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Respecto a los conceptos clínicos abordados por Freud, hay tres conceptos que se

pueden evidenciar a lo largo del capítulo de “In Treatment”.

El primer concepto es el de la transferencia, fenómeno que se presenta durante la

terapia psicoanalítica y que fue descrito por Freud (1912), quien lo describió a partir de las

mociones libidinosas que no tuvieron un pleno desarrollo psíquico, manifestando que

Es entonces del todo normal e inteligible que la investidura libidinal aprontada en la

expectativa de alguien que está parcialmente insatisfecho se vuelva hacia el médico.

De acuerdo con nuestra premisa, esa investidura se atendrá a modelos, se anudará a

uno de los clisés preexistentes en la persona en cuestión o, como también podemos

decirlo, insertará al médico en una de las «series» psíquicas que el paciente ha

formado hasta ese momento (p. 98).

Con lo anterior se entiende que en el fenómeno de transferencia el paciente adscribe

al analista a su narrativa biográfica, poniendo sobre él afectos que responden a los clichés

de su vida. Freud (1912) hizo puntualizaciones respecto a el tipo de transferencia que se

podía presentar durante el proceso de análisis pues “es preciso decidirse a separar una

trasferencia «positiva» de una «negativa», la trasferencia de sentimientos tiernos de la de

sentimientos hostiles, y tratar por separado ambas variedades de trasferencia sobre el

médico” (p. 102). En el capítulo que se analiza en esta ocasión hablamos de una

transferencia negativa pues los afectos que Alex (el paciente) transfiere al terapeuta con

claramente hostiles.

Varias escenas dan cuenta de la agresividad, intolerancia e incluso actitud desafiante

que Alex tiene con el terapeuta. En el inicio de la cita habla con desdén sobre las opiniones
de personas que le recomendaron al terapeuta, y cuestiona su ejercicio profesional al

preguntarle si “ser el mejor” lo hace sentirse presionado. En otro momento, Alex le dice al

terapeuta debe estar preguntándose qué pasó por su cabeza cuando se enteró que había sido

el culpable de la masacre en Bagdad (sin dejar que el terapeuta le pregunte), luego le dice

que le pregunte como duerme en la noche y el terapeuta, básicamente obligado lo hace,

todo para recibir la respuesta con hostilidad de Alex.

A lo largo de la cita este patrón se repite, si Alex admite una pregunta del terapeuta

la responde con hostilidad, degrada su profesión (en un momento le dice que él cumple con

misiones militares como esa para que el terapeuta pueda “hablar con otros” como sostén) y

se muestra con un aire de superioridad frente al terapeuta, como si estuviese por encima de

asistir a terapia.

Freud (1912) navega como la transferencia negativa supone una resistencia a la cura

durante el proceso analítico (p. 103). Alex es un claro ejemplo de cómo la transferencia

negativa se opone al tratamiento en un inicio: al ser cuestionado sobre la relación con su

padre pone una clara resistencia en forma de hostilidad hacia el terapeuta, le dice que no

puede esperar que le revele a un extraño todas sus intimidades y no compartirá detalles con

él hasta tener la certeza de que es un buen terapeuta.

Todo esto, si bien entorpece el ejercicio analítico en un inicio, causando que el

paciente se rehusé a compartir detalles de su vida, controle en exceso su discurso y no

responda con apertura las cuestiones del terapeuta, finalmente le sirve al terapeuta como

una puerta para cuestionar a Alex. Freud (1912) expresó, en referencia al paciente que hace

la transferencia, que “el médico quiere constreñirlo a insertar esas mociones de sentimiento

en la trama del tratamiento y en la de su biografía, subordinarlas al abordaje cognitive y


discernirlas por su valor psíquico” (p. 105). Esto da a entender que la única forma en que la

transferencia puede ser de uso para la cura es si el analista redirige la transferencia hacia la

biografía del paciente, debe interpretar su resistencia y devolvérsela al paciente a manera de

retroalimentación, permitiendo que se avance en el análisis.

De esta manera introducimos el según concepto clínico: la interpretación. Freud

(1912), cuando expuso las reglas a seguir en el proceso psicoanalítico, menciona,

refiriéndose al paciente, que

Así como este debe comunicar todo cuanto atrape en su observación de sí atajando

las objeciones lógicas y afectivas que querrían moverlo a seleccionar, de igual modo

el médico debe ponerse en estado de valorizar para los fines de la interpretación, del

discernimiento de lo inconsciente escondido, todo cuanto se le comunique, sin

sustituir por una censura propia la selección que el enfermo resignó (p. 115).

Se entiende a partir de lo anterior que el analista debe estar en disposiciones de hilar

todos los eventos que el paciente mencione durante la terapia, para de ellos hacer

interpretaciones que den cuenta de fenómenos inconscientes para el paciente. Coderch

(1990) amplia el concepto de interpretación a partir de la concepción freudiana del mismo,

diciendo que desde la interpretación se pretende

Dar a conocer al paciente aquellos procesos mentales inconscientes que dirigen y

condicionan tanto sus relaciones con aquellos otros seres humanos con los que

mantiene alguna forma de relación, como su comportamiento, deseos, ideas e

intereses (p. 251).


Esto es justamente lo que el terapeuta en la serie hace, evidenciándolo en dos

momentos. El primero es cuando el terapeuta le expone a Alex que tal vez su miedo a tener

una erección en los potenciales últimos minutos de su vida se relacionaba, no con la historia

que su abuela le había comentado en su pasado sobre la erección que tuvo su abuelo al

morir, sino con que su amigo Daniel, que es homosexual, estuviese ahí con él, implicando

que Alex tendría miedo a que Daniel interpretase la erección como atracción hacia él. Alex

tildó la interpretación de exagerada, pero el terapeuta cumplió con su deber de interpretar e

hilar los hechos de la vida del paciente, ofreciendo una posible explicación tras ellos desde

el maquinar de su inconsciente.

El segundo momento es en el final del capítulo. En este, el terapeuta le ofrece a

Alex una interpretación que hila de los sucesos de esa época de su vida dirigidos hacia una

misma explicación: le explica a Alex que el haber pedido una licencia en su trabajo tras la

misión donde ocurrió la masacre, el correr 22 millas durante esa licencia con su mejor

amigo, quien siendo doctor insistía en detenerse pues era una larga distancia, y él que Alex

hiciese caso omiso y siguiese hasta el punto de estar exhausto, respondían al deseo

inconsciente de Alex de evadir los hechos que causó en su misión a Bagdad, e incluso los

sucesos que lideraron a su casi muerte podrían haber sido intencionales sin Alex notarlo,

pues el haberse puesto en una situación de riesgo como esa, podría ser una manifestación de

su deseo por reprender sus acciones que lideraron a la muerte de los niños.

Esta interpretación fue una manera de avanzar en la transferencia negativa hacia la

cura, pues fue la primera retroalimentación que Alex tomó en consideración y pareció

afectarlo verdaderamente.
El segundo concepto se hace presente durante el capítulo es la abstinencia. Freud

(1915) menciona la abstinencia como una regla fundamental en el proceso de análisis:

Ya he dejado colegir que la técnica analítica impone al médico el mandamiento de

denegar a la paciente menesterosa de amor la satisfacción apetecida. La cura tiene

que ser realizada en la abstinencia; sólo que con ello no me refiero a la privación

corporal, ni a la privación de todo cuanto se apetece, pues quizá ningún enfermo lo

toleraría. Lo que yo quiero es postular este principio: hay que dejar subsistir en el

enfermo necesidad y añoranza como unas fuerzas pulsionantes del trabajo y la

alteración, y guardarse de apaciguarlas mediante subrogados (p. 168).


Si bien lo citado hace referencia a una transferencia positiva, en el proceso analítico,

independiente de qué clase de transferencia se hable, el analista debe procurar no dejarse

pone en el lugar que el paciente desea que este.

La abstinencia se manifiesta con claridad en una escena cerca del final: el terapeuta

le pregunta si ha discutido la decisión de volver a Bagdad con esposa y Alex responde con

hostilidad diciéndole que a él no interesa que le pregunte como se siente, quiere que le de

su opinión acerca de volver al lugar de la misión. A esto el terapeuta le pregunta si lo que

quiere es que él le dé el visto bueno, implicando que sea el terapeuta el que asuma la

responsabilidad de su decisión similarmente a como Alex ha atribuido la responsabilidad de

sus acciones durante sus misiones a sus comandantes. Es en este momento en que con

claridad el terapeuta toma distancia de las demandas que Alex hace, le dice que no está

cualificado para ello, dejando en claro que no se pondrá en el lugar que Alex desea que

este: una clase de superior que le confirme sus deseos y le dé el aval de volver a Bagdad,

para que así él no tenga que procesar su responsabilidad ante las muertes que causó.

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