15, ley 48).
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el doctor Kohan dijo:
I- Adhiero al voto del Dr. Mancini en el punto relativo a la admisibilidad de la
presente queja.
II- Sin embargo he de disentir con el voto de mi colega preopinante pues, a
contramano de lo sostenido por las instancias anteriores, entiendo que en el presente
proceso media un supuesto de excepción desde que median agravios de índole
constitucional que guardan directa relación con la suerte de la pretensión recursiva
(conf. doct. Ac. 80.570, res. de 17 VII 2003; Ac. 87.203, res. de 22 IX 2004; Ac.
96.735, res. de 24 V 2006; Ac. 101.238, 5 XII 2007, Ac.106.924, res. 18-8-2010;
Ac.103.391, res.4-5-2011; entre muchos otros de la S.C.B.A.).
Por ende, la vía recursiva ensayada es idónea para el tratamiento de las
cuestiones federales que se encuentran aquí en juego, asegurando a la parte el

208
tránsito por todas las instancias intermedias que le permitan concurrir al Superior
Tribunal de la causa, como recaudo previo de admisibilidad del potencial remedio
federal en los términos del art. 14 de la ley 48, dando cumplimiento a la doctrina
consolidada de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en los precedentes "Strada"
(Fallos 308:490), "Di Mascio" (Fallos 311:2478) y "Christou" (Fallos 310:324), entre
otros.
En el caso, se encuentran en juego garantías constitucionales tales como el
debido proceso legal, el principio de igualdad ante la ley, el derecho del niño a ser oído
y a ser juzgado por un jurado popular (arts. 5, 16, 18, 24, 75, incs. 12 y 22, y 118 de la
Constitución Nacional; 3, 12 y 40 de la Convención sobre los Derechos del Niño).
Por tanto, las articulaciones de naturaleza federal involucradas permiten sortear
los requisitos de admisibilidad establecidos por la ley local en los arts. 448, 449 y 450
del C.P.P., imponiéndose la apertura del remedio intentado.
III- Superada la cuestión relativa a la admisibilidad, comenzaré mi voto
formulando dos preguntas que intentaré contestar a lo largo de este desarrollo: ¿Por
qué no podría someterse un proceso de la justicia minoril a un enjuiciamiento por vía
de jurados populares? y ¿Cuál es la objeción que puede formularse para aplicar el
régimen previsto por la ley 14.543 a un procedimiento que tramita bajo los parámetros
de la 13.634?
Entiendo que el análisis del tema tiene que pasar necesariamente por dos ejes
centrales que terminan convergiendo. El primero de ellos refiere a las regulaciones
vigentes que atañen al enjuiciamiento de los menores en conflicto con la ley penal y al
procedimiento de jurados populares; el segundo, a la esencia misma del aludido jurado
y el rol institucional que cumple.
Siguiendo estas líneas que me he propuesto, debo decir que de la simple
lectura e interpretación del texto de la ley 14.543 que implementó el modelo de jurados
populares en nuestra provincia, ningún distingo hace respecto de si se debe enjuiciar
personas mayores o menores de edad. En otras palabras, no posee otra limitación que
la del monto de pena en abstracto del delito enrostrado al imputado. En efecto, el art.
22 bis incorporado por Ley 14.543 reza “El Tribunal de jurados conocerá en los delitos
cuya pena máxima en abstracto exceda de quince (15) años de prisión o reclusión o,
tratándose de un concurso de delitos, alguno de ellos supere dicho monto” (el
destacado me pertenece). Como se ve, el texto legal habla de “Tribunal de jurados” y

209
no realiza ninguna salvedad ni distinción acerca de otro ámbito de su competencia que
la pena indicada.
Ello es respetuoso del modelo que previó el constituyente originario, tanto en la
parte dogmática como en la orgánica de nuestra Constitución Nacional, todas las
causas criminales deben ser resueltas a través del sistema de jurados populares (art.
24 y arts. 75, inc. 12 y art. 118 –éste inspirado en el Art. III, Sección 2, inciso 3° de la
Constitución de los Estados Unidos de América-). Claro está, sujeto a la
reglamentación que en el caso de nuestra provincia fijó el ámbito reseñado en el
párrafo precedente.
Como ya lo he sostenido en la causa N° 83.026 “Díaz Villalba”, lo que aquí no
puede desatenderse es que lo que está en juego no es ni más ni menos que la
garantía del Juez Natural. Dije en ese entonces que “…con el avenimiento de la
aludida normativa, se advierte entre los principios contenidos en el art. 1 del C.P.P. al
de "juez natural” y al “juicio por jurados", lo que viene a significar que en los casos
previstos por el nuevo ordenamiento habrá una suerte de desdoblamiento en la tarea
de juzgar algunos delitos criminales que queda en cabeza de un “Juez Natural” y de un
“Jurado Natural”, con funciones bien diferenciadas, mas ambos con un reconocimiento
en el texto constitucional. Ello surge del propio articulado citado que reza "Nadie podrá
ser juzgado por otros jueces que los instituidos por la ley antes del hecho objeto del
proceso y designados de acuerdo con la Constitución de la Provincia. La competencia
y el procedimiento para el juicio por jurados en causas criminales se ajustarán a las
normas de este Código", siendo que de esta forma se ha regulado la participación
ciudadana como principio procedimental conforme a lo previsto en la Constitución de
la Nación y en el Código procedimental. La jurisdicción es ejercida por los Jueces
profesionales, pero el dictado del veredicto, que esencialmente da por comprobado o
no un objeto procesal, entendido como un hecho humano voluntario en función penal y
con pretensión punitiva es tarea de los jurados…”
Vale decir que la garantía del “Juez Natural” está integrada en el caso de los
juicios regidos por la ley 14.543 por dos jueces: el del “derecho” (que es el Magistrado
profesional con funciones permanentes) y el de “los hechos” (que no es otro que el
jurado popular que resulta ser ocasional).
De otra parte, tenemos la legislación procesal de la Justicia Minoril. A partir de
la sanción de las leyes 13.298 y 13.634 -y sus modificatorias- en la Provincia de
Buenos Aires se instauró un nuevo régimen procesal en materia de responsabilidad

210
penal juvenil, superando de esta manera el anterior sistema, el cual se sustentaba en
el decreto-ley 10.067/83, y en la llamada “doctrina de la situación irregular”, dando
paso a un nuevo régimen acorde a los estándares internacionales en materia de
jóvenes en conflicto con la ley penal, respetuoso de la Constitución Nacional, y de los
Tratados Internacionales de Derechos Humanos que la integran, especialmente la
Convención sobre los Derechos del Niño y los documentos internacionales no
contractuales que la complementan -que se conocen bajo diferentes denominaciones,
entre ellas, declaraciones, principios básicos, reglas mínimas, recomendaciones y
directrices-, en particular podemos destacar las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas para la Administración de la Justicia de Menores -Reglas de Beijing-,
adoptadas por la Asamblea General en su resolución 40/33, del 28 de noviembre de
1985; las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia
Juvenil -Directrices de RIAD- adoptadas y proclamadas por la Asamblea General en su
resolución 45/112, del 14 de diciembre de 1990; las Reglas de las Naciones Unidas
para la protección de los menores privados de libertad, adoptadas por la Asamblea
General en su resolución 45/113, del 14 de diciembre de 1990; y las Reglas mínimas
de las Naciones Unidas sobre las medidas no privativas de la libertad -Reglas de
Tokio-, adoptadas por la Asamblea General en su resolución 45/110, del 14 de
diciembre de 1990.
En forma concordante con la normativa precitada, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, a través de la Opinión Consultiva N° 17/2002, ha observado que
los menores de 18 años a quienes se atribuya la comisión de una conducta delictuosa
deben quedar sujetos a órganos jurisdiccionales, distintos de los correspondientes a
los mayores de edad. De ello surge que resulta indudable que el Estado argentino se
ha comprometido frente a la comunidad internacional a adoptar las medidas
necesarias para promover la creación de leyes que adecúen la normativa local a los
postulados internacionales, al igual que establecer procedimientos e instituciones
"específicas" para los niños, brindándoles un trato que contemple los derechos de los
adultos, pero que a su vez, amplíen sus derechos dada su condición de niños, frente a
las infracciones a la ley penal por las que deban ser enjuiciados.
Todo ello integra el corpus iuris de los derechos del niño, el que aborda
distintos aspectos de los derechos de la niñez, ya sea en forma general o particular,
debiendo ser interpretado y aplicado en forma coherente y armoniosa (en el mismo
sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva 17/2002).

211
En el punto en cuestión la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha tenido la
posibilidad de expedirse en el precedente “Maldonado” del 7/12/2005 (M. 1022 XXXIX,
causa nro. 1174C) sobre el sistema de juzgamiento de niños y adolescentes y sobre
los parámetros que deben ser tenidos en cuenta a la hora de la imposición de una
pena, tal como lo sostuve en el marco de las causas 64.208 y 78.541 -ac. 78.542 y
78.543- del registro de esta Sala IV.
Así el Alto Tribunal expuso que resulta constitucionalmente obligatorio valorar
la minoridad de edad al momento del hecho como consecuencia del art. 40 inc. 1° de
la Convención sobre los Derechos del Niño, toda vez que entendió que en los casos
de menores la concreta situación emocional al cometer el hecho, sus posibilidades
reales de dominar el curso de los acontecimientos, o bien, la posibilidad de haber
actuado impulsivamente o a instancia de sus compañeros, o cualquier otro elemento
que pudiera afectar la culpabilidad adquieren una significación distinta, que no puede
dejar de ser examinada al momento de determinar la sanción a imponer.
También estableció que en la ley 22.278 existe un aspecto que no aparece en
el Código Penal: la facultad y el deber del Juez de ponderar “la necesidad de la pena”.
Con las referencias que he formulado, se demuestra que los aspectos
esenciales del régimen especial de minoridad y que lo distingue del proceso de los
adultos se centra –más allá de otros institutos que no son propios de la instancia de
juicio- en la posibilidad que tiene el Juez de imponer o no pena, luego de haberse
comprobado la existencia de un delito y la responsabilidad penal del joven respecto del
mismo.
Es hora de abordar alguna objeción que surge de las discusiones que rodean a
este tema. Ello es la falta de especialización del jurado popular que necesariamente
debe contener un sistema destinado a enjuiciar menores de edad.
De la reseña que he formulado en los párrafos previos, creo que la respuesta a
la aludida objeción aparece bien nítida: La máxima expresión de la especialización
requerida está dada luego de dictado el auto de responsabilidad y tiene como eje la
necesidad de imponer pena y la cuantificación de la misma (de corresponder),
conforme los principios que rigen la Justicia Penal juvenil.
El desarrollo hasta aquí formulado demuestra –en lo que resulta pertinente de
la etapa de juicio- que el proceso de decisión que lleva al dictado del auto de
responsabilidad que viene dado por el art. 4 de la ley 22.278 no resulta distinto de la
construcción que se hace en el caso del juzgamiento de mayores, desde que se

212
establece la corroboración del hecho delictuoso y el grado de responsabilidad del
individuo respecto del mismo. Ello se pone de manifiesto en la propia letra de la ley
13.634 cuando en su art. 56 prevé “Concluido el debate, el Juez o en su caso el
Tribunal de la Responsabilidad Penal Juvenil, con base en los hechos probados, en la
existencia del hecho, en su tipicidad, en la autoría o participación del niño, en la
existencia o inexistencia de causales eximentes de responsabilidad, en las
circunstancias y gravedad del hecho, y en el grado de responsabilidad, por auto
fundado, resolverá: 1. Declarar absuelto al niño, dejando sin efecto la medida
provisional impuesta y archivar definitivamente el expediente. 2. Declarar penalmente
responsable al niño y aplicarle una o varias de las medidas judiciales previstas en el
artículo 68 de esta Ley, con determinación específica de cada una de ellas, su
duración, finalidad y las condiciones en que deben ser cumplidas” (el destacado es de
mi autoría).
Si a lo expuesto se adita el hecho que el art. 1 de la ley en trato establece la
aplicación subsidiaria en el proceso penal juvenil de las reglas contenidas en el Código
Procesal establecido por la norma N° 11.922 y sus modificatorias, en tanto no sean
modificadas por la regulación específica, podemos colegir que la porción del proceso
de determinación y acreditación del objeto procesal no resulta diferente del que rige
para los mayores de edad, con la clara excepción de que los juicios no deben ser
públicos, característica que no afecta la nota relativa a la realización del debate y las
determinaciones que de él surjan.
La especialidad propia del régimen penal juvenil, si bien está presente a lo
largo de todo el proceso, cobra real relevancia luego del dictado del auto de
responsabilidad del menor de edad, desde que se abre entonces la etapa tutelar a la
que refiere el citado art. 4 de la ley nacional 22.278, momento específico en que
aparece en toda su dimensión, lo que no empaña lo antes dicho relacionado con la
comprobación de los hechos y la asignación de responsabilidad penal al niño.
Por tanto, el argumento de la especialidad cede en este aspecto.
Hasta aquí, el marco conceptual normativo. En ninguna parte de los textos que
fijan las competencias se excluye al juzgamiento de menores bajo el sistema de
jurados populares. En esto, acompaño tanto a la defensa recurrente como a la Fiscal
ante este Tribunal que señalaron el parangón que puede trazarse con la situación del
juicio abreviado, que no está receptado dentro del ordenamiento especial del fuero de

213
la responsabilidad juvenil y, sin embargo, es aplicado sin ambages por los operadores
del sistema penal de minoridad.
La segunda porción de mi posición viene dada por la esencia del jurado y del
veredicto que pronuncia.
Debo recordar lo que oportunamente expresé en los comienzos de la tarea del
Tribunal de Casación en la revisión de las sentencias emanadas de los juicios por
jurados. En mi voto en causa N° 75.197 “Castillo” y en las que siguieron a tal
precedente, señalé que “La esencia del jurado, por su propia definición, resulta ser “…
la participación del pueblo en una función reservada al Estado en la administración de
la justicia penal. El Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel
Ossorio lo define como el ‘tribunal constituido por ciudadanos que pueden o no ser
letrados y llamados por la ley para juzgar, conforme a su conciencia, acerca de la
culpabilidad o de la inocencia del imputado, limitándose únicamente a la apreciación
de los hechos (mediante un veredicto), sin entrar a considerar aspectos jurídicos,
reservados al juez o jueces que, juntamente con los jurados, integran el tribunal’.
Determinando que ‘jurado se denomina también a la persona que forma parte de ese
tribunal popular’. Según el Dr. Luis Herrero, de la Universidad del Salvador, ‘el juicio
por jurado es una institución de naturaleza procesal concebida para preservar la paz
social’. Se podría decir que históricamente el jurado aparece como un medio para
limitar la autoridad de quienes gobiernan, excediéndose en su poder. En sustancia, el
jurado es la intervención popular en la administración de justicia para frenar el
absolutismo en los juicios penales de los poderes del Estado. (“Juicio por Jurado”,
Serie “Estudios e Investigaciones Nº 13” publicado por la Dirección de Información
Parlamentaria del Congreso de la Nación)”.
Por tanto, se puede afirmar que la institución del jurado popular resulta ser una
verdadera garantía contra los abusos de poder en los que pueda incurrir el Estado.
Ella se traduce en un derecho subjetivo de los ciudadanos a ser juzgados por sus
pares. No está demás recordar que la función esencial de las garantías es poner
límites al omnipoderoso Estado en pos de preservar al ciudadano, en nuestro caso, de
los desvíos de la justicia.
Así, el Barón de Montesquieu decía que “El poder de juzgar... debe ejercerse
por personas salidas del pueblo en la forma que establezca la ley para formar un
tribunal transitorio. Este es el único medio como el terrible poder de juzgar no se
vincule a ningún Estado, a ninguna profesión y se haga invisible y nulo” para también

214
definir con suma claridad que "El Poder judicial no debe dársele a un Senado
permanente, sino ser ejercido por personas salidas de la masa popular, periódica y
alternativamente designadas de la manera que la ley disponga, las cuales formen un
tribunal que dure poco tiempo, el que exija la necesidad. De este modo se consigue
que el poder de juzgar, tan terrible entre los hombres, no sea función exclusiva de una
clase o de una profesión; al contrario, será un poder, por decirlo así, invisible y nulo.
No se tienen jueces constantemente a la vista; podrá temerse a la magistratura, no a
los magistrados" (Montesquieu, "Del espíritu de las leyes", Libro Décimo-primero,
Capítulo VI, Porrúa, México, 1982, trad. Nicolás Estévanez, pág. 105).
Una derivación de lo indicado en los párrafos precedentes converge en que,
por medio del juicio por jurado, se entrega a los ciudadanos la administración de
justicia, pues anteriormente esta función era un monopolio de los monarcas o de los
magistrados asignados. La ventaja de esta forma de administración de justicia, es que
sean los mismos ciudadanos que conocen las normas, valores y principios de la
comunidad, el razonar -en una sana racionalización- si la persona actuó afectando los
intereses comunes, materializados en la norma (conf. Berman, Harold, “Law &
Revolution”. Cambridge: Harvard University Press, 1999, pp. 65 y ss).
Lo trascendente de lo reseñado es la asunción de parte del pueblo de una de
las funciones del Estado que originariamente delega en sus representantes –en lo que
Montesquieu rotula como “mandato representativo” en la obra precitada-, por lo que
pasa a ser parte de la decisión judicial.
Entonces, hay ahora que adentrarse en qué es el jurado y lo que significa su
veredicto. De las definiciones que he formulado del instituto emerge que se delega el
proceso deliberativo de la culpabilidad a los jurados y de esta forma se limita, como
contrapeso, el poder del juez.
Ahora bien, ¿cómo funciona ese contrapeso a la figura del Juez? Ello se
explica luego de que el jurado popular analiza la evidencia elevada al rango de prueba
en el juicio respectivo y emite un veredicto. Lo que ocurre luego de ese momento
procesal no es otra cosa que condicionar la actuación y el aludido poder del Juez;
cuando es absolutorio, esa decisión resulta terminantemente liberatoria. Pero, me
interesa puntualizar que, cuando éste es de culpabilidad, lo que se provoca es de
alguna manera que se libere ese poder punitivo que está en cabeza del Juez
profesional, que se encuentra ahora habilitado a imponer una sanción al acusado
conforme a la ley.

215
Es tan trascendental esa decisión que luego de ese pronunciamiento de
culpabilidad, el Estado recién está en condiciones de desplegar ese omnímodo poder
sobre el ciudadano. Por tanto, el veredicto del jurado es un verdadero límite al ejercicio
del poder estatal.
El punto es sintetizado a la perfección en el fallo “Alleyne v. United States”, 570
U.S. 99 (2013), cuando en el voto del Presidente del Tribunal, el Juez ROBERTS, a
quien adhieren los jueces SCALIA y KENNEDY, sostuvo que “…la Sexta Enmienda
preveía el juicio por jurado como una "doble seguridad, contra los prejuicios de los
jueces, que pueden participar de los deseos y opiniones del gobierno, y contra las
pasiones de la multitud, que puede exigir a su víctima con una precipitación
clamorosa". J. Story, Comentarios sobre la Constitución de los Estados Unidos § 924,
pág. 657 (abr. 1833); véase también The Federalist No. 83, pág. 499 (C. Rossiter ed.
1961) (A. Hamilton) (en el que se examina el juicio penal con jurado como protección
contra el "despotismo judicial"). Nuestras posturas que establecen que un juez no
puede sentenciar a un acusado a más de lo que el jurado ha autorizado
adecuadamente preservan el derecho del jurado como una protección contra la
extralimitación judicial” –traducción propia-.
(The Sixth Amendment therefore provided for trial by jury as a “double security,
against the prejudices of judges, who may partake of the wishes and opinions of the
government, and against the passions of the multitude, who may demand their victim
with a clamorous precipitancy.” J. Story, Commentaries on the Constitution of the
United States §924, p. 657 (Abr. 1833); see also The Federalist No. 83, p. 499 (C.
Rossiter ed. 1961) (A. Hamilton) (discussing criminal jury trial as a protection against
“judicial despotism”). Our holdings that a judge may not sentence a defendant to more
than the jury has authorized properly preserve the jury right as a guard against judicial
overreaching. (Voto del Juez Roberts en “Alleyne v. United States”, 570 U.S. 99
(2013)).
Entonces, a la vista de la importancia del pronunciamiento del jurado popular,
cabe destacar cuáles son las notas que lo distinguen para que su rol no se vea
comprometido. Y en eso, tenemos que repasar algunos conceptos que se han
desarrollado a lo largo de los fallos dictados en la materia por este Tribunal (cito aquí
los de Sala I, C. 72.016 “Mazzon”, C. 80.254 “Cabrera y Serrano”; Sala II, C. 79.340
“Lopez”, C. 91.610 “Aranda”; Sala III, C. 83.268 “De Angelis”; Sala IV, C. 75.197
“Castillo” y C. 81.206 “Monzon”, entre muchos otros) y que también se encuentran en

216
la ley. Entre ellas se encuentra no ser molestado en el desempeño de su función
(art.338 ter del C.P.P.), la deliberación en reunión secreta de los mismos que llega a
sancionar con nulidad la intromisión de cualquier persona en esa instancia (371 ter) y,
finalmente, la no expresión de las razones por las que han votado en esa decisión.
Ello está mostrando la autonomía y soberanía del jurado popular en la
determinación de los hechos, lo que tiene como correlato la conclusión de que es un
ámbito que funciona como una verdadera reserva de poder asignada a la ciudadanía,
en la cual nadie inmiscuirse, sean particulares o cualquiera de las ramas del Estado.
Es decir, el ámbito de actuación del jurado está bajo una suerte de escudo protector
de toda interferencia exterior, siendo que ese espacio necesariamente debe estar libre
de toda influencia exterior, dada la trascendencia del producto que emerge de esa
institución.
Lo dicho parece tener correlato con las disposiciones de la Sexta Enmienda de
la Constitución de los Estados Unidos de América y del art. 118 de la Constitución
Nacional, que consagra al jurado popular como el decisor en las causas criminales,
acentuando su carácter de independiente, siendo que tal característica se ve
preservada por las distintas prerrogativas que enunciara en los párrafos precedentes.
También de ello deriva la necesidad de someter todas las cuestiones
relacionadas con el hecho delictivo enjuiciado al conocimiento del jurado. Así lo han
establecido las reglas elaboradas por la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos
en los fallos “Apprendi vs New Jersey” (99-478) 530 U.S. 466 (2000) y ratificada en el
fallo “Blakely vs. Washington” (02-1632) 542 U.S. 296 (2004), al considerar que todo
hecho –que no sea un hecho establecido por una condena anterior- que tenga como
consecuencia determinar el máximo de pena por un delito, debe ser: 1) incluido en un
requerimiento acusatorio, 2) sometido al jurado y 3) probado más allá de toda duda
razonable (conf. “El juicio por jurados en la jurisprudencia nacional e internacional”.
Alberto M. Binder y Andrés Harfuch, Buenos Aires, Ad Hoc, 2016, Tomo b, pág. 375 y
ss. El tema también ha sido desarrollado de gran manera en el voto de la Dra. Budiño
en causa N° 101.456 “Carli” de la Sala II de este Tribunal).
Adentrándonos en la doctrina sentada a partir de “Apprendi”, en lo que respecta
a la significación de la existencia del jurado, debo citar el voto del Juez Scalia, quien
debate con su colega, el Juez Breyer, quien enarbola sus preferencias por el sistema
de enjuiciamiento continental europeo. Allí Scalia resume a la perfección el punto aquí
tratado al precisar “Siento la necesidad de decir algunas palabras en respuesta a la

217
disidencia del juez Breyer. Esboza un esquema de justicia penal admirablemente justo
y eficiente diseñado para una sociedad que está dispuesta a dejar la justicia penal al
Estado. (Los jueces, a veces es necesario recordarnos, son parte del Estado, y una
parte cada vez más burocrática de él, en eso). Los fundadores de la República
Americana no estaban dispuestos a dejarlo en sus derechos al Estado, por lo que la
garantía del juicio por jurado fue una de las disposiciones menos controvertidas de la
“Bill of Rights”. Nunca ha sido lo más eficiente; pero siempre ha sido libre.
En cuanto a la equidad, que el juez Breyer cree que "en los tiempos
modernos", post, en 1, el jurado no puede proporcionar”: Creo que no es injusto decirle
a un posible delincuente que si comete su crimen contemplado se está exponiendo a
una sentencia de cárcel de 30 años, y que si, tras la condena, obtiene algo menos que
eso, puede agradecer la misericordia de un juez de buen corazón (al igual que puede
agradecer la misericordia de la comisión de libertad condicional si se lo deja salir
excesivamente temprano, o la misericordia de un gobernador de corazón tierno si su
sentencia es conmutada). ¿Habrá disparidades? Por supuesto.
Pero el criminal nunca recibirá más castigo del que esperaba cuando cometió
el crimen y se fijó la ley aplicable, más su culpabilidad por el delito (y por lo tanto la
duración de la sentencia a la que está expuesto) se determinará, más allá de una duda
razonable, por el voto unánime de 12 de sus conciudadanos.
En el ámbito burocrático de la equidad perfecta del juez Breyer, por el contrario,
los hechos que determinan la duración de la sentencia a la que está expuesto el
acusado serán determinados a existir (sobre una base medianamente probable) por un
solo empleado del Estado. Ciertamente es discutible (el juez Breyer lo argumenta) que
este sacrificio de protecciones previas vale la pena. Pero no es discutible que, solo
porque uno piense que es un sistema mejor que el previsto por una Constitución que
garantiza el juicio por jurado. Lo que en última instancia destruye el caso para los
detractores es que no pueden decir lo que el derecho a un juicio por jurado garantiza
si, como afirman, no asegura -lo que se ha supuesto que garantiza a lo largo de
nuestra historia- el derecho a que un jurado determine aquellos hechos que fijen la
sentencia máxima que la ley permite. No ofrecen ninguna alternativa coherente.
El juez Breyer parte de la suposición errónea y demasiado común de que la
Constitución significa lo que creemos que debería significar. No lo hace; cree lo que
dice. Y la garantía de que "en todos los procesos penales, el acusado gozará del
derecho a... juicio, por un jurado imparcial" no tiene contenido inteligible a menos que

218
signifique que todos los hechos que deben existir para someter al acusado a un
castigo legalmente prescrito deben ser encontrados por el jurado” (Nuevamente la
traducción es hecha por mi cuenta).
(“ I feel the need to say a few words in response to Justice Breyer’s dissent. It
sketches an admirably fair and efficient scheme of criminal justice designed for a
society that is prepared to leave criminal justice to the State. (Judges, it is sometimes
necessary to remind ourselves, are part of the State—and an increasingly bureaucratic
part of it, at that.) The founders of the American Republic were not prepared to leave it
to the State, which is why the jury-trial guarantee was one of the least controversial
provisions of the Bill of Rights. It has never been efficient; but it has always been free.
As for fairness, which Justice Breyer believes “[i]n modern times,” post, at 555, the jury
cannot provide: I think it not unfair to tell a prospective felon that if he commits his
contemplated crime he is exposing himself to a jail sentence of 30 years—and that if,
upon conviction, he gets anything less than that he may thank the mercy of a
tenderhearted judge (just as he may thank the mercy of a tenderhearted parole
commission if he is let out inordinately early, or the mercy of a tenderhearted governor
if his sentence is commuted). Will there be disparities? Of course. But the criminal will
never get more punishment than he bargained for when he did the crime, and his guilt
of the crime (and hence the length of the sentence to which he is exposed) will be
determined beyond a reasonable doubt by the unanimous vote of 12 of his fellow
citizens. In Justice Breyer’s bureaucratic realm of perfect equity, by contrast, the facts
that determine the length of sentence to which the defendant is exposed will be
determined to exist (on a more-likely-than-not basis) by a single employee of the State.
It is certainly arguable (Justice Breyer argues it) that this sacrifice of prior protections is
worth it. But it is not arguable that, just because one thinks it is a better system, it must
be, or is even more likely to be, the system envisioned by a Constitution that
guarantees trial by jury. What ultimately demolishes the case for the dissenters is that
they are unable to say what the right to trial by jury does guarantee if, as they assert, it
does not guarantee—what it has been assumed to guarantee throughout our history—
the right to have a jury determine those facts that determine the maximum sentence
the law allows. They provide no coherent alternative. Justice Breyer proceeds on the
erroneous and all-toocommon assumption that the Constitution means what we think it
ought to mean. It does not; it means what it says. And the guarantee that “[i]n all
criminal prosecutions, the accused shall enjoy the right to . . . trial, by an impartial jury,”

219
has no intelligible content unless it means that all the facts which must exist in order to
subject the defendant to a legally prescribed punishment must be found by the jury”.
Voto del Juez Scalia en “Apprendi vs New Jersey” (99-478) 530 U.S. 466 (2000)).
Lo trascendente de estas palabras del Juez Scalia consiste en que todo
aspecto que necesite estar contenido en la materialidad infraccionaría de un delito,
necesariamente debe pasar por el tamiz del jurado. Ello implica la resignificación de su
ubicación funcional que hace que esas determinaciones fácticas atraviesen esa zona
inexpugnable para los demás poderes y fuerzas del Estado, que no es otra cosa que la
actuación del jurado popular en el juicio y la deliberación que éste lleva adelante en el
“jury room”, actuando como un verdadero “catalizador” que arroja un producto que es
la decisión. Y ese temperamento, transcurrida las etapas antes relacionadas, en caso
de resultar un veredicto de culpabilidad, recién permite que el Juez desate todo el
poder estatal contra el individuo. En otras palabras, cuando las pruebas cruzan la luz
de los debates que se originan en el cuarto de los jurados, a partir de ellas, aflora la
decisión popular que determina la actuación del Estado con todas sus atribuciones.
En consecuencia, al oficiar de jurado, el pueblo ejerce uno de sus atributos
soberanos (entendiendo el concepto de soberanía como un poder sobre el que no hay
otro), que en un sistema de pesos y contrapesos como lo es la estructura establecida
por la Constitución, resulta un verdadero contralor de la función jurisdiccional,
parangonable con el contralor que ésta ejerce sobre los Poderes Ejecutivo y
Legislativo a través del sufragio.
Entonces, como dijera en la causa N° 83.026 “Díaz Villalba”, entre los principios
contenidos en el art. 1 del C.P.P. al de "juez natural” y al “juicio por jurados", lo que
viene a significar que en los casos previstos por el nuevo ordenamiento habrá una
suerte de desdoblamiento en la tarea de juzgar algunos delitos criminales que queda
en cabeza de un “Juez Natural” y de un “Jurado Natural”, con funciones bien
diferenciadas, mas ambos con un reconocimiento en el texto constitucional. Ello surge
del propio articulado citado que reza "Nadie podrá ser juzgado por otros jueces que los
instituidos por la ley antes del hecho objeto del proceso y designados de acuerdo con
la Constitución de la Provincia. La competencia y el procedimiento para el juicio por
jurados en causas criminales se ajustarán a las normas de este Código", siendo que
de esta forma se ha regulado la participación ciudadana como principio procedimental
conforme a lo previsto en la Constitución de la Nación y en el Código procedimental.

220
La jurisdicción es ejercida por los Jueces profesionales, pero el dictado del
veredicto, que esencialmente da por comprobado o no un objeto procesal, entendido
como un hecho humano voluntario en función penal y con pretensión punitiva, es tarea
de los jurados, que es el Juez de los “hechos”.
Todo ello remite a la garantía del “Juez Natural” como se explicara. Y como las
garantías tienden a recortar el poder que el Estado puede desplegar contra el
ciudadano, es aquí donde convergen las funciones tuteladoras de derechos: la reserva
de poder que significa la intervención de un jurado y el tamiz de los hechos que éste
realiza, resulta una limitante de la omnipresencia del Estado que necesita del mismo
para poder aplicar las sanciones que importan una condena. Ergo, todo remite a la
garantía del “Jurado Natural”. Vale la aclaración que ello ocurre cuando la parte
acusada opta por ejercer su derecho a ser juzgado por el sistema incorporado a
nuestro régimen procesal por la ley 14.543.
A partir de ello es que me permito señalar que la Constitución Nacional no
realiza algún distingo cuando ordena el juzgamiento de todas las “causas criminales”
por parte de jurados, en el sentido de indicar que algún grupo de individuos estén
excluidos de esa previsión. Por lo tanto, de ello surge con claridad que los menores
también poseen la garantía aludida al “Jurado Natural”, en los términos señalados en
los párrafos precedentes y con ello, a que los extremos de la actuación que pesa en su
contra atraviesen ese aludido “catalizador” que es el proceso decisorio que lleva
adelante el jurado popular.
Por tanto, a la vista de las consideraciones efectuadas, es mi opinión que no
median razones para excluir al control ciudadano en los procesos del fuero de
responsabilidad juvenil, siendo que la participación del pueblo a través del jurado
permite un conocimiento acabado de toda la problemática que está englobada en el
fuero penal y la intervención con que la Constitución la ha investido.
Y en esto, me animo a afirmar algo que también comparto y que surge de los
dictámenes de los Ministerios Públicos actuantes en este proceso: los niños poseen
los mismos derechos y garantías que los adultos. Ello surge con claridad de la
Observación General Nº 13, párrafo 16, del Comité de Derechos Humanos en cuanto
ha resuelto que “Los menores deben disfrutar por lo menos de las mismas garantías y
protección que se conceden a los adultos en el art. 14 del Pacto Internacional De
Derechos Civiles y Políticos”, poseyendo connotaciones innegables con las
previsiones de los arts. 18 y 75, inc. 22, de la Constitución Nacional; 40.2.IV de la

221
Convención Internacional sobre los Derechos del Niño; 19 y 8 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos; y puntos 46 y 61 de la Observación General
Nro. 24 del Comité de los Derechos del Niño (ONU). Y en el ámbito local, ello viene
previsto en el art. 36 de la ley 13.634.
En igual sentido, la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos de
América ha señalado que "el menor además de ser titular de los derechos
constitucionales que integran el debido proceso, por su misma condición de niño
también era titular de derechos e inmunidades especiales respecto de los adultos,
aunque reconoció que en la práctica recibía lo peor de dos mundos (worst of both
world) ni las garantías acordadas a los adultos ni los cuidados prometidos por su
condición de menor (“Kent v. United States", 383 U.S. 541, 1996)" (del voto de la
mayoría), siendo que ésta última porción remite y reafirma lo sostenido en el párrafo
precedente.
Por tanto, no encuentro ningún motivo legal para privar a los menores de la
garantía del jurado natural y de que los hechos por los que resulte acusado sean
sometidos al escrutinio del jurado popular, con todas las implicancias que fueron
reseñadas párrafos arriba.
En resumidas cuentas, conviene recordar los puntos salientes de todo cuanto
se ha dicho hasta ahora, para sentar las bases de lo que resultará la propuesta que
realizaré a través de esta sentencia.
a) No existe regulación que impida o vede la aplicación del sistema de jurados
populares a los procesos seguidos a los jóvenes en conflicto con la ley penal.
b) Los menores poseen los mismos derechos y garantías que los adultos (en lo
que aquí nos interesa).
c) La institución del jurado popular resulta trascendente para que a través de su
veredicto de culpabilidad habilite al Juez para aplicar todo el poder coercitivo con el
que el Estado lo inviste. No hay razones para excluir el control ciudadano de las
infracciones penales que cometan los menores.
d) La tarea del jurado popular en la determinación de los hechos y
responsabilidad penal no es distinta en el caso de los menores de lo que debe hacer
en caso de los mayores.
e) La especialización requerida, si bien está presente en todo el proceso, posee
mayor intensidad y centralidad una vez dictado el auto de responsabilidad.

222
Como punto de partida de lo que entiendo debe ser el proceso de
enjuiciamiento de menores, hay que retomar la cuestión relativa a la especialidad de
ese sistema. Si entendemos que la labor del jurado popular no resulta diferente de su
actuación en un proceso de mayores, se puede concluir que el veredicto de
culpabilidad resulta un equivalente del “auto de responsabilidad juvenil”, por lo que
considero que el jurado popular puede intervenir en la forma prevista en el código ritual
y que su pronunciamiento condenatorio sea proclamado por el Juez profesional que
deba intervenir como el referido auto de responsabilidad.
Media una condición necesaria para asegurar la especialización requerida por
la legislación minoril y que resulta importante en la labor del jurado, la cual consiste en
que cualquier cuestión relativa al fuero especializado esté incluida en las instrucciones
que se brinden al juez de los hechos. Para ello, resultará necesario que el Juez técnico
que intervenga en este tipo de procesos sea un Juez de Responsabilidad Juvenil, el
cual tiene a cargo la realización de la etapa de juicio por las disposiciones de la ley
13.634.
Y no está de más recordar que una vez dictado el veredicto de culpabilidad por
parte del jurado popular, el juez técnico (en nuestro caso, el juez especializado)
procede a dar por culminada la actuación del jurado popular y a desintegrarlo (conf.
art. 371 quáter inc. 6° del ordenamiento ritual). Recién entonces, en el régimen general
–sin contar con algunas excepciones que la propia ley preveen- se abre la etapa
especializada que da paso, conforme las regulaciones establecidas en los arts. 4 -y en
su caso art. 8- de la ley 22.278, al año tutelar, luego del cual, ya en uso de todo su
señorío legal por la habilitación que tuvo por ese temperamento la condena, evaluará
la necesidad o no de imponer pena y, en su caso, determinará la cuantificación de la
misma conforme los preceptos específicos.
Pasando a dar respuesta al punto en el que la Cámara de Apelaciones basa su
posición negativa frente a la pretensión defensista, debo señalar que no explica cómo
se ve comprometido el derecho a la privacidad del niño que debe ser enjuiciado. Es
dable destacar que al respecto ese derecho no resulta absoluto y puede ser
razonablemente reglamentado para poder preservarlo y, a la vez, establecer
procedimientos respetuosos del mandato constitucional. Me permito citar aquí lo
referido por la Fiscal ante este Tribunal, Dra. Moretti en su dictamen:“…correspondería
definir el alcance de la privacidad de todo niño en el marco de un proceso penal. Para
ello podemos recurrir a la Observación General N°10, del Comité de los Derechos del

223
Niño, en cuanto que, como máximo intérprete de la Convención, refiere que: “El
Comité recomienda que todos los Estados Partes establezcan la regla de que el juicio
ante un tribunal y otras actuaciones judiciales contra un niño que tenga conflictos con
la justicia se celebren a puerta cerrada. Las excepciones a esta regla deben ser muy
limitadas y estar claramente definidas por la ley. El veredicto/sentencia deberá dictarse
en audiencia pública sin revelar la identidad del niño. El derecho a la vida privada (art.
16) exige que todos los profesionales que intervengan en la ejecución de las medidas
decididas por el tribunal u otra autoridad competente mantengan confidencial, en todos
sus contactos externos, toda la información que pueda permitir identificar al niño” (párr.
n° 66)”.
Dentro de los lineamientos trazados unas líneas más arriba para la
sustanciación de un juicio a menores con la participación de jurados populares, se
incluye la ausencia de asistencia de público y no puede considerarse que el jurado,
que actúa a la par del Juez profesional, altere, afecte o cercene en alguna forma el
derecho a la intimidad de un menor que está siendo enjuiciado. Ello así por cuanto la
labor del jurado está estrictamente ceñida a los alcances legales que marcan su
intervención, con las atribuciones que las normas le confieren y con limitaciones que
son perfectamente compatibles con la reserva que deben guardar y que viene reglada
en el art. 371 quáter inc. 5 del C.P.P.
Una última reflexión la amerita la Resolución N° 838/15 de la Suprema Corte de
Justicia provincial que hizo saber que el procedimiento de la ley 14.653 no abarcaba al
enjuiciamiento de menores. Con el máximo respeto y acatamiento que merecen los
pronunciamientos del Máximo Tribunal provincial, entiendo que el ejercicio de la
jurisdicción que me es otorgado con la interposición del recurso, la competencia del
Tribunal abierta y la controversia sometida a decisión judicial que imponen la
obligación del Juez de cumplir con el mandato que emerge de la Constitución
provincial en su art. 168, hacen que hoy pueda sostener la posición aquí desarrollada.
Y sobremanera considero que la resolución comentada es una opinión consultiva que,
además, fue dictada en un contexto donde el procedimiento establecido por la ley
14.543 era incipiente, en tanto han transcurrido seis años desde su dictado en los
cuales la práctica del juicio por jurados se ha consolidado en todo el territorio
provincial, siendo objeto de diversos pronunciamientos de la propia Suprema Corte de
Justicia que han avalado todos y cada uno de los extremos que lo componen (ej.
Causa P. 130.555, entre otros).

224
Por lo tanto, estimo que no media ninguna objeción de índole constitucional ni
legal a la intervención de los jurados populares en el juzgamiento de menores de
dieciocho años conforme el sistema vigente en nuestra provincia, desde que la función
de estos sólo se limita a determinar la responsabilidad penal de dichos menores. Y con
esa decisión, habilita y remite remitiéndose el tratamiento, así como -en su caso- la
imposición de una pena, de dichos individuos al Juez profesional de la
Responsabilidad Penal Juvenil que también intervendrá en la sustanciación del juicio.
En esta forma, estimo que se ven armonizados y resguardados los principios del juez
natural, del interés superior del niño y de la especialidad del fuero de menores.
Cierro entonces la respuesta a los interrogantes que me he planteado a
comienzos de este voto. Así es que en razón de lo desarrollado hasta aquí, no
encuentro anclaje normativo ni tampoco media argumento de índole filosófico desde el
punto de vista político criminal para privar al joven de su derecho de raigambre
constitucional de ser juzgado por jurados, ni tampoco existen razones para vedar al
pueblo de abocarse a entender sobre el asunto en cuestión.
En consecuencia, corresponde pronunciarme en sintonía con lo requerido por
la defensa del joven N.E.G. que mereciera apoyo y adhesión por el Ministerio Público
Fiscal ante esta sede, votando la presente cuestión por la afirmativa
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, la Dra. Budiño dijo:
Comparto no solamente la decisión asumida por el Dr. Kohan que me antecede
en el orden de votación, sino también el valioso recorrido que el mismo ha realizado
respecto de la jurisprudencia nacional e internacional en la materia y el desarrollo
exhaustivo en el ámbito normativo que permite dar luz a las cuestiones en tensión
cuando de niños se trata. Consecuentemente, adhiero a su voto en igual sentido y por
los mismos fundamentos.
No obstante lo expuesto, hay un punto en la tensión planteada y que es
abordada y bien resuelta por el Dr. Kohan y que es aquella referida a la posible
afectación o no del derecho a la privacidad del niño o niña frente a un Juicio por
Jurados y que puede servir cómo óbice para la decisión a su respecto, ante lo cuál me
parece oportuno adunar a los argumentos expuestos uno más.
Si bien todo niño involucrado en un proceso -sea cual sea la naturaleza del
mismo y su rol- debe ser escuchado y su opinión ha de ser tenida en cuenta, no
necesariamente ésta ha de ser vinculante para el Juez que debe velar por la mejor

225
decisión a su respecto, la cual no siempre ha de coincidir con lo que el niño cree que
es la mejor decisión. En este marco incidirá de manera inversamente proporcional con
su edad y madurez la capacidad de que esa escucha sea mayormente considerada,
pues resulta evidente que no es lo mismo para quien sobre un niño ha de decidir
cuánto éste pueda decir si tiene 8, 12 o 16 años.
Dicho esto, en el ámbito penal juvenil y frente a la posibilidad de arribar a un
posible juicio oral en el cual se determine la culpabilidad o no de un niño o niña, se
advierte sin mayor hesitación que nos encontramos frente a un individuo que resulta
punible por su edad y, en consecuencia, se ha considerado desde el Estado y
conforme la normativa nacional e internacional, que se encuentra en condiciones
madurativas de afrontar un debate oral y las consecuencias que del mismo se deriven,
esto es: la posibilidad de una condena y la imposición de una pena.
Frente a tal posibilidad, y no dejando de advertir el componente educativo que
de por sí conlleva el proceso penal juvenil respecto de todo niño involucrado en el
mismo, su decisión respecto de la modalidad en que ha de ser juzgado y en cabeza
de quien se encuentre la decisión sobre su culpabilidad o no -sin dejar de recordar que
en cuánto a la necesidad o no en su caso de imponer pena y la mensuración de la
misma, será el juez especializado quien afronte esa función- no solo no puede dejar de
ser tenida en cuenta, sino que justamente se afectaría su integridad como sujeto, su
confianza en el proceso que se le sigue y su igualdad con relación al mismo derecho
concedido a un adulto frente al mismo caso, si fuera descartada. De más está señalar
que el niño y la niña en todo proceso penal juvenil en el cual se vea involucrado en
carácter de imputado se encuentra asistido por una defensa técnica especializada que
ha de aconsejarlo acerca de cuál es la mejor decisión para el futuro del mismo.
Es dable destacar que, a diferencia de lo acontecido en otras provincias del
país en las cuales el Juicio por Jurados no es una opción, sino que resulta imperativo
respecto del juzgamiento de determinados delitos (a modo de ej., véase Ley Nro.
2364-B de la provincia del Chaco o Ley XV 30 de la provincia de Chubut, entre otras),
el régimen establecido en la provincia de Buenos Aires por Ley 14543 importa que tal
decisión resulte voluntaria para el encausado. Esto significa que en el caso de marras,
es el niño -asistido por su defensa- quien ha solicitado que su caso sea ventilado por
ante un Juicio por Jurados: la diferencia es cualitativa en términos de analizar la
afectación a su privacidad, aún cuando la misma y como ya destacara el Dr. Kohan no
está expuesta si se considera que los jurados populares están cumpliendo un rol

226
funcional que les irroga limitaciones en cuánto a los asuntos ventilados en el debate en
el cual participan y el mismo, más allá de su modalidad, no es público.
Finalmente, me gustaría agregar lo reseñado por el Comité de Derechos del
Niño en su Observación General Nro. 24 (2019) relativa a los derechos del niño en el
sistema de justicia juvenil: "46. Un niño que haya cumplido la edad mínima de
responsabilidad penal debe ser considerado competente para participar en todo el
proceso de justicia juvenil. Para hacerlo de manera efectiva, el niño necesita contar
con el apoyo de todos los profesionales que intervienen y comprender las acusaciones
y las posibles consecuencias y opciones, a fin de poder dar instrucciones a su
representante legal, recusar a testigos, hacer una exposición de los hechos y adoptar
decisiones apropiadas con respecto a las pruebas, los testimonios y las medidas que
se impongan…" (el resaltado es propio), para luego agregar "61. Los niños tienen
derecho a interrogar a los testigos de cargo y a solicitar testigos de descargo, y los
procesos de justicia juvenil deben favorecer la participación del niño, en condiciones
de igualdad, con asistencia letrada". Se advierte de lo expuesto que el Comité en esta
última observación ha dado paso a un salto cualitativo en relación a avanzar hacia una
Justicia Juvenil en la cual se garantice la plena efectivización de la participación del
niño en el proceso en el cual es parte.
Con los agregados señalados ut-supra, adhiero al voto de mi colega, Dr.
Kohan.
Así lo voto
A la segunda cuestión planteada, el Dr. Mancini dijo:
Visto el resultado que arrojó la votación de la cuestión anterior, corresponde: 1)
Por unanimidad, declarar admisible la queja interpuesta; 2) Por mayoría, hacer lugar a
la misma, casar el fallo de la Sala II de la Cámara de Apelación y Garantías del
Departamento Judicial La Plata, ordenando la realización del juicio debido al menor
N.E.G. bajo el procedimiento de jurados populares, de conformidad con las previsiones
efectuadas en los considerandos. Sin costas en esta instancia (arts. 22 bis,106, 448,
450, 530, 531 y ccdtes., CPP; 14 y 15, Ley 48, arts. 24, 75 y 118 de la C.N.).
A la segunda cuestión planteada, el Dr. Kohan dijo:
Adhiero al voto del Dr. Mancini, votando en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
A la segunda cuestión planteada, la Dra. Budiño dijo:

227
Adhiero al voto del Dr. Mancini, votando en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
Así lo voto.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente
SENTENCIA
Por todo ello, la Sala V del Tribunal de Casacion resuelve:
I. Por unanimidad, declarar formalmente admisible la queja interpuesta por la
señora Defensora Oficial, doctora María Elia Klappenbach, en favor de N.E.G. (art.
433, segundo párrafo, CPP).
II. Por mayoría, HACER LUGAR a la misma, CASAR la resolución de la Sala II
de la Cámara de Apelación y Garantías de La Plata, ordenando la realización del juicio
debido al menor N.E.G. bajo el procedimiento de jurados populares, de conformidad
con las previsiones efectuadas en los considerandos, sin costas en esta instancia
(arts. 22 bis,106, 448, 450, 530, 531 y ccdtes., CPP; 14 y 15, Ley 48, arts. 24, 75 y 118
de la C.N.).
Regístrese, notifíquese y, oportunamente, devuélvase al Tribunal de origen.
REFERENCIAS:
Funcionario Firmante: 18/11/2021 07:54:33 - KOHAN Mario Eduardo - JUEZ
Funcionario Firmante: 18/11/2021 08:20:27 - BUDIÑO María Florencia - JUEZ
Funcionario Firmante: 18/11/2021 08:31:03 - MANCINI HEBECA Fernando Luis Maria
- JUEZ
Funcionario Firmante: 18/11/2021 08:59:37 - LADERACH Rafael Alejandro -
SECRETARIO DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL
TRIBUNAL DE CASACION PENAL SALA V - LA PLATA

228
9. SENTENCIAS DE OTROS TRIBUNALES

ACUERDO
En la ciudad de La Plata, a 16 de octubre de 2013, habiéndose establecido, de
conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente
orden de votación: doctores Hitters, Kogan, Soria, Pettigiani, se reúnen los señores
jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar
sentencia definitiva en la causa P. 114.698, "Marsiglio, María de los Ángeles -Agente
Fiscal-. Recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en causa nº 28.541 de la
Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Azul, seguida a A., I. A. y A., M. E. ".
ANTECEDENTES
La Cámara de Apelación y Garantías de Azul, mediante el pronunciamiento
dictado el 30 de marzo de 2011, declaró parcialmente procedente el recurso
interpuesto y absolvió libremente a M. E. A. del delito de homicidio agravado por el uso
de arma de fuego que se le imputara como partícipe necesario y confirmó la sentencia
recurrida en cuanto condenó a I. A. A. como autor penalmente responsable de los
delitos de homicidio agravado por el uso de arma de fuego en concurso real con
portación ilegal de arma de fuego de uso civil, modificando la pena a imponer, la que
fijó en cuatro años y seis meses de prisión -fs. 1267/1276 vta.-. La señora Agente
Fiscal del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil interpuso recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley (fs. 1384/1399 vta.). Oído el señor Subprocurador General a fs.
1406/1414, dictada la providencia de autos a fs. 1415, presentada la memoria que
autoriza el art. 487 del Código Procesal Penal y hallándose la causa en estado de
pronunciar sentencia, la Suprema Corte decidió plantear y votar la siguiente
CUESTIÓN
¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto?
VOTACIÓN
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: I.- 1) El Tribunal de
Responsabilidad Penal Juvenil nº 1 de Azul, con fecha 14 de diciembre de 2010,
declaró a I. A. A. autor penalmente responsable de los delitos de homicidio agravado
por el uso de arma de fuego y portación ilegal de arma de fuego de uso civil en
concurso real y a M. E. A. partícipe necesario del delito de homicidio agravado por el

229
uso de arma de fuego. En ese entendimiento, condenó a A. a la pena de ocho años de
prisión y a A. a la de cuatro años de prisión, con imposición a ambos de medidas
judiciales - fs. 1080/1098 vta.-. Frente a lo así decidido, la defensa oficial interpuso
recurso de apelación -fs. 1235/1243 vta.-. 2) Por su parte, la Cámara de Apelación y
Garantías del Departamento Judicial Azul, mediante el pronunciamiento dictado el 30
de marzo de 2011, declaró parcialmente procedente el recurso interpuesto y absolvió
libremente a M. E. A. en orden al delito de homicidio agravado por el uso de arma de
fuego que se le imputara como partícipe necesario y confirmó la sentencia recurrida en
cuanto condenó a I. A. A. como autor penalmente responsable de los delitos de
homicidio agravado por el uso de arma de fuego en concurso real con portación ilegal
de arma de fuego de uso civil, modificando la pena a imponer, la que fijó en cuatro
años y seis meses de prisión excluyendo las medidas judiciales -fs. 1267/1276 vta.-.
Contra esta última decisión, la señora Agente Fiscal del Fuero de Responsabilidad
Penal Juvenil interpuso recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley -fs. 1384/1399
vta.-, que fue concedido por esta Corte a fs. 1403/1404 vta. circunscribiendo el alcance
de su competencia al examen de los planteos de índole federal. II.- a) El primer
agravio de la impugnante alude a la inobservancia o errónea aplicación de los arts. 45
y 46 del Código Penal, y la doctrina legal relacionada y denuncia absurdo y
arbitrariedad (fs. 1389/1391 vta.). En tal sentido invoca los distintos grados de
participación criminal transcribiendo doctrina al respecto. A partir de ello, y a fin de
fundamentar la participación necesaria de M. E. A. en el delito de homicidio agravado
sostiene que "... se halla probado en autos con declaraciones testimoniales prestadas
en debate y las propias declaraciones de los imputados incorporadas por su lectura,
que A. efectuó -con anterioridad al disparo mortal- un primer disparo para asustar a
C. ; b) que si A. no supo de la portación del arma por parte de A. antes, tomó
conocimiento al menos en ese momento que A. portaba un arma de fuego cargada y
en condiciones de ser disparada -arma que con todo detalle describe A. en su
declaración indagatoria-...; c) que al tomar conocimiento de esta circunstancia no
impidió que A. volviera a disparar sino que siguió su marcha conduciendo la moto,
incluso sabiendo que A. apuntaba en ese momento a M. ya que según sus propios
dichos en la declaración indagatoria ya referida, M. venía detrás de ellos y le decía a
A. ‘ tirá, tirá gil’; d) que A. además se colocó cerca de la víctima, lo suficiente como
para tenerlo a corta distancia facilitando así que A. efectuara el disparo a una distancia
de aproximadamente entre 70 a 80 cms., asegurando el resultado mortal sin

230
posibilidad de fallar; e) que después que A. disparara a la víctima, A. siguió manejando
la moto, colaborando en la huida para lograr la impunidad y en el posterior descarte
del arma homicida..." (v. fs. 1389 vta./1390). Entiende la recurrente que la Cámara
ignora las consideraciones así efectuadas y se limita a sostener que al no haberse
probado en juicio la existencia de un plan previo entre ambos imputados para dar
muerte a M. , no se encuentra debidamente acreditada la participación de A. en el
hecho. Y tal argumentación implica -según la parte- una incorrecta interpretación de
las normas de fondo invocadas, así como una falla lógica en la estructura del
razonamiento elaborado por la Cámara. Ello así pues -según entiende- el juzgador
ignora los distintos grados y formas de la participación criminal, fundamentalmente el
auxilio que el partícipe necesario puede haber efectuado al autor sin acuerdo ni
promesa previa y por propia iniciativa. En el caso en estudio, el auxilio de A. fue -dice-
fundamental para que se produjera la muerte de M. en la forma en que efectivamente
sucedió. De tal modo, alega que ni siquiera consideró el a quo la posibilidad de
subsumir la conducta reprochada en la del partícipe secundario sin siquiera brindar
mayores explicaciones al respecto, aunque no fue requerido por las partes (fs. 1391).
Por otro lado, afirma que ha quedado debidamente demostrado en el debate que "si A.
no conducía la moto era porque lo hacía A. ; que el arma fue cargada antes del
disparo mortal, mientras ambos se trasladaban en esa moto, es decir que si A. pudo
cargar el arma nuevamente era porque A. conducía, que quien se aproximó a escasos
centímetros de la víctima, asegurando el resultado del disparo, sin posibilidad de fallar,
fue el conductor de la moto, es decir A. " (v. fs. 1391 vta.). Argumenta que, sin
embargo, el juzgador ignoró todas estas circunstancias al momento de decidir la
participación de A. , cuando sin su colaboración activa y voluntaria, A. no hubiera
cometido el hecho en la forma en que efectivamente se cometió (fs. cit.). b) En un
segundo planteo denuncia la recurrente la inobservancia y errónea aplicación del art.
4, segundo párrafo de la ley 22.278 y doctrina legal relacionada, con transgresión de
mandas constitucionales (v. fs. 1391 vta./1395 vta.). Agravia a la impugnante la
decisión del tribunal en orden a la graduación de la pena impuesta a A. . Sostiene en
tal sentido que "sin ofrecer mayores fundamentos que la cita del fallo Maldonado, la
apelación al principio de culpabilidad disminuida y la facultad de los jueces de reducir
la pena por debajo de la escala de la tentativa, se aparta del límite mínimo que la
propia ley impone a la hora de considerar la reducción de pena, al condenar al
imputado A. a cuatro años y seis meses de prisión, término muy inferior al que le

231
correspondería por aplicación de la escala legal y que no se encuentra fundado en
norma positiva alguna ni en argumentaciones de peso que permitan tener por
razonable y ajustada a derecho la reducción así decidida" (fs. 1392 vta.). Entiende que
habiendo descartado la posibilidad de absolución, conforme el art. 4 de la ley 22.278,
podía emplearse la escala reducida para la tentativa. Sin embargo, la Cámara la
redujo aplicando una pena por debajo del mínimo legal que autoriza la conjunción de
aquella norma con el art. 44 del Código Penal, consagrando de tal modo una arbitraria
interpretación y errónea aplicación de la norma, constituyendo asimismo una atribución
de facultades legislativas vedada al Poder Judicial y reservada exclusivamente al
Congreso de la Nación (v. fs. 1393 y vta.). Por otra parte, argumenta que se ha
aplicado erróneamente la doctrina del fallo "Maldonado", toda vez que en dicho
precedente se trataba de examinar la constitucionalidad de la pena de reclusión
perpetua con relación a menores de edad, cuestión ajena a las circunstancias fácticas
y normativas que se dan en el presente. Así, sostiene que la cita que efectúa la
Cámara de dicho fallo en orden al principio de culpabilidad disminuida que rige en los
procesos seguidos a jóvenes en nada conmueve la imposición de pena dentro de los
límites establecidos legalmente. Finalmente, refiere la apelante que la reducción de
pena efectuada en apartamiento de los límites mínimos legalmente establecidos,
quebranta los principios de igualdad ante la ley, de legalidad, y de razonabilidad de los
arts. 16, 18 y 28 de la Constitución nacional; a la par que alude a la "gravedad
institucional" que ello acarrea (fs. 1395 vta., ap. 3). Considera que la interpretación
efectuada de la norma en cuestión se aparta arbitrariamente de los criterios generales
violando el principio de igualdad jurídica reconocido por nuestra Constitución nacional
y por tratados internacionales con jerarquía constitucional como la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (arts. 1 y 24); el Pacto Internacional de los
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art. 2 incs. 2 y 3); la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre (art. 7) y el Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos (arts. 2 incs. 1 y 3; 14 inc. 1; 26 y 27). Culmina su presentación
argumentando que "ninguna duda cabe que en nuestro sistema republicano de
gobierno, toda resolución judicial debe respetar los principios de igualdad, legalidad,
razonabilidad y las obligaciones internacionales asumidas por el Estado en materia de
derechos humanos (art. 75 incs. 22 y 23 de la C.N.) para con el conjunto de la
sociedad, y que una sentencia como la atacada, que fija en forma discrecional el
monto de pena por debajo de los límites legales, vulnera dichos principios y produce

232
un estado de indefensión e inseguridad jurídica al eludir arbitrariamente los derechos
de la víctima y menospreciar los bienes jurídicos vida y dignidad humanas, dando
preeminencia al principio de culpabilidad por sobre el derecho a la vida subvirtiendo de
ese modo la precedencia constitucionalmente establecida" (fs. 1396 y vta.). c) En un
último motivo de agravio se queja de la errónea interpretación del art. 68 de la ley
13.634 y la falta de sustento legal en la declaración de inconstitucionalidad de la
aplicación de las medidas impuestas en función de la norma citada (fs. 1398/1399, ap.
4). III. El señor Subprocurador General acompañó parcialmente la queja deducida,
sólo en relación con los cuestionamientos reseñados en a) y b) del precedente
apartado (v. fs. 1406/1414). IV. a) En lo que atañe al primer planteo formulado por el
cual denuncia la inobservancia de los arts. 45 y 46 del Código Penal, no puede
prosperar. La queja de la recurrente en tanto cuestiona, por arbitraria, la absolución
dictada resulta insuficiente puesto que se limita a oponer su personal apreciación del
valor convictivo de los elementos indiciarios invocados. Y ello no alcanza para
descalificar el pronunciamiento recurrido como acto jurisdiccional válido. El tribunal
intermedio resolvió que "... la única conducta que puede atribuirse al causante [A. ] es
el haber estado presente en el momento del homicidio. De esta forma su absolución
resulta ineludible" (v. fs. 1268, último párrafo). En ese entendimiento argumentó el a
quo que "[p]artiendo de la idea de una motivación y de la existencia de un plan para
acabar con la vida de M. , el Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil encuentra que
la actitud de A. de provocar a la víctima es lo que da inicio a la conducta que,
conforme a su criterio, conforma una participación necesaria en la producción del
homicidio" (fs. 1270, ap. 3.3). Sin embargo, de seguido, formula una serie de
consideraciones que tal como lo sostiene "coadyuvan para descartar esa posibilidad"
(fs. cit.). Así, en primer lugar, argumentó que "no existe nada que lleve a pensar que el
encuentro de A. y A. con M. fuese buscado intencionalmente por aquéllos. La
sentencia, lejos de invocar otra alternativa, describe la llegada de los imputados como
un acontecimiento casual" (fs. 1270 cit.). De tal modo, añadió que "... difícilmente
pueda decirse que ese fue el inicio de un plan previo salvo que, dentro de los avatares
de ese plan, se contemplase el tomar como comienzo el albur del primer encuentro".
De seguido, puntualizó el juzgador que "[n]o obstante esta suposición no torna más
racional el modo de proceder pues no explica, al menos de manera satisfactoria,
porqué motivo no se le dio inmediata muerte a M. cuando éste se encontraba
indefenso en el sitio donde fue habido y los agresores contaban con el medio para

233
realizarlo y con la posibilidad de alejarse rápidamente del lugar para evitar cualquier
represalia de quienes lo acompañaban" (fs. 1270). Advirtió luego que "[e]sto pone
seriamente en duda que la actitud provocadora haya sido el inicio del camino
homicida, pues no se entiende que se haya trocado la seguridad de un resultado por
pretender alcanzar el mismo fin a través de un iter azaroso y de imprevisibles
consecuencias. En efecto, no puede sostenerse que sacando a la víctima del lugar -lo
que ni siquiera estaban en condiciones ciertas de lograr- se hubiesen colocado en una
situación más ventajosa pues ello no sólo no les procuraba el anonimato al estar
develada su identidad de antemano sino porque tampoco el nuevo sitio, a pocas
cuadras de allí y dentro del casco céntrico de la ciudad, les facilitaba la consumación"
(fs. 1270, último párrafo). Concluyó entonces que "... si se considera que no se
encuentra seriamente acreditada la existencia de un plan, si la motivación homicida
que se invoca se encuentra completamente desdibujada y se acepta que la conducta
de los acusados no es compatible con la de un propósito preestablecido, la única
conclusión posible -y a la cual advierto como la real- es que la muerte de M. tuvo una
motivación nacida exclusivamente en A. , en oportunidad de la persecución, y a la que
A. fue ajeno" (fs. 1270 vta., primer párrafo). De tal modo, las objeciones de la fiscalía
relativas a la falta de prueba del eventual "plan previo para matar a M. " al que alude el
sentenciante y las que formula tendentes a cuestionar el valor convictivo asignado a
distintos elementos de prueba con el objeto de tener por demostrada la participación
necesaria de A. en el delito de homicidio agravado cometido por A. , reconducen al
examen de cuestiones de hecho y prueba, que como tales están excluídas del ámbito
de conocimiento que el art. 494 del Código Procesal Penal atribuye a esta Corte (conf.
doct. P. 96.236, sent. del 19/XII/2007; entre muchas otras). Cabe añadir que el
fundamento de la intervención del tribunal intermedio cuestionado se sustentó -en
rigor- en la inadecuada motivación que -según aquél- mereció la convicción del
juzgador. Señaló así que "... la interpretación que el ‘a-quo’ ha dado a las premisas a
partir de las cuales realiza el razonamiento que lo lleva a concluir en la participación
primaria del co-imputado A. en el hecho deben ser revaloradas a la luz del criterio
sentado por la Corte de Justicia de la Nación en la causa ‘Casal’ (Fallos 328:3399)" (fs.
1268, anteúltimo párrafo). Con esa premisa, el órgano de apelación efectuó un amplio
control de la ponderación de la prueba de dicho extremo llevada a cabo por el tribunal
de origen. En definitiva, el argumento que sustenta lo decidido por el tribunal
intermedio en cuanto a que "... la única conducta que puede atribuirse al causante es

234
el haber estado presente en el momento del homicidio..." (fs. 1268, cit.), no viene
rebatido por la recurrente con los perfiles que -a esos efectos- requiere la arbitrariedad
que invoca en sustento de sus reclamos, al no demostrar que la sentencia padezca
algún vicio que bajo el prisma de la pretoriana jurisprudencia del máximo Tribunal
federal, encasille en alguno de sus supuestos (doct. art. 495 del C.P.P.). La propia
sentencia del Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil dejó establecido que los
jóvenes imputados, a bordo de la moto que conducía A. , pasaron frente al lugar en el
cual se hallaba la víctima M. junto a otras personas y que los primeros provocaron a
los segundos con una "pequeña frenada en marcha" y "una sonrisa provocadora".
Frente a ello, M. tomó su moto y salió persiguiéndolos, haciendo lo mismo otro de sus
acompañantes,C. . La reconstrucción del hecho en esa instancia indica que fue el
damnificado quien condujo detrás de los imputados y, en esa circunstancia, fue
baleado por A. . Siendo así, la Fiscal no logra poner en evidencia que sea irrazonable
descartar que A. haya decidido un aporte criminal al homicidio (fs. 1088 in fine/1089).
b) En lo que concierne al planteo federal vinculado con la interpretación del art. 4 de la
ley 22.278 en relación al joven A. , el recurso es procedente. Al determinar la pena la
Cámara expuso que "... [a]tento a que el monto establecido se encuentra por debajo
del que correspondería regular aún en la escala de la tentativa, cabe aclarar que es
postura de esta Cámara que ello es admisible pues si el art. 4 de la ley 22.278
expresamente permite llegar hasta la eximición de pena cuando así se advierta
conveniente de acuerdo a las pautas allí contempladas y que fueran referidas en la
sentencia, igualmente autoriza, de manera implícita, a fijar el monto que mejor se
adecue a la justicia del caso aunque esté por debajo del que correspondería según el
art. 44 del Código Penal..." (fs. 1380). En este tópico concuerdo con los fundamentos
de la Procuración General (fs. 1412 vta./1413 vta.). El a quo no se consideró obligado
por el texto expreso de la ley -sin haberlo declarado inconstitucional- al desconocer
que el art. 4 de la ley 22.278 no brinda sino tres alternativas al juzgador al facultarlo a
aplicar la sanción prevista para el delito en cuestión, fijar una pena reducida en la
forma prevista para la tentativa o bien absolver. El margen de discrecionalidad así
establecido por el legislador, para resolver sobre la consecuencia penal de la
declaración de responsabilidad de un joven sujeto a tal régimen, no tiene el alcance
que le atribuye la Cámara. En ese sentido, la sentencia dictada por la Corte Suprema
in re "Maldonado" (sent. del 7/XII/2005, consid. 24) - invocada por el a quo en este
punto- expresa que "La ley 22.278, que es la pieza jurídica fundamental nacional en la

235
materia, prevé un sistema que se caracteriza por un gran poder para el juez de
menores, quien luego de haber comprobado la responsabilidad penal del menor
respecto en el (sic) hecho investigado, está facultado para absolverlo, para aplicarle
una pena disminuida, en la escala de la tentativa (art. 4), e incluso cuando el menor no
haya tenido ninguna vinculación con el hecho investigado puede disponer
definitivamente de él...". Como se advierte, el criterio de la Cámara no se encuentra
comprendido en el catálogo de posibilidades contempladas en la interpretación del alto
Tribunal. El pronunciamiento impugnado implica, por lo tanto, un apartamiento
inequívoco de la solución normativa prevista para el caso sin argumentos valederos
para su inaplicación (conf. Fallos 307:1979; 320:1492; 323:192 y 2322; entre otros)
pues se prescindió sin razón valedera de la letra de la ley (Corte Suprema de Justicia
de la Nación, "Mannini", sent. del 17/X/2007), incurriendo en arbitrariedad (v. Sagues,
Néstor Pedro; Derecho Procesal Constitucional; t. 2; Astrea, Bs. As.; págs. 161 y
sigs.). Por consiguiente corresponde dejarlo sin efecto en este aspecto y reenviar la
causa a fin de que se dicte uno nuevo ajustado a lo que antecede (art. 496 del C.P.P.).
V. Por fin, cabe mencionar que el último de los reclamos traídos vinculado con la
errónea interpretación del art. 68 de la ley 13.634 y la falta de sustento legal en la
declaración de inconstitucionalidad de la aplicación de las medidas impuestas en
función de la norma citada (v. fs. 1398/1399), y sin perjuicio de otras consideraciones
que al respecto pudieran ser formuladas, no ha sido sostenido por la Procuración
General (arts. 13 inc. 8 y 14 de la ley 12.061 y 487 del C.P.P.). VI. Finalmente, el señor
Defensor Oficial en la memoria que faculta el art. 487 del Código Procesal Penal
articula dos planteos solicitando el rechazo del recurso presentado (fs. 1417/1421).
Por un lado, argumenta en torno a lo que considera la debida interpretación del art. 62
de la ley 13.634 y, por ende, la falta de legitimación del Ministerio Público Fiscal para
recurrir el pronunciamiento de condena o absolutorio en este Fuero especial (v. fs.
1417 vta./1419, ap. "a"). Por otro lado, advierte sobre la posible afectación de la
garantía de sus asistidos de ejercer su derecho constitucional a obtener la revisión por
parte de un tribunal superior de la resolución que le causa agravio, con la consecuente
vulneración a la garantía del doble conforme (v. fs. 1419/1420 vta.). Sin embargo, -por
regla- la memoria tiene establecida en el art. 487 del Código Procesal Penal un claro
contenido: la oportunidad de controvertir los argumentos del dictamen de la
Procuración General (párr. tercero). No involucra, entonces, un espacio para introducir
motivos de agravio en la instancia extraordinaria (doct. P. 90.159, sent. del 3/X/2007;

236
P. 100.233, sent. del 8/VII/2008; entre otras). Así, los planteos sometidos exceden la
facultad prevista en la última parte de aquel precepto citado. Por lo demás, la
admisibilidad del recurso fiscal ante esta instancia ha sido positivamente resuelta
mediante la decisión de esta Corte de fs. 1403/1404, cuya modificación no puede
pretender la parte prescindiendo de la articulación de alguna impugnación que, en el
caso, no ha sido deducida. Con el alcance indicado, voto por la afirmativa. Los señores
jueces doctores Kogan, Soria y Pettigiani, por los mismos fundamentos del señor Juez
doctor Hitters, votaron también por la afirmativa. Con lo que terminó el acuerdo,
dictándose la siguiente
SENTENCIA
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, de conformidad con lo
dictaminado por el señor Subprocurador General, se resuelve hacer lugar parcialmente
al recurso de inaplicabilidad de ley interpuesto, y remitir los autos al tribunal de origen
a fin de que se dicte un nuevo pronunciamiento ajustado a derecho (art. 496, C.P.P.).
Regístrese y notifíquese. DANIEL FERNANDO SORIA JUAN CARLOS HITTERS
HILDA KOGAN EDUARDO JULIO PETTIGIANI R. DANIEL MARTINEZ ASTORINO
Secretario

P-129540-CC - 1 –
“H., H. E. S/ CUESTION DE COMPETENCIA ENTRE EL TRIBUNAL DE CASACION
PENAL, SALA I Y LA CAMARA DE APELACION Y GARANTIAS EN LO PENAL DE
MAR DEL PLATA, SALA III”.
La Plata, 27 de septiembre de 2017.-
AUTOS Y VISTOS: La presente causa P. 129.540, caratulada: “H.H.E. S/ Cuestión de
competencia entre el Tribunal De Casación Penal, Sala I y la Cámara de Apelación Y
Garantías en lo Penal de Mar del Plata, Sala III”,
Y CONSIDERANDO: I. El Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 de Mar del
Plata, el 9 de septiembre de 2016, luego de celebrar la audiencia de cesura de juicio
(conf. art. 4, ley 22.278), condenó a H.H.E. a la pena de tres años de prisión de
ejecución condicional por resultar autor penalmente responsable de los delitos de robo
calificado por cometerse en poblado y en banda y por el uso de arma de fuego cuya
aptitud para el disparo no puede tenerse por acreditada, robo agravado por el uso de
arma de utilería, robo agravado por el uso de arma cuya aptitud para el disparo no

237
puede tenerse de modo alguno por acreditada (fs. 16/25 vta.). El defensor oficial,
doctor Juan Ignacio Fuscaldo, presentó recurso de casación que fue concedido por el
juzgado de mérito (fs. 30/43). II. La Sala I del Tribunal de Casación Penal, el 21 de
marzo de 2017, recondujo el recurso como una Registrado bajo el N°2118 - 2 -
apelación a los fines de que la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Mar
del Plata, previa vista a las partes, le imprimiera el trámite de ley (fs. 51/54). En tal
sentido, trajo a colación el precedente “Senra” de esa Sala y explicó que el órgano
competente para abordar el recurso contra la sentencia de condena dictada por el
Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil es la Cámara de Apelación y Garantías en
lo Penal. Estimó que el juego armónico de los artículos 27 y 61 de la ley 13.634 (t.o.
según ley 14.765) determina los supuestos específicos en lo que resulta competente el
Tribunal de Casación Penal (revisión de sentencias dictadas por el Tribunal de
Responsabilidad Penal Juvenil el que conocerá únicamente en los supuestos de los
arts. 79, 80, 119, párrafos tercero y cuarto, 124, 142 bis 165 y 170, CP). Indicó que
H.H.E. fue sancionado por delitos cuya competencia no se encuentra asignada al
Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil por lo que la revisión del pronunciamiento
es ajena al conocimiento del Tribunal de Casación Penal. Por todo lo expuesto, siendo
que la sentencia emanó del Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil, concluyó que
correspondía a la Cámara efectuar la revisión (conf. arts. 26, 27 a contrario sensu, 28
y 61 ley 13.634, t.o. según ley 14.765). III. Por su parte, la Sala III de la Cámara de
Apelación y Garantías en lo Penal de Mar del Plata, el 15 de agosto de 2017, se
declaró incompetente para resolver la apelación y, en consecuencia, trabó la cuestión
de competencia, remitiendo actuaciones a esta Corte para que P-129540-CC - 3 - la
dirima (fs. 73/74 vta.). Puntualizó que si bien es cierto que el artículo 61 de la ley
13.634 (t.o. según ley 14.765) establece la procedencia del recurso de casación contra
las sentencias definitivas dictadas por el Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil, lo
cierto es que también dicha norma remite al artículo 26 del citado cuerpo de leyes que
fija la competencia de las Cámaras en materia correccional. Criticó la interpretación
que pretende limitar la competencia del Tribunal de Casación a una parte de la materia
criminal ya que esto se opone a la letra del art. 26 al que el art. 61 invocado remite.
Concluyó que no corresponde distinguir por la integración del órgano de juicio, en
colegiado o unipersonal (arts. 20 y 21, CPP) para asignar competencia al órgano de
revisión pues ello dependerá de la materia correccional o criminal. En su apoyo, trajo a
colación el expediente N° 3001-16680/16 en trámite ante esta Corte en torno a la

238
temática en discusión. IV. Sin perjuicio de que en el sub judice no se ha dado cabal
cumplimiento al trámite legalmente previsto por el art. 38 del Código Procesal Penal y,
en consecuencia no mediar un conflicto formalmente entablado, lo cierto es que, por
razones de celeridad y economía procesal, esta Corte se abocara al tratamiento de la
cuestión planteada en autos (art. 2 CPP). IV.1. Frente a tal situación, cabe afirmar que
le asiste razón a la Sala III de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Mar
del Plata ya que el órgano competente para resolver la impugnación contra la - 4 -
sentencia de condena dictada por el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil es la
Sala I del Tribunal de Casación Penal. En efecto, una interpretación armónica de los
artículos 26, 27, 59 y 61 de la ley 13.634 (t.o. según ley 14.765) y coordinada con lo
establecido en los artículos 22, 24, 26, 439 y 450 del Código Procesal Penal (conf. art.
1 ley 13.634) permite concluir que en las causas que tramitan en el fuero de
responsabilidad penal juvenil, respecto de las cuales resulte aplicable la reforma
introducida por la ley 14.765 (conf. Acuerdo 2438 del 28/X/2015, SCBA), la
competencia del órgano revisor (Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal o
Tribunal de Casación Penal) estará fijada -al igual que en el régimen de mayores- en
razón de la materia correccional o criminal (art. 26, CPP), independientemente del
órgano que dicte el fallo de mérito. IV.2. Cabe destacar que el artículo 26 de la ley
13.634 (t.o. según ley 14.765), en lo que aquí interesa, establece que las Cámaras de
Apelación y Garantías en lo Penal entenderán en los “recursos contra el fallo y en
acción de revisión en materia correccional”. Asimismo, del artículo 59 de la citada ley
surge que el recurso de apelación procederá en los mismos casos que el artículo 439
del Código Procesal Penal; este último prevé que dicha impugnación procederá
“contra las sentencias de juicio oral en lo correccional, así como contra las sentencias
de juicio abreviado y directísimo de igual materia”. IV.3. Por su parte, el artículo 61 de
ley 13.634 establece que el recurso de casación procederá P-129540-CC - 5 - contra
las sentencias definitivas dictadas por el Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil
(art. 27 de la ley cit.) y en los mismos supuestos del artículo 450 del Código Procesal
Penal. Resulta pertinente recordar que esta última norma, en lo que aquí interesa, en
el primer párrafo determina que “podrá deducirse recurso de casación contra las
sentencias condenatorias dictadas en juicios por jurados y contra sentencias
definitivas de juicio oral, juicio abreviado y directísimo en lo criminal”. Ahora bien, del
artículo 61 citado no puede inferirse que la competencia revisora del Tribunal de
Casación Penal estará limitada únicamente a las sentencias dictadas por el Tribunal

239
de Responsabilidad Penal Juvenil respecto a los delitos previstos en el artículo 27 de
la ley 13.634 (tipos penales descriptos en los artículos 79, 80, 119 párrafos 3 y 4, 124,
142 bis, 165 y 170 del Código Penal) pues ello dejaría en una laguna normativa a los
restantes delitos criminales no incluidos en el artículo 27 en los que recaiga sentencia
del Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil -como acontece en el caso- o del
Juzgado de Garantías del Joven ante la celebración de un eventual acuerdo de juicio
abreviado (arts. 29, ley 13.634 en función del 23 inc. 8, CPP) que por no ser materia
correccional no podría ser revisada por la Cámara. En definitiva, cabe concluir que el
recurso de casación procede contra sentencias definitivas en materia criminal, ya sean
dictadas por el Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil (conf. art. 61, primer
párrafo), por el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil - 6 - o por el Juzgado de
Garantías del Joven (conf. art. 61, segundo párrafo). V. Sostener una interpretación
contraria -como postula la Sala I del Tribunal de Casación Penal- y afirmar que el
recurso de casación únicamente procedería contra las sentencias definitivas del
Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil, dejaría inoperante el segundo párrafo del
artículo 61 que se remite a los supuestos del artículo 450 del ritual. En suma, ello
provocaría que las sentencias definitivas en materia criminal que sean dictadas por el
Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil (delitos criminales ajenos a los
enumerados taxativamente por el artículo 27 de la ley 13.634) o por el Juzgado de
Garantías del Joven quedarían sin solución normativa pues -tal como se explicó- la
Cámara sólo tiene competencia para revisar sentencias definitivas en materia
correccional (conf. arts. 26, 59 y 61 tercer párrafo, ley 13.634, t.o. 14.765; v. punto
IV.2. del presente). VI. En definitiva, la mejor interpretación de la reforma introducida
por la ley 14.765 al régimen impugnativo del fuero de responsabilidad penal juvenil, en
tanto que permite eliminar posibles lagunas normativas, consiste en que la
competencia del órgano revisor (Cámara o Tribunal de Casación Penal) dependerá
exclusivamente de la materia correccional o criminal del fallo (art. 26, CPP),
independientemente del órgano de mérito que lo dicte. No pasa inadvertido que esta
interpretación, si bien permite que todos los casos tengan una solución normativa, sin
embargo, implica que el supuesto P-129540-CC - 7 - específicamente legislado en el
artículo 61 primer párrafo (recurso de casación contra sentencias dictadas por el
Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil; conf. art. 27 ley 13.634) también esté
previsto en el segundo párrafo de dicha norma (sentencias definitivas en materia
criminal -conf. art. 450, primer párrafo CPP- dentro de las cuales están incluidas las

240
emitidas por el Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil), generándose un supuesto
de redundancia normativa. No obstante, esta situación no genera ningún
inconveniente al momento de aplicar la ley pues para ambos supuestos (arts. 61,
primer y segundo párrafo) se prevé una solución normativa idéntica (procedencia del
recurso de casación) por lo que no se configuraría un problema de contradicción
normativa (Nino, Carlos Santiago, Introducción al análisis del derecho, Editorial Astrea,
Buenos Aires, 1988, pág. 272-299). VII. En suma, por los motivos expuestos en los
puntos anteriores, la competencia de los órganos revisores del Fuero de
Responsabilidad Penal Juvenil (Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal y
Tribunal de Casación Penal; conf. art. 18 incs. “a” y “b”, ley 13.634, t.o. según ley
14.765), se fijará según la materia correccional o criminal, independientemente de cuál
sea el órgano jurisdiccional de mérito que dicte la sentencia. La interpretación
teleológica de la ley 14.765 reafirma lo expuesto. Es que de la lectura de los
fundamentos de dicha norma surge que el legislador pretendió equiparar las vías
recursivas de los adultos y jóvenes imputados tanto en materia de condena como en -
8 - medidas de coerción, etapa de ejecución y habeas corpus: “En efecto, la
competencia diferenciada en el sistema de adultos, que prevé el recurso de apelación
para la revisión de sentencias ‘correccionales’ reservando el recurso de casación para
las condenas dictadas en materia ‘criminal’ implica una decisión de política criminal
que encierra un tratamiento diferenciado de soluciones en materia recursiva.
Evidentemente si el recurso de casación es la herramienta que el legislador asignó
para los casos más graves, es sin dudas porque presupone una respuesta
cualitativamente más eficaz, y no un mero reparto competencial sin sentido. De allí
que el razonamiento que culminó con aquella decisión legislativa para el proceso de
adultos debe extenderse al fuero de Responsabilidad Penal Juvenil, en tanto implica
un ‘plus’ que n pude de ningún modo negarse al niño sin riesgo de afectación a la
igualdad constitucional (art. 16 CN)” VIII. Finalmente, siendo que a partir de la
presente se esclarece la competencia del Tribunal de Casación Penal para revisar
sentencias definitivas recaídas en el fuero de responsabilidad penal juvenil en materia
criminal (conf. arts. 26, 59 y 61, ley 13.634, t.o. ley 14.765; 21, 24, 26, 43, CPP), ya
sea que las dicten el Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil (art. 61, primer
párrafo, ley 13.634, t.o. según ley 14.765), el Juzgado de Responsabilidad Penal
Juvenil o del Juzgado de Garantías del Joven (art. 61, segundo párrafo), se cumple el
cometido de establecer una pauta jurisprudencial de interpretación de las diversas

241
reglas en juego tendiente a fortalecer la seguridad jurídica y, de tal modo, evitar
situaciones potencialmente frustratorias de derechos constitucionales y tutela judicial
efectiva (conf. mutatis mutandi, doctr. CSJN in re “Di Nunzio”, Fallos 328:1108). Con lo
expuesto, se da respuesta de ahora en más al interrogante originado en torno a la
inteligencia P-129540-CC - 9 - que cabe asignar al trámite impugnativo a partir de la
reforma operada por la ley 14.765 que incorporó -en lo que aquí importa- al Tribunal
de Casación Penal como órgano revisor en las causas que tramitan ante el Fuero de
Responsabilidad Penal Juvenil (art. 18 inc. a, ley 13.634). En suma, como recién a
través del presente (al igual que en las causas P. 129.352-CC, P. 129.436-CC, P.
129.503-CC y P. 129.650-CC resueltas en la misma fecha) se dilucida la vía recursiva
que deberá emprender el impugnante luego de la entrada en vigencia de la ley 14.765
en supuestos de sentencia definitiva en materia criminal dictada por el Juzgado de
Responsabilidad Penal Juvenil, el criterio que aquí se postula deberá ser aplicado,
evitando las consecuencias perniciosas de un brusco y sorpresivo criterio
jurisprudencial que pudiera malograr la plena efectividad del acceso a la jurisdicción
(arg. Art. 15, Const. prov.; doctr. C.S.J.N., causas "T.", Fallos 308:552; I. 349. XXXIX,
"I., M. c/ ANSES s/reajustes varios", sent. de 29-III2005). Por todo lo expuesto, a los
fines de resguardar el derecho al recurso de H.H.E., corresponde remitir los autos a la
Sala I del Tribunal de Casación Penal para que aborde el libelo oportunamente
interpuesto por la defensa oficial (v. fs. 30/40). Por ello, la Suprema Corte de Justica,
RESUELVE: Declarar la competencia de la Sala I del Tribunal de Casación Penal para
resolver el recurso de casación articulado por la defensa oficial a fs. 30/40 - 10 - contra
la sentencia que impuso pena a H.H.E. Regístrese, hágase saber y remítase a la Sala
I del Tribunal de Casación Penal.
EDUARDO JULIO PETTIGIANI
EDUARDO NÉSTOR DE LÁZZARI
DANIEL FERNANDO
SORIA LUIS ESTEBAN GENOUD
R.Daniel Martínez Astorino Secretario

242
Fallo Mendoza CIDH

https://www.corteidh.or.cr/cf/Jurisprudencia2/ficha_tecnica.cfm?
lang=es&nId_Ficha=388

Fallo Maldonado CSJN

http://sjconsulta.csjn.gov.ar/sjconsulta/documentos/verDocumentoSumario.html?
idDocumentoSumario=87479

Fallo, R., B. C.

PARANÁ, 10 de diciembre de 2021:


VISTO; Estos autos N°13449 caratulados: "R.B.C. S/ ROBO AGRAVADO POR EL
USO DE ARMA" y su acumulado N° 13450 seguidos contra, R.B.C DNI Nº xx.xxx.xxx,
argentina, sin alias, fecha de nacimiento xx/xx/xx, de 19 años de edad, con domicilio
en calle XXX S/N° B° XXX de Paraná, nacida en xxx, hija xxx y de xxx (f) traídos a
despacho para resolver el acuerdo de juicio abreviado;
Y CONSIDERANDO; a) Que, participaron de la audiencia de visu del procedimiento
abreviado la Sra. Fiscal Auxiliar de Niños y Adolescentes, Dra. xxx y el Sr. Defensor
Penal de Niños y Adolescentes, Dr.xxx, junto a su defendida R.B.C. No asistió a la
audiencia, la Sra. Representante del Ministerio Publico Pupilar, Sra., a pesar a ser
debidamente notificada. Que, al comenzar la audiencia, previo a requerir el
consentimiento de la encartada R.B.C para llevar a delante el juicio abreviado,
expliqué con claridad las características del procedimiento elegido y las consecuencias
del mismo; haciendo saber que, de prestar la conformidad para su aplicación, debería
reconocer la existencia de los hechos que se le imputan, las calificaciones legales
respectivas, admitiendo voluntariamente, es su caso, su participación en calidad de
coautora y consintiendo la pena máxima de un año y seis meses de prisión, a discutir
oportunamente. Posteriormente, atento a las singulares características personales de
la imputada, las cuales ya se encontraban plasmadas en el informe técnico de fecha
28/11/202, previo a la ratificación o desistimiento del acuerdo celebrado por las partes,
se concedió la palabra a la Lic. Luciana Sarmiento por el Equipo Interdisciplinario de la

243
especialidad y la Lic. Mariana Battauz por el Departamento de Libertad Asistida
dependiente del CoPNAF, quienes expusieron la historia de vida, situación personal y
abordaje desplegado con la joven R.B.C . Que, formulados los alegatos por la Sra.
Fiscal, solicitó que se hiciera lugar al acuerdo, previa receptación del consentimiento
de la imputada, y se dicte sentencia, declarando a la joven R.B.C co-autora
penalmente responsable de los delitos de de los delitos de ROBO AGRAVADO POR
EL USO DE ARMA -art. 166 inc. 2 del Código Penal-.(Leg. IPP 115523); ROBO
SIMPLE - art. 164 del Código Penal (Leg. IPP N°127173); ROBO EN GRADO DE
TENTATIVA - art. 164 del Código Penal en función del 42 del C.P. (Leg. IPP N°
133861); ROBO DE VEHÍCULO DEJADO EN LA VÍA PÚBLICA EN GRADO DE
TENTATIVA - art. 167 inc. 4° en función del 42 del Código Penal (Leg. IPP
N°138162).- Luego, se concedió la palabra al Sr. Defensor Oficial, Dr.xxx, quien
previamente a prestar su conformidad respecto de los hechos, pruebas, calificación
legal y tope máximo de pena a discutir en la audiencia integrativa de sentencias,
solicitó que su defendida preste su consentimiento para celebrar el presente acuerdo y
en ese cometido, a continuación, la imputada R.B.C ratificó el pedido formulado del
acuerdo de juicio abreviado respecto de los hechos plasmados en los legajos de IPP
127173 - 133861 - 138162, pero no así en relación al hecho ventilad el legajo de IPP
115523 (Robo agravado por el uso de arma). Arribados a esta instancia de la
audiencia, más allá del consentimiento expreso que hiciera la encartada respecto de
los tres primeros hechos que formaron parte del primer acuerdo abreviado, el
defensor, retiró su conformidad de la totalidad del acuerdo de juicio abreviado y solicitó
el rechazo, instando el sobreseimiento de su pupila. b) Resumidas, como antecede,
las principales circunstancias acontecidas en la audiencia de visu, corresponde
expedirme sobre el acuerdo de juicio abreviado concertado por las partes y la solicitud
de rechazo formulado por la Defensa previo a la finalización de la audiencia. Aclaro
desde ya que no me es posible expedirme sobre el sobreseimiento solicitado por el Sr.
Defensor atento a que no ratificó el acuerdo previamente suscripto en relación a la
existencia de los hechos y participación de R.B.C en los mismos. En base a lo
expuesto y a pesar del reconocimiento expreso de R.B.C en relación al acuerdo de
arribado por las partes de fecha 31 de agosto por tres (3) de los cuatro (4) hechos que
se le imputaron, luego de ejercer su derecho a ser oída (Art.12 CDN) y explicársele de
manera clara , sencilla sin tecnicismos legales los alcances del procedimiento, ante la
negativa expresa del defensor, no tengo más opción que rechazar el acuerdo

244
abreviado al que habían llegado las partes previo a la audiencia. Al margen de ello, se
hace necesario hacer algunas consideraciones no solo en relación a la extrema
situación de vulnerabilidad de R.B.C, sino también en referencia a la actuación de la
partes (Fiscal, defensor y M.P Pupilar) en el marco de un proceso penal para personas
menores de edad enfocado desde la especialidad, especificidad y perspectiva de
género. En este sentido, respecto de las adolescentes que resulten sospechadas de la
comisión de un hecho punible; al principio de especialidad se agrega otra garantía,
derivada del ajuste adicional que debe practicarse al principio de especialidad en
función de su condición de género. Si ya es escaso el desarrollo que hasta la fecha ha
tenido el principio de especialidad en materia procesal en general, en el caso de las
niñas el mayor alcance de las garantías en razón del género ni siquiera ha comenzado
a ser discutido.”1 En este marco, la audiencia de visu, se centró en establecer si R.B.C
estaba en condiciones o no de brindar su consentimiento en los acuerdos abreviados
suscriptos previamente por la Sra. Fiscal y el Sr. Defensor, con la anuencia de la Sra.
Representante del Ministerio Publico Pupilar, quienes a pesar de las advertencias
brindadas por las profesionales del Equipo Técnico de la especialidad que daba
cuenta que R.B.C no estaba de acuerdo en su suscripción siguieron adelante hasta la
presente audiencia, desoyendo lo aconsejado por las Licenciadas Sarmiento, Battauz
y Ermácora, cada una desde su disciplina, sobre la importancia que la incursa sea
oída ( Cf. informe 1 BELOFF, Mary “LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS DE LAS
NIÑAS EN LA JUSTICIA JUVENIL” Publicado en Revista Electrónica. Instituto de
Investigaciones Ambrosio L. Gioja, Número 19, julio/diciembre 2017, pp. 55-81,
Buenos Aires, Argentina, ISSN 1851-3069 técnico de fecha 28/11/21) y que se tenga
en cuenta para resolver su situación de extrema vulnerabilidad. En ese sentido, como
fuera referenciado supra, a los fines de evidenciar la extrema y palmaria vulnerabilidad
de R.B.C y corroborar que el consentimiento de la incursa no se viera afectado por
esta situación se escucho a la Lic. Sarmiento quien expresó que a lo largo de su vida
la acusada ha pasado por diferentes situaciones de maltrato y abuso. Es una joven
que hasta el día de hoy está en una situación de desamparo, desprotección,
desvalimiento. Principalmente los maltratos y los abusos tienen que ver con la figura
paterna, a quien acusa de haberla violentado sexualmente, lo cual la ha llevado a estar
en situación de calle. Es una joven que presenta las secuelas típicas de alguien que
ha vivido situaciones de violencia cronificada a lo largo del tiempo, secuelas sociales,
cognitivas, emocionales que tiene que ver con el aislamiento social, no cuenta con

245
amigos, con redes de apoyo R.B.C se ha crecido en un contexto en donde la violencia
ha formado parte de su crianza y ha dejado estas secuelas que implican un
arrasamiento subjetivo. Por su parte la Lic. Battauz expresó que R.B.C se encuentra
atravesada por una historia familiar donde han estado vulnerados todos sus derechos,
desde su más temprana infancia. El CoPNAF ha tenido históricamente intervención en
su situación. Hace 18 años que el organismo administrativo de protección de derechos
interviene en su vida. Existe una situación de violencia familiar y violencia de género,
en una estructura familiar patriarcal, su padre ha sido el que histórica y crónicamente
ha ejercido violencia hacia las mujeres de su familia. R.B.C repite ciertas elecciones.
Hay una repetición en el vinculo de pareja de ella con su novio, el cual esta signado
por la violencia de género. Su mamá vivió esa experiencia, y creen que hay cuestiones
de repetición no elaboradas. La lic. Battauz explica claramente que ni Estado, ni la
justicia en todo este tiempo no ha podido revertir la situación de vulnerabilidad, a pesar
de todas las acciones que se han generado, porque se han encontrado con una
posición de un agresor – su padre- que ha pasado todos los límites. No ha habido
límites ni sanciones. R.B.C ha estado en un contexto de total vulneración y ni el
Estado ni la justicia ha podido reparar al día de hoy su situación. Respecto a su
abordaje se encontraron que todos los objetivos que se podían plantear, realmente no
se pudieron llevar a cabo, no porque la joven no se haya comprometido sino porque
realmente no estaba en condiciones de poder llevar adelante o enfrentar o un abordaje
como el que se le proponía. R.B.C tiene secuelas propias de lo que ha sido un sujeto
expuesto a violencia durante 18 años. No solamente su realidad material, realidad
familiar sino también hay cuestiones en ella que son secuelas de esa vida, en los
aspectos emocionales, afectivos, cognitivos. Se pregunta hasta donde su elección ha
sido de plena voluntad de hacer lo que hace, hay toda una realidad de vulneración que
la lleva, fallidamente, acomodarse a la realidad y a la vida que le toca con tal de
resguardarse subjetivamente. Concluye contundentemente que el estado y la justicia
siempre intervino sobre ella. Entonces como dispositivo se preguntaban, de qué
manera pueden hacerla responsable, pedirle que se haga cargo y repare un daño, si
hubo un daño hecho a una víctima, cuando ella ha sido y es al día de hoy, víctima, y
nadie reparó su daño. Respecto a la elaboración de instrucciones judiciales para
R.B.C en caso de prosperar el acuerdo abreviado, la Lic. Battauz expresó que la
imputada no va a poder cumplirlas, seria sumar un fracaso más para ella en su vida y
otro para el sistema penal. Ante este contexto, se hace necesario recordar que "LAS

246
REGLAS DE BRASILIA SOBRE ACCESO A LA JUSTICIA DE LAS PERSONAS EN
CONDICIÓN DE VULNERABILIDAD" 2 ,establecen que “se consideran en condición
de vulnerabilidad aquellas personas que, por razón de su edad, género, estado físico o
mental, o por circunstancias sociales, económicas, étnicas y/o culturales, encuentran
especiales dificultades para ejercitar con plenitud ante el sistema de justicia los
derechos reconocidos por el 2 Aprobadas por la XIV Cumbre Judicial Iberoamericana,
que ha tenido lugar en Brasilia durante los días 4 a 6 de marzo de 2008 ordenamiento
jurídico”. En este sentido, nombrar legislativamente como vulnerables a una categoría
es reconocer la desigualdad real. Lo cual necesariamente debe ser considerado
prioritariamente en cualquier planteamiento o implementación institucional (párr. 24
reglas de Brasilia). Por lo tanto, las y los operadores del sistema (principalmente
Jueces/as Fiscales/as, Defensores/as y representantes del Ministerio Publico Pupilar)
debemos actuar ante estas situaciones con mayor sensibilidad y empatía,
reconociendo la especialidad y especificidad en la intervención, valorándose este
especial contexto con impacto reducidor al momento de analizar la culpabilidad por el
acto.3 Claramente puede observarse que R.B.C se encuentra frente a una quíntuple
vulnerabilidad, por ser mujer4 , por ser niña5 (Menor de 18 años de edad al momento
de los hechos), por ser víctima6 de violencia sexual, física y psicológica por parte de
su padre y de género por parte de su actual pareja, con quien se vio imputada en
todos los hechos por los cuales se la investiga y que en la mayoría de ellos intento huir
dejando a R.B.C echada a su suerte. Lo que nos lleva a pensar que la imputada podría
haber estado condicionada, obligada o simplemente no podía consentir su
participación en los mismos. R.B.C resulta vulnerable también por su situación de
pobreza extrema la que constituye una causa de exclusión social, tanto en el plano
económico como en los planos social y cultural, y supone un serio obstáculo para el 3
MARTIN, Germán” NI MENORES, NI JOVENES, NI CONFLICTIVOS, NI LOCOS 4
Las Reglas de Brasilia (N°8) expresan que la discriminación que la mujer –persona
vulnerable en razón de su género- sufre en determinados ámbitos supone un
obstáculo para el acceso a la justicia, que se ve agravado en aquellos casos en los
que concurra alguna otra causa de vulnerabilidad. 5Las Reglas de Brasilia (N° 2)
consideran que las niñas y los niños –personas vulnerables en razón de su edad –
deben ser objeto de una especial tutela por parte de los órganos del sistema de justicia
en consideración a su desarrollo evolutivo. Asimismo 6 Reglas de Brasilia (N°5) A
efectos de las presentes Reglas, se considera víctima toda persona física que ha

247
sufrido un daño ocasionado por una infracción penal, incluida tanto la lesión física o
psíquica, como el sufrimiento moral y el perjuicio económico. acceso a la justicia
especialmente en aquellas personas, como en el caso de la acusada, en las que
también concurre con otras causa de vulnerabilidad.7 Y por último resulta vulnerable
por hallarse implicada en un proceso penal. Todo lo referenciado constituye un dato
estructural y diferencial que necesariamente se debe tener presente en su abordaje
socio/institucional/penal específico8 . La especialidad de los operadores requiere, ante
esta situación, "un trato específico, así como una ingeniería institucional adecuada a
sus particularidades. Las niñas tienen necesidades concretas, y problemas
característicos de salud física y mental (Zahn, 2009, Zahn, et. al, 2008). Además,
experimentan la justicia juvenil de manera diferente que los niños debido a dos
factores: por un lado, a la forma en la que las delincuentes femeninas difieren de los
delincuentes masculinos, y, por el otro, por la forma en que la sociedad ve a las niñas
(Edwards, 2010, p. 232). El contacto con la justicia penal, en cualquier carácter,
agrava estos problemas, dado que ésta no interviene (ni deriva) con un enfoque
orientado a la resolución de estas dificultades y vulneraciones de derechos, sino que lo
hace del mismo modo que reacciona con los infractores varones, dentro de un patrón
que, como regla, reproduce la violencia (Watson y Edelman, 2012).”9 Párrafo aparte
merece la actuación de las partes. Resulta casi inexplicable que el marco de un
derecho procesal penal para personas menores de edad, con Fiscales, Defensores y
Ministerios públicos pupilares, no solo especializados10, sino que también con
competencia especifica11 (no 7 Regla de Brasilia.N° 7 8Martin German. Ibdem 9 Beloff
Mary ibidem 10 Especialmente capacitados en cuestiones relativas a los derechos de
niños y adolescentes. 11 La especificidad es claramente diferenciación, separación e
individualidad pero fundamentalmente exclusividad. (Ver Martin German Ibidem)
compartida con otra materia tales como fuero de familia o penal común) para actuar
cuando los delitos sean cometidos por personas menores de 18 años de edad, no solo
no hayan escuchado a R.B.C al momento de expresarles que no estaba de acuerdo
con la celebración del procedimiento abreviado y que con relación al cuarto hecho
negaba su participación en el mismo y exigía que se investigue a quienes fueron los
autores, sino también que ante la palmaria y extrema situación de vulnerabilidad de
R.B.C, se haya intentado celebrar un juicio abreviado con una exceptiva de pena de un
año y seis meses de prisión y no buscar ninguna medida alternativa proceso penal que
evite su estigmatización y no agrave aún más su situación de vulnerabilidad . Ninguna

248
de las partes, ni la fiscal, ni el defensor, y asombrosamente, menos aún la
representante del ministerio pupilar tuvieron en cuenta el detallado informe técnico de
fecha 21/11/2021 suscripto por las Licenciadas Sarmiento y Ermácora, para trabajar
otras alternativas al proceso penal. En definitiva, ante esta situación considero que,
resulta imperioso trabajar en el fortalecimiento de medidas alternativas al proceso
penal (justicia restaurativa).La situación particular de R.B.C requiere medidas
adaptadas al contexto, circunstancias y características de la imputada y que permitan
abordar sus problemas de forma inmediata así como contribuir a su desarrollo. En este
sentido Mary Beloff refiere que las propuestas que ofrecen los documentos
internacionales se basan, en lo general, el empoderamiento de la adolescente y
campañas de monitoreo y concientización para cambiar los estereotipos de género
perjudiciales; específicamente, en materia penal, proponen implementar programas de
entrenamiento y unidades especializadas, asegurar mecanismos de justicia
restaurativa y programas en las comunidades junto con sistemas de justicia
informal.12 Entiendo que R.B.C debe ser empoderada, y difícilmente el 12Beloff,
Ibidem procedimiento abreviado o un debate penal en la que se la juzgue y se la
declare coautora o participe penalmente responsable de los delitos endilgados, no
parecen ser el camino adecuado para lograr ese objetivo y menos aún en el marco de
una justicia especializada. Sin dudas el camino para lograr su empoderamiento se
encuentra en marco de la justicia restaurativa. Recordemos que ni el estado, ni la
comunidad, ni la justicia repararon a R.B.C, ni se le dio respuestas por la vulneración
de sus derechos esenciales, ni por las violencias físicas, psicológicas y sexuales a las
que se vio expuesta desde muy pequeña por parte de su progenitor. ¿Cómo vamos a
pretender que ahora ella se haga responsable y sea quien repare un daño, cuando ella
sigue siendo víctima y nadie reparo su daño?. Primero es R.B.C quien debe ser
reparada, restableciéndoles sus derechos vulnerados desde su primera infancia y
proveyéndole oportunidades de inclusión social. En este plano de análisis es preciso
remarcar que "en la medida en la que los procesos de criminalización de las
adolescentes están relacionados con su situación de desigualdad sexual, el proceso
juvenil penal debe articular mecanismos que permitan a la menor de edad desafiar las
jerarquías de género. Una forma de poner en cuestión dichas jerarquías de género es
utilizar en aquellos espacios que lo haga posible, como la aplicación de medidas, la
estrategia del “empoderamiento”. El “empoderamiento” es una técnica que los grupos
de mujeres han utilizado desde los años 60 para hacer visibles sus problemas y

249
retomarlos en sus manos. El empoderamiento significa facilitar a las jóvenes recursos
a partir de los cuales pueden abordar sus necesidades, pero teniendo en cuenta que
estas necesidades están definidas por su posición de género. Se trata de construir un
proceso dirigido a cambiar la naturaleza de las condiciones de vida de las jóvenes
mujeres. Partiendo de esta idea, en el caso de marras, es necesario reducir al máximo
la intervención de la justicia penal juvenil a los fines de no vulnerar más aún los
derechos de la encartada. Es decir, no aumentar el daño social que la infracción haya
producido, y todo esto teniendo en cuenta que el derecho penal juvenil no puede
aumentar la desigualdad de género que sufren las adolescentes en todas nuestras
sociedades. 13 Es por ello, que al margen de rechazar el presente acuerdo de
procedimiento abreviado, y de conformidad a los establecido en "Las Reglas de las
Naciones Unidas para el tratamiento de las reclusas y medidas no privativas de la
libertad para las mujeres delincuentes" ( Reglas de Bangkok) que disponen "que al
adoptar decisiones se tendrá presente la vulnerabilidad de las delincuentes juveniles
debida a su género" -Regla N°65- insto a las partes (Fiscal, Defensor y Ministerio
Pupilar) ,para que el marco del mandato constitucional de la especialidad y especificad
de sus funciones se avoquen a la búsqueda de vías alternativas al proceso penal
(Justicia Restaurativa art. 40.3.b de la Conv. Derechos del Niño), y eviten la realización
de un debate penal, a los fines de ofrecerle a R.B.C alternativas que permitan lograr su
empoderamiento, la construcción de un proyecto de vida que atienda a su realidad y
singularidad y superar experiencias traumáticas a la que ha estado expuesta a lo largo
de toda su vida. Por lo expuesto, se dicta la siguiente; SENTENCIA: I) RECHAZAR el
procedimiento de juicio abreviado propuesto en esta causa N° 13449 y su acumulado
N° 13450, por las razones expuestas. II) Instar a las partes a que en el marco de la
especialidad y especificidad de sus funciones, teniendo en cuenta la extrema situación
de vulnerabilidad de la incursa y de conformidad al artículo 40.3.b) de la C.D.N y la
regla N° 65 de la "Las Reglas de las Naciones Unidas para el tratamiento de las
reclusas y medidas no privativas de la libertad para las mujeres 13 BODELÓN
GONZÁLEZ, Encarna y AEDO RIVERA Marcela “LAS NIÑAS EN EL SISTEMA DE
JUSTICIA PENAL” Anales de la Cátedra Francisco Suárez, 49 (2015), 219-236.
delincuentes" avoquen a la búsqueda de vías alternativas al proceso penal. III)
Protocolícese, regís11trese, notifíquese y en estado, archívese.-
Pablo Alejandro Barbirotto Juez Penal de Niños y Adolescentes José M. Ibarzábal
Secretario O.G.A

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Tribunal de Responsabilidad Penal Juvenil Nº 2, del Departamento Judicial de San
Martín, Causa Nro. 2203 del 12 de Julio de 2021.
SCBA

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