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PINTURA BARROCA

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1. ¿QUÉ ES LA PINTURA BARROCA?


Por pintura barroca o pintura del barroco nos referimos a las obras artísticas pictóricas
producidas en el período de la historia de Occidente conocido como el Barroco (siglo XVII y
principios del XVIII).

Este movimiento se caracterizó por el auge en ciertos países de los valores culturales del
catolicismo y su entrada al Renacimiento, plasmados a menudo en diversas formas de arte:
la literatura, la música, la danza y también la pintura.

El barroco como estilo artístico está inicialmente vinculado a la Contrarreforma católica y a


la ideología monárquica absolutista, pero es posible identificarlo también en la obra de
artistas pertenecientes a naciones protestantes y no absolutistas.

Esto ratifica su popularidad e importancia en su contexto histórico. Se gestó en el continente


europeo pero fue transmitido a sus colonias, especialmente en Latinoamérica.

La pintura barroca reflejó la importancia de la religión en los países católicos, a la par que
del gusto burgués en los protestantes, y se caracterizó por el realismo, la riqueza e
intensidad de los colores, así como un fuerte contraste entre luces y sombras.

2. EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LA PINTURA BARROCA


El barroco surgió en Europa en una época de grandes tensiones en la Iglesia Católica con
el nacimiento del protestantismo (Martín Lutero-fundador) a raíz de la reforma luterana y su
división entre la Iglesia Católica con la corriente de, la Contrarreforma y pensamiento
Luterano (protestantismo)

En ese siglo, los países europeos se dividían entre absolutistas y parlamentarios: los
primeros dotados de un rey cuya voluntad era indiscutible y los segundos de un parlamento
que le hacía contrapeso.

En los parlamentarios la burguesía local acumulaba nuevos poderes y se empezaban a


sentar las bases del capitalismo venidero.

3. CARACTERÍSTICAS GENERALES
1- La pintura barroca presenció el nacimiento de nuevos géneros pictóricos, como son los
bodegones (naturalezas muertas), vanitas y cuadros costumbristas (de retratos colectivos) ,
pintura mitológica que enriquecieron la iconografía religiosa heredada del medioevo.

2- Búsqueda del realismo y del naturalismo extremo creando un fuerte efecto (los
trampantojos son comunes) y de una cierta teatralidad.
3- La luz y el color pasaron a ser grandes protagonistas, encargados de producir la
profundidad y la perspectiva, más que la línea y el trazo.

4- Las formas fueron particularmente abundantes (como sucedió en todas las artes del
barroco) y las pinturas se llenaron de volumen y de detalle, en lo que para muchos
constituyó el dominio total de las técnicas pictóricas, tanto con óleo como al fresco.

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4. PERIODOS DEL BARROCO SEVILLANO


Es en el siglo XVII cuando los pintores sevillanos alcanzan su mayor esplendor, llevando su
influencia a numerosos seguidores. Frente al idealismo manierista (hecho a tu manera, con
ciertas deformaciones), el Barroco trae el triunfo del naturalismo. El desarrollo de la pintura
barroca hispalense puede dividirse en tres periodos:

- Periodo inicial o de transición donde destacan artistas como Juan del Castillo,
Antonio Mohedano, Francisco Herrera el Viejo o Juan de Roelas.
- Periodo de plenitud constituido por la obra de Francisco Pacheco (suegro de
Velázquez) Francisco de Zurbarán, cuyo tenebrismo seducirá al pintor sevillano más
universal, Velázquez.
- El tercer periodo está integrado por pintores sevillanos tan populares como
Bartolomè Esteban Murillo y Juan de Valdés Leal.

5. PERIODO INICIAL: Juan del Castillo (1593-1657)


Aunque se desconoce el lugar y la fecha de su nacimiento, parece ser que debió ser en
Sevilla hacia 1593. Conformó un estilo propio de colores vivos con cierto tono amable y
gracia popular que pudo pasar de forma transformada a sus discípulos. De hecho, su fama
se debe en gran parte al hecho de haber sido maestro de Bartolomé Esteban Murillo. La
mejor de sus obras realizadas, entre 1634 y 1636, fue el retablo mayor del colegio de Santa
María de Montesión de Sevilla. La Asunción de la Virgen es la pintura central de este retablo
y está conservada en el Museo de Bellas Artes.

Francisco de Herrera el Viejo (1590-1654)


Nacido en Sevilla y discípulo de Francisco Pacheco. Es considerado, junto con Juan de
Roelas, pintor de la transición desde el Manierismo hasta el Barroco. Entre sus obras
destacadas encontramos La Apoteosis de San Hermenegildo (1520), conservada en el
Museo de Bellas Artes de Sevilla y que pertenecía al grupo de 18 óleos que componían el
gran retablo de San Basilio. Curiosamente una de las obras que componían dicho retablo,
San Basilio dictando su doctrina, se encuentra en el Museo del Louvre actualmente. Herrera
tenía un estilo vigoroso, dinámico y atrevido para el panorama artístico sevillano del
momento.

6. PERIODO DE PLENITUD: Diego Velázquez (1599-1660)


A Diego Velázquez se le considera el máximo exponente de la pintura española Goya y
Picasso y un maestro de la pintura universal. En sus primeros años como pintor en Sevilla
desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista, clara influencia de Caravaggio. A la
edad de 24 años se traslada a Madrid, siendo designado como pintor del rey Felipe IV.
Cuatro años más tarde fue nombrado pintor de cámara, el cargo más prestigioso entre
todos los pintores de la corte. Entre sus obras destacan La rendición de Breda (1635), Las
Meninas (1656) y Las
Hilanderas (mito de la fábula de Aracne) (1657)

7. TERCER PERÍODO: Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682)


Murillo es siempre presentado como la personalidad central de la escuela sevillana ya que
dejó su influencia en numerosos discípulos hasta bien entrado el siglo XVIII. Se formó en el
naturalismo tardío y evolucionó hacia el barroco pleno. La mayoría de su producción está
formada por obras de carácter religioso para iglesias y conventos de Sevilla (Sagrada
Familia del Pajarito, Santo Tomás de Villanueva, Abraham y los tres Ángeles, el regreso del
Hijo Pródigo, varias Inmaculadas, el buen Pastor, Las bodas de Caná, Jose y la Mujer de
Putifar…) , pero también cultivó la pintura de género de manera independiente (Niños
jugando a los dados, Niño espulgándose, Tres muchachos, Niño riendo asomado a la
ventana, Niños comiendo uvas y melón) Unas de las obras de Murillo con una de las
historias más peculiares puedes descubrirla en la Catedral de Sevilla, La Visión de San
Antonio.

Juan de Valdés Leal (1622-1690)


Valdés Leal es conocido por los dos «jeroglíficos de las postrimerías», In Ictu Oculi y Finis
Gloriae Mundi, obras pintadas sobre 1672 para la Iglesia de San Jorge del Hospital de la
Caridad de Sevilla, donde todavía hoy pueden ser admiradas. Ambas obras se integran en
el programa iconográfico de la capilla, ilustrando de manera armónica el pensamiento de
Miguel de Mañara, renovador de la Hermandad de la Santa Caridad.Otras obras de Valdés
Leal son: Las tentaciones de San Jerónimo, San Andrés, Retirada de los Sarracenos, Elías
y los profetas de Baal, Santa Apolonia y Santa Syncletes, Santa María Magdalena y Santa
Inés, el sacrificio de isaac, Alegoria a la vanidad, Las bodas de Caná, Inmaculada Con dos
donantes. Hay que reconocer que a la sombra del contemporáneo Bartolome Esteban
Murillo, la influencia de Valdés Leal fue limitada.

Se cuenta que Valdés Leal y Murillo eran amigos íntimos. Conocemos de Murillo que su
pintura presenta escenas bellas de los niños de Sevilla aunque vivan en la miseria pero
siempre buscando el aspecto bonito y positivo de esas vida. Cuando Valdés Leal le enseña
a Murillo las dos obras famosas de In Ictu Oculi y Finis Gloriae Mundi a Murillo no se le
ocurrió otra cosa que decir "compadre cuanta mierda metes en un cuadro" y desde
entonces dejaron de ser amigos porque el enfado de Valdés leal fue inmenso

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