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CLÁUSULA GENERAL
Viene definida en el artículo 1.1 en los siguientes términos: «los Juzgados y Tribunales del
orden contencioso-administrativo conocerán de las pretensiones que se deduzcan en relación
con la actuación de las Administraciones públicas sujetas al Derecho Administrativo, con las
disposiciones generales de rango inferior a la Ley y con los Decretos legislativos cuando
excedan los límites de la delegación».
De este modo, la cláusula general combina tres criterios: subjetivo, objetivo y de régimen
jurídico.
SUPUESTOS ADICIONALES
EXCLUSIONES
Ello no impide, sin embargo, que conforme al artículo 4.1 LJCA, la competencia del orden
contencioso-administrativo se extienda al conocimiento de las cuestiones prejudiciales e
incidentales no pertenecientes al orden contenciosoadministrativo directamente relacionadas
con el recurso y que resulten necesarias para pronunciarse sobre el mismo. Se trata, en todo
caso, de un conocimiento limitado a ese concreto proceso.
1. Juzgados de lo Contencioso-Administrativo.
- En única instancia:
• Recursos contra autos y sentencias dictados por los Juzgados C-A: apelación, revisión y
casación.
• Cuestiones de competencia suscitadas entre Juzgados con sede en la Comunidad
Autónoma.
- En única instancia:
• Recursos contra disposiciones generales y actos de Ministros y Secretarios de Estado.
• Recursos contra los actos de una serie de entidades del sector público estatal.
- En única instancia:
• De los recursos contra actos y disposiciones de los máximos órganos del Estado (CGPJ,
Congreso…).
• De los recursos contra actos y disposiciones de la Junta Electoral Central.
La Ley habla también de parte codemandada para referirse a «las personas o entidades cuyos
derechos o intereses legítimos pudieran quedar afectados por la estimación de las
pretensiones del demandante». Se trata de una parte meramente potestativa, cuyo
emplazamiento es responsabilidad de la Administración demandada. La posición de
codemandada solo sirve para oponerse a las pretensiones del demandante a favor de la parte
demandada.
Tienen capacidad procesal «los que estén en pleno ejercicio de sus derechos civiles». A ellos se
añaden dos supuestos: i) los menores de edad para la defensa de aquéllos de sus derechos e
intereses legítimos cuya actuación les esté permitida por el ordenamiento sin necesidad de la
asistencia de la persona que ejerza la patria potestad, tutela o curatela; y ii) los grupos de
afectados, uniones sin personalidad o patrimonios independientes o autónomos, aptos para
ser titulares de derechos y obligaciones.
Por lo común, las partes habrán de comparecer y ser representadas por un Procurador y
defendidas o asistidas por un Abogado. Esta regla contiene excepciones:
Finalmente, no basta con tener capacidad procesal para intervenir en el proceso. Es necesario
tener legitimación, que puede ser activa, que alude a la aptitud para iniciar el proceso; o
pasiva, que hace referencia a la posibilidad de intervenir en el proceso.
Conforme al artículo 19.1.a) de la LJCA tienen legitimación activa, con carácter general, «las
personas físicas o jurídicas que ostenten un derecho o interés legítimo», que ha de ser actual.
Esto significa que la resolución impugnada debe repercutir de manera clara y suficiente en la
esfera jurídica de quien acude al proceso, sin que sea suficiente el mero interés en la defensa
de la legalidad, sino que se ha de poder obtener un beneficio/perjuicio o ventaja/desventaja
del proceso.
También la legitimación es exigible a las AAPP cuando recurren, debiendo concretarse en tal
caso la concurrencia de un interés público afectado, la afección a su ámbito de autonomía o a
los fines públicos que persiguen.
Entre los requisitos que debe cumplir la parte demandante se encuentra también el abono de
las correspondientes tasas. En el orden contenciosoadministrativo quedan exentos de las
tasas: las personas físicas en general, las personas jurídicas a las que se les haya reconocido el
derecho a la asistencia jurídica gratuita, y los sujetos públicos (Ministerio Fiscal,
Administraciones Públicas y órganos constitucionales y autonómicos).
El objeto del proceso lo constituyen las pretensiones de las partes que se deduzcan en relación
con la actuación de la Administración pública y las disposiciones objeto de control.
1. Los actos administrativos expresos o presuntos que ponen fin a la vía administrativa.
5. LA TUTELA CAUTELAR
La primera tiene que ver con el alcance, dado que no se limitan ya a la suspensión de la
ejecución del acto o disposición impugnados, sino que pueden ser todas aquéllas «que
aseguren la efectividad de la sentencia» (art. 129.1 LJCA).
La segunda es que para su adopción (artículo 130 LJCA) es necesario realizar una «ponderación
de los intereses públicos y privados en conflicto», fijando como criterio para su adopción el
que la ejecución del acto o aplicación de la disposición «pueda hacer perder su finalidad
legítima al recurso».
La tercera es que las medidas pueden solicitarse «en cualquier estado del proceso» (artículo
129.1 LJCA), aunque lo usual será que se pidan con el escrito de interposición, y así debe
hacerse en todo caso cuando se solicite la suspensión de disposiciones de carácter general.