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1. INTRODUCCIÓN.
Desde tiempo inmemorial, todos los pueblos y culturas han sentido la necesidad de
encontrar respuestas para las grandes preguntas acerca de la naturaleza, de las
relaciones interpersonales o de la trascendencia.
Durante siglos los humanos intentaron aclarar estas y otras grandes cuestiones
mediante explicaciones míticas, que son relatos sagrados protagonizados por dioses o
héroes que encarnan a las fuerzas de la naturaleza que los seres humanos no saben
cómo explicar; de este modo, se plantean interpretaciones acerca del origen de la
realidad y el sentido de la vida.
Pero en unas civilizaciones concretas ,algunas personas comenzaron a sentirse
insatisfechas con este tipo de relatos, y así surgió una forma diferente de respuesta
basada únicamente en la razón. Este paso del mito al logos permitió la búsqueda de
respuestas inmanentes (en las cosas mismas) frente a las anteriores respuestas
trascendentes (más allá de lo observable, de la realidad ordinaria).
Este pensamiento racional, que ya podemos llamar filosófico , apareció en tres
civilizaciones muy distintas y casi a la vez: China, la India y Grecia, pero solo en esta
última estuvo desde sus inicios más desligada de la religión y por esto constituye la
base de todo el pensamiento y cultura occidental.
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Esta nueva forma de pensamiento es el resultado de tres actitudes del ser humano:
el asombro y la curiosidad que hace que se planteen preguntas definitivas,
radicales
la duda, que permite buscar siempre una explicación mejor
la crítica, que mueve al ser humano a plantear nuevas soluciones racionales de
manera creativa.
2. FISIS Y ARJÉ
Los primeros filósofos griegos vivieron entre los siglos VI a.C. y V a.C. , y es habitual referirse a
ellos como filósofos presocráticos porque son anteriores al célebre Sócrates de Atenas,
tomado como punto de referencia en la historia de la Filosofía al marcar un cambio de
perspectiva en el objetivo de la misma.
Los fragmentos de los presocráticos que conservamos revelan su interés por las cuestiones de
la naturaleza, siempre en continua transformación y en la que veían cierta armonía y orden en
los sucesos que no parecían obedecer al azar, sino a una ley superior que los gobierna.
¿Por qué la naturaleza muestra este comportamiento? ¿Existe alguna razón que justifique el
orden que manifiestan los seres naturales? ¿Por qué la realidad en su conjunto permanece
invariable aunque cambien las cosas particulares? ¿Tiene toda la naturaleza un origen común
que nos permita explicar estas regularidades?
Estas son algunas de las cuestiones planteadas y, para responderlas, hemos de hacer
referencia a los conceptos de physis (Φύσις) y de arjé ( ἀρχή ).
Physis: es el concepto que define a la naturaleza y del que se deriva, por tanto, el concepto de
“física” como estudio relativo a todos los aspectos de la naturaleza. Así, cuando hablamos de
física aristotélica o de la epicúrea, por ejemplo, nos referimos a las teorías de los filósofos de
estas corrientes sobre los diferentes aspectos de la naturaleza.
Es a partir de estos dos conceptos que se empiezan a perfilar las diferentes escuelas
presocráticas: MONISTAS Y PLURALISTAS
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3. LOS MONISTAS.
Los filósofos presocráticos pensaban que para comprender lo que es la physis era necesario
distinguir primero la apariencia de la realidad. Los múltiples seres naturales que nos rodean
parecen muy distintos entre sí, pero el orden al que obedecen solo puede explicarse
suponiendo que tienen un mismo origen común, un único principio originario: el arjé, cuyo
descubrimiento les permitiría llegar a alcanzar todas las explicaciones racionales sobre la
naturaleza puesto que no sólo consiste en un elemento originario del que están hechas todas
las cosas, sino también la razón última que explica por qué la naturaleza está ordenada y sigue
una leyes prefijadas.
Los filósofos llamados monistas pensaban que este principio consistía en un único elemento:
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4. LOS PLURALISTAS.
5. LOS SOFISTAS.
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Los sofistas cambiaron de forma radical la orientación de la filosofía ya que mostraron
más preocupación por los problemas del comporta miento humano , las leyes y la
convivencia en la sociedad.
A diferencia de los filósofos presocráticos, cuya preocupación principal era
desentrañar los misterios del origen de la realidad existente, los sofistas se plantean
cuestiones relativas a la ética y las leyes, por lo que dieron lugar a un giro
antropológico de enorme importancia a la filosofía griega.
Ya no es el concepto de physis sino el de nomos (norma, ley, en griego) el que ocupará
en mayor medida el planteamiento de estos filósofos.
Y estas cuestiones antropológicas centradas en el análisis de la realidad humana, son
cambiantes, temporales, como lo es el ser humano, y la diversidad de opiniones y
formas de vida hace imposible encontrar normas de conducta válidas para todos los
seres humanos.
Es el relativismo moral que significa cuestionar la existencia de verdades fijas y
absolutas, lo cual justifica que además de relativistas los sofistas fueran escépticos
puesto que el escepticismo niega la posibilidad de conocer la verdad absoluta.
Protágoras : defensor de las posiciones relativistas, pensaba que no hay
ningún valor de carácter universal y absoluto, ya que todo depende de nuestro
punto de vista : “ el hombre es la medida de todas las cosas”.
Gorgias: natural de Leontium en Sicilia, viajó a Atenas como embajador y
defendió allí el extremo escéptico como retórico, ya que para él nada existe
puesto que si algo existiera no lo podríamos conocer, y si pudiéramos
conocerlo no lo podríamos comunicar, extendiendo el escepticismo a la
Metafísica, al conocimiento y también al lenguaje.
Una parte de su argumentación se basa en el concepto de la subjetividad del
conocimiento del ser humano que le lleva a sustituir el concepto de verdad por
el de verosimilitud, con el que demuestra que no conocemos nada sino solo el
logos, las palabras con las que construimos los discursos. Por lo tanto no
habría ninguna verdad última de ningún tipo. Esto supone, contra Platón, que
no habría ningún modelo político ideal y que, por lo tanto, mediante la
Retórica es posible cambiar democráticamente el tipo de orden político
cuando ésta está bien adaptada a la situación
6. SÓCRATES
Se centraba en que para que nosotros pudiéramos conocer la existencia y la realidad de las
cosas y que la búsqueda de la sabiduría fuera posible había que adoptar una actitud humilde y
sincera. Cuando nos inquieta alguna cuestión para la que no tenemos respuesta, debemos
empezar por reconocer nuestra propia ignorancia preguntando a quienes pueden ayudarnos a
encontrar la verdad.
Este es el rasgo que distinguía a Sócrates de los sofistas: su actitud ante el conocimiento. Los
sofistas se presentaban como sabios y expertos maestros capaces de enseñar todo aquello que
los demás necesitaran conocer.
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Sócrates, en cambio, no se consideraba sabio, y lo resumía en su célebre “solo sé que no sé
nada”. Dedicaba la mayor parte de su tiempo a esta actividad de indagación intelectual,
buscando siempre el diálogo con todo aquel que pudiera enseñarle algo, dispuesto a razonar
honestamente con su interlocutor y aceptando la fuerza de sus argumentos en una actitud
humilde de reconocimiento de la propia equivocación.
Este diálogo al estilo socrático no era nada fácil de hacer en la Atenas del s.Va.C., puesto que
los sofistas empleaban artificios y recursos retóricos destinados a convencer más que a
argumentar razonadamente de modo que, para sus diálogos, Sócrates ponía en práctica un
método que constaba de dos partes: la ironía y la mayéutica.
En la primera etapa de la conversación ,la ironía, Sócrates ponía en cuestión todos los
conocimientos que el interlocutor y él tenían respecto a un tema, para poder reconocer así su
propia ignorancia. Comenzaba planteando preguntas directas para buscar definiciones
precisas, a las que sus interlocutores, muy influenciados por los sofistas, contestaban también
de manera directa. Entonces Sócrates planteaba nuevas cuestiones derivadas de las primeras
que cada vez eran más difíciles de contestar, hasta que dejaba al interlocutor reconociendo
que no sabía nada cierto sobre el tema tratado.
Quedaba claro entonces que el interlocutor había aprendido solo a exponer adecuadamente
su opinión, pero que carecía de los argumentos necesarios para exponer el contenido de forma
precisa y completa. Esto causaba perplejidad y sorpresa, especialmente a los sofistas y sus
discípulos, acostumbrados a pensar que podían llegar a la verdad absoluta.
Otra gran diferencia de Sócrates con los sofistas se refiere al contenido de su pensamiento.
Frente al relativismo y escepticismo de estos, afirmaba que los valores morales son absolutos e
iguales para todas las personas (universalismo moral).
Para Sócrates el bien es único y absoluto y lo moralmente correcto es un valor universal que
no cambia nunca y que es independiente de todas las circunstancias que puedan rodearlo.
¿Cómo puede explicarse en este contexto la diferencia de opiniones sobre lo bueno y lo malo?
Para Sócrates la respuesta está en lo que se conoce como intelectualismo moral, que cifra en
la ignorancia esas diferencias de opinión , de manera que si obramos mal es porque estamos
confundidos y pensamos que lo hacemos bien porque en realidad desconocemos lo que es el
auténtico bien. Si todos pudiéramos conocer lo que es el auténtico bien, veríamos que este es
el mismo para todos y que solo con la ayuda de la filosofía seremos capaces de descubrir el
bien verdadero como valor universal y absoluto.
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7. IMPACTO EN LA ACTUALIDAD
A pesar de los 2500 años transcurridos y de algunas diferencias con la Atenas del siglo Va.C., el
debate que enfrentaba a Sócrates con los sofistas sigue en plena vigencia en nuestra sociedad,
ya que nuestro sistema político guarda cierta similitud con el ateniense.
Hoy en día, en una sociedad en la que los medios de comunicación y las nuevas tecnologías
multiplican el impacto de las imágenes y las palabras, el dominio del uso eficaz de estas
últimas desempeña un papel crucial en las campañas electorales y en ámbitos como el judicial,
el de la publicidad o el empresarial. Lo más importante, más que el contenido que se comunica
es la forma en que se presenta.
Esta situación, igual que en la Atenas del s.V a.C., se corre el peligro de olvidar la importancia
que tiene el razonamiento riguroso y el respeto por la verdad , cayendo así en un
desvergonzado ejercicio de manipulación de la opinión pública.