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INTRODUCCIÓN

El lenguaje es la forma de comunicación con los demás. Ya desde que es un bebé, el niño se
puede comunicar antes de decir palabras. El habla es la expresión verbal de la comunicación.
Los niños aprenden a comunicarse desde los primeros días y, de forma progresiva, van
desarrollando el habla.

El aprendizaje del habla despierta mucho interés en los padres y es uno de los aspectos del
desarrollo que se supervisan en los exámenes de salud, durante la primera infancia.

EL PRIMER LENGUAJE
Este es el lugar donde se dice que empieza el lenguaje. Pero no espere un cambio radical.
Las palabras irán apareciendo de manera gradual, y mezcladas con la jerga y con cadenas
largas e incomprensibles de otros sonidos verbales. No olvide que los niños todavía están
experimentando con los sonidos. El habla puede interrumpirse de manera repentina por
gritos o balbuceos. Por esta razón es posible que los niños hablen mucho y digan poco (en
este sentido, se parecen a algunos adultos que todos conocemos). También es posible que
un determinado patrón sonoro represente conceptos diferentes, o quizá también aparezcan
patrones sonoros diferentes para una misma palabra. Las palabras también se modifican al
eliminarse sílabas o cambiar su acento. Asimismo, es posible que los niños utilicen frases
completas como si fueran una única palabra. Si esta descripción parece algo confusa, es
porque realmente es así; pero qué momento más maravilloso para la familia. El momento
exacto en que se considera que aparece el lenguaje es algo relativamente arbitrario, ya que
depende de la definición que se acepte de lo que es el lenguaje. Para nuestros propósitos,
supondremos que el lenguaje comienza más o menos durante el primer cumpleaños, con la
aparición de la primera palabra. Para que podamos considerarla una palabra auténtica, esa
emisión del niño debe tener algún tipo de relación fonética con alguna palabra real.
También debe utilizarse de manera consistente en presencia del mismo referente, ya que
esto implica la existencia de un concepto o significado subyacente. Por lo tanto, un «papá»
apenas balbuceado, no nos sirve como palabra hasta que no se cumplan todos los requisitos.
Por su parte, las formas fonéticamente consistentes no se parecen a ninguna palabra adulta
(véase el Capítulo 3 para una descripción de las FFC). La aparición de las primeras palabras
o verbalizaciones tampoco supone que se hayan terminado otras vocalizaciones más
primitivas, como el balbuceo, la jerga y las formas fonéticamente consistentes. Todas estas
vocalizaciones continúan produciéndose durante el segundo año de vida (Robb, Bauer y
Tyler, 1994). Por otra parte, cada niño concreto pone de manifiesto patrones diferentes de
evolución. Las palabras aparecen lentamente, y a menudo acompañadas por gestos,
mientras que el balbuceo y la jerga siguen estando presentes. Antes de comenzar este
capítulo, tómese unos cuantos minutos para pensar en algún niño de entre 12 y 18 meses, y
sobre lo que cree que sabe del mundo. Haga una lista con las palabras qué crea que puede
decir: inténtelo, le sorprenderá lo mucho que ya sabe sobre el tema. Probablemente la
pronunciación no sea demasiado correcta, por lo que puede ser interesante anotar también
posibles formas de pronunciar cada palabra. Por ejemplo, es posible que los niños
pronuncien agua como «aba».

EMISIONES DE PALABRAS AISLADAS Las primeras palabras que dicen los niños
suelen emitirse de manera aislada, ya sea mediante palabras reales como «aallo» (caballo),
o como aproximaciones a frases adultas como «¿O-qué es?» (¿Eso qué es?). En este
momento, «las palabras» sólo son aproximaciones fonéticas a las palabras adultas, pero que
los niños ya utilizan de manera consistente para referirse a situaciones u objetos
específicos. Al principio, el significado de una palabra puede estar muy restringido, e
incluso aplicarse únicamente a un referente en exclusiva. Por ejemplo, «gua-gua» quizá
sólo se refiera al propio perro, pero no a todos los perros. Puede que los primeros
significados tengan muy poco en común con los que expresan los hablantes maduros de una
lengua. Progresivamente, en virtud de las experiencias lingüísticas y no lingüísticas, los
niños van modificando su definición, hasta que en cierto momento ésta coincide con el
significado de la palabra compartido por su comunidad lingüística. Recuérdese que una
palabra significa un referente, pero que ese referente no constituye el significado de la
palabra. El significado se encuentra en los conceptos o imágenes mentales de los usuarios
de una lengua, y no en los propios objetos.

ASPECTOS PRAGMÁTICOS DEL LENGUAJE INICIAL


Para poder explicar de manera completa el lenguaje inicial, debemos considerar para qué se
utilizan las primeras emisiones lingüísticas. Como se dijo en el Capítulo 6, la comunicación
ya está presente antes de que aparezcan las primeras palabras. Los niños desarrollan la
capacidad de comunicar significados antes de adquirir cualquier lenguaje. El lenguaje por
tanto «proyecta» o procesa esos primeros significados dentro de un sistema comunicativo
ya establecido. En realidad, la transición desde un sistema pre simbólico a otro simbólico,
sólo puede entenderse en el seno de este contexto comunicativo previo. La repetición de
ciertas rutinas cotidianas de carácter verbal y no verbal, así como el deseo de las madres de
asignar una intención significativa al habla de sus hijos, son elementos clave para el
desarrollo del lenguaje. Las respuestas de los cuidadores también promueven las
asociaciones entre una palabra y su significado, ya que proporcionan retroalimentación a
los niños sobre si han sido comprendidos o no.

CONCLUSIONES
La adquisición del lenguaje inicial ofrece una panorámica muy ilustrativa del mundo de los
niños pequeños. Para poder comprender este mundo los adultos hemos clasificado el
lenguaje infantil según nuestro propio sistema. Sin embargo, esto conlleva ciertos peligros.
Como adultos, podemos caer en la tentación de suponer que los niños deben estar
expresando cada una de las intenciones o significados que los adultos somos capaces de
expresar. Esto implicaría que los niños conciben el mundo y el lenguaje de la misma
manera que los adultos, y que su motivación para utilizar el lenguaje es idéntica a la
nuestra. En realidad, no tenemos ni idea de cuáles son las intenciones o significados que
manejan los niños. N

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