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Crítica al tecnofeudalismo
Enviado por Oscar Sánchez en Vie, 11/25/2022 - 00:57
Cita:
Morozov, Evgeny [2022], "Crítica al tecnofeudalismo",New Left Review, (135): 99-140, julio-
agosto,https://newleftreview.es/issues/133/articles/critique-of-techno-feudal-r... [1]
Fuente:
Otra
Fecha de publicación:
2022
Revista descriptores:
Competencia mundial. Disputa hegemónica[2]
Empresas transnacionales y gobernanza mundial [3]
Relaciones entre empresas estados y sociedad [4]
Tecnologías militares - tecnologías de uso dual[5]
Tema:
La economía digital no implica un retorno al feudalismo, sigue siendo capitalista, pero hay que
comprender de una manera más amplia al capitalismo.
Idea principal:
SE QUE ES TEDIOSO PERO PARTE DE LA RIQUEZA DEL TEXTO ESTÁ EN LA
RECUPERACIÓN DEL ESTADO DEL ARTE EN EL DEBATE Y OTROS AUTORES QUE CITA
MOROZOV. YO RESCATE LOS SIGUIENTES PARA QUE LOS AGREGUES A LA PARTE DE
FUENTES, SI ENCUENTRAS OTRAS QUE CONSIDERAS IMPORTANTES AGREGALOS.
Murray Smith, Invisible Leviathan: Marx’s Law of Value in the Twilight of Capitalism
Immanuel Wallerstein, The Origins of the Modern World-System: Capitalist. Agriculture
and the Origins of the European World-Economy in the Sixteenth Century
Daniel Bin, «So-Called Accumulation by Dispossession», Critical Sociology, vol. 44, núm.
1, enero de 201,; y «Dispossessions in Historical Capitalism: ¿Expansion or Exhaustion of
the System?», International Critical Thought, vol. 9, núm. 2, mayo de 2019.
Techno-féodalisme (2020), obra del economista francés Cédric Durand,
Durand Fictitious Capital
Capital Is Dead: Is This Something Worse? Libro de McKenzie Wark
Cecilia: Capitalism, Power and Innovation Intellectual Monopoly Capitalism Uncovered
Duncan Foley, «Rethinking Financial Capitalism and the “Information” Economy
Bue Rübner Hansen, «Review of Nitzan and Bichler’s Capital as Power: A Study of Order
and Creorder», Historical Materialism, vol. 19, núm. 2, abril de 2011.
Cedric Durand, «Predation in the Age of Algorithms: The Role of Intangible Assets», en
Marle?ne Benquet y The?o Bourgeron (eds.), Accumulating Capital Today: Contemporary
Strategies of Profit and Dispossessive Policies, Londres, 2021, pp. 149-162
Linda Weiss America Inc. Innovation and Enterprise in the National Security State (2014)
Desde la derecha hay diversas posturas. Por una parte, algunos personajes como Joel Kotkin o
Glen Weyl ven como un problema el surgimiento de un tipo de neofeudalismo o
tecnofeudalismo; pues, este tipo de régimen frena el desarrollo personal y la libertad individual.
Pero, por otra parte, desde posturas de la derecha radical hay quienes ven con buenos ojos un
proyecto neofeudal.
En la izquierda hay un creciente uso de la terminología feudal. Nadie sostiene que el capitalismo
se haya acabado o que estemos ante un retorno a la Edad Media. Lo que indican las posturas
más prudentes es que las lógicas del capitalismo siguen siendo predominantes pero que algunas
de las características del actual sistema capitalista, como la redistribución de riqueza de abajo
hacia arriba mediante recursos políticos, se parecen al feudalismo.
Un elemento que contribuye al uso de la terminología feudal es la poca claridad conceptual sobre
la forma en que operan los sectores más avanzados de la tecnología digital. No hay claridad si
empresas como Amazon o Google obtienen ganancias mediante la producción de algo, o más
bien funcionan mediante la renta de servicios tencodigitales. En este confuso escenario, el
termino neofeudalismo se propone como una forma de arrojar luz sobre la economía digital.
Lógica feudal
A grandes rasgos hay dos formas de entender el feudalismo. Por una parte, desde las posturas
marxistas el feudalismo refiere a un modo de producción, a una lógica económica cuyo eje es la
apropiación por parte de los terratenientes del excedente de la producción campesina. Es decir, la
lógica económica del feudalismo se basa en un campesinado que goza de cierta autonomía
económica en tanto es dueño de sus medios de producción (herramientas, animales, y acceso a la
tierra común) y en señores feudales que no invierten en el proceso de producción, pero que,
apelando a la tradición, a leyes y bajo amenaza de violencia, se apropian del excedente de la
producción campesina. Bajo el feudalismo la extracción de valor se realiza por medios
extraeconómicos, siendo principalmente los medios políticos los que operan en la apropiación de
riqueza.
Por otra parte, para la mayoría de los historiadores no marxistas el feudalismo se entiende como
un sistema sociopolítico caracterizado por el uso arbitrario de la violencia, vínculos de lealtad
justificados por motivos religiosos y culturales, en el que los poderes privados ejercen su
dominio sin demasiadas complicaciones. Para esta tradición de pensamiento, el Estado burgués
se distingue del capitalismo en tanto respeta y hace cumplir la ley, y los ciudadanos disfrutan de
diversos derechos democráticos que se deben garantizar.
Para Morozov lo importante es que, independientemente del marco analítico, debería ser posible
identificar algunos rasgos centrales del feudalismo y verificar si se están repitiendo en la
actualidad. De tal manera que, si en la actualidad se identifican algunos rasgos del feudalismo,
ya sea su lógica sociopolítica que privatiza el poder, o la lógica económica que implica la existencia
de una clase parasitaria que no interviene en el proceso productivo, entonces se podría hablar de
una especie de refeudalización de la sociedad, aun cuando no nos encontremos ante el
surgimiento de un sistema plenamente neofeudal.
Precursores
En el caso de Alain Supiot los actuales procesos de digitalización y neoliberalización son los ejes
centrales de un proceso de refeudalización. Supiot indica que esta refeudalización no implica un
regreso a la Edad Media; sino que los conceptos jurídicos del feudalismo son útiles para analizar
los actuales procesos digitalización y neoliberalización. Para Supiot la distinción clave se encuentra
entre el gobierno de los hombres del orden feudal y el gobierno por la ley del Estado Burgués.
La refeudalización se puede observar en el proceso de neoliberalización que somete al Estado a
las lógicas de la maximización de utilidad y ganancias, eliminando las barreras que en el pasado
los Estados del bienestar construyeron para mantener fuera de la mercanitlización determinadas
esferas de la vida que garantizaban un mínimo de dignidad en la vida de todos los ciudadanos.
Supiot tampoco ve la digitalización como el retorno a la Edad Media. Lo que argumenta es que en
el Estado Burgués todos los ciudadanos tienen los mismos derechos de forma independiente a
su clase o posición social; pero, en el mundo digital el poder de las personas, su autonomía e
interacción con las instituciones depende de su reputación, puntuación digital y mecanismos pocas
veces explícitos.
Para Morozov los planteamientos de Supiot y Neckel son exepcionalmente brillantes entre el
debate neofeudal DE NUEVO LO "NEOFEUDAL" ACÁ MAL EMPLEADO EN COMO
MOROZOV UBICA A LOS AUTORES, aunque lamenta que su trabajo sea ampliamente
desconocido entre quienes adoptan la tesis neofeudal.
¿Brenner o Wallerstein?
RESCATAR AUTORES Y OBRAS MÁS IMPORTANTES DE ESTA SECCIÓN
La idea de que el capitalismo de alguna manera se encuentra regresando al pasado, hacia un
neofeudalismo, es producto de una deficiente lectura de las dinámicas y actividades
propiamente capitalistas que se distinguen de las que no son capitalistas. Sobre esto es útil
abordar dos líneas de pensamiento marxista mutuamente excluyentes que reflexionan sobre el
tránsito del feudalismo al capitalismo.
La primera forma considera que el funcionamiento del sistema capitalista únicamente depende
de la dinámica de competencia y explotación del trabajo asalariado. Es decir que para esta línea
de pensamiento las formas de extracción del valor mediante mecanismos que no sean la
apropiación del plusvalor del trabajo asalariado, como los mecanismos de racialización, violencia, y
demás, quedan excluidos del análisis pues no se consideran formas de acumulación
propiamente capitalistas.
La otra línea de pensamiento reconoce que el funcionamiento del capitalismo histórico no sólo
depende de la explotación del trabajo asalariado, sino que intervienen muchos mecanismos como
los patrones de poder raciales y patriarcales. La diversidad de mecanismos de los que se vale el
capitalismo es irreductible a una formula clara, pero esto no implica que no sean intrínsecos al
capitalismo histórico.
Brenner se basa en la crítica que Marx realiza a la concepción de la acumulación previa de Adam
Smith. Pero en el capítulo 31 del Capital, Marx señala procesos y momentos de extrema
violencia, la colonización y la esclavitud entre otros, como momentos importantes de la
acumulación originaria. En dicho capítulo se deja en claro que hay una relación intrínseca entre el
capitalismo y la violencia que ejerce en distintos lugares para extraer valor, que el trabajo
asalariado en Europa solo fue posible por el trabajo esclavo en América.
La postura de Brenner nunca convenció a todos, en el siglo XXI son varias las propuestas que
promueven la tesis de que la explotación del trabajo asalariado y los procesos de desposesión son
mutuamente constitutivos. De estas últimas propuestas destaca el trabajo de Klaus Dorre sobre
el acaparamiento de tierras capitalista y el trabajo de Nancy Fraser sobre la forma en que la
expropiación es un proceso continuo que otorga las condiciones de posibilidad de la explotación
del trabajo asalariado.
Brenner fue crítico de la noción de Harvey. Según Brenner, Harvey amplia demasiado el concepto
de la acumulación originaria volviéndolo inútil. Además, Brenner apuntó que le parecía
incomprensible que en un sistema capitalista la desposesión predominara sobre las formas de
acumulación propiamente capitalistas.
En trabajos posteriores Harvey hizo aún más confusa la noción al plantear que el neoliberalismo
es un proyecto político para reorganizar el poder de las élites mediante la transferencia de la
riqueza de toda la población hacia clases altas, y que el principal motor de este proceso es la
acumulación por desposesión.
El concepto de acumulación por desposesión es usado por muchos académicos del Sur Global
para teorizar sobre las nuevas formas del extractivismo rentista mediante el que las empresas
usan sus tentáculos en el mundo de la política para adquirir tierras y recursos. La lógica de esto
es que primero hay una desposesión que se realiza mediante recursos extraeconómicos, como la
violencia o la influencia política; después se obtienen rentas mediante los derechos de
propiedad, y justo esta extracción de rentas devuelve el proceso al ámbito de la economía
capitalista.
La cuestión es que, si la clase capitalista solamente se dedica a extraer rentas sin invertir en la
fabricación de productos, como los antiguos terratenientes feudales, el capitalismo se dirige a un
estado de crisis. Aunque Harvey no usa la terminología neofeudal, su análisis del capitalismo
actual es cercano a la idea de que estamos ante un resurgimiento de la lógica económica del
feudalismo.
Multitudes Cognitivas
Según esta línea de pensamiento la dinámica del capitalismo actual no busca controlar la
producción, sino que la clase capitalista se limita a controlar los derechos de propiedad intelectual
al tiempo que intenta reducir el margen de acción de las multitudes rebeldes y sus nuevas
capacidades comunicativas. Es decir que, según estos pensadores, la lógica económica del actual
capitalismo no se basa en una clase capitalista obsesionada con incrementar sus ganancias
mediante la innovación; sino que, lo que ahora hay es una clase rentista parasitaria del trabajo y
la creatividad de las masas.
Pensadores de esta tradición como Vercellonce plantean la hipótesis de que los modernos
trabajadores cognitivos han derrotado a la obsoleta clase gerencial. Esta derrota de la clase
gerencial es tomada como un indicador de que la dinámica del capitalismo de transformar e
incorporar el trabajo a las relaciones e imperativos capitalistas se está invirtiendo, que el
capitalismo camina hacia atrás. Según los teóricos del capitalismo cognitivo la casi total
automatización de varias empresas es muestra de que la renta como forma de acumulación de
riqueza está desplazando la propia lógica capitalista de extracción del valor.
Para los teóricos del capitalismo cognitivo solo hay un capitalismo de nombre pues consideran
que la lógica económica predominante es la de un rentismo feudal. El problema es que el hecho de
que una empresa este totalmente automatizada y no tenga ningún empleado, no implica que no
sea capitalista ni que no genere plusvalor. Aunque una empresa este totalmente automatizada
hay una absorción del plusvalor producido en otras partes de la economía, y es muestra de la
propia dinámica capitalista en la que la competencia provoca un creciente impulso hacia la
automatización.
Fortunas Digitales
Tanto los teóricos del tecnofeudalismo como los del capitalismo cognitivo tienen la hipótesis de que
las redes de la información empujan a la economía digital hacia el feudalismo, el rentismo y la
desposesión. Uno de los trabajos pioneros de Peter Drahos apunta a que la expansión de los
derechos de propiedad intelectual y sus peculiares relaciones de poder van a generar un poder
privado y arbitrario, un feudalismo de la información.
Otro de los elementos de la economía digital que puede crear similitudes con el feudalismo, es la
forma en que los usuarios se ven obligados a ceder sus datos. Los datos generados por quienes
usamos algún servicio digital, cualquiera que este sea, es clave para mejorar los servicios
existentes, la inteligencia artificial, y perfeccionar los modelos de predicción de comportamiento
que sirven al mercado de la publicidad personalizada.
Según los teóricos del capitalismo cognitivo los usuarios de cualquier servicio digital somos
trabajadores explotados por las plataformas tecnodigitales que funcionan debido de nuestro
trabajo digital gratuito que les permite vender muchísima publicidad y abaratar el costo de
producción de productos de inteligencia artificial. Otra postura, cuya principal exponente es
Shoshana Zuboff (2018) sostiene que la vida de los usuarios se presenta, para las grandes
corporaciones digitales, como los recursos no integrados a la dinámica capitalista que son
susceptibles de operaciones extractivistas.
Zuboff se aleja de cualquier consideración sobre la noción -trabajo-, para ella los capitalistas de la
vigilancia, aquellos que extraen nuestros datos, no basan su acumulación de riqueza en la
explotación del trabajo, sino en un continuo proceso de acumulación por desposesión. Múltiples
variaciones del concepto desposesión, como desposesión del comportamiento o desposesión de la
experiencia humana, entre otras, son las categorías que Zuboff usa para analizar los
mecanismos mediante los que Google extrae y se apropia de los datos de los usuarios. Lo que
otorga la apariencia capitalista a estos procesos de desposesión es que son realizados mediante
tecnología moderna y a escala industrial; pero el análisis de Zuboff carece de una definición clara
del capitalismo.
Zubof describe la economía digital como una lógica económica parasitaria que es impulsada por la
violencia simbólica, el engaño y la desposesión. La idea del capitalismo de la vigilancia es cercana
a las ideas del neofeudalismo; pero en realidad el sistema económico que Zuboff describe es
usuarista, pues para esta pensadora la expropiación de los datos de los usuarios constituye el
principal motor de las ganancias de los gigantes digitales como Google y Facebook.
El problema del análisis de Zuboff es que se limita al análisis del proceso usuario-datos-
publicidad, pero no toma en cuenta ninguno de los otros aspectos del funcionamiento de las
empresas digitales.
Cedric Durand, es un autor que buscado analizar las lógicas económicas que rigen el surgimiento
de un régimen tecnofeudal. En un inicio Durand argumentó que las actividades financieras no son
en sí mismas depredadoras, pues en un sistema que funciona bien pueden hacer que la
producción capitalista se desarrolle más rápido al facilitar el financiamiento. El problema es que
en la década de 1970 las finanzas que pro-acumulación se sustituyeron por otras dos lógicas. La
primera se relaciona con la lógica de desposesión teorizada por Harvey, e involucra a las
instituciones financieras que usan sus conexiones con el Estado para redirigir el dinero público
hacia sí mismas. Es decir, que este tipo de extracción de valor se basa en los vínculos entre
instituciones financieras y Estados. La segunda lógica es el pago que las empresas deben
realizar a instituciones financieras por razones que son ajenas al proceso productivo. Según
Durand las operaciones de rescate que siguieron a la crisis financiera de 2008 aceleraron la
transición a un régimen feudal al aumentar las dinámicas de desposesión y parasitismo y
suprimiendo las de innovación.
En un primer momento Durand sostuvo que el fenómeno observado, desde 1990, del aumento de
las ganancias sin aumento de la inversión es una ilusión provocada por una falta de comprensión de
los fenómenos de la globalización y por la falta de una mirada global de los procesos económicos.
De acuerdo con Durand la globalización hizo posible el incremento de las ganancias sin tener que
invertir más. Por ejemplo, la globalización y la digitalización permiten que empresas como
Walmart se aprovechen de su posición dominante en la cadena mundial de suministros y así
obtener precios más bajos de los productos de aquellos situados en posiciones inferiores de la
cadena de suministros. Además, Durand argumentó que era necesario atender a la dinámica
ganancias-inversiones desde una perspectiva global, pues muchas veces los capitalistas del
Norte Global invierten en países del Sur Global; por lo que si se analizara el comportamiento de
una empresa centrándose solamente en un solo Estado-nación, este tipo de operaciones de
escala internacional quedan fuera de la visión.
Mediante estos cuatro tipos de renta, Durand sostiene que el apogeo de lo digital ha implicado
una economía rentista en la que la monopolización intelectual es el medio más efectivo para
capturar valor. Es decir, ya no estamos ante el capitalismo en el que los principales elementos
de la producción son elementos libres que encuentran separados de los capitalistas, y por tanto
los capitalistas deben competir, mejorar su productividad y recortar los costos de producción para
aumentar sus beneficios. Según Durand, con el auge de la economía digital los principales
factores de la producción volvieron a fusionarse con los capitalistas, pues los activos digitales no
pueden separarse de los usuarios que los generan ni de las plataformas en las que se producen.
De manera similar a los señores feudales, las empresas tecnológicas nos han atrapado y
encerrado pues “nuestros datos, cuidadosamente extraídos, catalogados y monetizados, nos atan
a ellas para siempre, lo cual debilita los efectos incentivadores de la productividad derivados de
la competencia mercantil, dando a quienes controlan los activos intangibles una impresionante
capacidad para apropiarse de valor sin tener que dedicarse a la producción” (p. 128).
El gran problema del análisis de Durand es que, al igual que Zuboff, ignora el papel crucial que
juega la indexación en el funcionamiento de empresas como Google. Google no es dueño del
contenido que indexa, las paginas a las que Google enlaza son propiedad de quienes las crean
y cualquier empresa con suficiente capital podría indexar el mismo contenido. Es decir, que si
bien puede hablarse de un fenómeno rentista para las extensas posesiones de datos que Google
tiene; no se puede decir que el negocio de Google se reduzca a la tenencia de datos, la
indexación tiene un lugar sumamente importante en el que Google opera como una empresa
capitalista estándar.
6. ¿Fuerzas de depredación?
El análisis de Cedric Durand se basa en el trabajo de Durand Foley sobre las rentas de la
información en la economía global. Foley sostiene que el plusvalor puede ser apropiado en
lugares distantes respecto a los lugares en los que se produce. Lo que sostienen es que las
plataformas de la tecnología de la información propietarias de vastos recursos intangibles
obtenidos mediante los derechos de propiedad intelectual generan un rentismo similar al de los
propietarios de recursos productivos como la tierra o el agua.
Lo derechos de propiedad permite a los propietarios de los recursos productivos (en el caso de
la economía digital son los datos) excluir a los capitalistas del acceso a estos recursos, y este
fenómeno crea rentas. Estas rentas son parte del plusvalor generado en la producción capitalista,
pero no participan de la explotación del trabajo productivo. El propietario de los recursos
productivos no necesita invertir en el proceso de producción para obtener beneficios generados
por la explotación del trabajo asalariado productivo. Según Foley, Google y otras empresas
tecnodigitales son como un propietario no capitalista que no necesita invertir en el proceso
productivo para participar del plusvalor generado en otra parte.
El problema del razonamiento de Foley es que hay muchos datos que contradicen su
argumento. Para empezar, un rentista obtiene ganancias mediante sus derechos de propiedad,
no necesita hacer inversiones ni participar directamente en la explotación del trabajo, pero las
grandes empresas tecnodigitales invierten demasiado dinero en investigación y desarrollo,
además de tener grandes cantidades de empleados (Dato Crucial 1). Por otra parte, Facebook,
Amazon y Google tienen menos activos intangibles que otras grandes empresas, pues las
gigantescas cantidades de información que manejan requieren de vastas redes físicas y enormes
centros de datos, por lo que dichas empresas no pueden analizarse sin atender a su dimensión
material.
Durand conoce las inmensas cantidades de inversión que realizan las empresas tecnodigitales,
pero apunta a que estas inversiones masivas no se dirigen a las fuerzas productivas, sino que
alimentan a las fuerzas de la depredación. Esta noción de las fuerzas de la depradación,
desarrollada por Veblen, apunta a que lo que motiva a los capitalistas no es la búsqueda de
ganancias, sino el sabotaje de la competencia para asegurarse que van a tener más ganancias
que sus competidores.
Morozov observa que el marco teórico de Durand intenta conjugar las nociones de Marx y las de
Veblen. El problema es que ambos marcos teóricos contienen nociones irreconciliables pues para
Velben la depredación es intrínseca a los instintos de los capitalistas; mientras que para Marx los
capitalistas son, en última instancia, individuos productivos. Además, no hay una explicación
clara de la razón por la que la teoría marxista necesita usar el concepto de la depredación, cuando
sus categorías de beneficio y producción capitalista, así como de renta y rentismo son suficientes
para explicar el éxito de empresas como Google.
Por otra parte, Marx explicó claramente que las empresas capitalistas totalmente automatizadas
se apropian del plusvalor obtenido en otra parte, y se lo apropian en términos de renta, no de
beneficios UY! CUIDADO CON ESTA, ERROR GARRAFAL, AQUÍ TERGIVERSAS AL AUTOR
Y SU INTERPRETACIÓN DE MARX. MARX CONCIBE LA APROPIACIÓN DE PLUSVALOR EN
TÉRMINOS DE GANANCIAS, NO DE RENTA. CORREGIR. . Es decir que para Marx las
empresas totalmente automatizadas son tan capitalistas como las que explotan de forma directa
el trabajo asalariado.
Entra el Estado
Otro de los problemas de la propuesta tecnofeudal es que apenas y toma en cuenta el papel del
Estado. El Estado fue muy importante el papel que desempeñó el Estado en Estados Unidos
para el asenso de Silicon Valley como líder tecno-económico mundial, pero el marco teórico
tecnofeudal no sirve para analizar estas cuestiones, pues desde estas propuestas se asume que
los Estados se han debilitado, que su soberanía está atravesada por el poder de los señores
tecnofeudales, y que el propio asenso de las empresas tecnologías se produjo a costa del
debilitamiento del Estado.
La cuestión es que en Estados Unidos son evidentes los vínculos que existen entre los gigantes
tecnodigitales y los Estados, por no hablar de los procesos geopolíticos en los que se fusiona la
acción de los Estados y las empresas digitales. Es imposible explicar el asenso de la industria
tecnológica estadounidense si no se toman en cuenta procesos geopolíticos como la Guerra Fría o
la guerra contra el terrorismo, tampoco se podría entender el asenso de China sin atender a la
actual catástrofe climática.
Morozov apunta que esta falta de atención de las propuestas tecnofeudales a la actuación de los
Estados podría estar relacionada con la idea brenneriana de que las intervenciones sistemáticas
de los Estados representarían un capitalismo político, una perversión que no representa las
dinámicas propiamente capitalistas.
Según Morozov la única forma de unir la explotación del trabajo asalariado y la expropiación en
un solo modelo es comprender al capitalismo de una forma mucho más amplia. El análisis del
trabajo no libre, la dominación racial y de género, y el uso de la energía sin precio como fenómenos
que no son propiamente capitalistas han sido duramente cuestionados por los historiadores del
género, el clima, el colonialismo, el consumo y la esclavitud.
El marxismo debe abandonar la idea de que en el sistema capitalista hay una división entre lo
económico y lo político. Los capitalistas y sus intelectuales pueden presentar al capitalismo como
un sistema en el que lo político y lo económico se encuentra dividido, cada esfera separada
actuando en sus propios ámbitos sin interferir una con otra, pero esto no significa que en la
realidad las cosas realmente funcionen así.
La crisis de 2008 y la pandemia han provocado que el propio Brenner dude de si la redistribución
de los activos son algo ajeno al capitalismo realmente existente. Pero ante su incapacidad de
entender al capitalismo como un sistema que combina la redistribución y la explotación del trabajo,
Brenner solamente puede argumentar que “la dependencia de los capitalistas de la redistribución
hacia arriba de la riqueza impulsada por el Estado está alejando al capitalismo de sí mismo y
llevándolo hacia una forma económica que aparentemente comparte una característica central
con el feudalismo” (p. 139). Este argumento sostiene la idea de que el capitalismo solamente
funciona mediante la explotación del trabajo, pero provoca muchos problemas de análisis. Y, los
puntos débiles de las tesis tecnofeudales como la de Durand son consecuencia de estas
tensiones no resueltas en el debate Brenner-Wallerstein.
La lógica del capital siempre busca recursos que pueda mercantilizar de la forma más barata
posible. El capitalismo puede adaptarse de muchas maneras, pero no lo hace continuamente, y
cuando lo hace no significa que la redistribución hacia arriba predomine sobre las lógicas
productivas, y es muy probable que la producción sea la base de la mayor parte de la economía
digital actual. Al invocar siempre el tecnofeudalismo se corre el riesgo de blanquear las actitudes
del propio tecnocapitalismo.
Morozov presenta una discusión crítica con algunas de las tendencias en el análisis de la
economía digital. Parte de algunos hechos de base, como la cantidad de trabajadores en algunas
empresas digitales, o la cantidad de sus inversiones, y mediante una discusión teórica en la que
parte de una comprensión del capitalismo como un sistema que usa distintas formas de extracción
del valor, asegura que la economía digital es plenamente capitalista. Además de la postura de
Morozov, el texto también sirve como un excelente estado de la cuestión sobre las discusiones
tecnofeudales.
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