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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA 2 BACHILLER

BLOQUE I. FILOSOFÍA ANTIGUA.


TEMA 1. LOS PRESOCRÁTICOS. SÓCRATES.

1. INTRODUCCIÓN.
Desde tiempo inmemorial, todos los pueblos y culturas han sentido la necesidad de
encontrar respuestas para las grandes preguntas acerca de la naturaleza, de las
relaciones interpersonales o de la trascendencia.
Durante siglos los humanos intentaron aclarar estas y otras grandes cuestiones
mediante explicaciones míticas, que son relatos sagrados protagonizados por dioses o
héroes que encarnan a las fuerzas de la naturaleza que los seres humanos no saben
cómo explicar; de este modo, se plantean interpretaciones acerca del origen de la
realidad y el sentido de la vida.
Pero en unas civilizaciones concretas ,algunas personas comenzaron a sentirse
insatisfechas con este tipo de relatos, y así surgió una forma diferente de respuesta
basada únicamente en la razón. Este paso del mito al logos permitió la búsqueda de
respuestas inmanentes (en las cosas mismas) frente a las anteriores respuestas
trascendentes (más allá de lo observable, de la realidad ordinaria).
Este pensamiento racional, que ya podemos llamar filosófico , apareció en tres
civilizaciones muy distintas y casi a la vez: China, la India y Grecia, pero solo en esta
última estuvo desde sus inicios más desligada de la religión y por esto constituye la
base de todo el pensamiento y cultura occidental.

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Esta nueva forma de pensamiento es el resultado de tres actitudes del ser humano:
 el asombro y la curiosidad que hace que se planteen preguntas definitivas,
radicales
 la duda, que permite buscar siempre una explicación mejor
 la crítica, que mueve al ser humano a plantear nuevas soluciones racionales de
manera creativa.

2. FISIS Y ARJÉ

Los primeros filósofos griegos vivieron entre los siglos VI a.C. y V a.C. , y es habitual referirse a
ellos como filósofos presocráticos porque son anteriores al célebre Sócrates de Atenas,
tomado como punto de referencia en la historia de la Filosofía al marcar un cambio de
perspectiva en el objetivo de la misma.

Los fragmentos de los presocráticos que conservamos revelan su interés por las cuestiones de
la naturaleza, siempre en continua transformación y en la que veían cierta armonía y orden en
los sucesos que no parecían obedecer al azar, sino a una ley superior que los gobierna.

¿Por qué la naturaleza muestra este comportamiento? ¿Existe alguna razón que justifique el
orden que manifiestan los seres naturales? ¿Por qué la realidad en su conjunto permanece
invariable aunque cambien las cosas particulares? ¿Tiene toda la naturaleza un origen común
que nos permita explicar estas regularidades?

Estas son algunas de las cuestiones planteadas y, para responderlas, hemos de hacer
referencia a los conceptos de physis (Φύσις) y de arjé ( ἀρχή ).

Physis: es el concepto que define a la naturaleza y del que se deriva, por tanto, el concepto de
“física” como estudio relativo a todos los aspectos de la naturaleza. Así, cuando hablamos de
física aristotélica o de la epicúrea, por ejemplo, nos referimos a las teorías de los filósofos de
estas corrientes sobre los diferentes aspectos de la naturaleza.

En palabras de Aristóteles, es el principio de movimiento y cambio en la naturaleza, entendida


tanto como la totalidad de los seres naturales pero también como el ser propio de la cosas ( la
naturaleza de las cosas)

Arjé: es el concepto que define el principio, el fundamento, el comienzo , el elemento


primordial del que deriva y del que está compuesta toda la realidad material . A partir de este
concepto se explica el comienzo del universo con una explicación racional a partir de una o
varias sustancias.

Es a partir de estos dos conceptos que se empiezan a perfilar las diferentes escuelas
presocráticas: MONISTAS Y PLURALISTAS

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3. LOS MONISTAS.

Los filósofos presocráticos pensaban que para comprender lo que es la physis era necesario
distinguir primero la apariencia de la realidad. Los múltiples seres naturales que nos rodean
parecen muy distintos entre sí, pero el orden al que obedecen solo puede explicarse
suponiendo que tienen un mismo origen común, un único principio originario: el arjé, cuyo
descubrimiento les permitiría llegar a alcanzar todas las explicaciones racionales sobre la
naturaleza puesto que no sólo consiste en un elemento originario del que están hechas todas
las cosas, sino también la razón última que explica por qué la naturaleza está ordenada y sigue
una leyes prefijadas.

Los filósofos llamados monistas pensaban que este principio consistía en un único elemento:

 Tales de Mileto afirmaba que el arjé era el agua


 Anaximandro pensaba que este elemento no podía corresponder a ninguna de las
cosas apreciables a simple vista, sino que debía ser algo distinto a lo que llamó
apeiron, lo indeterminado
 Anaxímenes pensaba que todo estaba hecho de aire. Según creía, las partículas de aire
podían unirse entre sí o separarse, dando lugar a las diferentes manifestaciones de la
materia. Cuando el aire se comprime lo suficiente puede llegar a condensarse
formando agua. Y si lo comprimimos aún más puede llegar a convertirse en piedra. De
la misma manera, cuando las partículas de aire se separan mucho, este se transforma
en fuego. Así Anaxímenes explicaba que todo lo que vemos puede provenir de un
único elemento primigenio.
 Heráclito: para este filósofo el arjé de todas las cosas no era un principio material, sino
el cambio constante o devenir, de modo que la verdadera realidad consiste
precisamente en ese estado de continua transformación o cambio imparable, que
además no se produce al azar, sino que es producto de un tenso equilibrio entre
fuerzas enfrentadas. Heráclito lo explicaba poniendo como ejemplo la imagen de un
río en perpetuo cambio o el fuego en continua transformación.
 Parménides: este filósofo pensaba que no podemos fiarnos de los sentidos , que son
los que nos muestran que todo cambia y se modifica. Sin embargo, un razonamiento
correcto es siempre infalible, por eso, la realidad última, según Parménides, solo
puede aprehenderse mediante la razón. Si atendemos exclusivamente a nuestro
razonamiento, comprobaremos que hay una verdad absolutamente segura: el Ser es y
el No-Ser no es. El Ser tiene una existencia auténtica y verdadera y equivale al
conjunto de todo cuanto hay, por eso, y contrariamente a lo que parece , es siempre el
mismo y no cambia nunca.
Nada de lo que es puede dejar de existir, porque eso significaría que las cosas pasan
del Ser al No-ser, lo cual es impensable porque el No-ser no existe. En consecuencia el
Ser, para Parménides, es único, inmóvil, eterno y perfecto, y el cambio y la diversidad
no son reales sino ilusiones engañosas producidas por los sentidos.

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4. LOS PLURALISTAS.

Los filósofos pluralistas trataron de reconciliar nuestra percepción del cambio y el


movimiento con las ideas de Parménides. Su teoría afirmaba que el arjé no era único
sino múltiple ,plural, proveniente de unos pocos elementos originarios estables y
permanentes. El cambio se explicaría por la combinación diversa de esos elementos.
Los principales filósofos monistas fueron:
 Empédocles: pensaba que todo estaba hecho de cuatro “raíces” diferentes: la
tierra, el agua, el aire y el fuego, que se unen o separan según fuerzas
atractivas o repulsivas de la naturaleza y generan todo cuanto existe.
 Anaxágoras: el arjé que compone todo lo que existe estaría formado por unas
partículas infinitamente pequeñas a las que llamaba “semillas” y que estaban
organizadas por una especie de mente o inteligencia cósmica (Nous, en
griego). De esta forma, toda la realidad responde a un propósito inteligente
que regula los cambios que vemos alrededor
 Filósofos atomistas: Leucipo y Demócrito fueron los principales
representantes del atomismo en Grecia. Pensaban que la realidad está
compuesta por una infinidad de partículas materiales diminutas, ligeras e
indivisibles que flotan en el vacío y que se combinan unas con otras para
formar todas las cosas: los átomos. El concepto de vacío era muy extraño en la
mentalidad griega que consideraba impensable imaginar un lugar carente de
materia.

5. LOS SOFISTAS.

En el s.V a.C. el centro de especulación filosófica se había trasladado a Atenas. El


régimen democrático que existía en esta ciudad favorecía el intercambio de opiniones
y la libre discusión entre los ciudadanos, contexto en el cual era crucial el dominio de
la palabra. Por este motivo, un gran número de filósofos comenzaron a impartir clases
de retórica.
Los maestros que comenzaron a llegar a Atenas se llamaron a sí mismos sofistas, en
relación con la palabra sofía (sabiduría en griego). Se consideraban sabios capaces de
enseñar a los demás cómo debían hablar y comportarse si querían triunfar y maestros
de virtud y excelencia (areté, en griego) que conducirían a sus discípulos al éxito y a la
fama. Desde este planteamiento, no era lo más importante el contenido de la
argumentación sino la manera en que ésta se expresaba y, así, algunos sofistas
llegaron a decir que con su dominio del arte de la palabra podían convencer a
cualquiera de cualquier cosa.

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Los sofistas cambiaron de forma radical la orientación de la filosofía ya que mostraron
más preocupación por los problemas del comporta miento humano , las leyes y la
convivencia en la sociedad.
A diferencia de los filósofos presocráticos, cuya preocupación principal era
desentrañar los misterios del origen de la realidad existente, los sofistas se plantean
cuestiones relativas a la ética y las leyes, por lo que dieron lugar a un giro
antropológico de enorme importancia a la filosofía griega.
Ya no es el concepto de physis sino el de nomos (norma, ley, en griego) el que ocupará
en mayor medida el planteamiento de estos filósofos.
Y estas cuestiones antropológicas centradas en el análisis de la realidad humana, son
cambiantes, temporales, como lo es el ser humano, y la diversidad de opiniones y
formas de vida hace imposible encontrar normas de conducta válidas para todos los
seres humanos.
Es el relativismo moral que significa cuestionar la existencia de verdades fijas y
absolutas, lo cual justifica que además de relativistas los sofistas fueran escépticos
puesto que el escepticismo niega la posibilidad de conocer la verdad absoluta.
 Protágoras : defensor de las posiciones relativistas, pensaba que no hay
ningún valor de carácter universal y absoluto, ya que todo depende de nuestro
punto de vista : “ el hombre es la medida de todas las cosas”.
 Gorgias: natural de Leontium en Sicilia, viajó a Atenas como embajador y
defendió allí el extremo escéptico como retórico, ya que para él nada existe
puesto que si algo existiera no lo podríamos conocer, y si pudiéramos
conocerlo no lo podríamos comunicar, extendiendo el escepticismo a la
Metafísica, al conocimiento y también al lenguaje.
Una parte de su argumentación se basa en el concepto de la subjetividad del
conocimiento del ser humano que le lleva a sustituir el concepto de verdad por
el de verosimilitud, con el que demuestra que no conocemos nada sino solo el
logos, las palabras con las que construimos los discursos. Por lo tanto no
habría ninguna verdad última de ningún tipo. Esto supone, contra Platón, que
no habría ningún modelo político ideal y que, por lo tanto, mediante la
Retórica es posible cambiar democráticamente el tipo de orden político
cuando ésta está bien adaptada a la situación
6. SÓCRATES

Se centraba en que para que nosotros pudiéramos conocer la existencia y la realidad de las
cosas y que la búsqueda de la sabiduría fuera posible había que adoptar una actitud humilde y
sincera. Cuando nos inquieta alguna cuestión para la que no tenemos respuesta, debemos
empezar por reconocer nuestra propia ignorancia preguntando a quienes pueden ayudarnos a
encontrar la verdad.

Este es el rasgo que distinguía a Sócrates de los sofistas: su actitud ante el conocimiento. Los
sofistas se presentaban como sabios y expertos maestros capaces de enseñar todo aquello que
los demás necesitaran conocer.

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Sócrates, en cambio, no se consideraba sabio, y lo resumía en su célebre “solo sé que no sé
nada”. Dedicaba la mayor parte de su tiempo a esta actividad de indagación intelectual,
buscando siempre el diálogo con todo aquel que pudiera enseñarle algo, dispuesto a razonar
honestamente con su interlocutor y aceptando la fuerza de sus argumentos en una actitud
humilde de reconocimiento de la propia equivocación.

Este diálogo al estilo socrático no era nada fácil de hacer en la Atenas del s.Va.C., puesto que
los sofistas empleaban artificios y recursos retóricos destinados a convencer más que a
argumentar razonadamente de modo que, para sus diálogos, Sócrates ponía en práctica un
método que constaba de dos partes: la ironía y la mayéutica.

En la primera etapa de la conversación ,la ironía, Sócrates ponía en cuestión todos los
conocimientos que el interlocutor y él tenían respecto a un tema, para poder reconocer así su
propia ignorancia. Comenzaba planteando preguntas directas para buscar definiciones
precisas, a las que sus interlocutores, muy influenciados por los sofistas, contestaban también
de manera directa. Entonces Sócrates planteaba nuevas cuestiones derivadas de las primeras
que cada vez eran más difíciles de contestar, hasta que dejaba al interlocutor reconociendo
que no sabía nada cierto sobre el tema tratado.

Quedaba claro entonces que el interlocutor había aprendido solo a exponer adecuadamente
su opinión, pero que carecía de los argumentos necesarios para exponer el contenido de forma
precisa y completa. Esto causaba perplejidad y sorpresa, especialmente a los sofistas y sus
discípulos, acostumbrados a pensar que podían llegar a la verdad absoluta.

La segunda fase, la mayéutica, solo comenzaba cuando el interlocutor estaba dispuesto a


reconocer que desconocía la respuesta a la cuestión inicial planteada, iniciándose así un
proceso conjunto de indagación en búsqueda de la verdad mediante preguntas y respuestas,
en el que rara vez se llegaba a una conclusión definitiva pero que servía para aclarar la
cuestión planteada y abrir nuevas vías de investigación filosófica.

Otra gran diferencia de Sócrates con los sofistas se refiere al contenido de su pensamiento.
Frente al relativismo y escepticismo de estos, afirmaba que los valores morales son absolutos e
iguales para todas las personas (universalismo moral).

Para Sócrates el bien es único y absoluto y lo moralmente correcto es un valor universal que
no cambia nunca y que es independiente de todas las circunstancias que puedan rodearlo.
¿Cómo puede explicarse en este contexto la diferencia de opiniones sobre lo bueno y lo malo?

Para Sócrates la respuesta está en lo que se conoce como intelectualismo moral, que cifra en
la ignorancia esas diferencias de opinión , de manera que si obramos mal es porque estamos
confundidos y pensamos que lo hacemos bien porque en realidad desconocemos lo que es el
auténtico bien. Si todos pudiéramos conocer lo que es el auténtico bien, veríamos que este es
el mismo para todos y que solo con la ayuda de la filosofía seremos capaces de descubrir el
bien verdadero como valor universal y absoluto.

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7. IMPACTO EN LA ACTUALIDAD

A pesar de los 2500 años transcurridos y de algunas diferencias con la Atenas del siglo Va.C., el
debate que enfrentaba a Sócrates con los sofistas sigue en plena vigencia en nuestra sociedad,
ya que nuestro sistema político guarda cierta similitud con el ateniense.

Nuestra forma de gobierno, aunque democrática, no es asamblearia sino representativa, pero


no significa que la elocuencia y la retórica hayan perdido ni un ápice el papel crucial que tenían
en la época de los sofistas.

Hoy en día, en una sociedad en la que los medios de comunicación y las nuevas tecnologías
multiplican el impacto de las imágenes y las palabras, el dominio del uso eficaz de estas
últimas desempeña un papel crucial en las campañas electorales y en ámbitos como el judicial,
el de la publicidad o el empresarial. Lo más importante, más que el contenido que se comunica
es la forma en que se presenta.

Esta situación, igual que en la Atenas del s.V a.C., se corre el peligro de olvidar la importancia
que tiene el razonamiento riguroso y el respeto por la verdad , cayendo así en un
desvergonzado ejercicio de manipulación de la opinión pública.

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