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Dedicado con afecto a Leonardo Jiménez Escobar. Un abrazo, Ismael.

LA ERA DE LOS
EDULCORANTES
SON SALUDABLES?

DEL AZÚCAR A LOS EDULCORANTES:


¿ES UN BUEN CAMBIO?

POR ISMAEL GALANCHO REINA


© Ismael Galancho Reina 2021
© BK97 Studio, maquetación e ilustraciones

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00 TABLA DE CONTENIDOS

01. Breve historia de los edulcorantes ........................................................


05
02. ¿Que son los aditivos edulcorantes? .....................................................
07
03. ¿Poder endulzante de los edulcorantes? ..............................................
09
04. ¿Qué son los polialcoholes? ....................................................................
11
05. Los más controvertidos: sacarina y aspartamo ..................................
13
06. Edulcorantes y microbiota ......................................................................
17
07. Edulcorantes y composición corporal ...................................................
23
08. ¿Los edulcorantes elevan la insulina? ...................................................
27
09. Edulcorantes y glucemia ........................................................................
29
10. Edulcorantes y cáncer ............................................................................
33
11. Edulcorantes y apetito ............................................................................
36
12. ¿Cuál es el mejor edulcorante? ..............................................................
39
13. Conclusiones ..............................................................................................
41
14. Bibliografía ................................................................................................
44
01
BREVE HISTORIA DE
LOS EDULCORANTES
El primer edulcorante artificial descubierto fue la sacarina. En 1879, el quí-
mico ruso Constantin Fahlberg y su jefe, el Doctor Ira Remsen, hicieron un
descubrimiento asombroso mientras estaban cenando: el pan que acababan
de comer tenía la corteza muy dulce.

Sin embargo, el sabor dulce no estaba en el pan, sino en sus dedos. Al darse
cuenta de eso, volvieron a su laboratorio y se dieron cuenta de que la dulzura
en sus dedos provenía de una reacción química accidental. Trabajando con
alquitrán de hulla, en un vaso el ácido o-sulfobenzoico habían reaccionado
con cloruro de fósforo y amoníaco, produciendo sulfóxido benzoico.

En ese momento, surgió la sacarina, que rápidamente fue considerada el me-


jor sustituto del azúcar, ya que no solo no tenía calorías, sino que era barata.
La sacarina comenzó a comercializarse después de que ambos científicos pu-
blicaran el articulo “Über die Oxydation des Orthotoluolsulfamide”.

Unos años más adelante, en 1908, en respuesta a una oleada de críticas a


la industria alimentaria, el Congreso de los EEUU aprobó la Ley de Alimentos
y Medicamentos para proteger al público de “los alimentos, drogas o medi-
camentos adulterados, mal etiquetados, venenosos o nocivos”. En ese mo-
mento la sacarina estuvo en el punto de mira. Pero resulta que el presidente
Roosevelt estaba usándola con el fin de bajar de peso, por lo que ignoró las
denuncias.

5
01 BREVE HISTORIA DE LOS EDULCORANTES

La escasez de azúcar generalizada que se vivió en el transcurso de las dos


Guerras Mundiales, hizo que el consumo de sacarina se disparase y que ade-
más se instalara este producto casi en todas partes del mundo.

Más adelante, en 1937, Michael Sveda, un estudiante de química de la Uni-


versidad de Illinois, estaba trabajando con un compuesto llamado ciclamato.
En ese momento descubrió que sus cigarrillos le sabían dulces…ya os imagi-
náis de dónde venía ese sabor dulce. Introducido en el mercado de Estados
Unidos en 1950 por los Laboratorios Abbott, el ciclamato fue inicialmente
comercializado para el control de la insulina en diabéticos y en 1958, la FDA
lo consideró seguro. Pero en realidad lo mejor que tenía el ciclamato era que
quitaba el retrogusto amargo o metálico a la sacarina, por lo que la mezcla
de ambos fue comercializada con gran éxito y acabó siendo el edulcorante
preferido por quienes producían refrescos, comidas y dulces, para sustituir al
azúcar.

En 1965, el químico James M. Schlatter estaba buscando un medicamento


contra la úlcera cuando se encontró con el dulce sabor del aspartamo al la-
mer su dedo, que provenía de la mezcla del ácido aspártico y la fenilalanina,
dos aminoácidos de origen natural. El aspartamo entró en el mercado de los
edulcorantes artificiales en 1973. A diferencia de los otros dos compuestos
que no son metabolizados por el cuerpo (se excretan como se ingieren), el
aspartamo sí que se metaboliza y tiene una cantidad mínima de calorías.

En 1976, unos científicos del Queen Elizabeth College de Londres estaban


trabajando con un compuesto clorado del azúcar, cuando a uno de los inves-
tigadores se le ocurrió probarlo, imaginad que ocurrió. Si, aquello estaba muy
dulce. Así nació la sucralosa, que es hasta 600 veces más dulce que el azúcar.

El uso de aditivos alimentarios comenzó a regularse de manera legal a partir


de mediados del siglo XX gracias al avance de las técnicas de procesamiento
de alimentos. También propiciado por el aumento de financiación bancaria a
la Industria alimentaria entre los años 1970 y 1978, principalmente en países
como Italia, Alemania y Japón. En el año 2002, la Comunidad Europea, con
el objetivo de garantizar a todos los consumidores una alimentación segura,
creó el organismo regulatorio conocido como EFSA.

6
02
¿QUÉ SON LOS ADITIVOS
EDULCORANTES?
Los edulcorantes naturales y derivados vienen definidos y regulados por el
Código Alimentario Español (Capitulo XXIII, aprobado por Decreto 2484/1967).
Son sustancias naturales que estimulan el sentido del gusto, produciendo
un sabor dulce, entre los cuales encontramos el azúcar de mesa (sacarosa),
jarabe de glucosa, miel, etc. Por otro lado, dentro de los edulcorantes ali-
mentarios, también encontramos a los aditivos edulcorantes, los cuales son
sustancias (naturales o sintéticas) que se emplean para dar un sabor dulce a
los alimentos o como edulcorantes de mesa, pero con poder energético nulo
o muy inferior a la sacarosa (azúcar).

Por lo tanto, aunque se hable de manera general de “edulcorantes” haciendo


referencia a los aditivos edulcorantes acalóricos o bajos en calorías, real-
mente los edulcorantes son añadidos calóricos que endulzan y los aditivos
edulcorantes son los que no tienen calorías o tienen muy pocas. En esta guía
hablaremos de los aditivos edulcorantes.

7
02 ¿QUÉ SON LOS ADITIVOS EDULCORANTES?

Los edulcorantes alimentarios se podrían clasificar según varios criterios:

Según su origen y naturaleza química:


Edulcorantes Naturales: Edulcorantes Sintéticos

Naturaleza glucídica:

Monosacáridos:
Glucosa, fructosa, galactosa.

• Disacáridos: Sacarosa, lactosa,


maltosa.
• Sacarina
• Polioles de primera generación: • Ciclamato
sorbitol, xilitol, manitol, etc. • Acesulfamo
• Sucralosa, etc.
Naturaleza No-glucídica:

• Polioles de segunda generación:


maltitol, lactitol e isomaltitol.

• Derivados nitrogenados:
taumarina y aspartamo.

Según su aporte calórico:


Edulcorantes nutritivos Edulcorantes intensivos (no aportan
(aportan calorías, valor energético): calorías, no valor energético):
• Productos que provienen del almidón: • Edulcorantes intensivos químicos
glucosa, jarabe de glucosa isoglucosa (síntesis o artificiales): aspartamo,
acesulfamo, sacarina, ciclamato,
• Productos que provienen de la sacaro- alitamo, dulcina.
sa: azúcar invertido.
• Azúcares-alcoholes o polioles: sorbitol, • Edulcorantes intensivos de origen
manitol, xilitol, maltitol, lactitol, jarabe vegetal: taumatina, esteviósido,
de glucosa hidrogenado. monelina, dihidrocalcona, glicirri-
zina.
• Neoazúcares: fructo-oligosacáridos.

8
03
PODER ENDULZANTE DE
LOS EDULCORANTES
El poder endulzante es una de las propiedades más conocidas de los azúcares.
Se determina en relación con la sacarosa, el azúcar de referencia (a una solu-
ción de 30 g/L a 20ºC se le asigna un poder edulcorante igual a 1. Si tenemos
en cuenta a la sacarosa cómo sustancia de referencia (con valores de 1), ésta
presenta un poder edulcorante superior a muchos otros azúcares sencillos
como la glucosa (0,7), la galactosa (0,3) o la rafinosa (0,2) entre otros. Mien-
tras que los aditivos edulcorantes intensivos como ciclamato o los glucósidos
del esteviol, presentan unos valores muy por encima de la sacarosa.

Fructosa: Es casi dos veces más dulce que el azúcar. Se metaboliza primero
en el intestino y luego en el hígado. Se puede transformar en glucosa en el
hígado o en colesterol VLDL, por lo que en contextos de sedentarismo y ba-
lance de energía positivo (sobrealimentación) de forma crónica en sujetos se-
dentarios, el abuso de fructosa (sobre todo a través del consumo de jarabe de
maíz alto en fructosa) puede ser perjudicial. Fue el edulcorante aconsejado
para los diabéticos por su bajo efecto sobre la insulina…grave error. Esto es
algo no destacable en sujetos deportistas. De hecho, tan sólo cantidades mo-
destas de ejercicio parecen ser suficientes para contrarrestar muchos efectos
negativos de la fructosa.

Aspartamo (E951): compuesto por dos aminoácidos (ácido aspártico y me-


til-ester de fenilalanina). Es 200 veces más dulce que el azúcar. Con la coc-
ción puede perder su dulzor por lo que no es apto para cocinar.

9
03 PODER ENDULZANTE DE LOS EDULCORANTES

Sacarina (E954): Es un producto sintético. Es entre 300-500 veces más dul-


ce que el azúcar. Al calentarlo por encima de 70 grados, adquiere un sabor
metálico, por eso es preferible agregarlo después de cocinar.

Acesulfamo K (E950): Es entre 130-200 veces más dulce que el azúcar. Al


hornear no modifica el sabor. Está mezclado con lactosa (azúcar de la leche).

Sucralosa (E955): Es 600 veces más dulce que el azúcar común. Está elabo-
rada a partir del azúcar, pero no afecta a los niveles de glucosa en sangre. Es
estable al calor, por lo que se puede usar para cocinar y para hornear.

Ácido ciclámico (E952): Es 30-50 veces más dulce que el azúcar. Es estable
al calor y por lo tanto se puede usar para cocinar y para hornear. Se utiliza
con frecuencia en chocolates, gaseosas y lácteos edulcorados. En niños se
recomienda no ingerir más de 3 vasos (180 ml cada uno) por día, de bebidas
hechas con jarabes o polvos para diluir que contengan ácido ciclámico.

Glucósidos de esteviol (E 960): Se extraen a partir de la planta Stevia Re-


baudiana Bertoni, una planta nativa de Paraguay y Brasil, cuyas hojas se
pueden emplear directamente como edulcorante alimentario. Los glucósidos
de steviol son una mezcla de diferentes compuestos como son los estevio-
sidos (5-10%), rebaudiosidos A (2-5%), rebaudiosidos C (1%), dulcosidos A
(0,5%), rebaudiosidos D, E y F (0,2%). Dichos glucósidos presentan un poder
edulcorante 300 veces superior a la sacarosa, destacando el rebaudiosido A
por su dulzor. No aportan calorías.

La letra E de los edulcorantes significa «Europa» y quiere decir que


el aditivo ha sido aprobado y es seguro para el consumo humano.
Todos los edulcorantes bajos en calorías lo tienen.

¿Es la Stevia natural? Como he comentado, la planta Stevia, como to-


das las plantas, evidentemente es natural, pero el edulcorante “Glu-
cósido de steviol” obviamente no es natural, ya que para extraerlo se
requiere procesar la planta.

10
04
¿QUÉ SON LOS
POLIALCOHOLES?
Los polialcoholes como el sorbitol y el xilitol, también conocidos como alco-
holes de azúcar, son productos poco digeribles que pueden sustituir al azúcar
en cantidades similares.

La mayoría de los polialcoholes no son tan dulces como el azúcar y como el


organismo los absorbe en forma incompleta, tienen menos calorías. Se sue-
len utilizar en los chicles, caramelos “sin azúcar”, helados y pastelería. Pro-
porcionan 2,5 kilocalorías/gramo. Se convierten en fructosa y en glucosa en
el hígado. Algunos de ellos son manitol, sorbitol, xilitol, malitol y lactitol, los
hidrolizados de almidón hidrogenado y la isomaltosa.

Dado que los polialcoholes solo se digieren y absorben parcialmente en el in-


testino delgado, llegan al intestino grueso, donde son fermentados por bac-
terias. La fermentación de los hidratos de carbono no digestibles lleva a la
producción de compuestos que, por ejemplo, sirven como nutrientes para
las células del colon y producen gases que abandonan el cuerpo en forma
de flatulencias. Sí, cuando tomas barritas, chicles o bebidas edulcoradas con
polialcoholes es normal que aparezcan gases y flatulencias.

Además, el agua acompaña a los polialcoholes no digeridos y no absorbidos


hasta el intestino grueso, donde se reabsorbe. El agua que no se absorbe,
ablanda las heces y se elimina con ellas. Por lo tanto, el consumo de polialco-
holes podría producir un ligero aumento en la frecuencia de las deposiciones
y una consistencia más blanda de las heces. 

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04 ¿QUÉ SON LOS POLIALCOHOLES?

Al contabilizarlos debemos considerarlos al 50% (10 gramos de


polialcoholes= 5 gramos de carbohidratos)

Cuando se ingiere un alimento que contiene polialcoholes como parte de una


comida, el tiempo de tránsito a través del tracto gastrointestinal se prolonga,
lo cual permite que se absorba más agua y se fermente una mayor propor-
ción de los polialcoholes en el intestino grueso. Esto significa que los efectos
gastrointestinales podrían verse reducidos o pasar completamente desaper-
cibidos. Consumir productos que contengan polialcoholes frecuentemente
aumenta la tolerancia a los mismos y reduce sus efectos secundarios debido
al aumento relativo en la cantidad de bacterias capaces de metabolizar el
polialcohol.

Los efectos gastrointestinales derivados del consumo de alimentos con po-


lialcoholes, si es que ocurren, suelen ser leves y temporales. Si una perso-
na considera que se ve afectada negativamente por los polialcoholes, debe
reducir la cantidad que ingiere en cada ocasión. La mayoría de la gente se
adapta a los polialcoholes después de un tiempo, al igual que ocurre con otros
alimentos con alto contenido de fibras

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05
LOS MÁS CONTROVERTIDOS:
SACARINA Y ASPARTAMO
La seguridad alimentaria de la sacarina ha estado y sigue estando rodeada
de una gran controversia científica. En los años 70 se prohibió su uso en Ca-
nadá. Se consideró también prohibirlo en EEUU debido a los posibles efectos
toxicológicos derivados de su consumo, ya que se demostró en que animales
de experimentación (ratones) causaba cáncer de vejiga cuando se les admi-
nistraba altas concentraciones (en muy altas dosis). Esto alarmó mucho a la
población y todavía a día de hoy sigue siendo fuente de debate. Sin embargo,
como digo, las dosis que se les daban a dichas ratas en esos estudios eran
aberrantemente altas y los estudios eran de muy dudosa fiabilidad. En 2014,
Canadá levantó el veto a la sacarina ya que ningún estudio posterior pudo
replicar esas conclusiones en humanos. Pero más adelante aclararé un poco
más sobre este tema, en relación a las últimas publicaciones científicas al
respecto.

El hecho de que los edulcorantes fuesen algo “artificial”, ya hacía que reci-
bieran un aluvión de críticas por parte de muchos. La quimiofobia es algo que
existe desde siempre. Esto no solo ocurre con la sacarina, también con otros
edulcorantes como el aspartamo, que ha sufrido fuertes críticas. La codifi-
cación de los aditivos edulcorantes se hace con la letra “E”. Esto es algo que
está mal visto por la población general ya que tiene connotaciones negati-
vas por ser artificial. Sin embargo, precisamente la letra “E” es de hecho un
certificado de seguridad. Significa que la Unión Europea ha decidido que un
aditivo alimentario es seguro para el consumo humano. Aun así, a muchas

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05 LOS MÁS CONTROVERTIDOS: SACARINA Y ASPARTAMO

personas no les gusta la idea de consumir “una sustancia química” pese a que
no represente ningún problema para su salud. Ni todo lo natural es bueno, ni
todo lo artificial es malo.

La quimiofobia es el miedo excesivo e injustificado a los productos quí-


micos y a la química en general. Se trata de un miedo completamente
irracional que hace pensar que todo lo natural es bueno y todo lo de
origen artificial es malo.

Aunque la sacarina presenta una Ingesta Diaria Admisible (IDA) inferior a otros
edulcorantes intensivos (5 mg/Kg peso corporal), esta sigue siendo muchísi-
mo más elevada de lo que cualquier persona con sentido común pueda inge-
rir. Una persona de 70 kg, podría ingerir a lo largo de todos los días de su vida
y sin efecto apreciable en su salud, unos 350 mg de sacarina, el equivalente
a 87 pastillas edulcorantes de sacarina, algo exageradamente alto.

Por poner un ejemplo con el aspartamo, edulcorante común en refrescos light


y zero, algunos estudios no han encontrado ningún efecto tóxico en cantida-
des equivalentes a 17 latas de refresco al día (Zehetner & McLean 1999).

Es cierto que la IDA (Ingesta Diaria Admisible) del aspartamo es más elevada
que la de la sacarina (45 mg/kg de peso corporal), pero es que la cantidad de
aspartamo que tiene un refresco light es de entre 50 a 100 mg como mucho
(la mayoría incluso menos de eso). Es decir, que necesitaríamos tomar más
de 20 latas al día, y aun así, tampoco se sabría con seguridad si podría llegar
a ser nocivo, ya que la IDA se calcula tomando la dosis más baja a la que se
observan efectos secundarios en la investigación (la investigación en huma-
nos no ha encontrado de manera confiable efectos sobre la salud) y luego
aplicando un margen de error de factor 100. Por lo tanto, no se han encon-
trado riesgos para la salud hasta que consume 100 veces la IDA, es decir, más
de 1600 latas de refresco dietético por día. (Cálculos de Menno Henselmans).
Una barbaridad…

14
05 LOS MÁS CONTROVERTIDOS: SACARINA Y ASPARTAMO

Mueres antes por la alta ingesta de agua o de cafeína de esos


refrescos que por la dosis de aspartamo que llevan jejeje.

Edulcorante IDA(mg/Kg/día)
Aspartamo 0-40
Ciclamato de potasio 0-11
Sacarina 0-5
Acesulfamo 0-15
Sucralosa 0-15
Estevia 0-4
Figura 1: Ingesta Diaria Admisible de diferentes edulcorantes

Tenemos que saber que esos estudios en ratones donde se suministraron


dosis desproporcionadas de edulcorantes, sirven para investigar sobre el lí-
mite máximo seguro de ingesta de dichos edulcorantes para poder hacer un
acercamiento a la dosis tóxica en humanos, que como vemos, es tan exage-
radamente elevada que es prácticamente imposible llegar. De hecho, yendo
a la realidad, si analizamos el consumo de edulcorantes en humanos, ni por
asomo nos acercamos a esas ingestas diarias permitidas como vemos en el
siguiente gráfico (Butchko & Kotsonis 1991).

Figura 2: Consumo de aspartamo medio en la población de Canadá y EEUU (Butchko & Kotsonis 1991).

15
06
EDULCORANTES Y
MICROBIOTA
El impacto del consumo de edulcorantes en la microbiota intestinal ha reci-
bido recientemente la atención de los medios de comunicación, así como de
la población en general interesada por la nutrición y la salud. Antes de nada,
tenemos que saber que a día de hoy sabemos todavía muy poco sobre la mi-
crobiota, por lo que cualquier cosa que se lea o se exponga debe ser tomada
con cautela y sabiendo que no hay conclusiones claras en muchos aspectos.
Y si ni los mejores investigadores mundiales sobre microbiota tienen claro
aquello que envuelve a la microbiota intestinal, mucho menos lo deberían de
tener algunos influencers de Instagram que hablan de ello y sientan cátedra.
Por tanto, este apartado (no soy un experto en microbiota) está basado en
un repaso a la literatura científica respecto a los edulcorantes y la microbio-
ta, para dar a entender cómo se han malinterpretado algunos de los estudios
que hay al respecto, tal y como ocurre con otros cientos de estudios que se
extrapolan o se malinterpretan.

El pensamiento generalizado de que los edulcorantes alteran y dañan la mi-


crobiota, surge como resultado de un estudio de 2014 informado por Suez et
al. 2014. Los autores de este estudio concluyeron que el consumo de edul-
corantes bajos en calorías o sin calorías modulan la composición y función
de la microbiota intestinal, lo que lleva a un mayor riesgo de intolerancia a la
glucosa.

16
06 EDULCORANTES Y MICROBIOTA

Sin embargo, tal y como señalan Lobach et al 2018, existen una serie de limi-
taciones importantes en este estudio, tanto en el diseño, como en la experi-
mentación, análisis de datos y conclusiones.

Suez et al. 2014 realizaron una pequeña investigación clínica sobre 7 adultos
sanos que normalmente no consumían edulcorantes. Los sujetos consumie-
ron 5 mg/kg/día de sacarina en 3 partes. Dosis diarias de aproximadamente
120 mg/dosis durante 1 semana. Sin embargo, ningún grupo control fue in-
cluido en el estudio y solo se obtuvieron mediciones basales de un solo día.
Se recolectaron muestras fecales, las pruebas de tolerancia a la glucosa se
realizaron diariamente y la microbiota se analizó mediante análisis de ARNr
16S. Específicamente, las respuestas glucémicas obtenidas fueron utilizadas
para clasificar a los sujetos como “respondedores” (4 sujetos que tenían nive-
les elevados de glucemia) o “no respondedores” (3 sujetos que no mostraron
cambios en respuesta glucémica). Los autores informaron que la microbiota
de los “respondedores” se agrupaban de manera diferente a la de los “no res-
pondedores” después del consumo de sacarina, pero no informó del estado
de la microbiota de los “no respondedores”. Es decir, que se basaron solo en
4 sujetos.

A pesar de estas diferencias medidas entre la microbiota de los dos grupos,


los arbitrarios criterios de agrupación y la falta de grupo de control cuestio-
nan la importancia biológica de estos hallazgos.

Pero aparte de este problema metodológico en la investigación, aún más


importante es la falta de control de la dieta habitual de los grupos, lo que
supone un factor determinante, ya que si no se controla el resto de la dieta
y sabiendo lo dinámica y cambiante que es la microbiota intestinal, cualquier
otro factor nutricional (y no nutricional) que no fuese la sacarina podría haber
alterado la microbiota de estos sujetos, que como recuerdo eran sólo 4, ya
que los otros 3 no fueron analizados.

17
06 EDULCORANTES Y MICROBIOTA

Por poner un ejemplo, incluso el ejercicio de alta intensidad, sobre todo


en ambientes calurosos puede modificar la microbiota. Por tanto, si no
se controla el resto de la dieta y hábitos de vida de los sujetos es difícil
determinar el efecto de los edulcorantes en el intestino.

Por otro lado, Suez et al. 2014, realizaron un estudio de cohorte en 381 indi-
viduos no diabéticos (44% hombres, 56% mujeres).

Los sujetos completaron cuestionarios validados de frecuencia alimentaria


que incluyeron preguntas específicas sobre los edulcorantes artificiales y los
autores indicaron que fueron capaces de cuantificar el consumo de edulco-
rante artificial no calórico a largo plazo a través de este cuestionario. Sobre
esta dudosa base, los sujetos se clasificaron como “consumidores” (N = 40)
o “no consumidores” (N = 236), sin embargo, no se proporcionaron detalles
sobre los criterios exactos utilizados para establecer esta agrupación.

Midieron los niveles de hemoglobina glucosilada (HbA1C) que es un indicador


de los niveles de glucosa en plasma entre ambos grupos y se informó que era
significativamente mayor en el grupo en el que consumían edulcorantes.

Un breve vistazo a los datos (Figura 3) indica que algunos de los no con-
sumidores tuvieron menores valores de HbA1C que los de los consumidores
de edulcorantes. Sin embargo, todos los valores para los consumidores se
encuentran dentro del rango de los no consumidores, lo que sugiere que la
diferencia puede deberse simplemente a la gran diferencia en el tamaño de
la muestra, consumidores= 236, no consumidores= 40 como vemos en la si-
guiente imagen.

18
06 EDULCORANTES Y MICROBIOTA

Figura 3

A parte de esto, dos metaanálisis recientes indican que el uso de edulcoran-


tes bajos en calorías se asocia con un IMC más bajo y mayor pérdida de peso
sostenida. Como tal, en un estudio publicado hace poco, Higgins et al 2018
evaluaron los efectos de tres dosis diarias de aspartamo (0, 350 y 1050 mg /
día) sobre la respuesta glucémica, el apetito y la composición corporal sobre
100 adultos sanos (18-60 años) que fueron asignados aleatoriamente a una
de las condiciones.

El resultado principal de este estudio fue que consumir el equivalente a dos


o seis latas de Coca-Cola light (lleva aspartamo) por día durante 12 semanas
no tuvo ningún efecto sobre los niveles de glucosa e insulina en respuesta a
la prueba de tolerancia a la glucosa.

19
06 EDULCORANTES Y MICROBIOTA

Además, no hubo diferencias en la composición corporal en los tres grupos


del estudio (0, 350 y 1050 mg /día de aspartamo). Los niveles de hambre,
plenitud y sed tampoco se vieron afectados por el consumo de aspartamo. La
hemoglobina glicosilada (HbA1c), colesterol total, HDL, LDL y función hepáti-
ca (ALT y AST) tampoco fueron diferentes entre los grupos.

Más allá de todo esto que he comentado, una revisión de estudios sobre el
tema de los edulcorantes y la salud, reveló que los problemas metodológicos
expuestos eran comunes a todos. El problema más común fue la falta de
grupos de control adecuados, particularmente controles isocalóricos. Como
he comentado antes, los factores dietéticos son claves determinantes en la
composición microbiana intestinal, por lo que las diferencias en la dieta ha-
bitual y tipos de alimentos consumidos durante la investigación juega un rol
clave en la modulación de la microbiota (David et al., 2014). Por tanto, para
obtener resultados veraces y significativos en estudios clínicos dirigidos a
medir la respuesta de la microbiota intestinal a un compuesto (en este caso
los edulcorantes) es crucial que la dieta general de los sujetos durante la in-
vestigación sea controlada, pero es que incluso otros factores como sueño,
ejercicio, etc también!

Como tal, cualquier cambio reportado en la microbiota intestinal en estos es-


tudios clínicos podría ser muy probablemente debido a diferencias dietéticas
entre los grupos expuestos y no expuestos a edulcorantes, y no necesaria-
mente al propio edulcorante en sí.

Por otro lado, algunos de los estudios publicados sobre este tema han sido
hechos en ratones. Bien, pues otra deficiencia de diseño del estudio que se
observó en varios de los estudios en animales, fue el uso de dosis de edul-
corantes muy por encima de las recomendaciones establecidas actualmente.
En 2 estudios en particular se utilizaron dosis de 500 veces más altas que las
recomendaciones estipuladas, lo que es una locura. La sacarina se administró
a ratas en dosis de al menos 10000 mg/kg/día en el estudio de Anderson y
Kirkland (1980), que es 2000 veces mayor que las recomendaciones máxi-
mas de su consumo de (5mg/kg/día para la sacarina). Del mismo modo, las
dosis de sacarina de Suez et al. 2014 en ratones fueron aproximadamente
600 veces más altas que las recomendaciones, equivalente a aproximada-
mente 3333 mg/kg/día.

20
06 EDULCORANTES Y MICROBIOTA

Está claro que, a esas cantidades, la alteración de la microbiota intestinal es


más que razonable y evidente que ocurra. Antes del establecimiento de las
recomendaciones diarias de sacarina, se realizaron algunas investigaciones
clínicas a dosis superiores a 5 mg / kg / día para confirmar su consumo seguro
y garantizar que los cambios en el intestino observado en ratas no estaban
presentes en los humanos.

Por ejemplo, 333 mg de sacarina se administraron a 15 voluntarios que no


consumían sacarina (3 mujeres, 12 hombres, edad promedio 27,5 años) 3
veces al día, equivalente a una dosis diaria de 14 mg/ kg/día, durante un pe-
ríodo de 4 semanas. Los sujetos fueron instruidos para consumir su dieta re-
gular durante el estudio. Contrariamente a lo observado en ratas, los niveles
urinarios de marcadores de metabolitos microbianos no cambiaron después
del consumo crónico de sacarina en comparación con el grupo control de re-
ferencia.

Esta disparidad entre los efectos informados a altas dosis en ratas y la falta
de alteración informada en humanos resalta la importancia de utilizar dosis
biológicamente adecuadas en este tipo de investigaciones. Los cambios en la
microbiota intestinal de las ratas en respuesta a altas dosis de sacarina infor-
madas por Suez et al 2014 y Anderson y Kirkland 1980 representan cambios
bioquímicos y fisiológicos que NO se pueden extrapolar a los seres humanos
que están expuestos a niveles profundamente más bajos de edulcorantes en
la dieta.

De hecho, los estudios en animales que emplearon dosis de edulcorantes ade-


cuadas y en relación a las recomendaciones diarias de los mismos, no infor-
maron de cambios en la microbiota intestinal que pudieran ser vinculados al
consumo de edulcorantes.

En total, solo hay 3 estudios en los que el consumo de edulcorantes han sido
probados directamente in vivo y en dosis iguales o inferiores a las recomen-
daciones oficiales que informan de una alteración en la microbiota intestinal
(Suez et al., 2014; Bian et al 2017; Uebanso et al. 2017) y todos fueron estu-
dios en ratones, por lo que los cambios informados en la microbiota intestinal
pueden no ser relevantes para la salud humana.

21
06 EDULCORANTES Y MICROBIOTA

En contraste, los estudios de edulcorantes no establecen evidencia clara de


ningún efecto adverso en la microbiota del intestino a dosis relevantes para
uso humano. Los resultados de los estudios de metabolismo y seguridad no
muestran evidencia de un mecanismo probable para un efecto clínicamente
relevante sobre la microbiota intestinal en humanos. Los informes que mues-
tran correlación entre edulcorantes y microbiota provienen principalmente de
estudios donde las dosis empleadas están más allá de ingestas esperadas en
humanos, donde existían importantes problemas de diseño del estudio que
hacen que las conclusiones sean más que cuestionables, o donde los datos
fueron evaluados/interpretados incorrectamente.

Por tanto, podemos concluir en base a lo publicado hasta la fecha sobre edul-
corantes y microbiota, que no hay respaldo científico para afirmar de manera
categórica que los edulcorantes dañen la microbiota. Esto no significa que en
un futuro haya estudios en humanos bien diseñados que muestran que defi-
nitivamente si la dañan, pero como digo, de momento, decir que los edulco-
rantes dañan la microbiota es cuanto menos una osadía.

22
07
EDULCORANTES Y
COMPOSICIÓN CORPORAL
La aprensión por el uso de edulcorantes se ha materializado en la comunidad
científica, médica y nutricional debido a datos de estudios de observación
que sugieren una asociación entre el consumo de edulcorantes y obesidad,
diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares e incluso cáncer. Esto se ha
extrapolado a tal magnitud, que incluso es común leer hoy en día en redes
sociales que el consumo de azúcar es mejor que consumir edulcorantes no
calóricos para perder peso, tratar la obesidad o para la salud.

Hay que saber que los estudios observacionales jamás son concluyentes ya
que están llenos de limitaciones y factores de confusión. Correlación no im-
plica causalidad. También surgen de estudios pre-clínicos en modelos ani-
males, la mayoría de ellos a dosis hiper elevadas, aparte de que la fisiología
animal no es igual que la humana. Por ejemplo, un estudio publicado recien-
temente de tres grandes cohortes de población concluyó que el aumento del
consumo tanto de bebidas azucaradas como de bebidas endulzadas artifi-
cialmente estaba asociado con un mayor riesgo de obesidad y diabetes tipo
2 (Drouin-Chartier et al 2019; Malik et al 2019). Los mecanismos biológicos
propuestos para justificar esto han sido la alteración de los mecanismos de
hambre-saciedad y un aumento del comportamiento de búsqueda de dulces
y consumo de energía.

Si bien los datos de observación y algunos datos preclínicos con mecanismos


biológicos generan preocupación, la correlación no es igual a la causalidad,

23
07 EDULCORANTES Y COMPOSICIÓN CORPORAL

por lo que debemos centrarnos en los datos de los ensayos de intervención,


incluidos los ensayos aleatorios controlados con placebo, que son más apro-
piados para probar estas hipótesis (Nadolsky 2021).

Si nos basamos en lo que tenemos que basarnos, es decir, en los estudios


de intervención, vemos una realidad muy distinta. Un metaanálisis de 2014
(Miller et al 2014) identificó 15 estudios para evaluar el efecto de reemplazar
endulzantes calóricos con edulcorantes acalóricos en cambios de peso y com-
posición corporal. Los datos indican que sustituir las opciones de endulzantes
calóricos por edulcorantes acalóricos de manera regular resultó en una mo-
desta pérdida de peso de masa grasa de -1,1 kg y una reducción de la circun-
ferencia de cintura de -0,83 cm.

En 2016, Rogers et al. publicó una revisión sistemática y un metaanálisis de


ensayos en animales y humanos. En general, llegaron a la conclusión de que
el uso de edulcorantes en lugar de azúcar da como resultado efectos benefi-
ciosos para reducir la ingesta energética y la grasa corporal en comparación
con el azúcar, posiblemente incluso en comparación con el agua.

Los posibles beneficios de los edulcorantes respecto al agua son intrigantes


y ciertamente van en contra de la percepción común. Un ejemplo fue un en-
sayo aleatorio de 12 semanas de 303 hombres y mujeres que participaron en
un programa conductual de pérdida de peso. A un grupo se les pidió que be-
bieran agua y evitaran los edulcorantes y el otro grupo tomaron bebidas con
edulcorantes diariamente. Los resultados mostraron que el grupo que con-
sumió bebidas con edulcorantes perdieron 5,95 kg en comparación con los
4,09 kg del grupo que solo bebió agua. Además, el grupo que bebió bebidas
edulcoradas declaró tener menos hambre. Curioso cuanto menos esto…

Los resultados de estos estudios y metaanálisis de ensayos controlados alea-


torios concluyen que, o bien hay beneficios del consumo de edulcorantes en
la composición corporal, o bien no hay ningún efecto en el consumo de edul-
corantes no calóricos con respecto al peso corporal en comparación con las
alternativas endulzadas con azúcar y agua. Por tanto, jamás podemos afir-
mar que haya efectos negativos, sino más bien lo contrario.

24
07 EDULCORANTES Y COMPOSICIÓN CORPORAL

No obstante, los estudios de cohorte (observacionales) que no revelan ningu-


na asociación o una ligera relación positiva entre edulcorantes y aumento de
peso corporal siguen prevaleciendo en la mente de algunos sanitarios, médi-
cos y población, suscitando preocupaciones de los consumidores sobre la efi-
cacia de los edulcorantes en el control del peso y la tolerancia a la glucosa. Sin
embargo, estos son hallazgos débiles e inconsistentes. Los edulcorantes no
calóricos proporcionan dulzor mientras contribuyen poco o nada en la energía
de la dieta.

Por otro lado, hay multitud de edulcorantes y no todos son iguales entre ellos,
por lo que debemos considerar los efectos de los edulcorantes individualmen-
te. El hecho de que haya algunos resultados dispares, se puede deber a que
cada edulcorante es diferente de otro y quizás pueda ejercer efectos dife-
renciales, debido a la estructura química que provoca diferentes propiedades
sensoriales y de digestibilidad, que puede afectar de manera diferencial al
apetito, al sistema de recompensa del cerebro, etc.

Los edulcorantes pueden interactuar con receptores dulces en el cerebro y la


periferia. La exposición de células ß-pancreáticas a la sacarina, sucralosa y
steviol parece provocar la liberación de insulina in vitro (Nakawaga et al 2009)
pero tales respuestas no ocurren en humanos como veremos más adelante.

Para salir de dudas, recientemente Higgins et al 2019 hicieron un ensayo clí-


nico en adultos sanos con sobrepeso u obesidad donde tenían que consumir
una bebida que contenía sacarosa (azúcar) o 4 tipos diferentes de edulcoran-
tes (sacarina, sucralosa, stevia y aspartamo) durante una semana sobre 100
participantes. Este estudio concluye que el consumo de azúcar aumentó sig-
nificativamente el peso corporal (+ 1,85 kg) como se esperaba por un consu-
mo de energía adicional, pero el consumo de sacarina también se asoció con
un ligero aumento de peso (+1,18) mientras que el aspartamo y la stevia no
produjeron cambios significativos. Además, el consumo de sucralosa incluso
se asoció a pérdida ligera de peso (-1,37 kg).

Por tanto, el resultado fue que el consumo de sacarosa y sacarina aumentó


significativamente peso corporal en comparación con aspartamo y sucralosa.
Este hecho, puede indicar que no todos los edulcorantes son iguales ni ejer-

25
07 EDULCORANTES Y COMPOSICIÓN CORPORAL

cen la misma acción en el organismo, quizás ejerciendo alguna acción más


allá de simplemente endulzar sin calorías. Estos hallazgos plantean el hecho
de que no podemos evaluar a todos los edulcorantes en conjunto, sino estu-
diar y ver la acción de cada uno de ellos por separado.

Figura 4: Indica cómo solo la sacarosa (tiene calorías) y la sacarina aumentan


el peso corporal de forma significativa.

Sin embargo, la realidad es que ni en este ni en otros estudios se puede con-


cluir que el consumo de sacarina esté asociado a un aumento de peso porque
no se puede determinar una asociación causal en estas pruebas. En conse-
cuencia, estos ensayos no permiten determinar si hay una asociación entre
el consumo de sacarina y un aumento de peso exclusivo de este edulcorante.

26
08
¿LOS EDULCORANTES
ELEVAN LA INSULINA?
Siguiendo con el estudio de Higgins y colaboradores, el aumento de peso del
grupo que tomó sacarina no puede ser explicado por un aumento de la inges-
ta energética ya que la sacarina es acalórica, por lo que se evaluó el impacto
en la insulina y la glucosa al ingerir sacarina, pero no se encontró ningún efec-
to ni sobre la insulina ni la glucosa, por lo que concluyen que ningún edulco-
rante altera los niveles de insulina ni glucosa plasmática de forma sustancial.

Además, estudios anteriores muestran como otros edulcorantes como el as-


partamo tampoco elevan la insulina (Abdallah et al 1997).

27
08 ¿LOS EDULCORANTES ELEVAN LA INSULINA?

Figura 5: Comparación del aumento de insulina tomando azúcar (cuadro de arriba), aspartamo
(cuadro del medio) y placebo (cuadro de abajo).

28
09
EDULCORANTES Y
GLUCEMIA
Un ensayo controlado aleatorizado (Grotz et al 2003) probó los efectos del
consumo de sucralosa diaria durante varios meses en comparación con un
grupo placebo en sujetos con obesidad complicada por diabetes tipo 2. No
hubo efecto negativo sobre la homeostasis de la glucosa o alteraciones de
marcadores como la HbA1c, la glucemia en ayunas y el péptido C medidos
cada 2 semanas.

Un estudio similar dirigido por el mismo autor (Grotz et al 2017) hecho en va-
rones sanos normoglucémicos concluyó que la suplementación de sucralosa
(333 mg tres veces al día) con las comidas tampoco produjo ningún efecto
sobre la glucemia. Además, este mismo autor publicó una revisión sistemáti-
ca que sugiere que este es un hallazgo constante para la sucralosa.

Un metaanálisis de 29 (Nichol et al 2018) estudios que incluyeron a 741 par-


ticipantes, analizó el impacto glucémico a corto plazo de los edulcorantes
acalóricos incluyendo aspartamo, sacarina, stevia y sucralosa no revelaron
ninguna reacción hiperglucémica en ninguno de los edulcorantes.

Otro metaanálisis (Rogers et al 2016) examinó los estudios publicados sobre


edulcorantes en relación a la glucemia y la insulina posprandial concluye que
no hay efectos ni en la glucemia ni en la insulina después de comer al tomar
edulcorantes e incluso se vieron efectos positivos en sujetos con diabetes tipo
2 sin diferencias entre distintos edulcorantes o dosis de los mismos.

29
09 EDULCORANTES Y GLUCEMIA

Se ha observado que los edulcorantes son grandes aliados para mantener el


peso tras intervenciones de pérdida de grasa. Una encuesta del Registro Na-
cional de Control de Peso de aquellos que habían perdido 13,6 kg y lo mantu-
vieron durante más de 1 año reveló que menos del 10% alguna vez consumió
bebidas endulzadas con azúcar y el 53% consumió bebidas edulcoradas con
un 78% de los participantes sintiendo que ayudó a controlar la ingesta total
de calorías, aunque también reveló que el aumento de la ingesta de agua fue
la estrategia más común.

El consumo regular de bebidas endulzadas artificialmente o bajas en calorías


es común en los mantenedores de pérdida de peso exitosos por varias razo-
nes, incluida la ayuda para limitar la ingesta total de energía.

En el siguiente recuadro, vemos un resumen que muestra como los distintos


edulcorantes son similares al agua a la hora de mejorar la adiposidad o la glu-
cemia de los sujetos, pero muy superiores en relación al consumo de azúcar
(Nadolsky, K. 2021).

Resumen de los efectos de los edulcorantes acalóricos


en el tejido adiposo y disglucemia

Edulcorante Tejido adiposo Disglucemia


Comparado con el agua / alternativa de Comparado con el agua / alternativa
acalórico edulcorante de azúcar de edulcorante de azúcar

Sacarina

Aspartamo

Sucralosa

Esteviol

En general
Figura 6: (Nadolsky, K. 2021)

30
09 EDULCORANTES Y GLUCEMIA

El uso de edulcorantes no calóricos en lugar de azúcar para prevenir o tratar


la obesidad ha sido desaconsejado por algunos profesionales porque se han
basado en datos de estudios observacionales y preclínicos. Esto confunde a
profesionales sanitarios y a los pacientes.

Sin embargo, los datos de los ensayos de intervención muestran que reem-
plazar las bebidas endulzadas con azúcar por bebidas edulcoradas son favo-
rables para la enfermedad cardiometabólica, obesidad y diabetes tipo 2.

De hecho, estudios recientes realizados en modelos de intervención a corto


plazo, muestran que los edulcorantes artificiales, especialmente en bebidas,
pueden ser útiles para reducir el consumo de energía, así como el peso cor-
poral y disminuir el riesgo de diabetes tipo II y enfermedad cardiovascular, si
se compara con la ingesta de azúcares.

9.1 UN CABO SUELTO…

En el estudio de Higgins y colaboradores, solo los grupos que consumieron


azúcar y sacarina engordaron, mientras que el resto de grupos que consumie-
ron otros edulcorantes no lo hicieron. Como comenté anteriormente, no se
pueden sacar conclusiones fehacientes de un solo estudio y sentar cátedra,
y menos cuando los resultados de otros muchos estudios concluyen lo con-
trario. Pero no obstante, a mí me causó curiosidad saber si había algo en la
sacarina que la hiciera diferente del resto.

¿Por qué motivo o mecanismo podría la sacarina aumentar el peso corporal


y no otros edulcorantes?

Pues quizás se deba a una relación no causal directa o quizás pueda deberse
a un efecto negativo sobre la permeabilidad intestinal, que en sujetos obesos
o con patologías, podrían aumentar aún más la inflamación crónica presente
en estos sujetos haciendo un efecto negativo. Santos et 2018 demostraron
que la sacarina podría alterar la integridad de la barrera intestinal a través
de un mecanismo que involucra la activación de NF-κB, lo que resulta en la
ubiquitinación de la proteína de unión cerrada claudin-1 (es decir, que dañan
las proteínas que protegen la barrera intestinal).

31
09 EDULCORANTES Y GLUCEMIA

Figura 7: Mecanismos por los cuáles la sacarina podría alterar la permeabilidad intestinal y provocar inflamación.

Se incubaron células con acesulfamo K, aspartamo, sacarina o sucralosa en


concentraciones equimolares. El acesulfamo K, el aspartamo y la sucralosa no
alteraron la integridad de la monocapa en las células. Sin embargo, la sacari-
na aumentó la permeabilidad paracelular y disminuyó la resistencia eléctrica
transepitelial (TEER).

Figura 8: La sacarina aumenta la permeabilidad intestinal y disminuye la resistencia eléctrica transepitelial (TEER).

Esto también es un estudio aislado y además en células independientes, por


lo que tampoco se pueden sacar conclusiones ni extrapolar datos a humanos
que pueden tolerar altas dosis de estos edulcorantes sin problema, pero qui-
zás y sólo quizás, esta sea la clave de por qué la sacarina sale peor parada
que el resto de edulcorantes.

32
10
EDULCORANTES
Y CÁNCER
Una de las cuestiones que más miedo causa entre los consumidores es saber
si los edulcorantes pueden aumentar el riesgo de cáncer. Esta relación entre
el consumo de edulcorantes y cáncer surge en los años 70, tras el estudio del
doctor Reuber en ratones (Reuber 1978) que mostraba que la sacarina y el
ciclamato podían crear cáncer de vejiga en estos animales. Sin embargo, los
resultados de estudios posteriores de carcinogenia (estudios que examinan si
una sustancia puede o no causar cáncer) de estos edulcorantes no proporcio-
naron una evidencia clara que indique una relación con el cáncer en los seres
humanos.

De hecho, varios años después, Takayama publicó un trabajo (Takayama et al


2000) donde se pudo comprobar que dicho cáncer era provocado por cálcu-
los renales, los cuales fueron producto del altísimo consumo de edulcorantes
que se les dio a las ratas. Esos cálculos se habrían podido provocar también si
se hubiesen consumido altas cantidades de azúcar o sal por ejemplo.

Con respecto al aspartamo, este si ha sido uno de los más criticados por su
posible asociación con el cáncer cerebral. Este hecho surge tras la publicación
de un estudio en ratas en 1996 (Onley et al 1996). En este estudio las ratas
fueron alimentadas con dosis muy altas de aspartamo (de 1.000 a 6.000 mg/
kg de peso corporal por día) y se encontró una mayor incidencia de tumores
de cerebro. Para que os hagáis una idea, para reproducir ese estudio en hu-
manos, una persona de 70 kg debería de tomar el equivalente a 8.400 latas
de refresco light cada día.

33
10 EDULCORANTES Y CÁNCER

Este estudio fue duramente criticado, pero el sensacionalismo y la desinfor-


mación se extiende mucho más rápido que la razón. Posteriormente a eso,
multitud de estudios demostraron que no había relación entre el consumo de
aspartamo y el aumento del riesgo de cáncer.

En 2004, se publicó una rigurosa revisión al respecto (Weihrauch & Diehl


2004) en “Annals of Oncology”. Esta revisión de estudios incluía edulcorantes
de “primera generación” como sacarina, ciclamato y aspartamo, así como
edulcorantes de “nueva generación” como acesulfame-K, sucralosa, alitamo
y neotame. Las conclusiones textuales de los autores de dicho estudio son:
“Los estudios epidemiológicos en humanos no encontraron los efectos induc-
tores de cáncer de vejiga de la sacarina y el ciclamato que se habían reporta-
do en estudios con animales en ratas. A pesar de algunas suposiciones poco
científicas, no hay evidencia de que el aspartamo sea cancerígeno.”

Sin embargo, en 2005, la fundación italiana Ramazzini publicó un estudio en


el que se demostraba que el aspartamo causaba cáncer. Otra vez se creó la
alarma. El estudio era falso y estaba lleno de errores. Pese a que el estudio
fue retirado de la revista, pese a que ha sido rechazado por las agencias ali-
mentarias de USA y Europa y pese a que no se ha encontrado nada que lo
apoye, aún hoy se sigue pensando que el aspartamo causa cáncer.

De hecho, ese mismo año el Programa Nacional de Toxicología reportó que la


exposición al aspartamo no causa tumores en ratones o afecta la superviven-
cia de dos tipos de ratones modificados genéticamente.

En 2006, el NCI examinó datos del estudio de alimentación y salud en más


de medio millón de jubilados. El aumento en el consumo de bebidas que con-
tienen aspartamo no se asoció con la presencia de linfoma, de leucemia o de
cáncer de cerebro. Una revisión de 2013 de evidencia epidemiológica (Mari-
novich et al 2013) tampoco encontró una asociación acorde entre el uso de
aspartamo y el riesgo de cáncer.

34
10 EDULCORANTES Y CÁNCER

La sucralosa ha sido estudiada extensamente, y la FDA revisó más de 110


estudios de seguridad para apoyar o no su aprobación como edulcorante de
uso general en los alimentos. Sin embargo, en 2016, el mismo laboratorio que
llevó a cabo los estudios del aspartamo que he mencionado antes reportó
una mayor incidencia de tumores en células sanguíneas de ratones machos
alimentados con altas dosis de sucralosa (Soffritti et al 2016). Pero, como
sucedió con los estudios del aspartamo, se han identificado importantes defi-
ciencias científicas con respecto a los resultados reportados del estudio.

Como veis, unos pocos estudios mal hechos e incluso falsos pusieron la voz
de alarma en los edulcorantes en relación al cáncer. No obstante, hay dece-
nas de estudios bien hechos publicados que no encuentran ninguna relación
incluso a dosis relativamente altas.

En el estudio de Marinovich et al 2013 no solo estudiaron la asociación entre


el aspartamo y multitud de diferentes cánceres, sino que también lo hicieron
sobre otros problemas de salud como eventos cerebrovasculares, partos pre-
maturos, etc.. sin encontrar relación alguna.

Recientemente se ha publicado un meta-análisis de estudios (Liu et al 2021)


que concluye lo siguiente: “Nuestros hallazgos indicaron que el consumo de
edulcorantes artificiales no se asoció con un aumento en el cáncer cuando to-
dos los tipos de cáncer se analizan de manera integral. Curiosamente, el uso
de edulcorantes artificiales está inversamente relacionado con el riesgo de
cáncer del sistema urinario cuando se analiza a las mujeres individualmente”.

Estudiar la relación entre los edulcorantes y la salud en general es complica-


do, y más aún en relación al cáncer, ya que existen multitud de edulcorantes
diferentes, multitud de cánceres diferentes y multitud de factores de confu-
sión. Si nos basamos en la evidencia publicada al respecto hasta día de hoy,
no hay evidencia para descartar el consumo de edulcorantes sin superar al
menos sus dosis máximas permitidas.

35
11
EDULCORANTES
Y APETITO
Existen algunos datos epidemiológicos que asocian el uso de edulcorantes a
la ganancia de peso. Al parecer, la disociación de la sensación del sabor dulce
y el aporte calórico deficiente producido por los edulcorantes podría condicio-
nar un incremento en el apetito, dando lugar a un mayor consumo energético
y ganancia de peso. Sin embargo, una vez más, esta hipótesis solo ha podido
demostrarse en modelos animales (Swithers et al 2010).

La activación de señales tanto a nivel intestinal como gástricas, a partir de la


presencia de nutrientes, tiene efectos sinérgicos sobre la saciedad. Existe la
hipótesis de que las bebidas con edulcorantes artificiales acalóricos pueden
debilitar este efecto presente en aquellas que contienen edulcorantes nutriti-
vos, si bien tampoco existen datos realmente claros al respecto.

Por otro lado, debemos saber que cada macronutriente estimula con mayor o
menor efectividad la liberación de péptidos a nivel del tubo digestivo. Así se
ha comprobado que los carbohidratos producen un estímulo de secreción de
GLP-1, el cual juega un papel relevante tanto como factor de saciedad como
incretina. Se piensa que los edulcorantes acalóricos no permiten tal liberación
de péptidos y, por tanto, teóricamente, ello conllevaría una menor sensación
de saciedad y provocaría un aumento del consumo energético. Pero de nue-
vo, para nada es algo que esté demostrado aún.

36
11 EDULCORANTES Y APETITO

Otro de los temas que se relaciona con el apetito es el aumento de la palata-


bilidad. Una de las grandes ventajas en el uso de los edulcorantes acalóricos
como parte de la alimentación, es la mejora de las características organolép-
ticas del alimento en cuestión, permitiendo con ello una mejora en la acepta-
ción tanto de los alimentos en sí como de comidas con contenido reducido de
energía en las que se empleen algún alimento de este tipo, frente a su versión
original más calórica y que pudiera contener azúcar como tal, la cual sin duda
contribuye a las características organolépticas óptimas.

Esto puede suponer una gran ventaja en personas con sobrepeso, obesidad o
diabetes con vistas a una mejor adherencia al régimen terapéutico y la mo-
dificación de hábitos nutricionales. Sin embargo, también se plantea la hipó-
tesis de si la palatabilidad influye en la sensación de apetito. Es posible que
una mejor palatabilidad de los productos edulcorados pueda desempeñar un
papel de estímulo en la recompensa de la alimentación, pero tras numerosos
estudios tampoco existen hasta el momento evidencias concluyentes en este
aspecto.

Para aclarar si los edulcorantes acalóricos afectaban negativamente al ape-


tito en seres humanos, Romo y colaboradores llevaron a cabo un trabajo que
terminaron publicando bajo una revisión sistemática de ensayos controlados
aleatorizados en humanos, es decir, de alto grado de evidencia. Las conclu-
siones fueron que el estudio del apetito y su regulación es compleja, además
de que la evidencia publicada sobre este tema es escasa, por lo que no se
puede demostrar un efecto negativo de los edulcorantes acalóricos en el ape-
tito (Romo-Romo et al 2016).

El estudio de Higgins et al 2018 mencionado anteriormente, aparte de valorar


el efecto del aspartamo en el peso corporal de los sujetos y su impacto en
la glucemia, insulina y colesterol (sin asociaciones), midieron otros factores
en relación al apetito. Las conclusiones fueron que los niveles de hambre,
plenitud y sed no se vieron afectados por el consumo de aspartamo. Otros
estudios que evalúan el efecto de los edulcorantes sobre el apetito también
muestran que no hay relación (Drewnowski et al 1994; Rolls et al 1989).

37
11 EDULCORANTES Y APETITO

Un problema, aparte del apetito, puede ser la compensación excesiva de ali-


mentos. Un sujeto que consuma bebidas o alimentos edulcorados sin calorías
puede “darse permiso” para luego comer más. Esta sobrecompensación en
las ingestas posteriores podría superar el déficit energético inducido por el
edulcorante en sí mismo y por tanto inducir un balance energético positivo.
Además, la exposición repetida a edulcorantes acalóricos quizás pueda per-
petuar una preferencia por productos dulces en la dieta, incluyendo los endul-
zados con edulcorantes calóricos (Gardner et al 2012) y además abandonar el
consumo de frutas y verduras.

Pese a la posibilidad de que el abuso de edulcorantes pudiera alterar la con-


ducta de alimentación en algunos sujetos, hay que decir que la evidencia de
manera general y basada en ensayos controlados en humanos contempla a
los edulcorantes como herramientas a usar en algunos casos para tratar la
obesidad y comorbilidades asociadas. Comentaré esto último de manera más
desarrollada en las conclusiones de este artículo.

38
12
¿CUÁL ES EL MEJOR
EDULCORANTE?
Pues esta es la respuesta que todos queremos saber, pero lamentablemente,
a día de hoy, no podemos dar una respuesta clara, ya que podemos basarnos
en múltiples criterios a la hora de elegirlos como sabor, seguridad, si es apto
para cocinar o no…

Uno de los más usados y seguros es la Stevia sin duda, ya que se considera
natural, sin embargo, lo que realmente consume la mayoría de personas son
glucósidos de steviol que se extraen del procesamiento de la planta Stevia.
Como dije anteriormente, es un error asociar directamente y de manera cate-
górica lo natural a los saludable y lo artificial a insalubre. Hay cosas naturales
insalubres (por ejemplo, setas venenosas) y cosas artificiales saludables. Un
problema de la Stevia, es el sabor metálico que deja este edulcorante al final.
Esto no gusta a mucha gente. Por último y curiosamente, el IDA de la Stevia
es el más bajo de todos los edulcorantes, siendo 4 mg/kg de peso.

Otro edulcorante muy usado es el eritritol. El eritritol es un polialcohol que se


saca al mezclar una molécula de azúcar con una de alcohol, fermentando la
glucosa con levadura. Su sabor es bueno y además es adecuado para cocinar
al soportar altas temperaturas. No todos los sustitutos del azúcar resisten las
altas temperaturas lo suficientemente bien como para ser empleados en pro-
ductos de bollería y repostería.

39
12 ¿CUÁL ES EL MEJOR EDULCORANTE?

Personalmente, suelo alejarme de los polialcoholes, ya que me suelen causar


molestias intestinales como gases y demás. Si bien es cierto como dije an-
tes que con la habituación a su consumo estas molestias desaparecen, al no
gustarme mucho las cosas dulces y por tanto no usar generalmente muchos
edulcorantes, no hay forma de acostumbrarse jejeje. Sin embargo, el eritritol
es una buena opción, sobre todo para cocinar con él ya que es apto para ello.

La sacarina sin duda es el edulcorante acalórico más usado, no solo por ser
el primero que se descubrió, sino porque su sabor es bastante agradable. Sin
embargo, aunque no hay datos y lo que voy a decir es prácticamente aleato-
rio, yo personalmente preferiría otro edulcorante por su posible efecto nega-
tivo a nivel intestinal. Como digo, no es nada que esté demostrado ni mucho
menos y es solo una intuición personal. Así que, si lees esto y consumes sa-
carina, puedes seguir haciéndolo sin problema.

Uno de los edulcorantes más criticados es sin duda una de las mejores opcio-
nes, el aspartamo. Al ingerirlo se descompone en dos aminoácidos naturales:
el ácido aspártico y la fenilalanina (y un 10% en metanol). Tan solo las perso-
nas que no pueden ingerir fenilalanina debido a sufrir fenilcetonuria deberían
abstenerse de ingerir este edulcorante.

El aspartamo está básicamente libre de calorías. El aspartamo no afecta al


apetito, ni a los niveles de glucosa, ni de insulina y, por lo tanto, puede aho-
rrarle muchas calorías en su dieta y resultar en una pérdida de peso relativa-
mente fácil (Drewnowski et al 1994). Sin embargo, el aspartamo no es muy
estable al calor, por lo que no es adecuado para su uso en cocina.

En definitiva, hay multitud de edulcorantes y no demasiada evidencia sobre


cada uno de ellos, al menos en algunos aspectos. Si bien el consumo de edul-
corantes puede ser seguro, en mi opinión, por otros motivos como la conduc-
ta alimentaria, no soy partidario de su abuso, sino más bien de su uso puntual
y en contexto donde podamos aprovecharnos de sus “beneficios” como sus-
titutos temporales de productos altamente azucarados.

40
13
CONCLUSIONES

A día de hoy los edulcorantes forman parte de la alimentación de los seres


humanos, bien sea ingiriéndolos directamente, o bien añadidos por la indus-
tria alimentaria el productos alimenticios con el fin de reducir la cantidad de
azúcar y/o calorías en dichos productos. Pese a ser importantes en el manejo
de la obesidad por ejemplo, queda la duda siempre de su seguridad y el im-
pacto que puedan tener en la salud más allá de las calorías.

Una revisión de la literatura muestra que la microbiota intestinal puede verse


afectada por muchas dietas y diferentes factores, por lo que es probable in-
cluso que cambie día a día. La ciencia de cómo los cambios en la microbiota
intestinal afecta la salud humana todavía se está desarrollando y no se en-
tiende perfectamente. Es ilógico sacar conclusiones rápidas y sin fundamento
científico cuando apenas se empieza a investigar sobre ello, sin embargo,
como ocurre siempre, las redes sociales y medios de información mediática
quieren ir por delante de la ciencia.

En contraste, los estudios sobre el impacto de los edulcorantes en la micro-


biota, no establecen evidencia clara de ningún efecto adverso sobre la misma
a dosis relevantes para el ser humano.

Los resultados de los estudios no muestran evidencia de un mecanismo pro-


bable para un efecto clínicamente relevante sobre la microbiota intestinal. Los
informes de efectos correlacionados provienen principalmente de estudios

41
13 Conclusiones

donde las dosis empleadas están más allá de la ingesta esperadas de huma-
nos, o bien de estudios donde existieron importantes problemas de diseño
que hacen que las conclusiones sean más que cuestionables, o bien donde los
datos fueron evaluados/interpretados incorrectamente.

Por otro lado, hay que determinar que cada edulcorante tiene una compo-
sición y estructura diferente, por lo que meterlos todos en el mismo saco y
sacar conclusiones no es la mejor práctica. Habría que evaluar el impacto de
cada uno de los edulcorantes por separado.

En relación a su impacto sobre las ganancias de peso y elevación de la insu-


lina, parece que los edulcorantes no ejercen una acción significativa sobre la
insulina, por lo que no parece correcto pensar que ese mecanismo tuviese un
impacto en la salud o ganancia de peso de los sujetos. Sin embargo, parece
que ocurre un aumento moderado en la ganancia de peso cuando se añade
sacarina (no se puede confirmar aún) que podría ser independiente a efectos
de calorías (no tiene calorías) y a elevación de glucosa o insulina (no lo hace).
El posible mecanismo podría ser por interferir en la permeabilidad intestinal,
aunque ello tampoco está claro.

Independientemente de esto, seguramente el uso de edulcorantes (incluida


la sacarina) pueden tener un uso beneficioso, al menos al principio de una
intervención dietética, para tratar el sobrepeso y obesidad como sustitutos
no calóricos del azúcar, en una población acostumbrada a umbrales de sabor
dulce por encima de los esperados. Si bien el consumo de edulcorantes puede
ser seguro, en mi opinión, por otros motivos como la conducta alimentaria,
no soy partidario de su abuso, sino más bien de su uso puntual y en contexto
donde podamos aprovecharnos de sus “beneficios” como sustitutos tempora-
les de productos altamente azucarados.

Quedamos a la espera de más estudios de intervención bien diseñados para


poder sacar conclusiones más fehacientes sobre el impacto de los edulcoran-
tes en la salud y la composición corporal.

42
13 Conclusiones

Con respecto a la opinión de la población general, muchas personas demoni-


zan excesivamente (y sin pruebas justificadas como hemos visto) a los edul-
corantes y, por otro lado, existen otros grupos de personas que abusan de
edulcorantes para hacer recetas o bebidas libres de calorías, pero con sabores
altamente dulces. Como casi siempre, los extremos no suelen ser adecuados.
Ni hay pruebas para demonizar los edulcorantes, ni mucho menos, ni tam-
poco hay una evidencia aplastante como para abusar de su consumo. Esto
último lo digo sobre todo por temas conductuales más que de salud, es decir,
¿por qué todo tiene que saber extremadamente dulce? ¿alteramos el umbral
de sabor con el abuso de edulcorantes? ¿nos alejamos del sabor real de la
comida real hasta el punto que las frutas no nos saben dulces?.

Cada cual es libre de comer y hacer lo que quiera por supuesto, pero aquellos
que deseen de vez en cuando tomar alguna bebida o postre edulcorado pue-
den hacerlo sin problema. Y aquellos que piensan que los edulcorantes son
el demonio en persona, bueno, esto es algo común ya que desde siempre se
nos ha dicho que la dieta debe estar asociada a sufrimiento. Algo que no es
verdad. De hecho, el uso de edulcorantes de manera puntual puede aumentar
mucho la adherencia del paciente a la dieta. Cuando algo suena tan bonito:
“¿algo dulce que no tiene calorías ni es malo para la salud?, oh my God, take
my money”, casi siempre suena a que es falso o un truco de la industria ali-
mentaria. Sin embargo, al menos en el caso de los edulcorantes, la evidencia
científica nos dice que no es así.

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